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Gratitud y educación

OTRA FORMA DE
ENSEÑAR, APRENDER Y VIVIR

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at Owen M. Griffith
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NARCEA, S.A. DE EDICIONES


MADRID

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Índice

PRÓLOGO. Jeffrey J. Froh.................................................................... 7

PREFACIO. Thich Nhat Hanh................................................................ 13

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INTRODUCCIÓN................................................................................. 15

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¿Por qué hablamos de gratitud? La gratitud puede cambiar tu aula
y tu vida. Gratitud en el trabajo. Gratitud: un elemento que suele
faltar en las escuelas. Objetivo de este libro.

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I. QUÉ ES LA GRATITUD
gr
  1. Raíces de la gratitud: la psicología positiva......................................... 29
De la “indefensión aprendida” al “optimismo aprendido”. Repro-
gramar nuestros cerebros. La gratitud remodela nuestros cerebros.
ra

Cómo actúa la felicidad. Beneficios de practicar la gratitud.

  2. Un reto a la cultura de la queja........................................................... 39


st

Explorando las raíces de la insatisfacción con la vida. Cuando la


queja se convierte en endémica en el entorno escolar. Convertir lo
negativo en positivo. Promover una cultura positiva en el aula.
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  3. Gratitud, ¿o creerse con derecho a todo?............................................. 47


Estamos demasiado centrados en lo material. Investigaciones sobre
M

el materialismo. Gratitud vs materialismo. Disciplina positiva. Ser


agradecidos desplaza a creerse con derechos. Algunas maneras de
practicar el altruismo.

  4. Quitar barreras a la gratitud.............................................................. 61


Algunos mitos que bloquean la gratitud. Conceptos erróneos de los
docentes sobre la gratitud. Barreras y soluciones. ¿Por qué no todo
el mundo practica la gratitud? Conceptos erróneos de los estudiantes
sobre la gratitud.

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  5. Gratitud y pérdida.............................................................................. 71
Gratitud y emociones. Investigación sobre la gratitud y el pensamien-
to sobre la muerte. Ayudar a los estudiantes a tratar con la pérdida.

  6. Gratitud y tecnología......................................................................... 77
Distracciones digitales. Directrices para una tecnología saludable.
Usos positivos de la tecnología.

ta
II. CÓMO APLICAR LA GRATITUD EN LAS AULAS

  7. Compartir el regalo de la gratitud con los estudiantes......................... 89

ui
La gratitud consciente transforma nuestras aulas. Recompensas de la
gratitud. ¿Nos controlamos a nosotros mismos? Beneficios de la gratitud.

at
  8. Mindfulness y gratitud....................................................................... 99
Qué es el mindfulness. Mindfulness para profesores. Métodos para
gr
ser plenamente conscientes. Mindfulness y gratitud. Ideas para prac-
ticar en la clase.
  9. Adolescencia y gratitud...................................................................... 113
ra

Fisiología del cerebro adolescente. La investigación sobre la gratitud


y los adolescentes. Efectos positivos de la gratitud en los adolescen-
tes y ejemplos de actividades.
st

10. Conseguir el apoyo de las familias...................................................... 119


ue

Álbumes familiares de gratitud y otras actividades.


11. Mantener la gratitud activa a lo largo del curso escolar...................... 125
Practicar la gratitud radical. Ayudar a otros a perdonar y olvidar.
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Superar los miedos. Elegir la amabilidad siempre.

