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ETHEL MORGAN

LA DIOSA
EN NOSOTRAS

DIEZ MANERAS DE SER MUJER

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ÍNDICE

La espiritualidad de las mujeres • Tealogía • Diosa y mujer.


LA DIOSA EN NOSOTRAS
Porqué la Diosa • Diez tipos femeninos • Estereotipos versus arquetipos • Apéndice: los tres tipos de poder:
poder-sobre, poder de adentro, poder-con • La mujer-shakti. • La autoestima como clave.
1. LA CREADORA
Necesidad de las creaciones femeninas • Creadoras primordiales de cultura • Desarrollar los propios sueños
genéricos
• La Diosa Una y sus símbolos • El arquetipo central de presión • Abrir las vías cerradas • El lamentable
modelo imperante • La mujer creadora de nuevas soluciones • Creencias femeninas que crean otro
futuro • Las pequeñas creaciones cotidianas.
2. LA ENERGIZADORA
Aprenderá moverse otra vez • La energía en espiral • Para qué energizamos • Primeros pasos del movimiento de
recuperación • Eva, María y la Magdalena como arquetipos energizadores • Cuestionar la coraza cultural •
Nadie “se salva solo” • El estereotipo indolente • El antifeminismo de las triunfadoras • Las metas femeninas
dictadas desde adentro • Reunirse • Las celebraciones femeninas • Causas de celebración.

3. LA LIMITADORA
Instalarse en los cauces adecuados • Recuperar el Orden Natural • Medir y ocupar nuestro terreno • La Triple
Diosa y sus ciclos • El sistema de ajuste interior • Preconceptos y reajustes • Las limitaciones estereotípicas
artificiales • Religarnos con factores de energización • Las eternidad accesible • Los ciclos y el éxtasis •
Frenar al que frena • Ocupar dignamente nuestro espacio de mujeres.

4. LA PROTECTORA
Descubrir que sabemos proteger • El compromiso con todo lo que existe • Entrar en Modo Protector • El orden
primordial en el Jardín de la Madre • La Artemisa defensora • Reacciones de protección • Atreverse a pedir
cuentas • Sin poder, pero eficientes • La afinidad con la tierra • Percibir lo sagrado • Imaginar de nuevo • El
no de las mujeres protectoras.

5. LA INICIADORA
Averiguar quiénes somos • La partera de la psique • Redefinir concepto inquietantes • La historia más amplia •
Transformar la mitología personal • El estereotipo de la no iniciada • Definir y describir lo femenino • La
autoridad interior • Coherencia y multiplicidad de la iniciada cotidiana.

6. LA DESAFIANTE
El mecanismo purificador • Entrenarse para la liberación • Los desafíos femeninos • Mirar
alrededor • Aceptar los aspectos oscuros • Las amonestadoras • Enigmas y acertijos • No dejarnos
engañar • Temores estereotípicos • Las mentiras patriarcales • El cuerpo femenino castigado •
Advertencias desafiantes • Lo que ya no debe ser.
7. LA LIBERADORA
Entender el sufrimiento • El arquetipo de madurez • Ira, recriminación y compasión • Isis y Deméter •
Blanco, rojo y negro: las tres fases vitales femeninas • Reconsiderar factores que esclavizan • La liberación
de las mujeres como revolución espiritual • Los nuevos tipos que surgirán de la crisálida • Despolarizarse • Otro
espacio, otro tiempo, otro lenguaje • La compasión como actitud de vida.

PERSPECTIVAS FUTURAS:
EL OCHO, EL NUEVE Y EL DIEZ

8. LA CONECTORA.
La Tejedora que crea la realidad • Conectarse para curarlas divisiones • Visión chamánica femenina • ¿Con
qué nos estuvimos conectando? • Tradición de conectaras • Preparando nuevas vías • El estereotipo aislado
• La nueva cbamana urbana • Las tareas de curación- Sanar es reconectar • La medicina en crisis • Sanear
las relaciones • Tecnología de conexión.

9. LA NUTRICIA

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El regreso de la Madre universal • Trabas para la función preservadora • La Portadora del Grial • Actitudes
básicas de nutrición • La Puerta del Espíritu • Rectificación preparatoria • La moral natural de las mujeres • La
madre amilanada y sometida • Disfunciones patriarcales de lo maternal: negarse a proveer, alimentar mal •
Autoalimentación y autodestrucción • Madre de la humanidad.

10. LA POTENCIADORA
La mujer capaz de hacer • La autoconciencia lunar-solar • Revisar nociones falsas • Abnegación y sostén •
El plano físico, fruto sagrado del Árbol • Cuatro colaboraciones con el hombre • Lo femenino en desarrollo:
proceso, verbo y centro • Exigencias de lo simple • La mujer no potenciada • La que sabe que sabe • La
madurez de la mujer • Hacer desde el ser • La potenciadora del varón • La transmisora de sabiduría • Enseñar el
arte de vivir sobre la tierra.

CONCLUSIÓN: HACIA LO NUEVO

APÉNDICE: HACIENDO CONTACTO


Ejercicio práctico para encontrarse con la Diosa interna.

REFERENCIAS Y LECTURAS

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AGRADECIMIENTO ESPECIAL
A Caitlín Matthews, cuyo libro "Elementos de la Diosa" proporcionó la base estructural e
inspiracional de este trabajo, que quiere ser una aplicación de su tipología divina a los problemas y
las posibilidades de las mujeres de hoy. Pese a que nunca nos hemos encontrado en el plano físico,
ha sido para mí la Iniciadora en las vías más misteriosas de la Diosa, y en el camino personal que
espero poder recorrer.

Otros agradecimientos deben figurar aquí para el grupo de representantes de la Diosa que estuvo
conmigo intermitentemente durante la gestación de este trabajo, dándome su apoyo cada una según
alguno de los aspectos femeninos que incorporan intuitivamente: Liliana Stengeley su regocijante
Energización intelectual; Ana María Ferro y su afectuosa y leal habilidad para ponerme Límites;
Gisela Lion, noble Protectora por naturaleza y vocación; Haydée Hermida, que con tanta paciencia
hizo de Desafiante para mis decaimientos; Elba Renda, Liberadora generosa que sabe desatar nudos
en mi psique; Susana Muiños, Conectara chamánica que oye a distancia los pedidos de ayuda;
Marta Pfefferman, cabal Nutricia tanto del cuerpo como de los sentimientos; y Alicia Amado,
que me Potenció tantas veces con sus mates y su sabiduría práctica.

Gracias también a la Dra. Marta Recalde, que luchó para que mi escritura respetara más las
reglas académicas; a Fernando Ginaca, cuyos dibujos captan tan bien la tradición celta que tanto
amamos ambos; y a Juan Carlos Kreimer, que me impulsó a pasar más pronto a la etapa de
Compasión.

Buenos Aires, Octubre 1993

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INTRODUCCIÓN

Cuando en 1985 la analista junguiana Jean Shinoda Bolen publicó en Estados Unidos lo que sería el best-seller
"Goddesses in Everywoman”, Diosas en la Mujer), el movimiento cultural que hoy se conoce como la Nueva
Espiritualidad de las Mujeres estaba aún en plena efervescencia formativa. La tercera etapa feminista, más
preocupada por las definiciones profundas de lo femenino que por reivindicaciones sociales o sexuales,
entendía la necesidad de encontrar nuevos modelos, nuevos roles, nuevos rostros para las mujeres que
buscaban insertarse (o reinsertarse) en el gran esquema universal.
El libro fue un éxito de venta entre el público masivo porque cumplía precisamente esa tarea fundamental:
poner a las mujeres en contacto con su nivel profundo, el nivel arquetípico en el que se coagulan las
tendencias y conductas que aparecerán luego en el mundo exterior. Hacernos palpar, por decirlo de algún
modo, algunos de los rostros arcaicos que alguna vez fueron nuestros, y que siguen dictando desde
adentro nuestros gestos e incluso nuestras muecas.
Sin embargo la espiritualidad de las mujeres quiere calar más hondo. No se conforma con la capa arqueológica a
la que pertenecen las diosas mitológicas, porque aspira a una universalidad sin restricciones que ya no
se encuentra en civilizaciones como la griega o la romana, demasiado cercanas a nosotros y ya signadas
por el predominio masculino que llamamos patriarcado. La Diosa está más atrás.
Una nueva palabra, teología, sirve ahora para definir las búsquedas de ese Divino Femenino que regresa
con fuerza en este instante de la evolución humana. Muchas mujeres de talento y excepcional valentía se
han dedicado a esa empresa absolutamente inédita, porque es propia de la nueva conciencia emergente
de la hembra de la especie, y ya han puesto las bases de un estudio coherente de la Diosa, sus
cualidades y sus manifestaciones a lo largo de la historia. Ellas inspiraron este libro, y sus nombres se
encuentran en la bibliografía.
Pero como estructura básica de este trabajo, he adoptado el sistema de Diez Aspectos de la Diosa
desarrollado por Caitlín Matthews en un pequeño libro seminal, "Elements of the Goddess" (Elementos de
la Diosa, 1989), donde estudia el costado femenino de la Deidad creadora, desde una perspectiva tan
pulcramente ordenada como la del Árbol de la Vida de la Cabala. Estos Diez Aspectos han sido venerados
en las diversas religiones de la raza humana, pero pueden encararse como otras tantas maneras de ser que
se le abren a la mujer universal en su momento de gran florecimiento. La Diosa ante todo es un modelo
múltiple, que puede mostramos nuestra verdadera esencia multiforme. Y ese, entre otras cosas, es el
secreto elusivo que se esconde tras cada mujer.
Diosa y mujer

Cabe aclarar que el concepto de la Diosa no nos ubica en un campo religioso separado de la
cotidianeidad terrestre, así como tampoco la verdadera espiritualidad de las mujeres se desentiende del
aquí y ahora. Por el contrario, nos reconecta con la amplia gama de posibilidades prácticas y concretas
de lo femenino arquetípico (en gran parte suprimidas y olvidadas), según un proceso en el que lo
divino y lo humano femeninos se realimentan mutuamente en el transcurso de la historia:
a) en los albores de la humanidad, el concepto de la Diosa puede haber nacido a partir de observaciones de
las experiencias femeninas en estado natural, no reprimidas por imposiciones culturales posteriores, y
elevadas al rango de atributos divinos por los que veían su afinidad con los misterios de la vida;
b) con la aparición de los sistemas patriarcales androcéntricos o exaltadores de lo masculino, todo lo
relativo a las mujeres debió pasar a un plano secundario, y la Diosa -por fuerza- debió ser desterrada de
los credos oficiales de nuestra cultura occidental;
c) durante los últimos cinco mil años las mujeres nos fuimos reduciendo, olvidando aspectos nuestros y
potencialidades que alguna vez tuvimos (incluso físicas, ya que nos volvimos cada vez más frágiles);
d) los movimientos en pro de los derechos femeninos (los tan denigrados "feminismos") comenzaron
desde hace cien años a equilibrar las desigualdades ya desenfrenadas, que habían llevado a su mínima
expresión a la mitad (o más) de nuestra especie;
e) la actual espiritualidad de las mujeres cierra el círculo al reencontrarse con el concepto de la Diosa,
recuperando así una visión integrativa de las capacidades y responsabilidades femeninas, y reponiendo
en su lugar correspondiente a un símbolo divino que necesitamos para nuestra identidad.

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Ahora incluso es posible vislumbrar la aparición del arquetipo que intuyen y saludan los psicólogos bajo
el nombre de lo Femenino Consciente: una mujer universal completa, ya no automatizada cuando se trata
de sus tareas básicas los misterios de vida, crecimiento y regeneración), conciliadora de lo lunar con lo
solar en su naturaleza, y capaz de hacer su parte en los avances de la humanidad.

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CONFIDENCIA PRELIMINAR

La gestación de este libro tuvo altibajos parecidos a los de la actual autoafirmación de la mujer.
Cuando en 1987 entré en contacto con la cultura hoy conocida como la Nueva Espiritualidad de las
Mujeres, imaginé que mi tarea iba a ser en adelante traducir para mis hermanas argentinas (la expresión
suena arcaica, pero la hermandad es lo que tratamos de recuperar en nuestra relación intergenérica) las
ideas y expresiones de un grupo de autoras de habla inglesa, que están dando sentido y dirección a las
eternas inquietudes femeninas.
Su aporte me pareció tan decisivo, que mi primer impulso fue elaborar una sencilla antología de fragmentos
elegidos para que mis estudiantes se internaran en los nuevos territorios del Movimiento de la Diosa, como
también se le llama al espontáneo surgimiento colectivo de lo femenino arquetípico.
Por lo mismo, la primera versión de esto fue una reunión de voces diferentes, que no llegó a publicarse
porque no incluía a la mía propia. El papel traductor o introductor de otras mentes y sensibilidades me había
servido para escamotear las mías, con la habitual actitud nada autoafirmativa con que encaraba ya desde muy
joven mi preocupación por los problemas de mi género.
El segundo intento se fue al otro extremo. La exhortación de "más personal" de mi editor pareció abrir una
compuerta, y en el torrente que surgió sí estuve yo, pero también estuvieron mis contenidos poco
elaborados, y las voces poco controlables de mis antepasadas atrapadas en su limbo de fracasos, frustraciones
y dolor.
Yo las he visto en visualizacíón profunda, tal como habitaban en mis propios estratos neblinosos.
Apiñadas en cavernas sin salida ni alegría, rumiando los resentimientos que trataban de aliviar a través de
mi interés por las reivindicaciones femeninas; que intentaban saciar a través de mis luchas personales, porque
yo había tenido la imprudencia ineludible de declararme ligada retrospectivamente a sus destinos.
Hoy esas voces se han calmado un poco, porque tuvieron su momento y la presión cedió. Por eso esta nueva
versión es menos subjetiva y torturada, y lo que aquí se encontrará será más bien las presencias internalizadas
de algunas de las grandes impulsoras del Movimiento de la Diosa; mujeres que recordaron la existencia de lo
Divino Femenino, tocaron el núcleo de su esencia y desde allí escribieron páginas cargadas de conciencia
femenina.
Psicólogas como Jean Shinoda Bolen, Ñor Hall o Marión Woodman; chamanas modernas como Vicki
Noble; estudiosas de lo Divino Femenino como Caitlín Matthews; científicas inspiradas como Marija
Gimbutas; filósofas como Mary Daly; ritualistas como Starhawk; revisoras culturales como Merlin Stone,
Elinor Gadon, Barbara Walker o Riane Eisler; ecologistas como Elizabeth Dodson Gray o novelistas como
Marión Zimmer Bradley: todas ellas son ahora parte de mi psique, ya que los límites entre las mujeres
-antes tan sólidos como barras de hierro- se han ido diluyendo en los últimos veinte años, para que entre
todas podamos dar a luz la nueva etapa humana, lo Femenino Consciente.
Pero todavía falta mucho por hacer. Hoy, en el sexto año de mis cursos sobre la espiritualidad de las mujeres,
puedo decirte que percibo dos fenómenos que corren paralelos y se hostilizan mutuamente: por un lado el
alborozo de las que encuentran a la Diosa como arquetipo femenino que habita en el núcleo de cada una de
ellas, e intuitivamente contemplan los alcances de una feminidad desarrollada que desborda de los moldes; y
por el otro, en muchos casos, la negativa a permitirse vivir ese proceso hasta ver los resultados. Disimulada
tras razonamientos y pretextos pero surgida, me atrevería a afirmarlo, de la falta de amor hacia ellas mismas.
De esa carencia de autoestima que hace que las mujeres nos autodestruyamos, sin siquiera darnos cuenta de
que lo estamos haciendo.
Esa herida oculta y dolorosa es lo que el contacto con lo Divino Femenino puede llegar a curar, si se le deja
hacerlo. Si se la da la oportunidad de actuar en nuestra vida desde adentro hacia afuera, desde el centro en
que habita hacia la periferia. Si se acepta, ante todo, que una misma es capaz de portar semejante dignidad.
Cuando hace un tiempo se me pidió un artículo sobre autoayuda para una revista de psicología, el
problema quedó bien en evidencia: ¿Cómo hablar de autoayudarse si una no quiere decididamente su propia
salud y bienestar? Sin compasión alguna hacia una misma, ¿es posible autosanarse, autoestimularse,
autoprepararse para una vida satisfactoria y plena? Me resultó evidente entonces que cualquier intento
sincero de autoayuda necesita enfrentarse con la crucial pregunta: En mi opinión, ¿la merezco?
Yo luché muchos años con este problema, que es el de casi todas las mujeres en este clima cultural que alienta
más nuestras debilidades que nuestras fortalezas. Toda mi juventud fue un largo esfuerzo por reunir los

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pedazos de mi feminidad desconocida, que como dicen las autoras del movimiento de la Diosa estaba
fragmentada, perdida y dispersa; adherida por partes a los que creía amar, y que eran sólo proyecciones de
mi propia identidad desconectada de su núcleo aglutinante.
El concepto de la Diosa me sirvió de puente hacia ese núcleo. Y si hoy sigo teniendo múltiples
problemas (por supuesto), tengo dónde apoyarme para verlos con la necesaria perspectiva. Y me doy
cuenta de que sólo son fricciones, que se dan cuando la que soy ahora no coincide con los viejos modelos
perimidos, ni con los viejos "deberías" de los
que tuve que escapar centímetro a centímetro.
Claro que hay cosas que todavía no puedo hacer; soy de una generación que se quedó frustrada en
muchas direcciones importantes. Pero he aprendido a hacer otras. Y cuando ; miro hacia un pasado que
ya no me parece tener que ver conmigo, me asombra no sentir ya el viejo dolor que ocupaba el lugar de mi
actual centro tranquilo, estable y celebratorio, donde he aprendido a percibir la resonancia de los ritmos
cíclicos del universo.
No es difícil ni demasiado complicado, una vez que se ha aceptado que hay cosas que deben ser cambiadas,
que lo que nos aparta de nuestro centro real no forma parte de la vida ni tiene derecho a hacerlo. Ese es
el secreto de todos los sistemas de crecimiento personal y de cualquier programa que sirva a la
autoestima; pero todo se vuelve más sencillo si conocemos los secretos de nuestro propio corazón y
percibimos que nuestra esencia femenina, nuestra identidad arquetípica y raigal, es el cálido tesoro que
añoramos y que siempre buscamos sin saberlo.
En lo que sigue encontrarás mi propio intento de explorar se tesoro a través de los aspectos de la Diosa,
vinculándolos con los problemas femeninos que define la nueva espiritualidad de las mujeres, y las
respectivas soluciones que propone. En el momento en que ya asoma lo Femenino Consciente -que va a
expresarse en mujeres tan fuertes como compasivas, tan autónomas como amorosamente vinculadas con los
otros-, contemplar estas posibilidades olvidadas e imaginar otras más acordes con los tiempos puede ser
un ejercicio estimulante. Quiera la Diosa que en alguna medida logre serlo.

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LA DIOSA Y NOSOTRAS

En un mundo que exige acción concreta, cabe preguntarse qué puede aportar el estudio de la Diosa. ¿Para
qué sirve enterarse de cuáles fueron las epifanías de lo Divino Femenino que la humanidad adoró en el
pasado, o que aún adora en enclaves "primitivos" o en culturas diferentes de la nuestra, a través de
brechas del autoritarismo patriarcal?
Una de las respuestas es que muchas mujeres estamos viviendo experiencias parecidas, estamos
descubriendo que las cosas que vivimos como "rarezas" personales, o como misteriosas extravagancias
sustentadoras de nuestra secreta identidad, fueron también vividas por otras mujeres que ahora las
comunican plasmadas en libros o en imágenes. Y un estudio como éste puede ayudar a ese
descubrimiento, y a que nos sintamos integradas a algo más grande que nuestra propia biografía: un
movimiento masivo de recuperación humana, en el que las hembras de la especie estamos haciendo las
veces de canales de recepción y transmisión de una fuerza femenina, restauradora y regenerativa.
Eso en sí ya proporcionaría un alivio a la dolida mujer individual, que no encuentra su ubicación
simbólica ni concreta en un mundo androcéntrico donde lo femenino, si es que cuenta para algo, es
secundario. Pero hay una segunda respuesta que apunta más hacia lo individual, y a la necesidad de
contar con herramientas para la propia sanación.
La tipología femenina desarrollada a partir de los aspectos de la Diosa, abre extraordinariamente el espectro
de posibilidades de la mujer de hoy; esta mujer de fines del milenio que busca salirse de los moldes
rígidos de una cultura que mantiene a raya las potencias de lo femenino, incompatibles por definición
con el tipo de mentalidad que nos ha traído hasta el actual punto de crisis.
I-os diez modelos de mujer o ginotipos que ya es posible empezar a describir, se inscriben naturalmente
en el estudio del gran tema del momento: el surgimiento de lo Femenino Consciente, un arquetipo
desconocido que está brotando de lo más hondo de la psique y haciéndose sentir de diversas maneras,
una de ellas el llamado "Retorno de la Diosa".
No cabe duda de que analizar las posibilidades de lo femenino -alguna vez asumidas por mujeres
concretas del prepatriarcado, o quizá intuidas simplemente por los pueblos veneradores de la Diosa y
proyectadas como sus atributos-, puede contribuir a hacer consciente un género que hasta ahora sabe
poco acerca de sí mismo. No tenemos por ahora otros indicios para saber qué es ser mujer.

Una más Nueve

Por otra parte esta tipología, dada su estructura secuencial, puede ser en sí misma un instrumento de
transformación y consolidación de la Mujer Consciente.
Detectar en nosotras uno o varios de los aspectos arquetípicos, observar en retrospectiva sus efectos
sobre nuestras elecciones y decisiones personales, tratar de imaginar hacia dónde nos conducen, nos
permite construir una armazón simbólica donde apoyar nuestra genuina identidad. Y, en un segundo
paso, ejercitarlos ordenadamente puede llevarnos al florecimiento que se espera de nosotras en la
siguiente etapa humana.
Siguiendo a Caitlín Matthews libremente, he diagramado los elementos de lo femenino universal como un
espacio circular central -la Diosa como Creadora-, rodeado por nueve aspectos que se han manifestado en
los mitos o en la historia, o han sido venerados en diversas religiones.
La Diosa Una es la totalidad creadora femenina que se expresa de múltiples maneras. Los Nueve Aspectos
son los modos principales en que actúa, tanto en lo individual como en lo colectivo, para llevar adelante su
creación. De modo que el conjunto puede describirse como sigue:

1. la Creadora
2. la Energizante
3. la Limitadora
4. la Protectora
5. la Iniciadora
6. la Desafiante
7. la liberadora
8. la Conectora

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9 . la Nutricia
10. la Potenciadora

Estos aspectos de lo divino femenino codificados por Matthews, son también actitudes arquetípicas de las
mujeres corpóreas, que van siendo más claras a medida que lo femenino se vuelve consciente. Cada uno
desarrolla potencialidades diferentes, enfrenta problemas específicos y exige distintos tipos de responsabilidad,
pero en conjunto pueden dividirse en dos subgrupos:
Del 2 al 7 son los aspectos destinados a fortalecer la personalidad de la mujer, ya que el ego femenino
es demasiado débil y es preciso que se afirme para poder actuar como contenedor -según sugiere Marión
Woodman- de las grandes fuerzas inconscientes que habrán de aflorar. Lejos de ser aniquilada, nuestra
personalidad debe volverse un recipiente lo bastante flexible y resistente como para hacer contacto con
"la otra realidad" sin identificarse con los arquetipos, y traer intactos sus tesoros a la vida cotidiana.
Del 8 al 10 tendríamos por otra parte la triplicidad madura de lo Femenino Consciente, la divina tríada de
la Doncella, la Madre y la Anciana que siempre reconoció y adoró la humanidad y que ahora es preciso
recobrar. La Virgen-Alma, la Mujer Plena y la Vieja Sabia, que maduran juntas dentro del capullo de la
neofeminidad.

Diez maneras de ser

Este juego conceptual puede ser asociado a nuestra vida de modos impactantes que la ordenen y la
clarifiquen.
La influencia de los arquetipos desde el interior de nuestra psique es un factor que ya no deja de tener
en cuenta la psicología, que sin quererlo converge así con antiguos sistemas de desarrollo espiritual
y exploración de dimensiones interiores.
¿Por qué en una encrucijada de su vida una mujer elige esto y no aquello, opta por casarse o permanecer
soltera, tener un hijo o no, ser artista o científica, ama de casa o psicóloga? ¿Qué la lleva a embarcarse
en una carrera independiente o a quedarse en los roles de la mujer "tradicional"? ¿Qué la hunde en
depresiones o la alza en alas de la dicha erótica?
Shinoda Bolen sugiere que hay dos fuerzas opuestas que nos tironean: desde afuera, los estereotipos
culturales que varían con las épocas y las costumbres; desde adentro, los arquetipos de la psique
profunda que son parte natural de nuestro patrón de desarrollo. A veces (casi siempre) se tiende a los de
afuera para no sentirse "aparte" y rechazada por la sociedad. Pero otras veces las exigencias interiores son
tan fuertes, que no podemos menos que escucharlas y responder a ellas sin saberlo.
Los Diez Aspectos de la Diosa pueden ser así diez diferentes exigencias, o urgentes instrucciones, que
nuestro núcleo femenino más profundo nos plantea para nuestro propio bien y el de la humanidad en
general. Que las oigamos o no decidirá si quedaremos alienadas de nosotras mismas, ofrendadas en
inútil sacrificio a una cultura transitoria, o si iremos más allá, hacia un futuro que necesita más que nunca
de nuestras capacidades más auténticas.
La Diosa, dice Matthews, asumirá en su regreso las formas más adecuadas para tratar con nuestro mundo y
devolverlo al orden natural. Y agrega un párrafo que nos concierne en forma muy directa a cada una de
nosotras: Sí te hallas preparada para descubrirlas, habrás de convertirte en instrumento de su segunda
venida y en mediadora de su compasión.
Puesto en términos humanos, esto implica que el regreso de lo femenino arquetípico y la afloración de
sus nuevos desarrollos, es un suceso en el que necesariamente intervenimos todas las mujeres. Con
nuestro interés, con nuestras esperanzas, con nuestras libres elecciones y nuestro compromiso. Queriendo
ser flexibles y disponiéndonos a cambiar de forma cuando se necesite, para alternadamente poder
Energizar, o Proteger, o Desafiar, o Nutrir, o hacer Conexiones Sanadoras, o lo que fuera que la vida
nos pida en los momentos que vendrán.
En los capítulos siguientes dedicados a los aspectos femeninos figuran indicios acerca de estas formas
arquetípicas y sus posibles manifestaciones cotidianas. La Diosa y la Mujer se reflejan mutuamente, de
modo que cada aspecto se dividirá siempre en dos secciones: a) el arquetipo en sí, tal como han llegado
a intuirlo las estudiosas de lo Divino Femenino, y b) la mujer concreta que lo encarna, tal como puede
vérsela si se observa sin prejuicios el entorno socio-cultural en transición.

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El punto a se basa siempre estrechamente en Matthews, cuya tarea de teáloga e iniciada en los misterios
de la Diosa es un fundamento invalorable; incluso he glosado varias de sus expresiones para adaptarlas a
la problemática de las mujeres, o a una exposición más detallada de la aparición del arquetipo en nuestra
vida. Pero para quien se interese en el estudio específico de lo Divino Femenino, la lectura de su libro
(del que hay traducción hecha en España con el título engañoso de "Las diosas", que lo remite a lo
meramente mitológico) es totalmente necesaria.
Un cuestionario elaborado especialmente y una autoindagación sugerida por las interpretaciones del
Tarot -ese antiguo sistema para dialogar con el propio yo profundo- se agregan en cada caso, para ayudar
a descubrir los modos y maneras de la Diosa en cada historia individual, hacia dónde nos llama nuestra
esencia femenina y dónde se originan nuestros problemas de mujer. Que es lo mismo que decir dónde
no hemos podido, o no podemos, responder a ese llamado.

APÉNDICE

Los siguientes son puntos importantes para poner en perspectiva a la actual espiritualidad de las mujeres, un
movimiento ginocéntrico que ha brotado de manera espontánea y popular en los países sensibilizados
previamente por las diversas etapas feministas. La cuestión del poder, la nueva mujer realizadora (o Mujer
Shakti, como la llama Vicki Noble) y la autoestima como necesidad fundamental, son temas claves para
entender esta profunda transformación social y cultural de signo femenino, que en última instancia nos
concierne a todas.

Los tres tipos de Poder

“Estoy del lado del poder que surge desde adentro, que es inherente a nosotros como el poder de crecer
es inherente a la semilla”. (Starhawk, "Truth or Dare")
La nueva espiritualidad de las mujeres ha llegado a una conclusión fundamental: lo importante no esquíen toma
el poder, sino cambiarla naturaleza del poder en que se asienta nuestra sociedad.
Según Starhawk, otra de las autoras influyentes del nuevo movimiento femenino, hemos de distinguir tres tipos
de poder:
a) el poder-sobre, relacionado con dominación y con control;
b) el poder de adentro, vinculado a los misterios que despiertan nuestras habilidades y potencialidades
más profundas;
c) el poder-con, que es la influencia ejercida entre iguales.

Todo lo relativo a la Diosa y sus aspectos se corresponde con el punto b.


No proponemos el reemplazo de un sistema de dominador por otro (para usar el nombre que les da
Riane Eisler a los modelos sociales donde una parte de la humanidad está oprimida por la que ejerce el
poder-sobre). Más bien se trata de hacer surgir del interior la potencia que nace de otro tipo de fuente;
una fuente difícil de nombrar, para la que se han propuesto denominaciones como espíritu, Dios, Diosa
o inmanencia, pero que en rigor sigue siendo un misterio.
Es, dicho en forma simple, nuestro poder de ser. Y si algo descubrimos a lo largo de este estudio de los
diversos aspectos de la Diosa, es que ese poder serse manifiesta de variadas formas que no tienen que
ver con dominar o controlar. Y que sí, en cambio, tienen que ver con dejar paso a lo que gesta nuestro
núcleo psíquico, eso que los junguianos llaman el Sí Mismo y otros sistemas denominan nuestro Centro
Salvador.
La espiritualidad de las mujeres eligió llamar Diosa a ese núcleo gestante, porque nos da más facilidad para
atender a sus requerimientos, mensajes e instrucciones.
Nuestro poder de ser tiene por fuerza signo femenino, porque está en el origen de lo que han de llegar a
ser las hembras. Es la raíz, de la que surgen tronco, rama, hoja, flor, fruto y semilla femeninos. Y el
haberla olvidado ha detenido el paso de la savia nutricia en algún punto del sistema.

La Mujer Sbaktí o Realizadora

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El concepto de la Mujer-Shakti -es decir, la mujer capaz de hacer, la mujer realizadora, según el término
tomado del tantrismo- ha prendido en las neofemeninas gracias a Vicki Noble, una chamana moderna
que vincula intensamente el mundo físico con el mundo invisible.
La Mujer-Shakti es la plena floración de los aspectos de la Diosa. Es la que siente Su llamado, "como
profunda y seria voluntad de vida procedente del cuerpo del planeta", y percibe que es a través de las
mujeres que esta exigente energía está brotando para efectuar la sanación.
La Mujer-Shakti es la chamana urbana que trabaja por el realineamiento con la Naturaleza que se requiere
si hemos de sobrevivir. Es, en suma, la que quiere recobrar su perdida conexión con la ley natural, con el
poder de ser y con su propio cuerpo como vaso sagrado de transformaciones.
La Mujer-Shakti ha recuperado su poder de adentro y ha aprendido en la práctica que no es el ser débil que
creía. Ha logrado pasar a través de las mallas de sus conflictos emotivos, porque ha entendido que lo
importante es cambiar las ilusiones por la realidad, y modelar la realidad según sus propias
potencialidades.
En lugar de empecinarse en una lucha solitaria por dejar de sufrir, probando mil terapias y consolaciones,
se ha reconectado con todo lo viviente en actitud de sanadora. Es decir, canalizadora de la fuerza
sanativa de la Diosa, convencida de que lo Divino Femenino. puede aportar ahora las cualidades y
valores que le faltan al mundo para equilibrarse.
Su lema podría ser: "El mundo me necesita, pero no como elemento pasivo y paciente eternamente disconforme, sino
como factor de sanación".
En los capítulos siguientes ese lema irá mostrando sus diversas variaciones. Que en el fondo marcarán la gran
transformación de la mujer universal, en su tránsito final hacia lo Femenino Consciente.
La autoestima como clave
El estudio de la Diosa y sus aspectos nos sirve a las mujeres para rever el lugar que ocupamos en el mundo y
definir nuestra parte en la tarea de devolverlo al orden natural.
Sin un cambio de autoimagen eso es imposible. Demasiados siglos hemos estado creyendo que nuestro
puesto es secundario, que no servimos para las cuestiones importantes, que hay que dejar exclusivamente a
los varones la tarea de establecer las estructuras y visiones que nos rigen y dan forma a nuestra realidad. Y
es hora de entender que esa renuncia femenina ha descompensado al universo, necesitado -más que nada-
de una efectiva colaboración entre ambos sexos que respete por igual sus capacidadesdiferentes.
Tal vez para las mujeres de este fin de milenio la palabra clave sea autoestima, y las que participamos del
Movimiento de la Diosa hemos comprobado que la autoestima femenina depende, sobre todo, de un
cambio de los símbolos que rigen nuestras psiques desde planos muy profundos. "¿Cómo habría sido la
vida para las mujeres, de haber vivido en una sociedad que venerara a una Creadora sabia y valerosa?”,
se preguntó Merlin Stone hace ya casi veinte años. Después de eso estallaría por todas partes la nueva
espiritualidad de las mujeres en una búsqueda espontánea, llevada a cabo en gran medida en ámbitos
domésticos o en grupos reducidos, y decidida a recobrar los rostros olvidados que la Diosa, desterrada y
sumergida en lo inconsciente, guardó para nosotras.
No es, insistimos, una lucha por el poder sobre sino la aceptación de una profunda responsabilidad espiri-
tual y física. Podemos hacer algo por el bien del universo (podemos hacer mucho en realidad), y ha
llegado el momento de que nosotras mismas lo admitamos. No por nada se le ha dado a la mujer la tarea
básica de traer nuevos humanos a la tierra; de servir, como dicen antiguas tradiciones, de vaso sagrado
de renacimiento en los planos materiales.
Lo que se espera ahora de nosotras es que cobremos conciencia de nuestras potencialidades y nos dedique-
mos con fervor, apasionadamente, a aplicarlas en la práctica.
Muchos siglos de olvido necesitan ser superados. Es preciso descartar muchas ideas construidas sobre pre-
misas falsas, investigar todo prejuicio para descubrir su origen, y lavar de adherencias erróneas a las
palabras mismas de nuestro lenguaje. Hay mucho por hacer, en suma, antes de ocupar nuestro lugar.

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La Diosa total, lo femenino arquetípico creador que ahora recuperamos las mujeres, es ante todo un vasto
principio materno & Un gran mar cósmico, sugieren los cabalistas. Un infinito espacio grávido. La matriz
arquetípica a través de la cual la vida llega a la manifestación & Pero ese mar, ese espacio, esa matriz están
también adentro de nosotras las mujeres, que estamos hechas a Su imagen. Hay en tu núcleo más central
esa potencia femenina universal que trata de expresarse. La misma que los antiguos veneraban como
Fuente y Dadora de todo lo que existe • En lo recóndito de tu dolido corazón, encogido y estrujado por tantas
frustraciones del pasado, se abre ese espacio vasto preñado de creaciones femeninas. La Creadora está en ti, como
en todas nosotras.

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Palabras clave:

Presión creadora
Ebullición interna
Canalización sin trabas

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cada vez que es hora de comenzar de nuevo, cuando las
cristalizaciones de nuestro carácter personal y las represiones del entorno cultural nos impiden seguir
creciendo y evolucionando, el arquetipo de creación empieza a empujar desde adentro-para que no
sigamos estancadas. La insatisfacción profunda
es su síntoma más claro, previo a cualquier entendimiento racional de lo que nos sucede. Sólo sabemos
que, ante todo es preciso salir de lo insatisfactorio y pasar a otro estado"
donde podamos movernos con mayor libertad.

LA QUE CREA

La Creadora es palabra impresionante, porque enseguida se la asocia con el poder divino, con la
Deidad que ha dado origen a las cosas. El Principio Supremo, Dios o Diosa, fundamentalmente crea, y
eso hace que los humanos (especialmente las mujeres) nos sintamos ajenos a esa actividad.
Y sin embargo, como parte que somos de la humanidad, es nuestra función primaria. Toda mujer y todo
hombre lleva en sí ese impulso de entregar algo nuevo, algo que antes no estaba y que marque su paso
por la tierra. Algo que sea su fruto personal. Sin saberlo, respondemos al aspecto Creador de la Deidad.
que empuja para expresarse a través nuestro. El arquetipo primario, sin imagen ni forma, sin concepto
posible que lo abarque, presiona en nuestro núcleo como la yema de una planta antes de brotar hacia el
sol. Todas y todos estamos preñados de creaciones posibles y latentes, que saldrán al mundo o mataremos
al nacer.
Pero la nueva espiritualidad de las mujeres nos pide que consideremos lo siguiente: a través de los hombres
se manifiesta el lado masculino de la Deidad Creadora, el Padre, el Varón Primordial que les da a ellos una
identidad fuerte y el sentido exaltante de estar hechos a Su imagen. Y lo simétrico, lo justo, lo armonioso es
que a través de las mujeres se exprese el otro lado, el Femenino: la Diosa Madre que alguna vez fue
venerada en todo el mundo. Su presión, sus urgencias creadoras tienen que ser necesariamente diferentes y
sólo traducibles por un ser femenino.
Aceptando la idea de la Diosa las mujeres podemos asumir nuestra verdadera identidad, legitimar nuestro poder
de ser, celebrar gozosamente nuestra feminidad menospreciada y disponernos a los múltiples modos de
creación que Ella nos pide para enriquecer al universo.
Las creaciones femeninas
Estamos rodeadas por las maravillosas creaciones de los hombres, que embellecen y enriquecen nuestra vida.
Arte y literatura, ciencia y tecnología, filosofía y poesía nos dan placer y expanden nuestra percatación no
material. Nos auxilian, alegran y entretienen.
El Hijo es el deleite de la Madre, dice la vieja religión de la Diosa. Y podemos comprobarlo muchas veces, en
momentos de crisis, las que tendemos a envolvernos en una sinfonía o en un libro genial de un autor
masculino, hasta poder volver a hacer contacto con nuestra propia Fuente. I.as invenciones del varón se
remontan muy alto en esos campos, y no debe apenarnos admitir que ninguna mujer podría emular a un
Beethoven o a un Wagner, a un Einstein o a un Shakespeare, para dar ejemplos obvios. Creadores de ese
calibre dan forma a la cultura en que vivimos, definen sus valores y la idea que tenemos del progreso.
Eso a las mujeres nos acompleja bastante. Nos sentimos inferiores porque nuestras capacidades en esa
dirección no son tan grandes. Pero lo que pasa es que nuestros talentos son distintos, porque también son
diferentes nuestras visiones profundas.
Nuestro campo es la vida y sus procesos, y todo desarrollo que reafirme la inserción humana en el gran ciclo de
nacer, crecer, decaer y renacer, que es la base del orden natural. Nuestro campo es la salvaguardia de ese
ciclo y de ese orden natural, y en los últimos cinco mil años al Hijo le ha faltado el contrapeso de este tipo de
creaciones femeninas de preservación.

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La mujer fue una vez, en la prehistoria, creadora de cultura. De una cultura diferente envuelta en el abrazo
de la Madre Universal, comunicada con las voces de la Tierra e integrada en la gran red de lo viviente.
Sus invenciones fueron básicas para el avance de la vida, porque las realizó en función directa de las
necesidades de sus hijos y por dictado de su experiencia cotidiana.
Domar el fuego para dar calor y transformar los alimentos. Convertir la tierra en material maleable para su
vajilla. Ordenar los días en calendarios de hueso para marcar el paso de las gestaciones y la menstruación.
Afincar en un sitio las plantas nutritivas y hierbas curativas para tenerlas a mano. Domesticar los animales que
pudieran ser aliados y colaborar con ella. Esas fueron algunas de sus preocupaciones esenciales, que vinculaban lo
mental, lo emocional y lo físico, dentro del círculo sagrado de la espiritualidad de la Gran Madre.
Hoy la mujer no crea, y cuando lo hace imita las creaciones de los hombres. Desarrolla los sueños del varón sin
recordar sus propios sueños específicos, marcha por las mismas
sendas que él sin pensar que hay enormes territorios no explorados.
¿Cómo serían hoy las creaciones femeninas? ¿Cuál es la senda que a nosotras nos toca definir y transitar en
bien de todos? La Diosa vuelve, dice la espiritualidad de las mujeres, para dar soluciones completamente
nuevas. Serían por tanto soluciones creativas de signo femenino, relacionadas con nuestras cualidades
especiales:
La mediación, la paradoja, la unidad múltiple, la conciliación de opuestos, la comunicación y la
comunidad, la integración en el orden natural, la apreciación gozosa de la vida en el plano material, el
placer embriagante de vivir.
Cada Aspecto de la Diosa que aquí estudiaremos, se relaciona con alguna de esas soluciones femeninas
que el universo aguarda en la presente crisis. Nuevas soluciones mediadoras, integrativas y equilibrantes,
que puedan asociarse con las masculinas y compensar su vuelo deleitoso, espléndido, con la plena aceptación
de la vida a ras de tierra.

LA CREADORA ARQUETIPICA

Lo que ha sido llamado lo oscuro, lo negativo, lo femenino, tanto en sentido celebratorio como peyorativo,
se ve ahora como la fuerza original que crea y sostiene al universo. (Monica Sjóó-Barbara Mor "La Gran
Madre Cósmica").
El arquetipo de la Creadora no cabe en imágenes demasiado humanizadas, como lo fueron las diosas-
mujeres mitológicas o las heroínas de los celtas. Está, como dijimos, por encima de ellas y las abarca a
todas. La Deidad Femenina de Vida y de Muerte (porque nos da la vida y luego la reabsorbe), es
demasiado enorme como para asumirla de manera individual, y sólo puede imaginarse como una gran
presión que busca vías de escape.
Como bien saben los que estudian Cabala, las cualidades del Uno son siempre difíciles de precisar, y
veremos a lo largo de este libro que los siguientes aspectos de la Diosa se irán volviendo sucesivamente más
concretos y más fáciles de describir. Los más grandes intérpretes del Tarot Cabalístico, por ejemplo, limitan el
significado de los Ases (Los Unos) a dos factores simples: un impulso creador, y un inminente cambio
hondamente deseado.
Por consiguiente el arquetipo de la Diosa Una, la Creadora, puede simplemente describirse como esa alta
presión, ese empuje vital que dentro nuestro nos está exigiendo crear gozosamente, y cambiar al
hacerlo. Todo creador o creadora (un artista, un escritor, un inventor o una madre) sabe que su creación
inevitablemente lo transforma. Y que para darla a luz, como nos recuerda Matthews, hay que partirse o
simbólicamente romperse en pedazos a fin de dar paso a una presencia más grande, la de la Creadora
Universal.
La imaginación humana no se ha resignado sin embargo a esta noción abstracta de presión, y la Creadora
ha sido revestida desde hace miles de años de diversas formas imponentes y siempre femeninas.
Seguramente, como sugiere Eisler en "El Cáliz y la Espada", porque a la hora de formularse las eternas
preguntas ("¿de dónde venimos al nacer?, ¿adonde vamos al morir?") nuestros ancestros observaron que
la vida emerge del cuerpo de la mujer.
Símbolos de la Creadora
¿Pero cómo imaginar a una Deidad maternal e inagotable? Para las mujeres y los hombres prehistóricos, la
Diosa estaba inscripta en el paisaje. Sus facciones se discernían en las colinas y en las formaciones
naturales, la tierra era su carne y las rocas sus huesos, y era posible transitar sobre ella.

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La veneración apasionada llevaba a veces a modificar el panorama para lograr el parecido, y a esculpirlo
en forma de mujer titánica dormida o acuclillada para dar a luz. Se construían templos -como en
Avebury, en el sur de Inglaterra- donde el encuentro de dos ríos sugería el triángulo púbico de la Gran
Madre. O se cavaban cavernas subterráneas para poder sentirse dentro de su vientre y comulgar con sus
poderes de regeneración.
En piedra viva o terracota, las formas femeninas acentuadas evocan desde la aurora de los tiempos el poder
divino de fertilidad y de creación. Las supuestas "Venus" de hace 30.000 años, de vientre y pechos
desproporcionados, no son objetos eróticos ni caprichos del artista, sino celebraciones de La que Da la Vida
y la reabsorbe para renovarla.
Pero las investigaciones más recientes han revelado todo un complejo de símbolos sutiles relacionados
con la religión de la Gran Diosa en el Período Neolítico: el altar en forma de los cuernos de la luna; el
pilar sagrado; el árbol cósmico que abarca cielo, tierra y mundo subterráneo; la serpiente y el huevo, que
representan continuidad dentro del cambio; el hacha doble y el laberinto; la abeja, la mariposa y la crisálida.
Todos símbolos del ciclo que no acaba.
Señora de las Aguas Superiores e Inferiores (cielo y tierra), Ama de los Animales y de la Vegetación, la
Gran Creadora prehistórica preside los misterios de la vida con expresión serena, masivamente
asentada sobre tronos flanqueados de toros, leopardos o leones, transmitiendo el eterno mensaje de que la
forma material es el asiento del espíritu.

El Arquetipo Creador en nuestra vida

La Gran Diosa todavía existe como arquetipo en nuestra psique inconsciente.A menudo he sentido su
imponente presencia en mis pacientes. (Jean Shinoda Bolen, "Las Diosas en la Mujer").

Dice la psicología junguiana que la acción de un arquetipo en nuestra vida se manifiesta como tendencias
de comportamiento; como patrones de conducta que van entrando gradualmente a nuestra zona de
conciencia, aflorando en imágenes de nuestros sueños o inesperadas erupciones en nuestra vida despierta.
Lentamente la Creadora o cualquiera de sus nueve aspectos va produciendo en nosotras una vaga
inquietud, una ebullición interna que no llega a definirse hasta mucho más tarde; y que finalmente acabará
por traducirse -siempre y cuando el proceso no quede interrumpido por causas no naturales- en una nueva
manera de ser, una diferente vocación, otro modo de moverse en el mundo.
Siendo un super-arquetipo central de presión, la Creadora empuja hacia afuera en todas direcciones, siempre
en busca de puntos propicios por donde entrar a la conciencia. Por supuesto son múltiples e
imprevisibles, pero la actual tealogía ha definido a algunos de esos puntos como las nueve tendencias
arquetípicas que aquí denominamos los Aspectos de la Diosa:
La Energizadora, que pone en movimiento;
La Limitadora, que define los límites de nuestra realidad; La Protectora, que guarda esos límites;La
Iniciadora, que profundiza la experiencia;
La Desafiante, que se opone a lo que ya no sirve;
La Liberadora, que desata nudos;
La Conectora, que hace conexiones sanadoras;
La Nutricia, que nutre y preserva;
La Potenciadora, que aporta sabiduría práctica.

Imaginemos un manantial que nace en la montaña con toda su fuerza originada en fuentes invisibles, o el
brote verde que surge de la semilla en condiciones propicias. O por supuesto el proceso insondable que
hace que en un vientre fecundado cobre forma y crezca un nuevo ser humano. Ese impulso surgente es
la presión que ejerce La Creadora, y algunas de sus maneras de expresarse. Diferentes, misteriosas e
infinitas.
La idea es que en el centro nuclear de nuestro ser hay un espacio cargado de potencia originatíva maternal,
desde donde se irradian hacia el mundo nuestros impulsos divinos de creación.
Nuestra acción creadora dentro del área de la Energización, que cada tanto necesitan las cosas para no
estancarse; o dentro del tema de los nuevos Límites que periódicamente requiere nuestra realidad; o en el
campo compasivo de la Protección del universo en que vivimos; o en cualquiera de las otras zonas de

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manifestación de lo Divino Femenino enumeradas más arriba, depende de que la presión no sea
contrarrestada demasiado, con nuestro consentimiento, por fuerzas exteriores represivas.
Por cierto, la presión de la Creadora suele tener que enfrentarse a la presión en contra (o represión) que
ejercen factores socioculturales que están lejos de ser arquetípicos. Y que en última instancia responden
a intereses transitorios de las diversas culturas que se suceden en la historia.

Lo que pide el Arquetipo Creador

Una mujer no puede ser plenamente ella misma cuando sus roles están circunscriptos, cuando no es libre de ser
fuerte y creativa ni de controlar su propio cuerpo y su sexualidad, ni de ser líder y estar en contacto con el
poder interior. (Starhawk, "Dreaming the Dark")

La exigencia primaria del arquetipo de la Creadora es que haya vías libres para el paso de sus sagrados
procesos.
Todos los "no" y "ni" del párrafo de Starhawk señalan puntos donde presiones en contra impiden
actualmente que La Diosa Una se desenvuelva a través de una mujer hasta expresarse plenamente. Tan
sólo paso a paso, y desde hace muy poco, van desapareciendo los no puedo artificiales que a lo largo de
milenios ahogaron a las mujeres de las culturas que negaron a la Diosa. Pero a nivel profundo todavía
siguen activos de maneras muy sutiles: coerciones psicológicas o presiones político-sociales que nos
hacen olvidar nuestras necesidades mas auténticas, se cierran como cerco en torno a cada una de
nosotras para reprimir la expansión que se origina en la Creadora.
Pero simplemente supongamos qué sucede si alguien tapona un geiser que surge hirviendo de la tierra, u
obstruye el cráter de un volcán para que no salga lava. ¿Puede resultar extraño entonces que se haya
hablado tanto de la "insatisfacción" de las mujeres?
El arquetipo Creador pide poder manifestarse a través de nosotras en alguno o varios de sus múltiples
aspectos. Nos pide abrirnos a la necesidad irrefutable, hondamente sentida, de desplegarnos como
humanas en todo nuestro espectro de posibilidades ignoradas. Abrir el cofre del tesoro personal, dice
Merlin Stone, en lugar de acatar la características prescriptas para dar forma a nuestra identidad.
Como mujeres de los nuevos tiempos ya podemos ahondar en el pasado de la especie para descubrir, o
recordar, las múltiples maneras en que nuestras antepasadas femeninas encauzaron la vida de sus hijos y
aseguraron su supervivencia. Por ejemplo, cobrar conciencia de que las que siguen fueron algunas de sus
invenciones, aún vigentes:
“Las industrias domésticas básicas: cocinar, procesar y almacenar los alimentos; cerámica, tejido e industrias
textiles; curtido y teñido; los usos diversos del fuego (incluyendo la química y la metalúrgica); las artes
medicinales; el lenguaje y las primeras formas de escritura; la domesticación de los cereales silvestres; la
domesticación de animales; la imagine-ríayel ritual religiosos; la arquitectura domésticay sagrada; los primeros
calendarios y observaciones astronómicas. (Sjóó-Mor, "La Gran Madre Cósmica").
La lista es impactante -sobre todo porque no solemos asociarnos con estos logros esenciales-, y lo que ahora
se nos pide es volver a crear para el futuro. Sólo nos falta recordar que podemos hacerlo.

Lo que impone el estereotipo cultural


Un estereotipo es un molde rígido construido por la mente humana, o por el consenso de la mente colectiva
desconectada de los procesos naturales.
Las pensadoras más profundas del Movimiento de la Diosa pintan un cuadro impresionante de esa realidad
estereotípica, o camisa de fuerza impuesta a las mujeres desde afuera. Lo hacen no sólo en busca de
"liberación" (ya se verá en el Aspecto 7 que la Liberación es cosa de la Diosa y no depende de
reivindicaciones exteriores), sino también sabiendo que el desarrollo pleno de la hembra de la especie es
en este momento lo más indispensable para que la humanidad siga existiendo.
¿A qué hemos sido reducidas las mujeres en el aspecto creador? Basta mirar a nuestro alrededor para
saberlo. El modelo femenino es pasmosamente pobre: un ser débil, pasivo y dependiente incapaz de
participar creativamente en el mundo del varón, incapaz de colaborar con soluciones diferentes, portadora
dócil de la semilla masculina pero inhabilitada para generar las grandes cosas.
Ese estereotipo no está programado para la dicha creativa, ni para cargar con las responsabilidades importantes
que nos corresponden a nosotras y abruman al hombre injustamente. La mujer fuerte creadora podría quitar

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parte del peso de los hombros del varón, y marchar lado a lado con él hacia el nuevo modelo social de
verdadera colaboración que Eisler describe en "El Cáliz y la Espada".
Al desterrar a la Diosa y abolir su culto, todo un lado de la humanidad quedó instalado por la fuerza en lo
superficial, lo secundario y lo frívolo: las "cosas de mujeres" justamente
consideradas subsidiarias, y que no son nuestros verdaderos intereses.
El estereotipo cultural de la mujer hasta sería gracioso si no fuera que ha arruinado tantas vidas al frustrar de
plano nuestra creatividad. Inmovilizada, persuadida de su inferioridad, acatadora de la sabiduría "del que sabe
más", la mujer estereotípica nada tiene que ver con La Creadora ni con su presión urgente, ni con la antigua
Señora de los misterios de la vida y de la muerte.

