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LA FUENTE DE LA VERDADERA ALEGRÍA

Lucas 2:8-20
INTRODUCCIÓN
El ingrediente clave de la vida feliz es, sin duda, LA ALEGRÍA. Tanto es así que, por muy
afortunadas que sean nuestras circunstancias, si ella nos falta permanecemos
insatisfechos. Se comprende, pues, que el fin último de casi todas nuestras iniciativas sea
sentirnos alegres y que en el mercado circulen infinidad de ofertas que prometen cumplir
dicho anhelo.
En medio de tal vorágine, estas páginas nos invitan a tomarnos un tiempo para meditar
sobre las fuentes de la verdadera alegría. Esta, en contraste con los engañosos
planteamientos hedonistas y con el estéril individualismo que hoy prevalecen, asume el
sufrimiento, reclama nuestra activa colaboración y revierte en servicio a los demás,
permitiéndonos recuperar aquella imagen y semejanza divinas que recibimos con nuestro
primer latido.

¿Cómo se puede vivir con alegría ante la calamidad y miseria que viven millones de seres
humanos?
“…Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de MUCHA ALEGRÍA para todo el
pueblo…” Vs. 10
El nacimiento de Jesús es la fuente de la verdadera alegría para todos los que creen y
experimentan su presencia.

A. LA ALEGRIA DEL MENSAJE DIVINO PARA LOS QUE CREEN. Vs. 8-14

a) Mensaje manifestativo (vv. 8-14).


La manifestación propiamente dicha (vv. 8-14) consta de:
1. Un mensaje celeste (vv. 8-12) y de un breve cántico de los mensajeros (versículos
13-14).

 Los pastores.
Ante todo, ¿por qué el primer anuncio oficial del nacimiento de Jesús va dirigido
a unos pastores?

Con toda probabilidad, casi con absoluta certeza, se puede decir que la presencia de
los pastores en la narración de Lucas se debe a que el nacimiento de Jesús se
había relacionado con Belén, la ciudad de David.

 La profecía.
Miqueas 5. “Pero tú, BELEN Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de
ti me saldrá el que será SEÑOR en Israel…y APACENTARÁ con poder de Jehová…Y
esté será nuestra PAZ” 5:2, 4 y 5.
Presenta a Belén como una aldea de donde Dios va a sacar «al que ha de ser el
REY de Israel» —igual que David—, por insignificante que sea su lugar de origen.
Belén, significa CASA de PAN. “Yo soy el PAN de vida” Juan 6:35

Lucas presenta a Jesús como Rey (Mesías), SEÑOR y Salvador del pueblo y nacido
precisamente en una aldea de pastores. Vs. 11.

a) Aparición del ángel del Señor (v. 9a).


b) Reacción de susto por parte de los pastores (v. 9b).
c) Mensaje celeste (vv. 10-11; incluso con la fórmula: «No temáis»).
d) Señal que infunde confianza (v. 12).
El mensaje comunicado a los pastores contrasta con el edicto del emperador
Augusto comunicado a todo el Imperio. El núcleo de la comunicación es bien sencillo:
según el plan de Dios, acaba de nacer un niño que va a ser el Salvador de la
humanidad, el Mesías, el Señor. Ese niño que nace en plena pax augusta y en la
ciudad de David SERÁ LA VERDADERA FUENTE DE ALEGRÍA NO SÓLO PARA LOS
PASTORES, SINO TAMBIÉN PARA TODO EL PUEBLO.

ENSEÑANZA.

1. Los pastores, escogidos para ser receptores del mensaje divino.


2. El mensaje divino del nacimiento del Salvador, Rey y Señor que traerá alegría a
los que creen en esta buena noticia. Él establecerá su reino de Justicia y Paz en la
tierra.

B. LA ALEGRÍA DEL MENSAJE DIVINO PARA LOS QUE OBEDECEN. Vs. 13-20
Apenas terminado el anuncio a los pastores, una legión del ejército celestial se une al
mensajero, y todos a coro entonan un himno de alabanza, porque:
 Ha nacido un Salvador.
 El nacimiento de ese niño es la gran efusión de paz sobre todos los predilectos del
Señor. Y esa paz es la fuente de una alegría que ha de inundar a todo el pueblo.

