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Es una enfermedad muy frecuente, no deja inmunidad, por lo que las recidivas son la regla, es

decir, que se puede repetir.


El niño al nacer puede obtener el virus al pasar por el tracto vaginal de madres que padecen esta
enfermedad.
Los nuevos brotes aparecen en relación con las condiciones inmunológicas del huésped y la
reinfección. El virus permanece de manera indefinida en los ganglios radiculares regionales y de
ahí se activa cuando bajen las condiciones inmunológicas del huésped.
Los factores que determinan la aparición de nuevos brotes son: estados febriles, infecciones,
asolearse en exceso, medicamentos inmunodepresores, enfermedades como las leucemias o el
SIDA, que deterioran la inmunidad, por cambios de temperatura y hasta por problemas
emocionales.
La transmisión sexual es posible sobre todo en el virus tipo 2.

El cuadro clínico es muy conocido. La gente llama “fuegos” o “fogazos” a las lesiones cuando
aparecen en los labios
Se trata de racimos de vesículas sobre un fondo eritematoso que se presenta bruscamente con
ardor marcado.
Su topografía habitual es en los labios, comisuras labiales, mucosa labial o yugal, lengua, es decir,
en zonas cutáneomucosas y alrededor de ellas.
En el caso del virus tipo 2, las lesiones salen en prepucio, glande, piel del pene, escroto, labios
mayores o menores, paredes vaginales, periné y nalgas.

Diagnóstico
• Estudio de Tzanck, el cual se realiza raspando el fondo de una vesícula reciente y
colocando el material en un portaobjetos, el cual se tiñe con Giemsa o Wright, en donde se
observarán células gigantes multinucleadas, las cuales se consideran diagnosticas de la
infección herpética.
• En caso de duda podría practicarse una biopsia de una de las lesiones recientes, que
mostrara vesículas intraepidermicas por degeneración balonizante de las células espinosas
y con inclusiones citoplasmáticas.
• En laboratorios especializados se realiza esta prueba con la técnica de Western blot, que
es mucho más específica. Está indicados solo en casos especiales y la muestra se toma
de las lesiones activas y recientes.

El tratamiento del herpes simple es sencillo, pero solo de los brotes que aun sin tratamiento
involucionan espontáneamente.
Hasta la fecha no existe tratamiento alguno que asegure a todos los pacientes que estarán libres
de recidivas.
Las lesiones suelen secarse con fomentos de suero fisiológico o de agua de manzanilla, y después
deben aplicarse polvos secantes que llevan talco y oxido de zinc.
No existen antivirales curativos en el herpes simple. El tratamiento antiviral está indicado en
pacientes con lesiones muy sintomáticas, extensas, complicadas o en inmunosuprimidos.
El aciclovir, un análogo aciclico de la guanosina, es el medicamento de elección para el herpes
simple 1 y 2 a dosis de 200 mg por vía oral, cinco veces al día, por cinco días en adultos, y en
niños se calcula a razón de 15 mg/ kg de peso sin exceder 200 mg por dosis.
De preferencia, el tratamiento se debe iniciar antes de las 72 horas de instalado el cuadro, lo que
acortara el periodo de actividad y la sintomatología.
En pacientes adultos inmunosuprimidos o con recurrencias frecuentes se recomienda seguir con la
dosis de 400 mg cada 12 horas por tiempo indefinido, a veces hasta por un año.
Valaciclovir, que se administra a dosis de 1 000 mg dos veces al día, o el famciclovir, que se
prescribe a dosis de 250 mg cada ocho horas.
 
Las medidas preventivas son de particular importancia para evitar el contagio del herpes simple
genital, los pacientes deben abstenerse de tener relaciones sexuales durante el brote de lesiones,
y por dos días después de la desaparición de estas, deben usar preservativo cada vez que tengan
relaciones sexuales aun en ausencia de lesiones activas.

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