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Pollack Rachel - Los Setenta Y Ocho Grados de Sabiduria Del Tarot PDF
Pollack Rachel - Los Setenta Y Ocho Grados de Sabiduria Del Tarot PDF
Rachel Pollack
EDICIONES URANO
Título original: Seventy-Eight Degrees o f Wisdom. A Book o f Tarot.
Part I: The Major Arcana
Editor original: Uitgeverij-Antiquariaat, Schors, Holanda
Traducción: Marta I. Guastavino
Printed in Spain
A Marilyn, la alumna de quien tanto aprendí.
Y a Edie, el m ejor lector que conozco.
/
Indice
Introducción 11
11
mente alcanza el humor eclesiástico. Así y todo, podemos
considerar a esta imagen herética como algo profunda
mente arraigado en la cultura popular, y por ende obvio
para alguien que se propusiera representar «tipos» medie
vales.
Hay, sin embargo, una figura que se destaca como bas
tante extraña. Es un hombre joven, colgado cabeza abajo,
por la pierna izquierda, de un simple marco de madera.
Tiene las manos puestas detrás de la espalda con descuido,
de manera que forman un triángulo con la cabeza en el án
gulo inferior, y la pierna derecha está doblada detrás de la
rodilla, de manera que la figura recuerda una cruz, o bien el
número cuatro. El rostro parece relajado, e incluso se diría
extático. Se pregunta uno de dónde sacó Bembo esta ima
gen, que ciertamente no representa a un criminal colgado
en la horca, como han supuesto después algunos artistas.
La tradición cristiana consigna que san Pedro fue cruci
ficado cabeza abajo, ex profeso para que no se pudiera decir
que copiaba a su Señor. Sin embargo, en el Antiguo Edda
se cuenta que el dios Odín estuvo nueve días con sus no
ches colgado cabeza abajo del Arbol del Mundo, no como
castigo sino con el fin de alcanzar la iluminación, el don de
la profecía. Pero esta escena mitológica se deriva a su vez
de la práctica concreta de los chamanes, hombres y mujeres
médicos, en lugares tales como Siberia y América del Norte.
En la iniciación y capacitación, a los candidatos al chama
nismo se les dice a veces que se cuelguen cabeza abajo,
precisamente como lo muestra el naipe de Bembo. Aparen
temente, al invertir la posición del cuerpo se produce una
especie de beneficio psicológico, de la misma manera que
el hambre y el frío extremos pueden inducir resplandecien
tes visiones. Los alquimistas — que, junto a las brujas, fue
ron posiblemente los sobrevivientes de la tradición del cha
manismo en Europa— se colgaban también de la misma
manera, creyendo que de esa forma los elementos en el es
perma vitales para la inmortalidad descenderían hacia los
centros psíquicos situados en lo alto de la cabeza. Además,
ya desde antes de que Occidente empezara a tomarse en
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serio el yoga, todo el mundo conocía la imagen del yogui
cabeza abajo.
¿Quiso Bembo simplemente representar a un alqui
mista? ¿Por qué no usó entonces la imagen, más común,
del hombre barbudo revolviendo un caldero o mezclando
diversas sustancias? La imagen, que en mazos posteriores
se llamó el Colgado, y que más adelante hizo famosa T. S.
Eliot en La tierra baldía, no se parece tanto a un alquimista
como a un joven iniciado en alguna tradición secreta. ¿Sena
el propio Bembo un iniciado? Así parece sugerirlo la forma
especial de cruzar las piernas, un signo esotérico de las so
ciedades secretas. Y si el artista incluyó una referencia a
prácticas esotéricas, ¿no podría ser que las otras imágenes,
aunque superficialmente parezcan un comentario sobre la
sociedad, en realidad representen todo un cuerpo de cono
cimientos ocultos? ¿Por qué, por ejemplo, el mazo original
contenía veintidós cartas y no, digamos, veintiuna o veinti
cinco, números que resultan más significativos por lo co
mún en la cultura occidental? ¿Fue por casualidad, o sería
que Bembo (o quizás otros a quienes Bembo se limitó a co
piar) deseaba representar con disimulo los significados eso
téricos relacionados con las veintidós letras del alfabeto he
breo? Y sin embargo, si en alguna parte hay alguna prueba
que relacione a Bembo o a la familia Visconti con un grupo
ocultista, nadie la ha presentado para que sea examinada
públicamente.
Una rápida mirada a las asombrosas correspondencias
entre el Tarot y el cuerpo de misticismo y conocimiento
oculto de los judíos, llamado colectivamente la Cébala, de
mostrará de qué manera los naipes de Bembo parecen casi
exigir una interpretación esotérica, a pesar de la falta de
pruebas en firme. La Cábala se explaya extensamente y de
modo muy profundo sobre el simbolismo del alfabeto he
breo. Las letras están relacionadas con las vías del Arbol de
la Vida, y a cada una de ellas se le dan sus propios significa
dos simbólicos. Ahora bien, el alfabeto hebreo contiene,
como ya señalamos, veintidós letras, el mismo número que
los triunfos del Tarocchi. La Cábala profundiza también en
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el significado de las cuatro letras del nombre impronuncia
ble de Dios, YH V H , que representan los cuatro mundos de
la creación, los cuatro elementos básicos de la ciencia m e
dieval, las cuatro etapas de la existencia, los cuatro métodos
de interpretar la Biblia, y así sucesivamente. Y en cada uno
de los cuatro palos de Bembo hay cuatro cartas que repre
sentan personajes cortesanos.
Finalmente, la Cábala funciona con el número diez: los
Diez Mandamientos y las diez sephiroth (estadios de la ema
nación) en cada uno de los cuatro Arboles de la Vida. Y los
cuatro palos contienen cartas numeradas del uno al diez.
¿Hemos de asombrarnos, entonces, de que los comentaris
tas del Tarot hayan afirmado que el mazo se originó como
una versión pictórica de la Cábala, sin sentido alguno para
las masas, pero poderosísima para los elegidos? Y sin em
bargo, en todos los millares de páginas de la bibliografía ca
balística no aparece ni una palabra siquiera sobre el Tarot.
Los ocultistas han reclamado para las cartas fuentes se
cretas, tales como una gran conferencia de cabalistas y otros
maestros, realizada hacia 1300 en Marruecos, pero nadie
ha presentado jamás pruebas históricas de que tal confe
rencia haya tenido lugar. Y lo que es aún más irrecusable:
hasta el siglo xix los propios comentaristas del Tarot tam
poco mencionan la Cábala. Por último, naturalmente, la se
cuencia de los nombres y de los números, tan vital para sus
interpretaciones, vino después de las imágenes originales.
Si aceptamos la idea de Cari Jung sobre los arquetipos
espirituales básicos estructurados en la mente humana,
quizá podamos decir que Bembo bebió inconscientemente
en vertientes ocultas del conocimiento, lo que permitió que,
más adelante, otras imaginaciones establecieran las relacio
nes conscientes. Sin embargo, correspondencias tan exac
tas y tan completas como los veintidós triunfos, las cuatro
cartas «cortesanas» y las diez restantes que integran los
cuatro palos, o la posición y el rostro extático del Colgado,
parecían ser un esfuerzo excesivo incluso para una fuerza
tan poderosa como el inconsciente colectivo.
Durante años se consideró los Ta rocch i principal
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mente como un juego y, en menor medida, como un re
curso adivinatorio. Más adelante, en el siglo xvm, un ocultis
ta llamado Antoine Court de Gebelin declaró que el Tarot
(como los franceses llamaban al juego) era un vestigio del
Libro de Tot, creado por el dios egipcio de la magia para
transmitir a sus discípulos la totalidad del conocimiento. La
idea de Court de Gebelin parece mucho más fantasiosa que
verosímil, pero en el siglo xix otro francés, Alphonse Louis
Constant, conocido como Eliphas Lévi, estableció el vínculo
de las cartas con la Cábala, y desde entonces se ha profun
dizado cada vez más en el Tarot, con el resultado de que en
él se han ido hallando cada vez más significados y más sa
biduría e incluso, mediante el estudio intenso y la medita
ción, se ha encontrado la iluminación.
En la actualidad vemos en el Tarot una especie de senda,
una vía hacia el crecimiento personal mediante el conoci
miento de nosotros mismos y de la vida. Para algunos, el
origen del Tarot sigue siendo una cuestión de importancia
vital; para otros, lo único que importa es que a lo largo de
los años se han ido sumando a las cartas más y más signifi
cados.
Pues Bembo creó, de hecho, un arquetipo, ya sea cons
cientemente o de manera profundamente instintiva. Más
allá de cualquier posible sistema o explicación detallada,
son las imágenes mismas, modificadas y elaboradas con el
correr del tiempo por diferentes artistas, lo que nos fascina
y se adueña de nosotros. Y de esa manera nos atraen al in
terior de ese mundo misterioso, que en última instancia es
imposible de explicar: sólo se puede vivenciarlo.
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triunfos, conocidos como los «Arcanos Mayores» (la palabra
«arcano» significa «conocimiento secreto»). Es verdad que
algunas imágenes han cambiado considerablemente, pero
las versiones se atienen, por lo general, al mismo concepto
básico. Por ejemplo, hay varias versiones bastante diferen
tes del Emperador, pero todas representan alguna idea de
lo que es un Emperador. En general, los cambios han ten
dido a hacer las representaciones más simbólicas y más
místicas.
Este libro usa como fuente principal el Tarot de Arthur
Edward Waite, cuyo conocidísimo mazo Rider (por el nom
bre del editor inglés) apareció en 1910. Waite fue criticado
por haber modificado la versión aceptada de algunos de los
triunfos. Por ejemplo, la imagen corriente del Sol muestra a
dos niños tomados de la mano en un jardín. Waite la reem
plazó por la de un niño que, montado a caballo, sale de un
jardín. Los críticos sostuvieron que estaba alterando el sig
nificado del naipe para adaptarlo a su visión personal: es
muy probable, puesto que Waite creía más intensamente en
sus propias ideas que en las de ningún otro. Pero muy pocos
se detuvieron a considerar que la primera versión del Sol, la
de Bembo, no se parece en modo alguno a la supuesta
mente «tradicional», e incluso que parece aproximarse más
a la de Waite: la imagen muestra un solo niño milagroso
que vuela por el aire, sosteniendo un globo dentro del cual
se ve la imagen de una ciudad.
El cambio más notable que introdujeron Waite y Pamela
Colman Smith, la artista que trabajó con él, fue incluir una
escena en todas las cartas, incluso en los naipes numerados
de los Arcanos Menores. Prácticamente todos los mazos an
teriores, lo mismo que muchos posteriores, tienen simples
dibujos geométricos para las cartas numeradas. Por ejem
plo, el diez de Espadas muestra diez espadas, dispuestas en
un dibujo que se asemeja mucho al de su descendiente, el
diez de picas. El mazo Rider es diferente. El diez de Espa
das de Pamela Smith muestra un hombre que yace bajo
una nube negra con la espalda y las piernas atravesadas por
diez espadas.
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En realidad, no sabemos quién dibujó estas cartas. Es
decir, no sabemos si las concibió (como sucedió indudable
mente con los Arcanos Mayores) el propio Waite, o si sim
plemente indicó a Smith las cualidades y las ideas que él
quería expresar, y dejó que ella inventase las escenas. En el
libro de Waite sobre el Tarot, The Pictorial Key to the Tarot
[La clave pictórica del Tarot], casi no se usan realmente las
imágenes. En algunos casos, como sucede con el seis de Es
padas, la imagen sugiere mucho más significados de los que
expresa Waite, en tanto que en otras, especialmente el dos
de Espadas, la figura casi contradice el significado que él
le atribuye.
Independientemente de que haya sido Waite o Smith
quien diseñó las imágenes, éstas ejercieron una poderosa
influencia sobre los posteriores diseñadores de Tarots. En la
mayoría de los mazos con escenas en todas las cartas hay
una fuerte influencia de las imágenes del mazo Rider.
Waite llamó a su baraja el «Tarot rectificado». Insistió en
que sus imágenes «restablecían» los verdaderos significa
dos de las cartas, y en su libro desdeñó las versiones de sus
predecesores. Ahora bien, mucha gente entiende que lo de
«rectificado» alude a la pertenencia de Waite a sociedades
esotéricas que le dieron acceso a los secretos del Tarot «ori
ginal». Lo más probable es que simplemente haya querido
decir que sus imágenes daban a las cartas sus significados
más profundos. Cuando alteró en forma tan drástica la car
ta de los Enamorados, por ejemplo, lo hizo porque la anti
gua imagen le parecía insignificante, y sentía que la suya,
nueva, simbolizaba una verdad profunda.
No es mi intención sugerir que las cartas de Waite sean
simplemente una construcción intelectual, com o cuando
algún erudito vuelve a ordenar un discurso de Hamlet de
una manera que para él tiene más sentido. Waite era un
místico, un ocultista y un estudioso de las prácticas mágicas
y esotéricas. Su Tarot se basaba en una profunda vivencia
personal de la iluminación, y si él creía que éste era el ver
dadero, en tanto que los otros estaban equivocados, es por
que representaba aquella vivencia.
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En cuanto a mí, he elegido como fuente el mazo Rider
por dos razones. En primer lugar, porque muchas de sus in
novaciones me parecen sumamente valiosas. La versión
Waite-Smith del Loco me impresiona como más significa
tiva que ninguna de las anteriores. En segundo lugar, me
parece que el cambio revolucionario en los Arcanos M eno
res nos libera de las fórmulas que durante tanto tiempo do
minaron este segundo grupo de cartas. Antes, com o la
imagen era muy poco sugerente, una vez que uno había
leído y memorizado los significados establecidos para un
naipe Menor, ya realmente no le podía añadir nada. En el
mazo Rider podemos dejar que la imagen actúe en niveles
subconscientes, y podemos también aplicarle nuestra pro
pia experiencia. En pocas palabras, Pamela Smith nos ha
dado algo para interpretar.
Escribí antes que había escogido el mazo Rider como
fuente «principal». La mayor parte de los libros sobre el
Tarot usan solamente un mazo para las ilustraciones; se
trata de una autolimitación derivada quizá del deseo de re
presentar el «verdadero» Tarot. Al escoger un mazo en vez
de otro, en realidad estamos declarando que uno de ellos
es correcto y el otro falso. Tal declaración es muy impor
tante para aquellos autores, como Aleister Crowley o Paul
Foster Case, que consideran que el Tarot es un sistema sim
bólico de conocimiento objetivo. Sin embargo, este libro ve
en las cartas, más bien, un arquetipo de la experiencia, y a
partir de esta visión ningún mazo es correcto ni falso, sino
simplemente un complemento adicional del arquetipo. El
Tarot es a la vez el total de todas las versiones diferentes a
lo largo de los años, y una entidad aparte de cualquiera de
ellas. En los casos en que una versión distinta de la de Waite
permita profundizar en el significado de una carta especí
fica, tendremos en cuenta ambas imágenes. En algunos
casos — el Juicio, por ejemplo, o la Luna— , las diferencias
son sutiles; en otros, como los Enamorados o el Loco, la di
ferencia es tajante. Al considerar varias versiones de la
misma experiencia intensificamos la percepción que de ella
tenemos.
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La adivinación
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«correspondencias». Los acontecimientos o pautas que se
daban en un ámbito de la existencia se correspondían con
pautas pertenecientes a otros ámbitos. La pauta del zodíaco
se corresponde con la pauta de la vida de una persona. El
dibujo que forman las hojas de té en el fondo de una taza
corresponde al resultado de una batalla. Todo está relacio
nado. La idea ha contado siempre con partidarios, y en ép o
ca reciente incluso algunos hombres de ciencia, impresio
nados por la forma en que los acontecimientos se suceden
en serie (como una «racha de mala suerte»), han empezado
a considerarla seriamente.
Si podemos usar cualquier cosa para decir la buenaven
tura, ¿por qué recurrir al Tarot? La respuesta es que cual
quier sistema nos dirá algo; el valor de ese algo depende de
la sabiduría intrínseca al sistema. Com o las imágenes del
Tarot son, por sí mismas, portadoras de una profunda signi
ficación, las pautas que forman en las consultas o lecturas
pueden enseñarnos muchísimo sobre nosotros mismos, y
sobre la vida en general. Lamentablemente, a lo largo del
tiempo la mayor parte de los adivinos han hecho caso omi
so de estos significados profundos, y han preferido las fór
mulas simples («un hombre moreno que está dispuesto a
ayudar al consultante»), que son fáciles de interpretar y que
el cliente digiere rápidamente.
Con frecuencia, los significados de las fórmulas son a la
vez burdos y contradictorios, y no proporcionan indicios de
cómo hay que escoger entre ellos. Esta situación es espe
cialmente válida para los Arcanos Menores, que constitu
yen la mayor parte del mazo. Hay muy pocas obras sobre el
Tarot que traten a fondo este tema. La mayoría de los estu
dios serios — los que se ocupan de los significados profun
dos de los Arcanos Mayores— no mencionan siquiera los
naipes Menores, o si lo hacen se limitan a darnos simple
mente otro conjunto de fórmulas, a modo de renuente con
cesión a los lectores que insisten en usar la baraja para decir
la buenaventura. Incluso, como ya dijimos, el propio Waite
da sus propias fórmulas a las notables imágenes que dibujó
Pamela Smith.
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Además de ocuparse extensamente de los conceptos
que las cartas encarnan, este libro ha de considerar tam
bién, con detenimiento, la aplicación de dichos conceptos a
la lectura del Tarot. Muchos autores, y especialmente Waite,
han denigrado la adivinación, a la que consideran un uso
bastardo de los naipes. Pero el uso adecuado de las lecturas
puede estimular muchísimo nuestra captación intuitiva de
los significados de las cartas. Una cosa es estudiar el simbo
lismo de una carta determinada, y otra es ver esa misma
carta en relación con las otras. Muchas veces he visto cómo
una lectura específica permitía que emergieran significados
importantes que de otra manera no habrían podido ver la
luz.
Las lecturas nos dan también una lección general, muy
importante. De una manera que posiblemente ninguna ex
plicación podrá igualar, demuestran que ninguna carta, nin
guna manera de encarar la vida, es buena ni mala, a no ser
en el contexto del momento.
Finalmente, las consultas y las lecturas dan a cada per
sona una probabilidad de renovar su propio sentimiento in
tuitivo de las imágenes com o tales. T od o el simbolismo,
todos los arquetipos, todas las explicaciones que ofrece este
libro — o cualquier otro— no pueden hacer otra cosa que
prepararte, lector o lectora, para que al mirar las imágenes
puedas decir:
— Esta carta me sugiere...
21
1
La unidad y la dualidad
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rante un rato. Veremos que, en tanto que el Loco y el Mundo
muestran figuras jubilosas que danzan, el Mago y la Suma
Sacerdotisa están completamente inmóviles, cada uno en
su postura. Si ahora echamos un vistazo al resto de los A r
canos Mayores, observaremos que todos los triunfos, salvo
el 0 y el 21, están dibujados como si posaran para una foto
grafía, y no, digamos, como un fotograma de una película.
Se presentan como estados fijos de la existencia.
Pero entre los dos bailarines hay una diferencia. Presu
roso, el Loco avanza ricamente ataviado; la figura que ve
mos en el Mundo está desnuda. El Loco mira en torno de sí,
está a punto de entrar de un salto en el mundo inferior y
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proviene de algún país alto y distante; el Mundo, paradóji-
<ámente, parece estar fuera del universo material, suspen
dido el danzarín en una mágica corona de victoria.
Fijémonos también en los números de las cuatro cartas.
I 1 1 términos estrictos, el 0 no es de ninguna manera un nú
mero; representa más bien la ausencia de cualquier número
específico, y por consiguiente podemos decir que contiene
dentro de sí todos los números. Es el símbolo de la poten
cialidad infinita. Todas las cosas siguen siendo posibles,
porque todavía no se ha asumido ninguna forma definida.
I I 1 y el 2 son los primeros números auténticos, la primera
realidad; una vez más, un estado fijo. Forman los arqueti
pos «impar» y «par», y representan por ende a todos los
opuestos: macho y hembra, luz y oscuridad, pasivo y activo,
etcétera. Pero el 21 combina estos dos dígitos en una sola
cifra.
Observemos las posturas. El Mago levanta hacia el cielo
una varita mágica. Además de las ideas de espíritu y de uni
dad, la vara fálica simboliza la masculinidad. La Suma Sa
cerdotisa está sentada entre dos pilares: a la vez un símbolo
vaginal y un símbolo de dualidad. Estos dos pilares vuelven
a aparecer en repetidas ocasiones en los Arcanos Mayores,
en lugares tan evidentes como el templo en el Hierofante, y
también de maneras más-sutiles, como los dos enamorados
en el naipe 6, o las dos esfinges uncidas al Carro. Pero ahora
fijémonos en el Mundo. El bailarín, que es una figura fem e
nina (aunque algunos mazos la presentan como hermafro
dita), tiene dos varitas mágicas, una en cada mano. Lo mas
culino y lo femenino están unificados, y más aún, sus dife
rentes cualidades se hallan subordinadas al júbilo y a la li
bertad superiores que se trasparentan en la levedad con
que el danzarín sostiene esos poderosos símbolos.
Está claro, pues, que en tanto que la línea horizontal
—el Mago y la Suma Sacerdotisa— muestra una dualidad de
opuestos, la línea vertical, 0 y 21, muestra una unidad en la
que el Loco es una especie de estado perfecto anterior a la
dualidad, y el Mundo nos ofrece un atisbo del jubiloso y es
timulante sentido de la libertad que sólo es posible si p o
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demos reconciliar los opuestos ocultos en nuestra psique.
1.1 ’l'arot, de la misma manera que muchos sistemas de
pensamiento, e incluso que muchas mitologías, simboliza la
dualidad como la separación entre macho y hembra. Los
cabalistas creían que Adán era originariamente hermafro-
dita y que Eva sólo llegó a separarse de él como resultado
de la Caída. En la mayor parte de las culturas, en mayor o
menor grado, los hombres y las mujeres se ven unos a otros
como sociedades muy distintas, casi separadas. Actual
mente, mucha gente piensa que en cada persona coexisten
cualidades masculinas y femeninas, pero tiempos hubo en
que semejante idea sólo se encontraba en las doctrinas eso
téricas de la unificación.
Así como representamos la dualidad en forma palmaria
como macho y hembra, o como blanco y negro, en nuestra
vida ordinaria tenemos también la vivencia de escisiones
más sutiles, especialmente entre nuestras esperanzas, es
decir lo que imaginamos com o posible, y la realidad de lo
que logramos. Con mucha frecuencia resulta que las accio
nes que emprendemos no responden a las esperanzas que
depositábamos en ellas. El matrimonio no llega a darnos la
felicidad total que esperábamos, del trabajo o la carrera ob
tenemos más frustraciones que logros. Muchos artistas han
dicho que el cuadro que ven sobre la tela no es nunca el
cuadro que soñaron; nunca llegan a expresar lo que real
mente querían decir. Sin que sepamos cómo, la realidad de
la vida es siempre menos que su promesa potencial. Abru
madas por una aguda conciencia de esta dualidad, muchas
personas se angustian ante cada decisión, grande o pe
queña, porque no son capaces de aceptar que, una vez que
se emprende una acción en tal o cual sentido, se pierde la
probabilidad de optar por ninguna de las otras direcciones
que hasta ese momento se han abierto ante uno. No son ca
paces de aceptar las limitaciones de la acción en el mundo
real.
A veces se equipara la escisión entre potencialidad y
realidad con la separación entre mente y cuerpo. Tenemos
la sensación de que nuestros pensamientos y emociones
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son algo distinto de nuestra presencia física en el mundo.
La mente es ilimitada, capaz de recorrer el universo todo,
de avanzar o retroceder en el tiempo. El cuerpo es débil,
está sometido al hambre, al cansancio, a la enfermedad. En
el intento de resolver esta separación, el hombre ha llegado
a posiciones filosóficas extremas. Los conductistas han sos
tenido que la «m ente» no existe; lo único real es el cuerpo y
los hábitos que éste va formando. En el extremo opuesto,
muchos místicos han tenido la vivencia del cuerpo como
una ilusión — o más bien un delirio— , que es obra de nues
tro limitado entendimiento. La tradición cristiana define el
«alma» como el «verdadero» yo inmortal, que existe antes y
después del cuerpo que la contiene. Y muchas religiones y
sectas, como los gnósticos y algunos cabalistas, han visto en
el cuerpo una prisión, creada por los pecados o errores de
nuestros antepasados caídos.
En la raíz de todas estas dualidades está la convicción
de que no nos conocemos. Sentimos que en lo más pro
fundo de nuestra verdadera naturaleza hay algo que es más
fuerte y más libre, que está dotado de más sabiduría y de
más poder; o bien, un ser de pasiones violentas y furiosos
deseos animales. De cualquiera de las dos maneras, sabe
mos que ese ser verdadero se oculta, o quizá yace profun
damente sepultado dentro de nuestra personalidad normal,
condicionada por las restricciones sociales. Pero, ¿cómo p o
demos llegar a él? Si suponemos que nuestro ser esencial
es una entidad de poder y belleza, ¿cómo podemos libe
rarla?
Las disciplinas que llamamos «ciencias ocultas» se ini
cian con una profunda conciencia de todas estas dualida
des y limitaciones. De allí pasan, sin embargo, a otra idea, la
de que existe una clave o un plan que nos permitirá llegar a
la unión de todo, unificar nuestra vida con nuestras espe
ranzas, y a la vez liberar la fuerza y la sabiduría latentes
dentro de nosotros. La gente confunde con frecuencia los
propósitos de las disciplinas espirituales. Muchos piensan
que el Tarot es para decir la buenaventura, que los alqui
mistas quieren enriquecerse convirtiendo el plomo en oro,
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que para hacer sus conjuros los cabalistas pronuncian pala
bras secretas, y otras cosas semejantes. En realidad, estas
disciplinas apuntan a la unificación psicológica. El «metal
bajo» que el alquimista desea transformar en oro no es otro
que él mismo. Al aceptar la doctrina de que hemos caído de
un estado perfecto a otro limitado, el ocultista no cree que
debamos simplemente esperar en forma pasiva una reden
ción futura, operada en nosotros por un agente externo.
Por el contrario, considera que es responsabilidad nuestra
alcanzar esa redención, y que para ello hemos de encontrar
la clave de la unidad.
El Tarot representa una versión de esa «clave». N o es ¡a
clave, de la misma manera que no es realmente una doc
trina secreta. Representa un proceso, y una de las cosas que
nos enseña es que cometemos un error cuando suponemos
que la unificación adviene por mediación de alguna clave o
fórmula sencilla. Nos llega, más bien, mediante un proceso
de crecimiento e incremento de la conciencia, a medida
que recorremos paso a paso las veintiuna etapas de los Ar
canos Mayores.
El Loco representa la verdadera inocencia, una especie
de estado perfecto de libertad y júbilo, el sentimiento de ser
en todo momento uno con el espíritu de la yida; en otras
palabras, es nuestro ser «inmortal» que, en nuestro sentir,
quedó atrapado en las confusiones y los compromisos del
mundo ordinario. Quizás ese ser radiante no haya existido
jamás. Sin saber cómo ni por qué, la vivencia intuitiva que
tenemos de él es la de algo perdido. Virtualmente todas las
culturas han cultivado el mito de una Caída desde un pa
raíso primigenio.
«Inocencia» es una palabra que con frecuencia se en
tiende mal. No significa «sin culpa», sino más bien una liber
tad y una apertura totales hacia la vida, una completa falta
de miedo, que se origina en una fe total en el vivir y en el
propio ser instintivo. Inocencia no significa «asexualidad»,
como creen algunos. Es la sexualidad expresada sin miedo,
sin culpa. Es la sexualidad que se expresa espontánea y li
bremente, como expresión del amor y del éxtasis de la vida.
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El Loco lleva el número 0 porque todas las cosas son
posibles para la persona que está siempre dispuesta a ir en
cualquier dirección. El Loco no «pertenece» a ningún lugar
específico; no está fijo como las otras cartas. Su inocencia
hace de él una persona sin pasado, y por ende, con un fu-
luro infinito. Cada momento es un nuevo punto de partida.
