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Gasto Público: Su influencia en el PIB.

Presentado por:
María Fernanda Ramírez Pedraza
Mauricio Fernando Rey Hoyos.

Presentado a:
Jorge Antonio Molina Pérez

Cuentas Nacionales

Grupo: 2-01
Universidad La Gran Colombia - Seccional Armenia.
Facultad de Ciencias Empresariales.
Armenia, Quindío.
Mayo

2020
Gasto Público: Su influencia en el PIB.

El gasto público es uno de los componentes del PIB de un país. Incluye todos los
gastos en bienes y servicios realizados por el gobierno a todos los niveles: local,
regional, autonómico, nacional, etc. Este componente corresponde a la suma del
consumo público e inversión pública bruta.

El gasto público corresponde a la cantidad que el gobierno gasta, menos sus


ingresos. Por un lado, el gasto público incluye pagos por transferencias hechas a las
familias, como subsidios al desempleo. Por otro lado, el ingreso del gobierno
incluye los impuestos, que representan la mayoría de los ingresos.

En cuanto a la inversión, el gasto público tiene un efecto multiplicador. La razón es


que el gasto del gobierno incluye inversión pública. El multiplicador provoca que la
cantidad gastada en el presente genere un efecto mayor sobre el producto interior
bruto en el fututo.

El nivel de gasto público es una de las herramientas empleadas por las políticas
fiscales. Un incremento del gasto público puede ser usado para estimular la
economía, pues el producto interior bruto aumenta con este. Por otro lado, una
reducción del gasto público reduce el ritmo de crecimiento del producto interior
bruto. El peso del gasto público como porcentaje del producto interior bruto es
considerado una medida importante del sector público de un país.

Gasto público
Son gastos públicos las erogaciones dinerarias que realiza es estado en virtud de ley
para cumplir sus funciones consistentes en la satisfacción de necesidades públicas.
Mediante el gasto público el Estado se moviliza para atender las necesidades de la
población por medio de los servicios públicos, con el objetivo de cubrir las
necesidades públicas. Pero también el Estado puede satisfacer dichas necesidades
con omisión de los servicios públicos y utilizando los efectos que “en sí mismos” los
gastos públicos provocan en la economía nacional, atento a su importancia
cuantitativa y cualitativa (por ejemplo: Un incremento considerable en la cuantía
del gasto público puede obrar como reactivador de un economía en recesión con
prescindencia del destino del gasto).

Clasificación del gasto público.

Los gastos públicos en Colombia se clasifican en:

Gastos de funcionamiento

Como lo indica el nombre son los que garantizan el funcionamiento y la marcha del
aparato estatal. Entre los gastos de funcionamiento se encuentran los gastos de
personal, los gastos generales, transferencias y gastos de operación.

Gastos de inversión

Son los gastos destinados al aumento del patrimonio público, tales como obras de
infraestructura; y también, según ha entendido la Corte Constitucional, los gastos
en inversión social que hacen parte del llamado gasto público social, tales como
agua potable, acueducto, alcantarillado.

Gastos que cubren el servicio de la deuda

Comprende tanto el pago o abono de la deuda pública externa o interna, como de


los intereses, la financiación, las comisiones que deban pagarse por las mismas.

El gasto público social

El gasto público social puede expresarse tanto en gastos de funcionamiento como


en gastos de inversión. Por ejemplo, el pago del salario de un médico
perteneciente a un hospital público constituye gasto de funcionamiento pero en
tanto este profesional presta el servicio de salud y la salud hace parte del gasto
público social, este será un gasto público social representado en un gasto de
funcionamiento.

