Conciencia antecedente: juzga el acto que vamos a realizar, mandándolo,
permitiéndolo o prohibiéndolo. Conciencia consecuente: es la aprobación o desaprobación de un acto ya realizado. Conciencia verdadera o falsa Conciencia verdadera: es cuando el juicio de conciencia coincide con la verdad moral objetiva. Conciencia errónea o falsa: la conciencia moral es falible, por lo que el juicio puede ser equivocado. Conciencia recta o torcida Conciencia recta: actúa acorde al juicio de conciencia. Conciencia torcida: actúa en contra del juicio de conciencia. Interpretaciones de la conciencia moral Interpretación maximalista: entienden a la conciencia como la facultad humana para crear los valores morales. La persona es la que dictamina (y hasta genera) lo que es bueno y lo que es malo. Interpretación minimalista: la conciencia moral es sólo repetición o reflejo del orden objetivo. Hay que reducir la función de la conciencia a “obedecer” el orden moral objetivo. Toman a la conciencia como algo “peligroso”. Conciencia habitual Es fruto de un conjunto de hábitos (la ley natural, la gracia, las virtudes y los dones del ES). Según el grado de madurez psicológica y espiritual de la persona, se puede hablar de diversos grados de madurez de la conciencia habitual. Pablo las sintetiza en dos posibilidades: la de los fuertes (Rom 15,1) y la de los débiles (Rom 14,1). Conciencia habitual de los fuertes (o recta) Capacidad de producir habitualmente juicios rectos. Es una realidad dinámica, que está en permanente crecimiento por medio del cultivo de las virtudes y los dones. Es necesaria la apertura al Espíritu Santo, y tener como meta la perfección de la caridad. Conciencia habitual de los débiles (o defectuosa) No ha alcanzado un grado de desarrollo, ni espiritual, ni en la madurez humana. Tiene la capacidad habitual de producir juicios erróneos. - Conciencia habitual laxa o farisaica: minimiza las exigencias reales, y pone el acento en lo secundario. Es una conciencia legalista. Hay una apariencia de virtud, pero en el fondo esconde graves desviaciones morales. - Conciencia habitual escrupulosa: es una tendencia a ser escrupuloso en cuestiones de conciencia. Tiene una recta sensibilidad moral, pero vive en un estado de duda indefinida, confundiendo la gravedad de los pecados, y permanentemente atemorizado por la culpa de sentirse en pecado. - Conciencia habitual eclipsada: perdida del sentido de Dios y del sentido de pecado. Es una inclinación a no poder distinguir y llamar por su nombre al mal y al bien. Formación de la conciencia moral Ya en las cartas paulinas encontramos recomendaciones encaminadas directamente a la labor educativa en este campo. Hay tres grandes condiciones para que la conciencia moral funcione como norma interiorizada de la moral y pueda constituir la última instancia de la apelación ética. Rectitud: La conciencia recta es la que actúa con la autenticidad de la persona, que se pone de manifiesto en la forma coherente de actuación, en la búsqueda de la verdad, en la apertura a la alteridad y a Dios. Verdad: Se trata de actuar de acuerdo con la verdad moral objetiva, una adecuación entre la verdad personal (rectitud) y la verdad objetiva (verdad). Certeza: Esta se consigue: de una manera directa, mediante la verdad objetiva; o de una forma indirecta o refleja, cuando la verdad objetiva no aparece con suficiente claridad. La formación de la conciencia moral, hoy en día, debe tener en cuenta los resultados de la psicología.
Propuesta Metodologica de Ejercicios Sensoriales y Motores para La Clase de Educación Física Del Jardin Infantil "Mis Chiquillos Contentos" Del Icbf de La Comuna 11 de Cali.