En la numeración arábiga, el 0 tiene la forma de un huevo,
para indicar que de él emergen todas las cosas. Originaria
mente, el cero se escribía con un punto; en la tradición her
mética y cabalística, el universo emergía de un único punto
de luz. Y en la Cábala se describe con frecuencia a Dios
como «nada», como lo que no es ninguna cosa, porque des
cribir a Dios como una cosa, la que fuere, sería limitarlo a
algún estado fijo y finito. Los comentaristas del Tarot que
discuten si el Loco debe estar antes o después de los otros
naipes, o bien ocupar algún lugar entre ellos, dan la impre
sión de no haber entendido bien el punto principal. El Loco
es movimiento, cambio, el salto constante a través de la
vida.
Para el Loco no hay diferencia entre posibilidad y reali
dad. 0 significa un vacío total de esperanzas y temores, y el
Loco no espera nada ni planea nada. Reacciona en forma
instantánea ante la situación inmediata.
Otras personas serán los receptores de su total esponta
neidad. Nada calculado, nada retenido. Y no lo hace delibe
radamente, como alguien que decide conscientemente ser
sincero sin reservas con un amigo o con un amante. El Loco
brinda naturalmente a todos su sinceridad y su amor, sin
pensarlo siquiera, jamás.
Generalmente hablamos del Loco en masculino y del
danzarín del Mundo en femenino, debido a la apariencia
que tienen en las imágenes, pero en realidad, sin ningún
cambio ambos pueden ser hombre o mujer. Así como no se
siente separado respecto del mundo físico, el Loco, ya sea
él o ella, no tiene vivencia alguna de aislamiento en rela
ción con el «sexo opuesto». El Loco y el danzarín del Mun
do son hermafroditas psíquicos, y expresan en todo mo
mento, por su naturaleza misma, su total humanidad.
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Volvamos ahora a mirar el diseño de las cuatro cartas.
Fijémonos cómo el Loco se escinde en el Mago y la Suma
Sacerdotisa, que deben volver a estar unidos para formar el
Mundo. Los dos naipes representan la partición o escisión
de la inocencia del Loco, que origina la ilusión de los opues
tos. El Mundo nos muestra una unidad restaurada, pero es
una unidad superior y más profunda, que se logra mediante
el crecimiento bosquejado en los otros dieciocho naipes. El
Loco es la inocencia, pero el Mundo es la sabiduría.
Inocencia y libertad
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za creativa del Mago. ¿Qué mayor creatividad puede haber
que dar forma al caos de la experiencia? Es el Mago quien
da su significado y su propósito a la vida. Sanadores, artis
tas y ocultistas se han colocado bajo el patrocinio de la carta
del Mago. Y sin embargo, su poder representa un aisla
miento respecto de la libertad del Loco o del entendimiento
del Mundo.
De la misma manera, la Suma Sacerdotisa indica, en su
inconsciente, un estado muy profundo de captación intui
tiva. Y sin embargo, su conocimiento interior no pertenece
a ese radiante centro de nada que permite al Loco actuar
tan libremente.
La Suma Sacerdotisa representa el arquetipo de la ver
dad interior, pero como se trata de una verdad inconsciente
e inexpresable, ella sólo puede mantenerla mediante una
pasividad total. Esta situación se nos presenta de numero
sas maneras en la vida. Todos llevamos dentro un confuso
sentimiento de quiénes somos, de un ser interior auténtico
que los demás nunca ven y que es imposible de explicar.
Pero es frecuente que las mujeres y los hombres que se lan
zan a la lucha por la vida, que asumen carreras y responsa
bilidades, sin ocuparse al mismo tiempo de conocerse más
a sí mismos, descubran llegados a cierto punto que han per
dido el sentimiento de quiénes son y de qué era lo que una
vez quisieron en la vida. Ahora bien, en contraposición, los
monjes y monjas budistas se retiran del mundo porque el
más leve compromiso con él podría apartarlos del centro de
sus meditaciones.
Tanto el Mago como la Suma Sacerdotisa transmiten
una pureza arquetípica. En cierto sentido, no han perdido el
resplandor del Loco; simplemente, lo han escindido en luz y
oscuridad. En la escisión tradicional en la religión de Occi
dente y de Oriente, el Mago representa a Occidente, con el
énfasis en la acción y en la salvación histórica, y la Suma
Sacerdotisa a Oriente, la senda de la separación del mundo
y del tiempo. Sin embargo, quienes más han profundizado
en estas tradiciones tienden a combinar estos elementos.
La Suma Sacerdotisa está sentada entre los pilares de la
31
luz y la oscuridad. Aunque ella, como tal, simboliza el lado
oscuro y pasivo, su intuición puede alcanzar un equilibrio
entre los dos. Esto es menos paradójico de lo que parece. Si
sentimos que nuestra vida está llena de opuestos imposi
bles de resolver, podemos reaccionar de dos maneras: o
bien corriendo incesantemente, precipitándonos de un ex
tremo al otro, o bien no haciendo absolutamente nada.
Podemos sentarnos en el medio, sin dejarnos seducir por
ninguna dirección, y permanecer pasivos, dejando que los
opuestos sigan existiendo a nuestro alrededor. Excepto, na
turalmente, que también esto sea una opción, y que termi
nemos por perder ese equilibrio y ese conocimiento interior,
porque, en torno de nosotros, la vida continúa.
En la iconografía cabalística la Suma Sacerdotisa repre
senta el Pilar de la Armonía, una fuerza que reconcilia a los
Pilares opuestos de la Misericordia y del Juicio; de ahí que
esté sentada entre los dos pilares del templo. Pero sin la
capacidad de integrarse en la fuerza activa del Mago, el sen
tido de la armonía de la Suma Sacerdotisa desaparece.
Com o arquetipos, el Mago y la Suma Sacerdotisa no
pueden, lo mismo que el Loco, existir en nuestra vida. Inevi
tablemente, a estos elementos los mezclamos (en vez de
integrarlos), y en consecuencia de ello vivenciamos sus for
mas inferiores como una acción confusa o bien com o una
pasividad insegura y teñida por la culpa. Dicho de otra ma
nera: la pureza de los dos polos se pierde porque la vida
introduce el desorden en ellos.
El propósito de los Arcanos Mayores es doble. En pri
mer lugar, al aislar los elementos de nuestra vida dándoles
forma de arquetipos, nos permiten que los veamos en sus
formas puras, como aspectos de la verdad psicológica. En
segundo término, nos ayudan a resolver verdaderamente
esos elementos diferentes, nos llevan paso a paso por las
diferentes etapas de la vida hasta conducirnos a la unidad.
En realidad, es probable que la inocencia simbolizada por el
Loco jamás haya existido; la vivencia que tenemos de ella
es la de algo perdido. Los Arcanos Mayores nos dicen cómo
recuperarla.
32
2
La visión general
33
liliinlnuMite Importante ver dónde encaja cada carta en la
I m i ilii general. Las comparaciones establecidas con otros
números también pueden ayudarnos a ver tanto las limita
ciones como las virtudes de cada carta. Por ejemplo, de la
número 7, el Carro, se habla con frecuencia com o de una
carta de «victoria». Pero preguntémonos qué clase de victo
ria. ¿Es la liberación total del Mundo, o se trata de un con
cepto más estrecho, pero aun así de gran valor? Una mirada
a la posición de la carta puede responder estas preguntas.
Los intérpretes que han adoptado este punto de vista
han buscado, por lo general, un lugar por donde dividir los
naipes para facilitar su comprensión, y la elección más co
mún es la Rueda de la Fortuna, que como es el número
10, simboliza la conclusión de un ciclo y el com ienzo de
otro. Además, si colocamos al Loco al comienzo, esto divide
las cartas exactamente en dos grupos de once. Y, lo que es
más importante, la idea de una rueda giratoria simboliza un
cambio de mirada, de perspectiva, el paso de una preocu
pación por las cosas externas, como pueden ser el éxito y el
romance, a un enfoque más interior, como el que se repre
senta en cartas tales como la Muerte y la Estrella.
Pese al valor que tiene ver los Arcanos Mayores como
dos mitades, yo encuentro que se logra una división más
orgánica dividiendo los triunfos en tres partes. Si se separa
el Loco, tomándolo realmente como una categoría en sí
mismo (y ponerlo a un lado nos permite ver que pertenece
a todas partes y a ninguna), eso nos da veintiún cartas, es
decir, tres grupos de siete.
El número siete tiene una larga historia en el simbo
lismo: los siete planetas de la astrología clásica, el siete como
combinación de tres y cuatro, que son a su vez números
arquetípicos, los siete pilares de la sabiduría, las siete esta
ciones inferiores del Árbol de la Vida, las siete aberturas de
la cabeza humana, los siete chakras y, por cierto, los siete
días de la semana.
Un aspecto particular del siete lo relaciona directamente
con el Tarot. La letra griega pí representa la proporción que
existe en el círculo entre la circunferencia y el diámetro.
34
Independientemente de cuál sea el tamaño del círculo, los
dos darán siempre la misma fracción, 22/7. Y los Arcanos
Mayores con el Loco suman veintidós, así como sin el Loco
quedan reducidos a tres grupos de siete. Además, veintidós
veces siete es igual a ciento cincuenta y cuatro (que suman
do los dígitos se reduce a diez, lo que lo relaciona con la
Rueda), y ciento cincuenta y cuatro dividido por dos — por
los dos grupos de Arcanos— da setenta y siete, es decir, el
Tarot entero, otra vez con el Loco puesto aparte.
En la concepción cabalística de Dios el punto es nada, y
sin embargo de él irradia el círculo entero. Y el número del
Loco, 0, ha sido representado tanto con un círculo como
con un punto.
Las mejores razones para la división en tres grupos son
inherentes al conjunto mismo de los Arcanos Mayores.
Consideremos primero el simbolismo de la imagen. Distri
buyamos los tres grupos en tres líneas horizontales y mire
mos el primer naipe de cada línea. Evidentemente, tanto el
Mago como la Fuerza son cartas de poder, pero también lo
es el Diablo. El Mago y la Fuerza están ligados por el signo
de infinito que llevan sobre la cabeza, en tanto que el Dia
blo muestra un pentáculo invertido. Si se fija uno en la pos-
lura del Diablo, con un brazo levantado y el otro hacia
abajo, verá que la imagen es en algún sentido una parodia
del Mago, con la antorcha que apunta hacia abajo en vez de
la vara que apunta hacia arriba. En algunos mazos, la carta
número 15 lleva el título de «el Mago Negro». (En muchas
barajas, el número 8 es la Justicia, no la Fuerza. Si se ob
serva la postura de la figura que representa la Justicia se
verá una semejanza aún más estrecha con el Mago y con el
Diablo.) El mismo tipo de correspondencias verticales se
aplica a las tres líneas en su totalidad.
35
que brevemente podemos llamar conciencia, o las preocu
paciones exteriores de la vida en sociedad; subconsciente, o
la búsqueda interior para descubrir quiénes somos en reali
dad; y superconsciente, es decir, el desarrollo de una con
ciencia espiritual y una liberación de la energía arquetípica.
Los tres niveles no son categorías forzadas, sino que se de
rivan de las cartas mismas.
La primera línea, con su concentración en asuntos tales
como el amor, la autoridad social y la educación, resume las
preocupaciones principales de la sociedad. En muchos sen
tidos, el mundo que vemos reflejado en nuestras novelas,
películas y escuelas es el que halla expresión en las siete
primeras cartas de los Arcanos Mayores. Una persona pue
de vivir y morir, y es posible que todos los que la rodean la
consideren una triunfadora, sin que haya pasado jamás más
allá del nivel del Carro. Y muchas son, de hecho, las que no
llegan siquiera a ese nivel.
La moderna psicología profunda se centra en la se
gunda línea de triunfos y en sus símbolos: el retiro, a la ma
nera de un ermitaño, al interior de la conciencia de sí mis
mo, seguido por una Muerte y un renacimiento simbólicos.
Al final de la línea, el ángel de la Templanza representa
aquella parte de nosotros mismos cuya realidad esencial
descubrimos después de haber permitido que se extinguie
ran las falaces ilusiones del yo, el espíritu defensivo.
Y finalmente, ¿qué hay de la última línea? ¿Qué es lo
que puede ir más allá del encuentro con nuestro ser verda
dero? Para expresarlo en forma simple, estas siete cartas
representan una confrontación, y finalmente una unidad,
con las grandes fuerzas de la vida misma. Las otras cartas,
que antes se aparecían como tan importantes, terminan por
ser una mera preparación para el gran descenso a la oscuri
dad, la liberación de la luz y el retorno de esa luz al mundo
soleado de la conciencia.
A la mayoría de los lectores, la última línea les parecerá
demasiado vaga y fantasiosa. Ya podemos llamar «mítico»
o «religioso» a este tema; incluso estas palabras siguen
siendo difíciles de captar.
36
Esa vaguedad de nuestra mente dice quizá más sobre
nosotros mismos y sobre nuestra época que sobre el tema
que nos ocupa. Cualquier sociedad enseña automática
mente a sus miembros, ya desde el lenguaje mismo que
usan, a partir de ciertos supuestos referentes al mundo. En
nuestra cultura, serían ejemplos de ellos el valor y la unici
dad de los individuos, la realidad y la importancia suprema
del amor, la necesidad de libertad y justicia social y, más
complejo pero igualmente fuerte, la individualidad de cada
persona. «Solos nacemos y solos morimos.» Nuestra socie
dad, edificada sobre los cimientos materialistas de los si
glos xvm y xix, no se limita a rechazar las nociones de «su-
perconciencia» o de «fuerzas universales»: en realidad, no
sabemos siquiera qué significan.
Cuando trabajamos con la última línea de los Arcanos
Mayores estamos, pues, trabajando con un ámbito que para
la mayoría de nosotros es incómodo, y eso hará que la tarea
de entender esas cartas sea más difícil... y quizá más gratifi
cante. El trabajo con estas antiguas imágenes puede apor
tarnos un conocimiento que ha sido descuidado en nues
tra educación.
37
3
El Loco
39
desde otro ángulo, el del salto que nos lleve al interior del
mundo arquetípico de los triunfos.
Imagínese el lector adentrándose en un paisaje extraño.
Un mundo de magos, de gentes colgadas cabeza abajo y de
danzarines suspendidos en el aire luminoso. Allí se puede
entrar dando un salto desde una cumbre, atravesando una
caverna oscura o un laberinto, o incluso descendiendo por
una conejera en persecución de un conejo Victoriano que
lleva un reloj de bolsillo. Pero de cualquier manera que lo
haga, tiene que estar loco para hacerlo. ¿Por qué mirar al
interior del mundo profundo de la mente, cuando puede
permanecer seguro en el paisaje habitual del trabajo, el
hogar y la familia? En Moby Dick, Hermán Melville advirtió
a sus lectores que no dieran ni siquiera un paso fuera de la
senda ordinaria fijada por la sociedad. Podría ser que no
regresaran.
Y sin embargo, a los que estén dispuestos a correr e
albur, el salto puede aportarles júbilo y aventura, y final
mente, a quienes tengan el coraje de seguir avanzando
cuando el país de las maravillas se vuelve más temible que
jubiloso, el salto puede llevarlos al conocimiento, la paz y la
liberación. Lo interesante es que el arquetipo del Loco apa
rece más en la mitología que en la religión estructurada.
Una Iglesia institucionalizada difícilmente puede instar a la
gente a que se aventure más allá de los límites de las institu
ciones. Las iglesias nos ofrecen, en cambio, un puerto se
guro para protegernos de los temores de la vida. La mitolo
gía nos lleva directamente al corazón mismo de esos mie
dos, y en todas las culturas el paisaje mitológico contiene la
imagen del Truhán, el que empuja, provoca y aturde con su
discurso ininteligible a héroes y reyes, toda vez que estos se
apartan del mundo interior de la verdad.
En las leyendas del Rey Arturo, Merlín figura no sola
mente como un hechicero y un sabio, sino también como
un truhán. Constantemente en presencia de Arturo aparece
disfrazado, de niño, de mendigo, de viejo campesino. El
joven rey, seducido ya por la pompa de su alta posición
social, jamás reconoce a Merlín hasta que sus compañeros
40
Ir señalan que una vez más ha sido víctima de sus tretas.
Más importante que conocer las leyes o dominar la estrate
gia militar es la capacidad de ver a través de las ilusiones.
I i >s maestros taoístas eran famosos por las jugarretas que
hacían a sus discípulos.
Ln cuanto arquetipo, el Loco ha encontrado incluso ex
plosión social en el bufón de corte. Todos conocemos la
Imagen del bufón a quien le está permitido decir al rey ver
dades que nadie más podría atreverse a expresar. Y en la
actualidad, nuestros comediantes y poetas satíricos disfru
tan en alguna medida de igual privilegio.
En muchos países, el carnaval libera año tras año el de-
.•nfreno que durante los trescientos sesenta días restantes
permanece reprimido. La vida sexual es más libre, algunas
leyes suspenden su vigencia, la gente se disfraza, y un per
sonaje simbólico se convierte en Rey del Carnaval. Actual
mente, en Europa y América, el 28 de diciembre es un día
ieservado para jugarretas y bromas pesadas.
La imagen que vemos junto al naipe del mazo Rider nos
muestra la figura del Loco tal com o lo concibió Oswald
Wirth. Perteneciente a una tradición más antigua que la de
Waite, representa al arquetipo como un vagabundo gro
tesco. Esta imagen ha sido interpretada de diversas mane
ras: como el alma antes de la iluminación, como un recién
nacido que entra en el mundo de la experiencia, como el
principio de la anarquía. Elizabeth Haich ofrece una inter
pretación interesante de la grotesca imagen del Loco que
nos da Wirth. Colocándolo entre el Juicio y el Mundo, des
cribe al Loco como lo que ve el mundo exterior cuando se
encuentra frente a alguien que es un verdadero iluminado.
( 'orno el Loco no sigue las reglas ni comparte las debilida
des del mundo, se le aparece de esa manera, feo y defor
mado. Haich ve en el rostro del Loco una máscara, pero esa
máscara no se la ha puesto él, sino el mundo exterior. La
ultima carta, el Mundo, presenta al mismo iluminado, pero
visto desde adentro, es decir, desde sí mismo.
En algunos de los primeros mazos de Tarot el Loco apa
recía como un gigantesco bufón cortesano, que sobresalía
41
por encima de las cabezas de la gente que lo rodeaba. Su
título era «el bufón de Dios». El término se ha aplicado tam
bién a idiotas, locos inofensivos y epilépticos graves; de
todos ellos se pensaba que estaban en contacto con una
sabiduría mayor, precisamente porque estaban fuera de co
municación con el resto de nosotros.
El arquetipo perdura también en la mitología popular
moderna. Con frecuencia, por su naturaleza fantástica y pri
mitiva, los libros de historietas reflejan los temas mitológi
cos mejor que las novelas. En Batman, el principal enemigo
del héroe es el Guasón, un personaje que no tiene pasado y
que aparece siempre con el atuendo extravagante del com o
dín de un mazo de naipes; una figura, por cierto, que des
ciende directamente del Loco de los tarocchi. La rivalidad
entre Batman y el Guasón transmite a sus lectores un men
saje clarísimo: no os rebeléis contra los valores sociales.
Apoyad la ley y el orden. En los últimos años, la revista ha
cambiado la descripción del Guasón, presentándolo más
bien como insano que como criminal. Para la sociedad, la
actitud del Loco, que sigue el camino del instinto, no el de
las reglas, es una peligrosa locura.
Hasta el momento hemos considerado al Loco como el
«otro», el que con sus chistes y sus disfraces nos arranca de
nuestra complacencia. En cuanto «sí mismo», representa la
larga tradición del hermano (o hermana) tonto, a quien sus
hermanos mayores desprecian, pero que finalmente, gra
cias a su bondad y su ingenio instintivo, es quien se casa
con la princesa (o con el príncipe).
Lo curioso es que la imagen del Loco como el sí mismo
aparece más en los cuentos de hadas que en los mitos.
Vemos éstos como la representación de fuerzas demasiado
grandes para nosotros; el cuento de hadas, que es más sim
ple, nos da margen para expresar nuestra propia tontería y
nuestra locura.
Como esos personajes de los cuentos de hadas que van
siempre acompañados de diversos animales que los ayu
dan, en casi todos los mazos el Loco aparece con un com
pañero. En el de Waite es un perro que salta, en otros un
42
(¡ato, e incluso un cocodrilo. El animal simboliza las fuerzas
de la naturaleza y el lado animal del hombre, en armonía
con el espíritu que actúa a partir del instinto. Los perros
mitológicos suelen ser terroríficos, como el Mastín del In
fierno, que persigue a las almas perdidas, pero en realidad
se trata de la misma bestia; lo único que cambia es nuestra
actitud. Si niegas tu ser interior, se volverá feroz. Obedé
cele, y se mostrará benigno.
El Loco de Waite lleva en la mano una rosa blanca. Las
rosas simbolizan la pasión, pero aquí el blanco, color tradi
cional de la pureza, unido a la delicadeza con que es soste
nida la flor, indica que las pasiones se han elevado a un
nivel superior. Los griegos veían a Eros, el dios del amor,
como un bromista que fuerza a las personas más mesura
das a hacer ridiculeces. Pero a los que son ya capaces de
expresar su locura y su bufonería no los desquiciará el amor.
I os griegos también hablaban de Eros, en otras formas,
como la fuerza que anima el universo.
El hato que el Loco carga a la espalda son sus experien
cias. No las abandona, no las olvida; simplemente ellas no
lo controlan, tal como frecuentemente los recuerdos y los
traumas del pasado controlan nuestra vida. El hato muestra
l.i cabeza de un águila, símbolo del espíritu que asciende.
Su instinto superior impregna y transforma toda experien
cia. El águila es también el símbolo de Escorpio elevado a
un nivel superior, es decir, de la sexualidad elevada a la
condición de espíritu. Esta idea de la relación entre sexo y
espíritu volverá a aparecer con la carta del Diablo.
Como un vagabundo, el Loco anda con un palo al hom
bro; pero el palo es en realidad una vara, símbolo de poder.
I .unbién el Mago y el auriga del Carro llevan varas, pero
'.osteniéndolas conscientemente y con deliberada firmeza.
I I Loco y el danzarín del Mundo sostienen sus varas de ma
nera tan descuidada que apenas si las advertimos. ¿Qué
I niede haber más tonto que tener una varita mágica y usarla
p.ira llevar la bolsa al hombro? Bien podemos imaginar un
i liento de hadas en que el hermanito tonto se encuentra un
| m Io al borde del camino y se lo lleva, sin darse cuenta de
43
que es la varita mágica que perdió el hechicero, y que por
eso no se encamina a la destrucción, como sus dos herma
nos mayores, que la buscaban para usarla en provecho
propio.
La vara del Loco es negra; las otras dos son blancas.
Para la inconsciencia del Loco, la fuerza espiritual perma
nece siempre en estado potencial, siempre lista, porque él
no la dirige conscientemente. Tenemos tendencia a inter
pretar erróneamente el color negro, a verlo com o malo,
como una negación de la vida. El negro significa más bien la
potencialidad de todas las cosas, la energía infinita de la
vida antes de que la conciencia haya erigido límite alguno.
Cuando tememos al negro o a la oscuridad, tememos a la
propia y profunda fuente inconsciente de la vida.
Com o el comodín, el Loco puede ocupar realmente
cualquier lugar en el mazo, en combinación con y en com
pañía de cualquier otra carta. Es la fuerza de animación que
da vida a las imágenes estáticas. En los Arcanos Mayores, el
lugar del Loco está allí donde hay una transición difícil. De
ahí su posición al comienzo, donde se da la transición del
mundo cotidiano de los Arcanos Menores al mundo de los
arquetipos. El Loco nos ayuda también a saltar la brecha
que hay entre cada línea y la siguiente, es decir, desde el
Carro a la Fuerza, desde la Templanza al Diablo. Para llegar
al Carro o a la Templanza se necesita gran esfuerzo y cora
je, y sin la fácil disposición del Loco para adentrarse de un
salto en territorio nuevo nos detendríamos probablemente
en lo que ya hemos logrado.
El lugar del Loco está también con aquellas cartas don
de se hace difícil el paso, como la Luna y la Muerte (obsér
vese el camino serpenteante que aparece en cada una de
ellas), y donde él nos insta a seguir avanzando a pesar de
nuestros temores.
En los Arcanos Menores, el Loco se relaciona en primer
lugar con todas las Varas: acción, impaciencia ilusionada,
movimiento sin pensamiento. Pero se relaciona también con
las Copas, con la insistencia de éstas en la imaginación y el
instinto. El Loco, en realidad, combina estos dos palos. Más
44
adelante veremos que esta combinación — fuego y agua—
representa el camino de la transformación.
Finalmente, se plantea la cuestión del lugar del Loco en
las consultas destinadas a la adivinación. He hablado ya de
la importancia de las lecturas para alcanzar un entendi
miento más cabal de las cartas. Más aún: nos ayudan a apli
car a nuestra vida cotidiana la sabiduría de las cartas. En las
lecturas, el Loco nos habla de coraje y de optimismo, nos
insta a tener fe en nosotros mismos y en la vida. En los
momentos difíciles, cuando la gente que nos rodea nos pre
siona para que seamos prácticos, el Loco nos recuerda que
quien mejor puede decirnos qué hacer es nuestro propio
ser interior.
Con frecuencia, el Loco puede simbolizar comienzos,
i nomentos en que uno se aventura valientemente, de un
salto, en una nueva fase de la vida, en particular cuando ese
■.alio se da a partir de un sentimiento profundo, no de una
I tlanificación cuidadosa.
Lo que llevamos dicho se refiere al Loco en su posición
normal, pero debemos tener en cuenta también los signifi
cados «invertidos», es decir, los que son válidos cuando la
lorma en que hemos mezclado las cartas hace que el Loco
aparezca cabeza abajo. Los significados invertidos son mo-
llvo de controversia entre los comentaristas del Tarot. Los
que expresan los significados con fórmulas se limitan por lo
común a invertir la fórmula: un método simplista que ha
Ix-cho que muchos intérpretes renunciaran a trabajar con la
Idea de los significados invertidos. Pero también podemos
considerar que las inversiones profundizan el significado de
la carta en cuanto totalidad. En general, una carta invertida
Indica que las cualidades que esa carta simboliza se encuen-
lian bloqueadas, deformadas o encauzadas en otra direc
ción.
Cuando el Loco aparece invertido, eso significa ante todo
Incapacidad del consultante para seguir sus instintos. Qui-
as haga alusión a no correr un riesgo en un momento deci-
•*lvo, ya sea por miedo o por confiar demasiado en planes
previos y en el consejo práctico de otras personas.
45
Otro significado del Loco, cuando se nos presenta inver
tido, al principio puede parecer contradictorio con el que
acabamos de dar. La temeridad, la extravagancia, los planes
delirantes, parecen todo lo contrario al exceso de cautela, y
sin embargo se originan en la misma debilidad, en una inca
pacidad para actuar «desde adentro». La persona temeraria
imprime a su vida un atolondramiento artificial y cons
ciente, no sólo porque no confía en su inconsciente para
que le sirva de guía, sino también porque tiene miedo de
estar sin hacer nada.
Este segundo significado invertido hace pensar en otra
dimensión del Loco: la conciencia de que los grandes ries
gos sólo se han de correr en el momento adecuado. Des
pués de todo, son muchas las veces que se necesita cautela,
y también aquellas en que lo mejor es no hacer absoluta
mente nada. El principio básico que nos enseña cualquier
oráculo es que no hay ninguna acción ni ninguna actitud
que esté bien ni mal, a no ser en su contexto adecuado.
A medida que nos adentremos más en el Tarot, veremos
no sólo que las cartas están impregnadas de este concepto
del momento adecuado, sino que él constituye, en verdad,
la clave correcta para usarlas. El naipe del mazo Rider que
ocupa exactamente el punto medio de las tres líneas, es
decir, la Justicia, significa una respuesta adecuada.
46
THE M AGICIAN.
Figura 2
El Mago
47
como comienzo propiamente dicho de los Arcanos Mayo
res,Representa la conciencia, la acción y la creación. Simbo
liza el concepto de manifestación, esto es, de hacer que
algo real emerja de las posibilidades a la vida. Por consi
guiente, dispuestos sobre una mesa, frente a él, vemos los
cuatro emblemas de los Arcanos Menores. El Mago no sólo
se vale del mundo físico para sus operaciones mágicas (los
cuatro emblemas son objetos que los hechiceros usan en
sus rituales), sino que también crea el mundo, exi..elsentido
de dar a la vida un significado y una dirección.