12. Dejarse enseñar por la gratitud........................................................... 139


Escuchando con un corazón receptivo. Conferencias y cartas de gra-
titud. Ser “dadores” y no “consumidores”, en clase y en la vida. Un
último reto.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS................................................... 146

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Introducción

Con el paso del tiempo, uno mira con aprecio a los maestros brillantes,

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pero recuerda con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos humanos.
El currículum es una materia prima muy necesaria, pero la calidez es el elemento vital
para el crecimiento de las plantas y para el alma del niño.

ui
Carl G. Jung

¿Por qué hablamos de gratitud? at


gr
Desde el principio de los tiempos, los maestros, de manera natural,
han integrado la gratitud en la educación. No pretendo haber inventado
la idea de aplicar la gratitud en el aula. En este libro compartiré mi expe-
riencia y mis logros al utilizar la gratitud en mi clase y en mi vida. También
ra

exploraré la riqueza de la investigación sobre la gratitud llevada a cabo en


el área de la educación.
La gratitud es un juego de números. Cuanto más la practiquemos y
st

encontremos nuevas formas de expresarla en nuestras vidas y en nuestras


aulas, más se convertirá en un hábito y en un aspecto profundo y vital
de ellas. La gratitud es como una subvención de un millón de dólares, de
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la que vamos recibiendo un dólar cada vez. No siempre es una gratifica-


ción instantánea, aunque cada vez que la practicamos, podemos sentirnos
mejor y más positivos. La gratitud ayuda a recalibrar nuestros cerebros
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de manera positiva, lo que nos permite ver todo lo bueno que sucede en
nuestras aulas y en el mundo.
Hoy en día, vivimos en una cultura de «microondas», con tantas cosas
al alcance de la mano que la transformación de nuestras vidas o aulas tam-
bién se considera algo que debe hacerse instantáneamente. Se han escrito
muchos libros sobre superación personal y también sobre enseñanza, que
ofrecen soluciones rápidas y baritas mágicas para cambiar todo a la vez.
Sin embargo, la gratitud es más que una dieta de moda o una receta para
hacerse rico rápidamente, que suena prometedor y da esperanza hasta que

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no se logra el éxito instantáneo y volvemos a nuestra perspectiva original.


La gratitud es mucho más que una solución rápida; es como una herra-
mienta para usar en nuestras aulas y aplicar en nuestras vidas, reconfigu-
rando nuestros cerebros y remodelando nuestras vidas.
Aunque la gratitud no sea una panacea que resuelve todos los pro-
blemas instantáneamente, se trata de un potente dispositivo que puede
impulsarnos a realizar cambios que se volverán permanentes en nuestras
clases y en nuestras vidas, afectando a todo lo que hacemos. Al aplicar la
investigación científica y las actividades prácticas, la gratitud puede con-

ta
vertirse en una elección consciente a través de la que filtrar la vida, y pode-
mos comenzar a tomar decisiones más positivas.
Cuando comencé a practicar la gratitud a diario, todo cambió, pero el

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cambio más grande se produjo en mí.

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La gratitud puede cambiar tu aula y tu vida
La enseñanza es una tarea costosa. Con todas las demandas de tiempo
gr
y energía que recaen sobre un maestro, es fácil perder el entusiasmo que
nos llevó al aula. Además, los maestros han añadido recientemente nuevas
exigencias a su carga, incluidas las pruebas estandarizadas y los constan-
tes cambios en los planes de estudio.
ra

Sin embargo, hay buenas noticias. Investigaciones recientes y la expe-


riencia personal han demostrado que la gratitud, una herramienta sencilla
pero poderosa, puede aplicarse en nuestras aulas para mejorar la cultura y
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elevar las calificaciones y las metas del alumnado.


No siempre he sido una persona agradecida. No es que tuviera un
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carácter sombrío, pero tenía una naturaleza algo cínica que parecía robar
la alegría a mi vida. Incluso ahora, la gratitud no siempre me es fácil. Al-
gunos días no me siento agradecido y puedo entrar en un bucle negativo.
Pero aquí es cuando veo la eficacia de la gratitud, ya que simplemente me
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siento a escribir una lista de gratitud y me siento un poco mejor con todas
las cosas.
Poco a poco, la gratitud se ha convertido en algo más fácil, a medida
que la he ido practicando a diario y he ido tratando de ejercitar la muscu-
latura de mi gratitud. Practicar la gratitud es como hacer ejercicio físico. A
veces no quiero hacer ejercicio, pero cuando lo hago, siempre recompensa.
Veo el mundo y a las personas con una luz mucho más positiva. Si puedo
ser constante y hacer que la gratitud sea parte de mi rutina, consigo ver de
nuevo lo hermosa que es la vida.

