Está en la página 1de 7

Simposio Educación y valores. Guadalupe Chávez González.

Profesora de la Facultad de Filosofía


y Letras de la UANL/VIII Congreso de Investigación Educativa. Hermosillo, Sonora..Oct-Nov. 2005

Los jóvenes estudiantes universitarios

Hablar de los estudiantes, es referirnos a un segmento poblacional joven, no sólo


por lo que a la edad toca, sino también porque esta es una categoría que en la
educación universitaria y en el imaginario social se ha asociado con la juventud,
tanto física como mental. Por ello es menester mencionar algunos aspectos
aunque sea generales, sobre la juventud. México es todavía un país de jóvenes,
porque aún y cuando la pirámide poblacional se ha ido modificando, los jóvenes
aún representan un porcentaje muy importante del total del conglomerado humano
que habitamos el espacio nacional, aproximadamente el 30% de por lo menos 100
millones de habitantes. Sin embargo, en otras épocas, los jóvenes eran más una
categoría simbólica, que una realidad como conglomerado, “el futuro de la patria”
solía decirse en los discursos políticos, lo que implicaba verlos en todo caso, en el
futuro, no en el presente. Puede decirse que es a partir del movimiento del 68 que
los jóvenes se vuelven definitivamente visibles. Ahora están presentes en todas
partes y se hacen ver y escuchar de diferentes maneras, algunas no muy
ortodoxas, casi contraculturales.
La juventud es una construcción social y cultural; está marcada por una
sucesión de ritos de salida y de entrada, que aseguran la transición progresiva
hacia la vida adulta. Se trata de un proceso complejo a través del cual el joven
adquiere y desarrolla habilidades suficientes para incorporarse a la sociedad como
ente productivo y, sobre todo, al proceso de asimilación de valores, normas y
prácticas propias del mundo adulto (De Garay, 2004). En función de esto puede
afirmarse que la demarcación entre ser joven y ser adulto no puede considerarse
como algo dado, pues lo mecanismos y formas de constituir a la juventud varían
en cada sociedad, por ello, es imposible hablar de la juventud en general, como
una unidad social carente de historicidad. Las culturas juveniles poseen un
carácter dinámico y doscontinuo.

Así –como refiere De Garay (2004, p. 17)-, en la historia de la humanidad


han existido diversos prototipos de juventud. En muchas épocas, incluso, el
término juventud no existía. Algunos de los modelos que se corresponden con los
diversos tipos de sociedad son: los púberes de las sociedades primitivas, los
efebos de la antigua Grecia, los mozos de las sociedades campesinas
preindustriales, los muchachos de la primera industrialización y los jóvenes de las
modernas sociedades. Sin embargo, como condición social difundida entre las
diversas clases sociales y como imagen cultural nítidamente diferenciada, la
juventud no apareció masivamente en el escenario público hasta la última década
del siglo XIX y principios del XX.
Según una concepción que persistió hasta la década de 1970, la frontera
final del ser joven se asocia con la emancipación económica respecto de la familia,
la autonomía personal y la formación de un hogar propio. Sin embargo, desde la
década de los ochenta del siglo XX, y sobre todo en los últimos años, se han
configurado una serie de procesos surgidos a partir de la globalización que han
puesto en crisis tal conceptualización. La concepción tradicional de ser joven se ha
visto cuestionada por factores tales como la prolongación de la permanencia en la
escuela, el reordenamiento de los mercados laborales, las altas tasas
generalizadas de desempleo, el aumento de los trabajos eventuales, que retrasan
la posibilidad de conseguir empleo estable y por ende la dificultad para abandonar
el hogar e independizarse (Martin y Schumann, 1998, en De Garay, 2004, p. 18).
Todo esto ha llevado a los científicos de las ciencias sociales a replantearse las
preguntas que se hacen sobre los cambios que se están gestando enla sociedad y
cómo afectan a los jóvenes, lo que a su vez ha producido diversas vertientes de
investigación a efecto de ampliar el conocimiento sobre los diversos sectores
juveniles.