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Cuestionario

Las siguientes preguntas deben responderse en silenciosa intimidad, tratando de dejar de lado
temporariamente los habituales prejuicios y temores, o las reacciones condicionadas acerca de estos temas. No
es fácil hacerlo, pero si se lo logra aunque sea por un momento nos conectará mejor con nuestra esencia
femenina.

¿Qué cualidades de la mujer arquetípica me parecen necesarias en el mundo?

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…………………………………………………………………………………………….
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¿Qué soluciones creativas puede aportar la mujer a la crisis actual de la humanidad y del planeta?

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…………………………………………………………………………………………….
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¿Qué problemas me parecen caer más dentro de los intereses femeninos v de nuestra capacidad de
encontrarles

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¿Qué opino realmente acerca de la condición general de las mujeres en las culturas de hoy?

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LA CREADORA

SEGUNDA PARTE

LA MUJER CREADORA

Lema: "El mundo me necesita, pero no como pasiva imitadora sino como creadora de nuevas soluciones".

Hemos reclamado tos roles-modelos de la mujer sabia, la mujer valiente, la mujer creativa en los niveles más
altos. (...) Las antiguas imágenes de la Diosa nos han permitido reconstruir conceptos medulares del principio
femenino, que no habría sido posible recuperar sin conocerlas.(Merlin Stone, prólogo de "El redespertar de
la Diosa").

Al parecer son las situaciones críticas las que hacen aflorar la capacidad creadora auténtica de las mujeres.
Eso fue en el pasado, como lo han reconstruido recientes revisiones de la antropología y la arqueología,
y se repite ahora desde hace un par de décadas.
Enfrentadas a la perspectiva de una aniquilación innecesaria y a la insensata destrucción del planeta que
nos nutre, hemos entrado otra vez en funciones en nombre de la vida y de la muerte natural.
Las mujeres amamos la vida en la tierra, porque nuestra misión cósmica es preparar el asiento del
espíritu en el mundo material e invitar a los hombres a perpetuar la especie. ¿Qué idea, concepto
altisonante o proyecto guerrero valen una sola vida humana? Y es así que a nosotras nos ha tocado ahora
ocuparnos nuevamente de la supervivencia de la especie.
En la periferia misma de la cultura anti-vida, muchas mujeres creadoras abiertas a la influencia de la
Diosa ya han dado a luz una nueva subcultura, basada en la moral y las
prioridades femeninas. :
Desde los años 70 nuestros valores se han venido abriendo paso en las ideologías que provocaron la
crisis. La ecología corno preocupación fundamental de cualquier ser humano inteligente, es reflejo de
nuestra afinidad con las leyes naturales. El replanteo de las relaciones entre los sexos o interfamiliares se.
corresponde con nuestra eterna necesidad de conectarnos armoniosamente. La revaloración del cuerpo
físico y del sexo como actividad sagrada forma parte de nuestra misma esencia.
He aquí algunas de las recientes creencias femeninas, según las expone Char McKee, surgidas de nuestra
imaginación creadora para compensar falsas ideas que casi nos llevaron al desastre:
LA REALIDAD ESTÁ VIVA. Toda materia vive y posee conciencia.
EL TEMA CENTRAL DEL UNIVERSO ES LA INTERRELACIÓN. Todas las formas de vida están interconectadas
y dependen unas de otras para su bienestar.
HAY MUCHAS FORMAS VÁLIDAS DE CONOCER LA REALIDAD. Los procesos lógicos no son los únicos
medios de conocimiento, ya que también existen la intuición, los sentidos, los sentimientos y los
poderes psíquicos diversos.
LA REALIDAD SE COMPONE DE TOTALIDADES DENTRO DE TOTALIDADES. Todas las partes tienen importancia
dentro del total, y los conceptos de superioridad o jerarquía carecen de sentido.
TODOS SOMOS CUSTODIOS DE LA TERRA Y DE SUS CRIATURAS. La especie humana no está aquí para que
el resto de la naturaleza la sirva y satisfaga sus necesidades.
LOS PROBLEMAS MUNDIALES PUEDEN SOLUCIONARSE UNIENDO ESFUERZOS. Todos los fanatismos
separatistas y violentos necesitan transformarse en solidaridad.
RESOLUCIÓN PACÍFICA DE LOS CONFLICTOS ES IA ÚNICA ACEPTABLE. La violencia y la guerra nunca se
justifican.
NUESTRO ESTADO NATURAL ES EL ÉXTASIS. Expresar nuestro ser interno natural no es peligroso ni puede causar daño,
ya que todos estamos programados para la dicha de vivir. Lo peligroso es más bien reprimir ese estado
natural.
Todas éstas son creaciones de la imaginación de las mujeres, basadas en nuestras experiencias personales
más genuinas y en recuerdos ancestrales muy profundos. A partir de ellas las que participamos del
Movimiento de la Diosa intentamos visualizar y concretar el nuevo mundo del futuro.

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LA CREADORA COTIDIANA
Si nuestro actual modo de vida nos hace sentir aislados y desesperados, es razonable preguntar cómo,
podemos imaginar algo mejor.(Vicki Noble, "Madrepaz").

La rutina es la más eficaz represión de La Creadora.


La necesidad de respetar los ciclos de alternancia aparece aquí con toda fuerza: los mismos sistemas de
costumbres creados alguna vez para facilitar la convivencia, se han vuelto cercos demasiado rígidos, que
terminaron por dejar afuera la idea de iniciativa y han atrofiado nuestras creatividades personales. Ha
terminado su etapa útil y han de dar paso a otras nociones más acordes con el mundo natural. Por eso en
nuestro siglo se empezó desde hace tiempo a denunciar en la ficción los atropellos colectivos infligidos al
excéntrico, al "diferente" o al autónomo. Y es que nos acercamos nuevamente al punto de partida de las
creaciones no convencionales, que aportarán las nuevas soluciones necesarias para el bien general.
¿Por qué no crear entonces en las pequeñas cosas cotidianas? Es el mejor ensayo para poder después dar
paso a La que Crea en proyectos más grandes.
¿Por qué no crearnos nuestro minúsculo universo para poder salir un poco de los estereotipos culturales?
La Creadora es la que inspira estas preguntas cuando acertamos a escucharla. De su espacio preñado
quieren salir nuestros modos personales, nuestras maneras de ser intransferibles, nuestros gestos y ropas,
nuestra vajilla, nuestra comida y nuestras definiciones de las cosas.
Puesta a la tarea diaria de vivir, la mujer que canaliza a La Creadora debe estar siempre creando fórmulas lo
más nuevas posible, para dos fines principales:
a) mantenerse despierta;
b) ir aumentado su confianza en su personal creatividad.
Tiene que ser un poco a la manera de MacGyver, el personaje de TV que sale de las situaciones de
peligro con lo que tiene a mano, porque conoce el comportamiento de las cosas y las múltiples leyes naturales
del universo en el que vive. Mezclar, recombinar, buscar efectos nuevos de las mismas viejas causas,
exprimir el ingenio para hallar nuevas formas de sentirse productiva y por lo tanto satisfecha: eso hace la
creadora cotidiana.
Idear, en suma, fórmulas siempre nuevas para su felicidad. Es decir, su estado más propicio para insertarse en el
mundo como activo factor de sanación.
Toda creación es un acto de amor y regocijo. Combinando palabras de maneras inéditas, el escritor o la
escritora goza y ama; y lo mismo se aplica a cualquiera que intente nuevas aplicaciones o combinaciones
de elementos. Ya va pasando el tiempo del artista sufriente, del creador marginal que produce en el dolor y
el aislamiento, porque la nueva venida de la Diosa hará de la creación un verbo natural incorporado a
nuestra vida diaria, libre de presiones y rutinas indebidas.
La Diosa vuelve al mundo para aportarnos soluciones completamente nuevas. ¿Y a través de quién
podrá suceder eso? A través de cada una de nosotras, y de todas las mujeres A través de nuestra buena
voluntad para ir soltando su presión creadora por el canal de nuestras capacidades personales, conocidas
o latentes.
Hoy la cotidiana creatividad de las mujeres corre de nuevo por antiguos cauces que habían sido
olvidados. La cultura naciente de la Diosa recupera roles esencialmente femeninos relacionados con la
mediación, la canalización de fuerzas curativas, la intuición visionaria y los viajes a los mundos
interiores. Sacerdotisas, sanadoras y chámanos caminan otra vez por los senderos del planeta como
hace miles de años, o bien trabajan en silencio recluidas en habitaciones muy comunes.
Son todas diferentes, no se han formado en escuelas especiales ni responden a códigos o dogmas. Son
un producto natural de La Creadora que regresa, y lo que las distingue como un sello es definido así por
Marija Gimbutas, la gran arqueóloga lituana que enseña en California: Todas tienen talentos creadores,
y comparten la visión de curar nuestro planeta devastado. Estas mujeres captan lo divino de su
feminidad.
Autoindagación

Por supuesto, para responder a las siguientes preguntas la edad es importante. Si se tiene menos de 30
años todavía es necesario vivir un poco según los estereotipos, para ver si se tiene éxito en la tarea de
asumirlos. Si se tiene menos de 40, todavía falta cuestionar unas cuantas veces más las nociones que

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nos dieron acerca de los temas primordiales el amor, la pareja, nuestra fundón en el mundo, el significado de
la vida en general-, para ver si realmente nos sirven o convencen. Después de eso ya es más fácil
abocarse a las definiciones personales que nos permitirán, por fin, llegar a ser nosotras mismas.
De todos modos, en cualquier etapa, interrogantes como los que siguen pueden resultar muy útiles:

1- ¿Qué presiones necesito aliviar en mi vida?

……………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………

¿Dónde siento mis fuerzas reprimidas?.

……………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………

¿Qué debo sanar en mí?

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2 . ¿Qué aspectos míos me gustaría que florecieran?
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……………………………………………………………………………………………………

¿Cómo defino realmente al amor?

……………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………

3. ¿Qué es lo que, en mi opinión, anda radicalmente mal en la sociedad actual?

……………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………

¿Qué ideas o puntos de vista querría expresar y no me atrevo?

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……………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………

¿Por qué no logro concretar las cosas que deseo?

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…………………………………………………………………………………………..

¿Qué temo que me suceda si llego a concretarlas?

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……………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………..

Espacio compartido
Te cuento que a mí siempre me hostigaron por querer ser "original", es decir anti-rutina. Mis hermanas, por
ejemplo, solían mirar con aire sobrador o divertido mis intentos de ser a mi manera, de hacer las cosas a mi
modo individual. Esta rebeldía eterna ha sido mi problema, pero a la vez un gran gozo personal.
Ahora veo que La Creadora ha presionado muy fuerte en mi interior para que me pusiera a su servicio. No es
por ser "diferente" (con todas las fricciones sociales que eso implica) que una hace a veces cosas raras o marcha
a contramano: en la decoración, en los horarios, en las pequeñas cosas de la casa que una tiene el derecho
de signar con su sello. En mi caso fue más bien una preparación para luchar por los desprestigiados
valores femeninos que, como dice Mary Daly, prosperan mejor en la periferia de la cultura represiva.
Siempre me sentí en la periferia, y creo que contenta de ello. Mi vida personal fue siempre un círculo que
rozaba, en forma tangencial al gran círculo mundano. Y aunque no estaba desconectada totalmente, mis
canales de alimentación iban más bien a otros círculos excéntricos, como los escritores o los músicos.
Por entonces nadie hablaba de la Diosa ni del feminismo espiritual. Habría sido una blasfemia en un clima
androcéntrico y tradicional donde yo misma idolatraba, como todas, las cualidades masculinas; donde se
idealizaba la figura del Héroe con mayúscula, hoy puesto en evidencia como factor activo de ruptura con los
valores femeninos. (En los mitos, el héroe es el que mata a los dragones o a los monstruos, deformaciones
de la Diosa Madre. Tal vez, explican Monica Sjóó y Barbara Mor, porque el embrión destinado a convertirse en
masculino, debe librar dentro del útero una batalla química constante para no regresar al estado femenino
originario).
Dicho de otra manera, yo misma batallaba contra mi propio género, al menos a nivel de las ideas. La
inteligencia, la creación artística, todo lo "superior" pertenecían a los varones. Y no me daba envidia,
pero mataba mi ambición creadora. Y mi vida era gris y sin satisfacciones.
La crisis se produjo en el '79, de una manera que conocen muchas participantes del Movimiento de la
Diosa: un aluvión de sueños arquetípicos me indicó que era hora de tomar otra ruta.
Por ese entonces participaba en reuniones de trabajo del tipo "control mental avanzado" dirigidas por un
hombre, un ocultista respetado. Me interesaba el sistema de la Cabala Hermética, admiraba la psicología
de Jung y la línea esotérica de la Golden Dawn inglesa. Todo en realidad (con la rara excepción de la
ilustre Dion Fortune) moldeado y establecido por grandes conductores masculinos: Crowley, Waite,
Paul Foster Case, Gareth Knight, el mismo Jung.
En realidad no progresaba mucho, no estaba cómoda salvo en el plano estrictamente intelectual. Mi
cuerpo no participaba, mi corazón estaba en otra parte aunque no me diera cuenta. Por eso se
intensificaron los mensajes de los sueños, que anoté en mis cuadernos:
Una mujer desconocida pero familiar me dice "A ver si recordás quién soy?". Otra mujer me toca
con un cable eléctrico. Al vehículo que he de tomar para salir de un sitio desolado lo conduce una
mujer, seria y severa, que en lugar de boletos entrega cartas de Tarot. Una mujer enorme se ha
posesionado de mi casa. Una voz femenina que no es mía habla a través de mi boca para decir: "Quiero
que mi energía baje por este canal".
La Diosa había entrado en mi conciencia y me estaba reclamando. Mi propia feminidad buscaba actuar
a través de mí. Pero tuvieron que pasar ocho años para que en los libros de Vicki Noble y Jean Shinoda
Bolen me encontrara con la espiritualidad de las mujeres. Ocho años de lucha en el vacío, porque ya no
podía seguir donde estaba antes y no tenía tampoco adonde ir.
Si tus luchas se parecen a la mía, trata de oír los mensajes de la Diosa. Es decir (si prefieres otra clase de
lenguaje), trata de percibir los movimientos de tu propia esencia femenina, que está haciendo presión
para poder crear algo a través tuyo.
Te dejo una tarea para cumplir antes de que pases al capítulo siguiente: busca en libros o revistas
alguna imagen arquetípica de lo Divino Femenino que te impresione o te interese de algún modo.
Recórtala y guárdala en algún lugar seguro. Y échale de vez en cuando una mirada, porque es tu
primer contacto con tu núcleo de mujer, y con
las cualidades específicas que en este instante estás necesitando recobrar.
La Diosa Da y la Diosa Toma en forma equilibrada, como la respiración, y sólo un dualismo exagerado puede
hacernos creer que lo primero es "bueno" y lo segundo es "malo". El principio divino femenino alienta en
nosotras hacia afuera y hacia adentro, alternadamente y con un ritmo de mareas que hemos de aprender a
distinguir • El primer aspecto que surge de la Creadora es un puro dinamismo que pone en movimiento a la
Creación. Lo que nace ha de moverse. Lo que se gestó en el espacio grávido debe recorrer el mundo • Ese
movimiento es la danza de la vida.
Palabras Clave
• éxtasis
• Confianza universal
• la dicha embriagadora de
vivir
• celebraciones

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando la presión por pasar a un estado más creativo llega a su punto
máximo, se abre una brecha en nuestros patrones de conducta rutinarios que nos permite avizorar
nuevas perspectivas. Cae un libro en nuestras manos, o nos encontramos con una persona estimulante,
o nos enteramos de lo que otras han hecho para progresar. Se dan hechos "casuales" o coincidencias que
nos alegran misteriosamente, porque nos están mostrando que hay realidades más amplias en las que
podemos insertarnos.
LA QUEENERGIZA
Todo nacimiento es una explosión dichosa. El espacio creador se abre y la presión se libera de repente;
y eso vale tanto para el bebé que nace al mundo, como para las palabras que esperaron largo tiempo antes
de ser pronunciadas. Para la lluvia que se descarga, o para las mujeres que estuvimos muchos siglos sin
participar creativamente en la marcha de la civilización.
La Energizadora nos trae dicha y éxtasis. Tras miles de años de cultura basada en códigos fijos y
esquemas rutinarios, nos hemos olvidado del gozo que produce la libertad creadora, el ponerse en
movimiento siguiendo los dictado de la fuerza interior sin represión ni distorsiones.
Lo que ha pasado en los últimos veinte años es que el Aspecto Energizante de lo divino femenino ha salido
nuevamente a caminar sobre la tierra, tras un largo período de exilio en los niveles inconscientes.
"Las mujeres están aceleradas", dicen los medios de comunicación. "Han avanzado mucho en estos
años, los hombres tenemos que correr para alcanzarlas" (escuchado textualmente en un programa de
televisión). En términos arquetípicos, se trata del impulso de La Energizadora Femenina que de nuevo ha
puesto en marcha a la mujer tras una larga incubación.
Como un bebé recién nacido, la nueva hembra de la especie quiere ante todo moverse y ejercitar sus
sentidos. Probar sus habilidades para resolver problemas de supervivencia. Mostrar, después de tanto
tiempo de gateos, que puede al fin caminar sola.
Pero lo que hay que recordar especialmente es que este aprendizaje no es mecánico, ni avanza
exclusivamente en línea recta con aire militar, ni tampoco se desliza sobre el suelo con nuestro eterno
modo de pedir disculpas. Es nuestra reinserción en la gran danza de la vida, sabiendo que nuestros ritmos
naturales son realmente encantamientos curativos, capacitados para dar salud al mundo.
La energización de las mujeres
¿Por qué hemos de energizarnos las mujeres?, podremos preguntar. ¿Por qué hemos de ponernos aún más en
movimiento, nosotras que habitualmente nos movemos sin cesar fuera y dentro de la casa, haciendo
malabarismos con varias actividades de full time al mismo tiempo?
La respuesta es que no se trata de seguir moviéndonos como hasta ahora, en forma lineal desde el pasado
hacia el futuro o de atrás hacia adelante, sin manera posible de hacer un alto o de tomarnos un descanso. El
movimiento que nos propone La Energizadota es diferente, porque es cíclico. Y no nos cansa nunca,
porque cada tanto nos devuelve a nuestra Fuente para recargarnos.
La energía que surge de la Diosa Una es la gran Danza en Espiral.
Pero la danza en espiral tiene un propósito. No es meramente lúdica o estética. Forma parte de un
diseño natural cuyo cumplimiento implica la salud para todo lo viviente, y la satisfacción para nuestros
inquietos sistemas psicofísicos humanos. Y cuyo incumplimiento (que es lo que ahora está ocurriendo) nos
coloca en el otro extremo del espectro: enfermedad para nosotros y el planeta, insatisfacción irremediable
para hombres y mujeres.
Lo más terrible es que nos hemos olvidado de danzar. Es decir, de participar con cuerpo y alma en ese
movimiento armonizado y con propósito, cuya coreografía nos entrelaza a todos en la gran red de la
creación . Cada uno y cada una tenemos nuestra parte que cumplir, y esa responsabilidad completamente
descuidada es lo que ahora vuelve a ponerse en evidencia. Hemos distorsionado el diseño coreográfico, hemos
destruido la danza.
Con las mujeres pasó algo doblemente lamentable: durante varios milenios tuvimos que movernos al compás
de ritmos que no eran los nuestros. Impuestos desde afuera, según disposiciones totalmente artificiales,
incapaces de llevarnos hasta el éxtasis porque no respondían (ni responden) a nuestra presión creadora.
Nuestros pasos se hicieron mecánicos, la ondulación del éxtasis se convirtió en la rigidez de la
automatización.
La Energizadora nos empuja a retomar el impulso originario y reintegrarnos en el diseño móvil que cada
tanto da forma a un mundo nuevo. No es la primera vez que la
espiral regresa al punto de partida sobre un nivel más alto. Ni la primera vez que las mujeres nos lanzamos a
empresas de supervivencia.
¿Para qué energizarnos, en suma? ¿Para qué movilizarnos La espiritualidad de las mujeres nos propone varias
cosas:
1. La actual crisis mundial no sería más que un gran proceso purgativo, destinado a expulsar los venenos
psico-físicos que se nos ha inoculado, al planeta y a nosotros, durante siglos de vida mal vivida.
2. A las mujeres nos toca canalizar la voluntad de supervivencia, la facultad de renovarse de la creación
divina. ¿Y por qué a nosotras? Porque nuestros procesos biológicos hacen morir cada mes a nuestros yoes
gastados, y nos ponen en contacto muy directo con los ciclos mundiales de muerte y renacimiento.
3- Una mujer no activada por La Energizadora no es capaz de integrarse eficazmente a dichos ciclos. Si
no se re-energiza no puede formar parte del movimiento humano de recuperación. Un movimiento que en las
presentes circunstancias la llevaría necesariamente a dar los siguientes pasos:
a) desembarazarse de nociones falsas acerca de las mujeres y de la realidad en general;
b) recuperar el respeto por las leyes naturales y proteger su cumplimiento;
c) tocar la fuente de su propia identidad, y de la historial arquetípica que está viviendo en la presente etapa;
d) desarraigar de su vida lo que no está de acuerdo con ese núcleo auténtico y le impide expresar sus impulsos
creadores;
e) rescatar de su prisión profunda a lo femenino consciente, que ya está maduro para salir al mundo;
f) reconectarse activamente con la red de lo viviente; nutrir en forma adecuada; potenciarse y potenciar a los
demás con el "poder de ser".
Parece un plan desmesurado, pero es lo que ya están haciendo las mujeres del Movimiento de la Diosa. Y
en los siguientes capítulos trataremos de aclararlo.
Por ahora es necesario tener presente lo siguiente: la mujer energizada por la Diosa (es decir, por su
propia feminidad divinizada) no es la terrible arpía de las pesadillas masculinas. Al contrario, esa arpía es la
mujer reprimida y resentida, trabada en su impotencia consciente o inconsciente, que de pronto estalla en
forma destructora. La Energiza-ción, por el contrario, nos lleva al éxtasis del libre movimiento y nos hace
generosas, conciliadoras y amantes.

LA ENERGIZADORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La Energizadora aparece en muchas formas en el mito, la fantasía y los relatos religiosos.
Deidades femeninas tremebundas, excesivas, expertas en las artes del amor y de la guerra -como la
Inanna/Ishtar de la Mesopotamia, la Kali de la India o la Morrigan de Irlanda-han personificado siempre el
doble poder de Dar y Tomar de la Diosa, y también su electrizante aspecto de Energizadora.
Pero lo que se celebra en esas figuras religiosas es más bien su abundancia de vida, que absorbe al
tránsito que conocemos como muerte y lleva directamente a la renovación. Son arquetipos fortalecedores
que arman a los héroes para las batallas o potencian al máximo su capacidad erótica, o les anuncian que es hora
de pasar a otro plano de existencia para poder empezar de nuevo tras la regeneración.
La Energizadora incita a cobrar conciencia de los eternos ciclos naturales y a vivirlos con dicha
embriagadora. La muerte no existe como estado sino como tránsito. El Plan continúa siempre, pese a las
interrupciones ilusorias.

Eva, María y la Magdalena

En otro aspecto más sutil, el arquetipo energizante se manifiesta en toda imagen femenina que inicie un
movimiento de la vida o un tiempo de destino, o apasionadamente continúe lo que quedó inconcluso.
En Babilonia, la Eva originaria era "Diosa del Árbol de la Vida" y en antiguas imágenes se la ve vivificando a un
hombre exánime con su manzana sagrada. Es por cierto la "Madre de todos los Vivientes" porque
efectivamente da la vida, y los escritos gnósticos la muestran como figura trascendente que se apiada del
Adán inactivado y aún sin alma.
Del mismo modo, María Virgen y María Magdalena encuadran la figura de Jesús con sus capacidades de
energización. La primera en las Bodas de Cana, estimulándolo para iniciar su ministerio con un primer milagro; la
segunda (como registran los Evangelios Gnósticos) continuando su tarea tras la Crucifixión, con la autoridad
espiritual que de él ha recibido.
Pensemos lo que implican estos símbolos devueltos a significaciones olvidadas.
El arquetipo de La que Energiza se abre paso a través de preconceptos y definiciones falsas, y crea un profundo
cauce para que por él avance todo lo que corresponde al lado femenino de lo divino y de lo humano.
Borra con jubilosa despreocupación toda noción mezquina acerca de lo que puede o no puede hacer una
mujer. Acerca de sus áreas de trabajo, sus posibilidades de liderazgo espiritual o sus maneras de colaborar en la
gran marcha de la evolución humana. Riendo, gozando de su propio movimiento, danzando su propio éxtasis
creativo, va dando forma a la imagen de la mujer energizada y potenciada, la mujer completa, la mujer
realizadora

El Arquetipo Energizador en nuestra vida

Cada vez que sentimos que tenemos que movernos, o que estamos prisioneras, o que debemos hacer algo
que no logramos definir, es que La Energizadora busca abrirse camino a través de nuestra coraza
cultural.
La nueva espiritualidad de las mujeres nos invita por eso a cuestionar, con valentía, todo cuanto ha ido
integrando esa coraza:
las definiciones que tuvimos que aceptar aunque no las sintiéramos auténticas; los conceptos costumbristas
acerca de las cosas fundamentales de la vida (el amor, el sexo, las relaciones infrahumanas y con las
demás formas de vida, nuestro papel en el mundo, nuestra religiosidad y sus contactos con la fuente interna); las
escalas de valores que convienen más a los juegos de poder que a nuestros verdaderos intereses.
El Aspecto Energizante necesita ese esfuerzo de cada una de nosotras para poder manifestarse en nuestra vida.
Desde una perspectiva evolutiva es un esfuerzo mínimo; desde la perspectiva cotidiana, por supuesto, puede
ser muy difícil.
De todos modos, la incitación a caminar persiste. El "Aliento de Dios", dice la Cabala, irrumpe en tu
existencia para hacerte avanzar hacia lo que eres. Y aunque lo desoigas o lo niegues, sigue allí.
En el Tarot cabalístico-hermético la imagen que se conoce como El Loco (en realidad el Tonto Puro, el Divino
Inocente) representa esa necesidad de avance y aventura. Las más recientes elaboraciones tarotistas lo
denominan sencillamente El Buscador, y nos muestran a cualquiera de nosotras en la actitud correcta que
solicita el Arquetipo Energizante: a punto de avanzar por un puente de arcoiris hacia lo desconocido,
impulsada por llamados insistentes de la Diosa (aquí en forma de pájaros), entregada sin miedos a las
posibilidades infinitas del futuro.
Si no escuchamos, la zozobra nos tortura. Si no atendemos el impulso de movernos con aceptación consciente,
inesperados movimientos imprevistos nos hacen destruir lo que no necesita ser destruido. Si no aceptamos
salir de la parálisis, la energía se acumula en los niveles interiores esperando que nuestras represas empiecen a
agrietarse.
Lo que pide el Arquetipo Energizante

Sería ingenuo pensar que la soñación puede tener lugar en el aislamiento.(...) Sería absurdo creer que una
mujer por sí sola puede ganar en la lucha por la integridad psíquica. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre")

Ante todo el Arquetipo Energizante pide una actitud doble de tipo bipolar (es decir, receptiva de un lado
y estimulante de otro). Para cumplir con este Aspecto de la Diosa necesitamos: a) ser energizadas, y b)
energizar a los demás.
Imaginemos la siguiente situación:
Permaneces atascada desde hace años en un empleo que no te gusta. Las tareas que realizas no te
importan ni significan nada para ti. Te sientes literalmente prisionera de una enredada circunstancia que
parece no tener salida alguna. Sobrevivir ha reemplazado totalmente al disfrute de la vida.
Lo que llamamos la Diosa, sin embargo, quiere expresarse a través tuyo y por lo tanto quiere que salgas de
eso y te energices como ser creativo. Dicho de otra manera, el verdadero núcleo de tu ser o que los
junguianos denominan e1 Sí Mismo) empieza a hacer presión para sacarte.
Si en actitud receptiva recibes sus mensajes -sueños conmocionantes, coincidencias llamativas, lecturas
importantes que llegan a tus manos, frases fortuitas que te dicen casualmente-, te abres a la energía que
proviene de lo hondo de tu psique: te energizas. Y la mejor manera de lograrlo, como comprueban las
mujeres del Movimiento de la Diosa, es disponerte de antemano a ayudar a los demás a salir junto
contigo del pantano : a energizarse.
Toda mujer que se abre a la Diosa que Energiza traspasa a los demás la potencia activadora que recibe. Y él
recibir y el entregar son simultáneos.
Consecuencia práctica: empiezas a pensar en tareas alternativas de estos tiempos (oraculares, didácticas,
meditativas, artístico-curativas, yoga, masajes, cerámica, comidas naturistas, flores de Bach o California
para apoyo emocional, y tantas otras), actividades capaces de implicar a otras personas a las que puedas
ayudar. Y eso te da a la vez el medio de escapar de tu perpetuo estancamiento: no te imaginas cuántas
mujeres de la Diosa hemos dado ya el paso hacia tareas autónomas que nos permiten vivir con dignidad.
Nadie se salva solo, sugiere Mary Daly. Lo que equivale a decir que el Arquetipo nos energiza cuando
aceptamos energizar a nuestra vez.

Lo que impone el estereotipo cultural


No es buena la potenciación de las mujeres, sugieren instrucciones muy profundas embebidas en nuestra
cultura. Las mujeres no deben ser activas. Una mujer ideal acepta, asiente, acata, complace a los demás.
Son, por supuesto, planteos interesados. Deliberados manejos de la fuerza imponente que reside en las
hembras
de la especie. Secuela lamentable de lo que fue una simple toma de poder, que hace unos miles de años
derrocó a la Diosa como deidad creadora universal.
Lo triste es que esta simple restricción está privando a la humanidad, a la cultura y al planeta de toda la
riqueza de la mujer creadora. La ecuación mujer/recepción pasiva es engañosa. Y también estamos
empezando a sospechar de otras definiciones unilaterales como mujer lunaro mujeryin.
El estereotipo femenino no fue construido por mujeres. O al menos por mujeres activadas por la Diosa, y
decididas a alcanzar el armonioso estado de totalidad psíquica y física que los grandes sistemas de
desarrollo espiritual proponen como meta.
El molde estereotípico quiere imponer la indolencia femenina, y la adicción de la mujer a ser
perpetuamente dependiente. Y tiende a producir una mujer interesada, que reciba siempre sin dar nunca,
que absorba la potencia del varón sin entregarle a cambio una energía de signo femenino que ha olvidado que
posee.
El estereotipo cultural anti-energizador nació como medida de seguridad contra las mujeres potenciadas, y
acabó siendo un arma letal y destructiva apuntada hacia los
hombres. Para beneficiarlos a ellos mismos es que debemos rechazarlo.
Cuestionario
¿Qué puede hacer por la humanidad y por el mundo en general una mujer energizada?
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¿En qué se diferenciarían sus actividades libres de las de los varones?


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¿Qué cambios produciría en la relación entre los sexos el que la mujer ya no fuera dependiente y pasiva?
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¿Cuáles son realmente los obstáculos que impiden que las mujeres actúen libremente en lo personal y en lo
colectivo?
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SEGUNDA PARTE
LA MUJER ENERGIZADA-ENERGIZANTE
Lema: "El mundo me necesita, pero no como eterna acatadora, sino como energizada capaz de
energizar"
Cada vez que recorro el país descubro que la espiritualidad de las mujeres está presente y las está potenciando.
No llama la atención porque no es iracunda ni trata de moverle el piso al establishment que lo posee. Por el
contrario, es algo que sucede dentro de las mujeres a nivel popular y en pequeños grupos domésticos. Es un
aflorar de rituales y de símbolos, y un compartir lo que es real y auténtico en sus vidas. (Jean Shinoda
Bolen,
"Magical Blend Magazine", enero 1992).
En el pasado, las presiones femeninas en pro del libre movimiento de la mujer universal siempre hicieron
erupción dentro de campos establecidos por mentes masculinas.
Sin recordar su propia estructura psicofísica ni conocer su propia historia cultural, las mujeres ansiosas de
energización sólo supieron intentar la aventura improbable de imitar a los varones, y aceptar reglas del juego
creadas por ellos para ellos mismos.
Pero participar en ese juego no puede darnos satisfacción en el nivel profundo ni afirmar nuestra autoestima
femenina. De allí que toda triunfadora de nuestra cultura padezca, tarde o temprano, la famosa
melancolía de la mujer y se convierta casi siempre en una antifemenina decidida.
Hoy la nueva espiritualidad de las mujeres está cambiando el panorama. Surge desde adentro como expresión
de La Energizadora y se dedica a abrir caminos para nuestras habilidades naturales. No es un plan
preconcebido para colmar pequeñas ambiciones ni es un disimulado intento de asumir el poder sobre, que
siempre destruye al que lo alcanza. La nueva feminidad, sin proponérselo deliberadamente, se dirige hacia
metas dictadas desde adentro por el gran arquetipo femenino, y que es posible deducir estudiando los
Aspectos de la Diosa. Estas pueden ser algunas de ellas:
1. Incorporar la imaginación creadora femenina a los procesos mentales que actualmente están dando
forma al mundo del futuro. Hoy se admite que todo cuanto nos rodea ha surgido de actos de imaginación,
de la deidad o los humanos.
2. Integrar los valores y prioridades de la mujer universal (orientados ante todo hacia la preservación del
planeta y las especies vivas) en la estructura misma de la nueva cultura. Un cambio colectivo de conciencia es lo
único capaz de salvar de la aniquilación a la vida en la Tierra.
3. Recuperar antiguos roles que permitían a las mujeres hacer su parte en el avance evolutivo humano. La
sacerdotisa canalizadora, la sibila oracular, la chamana sanadora, la vieja experta capaz de transmitir
sabiduría, son más que nunca necesarias para complementar los esfuerzos del varón en la presente crisis.
4. Compensar la actitud dualista intolerante que actualmente predomina ("esto es bueno, aquello es malo",
"amigos/ enemigos", "yo y lo mío versus los otros") con la actitud integradora que surge de vivir los ciclos
naturales. Hoy las mujeres redamamos la legitimidad de lo que solía ser considerado "oscuro" o
"negativo": la pasión, la emoción, la sexualidad, lo irracional, lo intuitivo, lo inconsciente, el lado sombra de la
vida.
5. Reivindicar el concepto de placer -en el sentido del simple disfrute agradecido de la vida-, en lugar de
la desmoralizante exaltación del sufrimiento sobre la que se ha construido nuestra civilización. Si hemos de
crear un mundo más benévolo para nuestros hijos, necesitamos hacerlo Imbuidos de la dicha
embriagadora de estar vivos.
Dicho en pocas palabras, la nueva espiritualidad de las mujeres tiende hacia un cambio de conciencia
general que posibilite una vida mejor y más fructífera en la Tierra. Lo que equivale a decir que tiende a
actualizar el auténtico concepto del amor, no como emoción sino como principio universal:
Si quieres el bien del otro, aquí y ahora, es que lo amas. Si quieres tu propio bien, es que has
aprendido a amarte.

LA ENERGIZADA-ENERGIZADORA COTIDIANA
En una exhortación de origen inmemorial la Diosa dice: Cada vez que tengan necesidad de algo, reúnanse
en algún lugar secreto y adoren mi espíritu. (...) Canten, festejen, dancen, hagan música y amor en mi presencia,
porque mío es el éxtasis del espíritu y mía la dicha sobre la tierra. Porque mi ley es el amor hacia todos los seres.
Que dentro de ti haya belleza y fortaleza, poder y compasión, honor y humildad, regocijo y reverencia.
Son palabras de La Energizadora, que continuamente ofrece vida en abundancia y da los medios para
disfrutarla.
También es todo un programa para energizarse y energizar a otros. Aquí la palabra importante es reúnanse,
y las mujeres del Movimiento de la Diosa lo practican desde hace veinte años, para extraer de allí la fuerza
necesaria y seguir avanzando.
La mujer que busca activación energizante no se reúne con otras para debatir, discutir o planear estrategias.
A las mujeres no nos interesa entrar en consideraciones demasiado detalladas acerca de la naturaleza de la
Diosa , jamás se nos ocurriría encontrarnos para discutir la esencia incognoscible del principio femenino ni
perder tiempo valioso redactando dogmas. Nos reunimos ante todo para crear un espacio femenino donde
compartir las experiencias importantes; redefinir esas vivencias; colocarlas en marcos de referencia más
abiertos; mirarlas desde toda clase de ángulos para destruir estereotipos; disfrutarlas, reír, beber litros de té
(o lo que les guste) y sobre todo celebrar la vida.
Para energizarse es preciso celebrar. Para ayudar a que otros se energicen es preciso reunirse con intención
celebratoria.
Las celebraciones, dice Zsuzsanna Budapest, son un arte mujeril. Las mujeres somos las memoriosas de la
especie, las que cocinamos lo que se come en los festejos.
¿Qué celebrar? Si lo preguntamos es porque siglos de tristeza impuesta nos han opacado el gusto por la
vida. Pero ahora tratemos de salimos de eso y hacer una lista de posibles causas de celebración. Yo aquí
propongo algunas mías:
• que las mujeres estén aprendiendo a no detestarse unas a otras lo que por supuesto impedía toda
energización);
• que las estaciones se sigan sucediendo unas a otras para probarnos que es eterna la danza en espiral;
• que haya días de sol y días de lluvia, días de calor y días de frío para que nuestro disfrute sea más pleno y más
variado;
• que mis ojos puedan ver y mis manos tocar las riquezas infinitas de la Madre en el mundo natural que me
rodea (esa opulencia multicolorida que los antiguos llamaban con veneración el manto de Isis).
• que haya cada vez más mujeres y más hombres de buena voluntad dedicados a custodiar esa belleza Qos
ecólogos, los naturistas, los preservadores de la fauna en extinción);
• que día a día me lleguen signos de la presencia de la Diosa en mi existencia cotidiana.
Este es sólo un enfoque personal, y a cada una nos conviene escribir en un papel nuestras propias causas
de celebración. Aunque estemos tristes y en problemas, hemos de tener forzosamente algunas. Tratemos de
darles nombre y definirlas en palabras, porque eso por sí solo logrará conectamos con La que Energiza. Y
en la energización se encuentra la salida.
Autoindagación
1. ¿Qué quisieron hacer y no pudieron mis antepasadas femeninas inmediatas?
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2. ¿Qué haría si me convenciera de que lo Divino Femenino quiere expresarse a través de mí?
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3. ¿Con qué tipo de personas siento afinidad profunda?
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4. ¿Qué me impide asociarme libremente con ellas?


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5. ¿En qué áreas de la vida siento más vacilación e indecisión?
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6. Hay acuerdo o conflicto entre mis imágenes internas de mi madre y de mi padre?
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7. Cuando se trata de algo importante, ¿tengo más posibilidades de las que creo?
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8. ¿Me siento capaz de realizar más cosas de las que se dijo que podía realizar?
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Espacio compartido

"Mi experiencia con la energización fue larga y complicada, porque no terminaba de aceptarla. Y aún ahora
me pregunto si la he aceptado del todo.
Menos mal que es posible trabajar para el futuro con la parte ya activada, más allá de fragmentaciones
interiores que a lo mejor no acabarán por resolverse en esta vida. "Incluso el que está atado ", dice una vieja
frase, "es capaz de desatar".
Pero no puedo negar que mis momentos de energización -esos períodos en que este aspecto de la Diosa se
activó en mi vida para hacerme poner en movimiento- fueron muy claros y de efecto perdurable.
Desde hace muchos años me interesa el Tarot como herramienta de autoconocimiento, ya que la
"adivinación" es sólo un uso secundario, que en todo caso sólo implica calcular las consecuencias de las
actitudes del presente. Y fue a través de mi primer curso de Tarot que hice contacto con lo femenino que
regresa, ya que según ciertas autoras (Barbara Walker, Vicki Noble, por ejemplo) ese mazo de símbolos
pictóricos ha conservado el mensaje revelatorio de la Diosa durante los siglos de destierro, para que salga a la
luz en el presente.
En un sueño al que ya me he referido, un personaje femenino serio y casi enojado, me había entregado
cartas coloreadas en lugar del boleto del vehículo que iba a sacarme de una zona muerta. Poco después me
invitaron a dar un curso de historia del Tarot; y el mensaje ignorado, disimulado tras otros significados
patriarcales, empezó a desplegarse ante mi mente subconsciente.
Supongo que fue entonces cuando empecé a actualizar mi ginergía, o energía femenina, mientras mi mente seguía
atada a conceptos masculinos y tironeada por dualismos irrecon-ciliados. Lo que sé con certeza es que durante
aquellos meses todo mi entorno se hizo fluido y móvil, y mis costumbres sedentarias de lectora y escritora
se convirtieron en un ansia de moverme sin cesar y caminar sin rumbo fijo.
Creo que habré trajinado cientos de veces el contorno del Botánico esperando alguna pista que me dijera
adonde ir. Sólo atinaba a darme cuenta de que estaba asumiendo un arquetipo, que justamente es el primero
de la serie mayor de los arcanos del Tarot. Si dispones de un mazo basado en la Cabala Hermética, verás que el
primer símbolo es alguien que camina, un Buscador o Buscadora que sale sin destino movido por pulsiones
interiores, que los autores más recientes ya simbolizan con las aves mensajeras de la Diosa (los Matthews, por
ejemplo, en "El Tarot del Rey Arturo").
Fue un momento glorioso de apertura, de impulso urgente de dejar atrás todo lo que no se vinculaba con
el desconocido porvenir. Yo nada sabía entonces de la nueva espiritualidad de las mujeres, pero parece que
es así como funciona: la segunda parte de la vida femenina, la que marcha hacia un nuevo nacimiento, se inicia
al hacer contacto con una fuente interna que no es estática ni indiferente; que se esfuerza también por
llegar a contactarse con nosotras, porque nos necesita para manifestarse en este mundo nuevamente.
Ese sacudimiento, sin embargo, no es más que el primer paso, y dejar atrás lo innecesario puede ser un
asunto muy largo y complicado. En mi caso la parte gruesa del proceso me llevó más de siete años, y los
ajustes finos no terminan. Pero hubo otro momento que aceleró las cosas.
Vicki Noble y los Matthews hablan de las "enfermedades curativas", los procesos que creemos morbosos y en
realidad nos sirven para expeler del cuerpo toxinas largamente retenidas. Y puedo asegurarte que en mi
caso fue una experiencia semejante la que abrió la puerta para dar paso a la energía de la Creadora. Más o
menos pasó así:
Abandonar los viejos esquemas destructivos se parece bastante a la muerte, y ya bien avanzado mi
proceso purgativo me parecía estar cerca de ese umbral. Uno cree realmente estar a punto de morir cuando
el viejo camino se ha angostado hasta ser sólo un filo de navaja; un puente tan estrecho que por él sólo pasa
la propia esencia indestructible, mientras todo lo demás parece haberse ido: todo falso consuelo, toda
aparente facilidad.
Fue en ese momento (que estoy segura se nos presenta a todos en la vida) cuando escuché claramente en mi
interior la pregunta que había estado esperando sin saberlo: "¿Aceptas vivir o no?". Porque para vivir y actuar
en este mundo se necesita el requisito previo de la aceptación, que muchos de nosotros no hemos tenido en
cuenta.
Mi respuesta a la Voz interior fue bastante ridicula: "Lo voy apensar". Porque así, de pronto, no podía decirlo.
Sabía que después de eso ya no habría retorno: o cruzar el puente para empezar a trabajar de veras en lo
mío, o quedarme allí esperando que mi cuerpo físico recibiera y cumpliera el mensaje de ir
desintegrándose.
Tres días después me decidí y dije un sí pleno. Amo la vida demasiado, la existencia en la Tierra es demasiado
hermosa como para permitirme la insolencia de menospreciarla. El
puente estrecho se alineaba en realidad con los diseños verdaderos de mi vida, que habían estado
oscurecidos por las consolaciones y las facilidades. Y en realidad era un canal de
nacimiento por el que la Diosa iba a darme a luz de nuevo, ya sin trabas. Sólo se requería mi aceptación. Y
sólo la aceptación da paso a la energía.
Como los procesos naturales son inteligentes, tras la estimulación de La Energizadora debe venir una tendencia
de moderación que nos impida llegara extremos indeseados • La que Limita, o La que Mide la extensión de
nuestro campo personal, es el Aspecto de la Diosa que representa esa tendencia. Como compensación del
movimiento energizante, le pone límites a nuestra libertad para que eventualmente no dañemos a los otros,
ni nos salgamos de nuestra trayectoria. Sin la Limitadora nos desbordaríamos y destruiríamos el
diseño de nuestro destino individual • Dentro de su Plan sabio florecemos plenamente.
• Palabras clave.
• autorregulación
• integridad
• el orden natural

SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Una vez energizadas, ansiamos hacer cosas que respondan a nuestra efervescencia:
un nuevo trabajo, otra etapa en nuestras relaciones afectivas,
una manera diferente de movernos en el mundo, irnos a vivir solas por primera vez, manifestar nuestra recién
descubierta vocación, son imperativos que nos exigen lanzarnos de
cabeza. Pero en medio de todo ese entusiasmo, hay una vacilación que nos hace preguntarnos hasta dónde
tenemos el derecho de llegar. El arquetipo de Limitación es el
morigerador que, a través de esas dudas torturantes, nos impide malgastar nuestra energía y nos lleva a
la vez a descubrir nuestras auténticas posibilidades.

LA QUE LIMITA
Después de la ebriedad de la energización, es un placer muy hondo instalarse en los cauces ordenados que lo
Divino Femenino dispone para cada una de nosotras.
La verdadera libertad, dicen las tradiciones que fomentan el desarrollo espiritual, consiste en aceptar los propios
límites y funcionar entre ellos libremente. Y ese es todo un programa que La Limitadora desarrolla con la actitud
amante, revestida de rigor, que toda madre ha de asumir alguna vez cuando se trata de encauzar a sus hijos
inexpertos. No es una restricción que nos encierre ni un chaleco de fuerza para nuestra energía. Es, más
bien, la refrescante sensación de estar usando esa energía como conviene y sin desperdiciarla; o de
estar viviendo según un plan maestro establecido que todavía no conocemos, pero sabemos que nos
corresponde.
La paradoja es parte imprescindible de la visión del mundo de las nuevas mujeres. Por eso no nos
debe preocupar que La Limitadora parezca reprimirnos, cuando abre en realidad mejores sendas para
la presión creadora.
Sin formas definidas que la contuvieran, la divina energía proveniente del Dar (Aspecto 2) se perdería
para nosotras como agua derramada. La que Limita (y esto es preciso tenerlo muy en cuenta) toma
en cambio ese impulso y lo introduce en ciclos que, en conjunto, componen el Orden Natural.
Mirando alrededor se ve enseguida cuánto se ha ignorado a La Limitadora en ese aspecto. Las energías
se pierden en acciones insensatas, no pueden renovarse porque se han evadido de los ciclos vitales de
regeneración, todo es una enorme confusión porque ha sido olvidado el Orden Natural. Sólo
asumiendo a La Limitadora con la moderación inteligente que ella misma nos propone, podrá la
humanidad salvar la crisis que su propia negligencia ha provocado.
Sólo dentro del Plan podemos sobrevivir y movernos libremente.
Y lo que nos permite a las mujeres este aspecto de la Diosa (que simboliza el orden necesario sin el cual el
universo no funciona como debe), es simplemente reintegrarnos en lo humano mediante varios
reajustes demasiado postergados: reubicarnos plenamente en el sector de actividades que podemos
cumplir con eficiencia; asumir sin temores nuestra innegable responsabilidad en la marcha de la
evolución de nuestra especie; salvaguardar con autodisciplina y autoestima nuestra integridad.
Pero aquí la Diosa nos reserva una sorpresa, porque fijar los límites es una acción de doble filo:
1. Por un lado se estrechan y se ajustan los que han sido agrandados indebidamente. Por ejemplo,
cuando una persona o un sistema se ha adjudicado más autoridad de la debida; o toma decisiones,
como dice Starhawk, que sólo deberían tomar los que sufrirán las consecuencias de ellas.
2. Por otro lado, se agrandan y se aflojan los que han sido indebidamente restringidos. Por ejemplo,
cuando una parte de la humanidad ha sido puesta en situación subordinada, como en el caso de un
patriarcado o matriarcado.
En general, cuando se habla de aceptar los propios límites se tiende a imaginar que una debe encogerse o
achicarse porque se ha pasado de la raya. Pero la espiritualidad de las mujeres ya descubrió hace tiempo
que a nosotras nos toca el punto 2, porque hemos funcionado durante miles de años muy por debajo de
nuestra capacidad realizadora.
Sólo ocupando creativamente todo nuestro espacio podemos abrir cauces verdaderos a la presión
energizante de la Diosa. De lo contrario, la energía presionada no hace más 1 que congestionar nuestro
sistema psicofísico, mientras trata de adaptarse al ritmo de goteo de nuestras expansiones' diminutas.

Las limitaciones femeninas


Lo que nos invita a hacer La que Limita es ante todo una cuidadosa consideración de muchas cosas.
¿Entre qué límites nos movemos? ¿Cuánto abarca nuestra realidad? ¿Qué porción de ella experimentamos
y exploramos en la práctica?
Esas serían las primeras dilucidaciones que tendríamos que hacer, una vez que nos hayamos puesto en
marcha ante el impulso de La Energizadora. De nada sirve empezar a activarse (o a "liberarse", como
antes se decía) si no se cobra conciencia del terreno en el que se ha de ejercer la actividad.
Ha llegado el momento de medir con lucidez y sin coerciones el espacio que realmente utilizamos las mujeres.
No para protestar o hacer escándalos para que "nos concedan" unos metros más. La cuestión así enfocada
no lleva a ninguna parte, porque remite el problema -como en el caso de las fronteras de un país- a
incontables debates futuros con forcejeos por ambas partes); ni tampoco para rumiar nuestra impotencia,
porque no somos impotentes.
Se trata más bien de descubrir si estamos o no dispuestas a ocupar zonas más amplias de las que
ocupamos hasta ahora; si estamos preparadas para aceptar más responsabilidades, una vez que nos
hayamos convencido de que no somos "secundarias". Y esta cuestión va mucho más allá de puestos
ejecutivos patriarcales o de cupos políticos cumplidos.
Tanto La que Limita como La que Inicia (capítulo 5) se relacionan con la identidad profunda de cada
una de nosotras. La diferencia es que aquí necesitamos explorar nuestra extensión en sentido horizontal
(cuáles son nuestros cauces y tareas de destino), y allá será cuestión de calar hacia adentro, hasta el
significado primordial de nuestra vida. Pero en ambos casos hay que descubrir lo que en realidad nos
corresponde.
Refiriéndose a esto, intérpretes del Tarot como Liz Greene y Juliet Sharman-Burke hablan de la importancia
de enfrentar los propios límites "con conciencia clara y mente imparcial" a fin de cumplir nuestro
destino, y de la urgencia de reconocer "que hemos de vivir la vida dentro de los confines de nuestras
capacidades". Frases como esas, sin embargo, sólo hacen resaltar la sabia ambivalencia de La
Limitadora.
Porque en primera instancia parecen un saludable correctivo para nuestro orgullo, pero en un segundo
análisis se revelan como un verdadero estímulo para nosotras, al hacemos formular la cuestión
fundamental:
¿Cuáles son los confines de nuestras capacidades?
La que Limita es una primera incitación a mirar desde adentro y ver con nuestros ojos nuestros propios
panoramas, en lugar de aceptar las descripciones de los otros como si fuéramos ciegas. Es una
invitación a tener siempre presente que en niveles internos no somos autónomas, y que nos es preciso
trabajar para librarnos de diversas cosas-, las represiones internalizadas a las que damos el nombre de
"conciencia"; los dualismos en guerra que hemos de transformar en opuestos conciliados; la dependencia
de la aprobación ajena, que ha de dar lugar a nuestra propia autoridad sobre nosotras mismas.
Es el primer paso hacia lo que hoy denominamos lo Femenino Consciente, es decir, esa etapa
inminente de la evolución de la conciencia, en la que el Lado Femenino de la humanidad saldrá de su
letargo milenario para actuar en el mundo con responsabilidad espiritual.
Nuestros confines ya son más amplios, tras la energización de las mujeres que desde hace un siglo se
viene produciendo. Lo que significa que La limitadora ya puede mostrarnos dónde y cómo aplicar los
recursos energéticos de signo femenino, que quedaron disponibles para todas después de tantas
luchas no muy lúcidas por la liberación.
Por lo tanto, cuando nos dicen que como mujeres "nos limitemos a lo que nos corresponde" no es preciso
ofenderse ni sentirse reprimida. Al contrario, se lo puede tomar como un aliento para ocupar el sitio
propio en el esquema de las cosas que se origina en La Creadora.
El gran diseño universal de ordenamiento tiene espacios vacíos que sólo las mujeres podemos llenar.
Escuchando a la Diosa que Limita, podremos contribuir a que el patrón divino recobre su equilibrio y su
belleza originales. Y nuestro individual poder creador se expandirá hasta sus reales dimensiones.
LA LIMITADORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La que Mide o Fija Límites siempre ha sido asociado con el costado femenino de la Divinidad.
Ya en la Cabala la Madre Suprema Clamada Binah, o "Entendimiento") representa los principios
limitadores de la Forma, capaz de aprisionar la Fuerza libre para sujetarla a un plan y hacer que fructifique. Y
se la llama Terrible, porque al dar forma obliga a transitar los temibles pasajes del nacimiento y de la
muerte.
Desde otro enfoque esa Madre Terrible es, sin embargo, la Madre Fértil a quien debemos agradecer nuestra
existencia espiritual, psíquica y física, y el plan maestro que da sentido a nuestra vida. Y esto vale también
para la Diosa que Fija nuestros Límites, porque ella simboliza el estrecho pasaje que desemboca en nuestra vida
plena.
Por cierto el arquetipo de La Limitadora nos hace nacer realmente en términos de nuestro destino
individual. Nos señala el camino de la autodisciplina formativa que nos pondrá en condiciones de cumplir
nuestras tareas; y al dirigir nuestro poder dentro de cauces necesarios, lo acrecienta.
La Triple Diosa.
En casi todas las mitologías tenemos descripciones de La que Limita como Diosa triple que define el
pasado, el presente y el futuro. Esta femenina trinidad se manifiesta claramente, por ejemplo, en las
Nornas nórdicas o las Parcas griegas, imaginadas como tres tejedoras implacables: la que hila, la que
mide y la que corta la hebra de la vida.
Pero, en este sentido, la Luna con sus fases es tal vez la más clara representación del poder femenino
que delimita distintas etapas, capacidades y aptitudes.
Crecer, brillar con plenitud, decrecer, desaparecer, nacer de nuevo. Es el gran ciclo, que podemos
dividir en tres o cinco fases La Doncella, la Mujer, la Vieja y sus misteriosas
subfases conectoras) y que eternamente se repite en cada una de nosotras y en el universo en que vivimos.
Como Luna Creciente, ella es la Diosa Blanca
De nacimiento y crecimiento.
Como Luna llena, ella es la Diosa Roja del amor
y la batalla.
Como Luna Menguante, ella es la Diosa Negra de
la muerte y la adivinación.
(Robert Graves, "La Diosa Blanca").
Este poderoso símbolo sigue actuando con fuerza en la mujer moderna, ligada a él por sus ciclos
biológicos y por sutiles conexiones de la psique. El arquetipo participa de algún modo de la solidez
física de todo ser de signo femenino, y manifiesta la belleza de su plan ordenador en todos los
procesos recurrentes de la naturaleza o de nuestra alma.
Pero si queremos una imagen simple, visualicemos una única mujer de rostro austero y desapasionado,
que sostiene en una mano una balanza y en la otra una espada. Es la Justicia del orden natural, que no
está ciega como la de los humanos y fija en nosotros su mirada insobornable. Los griegos la llamaban
Themis, y nunca como ahora ha sido tan urgente respetarla.
El arquetipo de La Limitadora nos muestra la necesidad impostergable de ajustamos a los ciclos eternos del
universo en que vivimos, no sólo por el compromiso moral que tenemos con el mundo sino por nuestra
propia conveniencia.
Sería ingenuo pensar que un cosmos infinitamente inteligente, capaz de sostenerse y renovarse sin ayuda
humana, carece de un mecanismo ajustador que entra en acción cuando sus leyes son repetidamente
transgredidas. Y ese mecanismo que retribuye y reacomoda sin pedir nuestra opinión, es el arquetipo de
La que Limita.
Nosotros somos por supuesto la especie transgresora (véase si no el estado desastroso de los sistemas
ecológicos). Y si ignoramos a La que Limita cuando nos exhorta a regresar al plan originario, las
consecuencias de todos nuestros actos pasan a depender de nuestra exclusiva responsabilidad.