El Mago está rodeado de flores para recordarnos la ne
cesidad de que el poder emocional y creativo que sentimos
en nuestra vida se afirme en la realidad física para que p o
damos sacar algo valioso de él. A menos que hagamos algo
de nuestras potencialidades, éstas no existen realmente.
«En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra.» La Biblia
comienza en el momento en que el espíritu desciende a la
realidad física. Pues nosotros, en el mundo físico, no pode
mos hablar de nada previo a este momento. Cuando se
establece el vínculo del Tarot con el alfabeto hebreo, al Loco
se le asigna con frecuencia la primera letra, Aleph. (Aleph
no tiene ningún sonido; es un silencioso portador de voca
les, y por ende simboliza la nada. Es la primera letra de los
Diez Mandamientos.) Esto asignaría la segunda letra hebrea,
Beth — la primera con sonido efectivo— , al Mago. Beth es la
primera letra del Génesis.
Fijémonos en la imagen que da Waite del Mago: no está
practicando un hechizo ni conjurando los demonios. Sim
plemente está de pie, con una mano elevada al cielo mien
tras la otra señala la tierra verde. El Mago es un pararrayos.
Al abrirse al espíritu, lo atrae hacia sí, y después esa mano
que apunta hacia abajo, como un pararrayos hundido en el
suelo, hace que la energía descienda a la tierra, a la rea
lidad.
Encontramos muchos relatos del «descenso del espí
ritu» en la Biblia, en otros textos religiosos y en la experien
cia religiosa contemporánea. En las reuniones evangélicas
de las iglesias de Pentecostés, la gente habla «lenguas extra-
48
Has», grita, llora y se arroja al suelo. El sacerdote que da la
■umunión se considera a sí mismo como un «receptáculo»
i . i .mal del Espíritu Santo. Pero podemos ver la misma ex-
ii.'iicncia en términos mucho más simples y no religiosos.
I . 1 ijente tiembla de excitación en los acontecimientos de
portivos. «¡Me siento a punto de estallar!» Cuando inicia
mos una relación amorosa o una carrera, sentimos la pre-
.•■ncia de un poder que nos llena. A veces ve uno personas
que están al comienzo de una fase importante en su vida y
i|iie dan golpecitos con los pies en el suelo, no pueden es
tarse quietas en su asiento, llenas de una energía que no
pueden acabar de descargar. Y es común que escritores y
artistas, cuando su trabajo va bien, tengan la sensación de
ser canales casi pasivos de una fuerza espiritual. «Inspira
ción» significaba originariamente «lleno de un aliento sagra
do» y se deriva de la misma raíz que la palabra «espíritu».
Observemos que, salvo el sacerdote y el artista, todos los
protagonistas de estos ejemplos son presas de un frenesí. El
feligrés poseído, lo mismo que el aficionado que se siente a
punto de estallar en un espectáculo deportivo, comparten
la sensación de que su cuerpo está abrumado por un poder
demasiado grande. Lejos de ser grata, esa invasión de ener
gía puede ser casi dolorosa. La persona que es presa del
fervor religioso salta y grita para liberar una energía que se
le hace insoportable.
* La fuerza vital que llena el universo no es suave ni be
nigna. Es menester descargarla, afirmarla en algo real, por
que ni nuestro cuerpo ni nuestro ser psíquico están hechos
para almacenarla, sino solamente para transmitirla. Por eso
el artista no precisa unirse al frenesí físico: porque descarga
ese poder en el cuadro. De manera similar, el sacerdote
pasa el poder al pan y al vino.
Funcionamos meior como canales de energía. A menos
que sigamos la senda de la Suma Sacerdotisa, retirándonos
del mundo, vivimos con más plenitud la vida cuando somos
creadores o estamos activos. Y «crear» no se refiere simple
mente al arte, sino a cualquier actividad que produzca algo
real y valioso fuera de nosotros mismos.
49
<^Para muchas personas, la experiencia de sentirse pode
rosas es tan poco frecuente que tratan de aferrarse a esos
sentimientos. Tienen la esperanza de que si no hacen nada
podrán preservar esos momentos mágicos. Pero la única
forma en que realmente podemos aferramos al poder en la
vida es estar constantemente descargándolo. Al liberar el
poder creativo nos abrimos para recibir un caudal nuevo.
En cambio, si intentamos aferramos a él bloqueamos los
canales, y el sentimiento del poder — que es en realidad la
vida misma— se marchita dentro de nosotros. El especta
dor que presencia el partido de fútbol, el mismo feligrés
poseído, se encontrarán con que, una vez pasado el aconte
cimiento que la desencadenó, su excitación ha desapare
cido. Pero el artesano, el científico y el maestro — o, para el
caso, el lector o lectora de Tarot— se encontrarán con que
el poder se incrementa con los años, cuanto más lo descar
gan en la realidad física*>
Cuando miramos al Mago, quienes padecemos alguna
carencia o no encontramos sentido a nuestra vida nos senti-
remos atraídos por la vara q ue se eleva hacia el cielo, pero
la verdadera magia reside en ese dedo que apunta hacia la
tierra. Esa capacidad de crear es lo que le confiere su título.
Su imagen no se deriva solamente del truhán-ilusionista,
sino también del héroe arquetípico, que en nuestra cultura
sería Prometeo, el que trajo el fuego del cielo a la débil y
helada humanidad.
En Occidente tendemos a ver a los hechiceros como
manipuladores, que aprenden técnicas secretas o hacen
pactos con Satán para así obtener poder personal. Esta
imagen, un tanto decadente, proviene en parte de los pro
pios magos, puesto que ellos hacen ensalmos para encon
trar tesoros ocultos, pero también de la Iglesia, que ve a los
magos — personas que tratan directamente con el espíritu
en vez de pasar por el clero— como competidores. El Tarot
y todas las ciencias ocultas son en ciérto sentido revolucio-
narias, porgue enseñan la salvación directa, en esta vida.
mediante e l propio esfuerzo.
Podemos llegar a un concepto diferente del Mago mer-
50
* t’d a la imagen del chamán o médico brujo. Como no ha
.nisido ninguna Iglesia jerárquica que proscriba a los cha
manes, éstos no se han visto aislados de su comunidad. Sir
ven como sanadores, maestros y directores del alma des
pués de la muerte. Com o los hechiceros, los chamanes
estudian y aprenden complicadas técnicas. Su vocabulario
mágico suele ser mucho más amplio que el vocabulario co
tidiano de las gentes que los rodean. Sin embargo, su saber
jamás es usado para manipular al espíritu, ni con fines per
sonales. Por el contrario, el chamán sólo procura conver
tirse en un canal apropiado, tanto para sí mismo, porque así
no se verá abrumado, como para la comunidad, porque así
podrá servirla mejor. Sabe qué gran poder se adueñará de
«•I en los momentos de éxtasis, y quiere estar seguro de que
ese poder no ha de destruirlo y despojarlo de toda utilidad
p.ira la gente que lo rodea.
Como el hechicero, el chamán ha cultivado su voluntad
hasta el punto de ser capaz de dirigir el fuego que lo anima.
Al mismo tiempo se mantiene abierto, permitiendo que su
ego se disuelva bajo la violenta arremetida directa del espí
ritu. Dice algo acerca de nuestra cultura el hecho de que
nuestros hechiceros se queden dentro de círculos mágicos
para estar seguros de que los demonios no pueden tocar
los.
Podemos aplicar la actitud del chamán a todo nuestro
trato con el mazo del Tarot. Estudiamos las cartas, aprende
mos el lenguaje simbólico, incluso las fórmulas específicas,
para ser capaces de imprimir una dirección a los sentimien
tos que todo esto moviliza en nosotros. Pero no debemos
olvidar que la verdadera magia reside en las imágenes mis
mas, no en las explicaciones.
Los significados adivinatorios del Mago se derivan de
ambas manos, la que recibe el poder y la que lo dirige. La
carta significa, antes que nada, una conciencia del poder en
l.i propia vida, un darse cuenta del espíritu o de la simple
emoción que nos posee. También puede significar, según
cuál sea la posición de la carta y la reacción del consultante
ante ella, el poder de algún ser que afecta al sujeto. Com o el
51
Loco, esta carta se refiere a los comienzos, pero aquí la
referencia es a los primeros pasos efectivos. Puede aludir
tanto a la inspiración para iniciar algún nuevo proyecto o
fase de la vida, como al entusiasmo que nos sostiene a lo
largo del duro trabajo q ue ha de conducirnos a nuestro
o bjetivo. Para mucha gente, el Mago puede convertirse en
un fuerte símbolo personal de la fuerza creativa que acom
paña toda su vida.
En segundo lugar, el Mago representa el poder de la .
voluntad; la voluntad unificada y orientada hacia objetivos.
Significa tener gran fuerza porque toda nuestra energía está
canalizada en una dirección específica. La gente que da.
siempre la impresión de conseguir todo lo que quiere en la
vida suele ser gente que simplemente sabe lo que quiere, y
es capaz de dirigir su energía. El Mago nos enseña que tanto
la fuerza de voluntad como el éxito se derivan de la con
ciencia que tengamos de ese poder accesible a todos. La
mayoría de la gente rara vez actúa; se limita a reaccionar, a
ser llevada de una experiencia a otra. Actuar es dirigir nues-
tra fuerza, mediante la voluntad, al sitio a donde queremos
que vaya.
Cuando aparece al revés, el Mago significa que de algu
na manera la corriente de energía se ha visto perturbada o
bloqueada. Puede aludir a una debilidad, una falta de v o
luntad o una confusión de propósitos que es causa de que
no hagamos nada. El poder está ahí, pero no tenemos ac
ceso a él. La carta invertida puede señalar la apatía letárgica
que caracteriza a la depresión.
Este triunfo, invertido, también puede aludir a un abuso
de poder, a una persona que se vale de un carácter muy
fuerte para ejercer una influencia destructiva sobre otras. El
ejemplo más directo sería ciertamente la agresión psíquica
de la «magia negra».
Finalmente, cuando sale invertido, el Mago indica inquie
tud mental, alucinaciones, miedo, y especialmente miedo a
la locura. Este problema surge cuando la energía o el espí
ritu del fuego se adueña de una persona que no sabe cómo
canalizarla hacia una realidad exterior. Si no lo descarga-
52
ii ios a tierra, el rayo puede quedar atrapado en el cuerpo e
imponerse a la conciencia, asumiendo la forma de angustia
«i de alucinaciones. Cualquiera que haya pasado por un
linimento de pánico total sabrá que la angustia mental agu-
i l.i es una experiencia muy física, una sensación de que el
■uerpo se enloquece, como un incendio fuera de control.
I . 1 palabra «pánico» significa «poseído por el dios Pan», que
i", a su vez un símbolo de las fuerzas mágicas.
Volvamos a pensar en el pararrayos, que no sólo atrae
•■I tayo, sino que lo conduce a tierra. Sin esa conexión a tie-
na, el rayo incendiaría la casa.
Varios autores han señalado la relación existente entre
i'l chamanismo y lo que en Occidente llamamos «esquizo-
Iirnia». Con frecuencia, a un chamán no se lo elige; se lo
encuentra. Si, en nuestra cultura, un adolescente o un joven
lim e visiones y alucinaciones, no sabemos qué hacer con
tales experiencias, a no ser tratar de hacerlas desaparecer,
con fármacos y ejercicios de autodominio. Pero en otras
* ulluras, a esas personas se las entrena. Eso no quiere decir
i|iie en las culturas arcaicas la locura no exista o que no
■.rail capaces de reconocerla, sino más bien que el entrena
miento se orienta a la prevención de la locura mediante la
■analización de tales experiencias en una dirección produc
tiva.
Mediante el estudio con un chamán establecido, y gra-
i las a técnicas físicas como puede ser el ayuno, los iniciados
aprenden a entender y estructurar estas experiencias visio
narias, y finalmente, a ponerlas al servicio de la comunidad.
< liando aparece invertido, al Mago no hay que negarlo des
terrándolo o confinándolo; en cambio, debemos encontrar
la manera de volver a ponerlo en su posición correcta.
53
THE H1GH PRIESTESS
Figura 3
La Suma Sacerdotisa
54
una mujer llamada Manfreda Visconti. Gráficamente, la Igle-
•■l.t puso término a la herejía quemando a la hermana Man-
iivda en el año 1300, cuando se esperaba el comienzo de
I.) nueva era. Unos cien años más tarde, la misma familia
Visconti encargó el primer mazo de naipes de Tarot, tal
como lo conocemos. Entre esos triunfos sin numeración y
sin nombre aparecía la imagen de una mujer que barajas
posteriores llamaron «la Papisa».
El nombre se mantuvo hasta el siglo xvm, en que Court
de Gebelin, convencido de que el Tarot tenía su origen en
la religión de Isis del antiguo Egipto, le cambió el nombre
por el de Suma Sacerdotisa. En la actualidad, ambos nom
bres existen (como también el de Isis Velada), y la imagen
que nos muestra el naipe de Waite proviene directamente
de la vestimenta simbólica de las sacerdotisas de Isis, es
pecialmente la corona, que representa las tres fases de la
luna.
La leyenda de la papisa Juana y la historia de Manfreda
Visconti no son simplemente curiosidades históricas, sino
que ejemplifican un importante proceso social de la Edad
Media, el de la reintroducción de la mujer y de los principios
femeninos en la religión y en la cosmología. Las imágenes y
los conceptos asociados con el papel masculino habían do
minado durante siglos tanto la Iglesia como la religión judía.
Como resultado de ello, la gente corriente sentía la religión
de los sacerdotes y la de los rabinos como algo remoto,
áspero e inalcanzable, que sólo ponía el acento en el peca
do, el juicio y el castigo. El pueblo quería misericordia y
amor, y ésas eran cualidades que identificaba con las muje
res. Así como una madre protege a su hijo del rigor relativa
mente distante del padre, se esperaba que una deidad fe
menina intercediera por los desdichados pecadores contra
el juicio implacable del Padre.
Es interesante comprobar que en muchos sentidos la
Iglesia veía a Cristo, el Hijo, exactamente en ese papel de
introductor del amor y la compasión. Y sin embargo, el pue
blo seguía pidiendo una mujer. Ni siquiera la idea de pre
sentar a la Iglesia como la «Madre Iglesia» consiguió salir
55
adelante. Finalmente, la Iglesia capituló y elevó a la Virgen
María casi al mismo nivel del propio Cristo.
Muchos autores y estudiosos creen que la elevación de
María a los altares, así como la costumbre del hábito sacer
dotal con faldones largos, se originó en el deseo de la Igle
sia de asimilar una religión centrada en una figura femenina
que persistía desde antes del cristianismo. Si esto es verdad,
no sería tanto un indicio de conservadurismo cultural como
del poder del arquetipo femenino para mantener su influen
cia y así triunfar parcialmente sobre la supresión.
En el judaismo, la religión oficial de los rabinos consi
guió resistir todas las insurgencias feministas, pero la nece
sidad del pueblo halló asidero en otra parte: en la larga
tradición de la Cábala. Los cabalistas tomaron del Talmud
un término, Shekinah, que significaba la gloria de Dios
manifestada en el mundo físico, y revisaron la idea para
convertirla en el anima o aspecto femenino de Dios. Revisa
ron también el concepto de Adán, de quien hicieron origi
nariamente un hermafrodita. La separación de Eva de Adán,
e incluso la separación de la Shekinah de Dios, se convirtie
ron en resultados de la Caída; la ausencia de la mujer en la
religión oficial llegó a ser casi una cuestión de pecado, más
que de pureza.
Hasta el momento hemos considerado las cualidades
maternales y benignas de estas figuras mitológicas femeni
nas. Sin embargo, históricamente las deidades femeninas
han mostrado siempre, además, un aspecto oculto y som
brío. Por ende, introducir a la mujer es introducir la totali
dad del arquetipo. El Tarot escinde el arquetipo femenino
en dos triunfos, y de hecho asigna las cualidades benignas
al segundo (el número 3), la Emperatriz. En cuanto a la
Suma Sacerdotisa, representa un aspecto más profundo y
más sutil de la mujer: el de lo oscuro, lo misterioso y lo
oculto. Com o tal, se relaciona con el aspecto virginal de la
Virgen María, con lo puramente filial de la Shekinah (a quien
se representaba simultáneamente como madre, esposa e
hija).
Debemos tener en cuenta que esta asignación de cuali
56
dades a las mujeres proviene principalmente de los hom
bres y de las ideas masculinas. Tanto los cabalistas como los
ocultistas y los artistas que dibujaron el Tarot deploraban la
separación de hombres y mujeres en categorías, y enseña
ron como objetivo final la unificación, tal como lo demues-
Ira en el Tarot el danzarín del Mundo. En esto estaban muy
por delante de la religión establecida, que llegó incluso a
discutir si las mujeres tenían alma. Pese a todo, siguieron
siendo los hombres quienes hacían las categorías. A los
hombres las mujeres se les han aparecido siempre como
misteriosas y extrañas, y — cuando están en el tranquiliza
dor papel maternal— como amantes y misericordiosas. Las
mujeres, a los hombres les parecen ajenas, más sutiles en su
manera de pensar, menos racionales. En nuestra época, la
novela y el cine nos muestran constantemente hombres sim
ples manejados por la astucia de las mujeres.
El hecho de que el ciclo menstrual dure aproximada
mente lo mismo que el ciclo lunar establece un vínculo entre
las mujeres y el remoto cuerpo celeste. A lo largo de siglos,
la menstruación como tal — una copiosa hemorragia genital
que no lleva consigo pérdida de vida— ha aterrorizado lisa
y llanamente a los hombres. Incluso hoy, hay judíos supers
ticiosos convencidos de que una gota de sangre menstrual
puede matar una planta. Y el misterio sobrecogedor del
nacimiento estrechó aún más el vínculo entre la mujer y la
idea de oscuridad. El feto crece, y el alma entra en él, en la
tibia y húmeda oscuridad del útero. La maternidad rela
cionó a las mujeres con la tierra, y también allí domina la
oscuridad. Las semillas, ocultas en el suelo durante la oscura
muerte invernal, emergen convertidas en alimento bajo los
tibios rayos tranquilizadores del sol, considerado masculino
en la mayoría de culturas.
Así como los rayos del sol penetran la tierra, el órgano
masculino penetra a la mujer para dejar su simiente en el
misterio del útero. Es fácil ver de qué modo los hombres lle
garon a considerarse a sí mismos como activos y a las muje
res como pasivas y al mismo tiempo misteriosas. Con fre
cuencia se relaciona lo pasivo con lo «negativo», es decir,
57
con lo inferior y débil. Pero la pasividad lleva en sí su propio
poder; da ocasión de trabajar a la mente. La gente q ue sólo
sabe de acción nunca tiene oportunidad de reflexionar so
bre lo que la acción le ha enseñado. En un sentido más pro
fundo. la pasividad permite que emerja el subconsciente.
Solamente retirándonos del compromiso externo podemos
dejar que nos hable la voz interior de la visión y de las fuer
zas psíquicas. Precisamente para evitar esta voz interior
muchas personas no descansan jamás de la acción y del
movimiento. Nuestra sociedad, completamente basada en
los logros externos, alimenta en nosotros el terror al sub
consciente, y sin embargo, sin su sabiduría no podemos ja
más alcanzar un conocimiento pleno de nosotros mismos.
La Suma Sacerdotisa representa todas estas cualidades:
la oscuridad, el misterio, las fuerzas psíquicas, el poder de la
luna para movilizar el subconsciente, la pasividad y la sabi-
duría que de ella obtenemos. Esta sabiduría no puede ex
presarse en términos racionales; el intento de hacerlo así
nos lleva inmediatamente a limitarla, angostarla y falsifi
carla. La mayoría de nosotros hemos sentido en algún mo
mento que entendíamos algo con una profundidad tal que
jamás podríamos llegar a explicarlo. Los mitos sirven como
metáforas de sentimientos psíquicos profundos; y sin em
bargo, los propios mitos, lo mismo que las explicaciones de
los teólogos y de los antropólogos, no son más que símbo-
los. La Suma Sacerdotisa representa la sabiduría interior en
su nivel más profundo.
Está sentada ante dos pilares que representan a la vez el
templo de Isis y el antiguo templo hebreo de Jerusalén, el
lugar que es morada de Dios sobre la tierra o, con otras
palabras, el hogar de la Shekinah. Entre los dos pilares
pende un velo, que indica que nos está vedado penetrar en
el lugar de la sabiduría. La imagen del templo o del santua
rio velado aparece en muchas religiones, y de hecho, se
decía que la Shekinah moraba dentro del arca del templo.
Ahora bien, la mayoría da por sentado que, por alguna
oscura razón, nos está prohibido ir más allá de los pilares de
la Suma Sacerdotisa. En realidad, simplemente no sabemos
58
cómo hacerlo. Entrar detrás del velo sería conocer cons
cientemente la sabiduría irracional del inconsciente, y ése
es el objetivo de los Arcanos Mayores en su totalidad. Si
observamos con cuidado la imagen de Smith, al mirar entre
el velo y los pilares podemos ver lo que hay detrás del velo.
Y lo que hay detrás es agua, y no un templo imponente ni
símbolos complejos: simplemente un estanque de agua, una
línea de colinas y el cielo. El estanque significa el incons
ciente y la verdad que en él se oculta. El agua está inmóvil,
los secretos se esconden en sus más oscuras profundidades,
por debajo de la superficie tersa. Para la mayoría de noso
tros, la mayor parte de las veces, la turbulencia deTsiibcoñs^
d e nte permanece oculta bajo la plácida capa de la concien-
cia. No podemos entrar en el templo porque no sabemos
entrar en nosotros mismos; por eso debemos hacer el viaje
a través de los triunfos hasta llegar a la Estrella y la Luna,
donde finalmente podemos alborotar las aguas y regresar
con la sabiduría a la luz consciente del Sol.
El templo introduce la imagen de los dos pilares, y el
tema de la dualidad y de los opuestos. La imagen vuelve a
aparecer una y otra vez en los triunfos, en lugares tan obvios
como los pilares de la iglesia del Hierofante o las dos torres
de la Luna (los pilares de la Suma Sacerdotisa, vistos desde
el otro lado), pero también de maneras más sutiles, como
pueden ser las dos esfinges del Carro o el hombre y la mu
jer de los Enamorados. Finalmente, el Juicio, con el niño
que se alza entre un hombre y una mujer, y el Mundo, que
sostiene dos varas, resuelven la dualidad en cuanto unen
los misterios interiores con la percepción de lo exterior.
Las letras «B » y «J » representan a Boaz y Jakin, los nom
bres que recibían los dos pilares principales del templo en
Jerusalén. Es evidente que Boaz, al ser negro, representa la
pasividad y el misterio, en tanto que Jakin simboliza la acción
y la conciencia. Obsérvese, sin embargo, que las letras res
ponden a la indicación inversa: la B es blanca y la J negra.
Com o los puntos en el símbolo del Tao, las letras significan
que la dualidad es ilusoria, y que cada uno de los extremos
lleva, incorporado en sí mismo, al otro.
59
En la falda, la Suma Sacerdotisa tiene un rollo donde se
lee «Tora», un nombre que se refiere al derecho judío, es
decir, a los Cinco Libros de Moisés o Pentateuco. La pala
bra [sin el acento con que generalmente se escribe en caste
llano] es un anagrama de «Taro». Com o tema último de
todas las meditaciones cabalísticas (como lo es la crucifixión
de Cristo para los místicos cristianos), la Tora es un vehículo
sumamente importante de significación esotérica. Los caba
listas creían que la Tora que se lee los sábados por la ma
ñana en las sinagogas no era más que una representación,
una especie de sombra de la verdadera Tora, la palabra vi
viente de Dios, que existía antes del universo y que con
tiene dentro de sí toda existencia verdadera. Por consiguien
te, la Tora que tiene en las manos la Suma Sacerdotisa,
arrollada y parcialmente oculta en su capa, significa un co
nocimiento superior que permanece cerrado para nuestro
entendimiento inferior. Podemos decir también que es el
conjunto de las verdades psíquicas que sólo se nos hacen
accesibles en la forma desvirtuada de los mitos y los sueños.
Hablamos antes de que el Loco entra en escena en los
momentos decisivos, de cambio, para impulsarnos hacia
adelante. Uno de esos momentos es la brecha que hay en
tre la Suma Sacerdotisa y la Emperatriz. Con demasiada
facilidad podemos dejarnos seducir por la frialdad sombría
del segundo triunfo, aunque nunca lleguemos a penetrar
realmente sus secretos. Con frecuencia, la persona que se
inicia en la disciplina espiritual prefiere quedarse en el nivel
visionario antes que pasar por el trabajo, lento y difícil, que
se necesita para avanzar. Muchas personas, en situaciones
más corrientes, encontrarán que la vida es demasiado abru
madora y vasta, que les exige demasiado para que se ani
men a participar. El mejor empleo que podemos dar al as
pecto pasivo de la Suma Sacerdotisa es el de contrapesar la
actitud de extraversión del Mago, pero a muchos la pasivi
dad les resulta sumamente atractiva. Representa una res
puesta a la pugna, un retraimiento silencioso, en vez de
afrontar el áspero resplandor del riesgo que intuimos al
comprometernos abiertamente con otras personas.
60
Pero la mente humana no funciona de esa manera; re
quiere pasión, y necesita conectarse con el mundo. Si no
podemos atravesar el velo, el templo no deja de ser para
nosotros un lugar vacío y falto de significado. La persona
que intenta llevar una vida completamente pasiva se de
prime y se siente cada vez más atrapada en un ciclo de apa-
lía y miedo.
Virtualmente todas las religiones centradas en diosas
lunares tienen mitos que expresan el aspecto feroz de la
deidad. Ovidio nos cuenta la historia de Acteón, un caza
dor, y por consiguiente una figura que pertenecía al mundo
i le la acción. Un día que vio un arroyo, Acteón decidió seguir
la corriente hasta su nacimiento (volvemos aquí a ver el
agua como símbolo del inconsciente). Al hacerlo, se separó
de sus perros y de los demás cazadores, y cuando llegó a las
fuentes, lejos ya del mundo de la actividad, vio a un grupo
de doncellas, entre las que se destacaba la desnuda belleza
de Diana, la diosa virgen. Ahora bien, si Acteón hubiera
i egresado inmediatamente al mundo exterior, habría encon
trado su vida enriquecida. Pero, en cambio, se dejó fascinar
por la belleza de Diana; se quedó demasiado tiempo, y la
diosa, al descubrir que un hombre la había visto en su des
nudez (compárense las túnicas y capas de la Suma Sacer-
' lotisa con la desnudez de la Estrella), convirtió a Acteón en
un ciervo. Y cuando éste huyó, aterrorizado, sus propios
perros lo destrozaron.
Aquí interviene el Loco (y tengamos presente el perro
del Loco, que salta a su lado) para recordarnos que, mien-
li.is no estemos verdaderamente en condiciones de asimi
ladas, nos alejemos en una leve danza de estas visiones,
tanto de las del Mago como de las de la Suma Sacerdo
tisa.
Los significados adivinatorios de la Suma Sacerdotisa se
11 ■1ieren en primer lugar a un sentido del misterio de la vida,
tanto a las cosas que no sabemos como a las que no pode-
mos saber^Indica una sensación de oscuridad, a veces a
ni()3o*He un ámbito de miedo en nuestra vida, pero en oca-
iones, también un ámbito de belleza. Un período de retrai
61
miento pasivo puede enriquecernos en cuanto permite que
en nuestro interior se despierten cosas^
Com o emblema del conocimiento secreto, el triunfo in
dica esa sensación de entender intuitivamente la respuesta
a algún gran problema, aunque no podamos expresar cons
cientemente tal respuesta. Más específicamente, la carta
puede referirse a visiones y a poderes ocultos y psíquicos,
como el de clarividencia.
En su aspecto más positivo, la Suma Sacerdotisa signi-
fica el potencial que hay en nuestra vida, las pptencialjda-
des muy fuertes que no hemos realizado, aun cuando po
damos percibirlas como posibles.