El mensaje celeste, al proclamar el nacimiento de un niño que es el Salvador, el


Mesías, el Señor, provoca una serie de reacciones en cadena:

a. En los humildes pastores. Obedecieron. “Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos


esto que ha sucedido, y que el SEÑOR nos ha manifestado” REVELADO. Vs.15.
Lo primero que se les ocurre es comprobar la veracidad del mensaje. Por eso van a
toda prisa a ver qué ha pasado. Y lo ven; encuentran al niño en el pesebre y en compañía
de sus padres. No hay que pensar que esos pastores pudieran haber sido algunos de los
«testigos oculares» consultados por Lucas, años más tarde, para recabar información sobre
los acontecimientos de Belén. “Quitó de los tronos
Regresan: “Volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas
que habían OIDO y VISTO, como se les había dicho” Vs. 20.

b. Las personas que escuchan el “testimonio” de los pastores. “Se maravillaron…”


La experiencia de los pastores es necesariamente comunicativa. Y al irse divulgando lo
sucedido va cundiendo una sensación de sorpresa y de maravilla entre los que se
enteran de un hecho tan extraordinario.

c. En María. La actitud de la madre se repliega hacia su interior; guarda sus


experiencias y las medita en su espíritu. La intención de Lucas es presentarnos a María en
su esfuerzo por comprender el significado de lo que ella misma ha vivido y de lo que le han
contado los pastores.
En Lc. 2,51 es un indicio claro de que María no había comprendido las profundas
implicaciones del acontecimiento. Como ya indicábamos en el episodio de la visitación, la
característica fundamental de la personalidad de María, según Lucas, es su GRAN FE;
no es sólo «la que ha creído» (Lc. 1,45), sino «la que escucha la palabra de Dios y la pone
en práctica» (Lc. 8,21) y la que ora con toda la comunidad en espera de la venida del
Espíritu (Hch 1,14).
El encuentro con los pastores le reveló que su hijo es el «Salvador», el Mesías esperado, el
Señor. La reacción de María ante lo sucedido es algo que queda en su intimidad. No como
los pastores, que se van alabando a Dios y di fundiendo la noticia, ni como la gente, que
se maravilla de lo que cuentan los pastores. Su actitud ante los acontecimientos, su
meditación interior, corresponde a su personalidad de «creyente», de «esclava del Señor».

La función de estos personajes es exclusivamente paradigmática, UN MODELO a seguir


como creyentes que estamos dispuestos a OBEDECER. Es decir, son la personificación de
una ACTITUD de espontánea credulidad ante el mensaje que se les acaba de transmitir.
Ejemplos como éste de una fe sencilla y abierta abundan en la narración evangélica
según Lucas.

CONCLUSIÓN.
El plano final, como en episodios precedentes, se centra en la desaparición de los
personajes; es decir, lo que antes hemos calificado como «estribillo A» en el apartado 1. Los
pastores se vuelven a sus rebaños, mientras resuena en sus alabanzas un eco lejano del
cántico de los mensajeros.

Notas exegéticas:
v. 8. En las cercanías había unos pastores El primer anuncio del nacimiento del
Mesías no va dirigido a las autoridades religiosas o políticas, sino a unos modestos
habitantes de la comarca ocupados en sus menesteres. El tema de «los humildes» ha
sonado ya en el Magníficat (Lc. 1,52); esta nueva nota prepara su ulterior desarrollo a
lo largo de la narración evangélica (véase el pasaje derivado de «Q» en Lc. 7,22). El dato
es una de las tantas manifestaciones de universalismo en el Evangelio según Lucas.

Como fondo de la narración están las andanzas de un muchacho llamado David, que
«iba y venía del campamento de Saúl a los pastos de Belén para cuidar el rebaño de su
padre» (1 Sm 17,15). La temática de los pastores ya ha quedado suficientemente
desarrollada en el «comentario general». Que vivían a la intemperie El participio
agraulountes quiere decir que los pastores habían convertido el campo (agros) en su
propia casa (aulé; cf. Lc. 11,21). Ese detalle ha dado pie a multitud de intentos para
fijar aproximadamente el mes en que nació Jesús, teniendo en cuenta la climatología
de los diversos meses del año. Pero todas esas propuestas tienen mucho más de
fantásticas que de convincentes. Y de noche velaban sus rebaños por turno La
construcción griega usa aquí un acusativo interno: «vigilando las vigilias de la noche».
Esto sugiere un cierto matiz distributivo, que especificamos en la traducción: «por
turno».