El Arquetipo Limitador en nuestra vida

Ese sueño sanador (...) me volvió a dirigir de manera v inconfundible hacia mi propio sendero: optar
por respetar mi propia autoridad y animara otras mujeres para que hagan lo mismo (Vicki Noble, "Mujer
Shakti").

La acción de La Limitadora en nuestra vida se relaciona ante todo con tres cosas: la realidad que
habitamos; la realidad que deberíamos habitar, y las medidas más urgentes para empezar a hacer el cambio de
una a otra. Y es innegable que desde hace siglos las mujeres hemos sufrido agudamente un desajuste entre ambas
realidades, que está exigiendo una .¿revisión total. Cuando no podemos ocupar del todo nuestro terreno
personal, los espacios vacíos y los sectores flojos de los limites nos hacen sentir que algo anda mal. Es
como tener puestas ropas demasiado grandes; y el malestar no es por sentirnos oprimidas, sino por no
haber crecido hasta llenarlas.
Llevadas por esa sensación inaceptable, muchas mujeres del Movimiento de la Diosa ya han reajustado su
autoestima, como para portar con dignidad el manto de sacerdotisa o la capa emplumada de la chamana
sanadora, o cualquiera que sea la vestimenta-rol que les haya asignado La que Fija Límites.
Reajustar la autoestima salvaguardar la propia integridad reconocer los talentos personales ocupar
dignamente el propio espacio vital son algunas de las modificaciones que nos empuja a hacer el arquetipo
limitante. O dicho de otro modo: si estás insatisfecha porque sabes que podrías hacer algo hermoso y no lo
haces; o porque sientes que los roles habituales ya no te corresponden; o porque intuyes que hay algo diferente que
te espera en tu camino; o porque tal vez has percibido señales del misterio que da base a la existencia, es
hora de pensar en esos cambios que lo Divino Femenino te sugiere.
La idea es que dentro de nosotras hay un sistema de ajuste, que viene en nuestro auxilio cuando no
atinamos a salimos de los moldes fijos impuestos desde afuera.
Una vez establecidos los límites correctos, desaparece la insatisfacción y empezamos a movernos dentro
de lo nuestro con la paz que nos da el estar haciendo lo debido. Porque eso es, entre otras cosas, ejercer
nuestra Justicia personal.

Lo que pide el Arquetipo de Limitación

Restablecerá la mujer y a los valores femeninos en un lugar central, tanto social como espiritual, es la
cuestión más crítica de nuestros tiempos. Riane Eisler, "Reclamar nuestra herencia de la Diosa", en "El
Redespertar de la Diosa").
La Limitadora es la actitud arquetípica que juzga, mide, pesa, asigna espacios: que ejerce, en suma, la
revaloración que nos permite conocernos a nosotras mismas. Paso previo indispensable para poder ocupar
nuestro lugar en el esquema universal.
Tengamos en cuenta los cambios sugeridos más arriba, relacionados con cuatro palabras importantes:
autoestima -integridad - talento - espacio. El arquetipo nos pide entender bien lo que realmente significan.
1. Estima: en realidad, estimar implica juzgar el mérito de algo, y por supuesto incluye preconceptos acerca
del valor que se debe asignar a una persona o cosa. Reajustar la autoestima es pues tratar de ver más allá
de los prejuicios relativos a una misma como ente femenino, y autojuzgarse según otros parámetros. Por
ejemplo:
Preconcepto cultural: La mujer es inferior y debe estar subordinada.
Reajuste de autoestima: Estoy hecha a la imagen de una Diosa Creadora, y mis capacidades complementan
las del hombre.
2. Integridad: es el estado de totalidad sin divisiones: estar entera, intacta. Por consiguiente, salvaguardar la
propia integridad significa impedir que nos dividan en fragmentos, o que declaren válidos a algunos y
proscriptos a otros; teniendo en cuenta que, como representantes terrenales de la Triple Diosa, las mujeres
somos muchas cosas a la vez. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Las mujeres se dividen en "buenas" y "malas" (es decir, dóciles o transgresoras).
Salvaguardia de la propia integridad: Tengo muchos aspectos porque soy un ser complejo. Todas mis
partes son valiosas, porque entre todas conforman el diseño de mi existencia personal.
3. Talento-, antiguamente era medida de peso y denominación de una moneda. Implica por lo tanto una
suma de riqueza acumulada, y la necesidad de medir bien esa riqueza para no sentirse pobre al ignorar
que se la tiene. Utilizar nuestros talentos sería entonces, simplemente, entregar a la vida con
agradecimiento el fruto de nuestras habilidades, que en general son mas de las que creemos. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Sólo unos pocos elegidos tienen reales talentos y merecen la aprobación de los que
rigen la cultura.
Reconocimiento del propio talento: Tengo muchas habilidades naturales que nunca he desarrollado y que
constituyen mi talento y mi riqueza.
4. Espacio-, es entre otras cosas una porción limitada de extensión, que puede estar vacía u ocupada
por algo. Metafóricamente, es también nuestro derecho a la existencia sin que nos asfixien otras
presencias más autoritarias. Y ocupar dignamente nuestro espacio vital tiene que ver con
responsabilizarnos de que surjan de ese espacio creatividad, belleza e imaginación, para beneficio de la
especie. Por ejemplo:
Preconcepto cultural: Las "cosas de mujeres" son intrascendentes y sólo pueden ocupar la periferia de la
sociocultura.
Digna ocupación del propio espacio: Mis intereses y escalas de valores son imprescindibles para la
supervivencia de la especie en esta crisis de la humanidad y del planeta.
Sólo adoptando la mirada clara y desapasionada del arquetipo de La que Limita, podemos las mujeres
ver nítidamente el problema femenino y afirmarnos después sobre un terreno sólido, que nos sirva de
base para nuestras tareas.
El arquetipo pide una actitud insobornable de autoaprecio, que no es lo mismo que una indebida
indulgencia hacia una misma. Si no nos apreciamos, o si no apreciamos los
valores femeninos verdaderos, nunca podremos darnos permiso para actuar. Nunca podremos salir de
ese sopor que nos obliga a distraernos con cosas pasajeras, mientras
ansiamos ser protagonistas de nuestra propia vida.

Lo que impone el estereotipo cultural

Las que están alienadas de su propia identidad más profunda, reciben cierto tipo de seguridad a cambio
de aceptar identidades muy limitadas e indiferencia das. ''. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre").
El molde estereotípico establecido para las mujeres impone cosas muy simples, en lo que se refiere a las
limitaciones que debemos acatar: la mujer pasiva y dócil es más agradable que la mujer activa que piensa
por sí misma como ser adulto. Por consiguiente, la primera merece más apoyo, sostén y protección.
Si fuéramos eternamente niñas, esto podría convenirnos; hasta cierto punto. Si careciéramos de
habilidades de su pervivencia, nos veríamos forzadas a aceptarlo. Pero no es así.
El estereotipo de la mujer pasiva, acatadora, fue directa consecuencia de que se haya abolido la Deidad
Femenina que adoró la humanidad en las épocas prehistóricas. Al desterrarse a la Diosa, sus representantes
en la tierra quedaron automáticamente alojadas en posiciones restringidas, mantenidas tras rejas invisibles
por un sistema interesado en que se olvidara la importancia de lo femenino. Sus identidades esenciales fueron
diluyéndose. Y tras algunos miles de años, esa situación distorsionada llegó a parecer completamente natural.
La limitación artificial estereotípica quiere hacernos creer que no sabemos hacer cosas importantes para el
avance de la humanidad. Que nuestro óptimo estado de activación social o cultural es colaborar con toda el
alma en las empresas del varón, u ofrendar nuestra vida y energía a algún gran hombre (detrás del cual, se
dice, siempre hay una mujer que ha apoyado sus sueños).
Eso es aparentemente hermoso, pero no es lo ideal para nuestro desarrollo como personas plenas y
creadoras. En el fondo es lo mismo que afirmar que el universo es exclusivamente masculino y que -como
decían los teólogos de la Edad Media- las hembras de la especie somos, a lo sumo, un extraño capricho de
Dios que ha de ganarse duramente su lugar en el mundo.
Cuestionario
¿Cuáles serían las áreas de actividad que más podrían beneficiarse con las especiales cualidades
femeninas?
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¿Dónde siento que están más recortadas o reprimidas las capacidades naturales de las mujeres?
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¿A quiénes puede beneficiar realmente el que nosotras no desarrollemos nuestras plenas capacidades?
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¿Dónde siento personalmente que mis posibilidades están obstaculizadas?


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SEGUNDA PARTE
LA MUJER CON NUEVOS LIMITES

Lema: "El mundo me necesita, pero no restringida por límites artificiales, sino ocupando plenamente mi
verdadero espacio".

Si hemos de reclamar nuestra cultura, no podemos permitirnos definiciones estrechas (Starhawk,


"Soñando lo Oscuro")
La intensa mirada que La Limitadora le otorga a la mujer, le hace advertir algo esencial: para crecer hasta
ocupar sus nuevos límites, ha de limitar a su vez las invasiones a su espacio personal. Y esto no se
relaciona tanto con las personas de su entorno, como con los recortes que ha sufrido nuestro estatus
femenino en comparación con nuestras épocas creadoras del pasado.
Mirando con atención, y a la luz de las actuales reinterpretaciones de la historia cultural (por ejemplo las obras
de Gimbutas o Riane Eisler), podemos darnos cuenta de que habíamos quedado desligadas de casi todo
factor energizante.
Desde hace unos pocos miles de años, la nueva organi zación social que Eisler llama "modelo de
dominador" empezó a suprimir del campo asignado a las mujeres energizaciones como las que siguen:
1. Respetar nuestros ritmos biológicos en todos los sectores de la vida.
En lugar de vivir según las cuatro etapas similares a las fases de la luna (una semana de activación
creadora, una de poder sexual y comunicación, una de repliegue sobre nosotras mismas, y una cuarta
en que lo femenino toca su punto máximo de autonomía y se prepara a renovarse), se nos hizo adoptar
los ciclos masculinos, que se dividen en actividad diurna y descanso nocturno.
( "Tu rendimiento no puede ser constante y regular a lo largo del mes, y se optimizaría con un sistema de
trabajo que utilizara bien tu cuádruple estructura", sugiere La Limitadora).
2. Vivir el ciclo de renovación perpetua simbolizado por el binomio Madre-Hija.
En nuestra cultura esa relación fundamental está muy deteriorada, porque se considera en general que las
lealtades de ambas partes se deben exclusivamente a los varones. Sólo hace pocos años los medios
populares (canciones, cine, revistas, ciertos libros) empezaron a mostrar la importancia crucial de esta
interacción humana que puede describirse como el ciclo madre-hija-madre de sí misma, ya que por otra
parte refleja el poder de la mujer de auto-recrearse en su vida individual.
("En algún momento de tu madurez eres capaz de concebir y dará luz tu nueva personalidad, tal como la
luna oscura da paso al cuarto creciente")
3. Practicar nuestros rituales femeninos, que celebran las grandes fechas del calendario natural.
Acoplarse ritualmente a los cambios cíclicos del año nos conecta con la esencia de lo femenino terrenal, y nos
permite disolver una de las nociones ilusorias más temidas por la mente dualista patriarcal: la decadencia
irreversible, la decrepitud, la muerte como fin. Celebrar con rituales fechas claves como equinoccios y solsticios,
nos hace participar de la renovación perpetua de la naturaleza y comprobar que la vida nunca acaba.
( "El cambio constante de las formas es parte de la gran danza energizante de la Diosa, y querer fijarlas
sólo logra desgastarte y hacerte perder el paso ")

La eternidad accesible

Cuando las mujeres están plenamente en contacto con la experiencia de sus propios cuerpos pueden
reclamar el poder interior y utilizarlo, no para manipular ni para auto-obsesionarse, sino para revelar el
misterio tal cual es, y para transformarse a ellas mismas y a nuestra cultura (Elinor Gadon, "La Diosa
que fue y que será").
Otro de los límites rígidos que reajusta y afloja La Limitadora es el que la actual visión dualista establece
entre cuerpo y espíritu.
Las mujeres sabemos que dentro y a través de nuestro cuerpo físico accedemos a las grandes experiencias
de tipo espiritual. Por eso nuestra antigua religión fue siempre holística e integrativa, y no exigió más
templos que las palpitantes estructuras cálidas en que funcionamos.
Considerar "viles" a esas estructuras -como se hizo desde los primeros siglos de la era que termina-, es
desconectarnos y desarraigarnos, sacar los pies de la tierra madre y ubicar nuestra conciencia en un eterno
limbo psíquico-mental, que no logra tampoco ir más allá y revincularse con lo eterno.
Y aquí es donde la nueva espiritualidad de las mujeres hace tal vez el mayor aporte sanador a la vulnerada
condición humana:
a través de nuestra plena experiencia corporal nos es posible conectarnos con los procesos cósmicos y abrirnos al
sentido de la eternidad
La idea procede de Julia Kristeva, la prestigiosa pensadora francesa, y vale la pena tratar de ponerla en
práctica en nuestra vida cotidiana. El proceso en sí tendría dos etapas:
a) nuestros ciclos corporales rítmicos de menstruación y gestación nos permiten una fácil conexión con lo
cósmico, que al ser percibida nos conduce en cualquier momento al éxtasis;
b) este éxtasis dichoso nos abre el camino hacia un diferente sentido del tiempo, al que podemos
denominar eternidad.
Siempre buscados y pocas veces alcanzados, estos dos estados de éxtasis y eternidad son eminentemente
curativos y equilibradores, y por supuesto nos colocan cabalmente en los caminos transpersonales que fija para
nosotras La Limitadora.
Una mujer extática y con sentido de lo eterno es una vía de acceso para la sanación del mundo.

LA NEOLIMITADA COTIDIANA

Fue potenciador descubrir que yo era parte de otro patrón, que para mí como mujer tenía mucho mayor
significado (Sunflower, "El Sendero de la Sacerdotisa Solar").
Si se quiere comprobar prácticamente la propia capacidad de eternidad y éxtasis, conviene en primera
instancia irse conciliando con los procesos naturales.
Por ejemplo pensemos en esto:
tanto en el universo como en cada una de nosotras los grandes ciclos transcurren con serena inevitabilidad, que
más que restricción es fuente de seguridad y paz profunda. Si la primavera sucede siempre al invierno, si
la luna creciente siempre reaparece en el cielo nocturno, si cada mes de nuestros años procreadores trae su
etapa fértil hacia afuera y su etapa fértil hacia adentro, es de esperar que todo lo que existe traiga incorporado
un mecanismo de renovación, y que por consiguiente nada termine del todo. (Sin llegar a entrar en
trance, da vuelta a estas ideas en tu mente, juega con ellas como si fueran buenas noticias que te ayudan
a sanarte de tus males).
Cuando la idea de ciclos recurrentes ya sea parte de nosotras, tratemos de percibir en nuestro interior,
físicamente, el pulso rítmico de la sangre y la respiración. Hagamos una voluntaria conexión con los mundos que
giran en sus órbitas, con el gran movimiento de expansión y contracción de todo el universo. Y tratemos de
sentir que con el universo somos una misma cosa. Que nosotros somos, como decía Cari Sagan, la manera
que tiene el cosmos de contemplarse a sí mismo, porque participamos de la misma sustancia.
En algún momento de esta simple práctica se sentirá la dicha del no-ego (el éxtasis), y el sentido del
tiempo limitado se transmutará en eternidad. La Limitadora nos habrá mostrado que nuestros reales
límites son los del universo.

Limitarse y limitar
El modelo social de dominador está alcanzando sus límites (Riane Eisler, "El Cáliz y la Espada").
Frenar al que frena puede ser un buen ejercicio inspirado por La que Limita.
La nueva mujer consciente de sus potencialidades no ejercidas tiene todo el derecho de no aceptar que
en su presencia se despotencie a las mujeres. Y lo que se puede
hacer es muy sencillo:
Ya persuadidas de poder contribuir en forma activa a la supervivencia de la especie, podemos pedir
que se respete, ante nosotras lo que concierne a nuestro sexo, sus valores y sus intereses verdaderos, tal
como surgen de lo que vimos hasta ahora. Si nuestra autoestima es real, los demás escucharán.
Si nosotras mismas no ejercemos el antifeminismo femenino (la peor y más amarga de las dificultades con
que debe enfrentarse la nueva mujer), lograremos que los otros reconozcan este elemental derecho.
Hoy ya no está de moda que las mujeres hablemos mal de las mujeres. Muchas crecimos escuchando
terribles comentarios proferidos como algo natural por nuestras madres y abuelas: las mujeres son
traidoras, intrigantes, no confiables, enemigas entre sí, ladronas de hombres. Yo no podía entenderlo, y
sigo sin captar el mecanismo de estos "goles en contra" que seguimos haciéndonos, pese a que las
nuevas femeninas han descubierto las ventajas de trabajar unidas.
Levantar las barreras ficticias que nos han impedido asociarnos con lealtad, es otro de los beneficios
esenciales que la Diosa Ajustadora puede traer a nuestra vida. Es, en suma, ocupar dignamente nuestro
espacio femenino sin divisiones internas que no nos favorecen a nosotras.
He aquí entonces algunas actitudes sugeridas por La que Limita, que pueden ayudarnos a instalar nuestra vida
dentro de otros confines más acordes con la nueva conciencia femenina:
a) En mi presencia solicito que no se denigre a las mujeres ni se minimicen los problemas de la mujer universal.
b) Aprecio cualquier asociación laboral con miembros de mi sexo, porque es valiosa ocasión de trabajar con
seres que comparten mis mismos intereses y luchan por las mismas cosas que yo ansío.
c) Hasta el momento en que exista un sistema cultural que respete mis ciclos femeninos, trataré de moverme
dentro de las actuales condiciones forzando lo menos posible mis etapas naturales.
d) Intentaré rever y sanar mis relaciones madre-hija (hacia atrás con mi madre, hacia adelante con mi hija si la
tengo) sabiendo que son fundamentales para insertarme en la
;
continuidad del ciclo femenino. |-
e) Me ocuparé especialmente de afirmar mi autoestima, salvaguardar mi integridad, desarrollar mis talentos
escondí-g dos y ocupar dignamente mi espacio personal.
f) Probaré si soy capaz de conectarme con los grandes ciclos cósmicos para experimentar personalmente el
éxtasis y la eternidad.

Autoindagación
1. ¿Los límites entre los que me muevo me permiten desplegar mi real creatividad?
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2. ¿Me permitirían integrarme a la nueva cultura y transmitir rnis aportes personales?.
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3. ¿Cómo son las pautas que rigen mi vida afectiva?


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4. ¿Hay realmente un plan de felicidad y amor desarrollándose en ella?.
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5. ¿Qué ideas debería dejar atrás para salirme de los límites mentales demasiado restrictivos? ¿Se
relacionan con mi madre, o con mi padre?
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6. ¿Podría construir algo con otras mujeres en el plano físico?
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7. ¿Podría trabajar con ellas en empresas o proyectos que beneficiaran a otras mujeres con problemas?
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Espacio compartido
Mi propio cuestionamiento sobre limitaciones y terreno personal de actividad se inició con los años '80. En el
aire ya estaba, sin que yo tuviera la menor idea, la gran activación de lo femenino que había empezado más al
norte (hay quien dice en los Andes peruanos) y que ya se había organizado y explicitado intelectualmente en
California. Ya todas estábamos inmersas -aunque la gran mayoría no lo supiéramos- en una atmósfera
psicofísica de signo cada vez más femenino, que tenía forzosamente que afectar nuestras actitudes de
mujeres nunca del todo satisfechas con el mundo patriarcal.
La inquietud por pasar de lo insatisfactorio a algo distinto se me presentaba de maneras casi imperceptibles,
que se abrían camino con mucho trabajo a través de las capas de desilusión, desánimo e inercia que me
habían recubierto. En plena madurez, ya pasados los años juveniles que en general animan a iniciar nuevos
proyectos, tendía a pasar por alto las chispas de renovación que brillaban por momentos. ¿Cómo pensar
en empezar de nuevo, prácticamente desde cero?
Sin ganas de hacer nada, me encerraba. Detrás tenía veinte años de trabajo en redacciones de revistas y
oficinas de prensa, mucha energía gastada en beneficio de jefes masculinos y una larga cadena de
tristezas afectivas, sólo compensadas por mi relativa libertad personal. Antes de encontrarme con mi
tarea específica (es decir, trabajar para la Diosa), todo había sido en realidad preparativos y entrenamientos
inconscientes. Y es inquietante el momento en que se siente que una está al fin llegando a alguna parte y que
los preámbulos se acaban, sin que la mente racional haya averiguado todavía de qué se trata.
Viví bastante tiempo en ese limbo transicional, realizando sin saberlo los ajustes necesarios antes de
descubrir la subcultura femenina hoy conocida como la nueva espiritualidad de las mujeres. Es decir, la parte
del gran rompecabezas donde yo finalmente encajaría con todos mis entusiasmos, inconformismos y rarezas.
Donde podría definir por primera vez mis verdaderos límites y encauzar mi energía hacia su real propósito.
¡Pero cuántas dudas antes de llegar! Las mismas dudas, seguramente, que están sintiendo en este instante
tantas de mis hermanas, las que transitan el umbral transformativo hacia una etapa más fructífera.
Y como nadie podía darme indicios, el Tarot seguía siendo mi instrumento de investigación. Preguntar algo y
sacar una carta como respuesta simbólica me ponía frente a lo que ya sabía en niveles muy profundos. Me
señalaba al menos lo que convenía aceptar, y lo que era mejor dejar de lado. Me insinuaba una dirección
privilegiada que me llevaría a una meta.
Yo confiaba en esos símbolos de ancestral sabiduría, y nunca hasta ahora me han desencaminado. Jung
diría que funcionan según los principios de la sincronicidad, ya que vuelven visibles elementos internos
que forman parte de nuestro mundo real, más allá del alcance de los sentidos físicos. Si sacas una carta en
relación con algo (un proyecto, una vinculación humana, un problema de algún tipo), es que en tu interior ese
algo se parece a ese símbolo pictórico, reviste análogos significados, se encamina a esos mismos resultados si no
intervienes para modificarlo.
En esos meses el diálogo simbólico me confirmó insistentemente que debía rever mi vida desde distintos
parámetros. Señaló mis puntos débiles (postergaciones, tendencia a abandonar cosas antes de finalizarlas).
Marcó mi necesidad fundamental: dirigir mi propia vida e iniciar una etapa basada en la autoconfianza.
No veía claro lo que había que hacer, pero se vislumbraba una elección: por un lado seguir trabajando para
otros, dentro de la falsa seguridad de la relación de dependencia
siempre aceptada como inevitable; por el otro, la nueva vocación por el Tarot como actividad más amplia, más
libre y más mía.
En mis cuadernos de entonces figura una pregunta tímida, asustada, que ahora me hace sonreír: "¿Qué resultado
tendré si empiezo a cobrar por las lecturas de Tarot?". Detrás hay toda una lucha entre la vieja manera de
considerar las cosas, que siempre sentí estrecha, y la nueva que asomaba; entre el mito caduco de la mujer que
depende de otros en el plano humano horizontal, y el concepto nuevo de la que depende de su yo profundo
para su supervivencia.
La pelea era también entre lo aprobado por la sociedad jerárquica (mi dependencia, la entrega incondicional
de mi energía a los fines de otros), y "lo mal visto", lo sospechoso, lo que escapa a los límites de lo
conveniente: mi vocación oracular, mis buceos en lo invisible, mis contactos sin intermediarios con la
Fuente.
En el paso de lo primero a lo segundo hubo remordimientos, sensación de culpa, miedo, preguntas intranquilas
("¿Me podré mantener?, ¿Qué debo hacer con mi trabajo en la revista? ¿Qué pasará con mi evolución si sigo
allí? ¿Que pasará si me voy?"), pero yo sabía que esas condiciones me quedaban chicas, que las fronteras
"seguras" eran un encierro. Y que algo dentro mío -un factor escondido mucho más sabio que yo- había
reformado el mapa de mi mundo personal para mostrarme los paisajes impensados, nunca imaginados,
que tendría que recorrer.
Tras delimitar su territorio la Diosa lo protege. No puede ser de otra manera, porque cuando funciona la ley
natural en el universo de la Madre, nada queda librado al azar • La Protectora guarda él orden dentro del gran
esquema cósmico establecido por La que Limita. Es defensora de los indefensos, porque todo abuso contra ellos
destruye la armonía de la Creación, y porque la energía de la Creadora debe llegar basta el más pequeño de
sus hijos A» La que Protege es fuerte y tierna, porque muchas veces ha de ponerse firme en nombre del amor.
Como la Artemisa de los griegos, porta en una mano un arco y con la otra sostiene a un animal herido, o a un
bebé que nace, o a una planta arrancada de raíz que todavía puede ser devuelta a la tierra para que rebrote •
Todo este vasto mundo devastado es su campo de trabajo, y en los niveles invisibles nos refuerza para que podamos
ser como ella • Su santo enojo ante el maltrato de los débiles es la otra cara de su amor.
Palabras clave:
• misericordia
•santo enojo
• el modo protector

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: En el proceso de descubrir nuestros límites para no caer en
transgresiones, nos damos cuenta de que otros derechos han sido transgredidos y otras personas y
formas de vida no tienen oportunidad de progresar. Es lo que se ha llamado conciencia social y
conciencia ecológica -una extensión del sentido maternal de la mujer-, y si es auténtica es expresión
directa del arquetipo protector. Toda mujer que se embarca en una sincera acción social, una cruzada,
una campaña solidaria o la defensa de una especie en extinción ha llegado a esta etapa de lo femenino,
que ya no se conforma con el bienestar individual o familiar y entiende que hay un flujo de energía que
debe ir hacia los débiles.
LA QUE PROTEGE
Una vez que descubrimos cuál es realmente nuestro territorio, lo natural es que intentemos defenderlo.
No por prepotencia ni avaricia, sino porque sentimos (o deberíamos sentir) una responsabilidad. Otro
arquetipo entra entonces en función en nuestra psique, y una nueva posibilidad de canalizar a lo
Divino Femenino surge bajo el aspecto de La Protectora.
Alerta y fuerte, presta a transformarnos e intensificar nuestras vivencias, esta actitud arquetípica
recorre los con fines de nuestro espacio personal. Se hace cargo de su vigilancia, para que nada
obstruya el paso de la energía creadora que tenemos finalmente disponible.
Asumirla no tendría que ser difícil: proteger es un instinto especialmente fuerte en la mujer, porque es parte
de su función materna. La protección implica sostener lo que es bueno para el hijo no crecido, y por
extensión para toda otra entidad -humana o no- que esté privada por razones antinaturales de su poder
de ser.
La actitud protectora debería aparecer en nuestra vida cada vez que asistimos a actos abusivos, o cada
vez que vemos en peligro a los que no son capaces de defenderse por sí mismos. Pero hay serios obstáculos
para que entre en funciones:
1. Nos falta amor profundo y compasivo hacia el universo en que vivimos. Sólo ese sentimiento puede
hacer que la energía que ha irrumpido en nuestro espacio, activada y definida por los aspectos
anteriores, anime ahora nuestra actitud de Protección. Pero nada nos ayudó a desarrollarlo, porque
formamos parte de una cultura de desconexión que nos ha separado -en apariencia- de los demás seres.
Es cierto que ese estado de cosas va cambiando. La ecología como interés fundamental ya está de nuevo
insertada en la conciencia colectiva, y sólo debe crecer hasta alcanzar la masa crítica adecuada. Es
decir, hasta que más tarde o más temprano un número suficiente de personas se enfoque en ella y logre un
cambio permanente de actitud en los humanos del futuro.
Pero si no advertimos en nosotras este aspecto de la Diosa .y no participamos de su pasión presentadora,
todo va a ser más lento y más difícil.
2. No nos creemos capaces de hacer algo. Incrustado en nuestra psique personal hay otro obstáculo: la
creencia colectiva de que somos nosotras las que necesitamos protección. Por el mero hecho de ser hembras,
por aceptar la falacia general de que el lado femenino de la especie es el más débil e impotente. Por pensar,
en suma, que en esta cultura centrada en el varón sólo podemos sobrevivir si él nos protege.
Eso es así hasta cierto punto, porque así lo establecen las leyes del juego sociocultural. Pero siempre es
posible imaginar otro juego. Las mujeres podemos proteger, porque ya hemos descubierto nuestros límites y
el amplio territorio que esos límites demarcan.
La protección femenina

El suyo es el ferozy tierno corazón de una madre cuyos hijos son amenazados (Caitlín Matthews,
"Elementos de la Diosa").
El arquetipo de la que Protege nos hace descubrir algo muy importante: Podemos ejercer hacia los otros
la actitud protectora que venimos pidiendo para nosotras mismas en los últimos milenios, porque hemos
olvidado nuestra fuerza.
Podemos asumir en forma plena ese poder que sólo nos dejamos disfrutar dentro de límites muy fijos: con
nuestros hijos muy pequeños, con algunos pequeños animales domésticos, con algunas plantas en maceta.
El poder Protector va más allá de nuestra área personal.
Todo es cuestión de declararnos responsables de algo más que lo que encierran las paredes de la casa en que
vivimos. Y La Protectora es la que infunde ese sentido ampliado del compromiso hacia muchas otras cosas, a lo
largo de una gama muy extensa que va desde nuestra área personal de actividad hasta lo que sucede en los
confines opuestos del planeta.
Al hablar de este aspecto de la Diosa Caitlín Matthews tiene una expresión exacta: Entrar en Modo
Protector. Es decir, pasar en forma automática a la actitud de Protectora cuando algo necesita de la Madre
Universal a través de una de nosotras.
A nadie puede parecerle raro que una madre proteja con uñas y dientes a sus hijos en peligro. Sería el
colmo en realidad que esta cultura, alienada de las leyes naturales, la tildara en ese caso de agresiva o
transgresora. Y, muy a su pesar, la cultura la respeta.
¿Pero qué pasa cuando La Protectora nos convierte en Madres con mayúscula y nuestros hijos son todos los
seres en peligro que necesitan protección? ¿Qué pasa cuando las mujeres que queremos alentar el
surgimiento de lo Consciente Femenino nos despertamos al sufrimiento general de los más débiles?
Un árbol talado, un animal empetrolado, una esposa golpeada o un niño maltratado despiertan en
nosotras el Modo Protector. Y este aspecto de la Diosa se yergue dentro
nuestro en toda su estatura, para velar por el poder de ser de esos hijos desdichados. .«
He ahí una causa a la cual aplicar nuestra energía.
La actitud protectora es nuestro primer paso para convertirnos en factor de sanación, porque La que
Protege lo intentará todo para asegurar el bienestar y la supervivencia de los que la necesitan. Y apelará a
recursos que ni siquiera imaginábamos, pero que están a nuestro alcance si nos prestamos a colaborar
con ella.
En ese aspecto se relaciona sutilmente con La Conecto-ra/Sanadora prototípica (capítulo 8), que sabe
que sanar es reintegrar al orden natural y restituir las conexiones con todo cuanto existe. El afán
defensor de La Diosa que Protege también desemboca inevitablemente en la restauración de la salud.
Pero primero hay que lograr que el que sufre sobreviva.
La Protectora mira en torno a través de nuestros ojos, haciéndonos vencer nuestra costumbre de ignorar,
y nos hace sentir como un dolor en las entrañas cosas que parecían no afectarnos individualmente. Por
ejemplo:
Que cada día mueran miles de árboles en lo que son, sin duda, asesinatos en masa (Las arboledas
fueron mis antiguos santuarios naturales, donde se me rendía culto, dice la Diosa tristemente. Y cada
árbol es símbolo de la madre fructífera).
Que cada mes desaparezcan, y no por muerte natural, especies enteras que habitaron la tierra durante
cientos de milenios. (Yo era Señora de los animales y los antiguos me representaban como ave o como
abeja, como serpiente o como erizo, como osa o como cierva, sabiendo que a través de todos ellos yo me
manifestaba.)
Que cada 18 segundos, según estadísticas norteamericanas de 1990 (proporcionadas en la versión filmada
del libro testimonial de Charlotte Fedders "SueñosDestrozados"), una esposa sea golpeada brutalmente por
un marido decidido a "poner a Eva en su lugar" y reafirmar su sumisión. ( Las mujeres son mis
representantes en la tierra y sus cuerpos son vasos sagrados de nacimiento y regeneración. No respetarlas es
blasfemar contra la vida.)
Para no hablar, por supuesto, de los niños que sufren por abusos o por hambre. O del planeta mismo (nuestro
hermoso hogar azul en el espacio de la Madre) envenenado y devastado por los que, al mismo tiempo y
sin cesar, engendran hijos que deberán vivir en él en lamentables condiciones.
Por eso La que Protege, para hacernos reaccionar sugiere una pregunta que puede cambiar las cosas:
¿Hubo acaso otro tiempo en que no fue de esta manera?

Volver al Jardín

La Protectora en nosotras nos hace investigar hasta enterarnos de que hubo un tiempo en el que no
fuimos transgresores. Un tiempo en el que, por cierto, vivimos en el Paraíso de la Madre armonizados con la
Tierra. Una etapa de inocencia, como dice Vicki Noble, cuando toda energía era energía buena y no
predominaban las ideas de "culpa" y de "pecado".
¿Existió un tiempo así, antes de nuestra ruptura con las leyes naturales?
Hoy, la creencia en una mítica Edad de Oro está siendo estudiada seriamente por la ciencia, ya que todos los
pueblos comparten por igual una vaga nostalgia acerca de ella. Antropólogos y arqueólogos buscan
vanamente, incluso, la ubicación geográfica del Edén de la Biblia; pero sólo si salimos de los límites de
la presente cultura patriarcal nos resulta posible ver más claro y más lejos.
El punto de ruptura, la "Gran Inversión" que mencionan mitólogos, antropólogos o estudiosos de la
horticultura 'primitiva, parece haber sido bastante reciente. Hasta hace & sólo unos cinco mil años,
durante los períodos que se conocen como Paleolítico y Neolítico, toda la Tierra conocida era el Jardín.
Y la Diosa era el centro unificador de los que lo habitaban, la protectora de la armoniosa interacción entre
todas las especies. La que a través de sus representantes encarnadas
vigilaba que no fueran rotas por la humanidad en desarrollo las condiciones básicas del orden natural, como
por ejemplo las siguientes:
• que el ser humano se insertara en la naturaleza en lugar de dominarla y explotarla;
• que las tempranas tecnologías se dirigieran masa nutrir al planeta y coordinar sus ciclos con los ritmos del
cosmos, que a promover nuestro confort y conveniencia;
• que las relaciones entre los humanos fueran igualitarias y pacíficas;
• que la Madre creadora fuera respetada.

Todo esto parece utópico, pero las nuevas interpretaciones del pasado parecen indicar que en otro tiempo no
lo fue.
Hubo un Jardín en un período geológico en que la tierra era más rica y sus especies más numerosas y
abundantes, antes de que nosotros iniciáramos su sistemático despojo. Hubo una pacífica civilización de
la Diosa -cuyos restos tangibles han sido excavados en Europa y Anatolia por Marija Gimbutas y James
Mellaart-, antes de que pastores nómades de las estepas eurasiáticas desarrollaran una mitología basada en la
violencia y el poder de la espada. Antes, en suma, de que la Diosa fuera reemplazada y olvidada.
La Protectora nos incita a recordarlo murmurando la divisa que más moviliza hoy a las mujeres : No
siempre fue como ahora.
Y nos muestra la importancia de rever cinco mil años de errores e inversiones del orden natural, para
encaminarnos de nuevo hacia el futuro desde bases mejores. Desde bases asentadas firmemente en el sentido
protector de las mujeres.

LA PROTECTORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La Protectora tiene una figura mítica muy fuerte que lo representa cabalmente. La Artemisa
griega, llamada Diana por los romanos, surge de mitos más universales relacionados con la Osa Mayor
como constelación regente de los cielos, y por ende con la osa terrestre como animal defensor por
excelencia.
Feroz y tierna como las madres que defienden a sus hijos ' en peligro, era patrona de los partos y los
niños pequeños, señora de los bosques y las hembras preñadas, y abogada de los débiles.
Silvestre y autónoma, vivía fuera del estricto orden patriarcal. Pero hoy ha regresado como arquetipo
activo dentro de las mujeres, y las nuevas autoras revisan sus efectos desde una perspectiva más moderna.
Los partos que protege son también los del alma; los bosques que patrulla en Modo Protector son
los de nuestra psique, a fin de conservar intacto nuestro territorio. Como no conoce el miedo, puede
ayudarnos a reestructurar nuestro sentido de la realidad para que abarque zonas que creemos
peligrosas. Acompañadas por ella nos volvemos intrépidas, y afrontamos los pasos difíciles que
separan una de otra las etapas del desarrollo personal.
Trae del exilio, dice Nor Hall, ciertos aspectos enjaulados déla naturaleza femenina. Aspectos vírgenes
necesitados de territorio abierto, capaces de ir a hacer contacto con nuestras fuentes inconscientes y
volver para contarlo.
Es, en suma, la actitud arquetípica atrevida y autónoma, que puede hacer cobrar conciencia de las
propias fuerzas ignoradas. Y que puede convertir en protectora y defensora a la que se creía necesitada
de defensa y protección.

El Arquetipo Protector en nuestra vida

Semejante modelo arquetípico activado en la psique femenina puede tener efectos impactantes. Es una
parte nuestra que se encrespa ante cosas que hemos aceptado durante muchos siglos, porque no
sabíamos que podía ser de otra manera. Es la médula viva de nuestra integridad, que duele y late por
debajo de la anestesia cultural.
La Protectora en nosotras defiende esa médula, y provoca las reacciones adecuadas:
• nos hace querer intensamente que sean respetados nuestros verdaderos límites;
• nos hace comprender que es necesaria la hermandad entre mujeres;
• nos hace estar dispuestas a denunciar sin miedo los atropellos a los valores femeninos, las violaciones
y los acosos sexuales.
• nos hace vivir como propios los sufrimientos del planeta y sus especies, porque se trata de seres en
peligro y porque su destrucción amenaza el futuro de todos nuestros hijos.
La Osa Protectora se alza en dos patas dentro de nosotras, dispuesta a intentarlo todo para que esas
reacciones se conviertan en actos positivos de transformación.
Lo que pide el arquetipo protector
La Protectora nos pide, en suma, que aceptemos nuestra '' parte en el estado de las cosas y en lo que se
necesite hacer para solucionarlas.
Durante demasiado tiempo las mujeres aceptamos el papel de espectadoras, canalizando nuestra
energía de signo femenino (nuestra ginergía) hacia estados de apatía, insatisfacción o depresión. ¿Qué
hacer si una cree que no es capaz de nada? ¿Cómo llegar a la acción si una se cree débil y necesitada
de sostén?
Esas creencias no fueron buenas para nadie, ni para las mujeres ni para los hombres, y el arquetipo
protector es el único capaz de transformarlas. Tan sólo se nos pide, como primer paso, que nos
aceptemos como protectoras responsables, antes de pasar a análisis más hondos de lo que "conviene
hacer. Para este crucial proceso, del que depende que sigamos o no desarrollando en nosotras los
siguientes aspectos de la Diosa, el arquetipo de La que Protege nos muestra varios temas que hay que
considerar, y nos pide que lo hagamos:
1. Hasta ahora no se ha alentado a las mujeres a realizar cosas positivas para el mundo, sino a ejercer la
virtud negativa de la abnegación, es decir de negarse a ellas mismas. Con la cual nadie por cierto gana nada,
excepto un viejo sistema cultural interesado en que la Diosa no se active nuevamente en las mortales.
2. Los dominadores patriarcales que han traído a la humanidad hasta esta crisis, siempre han pedido
cuenta de los actos o incluso pensamientos que les desagradaban o no les convenían. Pero jamás a las
mujeres de la actual cultura se les ocurrió que podían con derecho hacer lo mismo, pedir cuentas, cuando se
trata de cuestiones trascendentes como la vida de sus hijos o la ruina del planeta en que vivimos.
3. Las mujeres tenemos muchos medios no violentos para intervenir en los procesos culturales en favor del
orden natural. Pero le tememos demasiado a la otra cara del Modo Protector: el Santo Enojo, porque lo
confundimos con violencia destructora. Sin embargo, sin él es imposible decirles no a las cosas que ya
no deben seguir siendo.
No negarse a una misma. Pedir rendición de cuentas cuando hay razón para hacerlo. Permitirse un enojo
saludable cuando está en juego lo que queremos proteger y es necesario decir no.
Esas son las principales sugerencias de La que Protege, destinadas a fortalecernos para nuestra tarea de
sanación. Lo que vendrá después, a cargo de otros arquetipos, será la
instrucción definitiva que nos permitirá desarrollar al máximo nuestras posibilidades.

Lo que impone
el estereotipo cultural

" Dentro de este sistema se ha alabado a las mujeres no por sus logros sino por auto-sacrificarse y borrarse a
ellas mismas. (Barbara Walker, "La Feminista Escéptica").

¿Cómo es realmente el modelo cultural aceptable de lo que tiene que ser una mujer? En general es una
serie de contradicciones, porque por un lado se alienta el desarrollo de determinadas cualidades, y por el
otro se desalienta el ejercicio pleno de ellas.
Se supone que ninguna mujer ha de ser lo suficientemente fuerte como para asumir la verdadera actitud de
Protectora, con toda la firmeza que eso implica y la insobornable mirada justiciera que proporciona ese
arquetipo.
Pero la mujer es madre, y una de las tareas fundamentales que se le exigen a la madre es ejercer la protección
(incluso, dirían muchos psicólogos, sobre individuos demasiado adultos como para necesitarla
verdaderamente).
Si fuera por el estereotipo cultural, la mujer debería ser débil pero resistente, dócil pero con iniciativa
cuando las cosas se ponen difíciles, indefensa pero llena de recursos para apoyar a los demás. Para no
hablar de los ideales imposibles que se intentó hacerle cumplir en el pasado, según las diversas épocas
(como por ejemplo el ángel asexuado Victoriano, que de todos modos debía procrear continuamente).
Pero detrás de estas eternas confusiones y contraindicaciones es posible detectar algunas cosas. Por
ejemplo:
Que se ha construido gradualmente un prototipo artificial de la mujer, al que los nuevos tiempos están
poniendo en evidencia.
Que la principal finalidad de ese modelo ha sido conseguir que las mujeres deleguen su poder de ser, pero sin perder
por eso su eficiencia funcional como madres, hijas, amantes o colaboradoras.
Esto último por supuesto es totalmente imposible, y este terrible estereotipo disonante nos ha sumido en
desconciertos, crisis de identidad, depresiones agudas e insatisfacciones crónicas.
La doncella idealizada de las historias de caballería, eternamente necesitada de rescate, en espera
perpetua de alguien que la proteja, socava nuestra auto-confianza desde hace cinco o seis siglos. No es
auténtica siquiera, porque las verdaderas leyendas seminales de la Europa Occidental muestran
personajes femeninos estimulantes y enérgicos, que piden cuentas a los transgresores y otorgan
soberanía sólo a quienes lo merecen.
El estereotipo exige en suma que una mujer despotenciada, encerrada entre cuatro paredes y
desconectada de sus instintos naturales, se limite a proteger a sus bebés o a sus mascotas, sin tener
siquiera el derecho de enojarse si le son arrebatados.
Cuestionario

¿Qué problemas mundiales me parece que necesitan de la fuerza protectora natural de la mujer?
¿Que problemas urgentes de mi entorno necesitarían de mi propia actitud de defensa y protección?
¿Qué es lo que impide que una mujer como yo intervenga activamente en la defensa de los débiles que necesitan
de este aspecto femenino?
¿Qué es lo que hace que nuestra cultura sea insensible al sufrimiento de los indefensos (humanos y no
humanos)?

SEGUNDA PARTE
LA MUJER PROTECTORA

Lema: El mundo me necesita, pero no como débil criatura dependiente sino como defensora del orden natural.

(...) Se convierten una responsabilidad colectiva aún mayor, aquí y ahora, cambiar las prácticas que
destruyen la vida de los individuos y el inter-juego de las formas vivas a nuestro alrededor. Ninguna
autoridad externa -Dios, Diosa, ángel o visitantes de otro planeta- lo hará por nosotros. (Starhawk,
"Soñando lo Oscuro").
Simplemente porque necesitamos estar bien equipadas para procrear y preservar la especie, las
hembras tenemos una potente afinidad con la vida en la tierra. Pero eso mismo ha sido causa de nuestros
problemas más amargos.
Susan Griffin fue la primera en señalar que la naturaleza y las mujeres compartimos los mismos sufrimientos,
precisamente por estar tan próximas. La energía femenina o ginergía ha sido usada con tanta
despreocupación como el petróleo o las demás riquezas del planeta (recordemos si no el promedio de veinte
hijos de nuestras bisabuelas), y ambos abusos hoy son denunciados en conjunto.
Proteger a la tierra es protegernos a nosotras mismas.
Y la mujer convertida en Protectora al haber contemplado la belleza de su verdadero territorio Oa creación
gozosa, la participación en los grandes ciclos cósmicos), se pone naturalmente en el estado de
emergencia defensora que hoy se conoce como eco-feminismo. Para saber en qué consiste sirve una frase
simple y contundente de Merlin Stone: envenenar con químicos los ríos, la atmósfera o la tierra no es
polución sino blasfemia.
De allí surge la conciencia planetaria. Sólo un cambio de términos -blasfemia en lugar de polución- y nos
ubicamos en la visión del mundo femenina, que acepta la sacralidad de la materia y la presencia de la Deidad
Creadora en cada uno de nosotros.
La Mujer Protectora desarrolla a partir de esa visión su nueva forma de moverse.
Ya no necesita, como dicen las nuevas autoras, pedir disculpas por sus momentos de mística iluminación
en las montañas, las praderas o el mar; puede dar voz a lo sagrado que percibe, y celebrarlo en la poesía, las
canciones, el ritual o cualquier otra forma de expresión. Pero sí necesita vivir en la práctica una nueva forma
de ética, que según Starhawk consiste en "elegir una actitud" más acorde con sus creencias. Por ejemplo:
considerar este mundo vivo, y todas las criaturas y personas que hay en él, como la definitiva finalidad de
la existencia; considerar sagrados (es decir merecedores de respeto y valorados en sí mismos) al universo, la
tierra y nuestras vidas.
Dicho de otra manera -la de Elizabeth Dodson Gray-, la nueva ética consistiría en descubrir en nuestra
propia psique femenina, una mejor sensibilidad para sintonizarnos con los que comparten el universo con
nosotros. (."Quiero una ética", dice, "que nos capacite para conducirá esta cultura hacia las habilidades
de una responsable vigilancia").
A partir de esto surge todo el programa de la Protectora humana. Todo lo que atenta contra ese respeto
y esa vigilancia debe ser modificado. No bruscamente, no con violencia, sino poco a poco.
La protección defensora debe convertirse en la nueva conciencia.

LA PROTECTORA COTIDIANA
Todo en la vida surge de un acto de imaginación.
(Elizabeth Dodson Gray, en "El Redespertar de la Diosa").
La nueva conciencia protectora nos hace ver, ante todo, que mediante la imaginación es posible
reformular el mundo.
El actual estado lamentable de la humanidad y del planeta fue alguna vez una imagen en alguna mente
humana; una mente que se inclinó al dualismo, al gusto del poder sobre los otros, o a clasificar las cosas en
escalas jerárquicas. Lo que vino después fueron meros desarrollos de esa semilla imaginaria.
Hoy por lo tanto tenemos que volver a hacer lo mismo, pero desde nuestra perspectiva femenina
protectora que utiliza otras imágenes. Y por supuesto hay que empezar por formularse dos preguntas:
a) ¿Qué hay que imaginar?;
b) ¿En qué basarnos para hacerlo como conviene a nuestra especie y al planeta?
La ética formulada más arriba puede servirnos de base. Debemos vigilar que se respete la creación divina,
en toda su espléndida pluralidad.
La nueva espiritualidad de las mujeres aprecia más la diversidad que lo uniforme, porque es mejor para
la supervivencia y muestra mucho más la infinita riqueza de la presión creadora. Por lo tanto, podemos tratar
de imaginar propuestas como las siguientes:
a) En lugar de dualismo (.esto o aquello, esto versus lo otro), imaginar diversidad en convivencia armónica
(.diversas razas, diversos tipos humanos, diversas clases de seres, diversos reinos naturales, diversos
universos).
b) En lugar de imágenes del poder sobre (.amos sobre esclavos, países desarrollados sobre subdesarrollados,
hombres sobre mujeres) imaginar estados de consorcio o partnership, como los que describe Eisler en "El Cáliz
y la Espada": cada uno contribuyendo al bien común con sus propios talentos y capacidades.
c) En lugar de imágenes de jerarquías ( todo ordenado en forma de pirámide, con pocos en la cima y muchos en
la basé), imaginar círculos cooperativos de los que todos participan, sin las rivalidades destructivas que han
impedido en nuestros tiempos la manifestación de la conciencia matricéntrica, genuinamente comunitaria.
La actitud Protectora, que consiste en recorrer el territorio con mirada vigilante y atender a los detalles, puede
ayudarnos a concientizar las imágenes nocivas que habitan nuestra mente sin que nos demos cuenta (el
"tirano atractivo", el irresistible "macho fuerte", el asesino disfrazado de héroe, el cazador valiente, el
brillante ejecutivo -o ejecutiva- sin escrúpulos, la "superioridad" de lo que más nos gusta o de lo nuestro
sólo por la infantil razón de que está relacionado con nosotros).
Casi ninguna de estas imágenes internas es realmente nuestra, porque son heredadas, o inducidas, o
absorbidas del entorno de manera automática. Pero dirigen nuestra vida por cauces dualistas, dominadores y
jerarquizantes.
Tener presente la premisa de que no siempre fue como ahora, nos permite salir de esa maraña cultural y
echar una mirada fresca y protectora sobre lo que nos rodea, para
redefinirlo según nuestra conciencia y reubicarlo de otro modo en nuestra realidad.