El tema de la juventud es motivo de una preocupación trascendente, y se


discute desde diversas perspectivas por lo que ello implica para el país. Ser joven
–refiere Carlota Guzmán- se define por el tiempo de vida, pero también es una
construcción social, ya que esta categoría define los criterios que se establecen
para ocupar distintas posiciones sociales, y determina los derechos que la
sociedad le otorga, así como su inclusión en las instituciones. Por su parte, Carlos
Welti, menciona que desde el punto de vista demográfico, la población joven suele
definirse a partir de límites de edad sobre los cuales no necesariamente hay
acuerdos. Así, encontramos que el sistema estadístico nacional considera a los
jóvenes en México como la población entre 15 y 29 años de edad (INEGI, 1993),
aunque en diversos trabajos de investigación hay quienes manejan rangos
diferentes, aceptándose entre un amplio sector el criterio que identifica a la
juventud como el grupo de edad entre 15 y 24 años; otro rango más, es el que se
establece entre los 12 y 29 años de edad. El grupo de los universitarios,
particularmente los que estudian la licenciatura, integran un grupo que, en
términos generales se puede ubicar dentro de cualquiera de estos intervalos de
edad, lo que hace que se le considere un subgrupo juvenil con características
particulares, como existen otros más.

La incorporación a la vida universitaria es una experiencia social novedosa


tanto para los sujetos jóvenes, como para las familias a las que pertenecen. En
muchos casos se trata del primer integrante de la familia que tiene contacto y
acceso a la educación superior, en cuyo caso, como lo han demostrado diversos
trabajos, éstos jóvenes tienen que invertir más tiempo para adaptarse a la vida
estudiantil universitaria. De ahí la imporancia de insistir en el conocimiento de los
estudiantes universitarios.

Sin duda uno de los primeros trabajos sobre los universitarios, de gran
influencia en los medios académicos, es el de Bourdieu y Passeron (1977), Los
herederos. Los estudiantes y la cultura, investigación que entre otras cosas, los
lleva a reconocer que son un conglomerado diverso y plural. Así, los autores
afirmarán que, difiriendo por completo en un conjunto de predisposiciones y
presaberes que deben a su medio, los estudiantes sólo son iguales formalmente a
la hora de la adquisición de la cultura académica (p.37), que son un grupo en
completa renovación, que viven y creen vvivir en un tiempo y un espacio
originales, ya que el paréntesis abierto por los estudios los libera
momentáneamente de los ritmos de la vida familiar y profesional; que no conocen
más plazo que el de los exámenes y otro horario que el de los cursos. En nuestro
medio, también se han desarrollado trabajos sobre los universitarios, aunque en
un primer momento se concretaron principalmente en describir sus características
socioeconómicas

Los estudiantes, conforman un grupo heterogéneo que realizan la misma


actividad: el estudio, lo cual no significa que existe uniformidad entre ellos
respecto de las condiciones de existencia y de las formas en que se integran al
mundo estudiantil o se sienten estudiantes; además, no obstante una cierta
coincidencia en la edad, sus condiciones materiales, sus trayectorias académicas,
sus búsquedas y aspiraciones, así como sus ideas, valores y creencias son
diferentes. En la investigación, estos aspectos ponen de manifiesto y delimitan sin
duda un sinnúmero de vertientes que sobre los jóvenes universitarios habría que
explorar; aunque conocerlos es siempre relativo y una tarea inacabada, dada su
condición transitoria, conocemos a unos sujetos determinados en un momento
determinado.

La importancia de los estudiantes dentro del grupo juvenil no radica en su


número, ya que proporcionalmente es un grupo minoritario el de los jóvenes que
estudian en el nivel superior, pero, dado que representan la formación de los
futuros cuadros profesionales que la sociedad requiere, estudiarlos es siempre
pertinente porque abona información sobre los diversos efectos del sistema
educativo en que se encuentran inmersos, sobre todo en una época como la que
vivimos donde las condiciones sociales cambian constantemente y las demandas
sobre la educación superior se vuelven mayores. Según datos de 2003 de la
ANUIES, había en aquel momento casi dos millones de estudiantes (1, 865, 475)
formándose en las diversas licenciaturas, tanto en universidades e institutos
tecnológicos de régimen público como privado. De esta manera, ser estudiante
coloca a los jóvenes en un lugar específico dentro de la estructura social, en una
situación más o menos privilegiada con respecto a los que carecen de
oportunidades para estudiar, ya que aún subsiste la percepción generalizada de
que la educación puede llegar a brindarles mayores oportunidades para obtener
un empleo con mejores condiciones, que el que podrían conseguir jóvenes con
nivel de escolaridad menor.