El libro de los Números emplea frases semejantes para determinar las funciones de
guardia de los levitas (cf. Nm 3,7.8.28; 8,26). La vigilancia nocturna de los pastores
prepara la inmediata explosión de gloria y de claridad ofuscante que se va a producir
en el v. 9. v. 9. El ángel del Señor Véase la «nota» exegética a Le 1,11. Aquí, al revés
que en Le 1,19, el mensajero no revela su nombre. Como sucede frecuentemente en el
Antiguo Testamento, también aquí el mensaje del «ángel del Señor» se atribuye
posteriormente al «Señor» en persona (cf. v. 15). Se les presentó En todo el Nuevo
Testamento, el verbo ephistanai no aparece prácticamente fuera de los escritos de
Lucas, y en éstos, casi siempre en aoristo segundo (cf. Le 2,38; 4,39; 10,40; 20,1;
21,34; 24,4; también es frecuente en los Hechos de los Apóstoles).

En griego clásico, su empleo es frecuente para describir apariciones de dioses o de


personajes celestes que se comunican con los mortales por medio de sueños o de
visiones (cf. Homero, litada, 10, 496; Heró- doto, 1, 34, 2; 7, 14, 1). La gloria de Dios
En la versión de los LXX, doxa traduce el término hebreo kábód, es decir, la
«majestuosidad» y la «brillantez» de la presencia de Dios, que se manifiesta a los ojos de
todo el pueblo (cf. Éx 16,7.10; 24,17; 40,34; Sal 63,3; cf. Nm 12,8). Se asustaron
mucho La construcción griega vuelve a emplear un acusativo interno: «temieron (con)
gran temor» (cf. v. 8); sólo que esta vez el verbo va en aoristo pasivo, pero con
significado intransitivo (BDF, nn. 153, 1; 313). Cf. Me 4,41. v. 10. No temáis A
propósito de esta locución, véanse las «notas» exegéticas a Le 1,13.30. Os traigo una
buena noticia, una gran alegría El verbo empleado aquí por Lucas es euangelizesthai
( = «dar [predicar] una buena noticia», «evangelizar»); véase la «nota» exegética a Lc.
1,19. El anuncio empieza con la fórmula idou gar ( = «pues mirad»); véase la «nota»
exegética a Lc. 1,44.

Vuelven a resonar las notas de «ALEGRÍA» (cf. Lc. 1,14), que constituyen la
atmósfera más adecuada para el amanecer de la nueva era mesiánica; una
alegría en expansión, «que lo será para todo el pueblo», es decir, para todo Israel.

v. 11. Hoy Suena por primera vez el adverbio sémeron, que va a tener una función
destacada a lo largo de la narración evangélica de Lucas (cf. Lc. 4,21; 5,26; 12,28;
13,32.33; 19,5.9; 22,34.61; 23,43). Frecuentemente indica la inauguración del
ésjaton, de la etapa definitiva (cf. tomo I, p. 394); y así hay que interpretarlo aquí,
aunque con sentido proléptico. En la ciudad de David En «Belén de Judá», como en el
v. 4; véase la correspondiente «nota» exegética. Os ha nacido El plural tiene alcance
colectivo, es decir, para los pastores y para el pueblo entero. Salvador El título de
Jesús más típicamente lucano es el que aparece en primer lugar. Ya antes, en el
Magníficat, se había usado ese título, pero aplicado a Dios (Lc. 1,47). Ahora se atribuye
explícitamente a Jesús, aclarando de manera definitiva el simbolismo de la «fuerza [ =
cuerno] de salvación» (cf. Lc. 1,69). Cf. Lc. 2,30.