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INTRODUCCIÓN 17

Comencé a aplicar la gratitud hace quince años cuando trabajaba para


una empresa de alimentación. Estando en el departamento de logística y
servicio al cliente, mi turno era de 7 a.m. a 5 p.m. Hacia el final de casi to-
dos los días, me sentía cansado y comenzaba a pensar negativamente sobre
todo. Después del trabajo, llevaba ese pesimismo a mi vida hogareña.
Una amiga, que siempre parecía estar sonriendo y de buen humor, me
dijo que su secreto para la felicidad y la resiliencia en la vida era mantener
un «diario de gratitud», donde escribía al menos cinco cosas por las que
estaba agradecida cada día. Mi amiga añadió un desafío más al decirme

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que no se permitían repeticiones en la lista.
Al principio, cuando comencé mi diario de gratitud, me sentía incó-
modo y me preguntaba si sería una pérdida de tiempo. Sin embargo, des-

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pués de la primera semana, sentí que estaba ocurriendo un cambio sutil
pero importante. Al estar extremadamente ocupado, descubrí que tenía

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que hacer aparecer un recordatorio en la pantalla de mi ordenador, o me
olvidaría de hacer el diario de gratitud.
Incluso si el día era muy ajetreado, estaba dispuesto a dejar de hacer
gr
lo que estaba haciendo y escribir la lista de agradecimientos. Descubrí que
solo me llevaba un par de minutos y que siempre refrescaba y reorientaba
mi energía. Esa negatividad que solía ser una bola de nieve durante todo
el día comenzó a derretirse cuando empecé a llevar un registro de gratitud.
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Después de establecer este nuevo hábito, todas las noches, cuando llegaba
a casa, podía saludar a mi esposa con una sonrisa y disfrutar del resto del
día juntos.
st

A medida que iba realizando esta sencilla actividad, algunos de los


sutiles cambios que había ido experimentando se hicieron más pronun-
ciados. Me encontré reflexionando sobre las cosas buenas que me pa-
ue

saban. Lo que me sorprendió aún más, incluso cuando la vida se volvía


desafiante, era que podía encontrar algo positivo en cualquier situación
negativa. Por ejemplo, cuando tenía que quedarme hasta tarde y hacer
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algunas horas extra, me sentía inmediatamente resentido. Pero cuando


empecé a respirar y a escribir una lista rápida de gratitud, me sentía agra-
decido por tener un trabajo y por recibir el pago de esas horas extra en mi
próxima nómina.
La mayoría de las personas que conozco que han intentado hacer una
lista diaria de gratitud, de al menos cinco cosas por las que estar agrade-
cido, y que han tenido fuerza de voluntad para hacerlo durante al menos
dos semanas, han experimentado enormes beneficios. Puedes hacer la lista
en papel, crear un documento de Word o usar tu teléfono inteligente. Hay

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aplicaciones que te lo facilitan. Para mí, una lista escrita es más útil que
una lista mental.
También, para aquellos con los que no funcionaba el diario de gra-
titud, pudimos encontrar otras actividades que se ajustasen mejor a su
personalidad, como expresar la gratitud verbal o visualmente. Al hacerlo
de ese modo, también pudieron disfrutar de los beneficios de la gratitud.
Por lo tanto, no te rindas si una actividad determinada no te funciona.

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Mi amigo Eduardo
Cuando le dije a mi buen amigo Eduardo que estaba escribiendo este

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libro, me preguntó si iba a usar su historia de gratitud. Es una historia pre-
ciosa que muestra cómo se puede aplicar la gratitud en cualquier situación.