El no de las mujeres protectoras


No es preciso gritar para decir un no. E incluso a veces conviene musitarlo a nuestro propio oído,
dirigiéndolo hacia adentro, porque lo que buscamos es un cambio de conciencia para dejarlo de herencia a
nuestros hijos. Por consiguiente, la protectora cotidiana puede ejercer su derecho a decir no en la
intimidad, sin arrojarlo contra nadie, sin confesar siquiera que está cambiando el mundo.
Por supuesto hay cosas que pueden intentarse en la realidad física:
Intervenir cuando alguien atenta impunemente contra los seres vivos de nuestro entorno personal (un
niño, una mujer que no imagina cómo defenderse, un árbol, un animal inerme, un trozo cualquiera de
belleza creado por la Diosa para nuestro bienestar y que está siendo pisoteado).
O rescatar algún ser vivo considerado despreciable, y abandonado para que sufra y muera sin ayuda.
(Para los humanos está la policía, pero nosotras mismas tenemos que ocuparnos de una planta arrancada o
una paloma atropellada por un auto).
Pero casi siempre los actos protectores que reformulan el futuro se ejercen en privado.
Decir no, advierten las mujeres protectoras Gas mujeres-shakti de estos tiempos), es el primer paso para
salimos del esquema de la realidad construido por la mentalidad de amo/ siervo o dominador/dominado.
En primer lugar hay que decirles no a las propias imágenes o pensamientos que nos atan al pasado o nos
impiden potenciarnos (no sirvo para nada, como mujer no puedo hacer cosas positivas por el mundo, si
un hombre no me protege no puedo sobrevivir, soy un ser débil e indefenso).
Luego habrá que empezar a decirles no a las manifestaciones más nocivas del sistema de dominador, es decir las
pesadillas que ya están materializadas en el mundo externo (la destrucción del planeta, la guerra, el hambre, los
abusos a los débiles, las discriminaciones, nuestra propia situación como mujeres sin poder de ser).
Ese no irá irradiando en la conciencia colectiva y será más fuerte, por supuesto, cuantas más mujeres lo pronuncien
con pasión de protectoras. Y, de vez en cuando, podrá ejemplificarse en un rechazo concreto del dominador de
carne y hueso (negarse a atender o servir sexualmente a los patriarcas, a comprar sus productos, a entregarles
nuestro amor, sugiere Barbara Walker como efectiva aplicación del no de las mujeres).
La protectora cotidiana, sin hacer ruido alguno, está capacitada para dar forma al futuro

AUTOINDAGACIÓN

1. ¿Qué me impide crecer y declararme adulta?


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¿Qué factores personales o sociales no me dejan asumir mi poder y mi responsabilidad?


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2. ¿Debería hacer algo para mejorar mi vida amorosa?


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¿Cuál es mi verdad afectiva?


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¿Creo tener madurez sentimental?


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3. ¿Puedo crearme cuando quiero un espacio mental protegido?


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¿De qué tensiones y rencores tendría que librarme?
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¿Cuáles son las ideas que verdaderamente me interesan?


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4. ¿Dónde está estancada mi energía creadora?
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¿Qué es lo que reprime mi capacidad de concreción?
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¿Sé decir no a las exigencias indebidas de los otros?
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¿Soy generosa con los que me necesitan?
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Espacio compartido

Podría hablarte mucho de las cosas que activan en mí el Modo Protector, ya que tengo una Artemisa
muy marcada y el tema me apasiona totalmente. Pero me llevaría lejos, y habría que rehacer la página.
De modo que prefiero que sean otras las que hablen de las cuestiones que conciernen a mi propio
aspecto protector.
Por ejemplo, puede hacerlo el extraordinario libro de Graciela Fcrreira "Hombres violentos, mujeres
maltrata-áas'O992), que me impactó sobre todo por haber sido escrito en la Argentina con la adultez y
el coraje que este tema, en general, consigue sólo en centros neofemeninos como Estados Unidos o
Inglaterra. Ferreira asume plenamente el Aspecto Protector de lo femenino arquetípico, nos invita a mirar
sin paliativos realidades cotidianas que muchas ignoramos pero todas compartimos en niveles
colectivos, y nos produce un cambio de conciencia a través de su estudio profundo del problema,
cuadros psicológicos que pueden servirte de advertencia y testimonios que dan escalofríos. Obras
como ésta no pueden pasarse por alto si se quiere realmente saber.
Y otras veces siento que hablan por mí las imágenes del cine. Porque hay Santa Ira con mayúscula y
restallante Modo Protector en las películas de directoras noveles (Karen Arthur, Lisa Otto por
ejemplo), que por primera vez hacen claras denuncias sobre temas cruciales para la transición hacia el
futuro: la violación, que el hombre sólo entiende si la sufre en carne propia (en "La Violación de Richard
Beck ") la invasión perversa de la privacidad (en "Peligrosa seducción"); el abuso de los niños (en "Actos
inconfesables").
Las denuncias como éstas, o como las ecológicas, me aflojan la tensión. Siento alivio al saber que se
habla de estos temas, y que ya se resquebraja la falsa cobertura que antes era imposible atravesar. Dian
Fossey, la protagonista real de "Gorilas en la niebla", perdió la vida en el intento de salvar a una especie
amenazada; y otras mujeres que parecían ajenas a estas cosas, como Brigitte Bardot, se esfuerzan por
despertar conciencias todavía no tocadas por el aspecto protector. Lo que prueba que nada está
perdido y que avanzamos hacia la salida.
Creo que fue este impulso defensor lo que me hizo salir de mi estancamiento personal, porque aún
después de vislumbrar mis nuevos límites, el tironeo hacia atrás siguió siendo muy fuerte. En la antigua
manera de ser que creía parte de mí y que ya no me servía (estructurada y rígida, polarizada y
extremista, obstinada y dolorida) figuraban mis amores, mis preferencias apasionadas, mis enfoques
dramáticos que no quería cambiar porque tenían un halo glamo-roso. Por otra parte, la verdadera
conciencia femenina que debía asumir ahora implicaba un mundo sin jerarquizaciones ni dualismos, sin
cosas o personas preferidas más que otras, sin inútiles gastos de una energía que debía canalizar hacia
todas las criaturas de la Madre.
Fueron años de luchas rebeldes por seguir en el dolor, por lograr cosas que nunca pude definir del todo y
que hoy ya ni me importan. Menos mal que dentro de mí una parte lúcida sabía bien adonde ir y qué hacer
para llegar. Yo solo intuía que debía apurar las cosas, extremar situaciones para liberarme de ellas, tirarme
de cabeza en la desilusión para obligarme a abandonar el cerco y trabajar en adelante desde mi realidad.
La fuerza salvadora que, por suerte, contrarrestaba la inercia desde afuera era la compasión de lo
femenino arquetípico por las criaturas maltratadas, su santo enojo ante el sufrimiento de toda su creación
amenazada y abusada. Había que apresurarse. No se podía perder más tiempo, porque la Protectora, mi
Artemisa, había vuelto a la tierra a través del nuevo movimiento femenino y nos llamaba a todas a
colaborar con ella. Creo que sólo por eso me decidí a ser libre.
Hay alguien que recorre mi territorio para defenderlo y velar por los derechos de la Diosa, y ahora llega el
momento de saber quién es. Porque, aunque se trata de mí misma, todavía no me conozco • Muchos siglos de
condicionamiento nos impiden saber quiénes somos, o cómo es la historia mítica que nos toca vivir a cada una •
Necesariamente, lo Divino Femenino adopta un aspecto que viene en nuestra ayuda para mostrarnos
nuestro verdadero rostro. Porque si no lo conocemos, no podemos reclamar nuestro justo lugar en el
esquema universal • La Iniciadora nos cuenta acerca de nuestro propio y desconocido corazón.
Palabras clave:
• los misterios interiores
• puertas abiertas
• el mito personal

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: La acción hacia afuera -social, ecológica, política o humanitaria - nos
desgasta con terrible rapidez. El entusiasmo se agota, la energización que creemos exclusivamente personal
desaparece en las fricciones sucesivas, los obstáculos se vuelven cada vez más grandes. Pero es allí donde el
arquetipo iniciador nos inspira una inversión del movimiento, y un meternos hacia adentro que le dará la
ocasión de hacerse oír. La tentación de apartarse, decir no a las exigencias de los otros y estar a solas con
nosotras mismas no es un brote de egoísmo inesperado, sino la necesidad impostergable de bucear hasta
ubicarnos en nuestra real y más fuerte identidad.

LA QUE INICIA
Con La Iniciadora nos llega el momento de profundizar.
Hasta ahora hemos admitido la presión creadora, hemos dado paso a nuestra energía interna, la hemos
encauzado para que no se disipe, y hemos establecido un sistema de vigilancia y protección del terreno por
donde debe circular.
Pero eso fue sólo una preparación, porque en realidad sólo ahora caemos en la cuenta de que hay que
averiguar qué hacer con ella.
Ir hacia adentro es la única respuesta. Dejar por un momento de colocar toda nuestra atención consciente
en el entorno (que ya está delimitado y protegido por los pasos anteriores), y ocuparnos del mundo interior
con la misma intensidad. Es urgente saber quiénes somos realmente, y cuál es la tarea particular e
intransferible con la que hemos de hacer nuestro aporte al bien de todos.
La Iniciadora es la presencia arquetípica que dentro de nosotras puede ayudarnos a encontrar pistas,
interpretar señales, descifrar enigmas e ir desenrollando el hilo conductor de nuestro mito personal.
Lo que hay que descubrir es nuestra propia identidad, el meollo o núcleo de nuestro ser total de donde
surgen las líneas conductoras de toda nuestra vida. Es lo que los antiguos denominaban los Misterios
del Caldero y la Caverna, los espacios cóncavos nutricios donde podemos ovillarnos para volver a nacer,
y sólo entrando en ellos podemos encontrarnos a nosotras mismas.
En el mundo moderno esto está parcialmente comprendido dentro del recurso cultural del análisis
psicoterapéutico, que recoge esa necesidad de introversión y acompaña en la búsqueda. Pero para ser
totalmente eficaz debería ir más allá del alivio de síntomas meramente personales, y conectarnos con la
posibilidad de un Yo no sólo más integrado sino de un orden diferente.
En los pueblos antiguos los ritos de pasaje hacia esa otra realidad -por ejemplo los de Deméter y Perséfone en
Eleusis-eran representados en el mundo concreto, y tenían estructuras visibles, símbolos y espacios donde
manifestarse. Hoy esos ritos, como dice Nor Hall, "se han vuelto hacia adentro, y pueden ser vividos como
etapas de transformación psíquica"; y aunque las gentes ya no se reúnen, como en Eleusis, a lo largo de un
camino físico sagrado para ir en busca de sus almas perdidas, es posible vivir a solas esa búsqueda de
totalidad.
El medio de hacerlo está dentro de nosotras esperando ser utilizado, y es la actitud arquetípica de La que
Inicia.

Las iniciaciones femeninas


Lo que parece ser necesario par a cada una de nosotras es dirigir el enfoque hacia adentro, y empezar activa e
inteligentemente a crear el mundo que queremos (Vicki Noble, "Mujer Shakti).
La iniciación no consiste en recibir poder, conocimiento o dones especiales. Es simplemente ser puestas
por el Yo profundo en el comienzo (o el inicio) del camino correcto en que podremos desarrollar mejor
nuestras habilidades, para contribuir al bien común.
O, como dice Matthews, ser colocadas en medio de una sala repleta de objetos de poder que habrá que
aprender a usar.
Como es el primer paso de un proceso que lleva más allá de lo que creemos ser, tiene que haber algo o
alguien que nos enseñe a salir de las zonas conocidas. Pero el actual tipo de cultura no nos proporciona esa
ayuda a las mujeres. Hemos perdido nuestros viejos roles de importancia socio-cultural. La sacerdotisa
canalizadora de la Diosa, la chamana curadora, la sibila oracular, la anciana sabia mediadora entre los planos de
existencia), que eran otros tantos inicios de sendero personal para que nuestros ancestros femeninos
emprendieran su jornada. ¿Y qué nos queda?
Los inicios posibles de que disponemos son muy vagos, imitados de los hombres o impuestos desde afuera. E
incluso el sagrado rol de madre fue sacado de contexto y perdió su carácter iniciático, ya que el tener un
hijo es el acto chamánico por excelencia y se inscribe en el campo de la experiencia religiosa
¿Cómo llegar entonces a saber quiénes somos?
La nueva espiritualidad de las mujeres recupera, sin embargo, mucho de lo perdido. Ya sabemos que no
siempre fue como ahora, y activamente revisamos el pasado en busca de datos útiles para reconstruir
nuestra idea del porvenir. Pero, a la vez, las iniciaciones femeninas siguen siendo vividas en forma
natural de dos maneras principales:
a) en forma individual, en la intimidad de sueños, anhelos o visiones que nos asaltan sin quererlo;
b) en forma colectiva, porque participamos sin saberlo en las nuevas etapas de crecimiento de la mujer
universal.
Lo que falta es vivir el proceso con plena conciencia, y colaborar con él a través de actitudes y
elecciones apropiadas. Una elección equivocada puede apartarnos indefinidamente de nuestra tarea real.
Pero esa sabiduría capaz de descubrir qué es lo apropiado es, por supuesto, más que personal, y reside en el
aspecto de la Diosa que conocemos como La Iniciadora.

LA INICIADORA ARQUETIPICA
“Hay muchas muertes que atravesar durante una sola vida”. (Nor Hall, "La Luna y la Virgen").
Hay un factor interno femenino que aparece o se en los momentos de tránsito, cuando hay que
atravesar un pasaje difícil hacia una nueva etapa. Es la arquetípica "partera de la psique" que se requiere en
situaciones de emergencia, es decir cuando un yo más maduro trata de emerger o brotar del inconsciente.
Como arquetipo mediador entre una fase y otra del proceso iniciático, tiende puentes de memoria entre
el pasado y el presente, y puentes de intuición entre el presente y el futuro. Sólo así, a través de esos caminos
abiertos sobre el vacío, vamos asumiendo nuestros sucesivos yoes rumbo a nuestra plena floración.
Recordar e intuir son las funciones que permiten el avance.
En general, el tirón arquetípico de La Iniciadora nos llama hacia adentro y provoca en nosotras etapas de
profunda introversión, pues solamente a solas y en la oscuridad
nutricia de la caverna materna puede tener lugar la gestación. Es por eso que las neofemeninas nos
recomiendan no temerle al deseo de soledad, que no implica "rarezas" personales, sino necesidades
fundamentales de la psique a cierta altura de su desarrollo.
Hay que recordar que la acción de este arquetipo se inicia después de que los aspectos anteriores de
energización, limitación y protección nos han hecho más fuertes.
En la mujer-niña patriarcal, instalada en su limbo de sueño y su ilusión de fragilidad, La Iniciadora suele
permanecer en estado latente; o, a lo sumo, se limita a susurrar
le al oído incitaciones al crecimiento aunque ella no la atienda.
Su tarea se cumple plenamente en las personas que ya no están donde estaban antes, pero no han
llegado aún adonde quieren ir, para citar otra frase notable de las neofemeninas. Es por lo tanto un
arquetipo de sostén, un movimiento de asistencia para ayudarnos a dar el paso que nos atemoriza. Y
conviene estudiar las maneras en que se lo ha representado en el pasado, para no tenerle miedo y aceptar
tenderle nuestra mano cuando lo necesitemos.
La Vieja Sabia
Todo inicio es un momento especialmente delicado, decía Frank Herbert, el autor de "Duna" fascinado con las
posibilidades de lo femenino. Y es por cierto un terreno delicado el que se pisa cuando se trata de
las imágenes de La Iniciadora.
Si queremos prepararnos para el encuentro con este arquetipo, necesitamos redefinir varios conceptos
relacionados con zonas inquietantes de la feminidad.
1.La Iniciadora nos ayuda a renacer en un yo más maduro. Por consiguiente es una etapa previa
a la renovación, que puede compararse con la luna oscura; la que no se ve en el cielo, la que siempre
produce vagas inquietudes porque escapa al control visual y racional.
Esta fase femenina se ha representado siempre con la Mujer Oscura de Conocimiento, o Vieja Sabia. Un
personaje del folklore y la leyenda que asusta porque exige cambios, propone enigmas, anuncia finales, y
nos impulsa a acciones temerarias destinadas a hacernos crecer.
De allí a convertirla en hechicera que devora niños, como en "Hansel y Gretel" o tantos otros cuentos, hay
solamente un paso. Pero los niños que devora son precisamente nuestras etapas infantiles que han
de quedar atrás.
2. La Iniciadora es la Vieja, el tercer miembro de la Diosa Triple, y por lo mismo se manifiesta en la mujer
cargada de años y experiencias. Pero en nuestra cultura la mujer de edad está desprestigiada y marginada, y
su rol social tiene connotaciones negativas relacionadas con el fin de la función reproductora.
Lo que en ella se teme en realidad es lo que sabe acerca de la vida, porque ya discierne todos los
engaños y no es fácilmente manejable. Y lo que en las tradiciones populares patriarcales se llama su "ojo
maléfico", es por cierto la mirada penetrante con que traspasa las falacias.
Lo que hay que transformar en este caso es la ecuación vejez = decrepitud, que ha de pasar a ser
vejez=pasaje hacia la regeneración. De esta forma se restaura el gran ciclo de la
vida, y La que Inicia puede asistirnos en nuestros múltiples renacimientos.

El Arquetipo Iniciador
en nuestra vida

“Rara vez nos damos cuenta de que estamos llevando adelante un programa mítico, nuestro propio ciclo de
misterios”.(Caitlín Matthews, "Elementos de la Diosa")
La mujer-niña no se atreve a entrar sola a su propio interior.
Sólo después de haber conocido con el Aspecto Limitador su verdadero territorio, cobrará confianza y
aceptará ir en busca de la fuente de su real identidad, en un proceso de liberación de su ignorado potencial
que culminará más tarde (ver capítulo 7). Pero de todos modos el proceso no es fácil. Hay que morir como
niña para nacer corno mujer, y sobre todo para entrar en contacto con el propio mito personal.
Para pasar a vivir una historia más amplia, dice Jean Houston, exponente ilustre de la Psicología Sagrada. Es
decir, instalar nos con conciencia en la mítica aventura que, sin saberlo, estamos viviendo. Y es la acción
profundizadora del arquetipo iniciador lo que nos permite hacer contacto con el nivel interno donde nuestra
biografía se inserta en esa aventura.
No se trata simplemente de poner en claro nuestros condicionamientos, o las motivaciones más
profundas que nos guían en esta vida a partir de las experiencias de la infancia. Es más bien trasponer el
umbral hacia otro campo de la realidad: el reino arquetípico donde nuestra historia personal se ve bajo otra
luz, y resplandece con otro significado.
La iniciadora nos ayuda a descubrir por dónde hacer ese tránsito. Cómo pasar de la historia menor a la
más grande, que en general es alguno de los mitos perdurables de la humanidad: La búsqueda del Grial, el
Rey Herido, el regreso de Ulises al hogar, Fausto que vende su alma, Deméter separada de Perséfone,
Edipo convertido por la desgracia en sabio consejero, el Hombre Silvestre o la Amazona recorriendo los
bosques, la enviada de la Diosa entregando o quitando al héroe la espada de Soberanía.
Libretos prototípicos como éstos son representados una y otra vez, de mil maneras diferentes, y hemos de
descubrir cuál rige secretamente nuestra vida.
Leyendo un libro, viendo una película o un cuadro, interpretando un sueño, saboreando silenciosamente
un nombre que nos parece nuestro, viendo una imagen familiar contra el fondo de nuestros párpados cerrados,
podemos dar el paso a través del umbral y encontrarnos de pronto en otro lado, injertadas en el mito universal.
Para eso La que Inicia nos ha dado de pronto el gusto por la introversión, la reflexión, la lectura o los largos
períodos de sueño. Para eso ha avivado la memoria ancestral y genética de escritores, pintores o directores
de cine, que sin saberlo colaboran en nuestra iniciación.

Lo que pide el arquetipo iniciador


Lo que ante todo nos pide el arquetipo iniciador es reaccionar (al menos por momentos) contra los
miedos culturales al crecimiento y al cambio.
Esos miedos ocultan por supuesto un temor más profundo a la vejez y la muerte. Originado a su vez en la
mentalidad lineal del patriarcado, que no acepta la idea de renovación cíclica pese a verla manifestada en
todas partes en el mundo natural.
Es posible por lo tanto salirse de esas emociones inducidas -implantadas por milenios de progresiva separación
mental de la naturaleza-, mediante un esfuerzo simple pero prolongado que ya iniciamos con el Aspecto
Limitador:
Ir identificándose con los ciclos vitales hasta sentirse parte de ellos, y como ellos renovable.
'" Esa actitud dictada por La Iniciadora es el paso inicial de un programa complejo, pero que irá siendo cada
vez más fácil una vez que se suelte el ímpetu arquetípico y nuestras resistencias se vayan suavizando.
' Entrar en el caldero de regeneración para salir renacidos, dicen antiguas tradiciones. Meterse en la
caverna de la incubación renovadora para descubrir el propio nombre, sugieren viejas prácticas
iniciatorias que conocieron tanto los griegos como los americanos nativos.
Dicho en palabras más modernas, según los actuales estudiosos de la Mitología Transformativa los
pasos del proceso podrían ser los siguientes:
1. Aprovechar los beneficios de nuestras heridas personales ya sufridas (nuestras pérdidas, fracasos y reajustes
dolorosos), que es por donde lo sagrado iniciador ha entrado a nuestra vida.
2. Morir voluntariamente a nuestra historia pasada (nuestro mito menor y transitorio), para que la historia más
grande pueda manifestarse a través nuestro.
3. Aceptar dar el paso desde el viejo mito que gobernaba nuestra vida (las luchas y metas que creíamos
importantes), hasta el nuevo mito universal que nos ofrece otras vías y soluciones.
4. Recomponer el diseño de nuestra personalidad (el mándala o dibujo circular que simboliza nuestro mundo
individual), agregando los nuevos elementos que hemos aceptado como nuestros.
5. Devolver al caldero regenerador lo que hemos recibido de la vida, para que todos puedan beneficiarse de
ello (es decir, compartir activamente nuestros logros iniciáticos, para estimular a los demás a la renovación).
6. Entender bien de qué manera nuestra actual vivencia de la historia más grande (es decir, el nuevo mito
universal al que nos hemos adherido) puede ser útil a la humanidad.
Esta clasificación elaborada con palabras no es por supuesto fiel reflejo de lo que se experimenta. El
verdadero proceso es, en síntesis, un cambio de imágenes rectoras, donde las intuiciones y recuerdos
ancestrales intervienen más que la razón.
En el caldero nos fusionamos con la riqueza y la sabiduría que otros lograron, así como otros se fusionarán
luego con las nuestras. De esta manera, el equilibrio entre el Tomar y el Dar entra a formar parte de nuestra
experiencia personal directa.

Lo que impone el estereotipo cultural

Es fácil advertir que nada de lo dicho más arriba tiene que ver con el actual estereotipo iniciador de las mujeres, si
es que existe.
Para esto es útil observar lo que las religiones de la Diosa conocen como la Péntada; es decir, el trayecto en
cinco etapas que constituye el ciclo vital:
1. Nacimiento. El comienzo, el tiempo de llegar a ser.
2. Iniciación. La adolescencia, el tiempo de la individuación.
3. Amor. El tiempo de la unión con otro, de la adultez plena. 4. Reposo. El tiempo de la edad avanzada y la
sabiduría.
5. Muerte. El tiempo de soltar y de marchar hacia el renacer.
Si se aplica este esquema a las mujeres de nuestra cultura, se verá que se pasa demasiado rápido del punto 1 al
punto 3, salteándose la necesaria iniciación.
¿Qué podrá hacer con el amor, con el reposo y con la muerte una mujer que nunca fue iniciada en su
verdadera identidad?
El estereotipo cultural quiere moldear mujeres sin auto-conciencia, sin individualidad intransferible y sin
cauces personales para su ginergía.
Como sólo una mujer puede iniciar a otra en los misterios femeninos, y como las escuelas femeninas de
misterios han desaparecido del mundo civilizado, nada tenemos en el entorno social que nos ayude a
encaminarnos por nuestra propia senda.
El estereotipo impone una mujer inmóvil en su minuto evolutivo, como un reloj sin pila, arrastrando
inconscientemente hasta la muerte de su cuerpo una adolescencia no resuelta.
Cuestionario
Si miro hacia atrás, ¿qué diseño o patrón general me parece que tiene mi vida pasada (una serie de
fracasos amorosos, una búsqueda de algo, un avanzar decidido hacia determinada meta, por ejemplo)?
…..…………........................................... ........................................... ...........................................

¿Con qué personaje, historia de ficción o figura pública me siento más identificada …..
…………........................................... ........................................... ...........................................

¿Qué me parece que me está diciendo acerca de mi verdadera identidad?


…..…………........................................... ........................................... ...........................................
¿Cuál fue, en realidad, el objetivo principal de mi vida hasta hora?
…..…………........................................... ........................................... ...........................................
SEGUNDA PARTE
LA MUJER INICIADA
Lema: El mundo me necesita, pero no como desconocedora de mi propio potencial, sino como adulta que
conoce su propia identidad.
La emergencia de la sensibilidad y el potencial femeninos resulta tan esencial para la supervivencia humana,
como desconcertante para los estilos y standards tradicionales de la mayoría de las culturas. (Jean Houston,
"La Búsqueda del Amado").
La Iniciada de nuestra época es, por supuesto, la trabajadora de los nuevos tiempos, la que se ha dado
cuenta de que el regreso de los valores femeninos arquetípicos es necesario para el equilibramiento
universal.
El primer camino propio en el que hemos de iniciarnos es obviamente nuestra esencia femenina, para
poder empezar a avanzar desde raíces más firmes. Después vendrán, claro, la conciliación de los
opuestos y la asociación con el varón; pero en primera instancia, antes de pasar a la tercera etapa de la
Péntada (el Amor), es necesario individuarnos como seres femeninos.
Es por eso que ha surgido de manera espontánea lo que conocemos como la nueva espiritualidad de las
mujeres. Un movimiento que reclama la existencia de nuestra herencia femenina, nuestra visión del
mundo y nuestra religiosidad. Que nos propone definir lo femenino y describir sus múltiples aspectos
para poder llevarlos a la práctica.
Cavando en el pasado, tanto en la tierra material de los arqueólogos como en la propia memoria genética
almacenada en nuestras células (lo que los esotéricos llaman memoria analéptica), un grupo de mujeres
inspiradas por La Iniciadora abrieron otra vez la caverna incubadora o el caldero regenerador, para sus
hermanas de estos tiempos.
Hoy podemos leer lo que escribieron, contemplar lo que pintaron, dialogar con los Tarots que concibieron, o
viajar en sus novelas hacia panoramas que antes no habíamos visto desde nuestra perspectiva de mujeres.
Todo cambia desde esa perspectiva, y nuestro propio proceso iniciador se activa intensamente al
adoptarla.
Son los primeros movimientos emergentes de la Conciencia Femenina, lista para nacer después de su
milenaria incubación. Una conciencia muy compleja, dice Jean Hous-ton, y por lo mismo
"extraordinariamente capacitada para orquestar las múltiples variables del mundo moderno" y ofrecer
nuevas soluciones.
Las mujeres activadas por esta emergencia somos en conjunto, dice Starhawk, la más poderosa fuerza
mitogénica que existe. Es decir, generadoras de los nuevos mitos de la humanidad, que estarán más de
acuerdo con las necesidades de la siguiente etapa evolutiva.
En este momento, y aunque muchas no lo sepan, todas las mujeres nos movemos plenamente en el espacio
grávido de La Creadora, familiarizándonos con nuestra verdadera esencia a través de los mensajes de su
aspecto Iniciador. Gestando un mundo más seguro para nuestros hijos y más benévolo para todos los seres.
La Iniciadora nos ha hecho comprender que en nuestro núcleo encontraríamos las instrucciones necesarias. Y
hemos j, ¡percibido que nuestros deseos profundos son confiables, porque son la manera en que esas
instrucciones llegan a i nosotras.
Todo deseo genuino es un indicador que nos marca el camino hacia el completo desarrollo. Si nace
realmente de nuestro corazón, proviene de la fuente iniciadora. Y siguiéndolo hasta el fin nos reencontramos
con lo Femenino Sanador.

La autoridad interior
Tenemos que librarnos de la idea de que sólo unos cuantos individuos a lo largo de la Historia han tenido
una línea directa con la verdad.(Starhawk, "La Danza en Espiral").
Al que se siente adulto le gusta tomar sus propias decisiones y decidir por su cuenta lo que ha de hacer
con su vida.
Pero a las mujeres hasta ahora nos ha resultado muy difícil asumir esa mayoría de edad. La identidad
de cada una no había llegado a solidificarse; había permanecido en un estado fluido e indistinto, como
advierte Starhawk, lista para adaptarse a los demás y adoptar el rostro que se nos impusiera. Sin embargo,
eso está a punto de cambiar. En vísperas de dar a luz a lo Femenino Consciente, la mujer universal está ya
en condiciones de internalizar la autoridad y dejar de proyectarla sobre figuras externas.
Un ser humano vivo o muerto, un libro, un código, un diploma sobre una pared, un manual de
instrucciones o un simple recetario han sido hasta el momento los depositarios de nuestra firmeza
interna. Pero La Iniciadora atrae todo hacia adentro, y también recupera esa firmeza dirigiéndola
hacia donde pertenece, nuestro propio interior.
La nueva espiritualidad de las mujeres surgió de la experiencia compartida de personas adultas, que
habían tocado el núcleo de su real identidad. Por eso es que valora, sobre todo, el coraje de correr un
riesgo o cometer errores; la intrepidez de hacer las propias elecciones y actuar en consecuencia. La
valentía suprema, en suma, de asumir nuestra propia autoridad sobre lo que nos concierne.
Es la única manera de llegar a ser del todo humanas, con todas las falencias y las posibilidades infinitas
que eso implica.
La presencia de la Diosa se manifiesta de adentro hacia afuera desde ese núcleo que La Iniciadora
nos ha hecho vislumbrar. Su fuego espiritual nos va templando progresivamente, hasta hacernos lo
bastante fuertes como para vivir de otra manera, más acorde con nuestras tareas transpersonales.
La nueva mujer es la que ha vivido ese proceso alquímico transmutador, activado por lo Femenino
Arquetípico en su faz iniciadora. Después de eso ya no puede ser la misma, y está dispuesta a tomar
parte con su ser total en la tarea colectiva de recuperación y reequilibramiento.

LA INICIADA COTIDIANA

A la sacralidad de la naturaleza y de la vida la están sintiendo y le están dando voz las mujeres.
(Elizabeth Dodson Gray, "La Naturaleza como acto de Imaginación").

Cuando una mujer ve por primera vez que se abre ante ella su camino personal, todo su universo cambia.
En lugar de tareas vacuas y carentes de sentido, sólo asume actividades que la expresan por completo.
En el conjunto de sus experiencias va apareciendo una coherencia que antes no era posible. En el diseño de su
vida se va dando una armonía que antes no se daba.
Aunque elija los roles tradicionales de madre o ama de casa, lo hace porque ha descubierto que es eso lo que
quiere desde su núcleo más profundo. Shinoda Bolen ha descrito muy bien a las mujeres fuertemente
influenciadas por los modelos interiores de Deméter (la Madre arquetípica) o Hera (La Esposa), cuyo patrón
de desarrollo no se realiza si se apartan de ellas.
Pero el error es creer que para todas es lo mismo.
La multiplicidad ilimitada de la Diosa provee trayectos diferentes para cada una de sus hijas. No es de
extrañar que tan alto porcentaje de mujeres haya sentido en los últimos milenios tanta frustración, ya que
un arreglo cultural que desconoce nuestras posibilidades había dejado sólo dos o tres opciones a nuestra
disposición.
Ahora se ve que lo importante es descubrir el trayecto que surge en forma natural desde el centro interior. El
laberinto de las vivencias personales tiene un punto central de referencia, al que la iniciada cotidiana
puede acceder para chequear lo válido de cada acción, de cada compromiso, de cada gasto de energía. (Si tu
camino es por ejemplo canalizar
b) la reivindicación de un rol tan femenino como el de procesadora de alimentos naturales, herencia directa
de las prehistóricas recolectoras que daban de comer a todo el clan;
c) el decir no a los elementos destructores del entorno natural y el organismo individual (plaguicidas,
sustancias químicas preservadoras, adulteraciones de alimentos), llevando a la práctica lo que le inspiran
La Protectora (ver capitulo 4) y La Nutricia (9), porque ése es su camino en especial.
Otras caminarán por los senderos marcados por La Energizadora (las activistas en pro de los derechos
femeninos, por ejemplo); por La Limitadora (historiadoras que revisan los registros sobre las mujeres, o
el desarrollo de nuestro papel social a lo largo de los años), o por cualquiera de los demás aspectos de lo
Divino Femenino.
La iniciada de hoy tiene una ilimitada cantidad de caminos por andar y de tareas urgentes por cumplir. Lo
importante es saber por qué lo hace, y para quiénes.
Autoindagación

l.¿Tengo la suficiente autoconfianza como para admitir que puedo ser un factor de sanación?
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¿Los demás reconocen, o ven, las posibilidades que siento dentro de mí?
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2. ¿Me permito expresar alguna vez activamente toda mi intensidad emocional?


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Lo que llamo mis “sueños personales”, ¿me retiene en el pasado o me impulsa hacia su realización?
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3.¿Comprendo, aunque sea por momentos, cómo funciona el patrón básico de mi propia vida?
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¿Tengo una idea clara de lo que me sucede en general?
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4. ¿Sé compartir mis bienes?
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¿Sé asociarme con mis pares para dar mis aportes a un círculo común?
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¿Creo que lo que doy me vuelve multiplicado?
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Espacio compartido
Una de mis estudiantes llegó un día trémula, descompuesta y pálida. Una aspirante a astróloga la había
tomado de conejo de Indias y le había dicho entre otras cosas que no se iba a casar nunca. Yo la conocía
un poco y me pareció que no era propia de ella -de sus profundos intereses, de su carácter básico- esa
reacción desesperada, como la de alguien que enfrenta una catástrofe. En consecuencia, le
preguntamos al Tarot. No acerca de lo que sucedería, sino acerca de lo que quería realmente.
Lo que quería era sanar gente, aconsejarla, canalizar sabiduría; amores sí, pero no asumir el papel de ama
de casa. Y cuando vio sobre la mesa en las cartas redondas del Tarot de Vicki Noble sus verdaderos
anhelos, se le pasó en el acto todo el malestar. El susto había sido cultural, inducido por los yoes artificiales
que nos imponen a las mujeres. Pero al abrirse hacia adentro, aunque fuera fugazmente a través de la
consulta oracular, tocó por un momento el yo profundo que custodia La que Inicia y vio las realidades
que se mueven más allá de las palabras.
Otro caso me dejó más preocupada, porque nada pude hacer para aliviarlo. Una mujer vino a verme para
informarse sobre mis cursos; se la veía en problemas, con un defecto físico marcado que reflejaba un
conflicto con el arquetipo de la autoridad masculina, representado por El Emperador en la serie del Tarot.
(Dicho muy brevemente, para la Cabala .Hermética cada Arcano Mayor tiene sus correspondencias con
el cuerpo y sus funciones, y el Emperador se relaciona con el sentido de la vista y la correcta visión).
Pero cuando empecé a explicarle los alcances de la espiritualidad de las mujeres -o tal vez cuando
nombré a la Diosa- me miró con alarma y saltó virtualmente de la silla.
"Pero, ¿y el aislamiento?", me dijo con espanto. Yo me quedé callada, porque el Caldero femenino y el
Cuadrado cerrado del Patriarca (cuyo símbolo geométrico es el cubo) batallaban de nuevo. "¿Quién
habló de aislamiento?", terminé por decirle, pero sin insistir. Hablaba de aislamiento como de un castigo
que podía sobrevenirle si se ocupaba de su naturaleza femenina; pero se la intuía corriendo sin parar a lo
largo de los límites internos del cuadrado, aislada en su prisión y sin saber que podía haber una salida.
Se definía a sí misma, no como mujer con identidad propia, sino como entidad informe y blanda,
programada tan sólo para relacionarse con un hombre y complacerlo. Tal vez su pregunta era realmente,
sin que ella lo supiera: "¿Y qué haré cuando pierda el aislamiento en el que vivo, qué haré si me
conecto con mi fuente femenina?".
No volví a verla ni supe nada de ella, pero su dolor, su soledad, su carencia de caminos por donde su
energía pueda llegar a los demás me asaltan casi a diario desde los rostros abatidos de muchas mujeres
con las que me cruzo por la calle. Sin verdadera identidad no hay autoestima. Sin autoestima no hay
verdadera sanación.
Claro que lleva tiempo descubrir el diseño de la propia vida, y de nada sirve impacientarse. Creo que
depende de decidirse a hacerlo como prioridad básica, y adoptar un enfoque paciente y metódico que
se logra mejor (por supuesto) con la madurez. Cuando ya hemos logrado algunas cosas y eso nos sirve
de estímulo para seguir buscando, investigando y excavando.
A mí me ayudó mucho, te confieso, un libro extraordinario que leí como en trance y ejemplifica como
ningún otro la tarea iniciadora de las escritoras del Movimiento de la Diosa. "Las Nieblas de Avalan", de
Marión Zimmer Bradley, impactó de tal forma a los lectores de habla inglesa que Jean Shinoda Bolen pudo
proponer su personaje principal -Morgana-como alternativa adicional a las mujeres que no se identifican
con ninguna de las siete diosas griegas de su famoso "best-seller". Las que sentimos la presencia de la
Diosa y la necesidad de trabajar a su servicio, ahora contamos con este arquetipo inolvidable para
definir ciertas extáticas vivencias. Para entender el por qué de ciertas autoexigencias muy marcadas, o
algunas trayectorias emotivas especialmente complejas.
Como representante del Aspecto Iniciador, Marión Bradley ha cumplido en "Avalón" una tarea
formidable , con un nivel de excelencia que sería inútil buscar en sus libros anteriores. Tomó toda la
masa de las leyendas arturianas -que habrás visto en el cine en versiones como "Excalibur" o "Los
Caballeros del Rey Arturo" o "Merlín y la Espada"- y le dio un giro tan completo que pudo enfocarla desde el
punto de vista femenino y describir un panorama complementario y diferente. Mostró que hay otra
lógica, otras razones, otras maneras de mirar que nadie había atendido durante muchos siglos. Que hay
otras causas para lo que pasa, además de las que se admiten fácilmente. Y que el mundo femenino
espiritual tiene su propia riqueza peculiar, basada en otra serie de valores (los que estamos viendo en
este estudio de los aspectos de la Diosa), que es urgente volver a respetar.
Ya ves cómo funciona este aspecto femenino: alguien hace contacto con su propio núcleo interno y tal
vez cierto tipo de memoria ancestral, y lo comunica para que otras mujeres puedan hacer lo mismo. Es
una continuidad, una transmisión fecunda y una manera de llegar hasta nuestro propio corazón.
Si tu Iniciación es abrir una puerta, no es raro que algo pase a través de ella. Esa es La Desafiante, el aspecto de la
Diosa que desarraiga definitivamente lo que estorba el fluir de la energía creadora • Lo que antes era un No se
convierte en un Basta. Toda la urgente necesidad de ser lo que se debe se concentra en ella • Hay infinita
solicitud en la acción desarraigante. Hay una definida preocupación por el buen resultado de cada
proyecto, de cada creación en marcha. Por eso hay firmeza y decisión extirpadora • A veces oponerse es
el más radical acto de amor
Palabras clave:
• lecciones recurrentes
• acción purgativa
• limpiar el terreno

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando ya transitas tus propios caminos y tu actividad consciente empieza
a hacer las elecciones acertadas, suelen producirse crisis totalmente
inesperadas. Si te habías olvidado de algún viejo conflicto, resurge de pronto con fuerza. Si había alguna
situación particular en que solías caer una y otra vez en el pasado, se te1
presenta nuevamente con más claridad que nunca, para que al fin entiendas su significado y la resuelvas.

LA QUE DESAFIA
Dentro de lo femenino arquetípico hay también un mecanismo de limpieza a fondo y purificación.
El cariz Desafiante de la Diosa surge en algún momento-para asegurar los avances que se han hecho,
impedir que' brotes recurrentes vuelvan a obstruir los cauces que se abrieron, y desarraigar lo que antes
simplemente había sido podado.
A cierta altura de un proceso se requerirá siempre una acción drástica de alguna clase, porque toda
creación importante exige eliminar lo que no corresponde a ese proyecto. Llega un momento en que lo que no
debe estar allí ha de ser extirpado de raíz: una actitud equivocada y reiterada, un error de medida, una
adicción.
Bajo una luz espiritual intensa, sin concesiones para los ojos que habitualmente se niegan a ver, La
Desafiante
deja bien a la vista qué es eso que está fuera de lugar. Pone plenamente en evidencia las desarmonías,
desproporciones y excrescencias. Señala con firmeza los desequilibrios.
Necesariamente es dura como piedra de choque, para que al dar contra ella el impacto haga entender
las lecciones que deben entenderse y no se caiga siempre en los mismos errores. Pero también es
hermosa, con una fuerte belleza sin ilusiones glamorosas ni sentimentalismos: la verdadera belleza no
dualista que hay más allá de nuestras preferencias.
Las funciones de la Diosa Desafiante son complejas, porque en esta etapa hay urgencia y necesidad de
acción. Algunas, por ejemplo, podrían ser las siguientes:
1. Como una analista de la psique profunda, ayuda a sacar a la luz de la conciencia pautas de
comportamiento no reconocidas, o contenidos que no se quiere ver y que suelen reflejarse en el entorno.
Nada que nos concierna debe ser ignorado.
2. Como una entrenadora en las artes marciales del espíritu, induce a concentrarse con autodisciplina y
a observarlo todo con mirada alerta. Nada debe descuidarse.
3. Como una directora que ha de poner en escena momentos resolutorios de una pieza teatral, monta
situaciones donde aparecen claramente los conflictos y son sugeridas las salidas. Nada debe quedar sin
conclusión satisfactoria.
Si se quiere llegar hasta el final hay que tomar con entusiasmo esta instrucción reveladora. La
Desafiante es, en suma, un entrenamiento para la liberación.
Necesariamente debe venir después de La que Inicia, porque aceptar los desafíos que nos propone
requiere estar paradas firmemente en un núcleo central inamovible, que soporte nuestro peso y nos dé
estabilidad.
Desde ese centro conductor interno que los junguianos llaman el Sí Mismo (y que Marie-Louise von Franz
describió alguna vez como un inesperado punto sólido donde se puede
hacer pie en el medio de la psique) , es posible empezar a hacer limpieza y afrontar los ajustes y los desarraigos
que se necesita hacer.

Los desafíos femeninos


Oponerse a la esencial falta de amor de la sociedad . sexualmente jerárquica es el acto de amor más
radical.(Mary Daly, "Más allá de Dios Padre")-
Sin el Aspecto Desafiante de la Diosa, las mujeres empeñadas en ser nosotras mismas corremos el riesgo de
quedarnos en teorías. Cuando sabemos quiénes somos, necesitamos que algo o alguien nos enfrente de
maneras muy concretas para hacernos ser fieles a nuestro yo profundo. Podemos hablar mucho, pero
nuestros progresos tienen que ser, probados en la práctica.
La tarea que hay que enfrentar es reformar los esquemas inservibles y las tendencias adictivas, para que la
iniciada pueda vivir de acuerdo con su identidad recién redescubierta. Una mujer que en adelante quiera ser ella
misma tiene que descubrir qué es lo que se lo impide: en general perturbaciones afectivas y distorsiones de su
pensamiento racional, debidas a sus largos condicionamientos.
Por eso el factor interno que podemos llamar La Desafiante hace preguntas implacables relacionadas con
nuestros sentimientos más profundos. Y por eso nos exige pagar deudas: ante todo las deudas con nosotras
mismas, después las que tenemos con los demás y con el mundo. No nos permite el extravío de olvidar
nuestra verdadera identidad; pero tampoco el egoísmo de ignorar lo que sufre nuestro sexo en todas
partes ni refugiarnos en supuestos logros personales, que nos ayudan a sobrevivir pero no salvan.
No hay que engañarse con su nombre, que sugiere posturas agresivas: el principal Desafío no va hacia
afuera sino hacia adentro de una misma, porque es de allí de donde surge la índole de las experiencias que
vivimos.
Pero para saber qué hay que cambiar no basta con investigar la propia psique como cuando actúa La
Iniciadora; lo que La Desafiante nos hace contemplar intensamente es también el espejo de la realidad
externa, con todos sus dolorosos panoramas.

La hermandad femenina redentora

Hasta ahora las mujeres no hemos mirado demasiado a nuestro alrededor, preocupadas por los
problemas en apariencia insolubles que nos produce la ausencia de una identidad genérica.
Sólo unas cuantas audaces han sabido realmente en los últimos siglos lo que les pasa a las demás
mujeres en el mundo. Sólo unas pocas hasta ahora se han atrevido a mirar con la mirada intrépida de La
que Desafía, y han visto cosas que no pueden seguir siendo toleradas en silencio.
Aceptar los desafíos no ha sido asunto de mujeres en nuestra cultura patriarcal. Gastamos demasiada
ginergía tratando de sentir que somos parte de la humanidad (en vez de ser humano, por ejemplo, se dice
siempre el hombre), o intentando evitar que algún inesperado descalabro nos arrebate aún más las
pocas seguridades que tenemos.
Siempre estamos temiendo "quedarnos sin víveres". Y ese ha sido el mejor terreno de cultivo para el
antifeminismo femenino, que es la parte más triste que tiene que afrontar el Movimiento de la Diosa: las
oposiciones más cerradas a la nueva cultura femenina surgen a veces de las mismas mujeres, preocupadas
por una subsistencia que no se creen capaces de afrontar por sí solas.
¿Cómo hacer que las mujeres redirijamos la energía hacia nuestro propio desarrollo?
Asumir por un momento la mirada Desafiante puede darnos valor y nos permite pensar sin restricciones.
Durante mucho tiempo no nos ha sido fácil admitir que necesitamos unir fuerzas y hermanarnos.
La hermandad sin embargo ya está en marcha, y es una de las bases de la nueva espiritualidad de las
mujeres. Mary Daly pintó con trazos poderosos y brillantes el panorama de esa sisterhood (hermandad de
mujeres), avizorada como alianza cósmica y fuerza universal de redención. Y ella misma, previendo
nuestras propias resistencias, nos sugirió lo que hay que tener siempre presente: al autoliberarnos, los mujeres
cumplimos el acto más benéfico para la liberación humana universal, y dejamos disponible para el hombre la
plenitud del ser humano que se perdió con la jerarquización sexual. Crecer y desarrollarnos no es algo por lo
que tengamos que pedir perdón. Por el contrario, es la tarea salvífica que se nos pide.
Si nos damos cuenta de eso, es que La Desafiante ha conseguido que aceptemos el más urgente de los
desafíos.

LA DESAFIANTE ARQUETIPICA
Es preciso expulsar los venenos; y surge entonces desde adentro una energía que lleva en ella el poder de
curar, de regenerar tejidos, de hacer crecer nuevascélulas, de recrear. (Vicki Noble, "Mujer Shakti").
En su notable estudio dedicado a "la Mujer de edad, sabiduría y poder" (Crone, en inglés), Barbara
Walker señala la diferencia entre la etiqueta explicativa que acompaña a la imagen de Kalienel museo de
Londres -"demonio destructor"-y las escrituras de la India, donde se la alaba apasionadamente como Principio
de Todo, Creadora, Protectora y Destructora que reabsorbe la creación.
Es un ejemplo de la disección debilitante que sufre siempre el gran arquetipo femenino. El proceso que
la Diosa representa asusta por lo vasto de sus dimensiones cíclicas, de modo que se lo divide en trozos, y
por obra del miedo el énfasis se pone en lo que menos se comprende: la fase del Tomar para Recrear;
la actitud femenina que precisamente llevará de nuevo hacia el Principio.
De allí surge nuestro horror a los cambios y a la muerte, que en el humano moderno había llegado a un
grado insoportable.
Pero las religiones que aceptan lo Divino Femenino no reniegan del aspecto más oscuro de la Diosa.
Saben que si se la fija solamente en la actitud de Dar, como si se tratara de una madre demasiado
complaciente, se interrumpe el flujo reciclable de sus bendiciones. Se paralizan los ciclos de la vida,
como si uno quisiera saltearse el invierno o eliminar la noche; y en consecuencia no amanece nunca y la
real primavera nunca llega.
La etapa negra de la Diosa Triple aterra a nuestro dualismo exagerado. Ir hacia ella significa descender hacia lo
desconocido; y eso nos asusta también a nosotras, pese a que es el mismo tipo de descenso a la
conciencia corporal que experimentamos cada mes durante la menstruación. Por eso las autoras de la
espiritualidad de las mujeres han asumido intrépidamente la tarea de enfrentar estos temores, ya que saben
también que nuestros más efectivos poderes cha nicos dependen de esos viajes hacia lo que está fuera del
radio iluminado.
Una de las más valientes, Silvia Brinton Perera, se dedicó especialmente a investigar la parte oscura de las
diosas mitológicas, tratando de forjar una imagen completa del misterio femenino que sirva de modelo
para nuestra vida personal:
El aspecto Gorgona de Atenea, la Afrodita-Urania subterránea, la Deméter Negra, Kali en su Fase
Destructora, Nephtys como Lado Muerte de Isis-Vida, Ereshkigal como Hermana Oscura de Inanna, reina
sumeria del Cielo, son todas versiones de La Desafiante.
La conclusión que podemos obtener de su trabajo es importante: descender en busca de estas
arquetípicas imágenes de las profundidades femeninas, tanto tiempo negadas y temidas, constituye la
iniciación en los misterios de la psique para la mujer moderna, desconectada de su potencia interna.
Dicho de otro modo: encontrar estas presencias poderosas dentro de nosotras mismas y entenderlas, no como
desviaciones de la norma sino como riqueza adicional, es lo que puede llevarnos hacia un reajuste
integrador.
¿Pero qué representan, en suma, las Diosas Oscuras? La parte desconocida de lo femenino transformador,
sugiere Marión Woodman, donde nacen las imágenes que reflejan nuestra condición espiritual. El espacio
oscuro, en parte espíritu y en parte materia, que actúa como útero o como cámara de revelado para que
esas imágenes se gesten y aparezcan en nuestra conciencia. El misterioso lugar, en suma, donde se
encuentran la materia y la psique profunda, y que por eso mismo puede hacer de puente curativo para
nuestras divisiones.
Es en este sentido que La Desafiante continúa la tarea comenzada por La Iniciadora, en el nivel
fundamental de nuestro yo.
El gran reto es ahora aceptar el lado oscuro y reprimido de nuestra naturaleza, sobre el que tanto se ha
escrito sin relacionarlo nunca con el ciclo de vida-crecimiento-muerte-renovación. Allí será posible
alimentarse de las propias reservas ignoradas, entrar en los misterios femeninos hasta hacerlos conscientes,
y regresar con "nuevas resonancias" -como intuye Perera- para añadirlas a la conciencia mental-cerebral y
completarla.
El resultado final sería el cambio radical de los viejos patrones de conciencia, y en la práctica un nuevo
modelo de relación igualitaria y afectuosa entre la mujer y el hombre. Que es, en ultimo término, lo que la
mayoría de las mujeres están deseando.
Pero sin el Aspecto Desafiante no es posible atreverse al descenso integrador.

DamasDetestables y Amonestadoras

Las tradiciones celtas y germanas son muy ricas en versiones de La Desafiante, corporizada en
mujeres enigmáticas o de atemorizante aspecto que amonestan a los héroes cuando olvidan sus tareas, o
les proponen complicados acertijos. O, lo que es más inquietante, les anuncian que ha llegado su momento
de morir.
Las Mensajeras del Grial y las Damas Detestables de las leyendas arturianas tienen la misión de incitar
activamente al crecimiento u otorgar sabiduría. Y empujados por ellas, los personajes reasumen sus tareas
de destino descuidadas, descubren nuevas pistas para poder llevarlas adelante, y vencen miedos que los
paralizaban.
Hoy perduran en recónditos espacios de la psique colectiva, prolongando en los hombres modernos una
alarmante asociación entre mujer y muerte, que intoxica la relación entre los sexos y a nosotras mismas
nos aterra en el nivel subliminal.
Pero eso es una lamentable reducción distorsionada. Monica Sjöö y Barbara Mor han rastreado hasta
las épocas neolíticas tardías el énfasis excesivo sobre el Aspecto Muerte de la Diosa; una obsesión que creció
entre los nuevos sacerdocios masculinos, urbanizados y cada vez más separados de la tierra. Al no admitir la
paradoja de la Madre que Da y Toma, la conciencia patriarcal la convierte en dualismo separando los
aspectos y oponiéndolos; y el miedo acentúa siempre alguno de ellos.
Si se revinculan las fases del ciclo, se ve sin embargo que La Desafiante es simplemente el aspecto de lo
femenino que llama hacia el cambio trascendente. La acción catabólica que destruye ideas gastadas y deja sitio
para nuevos crecimientos.
Entendiendo las leyes naturales del proceso no hay por qué temerla. Y menos si se piensa que es la
Madre misma, que como Kali en los mitos hindúes es capaz de beberse la
energía desequilibrada y transmutarla. Es decir, aniquilar a los demonios que rondan nuestras pesadillas
para que podamos alcanzar la paz mental.