< Pese a su profunda sabiduría, el naipe puede ser, en
ocasiones, portador de un significado negativo. Com o pasa
con la mayoría de los triunfos, el valor de la Suma Sacerdo
tisa depende del contexto de las otras cartas. Negativa
mente, el triunfo indica pasividad en un momento inopor
tuno o durante demasiado tiempo, lo que será causa de
debilidad y miedo a la vida o a otras personas. En ese caso
muestra a una persona de fuerte intuición que no puede
traducir los sentimientos en acción, o a una persona que
teme abrirse a sus semejantes. Que en una determinada
lectura aparezca el buen aspecto de este naipe o el malo,
depende de las cartas que lo rodeen y, naturalmente, de la
intuición del lector (ya que cada vez que leemos las cartas
participamos de la naturaleza de la Suma Sacerdotisa). Con
mucha frecuencia, ambos significados son válidos. Los seres
humanos tenemos más de un aspecto^
La Suma Sacerdotisa es un arquetipo, una imagen ex-
cluyente de un solo aspecto de la existencia. Cuando la
damos vuelta, atraemos las cualidades faltantes. La carta
invertida significa un giro hacia la pasión, hacia un compro
miso profundo con la vida y con otras personas, de todas
las maneras, en lo emocional, en lo sexual y en lo competi
tivo. Sin embargo, el péndulo puede hacer una oscilación
demasiado amplia, y entonces la carta invertida puede sim
bolizar una pérdida del más precioso de los conocimientos:
el sentido de nuestro propio ser interior.
62
4
La secuencia mundana
63
Nos muestran una tríada compuesta por la naturaleza, la
sociedad y la Iglesia. Significan también la madre, el padre y
la educación. En el antiguo Egipto se veía con frecuencia a
la deidad como una trinidad. Las personas cambiaban de
un lugar a otro, y a lo largo de los años, pero eran general
mente una mujer y dos hombres; a la mujer se la conside
raba suprema. En el Tarot la naturaleza, simbolizada por la
Emperatriz, es la realidad subyacente, en tanto que sus con
sortes — simbolizados por el Emperador y el Hierofante—
son constructos humanos.
Las dos últimas cartas de la línea representan los proble
mas del individuo, el amor y el sufrimiento, la entrega y la
voluntad. En algún momento, todos y cada uno de nosotros
debemos aprender a distinguirnos del mundo exterior. Antes
de ese momento, la personalidad no es más que una crea
ción, vaga e informe, de los padres y de la sociedad. Para
los que nunca llegan a la ruptura, la plenitud de la vida se
hace inaccesible. Para la mayoría de las personas, el medio
por el cual se separan de sus padres es la aparición (los
freudianos y tal vez los ocultistas dirían la «reaparición») del
impulso sexual en la pubertad. No es accidental que los
hijos se rebelen contra sus padres, tanto en las ideas como
en los hábitos y en la vestimenta, al mismo tiempo que su
cuerpo crece hacia la madurez.
El desarrollo de la individualidad es solamente una parte
del crecimiento. Sea hombre o mujer, cada persona debe
encontrar sus propios objetivos y logros personales. Al mis
mo tiempo, tarde o temprano cada uno ha de enfrentar el
sufrimiento. enfermedad y la debilidad general de una
vida regida p< la vejez y la muerte. Sólo cuando alcanza
mos una comprensión plena de la vida exterior de la huma
nidad podemos tener la esperanza de lograr interiormente
una realidad más profunda.
64
Figura 4
La Emperatriz
65
senta valores y puntos de vista que nuestra sociedad patriar
cal considera negativos, y en parte porque la gente comete
el error de suponer que los hombres y las mujeres, tomados
individualmente, deben expresar estas ideas arquetípicas.
Pero las imágenes sociales mutilan también de otra manera:
son triviales. La Emperatriz, lo mismo que otros equivalen
tes mitológicos, como Afrodita, Ishtar o Erzulie, representa
algo grandioso: todas ellas significan la aproximación apa
sionada a la vida. Dan y reciben la experiencia sin imponer
control al sentimiento.
Mientras no aprendamos a vivenciar completamente el
mundo exterior, no podemos tener la esperanza de trascen-
derlo. Por consiguiente, el primer paso en el camino de la
iluminación es la sensualidad. Sólo a través de la pasión
podemos percibir, desde lo más profundo de nuestro inte
rior y no a partir de discusiones intelectuales, el espíritu que
llena toda existencia.
Muchas personas ven la religión como una alternativa al
mundo natural, al que, no se sabe por qué, consideran im
puro o sucio. Aunque nuestra tradición cultural la fomente,
esta dualidad es en realidad una ilusión engañosa, y la per
sona que encare la espiritualidad con esta motivación esca-
pista probablemente jamás alcanzará un entendimiento muy
profundo. El cuerpo y el mundo natural son realidades que
deben ser integradas, no negadas.
En la mitología del budismo encontramos que los dioses
manipularon al padre del príncipe Siddhartha para que
ofreciera a su hijo Gautama todas las satisfacciones sensua
les. El padre creyó que el placer impediría que su hijo re
nunciase al mundo y se convirtiera en Buda. Pero el tiro le
salió por la culata, porque sólo después de haber experi
mentado completamente la sensualidad fue el príncipe ca
paz de trascenderla. Tras haber renunciado al mundo, Gau
tama se unió al otro polo, al del ascetismo. Pero sólo alcan
zó la iluminación cuando hubo rechazado ambos extremos
para seguir el Camino del Medio. Así, podemos ver al Buda
en el danzarín del Mundo, que en sus manos sostiene con
levedad al Mago y a la Suma Sacerdotisa.
66
En cuanto combinación del 1 y del 2, el número 3 signi
fica síntesis y armonía. El mundo natural se combina con el
Mago y la Suma Sacerdotisa en una unidad indivisible de
vida y muerte, oscuridad y luz. La idea de la emoción tam
bién unifica al Mago, arquetipo de la actividad, con la Suma
Sacerdotisa, arquetipo del instinto.
Consideremos además el proceso de la creación. El Mago
simboliza la energía de la vida, la Suma Sacerdotisa las
posibilidades del desarrollo futuro. La realidad de la Empe
ratriz resulta de la combinación de ambos. Recientemente,
Cari Sagan demostró que la vida en la tierra podría haber
comenzado cuando un rayo se descargó sobre el mar pri
mordial. Así, nuevamente, del rayo del Mago que se des
carga en las aguas de la Suma Sacerdotisa, proviene el
mundo natural.
El simbolismo de la Emperai ■?. en la baraja Waite-Smith
refleja la idea de la naturaleza, con toda su fuerza y su glo
ria. La Emperatriz misma, voluptuosa y sensual, sugiere pa
sión. Su escudo es un corazón con el signo de Venus, la
versión romana de la Gran Diosa. Durante toda la antigüe
dad la Diosa reinó, como Deméter, como Astarté, como Nut,
hasta que los invasores patriarcales la degradaron a la con
dición de esposa (y terminaron por desterrarla completa
mente, implantando una divinidad masculina). A los pies de
la Emperatriz crece un campo de cereal; la Diosa regía la
agricultura, y en el noroeste de Europa se la llamaba la
«diosa del cereal». Lleva al cuello un collar de nueve perlas,
por los nueve planetas, en tanto que su corona ostenta
doce estrellas, por los signos del zodíaco. En pocas pala
bras, la Emperatriz se enjoya con el universo. La Gran Madre
no es las formas de la naturaleza, sino el principio de vida
subyacente. Las estrellas son de seis puntas, un símbolo
mucho más antiguo que su uso actual como emblema social
del judaismo. La estrella de seis puntas combina dos trián
gulos; el que apunta hacia arriba simboliza el fuego, el que
apunta hacia abajo el agua. Una vez más, la Emperatriz
combina los triunfos 1 y 2 en una nueva realidad.
Un río que fluye de entre los árboles que hay detrás de
67
ella va a desaparecer debajo de su asiento. El río es la fuer
za de la vida, que fluye como una gran corriente por debajo
de todas las formas independientes de la realidad, y que
experimentamos plenamente cuando nos entregamos a la
pasión sin restricciones. En lo profundo de nuestro ser po
demos percibir el ritmo de un río, que nos transporta hacia
adelante a través de la experiencia hasta que, con la muerte,
nuestras vidas individuales retornan al mar de la existen
cia.
El río simboliza también la unidad de estabilidad y cam
bio. El agua del río no es nunca la misma, y sin embargo el
río sigue siendo siempre ese río, con sus propias y especia
les cualidades. Los seres humanos cambiamos día a día, las
células de nuestro cuerpo mueren y son reemplazadas por
otras, y sin embargo, somos siempre nosotros mismos.
El número 3, producido por la combinación dei I y el 2,
suscita aún otra idea. Así como los números 1 y 2 represen
taban específicamente al varón y la mujer, el número 3 sig
nifica el hijo producido por la unión de ambos. El niño nace
como una criatura de la naturaleza, que al no llevar la carga
de la personalidad y del ego, vivencia el universo directa
mente, sin controles ni rótulos. Sólo al ir haciéndonos ma
yores aprendemos a levantar barreras entre nosotros y la
vida. Y uno de los objetivos del Tarot es devolvernos a ese
estado natural capaz de experimentar directamente el mun
do que nos rodea.
Pero, si la Emperatriz significa el niño, también repre
senta la madre. La maternidad es el medio básico por el
cual la vida se continúa a través de la naturaleza. Y, como el
vínculo físico entre madre e hijo es tan directo, el amor ma
terno, en su forma más fuerte, es puro sentimiento, que se
brinda sin consideraciones intelectuales ni morales. (Esto
es, por cierto, un ideal, y en realidad un amor tal puede pro
venir más bien del progenitor masculino que de la madre o,
lamentablemente, no existir en absoluto.) A lo largo de la
historia, la gente ha identificado la maternidad con la natu
raleza, de modo que la expresión «Gran Madre» usada para
describir a la tierra misma aparece en todo el mundo, e
68
incluso hoy seguimos hablando vagamente de la Madre
Naturaleza.
* Cuando se hace una lectura, la Emperatriz representa
un momento de pasión, un período durante el cual nos acer
camos a la vida por la vía de los sentimientos y el placer, no
por la del pensamiento. La pasión es sexual o maternal; de
cualquier manera que sea, se tiene de ella una vivencia pro
funda, y en el contexto adecuado puede dar gran satisfac
ción. En el contexto inadecuado, cuando se necesita el aná
lisis, la Emperatriz puede significar una terquedad em ocio
nal, un enfoque que se niega a considerar los hechos. Puede
indicar también otro problema: un deleite en la autocom-
placencia cuando lo que se necesitaría es sobriedad. Por lo
común, sin embargo, indica satisfacción e incluso compren
sión obtenida mediante las emociones. También los signifi
cados de la carta invertida tienen sus contextos positivos y
negativos. Por una parte, ésta puede significar una retrac
ción frente al sentimiento, porque rechazamos nuestras emo
ciones o porque intentamos reprimir nuestros deseos, espe
cialmente los sexuales. Sin embargo, así como la Suma Sa
cerdotisa, en posición invertida, añadía el elemento faltante
de participación y compromiso, también la Emperatriz en
esta posición puede apuntar a una percepción intelectual
nueva, y especialmente a resolver, considerándolo con cal
ma, algún problema emocional complicado.
Tanto en sus significados en posición normal como in
vertida, los triunfos 2 y 3 funcionan cada uno como espejo
del otro. Sucede a veces que en una lectura aparezcan los
dos invertidos. Esto significa que la persona expresa tanto
sus aspectos emocionales como los intuitivo-mentales, pero
de manera negativa. La racionalidad aparece com o una
reacción a un compromiso emocional excesivo, en tanto
que un sentimiento de frialdad o de aislamiento conduce a
la pasión. Si los dos aspectos de la diosa pueden ser viven-
ciados con el naipe en posición normal, la persona alcan
zará un equilibrio más estable y más gratificante.
69
(a) Figura 5 (b)
El Emperador
70
cuando descubren la limitada condición humana de sus
padres.
En el esquema freudiano de la evolución mental del
varón, el padre y las normas de la sociedad llegan a estar
directamente vinculados. La psique del niño exige satisfac
ción constante, especialmente en lo que se refiere a sus
deseos de recibir alimento y placer físico de la madre. (Aun
que los freudianos sostengan que el niño desea efectiva
mente el contacto sexual con su madre, la situación es vá
lida incluso si el niño no busca otra cosa que el placer de
sentirse sostenido contra el cuerpo de ella.) Al interferir en
la relación del niño con su madre, el padre despierta la hos
tilidad de su hijo, y para el infante, en quien la represión
todavía no actúa, esto significa un deseo de deshacerse to
talmente de la interferencia. Sin embargo, el impulso a des
truir al padre no puede ser consumado, ni siquiera recono
cido, de modo que la psique, para suprimir el terrible dilema,
se identifica con la imagen del*Padre, creando así, como
nueva guía para el yo, un «superyó» (que reemplaza al «ello»,
esto es, a los mismos deseos y necesidades que originaron
la crisis). Pero, ¿qué forma ha de asumir el superyó? Pues,
precisamente, la de las reglas de la sociedad, que tradicio
nalmente se aprenden bajo la supervisión del padre.
Los triunfos 3 y 4 del Tarot representan a los padres en
sus roles arquetípicos. Pero, así como la Emperatriz signifi
caba el mundo natural, el Emperador es portador de la sig
nificación, más amplia, del mundo social «casado» con la
naturaleza. Simboliza las leyes de la sociedad, tanto las bue
nas como las malas, y el poder que las impone y hace
£umpjir.
En los tiempos antiguos, cuando reinaba la Diosa, el rey
desempeñaba una función especial. La nueva vida sólo
puede venir de la muerte, de manera que, cada invierno, los
representantes de la Diosa sacrificaban al viejo rey, con fre
cuencia desmembrándolo para plantar los trozos en la tie
rra, en lo que constituía una fertilización mística. Más ade
lante, al prevalecer las religiones dominadas por el principio
masculino, el rey llegó a simbolizar el gobierno del derecho,
71
que había suprimido con la tapadera de la represión lo que
a los patriarcas se les aparecía como la monstruosa y caó
tica oscuridad del viejo orden. En muchos mitos podemos
ver este drama (tan semejante a la sustitución freudiana del
ello por el superyó); por ejemplo, en el de Marduk, el héroe
nacional de Babilonia, que mata a Tiamat, la madre origina
ria de la creación, porque da a luz monstruos. No importa
que veamos o no las antiguas costumbres como monstruo
sas y las nuevas como civilizadas; el Emperador simboliza la
abstracción de la sociedad que reemplaza a la experiencia
directa de la naturaleza.
En Roma, el concepto de oposición entre ley y caos se
llevó al punto en que la estabilidad o, en términos moder
nos, la «ley y el orden» se convirtieron en virtudes en sí mis
mas, aparte de la moralidad inherente de estas leyes. No
puede haber progreso en condiciones de anarquía, se argu
menta, y hay que cambiar las malas leves, pero lo primero
es obedecer la ley a cualquier precio. Cualquier otra mane
ra de abordar el problema destruiría la sociedad. Es el punto
de vista encarnado actualmente en la abstracción que lla
mamos el «sistema». Los romanos la veían en forma más
concreta en la figura personal del Emperador, a quien des
cribían como el padre de todo su pueblo.
En su mejor aspecto, el Emperador indica la estabilidad
de una sociedad justa que permite a sus miembros ir en pos
de sus propias necesidades y de su evolución personal<El
mundo natural es caótico; sin algún tipo de estructura so
cial, podríamos pasarnos toda la vida luchando para sobre
vivir. La sociedad nos permite que trabajemos juntos y que
nos beneficiemos de la experiencia de quienes vivieron an
tes que nosotros?>
La estabilidad permite además el desarrollo espiritual.
En muchos países, la sociedad sostiene las iglesias (aunque
es discutible que esta medida fomente la espiritualidad); en
algunos países orientales, los monjes tienen libertad para
proseguir sus estudios porque los laicos llenan su tazón de
mendigos. Si esta costumbre social no existiera, tendrían
que dedicar su tiempo a trabajar para ganarse el pan.
72
En sus aspectos más negativos, el Emperador repre
senta el poder de las leyes injustas en una sociedad donde
la estabilidad tiene precedencia sobre la moral. Una vez
que establecemos la ley y el orden como valores supremos,
un gobernante corrupto llega a ser un desastre. Pero si la
corrupción afecta a todo el sistema, y éste produce sola
mente malos gobernantes, entonces la estabilidad se con
vierte en enemiga de la moral. El valor del símbolo del Em
perador depende en gran medida del momento y del lugar.
En una sociedad injusta, el poder del Emperador traba la
evolución personal en vez de fomentarla. Muchísimas per
sonas han ido a la cárcel por atacar leyes que son injus
tas.
Sin embargo, incluso en el mejor de los casos este Ar
cano continúa siendo restrictivo. El Emperador ha echado
una red represiva sobre la espontaneidad de la Emperatriz.
Si perdemos contacto con nuestras pasiones, la vida se
vuelve fría y estéril. .El mazo Rider nos muestra (figura 5a)
un Emperador viejo y rígido, con armadura — vestido de
hierro— , que representa la esterilidad de una vida rígida
mente gobernada por normas. El río, que tan poderosa
mente fluía a través del jardín de la Emperatriz, se ha con
vertido aquí en una débil corriente que apenas si consigue
penetrar en un desierto sin vida.
El otro simbolismo de la carta refleja sus aspectos dua
les. El personaje sostiene una crux ansata, la cruz egipcia
que es el símbolo de la vida, para indicar que en virtud de la
ley es suyo el poder de la vida y de la muerte, y que tiene
la esperanza de usarlo bien. Cuatro carneros, símbolos de
Aries, adornan su trono, en tanto que en lo alto de la co
rona el Emperador lleva el signo de Aries (que lamentable
mente parece una hélice). Ahora bien, Aries simboliza la
fuerza, la agresión y la guerra, pero — en cuanto primer
signo del zodíaco— significa también la nueva vida de la
.primavera, que puede emerger de la estabilidad de una so-
.ciedad iusta.
Al ser la carta central de la primera línea de los Arcanos
Mayores, el Emperador representa una prueba decisiva. En
73
el proceso de crecimiento son ciertamente las reglas de la
sociedad lo que para muchas personas constituye lo más di-
fícil de superar. Debemos absorber estas reglas, lo mismo
que las tradiciones y creencias de nuestra sociedad, y des
pués trascenderlas, para encontrar un código personal de
conducta. Esto no significa una actitud de «las reglas se han
hecho para romperlas»; la gente que experimenta la com
pulsión de infringir todas las leyes se mantiene tan ligada a
ellas como la persona que las obedece ciegamente.
Como el papel del padre consiste en enseñarnos un com
portamiento social aceptable, los que se quedan atrapados
en el nivel del Emperador suelen ser gente que en realidad
jamás ha llegado a aceptar la humanidad corriente de su
padre. Es posible que la reconozcan racionalmente, pero es
algo que los inquieta y los acosa. Problemas similares per
turban a las personas para quienes la Emperatriz sigue re
presentando las pasiones y la sensualidad de su madre, y
no la suya propia.
La idea de que el Emperador representa los valores res
trictivos de la estructura social proviene principalmente de
Waite y sus seguidores. La imagen que hay al comienzo de
esta sección, a la derecha (figura 5b), tomada del mazo
B O TA (Builders of the Adytum, es decir, Constructores del
Santuario), de Paul Foster Case, dibujado por Jessie Burns
Parke, ejemplifica otra tradición. Aquí, el Emperador simbo
liza la suma total del conocimiento espiritual. Está dibujado
de perfil (lo cual es mucho más común que la imagen de
frente del mazo Rider), y ello lo vincula con la imagen caba
lística de Dios como el «Anciano de los días», un rey sen
tado visto de perfil. (El rostro del Anciano nunca era visible,
sino sólo su corona con un resplandor debajo.)
Los brazos y las piernas del Emperador forman un trián
gulo equilátero sobre una cruz, el signo alquímico del fuego.
Esta figura se invierte posteriormente (tanto en Waite como
en Case) en el Colgado. Com o ya dijimos, las piernas cruza
das son un signo esotérico, que se encuentra también en la
carta del Mundo. El Emperador B O TA está sentado sobre
un cubo, más bien que en un trono. También un símbolo
74
esotérico, el cubo simboliza a la vez el mundo y el Tarot
mismo, así como el alfabeto hebreo y las sendas del Arbol
de la Vida. El simbolismo se genera en el hecho de que un
cubo tiene doce aristas, seis caras, tres ejes y, como es natu
ral, un centro, todo lo cual suma veintidós, el número de los
triunfos, de las letras
s
hebreas y de los senderos. Y, como se
sostiene que el Arbol de la Vida representa toda la creación,
el cubo simboliza el universo.
En las lecturas (si seguimos la imagen del mazo Rider) el
Emperador indica el poder de la sociedad, de sus leyes, y
especialmente de su autoridad para imponer tales leyes. La
aparición de este triunfo indica un enfrentamiento con la
ley. Una vez más, las buenas o malas cualidades dependen
del contexto.
En un nivel más personal, el Emperador puede significar
un momento de estabilidad y orden en la vida de una per-
sona, una época que ofrezca la esperanza de abrirse hacia
energías creativas. También puede indicar una determi
nada persona que tiene gran poder sobre el sujeto, ya sea
de índole objetiva o emocional. Con gran frecuencia se trata
del padre, pero puede ser también un marido o un amante,
especialmente para los que tratan a sus amantes como sus
titutos paternos a quienes entregan el control de su vida. He
visto lecturas tan dominadas por el Emperador que todas
las posibilidades de la vida se atrofian y quedan sin rea
lizar.
Como la Emperatriz invertida, cuando el Emperador no
está en su posición normal recibe los elementos comple
mentarios de sus cualidades cuando aparece en la posición
debida. Es, como lo expresa Waite, «benevolencia y compa
sión», vida nueva en un desierto pedregoso. Pero el pén
dulo puede oscilar con demasiada amplitud; es posible que
el Emperador invertido signifique inmadurez, y la incapaci
dad de tomar decisiones difíciles y de llevarlas a la prác
tica.
75
■ v ./ ó « v
I h e H ic ro p h iu it tí
El Hierofante
76
Book o fT h o th [Libro de Tot], de Aleister Crowley, dibujada
por Frieda Harris. Aquí, el triunfo significa la iniciación en
una doctrina secreta, com o las diversas órdenes y logias
que florecieron a fines de siglo y que han experimentado un
resurgimiento en Inglaterra y Estados Unidos. En la Order
of the Golden Dawn (Orden del Alba Dorada), a la cual per
tenecieron en una época tanto Waite como Crowley, se ori
ginó posiblemente la designación de «Hierofante» para el
triunfo número 5.
Estos dos significados, el de «vía externa» y el de «d oc
trina secreta», parecen contradictorios si se los mira superfi
cialmente, pero en realidad son muy similares. Indepen
dientemente de que los dos acólitos estén siendo admitidos
en la Iglesia o en una sociedad ocultista, de todas maneras
se les está dando acceso a una doctrina, con un conjunto de
creencias que deben aprender y aceptar antes de ser admi
tidos. Hay, por cierto, una diferencia fundamental entre el
catecismo, por ejemplo, y los rituales del Alba Dorada.
Para ambos, sin embargo, el triunfo indica una educación y
una tradición. Por consiguiente, si en la primera línea ve
mos la descripción de la evolución de la personalidad, en
tonces el Hierofante, al venir después del mundo natural y
de la sociedad, indica la tradición intelectual de la sociedad
a que pertenece la persona, y la educación que ha recibido
dentro de esa tradición.
Si seguimos la interpretación de Waite (y pensamos es
pecíficamente en el papa occidental) podemos ver al Hiero
fante como compañero del Emperador. La palabra «papa»
quiere decir «padre», y como al Emperador romano, al Papa
se lo considera un padre prudente que orienta a sus hijos.
Juntos comparten la responsabilidad por el género hu
mano; uno provee a las necesidades físicas, el otro es el
guía del crecimiento espiritual. En uno de los primeros es
critos que instaron a la separación de la Iglesia y el Estado,
Dante sostuvo que las dos funciones no deben combinarse
por temor a la corrupción. Sin embargo, no cuestionó jamás
la idea de que la Iglesia es la responsable de nuestras al
mas.
77
En la actualidad, muchas personas no entienden lo que
constituye la idea básica de un sacerdocio. Nuestra era de
mocrática rechaza las ideas de un intermediario entre el in
dividuo y Dios. Obsérvese, sin embargo, que el Hierofante
también puede simbolizar la «dictadura del proletariado» o
cualquier otra élite que encamine a las masas a donde no
son capaces de ir ellas solas. Originariamente, la función es
pecial de los sacerdotes era clara: hablaban a los dioses por
mediación de los oráculos — una práctica con frecuencia
intimidante— , y la mayoría de las personas estaban encan
tadas de dejar que alguien lo hiciera por ellas. Cuando el
cristianismo rechazó una conexión con Dios tan gráfica e
inmediata, la idea del sacerdote se hizo, como la del Empe
rador, más abstracta. Básicamente, depende de la idea de
que a la mayoría de las personas, en realidad, Dios no les
importa mucho. La gente común es más feliz cuando va en
pos de logros materiales: el dinero, la familia, la política.
Hay quienes, sin embargo, por su temperamento sienten en
forma muy directa el espíritu que atraviesa toda nuestra
vida. Llamados al sacerdocio por su propia disposición inte
rior, esos hombres pueden hablar a Dios en nombre de no
sotros. Y, lo que es más importante, pueden hablar con n o
sotros, interpretándonos la ley de Dios para que podamos
llevar una vida más apropiada y finalmente, después de la
muerte, recibir nuestra recompensa y regresar a Dios. Cuan
do resucitemos, nosotros mismos gozaremos de la visión de
Dios, pero en la vida necesitamos que los sacerdotes nos
guíen.
Así reza la historia, pero aun cuando estemos de acuer
do con el principio que la rige, en la práctica tiende a no
funcionar. Hay quienes se hacen sacerdotes por toda clase
de razones — ambición, presiones familiares, etc.— , en tanto
que los que se sienten auténticamente llamados a comuni
carse con Dios tienen, probablemente, muy poco talento
para la comunicación con la gente. Además, como las insti
tuciones sociales del Emperador, las instituciones religiosas
del Hierofante pueden corromperse fácilmente en virtud de
la autoridad que se les confiere, de m odo que los sacerdo
78
tes ven su propio poder como un fin en sí mismo y asignan
más valor a la obediencia que a la iluminación. Com o es
evidente, la posición de defender una doctrina ha de atraer
a las gentes doctrinarias.
Es posible, sin embargo, que rechacemos la idea de un
sacerdote guía por una razón más sutil. A partir de la R e
forma ha cobrado cada vez más fuerza en Occidente la idea
de que el individuo es quien tiene, en última instancia, la
responsabilidad de sí mismo. Toda la concepción de una
doctrina exterior, de un código de reglas y creencias acep
tado sobre la base de la fe, depende del supuesto de que la
mayoría de las personas prefieren tener a alguien que les
diga lo que han de hacer y de pensar, cosa que muy bien
puede ser verdad. Para descubrir realmente que Dios está
dentro de nosotros debemos padecer algunos enfrenta
mientos bastante incómodos con nuestra propia psique. De
modo similar, para decidir por nosotros mismos cuál es la
actitud correcta que debemos adoptar en cada situación
podríamos encontrarnos en la agonía de una elección cons
tante. Pese a todo, en la actualidad hay muchas personas
que simplemente no pueden aceptar que la sociedad, ni
tampoco una Iglesia, cargue con la responsabilidad final de
su vida.
Quizá la interpretación que ve en el Hierofante la repre
sentación de doctrinas secretas se adecúe mejor a nuestra
época, porque entonces la doctrina no nos dice qué debe
mos hacer, sino que nos orienta, en cambio, para iniciar el
trabajo sobre nosotros mismos. Y el Tarot, como lo vimos al
hablar del Mago, se enfrenta con todas las Iglesias a! condu
cirnos a una salvación personal en esta vida. Para Crowley,
el Hierofante representa la iniciación como el medio por el
cual el individuo llega a unirse con el universo. La forma y
la doctrina de la iniciación cambian con cada una de las
edades del mundo; después de haber durado casi dos mil
años, la actual Era de Piscis va tocando a su fin, de modo
que el Hierofante tendrá que cambiar, como tendrán que
cambiar todas las relaciones humanas. Crowley comenta
que solamente el futuro es capaz de decirnos cuál será la
79
nueva «corriente de iniciación». Pero la cualidad básica de
la iniciación, la de ser una fusión con el cosmos, siempre se
guirá siendo la misma.