Así, los estudiantes, como afirma Guzmán (1994), son un grupo particular
que comparte algunos problemas y situaciones propios de la juventud, no obstante
presenta particularidades. Su importancia como grupo social radica en su
inserción actual en el campo de la educación y el empleo, como futuro próximo,
que son considerados como dos ámbitos claves (del ámbito social)” (Guzmán,
1994, p 18). Desde la perspectiva de Guzmàn, dicho grupo está constituido por los
jóvenes de 19 a 25 años, aproximadamente, y está configurado en forma
heterogénea y transitoria. El objetivo central explícito de su estancia en ámbitos
universitarios es el de adquirir una formación universitaria, que le posibilite la
práctica o el ejercicio de dicha profesión

Acceder a la educación superior, ser estudiante universitario, es una opción


deseable a la que muchos jóvenes, y sus familias, aspiran en este país, pero que,
dadas las condiciones sociales –aunque no privativas de nuestra realidad-
solamente está al alcance de un pequeño porcentaje del total que estarían en
edad de ingresar a este nivel educativo. En la UANL el número de estudiantes
(sistema escolarizado solamente) en licenciatura asciende a 57 231 (fuente:
Secretaría de Planeación y Desarrollo Universitario), que corresponden
aproximadamente a la mitad de la población total, por lo menos 40 mil se
concentran en el nivel medio superior, y el resto en técnico superior universitario,
sistema abierto y a distancia, así como en el posgrado.

Como ya lo dijimos, el rasgo característico de la situación del estudiante es


su transitoriedad; en otras palabras, no se es estudiante toda la vida. Es un
periodo provisional en el que se generan aspiraciones y proyectos, y para quienes
se dedican de lleno a la Universidad implica, además del estudio, la convivencia
entre iguales, no tener compromisos, estar fuera de la casa y en por lo menos,
más de la mitad de los casos, fuera del rigor del trabajo. La escuela viene a ser un
espacio más libre y flexible que el ámbito laboral o la casa. Para los estudiantes
que no están sujetos al rigor de una jornada laboral, la vida estudiantil es una
etapa en la que se experimenta el compañerismo y la camaradería antes de entrar
al mundo burocrático y competitivo de la esfera laboral.

El hecho de estarse preparando para... además de su condición transitoria,


los exime de ciertas obligaciones sociales, como ya lo dijeran Bourdieu y Passeron
“probarse como estudiante es en principio, y tal vez ante todo, sentirse libre de ir al
cine en cualquier momento y, en consecuencia, jamás el domingo como los
demás... es desconocer la oposición entre el fin de semana y los días hábiles” (p.
50); sin embargo, esta condición también los presiona fuertemente respecto de
otras obligaciones. Además, en la medida en que logren o sean integrados a la
comunidad estudiantil, como integrantes de ella adquieren esa identidad especial,
la cual equivale a un soporte social, así sea transitorio, que les permite a la vez,
involucrarse y sentirse parte de un “nosotros”; hay cosas que se piensan, se dicen
o se practican sólo cuando se es estudiante.

Loa estudiantes, son los sujetos objeto del quehacer universitario, explorar
su mundo es importante también para dimensionar las transformaciones sociales y
el impacto que éstas tienen en la cotidianidad. En este sentido hay avances
importantes, pero insuficientes, aun hay toda una gama de puntos de interés
vinculados con el entendimiento de los diversos procesos sociales y culturales en
que se desenvuelven los estudiantes universitarios en sus ámbitos educativos así
como lo propio a sus expresiones culturales como jóvenes, aspectos que de ser
investigados nos ayudarían a profundizar en su comprensión. Algunos aspectos ya
han sido explorados, pero también es necesario hacer seguimietnos o réplicas,
dado que la poblaciçon estudiantil es siempre dinámica.