El Arquetipo Desafiante en nuestra vida

A esta altura una mujer iniciada tiene cierta idea de cuál es su camino y su mito personal. Se ha dado
cuenta de que sus problemas surgen de apartarse de esa senda y ese mito. Y con ayuda del aspecto
Desafiante se entrega a la tarea de poner en evidencia los factores que le sirven de excusa para hacerlo.
Es una forma de denuncia realizada en privado, ante nuestro propio tribunal.
A mí por ejemplo La que Desafía me mostró el mayor obstáculo que me impedía crecer y entregarme a
mi tarea:, dependía demasiado de los otros para mi autoestima reclamaba el aliento de las mismas
personas a las que yo debía alentar. Por supuesto es el clásico problema de la mujer del patriarcado, y
no es raro que haya tenido que vivirlo con toda intensidad para poder después utilizarlo en mi trabajo.
La Desafiante me lo hizo ver más de una vez a lo largo de mi vida. Me dejó caer muchas veces en el
mismo error, entregando mis partes más sensibles a quienes no estaban en situación de sostenerlas, hasta que
aprendí que ésa era mi lección. Y el siguiente paso fue caer en la cuenta de que la falta de autoestima o
autoamor, origen de mis propios sufrimientos, era el problema colectivo más urgente que tenía que
enfrentar y desafiar la mujer universal.
Los desafíos al principio se presentan como enigmas que parecen insolubles, porque están entretejidos con
nuestras experiencias más sentidas, con nuestras recurrentes frustra
ciones. Cuando nos pasa algo que nos impacta demasiado, no tendemos a pensar que se trata en realidad de
un acertijo que debemos resolver.

• ¿Por qué el amor se me escapa cuando estoy a punto de lograrlo?


• ¿Por qué las cosas que elaboro cuidadosamente en mi interior se desvanecen cuando deben concretarse?
• ¿Por qué pierdo más las cosas cuanto más las necesito?
• ¿Por qué mi trabajo no es apreciado en lo que vale?
• ¿Por qué debo sufrir de esta manera?

Preguntas de este tipo reflejan nuestros dramas personales, pero también los tests que hemos de pasar si
querernos desarrollarnos plenamente. Sin la actitud arquetípica que bautizamos La Desafiante no es
posible siquiera formularlas, porque no tenemos el valor de abrir los ojos y mirar.
El Arquetipo Desafiante se activa en nuestra vida cuando ya estamos preparadas para aceptarnos como
realmente somos. Cuando hemos madurado lo bastante como para
escudriñar las causas reales de lo que creemos que son nuestros fracasos.
A las preguntas propuestas más arriba, por ejemplo, se' podría contestar en ese caso con otros
interrogantes más sintéticos:

a) ¿Qué entiendo por amor?


b) ¿Quiero realmente concretarlas?
c) ¿Las necesito realmente, o serán un obstáculo?
d) ¿Ante quién estoy queriendo ganar méritos?
e) ¿Qué lección necesito aprender?

A través de este método, La Desafiante clasifica y determina lo que no nos corresponde y altera nuestro
diseño. Cada desafío al que respondemos (cada situación difícil que encaramos con conciencia y espíritu
inquisitivo, cada pregunta contestada con franqueza) nos reubica más en nuestros cauces propios y en nuestro
verdadero mito personal. Lentamente, y de a poco, va haciendo aparecer nuestra fisonomía sepultada por
tantos maquillajes y disfraces. Si no nos gusta, somos nosotras las que hemos de cambiarla. Pero su meta básica
es que lleguemos a aceptarnos tal cual somos en este mismo instante, porque sin esa aceptación no hay
autoestima, y sin autoestima no nos permitiremos continuar hasta el final. Es decir, hasta ser como
queremos.

Lo que pide el arquetipo desafiante

La cultura es un conjunto de cuentos que nos contamos una y otra vez (Starhawk, "Soñando lo Oscuro").

El desafío más fuerte que nos lanza este aspecto de lo femenino tiene relación con no dejarnos
engañar.
En toda transición de una civilización a otra, es natural que vayan quedando al descubierto las premisas ya
inútiles que la sostuvieron. De allí que gran parte del trabajo de las mujeres que imaginan el futuro consista
en diversas revisiones y desenmascaramientos.
¿Qué revisar? Hasta las cosas que más damos por sentadas. Allí precisamente reside el acto desafiante más
fructífero.
Cada mujer está capacitada para hacer su propia lista de comprobaciones y chequeos. Una vez que se ha
internalizado con ayuda de La Protectora la autoridad que proyectábamos sobre otros, nada impide confiar en las
propias intuiciones y experiencias para determinar si una costumbre, un dogma, una manera de mirar la
vida es realmente aceptable desde nuestra esencia femenina.
Las condiciones previas que ayuda a establecer La Desafiante para abocarse a esa tarea pueden ser, por
ejemplo, las que siguen:
Estar dispuesta a ver bien y mantener los ojos fijos. La mirada desafiante es la que no se desvía cuando ve
cosas que no le gustan o le inspiran miedo, ya sea afuera o adentro: actitudes reiteradas, adicciones no
admitidas, distorsiones de los valores femeninos, desacralización de nuestros símbolos.
Admitir en principio que en esta sociedad las mujeres funcionamos sólo a medias. Aún las más
triunfadoras muestran el síndrome de "hijas del patriarcado", acosadas por la melancolía de hallarse
separadas de su fuente femenina. Brinton Perera las describe como bien adaptadas a la sociedad de
orientación masculina, pero repudiadoras de sus propios instintos y patrones de energía.
Entender el axioma "lo que es alimento para unas es veneno para otras". Por más deleitoso, consolador
o lucrativo que parezca, lo que no es nuestro alimento o que no nos corresponde) acaba siempre por hacernos
sentir mal, aunque haya funcionado en otros casos. Shinoda Bolen ha mostrado cuántas diversas tendencias
naturales juegan en nosotras, que no necesariamente debemos responder con unanimidad a los patrones
tradicionales de madre y ama de casa, ni tampoco a los patrones autónomos de la mujer de carrera, la
intelectual o la mística. Cada mujer es un diferente juego de tendencias, y en cada caso la fórmula arquetípica
difiere.
Renunciar a los dualismos y confiar en cambio en la triplicidad de lo divino femenino. En lugar de
debatirnos rebotando entre bueno o malo, esto o aquello, nos conviene integrarnos en el ciclo de las fases
diferentes que aseguran la renovación. Lo que es bueno en un momento puede no serlo en otro, y
viceversa. Como decía la cabalista Dion Fortune, sólo hay cosas inoportunas u oportunas, equilibradas o
desequilibradas.
Reconocer las posibilidades que no nos atrevemos a asumir. Es probable que recuerdos ancestrales
subconscientes nos hagan temer ser castigadas si desarrollamos nuestras habilidades sanadoras e intuitivas.
Pero ante nosotras mismas podemos animarnos a admitirlas, y visualizar fructíferas etapas de trabajo
alternativo que corresponda a nuestra real capacidad.
Con esta base previa es posible empezar a mirar a nuestro entorno, que en un sentido es un reflejo
misterioso de las propias zonas interiores poco exploradas o reconocidas.

Loqueimpone el estereotipo cultural

En este caso el estereotipo es implacable. Una mujer que desafía (aunque sea a sus propias pesadillas
interiores), se sale totalmente de los moldes de hierro que determinan cómo debe ser. O en todo caso,
cómo ha de ser para mayor tranquilidad de los sistemas que utilizan indebidamente su energía.
A las mujeres se las frena desde jóvenes con toda clase de sutiles prevenciones, a fin de que no
miren demasiado ni fijen la mirada en lo que las aparta de su crecimiento. Y de allí surgen dos
temores principales que nos impiden desarrollarnos plenamente: a) el temor a la Bruja; b) el temor a la
Vieja.
a) En vez de bruja prefiero usar otra palabra, Witch, que retiene más la significación original de mujer
sabia, conocedora de las hierbas curativas y de los procesos naturales, sañadora y partera, y asistente
de los moribundos.
Hoy se sabe que un número poco calculable de mujeres (se habla a veces de nueve millones) fueron
quemadas no por hacer maldades sino simplemente por poder hacer cosas Sque luego pasaron a las
profesiones masculinas. Pero el estereotipo aplicado a nosotras sigue diciendo no desarrolla-i ras
habilidades especiales ni ejercerás tu poder de ser.
b) el temor a la Vieja se inculca en las mujeres como temor a la vejez y al deterioro físico. Si llega a
vieja intacta, con su autoestima viva y su mirada insobornable, cualquier mujer resulta una amenaza que
no cree en mentiras ni en usurpaciones disfrazadas de supuestos mandatos de Dios.
Hoy las neofemeninas reivindican la belleza de cualquiera de las fases de la Diosa Triple, y recomiendan
exhibir con alegría las señales del paso del tiempo en nuestros cuerpos, sabiendo que anuncian también
sabiduría y una acrecentada capacidad de disfrutar. Pero el estereotipo sigue diciendo con insidia después
de cierta edad y a no sirves para nada.
Vencer estos temores es difícil, y los susurros del condicionamiento estereotípico se siguen repitiendo
indefinidamente. Sólo la firme actitud de Desafío puede tenerlos a raya y hacer que no nos afecten.
Para el estereotipo femenino, la que observa con mirada desafiante y se comporta en consecuencia es
una transgresora. Es Eva en el Edén, es Pandora destapando la caja de los males (que hubieran preferido
seguir disimulados). Y las mujeres, que lo sabemos en lo más profundo, tratamos de no hacerlo para evitar
castigos.
Sin embargo ya se ha probado que es inútil. Para la mirada patriarcal Eva sigue viviendo en todas las
mujeres, por más docilizadas que se encuentren, y es probable que
sea cierta la conclusión de Walker de que detrás de casi todo marido golpeador hay formaciones
religiosas de tipo autoritario y generador de culpa. En ese caso el castigo es
"virtuoso" y está justificado por los propios mitos de la fe, que condenan al sexo femenino por estar hecho
a imagen de la Diosa.

Cuestionario

¿Qué costumbres, o dogmas sociales, o maneras de considerar la vida me parecen totalmente


inaceptables desde mi propia esencia femenina?
…………………………………………………………………………………………………………
Mis propias intuiciones y experiencias me parecen una base confiable para elaborar mi propia visión del
mundo? (si , explica por qué).
…………………………………………………………………………………………………………

Qué imagen o presencia temería encontrar si descendiera ¿» mis profundidades femeninas?


…………………………………………………………………………………………………………

¿A quién beneficia en realidad que yo le tema a mis propias honduras psico-espirituales y, en consecuencia, no
me ponga en contacto con ellas?
…………………………………………………………………………………………………………
SEGUNDA PARTE
LA MUJER DESAFIADORA

Lema: El mundo me necesita, pero no como ser dócil que lo acepta todo sino como valiente revisara de falacias.

Muchos "malos augurios" patriarcales son simplemente inversiones de lo que fue sagrado para la religión
de la Diosa. (Monica Sjöö-Barbara Mor, "La Gran Madre Cósmica').

El clima que se vive en este fin de milenio es el de un alborozado desafío. Este aspecto de la Diosa ha
hecho saltar trampas ocultas desde hace muchos siglos, y día a día pone en evidencia las cosas inaceptables
para el alma femenina; que son de paso las que ya no tolera una humanidad que quiere ser más justa y más
adulta.
El ojo inquisidor neofemenino, que va abarcando zonas de conciencia cada vez más grandes, ya
identificó diversas tramas subyacentes que sostienen lo que Riane Eisler denomina "la Realidad cabeza, abajo",
y que hacen que Mary Daly nos sugiera una consigna: invertir los inversiones.
Son las mentiras que nos han contado y que hemos aceptado sin analizar, y los engaños que las
autoras del Movimiento de la Diosa denominan "libretos patriarcales", o "cuentos culturales", o "teleteatros de
la sociedad". Lo más triste, dice Starhawk, es que sobre historias de este tipo se edifica la concepción
popular de la justicia, que da forma a todas nuestras instituciones:
a) Los buenos luchan contra los malos. ¿Quiénes ganarán? Se idealiza la luz y la sombra se desvaloriza. Y
en ultimo término se afirma la dualidad lo alto/lo bajo, que lleva al poder sobre otros.
b) El Gran Hombre recibe la Verdad y la transmite a unos pocos elegidos. Todo otro conocimiento se
invalida, se legitimiza la autoridad de un grupo reducido y se alimenta la falacia de que hay una sola
verdad.
c) Triunfar o Fracasar (o Salvarse/Condenarse). Una persona sin valor lo gana y es admitida entre los
elegidos; una persona con valor lo pierde y es arrojada a las filas ordinarias. Se refuerza la conciencia de poder
según la cual unos valen y otros no.
d) En el momento en que el Héroe la asesina, la Amazona lo mira y se enamora. Esta conexión
sexo/violencia apareció con los patriarcas y glorifica la violación. Al final acabamos por hundirnos totalmente
en este lodo romántico, y aceptamos que nos digan por ejemplo: "Aunque no te lo diga, aunque te pegue,
aunque parezca indiferente, tu padre te quiere"; o peor aún, "Vuelve con tu marido, aunque te haya dado
una paliza; está arrepentido y te ama".
La neomujer desafiante se anima a mirar todo esto y ejercer su sensatez, comparando cada historia con
lo que le sugieren su intuición y su experiencia. Bueno/malo, verdad única, triunfo o fracaso, sexo violento,
son armas que la cultura ha diseñado para mantener a raya su valor inmanente personal; el mérito que tiene por
el simple hecho de ser parte de la humanidad.
Sin embargo esto es sólo el principio, y una segunda etapa nos enfrenta con las cosas terribles que hay que
desarraigar, y que suceden cotidianamente sin que nadie lo comente en la medida necesaria.
La mujer desafiadora ahonda en sí misma y en los trasfondos de la sociedad que la rodea, y descubre
ante todo atropellos a su sexo que ni siquiera sospechaba. Graciela Ferreira lo ha hecho en la Argentina
con las esposas golpeadas y la violencia familiar, y autoras como Monica Sjö y Barbara Mor, Barbara Walker o
Vicki Noble han sacado a la luz datos escalofriantes sobre los abusos perpetrados sobre cuerpos y psiques
femeninos, tanto en el pasado como en la actualidad.
Desde mutilaciones genitales moralmente aprobadas (clitoridectomías) hasta vaciamientos quirúrgicos
demasiado apresurados, o las "quemas por dote no pagada" que todavía se practican en la India, el cuerpo
femenino como símbolo de la vida en la Tierra sigue recibiendo castigos que sólo cabe adjudicar al espíritu
humano distorsionado por el poder sobre y el terrible dualismo patriarcal.
Las conclusiones que sacamos tienen forma de advertencias:

• No entregues tu energía a las instituciones que condenan a la mujer por ser mujer.
•No entregues tu confianza ni tu cuerpo físico a quienes expropiaron tus habilidades y te mantienen en la
dependencia.
•No entregues tufe a ideologías que te hacen temer llegar a vieja y te muestran como algo deseable una
perpetua juventud sin experiencia.

No renuncies, en suma, a tu poder de ser. Que es lo que al fin de cuentas re-equilibrará a la humanidad y
posibilitará relaciones más armónicas entre todos los humanos.

LA DESAFIADORA COTIDIANA

Siempre hay que re-inventar, porque los descubrimientos y legados de las antepasadas son enterrados una y otra
vez por los patriarcas.(Barbara Walker, "La Feminista Escéptica").

Los desafíos cotidianos son múltiples, ya que tienen que responder tanto a las propias actitudes
antifemeninas como a las proyecciones de esas actitudes, ya materializadas en el
entorno físico. Es decir que es necesario desafiar: a) a la falta de autoestima, y b) a la insatisfactoria posición de
las mujeres en la sociedad.
No lo encaremos, sin embargo, como una cruzada reivindicatoría ni como una puja por lograr poder. La
experiencia de las mujeres del Movimiento de la Diosa ha probado que de ese modo se desperdicia la energía
que conviene dirigir hacia el despliegue de la presión creadora.
Lo que habría que lograr es la reconciliación de los, factores espíritu y materia, que no son opuestos
sino que están artificialmente separados. Lo que habría que llevar a buen término es lo que Gloria Steinem
expresó en el título de un libro: la "revolución desde adentro", que por el hecho de comenzar en el meollo del
ser de cada una, puede tener alcances verdaderamente grandes.
Para empezar, podrían ser útiles actitudes desafiantes que pongan término a cosas como éstas:
1. que la mitad de las mujeres entregue su energía sin usarla jamás para sus fines femeninos; mientras
la otra mitad usa indebidamente la energía del hombre porque no se anima a usar la propia, o porque se le
dijo que no la tenía. (El comentario de La Diosa Desafiante sería en este caso "La energía debe fluir dentro del
ciclo del Dar y el Tomar").
2. que las mujeres sigan creyendo que, en el fondo, su único recurso consiste en complacer y aplacar a
los varones, en lugar de asociarse con ellos con su dignidad intacta. ("El Principio Femenino se ha de
respetar").
3. que la mujer vaya hacia el amor sin iniciarse, es decir sin conocer su identidad ni sus
potencialidades, ni haber hecho contacto con su fuente femenina; y que por consiguiente no tenga nada
perdurable que ofrecerle al varón, que busca en ella encontrarse con lo femenino arquetípico. ("La mujer es la
gran iniciadora en los misterios del amor").
4. que las mujeres permitamos que en nuestra presencia se denigre a los valores femeninos, y que
aceptemos detestar o relegar a nuestro propio género. ("La Hermandad Femenina debe volver a constituirse").
5. que las mujeres sigamos torturando nuestros cuerpos o ridiculizando a veces nuestro aspecto, según
modas caprichosas que se aprovechan de nuestra poco firme identidad. ("Basta de vivir de sueños, vanidades y
satisfacciones sustitutos") 6. que la mujer, en suma, no descubra en sí misma su valor inmanente para
después poder brindarlo libremente a la pareja, a los hijos, a la comunidad y al mundo entero. ("Cada mujer
representa a la Diosa en este plano, y hay que aceptar esa responsabilidad"
Estos son algunos puntos al azar, y cada una podrá agregar los que surjan de sus propias
experiencias. Pero lo que interesa es que se ejerza la mirada desafiante, que es simple, aguda y cortante
como el palo de cavar que utilizaban nuestras hermanas del neolítico para desenterrar plantas.
Leyendo un diario, por ejemplo, podemos ejercerla cada día. O viendo una película, campo muy útil para
advertir las distorsiones habituales del orden natural que las mujeres conocemos por vías no racionales.
Y, por supuesto, observando nuestras propias actitudes habituales, que suelen ser automáticas. La
desafiadora cotidiana no puede darse el lujo de apoyarse en las automatizaciones, porque el gran camino que
se nos abre ahora a las mujeres es contribuir al surgimiento colectivo de la Feminidad Consciente. Es decir, una
mujer universal que se percate totalmente de sus actos y de sus motivaciones, y que por eso mismo sea
plenamente responsable.

Autaindagación

1. ¿Qué es lo que en mí se resiste más al cambio? ¿Puedo identificarlo?


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2. ¿Sé liberar presión de a poco para no llegar a explosiones destructivas?


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3. ¿Qué puedo aprender de los errores de mi vida amorosa? ¿Para qué me han servido?
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4. ¿A qué se han debido realmente mis peores experiencias, las que yo considero más negativas?
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5. ¿Qué de beneficioso puede haber detrás de ellas?


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6. ¿En qué cosas concretas puedo llegar a apoyarme para atravesar mis épocas difíciles?
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7. ¿Están a mi alcance y no las veo?


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Espacio compartido

Creo que hay que tomar especialmente en cuenta el aspecto de "instructora en artes marciales" que
asume esta manifestación de lo femenino en nuestras vidas. En mi opinión, esa instrucción consiste
esencialmente en fortalecernos para saltar un vacío, una brecha desafiante la cual continúa nuestra evolución.
Y nosotros, sin saberlo y muy injustamente, lo tomamos como crueldades de la vida o de un dios insensible
a nuestros sufrimientos.
A mí esto se me hizo evidente durante uno de mis tantos salvatajes de plantas, en el que jugué el
papel ingrato de torturadora, aunque mi intención era hacer todo lo contrario.
Desde una terraza del segundo piso veía languidecer a un filodendro en un patio oscuro de la
planta baja. Se salía de la maceta retorcido y agotado, sin atinar a ir hacia arriba porque la luz estaba
demasiado lejos. Era evidente que ya no le quedaban esperanzas. Y yo sufría pensando que aquí arriba
estaba todo el aire, el sol y la vida que necesitaba.
Pero un día la planta baja se desocupó, y el filodendro quedó allí en el patio; era un local de
comercio y nadie pensó en llevárselo. Y viendo mi oportunidad pedí permiso, hablé con varias personas, y
una tarde de lluvia se inició el rescate.
Ahora todo consistía en hacerlo subir esos dos pisos, pero no fue fácil. Era una planta vieja, en malas
condiciones, muy debilitada. Hojas y tallos quebradizos se me quedaban por el camino, y la sentí sufrir
palpablemente entre mis manos cuando la puse en su maceta nueva. Pobre ser, pensé, aterrado en las
garras de un Destino o Deidad poderosa (eso era yo para ella), que la somete a estos tormentos. Cuánto
miedo tendrá.
Te aseguro que mi aspecto protector me hizo sentir que se me estrujaba el corazón por no poder
ahorrarle ese dolor y hacerle fácil el proceso. Pero no era posible, y pensé que el Poder que nos auxilia a
los humanos seguramente también sufre con nuestros tránsitos de crecimiento, inevitablemente dolorosos.
Ahora vive espléndida entre las otras plantas; hace ya mucho de todo eso, y ha echado tantos brotes y
hojas nuevas más grandes y brillantes, que ya ha cambiado totalmente de fisonomía. Pero es el mismo
viejo filodendro, que un día salvó la brecha y atravesó el mal rato desafiante.
Claro que el desafío de crecer es muy distinto cuando se lo vive en carne propia, y los hilos del
destino evolutivo son movidos desde arriba -o desde adentro- sin que veamos quién lo hace. En
momentos como ésos la idea de una instrucción ni siquiera se te ocurre, porque todo se vive como drama
personal.
Y mi vida, por cierto, estuvo llena de un drama exuberante que visto desde ahora no lo es en
absoluto. Cuando miro hacia atrás, lo veo más bien como una carrera de obstáculos emocionales que
podría ser graciosa si la viera en el cine (ya que tropiezo ante cada uno de ellos con total puntualidad), pero
que también me provoca admiración por la sabiduría de La que lo planeó. Es decir, mi esencia femenina
desafiante empeñada en entrenarme.
Yo viví siempre cada relación sentimental como una lucha por la supervivencia, y no es raro que las personas
implicadas hayan acabado siempre por escapar de mí. Tenía que descubrir que eran patrones falsos que no
me correspondían (más bien eran de mi madre, que murió muy joven), y es aquí donde pude vivenciar
directamente lo que dice Caitlín Matthews acerca de este aspecto de la Diosa: "Nos enfrenta una y otra vez
diciendo 'Aprende bien esta lección!' hasta que somos capaces de responder en forma positiva".
Una noche esa lección implícita me resultó evidente, porque gracias al estudio de la Diosa pude
entender mejor los recursos que su Aspecto Desafiante utiliza para instruir
nos. Yo tenía que aprender que las dolorosas situaciones afectivas en que caía regularmente, sólo eran
desviaciones de mi trayectoria personal. Y esa vez fue evidente que un hombre y dos mujeres participábamos
de una instancia dramática demasiado perfecta, una escena arquetípica montada teatralmente por una mano
maestra. Lo irreal, lo preparado, el carácter de juego de aquella situación me hicieron ver que no era parte
fundamental de mi destino; que
lo esencial no estaba allí.
Creo que al entender claramente la lección quedé curada de ese especial problema. Y ahora son otros los
problemas que me puedo dedicar a investigar, porque la brecha que logré saltar era la que me había
impedido avanzar durante décadas. Todavía me asalta a veces la tentación de hacer drama, pero es como
si me permitiera por un rato un pasatiempo favorito, un teatro de aficionados que no me impide regresar a
mis tareas.
Hay, se dice, un lugar dentro de nosotros desde donde pueden deshacerse los nudos que nos atan • Algunos lo
buscan en la infancia recordada, y hay también quienes lo imaginan como un limbo donde residen
potencialidades nunca realizadas que esperan desde siempre su liberación • ¿Cómo ir hasta allí a rescatarlas? •
Necesariamente tiene que haber una guía arquetípica que nos lleve de la mano y efectúe la transmutación
liberadora. Por fuerza debe haber un aspecto de la Diosa que efectúe la redención • Cuando se ha avanzado lo
bastante en el camino hacia adentro, La Liberadores nos acompaña hasta esa prisión oscura, nos muestra cuánto
hemos sufrido, y corta las cadenas de la Niña Interior.
Palabras clave:

 Soltar ataduras
 Sufrimiento inteligente
 Salir de la crisálida

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTBA. VIDA: A la que consigue desafiar -es decir, mirar las cosas libremente desde
su propia perspectiva- y trata luego de actuar en consecuencia, le llega siempre un momento en que la
tarea le parece superior a sus fuerzas. Por supuesto que lo es, si tiene en cuenta sólo sus capacidades
personales; y su ego potenciado empieza a convertirse en un obstáculo, en tanto ella no se acepte como
parte de una realidad más amplia. Las fricciones aumentan, como indicio de que debe hacerse a un
lado en lugar de batallar y de que ha llegado el tiempo de la compasión: hacia ella misma, hacia los
fuertes tanto como hacia los débiles, y hacia los mismos que creía sus enemigos.

LA QUE LIBERA
Sufrir no es nada noble, dicen las estudiosas de lo Divino Femenino, si no conduce a una transformación
profunda, a la resurrección espiritual y psíquica que debería venir siempre después del padecer. La
consecuencia del dolor tendría que ser un nuevo enfoque de la vida, más abierto hacia todo el universo.
La Liberadora es el arquetipo que deshace los nudos dolorosos, para que aprendamos que el sufrimiento
es siempre transitorio. Sufrir no es un estado más o menos permanente en que podamos instalarnos, sino
un indicio de que La que Libera nos lleva hacia el lugar donde nos podremos desatar.
En este punto de la historia patriarcal el proceso está a medias, y simplemente se enfatiza el valor
paralizante de lo arduo y lo difícil. Se celebra el dolor de la Pasión, sin recordar que es sólo el medio de llegar a
un gran fin y de alcanzar un gran propósito. Dicho de otro modo, se nos estaciona en el dolor. No es raro
entonces que una nube de colores inciertos, pesada y pegajosa, se cierna sobre esta sadosociedad, como la llama
Mary Daly.
Se necesita, entonces, que una fuerza muy grande procedente del centro de la psique logre sacarnos de esta
morbosa tregua y llevarnos a otro estado. Tenemos que aprender cuándo parar, cuándo decir ya es
suficiente, ya puedo soltarlo sin que nos aten los condicionamientos patriarcales; sin que nos paralicen los
preceptos que nos sugieren, una y otra vez, sólo sufriendo segaría el cielo.
La Liberadora utiliza nuestras experiencias dolorosas de maneras enriquecedoras. Su acción transformadora
nos hace ver nuestros problemas como simples parábolas del sufrimiento evolutivo humano, y nos saca de la
prisión individual para que podamos participar al aire libre de la experiencia universal. Si lo pensamos un
poco, ¿qué mejor acto de liberación puede existir?
Todas sufrimos como parte natural del proceso de crecer; muchas sufrimos todavía, sin entender el mecanismo
que nos permitiría sacar provecho de ese sufrimiento. Y es allí donde la Diosa que Libera hace sentir su
imponente presencia redentora, para que la sigamos hasta el sitio donde se quiebran las cadenas
constrictivas, y estallan los capullos de las crisálidas maduras. La que Libera es precisamente un arquetipo
fundamental de madurez. Se activa en un punto avanzado de nuestra trayectoria, cuando ya es hora de hacer
un balance inteligente y sabio de lo que hemos vivido, Es la incitación a adentrarnos aún más en los
laberintos de la psique, hasta alcanzar el nivel donde lo personal se funde con los otros, y es posible
entender sus dolores tanto como los nuestros.
Dicho de otra manera: todo proceso de desarrollo y crecimiento sería impensable sin un factor
liberador. Un agente arquetípico que suelte en nosotros la energía generada por las fricciones y dificultades
que necesariamente se producen, y que está acumulada en nuestros limbos interiores que esperan redención.
Ese efecto ha tenido sobre la mujer de hoy el concepto de la Diosa. Entonces es posible soltar el sufrimiento y
vivir de otra manera, ha sido la revelación transformadora que ha sacudido a nuestro género en los niveles
más profundos. Y ese relámpago iluminador, aunque no lo sepamos, nos ha llegado a todas.
Se supone que cuanto más nos internamos en la psique más llegamos a los estratos colectivos. Allí
precisamente nos espera La Liberadora, porque en algún momento de autotrascendencia entenderemos
nuestras lecciones recurrentes e iremos hacia allí.
Las liberaciones femeninas

En este momento de la historia, la Diosa tiene un especial poder liberador. (Starhawk, "La Verdad o las
Consecuencias").

Hay mucha diferencia entre glorificar al sufrimiento y utilizarlo con inteligencia, y este Aspecto de la Diosa
nos la enseña.
Con La Liberadora acabará en cierto sentido la etapa previa a las aplicaciones prácticas de la
neofeminidad. Y es, además, el tercer término del proceso de preparación que actualmente vivimos las
mujeres, y que según las nuevas pensadoras consiste en ira, recriminación y compasión.
Antes de proseguir estudiemos los tres puntos, para dejarlos archivados:
1. Ira. Ha habido causas de ira o "santo enojo", como ya hemos visto. Pero conviene ahora observar que este
tipo de emoción generalmente reprimida es, como tan bien explica Starhawk, una potente manifestación de la
fuerza vital. Un importante recurso de supervivencia, una advertencia de que algo en nuestro entorno es
amenazador.
No tiene por qué asociarse con violencia, que es precisamente una distorsión de su propósito. Y si no la
permitimos en nosotras, se producen dos resultados lamentables: en lugar de reconocer lo que nos amenaza,
creemos que lo malo está en nosotras mismas; y en lugar de ir hacia afuera para cambiar el entorno, nuestra
energía queda trabada en esfuerzos internos de control.
Es por eso que la Diosa libera la energía de nuestro enojo y nos permite verlo como algo sagrado, purificado
por nuestra intención. Controlemos nuestros actos, dice Starhawk, pero no intentemos controlar lo que
sentimos.
2. Recriminación, En los últimos veinte años ha habido saludables recriminaciones; es decir, devolución de
acusaciones indebidas que se habían dirigido hacia nosotras. Las mujeres (ya se sabe, Eva o Pandora o
brujas prototípicas) habíamos sido incriminadas de la mayor parte de los males que sufre, o cree sufrir, la
humanidad.
Pero el mito del "mal femenino" está siendo puesto en evidencia, y ya se lo ve como el origen del gran
desequilibrio que vive nuestra especie, al haber reducido a la impotencia a uno de sus dos géneros: las
"hembras pecadoras". La proyección de la culpa sobre las mujeres, afirma Mary Daly, es la mentira
primordial del Patriarcado, su pecado original. Nuestra verdadera falta es haber consentido que esa culpa
se nos internalizara.
Es por eso que la Diosa libera nuestra capacidad de reaccionar y rechazar las incriminaciones,
mostrándonos a través de muchas mentes femeninas reflexivas que nuestra índole moral es necesaria para la
vida en la tierra, porque está armonizada con el orden natural. Desde el punto de vista evolutivo y
ecológico, la mujer es la gran moralizante.
3. Compasión. Tras los dos pasos anteriores, se hace posible otra actitud que es inútil intentar sin hacer
limpieza previa. La compasión verdadera exige haber expulsado los venenos con la postura drástica que vimos
en La Desafiante. Ahora podemos realmente "sufrir con" los que padecen en el mundo, incluso con
aquellos que nos han hecho sufrir.
El acto compasivo auténtico nos hace pasar de un plano a otro; nos instala en una vuelta más alta de la gran
espiral, donde lo individual pasa a ser transpersonal y a experimentarse como tal. Y nos hace redimensionar
nuestros propios dolores pasados o presentes: Ninguna experiencia es tan terrible como para impedirnos
encontrar dentro de nosotros la compasión de La Liberadora, dice Caitlín Matthews.
Es por eso que la Diosa libera en nosotras la capacidad de compasión, es decir, de experimentar lo que
padece el otro tanto como nuestros propios sufrimientos personales. Y nos inicia en los misterios de la
Mater Dolorosa, la Diosa Madre que comparte los padecimientos de su criatura y los convierte en fuerza
redentora.
Ira, recriminación y compasión. Las mujeres necesitamos esa trayectoria para salir de nuestro limbo hacia el
gran panorama de la conciencia femenina. Y el aspecto liberador de lo femenino arquetípico es el que nos
permite vivenciar realmente el tercer término: lograr una verdadera compren
sión de los demás y de nosotras mismas, y no quedarnos en
medio del camino sin saber por qué sufrimos, por que nos
enojamos o por qué recriminamos.
LA LIBERADORA ARQUETIPICA
El arquetipo de La liberadora siempre acompañó a la humanidad de manera muy potente, y recibió el
amor reverencial de sus devotos en mayor grado que otras manifestaciones de lo Divino Femenino.
Buscamos intuitivamente recibir liberación de manos de la Deidad-Mujer, que conoce las vías misteriosas de la
compasión.
La Mater Doloroso, la Madre Doliente que llora por el sufrimiento o pérdida de su criatura, perdura incluso
como madre de Jesús, a quien la gente confía instintivamente su esperanza de verse liberada de la
enfermedad y de la muerte eterna. La misma esperanza que llevaba a los griegos hasta Eleusis para
descubrir los misericordiosos misterios de Deméter, o que llevó a sucesivos pueblos (desde los egipcios hasta
los romanos) a postrarse ante la compasiva imagen de Isis, amante, madre y sanadora universal.
Ambas diosas paganas comparten la función liberadora porque son capaces de asumir el sufrimiento y
transformarlo en fuerza mágica de redención/resurrección. Contemplar sus
imágenes o visualizar sus actitudes puede ser, en sí mismo, un acto de liberación.

Deméter e Isis

Deméter sufre por su hija perdida, y representa el dolor de toda madre cuya criatura le ha sido arrebatada por
fuerzas prepotentes o arbitrarias, como la guerra o los juegos del poder. Pero como puede ser Liberadora,
ha de convertir ese dolor en renovada nutrición para todos los humanos, y volverse con el don del cultivo
del cereal hacia los que la invocan para no perecer de hambre.
Jean Shinoda Bolen detecta la abrumadora presencia de Deméter en la madre doliente sujeta a depresiones
"de nido vacío" (cuando sus hijos se han marchado del hogar), o a sentimientos de futilidad y falta de
sentido.
Cualquier mujer puede asumirla, no sólo la que se queda sin sus hijos físicos, sino también la que queda fuera
de un proyecto acariciado o de una empresa a la que ha consagrado muchos años. Y a cada una nos toca buscar
fórmulas nuevas para transmutar ese dolor y convertirlo en algo fértil, capaz de liberar.
Imaginar a Deméter puede hacernos colaborar mejor con ( nuestro propio proceso que va desde la ira hasta la
compasión. Podemos visualizarla como una hermosa mujer madura, majestuosa y alta, con el dolor marcado en
toda su figura; una matrona que recorre los caminos de la tierra en búsqueda incesante, mientras a su paso los
campos se marchitan y van quedando yermos para acompañarla.
Después, para no quedar en esa etapa, conviene contemplarla bajo su otra faz: radiante madre nutricia que
alimenta a sus retoños, repartiendo manojos de espigas y granadas
maduras desde un trono de piedra ubicado en un jardín. Es la divina puerta por donde los dones del espíritu se
derraman en la tierra, y nos bendice con su amor.
Isis, en cambio, es la sanadora universal; la integradora mágica que recompone al ser humano
desmembrado, tal como lo hizo con su amado Osiris, para que pueda vivir otra vez. Representa el dolor de
todas las mujeres que sufren por su compañero desgarrado por los dualismos patriarcales. Y el de las
chamanas naturales que viven como propio el dolor6 de su clan, su tribu o su cultura.
Susan Seddon Boulet la muestra genialmente en uno de sus cuadros, donde se ve a la Diosa rodeando el
cuerpo de su esposo muerto con las alas de buitre que asume al curar, e infinita tristeza en su rostro
compasivo, mientras entre plumas iluminadas por un resplandor rojizo se percibe ya al hijo en el que Osiris
volverá a vivir. Hermana, amante y madre, Isis vela por ambos y preside sus tránsitos entre los planos
diversos del ser.
También preside los nuestros, y es posible invocarla cada vez que sintamos que ya podemos soltar el
sufrimiento y pasar a una etapa sanadora o nutricia, dejando atrás defintivamente al viejo yo.
El arquetipo de La Liberadora es el regazo materno primordial, antes de las distorsiones culturales de la
maternidad. Es el abrazo de lo femenino sanador, antes de todo sexismo divisorio. Y es también la actitud de
la mujer futura, capaz de verdadera compasión.

El Arquetipo liberador en nuestra vida


Sobrevivir es un mal, dicen las neofemeninas, si implica, seguir viviendo en un estado miserable o doloroso-,
es decir,, separadas de nuestra propia fuente y de las posibilidades de lo femenino arquetípico. Y eso no
depende tanto de factores í externos opresivos, como de cadenas interiores que sólo, romperemos con un
proceso introvertido y personal.
No hace mucho, un trabajo de investigadores argentinas -"Ni Blanco ni Negro: Gris", de Lía C. Speroni de
Hourgras y Ana María Anzalone de Buceólo- clasificó a las mujeres de nuestra sociedad en tres rubros o
zonas de color según tres actitudes diferentes:
a) la Zona Blanca del ama de casa, esposa y madre tradicional, que "duda y sufre" en su sometimiento y
su rutina;
b) la Zona Negra de la feminista que ha alcanzado independencia económica, que "no duda pero sufre"
y está signada por la soledad;
c) la Zona Gris de la que quiere estar en ambas y se mueve entre contradicciones, y que también al fin y al
cabo "duda y sufre" como la mujer tradicional y manifiesta la crisis plenamente.
La esperanza de las autoras se dirige hacia las Grises, que al menos están en mejores condiciones de
reflexionar y elegir libremente su destino. Pero el panorama indudablemente es triste y doloroso, y la
liberación no está a la vista porque las tres zonas se ubican sobre el mismo nivel de la espiral.
Otro juego de colores simbólicos podría ser útil, sin embargo, para trasladar el problema hasta otro
plano, correspondiente a lo Divino Femenino en su triple división:
a) el Blanco de la virgen, radiante y sereno, que anuncia el alborear de la conciencia, el nacimiento y
crecimiento de la mujer como persona autónoma;
b) el Rojo de la Madre-Amante, vibrante y apasionado, que señala la acción de la mujer que ha
desarrollado su autoestima y puede trabajar para la humanidad;
c) el Negro de la Vieja, profundo y nocturnal, que marca el retiro de la mujer hacia los planos interiores
para desde allí destilar sabiduría.
Son las tres fases vitales de la hembra prototípica, naturales y mágicas, donde lo biológico se unifica
con lo espiritual. Si las mujeres de nuestra sociedad se familiarizaran con el concepto de la Diosa,
encauzarían su vida en un proceso personal satisfactorio en lugar de ubicarse en zonas muertas dentro
de un mismo plano horizontal.
Pero falta vencer los condicionamientos antirreligiosos, porque la actitud que se requiere es la que nos
religa en forma personal con nuestro núcleo más profundo o Yo Más Alto. Y las nuevas mujeres están
capacitadas para hacerlo, porque ya dudan de las imposiciones restrictivas y las disuasiones demasiado
reiteradas.
La entrada en nuestra vida de la Diosa (es decir, el concepto tealógico de lo Divino Femenino o, si se
prefiere, el concepto psicológico del arquetipo femenino universal) deja la puerta abierta para la liberación.
Se necesita en estos tiempos la irrupción de algo potente y diferente, que anule de raíz las condiciones del
dolor, porque de lo contrario nos movemos a ciegas sin encontrar respuestas ni salidas. El que sufre dolores
continuados no puede pensar con claridad ni integrarse a los ciclos de creación, y La Liberadora es el
Recurso Femenino para aflojar fricciones sobre los puntos doloridos, y aliviarnos.
Es la actitud que nos permite: a) dirigirnos hacia las mismas áreas donde La Desafiante hizo su
limpieza Gas cosas que ya no deben ser para nosotras); y b) ejercer compasión para aplacar los efectos
del enojo y la protesta.
Compasión hacia el otro, que recibió nuestras propias proyecciones y jugó de victimario. Compasión
hacia los que asumieron por su propia necesidad evolutiva los papeles de víctimas. Y compasión hacia
nosotras mismas, que sufrimos tanto tiempo por no saber cómo dejar de sufrir.

Lo que pide el arquetipo de Liberación

Alcanzar liberación no es poca cosa. Y hay que prepararse un poco para asumir la postura espiritual más
adecuada para conseguirlo. Lo que nos pide el arquetipo de liberación para poder hacer su obra en nuestra
vida, es reconsiderar ciertos factores que nos impiden movemos libremente. Por eso nos sugiere lo siguiente:
1. No sentimentalizar la función liberadora-redentora. Precisamente ese exceso de emoción y ese amor por el
drama nos ha impedido hasta ahora pasar del sufrimiento a sus valiosas consecuencias.
2. Entenderla naturaleza auténtica del sacrificio. Sacrificar significa hacer sagrado algo que queremos
ofrecer a cambio de otra cosa que necesitamos más. Es un acto esencialmente inteligente y lúcido, que no
ha de ser forzado desde afuera y que sólo el desbocado poder sobre convirtió en imposición; es decir, la
inmolación sangrienta de seres indefensos que no pueden rehusarse.
3. Renunciara las sutiles ventajas de sentirnos víctimas. Se sabe que una larga enfermedad o una situación
penosa prolongada, nos sirven muchas veces para reforzar el ego, jugar con el poder y encerrarnos en
nosotros mismos.
4. Despertar a las muchas clases de dolor que sufren otros. Ninguna de nosotras puede liberarse sola, justamente
porque al centrarnos en nosotras mismas nos resulta imposible adoptar la actitud más apropiada para la
liberación. Otros aspectos de la Diosa ya nos enseñaron a mirar sin miedo, y ahora necesitamos hacerlo más
que nunca para enterarnos del sufrimiento ajeno y poner el nuestro en perspectiva.
5. Revisar el significado del amor. Redefinirlo todavía es difícil, porque posiblemente la capacidad de hacerlo
vendrá con la nueva conciencia femenina. Pero podemos intentar una primera corrección, no
clasificándolo como emoción sino como principio espiritual, y como el estado natural de nuestro ser en sus
niveles más profundos.
Enfrentar la peor ilusión humana: la de que todos estamos separados. La interconexión de todo como
fundamento de nuestra visión del mundo, es lo que nos da la perspectiva necesaria para integramos a la
realidad más grande donde se produce la liberación.
No son puntos fáciles, pero recordemos que lo que intentamos es muy importante y que muchas
mujeres ya lo han conseguido. Se trata ante todo de un reacondicionamiento intelectual, porque lo que
realmente nos ha estado encadenando es un conjunto de ideas restrictivas, especialmente poderosas, que
ya es hora de reemplazar por otras más liberadoras.
"Cambia tus ideas y cambiará tu mundo "es una sugerencia que los sistemas represores conocen muy bien,
porque han utilizado ese recurso desde hace miles de años para un
propósito nocivo: transformar el mundo compasivo de la Madre Universal en el actual sistema de
dominación, carente de respeto hacia los otros.

Lo que impone el estereotipo cultural


En contraposición a todo lo anterior, el estereotipo cultural de las mujeres impone una actitud de
esperanza pasiva que postergue indefinidamente todo movimiento libre, y aguarde los favores de un
Dios que premiará a los que obedezcan los postulados patriarcales.
Las causas más profundas de esa imposición demasiado insistente resultan entendibles desde el punto
de vista patriarcal. Veamos algunas:
Lo que Mary Daly define como el llegar a ser de las mujeres, o su pleno desarrollo, podría ser entre otras
cosas "el portal hacia algo nuevo; más específicamente, una nueva fase en la búsqueda de Dios por parte
del espíritu humano".La "liberación" de las mujeres, en apariencia un simple movimiento de un grupo
minoritario disconforme, sería en realidad una revolución espiritual que cambiaría las cosas de raíz: en
lugar de una simple esperanza pasiva, una acción destinada a convertimos en lo que podemos ser al
cabo de nuestra evolución.
Eso, de por sí, es amenazante para el poder sobre que ejercen los que dominan. Pero detrás está
también la transformación de la misma idea de Dios, a quien nos han enseñado a imaginar como un Ser
Trascendente al que podemos conocer, adular o importunar; pero que ahora es posible concebir como
un poder de ser que nos convoca a todos a realizar nuestras posibilidades.
El estereotipo, mientras tanto, trata ya difícilmente de imponer pasividad a las neofemeninas de este fin
de milenio. Lo único que ahora falta, con urgencia, es que nos demos cuenta de la importancia colectiva
de lo que ansiamos para cada una de nosotras.

Cuestionario
¿En qué etapa del proceso de liberación siento que estoy: ira, recriminación o compasión?
………….....................................................................................................................................
¿Qué ataduras percibo intuitivamente en mí? (Para ayudarte a responder a esto, observa las imágenes que se
te presenten espontáneamente cuando trates de visualizarlas)
………….....................................................................................................................................

¿Sobre quién o quiénes debería poder ejercer mi compasión y no consigo hacerlo?


………….....................................................................................................................................
¿Cuál ha sido, desde la perspectiva de liberación, mi dolor más fructífero?
………….....................................................................................................................................
SEGUNDA PARTE
LA MUJER LIBERADORA
Lema: El mundo me necesita, pero no como pasiva espectadora sino como agente de liberación.
La verdadera liberación no es meramente una irrestricta actividad genital (la "revolución sexual"), sino pensar,
querer, imaginar, hablar, crear y actuar en forma libre y desafiante. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre").
En este momento la mujer liberadora es la que como Mary Daly, Ñor Hall o Marión Woodman, trabaja por
el nuevo desarrollo evolutivo que ya se percibe como la emergencia de lo Femenino Consciente. Ayudar a
que despierte esa conciencia de su letargo ya demasiado prolongado, es ejercer la tarea salvadora que surge
de una intensa preocupación compasiva por los problemas de la humanidad.
En términos individuales, la psicología nos habla de reencontrarnos con la niña interna para sanarla,
nutrirla y rescatarla de las sombras. Pero, desde otro enfoque más relacionado con la espiritualidad de
las mujeres, podemos admitir otra necesidad: la de hacer salir de su capullo de crisálida (una imagen
que Woodman ama especialmente) a esa conciencia femenina que ha estado madurando en el encierro y que
simboliza, en términos de antiguas tradiciones iniciáticas, al nuevo ser humano que vendrá.
La Hija de la Madre Dolorida, cuyo advenimiento asusta a la sociedad dominadora, es la mujer libre que verterá en
el mundo las riquezas olvidadas de su género: esa manera compasiva de interactuar con el resto de los
seres, que ya valoran los movimientos ecológicos, la psicología más avanzada y las que participan del Movimiento
de la Diosa.
A esta altura del desarrollo femenino, estamos ya ubicadas en el umbral de los descubrimientos importantes
relacionados con nuestro género; y aunque apenas se vislumbra, ya podemos ensayar una somera descripción
de lo que surgirá de la crisálida.
Son otros tipos de mujer que corresponden a los tres siguientes aspectos de la Diosa; es decir, que ya
fueron intuidos por nuestros ancestros y proyectados en su idea de la Deidad. Y que alguna vez también fueron
corporizados por miembros del grupo femenino, aunque de maneras primitivas que ahora serán puestas
al día por la nueva conciencia.
Son tipos femeninos que quedaron adheridos a la bruma sólida de las leyendas, pero que están cobrando
vida nuevamente en las mujeres de la neofeminidad. Roles y capacidades que ya no señalarán a seres
excepcionales dentro de la tribu humana, sino que serán parte integrante del equipo psicofísico normal de
las mujeres del futuro.

La chamana conectora

Es la vía de la que transita el laberinto interno por su propia cuenta. No ya entregándole a un héroe -como
Ariadna a Teseo- el hilo salvador que le permitirá encontrar el camino que la mujer se diera cuenta, cayó en
extremos de dominación devoradora o de forzada nutrición, de extorsión sentimental o de modo protector
exagerado.
La conciencia femenina liberada redefinirá ahora la maternidad, librándola de juegos de poder y errores por
exceso. La madre consciente no será prisionera de sus hijos ni les dará lo que no sea el alimento justo para, ellos.
Ejercerá su maternalidad sobre cualquiera de las criaturas de la Diosa, humanas o no humanas, y cuidará
con igual solicitud a las desamparadas criaturas de su psique (sus imágenes mentales, sus ideas), que
tienen también derecho a la existencia.
La madre nutricia aceptará reconocerlas, alimentarlas y hasta jugar con ellas, llevando así su vida personal
hasta un nivel más hondo, donde lo maternal tendrá un campo intemporal en donde funcionar sin
frustraciones. ("Así se crean los mundos nuevos a partir de la madre, como explosiones -partos- de la
imaginación", dice La Liberadora. "El poder maternal femenino, una vez libre y consciente, es el poder de
crear un mundo con toda claridad, y alimentarlo ").

La potenciadora
Lo propio de lo Femenino, que es factor de conexión y nutrición del universo, es potenciar a los demás ya sea
en lo físico, en lo psíquico o en lo espiritual. Vehículo de concreción y puerta del espíritu, la mujer vive
naturalmente dando a luz cosas que surgen de los planos interiores, y haciendo que se concreten las imágenes del
alma.
La mujer del patriarcado, sin embargo, obligada a ser pasiva, con su creatividad orientada tan sólo hacia
los hijos físicos, vive en frustración casi continua creyéndose impotente y escamoteando así a los otros el
estímulo que podrían
obtener de ella. Y los tesoros de los mundos interiores quedan acumulados dentro suyo sin que nadie (ni
ella misma) los reciba.
La potenciadora con conciencia de sí misma irá hacia los demás en entrega espontánea para sanar al que
necesita ser sanado, alimentar al que tiene hambre, o amar al que carece de amor. Con su autoestima en alto
reemplazará a la mujer "interesada" de la vieja cultura: la que daba porque esperaba recibir en consecuencia,
la que buscaba pareja por mera conveniencia, la que incluso a veces (como atestiguó un marido) "se
dejaba golpear por las tarjetas de crédito", resultado final del adoctrinamiento que la convenció de su
impotencia. ( "Ahora sabes, en cambio, que la Diosa está en ti y que el varón la busca a través tuyo," dice la
nueva conciencia. "Puedes, si quieres, representarla como sacerdotisa iniciadoray potenciante, que a través de
la unión pone al hombre en contacto directo con lo Divino Femenino'').
Chamana, nutricia, potenciadora, la nueva mujer consciente, la mujer Lunar/Solar saldrá de su prisión
psíquica hacia el mundo concreto de la tierra, que es su legítimo campo de trabajo. Allí podremos verla día
a día, en el espejo en que nos miramos o entre la gente que camina por la calle, atareada en sus obras
cotidianas que responderán a las necesidades del planeta, del amor y de la redención del ser humano.

LA LIBERADORA COTIDIANA

En este momento de la historia sólo las mujeres pueden (si es que quieren) apoyar la entrada o reentrada de
nuestro género en la raza humana (Phyllis Chesler, "Mujeres y Locura").
¿Qué puede hacerse cada día para apresurar liberación y la de los La liberadora cotidiana trata de entrar
gradualmente en la actitud propicia . Sigue por ejemplo las sugerencias de Daly, en cuanto a crear otro espacio,
otro tiempo, otro lenguaje más adecuados para el "llegar a ser" de la mujer. O las exhortaciones de otras
neofemeninas, que consideran necesario reeducar nuestras creencias subyacentes para limpiarlas de las
nociones de separación, escasez de recursos y polarización exagerada.
Pero trabaja sobre todo sobre sus propias resistencias a la compasión.
Las que luchamos por los derechos femeninos sabemos cuánta autoestima se logra en el papel de La
Adversaria enfrentada al sistema patriarcal. Y lo difícil que por eso puede resultarnos abandonar ese
papel para despolarizarnos con los que nos oprimen; es decir, aflojar la tensión mutua que hay entre
ellos y nosotras, para entender sus motivos y compadecer con ellos, compartir sus sufrimientos.
Pero ése es justamente el sacrificio que nos pide La Liberadora para actuar en nuestros nudos
conflictivos: dar en trueque nuestro orgullo por la compasión capaz de desatar.
La autoestima por supuesto no se pierde, y ya ganada de una vez por todas, pasa a un segundo plano.
Pero hay que trabajar asiduamente para no reinstalarse en las etapas anteriores de ira y
recriminación, al primer brote de enojo ante los múltiples abusos que se sigue cometiendo.
Cada vez que lo hacemos, cada vez que volvemos para atrás en el proceso, se recompone el eslabón de
una cadena que nos une a los que despiertan nuestro enojo, y que La Liberadora había quebrado con
la compasión. Hay que tener cuidado.
Necesitamos obviamente una limpieza más profunda de las áreas conflictivas de la psique personal,
que puede hacerse por supuesto a través de la terapia psicológica. Pero que también puede lograrse
visualizando los problemas mediante sistemas simbólicos como el Tarot, que permiten un diálogo directo
con el propio inconsciente.
En algún momento la tensión excesiva va a aliviarse, se quebrará definitivamente la cadena, y la energía
personal quedará libre para vivificar nuestras zonas más creativas y fructíferas.

Otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje


Es útil considerar esta propuesta -"otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje"-, ya que puede servirnos
para ir saliendo poco a poco de una atmósfera social que no permite el desarrollo. Vamos a intentarlo.
Espacio. Según Daly, nuestro espacio femenino debe estar ubicado "en el límite o frontera" de las instituciones
patriarcales imaginadas como una gran esfera. Será otra esfera más pequeña que tendrá por centro nuestra
vida y nuestras experiencias, que sólo pueden irradiar poder de ser si se colocan sin ruido en el borde de
lo que antes considerábamos central.
Es decir que sin dejar de trabajar e interactuar en la cultura que termina, necesitamos colocar nuestro núcleo
personal como corazón de un microcosmos que no choque con ella pero tampoco se deje absorber. Nuestro
proceso de crecimiento puede entonces transcurrir en ese espacio preparado para eso y protegido de
coacciones.
Tiempo. Al entrar a ese espacio también se entra en un tiempo diferente, pues las instituciones
patriarcales se empecinan en vivir en una etapa que ya va quedando atrás (como puede observarse, dice
Daly, en las casi in mutables liturgias y rituales que las legitiman). Por el contrario, al vivir en la frontera
las mujeres nos damos cuenta intensamente de estar viviendo en un tiempo de presente y de futuro,
cualitativo y orgánico, que surge de nuestro propio sentido de la realidad. Y que escapa a las
mediciones mecánicas del sistema, ya que en este tiempo "los acontecimientos significan mas que los
relojes".
Lenguaje, Hasta los titulares que se ven en los quioscos de revistas hablan ya de un "lenguaje sexista", que
las neofemeninas tratan de contrarrestar.
No será sencillo hacerlo, porque deberemos construir entre todas una forma de hablar que no excluya a
nuestro género ni denigre nuestra escala de valores, y que incluso refleje nuestra manera más sensoria y
directa de experimentar las cosas. Pero se puede, como primer paso, ir cobrando conciencia de los
encasillamientos verbales en que caemos comúnmente, y reemplazarlos por el pensar/hablar/actuar
creativo que sugiere Daly, la que admite incluso crear nuevas palabras a partir de nuestra esencia de
mujeres.

Y compasión
Abrirnos paso mediante estos recursos hasta quedar fuera de los "círculos de violación" establecidos por el
patriarcado, implica una liberación considerable, aunque no definitiva.
Queda por resolver en nuestro plano cotidiano el tema de la compasión como actitud de vida, sin la cual
lo anterior no tiene efecto perdurable, y que algunas mujeres del Movimiento de la Diosa elaboran a
través de su relación especialmente sensitiva con las formas de vida consideradas inferiores.
Un insecto en el reino animal, un simple "yuyo" entre los vegetales, ocupan el último escalón de la pirámide
jerárquica que simboliza la desmedida superioridad que el ser humano se adjudica. Por eso, ejercitar la
compasión hacia estos seres que no entran en los planes patriculturales, puede sacarnos de las prisiones
restrictivas de una mentalidad que ya ha llegado a un punto muerto.
Corremos el riesgo, es cierto, de que nos llamen excéntricas o directamente locas si recogemos una polilla
moribunda para que muera dignamente en alguna maceta, o replantamos una plantita anónima que
arrojó desde un balcón la prolija propietaria de un helécho o un rosal. Pero vale la pena, en términos no sólo
de solidaridad hacia todos los seres, sino de nuestra propia y esencial liberación.

Autoindagación
1. ¿Me animaría a enfrentarme con mi propio núcleo interno para poder liberarme y avanzar?
………….....................................................................................................................................
¿Acepto responsabilidad por mi destino de mujer?
…………....................................................................................................................................
2. ¿Quiero realmente salir de las relaciones afectivas me paralizan?
………….....................................................................................................................................
¿Aceptaría trabajar sobre mí misma para lograr madurez y disciplina en mis afectos?
………….....................................................................................................................................
3. ¿Soy capaz de afrontar mi sensación de fracaso? ¿Qué me haría sentir menos frustrada?
………….....................................................................................................................................
¿Por qué no puedo imaginar una salida?
………….....................................................................................................................................

Espacio compartido
En plena lucha contra el patriarcado leo este fragmento de "Crystal Woman de Lynn Andrews:

-¿Quién es Red Dog?-preguntó Ginevee.


-Un hechicero malvado que me combate desde hace doce años.
-Si lo hubieras honrado y le hubieras hecho sitio en tu campamento no sería tu enemigo." Y más adelante:
"-(El espíritu del mal) es tu digno oponente. Es un guerrero que ha venido a visitarte, y aunque sea
malvado has de respetarlo. Constrúyele una cabaña de paja y ríndele honores."
Son enseñanzas de una chamana australiana, tan viejas como el mundo. Mi reacción es tan incrédula
como la de la propia Lynn, pero la idea se me graba. Estoy viviendo la euforia de mis primeros años
en el feminismo espiritual, y las analogías resultan claras. Red Dog y el espíritu del mal son lo mismo
contra lo que yo lucho. Pero ahora se enciende un signo de advertencia.
He pasado meses de intenso sufrimiento, me he instalado realmente en el lado sufriente de la vida y
parece repercutir en mí el dolor de la tierra y de todas las mujeres. He asumido el dolor transpersonal,
pero no puedo continuar indefinidamente. "Hacer un sacrificio de una vez, que me libere de la
necesidad de sacrificios repetidos", me sugiere el Tarot. Y ahora el sacrificio de liberación parece ser
el que sugiere la chamana. Lo que tengo que sacrificar es simplemente mi orgullo.
Lo pruebo primero con cosas triviales. Le rindo homenaje y acepto en "mi campamento" (o sea en mi
vida) el ruido insoportable de un motor que no me deja dormir desde hace días. A la mañana siguiente el
ruido cesa. Entonces me animo a más: venciendo toda mi terrible resistencia, usando todas mis posibles
artimañas racionales, le rindo honores al propio patriarcado, acepto su existencia, sus motivos, su
eficiencia.
Eso no significa que vuelva a cerrar los ojos ni que deje de esforzarme por el mundo que vendrá.
Pero la Diosa también es compasión, y he de instalarme en esa nueva etapa si no quiero agotarme en
el intento. "¿O quieres que los espíritus malvados arrojen para ti los huesos de la muerte?", previene
la chamana.
Ira, recriminación y compasión. Debí hacer un esfuerzo innegable (y que no acaba) para dar el tercer
paso. Pero los resultados fueron inmediatos. Fue realmente como si se hubiera quebrado una cadena, y el
resultado del aflojamiento de la tensión polarizada fue, entre otras cosas, el presente libro.
Al salirme del tironeo energético con el sistema de los patriarcas, se me abrieron otras vías de contacto con
personas inteligentes y sensibles -tanto mujeres como hombres- que también han constituido sus esferas
vivenciales, como aconseja Mary Daly, en torno de su propio centro de poder creador. Y esas mismas
personas, de diversas maneras, me ayudaron a no retroceder.
Al aflojar las tensiones una siente que cae en el vacío, como si hubiera soltado lo que sostenía su
identidad. Pero es tal vez el salto necesario de que hablan todos los programas importantes de desarrollo
espiritual. Ese salto al abismo que también se describe como animarse a cruzar "el puente del arcoiris", y que
el mismo Indiana Jones tuvo que dar en la ficción, casi al final de "La Ultima Cruzada".
Lo que se encuentra abajo es vasto, desconocido y poco descriptible, y hay que ir reconociéndolo de a
poco, como un explorador. Faltan las referencias de los condicionamientos, de los patrones repetidos, de las
muletas que había construido el ego; y lamentablemente una regresa a cada rato a respirar la vieja
atmósfera contaminada de dualismo, de furores , y de obstinada desilusión.
Poco puedo decirte en concreto, porque para cada persona es diferente y la verdadera perspectiva se
logra con el tiempo. Pero sin embargo estoy segura de algo , y es de haber descubierto maneras menos
arduas de vivir, que no tienen que ver con mayores ingresos económicos, sino con modos más precisos y
sensatos de utilizar mis energías.
Y lo mejor es que después de un tiempo se empieza a disfrutar de la paz que se instala en los centros
psicofísicos. Esa paz que bien pudiera ser el bien mayor que se consigue a cambio del orgullo, y que bien ha
valido el sacrificio,
PERSPECTIVASFUTURAS: EL OCHO, EL NUEVE Y EL DIEZ

Los tres últimos aspectos de la Diosa preanuncian la emergencia de lo Femenino Consciente.


LaConectora, la Nutricia y la Potenciadora duermen aún en el capullo a punto de estallar, pero ya
muchas mujeres perceptivas asumen sus cualidades, como anticipos vivos de lo que vendrá. Describir
las manifestaciones de estos tres últimos aspectos obliga más que nunca a mirar hacia el pasado con
intención recuperadora, y a imaginar el futuro con audacia libremente visionaria. Lo Femenino
Consciente que teje conexiones, alimenta y enseña a vivir plenamente en la Tierra, está apenas
asomando en el horizonte humano. Hemos de estar atentas a su desarrollo, por lo que cualquier dato
que nos pueda dar idea de sus características resulta muy importante.

Es aquí -y con toda razón- que las mujeres patriarcales se declararon derrotadas y dieron por
terminado su trayecto. Y es aquí donde podemos recoger nosotras esa herencia y llevarla adelante en
nombre de ellas, de nosotras mismas y de nuestras hijas.

• Tejer relaciones mágicas entre las cosas

• Mantener y nutrir la nueva vida que surge de ellas

• Transmitir sabiduría potenciadota

Estas tareas llevan hasta sus máximos alcances los roles de Sanadora, de Madre y de Amante, es decir las
funciones esenciales de la mujer recuperada para la humanidad. Ejercerlas implica el reconocimiento y la
aceptación definitivos de nuestro poder de ser.

Tras cinco mil años de negación de ese poder, surgen con todo sospechas y temores que no podemos
ignorar. Aclaremos entonces varios puntos importantes.

1. No hay que temer que se degeneren las costumbres: la degeneración de las costumbres naturales, hoy
muchas veces disfrazada de ética, es precisamente lo que las nuevas mujeres quieren detener.

2. No hay que temer que extraños cultos femeninos amenacen la seguridad humana: lo que se espera es que
nuestra presencia pacificadora elimine precisamente el culto que más vidas sacrifica, el de los dioses de la
Guerra.

3. No hay que temer que la mujer potenciada se dedique a peligrosos manejos de la fuerza. Esa es
precisamente la manera en que el reprimido poder de la mujer funcionó en el patriarcado; es decir,
distorsionado y abusado por mentes que asumían sin querer un arquetipo negativizado. La bruja maléfica es
la mejor creación de los patriarcas. Por el contrario, la mujer libre y consciente es el factor conciliador
activo que el mundo necesita. Sus compromisos son ante todo con lo femenino arquetípico, con el universo y
con su responsabilidad espiritual.

Lo que sigue es sólo una especulación que traza líneas desde el punto presente de la liberación de las mujeres,
hacia tres diferentes posibilidades femeninas que vale la pena tratar de realizar.
Para la Cabala Hermética el Ocho es la esfera de la Magia y de la canalización sin obstrucciones de los
poderes divinos hacia el plano terrestre. El Nueve es el punto de reunión de todas las influencias anteriores
que surgieron del Uno, para que al fin el ser llegue a dar fruto. Y el Diez es el mundo material
sacralizado, donde culmina el plan de la creación. No es disonante que de esos tres números surjan los tipos
de la chamana sanadora, la madre sin trasfondos conflictivos y la sabia maestra del buen vivir en el planeta.

De aquí en adelante, imaginemos sin temor.


Más allá de la propia identidad se extiende el universo. Pero esa inconmensurable vastedad tiene sus rutas,
sus redes nerviosas y sus intersecciones o puntos de contacto • Si una entidad, humana o no, sabe quién es y
cuáles son sus funciones asignadas, puede integrarse al gran sistema orgánico y ocupar su lugar en el circuito de
conexión universal. Se lo ha ganado por haberse hecho preguntas, por haber averiguado las respuestas y por
haber roto los nudos que le impedían el libre movimiento • Su sistema psicofísico es el instrumento
comunicador de dos extremos que le permite recibir y transmitir, tomar y dar, y hacer posible que el plan se
desarrolle. Dentro de la mujer, el arquetipo Conectar le enseña cómo hacerlo y cuáles puntos inconexos son
los que debe religar.
Palabras clave:

 Tejer la tela
 Cambiar de forma
 Tecnología sagrada de transformación

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA. VIDA: al ser uno de los aspectos de la Diosa que aflorarán con la emergencia
de lo Femenino Consciente, no puede hablarse aún de modos generalizados de manifestación en las
mujeres. Por ahora sólo se hace sentir como un deseo profundo de curar las divisiones que afligen a
nuestro mundo, y una vocación de convertirse en sanadora de los que han caído en esas desgarrantes
divisiones.

LA QUE CONECTA
Más de una vez se ha dicho que la gran dolencia de esta era es la desconexión, que en las escuelas
esotéricas recibe el nombre más benigno de "la ilusión de separatividad".
Es ilusión, sin duda, porque una mínima experiencia de los mundos interiores prueba fácilmente que
todo está más conectado de lo que parece; y que por debajo de la superficie racional, muy cerca de ella,
hay toda una dimensión de coincidencias y sincronicidades, asociaciones desacostumbradas y cosas
aparentemente muy disímiles que encajan con toda precisión.
No se cree en ellas porque al negar a la Diosa se ha negado también el factor Conectar de lo femenino
universal, que mantiene unificada a la tela de la vida. No se cree en ellas porque aceptarlas socavaría
la noción del ego separado de la Conciencia Madre, que fundamenta toda la construcción dualista
patriarcal. Pero por debajo del no creer está el deseo esperanzado de que, efectivamente, la realidad
total esté interconectada y sean posibles las uniones que la mente racional llama milagros.
Lo Femenino es esencialmente conector, y por lo tanto corresponde que uno de los aspectos de la
Diosa sea la Conectora o Tejedora, como también la denomina Matthews. La deidad femenina es la
que crea la forma (del mismo modo que la madre física plasma con su sustancia el cuerpo material del
hijo en gestación), y crear la forma es en última instancia hacer uniones múltiples dentro de un plan
maestro; realizar conexiones entre tejidos básicos, que a su vez son series de lazos formativos. Toda
mujer que teje sabe intuitivamente lo que es crear la realidad.
Pero veamos un poco dónde estamos.
Después de haber llegado a las profundidades con los aspectos anteriores, es preciso salir para llevar
de vuelta al mundo los descubrimientos de la jornada interna. Y esa salida es esencialmente conectora,
porque la energía se vuelve otra vez hacia el afuera buscando puntos exteriores con los que
relacionarse, para cumplir la siguiente fase del circuito.
El movimiento de la energía tiene su plan: los aspectos 1 a 3 (Energizadora, limitadora y Protectora)
dirigieron la atención desde el ego hacia el entorno; los tres siguientes (Iniciadora, Desafiante y
Liberadora) invirtieron el efecto y la llevaron hacia adentro. Y ahora los tres restantes salen otra vez
con impulso centrífugo, buscando reconectarse, nutrir y potenciar.
Así pues, el Arquetipo Conector señala una primera salida enriquecida, hacia un mundo que clama
urgentemente por factores enérgicos de sanación. Y es según este criterio que
conviene apreciar el movimiento actual revalorador del chamanismo y las demás técnicas de curación
tradicionales, consideradas no ortodoxas por la actual cultura, y en gran parte impulsadas por mujeres
que ya han atravesado sus crisis de identidad.
Como Perséfone, lo Femenino Consciente necesitó habitar en las profundidades para resurgir con
facultades terapéuticas, que consisten, sobre todo, en la capacidad de enlazar el adentro y el afuera en
un único circuito armonizado.

Las conexiones femeninas


Si la conexión es un mecanismo natural que hasta ahora fue inconsciente en la mujer, alarma
preguntarse cómo ha venido funcionando en los últimos milenios bajo el sistema patriarcal, y qué
puntos de la red de lo viviente se dedicó a enlazar, sin que las mismas mujeres lo supieran. Dicho en
otras palabras, qué cosas conectaron las mujeres o con qué se conectaron ellas mismas bajo la
superficie de su percatación.
Para la visión chamánica todo está intervinculado, todos ocupamos puntos de intersección en la infinita
telaraña que transmite vibraciones energéticas por medio de sus hebras. Ubicada en cualquiera de esos
puntos, una mujer consciente puede ejercer a voluntad su proverbial habilidad de mediadora que le
permite múltiples efectos:
enlazar factores indebidamente separados, suavizar polaridades demasiado tensas, trasladar energía de un
polo más cargado a otro de nivel bajo, y en general equilibrar desequilibrios y alinear lo que esta desalineado.
Si la red funcionara como podemos suponer que corresponde -es decir, a favor de una mejor evolución
del mundo y de la especie-, el tejido universal palpitaría de vibraciones estimulantes para cada uno de
sus puntos. Por los hilos de la trama circularían energías traducibles en fertilidad creadora, placer físico,
goce espiritual y plenitud emocional, para aliviar durante sus ajustes dolorosos a los que evolucionan.
Desde cada punto convertido en centro de emisión y recepción, se comunicaría a la fuente de salud con
el enfermo, a lo colectivo con lo individual, a los planos del espíritu con los planos materiales.
Pero en el presente estado de las cosas (tal vez logradas sólo a medias todavía, en esta víspera de la adultez
universal) las que debemos oficiar de conectoras seguimos vueltas sobre nosotras mismas, estudiando
absortas nuestro problema individual. Enredadas aún en nudos múltiples de inadecuadas conexiones, que tal
vez constituyen nuestros capullos de crisálidas de los que saldremos transformadas, pero que no nos dejan
funcionar en lo transpersonal.
¿Con qué nos hemos estado conectando las mujeres durante nuestra larga incubación?
A juzgar por los resultados perceptibles, nos hemos vinculado con dos tipos principales de factores
inconscientes:
a) lo que nos mantiene en dependencia, para responder a viejos adoctrinamientos patriarcales acerca de la
inferioridad o secundaridad de la mujer;
b) lo que nos produce sufrimiento, para responder a culpas arraigadas que provienen de la distorsión del
símbolo de lo Divino Femenino, y de mitos consecuentes corno el de Eva.
Una habilidad desprovista de conciencia puede tener infinidad de consecuencias lamentables,
traducidas por ejemplo en los problemas que habitualmente nos abruman: relaciones afectivas destructoras,
creatividad frustrada, sub-desarrollo de nuestras auténticas capacidades, impotencias ilusorias que hacen
estallar nuestros sistemas psicofísicos. Sin el control consciente, cualquier don se convierte en maldición.
Sin embargo ahora llega el momento de abrir los ojos y revisar las conexiones. Si cada una de
nosotras tejemos nuestro mundo personal según las hebras conectoras que
elegimos, lo que hay que hacer es desatar los nudos que empezó con el Aspecto 7), cortar los hilos que
nos atan indebidamente a dependencia y sufrimiento, y establecer
enlaces más propicios para poder crecer.
Miles de mujeres lo hacen hoy en día, y el tejido se agita con cambios incesantes. No es raro que haya
efervescencia e inquietud en casi todos los sectores, acostumbrados a los
viejos pactos.
Pero conviene recordar que la Conectora femenina no« busca sólo su beneficio personal. Los últimos
aspectos de la Diosa producen tipos de mujeres comprometidas con los otros y con el universo, y es
fácil ver que el bienestar de todos depende más de conectoras libres y desarrolladas que de entes
femeninos estereotípicos y encapsulados, cuya mayor contribución es la insatisfacción cargada de re-
sentimiento.
Para funcionar según requiere el universo, hemos de contactar con fuentes interiores de poder cuyas
vibraciones puedan pasar a través nuestro, equilibrándonos, y se dirijan luego hacia los objetivos que
les marquemos con discernimiento y voluntad: los seres débiles, los que no saben hacer contacto por sí
mismos, el planeta sufriente que nos necesita como vías de sanación.
Hemos de hacer contacto, por ejemplo:
1. con el amor universal auténtico, y no con nuestras proyecciones personales adheridas a otros en el
plano horizontal. (Las grandes pasiones en un mismo plano de existencia son siempre destructivas,
porque recargan el circuito entre dos seres semejantes y carecen de vías de desahogo proporcionales a
su intensidad, ligada a lo arquetípico : Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Abelardo y Eloísa son clásicos
ejemplos que acabaron en tragedia, porque confundieron el objeto humano con el arquetipo supraper-
sonal),
2. con símbolos universales de alto poder transformativo, y no con imágenes simbólicas manipuladas
intencionalmente para tener a raya nuestra actividad. (Eva como agente del mal, por ejemplo, o los
estereotipos familiares de las brujas que ridiculizan a las mujeres con poder de ser, son instrumentos eficaces
para contrarrestar la necesaria acción de las mujeres. En contraste, la Diosa como símbolo de lo Divino
Femenino está haciendo mucho por devolvernos nuestro autorrespeto y dignidad).
3. con la creatividad universal en estado puro, y no con creaciones ya elaboradas y traídas a este plano por
creadores masculinos. (Si las mujeres seguimos produciendo creaciones de segunda mano imitadas de los
hombres, al universo le seguirá faltando nuestro aporte diferente y seguirá en estado de esterilidad,
como habitado por un solo sexo).
4. con las fuentes del orden natural, de donde surge la preservación del universo y de sus habitantes, y
no con fuentes secundarias de ordenamiento humano que cada tanto -como ahora- se renuevan como
meros paradigmas. (Conectarse con los ordenamientos patriarcales, por ejemplo, paraliza a las mujeres).
Son tareas de dificultad indiscutible, que se irán aprendiendo con el tiempo y ya son propias de lo
Femenino Consciente que empieza a emerger. Pero pueden formularse como otras tantas formas de
participar en la gran obra! sanadora que curará al mundo de sus divisiones, y que iremos asumiendo
gradualmente.
Ubicada en un punto intermedio, la nueva conectora no pondrá la atención en ella misma sino en un
destinatario carenciado, y oficiará sólo de canal de transmisión (lo contrario recarga sus circuitos y la
perjudica). Será lo que Matthews denomina "una sensitiva acompañante de lo Creado", y para efectuar sus
conexiones escuchará atenta la voz olvidada de la Tierra que le dictará sus prioridades. Chamana y maga
transformadora, producirá los cambios necesarios que requiera la nueva etapa de la vida sobre el plano
material, menos departamentalizada y con mejor fluir de la energía entre los seres vivos.
Asumirá, en suma, la responsabilidad espiritual de sus acciones conectoras, que ya no responderán a sus
pulsiones inconscientes sino al claro propósito de su existencia en la Tierra.

LA CONECTORA ARQUETÍPICA

Como arquetipo universal, la Conectora o Tejedora aparece en las mitologías de múltiples maneras
siempre asociadas con transformaciones -ya que manipular las energías produce cambios-, y con
características muy atractivas para la imaginación: por un lado el misterio y encanto de las hechiceras, por
otro el humor lúdico y vital de ciertas brujas y chamanas, por otro la imponencia cegadora de las diosas
curadoras y alquimistas.
Pero también es importante el enfoque más cercano de la literatura neofemenina de ficción, y he elegido como
ejemplo tres pares de mujeres conectoras que aparecen en tres obras: "El Clan del Oso Cavernario", de Jean
Auel (1980); "Las Nieblas de Avalon", de Marión Zimmer Bradley (1982) y "Mujer Chamán", de Lynn
Andrews (1981), porque en conjunto muestran una tradición continua de maestría femenina en el arte de
combinar y conectar. Es decir, de efectuar transformaciones de la realidad tangible.
Iza y Ay la. La Iza y la Ayla de Jean Auel se mueven en los bosques todavía intactos del sudeste europeo de hace
treinta mil años; la misma zona donde mucho más tarde, en el Neolítico, florecerían las culturas de la
Diosa hoy excavadas y descriptas por Gimbutas. De una a otra pasa un legado antiguo de curanderas
maestras, que es mezcla de experiencia recordada y dotes naturales de intuición rodeadas del misterio y
los secretos de su oficio. Agentes de los espíritus, dice Auel, aunque no puedan interceder directamente ante
ellos. Y agentes de las fuerzas nutricias de la Tierra, que discriminan en las plantas, canalizan y
mezclan para fines cotidianos o sagrados. La de Ayla es ante todo una aventura evolutiva, que prefigura la de
la mujer consciente enfrentada a sus nuevas posibilidades. Es un ser aparte, diferente de los que la rodean
porque ya pertenece a un escalón más avanzado; pero en su marcha hacia el futuro lleva con ella la
tradición de sabias hembras curadoras que se remonta a las épocas prehumanas.
Morganay Viviana. En los siglos oscuros de lenta transición entre el mundo romano y la Europa medieval, o
entre paganismo y cristianismo, la Morgana y la Viviana de Las Nieblas de Avalónson también mujeres
sabias conectaras que ven desaparecer su cultura centrada en la Gran Madre, la vigencia de sus
principios femeninos y el respeto hacia su' religión. La tradición femenina que ahora debe hundirse en, el
olvido es ya muy refinada y muy compleja, teje con las hebras del nacimiento y de la muerte, los estados
alterados de conciencia y la visión oracular. Las sacerdotisas de Avalón, que Marión Bradley tal vez logró
invocar por memorial analéptica junto al pozo sagrado de Glastonbury, están lúcidamente conectadas
con todos los puntos de la red de la creación y hacen circular por ella las fuerzas de la vida.
Agnes y Ruby. En nuestros días, en una pobre reserva indígena de Canadá, otra rama de la tradición de
conectoras se corporiza en la Agnes y la Ruby de Lynn Andrews. Son otro tipo de chamanas, para acceder
a ellas tenemos que tener cierto tipo de iniciación o santo y seña que nos haga leer sus códigos. En un
mundo que ha llegado a parecer abstracto hasta un grado insostenible, son como sólidas extensiones de
la Tierra pero con fibras que llegan hasta los planos estelares o hasta las primeras causas. Saben; esa es la
sensación que emana de ellas como algo bien tangible. Y aunque se discuta si los viajes de Lynn
Andrews han sido físicos o imaginarios, esa aura sólida y tranquilizante habla de un contacto interno bien
logrado con la larga tradición de las mujeres conectoras. Una cadena entretejida de visiones, experiencias
corporales y sabia domesticación de la energía.
La inspiración y habilidad de las autoras proviene por supuesto del Arquetipo Conector, que se
complace en múltiples disfraces y en apariciones impactantes. Cada vez que un personaje femenino o una
deidad mitológica efectúe sus pases mágicos (ya sean Circe, Ceridwen o la Madrastra de Blancanieves, que
como tantas otras conectoras es un aspecto de la Diosa Oscura distorsionado para aterrorizar), detrás
estará La que Conecta destejiendo y retejiendo la tela de lo que existe, para abrir caminos nuevos a las
energías creadoras.

El Arquetipo Conector en nuestra vida


Estos tres últimos aspectos de la Diosa (números 8, 9 y 10) no se manifiestan en la generalidad de las
mujeres de maneras descriptibles. Chamanas y sacerdotisas conectoras, por ejemplo, son todavía muy raras:
seres aparte que esperan
su inserción en una futura sociedad flexible que les abra espacios nuevos. Pero, al menos, podemos tratar
de comparar lo que ya intuimos que el arquetipo desarrollaría en nosotras, y las constricciones reales que
sobre esa zona de la psique femenina se ejercen con celosa vigilancia.
La Conectora, desde ya, nos sacaría de la ilusión separatista e impediría la sensación de soledad. Un punto
de un tejido no puede concebirse como entidad aislada, las hebras de la tela de una araña no pueden dejar
de recibir señales vibratorias de las demás hebras. Lo que llamamos soledad es realmente un estado de
ignorancia respecto de ese patrón de relaciones; o el tener concentrada la atención únicamente en alguna de
las hebras, que se recarga así con demasiada tensión polarizada y acaba por cortarse.
Las relaciones patriarcales suelen ser de este tipo. Preferencias y juegos de tensión, más que intercambio libre
de múltiples influencias. Una sola hebra del tejido -o persona, o situación- en lugar de todo el campo de
elecciones. Una sola actitud empecinada, en lugar de tejer nuevas opciones todo el tiempo. Por eso el
neofeminismo propone ahora una postura abierta que nos saque a las mujeres de ese patrón
jerarquizante, y La Conectora nos advierte: Inclusión y adaptabilidad en lugar de exclusión y rigidez.
La idea es que dentro de nosotras hay un sistema de dos puntas que nos permite insertarnos de diversas
formas, siempre renovables y cambiantes, entre pares de nudos de
la realidad; entre polos de circuitos incontables que hasta el momento están establecidos sólo a medias, y
que nuestra mediación puede activar. Sin ir mas lejos, el circuito sagrado
entre los clásicos opuestos patriarcales de sexualidad y espiritualidad, que para las mujeres no son
incompatibles y se realimentan desde siempre en nuestro funcionamiento
natural.

Lo que pide el arquetipo conector

“La energía dirigida provoca cambios. Para ser íntegros, hemos de reconocer que nuestras elecciones
tienen consecuencias, y que no podemos escapar a la responsabilidad de dichas consecuencias. (Starhawk,
"Soñando lo Oscuro").
El arquetipo conector nos pide ante todo sentirnos parte de un organismo más grande que nosotras. Y pese a
nuestra falta de autoestima, admitir que es posible que seamos necesarias para la construcción del
mundo del futuro, discriminando y decidiendo qué queremos que incluya en sus características y qué no
debe repetirse en él.
Alguien (nosotros, remarca Starhawk) debe empezar a hacerlo, porque no es posible que se deje en las
manos insensibles del azar o la entropía la realidad que habitarán los hijos de nuestras hijas, nuestra lejana y
desatendida descendencia.
Preparar nuevas vías para que la vida se desarrolle, dice la teáloga Caitlín Matthews. Activar nuevas
hebras con nuestra atención consciente, imaginar nuevas alianzas, crear mejores conexiones. Ese sería el
programa general que diagrama dentro nuestro la actividad del arquetipo, que siempre se percibe
como el impulso de hacer algo.
Sanear nuestras relaciones con lo que nos rodea, sugieren las psicólogas que anuncian la llegada de lo
Femenino Consciente: nuestras relaciones con lo femenino, con lo masculino, con nuestro cuerpo
físico y con la Diosa. El arquetipo nos pide estar en condiciones de ejercer sin trabas nuestras capacidades
conectoras, y esos podrían ser los primeros pasos que la mujer de hoy puede decidirse a dar para
lograrlo.
Se nos pide, al fin de cuentas, no permanecer pasivas cuando se puede hacer algo para mejorar las
cosas. La Conectora es, en esencia, transformadora de la realidad.

Lo que impone el estereotipo cultural


El estereotipo femenino ha impuesto siempre mujeres separadas unas de otras y del mundo, conectadas
exclusivamente con su familia nuclear, y por lo mismo mucho más vulnerables a los posibles fracasos de su
rendimiento dentro de ella.
La esposa-madre estereotípica no está respondiendo a requerimientos tan fundamentales de su ser como la
mujer en la que es fuerte el arquetipo de Hera Oa Esposa con mayúscula) o el de Deméter la Madre),
que al no ser escuchados hacen perder todo el sentido de la vida. Más bien su error ha sido cultural: aceptar e
incorporar roles muy persuasivos, diseñados para beneficio del patriarca y sin los cuales se siente en falta.
(Se le vende el matrimonio por la fuerza, dice Barbara Walker, tan agresivamente como cualquier producto
de consumó). Pero de todos modos sus exclusivas conexiones son con ellos, y los demás caminos suelen
quedarle cerrados. ( "La socialización de la mujer promedio en el sistema patriarcal, la dirige hacia la
condición de esposa como hacia el único trabajo para el que tiene condiciones").
De aquí surge la represión del arquetipo conector, que exigiría que muchas vías estuvieran disponibles
para la circulación de la energía, y que cada una de nosotras adquiriera conciencia de que su mundo
es más grande. Cualquier actividad transpersonal desbordaría al estereotipo de la mujer-objeto funcional, e
incluso al de la mujer como posesión celosamente valorada.
Al molde cultural, en suma, le interesa una mujer no expansionada en todas direcciones -como lo está la
conectora en cualquier punto de la red-, sino enfocada en una sola línea. Toda su ginergía (que si no la
renueva nunca será bastante) debe aplicarse en ese único sentido, si es que quiere lograr las ilusorias
recompensas ofrecidas: felicidad, seguridad, respeto o plenitud emocional que nunca llegan.
Es por eso que la suprema independiente, la tejedora autónoma que fabrica la tela de su propia vida,
suele ser denigrada y rechazada como elemento peligroso. La chama-na conectora, la sanadora natural, la
simple mujer soltera o divorciada maneja su energía y goza de soberanía sobre sí misma. Por eso hay que
tratar de aislarla, de evitar que haga contactos, de presentarla a los demás (y sobre todo a las demás
mujeres) como una amenaza.
No vaya a ser que ellas descubran que son capaces de imitarla.
Cuestionario
¿Qué falsos opuestos, que yo siento compatibles, me gustaría poder combinar?
……………………………………………….............................................................................
¿Qué desequilibrios querría poder equilibrar en el mundo que me rodea, si es que realmente tuviera el poder
de hacerlo?
……………………………………………….............................................................................
¿Puedo llegar a admitir que en el fondo tengo capacidades mediadoras y de conexión
……………………………………………….............................................................................
¿En qué circunstancias he sentido que podía hacer algo en ese aspecto, y por qué no lo he hecho?
……………………………………………….............................................................................
SEGUNDA PARTE
LA MUJER CONECTORA
Lema: "El mundo me necesita, pero no como ente aislado en mi propio microcosmos, sino como tejedora de nueve
realidades colectivas"

"El trabajo de la mujer es la transformación. Hacer algo a partir de nada, dar forma a lo informe".(Nor
Hall, "La Luna y la Virgen").
El nuevo feminismo espiritual nos habla en estos tiempos de la Mujer Shakti, la mujer realizadora que en la
definición de Vicki Noble es la que siente el llamado de la Diosa Oscura, "la seria y profunda voluntad de vivir
que surge desde el interior del cuerpo del planeta", y se empeña en efectuar su curación.
Esta chamana urbana es la versión actual de la Conectora arquetípica, que bulle en las mujeres
tratando de corporizarse y lleva a algunas de ellas (como a la protagonista real del film "Resurrección")
a dejar los espacios conocidos y dedicarse a trabajar en soledad, en un retiro muchas veces desierto y
sin testigos. Estas creativas solitarias, dice Noble, aprenden su trabajo a través del arte, la meditación, los
sueños, la dirección de guías espirituales, quizá incluso de libros. No son necesariamente personas
aisladas ni tristes, sino simplemente gente normal que se toma su tiempo para cumplir lo que ha
reconocido como "la Tarea".
La Tarea, por supuesto, es de sanación: curar las divisiones del macro y microcosmos utilizando las
habilidades de la Tejedora Universal. Comunicándose exclusivamente a través de las hebras de la red.
Saneando conexiones invisibles y rehaciendo la trama de la vida individual para que se refleje en el entorno.
Es la misma tarea que desde otra postura recomiendan las psicólogas de la nueva conciencia femenina. Hay
varias sanaciones diferentes que cumplir, y Connie Zweig, por ejemplo, las ha clasificado en cuatro
rubros:
1. curar nuestra relación con las mujeres y lo femenino, porque necesitamos llegar a hacernos madres de
nosotras mismas a través de un proceso de discriminación y selección. ( Las preguntas a hacerse serían dos:
Qué es lo que no acepto heredar de mi madre porque no me corresponde; Qué es lo que acepto heredar de
ella porque puedo continuar elaborándolo).
2. curar nuestra relación con los hombres y lo masculino, porque necesitamos poder hacer de padres de
nosotras mismas y actuar a partir de nuestras propias opciones personales más que a partir de nuestros
sentimientos hacia ellos. (Las preguntas a hacerse serían éstas: Qué es lo qué hago habitualmente para
ser diferente de mi padre; Qué es lo que hago habitualmente para ser como él; Qué sería lo que yo
personalmente querría hacer).
3. curar nuestra relación con ritmos, instintos y deseos, porque necesitamos volver a hacer sagrado
nuestro cuerpo femenino y celebrar sus misterios. (Aquí habría que preguntarse por qué han desaparecido los
rituales femeninos, y por qué la espiritualidad está escindida de la sexualidad cuando para la mujer van
siempre juntas).
4. curar nuestra relación con los arquetipos de la Diosa, porque necesitamos despertar de nuevo a la
divinidad de lo femenino. (Aquí conviene preguntarse seriamente qué efecto le ha causado a nuestra dignidad
la ausencia de la Diosa y cuáles serían los beneficios de restaurar su culto).
Se trata en suma de varios pasos de la Tejedora:
a) desvincularnos de los factores que nos perjudican Gas cualidades de nuestra madre y nuestro padre que
no debemos repetir porque no corresponden a nuestro esquema evolutivo personal; la indebida escisión
entre espíritu y sexo o entre cuerpo y espíritu; la autoridad espiritual exclusivamente masculina que nos
separa de Dios);
b) seguir vinculadas con lo que está de acuerdo con el propósito de nuestra vida ( las tareas que
nuestros padres dejaron inconclusas y que nosotras podemos completar);
c) revincularnos con factores necesarios que hemos perdido y hemos de recuperar (los rituales
femeninos que sacralizan nuestros cuerpos y los tránsitos de nuestras vidas; la Diosa como deidad de las
mujeres).
Aparte ha quedado por supuesto otro tipo de saneamientos importantes que estudian otras autoras, y
que también se relacionan con nuestros actos de desconectar y conectar. Vicki Noble, por ejemplo, da
excelentes consejos para cortar los nexos indeseados, que como fibras invisibles al ojo no entrenado
comunican nuestros centros energéticos con viejas relaciones, viejos pactos o voluntades represoras. La
chamana consciente debe saber con qué está vinculada y no aceptar los ataduras que su voluntad libre no
desea.
En este diestro juego estimulante, el buen humor de la tejedora transformista no estará lejos de las
lágrimas que siempre implica un corte. Pero los resultados bien valdrán la pena.

Sanar es reconectar

Cuando el ego individual pudo diferenciarse de lo colectivo, la conciencia humana dio un paso
trascendente y necesario. Pero en lo que se refiere al buen funcionamiento psicofísico, su avance
desbocado en esa dirección acabó siendo una des-gracia. Falta, efectivamente, la gracia de la Diosa: la
mezcla de belleza, benevolencia, amor materno, deleite sensual, ternura, compasión y cuidados solícitos que
el sánscrito condensa en la expresión karuna y que es también la significación original de la palabra
caridad. O de la beatitud que los griegos implicaban en el término carisma o carisma, la gracia de la Madre.
El carisma de la mujer para ejercitar funciones de partera, enfermera o asistente de los moribundos fue
reconocido siempre, porque se intuye que es parte del equipo natural de la hembra humana. Pero nosotras
hemos estado cortadas de la Fuente durante miles de años, y el carisma ha llegado a su mínima expresión en
casi todas, se ha secado en la gran mayoría, ha sido reprimido y olvidado salvo en unos pocos casos de
excepción. Anatemas, prohibiciones y legislaciones antifemeninas fueron dejándonos aisladas, sin memoria
y proyectando siempre fuera de nosotras nuestras capacidades sanadoras y nuestro derecho de ejercerlas.
Hoy la medicina se halla en el punto más alto de una crisis -siempre el más propicio para que broten
soluciones-, y se empieza a sospechar que lo que está necesitando se parece mucho a lo que el desarrollo
hiperracional y tecnológico se empeñó en desterrar: lo femenino arquetípico. Dicho de otra manera, la
mujer sanadora, no meramente asistente y solícita.
El vaivén cultural de los tiempos tiene mucho que ver con el problema. En "Woman as Healer, la Dra.
Achterberg hace notar que "durante las épocas en que se ha reverenciado a la naturaleza y la deidad
principal ha sido femenina, las mujeres han practicado la medicina libremente. Pero cuando la deidad
gobernante ha sido masculina -como en Occidente en los últimos cinco mil años- este derecho les ha sido
negado oficialmente y las sanadoras han sido ridiculizadas, excluidas y violentamente perseguidas ".
La cuestión, por lo tanto, pasa por el destierro de la Diosa y su consiguiente desprestigio, y volverá a
pasar por ella en el sentido inverso cuando se produzca su total regreso y revaloración. Pero por
ahora imaginemos y pensemos.
Aceptemos por un momento la noción de que el enfermo está aislado de la gracia de la Madre, su fuente
personal de nutrición. Aceptemos que se ha salido de las mallas de la red vitalizante, y que el precio de su
ego demasiado separado ha sido su alma: es decir, su propio sentido de la vida, su yo auténtico
cambiado por estereotipos culturales. Sólo una conectora consciente y voluntaria puede ayudarlo a
reinsertarse y hacer contacto nuevamente con su poder de ser.
La medicina tecnológica puede aliviar los síntomas, y sabe hacerlo de maneras cada vez más eficaces.
Pero la sanación se relaciona con visiones más completas; cuadros más amplios donde la medicina
podrá asumir, con mayor realismo, su condición más limitada de instrumento aliviador de
consecuencias físicas, componedor de las heridas que se inflijen a ellos mismos los que se niegan a la
gracia de lo Femenino Universal.

LA CONECTORA COTIDIANA

Podemos crear sistemas y relaciones que liberen y potencien (...) Reformar el mundo a imagen de la
libertad requiere una acción libremente elegida. (Starhawk, "La Verdad o las Consecuencias").
En lugar de enredarse en las hebras de sus energías, la conectora cotidiana puede tender a ser más
libre y a colaborar en la libertad de los demás.
El día que conozca bien los manejos chamánicos de la red energética, la mujer normal será una nueva clase
de agente activo del poder creador. Podemos imaginarla desde ahora con las características que puede
darle el saneamiento de sus relaciones:
a) alineación con su trabajo evolutivo personal, sin trabas ni desvíos innecesarios;
b) equipo psicofísico clarificado de intrusiones, sin drenajes provocados desde afuera;
c) autonomía de mente y cuerpo, sin ideas autoritarias inducidas ni controles ajenos sobre sus funciones;
d) buena comunicación de sus niveles interiores con su cuerpo y a través de éste con el mundo, sin
jerarquizar a unos sobre otros;
e) buen contacto directo con el nacer y el morir, sin artificialidades que empañen esas dos grandes
experiencias que la cultura ha profanado al trasladarlas a los hospitales.
Muchas otras cosas podrían agregarse, pero es mejor trabajar sobre unas cuantas hasta aceptar que
pueden ser posibles, y familiarizarse gradualmente con los nuevos modelos femeninos.
Pero creo que, ante todo, conviene tener en cuenta los instrumentos naturales que tiene la mujer para
este tipo de trabajo, y que en último término son dos: su imaginación creadora y su organismo físico,
especialmente su cerebro y sistema nervioso. Entre ambos se despliega la "tecnología sagrada" de que
hacen uso experto la chamana, la sacerdotisa o la sibila oracular, pero que está poniéndose al alcance de
todas las mujeres en el alborear de sus conciencias.
La imaginación ha. sido siempre la clave conectora, porque puede abrir puertas, elegir hebras del tejido
por donde avanzar, enfocar metas y visualizar los polos más remotos del circuito. Es por medio de imágenes
que se detecta y enfoca la fuente de energía, por ejemplo, cuando hay que transmitirla al que está
despotenciado; es por medio de imágenes que se logra contacto con lo que se quiere contactar, o que se
vinculan los puntos separados que deben formar circuito.
El organismo físico de la mujer tiene detalles que concuerdan con su prestigio de mediadora vinculante. Al
parecer (según descubrimientos muy recientes que reportan Sjöö y Mor en "La Gran Madre Cósmica), en el
cuerpo calloso del cerebro femenino habría más cantidad de conexiones que relacionan a ambos
hemisferios, lo que probaría que las mujeres no tendemos a separar el sentimiento de la lógica sino a
sintetizarlos. Y habría también más conexiones entre el cerebro anterior y el cerebelo, que permiten
integrar el placer físico a los más altos centros del cerebro, y fusionar así lo sexual-sensorial con los estados
superiores de conciencia.
Munida de este aparato tecnológico la mujer es fácilmente conectora, mediadora y sanadora natural. Fácilmente
chamana, sacerdotisa y maga (es decir, cambiadora de estados de conciencia).
El Aspecto Conector o Tejedor de la nueva realidad es el primer rostro de la mujer genuinamente libre y
dueña de su personal soberanía, que por definición no está desentendida (desconectada) de los sentimientos
o la suerte de los otros. La tejedora cotidiana aprenderá muy pronto a ser agente de transformación para
los miembros de una cultura más flexible y conciliada con la vida, y ayudará a redefinir y edificar la
nueva realidad.

Autoindagación
1. ¿Soy capaz de correr un riesgo cuando me intereso en algo nuevo que de antemano no me ofrece garan-
tías
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¿Qué necesitaría para decidirme a hacerlo?.
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2. ¿Soy capaz de apartarme de mis viejas creencias y valores cuando me doy cuenta de que no me
sirven más porque he crecido?
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3. Cuando me propongo algo, ¿suele detenerme un miedo excesivo a las consecuencias o el temor de lo que dirán
otros?
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¿Mi sensación de estar "atrapada" se debe quizá a mi propia comodidad y conveniencia?
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4. ¿Me interesaría aprender ahora una nueva habilidad, un oficio que me acompañaría toda la vida porque
está de acuerdo con mi naturaleza esencial de mujer?
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Espacio Compartido

No se necesita ser chamana experta para intentar a solas algún contacto entre el adentro y el afuera.
El mundo interno, como bien sabe la psicología profunda, es un reino fluido principalmente habitado por
imágenes a nivel de nuestra subconciencia personal. Y aunque una no visualice demasiado (yo por ejemplo
veo poco, y tengo otro tipo de percepciones de lo interno), hay siempre alguna captación del material que
puede percibirse cuando se viaja por la propia psique. Y siempre -esto es lo importante- se puede trabajar
sobre él.
A mí no me fue fácil instalarme en la etapa de la compasión que exige el feminismo de la Diosa. Enojo y
recriminación, como hemos visto, son los dos pasos previos necesarios para cobrar conciencia de una misma y
definir la propia identidad; pero quedarse en ellos o volver continuamente impide nuestro avance, y aquí
es donde precisamos ser autónomas y sanear las relaciones para poder actuar como sabemos que es mejor.
Yo no lograba sacudirme del enojo, después de que mi Modo Protector se hubo encendido plenamente al
estudiar los reales problemas femeninos. Cuando Artemisa es fuerte en una conviene tener cuidado,
porque no sabe nada de estrategias y arremete contra todo perjudicando sus propios intereses. Aún
después de mis trabajos de despolarización, que aliviaron la presión Intelectual y me mostraron la salida
salvadora, seguía propensa a súbitos accesos de un misterioso impulso vengativo que no era totalmente
personal, porque no guardaba proporción con mis propios sufrimientos. Era más grande, más antiguo, más
amargo de lo que tenía que ser.
Entonces me di cuenta. O mejor dicho, tuve una ayuda de la intuición profunda que en la mujer se representa
como la Vieja Sabia. Meditando en la imagen de la Diosa, entendí su mensaje simbólico: tenía que conectarla
con ciertas presencias internas de mi psique que exigían atención y se encontraban en alguna zona
aislada, imposibilitadas de salir.
Busqué con la imaginación y allí las vi: eran mi abuela materna y mis antepasadas femeninas a lo largo de
su línea. Un grupo de mujeres grises de contornos vagos, encerradas en una especie de caverna y esperando
algo de mí. Un año atrás, al empezar la primera versión de este libro, yo les había dedicado mis esfuerzos
porque sabía que habían sufrido. Me había ofrecido a ser para ellas, como sugiere Jean Houston, la proa de
la nave en que viajaban hacia su siguiente estado evolutivo. Y me había conectado demasiado con su resenti-
miento y su dolor.
Mamá no estaba allí, tal vez porque su proceso había sido diferente y se había muerto demasiado
joven como para que su enojo fuera más grande que su pena. Pero la abuela y las demás habían
rumiado largamente viejos rencores que sólo puedo suponer, pero que allí, en ese recinto
separado de la Diosa, pude casi palpar con mis sentidos interiores.
Por mí misma no podía hacer mucho. Pero recordando un ejercicio de imaginación activa que había leído en
algún lado, instalé ante ellas mentalmente un altar de luz presidido por la imagen de la Madre, y les pedí
que por su propio bien fueran depositando una por una su resentimiento y su incapacidad de perdonar,
para que fueran transmutados. Mediar entre ellas y la Diosa era todo cuanto podía hacer.
Los resultados fueron grandes en mi vida. Cada vez que visualizaba esas presencias las veía en un
entorno más abierto; aparecieron un jardín y un lago, vegetación y cielo. Les hablé mucho, le recordé
a mi abuela su gusto por las plantas y su amor por la vides que teníamos en la casa de mi infancia, y que
allí también podía tener. Le recordé su buen humor antes de que por capricho mi abuelo vendiera
aquella casa y la dejara sin jardín, y con sólo seis meses de vida por delante. Hasta que una vez la volví
a ver reír, y supe que el rencor empezaba a disolverse.
«ir A mí por supuesto me pasó lo mismo, porque la carga de resentimiento continuado desde ancestros
femeninos muy lejanos pareció soltarse de mis hombros. Hice otros ejercicios, por supuesto: cortar las
fibras energéticas que me ataban a ellas, ocuparme de la mansa tristeza de mi madre (esa es historia
aparte), preguntar al Tarot, y tratar de mantener siempre en contacto los dos polos del circuito : la
imagen de la Diosa (una Isis maternal y sanadora) y mis antepasadas en su limbo.
No importa descubrir si se ha tratado de presencias propiamente dichas, conciencias atrapadas en un
plano intermedio al que accedí, o sólo imágenes de mi inconsciente
personal que afloraron durante mi trabajo. En última instancia resulta lo mismo, tienen para mí la misma
realidad, y lo que importa es que evolucionaron y sus efectos sobre mí son diferentes.Ahora la nave
avanza, y ellas vienen conmigo.
Dentro de mí hay una presencia o actitud arquetípica que espera con paciencia que la asuma. Siento su
irradiación, bajo las capas cristalizadas de ideas falsas, auto-castigos y culpas absorbidas. Detrás de la
armadura de defensividades, miedo y combatividad • Es la portadora del Grial, que calladamente habita
en cada mujer aguardando el momento de manifestarse. Es la madre nutricia que quiere volcar sobre el
mundo sus dones y me necesita como canal distribuidor • Para dejarla actuar sé que debo avanzar mucho en
mis tareas de saneamiento personal, y esperar a mi vez que la nueva conciencia femenina amanezca del
todo sobre la tierra yerma para fertilizarla. Debo trabajar para eso, mientras la Diosa Nutricia va
disolviendo mis defensas desde adentro y sacraliza mi vida •
Palabras clave:
 El grial de sanación
 La madre consciente
 Los misterios de la nutrición

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: El afán de alimentar a otros y sostener su vida no es nada nuevo para la
mujer. Lo hace desde que tuvo el primer hijo, como lo hacían las hembras de los demás órdenes de vida, y
desde que en tiempos muy remotos recolectaba elementos comestibles para todo su clan. Ahora tal vez
empiece a hacerlo de otra forma, dictada por su nueva etapa evolutiva más consciente. Pero aunque sean
distintos sus motivos y mejor su entendimiento acerca de ellos, es casi seguro que algo no cambiará: seguirá
sintiendo como un placer especialmente suyo el preparar y entregar cosas nutricias (no solamente físicas) a los
que las necesiten. Es, ante todo, una acción dichosa que surge desde muy adentro de su ser.