El artículo 350 de la Constitución Política de 1991 se refirió al gasto público social


en dos aspectos: de un lado, deja en manos del Legislativo, para que a través de
Ley Orgánica determine qué partidas del presupuesto hacen parte del gasto
público social. El artículo 41 del Decreto 111 de 1996 mediante el cual se compilan
las leyes orgánicas del presupuesto, establece que se entiende por gasto público
social aquel "cuyo objetivo es la solución de las necesidades básicas insatisfechas
de salud, educación, saneamiento ambiental, agua potable, vivienda, y las
tendientes al bienestar general y al mejoramiento de la calidad de vida de la
población, programadas tanto en funcionamiento como en inversión". Y de otro
lado establece que la proporción de inversión respecto del gasto total no podrá
disminuir comparativamente con el año anterior.

Principios constitucionales del gasto público

Los principios del gasto público están contenidos en los artículos 95, 150, 345 a 355
de la Constitución Política y en el Estatuto Orgánico del Presupuestos (Decretos 111
y 115 de 1996). Alfonso Miranda Talero2 los resume en la siguiente lista:

“La proposición de los gastos públicos corresponde al Gobierno, pues la rama del
poder público que gasta es precisamente esta, el Ejecutivo (arts. 150, 154 y 200
num. 3º).

Los gastos propuestos por el Gobierno deben pasar por la aprobación del Congreso,
esto tiene explicación en que este órgano, el Congreso representa al pueblo. Esta
participación indirecta del pueblo en relación con el gasto público constituye una de
las aplicaciones de la democracia como principio genérico (artículo 150 num. 11).

Los gastos no pueden aprobarse de manera global, deben discriminarse (artículo


345 y ss. C.P.).”

Las modificaciones al gasto público tienen límites y restricciones, entre ellos el


principal límite deviene del principio del equilibrio presupuestal según el cual los
gastos no pueden superar los ingresos.

El gasto público está sujeto a diversos controles: los principales son el control
político a cargo del Congreso; control administrativo ejercido por el Ejecutivo,
concretamente por el Ministerio de Hacienda y el Departamento Nacional de
Planeación; y control fiscal y numérico legal, que corresponde a la Contraloría.

Teorías del crecimiento del gasto público:

Las teorías del crecimiento del gasto público han tenido una tendencia histórica
hacia el incremento que se ha observado en la evolución del gasto público. No todo
incremento en el gasto público constituye un comportamiento ineficiente, hay
aumentos que pueden traducirse en mejoras generales del bienestar social. Y a la
inversa, no toda ineficiencia en el sector público supone necesariamente un
incremento del nivel de gasto. Por ejemplo, una reasignación en el uso de los
recursos públicos puede ser ineficiente porque es derrochadora, o favorece sólo a
unos pocos, y no mejora el bienestar social, y, sin embargo, no conlleva un
aumento del nivel de gasto público.