En la versión B O TA del Hierofante (figura 6b), las llaves
cruzadas que están a los pies de la imagen son de oro y de
plata, para representar las vías externa e interna, el sol y la
luna, el Mago y la Suma Sacerdotisa, que la doctrina nos
enseña a combinar. En el mazo Rider (figura 6a), las dos lla
ves son de oro, indicando que el lado oscuro permanece
oculto para quienes siguen la doctrina externa.
En la imagen de Waite-Smith no hay ningún velo que
bloquee la entrada a la Iglesia, como en el templo de la
Suma Sacerdotisa. Pero los pilares son de un gris opaco.
Los que aquí ingresen quizá reciban protección por opción
personal, pero no penetrarán los secretos de la dualidad. El
inconsciente se mantiene cerrado. En muchas barajas de
Tarot, la Suma Sacerdotisa tiene, en vez de un rollo, un li
bro pequeño, cerrado con llave. Y las llaves del Hierofante
no sirven para esa cerradura fascinante.
Aun así, no debemos pensar que la doctrina exterior de
la religión no tenga utilidad alguna para el que busca. Como
la educación general, de la cual es un ejemplo particular, da
al individuo una tradición firme en la cual puede arraigar su
evolución personal. El moderno fenómeno occidental de
una especie de misticismo ecléctico, que busca inspiración
en todas las religiones, es una derivación sumamente inu
sual que se basa, posiblemente, en una percepción global
unida a una visión de la religión como un estado psicoló
gico divorciado de la ciencia y de la historia. Así, vemos la
religión como una experiencia antes que como una explica
ción del universo, y aceptamos que todas las vivencias reli
giosas son válidas, sean cuales fueren las contradicciones
que muestren en la superficie. Aunque esta idea abra gran
des posibilidades, muchas personas han señalado su poten
cial superficialidad. El hecho es que, a lo largo de los siglos,
los grandes místicos siempre han hablado desde el interior,
desde lo profundo de una tradición. Los cabalistas eran ju
díos hasta la médula, Tomás de Kempis profundamente
80
cristiano, y los sufíes hacían su reverencia a la Meca lo mismo
que todos los musulmanes ortodoxos. En su mejor aspecto,
el Hierofante (en cuanto doctrina externa) puede propor
cionarnos un lugar desde donde empezar a crear una con
ciencia personal de Dios.
Un aspecto más del simbolismo de la carta merece espe
cial atención. La posición de las tres personas (esto es, una
figura grande que domina sobre otras dos más pequeñas si
tuadas a ambos lados) introduce un motivo que se repite,
como los dos pilares de la Suma Sacerdotisa, a través de los
Arcanos Mayores, y se resuelve en el Juicio y en el Mundo.
También los dos naipes que siguen inmediatamente al triun
fo número 5 lo retoman, con el ángel que aparece sobre los
l.namorados, y el auriga del Carro que controla las dos es
finges, blanca y negra.
Podemos ver en este terceto ya sea un emblema de la
idea de una tríada, como la trinidad cristiana, o bien la ima
gen trina y una de la mente: el ello/yo/superyó de Freud, o
el inconsciente/consciente/superconsciente de las tres lí
neas de los Arcanos Mayores. Para entender el significado
de la imagen debemos volver a la Suma Sacerdotisa, que
está sentada entre dos pilares que simbolizan las dualida
des de la vida. Ella misma significa un lado, el Mago el otro.
I 'l Hierofante inicia en su iglesia a dos acólitos. Vemos, por
consiguiente, que tanto el Hierofante como los Enamora
dos y el Carro representan intentos de mediar entre los po
los opuestos de la vida, y de encontrar alguna manera, no
ya de resolverlos, sino simplemente de mantenerlos en equi
librio, que es precisamente lo que hace una doctrina reli
giosa, con sus códigos morales y sus explicaciones para las t
cuestiones más básicas de la vida. Si nos entregamos a una
Iglesia, todas las contradicciones de la vida hallan res
puesta, pero no solución.
En las lecturas, la carta significa Iglesias, doctrinas y, en
general, educación. En el nivel psicológico puede indicar
ortodoxia, conformidad con las ideas y los códigos de com
portamiento de la sociedad y, más sutilmente, una cesión
de la responsabilidad. El Emperador simboliza las reglas
81
mismas v los funcionarios que las imponen; el Hierofante
apunta a nuestro propio sentimiento interior de obediencia.
Invertida,,1a carta significa falta de ortodoxia, especialmente
mental; la formación de ideas originales. No obstante, tam
bién puede significar credulidad, y esta idea sugiere otra vir
tud de la carta, cuando se encuentra en posición normal.
Una sociedad construye su tradición intelectual a lo largo
de cientos de años. Quienes aceptan esa tradición reciben
de ella un patrón que les permite juzgar la información y las
ideas nuevas. Los que la rechazan deben encontrar su pro
pio camino, y fácilmente pueden perderse en ideas superfi
ciales. Hay muchas personas que, tras haberles sido im
puesto en su niñez un dogma, van a caer en algún otro, en
un culto o en la adhesión a un grupo político extremista de
ideología no menos rígida, y probablemente más superfi
cial. Han rechazado la tradición, pero en realidad no han
rechazado al Hierofante: no han aceptado la responsabili
dad de buscar verdaderamente su propio camino.
82
(a) Figura 7 (b)
Los Enamorados
83
mujer es rubia y la otra morena, un simbolismo tradicional
en Europa, para el cual la oscuridad indica siempre el mal, y
las mujeres en general indican tentación, veía la elección
pomo una opción entre algo respetable, pero quizás aburri
do, y algo muy deseado, pero moralmente impropio. La car
ta puede referirse a una opción de poca monta, o también a
una crisis importante en la vida de lina persona Actual
mente, este antiguo simbolismo aparece en las diversas no
velas y películas en que hombres de clase media y edad m e
diana se ven ante la tentación de dejar a una esposa amada,
pero aburrida, por una mujer más joven y más «alocada».
La opción puede, de hecho, extenderse a la vida entera
de una persona. Hasta aquellos que jamás cuestionan los lí
mites de su respetabilidad de clase media han hecho una
opción, lo mismo que aquel cuya vida es una carrera crimi
nal. Y hay muchas personas que en lo externo llevan una
vida socialmente aceptable, pero que en su fuero íntimo li
bran una lucha constante contra los tormentos del deseo,
defendiéndose de la tentación del adulterio o de la violen
cia, o simplemente del deseo de irse de casa para llevar la
vida de un vagabundo.
En el nivel esotérico, la elección entre la mujer rubia y la
morena indica la opción entre la vía exterior (simbolizada
en el mazo Rider por el Hierofante), en que la vida se nos
da preparada y planeada, y la vía interior del ocultista, que
puede conducir a un enfrentamiento con nuestros deseos
ocultos. La Iglesia tachaba de adoradores del diablo a los
magos, y en las alegorías cristianas era común que la mujer
morena representara a Satán.
Todos estos significados ven la opción entre claro y os
curo en los términos más amplios posibles. En el contexto
de la primera línea de triunfos podemos verlo de manera
mucho más específica: como la primera elección real que
hace un hombre — o una mujer— independientemente de
sus padres. Hasta que se despierta la necesidad sexual, la
mayoría de las personas se conforman con llevar a la prác
tica las expectativas que en ellas depositan sus padres. El
impulso sexual, sin embargo, nos señala hacia dónde quiere
84
ir él, y como resultado, empezamos a establecer esta distin
ción también en otros aspectos. Es muy raro que la pareja
que nos hubieran elegido nuestros padres coincida con la
que nosotros mismos elegiríamos. Y si la diferencia es de
masiada, o los padres demasiado controladores, la persona
puede verse frente a una elección dolorosa.
Paul Douglas ha comentado que la mujer de pelo os
curo, que parece mucho mayor, es la madre del muchacho,
y que la opción planteada es si ha de quedarse bajo la pro
tección de ella, o si ha de empezar a andar solo. Los que,
como Freud, creen que el primer deseo de un niño se orien
ta hacia su madre verán aquí un dilema edípico clásico. Una
parte de la personalidad desea mantener la encubierta fan
tasía de una unión con la madre, en tanto que la otra quiere
encontrar un amor verdadero en la realidad de la propia g e
neración del joven. Pero no es necesario aceptar la doctrina
freudiana para ver la amplitud de lo que esta opción im
plica. Ya sea que el muchacho desee o no secretamente a
su madre, la vida que lleva bajo la protección de los padres
es cómoda y segura. Pero — sea hombre o mujer, porque
las niñas se ven básicamente frente a las mismas cuestiones,
aunque a veces en formas diferentes— una persona no puede
ja más llegar a ser un verdadero individuo sin hacer esta
ruptura. Y nada apunta a ella más enérgicamente que la
sexualidad.
< Por ende, la versión tradicional del triunfo 6 representa
la adolescencia, época en que no sólo emerge la sexuali
dad, sino que aparece también la independencia, tanto inte
lectual como mora!. Los naipes 3, 4 y 5 nos representan en
cuanto estamos configurados por las grandes fuerzas de la
naturaleza, la sociedad y los padres. En la carta 6 emerge el
individuo, una verdadera personalidad con ideas y propósi
tos propios, capaz de tomar decisiones importantes, basa-
*las no en las órdenes de los padres, sino en su propia eva
luación de deseos y responsabilidades.>
Estos significados pertenecen a la estructura tradicional
de la carta. Al diseñar su propia versión de los Enamorados,
Waite planteó una cuestión diferente. ¿Qué funciones tie
85
nen en última instancia, en la vida de una persona, el sexo y
el amor? ¿Y qué significados profundos podemos encontrar
en el poderoso drama de dos personas que se unen en
cuerpo y alma? Waite llamó a su imagen «la carta del amor
humano, aquí exhibido como parte del camino, de la ver
dad y de la vida».
El impulso sexual nos saca del aislamiento, nos empuja
a establecer relaciones vitales con otras personas, y final
mente nos abre el camino al amor. Por mediación del amor
no sólo logramos la unidad con otra persona, sino que po
demos atisbar los significados más vastos y la importancia
más profunda de la vida. En el amor abdicamos parcial
mente de ese control del ego que no sólo nos aísla de otras
personas, sino de la vida misma. Por eso el ángel aparece
sobre las cabezas del hombre y de la mujer, como una vi
sión inalcanzable para cada uno de ellos por separado,
pero que los dos juntos tienen la posibilidad de vislum
brar.
La religión, la filosofía y el arte se han apoyado siempre
en el simbolismo del varón y la mujer como representación
de la dualidad. Ya hemos visto cómo esta idea se reflejaba
en el Mago y en la Suma Sacerdotisa, como también en la
Emperatriz y el Emperador. El simbolismo se ve reforzado
aquí por el hecho de que el Arbol de la Vida, con su Ma^o
como llamas, se alza detrás del hombre, en tanto que el Ar
bol del Conocimiento, al que se enrosca la serpiente (que
no es símbolo del mal, sino de la sabiduría inconsciente),
está detrás de la mujer. El ángel une estos dos principios. En
las enseñanzas tradicionales se afirma que hombres y muje
res contienen, dentro de su cuerpo, pnnctpios vitales sepa
rados. Mediante el amor físico, esos principios se unen.
Los ocultistas, sin embargo, han reconocido siempre es
tos dos elementos en el seno del yo. Hoy en día oímos decir
que en todos nosotros hay tanto cualidades masculinas
como femeninas, aunque en general esto se refiere a vagas
ideas referentes al comportamiento social, como pueden
ser la agresión y la cortesía. Cuando se consideraba al ma
cho y a la hembra como opuestos en su naturaleza más pro
86
funda, el punto de vista del ocultismo era mucho más radi
cal. Una manera de describir el objetivo de los Arcanos Ma
yores es decir que destaca y une los principios masculino y
femenino. De ahí que en muchas barajas el danzarín del
Mundo sea un hermafrodita.
Según los cabalistas y los filósofos herméticos, toda la
humanidad (y de hecho, la Deidad también) era originaria
mente hermafrodita; varón y hembra se separaron sólo
como consecuencia de la Caída. Así, en el nivel externo
cada uno de nosotros no es más que la mitad de una per
sona, y sólo por el amor podemos alcanzar un sentimiento
de unidad.
Encontramos la misma idea en Platón, pero con una va
riante interesante. Uno de los mitos platónicos dice que los
seres humanos fueron en un principio criaturas dobles,
pero de tres clases: varón-mujer, varón-varón y mujer-mujer.
Zeus, creyendo que los humanos poseían demasiado p o
der, los escindió en dos con su rayo, y ahora cada uno de
nosotros anda en busca de su otra mitad. En contraste con
los mitos judíos y cristianos, el relato de Platón otorga la
misma realidad a los homosexuales. Al hacerlo, nos re
cuerda el peligro implícito en el simbolismo, demasiado fá
cil, del macho y la hembra como opuestos totales. El Mago y
la Suma Sacerdotisa se mezclan de maneras muy sutiles en
cada uno de nosotros. Y el ángel puede ser evocado por
cualquier pareja de enamorados. N o son los roles lo impor
tante, es la realidad de la unión.
En la interpretación cristiana habitual del Génesis, a Eva
le cabe la culpa mayor, no sólo porque comió primero, sino
porque su sensualidad tentó a Adán a la Caída. Se supone
(|iie el hombre estaba regido por la razón, y la mujer por el
i leseo. Tal escisión llevó a algunos cristianos a declarar que
las mujeres no tenían alma. Todo el mito de la Caída, con su
acentuación de la desobediencia y el castigo, está real
mente puesto al servicio de una moral represiva. Se consi
deraba que las pasiones físicas eran peligrosas para la so-
i ledad; por ende, había que controlarlas. Tal como señala
■loseph Campbell en The Masks of God [Las máscaras de
87
Dios], la antigua religión de Palestina, centrada en una
diosa, contenía el mismo drama entre una serpiente, un A r
bol de la Vida y una manzana. Pero en el antiguo relato la
diosa daba la manzana al iniciado para permitirle entrar en
el paraíso, en vez de ser la manzana la causa de su expul
sión. Los antiguos hebreos invirtieron el mito, en parte como
una manera de poner a la antigua religión el sello de la mal
dad, pero también porque, a semejanza de los babilonios,
consideraban que las antiguas costumbres eran «monstruo
sas».
El Tarot, en cambio, es una vía de liberación. El miedo
que expresa Jahvé de que los seres humanos «lleguen a ser
como nosotros», es precisamente el propósito del Tarot: sa
car a relucir plenamente la chispa divina que hay en noso
tros y unirla con nuestro ser consciente, para poner término
a la dualidad entre lo divino y lo humano, y hacer de ambos
uno. Por consiguiente, aunque en buena parte mantenga el
mismo simbolismo que el Génesis, los Enamorados del mazo
Rider es un naipe que invierte sutilmente su significado.
Obsérvese que, en tanto que el hombre mira a la mujer,
la mujer mira al ángel. Si el varón es realmente razón, en
tonces la racionalidad sólo puede ir más allá de sus límites
por mediación de la pasión. Por su naturaleza, la razón con
trola y contiene, en tanto que la pasión tiende a avasallar
todos los límites. Nuestra tradición ha puesto al cuerpo y a
la mente racional en recíproco antagonismo. El Tarot nos
enseña que debemos unirlos (una sola montaña se alza en
tre los dos enamorados) y que no es el poder controlador
de la razón lo que eleva los sentidos a un nivel superior,
sino que las cosas son más bien a la inversa.
Esto podemos verlo en términos directamente psicológi
cos. La mayoría de las personas están encerradas dentro de
los límites de su yo, o de las máscaras que muestran al mun
do. Pero si son capaces de entregarse a la pasión sexual
pueden, por lo menos por un momento, trascender su aisla
miento. Los que no pueden aflojar el ego, siquiera por un
momento, abusan de su sexo, y su sexualidad se adueña de
ellos. Se convierte en un medio de ejercer poder sobre al
88
guien, pero es algo que jamás satisface. Cuando una per
sona rechaza el deseo del cuerpo de soltarse con otra per
sona, el resultado es la depresión. El ángel ha sido negado.
Al mismo tiempo, las pasiones por sí solas no pueden
llevarnos hacia el ángel. Necesitan estar guiadas por la ra
zón, lo mismo que la razón precisa de las pasiones para que
la liberen. Los que simplemente van dondequiera que los
lleve su deseo se ven con frecuencia arrojados de una expe
riencia a otra.
Paul Foster Case dice que el ángel es Rafael, que pre
side el superconsciente. Esto vuelve a traernos a la cues
tión de la mente trina y una; aquí aprendemos que los tres
niveles de la mente no son entidades separadas y aisladas,
como los tres pisos de una casa, sino que el superconscien
te es, de hecho, un producto de la unión de la conciencia y
el inconsciente. El camino pasa por el inconsciente porque
es allí donde encontramos la verdadera energía de la vida.
De hecho, se puede describir el superconsciente como la
energía del inconsciente puesta afuera y transformada en
un estado superior. Parte de esa transformación depende
de que la conciencia dé a la energía forma, dirección y
significado.
Si en el motivo triangular las dos figuras de abajo repre
sentan las dualidades de la vida, en tanto que la figura ma
yor de arriba simboliza una fuerza que media entre ellas,
entonces en el triunfo 6 el mediador es el amor sexual.
Cuando nos entregamos a él vislumbramos algo superior a
nosotros. Sólo un atisbo, y sólo por un momento; la verda
dera liberación requiere, finalmente, mucho más que pa
sión. Pero el amor puede ayudarnos a ver el camino y a an-
licipar un poco del júbilo que nos espera cuando lo haya
mos recorrido. Hay varios místicos, especialmente Santa
Teresa, que describen la unión con Dios en términos de éx-
lasis sexual.
Los significados adivinatorios de la imagen de Waite-
Smith son muy claros. Se refieren a la importancia del amor
' ■n la vida de una persona, y a un amante específico; muy
Jrecuentemente, al matrimonio o a una relación prolon-
89
qada. La carta implica que la relación a que alude ha sido o
resultará ser muy valiosa para la persona, u que la condu
cirá a una manera nueva de entender la vida. Si en la lec
tura se está considerando algún problema específico, en
tonces la carta de los Enamorados indica alguna forma de
ayuda, ya sea práctica gracias al auxilio del amante, o m e
diante su apoyo emocional. Pero esto no siempre es así. Los
Enamorados, en la posición del pasado, y especialmente en
relación con las cartas que indican una negativa a conside
rar la situación presente, es un naipe que puede indicar una
nostalgia paralizante por un amor pasado.
Todas las primeras cartas representaban arquetipos.
Cuando las invertíamos les agregábamos los elementos de
que carecen. Pero aquí el individuo ha avanzado, y ahora el
significado invertido apunta a debilidades y bloqueos. Es,
ante todo, un amor destructivo, especialmente en un mal
matrimonio. Puede referirse a problemas sentimentales o
sexuales que dominan la vida de una persona, ya sea a par
tir de dificultades con alguien específico o porque, simple
mente, el amor es un gran problema para ella. Com o la ima
gen de Waite-Smith indica un amor maduro, y la imagen
tradicional muestra el proceso de la elección adolescente,
cualquiera de las dos versiones, invertida, indica inmadurez
sentimental, la prolongada adolescencia que mantiene a al
gunas personas atadas a fantasías infantiles mucho después
de que su cuerpo haya alcanzado la plena madurez.
90
Figura 8
El Carro
91
hículo perfecto para el poder de la voluntad. En el Fedro,
Platón se refiere a la mente como un carro tirado por un ca-
bailo negro y otro blanco, la imagen exacta del Tarot.
Cierto mito hindú narra cómo Shiva destruye la triple
ciudad de los demonios. Para hacerlo, exige que toda la
creación esté subordinada a su voluntad. Los dioses hacen
un carro para Shiva, y como materiales se usan no sólo a sí
mismos, sino también los cielos y la Tierra. El sol y la luna se
convierten en ruedas, y los vientos son los caballos. (El sím
bolo en el frente del Carro del Tarot, como una tuerca y un
tornillo, o una rueda y su eje, es el del lingam y el yon/, que
representa a Shiva, el principio masculino, y a Parvati, el
principio femenino, unidos en una sola figura.) Merced a las
imágenes del mito aprendemos que la victoria espiritual so
bre el mal se produce cuando podemos concentrar toda
nuestra naturaleza, además de la energía inconsciente en
carnada en el propio Shiva, a través de la voluntad cons
ciente.
Estas dos fábulas nos muestran dos aspectos diferentes
de la idea de voluntad. La historia de Shiva habla de una
verdadera victoria, en la cual el espíritu ha encontrado un
foco para liberar la totalidad de su fuerza. Pero el Fedro nos
da una imagen del ego triunfante, que, antes que resolver
los, controla los conflictos básicos de la vida. Los comenta
ristas que ven en el Tarot una serie de imágenes separadas,
cada una de las cuales aporta alguna lección vital a nuestro
entendimiento espiritual, tienden a dar al Carro su signifi
cado más amplio. Señalan que el título cabalístico del nú
mero 7, con todas sus connotaciones místicas, es «V icto
ria».
En muchos lugares, y particularmente en la India, el ca
ballo llegó a estar asociado con la muerte y los funerales.
Cuando el ascenso del patriarcado terminó por abolir el sa
crificio ritual del rey, en su lugar se sacrificó un caballo. El
sacrificio del caballo llegó a ser el más sagrado, asociado
con la inmortalidad. Hasta hoy se usan caballos para arras
trar el féretro de los grandes líderes. (Una extraña unión de
los dos aspectos del Carro se vio en la muerte de John Ken
92
nedy. Lo mataron en su coche abierto durante un desfile, y
después un caballo — que se rebeló contra el control del
cochero— tiró del féretro durante el funeral.) Estas relacio
nes sugieren la idea de la victoria del alma sobre la morta
lidad.
Cuando observamos secuencialmente las cartas, vemos
que la número 7 no es más que la victoria de la primera lí
nea de los Arcanos Mayores, que corona el proceso de ma
duración de esa línea, pero por necesidad no puede diri
girse a los grandes ámbitos del inconsciente y del super-
consciente. Visto de esta manera, el Carro nos muestra el
ego evolucionado; las lecciones de las primeras cartas han
sido aprendidas, ha pasado el período adolescente de la
búsqueda y la autocreación, y ahora vemos al adulto ma
duro, que triunfa en la vida, a quien los demás admiran,
confiado y satisfecho consigo mismo, capaz de controlar
sus sentimientos y, sobre todo, de dirigir su voluntad.
Como el Mago, el auriga del Carro lleva una vara má
gica, pero a diferencia de él, no la levanta al cielo, por en
cima de la cabeza. Su poder está subordinado a su volun
tad. Sus manos no sujetan las riendas; lo único que controla
las fuerzas contradictorias en la vida es la fuerza de su ca
rácter.
El lingam y el yon/ indican su sexualidad madura, que el
auriga tiene bajo su control. Por eso, no es víctima de sus
sentimientos, y su sexualidad contribuye a una vida satisfac-
Joria. El cuadrado resplandeciente que lleva en el pecho,
símbolo de naturaleza vibrante, lo vincula con el mundo
sensual de la Emperatriz, pero la estrella de ocho puntas
que lleva en la corona expresa que su energía mental rige a
las pasiones (los simbolistas consideran que la estrella de
ocho puntas está a medio camino entre el cuadrado del
mundo material y el círculo del espiritual). El carro aparece
como más grande que la ciudad del fondo, lo que indica
que la voluntad del auriga es más poderosa que las reglas
de la sociedad. Sin embargo, el hecho de que el carro no
esté en movimiento indica que quien lo conduce no es un
rebelde. Las ruedas del carro están en el agua, señalando
93
que el auriga extrae energía del inconsciente, aunque el ca
rro como tal, que descansa en tierra, lo priva del contacto
directo con esa gran fuerza.
Ya hemos hecho mención del simbolismo sexual del Un-
gam y el yoni. En tanto que el mito hindú relaciona los ca
ballos con la muerte, el simbolismo onírico freudiano los co
necta con la energía sexual de la libido. Al controlar los
caballos el auriga controla sus deseos instintivos.
Su cuerpo está adornado por diversos signos mágicos.
La falda ostenta los símbolos de la magia ceremonial, el cin
turón lleva el signo y los planetas. Los dos rostros lunares
que tiene sobre los hombros llevan los nombres de «Urin y
Thummim», las supuestas hombreras del Sumo Sacerdote
en Jerusalén, y por consiguiente hacen pensar en el Hiero
fante. Al mismo tiempo, las hombreras lunares nos remiten
a la Suma Sacerdotisa. Obsérvese también que la tela que
forma el fondo del carro recuerda el velo de la Suma Sacer
dotisa; el auriga ha dejado tras de sí el misterio del incons
ciente.
Por consiguiente, en el simbolismo del Carro vemos to
das las cartas anteriores de la primera línea. La vara y los
símbolos apuntan al Mago; el agua, las esfinges y el velo
simbolizan a la Suma Sacerdotisa, el cuadrado y la tierra
verde a la Emperatriz, la ciudad es el símbolo del Empera
dor, las hombreras el del Hierofante, y en el lingam y el i^oni
se encuentran simbolizados los Enamorados. Todas estas
fuerzas constituyen aportes a la personalidad exterior.
Y sin embargo, hay que observar las cualidades pétreas
del Carro. Hay que observar que el propio auriga se funde
con su vehículo de piedra. La mente que subordina todas
las cosas a la voluntad consciente corre el riesgo de anqui
losarse, de cortar el contacto con aquellas mismas fuerzas
que ha aprendido a controlar. Obsérvese también que las
esfinges, blanca y negra, no están reconciliadas entre sí: mi
ran en direcciones opuestas. La voluntad del auriga las
mantiene unidas en un equilibrio tenso. Un fallo de esa v o
luntad, y tanto el Carro com o su conductor terminarían
desmembrados.
94
Paul Douglas ha comparado el Carro con la idea que
tiene Jung de la «persona». A medida que crecemos nos va
mos haciendo una especie de máscara que nos permite el
trato con el mundo exterior. Si hemos superado con éxito
las diversas dificultades de la vida, entonces los diferentes
aspectos simbolizados por las otras cartas se integrarán en
esta máscara yoica. Pero también es posible —y es muy fácil
que lo hagamos— confundir esta «persona» triunfante con
el sí mismo, con el ser verdadero, hasta el punto, incluso, de
que si intentamos descartar la máscara lleguemos a temer
su pérdida como si fuera una especie de muerte. Por eso, la
segunda línea de los Arcanos Mayores, que se ocupa preci
samente de cómo ha de liberarse el sí mismo de sus másca
ras externas, tiene como anteúltima carta a la Muerte.
Hasta el momento hemos considerado el Carro como
un emblema de madurez personal, pero la idea de la volun
tad humana se extiende más allá del individuo. Con sus
imágenes de la mente que subyuga y utiliza las fuerzas de la
vida, el Carro es un símbolo perfecto de la civilización, que
crea el orden a partir del caos de la naturaleza, usando el
mundo natural com o materia prima para la agricultura y la
construcción de ciudades. Una de las principales connota
ciones cabalísticas del naipe se extiende sobre esta idea.
Mediante su conexión con la letra hebrea lain, el Carro es
portador de la cualidad del «discurso». A los humanos les
ha parecido siempre que el discurso representa la mente ra-
rional y_su dominio sobre la naturaleza. Por lo que sabe
mos, sólo los seres humanos son dueños del lenguaje (por
más que los chimpancés se hayan mostrado capaces de
aprender un lenguaje de signos humano, y pese a la proba
bilidad de que las ballenas y los delfines posean formas pro
pias y evolucionadas de lenguaje), y podemos decir que el
discurso es lo que nos separa de los animales. En el Edén,
Adán consiguió controlar a las bestias pronunciando sus
nombres. Y, lo que es más importante, los humanos usamos
el lenguaje para transmitir la información que permite la
continuidad de la civilización.
Sin embargo, así como el ego es limitado, también lo es
95
el discurso. Para empezar, el habla restringe nuestra expe
riencia de la realidad. Al elaborar una descripción del mundo,
al poner a cada cosa su rótulo, erigimos una barrera entre
nosotros y la experiencia. Cuando miramos un árbol, no
sentimos el impacto de un organismo viviente, sino que más
bien nos limitamos a pensar «árbol», y seguimos andando.
