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Se trató de una mujer de baja estatura, de carácter recio al principio pero muy amable y
cordial después que respondía al alias de La Chiqui. Carmenza Cardona Londoño era su
verdadero nombre, pero fue apodada así por los periodistas que durante 61 días cubrieron
este secuestro masivo.
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Dicha actitud y trato con todos los involucrados en la toma fue el origen de los múltiples
amores con los que se vinculó a esta guerrillera, pues durante el rapto se habló de que el
amor nació entre ella y sus rehenes o, incluso, sus camaradas del M-19.
‘La Chiqui’ soñó con ser modelo, como un camarada suyo contó, aunque nunca lo logró y se
unió a la guerrilla. Durante la toma no mostró su rostro, siempre lo mantenía cubierto con
las capuchas del M-19. No obstante, quienes sí le vieron el rostro alguna vez, aseguran que
no era una mujer atractiva, pero que su personalidad arrolladora era muy llamativa.
'La Chiqui' era la encargada de negociar la libertad de 311 presos políticos retenidos en
cárceles en Bogotá, Bucaramanga, Cali y Meta, además de 50 millones de dólares que el
Gobierno Nacional debía entregarles. Esa fue la idea que fundamentó la ‘Operación
Libertad y Democracia’, más conocida como la toma a la embajada de República
Dominicana en Colombia, realizada por la guerrilla M-19.
Este suceso ocurrido el 27 de febrero de 1980 a las 12:15 p. m. paralizó al país durante 61
días. Esa tarde, unas 50 personas se lanzaron al piso tras escuchar la detonación del arma
disparada hacia arriba por Rosemberg Pabón, identificado como ‘Comandante Uno’ y líder
del secuestro masivo, el cual pasó de la primera cifra a solo 17 en cuestión de minutos,
debido a que el personal de servicios del lugar, las mujeres y los niños fueron dejados en
libertad.
Junto al Comandante Uno entraron tres guardaespaldas, los cuales ayudaron a dar el aviso
para que doce guerrilleros que jugaban un partido de fútbol callejero a contados metros de
la embajada sacaran sus armas y realizaran una maniobra herradura, con la cual lograron
tomarse con éxito la embajada.
Pocos minutos pasaron para que se iniciara la confrontación con la Fuerza Pública.
Disparos iban y venían entre los 16 guerrilleros y los uniformados al servicio del país, hasta
que uno de ellos impactó a un joven subversivo de 17 años, quien se desangró dentro del
lugar rindiendo honor a su causa.
Tras esta baja al M-19, el Comandante Uno gritó “Mataremos un rehén cada diez minutos”.
El Ejército se amedrentó un poco y calmó su ímpetu ofensivo.
Posteriormente, todo quedó en una tensa y absoluta calma cuando los mismos
embajadores pidieron la retirada de los uniformados.
Piden que se retire la Fuerza Pública como la única forma de que se nos garantice la vida a
los que estamos aquí
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De esta forma iniciaba la toma más grave en la historia de Colombia, al menos en el número
de secuestrados y hasta ese momento. Entre los funcionarios retenidos estaban los
embajadores de Estados Unidos, Brasil, México, Venezuela, Costa Rica, Uruguay, Austria,
el Salvador, Egipto, Guatemala, Haití, Suiza, Israel, Italia y –lógicamente- el de República
Dominicana. Además, estaba el Nuncio Apostólico.
Tras cuatro días de sitio del Ejército y resistencia del M-19, y de llamadas entre el canciller
Diego Uribe Vargas y Rosemberg Pabón, las partes llegaron a un acuerdo.El M-19 designó
a Carmenza Cardona Londoño, más conocida como La Chiqui, para mediar con el Gobierno
de Turbay Ayala, quien delegó a Ramiro Zambrano y al fallecido Camilo Jiménez como sus
interlocutores.
Durante uno de los diálogos, yo le ofrecí un cigarrillo y ella dijo ‘qué carajos’, se quitó la
máscara y fumó conmigo
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Zambrano recuerda a ‘La Chiqui’ como una mujer huraña en un principio, pero luego muy
cordial. Al punto que recuerda alguna anécdota que tuvo con ella en esa zona neutral donde
negociaron, una camioneta amarilla sin puertas traseras.
“Durante uno de los diálogos, yo le ofrecí un cigarrillo y ella dijo ‘qué carajos’, se quitó la
máscara y fumó conmigo. Luego de este episodio, en cada uno de los diálogos posteriores
me preguntaba si tenía cigarrillos”, relata.
