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LA ACCIÓN VOLUNTARIA
Introducción
fin bueno. Más adelante, cuando analicemos la valoración moral de las acciones
humanas, volveremos sobre esta pregunta y su respuesta.
4ª) Una vez elegido los medios, el acto no termina desde el punto de vista
moral, porque la acción humana tiene siempre consecuencias. El sujeto que actúa
no puede desentenderse de la repercusión que sus acciones tienen en la
convivencia social, cuya regulación es un elemento del acto moral. Toda acción
humana tiene consecuencias sociales, por tanto, para juzgar su bondad o maldad,
hay que considerar si las consecuencias son o no buenas para la sociedad.
Por tanto, el acto moral tiene un doble carácter subjetivo-objetivo: aunque
se presenta en un inicio como actividad de un sujeto, que conoce el fin por el que
obra y tiene un motivo que lo mueve, tiene también un lado objetivo evidente como
es el resultado objetivo de su acción: los medios que emplea y las consecuencias
que le siguen. En este contexto nos parece muy válida la opinión de Sánchez
Vázquez (1969:77): “A veces, el centro de gravedad del acto moral se desplaza,
sobre todo a la intención con que se realiza o al fin que se persigue, con
independencia de los resultados obtenidos y de las consecuencias que nuestro
acto tenga para los demás. Esta concepción subjetivista o intencionalista del acto
moral se desentiende de sus resultados y consecuencias. Pero ya hemos
subrayado que la intención o el fin entraña una exigencia de realización; por tanto,
no cabe hablar de intenciones o fines que sean buenos por sí mismos, al margen
de su realización, pues en cuanto que son la anticipación ideal de un resultado, o
guía de una acción, la prueba o validez de las <buenas intenciones> tiene que
buscarse en los resultados”.
ojos) pero bajo su influencia, es decir producto de una decisión voluntaria (por
ejemplo, leer un libro, golpear la mesa, prestar atención, etc.).
El mismo autor distingue también entre una acción perfectamente voluntaria
-aquella que cumple plenamente las condiciones de la acción voluntaria- y una
acción imperfectamente voluntaria -cuando la persona no tiene plena advertencia
o pleno consentimiento de lo que hace, es decir cuando falta uno de las
condiciones determinantes de la acción libre-.
También se habla de acciones no voluntarias, para significar simple
privación de voluntariedad, sobre todo por falta del conocimiento formal del fin, es
decir, ignorancia de las circunstancias concretas de la acción, principalmente de
su objeto. Distinto es el concepto de acción involuntaria, porque éste añade un
elemento más al de acción no voluntaria: la contrariedad u oposición de la acción
involuntaria al acto o a la disposición habitual de la propia voluntad. Una de las
causas más frecuentes de la acción involuntaria es la violencia.
Para concluir, es importante indicar otro tipo de acciones, que Rodríguez
denomina mixtas, porque son realizadas por personas completamente sanas, en
que se verifica una mezcla de voluntariedad e involuntariedad. Las acciones
mixtas son, en principio, acciones libres y psicológicamente normales, pero que no
responden a una libre iniciativa de la persona. Se toman a causa de una situación
difícil en la que el sujeto viene a encontrarse, y no sin vencer una notable
repugnancia, pues se oponen a sus deseos, y desde luego no se realizarían fuera
de esa situación.
Referencias bibliográficas