El rótulo ha terminado por reemplazar a la cosa. Además, al
confiar demasiado en esta cualidad racional del lenguaje,
ignoramos aquellas experiencias que no pueden ser expre
sadas en palabras. Ya hemos visto cómo la Suma Sacerdo
tisa significa la sabiduría intuitiva que trasciende el len
guaje. Hay experiencias, especialmente la de la unión mís
tica con el espíritu, que es imposible describir. El lenguaje
sólo puede aludir a ellas valiéndose de metáforas y fábulas.
La gente que confía sin reticencia alguna en el discurso ha
llegado al punto de insistir en que las experiencias no ver
bales, o las que no son susceptibles de medición mediante
tests psicológicos, no existen. Tal cosa se debe, simple
mente, a la imposibilidad de dar de ellas una descripción
científica: este dogmatismo está perfectamente simbolizado
por el auriga que se confunde con su vehículo de piedra.
Hasta el momento hemos considerado todos los símbo
los de la imagen, excepto quizás el más obvio: las dos esfin
ges. Waite tomó prestada esta innovación de Eliphas Lévi,
el gran pionero del Tarot cabalístico. Como los dos pilares
de la Suma Sacerdotisa, o los caballos (blanco y negro) que
ellas reemplazan, las esfinges significan las dualidades y
contradicciones de la vida. Una vez más nos encontramos
con el motivo triangular. Aquí, la fuerza mediadora es el po-
der de la voluntad.
Que se usen esfinges en vez de caballos hace pensar en
varios significados más profundos. En la leyenda griega la
esfinge era un «proponedor de enigmas», que confrontaba
a los pobladores de Tebas con el misterio de la vida. El mito
nos cuenta que la esfinge se apoderaba de los mozos de la
ciudad y les planteaba el siguiente enigma: «¿Cuál es la
criatura que a la mañana anda en cuatro patas, en dos al
mediodía, y en tres al atardecer?» A los que no podían res
96
ponderle, los devoraba. Pues bien, la respuesta es «e l hom
bre», que de bebé gatea, anda erguido de adulto y recurre a
un bastón en su vejez. Lo que esto implica está claro: si no
entiendes tu humanidad básica, con j;us puntos fuertes y
sus debilidades, entonces la vida te destruirá. El Carro sim
boliza la madurez que acepta los límites de la vida, y ade
más la facultad del discurso, esto es, del entendimiento ra
cional, que nos sirve para definir la existencia y, por ende,
para controlarla.
Pero tras esto se oculta, al acecho, otro significado. El
hombre que resolvió el enigma fue Edipo, quien llegó a Te-
bas después de haber matado a su padre. El énfasis que
Freud puso en el incesto ha desviado la atención del men
saje más profundo de la historia de Edipo. Este era la ima
gen perfecta del triunfador. No solamente salvó a Tebas de
una amenaza, y se convirtió al mismo tiempo en rey de la
ciudad, sino que lo consiguió mediante su comprensión de
la vida. Edipo sabía lo que era el hombre, y sin embargo, no
se conocía a sí mismo. Su propia realidad interior permane
ció cerrada para él hasta que los dioses lo obligaron a en
frentarse con ella. Y bien que lo obligaron. Si los oráculos
no hubieran hablado, primero con su padre y luego con él,
Edipo jamás habría hecho las cosas que hizo. Por consi
guiente, aunque entendiera el significado exterior de la vida
del hombre, Edipo no entendía quién era, ni tampoco cuál
era su relación con los dioses que controlaban su vida. Y en
estos dos temas es precisamente donde se centra la preocu
pación de las líneas segunda y tercera de los Arcanos M ayo
res. En la segunda, trascendemos el ego para encontrar el sí
mismo, el ser verdadero. En la tercera nos enfrentamos ma
nifiestamente con las fuerzas arquetípicas de la existencia y
alcanzamos por fin una plena integración de esas dualida
des que el auriga, aunque sea capaz de dominarlas, jamás
reconcilia.
Los significados adivinatorios del Carro se derivan del
I)oder de su voluntad. En una lectura, la carta significa que.
tnediante la fuerza de su personalidad, la persona consigue
controlar con éxito alguna situación. La carta indica que la
97
situación contiene algunas contradicciones, de las que no
se ha hecho una síntesis: simplemente, se las ha mantenido
bajo control. Con esto no estamos insistiendo demasiado
en los matices negativos del naipe. Cuando está en posición
normal, el Carro.significa básicamente éxito; la personali
dad se hace responsable del mundo que la rodea. Si apa
rece como resultado de una lectura en la que se han pre
sentado problemas, indica victoria.
Cuando está invertida, las contradicciones inherentes en
la carta cobran más fuerza. Invertido, el Carro implica que
se ha encarado la fuerza de voluntad de manera infruc
tuosa, y que se ha perdido el control de la situación. A m e
nos que la persona sea capaz de encontrar otra manera de
abordar sus dificultades, se verá frente a un desastre. El solo
poder de la voluntad no siempre puede sostenernos. Como
Edipo, hay veces en que debemos aprender a ceder ante los
dioses.
98
5
99
vez son más las personas que deciden que el primer lugar
donde han de buscar tales significados es dentro de sí
mismas.
Esta idea, en realidad, no es más que una verdad a me
dias. El Mago nos enseña que, en cuanto seres físicos, sólo
encontramos la realidad en relación con el mundo exterior;
la verdad interior de la Suma Sacerdotisa es algo potencial,
que debe manifestarse por mediación de la conciencia del
Mago. Pero, en tanto que nuestras máscaras, nuestros hábi
tos y nuestras defensas sigan aislándonos del conocimiento
de nosotros mismos, de manera que jamás podamos saber
por qué actuamos, todas las cosas que hagamos seguirán
sin tener sentido alguno. Es necesario que la fluencia que se
da entre el Mago y la Suma Sacerdotisa transcurra libre
mente para que la vida tenga valor.
Com o la línea invierte básicamente el énfasis de los siete
primeros naipes, muchas de las cartas se presentan como
imágenes en espejo de las que se encuentran encima de
ellas. La polaridad sexual de los triunfos 1 y 2 se invierte en
la Fuerza y el Ermitaño, en tanto que el principio de la luz y
de la oscuridad, de lo exterior y de lo interior, se mantiene
en las mismas posiciones. La Rueda de la Fortuna se aparta
del mundo natural y despreocupado de la Emperatriz, orien
tándose hacia una visión de los misterios interiores. Al final
de la línea, la Templanza nos muestra otra clase de victoria.
La fuerza del Carro ha sido reemplazada por el equilibrio y
la calma. Allí donde el pétreo carro del auriga le impedía el
contacto directo con la tierra y con el río, el ángel de la
Templanza, con un pie apoyado en tierra y otro en el agua,
nos muestra la personalidad en armonía consigo misma y
con la vida.
Otro tema aparece en la segunda línea. Hasta el m o
mento, las cartas nos han presentado una serie de leccio
nes, de cosas que debemos aprender sobre la vida, para al
canzar la madurez y tener éxito en el mundo exterior. Pero
la iluminación es una experiencia profundamente personal,
que no se puede estudiar, ni siquiera evaluar, sino que sólo
puede ser vivida. La serie de visiones interiores culmina en
100
la Rueda de la Fortuna, que nos muestra una visión del
mundo y de nosotros mismos a la cual hay que responder.
El Colgado, sin embargo, muestra algo completamente dis
tinto. Aquí no vemos una lección, sino la imagen de la ilumi
nación misma, la personalidad exterior puesta del revés por
obra de una experiencia muy real y muy personal.
Entre estas dos cartas, y en el centro exacto del conjunto
de los Arcanos Mayores, se encuentra la Justicia, equili
brando cuidadosamente la balanza entre lo interior y lo ex
terior, el pasado y el futuro, la racionalidad y la intuición, el
conocimiento y la experiencia.
STRENGTH
Figura 9
La Fuerza
101
permutado la Fuerza y la Justicia sigue siendo el más discu
tido. El propio Waite no da, realmente, ninguna razón para
el cambio. «Por razones que me satisfacen, esta carta ha
sido intercambiada con la de la Justicia, que recibe habi
tualmente el número ocho. Com o la variación no lleva con
sigo nada que sea significativo para el lector, no hay motivo
para explicaciones.» Las razones son, ciertamente, más que
personales. No sólo Waite, sino Paul Foster Case y Aleister
Crowley dispusieron la Fuerza como 8 y la Justicia como
11. Es probable que todos ellos se ajustaran a la Orden del
Alba Dorada, en cuyo mazo secreto de Tarot también esta
ban cambiadas las dos cartas.
Esta relación con una orden secreta trae a la mente la
idea de iniciación. Ahora bien, como es natural, el Alba D o
rada no fue el origen de la práctica de iniciación, por más
que afirmara recibir sus rituales específicos en forma directa
de espíritus instructores. La iniciación es una práctica que
se remonta a millares de años, y se la encuentra en el mun
do entero, desde los templos egipcios al desierto austra
liano. Representa un medio especial de transformación psi
cológica... que es el tema mismo de la línea media del Tarot.
Al relacionar con esta antigua idea a la Justicia y las cartas
que la rodean, alcanzamos una comprensión más amplia
del Tarot en cuanto experiencia.
Vale la pena considerar las implicaciones de la antigua
disposición de los triunfos. La imagen de la Justicia sugiere
el poner la propia vida en la balanza para pesarla. La se
gunda línea nos aparta de los logros externos de la primera
para adentrarnos en el sí mismo. Así, la Justicia en la pri
mera posición de la línea significaría una evaluación de lo
que ha significado para uno su vida, seguida por la decisión
de una búsqueda interior de un significado más amplio. Evi
dentemente, es ésta una significación muy adecuada. Pero
si la Justicia viene primero, todas estas cosas ocurren racio
nalmente; la evaluación se genera como una reacción cons
ciente ante la insatisfacción. Pensemos ahora cuánto más
poderosa se nos aparece esta evaluación cuando surge
desde adentro, cuando se nos impone por obra de la p ode
102
rosa visión de la Rueda de la Fortuna. La espada de doble
filo de la Justicia implica acción, en respuesta al conoci
miento adquirido en la evaluación. La idea de respuesta
nos conduce directamente al Colgado. Si la Justicia viniera
primero, estaría seguida por el Ermitaño, que en cuanto
buscador de sabiduría, representaría también una respuesta
válida a la Justicia. Pero una vez más, si dejamos que esa
sabiduría venga antes que la Justicia, entonces el Colgado
muestra una respuesta desde la profundidad interior.
Consideremos ahora a la Fuerza en ambos lugares. La
figura muestra una mujer que doma a un león. En pocas pa
labras, la imagen sugiere la energía del inconsciente, libe
rada y calmada, «dom ada» por la dirección del entendi
miento consciente. Una idea tal se avendría fácilmente a la
posición del medio. Entonces describiríamos la carta como
la prueba [u ordalía] central de toda la línea. Y por cierto
que el clima de paz y la total inversión del Colgado segui
rían perfectamente a la Fuerza.
Pero también podemos ver a la Fuerza como la suma de
las cualidades vitales para comenzar la línea. La búsqueda
interior no puede ser efectuada por el ego. Es necesario que
confrontemos sentimientos y deseos desde hace mucho
tiempo fuera del alcance de nuestros pensamientos cons
cientes. Si intentamos transformarnos por mediación de un
proceso totalmente racional, creamos otra especie de «p er
sona». Y la verdad es que algo así sucede con mucha fre
cuencia. Mucha gente siente una falta de espontaneidad en
su vida. Al mirar a su alrededor o al leer libros de psicología
observan, no sin sentir celos o incluso sin avergonzarse de
sus propias represiones, las características de las personas
espontáneas. Y después, en vez de seguir el tremendo pro
ceso de liberar sus miedos y sus deseos ocultos, imitan cui
dadosamente la espontaneidad. Han extendido el Carro a
un dominio nuevo.
Si hacemos de la Fuerza el número 8 la contraponemos
•)1 Carro, como un poder de especie diferente, que ya no es
la voluntad del ego, sino la Fuerza interior de enfrentarse a
sí mismo con calma y sin mied o. L os misterios pueden aflo
103
rar porque hemos encontrado la Fuerza necesaria para en
frentarlos. El león significa todos los sentimientos, temores,
deseos y confusiones suprimidos por el ego en su intento
de controlar la vida. El auriga recurría a sus sentimientos ín
timos como fuente de energía, pero tenía siempre el cui
dado de dirigir esa energía allí donde él decidía consciente
mente que debía ir. Com o primer paso para trascender el
ego, la Fuerza permite que las pasiones íntimas afloren.
En un nivel muy simple podemos ver esta aparición de
los sentimientos suprimidos en la persona que se permite
actuar de manera «infantil», llorando o gritando; en pocas
palabras, haciendo todas aquellas cosas que previamente le
parecían tontas o que la avergonzaban. En un nivel más
profundo, el león simboliza la fuerza toda de la personali
dad, habitualmente atemperada por las exigencias de la
vida civilizada. La Fuerza libera esta energía con el fin de
usarla como una especie de combustible, el que nos pro
pulsa a lo largo de la senda interior del Ermitaño. Si este
propósito puede cumplirse es solamente porque al león se
lo «dom a» al mismo tiempo que se lo libera. La Fuerza abre
la personalidad como Pandora abre su caja. Pero lo hace
con un sentimiento de paz, con amor a la vida misma y
con una gran confianza en el resultado final. A menos que
creamos verdaderamente que el proceso de autodescubri-
miento es un proceso jubiloso, jamás llegaremos a seguirlo
hasta el final.
El simbolismo de las figuras y de los números refuerza la
comparación de la Fuerza y el Carro. El Carro nos muestra
a un hombre, la Fuerza a una mujer. Tradicionalmente, por
supuesto, son la representación de la racionalidad y la em o
ción, de la agresión y la entrega. También según la tradi
ción, el número 7 del Carro pertenece a la magia «mascu
lina», el número 8 a la «femenina». Este simbolismo se de
riva de la anatomía. El cuerpo del varón tiene siete abertu
ras (contando la nariz como una), el de la mujer ocho. A d e
más, el cuerpo masculino posee siete puntas, los brazos y
las piernas, la cabeza, el centro y el pene. La mujer, en
quien los pechos reemplazan al pene, tiene ocho.
104
¿A qué nos referimos al hablar de magia masculina y fe
menina? La teoría esotérica considera que la energía sexual
es una manifestación de los principios energéticos subya
centes en la totalidad del universo; lo masculino y lo fem e
nino son similares a los polos positivo y negativo del elec
tromagnetismo. De la manipulación de esta energía bipolar
resulta el poder «m ágico». El ocultista considera estos prin
cipios como una ciencia, ni más ni menos misteriosa que la
manipulación de la energía atómica que lleva a cabo el
científico moderno. Podemos describir la imagen de los
Enamorados del mazo Rider como un diagrama esquemá
tico de energía. Por consiguiente, el Carro y la Fuerza juntos
corresponden esotéricamente a la manifestación práctica
de los principios simbolizados en el Mago y en la Suma Sa
cerdotisa.
Psicológicamente encarnan también dos clases de po
der. Nuestra sociedad pone el acento en la fuerza de con
trol «masculina», la conquista, que domina el mundo m e
diante la razón y la voluntad. Pero las cualidades «fem eni
nas» de intuición y emoción espontánea están lejos de ser
debilidades. Para liberar nuestras emociones más profun
das con amor y fe se requiere no sólo fuerza, sino también
gran coraje.
Aquí entra en juego el Loco. Sólo mediante una especie
de salto psíquico podemos pasar de la conciencia al incons
ciente, y sólo un tonto o un loco daría semejante salto, ya
que, ¿por qué renunciar al éxito y al control? Los dioses for
zaron a Edipo; al resto de nosotros, ¿qué necesidades inte
riores nos forzarán?
La posición dé la Fuerza como primera en la línea vin
cula la carta con el Mago, como lo hace también el signo de
infinito, otra referencia al 8, que hay sobre la cabeza de ella.
La inversión del sexo indica una conjugación de los aspec
tos de los arquetipos, tanto masculino como femenino. El
compromiso activo del Mago con la vida se ha visto modifi
cado por la paz interior implícita en la Suma Sacerdotisa.
La figura sensual de la mujer, con su pelo rubio, y el cin
turón de flores que la une al león también relacionan esta
105
carta con la de la Emperatriz. La Emperatriz representa los
instintos naturales y la pasión; volvemos a ver la imagen de
la energía emocional, los «deseos animales», como lo ex
presan algunos comentaristas del Tarot, liberados y domes
ticados. Waite describe el cinturón de flores como un se
gundo signo de infinito, una de cuyas vueltas rodea la cin
tura de la mujer, la otra el cuello del león. Podemos descri
bir la Fuerza como el Mago unido con la Emperatriz; es de
cir que el poder de conciencia y de dirección del Mago se
ha mezclado con la sensualidad de la Emperatriz, dándole
un sentido de finalidad y conduciéndonos al Ermitaño. Ob
sérvese que para la primera línea, 1 más 3 es igual a 4, el
Emperador; para la segunda, 1 más 3 resulta multiplicado
por 2, la verdad interior de la Suma Sacerdotisa.
Hay otro aspecto del triunfo que lleva aún más lejos esta
unidad del 1 y el 3. La letra hebrea que asignan Case y
otros autores a la Fuerza es Teth. Cabalísticamente, Teth se
refiere a la «serpiente», pero la palabra hebrea que significa
serpiente significa también «magia». Es una relación que
han establecido los pueblos del mundo entero; desde las
serpientes que rodean la vara mágica de Hermes hasta el
poder de la kundalini en el ocultismo tántrico, en la India y
en el Tíbet. Y la serpiente, en la kundalini y en otras simbo-
logías, representa la sexualidad. El Tarot, tal como lo sabe
mos por la serpiente enroscada alrededor del Arbol de la
Vida que hay detrás de la mujer en la carta de los Enamora
dos, considera a la sexualidad como una fuerza conducente
a la iluminación. Si desde el punto de vista esotérico la
Fuerza representa la práctica real de la magia sexual, psico
lógicamente vuelve a referirse a la liberación de aquella
energía inmovilizada en nuestros sentimientos más fuertes.
Cuando comparemos la Fuerza con el Diablo veremos que,
de hecho, aquí la liberación es parcial. El león está contro
lado y dirigido, y no se le permite que lleve al yo a donde
quiera que desee ir.
En alquimia, el león representa el oro, el sol y el azufre.
El azufre es un elemento inferior, y el oro es (en la alquimia)
el elemento supremo. El proceso mediante el cual el azufre
106
se convierte en oro es precisamente el proceso de transfor
mación del yo inferior. Y el diseño de la Templanza, la úl
tima carta de la línea, que vierte su líquido de una a otra
copa, representa el objetivo alquímico de fundir los opues
tos en una existencia nueva y más significativa.
Quienes ven la vida como una cuestión de control es
tricto, el inconsciente como una «cloaca moral» de represio
nes (así caracterizó Jung la estrechez del punto de vista
freudiano), y encuentran que las pasiones son un tormento,
verán en el león la suma de las fuerzas naturales que la
mente debe domeñar. Algunos mazos antiguos, entre ellos
el Tarot Visconti, mostraban a Hércules matando al león de
Nemea. Las pasiones conquistadas por la razón. Pero el
león representaba también a Cristo, el poder radiante de
Dios. Aquellos que dejen emerger la energía inconsciente
que albergan dentro de sí, guiándola con amor y con fe en
la vida, descubrirán que la energía no es una bestia destruc
tiva, sino la misma fuerza espiritual que el pararrayos del
Mago atrae y hace descender.
En las lecturas, la carta de la Fuerza indica la capacidad
de hacer frente a la vida, y especialmente a algún problema
difícil o a un momento de cambio, con esperanza y avidez.
Muestra una persona que es fuerte desde adentro, cuya vi
vencia de la vida es al mismo tiempo apasionada y pacífica,
y que no se deja controlar ni arrastrar por esas pasiones. La
carta representa el hallazgo de la fuerza necesaria para co
menzar o continuar con algún proyecto difícil, a pesar del
miedo y de la tensión emocional.
Si la Fuerza aparece en relación con el Carro, puede sig
nificar una alternativa al vigor y el poder de la voluntad; es
pecialmente, como es natural, si el Carro aparece invertido.
Los dos naipes pueden simbolizar también aspectos com
plementarios, y en este caso la mejor configuración es la
Fuerza en la posición del yo interior, y el Carro en la del ex
terior (las líneas vertical y horizontal de una cruz). Entonces
vemos una persona que actúa poderosamente, pero con un
sentimiento de calma.
Invertida, la Fuerza indica ante todo debilidad. Falla el
107
coraje para enfrentar la vida, y la persona se siente abru
mada y pesimista. Significa también un tormento que pro
viene de adentro. El aspecto bestial del león se aparta de la
unidad de espíritu y sensualidad. Las pasiones se convier
ten en el enemigo, que amenaza destruir la personalidad
consciente y la vida que ésta se ha construido.
THE HERM1T.
Figura 10
El Ermitaño
108
hacia abajo. Pero el Ermitaño significa también un maestro
.que ha de mostrarnos cómo iniciar este proceso, y que nos
ayudará a encontrar nuestro camino. El triángulo «de fuego»,
que apunta hacia arriba, es el símbolo de este guía especial,
que podría ser un maestro ocultista, un terapeuta, nuestros
propios sueños e incluso un espíritu guía evocado desde el
interior de uno mismo.
La imagen del Ermitaño ocupaba un sitio especial en la
imaginación medieval. En cuanto vivía en los bosques o en
el desierto, totalmente apartado de todas las preocupacio
nes normales de la humanidad, el Ermitaño representaba
una alternativa ante la Iglesia. Como versión europea del
ascetismo del yoga mostraba la posibilidad de acercarse a
Dios a través de la experiencia personal. El pueblo conside
raba a los ermitaños como santos vivientes y les atribuía po
deres mágicos, del mismo modo que los discípulos de los
yoguis cuentan historias maravillosas sobre sus maestros.
Aunque el ermitaño (hombre o mujer)* se apartara de la
sociedad, no por ello se apartaba de la humanidad. Entre
otras funciones, los ermitaños desempeñaban la de dar re
fugio y, en ocasiones, la de bendecir a los viajeros. Innume
rables relatos, especialmente las leyendas del Graal, descri
ben al ermitaño como el que aporta prudencia y sabiduría
al caballero en la búsqueda espiritual. También aquí vemos
la doble imagen del Ermitaño: la de ejemplo y la de guía.
La imagen del Ermitaño ha perdurado mucho tiempo
después de haberse extinguido la práctica. El filósofo Ralph
Waldo Emerson viajó largamente por los remotos rincones
de Escocia para encontrar la cabaña de Thomas Carlyle. Y
Henry David Thoreau, el amigo de Emerson, después de vi
vir en una cabaña en Walden Pond, buscando el sentido de
sí mismo y de la naturaleza, escribió sobre su experiencia
como ejemplo para otras personas. En Así hablaba Zara-
thustra, Nietzsche describió la imagen del Ermitaño; el libro
109
se inicia con el retorno de Zarathustra, una vez alcanzada la
transformación personal. Y en la actualidad son innumera
bles las personas que se ponen en manos de gurus orienta
les en la esperanza de que estos maestros, semejantes a er
mitaños, puedan tranformar sus vidas.
A quien no puede encontrar un guía verdadero, con fre-
cuencia su propia psique se lo ofrece. Jung y sus seguidores
han descrito múltiples ejemplos en que sus pacientes soña
ban con ancianos sabios que los guiaban en viajes misterio
sos al interior de la psique. En muchos casos, el análisis del
sueño revelaba que el guía onírico representaba en realidad
al terapeuta. El inconsciente es capaz de reconocer, antes
que la mente consciente, que su maestro es un Ermitaño.
Abraham Abulafia, el gran cabalista del siglo xm, descri
bió tres niveles de la Cébala. El primero era la doctrina,
aquello que se puede aprender en los textos. El segundo
provenía de la orientación directa ofrecida por un maestro
personal, en tanto que el tercero y más evolucionado era la
experiencia directa de la unión extática con Dios. Estos tres
niveles se relacionan muy directamente con el Tarot, no
sólo en las tres líneas, sino en tres triunfos específicos que,
en su conjunto, forman un triángulo isósceles. Encontramos
el primer nivel en el Hierofante; el tercero, directamente de
bajo del Hierofante, aunque separado por un nivel, aparece
en el alegre niño de la carta 19, el Sol. El segundo nivel,
sin embargo, no está dado por la carta que hay entre am
bos, el Colgado, sino en el otro extremo del diseño, por la
segunda carta de la segunda línea, el Ermitaño.
Tanto la doctrina como el éxtasis advienen al término
de un proceso; la doctrina porque uno debe primero arre
glar su propia vida antes de poder abordar el estudio de
una manera especial (con frecuencia, los cabalistas restrin
gían el acceso a ciertos textos importantes a las personas
que pasaban ya de los treinta y cinco años), y el éxtasis por
que se ha de superar primero la confrontación arquetípica
con la oscuridad y el misterio. Sin embargo, un guía apa
rece al inicio mismo del viaje, después de que el viajero ha
encontrado la Fuerza para comenzar.
110
En cuanto emblema de la evolución personal, más que
en cuanto guía, el Ermitaño significa la idea de que sólo
apartándonos del mundo exterior podemos despertar el sí
mismo, el ser interior. Quienes ven el Tarot en dos mitades,
con la Rueda de la Fortuna como el punto central, ven en el
Ermitaño el período de contemplación antes de que la
Rueda de la Fortuna gire hacia su segunda mitad. Cuando
consideramos el Tarot dispuesto en líneas de siete, vemos
que tanto ese retiro contemplativo com o la visión de la
Rueda misma son pasos conducentes a un objetivo más
vasto.
El Ermitaño se nos presenta sobre un picacho, frío y soli
tario. Ha abandonado el mundo de los sentidos para aden
trarse en la mente. La imagen de la mente como algo gélido
y severo no expresa más que una verdad parcial, o mejor
dicho, una ilusión delirante. La mente es rica en símbolos,
en júbilo, en la luz y el amor del espíritu. Pero antes de que
seamos capaces de aprehender estas cosas debemos tener
la vivencia de la mente como una alternativa silenciosa
frente al mundo ruidoso de los sentidos. Con frecuencia,
para los chamanes, la árida cumbre es una realidad directa.
En lugares tan apartados entre sí como Siberia y el su
doeste americano, los candidatos a chamanes se internan
solos en el desierto, en busca de los espíritus-guías que han
de enseñarles la manera de curar.
El Ermitaño significa una transición. Mediante las técni
cas de meditación, o de disciplina psíquica, o de análisis,
permitimos que las partes ocultas de la psique empiecen a
hablarnos. Más adelante experimentaremos la sensación de
un renacimiento, primero como un ángel (la parte eterna
del sí mismo, la que trasciende el ego), y más tarde —y sen
tido con mayor profundidad— como un niño libre y jubi
loso que sale, a caballo, del jardín de la experiencia pasada.
Por ahora, el sendero pertenece a la imagen del anciano sa
bio, solitario, apoyado y abrigado por la rígida capa gris de
la contemplación.
El símbolo de la linterna nos devuelve al Ermitaño en
cuanto maestro y guía, que nos muestra la luz, indicándo
111
nos así su disposición a guiarnos y nuestra capacidad para
encontrar el camino, con sólo que nos valgamos de la Fuer
za que tenemos para seguir. En algunos mazos, el Ermitaño
oculta su linterna debajo de la capa, y en ese caso simboliza
la luz del inconsciente, oculta bajo el manto de la mente
consciente. Al hacerla visible, por más que esté encerrada
en una linterna, el mazo Rider nos indica que liberamos la
luz mediante un proceso definido de percepción del sí
mismo, y también que este proceso es accesible para cual
quiera.
Hemos visto que la estrella es a la vez un símbolo del Er
mitaño en cuanto maestro y una luz del inconsciente que
nos llama a descubrir sus secretos. Significa, además, el ob
jetivo de resolver los opuestos de la vida. Tradicionalmente,
los triángulos de agua y de fuego representan no sólo dos
elementos que habitualmente se oponen, sino también lo
masculino y lo femenino unidos en una forma única.
