Al derivar del vocablo italiano mazzetto, que puede traducirse como “mazo
de flores”, el término maceta alude al recipiente que se utiliza para criar especies vegetales. Una maceta, por lo tanto, es una vasija o un pote donde se introduce tierra para que las plantas puedan crecer. Por lo general disponen de un agujero en su sector inferior para el drenaje del agua. Las macetas se emplean para cultivar plantas y flores de todo tipo, tanto en interiores como en espacios al aire libre. Es habitual que se fabriquen con barro cocido, aunque también hay macetas de plástico, cemento, fibra de vidrio y otros materiales. En cuanto a su forma, las macetas suelen ser cilíndricas o cúbicas. También hay macetas esquineras, que se desarrollan junto a dos paredes en L. En ocasiones, estos objetos se usan para limitar sectores o marcar senderos. Es importante destacar que las macetas fueron claves en el desarrollo de la jardinería, la floricultura y la horticultura. Cuando el ser humano ideó estos recipientes y forjó la capacidad de trasladar las plantas según sus necesidades (por ejemplo, del exterior al interior en el invierno), los cultivos se extendieron. Actualmente la maceta no solo cumple un rol funcional, sino también ornamental: muchas veces se emplean para decorar el ambiente gracias a sus dibujos, grabados, etc. Maceta, por otra parte, es un diminutivo de maza y puede utilizarse para aludir a un martillo de mango corto cuya cabeza presenta dos caras o bocas idénticas. A la empuñadura de ciertas herramientas, por último, también se la denomina maceta.