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Ed viaja mucho a causa de su trabajo. En medio del calor opresivo del
gr
verano en Luisiana, tuvo un pinchazo. No tenía rueda de repuesto, así que
usó su teléfono móvil para pedir ayuda. Hacía mucho calor, unos cuaren-
ta grados, y la humedad añadía una pegajosidad incómoda a un día ya
miserable. Al volver a su camioneta, descubrió que el aire acondicionado
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tampoco funcionaba.
Entonces me llamó, diciéndome que su camioneta se había estropeado,
que estaba sofocado, el aire acondicionado no funcionaba, llegaba tarde a
st

su cita, su camisa estaba empapada de sudor, y que acababa de llegar un


tipo con una llanta nueva para reparar su camioneta.
Respondí: «¿Por qué no haces una lista de agradecimiento? Comienza por
ue

ese tipo que te está arreglando el pinchazo. Dijo: «Muchas gracias», se


recostó en su asiento, sudando, pensando que era una llamada telefónica
perdida. ¿Cómo podría alguien estar agradecido cuando su vehículo se ha-
bía estropeado, llegaba tarde a una reunión de negocios y la temperatura
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había pasado de cuarenta grados?


Sorprendentemente, más tarde me dijo que había hecho mentalmente una
lista rápida de gratitud, y que había funcionado. Se dio cuenta de que, en
realidad, estas cosas eran inconvenientes menores. Lentamente, se dio cuenta
de que tenía un automóvil y mucha gente no. Tenía un buen trabajo, cuando
otros luchaban con el desempleo, y había recibido la ayuda de un amable
señor para solucionar su problema. Después de arreglar el neumático, se
secó la camisa y llegó a su cita con una sonrisa. La gratitud le salvó el día.

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PRÓLOGO 19

A veces, la gratitud funcionará en las circunstancias más improbables;


pero tenemos que intentarlo. Desde esa experiencia, mi amigo Eduardo to-
davía aplica la gratitud en su vida y ahora me recuerda que esté agradecido
cuando se me olvida. Algunos días necesito ese recordatorio amistoso.
Hay que estar agradecido por todo; incluso por los problemas. Un
compañero de trabajo dijo que no se daba cuenta de lo negativas que eran
algunas personas hasta que comenzó a practicar la gratitud. Tengo otro
amigo que pone su lista de agradecimientos en su nevera, de modo que la
ve cada vez que va a buscar algo de comer. Un día quedé con él para salir

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y fui a ver su nevera. Me encantó ver que yo también estaba en su lista de
agradecimientos. Mi hermano, que es profesor de secundaria, comenzó a
usar la lista de gratitud con sus alumnos y me llamó el otro día, entusias-

ui
mado por la emoción que ha generado en su clase.
Mientras trabajaba en atención al cliente y logística, mi trabajo consis-

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tía en encontrar soluciones cuando las cosas salían mal. Sabía que la grati-
tud remaba a mi favor cuando podía estar agradecido por los «problemas»
en el trabajo. Algunos días, incluso veía que estos desafíos me permitían
gr
encontrar nuevas soluciones y poner en práctica nuevos protocolos para
evitar que se repitieran las mismas situaciones problemáticas. En el pasa-
do, me habría quejado de esas situaciones y me habría sentido agotado
después de lidiar con ellas.
ra

Gratitud en el trabajo
st

Una tarde, hace años, cuando trabajaba en logística, el acto de escribir


la lista de gratitud provocó un incidente gracioso. Cuando apareció en la
pantalla de mi ordenador este suave recordatorio «haz tu lista de grati-
ue

tud», decidí sacar un tiempo, a pesar de tener un día muy ocupado, para
hacer mi lista diaria. Sorprendentemente, cada vez que he tomado esta de-
cisión, siempre me he sentido mejor y con la energía suficiente para pasar
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el resto de la jornada laboral.


Ese día, terminé la lista, la guardé y estaba a punto de volver al trabajo
cuando escuché una voz sobre mi hombro que decía: «Eso no parece estar
relacionado con el trabajo». Me di vuelta y vi que mi jefe estaba mirando
mi lista de agradecimiento por encima de mi hombro. Hasta ahora, no
había compartido las alegrías de la gratitud con mi jefe.
En un nanosegundo tuve que decidir cómo responder a mi jefe. ¿De-
bería ser honesto o inventar una historia que me cubriera? Me compla-
ce decir que me decidí por la respuesta honesta: «Tienes razón. No está

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directamente relacionado con el trabajo. Es una lista de agradecimiento.