El báculo del Ermitaño hace pensar en el báculo de un
hechicero, y por consiguiente en la varita mágica del Mago.
Mientras que el Loco usa instintivamente la vara, el Ermi
taño se apoya en ella, buscando conscientemente un so
porte. Por eso el báculo simboliza la enseñanza que ayuda
a la apertura de la conciencia interior.
Situado directamente debajo de la Suma Sacerdotisa, el
Ermitaño se relaciona con el principio de retraimiento que
ella simboliza, indicando una vez más que si queremos tra
bajar sobre nosotros mismos debemos abandonar de al
guna manera el mundo exterior. Como sucedía con la Fuer
za, la segunda línea invierte el arquetipo sexual. Aquí el
simbolismo del rol nos enseña que un esfuerzo mental deli
berado, basado en técnicas y e nseñanzas específicas, nos
hace trascender fa intuición aprisionada en el templo ce
rrado de la Suma Sacerdotisa. Las aguas de aquel templo
no están totalmente liberadas; el velo permanece en su lu
gar hasta que lo abra, desgarrándolo, el rayo de la Torre, si
tuada debajo del Ermitaño. Sin embargo, bajo la influencia
del triunfo 9 el inconsciente nos habla desde atrás del velo,
valiéndose de símbolos, sueños y visiones.
112
La distinción entre el simbolismo masculino-femenino y
la realidad de las personas individuales nos permite darnos
cuenta de algunas cosas importantes referentes a los arque
tipos. Si incluso en nuestros sueños tendemos a ver como
ancianos a maestros y anacoretas, es porque dos mil años
de patriarcado nos han grabado en la mente esta imagen.
En épocas anteriores era más frecuente que las guías fue
sen mujeres, en cuanto representantes de la Gran Diosa, e
incluso en la nuestra algunas mujeres, como madame Bla-
vatsky, han desempeñado esta antigua función. El hecho de
que frecuentemente nuestros sueños opten por ancianos
demuestra un hecho de suma importancia: que también el
inconsciente extrae sus materiales de los antecedentes cul
turales del individuo que sueña. Aunque mucha gente los
considere imágenes rígidas y fijas, compartidas por todos
en todas las épocas, los arquetipos son más bien tendencias
que muestra la mente a formar ciertos tipos de imágenes,
como puede ser la de un guía; y la forma específica que
tome una imagen dependerá en gran medida de los antece
dentes culturales y de la experiencia de una persona. Las
iniciaciones medievales en el culto del Graal y los ritos del
desierto australiano siguen la misma pauta arquetípica, que
subyace en ambos como un patrón. Sin embargo, las for
mas externas de esa pauta varían enormemente.
Los significados adivinatorios del Ermitaño se derivan
de sus dos aspectos. Por una parte, simboliza el hecho de
apartarse de las preocupaciones mundanas. Puede darse el
caso de que la persona se aparte físicamente, pero en reali
dad eso no es necesario. Lo que importa es que interior
mente se transfiera la atención del «ganar y gastar», como
lla-maba Wordsworth a nuestras actividades mundanas, a
las necesidades interiores de una persona. Un retiro que
exige, por ende, una separación emocional de otras perso
nas, y de actividades a las que una vez se atribuyó enorme
importancia. El naipe tiene una connotación 'de propósito
deliberado, de retraerse para trabajar sobre la propia evolu
ción. En relación con este sentido de propósito, y con ia
imagen de un anciano, la carta simboliza la madurez, y el
113
conocimiento de lo que realmente importa en la vida de
una persona.
■C También puede significar la ayuda que se recibe de un
guía definido, y en ocasiones, como se indicó antes, de un
guía psíquico interior, pero con mayor frecuencia se trata
de una persona real que lo ayudará a uno en el descubri
miento de sí mismo. Hay veces que no nos damos cuenta
de que para nosotros exista un guía así. Si en una lectura de
Tarot aparece el Ermitaño, puede ser sensato mirar cuida
dosamente a las personas que tenemos a nuestro alrede
dor. Y si estamos ocupados ayudando a otros a encontrar
este entendimiento, entonces el Ermitaño puede ser un sím
bolo de nosotros mismos, en nuestro rol de maestros y
guías.')»
Cuando invertimos la carta, corrompemos la idea del re
traimiento. De la misma manera que, cuando se da inver
tida, la Suma Sacerdotisa puede indicar miedo a la vida, el
Ermitaño invertido puede ser indicio de temor a otras per
sonas. Si nos apartamos de la sociedad a modo de retiro,
este hecho en sí va haciéndose cada vez más dominante, y
puede provocar fobias y paranoia. Lo mismo que sucede
con otros triunfos, los aspectos negativos y positivos del Er
mitaño dependen del contexto. En ocasiones, el Ermitaño
invertido puede significar que en ese momento el consul
tante necesita relacionarse con otras personas.
Puesto que la carta, cuando está en posición normal, su
giere madurez, el Ermitaño invertido puede a veces indicar
una actitud de Peter Pan frente a la vida. La persona se afe-
rra a actividades que básicamente no tienen sentido, o bien
finge un entusiasmo infantil (como la imitación de la espon
taneidad), para evitar así la responsabilidad de hacer algo
con su propia vida. Me encontré por primera vez con esta
interpretación para el Ermitaño invertido en una lectura que
le hicieron en Nueva York a un amigo mío; desde entonces,
me ha resultado útil en muchas situaciones. Lo interesante
es que llegué a conocer al lector por mediación de otra
amiga que veía en él un guía personal en su evolución es
piritual.
114
WHEEL „y FORTUNE
laliouc be fortuno
115
La Rueda de la Fortuna
116
der de sugerir el misterio de la vida. En la versión que da
Thomas Malory de la historia del rey Arturo encontramos la
sugerencia de que la Rueda simboliza los azarosos giros de
la «suerte». ¿Por qué algunas personas se enriquecen y otras
empobrecen? ¿Por qué ha de caer un rey poderoso, y en
cumbrarse al poder otro que antes era débil? ¿Quién — o
qué— controla los giros de la rueda de la vida? Malory su
giere que la suerte, con sus aparentemente absurdos altiba
jos, es en realidad destino; es decir, el hado que Dios ha es
cogido para cada individuo, basándose en razones que sólo
El puede entender. Y como nosotros no podemos enten
derlas, decimos que los acontecimientos en la vida de las
gentes son hijos de la suerte, pero todo eso forma parte del
plan divino.
Con la Rueda llegamos, por ende, a la gran cuestión de
cómo y por qué sucede algo en el universo. ¿Qué es lo que
hace que el sol brille? Materiales que se queman, sí, pero
¿qué es lo que los hace arder? ¿Cómo llegó a existir la ener
gía atómica? Finalmente, ¿por qué la primavera ha de se
guir al invierno? ¿Por qué y cómo funciona la gravedad? Y
si vamos más allá nos encontramos con que el destino tam
bién es una ilusión engañosa, un artilugio que encubre el
hecho de que nosotros, con nuestra visión limitada, no p o
demos ver la conexión interior entre todas las cosas. «Bueno
— nos decimos— , es el destino», pero ésta es una expresión
sin sentido porque no podemos entender lo que significa.
Las cosas no se limitan a suceder; algo las hace suceder. El
poder de configurar los acontecimientos, de dar vida y for
ma y propósito al universo, nos dice Malory, pertenece al
Espíritu Santo, que mora en el mundo físico como una pre
sencia dentro del Santo Graal (el As de Copas), de la misma
manera que la Shekinah habitaba físicamente en el interior
del santuario velado del templo de Jerusalén.
Llegamos entonces a la conclusión de que tanto los
acontecimientos aleatorios de la vida como las llamadas
«leyes» de la física son misterios que nos conducen a una
percepción de aquella fuerza espiritual que el brazo levan
tado del Mago atrae hacia abajo, y que se manifiesta en el
117
mundo natural de la Emperatriz. Muchos místicos y chama
nes han dicho que sus visiones les enseñaban cómo se rela
cionan todas las cosas, cómo todas armonizan entre sí, por
que el espíritu une el universo en su totalidad. Posible
mente todos veríamos y entenderíamos este gran esquema
de la vida, si no fuera por el hecho de que no vivimos lo su
ficiente. La brevedad de nuestro existir nos reduce la visión
a una porción tan minúscula del mundo que la vida se nos
aparece como sin sentido.
Ahora bien, esta idea de la Rueda como el misterio del
destino, con su significado oculto, se adecúa muy bien a la
versión de la carta en el mazo Waite-Smith, especialmente
cuando consideramos que está a mitad de camino hacia el
triunfo final. Si colocamos la Rueda del mazo Rider junto al
Mundo, vemos inmediatamente el vínculo que hay entre
ellas. En un naipe tenemos una rueda llena de símbolos; en
el otro nos encontramos con una corona de victoria, dentro
de la cual hay un danzarín que encarna la verdad oculta en
los símbolos. Más sorprendente aún es que encontremos
las mismas figuras en los cuatro ángulos de cada naipe,
salvo que, en el Mundo, los seres mitológicos de la carta 10
se han transformado en algo real y viviente. Es decir que en
el punto medio recibimos una visión del significado interior
de la vida; al final, esa visión se ha vuelto real y se ha encar
nado en nuestro propio ser.
En la India también el rey perdía la vida todos los años
en homenaje a la Diosa. Cuando los patriarcales arios pu
sieron término a esta práctica, la imagen de la rueda girato
ria del año se convirtió en un símbolo aún más poderoso de
la nueva religión. El girar eterno de la Rueda de la Vida
llegó a significar las leyes del karma, que nos llevan a reen
carnarnos en cuerpos sucesivos. Ahora bien, el karma es, en
cierto sentido, simplemente otra explicación del misterio
del destino. Mediante las acciones realizadas en una vida,
uno se construye para la siguiente cierto destino, de manera
que quien cometa muchos actos malvados estará creando
en su ser inmortal una especie de necesidad psíquica de
castigo. Cuando le llegue el momento de su próxima encar
118
nación, escogerá inevitablemente una casta inferior o un
cuerpo enfermo. (Quizás esta sencilla explicación psicoló
gica del karma esté más basada en el budismo que en el
hinduismo.)
También aquí, el carácter limitado de nuestro entendi
miento nos impide que experimentemos directamente la
verdad que hay tras la Rueda del Destino o karma. Cuando
el Buda alcanzó la iluminación, recordó todos los momen
tos de cada una de sus vidas pasadas. En verdad, el re
cuerdo era la iluminación. Al alcanzar el pleno conoci
miento, fue capaz de percibir que todas esas vidas no eran
más que formas creadas por sus deseos. Cuando puso tér
mino a sus deseos, se «evadió de la Rueda». Podríamos de
cir que la iluminación significa (o en todo caso, incluye) tras
pasar los acontecimientos exteriores hasta llegar al espíritu
que mora en su interior, es decir, hasta encontrar el Espíritu
Santo dentro de la Rueda de la Fortuna.
Es significativo que el rey Arturo tenga la vivencia de la
Rueda de la Fortuna como una visión en un sueño, porque
—ya sea que la veamos com o el punto que está a mitad de
camino de los Arcanos Mayores, o simplemente como uno
de los pasos que nos llevan a completar la segunda línea—
la Rueda es ciertamente una visión que nos ofrece el in
consciente. El Ermitaño se ha apartado del mundo exterior
y, como resultado, el inconsciente le muestra una visión de
la vida como una rueda giratoria repleta de símbolos.
La Rueda de la Vida no se vuelve visible mientras no
nos apartamos de ella. Cuando estamos inmersos en ella no
vemos otra cosa que los acontecimientos que están inmme-
diatamente ante o detrás de nosotros, las preocupaciones
cotidianas que tan importantes le parecen a nuestro ego.
Cuando nos retiramos podemos ver la totalidad del diseño.
En un nivel psicológico, podem os considerar esta visión
como una evaluación que hace una persona de hacia dónde
ha ido y hacia dónde va su vida. En un nivel más profundo,
la visión no deja de ser misteriosa y simbólica. Podemos ver
lo que hemos hecho de nuestra vida, pero el destino sigue
siendo un misterio.
119
Todos los símbolos que hay en la Rueda tienen signifi
cado, y nos ayudan a entender la verdad que se encierra en
las visiones. Sin embargo, no tenemos la experiencia de la
plena fuerza de la vida. La luz del inconsciente sigue es
tando velada.
También es significativo el hecho de que Malory rela
cione la Rueda de la Fortuna con el Santo Graal. Porque los
símbolos del Graal, que son también los símbolos de los Ar
canos Menores, se remontan probablemente a una época
casi tan remota como el regio sacrificio anual. Cuando al
candidato a la iniciación en los antiguos misterios europeos
se le daba su «visión» de los mayores secretos del culto,
eran con toda probabilidad los cuatro símbolos de la copa,
la espada, la vara y el pentáculo los que le eran presentados
con gran ceremonia mística. Y los elementos básicos del ri
tual mágico, dispuestos sobre la mesa del Mago, son los
mismos cuatro símbolos, que son también los palos de los Ar
canos Menores.
Aunque en el triunfo 10 no veamos directamente los
cuatro símbolos, sí vemos dos de sus muchos análogos. Las
cuatro criaturas que ocupan los ángulos de la carta provie
nen de la visión de Ezequiel, 1:10, y aparecen también en el
Apocalipsis, 4:7. Ahora bien, a lo largo de siglos, estas cua
tro figuras, a las que en ocasiones se ha llamado los «guar
dianes del cielo», llegaron a simbolizar los cuatro elementos
básicos de la ciencia antigua y medieval. Desde el ángulo
inferior derecho y en sentido contrario al de las agujas del
reloj, son fuego, agua, aire y tierra, y estos elementos corres
ponden respectivamente a las Varas, las Copas, las Espadas
y los Pentáculos. Además de representar los elementos, las
cuatro bestias representan también los cuatro signos fijos
del zodíaco: Leo, Escorpio, Acuario y Tauro. El zodíaco es,
naturalmente, la «Gran Rueda» del universo visible. Así pues,
tanto los elementos como los símbolos aluden al mundo fí
sico, que una vez más se aparece como un misterio, y que
sólo puede ser verdaderamente entendido aprendiendo las
verdades secretas.
La otra relación con los cuatro elementos viene dada
120
por el nombre de Dios, formado en hebreo por las cuatro
letras que aparecen en el borde de la Rueda. Empezando
por la parte superior derecha, y leyendo otra vez en el sen
tido opuesto al de las agujas del reloj, las letras son Yod,
Heh, Vau, Heh. Com o este nombre aparece en la Tora sin
vocales (las cuatro letras son todas consonantes), es impro
nunciable; por lo tanto, el «verdadero» nombre de Dios si
gue siendo un secreto. Durante por lo menos dos mil años,
judíos y cristianos han considerado mágico este nombre.
Los místicos meditan sobre él (Abulafia alcanzó el tercer ni
vel extático de la Cábala trabajando con el nombre de Dios)
y los magos lo manipulan. Para los cabalistas, las cuatro le
tras son el símbolo mismo de los misterios del mundo. Solía
decirse que la creación del universo era un proceso acae
cido en cuatro etapas, correspondientes a las cuatro letras.
Y por supuesto, las letras se relacionan también con los
cuatro elementos, con los símbolos del Graal y los Arca
nos Menores.
Las letras romanas intercaladas entre las hebreas consti
tuyen un anagrama. Leídas desde arriba en el sentido de las
agujas del reloj, forman la palabra «T A R O »; en el sentido
contrario, se puede leer «T O R A » (recuérdese el rollo de la
Suma Sacerdotisa). También podemos formar las palabras
«R O T A », es decir, «rueda» en latín, «O R A T », que en latín
significa «habla», y «A T O R », nombre de una diosa egipcia
(que también se escribe «Hathor»). Paul Foster Case, si
guiendo a MacGregor Mathers, el fundador del Alba Do
rada, ha formado la oración «R O T A T A R O O R A T TO R A
ATO R », que se traduce como «La Rueda de Taro habla
[enuncia] la Ley de Ator». Case llama a este enunciado la
«ley de las letras»; y ya que donde Ator llegó a ser mejor co
nocida fue en Egipto, como diosa de los muertos, de hecho
es la «ley » de la vida eterna, oculta en el mundo natural.
Aunque el cuerpo muera, el alma continúa. Case señala
también que los valores numéricos de las letras hebreas de
«T A R O » suman 671, y que sumándole 26 — el valor numé
rico del Tetragrámaton, el nombre de Dios— esta cifra da
697. La suma de estos dígitos da 22, el número de letras del
121
alfabeto hebreo, y de los triunfos en los Arcanos Mayores. Y
por supuesto, el 22 nos devuelve al 4.
Los cuatro símbolos que hay en los rayos de la rueda
son alquímicos. Desde arriba, y leídos en el sentido de las
agujas del reloj, son Mercurio, azufre, agua y sal, y hacen re
ferencia al objetivo alquímico de la segunda línea, es decir,
a la transformación. El agua es el símbolo de la disolución,
referida aquí a la disolución del ego para liberar el sí mismo,
el ser verdadero que ha quedado inmerso en los hábitos,
los miedos y las defensas. Veremos con más precisión lo
que todo esto significa al hablar de la Muerte y de la T em
planza.
La idea de la muerte y del renacimiento también está
simbolizada en las criaturas que adornan la Rueda. La ser
piente representa a Set, el dios egipcio del mal, que según
la leyenda trajo la muerte al universo. Es él quien da muerte
a Osiris, el dios de la vida. Es muy probable que esta le
yenda, lo mismo que la Rueda, se haya originado en la prác
tica prehistórica de matar al rey-dios, especialmente cuan
do consideramos que Set fue en su momento un dios hé
roe, y que la serpiente estaba consagrada a la Diosa, que
habría recibido el sacrificio. La serpiente sigue la Rueda ha
cia abajo; el hombre con cabeza de chacal que la sigue ha
cia arriba es Anubis, el guía de las almas muertas, y por
ende el dador de nueva vida. Ahora bien, según ciertas le
yendas Anubis es hijo de Set, con lo que vemos que sólo la
muerte puede aportar nueva vida, y que cuando tememos a
la muerte estamos viendo únicamente una verdad parcial.
Psicológicamente, sólo la muerte del sí mismo exterior puede
liberar la energía interior.
La esfinge que hay en lo alto de la Rueda representa a
Horus, el hijo de Osiris y dios de la resurrección (en siglos
posteriores reemplazado frecuentemente por Ator). La vida
ha triunfado sobre la muerte. Pero la esfinge, tal como vi
mos ya en el Carro, significa también el misterio de la vida.
En el Carro, el auriga controlaba la vida con un ego fuerte.
Ahora, la esfinge se ha elevado por encima de la Rueda. Si
dejamos hablar a! inconsciente, percibiremos algún gran se
122
creto de la vida, más importante que la ronda interminable
de acontecimientos aparentemente sin sentido.
A Set, la serpiente, se le llamaba también el dios de la
oscuridad. Una vez más, ver la oscuridad como el «m al» es
engañoso, y de hecho el miedo a la oscuridad, lo mismo
que el miedo a la muerte, pertenece al ámbito del ego. El
ego ama la luz, así como el inconsciente ama la oscuridad.
Con luz todo es simple y directo; el ego puede ocuparse de
las impresiones sensoriales provenientes del mundo exte
rior. Cuando llega la oscuridad empieza a movilizarse el in
consciente; por eso los niños ven monstruos de noche. Una
de las razones de que nos armemos de un yo exterior tan
fuerte es que de ese modo no tenemos que hacer frente a
los demonios cada vez que se apagan las luces.
Sin embargo, quienes quieran ir más allá del Carro ten
drán que enfrentar esos terrores. Las serpientes y el agua, la
oscuridad y la disolución son símbolos de muerte, es decir
de la muerte del cuerpo y de la muerte del ego. Pero la vida
existe desde antes y sigue existiendo después de la perso
nalidad individual, que por cierto no es más que una bur
buja en la superficie de nuestro ser. La vida es poderosa,
caótica, bullente de energía. Entregarnos a ella y a Horus, el
dios de la resurreción, es sacar nueva vida del caos. La
Rueda gira tanto hacia arriba como hacia abajo.
La versión que da Wirth de la Rueda de la Fortuna (fi
gura 11b) proclama aún más enérgicamente esta idea. La
Rueda está sobre el agua, apoyada en un bote. La disolu
ción y el caos emergen como la realidad esencial subya
cente en el universo físico. Todas las formas de existencia,
la gran diversidad de cosas y acontecimientos, son simple
mente creaciones momentáneas provenientes de esa pode
rosa energía que llena el cosmos. En la mitología hindú,
cuando las formas exteriores, como el ego, se han debili
tado y apagado, Shiva destruye periódicamente el universo
entero, liberando la energía básica de la cual éste emergió
originariamente.
El número 10 sugiere el 0. El Loco no es nada y no tiene
personalidad, pero también, como el número 0, es todo,
123
porque siente directamente esa energía de la vida, ese mar
que hierve bajo el bote. En la Rueda de la Fortuna del mazo
Rider (figura 1 la ), el centro de la Rueda no lleva símbolo al
guno. Cuando llegamos al centro inmóvil de la existencia,
sin ego y sin miedo, todas las formas exteriores se desvane
cen. Esto es algo que podemos entender en forma intuitiva,
pero para vivenciarlo realmente debemos permitirnos el
descenso a ese mar oscuro, dejar que la personalidad se ex
tinga, se disuelva y dé paso a la vida nueva que emerge de
la oscuridad.
En las lecturas adivinatorias, la Rueda de la Fortuna sig-
j niñea algún cambio en las circunstancias de la vida de una
j persona. Es probable que la persona no entienda qué es lo
¡ que ha causado ese cambio: quizás no haya ninguna razón
! directa que se pueda ver, y de hecho es probable que la
persona no sea responsable del cambio en ninguno de los
' sentidos normales de la palabra. Una gran corporación
compra la empresa donde trabaja un hombre, y éste se
queda sin trabajo. Una relación amorosa se acaba, no por
que ninguna de las dos personas haya cometido «error» al
guno en su manera de tratar a la otra, sino simplemente
1 porque la vida continúa. La Rueda sigue girando.
Lo importante en cuanto al cambio es nuestra reacción.
¿Aceptamos la nueva situación y nos adaptamos a ella? ¿La
usamos como una oportunidad y encontramos en ella al
gún significado, algún valor? Si la Rueda aparece en posi-
. ción normal, significa adaptación. En su sentido más fuerte,
puede indicar la capacidad de penetrar a través del misterio
de los acontecimientos hasta encontrar un mayor entendi
miento de la vida. Pese a todo el dolor que cause, el fin de
una relación amorosa puede hacer que uno se conozca m e
jor a sí mismo.
Invertida, la carta significa una lucha contra los aconteci
mientos, condenada generalmente al fracaso porque el cam
bio se ha producido ya, y la vida siempre triunfa sobre la
personalidad que intenta oponérsele. Sin embargo, si la per
sona que consulta ha reaccionado siempre en forma pasiva
ante todo lo que le ha hecho la vida, entonces la Rueda in
124
vertida puede significar un cambio más importante de lo
que sería, simplemente, un nuevo conjunto de circunstan
cias. Es posible que le abra el camino hacia una manera
nueva de percibir que ella es responsable de su propia
vida.
T U S T IC E .
Figura 12
La Justicia
125
encima de la Justicia. La carta 11 indica que las leyes psí
quicas de la Justicia, por mediación de la cual avanzamos
de acuerdo con nuestra capacidad de entender el pasado,
dependen de que veamos la verdad respecto de nosotros
mismos y de la vida. El Tarot Justicia, por ende, no lleva los
ojos vendados.
Hasta ahora hemos hablado de la segunda línea como
de un proceso de distanciamiento ante las preocupaciones
externas, para así despertar la visión interior de nosotros
mismos y de la vida. Pero una visión de la naturaleza subya
cente de las cosas no tiene sentido si no produce una res
puesta activa. Siempre debemos actuar (el principio del
Mago) según la sabiduría recibida del sí mismo, del ser inte
rior (el principio de la Suma Sacerdotisa). No sólo la ba
lanza perfectamente equilibrada, sino todas las imágenes
de la carta apuntan en la dirección de un equilibrio entre el
entendimiento y la acción. La figura, una mujer, es de apa
riencia andrógina; aunque está firmemente sentada en su
banco de piedra, parece en actitud de levantarse; un pie
apunta hacia adelante por debajo de la túnica, mientras el
otro permanece oculto. La espada, emblema de acción,
apunta directamente hacia arriba, indicando resolución y
señalando también la idea de que la sabiduría es como una
espada que traspasa la ilusión engañosa de los aconteci
mientos hasta encontrar el significado interior. La espada
de dos filos significa elección. La vida nos exige que tome-
mos decisiones; pero, al mismo tiempo, una vez tomada, la
decisión no puede ser revocada. Se convierte en parte de
nosotros, que estamos formados por las acciones que he
mos realizado en el pasado, y formamos nuestro ser futuro
con las acciones que hoy emprendemos.
La balanza representa también el equilibrio perfecto de
pasado y futuro. Pasado y futuro que no se equilibran en el
tiempo, sino en la clara visión de la Justicia que nos mira fi
jamente desde el centro exacto de los Arcanos Mayores.
A través de la primera mitad de los Arcanos Mayores,
cuando una persona se compromete con el mundo exterior,
padece la ilusión falaz de que está llevando una vida ba
126
sada en el principio activo. Esto se debe a que confundimos
el hacer cosas con la acción. A medida que nos volvemos
hacia el interior, suponemos que nos apartamos de la ac
ción; y de hecho, el proceso de la segunda línea no se pue
de cumplir sin hacer una pausa en nuestra vida exterior, o
por lo menos sin desplazar la atención. Pero la verdadera
acción, por oposición al movimiento sin sentido, aporta
siempre significado y valor a la vida; una acción tal proviene
del entendimiento. De otra manera, seguimos en una obe
diente pasividad, como máquinas que se ven impelidas de
un acontecimiento a otro sin entender para nada qué es lo
que nos hace hacer las cosas que hacemos. El verdadero
propósito de la segunda línea no es abandonar el principio
activo, sino despertarlo.
La simbología del triunfo 11 combina en forma más
completa que en ninguno de los anteriores las del Mago y la
Suma Sacerdotisa. Para empezar, los dígitos del número 11
suman 2, pero el número significa también una versión su
perior de 1 (como también una versión inferior de 21). La
mujer sentada ante dos pilares, entre los cuales hay un velo,
hace pensar en la Suma Sacerdotisa, pero su túnica roja y
su postura, con un brazo levantado y otro hacia abajo, evo
can al Mago. La verdadera acción emerge del conocimiento
de sí; la sabiduría surge de la acción. En la vida, lo mismo
que en la imagen, el Mago y la Suma Sacerdotisa se combi
nan inextricablemente, como una serpiente macho y una
hembra que se enroscan una alrededor de la otra (símbolo
tanto de la kundalini como del caduceo de Hermes), o la
doble hélice del ADN. El color del velo es púrpura, em
blema de sabiduría interior; el fondo, la corona, el pelo y la
balanza son amarillos, lo que significa fuerza mental. La sa
biduría no surge espontáneamente. Debemos pensar en
nuestra vida si queremos entenderla, pero todo nuestro
pensamiento no va a ninguna parte, a menos que se derive
de una clara visión de la verdad.
En el nivel microcósmico de la psicología personal, la
Rueda de la Fortuna representa una visión de la vida de
una persona: los acontecimientos, quién es la persona, qué
127
ha hecho de sí misma. La Justicia indica la comprensión de
esa visión. El camino hacia el entendimiento pasa por la
responsabilidad^En tanto que creamos que nuestra vida
pasada se limitó a suceder, que nosotros mismos no aporta
mos nuestro propio ser a la existencia con cada cosa que
hacemos, el pasado seguirá siendo un misterio y el futuro
una rueda que gira interminablemente, vacía de significado.
Pero cuando aceptamos que cada suceso de nuestra vida
ha contribuido a formar nuestro carácter, y que en el futuro
seguiremos creándonos a nosotros mismos por mediación
de nuestras acciones, es cuando la espada de la sabiduría
hiende en dos el misterio^»
Además, al aceptar que somos responsables de nosotros
mismos nos liberamos paradójicamente del pasado. Como
el Buda, que recordaba todas sus vidas, sólo podemos des
prendernos del pasado si tomamos conciencia de él. De lo
contrario, repetimos constantemente comportamientos pa
sados. Por eso la Justicia está en el centro de nuestras vidas.