Para el significado de este título, véase nuestro «esbozo de teología lucana» en el tomo I
de este comentario, pp. 342-344. El Mesías, el Señor El anuncio celeste añade al
título inicial, «Salvador», dos nuevos títulos provenientes de la tradición primitiva
judeocristiana. Pero la novedad consiste en que Lucas aplica esos dos títulos a Jesús
en el momento mismo de su nacimiento. En el «esbozo de teología lucana» (cf. tomo
I, pp. 331-342) hemos expuesto el significado de ambos calificativos. Decididamente,
no se pueden considerar como adiciones introducidas por algún helenista. En realidad,
el texto dice christos kyrios, o sea, dos nominativos sin artículo. Y ésta es la lectura
de los manuscritos griegos más importantes. Sin embargo, entre las versiones antiguas
hay alguna —el manuscrito r1 de la VL y la versión siro-palestinense— que traduce: «el
Mesías del Señor» (christos kyriou). No cabe duda que la variante se debe a un influjo
de Lc. 2,26, o del texto griego (LXX) de Lam 4,20, o de SalSl 17,32. El hecho de que
ambos nominativos vayan sin artículo puede dar pie a otra interpretación, según la
cual la primera palabra no sería realmente un título, sino que funcionaría como
adjetivo, y en ese caso habría que traducir: «(el) ungido Señor».

Sea como sea, y dado que es la única vez que sale esa expresión en todo el Nuevo
Testamento, prefiero atenerme a la lectura de los códices más representativos.
Además, hay otra razón, y es que, casi con toda seguridad, esa frase es un eco de la
conclusión del discurso pronunciado por Pedro el día de Pentecostés: «Entérese bien
todo Israel de que Dios ha constituido Señor y Mesías a este mismo Jesús a quien
vosotros crucificasteis» (Hch 2,36). Los dos títulos, originariamente relacionados con la
resurrección, se retrotraen en este caso al nacimiento de Jesús. Cf. P. Winter,
Lukanische Miszellen: ZNW 49 (1958) 67-75.

v. 12. Una señal para vosotros. La inmensa mayoría de los manuscritos —tanto la
recensión hesiquiana como la «koiné» y los códices D y ©— introducen el artículo
definido (to) antes de sémeion ( = «signo», «señal»): «ésta será la señal». Pero bien se
puede explicar esa adición como influjo de los paralelos veterotestamentarios (cf. la
versión griega de Éx 3,12; 2 Re 19,29; Is 37,30, etc.; cf. 1Q27 1, 5: «ésta es la señal de
que se va a cumplir [lo que te he dicho]»). Como a Zacarías el sacerdote (Lc. 1,18-20) y
a María la madre (Lc. 1,36), también a los pastores se les ofrece una garantía del
anuncio; una señal, por cierto, bastante extraña, que no corresponde en modo alguno
a lo que cabría esperar de un nacimiento tan importante como el del futuro Mesías. Un
niño Lucas emplea aquí la palabra brephos para designar al «niño» recién nacido.

Anteriormente, en la visita de María a Isabel —una escena compuesta por el propio


Lucas— esa misma palabra se refería al «niño» aún en el vientre de su madre. ¿Por qué
no usa aquí paidion, como en el relato del nacimiento y circuncisión de Juan? ¿No
será que, en el episodio anterior, Lucas estaba condicionado por el lenguaje de la
fuente relacionada con el Bautista? A propósito de paidion, véase la «nota» exegética a
Lc. 1,59. Y acostado Los códices s + y D omiten esa precisión. Nacimiento de Jesús:
2,1-20
v. 13. Una legión del ejército celestial. La locución es una variante de hé stratia tou
ouranou ( = «el ejército celeste»), expresión frecuente en los LXX (cf. 1 Re 22,19; Jr
19,13; Os 13,4; 2 Cr 33,3.5; véase el plural en Neh 9,6). Que alababa a Dios El genitivo
plural del participio ainounton (de ainein = «alabar») se explica por el significado
colectivo de stratias {= «ejército), con el que concuerda (cf. BDF, n. 134.1b). La frase
«alabando a Dios» es igualmente una expresión de los LXX (cf. Jue 16,24 [según el
manuscrito A]; Jdt 13,14; Sal 147,12). Cf. Sal 148,2: «Alabadle todos sus ángeles,
alabadle todos sus ejércitos».