Me ayuda a concentrarme en lo que es bueno en la vida y eso me ayuda a
mantener una actitud positiva. Si practico la gratitud, incluso puedo ayu-
dar más a nuestros clientes y a mis compañeros de trabajo». De acuerdo,
supongo que me dejé llevar por mi respuesta. Creo que la gratitud estaba
cambiando la forma en que me relacionaba con los clientes y con mis com-
pañeros.
Volviendo a la situación, estudié atentamente la cara de mi jefe para ver
su reacción. Su semblante estoico no revelaba nada. Esperó otro segundo y

ta
dijo: «Esa lista está funcionando. Hemos notado lo positivo que estabas y
cómo eso está afectando a todos los demás que están por aquí. Sigue con
el buen trabajo y, por cierto, llegamos a pensar que estabas tan positivo

ui
porque te habías drogado». Esa última parte nos hizo reír a los dos.
Por cierto, al año siguiente, en ese trabajo, mientras seguía practicando

at
la gratitud en mi vida y en el trabajo, me eligieron «empleado del año» en
una plantilla de 250 trabajadores. Lo atribuyo a practicar la gratitud y
a hacer diariamente la elección consciente de encontrar gratitud en cada
gr
situación en el trabajo. Muchas veces era todo un reto, y no siempre lo
conseguí. A veces, al terminar el día no había encontrado un rato para
redactarla, pero aun así hacía mi diario de agradecimiento. Curiosamente,
hacer mi lista cuando el agradecimiento era difícil de encontrar me parecía
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de lo más importante.
En ese momento de mi vida, muchos factores se unieron y pensé en
cambiar de carrera para convertirme en educador. En mi trabajo estaba
st

entrenando a otros y un colega me dijo que sería un gran maestro. Mi


familia me habían dado el regalo de la educación y yo quería devolver
ese regalo a otros. Tomé la decisión monumental de cambiar de carrera y
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convertirme en profesor. El día que dejé ese trabajo, el director ejecutivo


de la compañía salió con un pastel que decía: «Ojalá pudiera estar en la
clase del Sr. Griffith».
M

En mi primer año de enseñanza iba a clase con sueños idealistas. Hice


un curso adicional de pedagogía que atenuó esos altos objetivos y me dio
un montón de herramientas que estaba ansioso por usar. Di clase de cien-
cias a los alumnos de 13 años en una escuela del centro de la ciudad y tenía
ciento veinte estudiantes al día. Lamentablemente, en unas pocas semanas,
al tener que lidiar con multitud de desafíos, pasé rápidamente al modo de
supervivencia y cuestioné mi decisión de convertirme en profesor. Pero
sucedieron pequeños y, a veces, tremendos milagros que me hicieron seguir
avanzando.

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PRÓLOGO 21

Debido a que había estado practicando la gratitud y a que había man-


tenido la práctica de hacer una lista de agradecimiento durante algunos
años, pude mantener una actitud decente a pesar de todos los retos de ese
primer año. Una compañera maestra comentó que, aunque mi primer año
había sido difícil y ella me había visto luchar, había conservado la actitud
más positiva que ella había visto. Esa perspectiva positiva me ayudó, pero
todavía no veía cómo podría aplicar la gratitud a los estudiantes.
De todas las cosas que he hecho en mi vida, superar mi primer año
como profesor ha sido, con mucho, mi tarea más desafiante. Durante

ta
ese primer año, estoy agradecido por haber llegado algunas veces a esos
momentos trascendentales en los que sientes que has conectado con los
estudiantes y percibes la magia que ocurre cuando la clase se une en el

ui
aprendizaje.

at
Ángela. Una alumna con talento musical
Durante mi primera semana de clase, un día me encontré a una de mis
gr
alumnas, Ángela, sentada en el pasillo con algunas partituras. Le pregun-
té: «¿Eres músico?». Ella dijo: «No, pero me encanta cantar y estoy apren-
diendo una canción nueva». Le pedí que me cantara algo, pero Ángela
dijo: «No, Soy demasiado tímida». Mientras me alejaba dije: «Algún día,
ra

cuando estés lista, me gustaría que me cantaras una canción».


