El derecho comercial concebido en función de los actos (noción objetiva), o en
función de los sujetos que realizan esos actos (noción subjetiva), trata de las personas tradicionalmente denominadas "comerciantes", (Cañízares). En realidad, todo sistema legal que delimita, de una u otra manera, la materia propia de este derecho, hace del comerciante el centro conceptual de sus regulaciones (Rodríguez), así no alcance característica de derecho profesional o se límite solamente al criterio objetivo de los actos, los cuales, en general son tales en cuanto son realizados por los comerciantes (v. los arts. 6, 7, 8, 9 y 10, por ejemplo). Además de los códigos de comercio que definen expresamente al comerciante, esto es así, aún en las legislaciones unificadas, en las que, en principio, el comerciante no existe jurídicamente. En Suiza, según Oftinger: ("L'Unification du droit" cit. de Cañízares), el Código de Obligaciones tiene reglas aplicables únicamente a comerciantes. El código civil italiano (Art. 2082), solo ha reemplazado la noción de comerciante por la de empresario, nueva figura central de la actividad económica profesional organizada para la producción o el cambio de bienes y servicios, que sin gran diferencia de lo que exigía la legislación comercial (abrogada por la unificación legislativa), en cuanto a la cantidad de comerciante, alcanza hoy, dice Messineo, una más amplia noción del empresario, que puede también ser no-comercial. En los países de common law, aunque la ley es igual para comerciantes y no comerciantes, existen distinciones que en la práctica se aplican para los comerciantes y el comercio. El Código, de tendencia subjetivo - objetiva, hace del comerciante la razón central de sus disposiciones, lo que se destaca en la determinación de numerosos actos de comercio en función de quien los realiza, como se ve, por ejemplo, en los casos 5, 6, 7 y 18 del Art. 60 y en los arts. 7, 9, 20, 1655, 1656 y 1657. Para los códigos inspirados en el francés de 1807 (argentino, belga, colombiano, mexicano, panameño, portugués, venezolano, v. gr.) es comerciante quien ejerce actos de comercio como profesión habitual, lo que se considera redundante porque la profesionalidad conlleva la habitualidad, se dice, aunque Ripert ("Tratad o Elemental de derecho comercial," cit. de Cañízares), observa que puede haber habitualidad sin profesión, como la del que compra regularmente libros para su biblioteca, v. gr. El Código alemán, aunque distingue al comerciante por matrícula (inscrito en el registro) y al facultativo (ocasional) admite en primer término la profesionalidad en el comerciante forzoso.
Los códigos españoles de 1829 y 1885 y el boliviano de 1834, no subrayan la índole
profesional y se concretan a precisar la dedicación habitual a la actividad comercial, declaración reiterada en el nuevo Código (Art. 4). Debe advertirse, sin embargo, que el Art. 80 del código mercantil abrogado, al establecer la matrícula general obligatoria de comerciantes, declara que estos forman gremio con derecho a fuero especial (Art. 19 c. mtl.). El código hondureño de 1950, contado entre los más modernos según Cañízares, que en su exposición de motivos define el derecho- comercial como el de los actos en masa realizados por empresas, considera comerciantes: 1) a las personas individuales titulares de una empresa mercantil y 2) a las personas colectivas constituidas en forma mercantil. De la interpretación combinada de los arts. en examen y su concordante Art. 28, resulta que para que una persona individual o colectiva sea considerada comerciante, se exige tres condiciones: 1o) que se dedique a la actividad comercial; 2o) que se inscriba en el Registro de comercio, y 3o) que ejerza esa actividad habitualmente y con ánimo de lucro.
La actividad comercial comprende el ejercicio de cualesquier actos de los
enumerados en el Art. 6 y de los señalados en los arts. 7, 8, incs. 1o) i.f. y 60) i.f., y 9.
La matrícula en el Registro es requisito para ejercer legalmente esa actividad (arts.
28 c. com., 39 Rgto. rg. com.). La habitualidad importa que ha de efectuarse actos de comercio continua y sistemáticamente; pues, cualquiera especulación aislada o accidental, no basta para atribuir a quien la hace carácter de comerciante. El ánimo de lucro no supone un resultado necesariamente positivo. Basta con la actuación habitual que presupone ese ánimo, independientemente del resultado económico real, favorable o adverso. El ejercicio de la actividad se hace necesariamente en nombre propio, así se actúe mediante representante, en cualesquiera de sus formas (arts. 4, 2ª parte 14, 15, 16, 1248 v. gr.). No es necesario ejercerla por cuenta propia: caso del comisionista que lo hace por cuenta de su comitente (Art. 1260). Los arts. en examen emplean la voz comerciante en su noción genérica, que comprende al comerciante individual y al comerciante social o sociedad comercial (personas naturales y jurídicas según el Art. 5, más propiamente llamadas individuales y colectivas en el c.c.). La persona individual es comerciante cuando, inscrito en el registro, realiza actos de comercio habitualmente; la persona colectiva o sociedad es comercial por imperio de la ley, cuando es de un determinado tipo que ella considera comercial por la forma (Art. 126), independientemente de su objeto social, esto es, de los actos que realiza (Art. 7). Por lo que toca a las personas colectivas, no cabe considerar sinónimos los vocablos empresa y sociedad (v. anot. al Art. 448), como lo hacen algunos autores (Rodríguez v. gr.). Otros distinguen la sociedad de la empresa, sea como la titular de este, sea como la forma jurídica de la empresa colectiva (Herschel, Garrigues, Brunetti, Arecha, cits. de Cañízares), pues, si bien prácticamente donde hay una empresa hay casi siempre una sociedad, puede haber una sociedad que no se proponga el ejercicio de una empresa y una empresa sin que exista ninguna sociedad (Cañízares).
