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Biografias
Biografias
Karl Marx
(Tréveris, Prusia occidental, 1818 - Londres,
1883) Pensador socialista y activista
revolucionario de origen alemán. Raramente
la obra de un filósofo ha tenido tan vastas y
tangibles consecuencias históricas como la de
Karl Marx: desde la Revolución rusa de 1917,
y hasta la caída del muro de Berlín en 1989, la
mitad de la humanidad vivió bajo regímenes
políticos que se declararon herederos de su pensamiento.
Salió airoso de tan difícil trance gracias a una modesta herencia paterna y,
singularmente, al apoyo moral y económico de un admirador norteamericano, E.
Livingston Youmans, quien quedó unido al autor por una gran amistad hasta su
fallecimiento en 1887. Gracias a este bienhechor los textos de Spencer fueron
pronto conocidos en los Estados Unidos, de manera que el filósofo alcanzó la
notoriedad y la fama en la otra orilla del océano antes que en su misma patria.
La empresa editorial siguió siendo todavía por algunos años un mal negocio; sin
embargo, hacia 1870 la situación empezó a cambiar.Mientras tanto, en 1867
habían aparecido los Principios de biología, y luego vieron la luz la segunda
edición de los Principles of psychology (1872), los Principios de sociología (1877)
y los Data of Ethics (1879), primera parte del tratado sobre la ética tan apreciado
por Spencer y completado con otras seis secciones, como, del mismo modo, lo fue
con siete la obra acerca de la sociología.
Herbert Spencer vivió hasta 1898 en Londres, salvo en ocasión de dos largos
viajes a la Europa meridional y a los Estados Unidos. En 1894 el filósofo sostuvo
una célebre controversia con el famoso biólogo alemán August Weismann, quien
había refutado abiertamente la naturaleza hereditaria de los caracteres adquiridos,
defendida precisamente por Spencer como principio fundamental e indispensable
de su teoría evolucionista.
Cuando en 1896 apareció el último tomo de la Sociology, punto final del sistema y
de los treinta y seis años de labor, el autor fue muy agasajado. En realidad, podía
considerarse el filósofo más célebre de la época y el maestro del positivismo.
Inglaterra le juzgaba con orgullo un genio nacional, y toda Europa le reconocía y
apreciaba como uno de los grandes hombres del siglo.
Max Weber
(Erfurt, Prusia, 1864 - Múnich, Baviera, 1920) Sociólogo
alemán que opuso al determinismo económico marxista
una visión más compleja de la historia y la evolución social.
Para Weber, las estructuras económicas y la lucha de
clases tienen menos importancia que otros factores de
naturaleza cultural, como la mentalidad religiosa o filosófica
o incluso la ética imperante; así, en La ética protestante y
el espíritu del capitalismo (1905), obra clásica de la por entonces naciente
sociología, vio en la espiritualidad protestante el caldo de cultivo que favorecería el
desarrollo del capitalismo en el norte de Europa.
Max Weber era hijo de un destacado jurista y político del Partido Liberal Nacional
en la época de Bismarck. Estudió en las universidades de Heidelberg, Berlín y
Gotinga, interesándose especialmente por el derecho, la historia y la economía.
Las primeras investigaciones de Max Weber versaron sobre temas económicos,
algunas de ellas realizadas por cuenta de los intelectuales reformistas conocidos
como «socialistas de cátedra». Desde 1893 fue catedrático en varias
universidades alemanas, fundamentalmente en Heidelberg, excepto entre 1898 y
1906; aquejado de fuertes depresiones, durante ese periodo dejó la enseñanza
para dedicarse a viajar y a investigar. En 1909 fundó la Asociación Sociológica
Alemana.
Max Weber fue un gran renovador de las ciencias sociales en varios aspectos,
incluyendo la metodología: a diferencia de los precursores de la sociología,
comprendió que el método de estas disciplinas no podía ser una mera imitación de
los empleados por las ciencias físicas y naturales, dado que en los asuntos
sociales intervienen individuos con conciencia, voluntad e intenciones que es
preciso comprender.