Un mes después, Ángela me vio en el pasillo y me dijo: «Profe, estoy
lista». Traté de pensar en lo que quería decir. Como el ritmo de actividad
st

de ese primer mes había sido vertiginoso, me había olvidado de nuestro


encuentro anterior. Pero ella sacó la partitura y de repente lo recordé todo.
Me di cuenta de que ella había estado trabajando durante un mes en la
ue

canción y tratando de superar su timidez solo por ese día. Le pregunté si


cantaría ante la clase, pero ella dijo: «No, solo para usted».
Ese día, cuando todos los estudiantes salieron del aula, ella cerró los
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ojos y cantó con una voz que se ajustaba a su nombre. Parecía que un
ángel hubiera entrado al aula mientras cantaba. Cerré los ojos y disfruté
escuchándola mientras compartía su talento musical.
Mientras escuchaba, también me di cuenta del poder de inspirar que
tenemos como profesores y de que cuando planteamos un reto a nuestros
estudiantes, a menudo responden positivamente. Además, ella me animó
a que llevara mi guitarra al aula y a que compartiera mi música con mis
alumnos, integrándola en las clases. Mientras ella vencía su timidez a tra-
vés de esta interacción, yo creía en mi capacidad de conectarme con mis

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alumnos al ver que había muchas maneras de llegar a ellos fuera de los
paradigmas tradicionales.
A medida que avanzaba el curso, seguía haciendo cosas que funcio-
naban, pero la gestión del aula se interponía en el camino de mis clases.
Era una escuela difícil, y yo peleaba en mis clases, a la vez que lidiaba con
estudiantes que habían renunciado a la vida con tan solo 13 años. Quería
llegar a todos estos estudiantes, pero solo podía conectarme con un pe-
queño grupo.
Muchas noches me despertaba a las tres de la mañana, atormentado

ta
por todas las cosas que no iban bien en mi trabajo como docente. En esos
momentos me ponía a hacer una lista de agradecimiento y a tratar de en-
contrar las cosas buenas que sucedían entre todos los problemas aparen-

ui
tes. Eso me mantuvo en pie mientras pasaba por esos momentos oscuros.
Justo cuando pensé en renunciar y volver a mi antigua carrera, ocurrió un
gran milagro.

Robert. Un alumno rebelde


at
gr
Robert era un duro estudiante de 13 años al que no parecía importarle
la escuela ni nada más. Según nos dijo él mismo, estuvo a punto de unirse
a una pandilla y suspender todas las asignaturas. Cuando les pasaba la
ra

tarea de ciencias del día, él decía: «la ciencia no significa nada en mi vida».
Luego, ceremoniosamente arrugaba la tarea y la tiraba a la basura dicien-
do: «puede suspenderme si quiere». Eso me molestaba tremendamente, e
st

intenté diferentes cosas para llegar a él, pero parecía que no pasaba nada.
Luego, un día después de las vacaciones de invierno, entregué una nueva
ue

tarea sobre el método científico. Sorprendentemente, Robert miró atenta-


mente la página y dijo: «¿me ayudarás». Con sus palabras grabadas en mi
cerebro, fui rápidamente a su pupitre y lo guie a través del método científico.
Cuando volvía a casa esa noche, me descubrí sonriendo y preguntándome
M

qué le habría pasado a Robert. Lo siguiente que pasó por mi mente fue:
«¿Esto será el comienzo de un cambio o ha sido una anomalía de un día?».
Al día siguiente, profundizamos en el método científico y Robert hizo
más preguntas. Y lo que es aún más impactante, comenzó a ayudar a algu-
nos de los compañeros que solían librarse de las tareas como él. El cambio
de Robert llegó en mi hora más oscura en el aula. No sé si hubiera seguido
si no hubiera sido por este pequeño milagro. Pero me di cuenta de que no
era solo un pequeño milagro. Cuando un estudiante que estaba pensando
en unirse a una pandilla y suspender todas las asignaturas cambió y no

