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Solo El Corazon
Solo El Corazon
7, Julio/Agosto 2010
Entre nuestras orejas. Existe una teoría según la cual la mente no existe, o al
menos no se sabe dónde se encuentra. Damos por supuesto que está entre
nuestras orejas, pero no podemos localizarla con precisión. No parece que la
mente exista en un espacio físico, como un proceso químico o mecánico. No
puede ser ni pesada, ni vista ni oída, y esto parece entorpecer los caminos de la
medición y la objetividad. La mente no puede ser observada, excepto desde el
interior o en términos de los efectos de sus procesos, proyectados sobre pantallas
o espacios externos. En cierto modo, la mente parece más adecuada que el
corazón para convertirse en una metáfora,más susceptible de ser tratada con
condescendencia, porque no se ha encontrado nada en su fondo que corresponda
a un conjunto de procesos mecánicos.
El corazón, que late en cada instante y palpita año tras año, se ha convertido en la
primera víctima de esta manera dualista de pensar. Por una parte, se concibe
“desde el interior” como un instrumento mecánico, esencial y eficiente, y, por otra,
se le culpa falsamente y de manera displicente de todos aquellos
comportamientos más bien excéntricos que a menudo hacen que nuestras mentes
desesperen de llegar a comprender lo que el ser humano realmente desea y
necesita. El corazón es una especie de chivo expiatorio de la incapacidad de la
razón para comprenderse plenamente a sí misma. Cuando la razón mira todo de
manera determinista, se define tanto a sí misma como al corazón como sistemas
cerrados, pero descarta los elementos que no comprende, apuntándolos con el
dedo con cierta ironía. La razón culpa al corazón de llevarla por mal camino.
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