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Es difícil definir quién es un buen maestro, especialmente porque suele estar sujeto a
muchas circunstancias, entre ellas a las necesidades de los distintos tipos de alumnos y
a las necesidades de la institución, pero existen algunas características que suelen ser
útiles a la mayoría de las personas. En estos días que tanto se habla de la educación y
se buscan buenos maestros, me considero la persona menos capacitada para decidir
quién es bueno o no, pero este es mi mejor intento. Me referiré en este ensayo a los
maestros de primaria porque las características varían dependiendo del nivel educativo
que ejercen.
Un buen maestro también debe ser lo suficientemente flexible y curioso. Debe tener
ganas de seguir aprendiendo, hambre por conocimiento que debe transmitir a sus
alumnos. Esto lo ayudará a seguir aprendiendo lo que quiere transmitir de manera que
pueda complementar lo que ya sabe, además de poder cambiar los conocimientos
previos por unos más actualizados en caso de ser necesario. Además la flexibilidad es
necesaria para poder adaptarse a los constantes cambios en la reforma educativa que
hay actualmente, también para poder adaptarse al constante flujo de alumnos nuevos
que transcurren en las escuelas.
Un buen maestro debe tener la suficiente autoridad y paciencia para no verse agobiado.
Los niños tienen muchísima más energía de la que un adulto suele tener, además de
ser muy kinestésicos, ya que buscan descubrir el mundo a través del cuerpo. Es difícil
mantener la atención de un niño centrada por muchísimo tiempo por lo que además es
necesario que aparte de estas dos cualidades el maestro tenga la suficiente creatividad
para captar la atención del alumno. Todo esto en conjunto hace que el maestro sea
capaz de reconocer cuándo debe mantener en control a los alumnos, cuándo es
necesario darles un respiro.
Finalmente, considero que la última de las cualidades más importantes con las que
debe contar un buen maestro es la capacidad de organización. Este es un punto
importantísimo. La labor del maestro no transcurre solo en el aula, previamente debe
crear una planeación que cubra los objetivos de la sesión educativa, que si bien no
siempre se puede seguir al cien por ciento (por lo cual también es necesario cierta
capacidad de improvisación) si va a establecer las metas por las cuales, paso a paso se
va a llegar a los objetivos. No solo se trata de saber planificar a corto plazo, si no,
también se trata de saber establecer las metas a largo plazo, saber definir los pasos
que se van a seguir y cuándo se van a seguir para llegar a los objetivos definidos.
Además de tratar de prever las dificultades que podrían bajar la eficiencia del avance
académico.