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A lo largo de estas cuatro semanas consideradas como el segundo parcial del semestre,

se discutió el tema “México como sociedad fragmentada”. Tuvimos la oportunidad de leer


textos escogidos por el profesor, de su propia autoría, analizarlos y discutirlos en clase. En
esta ocasión, también se nos dio la oportunidad de compartir nuestras experiencias,
suposiciones y pensamientos acerca de diferentes grupos que forman parte de nuestra
sociedad. En esta síntesis, presentaré los aprendizajes más significativos que adquirí durante
estos intercambios, basados en aportaciones de mis compañeros y comentarios hechos por el
profesor para suscitar diálogo.

En la primera sesión de este parcial, dialogamos acerca del grupo al que pertenecemos
nosotros, la clase media. Para comenzar, el profesor explicó una etapa de la historia
denominada “El milagro mexicano”, que ocurrió entre 1940 y 1970, donde la economía
mexicana creció significativamente debido a que el estado mexicano adaptó un modelo de
sustitución de importaciones. Es decir, se protegía a los empresarios mexicanos al impedir la
importación de productos que ya se fabricaban en México. Me pareció muy interesante
aprender sobre este periodo, ya que nunca había escuchado sobre esto. Y, al tener este
contexto, no resulta sorprendente que la aparición de las universidades en México esté ligada
a este periodo.

La aparición de las instituciones de educación superior trajo consigo cambios


representativos, entre ellos están la aparición de un nuevo grupo socioeconómico conocido
como clase media. También favoreció la aparición de jóvenes universitarios que rechazaban
la política autoritaria y la moral tradicional, dando vida al movimiento estudiantil de 1968.
En clase se realizó la comparación entre el movimiento estudiantil y el movimiento feminista,
la cual creo que es una comparación acertada. Ambos movimientos, encabezados por jóvenes,
rechazan las maneras conservadoras de vida, y proponen un cambio en nuestra sociedad. En
ambos casos, ocurre un choque moral entre generaciones, donde las generaciones anteriores
rechazan estos movimientos, porque los ven como un acto de rebeldía al no comprenden la
causa de la lucha. Estos choques intergeneracionales son una consecuencia del cambio de
condiciones, pues los jóvenes ya no viven el mismo contexto social que sus predecesores.

En la segunda sesión del parcial, se habló sobre la pobreza. En el texto que leímos, se
habló también sobre la pobreza en Estados Unidos y sobre como son percibidos como una
sociedad opulenta. Esta parte del texto me resultó interesante, pues como lo expresé en mi
reflexión: “Siento que se percibe a Estados Unidos como un país poderoso, rico y tan
consumista que es difícil pensar que existan pobres. Sin embargo, si los hay. La
invisibilización de los pobres se ve claramente en sus políticas sociales donde la atención
medica tiene un costo estúpidamente elevado, y, sin embargo, no se cuenta con un sistema
de atención medica universal y gratuito, y en la monumental deuda que muchos jóvenes
adultos acumulan para poder asistir a la universidad. La falta de programas de ayuda social
refleja un solo pensamiento erróneo: Todos en este país tienen el sustento para pagar estas
cosas”. La realidad de que la opinión sobre la pobreza de una sociedad se ve reflejada en sus
políticas sociales fue una revelación sorprendente para mí.

En Monterrey, la definición de pobreza que predomina es la porfiriana, donde la


pobreza es una falta de carácter ético ya sea por una falta de voluntad, o algún rasgo
individual. Al no ser originaria de Monterrey, no me había percatado, hasta que se mencionó
en clase, el pequeño número de limosneros en Monterrey. Esto se debe a que, por la misma
definición de pobreza que tienen los regiomontanos, no están dispuestos a regalar a alguien
“solo porque sí” los cinco pesos que llevan en su bolsillo. En mi opinión, esta definición de
pobreza, y el pensamiento “Es pobre el que quiere, porque el que quiere puede” me parecen
declaraciones ignorantes, que se hacen desde una posición de privilegio. Creo que provienen
de gente que no quiere reconocer las muchas dificultades que se le presentan a las personas
en condiciones de pobreza, y que tampoco quieren reconocer que el sistema en el que vivimos
presenta situaciones que favorecen a que estas personas no salgan de la pobreza.

El siguiente grupo que se discutió fueron los pueblos indígenas. A pesar de que se
pudieran incluir dentro de la categoría de pobres, las personas provenientes de pueblos
originarios son aún más vulnerables ante la sociedad, por lo que es necesario discutirlo por
separado. Los pueblos originarios constituyen alrededor del 11% de la población mexicana,
y tan solo en Nuevo León, alrededor de 40,500 personas hablan alguna lengua indígena. Sin
embargo, este grupo se encuentra subrepresentado, destinados al silencio, tanto política como
socialmente. Me parece que una frase característica de mi mamá describe perfectamente la
situación de los pueblos indígenas en nuestro país: “Me tienen como perro de rancho, cuando
hay fiesta me esconden y cuando hay chinga me sacan”. Puesto que en el día a día, mientras
nosotros somos representados, gozamos de privilegios y estamos “de fiesta”, rechazamos a
este grupo, somos ciegos a su falta de representación, a su desventaja dentro de un sistema
que los abandona e ignoramos que ni siquiera el sistema de educación es lo suficientemente
flexible para aquellos que hablan lenguas indígenas. Pero cuando vacacionamos o se quiere
demostrar lo diverso que es México, siempre recurrimos a ellos, presumimos los 56 grupos
étnicos que existen en nuestro territorio, a ellos les toca “la chinga” de entretenernos. El
movimiento del ejercito zapatista nacional les dio una voz a los indígenas e hizo su
visibilización política posible. Ya están cansados de programas que no cumplen sus
necesidades, diseñados por gente que no pertenece a sus comunidades, y exigen una dinámica
diferente, de políticas creadas por indígenas y para indígenas.

El último grupo perteneciente a nuestra sociedad fragmentada fue uno que me tomo
por sorpresa, los mexicanos en Estados Unidos. Actualmente en Estados Unidos hay
alrededor de 11 millones de mexicanos, con o sin autorización. Como comenté en mi
reflexión, estoy fuertemente relacionada a mexicanos en Estados Unidos y, sin embargo,
nunca figuraron dentro de mi definición de sociedad mexicana. Mientras que no los
consideraba menos mexicanos, simplemente no figuraban, probablemente por la falta de
participación activa dentro de nuestra sociedad. Y si no figuran en nuestra sociedad, y un
número de americanos los rechazan en la suya; ¿Qué espacio ocupan los mexicanos que se
encuentran en Estados Unidos? ¿A dónde pertenecen? Creo que la falta de inclusión de este
grupo demuestra como vemos a México como un territorio delimitado solo por sus fronteras,
pero creo que es necesario reconocer que las fronteras mexicanas se han expandido a lo largo
de los años, especialmente desde los años 90 cuando ocurrió el “boom” de gente que emigró
a EU. Es cierto que ahora muchas ciudades de EU se han “mexicanizado” y todas estas
comunidades mexicanas, aunque fuera de nuestro espacio geográfico, siguen siendo México
y deberían ser representadas como tal.

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