LOS ACTOS DE COMERCIO
El Código mercantil de 1834, como su modelo español de 1829, no se ocupa de los
actos de comercio. Omisión corregida con el D. de 8 de agosto de 1842 que, además de los señalados en el Código mercantil, dice, considera actos de comercio: 1) la venta de géneros y mercaderías para su reventa; 20) los contratos sobre mercaderías, letras u otros valores endosables entre toda clase de personas; 30) los contratos entre comerciantes y sus agentes sobre actos de comercio, o sobre el servicio y salario que se deban mutuamente. Se han dado diversos criterios doctrinales para determinar los actos de comercio, (Cañízares): a) El de la circulación, o relación entre productor y consumidor, idea que no puede envolver los actos en que no hay motivación de lucro, como los de las organizaciones mutualistas que compran para vender al precio de costo, por ejemplo; b) el de la especulación, que aunque generalmente vinculada a la idea del comercio, no se presenta necesariamente, v. gr. en las obligaciones cambiarias de favor o en la venta a precio inferior al real para eliminar la competencia; c) el de la profesionalidad del que realiza el acto, relacionada con la concepción subjetiva del derecho comercial; d) el de la repetición masiva de los actos (Cgo. hondureño, v. gr.) que no puede comprender actos aislados no realizados en serie, como la aceptación de una letra de cambio por quien no haya aceptado ninguna anteriormente ni tenga intención de hacerlo en lo sucesivo; e) el de la calificación legal, que es el de los códigos que como el vigente (arts. 6 al 9), señalan los actos que se conceptúan o no comerciales.
Las enumeraciones se consideran enunciativas, no limitativas. La moderna doctrina
y jurisprudencia francesa, al admitirlo así, ha corregido anteriores criterios taxativos fundados en una interpretación restrictiva del derecho comercial, estimado de excepción. En la Argentina predomina igual pauta a pesar de algunas opiniones en contrario (Malagarriga). Otras legislaciones, como la colombiana v. gr. (cit. de Cañízares), determinan expresamente el carácter simplemente declarativo, no limitativo de la enumeración. La del Código, tampoco es limitativa. Su Art. 6 declara actos de comercio entre otros, los que consigna en 20 incisos y, en el 21, pone de relieve que también son tales los demás actos y contratos que regula el Código. El vocablo acto de comercio se emplea como sinónimo de las expresiones negocio, operación o situación de hecho, generadores de toda especie de obligaciones comerciales, dice Vivante, que la ley ha separado de entre las extensas y complicadas relaciones que la actividad humana crea, para regularlas en el derecho comercial habida cuenta su particular naturaleza económica. Los negocios y operaciones que el c. com. denomina actos de comercio constituyen, agrega el ilustre profesor de las Universidades de Bolonia y Roma, el contenido objetivo de aquel en antítesis a su contenido personal o profesional (subjetivo), que se refiere al comerciante y a sus auxiliares. Dicho contenido objetivo, subdivide Vivante en dos subclases: a) actos de comercio
objetivos propiamente dichos, cuyo carácter comercial deriva directamente de una
declaración imperativa de la ley y son tales quienquiera los realice (Art. 6, particularmente los incs. 4, 5 y 7 v. gr., y Art. 9); b) actos de comercio subjetivos, que son los así considerados por una simple presunción de la ley (Art. 20). Resulta de lo dicho que, prácticamente, la materia del c. com. está circunscrita al acto de comercio. Lo declara el Art. Io, corroborado por los arts. 7, 8 y 10: sus regulaciones se aplican a las relaciones derivadas de la actividad comercial, es decir, de los actos de esta naturaleza. Son actos de comercio por conexión (Art. 7), a diferencia de los intrínsecamente comerciales enumerados en el Art. 6, los de carácter típicamente accesorio (Rodríguez), destinados a garantizar el cumplimiento de obligaciones comerciales, como el depósito por causa de comercio que no está comprendido en lo dispuesto por el Art. 869, la prenda (Art. 878) o la hipoteca (arts. 898 y 899); no así la fianza mercantil, que ahora es acto de comercio per se (arts. 6, inc. 7, y 902).
El acto de comercio concluido entre dos comerciantes, por regla, es intrínsecamente
tal para ambos (Vivante). Se dice que es mixto -más propiamente unilateral según observa Vivante- el que es acto de comercio para una de las partes que en el interviene, pero no para la otra. En realidad, los actos mixtos forman la generalidad, como ocurre, v. gr. en el seguro, el transporte, la compraventa, el hospedaje, las cuentas corrientes, las operaciones de banca, etc., etc., que se realizan habitualmente entre una empresa y el público que no ve en ellos sino actos de su vida civil ordinaria. Más, si los actos mixtos debieran regularse, según casos y circunstancias, por el derecho civil o por el comercial, imperaría el caos dice con razón Rodríguez, por lo que la solución del Art. 9, es la correcta: la unidad del contrato exige que este sea regulado por una ley única (Vivante). El ejercicio de los actos de comercio debe ser efectivo; no es suficiente la voluntad abstracta de la persona dicen Fernández y Vivante. Malagarriga, Lyon - Caen y otros observan que no basta con titularse comerciante en actos públicos o privados, sin el cumplimiento de la realización de actos objetivos de comercio, que importen el ejercicio de este. Los actos y operaciones comerciales y los que no lo son, enumerados en los arts. 6 y 8, se analizan en los institutos que les corresponde en la regulación particular de las normas singulares del Código.