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PRÓLOGO 23

solo sacó un sobresaliente en mi clase de ciencias, sino que obtuvo esa mis-
ma calificación en todas las asignaturas al final del año, empezó a ayudar
a otros compañeros en clase y consiguió dejar a un lado sus problemas, me
di cuenta de que era una pequeña parte de un gran milagro.
Cuando tuve que otorgar un premio al final del año, se lo di a Robert
y me sentí exultante de alegría mientras cruzaba el escenario del salón de
actos para recibir su premio. Sus padres vinieron a la ceremonia y estaban
radiantes con la misma alegría que todos sentíamos ese día.
Asombrado y animado por el cambio de este estudiante, le pregunté a

ta
mi tutora si ella tenía algún estudiante como este cada año y ella dijo que
no había tenido ninguno así en sus siete años de profesión. Junto con sus
otros maestros, estudiamos el drástico cambio de Robert, pero no pudi-

ui
mos encontrar una razón específica que lo hubiera cambiado y lo hubiera
puesto en una senda positiva.

at
Cuando le pregunté a Robert qué había sucedido, me contestó: «nunca
te diste por vencido conmigo y seguiste intentándolo siempre». Me recor-
dó el dicho de un profesor de pedagogía que nos recordaba cariñosamente:
gr
«Todo lo que se necesita para cambiar la vida de un estudiante es el adulto
apropiado en el momento apropiado».
Incluso con este estupendo estudiante, al final de mi primer año estaba
agotado y quería tomarme un año libre para volver a examinar mi deci-
ra

sión de convertirme en maestro. Estuve a punto de convertirme en parte


de esa triste estadística que dice que casi la mitad de los profesores dejan
la profesión en los primeros cinco años. Pero se presentó una gran opor-
st

tunidad para enseñar a los alumnos de ocho años en una nueva escuela en
otra ciudad. Esta vez, tenía algo de experiencia y sabía que haría las cosas
de manera diferente.
ue

Gratitud : un elemento que suele faltar en las escuelas


M

Para comenzar el nuevo curso, sabía que necesitaba tener un mejor


sistema de gestión del aula. Me pusieron de compañero con otra profesora
que tenía once años de experiencia y era toda una maestra. Mientras pro-
gramábamos el curso, ella notó que yo tenía una actitud tremendamente
positiva y me preguntó qué es lo que hacía para cultivar esta disposición
tan luminosa. Le dije que trabajo en ello manteniendo un diario de agra-
decimiento. Intrigada y un poco escéptica, dijo que quería probarlo.
En unas pocas semanas, me comentó cuánto le estaba ayudando. Un
día, mientras estábamos preparando el primer día de clase, me vino la ins-

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piración de probar la gratitud en el aula. Me di cuenta de que eso podría


ser un gran avance. Si funcionaba conmigo y con otros, funcionaría con
los estudiantes. Además, era la ocasión de incorporar parte de mi persona-
lidad en mi manera de enseñar y de mejorar mucho el ambiente del aula.
Cuando llegaron los estudiantes, comenzamos un diario de agradeci-
miento desde el primer día de clase. Eso fue hace más de diez años, y a me-
dida que esos primeros estudiantes van entrando ahora a la universidad,
muchos de ellos aún siguen escribiendo sus diarios de agradecimiento,
aunque algunos los han actualizado y ahora lo hacen desde sus ordenado-

ta
res o teléfonos inteligentes.