LA QUE NUTRE
Caitlín Matthews también la llama La Preservadora, porque es el aspecto de la Diosa que conserva la vida
mediante el alimento necesario.
Cuando las conexiones se han desenredado y los opuestos, en lugar de enfrentarse, han constituido circuito,
es de suponer que nueva vida fluya fácilmente por nuestros sistemas y por los del mundo. Y alguien tiene
que nutrirla para que se desarrolle.
El aspecto maternal del universo se muestra aquí sin trabas ni distorsiones represivas agregadas por nuestro
mal funcionamiento. El concepto de la Madre Nutricia universal vuelve a surgir de las brumas que lo habían
recubierto durante milenios; nos muestra una realidad reverdecida y nos da la certeza de que jamás
careceremos de lo necesario, si decidimos aceptarlo.
Esta actitud favorable a nuestro desarrollo exige los reajustes anteriores que hemos venido detallando,
pero está perfectamente a nuestro alcance. Dicho de otra forma: si existe el arquetipo de una Diosa
Nutricia que alimenta y preserva la existencia, es porque hay algo en la naturaleza y en las hembras
humanas capaz de llevar a cabo esas tareas, con la misma eficacia y sin excluir a nadie de sus beneficios. La
tierra yerma, física o psíquica (es decir, el hambre, el desánimo, la parálisis creativa, la falta de alegría),
no tiene por qué existir y tiene causas subsanables porque son humanas.
El mito de la tierra yerma o infértil es uno de los grandes temas subyacentes de la civilización occidental, y se
relaciona especialmente con este aspecto de lo Femenino. O más bien con su ausencia de la psique
colectiva, que es lo que ha provocado los problemas.
Hemos olvidado todo acerca de los misterios de la nutrición, que alguna vez habíamos empezado a
conocer según nos cuentan viejas historias míticas. Al negar a la Pre-servadora junto con todos los demás
aspectos de la Diosa, nosotros mismos provocamos que cesara de fluir el agua de la vida con la abundancia
necesaria. Al exaltar al Héroe desconectado de la Madre, nos quedamos sin la nutrición que todo ser
viviente necesita, aun el soberbio humano adulto.
La Madre Nutricia también pasó a ser una mera función instintiva en las mujeres, ya que su culto fue
abolido y perdimos de vista su condición divina; e incluso, en muchas, esa función quedó trabada por
desarreglos de la personalidad y distorsiones culturales. La mujer olvidó que sólo puede alimentar
correctamente a otros -física, psíquica o espiritual-mente- cuando está alineada con la fuente originaria.
Cuando trabaja en nombre de ella y se alimenta, a su vez, en las zonas más profundas de su esencia
femenina.
La Nutricia ha faltado demasiado tiempo, y nos hemos estado marchitando sin su hálito de vida y sin el
gozo des, habitar la tierra que es parte de su don. Nuestra única esperanza es que la nueva mujer
consciente sepa otra vez asumirla, desde una octava más alta de la eterna espiral, evolutiva.

La nutrición femenina
Dentro de esta cultura las mujeres no hemos cumplido las funciones de preservadoras como mejor
convenía a la especie.
Inevitablemente el ser nutricio quedó enredado en trabas de diverso tipo surgidas del sistema patriarcal,
que perjudicaron su función primaria. Por ejemplo:
a) condicionamientos sociopolíticos, ya que se hizo imperativo y rutinario proporcionar hijos al patriarca
para su maquinaria de guerra o de consumo ("las madres del patriarcado ", afirma el nuevo feminismo
espiritual, "son una" figura colectiva trágica, por su impotencia respecto de su' función reproductora y
del destino de sus hijos");
b) autoimagen distorsionada y disminuida, ya que el papel de madre pasó de ser objeto de veneración,
como dadora y preservadora de la vida, a ser incriminado de casi todos los problemas de sus hijos.
("hay una etiqueta peyorativa en la profesión de la salud mental para cada tipo y grado de comportamiento
materno; las madres nunca ganan ", dice Barbara Walker);
c) separación de la naturaleza, ya que tuvo que optar por la visión dualista que favorece a la razón y el
intelecto por sobre los instintos primordiales {privada de la Diosa, cayó naturalmente en los estados que
provoca el actual clima cultural-moral: "desequilibrio y aprensión, vivo sentido del pecado y puritana
desconfianza de la sexualidad", señala Walker);
d) olvido consiguiente de su elevada dignidad y desarrollo de perjudiciales actitudes de compensación, ya que
acabó por recurrir en muchos casos a la extorsión sentimental o el abuso autoritario (.es decir, asumió el
arquetipo de "la madre terrible", que sólo puede darse cuando La Nutricia es negada y rechazada por
la humanidad).
En estas condiciones, el sostén de la vida que llega al mundo a través de la mujer quedó reducido a su
expresión más básica: alimentar físicamente al hijo -en el mejor de los casos con los productos de su propio
cuerpo, pero cada vez más con alimento ajeno e incluso artificial, elaborado por los hombres-, y proveer de
comida -cada vez más rápida por carecer de tiempo- al resto de su núcleo familiar.
En lugar de nutrir a los que nos rodean, las mujeres destilamos nuestra esencia de fracasos, ilusiones
inútiles, anhelo exagerado de seguridad, inmadurez espiritual y carencia de autoestima, y revolvimos
esa mezcla en el sagrado caldero que debía albergar sustancias de regeneración. Dadas las circunstancias,
¿qué más podíamos hacer?
Pero no es tarde. Y lo Femenino Consciente que amanece nos dará la ciencia y los medios necesarios para
corregir errores y descubrir, para después revelarlos, los altos secretos de la preservación.

LA NUTRICIA ARQUETÍPICA

Grandes figuras de diosas asumen la función nutricia en los mitos de la humanidad. Combinada a veces
con la de madre prototípica, como en la Deméter griega; o con la de proveedora del placer erótico y las
artes dichosas de la vida, como en la egipcia Hathor; o con la inspiración artística y los oficios iniciáticos,
como en la céltica Brighid. Se nutre de varias formas, y la vida requiere preservaciones diferentes.
Pero hay una imagen menos conocida, que debería servir de inspiración a todas las mujeres y podría
guiarnos en esta etapa de descubrimiento y formación: la Portadora del Grial.
La del Grial es quizá la leyenda más perdurable y básica de nuestra civilización occidental, tal vez porque
hace confluir dentro de un mismo marco los más altos misterios de las mujeres y de los hombres. Dos
poderosas corrientes de instrucción superior que, por supuesto, conviene que cada género aborde por
separado, sin la vigilancia ni la observación del otro, a fin de extraer sus más sutiles consecuencias y
redefinir mejor la feminidad y la masculinidad. (Como mujer, siento una especie de pudor cuando veo
por ejemplo una buena representación del primer acto del "Parsifal" de Wagner, donde se enfoca la
cuestión del Grial desde la perspectiva del varón de una manera pura y sin diluir. Tal vez exagero, pero
siento que ese espectáculo no es para mis ojos femeninos).
El Grial es por supuesto un símbolo multiforme, que ha significado diferentes cosas para cada buscador y
ha motivado incontables intentos de dilucidación. En las más viejas versiones se lo ha descrito como
una taza, copa o receptáculo, pero también como una bandeja que sostiene una cabeza cercenadas
una piedra que alimenta y sana. Pero lo que más importa para nuestro aprendizaje de la nueva
conciencia femenina, es que en todos los casos la portadora del Grial ha sido una mujer, la oficiante de un culto
cuyo real significado se ha perdido.
John Matthews hace ver que en las leyendas es siempre el hombre, el caballero, el que va en busca del
objeto sobrenatural, "tal vez porque en primer lugar se trata de un símbolo femenino, pero también
porque las mujeres no necesitan buscar, son ya vasos de la Sangre Sagrada (.. y por 'lo tanto portadoras más
que buscadoras". Y otro experto en el tema, el francés Jean Markale, afirma simplemente; "La Búsqueda del
Grial está ligada inextricablemente a la búsqueda de la mujer. Quien la encuentra, encuentra el Grial". La
Portadora del Grial -o sea, del alimento que cada uno necesita- aguarda al fin de la búsqueda, dispuesta a
dispensarnos lo que puede sanar nuestras internas divisiones. Dispuesta a entregar a cada uno los
correctos lineamientos que exige su desarrollo, siempre y cuando demostremos interés. Es decir, siempre
que hagamos las preguntas rituales del Buscador del Grial ( "¿Qué es lo que te aflige?"y "¿A quién sirve el
Grial?"; o, en términos actuales, "¿Qué es lo que pasa con nuestra cultura?" y "¿Qué puedo hacer con mis
experiencias trascendentes para favorecerla?", según sugiere Jean Shinoda Bolen).
Las mujeres hemos buscado hasta ahora a la manera masculina, sin darnos cuenta de que tenemos el Grial
entre las manos. O, peor aún, nos hemos olvidado de que había que buscar algo. Pero la copa, bandeja o
piedra de dispensación sigue llena de alimentos, y tal vez lo que nos falta descubrir es con qué fin nutrir
realmente a nuestros hijos. Es decir, hacerlo con conciencia sabiendo a quién sirve el Grial. La cuestión es
compleja y por ahora no es posible dar una respuesta. Pero tal vez convenga recordar que toda mujer tiene
hijos (biológicos o no), y que cualquier mujer nutricia puede estar alimentando a los futuros salvadores de
la humanidad; los nuevos hombres y mujeres que, de alguna manera, restituirán el orden natural y
revindicarán los derechos de sus madres.
Nutrirlos con alimento sano - ya sea físico, psíquico, intelectual o espiritual- e instruirlos con sabiduría
responsable alineada con la fuente interna, es cumplir la función de la que porta el Grial y prepara
activamente la regeneración del mundo.

El Arquetipo Nutricio en nuestra vida

Tú das vida a las manadas y rebaños, toda la tierra te bebe cuando desciendes...Cuando llegas, toda la
tierra se regocija. Eres la portadora de alimento, la poderosa de la carne y la bebida, la creadora de
todas las buenas cosas. Tú colmas los almacenes, llenas de espigas los graneros y te preocupas por los
pobres y necesitados. (Oración a Isis, en E. A. Wallis Budge, "Los Moradores del Nilo", 1977).
Cualquier mujer sabe qué satisfacción profunda puede' experimentar -en circunstancias razonables-
dando alimento a un ser hambriento. Es por supuesto un derivado de la involuntaria nutrición del hijo en
la etapa intrauterina, pero en toda mujer no demasiado perturbada se prolonga con actos voluntarios
hacia el hijo ya nacido, y a la larga hacia todo el resto de los seres.
Alimentar, nutrir y preservar la vida de un ser humano que lo necesita, pero también de un animal o de
una planta, es la actividad determinada por uno de los arquetipos más profundos de la psique femenina,
y por lo mismo más inconscientes. La madre nutricia se mueve en las raíces mismas de la feminidad,
tremendamente exigente porque es tremendamente generosa. Conectada con las fuentes mismas de la
abundancia dadora, y por lo tanto capaz de hacer llegar lo necesario a cada ser viviente con la natural
prodigalidad del universo, siempre y cuando estén limpios los canales normales de distribución (es
decir, nosotras las mujeres).
Tal vez las mujeres nos referimos a esto cuando hablamos de "hacer feliz" a alguien. Ese impulso
amoroso, casi siempre irracional o poco conceptualizado, podría estar compuesto por las actitudes
básicas de La que Nutre hacia el que necesita nutrición:
1. fomentar su vida dándole cosas nutricias de todos los niveles;
2. cuidar de sus necesidades inmediatas;
3- proporcionarle (como dicen los Matthews en "Las Damas del Lago") adecuadas líneas y patrones para el
desarrollo de su alma.
4. transmitirle, con la menor interferencia personal, el hálito preservador procedente de la Fuente.
Lástima que hasta ahora ese "hacer feliz" ha carecido de la plena conciencia necesaria para lograr su
propósito. Sin estar alineadas con la fuente, hemos podido cumplir muy raramente con el tercer punto
y nunca con el cuarto. Nos hemos olvidado de una premisa básica, que sólo ahora empieza a ser
posible llevar a la práctica en todos los sentidos: No se puede alimentar sin estar bien alimentada.

La puerta del espíritu


"En un sentido muy real la Madre es vida.(...) Sólo la Madre significa supervivencia"
(Barbara Walker, "La Feminista Escéptica").

Ese impulso centrífugo de nutrir y preservar la vida, se explica en la Cabala con el calificativo de Puerta del
Espíritu que se da al arquetipo materno. La imagen del Tarot que se conoce como La Emperatriz representa
eso: la vía de acceso, el portal por el que nace a la materia lo que se concibe en los mundos interiores. La
compuerta que puede dar paso a las copiosas riquezas de la imaginación creadora, hacia un universo
continuamente necesitado de alimentación.
No es de extrañar que con el destierro de la Diosa se haya cerrado esa entrada, al menos en gran parte.
Según los nuevos conceptos patriarcales que la reemplazaron, nada trascendente puede surgir de la
mujer, que es un simple terreno para cultivar la semilla masculina. Y por la puerta cerrada dócilmente
hasta dejar sólo un filo de fecundidad imprescindible, no pasa lo suficiente para todos los que habitan el
planeta.
Para que la abundancia universal pueda otra vez fertilizar la tierra yerma, el feminismo espiritual sugiere por lo
tanto un acto inverso que según Barbara Waíker podría ser el siguiente:
1. Supuestamente la revelación de la paternidad (el rol del hombre en la concepción del hijo) estuvo en el
origen del molde patriarcal que suprimió el sentido de maternidad como fuente primaria de poder, y produjo
una actitud generalmente hostil hacia el cuerpo, la tierra y todo el universo material.
2. Ahora la siguiente fase de revelación debe pasar en la otra dirección, a través del redescubrimiento del
arquetipo de la Madre, que reside en el inconsciente más profundo de todo ser humano nacido de mujer.
Observar cómo la Madre se manifiesta en nuestros impulsos de nutrición y preservación de la vida, no puede
ser demasiado difícil para las mujeres, que podemos captarla no sólo en nuestra psique sino en nuestro
cuerpo físico. Sentir cómo se alivia su presión con cada vida a la que damos medios para prolongarse, con
cada ser que alimentamos, cofit cada mente que recibe de nosotras su mensaje, es aprenden a conocer a la
Gran Madre sin necesidad de intermediario!

Lo que pide el arquetipo nutricio


En estos tiempos de transición y ajuste, el arquetipo preservador nos pide simplemente rectificaciones
previas. Su acción completa sólo será posible con la plena emergencia de la conciencia femenina, ya que la
esencia de los misterios de la nutrición sigue oculta en los hondos niveles de donde brotan los mitos.
Algunas de esas rectificaciones de preparación podrían ser entonces las siguientes:
a) abandonar la pirámide de jerarquías. En el momento de nutrir o preservar las vidas, no ha de haber
conceptos de "mejores que otras", o más dignas que otras de ser sostenidas por supuestos méritos jerárquicos.
b) docilizar las emociones que interfieren. No ha de haber tampoco apasionadas preferencias, ya que la madre
arquetípica pone la equidad por sobre el sentimiento y la parcialidad que surge de él.
c) dar según lo que el otro necesita. Las exigencias del propio ego deben quedar aparte, porque la Madre pide
adecuarse a los requerimientos del que debe ser alimentado.
A fin de lograr esto necesitamos rever nuestra propia capacidad de generosidad preservadora, oscurecida
por la falta de autoestima.
Se ha sugerido que las mujeres tenemos una moral natural (es decir, un sistema innato de líneas de conducta)
más favorable a la continuidad de la vida en la Tierra. Frente a la noción del ser humano predador, agresor
y poseedor de territorio que han presentado en general los antropólogos, las nuevas femeninas proponen la
figura contrastante de la mujer que crea, distribuye y comparte el alimento en el origen mismo de la cultura
humana. No por ser "mejor" o de mejores sentimientos, sino porque tiene que cumplir una obra urgente de
preservación por un imperativo interno.
Nuestra ética surgida de la relación -la conectividad del Aspecto 8- no se limita al lazo con el hijo, sino que es
parte de nuestra estructura arquetípica de base. Ese lazo amoroso de Karina que describimos en el capítulo
anterior, es tal vez el Grial que algunos buscan "amor materno mezclado con romance, compasión, simpatía y
juego sexual", dice Barbara Walker), y es sin duda uno de los resortes femeninos de que nosotras disponemos
para preservar la vida.
El arquetipo de La que Nutre nos pide vernos a nosotras mismas bajo esa luz más propicia, reconocer
nuestras capacidades naturales con simple aceptación agradecida, y
disponernos a ejercer al máximo nuestra consiguiente responsabilidad.

Lo que impone el estereotipo cultural


El estereotipo patriarcal ha querido una madre nutricia subordinada por completo, dependiente del
hombre en todos los sentidos. Convencida de que su tarea preservadora consiste, simplemente, en atender al
bienestar superficial del varón y de sus hijos y asumir las tareas consideradas inferiores.
Los recursos para lograr esta inversión del orden natural han sido varios. Por ejemplo:
en el nivel teológico, la negación de la Diosa Madre como deidad legítima de las mujeres.
• en el nivel ideológico, la afirmación de la superioridad de la semilla masculina por sobre el terreno de
cultivo que representa la mujer.
• en el nivel emocional, el desarrollo exagerado de la imagen de la madre como entidad aprisionante, e
incluso devoradora.
• en el nivel de la acción práctica, el haberle quitado a las mujeres toda autoridad sobre sus propios procesos
de gestación y alumbramiento,
El resultado de todo eso es una madre amilanada, mecanizada y sometida que funciona como puede,
dividida entre el poderoso arquetipo interior y las imposiciones que recibe desde afuera. Y las consecuencias
sobre la humanidad en general y la misma cultura represiva han sido desastrosas.
La humanidad ha estado huérfana de madre desde hace cinco mil años, o sea desde su adolescencia
colectiva. No corresponde sorprenderse entonces de su desamparo afectivo, su endurecimiento emocional
compensatorio y sus desórdenes de conducta.

Cuestionario
¿Qué me parece que puede aportar al bienestar del mundo la revisión profunda de los conceptos de madre y
maternidad?
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¿Qué opino realmente acerca de la maternidad?


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¿Cómo he vivido yo mi relación con mi madre, con qué palabras podría definirla?
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¿Con qué alimento a mis hijos, físicos o de otro tipo?


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SEGUNDA PARTE
LA MUJER NUTRICIA

Lema: El mundo me necesita, pero no como inconsciente manipuladora del poder materno, sino como
progenitora responsable de la nueva humanidad
En la mujer del patriarcado los roles de nutricia y madre están más unificados que nunca. Pese al desprestigio
de las madres en nuestra cultura occidental, se espera que la mujer suministre el alimento del amor materno
durante toda su vida, aunque por supuesto despojado de derechos. Por ejemplo, el derecho a recibir
crédito por sus desvelos, o el derecho a oponerse al derroche de las vidas de sus hijos en los juegos de
guerra.
Tal vez en consecuencia la madre humana trabaja mal, sujeta a las peligrosas disfunciones que relatan los
mitos de las diosas, y sin conciencia posible de lo que sucede en sus niveles más profundos. Una mejor
relación con la Deidad Femenina venerada en otros tiempos, podría haber evitado estos trastornos y
permitido una más suave transición hacia la nueva conciencia. Pero tal como ha sido, el arquetipo negado
ha sufrido la negativización de que hablan los junguianos, y la Gran Madre ha mostrado sus rostros más
temidos: la Proveedora Estéril y la Nutricia Nociva.

Negarse a proveer
Jean Shinoda Bolen ha pintado un cuadro impresionante de los efectos de Deméter en su fase estéril sobre la
psique femenina. Nos la muestra sumida en la pesada depresión de la alimentadora que ha perdido el gusto por
mantener la vida. De la madre impotente que no puede hacer nada por sus hijos.
Ante el dolor de haber perdido su autoridad olímpica para oponerse a los manejos de los dioses que no
quieren devolverle a su hija, Deméter se retrae, se niega a dar sustento al mundo y la Tierra se marchita. Del
mismo modo, en muchos casos, los resortes nutricios de la mujer se cierran; algo hace que se niegue a dar
cariño y que dé por clausurada su función preservadora.
La madre generosa y proveedora de alimento se convierte así en madre doliente sujeta a depresiones, o
madre destructora que retiene lo que el otro necesita: negar al bebé contacto emocional y físico, por
ejemplo; o rehusarse a hablarles a los hijos pequeños durante largos períodos; o simplemente no
manifestar aprobación cuando crecen y se independizan.
En todos estos casos la mujer no sabe que responde a patrones de conducta hondamente engranados en
lo femenino arquetípico, y exacerbados por la negación cultural de La Preservadora. El Tomar, parte
necesaria del circuito de energía, queda fijo por la ausencia de estructuras cíclicas en nuestra armazón
mental, y se convierte en Retener. Y la retención de lo nutricio significa la muerte del mundo.
Precisamente en la noción de ciclos ve Shinoda Bolen una de las salidas del problema. La reunión de Deméter
con su hija perdida es metáfora de primavera renovada y nueva
fertilidad para la tierra, y se produce a veces de forma natural para la madre deprimida:
"El arquetipo de juventud retorna. Cómo sucede suele ser misterioso, pero llega después del llanto y el enojo. El
tiempo pasa, y de pronto despierta un nuevo sentimiento. (...) Emocionalmente son pequeñas señales de
la primavera. Poco después de los primeros signos de la vida que retorna, la mujer es de nuevo ella misma,
llena otra vez de vitalidad y generosidad, reunida con la parte suya que había estado añorando".
Como todo sufrimiento, el de la madre doliente es también ocasión de crecimiento y mayor sabiduría.
La mujer puede surgir de la etapa no fértil con una mejor aceptación de los cambios necesarios, que en
una psique destrabada reflejan fielmente los de la naturaleza. Pero en muchos otros casos la Deméter
deprimida nunca se recobra y su existencia se estaciona en la amargura, la vaciedad y la esterilidad. Es
decir, la tierra yerma que clama por el Grial.

Alimentar mal
La otra cara de la nutricia negativa - la que proporciona el alimento inadecuado- es puesta en claro por
Marión Woodman, que está atenta a los signos de emergencia de lo Femenino Consciente como neotipo
crucial de nuestra etapa humana.
Ella también ubica los problemas y fallas de la madre en marcos de referencia mucho más extensos, que
van más allá de la psicología. Pero mientras Shinoda se enfoca en fuerzas arquetípicas, Woodman añade
la dimensión evolutiva con fuerte acento sobre la responsabilidad espiritual.
Para prever lo que será la nueva conciencia femenina, sugiere observar primero los modos no
conscientes de nuestro actual funcionamiento:
"Lo femenino inconsciente se relaciona con el poder sin conciencia de la naturaleza. (...) El lado positivo de la
madre inconsciente es el amoroso fundamento de la vida. Pero si no se lo trae a la conciencia puede fácilmente
convertirse en la devoradora o destructora negativa".
"Lo femenino se enfoca en nutrir, pero al nutrir inconsciente le falta discriminación para reconocer si lo que
suministra es lo adecuado para el hijo. De modo que la madre no consciente puede darle al niño alimento que no
es capaz de comer. O se aferra a él todo lo posible, actuando a partir de un complejo de poder"
Lo femenino consciente, en cambio, va más allá del impulso ciego de generación biológica y nutrición
indiscriminada, y reconoce la existencia de la dimensión espiritual. "De modo que busca construir un
contenedor consciente que esté afincado en la naturaleza, pero a la vez se percate de su responsabilidad
espiritual. Discrimina entre el alimento que es bueno para el hijo y el que no lo es ( hablando por supuesto en
sentido más simbólico que físico). Y tiene también la suficiente fortaleza intrínseca para dejar ir al hijo
cuando llega el momento, e incluso empujarlo suavemente para que se vaya cuando es demasiado
dependiente"
El tránsito hacia la nueva etapa requiere que la mujer cumpla su parte de diversas formas: concientizando
cada vez más su cuerpo como materia (mater/madre) sagrada; recuperando las partes perdidas de sí
misma que alguna vez rechazó por complacer a los demás; fortaleciendo su ego (frágil por sus
relaciones infantiles con las figuras de sus padres), para poder tratar sin desventajas con el potente
arquetipo interno. « Según Woodman, la madre consciente será un recipiente lo bastante fuerte como para
abrirse a la energía arquetípica y permitir que el amor fluya a través de él, reconociendo a un tiempo las
limitaciones de lo humano. Pero en estos momentos el recipiente femenino está cerrado, y no puede
admitir nada transformador.
Negarse a alimentar y alimentar mal marcan por consiguiente los dos modos destructivos del arquetipo de
preservación. El ego de la mujer, debilitado por la prolongada represión, es dócil instrumento de esos
dictados nocivos. Y no consigue separar aún (para después conciliarlas) las imágenes internas de la Gran
Madre que Da y la Gran Madre que Toma.
Lentamente -frecuentando símbolos rectificados de lo femenino universal, contactando con guías
interiores o exteriores, revisando sus ideas sobre ella misma y su género, moviéndose en el mundo de
manera esencialmente femenina-, irá deshaciendo nudos y saldrá del laberinto hacia el encuentro consigo
misma. Que es también el encuentro interior, definitivo y fusionante, con la Portadora del Grial.

LA NUTRICIA COTIDIANA

"Cuando las necesidades materiales han sido satisfechas, quedan necesidades y anhelos más profundos. Y estos
sólo pueden satisfacerse conectándose con las fuerzas internas nutricias y dadoras de vida a las que damos el
nombre de La Diosa " (Starhawk, "La Danza en Espiral").
Hasta que la nueva conciencia femenina desentrañe los misterios de la nutrición -que parecen relacionarse
más que nada con la simultánea fructificación de la tierra y del espíritu-, la mujer cotidiana puede
empezar a ocuparse del lado receptivo y auto-protector de este aspecto de la Diosa: e alimentarse para
después poder alimentar, preservarse para después poder preservar a otros.
Una buena autoalimentación consiste en proporcionarse materiales adecuados para sostener la propia vida y
promover el propio crecimiento.
Una buena auto-preservación implica protegerse de destrucciones, impedir la propia descomposición.
A la mujer adoctrinada en auto-negaciones esto le resulta muy difícil. La nutricia humana -ya sea madre
biológica, madre psicológica o madre de un proyecto- tiende a agotarse en sus tareas, porque nadie le ha dicho
cómo realimentarse. Nadie ha pensado en la fuente femenina de energía a la que hay que acudir cuando las
propias fuerzas se terminan. De allí el agotamiento y el desgaste proverbiales de las mujeres proveedoras.
Pero hay que reaccionar contra esta situación por medio de la lógica. Si no me ocupo de mí misma, no podré
seguir ocupándome de los demás. Si no me renuevo de algún modo, no podré cumplir con mis funciones. El
sentido común de la mujer es su mejor consejero, y si acierta a escucharlo no necesita de otros guías.
Pero, por desgracia, la fantástica irracionalidad del pensamiento patriarcal no le permite confiar en esa
sensatez ni utilizarla, y debe recurrir a expertos que (con suerte) le muestren desde afuera qué es lo que más le
conviene.
Hay pues dos cosas que atender: a) con qué se alimenta una, y b) con qué se autodestruye habitualmente.

Autoalimentación

Para no perdernos en un solo plano de la realidad, resulta muy útil la clasificación cuádruple que hace la
Cabala, según niveles de creciente densidad (o decreciente, de acuerdo al punto de partida). En consecuencia
convendría considerar cómo alimentarnos en cuatro sentidos, partiendo desde el mundo de la materia
sólida.
1. En lo físico denso: Comida natural que proporcione alto rendimiento nutritivo, pero también placer. (Un placer
sano no adictivo puede ser acción de gracias para con el universo, y el estar agradecida abre la puerta a nuevos
beneficios).
2. En lo psíquico: ideas e imágenes que nutran bien nuestro intelecto y nuestras emociones. (Lo que
implica recibir también las ideas fuertes que nos asustan de antemano y las imágenes que solemos rechazar por
timidez, para ver si podemos extraerles alimentos apropiados para nuestra nueva etapa).
3. En el nivel creativo de la mente superior, o nivel de amor-sabiduría: Actividades y relaciones que
genuinamente amemos y nos produzcan verdadero gozo. (A diferencia de los hábitos que dan seguridad
ficticia, o lo que creemos que nos gusta porque está de moda).
4. En lo espiritual: Un gran propósito que dé sentido a nuestra vida. (Que no tiene por qué ser algo
espectacular o extravagante, pero sí el desemboque natural de nuestras capacidades personales).

Autodestrucción
Autodestruirse es lo más fácil en un entorno cultural desconectado de las raíces de la vida, y por supuesto
coincide en sentido inverso con los puntos anteriores. O sea que activamente nos destruimos haciendo lo
contrario de todo lo que nutre:
1. Comer según impone la compulsión interna (Woodman habla por ejemplo de la "mamá panecillo", que
suple la carencia de una buena relación con la Madre-Materia). O comer lo que imponen otros desde
afuera, aunque sean bienintencionados (no a todas nos hacen el mismo efecto favorable las dietas
consagradas, y a cada una le conviene descubrir la suya).
2. Aceptar ideas e imágenes que tiendan a despersonalizarnos y anular las diferencias. (El narcótico de un libro
o un film edulcorado puede ser más nocivo que la mera violencia, si oculta la intención de redirigir nuestra
energía hacia los mismos viejos moldes).
3- Admitir las prácticas o relaciones que no van con nuestra naturaleza individual, aunque sean socialmente
correctas. (Son, a la larga, alimentos para otros, que a nosotras sólo pueden hacernos el efecto de venenos).
4. Entregarse a los propósitos ajenos o a los proyectos de otro. (En esta etapa autonutríente es prematuro
hablar de proyectos colectivos, que necesitan un paso más de madurez).
La mujer nutricia y preservadora puede entrenarse así para retomar conscientemente las tareas que ha venido
descuidando. De una preparación como ésta puede surgir la mujer autónoma y entera que en el próximo
aspecto (capítulo 10) se verá potenciando a los demás, y que el mundo ha esperado a lo largo de milenios.

Madres de la humanidad

Los que estudian con percepción los signos de los tiempos saben que es hora de renovaciones, y que la nueva
humanidad que se prepara necesita una guía y una inspiración. Entre los límites mezquinos en que ha aceptado
funcionar, la mujer cotidiana no acierta a darse cuenta de que ella, como madre, puede asumir esos roles
trascendentes. Puede y le corresponde ser la instructora del nuevo ser humano, puede guiarlo por vías más
propicias, puede darle de beber del Santo Grial.
Las madres de la nueva humanidad somos nosotras, y nos toca formarla en los valores olvidados y en el respeto
por el orden natural. Entre los que alimentamos y amorosamente preservamos, están los que cumplirán con
los propósitos de la inteligencia que sostiene el universo, las mujeres y los hombres que llevarán a la
especie hacia sus próximos destinos y le servirán de protectores y guardianes.
La Portadora del Grial puede infundirles desde ahora el amor y el valor que necesitan para hacerlo, y podrá
siempre estar allí para restaurar sus fuerzas cuando la tarea les pese demasiado. La nutricia cotidiana sanará al
mundo a través de ellos si los ha nutrido bien, y la preservadora sabrá que sus desvelos nunca han sido
exagerados.
Como madres de la humanidad regenerada, tenemos la responsabilidad de preparar legados que nutran y no
destruyan. A nadie más que a la madre le corresponde instilar en el hijo varón la noción visceral de la
sacralidad de todas las formas vivas, que le impedirá ser depredador o asesino en el futuro. A nadie más que
a la madre le toca encaminar a la hija por las vías de la autoestima femenina, en lugar de moldearla en el
error de que su identidad depende del varón que logre capturar.
Esos legados darán forma a la conciencia del joven ser humano colectivo, tal como la comida que le
preparamos integrará sus músculos y huesos. Por eso es importante que
ayudadas por todos los aspectos de la Diosa, nos vayamos librando de venenos mentales, psíquicos y físicos y
logremos poner en primer plano, sostenido ante nuestro corazón con
ambas manos, el Grial nutricio de nuestro propósito preservador.

Autoindagación
1. ¿Me he preguntado alguna vez, como el que busca Grial, qué es lo que pasa con nuestra cultura, qué la
aflige?; si es así, ¿qué he contestado?
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¿He tenido alguna experiencia trascendente que pueda hacerme formular la otra pregunta ritual, "A quién
puede servirle esto"?
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¿Cuál ha sido, y cuál es la respuesta a la pregunta?
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2. ¿Logro visualizar el mundo del futuro que deseo para mis hijos, sin interponer un "no"?
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¿De qué depende mi satisfacción afectiva, qué es lo que me colma realmente en ese aspecto?
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3. Si sufro depresiones, ¿será acaso porque no me responsabilizo de mi propia trayectoria personal, o
porque no preparo activamente lo que legaré a mis hijos?
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4. ¿Soy capaz de disfrutar a solas la satisfacción por las cosas constructivas que he logrado?
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¿Tengo o soy capaz de desarrollar la fortaleza necesaria para trabajar, por mi cuenta y sin testigos, en bien
de los demás?
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Espacio compartido

No he tenido hijos físicos, pero lo mismo he sido madre nutricia y destructora. Conocí la alegría de
alimentar con ideas y emociones que despertaban entusiasmo, y también el dolor de que mis hijos se
alejaran por no haber dado con conciencia y en la medida exacta. Por haber sido imperiosa en el afán de
alimentar, y haberlo hecho sin fijarme en el momento ni en la cantidad correcta. Por haber sido yo, en
lugar de dar paso a la que porta el Grial.
Ahora capto más el mecanismo de mis tratos con la fuerza arquetípica nutricia, y espero la ocasión de
intentarlo de nuevo en el futuro con mayor capacidad. Tal vez cuando lo femenino consciente haga sentir sus
efectos sobre mí y mis relaciones con la gente, que se articulan muchas veces según el ciclo de Deméter y
Perséfone; ese circuito realimentador que, en opinión de las nuevas femeninas, es el más importante para la
mujer.
Mirando hacia atrás observo mis relaciones con mi madre. Un ser extraño, frágil pero intenso, que todo lo
hizo con apuro, hasta el morirse a poco de cumplir los cuarenta años.
Creo que sólo ahora empiezo a comprender su enigma, ya que antes no me hacía preguntas; me limitada
a intuirla y a vivir apasionadamente lo que emanaba de ella. Su legado, en suma, aunque a veces yo creyera
que eran logros míos: su amor por la belleza, su imaginación y su curiosidad inagotables (hace medio
siglo era fanática pionera de la ciencia ficción), su proyección hacia el futuro, su sentido de lo mágico.
Hasta hace poco estuvimos confundidas, no supe bien por ejemplo cuándo era ella la que vivía a través de
mí o cuándo mis frustraciones reproducían las suyas. Como todas las hijas, repetí sus errores, por más que
me hubiera empecinado en ubicarme en el extremo opuesto -eso creía - para no seguir su ejemplo en
todas esas cosas donde la supuse fracasada: el matrimonio, la creación artística, el amor en general.
Ahora estoy sospechando que no fue del todo así, y trato de ver más por entre el paisaje frondoso que
habitaba. Empiezo a dejar de verla como nutricia fallida y esposa insatisfecha, y creo captar algo más
hondo e importante donde no fracasó, donde a lo sumo dejó cosas incompletas que yo puedo continuar
hasta el punto en que a mi vez deba dejarlas.
Caitlín Matthews (en otro libro admirable, "Las Damas del Lago") me ayudó a ver que mi madre asumía el
lado benévolo de la Protectora, de la que a mí me tocó al parecer el más batallador. Nuestro circuito madre-
hija funciona en ese campo; y así como ella pudo haberse afirmado en mi obstinada autonomía, yo puedo
apreciar en ella el compromiso afectivo que le consumió la vida en pocos años, al combinarse con la
falta de autoestima.
Su imagen es ambigua. Mis hermanas menores hablan de su distancia emocional, de la aridez de proveedora
estéril de sus últimos tiempos. Su rol estereotípico materno se había quebrado bajo el peso de imposiciones
excesivas, dependencia amorosa de mi padre e impotencia personal. Pero lo peor es que no había reconocido
su tarea ni había tenido modo de saber, conscientemente, que podía instruir a los demás en los contactos con
los mundos invisibles. Porque, más que el común de las mujeres, era una mediadora entre la tierra sólida y
sus amados mundos de la imaginación.
En su generación y su ambiente social, de todos modos, nadie la habría escuchado. Pero yo la escuché. Y así
como bebí sus frustraciones en el nivel humano mezquino y reprimido de su época, también bebí sus
indicios muy sutiles acerca de las vías de acceso a lo Interior. Sin saberlo quizá, guardaba y transmitía la
tradición espiritual que hoy me alimenta.
Claro que no era feminista. Sin guardar recuerdo alguno de la Diosa, se limitaba a personificar a la mujer
amante del varón, sin saber que detrás se ocultaba el poderoso ginotipo de la que sirve al amor a través del
sufrimiento; la que lo soporta todo, pero desde una postura que podríamos llamar sacerdotal o mediadora de
más altas voluntades. Ella se creía sola y agotó sus reservas. Y, en consecuencia, me dio a mí el impulso de
llegar a sus mismos bordes autodestructivos y pasar más allá, a una zona donde a veces me avergüenzo de
estar tanto mejor que ella, y asistir a tantas cosas que la habrían hecho feliz.
No sé mucho más sobre mi madre en realidad. Ella y mi abuela eran gente secreta, poco comunicativa, celosa
de su intimidad. Pero sé bien que la amé mucho, y que su muerte en plena juventud fue el gran dolor de mis
años juveniles; así como después, mucho más tarde, perder a una hija espiritual especialmente amada fue el
gran dolor de mis años más recientes. En ambos casos el circuito realimentador se interrumpió, y
proyecté hacia afuera la ruptura interna entre los dos aspectos de mi esencia femenina: la madre que
preserva y la hija que renueva, la que toma y la que da.
A nuestro alrededor la tierra yerma, espejo de nuestra alma, clama por el agua de la vida. Las voces del
planeta tratan de hacerse oír por sobre los estruendos, los fragores ciudadanos, los estallidos de una psique colectiva
que se ha desenfrenado y corre ya por los caminos del pánico violento. De un pavor
disfrazado de bravata sanguinaria que está tratando de ocultar el desamparo, la debilidad inerme del hijo
que se ha quedado sin la Madre • Los alardes de fuerza (el gatillo rápido, las violaciones, los misiles) son
solamente carencia de poder. El poder de que se habla no es más que prepotencia. Por
eso la esperanza de la especie reside en nuevos seres potencia dos desde adentro, que construyan afuera una
cultura acorde con su cordura interior • La Potenciadora ya trabaja para ellos. Lentamente madura en las mujeres
que están
abiertas para dar salida a lo consciente femenino. Poco a poco se instala en sus centros sensibles para
fortalecerlas, y las prepara como instrumentos afinados que le permitirán llegar al mundo con nuevas
instrucciones, otros métodos, renovados tesoros de sabiduría práctica que den potenciación •
Todas podremos ser canales de poder si lo aceptamos. Si
comprendemos que con nuestros pies la Diosa puede caminar otra vez sobre la tierra. Si nos unimos como ente
colectivo redentor que puede dar a luz, nutrir y potenciar a una humanidad más sana.
Palabras clave:

 guía sabia
 florecimiento de la tierra
 círculos de apoyo
 hermandad de las mujeres

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTOA VIDA: Oscuramente las mujeres saben que son capaces de capacitar a otros.
Cinco milenios de subordinación y autoestima decreciente no han conseguido cancelar la sensación de que
les es posible dar aliento a los que tienen cerca, fortalecer a los que supuestamente son más fuertes y dar
apoyo a los que en teoría las sostienen. Este instinto aparece de mil modos en las mujeres de nuestra historia
cultural, incluso en formas desviadas de su ruta y redirigidas hacia el logro de ilusorias ventajas
personales. La mujer-sostén, como ahora se la llama, en ningún momento ha dejado de existir, y sólo falta
que ahora aprenda a serlo según lo que el universo espera de ella.

LA QUE POTENCIA
Lo Femenino Potenciador es el concepto más revolucionario que propone la nueva espiritualidad de las
mujeres. Y no porque sea algo novedoso, ya que tradiciones nunca del todo desaparecidas (las de los celtas,
por ejemplo) muestran a la mujer como transformadora, iniciadora e iluminadora del varón, que lo potencia
para su renacimiento espiritual a través del contacto con los trasfondos misteriosos de lo femenino
universal.
La cualidad potenciadora de lo femenino resulta insólita y casi incomprensible porque en nuestra cultura los
estere tipos se han impuesto demasiado. Que una mujer potencie (es decir, capacite a otro para que
desarrolle sus propias cualidades y se mueva en la tierra con mayor facilidad) es una especie de ironía
demasiado cruel para con nuestro género, todavía empeñado en hallar fuerzas para su propia
supervivencia.
Sin embargo, la Diosa es también Potencladora. Y eso implica que, en lo profundo de la hembra humana
en desarrollo, hay un factor listo para ir más allá de lo materno nutricio-preservador, y completar esas
funciones con la habilidad de preparar al hijo (o al amante, o al ser humano; mas joven) para que participe
activamente de la vida en la tierra como ser potente, es decir capaz de hacer.
Potenciar es dar empuje para vivir en el mundo con habilidad, aceptación y posibilidad de conciliar
opuestos. Según esta visión más amplia de lo Materno Universal, no basta con dar a luz y preservar la vida
de la criatura en los, diversos planos: hay que enseñarle además a apreciar esa vida, y lanzarla hacia el
mundo como a una gran aventura psicoespiritual en la materia, la gran aventura de la encarnación. Y eso exige
de la madre una actitud definitivamente activa, una capacidad solar o yang que hasta ahora se creía sólo
masculina.
Potenciar es también, considerado desde el otro extremo, una vía de servicio de tipo sacerdotal consagrada a
canalizar los poderes del espíritu de manera impersonal y generosa. La misma vocación que llevó a muchas
mujeres a encerrarse , en el claustro de la religión patriarcalista, sólo que practicada en forma libre en el gran
claustro del mundo según las" propias directivas interiores. No importa si en lugar de monjas a sus
oficiantes las llamamos "sacerdotisas de la nueva dispensación" (como los Matthews) o "chámanos de los
nuevos tiempo? (como Vicki Noble).
La Potenciadora requiere más que nunca que revisemos las ideas preconcebidas o aceptadas demasiado
fácilmente, y que en general demos más campo a las posibilidades de lo femenino. Por ejemplo:
1. Así como existe en el varón un lado sensible y tierno que no tiene por qué ser considerado femenino,
también existe en la mujer un lado vigoroso y fuertemente independiente que no tiene por qué ser
considerado imitación del hombre, Ese sería el desarrollo de su identidad solar, o femenina consciente.
2. La mujer consciente está capacitada para actuar en el mundo de manera efectiva, y verdaderamente
femenina, si no prescinde de sus conexiones con el mundo interno donde reside la verdadera fuente de
poder. Necesita entonces conservar también su identidad lunar, o femenina inconsciente.
3. La mujer consciente pero conectada serviría así de canal de relación entre lo visible y lo invisible,
transmitiendo a la materia y a los seres encarnados la sabiduría potenciadora del espíritu. Ese sería el desarrollo
definitivo de su autoconciencia femenina lunar-solar, conciliadora de opuestos.
Por supuesto un desarrollo equivalente, emprendido desde el otro extremo del espectro, está al alcance del
varón, y no es que la mujer quiera invadir terrenos y apropiarse de las dos polaridades, que en rigor
pertenecen a cualquier ser entero. Pero aun admitiendo esto quedan problemas muy serios para encarnar a
La Potenciadora en los finales de nuestra cultura, porque hay que revisar nociones falsas arraigadas. Por
ejemplo:
• Que el entrenamiento terrestre es un castigo impuesto al ser humano como "destierro" de estados
superiores. Cuando en realidad (bien practicado, dentro de una visión amplia del destino de la especie) es un
florecimiento del espíritu
Que la vía de servicio voluntario es una condena de ostracismo y una renuncia a las ventajas más
deseables de relación, familia y sociedad. Cuando en realidad (bien asumida y en el momento evolutivo
más propicio) es el gozoso ejercicio de una capacidad aceptada libremente.
• Que materia y espíritu son opuestos irreconciliables. Cuando en realidad son los dos polos del gran circuito
del ser.
La Potenciadora está al alcance de la mujer que ya realizó el entrenamiento necesario bosquejado en los
aspectos anteriores, que desarrolló su independencia afianzando gradualmente su autoestima, y que
llegó a la conclusión (vivencial y de primera mano) de que espíritu y materia son complementarios.
No todas podemos asumirla todavía, porque requiere el desarrollo de la feminidad consciente en gestación. Es
aún el privilegio vocacional de las más adelantadas de nosotras, pero sus invitaciones a la suprema
aventura del espíritu encarnado pueden ser percibidas por todas. Como dice Vicki Noble, " la tarea de las
chámanos contemporáneas es aprender a moverse, a actuar, a hacer lo que nuestras voces interiores nos
dicen que hay que hacer, aunque parezca socialmente inapropiado ". La sociedad, al fin, no es otra cosa que
una serie de pactos que cada tanto se han de renovar. Y el aspecto potenciador de la mujer requiere pactos
nuevos: con la vida, con el futuro, y con lo femenino.

Las potenciaciones femeninas


Contradictoria como siempre, la cultura patriarcal reconoció, de una manera u otra, la capacidad
femenina de potenciación que negaba oficialmente. Por ejemplo en la famosa frase "Detrás de cada
gran hombre hay una gran mujer", que tantas veces quiso ser premio consuelo para los sacrificios femeninos.
Hoy, con mayor desparpajo y lenguaje más sintético, se habla en cambio de la mujer-sostén, en la que se aprecia
no tanto la capacidad de abnegación como la habilidad para acoplarse al éxito de algún varón famoso.
Pero detrás de ambas nociones -la "gran mujer" y la "mujer-sostén"- está la misma carencia femenina de autoestima
y su misma falta total de identidad.
Abnegación y sostén. Dos términos para el mal uso que se ha hecho hasta el momento de las potenciaciones
femeninas, que al carecer de dirección consciente han girado sin rumbo en busca de un objeto donde descargarse.
La abnegación se refiere a negarse algo a sí mismo; en el caso de la "gran mujer", negarse incluso el mérito de
haber potenciado al hombre para que realice su obra. No admitir ante sí misma que le transmitió poder
desde los mundos interiores. Renunciar a una vocación de servicio universal que empuja en ella sin llegar a ser
consciente, y particularizar la capacidad potenciadora dentro de una relación determinada de amor o de deber,
dos conceptos difíciles de definir con lucidez.
El sostener (o tener desde abajó) ya va siendo más consciente de su función potenciativa, pero no tiene clara
la finalidad de la tarea porque no parte de la identidad profunda. La mujer-sostén, o la cariátide como
la llama Marilyn French, soporta desde abajo porque no cree poder hacer desde lo femenino, y su fuerza solar
no permitida no encuentra otro recurso que actuar a través de un hombre fuerte.
Las tradiciones celtas hablan de liberadoras, cuya tarea (más concordante con el Aspecto 7) es estar firmes
junto a su pareja pese a cualquier sufrimiento, con el fin de ayudarlo a desarrollar su responsabilidad
espiritual. Pero ese no es el caso de las potenciadoras, que han de ser transmisoras del "saber vivir" y del
saber moverse en el universo físico. Y que en rigor han de ser chamanas libres (si es posible itinerantes,
como puede vérselas en el Tarot Motherpeace), que transportan a la Diosa en el cuerpo y en la psique
para que pueda desplazarse por el mundo.
Las actuales potenciaciones femeninas se cumplen difícilmente, un poco en forma compulsiva porque el
instinto de la mujer es muy fuerte en esta zona, y circundadas de inseguridades, dudas, ideas erróneas,
auto-restricciones y desalentadoras perspectivas. Para sentirse capaz de potenciar a los demás a la mujer
le falta un marco conceptual más sólido, y la audacia necesaria para saberse responsable de sus actos, en
medio de una sociedad que le ha quitado sus responsabilidades más valiosas.

La Diosa en la Tierra
Sin embargo esas responsabilidades están vivas. Y el último aspecto de la Diosa Una -la Potenciadora
con que culmina todo lo anterior- es el que nos recuerda a las mujeres que ya es hora de asumirlas y
aceptarlas nuevamente, si es que queremos contribuir a las transformaciones que nosotras mismas
proponemos.
El plano físico es el fruto del Árbol, nos dice la Cabala, y la vida en la tierra es una fructificación de
habilidades que el espíritu no podría adquirir en otra parte. Por eso los Dieces del Tarot representan
experiencias de transformación que nos preparan para regresar a la fuente originaria, no sin antes haber
desarrollado totalmente nuestras posibilidades.
Las potenciaciones femeninas responsables representan, por lo tanto, el estímulo de la Madre Universal
para que despleguemos esas posibilidades, y podrían tener lugar de cuatro modos diferentes, según los
tipos de energía que simbolizan los palos del Tarot. Adaptando interpretaciones existentes muy profundas
(Matthews y Noble), podría decirse que la mujer consciente, en su carácter de potenciadora sabia, tiene el
compromiso de ayudar al hombre -y en general al ser humano patriarcal- de estas cuatro maneras:
• En lo espiritual: a desembarazarse de los excesos del poder- sobre que impiden el funcionamiento de sus
facultades intuitivas, y a redistribuir la potencia acumulada que lo
sobrecarga y lo tensiona.
• En lo afectivo creador, a practicar la comunicación con la fuente interior, de la que surgirán nuevos tipos
de creatividad y de contentamiento sobre la base del compartir.
• En lo psíquico-mental inferior, a soltar las ideas perjudiciales largamente atesoradas -incluyendo las que
dan base a la desigualdad jerárquica entre los sexos-, y a armarse de renovada osadía conceptual para
salir de la actual crisis.
• En lo físico-, a refirmar su asentamiento sobre la tierra nutricia recuperando el saber ancestral
menospreciado, y a organizar nuevos tipos de vida comunitaria, donde pueda fe
realmente integrarse.
Son, por supuesto, tareas de largo alcance que requerirán su tiempo, ya que aquí funciona más que nunca
el sistema a dos puntas de los aspectos de la Diosa, y para potenciar hay que haber sido potenciada. Pero
la perspectiva queda abierta para la mujer dispuesta a tomar parte en las tareas de lo consciente
femenino.

LA POTENCIADORA ARQUETIPICA

Venerarla es afirmar, aun ante el sufrimiento y a menudo contra toda razón, que la vida es un gran don
y una constante ocasión de éxtasis (Starhawk, "La Danza en Espiral").
El arquetipo de La Potenciadora, o La que da Sabiduría para, moverse en el mundo, tiene diversos rostros
porque implica un resumen de las habilidades de los aspectos
anteriores. Tal como La Creadora tiene en potencia a los que serán sus nueve aspectos, el último es la
actualización definitiva de todo lo anterior; la puesta en práctica del
espectro completo de las potencialidades femeninas; la Diosa recobrada como unidad activa, tras haber
desarrollado una por una sus facetas.
Matthews sugiere observar las imágenes supremas de lo femenino veneradas por las diversas civilizaciones y
culturas: Isis para el paganismo, María Virgen para los cristianos, la Kuan Yin china o la Mujer Búfalo Blanca
de los Sioux, a las que el pueblo se vuelve por instinto buscando soluciones efectivas para sus problemas. O
esa Sofía tan femenina, que
las religiones patriarcales disimularon tras el concepto de las Sabiduría de Dios, pero que con su nombre
de mujer despierta resonancias -como dice Marión Woodman- "no
sólo en nuestra mente, sino también en nuestro cuerpo y en nuestra alma".
No es fácil visualizar lo femenino plenamente desplegado, que precisamente saldrá a luz con la emergencia de la
nueva conciencia. Pero se puede imaginar con cuerpo femenino la esencia de su naturaleza, que puede
definirse de maneras diferentes: un proceso en movimiento, ya que hay que guardarse de cristalizarla en
formas o estados fijos tal como se hizo con la idea de Dios, convertido por nuestra imaginación no cultivada en
un humano inmutable de grandes proporciones. (Por el contrario, La Virgen, la Madre y la Anciana Sabia
están ahora activas en forma simultánea en la Potenciadora, y se
alternan según lo que se requiera de ella).
• un verbo activo, ya que su solidaridad le permite actuar eficazmente en este mundo y efectuar cambios y
transformaciones en nuestras circunstancias. (Es la Chamana o Mujer
Shakti que recorre el mundo para potenciar a otros, o la servidora del Grial que señala activamente su
presencia a los que buscan).
• un centro a la vez receptivo e irradiante, ya que la conciliación de opuestos le permite captar (Tomar)
las necesidades de los otros y Dar en consecuencia lo que
necesitan, canalizando las riquezas de los mundos interiores. (Es la Madre atenta que nos enseña a sortear las
dificultades de nuestro entrenamiento en este plano, y también el Grial mismo que hace florecer la tierra
con su integradora radiación).
El concepto que importa retener es el de la Deidad Manifestada y no remota. Inmanente en el mundo y
cercana l a la creación. Caminando por la tierra a través de sus representantes encarnadas para estar cerca
de sus hijos y, como siempre ha hecho, alimentarlos y ayudarlos a crecer.

El Arquetipo potenciador en nuestra vida

Perder a la Madre Universal a cambio de esgrimir un poder y sobre ilimitado ha sido el gran error del ser
humano, que al-n reprimir exageradamente a las mujeres dejó a lo Divino Femenino sin medios libres de
manifestarse. Por eso las, a hembras de la especie necesitamos reaprender paso a paso regresando a nuestro
mundo, Caitlín Matthews concluye con un párrafo de extraordinario poder de sugestión, que conmueve
especialmente a nuestra feminidad profunda:
"Todos estos desarrollos han tenido lugar dentro del siglo veinte, que creo será considerado en el futuro la
época revolucionaria en que la Diosa caminó entre nosotros. Y me pregunto qué tipo demito contarán acerca
de nuestro tiempo”.