Weber propuso el método de los tipos ideales, categorías subjetivas que
describen la intencionalidad de los agentes sociales mediante casos extremos,
puros y exentos de ambigüedad, aunque tales casos no se hayan dado nunca en
la realidad; de este modo estableció los fundamentos del método de trabajo de la
sociología moderna (y de todas las ciencias sociales), a base de construir modelos
teóricos que centraban el análisis y la discusión sobre conceptos rigurosos.
El primer fruto de la aplicación de este método fue La ética protestante y el
espíritu del capitalismo (1905). Trabajando sobre los tipos ideales del «burgués»,
la «ética protestante» y el «capitalismo industrial», Weber estudió la moral que
proponían algunas sectas calvinistas de los siglos XVI y XVII para mostrar que la
reforma protestante habría creado, en algunos países occidentales, una cultura
social más favorable al desarrollo económico capitalista que la predominante en
los países católicos.
Para Weber, la exaltación del individuo y la doctrina de Calvino sobre la
predestinación, según la cual la salvación o condenación de cada hombre ha sido
decidida de antemano por Dios, había impulsado a los creyentes a buscar signos
de la elección divina no sólo en una moralidad intachable, sino también en el
trabajo y en el éxito. De modo inverso, del estudio de las religiones orientales (a
las que dedicaría algunos de sus últimos trabajos, como La ética económica de
las religiones del mundo, 1915-1919) se desprendía que, a pesar de contar con los
elementos y factores económicos necesarios y favorables, el capitalismo no había
podido desarrollarse en las civilizaciones orientales por no tener cabida en la
mentalidad religiosa y filosófica imperante.
En términos generales, puede decirse que Weber se esforzó por comprender las
interrelaciones de todos los factores que confluyen en la construcción de una
estructura social; y en particular, reivindicó la importancia de los elementos
culturales y las mentalidades colectivas en la evolución histórica, rechazando la
exclusiva determinación económica defendida por Marx y Engels. Frente a la
prioridad de la lucha de clases como motor de la historia en el pensamiento
marxista, Weber prestó más atención a la racionalización como clave del
desarrollo de la civilización occidental: un proceso guiado por la racionalidad
instrumental plasmada en la burocracia. Todos estos temas aparecen en su obra
póstuma Economía y sociedad (1922).
Theodor Adorno
(Theodor Wiesengrund Adorno; Francfort del Main,
1903 - Visp, Suiza, 1969) Filósofo, sociólogo y
musicólogo alemán, destacado representante de la
llamada «teoría crítica de la sociedad» y de la Escuela
de Frankfurt, corriente filosófica surgida en torno al
Instituto para la Investigación Social de la Universidad
de Frankfurt.
Erich Fromm
Erich Fromm nació en Frankfurt en el
año 1900. Pertenecía a una familia
relacionada con el judaísmo ortodoxo, lo
cual hizo que durante su juventud se
inclinó a empezar estudios talmúdicos,
aunque más tarde prefirió formarse
tanto en el psicoanálisis de Sigmund
Freud como en el legado teórico de Karl
Marx, lo cual le hizo acercarse a las
ideas del socialismo y doctorarse en
sociología.
Durante los años 30, cuando los nazis se hicieron con el control de Alemania,
Erich Fromm se trasladó a Nueva York, donde abrió una consulta clínica basada
en el psicoanálisis y empezó a dar clases en la Universidad de Columbia. A partir
de ese momento fue popularizando un psicoanálisis con fuertes influencias de la
filosofía humanista, que ponía énfasis en la capacidad del ser humano para llegar
a ir volviéndose más libre y autónomo mediante el desarrollo personal.
Cuando nació la psicología en la segunda mitad del siglo XIX, los primeros
esfuerzos de esta primera generación de investigadores estuvieron orientados a
entender el funcionamiento básico de los procesos mentales. Esto implicaba
preguntarse por temas como el origen de la enfermedad mental, el
funcionamiento de los umbrales de consciencia, o los procesos de aprendizaje.