v. 14. Gloria a Dios en el alto cielo. Traducimos por «cielo» —o «alto cielo»— la
expresión literal en hypsistois (= «en las alturas»). La aclamación de tonalidad
decididamente hímnica no aparece con esa formulación concreta en el Antiguo
Testamento, pero está inspirada en una infinidad de frases que invitan a «dar gloría»
(doxan didonai) a Dios, a aclamar su nombre, a darle gracias por su actuación
maravillosa. Esta «gloria» no es exactamente igual a la doxa kyriou (= «la gloria del
Señor»: v. 9), que es una manifestación visible de la presencia sal vinca de Dios. La
fórmula empleada aquí se parece a SalSl 18,10: «Grande es nuestro Dios y glorioso
(endoxos) el que habita en las alturas» (es decir, en las moradas del alto cielo). La
locución preposicional en hypsistois no tiene matiz cualitativo, sino locativo, es decir,
hacer referencia a «las alturas» en cuanto morada de Dios (cf. Job 16,19; Sal 148,1;
Eclo 26,16; 43,9). La antítesis entre en hypsistois ( = «en las alturas», «en el alto cielo»)
y epi gés (— «en/sobre la tierra»), en el hemistiquio siguiente, es innegable. La
aclamación tiene carácter yusivo o volitivo; no es meramente declarativa, como piensa
G. Schneider (Das Evangelium nach Lukas, p. 67).

Paz en la tierra. El original invierte los términos: epi gés eiréné ( = «en la tierra, paz»),
con lo que establece un paralelismo quiástico con las dos primeras palabras del
hemistiquio precedente: doxa en hypsistois ( = «gloria en el cielo»). Sobre el significado
de «paz» como una expresión sintética de los efectos del acontecimiento Cristo, véase
en el tomo I nuestro «esbozo de teología lucana» (pp. 291ss). Cf. Lc. 19,38. A los
hombres que él ama La palabra eudokia tiene, innegablemente, un significado de
«complacencia», «benevolencia», «buena voluntad».

Ahora bien, donde se plantea el problema es en la determinación del texto original. Los
manuscritos más importantes, aunque pocos —B+, n+, A, D y W—, muchas de las
versiones antiguas —toda la tradición latina, incluyendo la Vulgata, y la versión gótica
— e innumerables citas de los Santos Padres leen en genitivo: eudokias ( = «de [su]
complacencia»). B. M. Metzger (TCGNT, 133) la considera como lectio difficilior. En
cambio, la tradición textual «koiné», el códice G y las versiones siríacas y la bohaírica
ponen eudokia en nominativo ( = «[su] complacencia»). La diversificación textual ha
cristalizado en dos corrientes de traducción. Una —representada en el mundo de
lengua inglesa por la King James Versión (KJV)— acepta eudokia en nominativo y
articula el cántico en tres hemistiquios: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz,
buena voluntad hacia los hombres. Por su parte, la otra corriente —encabezada por la
versión Confraternity of Christian Doctrine (CCD)— se inclina por el genitivo eudokias
y reduce el cántico a dos hemistiquios: Gloria a Dios en el (alto) cielo, y en la tierra
paz entre los hombres de buena voluntad. En la primera traducción, los tres
nominativos: doxa, eiréné y eudokia, se consideran la base estructural del himno. En
cambio, en la segunda, el criterio determinante es el paralelismo quiástico, al que ya
hemos hecho alusión. Hay que observar, con todo, que el paralelismo no es exacto; el
segundo hemistiquio es notablemente más largo que el primero. Actualmente se han
abandonado esas dos versiones y se ha impuesto otra que es, casi con toda seguridad,
la más correcta: Gloria a Dios en el (alto) cielo; y en la tierra paz a los hombres
que él ama.
Recientemente (1985), la traducción castellana de la Biblia (Nueva Biblia Española, Ed.
Cristiandad, Madrid) lo hace igualmente en esta dirección: Gloria a Dios en lo alto y
paz en la tierra a los hombres de su agrado. En estas nuevas traducciones se
conservan todas las correspondencías: «gloria» y «paz», «alto cielo» y «tierra», «Dios» y
«los hombres que él ama» o «de su agrado». Aparte de un paralelismo más completo, se
mantiene el texto mejor documentado, es decir, el genitivo eudokias ( = «hombres) de
[su] complacencia», o sea, a los que Dios concede su favor, a los que manifiesta su
predilección). Vamos a dar algunas razones por las que eudokia puede traducirse como
atributo de Dios, es decir, «su complacencia»:

a) Recientemente se han multiplicado los estudios sobre eudokia porque siempre se


había tenido la sensación de que el distinto significado de «buena voluntad» en las dos
traducciones tradicionales —Ring James y Confraternity—• evocaba ciertos resabios
del conflicto entre Reforma y Contrarreforma.
b) Ya por los años veinte, J. Jeremías, basándose en la versión griega de los LXX, que
traduce el hebreo rasan (y derivados) por eudokia (y términos respectivos; cf. Sal
51,18), defendió que eudokia, en nuestro pasaje, tiene que referirse a la «complacencia»
de Dios (cf. «Anthropoi eudokias» (Le 2,14): ZNW 28, 1929, 13-20).
c) El propio Lucas vuelve a utilizar la palabra eudokia —y precisamente en este
sentido, con referencia a Dios— en Le 10,21: «Bendito seas, Padre, pues ése ha sido tu
beneplácito».
d) Como hace notar C.-H. Hunzinger en sus artículos Neues Licht auf Le 2,14
«anthropoi eudokias»: ZNW 44 (1952-1953) 85-90, y Ein weiterer Beleg zu Le 2,14
«anthropoi eudokias»: ZNW 49 (1958) 129- 130, hay algunos textos hebreos de
Qumrán que tienen un sorprendente paralelismo con esta formulación de Lucas: 1QH
4,32-33: bené resonó ( = «hijos de su complacencia»); 1QH 11,9: lekól bené resóneká ( =
«para todos los hijos de tu complacencia»), y posiblemente 4QpSala 1-2, ii, 24-25, si se
acepta la reconstrucción de Allegro: [pisró 'al >ansé] resón[ó] ( = «[su interpretación
corresponde a los hombres de su] complacencia»).
e) Como contribución personal tengo que reseñar que yo mismo descubrí una
formulación exacta a la de Lucas en un texto arameo de Qumrán: beleños réx üt[éh] ( =
«entre los hombres de [su] complacencia»: 4QhcA e 18), y en la traducción sahídica de
Lc. 2,14: he n enróme empefw5s (= «entre los hombres de su complacencia»). Cf. mi
artículo Peace upon Earth among Men of His Good Will (Lk 2,14), en ESBNT, pp. 101-
104.
Todas estas razones son suficientemente satisfactorias como para afirmar que eudokia,
en el cántico de los mensajeros, no se refiere a la «buena voluntad» que manifiesta el
hombre con respecto a sus semejantes (como en la KJV), ni a la «buena voluntad»
como disposición interna que provoca en el hombre una apertura a recibir la paz (como
en la CCD), ni siquiera a una «buena voluntad» concebida cualitativamente como el
prestigio del que gozan algunos entre los demás (como en la versión de Taciano y en la
Peshitta; cf. R. Kobert: Bib 42, 1961, 90-91). La eudokia de Lc. 2,14 se refiere a la
«complacencia» de Dios, y la locución anthropoi eudokias quiere decir: «los hombres
que Dios ama», los depositarios de su favor, de su predilección. También se ha
querido encontrar un paralelismo, aunque más bien remoto, entre la construcción de
Lucas y un texto de Ugarit, 'Anal, 3, lOss: «¡Derrama paz sobre la tierra, propicia
benignidad sobre los campos!» (cf. A. Goetze, Peace on Earth: BASOR 93, 1944 17-20).
Cf. ANET, 136.