Lo que pide el arquetipo potenciador


La Potenciadora nos pide, ante todo, una actitud de disponibilidad páralos otros, que no hay que
confundir con nuestra famosa abnegación (ya que no implica negarnos a nosotras mismas, sino afirmarnos
más como seres activos y eficientes).
La chamana moderna está sensibilizada plenamente a las necesidades del universo, de su entorno inmediato y
de los que la rodean. No puede trabajar sólo para sí misma, porque eso retiene el flujo de energía en un
circuito cerrado. Ni tampoco puede imponer su potenciación a los demás antes de percibir el pedido de
ayuda (consciente o inconsciente) del que la necesita.
Luego nos pide un serio intento de mantener en equilibrio el Tomar y el Dar, o sea el ciclo alternante de
receptividad e irradiación, que es base de todas las demás conciliaciones de factores mal llamados opuestos,
porque son en realidad complementarios.
La representante de La que Potencia necesita aprender a vigilar en su propio sistema psicofísico que ninguna de
la dos polaridades predomine demasiado, ya que su buen funcionamiento depende de una alternancia justa de
ambas. Algún simple método de medición de la energía (un péndulo, por sus potencialidades de creación, y
sus maneras de energizar, limitar, proteger, iniciar, desafiar, liberar, conectar, preservar y potenciar, que es
la manera última de legar a los otros su herencia continuada de vida y regeneración.
La Potenciadora arquetípica es la imagen femenina que llama a la aventura físico-espiritual desde lo más
profundo de nosotras, y que nos promete la definitiva autoconciencia. Pero como advierte Starhawk (una
de sus más lúcidas representantes), no nos separa de la tierra ni de nuestra condición: "Como la Diosa se
manifiesta en nosotras, no intentarnos escapar de nuestra humanidad sino que tratamos de volvernos
plenamente humanas. La tarea de la religión feminista es ayudarnos a aprender cosas que parecen muy
simples, pero que son más exigentes que las más extremadas disciplinas patriarcales".
Y los ejemplos que da no pueden refutarse sin salirse del elemental sentido de las cosas Qa "sabiduría
práctica" de La Potenciadora) que tanto nos complace a las mujeres:
Es más fácil ser calibre que vivirplenamente la sexualidad. Es más fácil retirarse del mundo que vivir en él. Es
más fácil ser ermitaño que criar a un hijo. Es más fácil reprimir las emociones quesentiriasy expresarías.
Esmásfácil meditaren soledad que comunicarse en un grupo. Es más fácil someterse a la autoridad de otro que
confiar en una misma.
Si elegimos las facilidades, La Potenciadora permanece recluida dentro de nosotras y no sale a recorrer
el mundo. Pero si aceptanmos el llamado a la aventura, en cualquiera de los campos donde podamos
empezar a ser nosotras mismas (físico, psíquico, intelectual, espiritual), el arquetipo se activa y empieza a
caminar -en nosotras, con nosotras, corporizado en nuestro cuerpo por las tierras yermas que ha de poner
nuevamente en floración.
Tras analizar las vías diversas por donde la Diosa está ejemplo) puede ayudarle a manejar y superar en ella
misma las descompensaciones energéticas, que las leyendas y la alquimia describen como batallas entre dos
dragones. (Y por supuesto aquí se manifiesta la utilidad de los sistemas de armonización de la energía
generalmente desarrollados en Oriente, que hay que adaptar, sin embargo, a nuestra naturaleza psicofísica
de occidentales).
Pero el arquetipo de potenciación también nos pide confiarlo bastante en una misma como para sentirse
parte viva de una larga tradición de potenciaciones femeninas, ya que es muy importante recordar que no
estamos trabajando en el vacío ni en aislamiento.
No hay nada más letal para la trabajadora de la Diosa que sentirse cortada de la red de tejedoras que se
extiende por el mundo, o encerrada en un limbo personal regido por sus propias conveniencias. La energía
que manejamos no procede de nosotras, y la integridad de la chamana potenciada le exige atestiguarlo en
cada uno de sus actos.
Disponible, equilibrada e integrada en la cadena femenina, la representante humana de la arquetípica
Potenciadota podrá animarse entonces a cumplir su tarea fundamental: la
transmisión de la sabiduría que se origina en lo Divino Femenino.

Lo que impone el estereotipo cultural

El patriarcado impone una mujer sin potenciación personal de ningún tipo, por temor a que le dispute el poder
sobre y sin tener en cuenta (por su propia tendencia represora) que una cosa no implica a otra necesariamente.
Por el contrario, el ser humano potenciado no busca manejar el poder sobre, que es simple sustituto de la real
potencia para asumir la vida.
Tal como están las cosas, la mujer patriarcal sin potencia personal se encuentra en las siguientes
condiciones:
• cortada de sus tradiciones femeninas y de los símbolos religiosos surgidos de su femenina identidad.
• carente de los círculos de apoyo mutuo que deben existir entre mujeres tal como existen entre los
varones.
• ignorante de las posibilidades de su feminidad desarrollada.
• encerrada entre redes de conceptos restrictivos que le impiden ese desarrollo.
• subordinada a otras voluntades que utilizan su ginergía para sus propios fines.
• desnutrida y disminuida en su estructura física que no se integra a los ciclos de alimentación del
universo.
• excluida, en suma, de su tarea cósmica normal.
Esto complace sumamente a quienes temen el regreso de la Diosa que trabajosamente desterraron, pero los
resultados observables en el mundo no pueden celebrarse. Si la hembra es la encargada de asegurar que la
especie sobreviva durante las épocas de crisis (como puede deducirse observando el comportamiento
de las madres animales y el de las madres humanas no sacadas de quicio por la represión), el estereotipo
femenino bosquejado más arriba, separado de todo influjo potenciante, no augura nada bueno para la
humanidad.

Cuestionario
¿Cuál considero la verdadera causa del desequilibrio psíquico de la sociedad actual?
…..………………………………………....................................................................................

¿Qué necesitaría para sentirme cómoda en la Tierra?


…..………………………………………....................................................................................

¿Qué tareas me gustaría poder cumplir en bien de la humanidad, si tuviera la autoconfíanza necesaria para
imaginarlas?
…..………………………………………....................................................................................

¿Cómo visualizo mi propia ancianidad, cómo me veo a mí misma en la etapa de la Vieja Sabia?
…..………………………………………....................................................................................
SEGUNDA PARTE
LA MUJER POTENCIADORA

Lema: "El mundo me necesita, pero no como desesperada acaparadora de energías que se me escapan,
sino como potenciada transmisora de sabiduría tradicional"
Ninguna mujer, de la Edad de Piedra a la del Rock, vivió jamás sólo con la cabeza.
(Sjöö-Mor, "La Gran Madre Cósmica").
Cuando llega a potenciarse, la mujer deja atrás cinco mil años de subordinación y ante ella se abren
inesperados panoramas. No es que esté todo hecho, porque sólo se trata de su necesaria puesta a punto
como agente útil de los propósitos transpersonales; pero las perspectivas cambian tanto, incluso en el
comienzo de la potenciación, que de repente todo empieza a revelar sentido. Por las redes que tendió la
Conectora y que atendió la Nutricia corre ahora la riqueza auxiliadora que procede de la Fuente.
Más allá de la edad cronológica, la condición de potencia-da-potenciadora es señal de madurez en la mujer.
Por eso el proceso de asumirla resulta tan difícil en la cultura de la Mujer Niña Dócil, la Mujer Seductora
Peligrosa y la Vieja Decrépita Expulsada. Es decir, la caricatura de la Triple Diosa que proponen los patriarcas
según la aguda descripción de Vicki Noble.
Ser madura, sin embargo, implica algo diferente que se sale de esos marcos conceptuales y toca a la
conciencia femenina en gestación. Para Helen Luke, que ha llegado a la tercera etapa tanto por edad como por
desarrollo personal, se trataría más bien de un reconocimiento del propio saber: la mujer tan madura como
para ser capaz de potenciar es "la mujer que sabe que sabe".
En torno de esa frase vibran extraños ecos profundamente evocativos. La vaga figura de una salvadora femenina
colectiva, sugerida en profecías y tradiciones de raigambre occidental, se agita a fines de este siglo decisivo
esperando cobrar formas que por fin sean reconocibles.
Cabe preguntarse entonces cómo se reconocerá a la mujer salvadora o capacitadora, ya que la salvación que se
requiere en estos tiempos es aprender a ser capazas, vivir en la tierra de maneras más acordes con el orden
natural. Y algunos signos previstos podrían ser los siguientes:
1. La mujer "que sabe que sabe" es la que desarrolló su autoconciencia y se enteró de los alcances de su
capacidad de comunicación con la fuente interna de sabiduría. Es decir que su saber no es solamente racional,
sino holístico o entero: una reconciliación, sugiere Matthews, de ambos hemisferios del cerebro, "los lados
intelectual e intuitivo que han sido considerados hasta ahora masculino y femenino ".
2. La mujer potenciada-poténciadora es, según Luke, "la que ha integrado la vida del espíritu con la vida
instintiva de su carne". La que asume el compromiso con el verdadero eros y no utiliza al amor simplemente para
liberar tensiones; acto reñido con su esencia que, mucho más que al hombre, la pone al borde de la
desintegración. Su autosaber implica, en este aspecto, estar consciente de lo que hace en el área instintiva;
percatarse de sus propios sentimientos y advertir cuál es el compromiso conjunto de su cuerpo y de su co-
razón.
3. La mujer capacitadora es la que acepta en sí los ciclos de la vida y respeta en su propio cuerpo los
misterios de la sangre. Su sabiduría le dice que el cese del sangrar posme-nopáusico bien puede ser un
símbolo de la sanación de la humanidad herida en la mujer natural. Esa mujer que admite el cambio sin
aferrarse a modalidades juveniles, ni sustituir el incremento de la vida interna con una frenética actividad
en lo exterior.
4. La capacitadora sabia, para Woodman, es la mujer que ha atravesado dentro de sí muchas encrucijadas
(los sitios donde lo eterno cruza lo transitorio), y ha alcanzado el punto de entrega consciente donde las
demandas del ego ya no importan. Es la que "puede permitirse ser honesta", mirar de frente al dolor y estar
presente plenamente, de modo tal que cerca de ella los demás pueden experimentar su propia esencia.
Los cuatro puntos en conjunto son, por cierto, un retrato de la madurez. Y la madurez es por su parte: a) el
desarrollo completo del carácter, el cuerpo y los poderes personales; b)
el estado adecuado para servir de alimento o ser plenamente; útil; c) la plena disposición para el hacer. Pero
un hacer, en este caso, informado por la nueva autoconciencia.
Hacer desde el ser

Entre las diversas cosas que concilia, La Potenciadota diluye también el antiguo conflicto entre el ser y el
hacer.
Cada tanto los humanos fluctuamos entre ambas posiciones, en el intento de complacer las dos tendencias
sin sentirnos culpables de traicionar a ninguna. Según predominen los ideales ("lo que importa es ser, no
hacer") o la preocupación por resultados prácticos ("hay que hacer, mal o bien, pero hacer'), vamos de un
extremo a otro pero sin dejar de estar interiormente divididos. Porque "ser sin hacer" no da tierra a las
creaciones del espíritu, y "hacer sin ser" resulta en movimientos que no responden a un diseño
trascendente.
La sabiduría práctica que dicta lo Divino Femenino, propone como siempre un tercer término que es
simplemente un hacer desde el ser. la acción dirigida desde los puntos de origen, la "carne infundida de
espíritu" que caracteriza a las potenciadoras.
Este hacer desde el ser no es posible sin una buena relación con ambos polos, lo espiritual y lo material.
Relación que, a su vez, es imposible sin desechar las jerarquías dualistas que han impuesto los patriarcas (con
su idea del espíritu superior a la materia) y que sólo una mujer potenciada, "que sabe que sabe", es capaz de
superar.
Después de eso, las vías de acción que se abren ante la mujer madura son innumerables. Pero conviene
detenerse en una que ejemplifica a las demás e interesa especialmente a las sensibilidades femeninas: cómo
potenciar al hombre. Sólo
al ocuparnos de eso la imaginación de las mujeres se libera lo bastante como para visualizar, sin restricciones,
las potencialidades del futuro.

La potenciadora del varón


Es la hembra humana la que fue designada por la misma evolución como vínculo entre sexualidad y
espíritu, entre la energía biológica y el alma cósmica. (Monica Sjóó-Barbara Mor, "La Gran Madre Cósmica").

La potenciadora-potenciada está más allá de los engaños patriarcales, pero también (por eso mismo) más
allá de los manejos que obstaculizan hasta ahora la buena relación entre los sexos.
Salida de toda servidumbre represora, puede bucear en los significados del amor y tratar de entenderlo
desde otra perspectiva más abierta, donde se permita sin reparos la intervención de lo divino en
nuestra vida. Puede haberse liberado y ser entera en sí misma (es decir, poseer su propia identidad
completa sin tener que apoyarse en el varón). Puede ser autónoma y capaz de realizar. Pero en el corazón
de casi todas las mujeres persistirá siempre la preocupación materna por ese compañero de destino que
siente como amante y como hijo, y del que en último término se considera responsable.
Por eso la acción de la potenciadora va a dirigirse siempre a sacar a su hijo-amante de los atolladeros
patriarcales. Si él simplemente cree en ella y la respeta, como lo ha hecho en otras épocas y en culturas
diferentes, sus capacitaciones femeninas mediadoras lo ayudarán a conciliar opuestos. Las conexiones con
el eros que ella es capaz de realizar estarán bien abiertas para que él pueda ahondar en el misterio, y las
vinculaciones con la tierra que ella es capaz de mantener estarán firmes para que él pueda habitar
dichosamente la materia.
Pero, ¿qué es exactamente lo que necesita el hombre de la mujer potenciante, si es que realmente necesita
de ella? En su importante estudio sobre Tristán e Isolda y el amor romántico, Robert Johnson nos da
respuestas de primera mano sobre algunas necesidades masculinas que la nueva mujer podría aliviar. Y
mientras se desarrolla la conciencia integradora de La que Potencia nos conviene escuchar estos informes,
donde no ha intervenido nuestra fantasía ni ha interferido nuestra insatisfacción. Algunos datos importan-
tes, según Johnson, podrían ser los siguientes:
a) el hombre occidental, representado por Tristán, le es obstinadamente fiel a un factor interior de carácter
sobrehumano que no puede poseer en este mundo (simbolizado en el mito por la Bella Isolda) y sufre así una
"muerte en vida" que le impide disfrutar de los placeres de lo humano;
b) cautivado por esa figura interna idealizada -lo que los junguianos llaman ánima- rechaza a la mujer de
carne y hueso que le parece demasiado simple (en el mito una segunda Isolda, la de las Blancas Manos,
con la que Tristán se casa pero a la que nunca acabará de desposar).
c) finalmente muere de anhelo insatisfecho, sin poder unirse a la primera y sin querer aceptar a la
segunda. Desgarrado, dice Johnson, entre el amor divino y el amor humano mezclados trágicamente por
la mentalidad romántica. Sin haber podido disfrutar de las "simples dichas" de la vida que le ofrecía la
Isolda terrenal.
Tristán muere sin duda a manos del dualismo-idealismo patriarcal, y al mismo Johnson se lo siente un poco
resignado al alabar las "pequeñas y sencillas" alegrías de la vida en la tierra, tal como un paciente alaba
dócilmente la medicina capaz de salvarlo. Pero su enfoque es válido, y esa Isolda de la Tierra es imagen
cabal de la mujer potenciadora, capaz de potenciar al héroe enfermo de romanticismo y división interna.
De capacitarlo, según el mismo Johnson, para ver la belleza y la sacralidad del mundo físico y de la
ordinaria y humanidad, y edificar con ella una vida aceptable en el aquí y ahora.
El corolario que agregaría a esto la perspectiva femenina í es que la mujer terrena no es tan simple como la
Isolda de «las Blancas Manos, contraparte dualista de la Isolda ideal en í la perspectiva eternamente
dividida de nuestra cultura. La mujer consciente, al menos, desarrollará su humanidad encarnada según
todos los aspectos de la Diosa que hemos recorrido, y aceptará en ella misma muchas cualidades que tal
vez no poseen los ideales proyectados de los hombres. El ánima, en suma, deberá esforzarse desde su
mundo interno por seguir siendo más atractiva que la Diosa que v camina a plena luz sobre la tierra.

LA POTENCIADORA COTIDIANA

Todo en la vida es un acto de imaginación. (Elizabeth Dodson-Gray, "La Naturaleza como acto de
imaginación",en "El Redespertar de la Diosa").
Si se quiere espiritualizar la materia, como vimos, se necesita un hacer desde el ser. En su vida
cotidiana, la mujer potenciadora ya vive más allá de lo que Woodman llama los juegos desgastados. "No
tiene nada que perder, porque lo que ella es nadie puede quitárselo". Y a partir de esa base de identidad y
autoestima indestructibles, puede dedicarse a actuar y a traducir en gestos apropiados las instrucciones de su
feminidad profunda.
Los arquetipos cambian con la evolución humana, la idea de Dios se desarrolla y la visión teológica
más avanzada afirma que la Deidad misma se transforma en respuesta a nuestra transformación. El
llegar a ser de las mujeres, dijo hace tiempo Mary Daly, es una nueva fase en la búsqueda de Dios, y
acabará por ser un nuevo modo de que la Madre Universal se manifieste en este plano.
Dicho en términos simbólicos, la quieta y majestuosa Emperatriz del Tarot -hasta ahora reclinada
eternamente en su trono de piedra en medio de su mágico jardín-, se levanta y empieza a caminar. En donde
pisa, la tierra reflorece y para siempre deja de ser yerma. Las aguas de los pozos y los manantiales vuelven a
murmurar, y el Grial de sanación está otra vez presente en el universo físico.
Portando esa imagen móvil en nuestro corazón, las mujeres de estos tiempos podemos crear con la
imaginación un mundo diferente. La potenciadora cotidiana es una gran imaginadora, porque sabe que sus
realidades sólidas futuras se están gestando, instante tras instante, en esa matriz interna. Y con la nueva
conciencia femenina, su lado solar desarrollado le permite organizar esas imágenes según su propia manera
de mujer, e impulsarlas para que se cumplan en la práctica.
A esta altura de nuestro estudio lo arquetípico y lo cotidiano se interpenetran definitivamente, de modo
que es difícil hablar de la Diosa no encarnada o de la mujer desarrollada que no encarne a la Diosa. Los
dos polos, lo divino y lo humano, trabajan en acuerdo y se reflejan mutuamente. Y así como La
Potenciadora es la fuente interior de Sabiduría Práctica, las tareas múltiples de la mujer que la encarna
pueden resumirse en una que las compendia a todas: enseñar al espíritu el arte de vivir sobre la tierra.
La muerte en vida de Tristán es sólo la primera de las heridas del alma contemporánea que pueden
sanarse con su ayuda, porque la visión dualista se deshace inevitablemente cuando se sacraliza la materia,
y se van suturando, una a una, las llagas abiertas de nuestras divisiones conceptuales.
Jean Markale, otro varón que estudia apasionadamente la cuestión femenina, dice lo siguiente acerca del papel restau-
rador que la mujer puede cumplir de nuevo en la sociedad actual, tal como en el mundo celta fue considerada
"iniciadora, transformadora y liberadora":
"Hemos visto que la transformación del hombre por parte de la mujer era (para los celtas) una especie de
nuevo nacimiento, o vida nueva: como si el individuo quedara finalmente liberado de todas las influencias
traicioneras que le impedían ver las cosas. La humanidad necesita esta transformación y esta revelación,
que restauren una nueva raison d'étre tras tantos siglos de extravagancias y de guerras. La sociedad masculina
es agresiva y debe someterse a la pacífica transformación de las mujeres y lo que ellas representan. Entonces
será por fin capaz de liberarse de los tabúes que la acosan".
Por supuesto Markale habla de una mujer capacitada y capacitadora, cuyo contacto cotidiano con la esencia
femenina le permite hacer vivir a cada uno, como el Grial, la experiencia que más necesita. Por ejemplo, de
acuerdo con los dones de los Aspectos de la Diosa que detalla Matthews en "Las Damas del Lago":

• armonización con la materia, para vivir en la tierra;


• conocimiento del orden natural, para que no sea destruido;
• visión, para crear el mundo nuevo;
• inspiración, para conectarse con las tradiciones;
• curación, para iniciar otra etapa;
• amor, para desarrollar responsabilidad;
• compasión, para entender el sufrimiento de los otros
• nutrición, para poder realizar;
• guía, para completar la búsqueda.

Todos los caminos se abren ante la Mujer Potenciadora, que ha aprendido el secreto de la unión del espíritu y lo
físico, paradigma de todas las otras uniones. En cada uno de sus actos cotidianos, ya sin trabas, la presión
creadora de la Diosa Una puede al fin manifestarse plenamente. Su ginergía puede fluir para asociarse fértilmente
con la energía del hombre, y asentada en la etapa de la compasión puede hacer de su vida personal una gozosa
vía de servicio voluntario.
Lo cotidiano, en suma, se funde con lo intemporal y la Potenciadora Arquetípica se confunde con su
representante en la tierra. Lo que significa que la Diosa en nosotras puede al fin cobrar forma y volverse
visible.

Autoindagación
1. ¿Tengo alguna forma de canalizar mis energías acumuladas cuando amenazan abrumarme? ¿Cuál es, o cuál
podría ser?
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¿Suelo asumir responsabilidades o cargas excesivas, sin contar con un contacto espiritual que me permita
reforzar los puntos débiles de mi personalidad?
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2. ¿Agradezco debidamente a los poderes interiores mis momentos de contentamiento y logros?
…..………………………………………....................................................................................

¿Tengo en cuenta la dimensión espiritual del amor?


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3. Cuando ya no se puede hacer otra cosa, ¿soy capaz de soltar las ideas caducas a que mi yo estaba apegado?
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¿Tengo la suficiente audacia y resolución como para salude mis crisis conceptuales?
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4. ¿Me atrae la idea de pertenecer a círculos femeninos de apoyo, donde pueda manifestarse mi creatividad?
Si la respuesta es no, ¿por qué?
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Espacio compartido
Previa a la potenciación potenciadora, en mi experiencia, hay que librar con perseverancia inquebrantable la
batalla por la autoestima.
Miles de años de condicionamiento subordinador no pueden ser borrados fácilmente, y las mujeres de
nuestra cultura giramos en círculos en torno a nuestra imagen deficiente. Pero hay que persistir.
El progreso por supuesto no es lineal. Por cada paso adelante hay retrocesos, muchas veces autoprovocados
casi con crueldad, como para probar que el represor interno que Starhawk llama directamente "auto-
odiador", sigue activo realmente dentro de nosotras. Pero al saberlo podemos seguir neutralizándolo,
afirmando una y otra vez nuestra identidad profunda.
He visto muchas veces que el secreto del logro es seguir caminando una vez que se ha hallado el camino, sin
que nos paralicen circunstancias aparentemente adversas. En el Tarot del Rey Arturo, los Matthews representan
al temido Cinco de Oros, la carta de las penurias materiales) como un paisaje tormentoso que los
Buscadores del Grial debían a veces recorrer, y donde al parecer los mismos elementos se oponían a
que avanzaran. Pero usando la lógica es fácil ver que toda tormenta pasa, y que los elementos carecen de
malicia como para oponérsenos adrede.
Y el secreto del avance, en mi experiencia, es contemplar la imagen de lo que quiere lograrse. En este caso nada
menos que la imagen de una mujer potenciada, que pasada la tormenta de fines del milenio asume su
lugar en la marcha de las cosas. Es decir, pone el Grial sanador nuevamente al alcance de la humanidad.
Vicki Noble sostiene que el planeta necesita una curación chamánica (la expulsión de la enfermedad como
entidad invasora), porque el patriarcado y su violencia, hoy plenamente visible en nuestro entorno, han
actuado sobre la humanidad como una posesión. Y las mujeres somos las Indicadas para efectuar el acto
sanador, porque no tenemos tanto que perder con la expulsión de esa entidad, que ha creado en torno de
los hombres una red demasiado intrincada de dominación disfrazada de ventajas.
Hay mucho por hacer, y es bien difícil. Pero cuando tiendo al desaliento, el buen sentido me dice que los
tiempos están de: nuestra parte y que va a ser decisiva la emergencia de la Conciencia Femenina. Como la
Durga hindú que aniquilaba a los demonios, hemos de ser bien yang y bien solares cumplir nuestro
exorcismo.
A las que en la actualidad luchamos por una feminidad reivindicada nos han tocado los momentos
previos al amanecer, cuando se intuye ansiosamente la actividad del nuevo
día pero todavía no podemos iniciarla, y lo único que nos resta es seguir concentrando nuestra fuerza
dirigida para que amanezca de una vez.
Allí, en el nuevo día, nos encontraremos todas.

CONCLUSIÓN:
Después de leer lo anterior podrás decir que la situación desesperada de las mujeres en el mundo, más que
especulaciones de tipo religioso, exige acciones en el plano físico. Es así, efectivamente, pero es sólo la mitad
de la cuestión: un cambio de conciencia iniciado en el nivel profundo puede estimular esas acciones y hacer
las cosas menos duras para nuestras hijas, y las hijas de sus hijas que aguardan en el futuro • Todo lo que
hemos visto apunta a ese cambio de conciencia, gestado en el plano arquetípico donde se mueven los
símbolos que condicionan nuestra vida. Las imágenes que nos dirigen pueden ser modificadas. Y la tarea de
las mujeres que descubren a la Diosa consiste, esencialmente, en superponer otra serie de tipos femeninos más
flexibles, a los estereotipos castradores inventados por la sociedad. Tipos más amplios y más vivos, capaces
de grabarse en nuestros núcleos celulares para modificar desde allí nuestras posturas básicas y nuestras
reacciones ante lo que ocurre, y hasta los movimientos físicos de nuestro cuerpo • En el afán por conquistar
nuestro derecho a lo solar no nos conviene olvidar que nuestra parte oscura, nuestro yin, tiene su base ya
asentada en los estratos más recónditos de la psique colectiva y desde allí puede inspirar nuestras empresas. Los
esfuerzos de las mujeres más volcadas hacia la actividad en lo social y lo político (las más yang o solares, que
ya se están moviendo en esos campos con habilidad creciente) necesitan ser apoyados por las otras, las que
nos movemos con conciencia en lo que Goethe llamaba "el reino de las Madres", donde se da origen a las
realidades sólidas. Es decir, el reino femenino de la imaginación • La búsqueda de la feminidad completa
-nuestro Grial- es el esfuerzo previo que se nos exige antes de poder participar junto al varón en un manejo
justo de los recursos de la Tierra y del espíritu. Sólo después de ser enteras, libres de moldes y dueñas de
nuestra personal soberanía, podremos encargarnos de nuestra parte intransferible en el programa humano: la
mediación conciliadora y la defensa del orden natural A» Pero antes hemos de pasar del sufrimiento a la labor
creativa. Del empantanamiento en el dolor (nuestro terreno más familiar y transitado) al desarrollo de
nuestras habilidades femeninas. De nuestro agotamiento emocional a una conciencia de fuerza establecida y
de riqueza ahorrada a lo largo de los siglos • Los tipos surgidos de los aspectos de la Diosa son diversas
maneras de lograrlo. Son patrones de creatividad, de habilidades, de fuerza y de riqueza utilizada. Ninguna de
nosotras puede ser todavía una Mujer Completa, con los diez tipos perfectamente funcionales. A lo largo
de la vida, sin embargo, la activación circunstancial de esas distintas posibilidades puede llevarnos hasta modos
generales de eficacia que aún no podemos calcular.

Corporizar los tipos


Lo que desde hace mucho nos ha faltado a las mujeres es un campo de acción que sea umversalmente
significativo. Uno que llegue más allá de lo que Betty Friedan denunciaba en los años '50 como nociva
mística de la feminidad (incapaz de salirse de sus confortables y domésticos "campos de concentración") y
más allá, también, de la mortífera desfeminización de las que Silvia Perera denominó en los '80 "las hijas del
patriarcado", incapaces de conectarse con su esencia • Cubrir todo ese campo es imposible con los pocos
elementos con que contamos actualmente. Estamos dando cuerpo sólo a unas pocas cualidades catalogadas
como femeninas, que varían con las culturas pero nunca se organizan en un todo orgánico capaz de trabajar
en forma autónoma. Como robots carentes de partes importantes, podemos funcionaren ciertas cosas - lo
doméstico aprisionador, lo mundano deshumanizante-, pero sin conciencia propia para hacer las elecciones
necesarias, y eventualmente combinar esas funciones en opciones distintas y alternativas más completas.
Conviene entonces aprender a corporizar nuevos juegos de imágenes simbólicas, y las más aptas siguen
siendo las que la mente « humana utilizó para codificar los caracteres de Lo Femenino sin recortes. Es decir, las
diversas manifestaciones de la Diosa ; en la historia y la prehistoria de la humanidad • Corporizar esos tipos
femeninos es casi ineludible una vez que los hemos traído a la conciencia. Múltiples fibras de afinidad se tienden
entre ellos y zonas dormidas de nuestra propia psique que s es preciso despertar. Inesperados pero nítidos
ajustes se producen entre ellos y muchos de nuestros viejos impulsos reprimidos, instintos asfixiados y
actitudes rechazadas por « poco convenientes dentro de la cultura patriarcal. Y contenidas sin violencia por
estos nuevos patrones, las poderosas energías de las mujeres se insertan con orden y eficacia en el plan
universal • Por cierto, los estereotipos caen, y quienes se han acostumbrado a ellos reaccionan con alarma. Pero
si queremos un futuro más propicio, las potencialidades femeninas necesitan ser desatadas y aceptadas. El
próximo milenio presentará exigencias poco imaginables; y, si este tiempo de difícil transición ha de servir
para nuestro crecimiento como especie, las mujeres tenemos el compromiso moral de aprovecharlo para
prepararnos y entrenar plenamente nuestra feminidad • Corporizar los tipos primordiales surgidos de lo Divino
Femenino es un ejercicio múltiple, capaz de elastizar nuestra psique anquilosada y hacer saltar los moldes
que falsamente nos definen. Es, en rigor, la única actividad que nos prepara a las mujeres para el "llegara ser"
-que auguran las filósofas del movimiento femenino, meta imposible de alcanzar sólo mediante cambios en
la circunstancia externa ya demasiado establecida • Todo requiere entrenamiento. Pero, por otra parte, los
nuevos paradigmas que se van estableciendo nos dicen claramente que no se puede hacer las cosas sólo en
la realidad física. Hay otras te densidades de la realidad. Y por lo tanto no resulta absurda la idea de
entrenarnos en el ámbito maleable de la psique, explorado tan intensamente en el último siglo de la era
patriarcal • Los nuevos tiempos nos piden entrenarnos para recuperar acrecentada la libertad de nuestros
movimientos, borrar de nuestras máscaras las expresiones demasiado fijas y volvemos maleables para dar
cuerpo a las incitaciones del poder de ser. Las mujeres nuevas, como genuinas chamanas, podemos ser
transformistas de nuestra propia forma.

Responder a los nuevos desafíos


Algo sabemos del mundo del futuro: no será como éste. Responderá a otras exigencias y necesidades de la
especie, a otros parámetros de supervivencia, y sobre todo a mucha experiencia acumulada de lo que no
debe ser. Pero nada sabemos en concreto. Y necesitaremos trabajar por eliminación de lo nocivo, dejando
afuera los patrones letales que recibimos como herencia mediante un acto simple: no potenciarlos con
nuestra atención. Dentro de ese contexto no cabe hablar de cosas apropiadas o no para ninguno de los sexos.
Tras el renacimiento, no podremos decir que esto o aquello "no es femenino" o que aquello otro sí lo es.
Organizar una cultura no represiva pero sí coherente es un arduo trabajo, y a las mujeres nos exige desarrollar
la maleabilidad que tuvimos prohibida durante tanto tiempo: una plasticidad que no recibe improntas desde
afuera, sino que sirve para hacer visibles las pulsiones creadoras que nos llegan desde el centro • Lo que
hemos visto acerca de los tipos femeninos es sólo un primer paso en ese ablandamiento necesario. Después se
agregarán seguramente otras tipologías, hoy poco imaginables. Lo que ahora importa es empezar a
caminar desde el lugar en el que estamos y trabajar sobre conceptos todavía reconocibles, que nos sirvan
como puentes para efectuar la transición • Los ginotipos que surgen de los aspectos de la Diosa son respuestas
a retos vagamente percibidos, que están detrás de los problemas críticos de una cultura declinante, pero que
pronto serán mucho más claros e inequívocos. Se nos incita a responder a desafíos que adivinamos sin
conceptualizarlos claramente. Y en cuanto lo logremos, seguramente vendrán otros para que nuestro
desarrollo no se estanque, otros más acordes con problemas nuevos. Pero podemos desde ahora intentar la
transformación potenciadora que necesitamos legar a nuestras hijas: un ego más vigoroso y más flexible, no
aferrado a unos pocos rasgos básicos que confundimos con nuestra identidad. Un ego dispuesto a dar la cara
a lo que se le presente, y sobre todo preparado para dar cuenta ante sí mismo del uso que
hace de sus posibilidades • Un ego así, puesto al servicio de la fuente interna, responderá a los retos de los
siglos venideros con otro tipo de solvencia, es decir capacidad de
resolver. Tendremos la autoestima necesaria como para zambullirnos sin temores en la esencia femenina,
y analizar a fondo sus potencialidades sin condicionarlas a censuras
culturales. Tendremos el coraje de aceptar otras tareas, de embarcarnos en empresas que hoy no están a
nuestro alcance, y de aportar las soluciones que se espera confusa
mente de nosotras. Seremos más capaces, porque nos habremos preparado para serlo.

Usar bien la ginergía


La elección es nuestra: usar la ginergía que va quedando disponible para una mejor vida en la Tierra, o para
alimentar aún más nuestras dudas, culpas y pesadillas personales • Esa es la opción peligrosa que
enfrentamos las que despertamos a la existencia de la fuerza femenina, sin que todavía estén del todo
abiertas las nuevas vías de su expresión: fortalecer las posibilidades de la mujer consciente, o las restricciones
de la hipnotizada por los condicionamientos. Abrir vía libre a los arquetipos que presionan desde adentro, o
endurecer aún más los tipos culturales que no tienen existencia real en nuestra psique • Necesitamos
aprender a elegir sin compulsiones y sin que nadie nos influencie. A decidir con lógica y con buen sentido lo
que más nos conviene como individualidades y como miembros femeninos de la especie. A distinguir lo
cómodo de lo auténtico, lo falso de lo sincero, lo artificial de lo natural. Y en esa ardua tarea de desmontar
los viejos mecanismos para ensamblar otros nuevos, sólo puede ayudarnos una guía de instrucciones que no
haya sido preparada por esta civilización interesada en despistarnos. Un juego de modelos que sea pre-
cultural, pre-represivo y pre-patricéntrico • Los ginotipos que surgen de los aspectos de la Diosa cumplen esos
requisitos porque brotan de un centro intocado por las circunstancias. Asumidos con conciencia
responsable nos retrotraen a los inicios y nos conectan con lo eterno; nos hacen sobrevolar las
restricciones momentáneas -aunque se trate de momentos que han durado miles de años- y nos impulsan
hacia lo desconocido con fuerza suficiente para dejar atrás nuestro temor. Son vehículos psíquicos (y a la
larga psicofísicos) que necesitan de nuestra energía y a la vez le permiten servir a nuestros fines como elemento
propulsor. En el futuro nos moveremos con soltura por toda la creación, ya sin vacilaciones, impulsadas por
nosotras mismas • Usar bien la energía femenina implica actuar en el mundo según nuestras prioridades, y
conocer nuestras verdaderas prioridades requiere contactar las dimensiones interiores para que nuestros actos
surjan desde allí. Se trata en todo caso de una continuidad de planos de existencia que las mujeres necesitamos
recobrar si queremos ser enteras, y los arquetipos femeninos pueden ser transiciones entre las diversas
densidades que debe atravesar nuestra energía vital original • Si no es desviada, esa energía vital es lo que
construirá nuestro futuro según las pautas que le señalemos; de allí la urgencia de entrenarnos,
responsabilizamos y saber elegir. En realidad es un programa muy sencillo, pero no ha habido esquemas
culturales que nos hicieran familiarizar con él, y grandes cargas de desconfianza, escepticismo y
pensamiento esclavo de prejuicios nos privan de aceptarlo como propuesta de trabajo • Por eso es importante
confiar en la eficacia de los ginotipos primordiales que hemos visto en los previos capítulos, los que no
necesitan de nuestro asentimiento cultural condicionado para poder actuar sobre nosotras. Frecuentados
y usados con conciencia, pueden llegar a ser las pautas que buscamos para ir armando lentamente, con
alegre osadía, el siguiente modelo de nuestra feminidad.

EL FEMINISMO ESPIRITUAL
Hemos recorrido diez maneras de ser femeninas independientes de mandatos socioculturales. Hemos
observado a la feminidad fuera de todo contexto artificial, tal como se ha mostrado en brotes espontáneos
arquetípicos y tal como podría mostrarse a través de nosotras si colaboráramos con ella. Al fin de nuestra
recorrida cabe preguntar qué pasará
en el mundo y en la historia humana cuando estos tipos -y ; muchos otros que surgirán más tarde- sean
completamente operativos • El feminismo espiritual (Starhawk, "Dreaming theDark", cap. 8) define las cinco
tareas básicas que nos toca cumplir a las mujeres en el futuro inmediato: elaborar nuevos mitos, crear nuevas
estructuras, defender nuestros derechos, , transformar nuestro interior, amar. El programa es muy amplio,
cubre diversas áreas y abarca tanto la acción externa como el trabajo hacia adentro. Sólo resulta menos
desalentador si se dispone de instrumentos tan potentes como los diversos aspectos de la Diosa, capaces de
ubicarnos en un punto donde la noción de lo difícil se diluye y podemos contemplar el cuadro entero de
nuestras ignoradas posibilidades. Visto más en detalle: l. Los mitos femeninos, j inspiradores de culturas
favorables a la vida, ya están cobrando forma -por ejemplo- detrás de las preocupaciones eclógicas y los
intentos de pacificación universal. Sólo nos falta advertir en el trasfondo la presencia de actitudes como las de
La Protectora o La Limitadora, que exigen la defensa de lo que está en peligro, y el reconocimiento de que
somos responsables de mucho más que de nuestro propio bienestar. 2. Las nuevas estructuras no jerárquicas ya
se van insinuando en el rechazo cada vez más firme de intolerancias y discriminaciones; ante todo, las que tienen
como blanco a la mujer y también las que se ensañan con cualquier variación del orden rígido instituido,
aunque sea beneficiosa para todos. La Conectara y La Potenciadora sugieren nuevas formas de
interrelacionarnos y de vivir sobre la Tierra según modelos que reemplazan la pirámide por el círculo de
apoyo, y la dominación por el respeto mutuo. 3-Hacer respetar nuestros derechos (sobre todo en cuanto a
nuestra sexualidad y nuestro cuerpo) ya no se ve como una simple histeria feminista sino como una
lógica reacción ante milenios de aberrante servidumbre. Aquí no sirven actitudes demasiado blandas; se
necesita un firme modelo femenino, como La Desafiante, que desarraigue viejos dogmas y preceptos, y
muestre al mundo que sólo se trata de intereses enfermizos haciéndose pasar por mandatos divinos. 4.
Explorar nuestro interior con el fin de depurarlo, es una empresa que asumieron hace tiempo los sistemas
esotéricos de desarrollo espiritual, y más recientemente la Psicología profunda. Si queremos relaciones
saludables no hemos de proyectar sobre los otros nuestras propias sombras no reconocidas, y a las
mujeres nos toca, en consecuencia, identificar y transformar a los patriarcas internalizados que nos
impiden ser nosotras mismas. Sólo la acción de potentes arquetipos como La Iniciadora o La Limitadora
puede ayudarnos a verlos claramente y descubrir nuestra verdadera identidad, ya que tanto sistemas
esotéricos como psicología están contaminados de patricentrismo. 5. En cuanto a amar, es tal vez la gran
tarea global que sintetiza a todas en una actitud multifacética y multidireccional, que depende a la vez de una
"Visión del mundo totalmente redimida. Amar conscientemente está lejos de ser fácil. No se puede hablar de
amar a la ligera y sólo a base de buena voluntad. Es preciso estar a limpia de trabas y conflictos personales.
Haber salido del capullo defensivo y enfrentado los esquemas culturales de miedo, inseguridad y
desconfianza. Haber revisado los 5 conceptos y definiciones del amor. Haber aceptado previamente la
dignidad equivalente de espíritu y materia. Haberse construido una autoestima sólida. Estar preparada para cana-
lizar una vibración cósmica proveniente de muy alto, y no poner trabas a su sagrado casamiento con las
fuerzas de la Tierra que percibimos en el cuerpo. No es exagerado decir que para hacerlo se requiere activar
todos los ginotipos inspirados en la Diosa, con especial atención sobre La Liberadora, La Energizadora y La
Nutricia • La mujer capaz de amar conscientemente, a sí misma y a los otros, se relacionará con todo cuanto la
rodea de la misma bendita manera con que hoy se enamora de alguien específico. Pero no será una elección
apasionada (fruto del pensamiento dualista y jerárquico) ni una búsqueda inconsciente de sostén (fruto de su
falta de autoestima) ni un auto-permiso para ejercer su Eros entre estrechos límites (sólo necesario en una
cultura represora de lo erótico). Será el libre intercambio de la fuerza amorosa y sanadora con su entorno y
el resto de la creación. Será el activo ejercicio de un nuevo respeto hacia sí misma, que la hará sentirse digna
transmisora de las vibraciones de la vida, y el reconocimiento de su nueva madurez como representante de
lo femenino universal • El Eros se retrae ante una gran desilusión; se refugia en las profundidades
inconscientes cuando el dolor hace que cerremos la compuerta reguladora de su flujo en nuestro sistema
psicofísico. No sería raro entonces que el Eros general de la mujer universal -nuestro factor de conexión
profunda, sin el cual no somos otra cosa que lechos de mares muertos- estuviera recluido en nuestras
zonas ignoradas desde el profundo shock que nos produjo el patriarcado: el atroz desengaño de la madre
ante el desprecio de los hijos y de la amante ante la agresión violenta del amado • Ahora llegó el
momento de reabrir las compuertas para sanar la aridez del mundo. YI tras cumplir las etapas
purificadoras de ira y recriminación i vamos quedando listas para hacerlo, instruidas desde lo profundo
por los arquetipos surgidos de la Diosa • El plan de trabajo está trazado, y la potencia sugerente de los
símbolos ya está haciendo que funcione en nuestra psique. No pasará mucho tiempo antes de que, sin
darnos cuenta, {estemos ya corporizando estas diversas actitudes, respondiendo a los nuevos desafíos, y
utilizando nuestra energía de signo femenino para vivir nuestro futuro en el presente.
Que así sea.
APÉNDICE:
HACIENDO CONTACTO

Si la imaginación abre todas las puertas, como bien saben los que practican el antiguo arte occidental de las
visualizaciones dirigidas, un pequeño ejercicio de ese tipo puede servir de complemento práctico a todo
lo anterior.
Una de las maneras de hacer contacto con la Diosa es activar su imagen que duerme entre las brumas de
nuestra propia psique; y una de las maneras de activar una imagen arquetípica, es construirla en la mente
hasta lograr emocionarse al contemplarla con el ojo interior. No es demasiado difícil, y es posible
ayudarse con alguna imagen que ya exista, algún cuadro o dibujo que haya captado la fuerza numinosa
de lo Divino Femenino y nos transmita parte de ella. Yo recomiendo habitualmente las ilustraciones del
Tarot, porque suelen incluir una simbología muy elocuente, que duplica el impacto y tiene efectos
perdurables. Las mejores de entre ellas Gas del Tarot de Rider-Waite, por ejemplo, o las del Tarot del Rey
Arturo) son realmente puertas que se abren hacia las dimensiones donde habitan los poderes interiores,
y sólo esperan que pasemos el umbral.
Si decides hacer el ejercicio de contacto, contempla unos minutos bajo una luz brillante la carta de la
Emperatriz, el Arcano 3 de la serie mayor. Si has elegido la versión de Waite pintada por Pamela Coleman
Smith, verás a una mujer muy majestuosa, joven pero espléndidamente madura, sentada en medio de un
paisaje natural como una reina en su trono. Gobernando, y aguardando.
Ahora cierra los ojos e internaliza la imagen. Imagina que los bordes de la carta son realmente el marco de
una puerta que te permite entrar a ese jardín, cuyos colores , fragancias y texturas (basadas en tu propia
memoria imaginativa pero abiertas a lo inesperado) pueden llegar a ser muy definidos. Da un paso y
entra, sabiendo que entras a una zona de tu psique que tiene la incontrovertible realidad de tus propias
vivencias.
En el texto que sigue encontrarás los lineamientos previos de la experiencia psíquica que allí podrás vivir.
Pero agrega lo tuyo, porque el encuentro con tu Diosa interna te pertenece en forma intransferible y será
diferente al de todas las mujeres.
Ejercicio

Has entrado al paisaje, y la mujer está unos pocos metros más allá, delante tuyo. La rodea un halo sobre-
natural, pero a la vez se la presiente muy concreta, muy sólida y tangible. Es un ser de otro mundo, pero da la
impresión de ser también humana y compartir nuestros dolores y nuestros gozos de mujer. Tiene una forma
definida, pero es también la esencia de tu feminidad: majestuosa, digna, soberana y benéfica.
He allí, personificada ante tus ojos, la inteligencia maternal que está detrás de cada brote y retoño en
primavera, que recubre los árboles con el milagro del verde renovado; que determina la arquitectura prodigiosa
de cada flor que se abre para perpetuar su especie, y el colorido de cada plumaje que se despliega en danzas de
apareamiento; y que guía la formación de tu hijo dentro de tu vientre.
Madre de la Forma y Emperatriz de la materia densa, sabia y segura, señora del plácido ordenamiento de las
cosas, la Dama de la Huerta Primordial preside el jardín del paraíso femenino sin pecado, y te bendice con la
irradiación de su presencia.
Caminas hacia ella. Siente el contacto de tus pies desnudos con el tierno pasto fresco, que tapiza
espesamente la negrura de la tierra en el reducto de la Reina. Siente las suaves ráfagas del aire tibio, vivo y
magnetizado, que trae olor a rosas y violetas, a naranjos en flor y a duraznos maduros, y te transmite la
cadencia de los altos cipreses que se mecen en el fondo. Siente el vibrar de abejas y cigarras, el canto imprevisible
de los pájaros, y sobre todo el susurro del agua que cae en algún lado, y chorrea acompasada sobre algún lecho
musgoso.
La Emperatriz te mira. Sin exigencias ni preceptos, sin imponerte ni pedirte nada. Ahora que ves sus ojos
insondables, sabes que la conoces desde siempre. Que no han dejado nunca de encontrarse en esta zona
oculta de tu psique, sin que te dieras cuenta ni lo concientizaras, pero sin posibilidad de separarse. Ella es tú
misma en tu dimensión sagrada, y tú eres ella en el mundo cotidiano. Y si se tocan, ya nada impedirá que
adviertas su presencia en tus momentos de vigilia racional.
Vas hacia ella. Te das cuenta de pronto de que siempre has marchado hacia este encuentro, a través del
dolor y todas las tremendas asperezas del camino. Sin conciencia de ella estabas incompleta, no percibías la
magna dignidad de tu naturaleza femenina. No sabías que reinabas con tan regia belleza en tus propios
confines interiores, que podías irradiar hacia el mundo de afuera tan poderosa y sanadora bendición.
La Madre tiende la mano. Hacia ti, para facilitar que avances hacia ella. Hacia tu aura, para vivificarla con
nuevas energías inconfundiblemente femeninas. Hacia tu cuerpo, para que recuerde las corrientes de vida
que lo recorrerían si no estuvieran bloqueados sus canales. Te invita al reconocimiento, a la reconciliación, a
la fusión de identidades en una única entidad divina-humana, que le permitirá actuar en el mundo a través
de tu organismo psicofísico. Nunca habías recibido tan trascendente invitación.
A medida que avanzas, captas cada vez más su realidad, sus vibraciones vivas, su palpitación que
concuerda con la tuya. De ella has surgido como prolongación densa, que alguna vez le permitió pasar por
el umbral que acabas de cruzar en sentido contrario, y a ella has de volver para descubrir quién eres.
A medida que avanzas, sientes que su mirada te traspasa cargada de hondo afecto. Lo Divino Femenino no es
una entidad indiferente ni remota. La Diosa no es una abstracción impersonal. Captas su amor, por más que
te parezca inmerecido. Captas el interés apasionado que siente por tí, su criatura y su reflejo. Captas su
anhelo de que seas feliz, y de que aceptes por fin sus bendiciones.
La Madre te abre los brazos. No precisa palabras para decirte que no temas y vayas hacia ella. Sobre el jardín
cae una fina lluvia que no empaña la intensa luz del día, y que parece disolver tus miedos, tus corazas,
tus bloqueos. Te das cuenta de pronto de que puedes pedirle cualquier cosa, porque ha estado esperando que lo
hagas. Entiendes, más allá de toda duda, que nada es imposible si te apoyas en ella.
Al llegar junto al banco de piedra que le sirve de trono, te embriaga más que nunca el perfume de las rosas
y la belleza del mundo natural. Sientes dentro de tí el girar de los ciclos eternos, y la insondable gratitud de formar
parte de ellos. Quieres decírselo, dar gracias, adorar de algún modo, pero no es necesario. Sólo tienes que dejar que
ella te abrace y decirle quedamente, sin palabras, lo que deseas realmente en tus momentos más privados y
sinceros.
La Diosa escucha, porque no hay valla alguna entre las dos. Y por la forma en que te mira te das cuenta de que
ya, de antemano, ha bendecido y concretado tus deseos. Un calor dulce te recorre, mientras las auras
vibratorias de ambas se mezclan en una sola.
Por primera vez, en el transcurso de esta vida, te has encontrado con ella de manera consciente y voluntaria. No la
olvides.
Tras vivenciar el encuentro, con cualquiera de las infinitas variaciones que puedes agregarle, sólo te falta
retroceder hacia el umbral por el que entraste y atravesarlo de regreso hacia tu mundo cotidiano.
Visualiza otra vez los bordes de la carta de Tarot, y deja que el paisaje de la Emperatriz vuelva a tener dos
dimensiones. Es tan sólo un dibujo, pero encierra potentes experiencias que puedes repetir a voluntad.
Ahora debes volver a tu existencia diaria, intensamente y con acrecentada agudeza sensorial. La vida, al
fin de cuentas, es una gran celebración.
FUENTES Y REFERENCIAS
Bibliografía esencial
Caitlín Matthews. "The Elements of the Goddess" ("Elementos de la Diosa", Element Books, Inglaterra, 1989;
versión castellana: "Las Diosas", Edaf, Madrid, 1992).
VicklNoble. "Motherpeace: A Way to the Goddess through Myth, Art and Tarot" ("Madrepaz: Una Vía hacia la
Diosa a través del Mito, el Arte y el Tarot", Harper & Row, USA, 1983; versión castellana de Cuatro Vientos, Chile,
1990).
-. "Shakti Woman" ("Mujer Shakti", Harper San Francisco, USA, 1991).
Montea Sjdd-Barbara Mor. "The Great Cosmic Mother: Rediscovering the Religión of the Earth" ("La
Gran Madre Cósmica: Redescubriendo la Religión de la Tierra", Harper & Row, USA, 1987).
Starhawk (Miriam Slmos). "The Spiral Dance: A Rebirth of the Ancient Religión of the Great Goddess"
("La Danza en Espiral: El Renacimiento de la Antigua Religión de la Gran Diosa", Harper & Row, USA,
1979).
-. "Dreaming the Dark: Magic, Sex and Politics" ("Soñando lo Oscuro: Magia, Sexo y Política", Beacon
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Barbara G. Walker. "The Skeptical Feminist: Discovering the Virgin, Mother and Crone" ("La
Feminista Escéptica: Descubriendo a la Virgen, la Madre y la Vieja", Harper & Row, USA, 1987).
-. "The Crone: Woman of Age, Wisdom and Power" ("La Vieja: Mujer de Edad, Sabiduría y Poder",
Harper & Row, USA, 1985).
Bibliografía general consultada:
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Harén Armstrong. "The Gospel according to Woman" ("El Evangelio según la Mujer", Hamish
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Jean M. Auel. "The Clan of the Cave Bear" ("FJ Clan del Oso Cavernario", Crown, USA, 1980).
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Silvia Brlnton Perera. "Descent to the Goddess" ("Descenso a la Diosa", tañer City Books, Canadá,
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Zsuzsanna Budapest. "The Grandmother of Time" ("La Abuela del Tiempo", HarperCollins, USA,
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Carol P. Christ. "Laughter of Afrodite; Reflections on a Journey to the Goddess" ("La Risa de
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MaryDaly. "Beyond God the Father" ("Más allá de Dios Padre", Beacon Press, USA, 1973-1985).
Ellzabeth Dodson Gray. "Nature as an Act of Imagination" ("La Naturaleza como Acto de
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Shinoda Bolen.

El contenido de este libro queda abierto a otros aportes. El estudio de los Aspectos de la Diosa y los
correspondientes tipos femeninos apenas se inicia en nuestro medio, y puede beneficiarse con las
contribuciones -vivenciales o eruditas- de todas las lectoras que se interesen en la evolución de nuestro
género, quieran profundizar en estos temas o s deseen hacer contacto a través nuestro.

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