Pese a solo ser chismes, sí hubo una particularidad con el embajador de México, Ricardo
Galán. Él fue el único secuestrado que se mostró de acuerdo, como indicó uno de los
negociadores del Gobierno, con la guerrilla del M-19.
“Galán quería que se cumplieran todas las exigencias del M-19. Él digo que ya había estado
en una situación similar cuando fue embajador en Nicaragua y la solución fue ceder ante los
asaltantes. Pero el Gobierno le dijo que no, que él solo era un espectador y víctima, era
mejor no opinar”, precisa Zambrano.
Dicha estatura no fue problema para que la prensa considerara a ‘La Chiqui’ como uno de
los pilares de la toma, incluso el Gobierno.
Zambrano recuerda a Cardona como una mujer impetuosa, incluso una vez -tras un
desacuerdo entre ellos- ella se exaltó y gritó fuertes arengas.
Su carácter también fue clave para la duración del secuestro. Medios de comunicación
revelaron que el trato de ‘La Chiqui’ con los rehenes fue muy amable y los ayudó
emocionalmente a sobrellevar la dramática situación de la que eran víctima por partes de
esta guerrilla.
Sin embargo, Zambrano prefirió entregarle su propio lapicero para que ahí mismo escribiera
la constatación del fin de la toma. “Escribe con el mío que tiene la punta suavecita”, le dijo
Zambrano a ‘La Chiqui’.
Fue triste porque era una mujer que tenía un sueño y que quería un futuro mejor para el
país
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Al final, 15 guerrilleros aceptaron viajar a La Habana a bordo de un avión de fabricación
rusa de la aerolínea Cubana de Aviación junto con 12 de los rehenes, entre ellos los
embajadores de Estados Unidos, Brasil, México, Guatemala, Suiza y el Nuncio Apostólico.
Siempre bajo la compañía de los funcionarios de la OEA.
Según Zambrano, durante el abordaje cada uno de los insurgentes subió escudado de un
rehén para descartar la opción de francotiradores que los liquidaran desde la distancia.
"Cuando 'La Chiqui' subía al avión, se despidió de Jiménez con un "gracias, señor Jiménez".
Pero, cuando yo le quise dar la mano, ella me la quitó y me dio un abrazo".
El avión aterrizó en Cuba y todo prosiguió tal cual se acordó. El Gobierno logró recuperar a
todos los secuestrados, dio una buena imagen con su gestión pacífica ante el mundo tras la
humillación sufrida por 16 hombres armados con pistolas nueve milímetros que osaron ir en
contra de las leyes del Estado, no se vio en la obligación de liberar a ningún preso de la
guerrilla ni entregó dinero alguno. Al menos eso dijeron los negociadores.
Por su parte, como afirmó Rosemberg Pabón, el M-19 logró su cometido: “El objetivo del
operativo era cuestionar el sentido de la democracia colombiana. Ampliar al ámbito
internacional las denuncias que ya conocía el país sobre las violaciones a los derechos
humanos de las personas detenidas por razones políticas y rechazar la competencia de la
justicia penal militar para juzgar civiles”.
Fotografías de archivo de la toma de la embajada de República Dominicana en 1980.
Reunión cumbre de los guerrilleros del M-19 que viajaron hacia Cuba. En reunión con la
prensa, explican el motivo por el cual tomaron la Embajada de Rep. Dominicana en Bogotá.
Con el fin de la toma también terminó el importante papel de ‘La Chiqui’ en el conflicto
armado colombiano. Años después se produciría su deceso, afirman algunos; mientras que
otros aseguran que está escondida y con una identidad diferente en algún país
centroamericano.
“Ella era una mujer humilde, de mirada penetrante. Su padre fue un carpintero que logró
ayudarle a estudiar psicología en la Universidad del Valle. Luego, se cansó de esa carrera y
se pasó a otra. Fue triste porque era una mujer que tenía un sueño y que quería un futuro
mejor para el país”.
‘La Chiqui’ murió en ley, como se diría popularmente. Se había entregado por completo a la
causa del M-19 y pese a no lograr obtener los 50 millones de dólares que pretendían en un
principio (solo tres millones, se informó, los cuales fueron recaudados a través de
particulares en todos los países afectados por la toma de la embajada), ni la liberación de
sus camaradas; sí logró cumplir su tarea en la ‘Operación Libertad y Democracia’, evitó que
sus compañeros fueran liquidados.