v. 15. Cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían Vuelve la
construcción narrativa kai egeneto seguido de una subordinada temporal y de verbo en
indicativo sin la conjunción kai (cf. tomo I, pp. 198ss), que, traducida literalmente,
daría: «Y sucedió, cuando los ángeles se marcharon al cielo, (que) los pastores se
decían...». La tradición textual «koiné», el códice D y otros muchos introducen la
conjunción kai antes del verbo en indicativo y sustituyen hoi poimenes (— «los
pastores») por hoi anthropoi ( = «los hombres»); de modo que la frase quedaría así: «Y
sucedió, cuando los ángeles se marcharon al cielo, (que) los hombres se decían...».
Pero, como se ve, el sentido no experimenta ningún cambio. A ver eso que ha pasado
Encontramos una vez más rema ( = «palabra», «cosa»), cuya ambigüedad queremos
reproducir con la traducción genérica: «eso» (véanse las «notas» exegéticas a Lc.
1,37.38. Cf. Lc. 1,65. La Vulgata traduce literalmente: Videamus hoc verbum quod
factum est, con lo que conserva el carácter «semítico» de la frase griega, cosa
totalmente imposible en castellano. Que nos ha anunciado el Señor «El Señor» se
refiere a Dios (véase la «nota» exegética a Lc. 2,9). El verbo gnorizein ( = «manifestar»,
«anunciar») tiene en esta frase com- 232 Nacimiento de Jesús: 2,1-20 plemento directo
y complemento indirecto, como en Hch 2,28 ( = Sal 16,11); cf. Hch 7,13.

v. 16. Llegaron corriendo. La moralidad de la acción está expresada por el participio


de aoristo del verbo speudein ( = «apresurarse»). Cf. BDF, n. 418.5. Encontraron a
Marta, a José y al niño El texto no hace la más mínima referencia a la concepción del
niño (brephos). De hecho, si no tuviéramos más que este relato no podríamos tener la
menor sospecha de la concepción virginal. Es un dato más sobre lo que ya
apuntábamos en el «comentario», es decir, que los capítulos 1 y 2 del Evangelio según
Lucas parecen haber sido compuestos independientemente uno de otro. Acostado en el
pesebre En contraste con el v. 12, el texto griego introduce aquí el artículo definido: en
té phatné (— «en el pesebre»).
v. 17. Contaron. Al ver al niño, los pastores cuentan a sus padres —y, sin duda, a
todos los habitantes de Belén— lo que les acaba de revelar el mensaje del cielo.
Estando a la narración de Lucas, lo único que María sabe de su hijo, hasta este
momento, es que va a ser el descendiente de David, el Mesías (Lc. 1,32-35), y que
ya ha sido reconocido como «Señor» (cf. Le 1,43). A esos títulos puede añadir ahora el
de «Salvador» (Lc. 2,11), como le han dicho los pastores. En este caso, la referencia al
«niño» viene expresada con paidion.

v. 18. Todos los que lo oyeron. Dado el contexto del episodio, la frase tiene que
referirse a los habitantes de Belén. Anteriormente, en Lc. 1,66, hemos encontrado una
reacción semejante con motivo del nacimiento de Juan. Sólo que entonces los vecinos
se preguntaban expresamente: «¿Qué irá a ser de este niño?», mientras que aquí no se
menciona más que el hecho global de la «admiración». Pues bien, ¿no se podría pensar,
tal vez, que en esa indicación genérica de Lucas vaya implícita una pregunta semejante
con respecto a Jesús? Se admiraban El verbo thaumazein ( = «admirarse») puede
indicar también una reacción de «sorpresa». Compárese con Lc. 1,21.63; 2,33.

