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"La escuela sola no puede"

1. El "optimismo pedagógico sin ingenuidad", sigue valorando a la escuela como


agente de cambio, sin dejar de reconocer las condiciones necesarias para la mejora,
condiciones con las que necesitamos contar (políticas públicas) para que nuestras
escuelas trabajen en condiciones dignas: infraestructura, recursos y materiales
didácticos, libros de texto, un mínimo de días de clase y salarios docentes dignos.

2. El rol docente es asumir una posición proactiva que, al mismo tiempo que reclame
sin resignarse, asuma la responsabilidad de sus funciones a cargo. Debe hacerse
cargo de su capacidad de influencia y asumir esa responsabilidad que le
corresponde. Esto implica reconocer que hay cosas que podemos hacer desde
nuestro rol y otras que no. Hay aspectos sobre los que podemos influir y es nuestra
responsabilidad hacerlo, y otros que, aún cuando somos permeables a ellos,
trascienden nuestro rol. El maestro debe calificaron a sus alumnos, esto lo decide el
sistema, pero cómo aplicará su juicio en esa evaluación, está bajo su autoridad.
Diferenciamos así las cosas sobre las que tenemos control y aquéllas sobre las que
no podemos operar.

3. La gestión:

● Primero se la concibe como un hecho meramente técnico y neutral, heredada de la


mirada empresarial, así entendida busca racionalizar las tareas o administrar
eficientemente. "Busca previsibilidad en los resultados". "El medio para buscar el
control mediante indicadores formales".
● Una segunda concepción agrega el componente político, ésta mirada reconoce que
las organizaciones están atravesadas por conflictos, intereses, resistencias,
negociaciones, y que todo es parte inherente de toda institución. "Es un instrumento
del gobierno y como tal conlleva un carácter político que se fue estrechando,
neutralizando, tecnocratizando, burocratizando…
Si bien marca un valioso avance la consideramos insuficiente, falta el componente
clave: la dimensión pedagógica.
● ¿Que es gestionar?

Es hacer que las cosas sucedan, es más que hacer, crear las condiciones para el
mejor hacer de un colectivo institucional, y eso a veces se "hace" no haciendo.
Gestionar es escuchar más allá de no oír y comprender y decir más allá de hablar
(Blejmar, 2005)

La gestión escolar es el gobiernos y la toma de decisiones a nivel micro. Se refiere a


proceso de toma de decisiones, participación, tiempos, espacios, agrupamientos,
etc. Y tiene como finalidad centrar los objetivos de la institución educativa alrededor
de la búsqueda de aprendizajes de calidad. (Aguerrondo, 2001)

Romeo (2009) define de este modo las tres perspectivas:


Gestionar es controlar y administrar: se pone el énfasis en lo que hay que
conservar, el control de la aplicación de la norma, en garantizar la transmisión desde
los actores centrales o que toman decisiones hacia los actores periféricos o
"ejecutores". Década de los 90' se incorporan conceptos y herramientas del ámbito
de la administración y de la empresa, del "management", con el fin de aumentar la
"eficacia" y la "eficiencia" del sistema educativo.

Gestionar es gobernar: implica vérselas con el poder, el conflicto, la complejidad,


las resistencias, las negociaciones y la incertidumbre. La búsqueda de consensos, la
participación de los distintos actores, las dinámicas institucionales, el liderazgo, son
los procesos que se privilegian en esta concepción.

Gestionar es gestar: esta concepción nos invita a pensar en la escuela en situación


de cambio y también en la gestión del cambio. Mejorar la gestión escolar significa
empezar a pensarla en el contexto de la mejora escolar. Constituye una auténtica
gesta, en el sentido de volver a concebirla.