Dora Elena Marín Méndez, en un trabajo publicado por la UNAM en 2003,


hace un rápido rastreo –al que yo agrego algunos más- del tipo de estudios que
abordan diversos puntos de interés y que se vinculan con los universitarios, tales
como: La caracterización de su identidad psicológica (Merino, 2001), científica o
profesional (Fortes y Lomnitz, 1991 y Reynaga, 1998); su formación política
(Durand Ponte, 1998); su socialización profesional (Casillas, 2000); su autoestima
(Durand Ponte, 2002); la composición social de la población estudiantil (Covo,
1990 y De Garay, 2001) los fenómenos de evolución de la matricula generacional,
la cobertura de la demanda y la eficiencia terminal (Rodríguez, 1986),
representaciones sobre la formación profesional (Marín D., 2003). Sobre prácticas
sociales, académicas y de consumo cultural (De Garay, A. 2004).

Destacan también los trabajos en el campo de educación y valores, que han


venido a añadirse a los ya realizados sobre estudiantes, tanto desde la
perspectiva de los jóvenes como la específica de estudiantes. Estudios realizados
acerca del desarrollo del juicio moral en adolescentes y estudiantes (Bonifacio
Barba, 2001/U. de Aguascalientes), sobre valores y religión en los jóvenes
(Enrique Luengo, 1996), valores en los universitarios de la UNAM (Alma Herrera,
2001), juventud e identidad (Bárbara Kepowics, 2001/U. De Guanajuato)),
identidad y valores profesionales (Guadalupe Chávez, 2003), valores cívicos,
éticos y profesionales (Hirsch, A. 2003).

Los valores son una de las razones que explican el comportamiento


individual y colectivo, dado que moldean y determinan actitudes, su estudio
adquiere significación en tanto que éstos denotan las preferencias, creencias,
actitudes, representaciones y formas de relación con grupos o instituciones y
aquellos procesos que ocurren en la sociedad, abriendo una importante vertiente
para la comprensión y eventual solución de problemáticas que atañen a las
comunidades en particular; los valores además, juegan un papel fundamental en la
conformación de la identidad cultural, moral y política de los individuos, por ello en
el campo educativo, estudiar los valores de los estudiantes, implica atisbar en su
mundo, intentando detectar cuáles son los esquemas valorativos que poseen, si
éstos han cambiado con el impacto de los nuevos procesos de individualización,
globalización y saturación tecnológica y mediática, y aún más, qué repercusiones
tiene todo ello en la vida académica e institucional. Los jóvenes y en especial los
estudiantes, constituyen una comunidad que es altamente sensible a los cambios
que acontecen en la esfera local y global, por ello, acercarnos a su mundo puede
posibilitar propuestas o acciones educativas más acordes con la realidad que
prevalece.

La reflexión sobre los jóvenes, especialmente estudiantes universitarios,


sus valores, identidad, ideas, creencias y religión ha cobrando importancia en
diversos espacios, pero aunque aún sabemos poco sobre ellos, estos estudios
han hecho patente la necesidad de atender al segmento estudiantil, quienes, como
claro reflejo de la sociedad, traducen los constantes vaivenes a que esta se ve
sujeta. La situación de cambios es generalizada y afecta a toda la sociedad, pero
son los jóvenes –y desde luego también los estudiantes- los que más se ven
afectados por ello, de ahí la necesidad de conocer sus valores, aspiraciones y
orientaciones y por supuesto, de diseñar políticas específicas que atiendan las
necesidades de este sector importante de la población.

El asunto de los valores y la ética profesional es una de las preocupaciones


actuales que se encuentra en el centro de los debates de todo tipo. En nuestro
medio, la ANUIES, ha adosado al tema general de Pertinencia y oferta
educativa, el de actitudes y valores, como parte de los aspectos que toda
educación universitaria debe cumplir para ser verdaderamente pertinente, este es
un hecho significativo, dado que no se contempló originalmente en el documento
llamado La educación superior en el siglo XXI. En la UANL el Programa
Institucional, Universidad Visión 2012, establece los valores que deben orientar
tanto el quehacer como la formación universitaria; estos valores son: Verdad,
integridad, honestidad, respeto a la vida y a los demás, responsabilidad,
solidaridad, ética. En el documento formal se realiza una descripción de cada
uno de ellos y se conmina a profesores y estudiantes a seguirlos en aras de
validar y fortalecer a la propia Universidad. Falta por saber en qué medida estos
valores se comprenden y concretan tanto en los currículos de las licenciaturas
como en la práctica de docentes y estudiantes.