Hasta la consolidación del psicoanálisis en Europa, los psicólogos dejaron de lado
los problemas relacionados con el modo en el que nos planteamos nuestra
trayectoria vital, nuestro pasado y nuestro posible futuro nos afecta
emocionalmente y en nuestra toma de decisiones.
El psicoanálisis, de algún modo, había introducido un enfoque más
metapsicológico (o cercano a la filosofía) en la práctica psicoterapéutica. Sin
embargo, el corriente inicial de pensamiento desde la que arrancó esta subrayaba
mucho el poder de lo inconsciente sobre el individuo, por un lado, y estaba
muy enfocado a las dar explicaciones acerca de los traumas y los trastornos
mentales, por el otro.
Erich Fromm partió del enfoque del psicoanálisis para hacerlo virar hacia
una visión mucho más humanista del ser humano. Para Fromm, la psique
humana no podía explicarse simplemente proponiendo ideas acerca de cómo lo
hacemos para conjugar nuestros deseos inconscientes con la presión del entorno
y la cultura, sino que para entenderla hay que saber, también, cómo lo hacemos
para encontrar el sentido de la vida, tal y como proponían los existencialistas.
Erich Fromm no se distanciaba de la perspectiva centrada en la enfermedad de
otros psicoanalistas porque pensara que se puede vivir la vida al margen de las
molestias y el sufrimiento. El optimismo de su visión humanista de las cosas no se
expresaba a través de la negación del dolor, sino a través de una idea muy
potente: que podemos hacerlo soportable dándole significado. Esta idea, por
cierto, la compartía con otros psicólogos humanistas de la época como por
ejemplo Viktor Frankl.
La vida, decía Fromm, está irremediablemente ligada a los momentos de
frustración, dolor y malestar, pero nosotros podemos decidir cómo hacer que eso
nos afecte. El proyecto más importante de cada persona consistiría, según este
psicoanalista, en hacer que estos momentos de incomodidad encajen en la
construcción de nosotros mismos, es decir, el desarrollo personal.
Erich Fromm creía que la principal fuente de malestar humano proviene del
roce entre el individuo y los demás. Esta tensión constante parte de una
contradicción aparente: por un lado queremos ser libres en un mundo en el que
convivimos con muchos otros agentes, y por el otro queremos trazar lazos
afectivos con los demás, estar vinculados a ellos.
Expresado en sus términos, podría decirse que una parte de nuestro yo está
hecha para estar en unión con los demás. Sin embargo, por nuestra propia
naturaleza de seres con un cuerpo distinto al de los demás, nos vemos separados
del resto y, hasta cierto punto, aislados.
Erich Fromm creía que este conflicto puede ser abordado desarrollando
nuestra capacidad de amar. Amar del mismo modo a los demás y todas aquellas
cosas que nos convierten en una persona única, con todas sus imperfecciones.
Estas misiones tan ambiciosas eran, en realidad, un único proyecto, consistente
en desarrollar amor hacia la vida en sí misma, y así quedó plasmado en la famosa
obra El arte de amar, publicada en el año 1956.
En definitiva, Fromm dedicó su obra a examinar el abanico de posibilidades que la
concepción humanista de la vida podía aportar no solo a las técnicas para reducir
el sufrimiento en situaciones específicas generadoras de malestar, sino también
a las estrategias para interr estos episodios de sufrimiento en un proyecto
vital lleno de sentido.
Sus propuestas psicoanalíticas se alejan así del primer psicoanálisis orientado a
hacer que las personas sufran lo menos posible, y prefieren enfocarse hacia el
desarrollo del máximo potencial de las personas en un proceso que, en sí mismo,
podríamos llamar "felicidad". Es por eso que, aún hoy en día, las lecturas de las
obras de Erich Fromm gozan de mucha popularidad por considerarse
inspiradoras y con un trasfondo filosófico rico.