v. 19. María, en cambio, conservaba todo esto. Traducimos una vez más con un
indefinido, «esto», la ambigua expresión griega remata ( — «palabras», «cosas»), que se
refiere indudablemente a la inesperada visita de los pastores y a los que la habían
contado. El contenido genérico de esta frase contrasta con Lc. 2,51, donde se repite la
expresión, pero con referencia a un hecho concreto de carácter extraordinario.
Anteriormente, en la introducción a las narraciones de la infancia —y, en concreto, en
la presentación esquemática de su estructura en el apartado 1— hemos calificado
estos dos versículos (Lc. 2,19.51) como «estribillo C». Entre las pequeñas diferencias
que caracterizan la redacción de estos dos versículos hay que notar la sustitución de
synetérein (Lc. 2,19) por diatérein (Lc. 2,51), aunque no cambie el significado ( =
«guardar», «conservar»). Este último verbo es el que usa la versión griega de los LXX en
Gn 37,11. José ha contado su sueño de las gavillas a su padre y a sus hermanos; pero
mientras éstos se recomen de envidia, «su padre le daba vueltas al asunto (rema)». En
Dn 4,28, la versión griega (LXX) —que corresponde al 4,25 del texto arameo— no sólo
cambia la numeración de los versículos, sino que amplía el texto con una visión
introspectiva: «Cuando (Daniel) terminó de hablar, el rey Nabucodonosor, al oír que en
su sueño se revelaba un decreto del Altísimo, guardó en su corazón todas estas
palabras (tous logous en té kardia synetérése)». En los dos pasajes (Gn 37,11; Dn
4,28) se describe la perplejidad interna de una persona que intenta comprender el
significado profundo de lo que le han contado.

Ésa tenía que ser, indudablemente, la situación anímica de María, como se explica con
toda claridad en la frase siguiente. Meditándolo en su interior El verbo symballein es
exclusivamente lucano en todo el Nuevo Testamento. Pero en cada pasaje, tanto de la
narración evangélica como del libro de los Hechos, tiene significados distintos, y el
caso es que ninguno cuadra en nuestro texto. En Hch 4,15 significa «deliberar», y ése
es también, posiblemente, su significado en Hch 17,18 (aunque hay quien prefiere
traducirlo por «encontrarse [con los filósofos atenienses]»). En Lc. 14,31, dado su
contexto bélico, el sentido es de «trabar combate», «presentar batalla», y lo mismo en la
variante textual de Lc. 11,53.

En Hch 18,27 aparece en voz media, con el significado de «ayudar», «contribuir al


provecho (de los corintios»). Como se ve, ninguno de estos significados es satisfactorio
para el participio symballousa, en Lc. 2,19. 234 'Nacimiento de Jesús: 2,1-20 Flavio
Josefo describe con el verbo symballein los esfuerzos de José por descifrar el
significado de un sueño (Ant. II, 5, 3, n. 72). W. C. van Unnik, después de un laborioso
análisis de numerosos textos del período helenístico, concluye que el significado de
symballein es «acertar con el sentido exacto». Si esto fuera así, el participio
symballousa, en Le 2,19, querría decir que Lucas atribuye a María una comprensión
plena de lo que le habían contado los pastores. Pero la aceptación de los
planteamientos de Van Unnik no ha sido, ni mucho menos, unánime; entre otras
cosas, porque da la impresión de que se fuerza el texto y se le hace decir más de lo que
verdaderamente pretende (cf. R. E. Brown, El nacimiento del Mesías, p. 424; MNT, p.
150). El participio symballousa ( = «meditando») expresa una modalidad de synetérei
( = «conservaba»), que, como imperfecto (cf. BDF, nn. 417-418), tiene carácter conativo:
«intentaba acertar con el significado exacto». Cf. BDF, n. 326. Cf. W. C. van Unnik, Die
rechte Bedeutung des Wortes treffen, Lukas II, 19, en su colección de ensayos Sparsa
collecta: The Collected Essays of W. C. van Unnik (NovTSup 29; Leiden 1973) vol. 1,
72-91.

v. 20. Los pastores se volvieron. Como conclusión del episodio, resuena el «estribillo
A», según hemos indicado en el apartado 1. Cf. Lc. 1,23.38.56; 2,40.51. Glorificando y
alabando a Dios Se marchan los pastores; pero en esos cantos toma cuerpo y se
multiplica la gloria y la paz cantada por los mensajeros celestes (vv. 13-14). En la
versión griega (LXX) de Dn 3,26.55 encontramos también una yuxtaposición de los dos
verbos: «Alabado y glorificado sea tu nombre por siempre», «a él gloria y alabanza por
los siglos». Porque habían visto y oído Literalmente habría que traducir: «por todo lo
que habían visto y oído». En Hch 4,20 vuelven a aparecer juntos los dos verbos: «ver» y
«oír». Naturalmente, no se puede tomar esta afirmación como fundamento para aislar
un relato propio que hubiera que atribuir a los pastores.

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