ui
Una madre agradecida
Recientemente, una madre compartió conmigo que estaba limpiando

at
la habitación de su hijo y encontró algo debajo de su cama. Sorprendida,
abrió el libro y vio que era su diario de agradecimiento, que había comen-
zado en mi clase y aún seguía escribiendo en la escuela secundaria. Con
gr
cuidado, lo devolvió a su escondite con una sonrisa, sabiendo que su hijo
se había tomado muy en serio la práctica de la gratitud. Dijo que estaba
contenta de que su hijo practicara la gratitud durante toda su vida, que
era una habilidad «esencial» que lo beneficiaría en cada esfuerzo que en-
ra

contrara en la vida.
La gratitud era uno de los elementos que echaba de menos en el aula,
y me trajo una cultura positiva y optimista que parecía mejorar a medida
st

que avanzaba el año. Además, la gratitud tuvo un efecto en cascada que


me dio energía para dedicarme a todos los aspectos de la enseñanza, desde
la planificación de las clases hasta el manejo de conflictos entre estudian-
ue

tes, pasando por mantener a los estudiantes interesados en la escuela a


medida que avanzaba el año.
M

Cecilia. Un estímulo para mí


Hace unos años, una de mis alumnas, Cecilia, me miró con preocupa-
ción en medio de una clase de matemáticas y dijo: «Profesor, ¿podemos
hacer una lista de agradecimiento todos juntos?». Mi corazón se aceleró
y me sentí orgulloso de ella. Después de concluir la actividad, le agradecí
profusamente y le pregunté cómo había conseguido que la gratitud fuese
parte de su vida.

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PRÓLOGO 25

Le pregunté qué había provocado su petición de hacer una lista de


agradecimiento. Ella, con sencillez, me contestó: «Quería hacer una lista
de agradecimiento contigo porque hoy pareces bastante estresado». Eso
me hizo sonreír, pero también me mostró que las personas que nos rodean
pueden recordarnos amablemente que estemos agradecidos y alegrar nues-
tros días difíciles.

Objetivo de este libro

ta
Este libro ofrece a los educadores métodos y recursos basados en so-
luciones para promover una cultura positiva en el aula, y también permite
que las escuelas aumenten el compromiso y el rendimiento académico de

ui
los estudiantes. Además, se proporcionan actividades que ayudarán a los
maestros a mejorar sus propias vidas y las de sus alumnos. También se in-

at
cluye el estudio de casos de éxito, e instrucciones paso a paso, para poner
en práctica la gratitud en las aulas y en las escuelas.
Basado en la investigación científica, este libro profundizará en nume-
gr
rosos aspectos integrales de la gratitud en relación con la educación, entre
los que se encuentran:
• Aplicar distintas actividades de gratitud y disfrutar de los beneficios
que aportan.
ra

• Explorar la psicología positiva para conocer la base de la gratitud.


• Desafiar la cultura de la queja y reemplazarla con una cultura de la
st

gratitud.
• Combatir el materialismo y la exigencia de derechos con gratitud y
altruismo.
ue

• Comprender las barreras que impiden poner en práctica la gratitud y


eliminarlas.
• Ofrecer pautas para usar la tecnología e inyectar gratitud en la vida
M

de nuestros estudiantes
• Equilibrar nuestras vidas tan ocupadas, con el cultivo de la atención
plena, el mindfulness, junto con la gratitud.
• Ayudar a los adolescentes a utilizar la gratitud con éxito y aumentar
su resiliencia.
• Animar a las familias de nuestros estudiantes para que acepten la
gratitud y proporcionarles distintas actividades que les ayuden a
convertirla en una parte permanente de sus vidas.

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26 GRATITUD Y EDUCACIÓN

• Integrar actividades y explorar recursos para que la gratitud manten-


ga activos a los profesores durante todo el curso.
Escribir este libro ha sido un placer y todo el proceso me ha ayudado
a crecer con mucho agradecimiento. Mientras leas este libro, no dudes en
contactarme con preguntas y compartir tus desafíos y tus éxitos con la
gratitud. Te unirás a la creciente comunidad de educadores que descubren
en la gratitud una herramienta importante y efectiva en el aula.

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ra
st
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