4. Actualmente los autores definen a una “buena escuela” como: Una escuela que ha
aprendido cómo aprender y que mejora en forma permanente. Una escuela que
confía en que todos sus alumnos pueden aprender. Una escuela que se
responsabiliza por los aprendizajes de sus alumnos (Stoll y Fink, 2004)

Una buena escuela es una “organización inteligente”, una organización que aprende
y que continuamente expande su capacidad para crear en el futuro. Organizaciones
capaces de sobrevivir a las dificultades, reconocer las amenazas y enfrentar nuevas
oportunidades (Senge, 1992)

Una buena escuela es una organización que facilita el aprendizaje de todos sus
miembros y se transforma a sí misma de modo continuo (Pedler et al, 1992)

Reflexión: una buena escuela ayuda a potenciar la capacidad de sus alumnos,


ayuda a comprender que dichos contenidos y aprendizaje los hacen crecer en
muchos aspectos de su vida personal. Una buena escuela debe tener buenos
proyectos educativos para el desarrollo de la ciudadanía, la ética y la conciencia
ambiental, de modo que despierte el interés, la curiosidad y la motivación del alumno
por querer aprender, no solo por el mero hecho de tener la obligación de hacerlo
sino porque se siente motivado a hacerlo.

5. A. En la década de los 80, las teorías de la mejora escolar iniciaron un proceso de


reflexión sobre las instituciones educativas y sobre cómo mejorarlas. Mortimore,
definió como Buena Escuela aquella en la que los alumnos progresan más allá de lo
que cabría esperar al considerar aquello que el alumno trae al momento de entrar
(Mortimore, 1991). De esta manera, aparece el concepto de “valor agregado”, como
componente fundamental de la mejora: una buena escuela es aquella que enseña lo
que el alumno no podría aprender por sí mismo. En la década del 90 se incluye a la
definición de Buena Escuela el concepto de equidad y se define como Buena
Escuela a aquella en la que todos sus alumnos progresan. Se combina así el
concepto de valor agregado con una concepción de justicia educacional. Surge de
este modo una nueva ola de pensamiento sobre la mejora que agrega
características de buenas escuelas a la corriente de eficacia, característica de los
80.
Situados en esa perspectiva, Stoll y Fink (2004), definen como Buena Escuela
aquella que: Promueve el progreso para que todos alumnos más allá de los
conocimientos que poseen y de los factores ambientales. Garantiza que cada
alumno alcance el máximo nivel posible. Aumenta todos los aspectos relativos al
conocimiento y desarrollo del alumno (desarrollo integral más allá de las áreas
académicas). Sigue mejorando año a año.

Algunos autores inician investigaciones que buscan identificar los factores que
caracterizan y a las Buenas Escuelas y las diferencian de aquellas que obtiene bajos
resultados o fracasan en forma permanente. Si bien es necesario ser cautelosos a la
hora de enunciar dichas características, creemos que sí vale la pena revisarlas, ya
no para pensarlas como la “llave hacia el éxito” sino como aquellos factores que las
investigaciones detectaron como elementos recurrentes en escuelas con buenos
resultados. Siguiendo a Sammons (1995), algunos de esos factores son:
● Liderazgo profesional participativo, distribuido
● Ambiente que estimula el aprendizaje
● Concentración en la enseñanza y el aprendizaje
● Altas expectativas
● Seguimiento del progreso de los alumnos
● Enseñanza con sentido
● Organización que aprende
● Relación familia escuela

B. En la misma línea de investigación, Rosenholtz (1989) diferencia las escuelas


“transformadoras” de las “escuelas inmovilistas o con empobrecimiento del aprendizaje” y
señala algunas características encontradas en escuelas con bajo rendimiento:
● Falta de visión
● Liderazgo desenfocado
● Disfunciones en las relaciones de personal (control, culpa, silencio, creación de
mitos, desconfianza)
● Prácticas de aula ineficaces (enfoques meramente transmisivos, escasa interacción
Docente-Alumno y Alumno-Alumno, prácticas rutinarias, escasos estímulos
positivos, etc.)

6. Reynolds et al (1997), a su vez, agregan los resultados académicos como foco de


las buenas escuelas y enuncian las siguientes características encontradas en las
“buenas escuelas”:
● La clave del éxito son los resultados de los alumnos en el campo académico.
● Necesidad de utilizar datos cuantitativos duros para evaluar los resultados y generar
el compromiso de los participantes (responsabilidades compartidas).
● Orientación centrada en el problema (estrategias apropiadas para problemas
concretos y no objetivos ideales).
● Foco en el aula: el nivel de aprendizaje en el aula probablemente influye dos o tres
veces más en los resultados de los alumnos que el nivel de la escuela (Creemers,
1994; Reynolds et al).
● Relevancia del papel del distrito escolar en el proceso de mejora.

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