Ética del ejercicio profesional Es una asignatura que se establece dentro del
Programa de Estudios generales (implantado desde 1998) para impartirse en
todas las facultades de la Universidad. Posee un contenido general que busca
darle una fundamentación filosófica, psicológica y práctica a la ética profesional. A
decir de sus autores, pretende no ser prescriptiva ni casuística, sino sólo
proporcionar a los estudiantes una fundamentación mínima general para orientar
sus acciones. Tiene problemas en su desarrollo porque tanto la estructura
académica de cada facultad, como los propios profesores la observan como una
materia de poca relevancia que en todo caso, suelen decir, aporta poco por su
carácter general y sólo quita espacio a las materias de especialidad. Por otro lado,
se pretende próximamente trabajar por especialidades o profesiones en orden a
elaborar perfiles ético-profesionales, así como lineamientos que fundamenten en
particular cada práctica profesional acordes al espíritu universitario y a las
necesidades de la sociedad.

Bibliografía

Marín Méndez. Dora Elena (2003). Identidad profesional y representaciones


sociales en estudiantes universitarios. México: CESU-UNAM. pp 125 – 146.

Guzmán Gómez, Carlota (1996) “Hacia un reconocimiento de la diversidad


estudiantil”, en México joven. Políticas y propuestas para la discusión, Rafael
Cordera, José Luis Victoria y Ricardo Becerra (Coords.), México: UNAM, p 174.
Muñoz García, Humberto (1996). Los valores educativos y el empleo en México.
México: CRIM/UNAM/Miguel Angel Porrúa.

Luengo González, Enrique (1996). “Valores y religión en los jóvenes” , en Jóvenes:


una evaluación del conocimiento 1986-1996, Pérez Islas, José Antonio y Elsa
Patricia Maldonado Oropeza. México: C.I.E.J causa joven.

Canteras Murillo, Andrés. (2001) Sentido, valores y creencias en los jóvenes.


Madrid: Instituto de la Juventud. Servicios de Documentación y Estudios.
Documento de Internet, de fecha 09/11/2004

Delgado Fresán, Araceli (2001) “Estrategia para propiciar la actitud de tolerancia


en estudiantes de nivel universitario” en Educación y valores, Hirsch Adler, Ana
(Compiladora), Tomo II, México: Ed. Gernika. pp 369-390

Alma Herrera Márquez, Margarita Cruz Millán, Germán Gómez, Pérez y Erika
Ramírez Ziramba (2001). “Los valores en los jóvenes universitarios de la UNAM”,
en Educación y valores, Hirsch Adler, Aana (Compiladora)Tomo II, México: Ed.
Gernika, pp 391-420.

García Díaz; Diana Oralia (2001).”Estudio sobre los valores del educando
adolescente de la ciudad de México: la voz del propio joven”, en Educación y
valores, Hirsch Adler, Ana (Compiladora) Tomo I, México: Ed. Gernika, pp 243-272

Barbara Kepowics Malinowska y Héctor Ernesto Ruiz-Esparza Murillo (2001).


“Juventud e identidad: cosmovisión y estilos de autorrealización en los estudiantes
de preparatoria”, en Educación y valores, Hirsch Adler, Ana (Compiladora)Tomo I,
México: Ed. Gernika, pp 277-300.

De Garay Sánchez, Adrián y Miguel Angel Casillas Alvarado. (2002) “Los


estudiantes como jóvenes. Una reflexión sociológica”, en Jóvenes, culturas e
identidades urbanas, Nateras Domínguez, Alfredo,. México: UAM, Iztapalapa y
Miguel Ángel Porrúa.

También podría gustarte