1. Wagner (1877/90) Bird (1971) Ley de Wagner I: Reestructuración de la


sociedad: La transformación de la sociedad tradicional en sociedad
industrializada compleja lleva consigo una sustitución de actividad privada
(familiar o grupal) por actividad pública: oferta de bienes públicos esenciales
(defensa, justicia, orden interno), regulación económica, corrección de
externalidades y administración de monopolios naturales. Las actividades
comunitarias y las economías de subsistencia del medio tradicional rural han
de ser sustituidas por otras actividades en el medio urbano industrializado.
2. Wagner (1877/90) Bird (1971) Ley de Wagner II: Demandas elásticas de
bienes sociales: El crecimiento de la renta real estimula la expansión de los
gastos públicos en ciertos bienes de demanda elástica con respecto a la
renta: educación, sanidad y redistribución entre otras. Esta tendencia está
relacionada con la denominada Ley de Engel y con la jerarquía de
necesidades de Maslow
3. Peacock y Wiseman (1961) Efecto desplazamiento: El gasto aumenta a
saltos como consecuencia de conmociones sociales, tras las cuales el nivel
de gasto no retorna a su magnitud inicial. Las tensiones o conflictos sociales
pueden tener salidas institucionales distintas dependiendo del balance de
pérdidas y ganancias que supongan para la élite dominante. En países con
un cierto grado de industrialización, un mercado interno significativo y
donde son factibles las alianzas de la elite con las clases medias, las salidas a
la crisis suelen consolidar el sistema democrático a través de medidas
redistributivas y de la extensión del poder político.
4. Downs (1957) Romer y Rosenthal (1979) Meltzer y Richard (1981)
Redistribución de la renta: El gasto público en tareas redistributivas tiende a
crecer, en una sociedad democrática, por dos motivos: competencia entre
partidos por los votos en un contexto de distribución desigual y extensión
del derecho al voto a ciudadanos con renta inferior a la media. Esta
tendencia guarda vinculación con las consecuencias del llamado teorema del
votante mediano.
5. Buchanan y Tullock (1982) Cameron (1978) Becker (1983) Grupos de
interés: Grupos de presión organizados tienen incentivos a presionar y
cabildear a favor de gastos cuasi privados cuyo coste impositivo se
distribuye entre toda la población.
6. Puviani (1903) Goetz (1977) Buchanan y Wagner (1977) Oates (1985)
Ilusión fiscal: Los costes de información, la comodidad de los sistema de
recaudación, la distribución temporal de los impuestos y la complejidad del
sistema impositivo reducen el “precio” percibido del gasto público (su precio
en impuestos).
7. Baumol (1967) Beck (1981) Pommerehne y Schneider (1982) Efecto precios
relativos y demandas inelásticas: El bajo crecimiento de la productividad en
el sector público y aumentos salariales similares a los registrados en el
sector privado estimulan el crecimiento secular del coste relativo de
provisión de los bienes públicos. Cuando la demanda de éstos es
relativamente inelástica ante cambios en “precios”, el gasto público tiende a
aumentar en términos nominales. Este fenómeno tiene que ver con la difícil
reducción del intenso uso de los recursos humanos en muchos servicios
públicos (sanidad, educación) y con la naturaleza eminentemente
administrativa de gran parte de la actividad pública que puede enmascarar
la productividad real.
8. Frey y Schneider (1981) Ciclo político-económico-electoral: La proximidad
de las elecciones puede estimular políticas de gasto contracíclicas (el gasto
público crece cuando disminuye el crecimiento del PIB), especialmente si no
existen poderes compensadores fuertes (bancos centrales, mayorías
cualificadas) o en presencia de parlamentos fragmentados.
9. Niskanen (1971) Romer y Rosenthal (1979) Burocracia I: Maximización del
presupuesto: Los burócratas tienen preferencia por presupuestos “grandes”
(asociados a poder, prestigio y sueldos mayores) y el poder de monopolio
necesario para imponer sus propuestas a un legislador relativamente poco
informado.
10. Tarschys (1975) Brenan y Buchanan (1978) Oates (1985) Centralización del
poder político: La descentralización fiscal puede tanto aumentar el gasto
(cuando existen duplicidades o la financiación del gasto procede de niveles
superiores, es decir, cuando hay escasa corresponsabilidad fiscal) como
reducirlo (al existir un control más directo de los gastos locales por los
votantes, es decir, cuando existe un alto grado de corresponsabilidad fiscal,
la administración que gasta es la misma que recauda los ingresos
necesarios).
11. Cameron (1978) Castles (1982) Ideología del partido gobernante:
Gobiernos socialistas o pro-estatistas tienden a incrementar el gasto público
más que los de signo liberal o conservador.

Factores principales que impulsan la necesidad de reformas en el


sector público.
 Crisis fiscal: tendencia en el incremento del gasto público más allá de las
posibilidades recaudatorias de impuestos admisibles para la ciudadanía y
para el buen funcionamiento de la economía.
 Demanda social: en cuanto a una mayor eficacia y calidad en la provisión
de servicios y bienes públicos, que resulte más atenta a las necesidades y
preferencias particulares de los ciudadanos. Asimismo, en cuanto a una
mayor transparencia y control democrático de la gestión pública.
 Demanda empresarial: por lo que se refiere a menores interferencias
públicas en el funcionamiento de los mercados y a menores cargas fiscales,
para poder competir en condiciones adecuadas dentro de una economía
competitiva y globalizada.
Existen unas ciertas inercias en los sistemas democráticos que crean resistencias y
dificultan la aplicación de reformas en profundidad del Sector Público. Entre estos
factores cabe destacar:

 La propia dificultad de las reformas, debido a la complejidad organizativa y


al necesario carácter innovador de dichas reformas, que carecen de pocos
antecedentes de referencia en la propia experiencia histórica del Sector
Público. A diferencia de lo que ocurre en el sector privado, donde las
empresas en los mercados competitivos están incentivadas a llevar a cabo
un continuo proceso de experimentación para conseguir ventajas
competitivas.
 El Sector Público tiene constreñidas las posibilidades de experimentación
para seleccionar los mejores tipos de reformas debido, en gran medida, a la
necesidad política y social de garantizar un alto grado de estabilidad
institucional. A este respecto la Unión Europea y la OCDE propician la
coordinación y mejora de las políticas nacionales a través de compartir
información de los sectores públicos, de la realización de estudios de
evaluación comparativa de las distintas políticas y del intercambio de
experiencias mediante la discusión de las mismas en jornadas y
conferencias. Sin embargo, los mecanismos de evaluación y comparación
que transparentan el grado de eficacia de la acción pública suelen encontrar
muchas resistencias en el interior de los estados nacionales, e impiden, en
numerosas ocasiones, la adecuada coordinación y el aprendizaje mutuo por
parte de los distintos gobiernos regionales en políticas tales como la
educativa, la sanitaria y la de empleo.
 El sentido corporativista de la clase política que trata de evitar cualquier
pérdida de discrecionalidad en sus márgenes de actuación y decisión. Toda
reforma que haga, desde el punto de vista informativo, más transparente la
gestión política va en detrimento de la libertad y comodidad en la actuación
de los políticos. Además, los políticos tienen pocos incentivos en promover
tales tipos de medidas puesto que normalmente no les son premiadas con
mayores votos ni con ninguna otra ganancia en el corto plazo.
 El peso institucional de determinados grupos de interés internos al sector
público supone una significativa amenaza latente frente a cualquier intento
de limitarles los privilegios, es el caso de determinados grupos especiales de
funcionarios y de algunos sindicatos que actúan dentro de las
Administraciones Públicas. Paradójicamente, la oposición sindical a muchas
iniciativas de reforma dentro de las Administraciones Públicas ha
alimentado la tendencia de las decisiones políticas hacia medidas de
reforma más extremas, como las de privatizar determinados servicios o
subcontratar su gestión con el sector privado.

Conclusión
El gasto público tiene un papel protagónico en la economía, en la medida en que le

inyecta gran dinamismo al tiempo que puede causarle daño. Es un gran generador

de empleo, y en el caso de los países en desarrollo, el Estado es el mayor

empleador. Inyecta una buena cantidad de recursos en la economía mediante la

adquisición de bienes y servicios, el empleo, mediante la inversión en

infraestructura etc.

El gasto público suele ser una medida efectiva y muy utilizada cuando el estado

intenta empujar una economía relentizada o en recesión, como está sucediendo

precisamente en Estados unidos y Japón, donde han anunciado millonarias


inversiones públicas para generar empleo e inyectar recursos al mercado. Pero

también el gasto público puede ser responsable de un fenómeno inflacionario, del

déficit fiscal, y de otros males de la economía. Un gasto público desmedido, que no

consulta la realidad económica de un país, en lugar de dinamizar la economía

puede contraerla, en la medida en que su uso inadecuado puede distorsionar

diferentes aspectos, como es el mismo déficit fiscal. El gasto público, por ejemplo,

cuando se financia con recursos crediticios, puede llegar a encarecer el acceso al

crédito, puesto que el estado en muchas ocasiones sale al mercado financiero a

competir con la empresa privada por financiación, afectando la productividad

general del país.

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