Bien puede ser que el ego no sea más que una persona, es
decir, una especie de máscara; pero esa máscara puede
controlarnos mientras no admitamos que nosotros mismos
la modelamos.
La idea de que uno es responsable de su propia vida no
implica ningún tipo de control invisible sobre el mundo ex
terior. N o significa, por ejemplo, que si un terremoto des
truye la casa de alguien, ese alguien haya querido de algún
modo que así fuera, por sus propias y misteriosas razones.
Entender incluye aceptar las limitaciones de nuestra exis
tencia física. El universo es vasto y extraño, y ningún indivi
duo puede controlar lo que en él sucede.
Tam poco la responsabilidad tiene ninguna implicación
moral. Significa simplemente que, nos guste o no, todo lo
que hacemos y todo lo que vivimos contribuye a la evolu
ción de nuestra personalidad. La vida nos exige que reac
cionemos ante cada acontecimiento, pero no se trata de
una exigencia moral, sino de un hecho de la existencia.
Y sin embargo, no sólo todos nuestros instintos, sino
también la psicología y la religión, lo mismo que el testimo
128
nio de los místicos, nos dicen que la vida contiene algo más,
un núcleo interior independiente de ese yo exterior que se
ve arrojado de una experiencia a otra. La segunda línea
muestra cómo se extingue la personalidad exterior, permi
tiendo la emergencia del núcleo interior, el ángel de la Tem
planza. Pero antes de que pueda darse una liberación tal
debemos aceptar la «justicia» de nuestras vidas; aquello
que somos, nosotros mismos lo hicimos.
Para la visión de nuestra época, cuya mejor ejemplifica-
ción se da en el difícil proceso del psicoanálisis, este pro
ceso de toma de conciencia es principalmente psicológico.
En otras épocas, el proceso de transformación se ha exte
riorizado en los dramáticos rituales de iniciación. Todas las
iniciaciones se ajustan a la misma pauta. Tras haber reunido
el valor necesario para ser un neófito, el candidato empieza
por recibir instrucción en las enseñanzas del culto o del mis
terio; durante ese tiempo se dan — a través de la medita
ción, el ritual y las drogas— los pasos necesarios para abrir
los canales hacia el inconsciente y volver receptiva a la per
sona. Estas primeras etapas son las simbolizadas en la Fuer
za y el Ermitaño. Después, en una atmósfera imponente de
misterio y dramatismo, se presenta al candidato una visión
de los misterios secretos del culto (que se mantienen en se
creto, en parte, para protegerlos de los descreídos, pero
también y sobre todo para preservar su efectividad en el
momento en que son revelados). En los cultos del Graal,
esta visión era una procesión dramática del Graal y sus sím
bolos, transportados por mujeres que lloraban por un rey
herido. En la Rueda de la Fortuna vemos un análogo de
esta visión.
Y llega ahora el momento crucial. El candidato — o can-
didata— debe dar una respuesta, porque si se limita a se
guir esperando pasivamente los próximos acontecimientos,
la iniciación no puede avanzar. Lo más probable es que en
los cultos del Graal la respuesta necesaria fuera una pre
gunta, que podía ser: «¿Qué significa todo esto?» o bien,
más sutilmente, «¿A quién sirve el Graal?». Al formular esta
pregunta, el candidato da al culto ocasión de responder, es
129
decir, de continuar la iniciación mediante el ritual de la
muerte y el renacimiento. Y, lo que es más importante, así
demuestra que reconoce que él es parte del proceso, res
ponsable de que éste arribe al resultado adecuado. Esto es
más difícil de lo que parece. El ritual simboliza la vida, la
muerte y el renacimiento de la naturaleza, y también el
cuerpo que muere para liberar el alma inmortal. Para hablar
durante un acontecimiento tan sobrecogedor (y recuérdese
que el iniciado creía en sus dioses y diosas con una intensi
dad que hoy resulta imposible para la mayoría de nosotros)
se necesitaba un coraje por lo menos tan grande como el
que hace falta para aceptar las verdades que se nos revelan
por medio de un análisis psicológico, y el consiguiente des
pertar.
En nuestra época, el acento puesto sobre el individua
lismo nos lleva a pensar sólo en la muerte y en el renaci
miento personales. Las grandes iniciaciones, por su parte,
no servían solamente para transformar a una persona con
creta, sino que también la vinculaban con los misterios, más
vastos, del universo. Si seguimos esta pista, podemos ver
otra de las razones por las cuales la Justicia tiene su lugar
adecuado en el centro de los Arcanos Mayores. Hemos ha
blado ya del mundo com o de una vasta interacción de
opuestos, una rueda de luz y de oscuridad, de vida y de
muerte, que gira constantemente. También hemos dicho
que en el centro de la rueda está el punto inmóvil en torno
del cual, interminablemente, rotan los opuestos. La balanza
equilibrada de la Justicia nos sugiere, una vez más, ese pun
to inmóvil^Cuando encontramos el centro de nuestra vida,
todo llega a equilibrarse. Y cuando todos los opuestos, en
tre ellos el pasado y el futuro, se equilibran, somos capaces
de ser libres en el interior de nosotros mismos. V
Muchas personas se preguntan qué nos dice el Tarot, o
el I Ching o la astrología, sobre el libre albedrío. Si las cartas
pueden predecir lo que haremos, ¿significa esto que el libre
albedrío en realidad no existe? La cuestión se plantea a par
tir de un malentendido referente a lo que es el libre albedrío
como tal, en cuanto lo consideramos como algo simple e in
130
dependiente del pasado. Pensamos que en cualquier mo
mento somos libres de hacer lo que se nos ocurra, pero
nuestras elecciones, pretendidamente libres, están condú-
cionadas por nuestras acciones pasadas. Si nosotros mis
mos no nos entendemos, ¿cómo podemos esperar hacer
una opción libre? Solamente si vemos y aceptamos el pa
sado somos capaces de liberarnos de él.
Supongamos que una persona consulta las cartas acer
ca de tal o cual situación. Estas señalan muy claramente las
consecuencias de determinada decisión; por ejemplo, de
continuar o no con una relación amorosa, o de iniciar un
proyecto nuevo. Imaginemos que las cartas indican un de
sastre, y que la persona puede ver realmente la probabili
dad de que lo predicho suceda. Ahora bien, el consultante
puede pensar: «Bueno, esto es sólo una probabilidad, pero
mi libre albedrío me permitirá cambiar la situación.» Con
esa idea, sigue adelante, y la situación resulta exactamente
tal como la predecían las cartas. La persona no ha usado
realmente, en modo alguno, su libre albedrío; la idea de li
bre albedrío le ha servido, más bien, como excusa para ig
norar lo que previamente había reconocido como una pre
visión válida. Esta no es una situación hipotética; es algo
que sucede una y otra vez con las lecturas del Tarot. Con
prever un resultado probable no basta para cambiarlo o im
pedir que suceda. Debemos entender por qué algo se ave
cina, y debemos trabajar sobre las causas que desde dentro
de nosotros mismos condicionan las cosas que hacemos y
las formas en que reaccionamos. El libre albedrío existe, sin
duda alguna. Pero simplemente, no sabemos usarlo. Lo más
importante que podemos aprender consultando el Tarot es,
precisamente, lo poco que ejercitamos nuestra libertad.
Cuando se consulta el Tarot se ha de prestar siempre
muy cuidadosa atención a la carta de la Justicia. Su apari
ción indica, ante todo, que los acontecimientos han funcio
nado de la manera que «tenían» que funcionar, es decir,
que lo que nos sucede proviene de situaciones y decisiones
pasadas. T enemos lo que nos merecemos. En segundo lu
gar, indica la necesidad y la posibilidad de ver la verdad de
131
este resultado{La carta significa una sinceridad absoluta. Al
mismo tiempo, muestra la posibilidad de que nuestras ac
ciones en el futuro sean modificadas por una lección apren
dida en la situación presente./*
No podemos ser sinceros con nosotros mismos si no ex-
tendemos esa sinceridad a nuestros tratos con otras perso
nas^ En este sentido, la carta es portadora de los significa
dos obvios de la Justicia: sinceridad, juego limpio, acciones
correctas y, ciertamente, cuando se trata de asuntos de tipo
jurídico, una decisión justa, que puede no ser necesaria
mente la que quizá prefiera uno.^>
Invertida, la carta indica falta de sinceridad — deshones
tidad— con uno mismo y con los demás. Señala una mala
disposición a ver el significado de los acontecimientos y
muestra especialmente que estamos perdiéndonos una opor
tunidad de entendernos mejor, y de entender mejor nuestra
vida. En el nivel externo indica deshonestidad y acciones o
decisiones injustas. A veces, son los demás quienes son in
justos con nosotros. El significado de la carta invertida puede
referirse también a decisiones legales injustas o a recibir
mal trato de terceras personas.
Por otra parte, no debemos permitir que la insinuación
de injusticia nos sirva de excusa para negar nuestra propia
responsabilidad en lo que nos sucede. La Justicia en posi
ción invertida refleja en ocasiones la actitud de «Qué injus
ticia, mirad cómo me trata todo el mundo», etcétera, etcé
tera. Pero, sea que esté en posición normal o invertida, los
claros ojos de la Justicia nos envían un mensaje sobrecoge-
dor. Con palabras de Emerson, «Nadie más que tú mismo
podrá salvarte».
132
(a) Figura 13 (b)
El Colgado
133
en el fluido genital se encontraban oligoelementos que des
cenderían, infiltrándose, hasta afectar el cerebro, pero lo
más significativo es que la inversión de la postura física sirve
como un símbolo directo de la inversión de actitudes y de la
experiencia que se produce por mediación del despertar es
piritual. Allí donde todo el mundo está frenético, tú conoce
rás la paz. Donde otras personas se consideran libres, pero
están de hecho a merced de fuerzas que no entienden y
que las empujan de una cosa a otra, alcanzarás la verda
dera libertad entendiendo y aceptando esas fuerzas.
El Colgado pende de un árbol que tiene la forma de la
letra T. Ahora bien, ésta es la mitad inferior de una crux an-
sata, el símbolo egipcio de la vida, y se la llama a veces
«cruz Tau». Según Case, la cruz egipcia representaba la letra
hebrea Tau, que es la letra que corresponde al Mundo. Así
pues, el Colgado está a mitad de camino hacia el Mundo.
Esto se comprueba igualmente en el hecho de que 12 es 21
al revés, y en el de que si se da vuelta la carta (haciendo que
el hombre quede en posición normal) se tendrá casi la mis
ma figura que en el danzarín del Mundo. Por consiguiente,
cuando preguntamos qué carta hace las veces de punto
central de los Arcanos Mayores, la respuesta no es «una»,
sino «tres», a saber, la Rueda, la Justicia y el Colgado, que
simbolizan un proceso, antes que un momento.
Obsérvese que mientras que el danzarín del Mundo ex
tiende ambos brazos con sus varitas mágicas, el Colgado los
mantiene cruzados detrás de la espalda, y recuérdese tam
bién que está cabeza abajo. En esta etapa, sólo retirándose
,de la sociedad es posible mantener una profunda concien
cia espiritual. En el Mundo vemos cómo esa misma con
ciencia se mantiene en medio de las actividades externas de
la vida.
El hombre pende de una crux ansata. por lo cual su ár
bol es el Arbol de la Vida. Si recordamos que Odín se sacri
ficó por Igdrasil, también podemos llamar a la horca el Ar
bol del Mundo. Este árbol comienza en el submundo (el in
consciente) y se eleva, a través del mundo físico (la con
ciencia), hasta el cielo (el superconsciente). Las ideas que
134
fueron representadas por primera vez en el diagrama de los
Enamorados han comenzado a actualizarse. Lo que antes
veíamos como conceptos se convierte ahora, después de la
Justicia, en una experiencia auténtica. El número del C ol
gado, el 12, es 2 veces 6, esto es, la Suma Sacerdotisa que
eleva a los Enamorados a un nivel superior.
Más allá de todo este simbolismo, el Colgado nos con
mueve porque nos muestra una imagen directa de la paz y
el entendimiento. Si la calma irradia con tanta fuerza en el
naipe, es porque el Colgado se ha entregado a los ritmos de
la vida. En las antiguas iniciaciones, la entrega significaba
unirse a los rituales, en vez de limitarse a observarlos desde
fuera. Para muchas personas de hoy, significa liberar las
emociones que mantienen bloqueadas desde hace años.
Obsérvese que ambas cosas son actos: entregarnos al Arbol
de la Vida es un verdadero paso que damos, no una es
pera pasiva.
T. S. Eliot, en su poema The Wasteland [La tierra bal
día], vincula la idea de una entrega individual a las em ocio
nes tanto con la aridez de la vida europea después de la pri
mera guerra mundial como con los antiguos misterios del
Graal. El Rey Pescador herido puede curarse mediante un
«momento de entrega que una edad de prudencia jamás
puede retractar». Y en un pasaje anterior del poema se ad
vierte al héroe que «tema perecer ahogado». El ego percibe
la entrega como muerte, como disolución en el mar de la
vida. La persona que ofrece esta advertencia es un lector
del Tarot. En la década de los años veinte, el poema de
Eliot ayudó a popularizar las cartas de Tarot y, específica
mente, dio fama al Colgado. De hecho, el Colgado no apa
rece en el poema, pero es importante a causa de su ausen
cia.
Eliot afirmó que en realidad no sabía nada del Tarot, y
que se limitaba a usar algunas imágenes tomadas de él.
Aparentemente, sin embargo, conocía un hecho esotérico
que ignoran incluso muchos comentaristas del Tarot: según
algunos autores esotéricos, el Colgado llevaba originaria
mente el título de «El marinero egipcio ahogado». Madame
135
Sosostris da este título al héroe. «Esta es tu carta.» La en
trega es su destino, pero él lo ha negado: «N o encuentro
al Colgado.»
Las piernas cruzadas representan el número 4 invertido.
El 4 simboliza la tierra con sus cuatro direcciones. Al invertir
su propio sentido de los valores, el Colgado ha puesto el
mundo cabeza abajo. Juntos, la cabeza y los brazos forman
un triángulo de agua, con la punta hacia abajo. El camino
hacia el superconsciente pasa por el inconsciente. La carta
de la baraja del Alba Dorada (figura 13b) muestra al C ol
gado suspendido sobre el agua. La mayoría de los cabalis
tas del Tarot asignan a esta carta la letra Mem, que repre
senta los «mares» o el elemento de agua.
Por lo tanto, en el cuerpo del Colgado vemos el 4, el
mundo, la conciencia, y el 3, que aquí representa el agua o
el inconsciente. Estos números, multiplicados, dan el 12. En
la multiplicación, los números originales se disuelven para
formar algo mayor que su suma.
Com o el 21, el número 12 sugiere a la vez el 1 y el 2. La
carta refleja al Mago, en el sentido de que el poder que éste
hace descender con su vara ha penetrado ahora en el C ol
gado: lo vemos en la aureola de luz que le rodea la cabeza.
La experiencia de sentir realmente la fuerza espiritual que
hay en la vida es la vivencia de un gran poder y una gran
emoción en medio de una calma total. El número 2, lo
mismo que la imagen del agua, nos hace pensar en la Suma
Sacerdotisa. Ambas cartas indican un retraimiento, pero
donde el triunfo 2 indicaba el arquetipo de la receptividad,
el 12 nos muestra una vivencia de la receptividad.
1 más 2 es igual a 3. La Emperatriz siente directamente
la vida gracias a su compromiso emocional; el Colgado la
siente mediante la percepción interior.
En las lecturas, el Colgado expresa un mensaje de inde
pendencia. Como el Loco, que significa hacer lo que en
nuestro sentir es lo mejor, por más que a otras personas les
parezca absurdo, el Colgado indica que eres quien eres,
aunque otros piensen que lo tienes todo al revés. Simboliza
el sentimiento de estar profundamente conectado con la
136
vida, y puede significar una paz que se logra después de
una difícil ordalía.
Invertido, el triunfo significa una incapacidad de libe
rarse de las presiones sociales. En vez de prestar oídos a
nuestro ser interior, hacemos lo que los demás esperan o
exigen de nosotros. Nuestra percepción de la vida es siem
pre de segunda mano; jamás es una experiencia directa,
sino solamente una serie de estereotipos, com o la persona
que modela su comportamiento basándose en las órdenes
de sus padres y en las acciones de las estrellas de cine.
La carta invertida significa también que el consultante li
bra algún tipo de lucha con su ser interior. Puede aludir a
una persona que intenta negar alguna parte básica de sí
misma, o simplemente que no puede aceptar la realidad y
que, de una manera o de otra, está constantemente bata
llando con la vida. Al contraponer su ego al mundo, tam
poco tiene nunca una experiencia plena de la vida. No p o
demos conocer el significado cabal de la vida hasta que,
como Odín, no nos colguemos del Arbol del Mundo, cuyas
raíces se hunden profundamente, más allá del conoci
miento, en el mar de la experiencia, mientras sus ramas se
pierden entre las infinitas estrellas.
137
(a) Figura 14 (b)
La Muerte
138
na y omnipresente. JLas formas individuales están siempre
muriendo, en tanto que otras llegan a la existencia. Si la
muerte no barriera con lo viejo, nada nuevo podría encon
trar lugar en el mundo. Muchas novelas de ficción científica
nos han mostrado a qué sociedad tiránica se llegaría si los
líderes mundiales no se murieran. La liberación de España
después de la muerte de Franco constituyó una adecuada
demostración de la importancia de la muerte.
Al morir, la carne se pudre hasta dejar solamente el es
queleto, que también terminará por desaparecer, pero que
dura lo suficiente como para, por lo menos, apuntar a la eter
nidad. De ahí que en la baraja del Alba Dorada (figura 14a)
la carta del esqueleto dé a entender que la eternidad triunfa
sobre lo transitorio. Ahora bien, el esqueleto tiene también
un significado ocultista. En el mundo entero, el entrena
miento de los chamanes incluye métodos para ver el propio
esqueleto, valiéndose de drogas o meditación, e incluso des
prendiéndose la piel de la cara. Al liberar el hueso de la
carne, los chamanes se conectan con la eternidad.
Porque teme a la muerte, la gente busca en ella razón y
valor. La religión cristiana nos enseña que la muerte libera
el alma de la carne pecadora para que así podamos unirnos
con Dios en una gran vida aún por venir. Cari Jung ha es
crito sobre la importancia de creer en una vida futura, sin la
cual la muerte puede parecer demasiado monstruosa para
aceptarla.
Otros han señalado que la muerte nos reúne con la na
turaleza. La conciencia que nos aísla del mundo terminará
por ser borrada, y la putrefacción del cuerpo significa sola
mente que está alimentando a otras criaturas. Cada muerte
aporta nueva vida. A muchas personas, la idea de que serán
comidas les parece horrenda. La moderna práctica [en los
Estados Unidos] de embalsamar y pintar los cadáveres para
que parezcan vivos, y de enterrarlos luego en ataúdes her
méticos de metal, se deriva del deseo de mantener, hasta en
la muerte, el cuerpo apartado de la naturaleza.
Lo cierto es que, puesto que no sabemos qué sucede
con nuestro cuerpo una vez que el espíritu lo ha abando
139
nado, lo que realmente tememos es la destrucción de la
personalidad. El ego se ve a sí mismo como algo aparte de
la vida; y como no es más que una máscara, no desea morir.
Desea hacerse superior al universo.
Si podemos aceptar la muerte, seremos capaces de vivir
más plenamente. El ego nunca quiere liberar energía: in
tenta atesorarla para resguardarse del miedo a la muerte.
Com o resultado, la energía nueva no puede penetrar, lo
cual se ve muy gráficamente en la forma en que respiramos
cuando somos presa del pánico: procuramos tragar aire sin
dejarlo salir antes, y como resultado se nos corta la respira
ción.
También en el intercambio sexual el ego escatima ener
gía, negándose al orgasmo y a la entrega porque siente que
en ese momento se disuelve parcialmente. En la Inglaterra
isabelina se solía llamar «muerte» al contacto sexual, y en el
Tarot, la Muerte aparece debajo de los Enamorados.
Porque el ego se resiste a la idea misma de la muerte, y
consiguientemente nos impide disfrutar de la vida, hay oca
siones en que debemos recurrir a medidas extremas para ir
más allá de él. Los ritos de iniciación conducen siempre a
una muerte y un renacimiento simulados. Al iniciado se le
hace creer que está realmente a punto de morir. Se hace
todo lo necesario para que esa muerte parezca tan real como
sea posible, de modo que el ego, engañado, tenga la viven
cia real de la tan temida disolución. Entonces, cuando el ini
ciado «renace», experimenta una nueva madurez y una li
beración nueva de energía. En los últimos años, muchas
personas han tenido vivencias muy semejantes a las de es
tos ritos mediante el uso de drogas psicodélicas. Creen que
se están muriendo, y se sienten renacer. Sin embargo, sin la
preparación que simboliza el Colgado, es frecuente que la
experiencia sea profundamente perturbadora.
t- Contrariamente a lo que muchos creen, la carta de la
Muerte no se refiere, de hecho, a la transformación, sino
que nos muestra más bien el momento preciso en que re
nunciamos a las antiguas máscaras y permitimos que la
transformación se produzca. Quizá podamos entenderlo
140
mejor si atendemos al paralelo entre el Tarot y la psicotera
pia. Mediante la fuerza de la voluntad (la Fuerza), la per
sona, con ayuda del terapeuta-guía (el Ermitaño), deja emer
ger el conocimiento de quién es realmente y de los hábitos
o miedos de los cuales quiere desprenderse (la Rueda y la
Justicia). Este conocimiento le aporta calma y deseos de
cambiar (el Colgado). Pero entonces se instala el miedo.
«Quizá si renuncio a mi comportamiento — piensa— no
quedará nada, y moriré.» Son tantos los años que vivimos
bajo el control del ego, que llegamos a creer que nada más
existe. Lo único que conocemos es la máscara. Con fre
cuencia, la gente se atasca durante años en una terapia por
que le da miedo liberarse. La nada con que se enfrenta el
Loco la aterroriza.
Muchas veces, la gente que ha sido mucho tiempo gor
da tiene un miedo similar si intenta hacer dieta. «Siempre
he sido gordo», piensa. «Soy una persona gorda, y si adel
gazo, ya no existiré.» Y el hecho es que es verdad. El «y o »
que era una persona gorda ya no existirá, pero en su lugar
surgirá algo nuevo.
La imagen que nos da Waite del triunfo 13 insiste en el
significado psicológico de la carta. Las cuatro personas
muestran diferentes maneras de enfrentar el cambio. El rey
abatido representa la rigidez del ego. Si la vida nos ataca
con la fuerza suficiente, el ego puede desmoronarse, y la in
sania puede ser el resultado de la incapacidad para adap
tarse a un cambio extremo. El sacerdote está de pie y se en
frenta directamente con la Muerte; puede hacerlo porque la
rigidez de su ropa y su tocado lo protege y le sirve de apoyo.
Aquí vemos el valor que tiene un código de creencias para
ayudarnos a superar el miedo a la muerte. La doncella sim
boliza una inocencia parcial: el ego no es rígido, pero aun
así tiene conciencia de sí y se niega a entregarse. Por eso,
aunque está arrodillada, la muchacha se aparta. Sólo el
niño, que representa la total inocencia, enfrenta a la Muerte
con una simple ofrenda de flores.
La Muerte lleva una armadura negra. Ya hemos visto
cómo la negrura y la oscuridad simbolizan tanto la fuente
141
de la vida como su fin. Así como el negro absorbe todos los
colores, la muerte absorbe todas las vidas individuales. El
esqueleto monta un caballo blanco. El blanco refleja todos
los colores, y por consiguiente simboliza la pureza, pero
también la nada. La rosa blanca representa los deseos puri
ficados, porque cuando el ego se extingue, con él mueren
las necesidades egoístas y represivas. Al fondo de la carta
vemos un sol que se levanta entre dos pilares. El yo perte
nece al mundo exterior de la dualidad, que separa y catego-
riza la experiencia. Por mediación de la Muerte sentimos el
poder radiante de la Vida, que sólo se conoce a sí misma. El
paisaje que se extiende ante los pilares nos trae a la m em o
ria el País de los Muertos que describen todas las mitolo
gías. Tememos a la muerte del ser que éramos porque no
sabemos qué esperar después. Una de las principales fun
ciones de los chamanes que ven su propio esqueleto es
adelantarse por el País de los Muertos para así ser capaces
de guiar las almas de los demás.
En mitad de la carta fluye un río. Los ríos, como vimos
con la Emperatriz, indican la unidad de cambio y eternidad.
El hecho de que conduzcan al mar nos recuerda el carácter
informe y la unicidad del universo. La barca, con reminis
cencias de las naves funerarias de los faraones, simboliza el
sí mismo, el ser verdadero que la Muerte transporta a una
vida nueva.
Sea cual fuere la imagen, todos los mazos del Tarot tie
nen el número 13. Aunque la mayoría de las personas con
sidera al 13 un número desafortunado, no saben bien por
qué. En nuestra cultura, el 13 se refiere a Judas, que era el
decimotercer participante en la Ultima Cena, y por consi
guiente, el número indica la muerte de Cristo (y de todos).
El viernes trece es especialmente desafortunado, porque
Cristo murió un viernes. Pero también podemos describir
a Cristo como el decimotercer hombre, y ver cómo la muerte
conduce a la resurrección.
En un sentido más simbólico, el 13 es desafortunado
porque nos lleva más allá del 12, que es una especie de nú
mero «perfecto». Combina los arquetipos del 1 y el 2, sim
142
boliza el zodíaco — y por ende, el universo— y es divisible
por 1, 2, 3, 4 y 6: más dígitos que cualquier otro número. El
13 destruye esta elegancia: no es divisible más que por 1 y
por sí mismo. Pero también aquí podemos ir más allá de los
aspectos negativos del simbolismo. Precisamente porque
arruina la perfección del 12, el 13 significa una creación
nueva; la muerte desorganiza las viejas formas y abre el
paso a las nuevas.
La suma de los dígitos del número 13 da 4, el Empera
dor. Por mediación de la Muerte triunfamos sobre nuestro
ser «social» externo. Como el 13 es una forma superior del
3, la carta evoca también a la Emperatriz, y vuelve a recor
darnos que en la naturaleza, la vida y la muerte son inse
parables.
En las lecturas'adivinatorias, la Muerte significa una
época de cambio. Con frecuencia, indica miedo al cambio.
En su aspecto más positivo apunta a deshacerse de viejos
hábitos ¡¿ rigideces para permitir el afloramiento de una vida
nueva. En el más negativo, indica un miedo paralizante a la
muerte física, un miedo que alcanza mayor profundidad de
lo que mucha gente se da cuenta: es frecuente que una
consulta con muchas indicaciones positivas termine mal
porque la Muerte está en la posición de los miedos.
Invertido, el triunfo indica estancamiento en los viejos
hábitos. Waite habla de «inercia, sueño y letargo» en la vida.
Este sentimiento de una vida aburrida y sin aliciente enmas
cara la lucha, a veces desesperada, del ego por evitar el
cambio. La carta indica siempre que la Muerte, con el subsi-'
guíente renacimiento, no es sólo una posibilidad sino tam
bién, en cierto sentido, una necesidad. El momento de mo
rir ha llegado, y el ego, al hundirnos en el letargo, impide
que la percepción de este hecho aflore a la conciencia. Con
frecuencia, la inercia, el aburrimiento y la depresión enmas
caran terrores internos.
143
TEM PERANCE.
La Templanza
144
sito de la segunda línea de los Arcanos Mayores es liberar
nos de esta personalidad artificial y, al mismo tiempo, dar
nos un atisbo de las grandes verdades del universo. La
Templanza, que aparece debajo del Carro, nos muestra una
persona cuyo comportamiento vuelve a estar conectado con
el mundo real, pero de una manera mucho más significativa
que antes. Porque, si el niño se relaciona directamente con
la vida, lo hace sin tener conciencia, y a medida que la con
ciencia aumenta, también se fortalece el ego. La Templanza
indica la capacidad de combinar la espontaneidad con el
conocimiento.
F.l término «templanza» significa moderación, y para la
mayoría de las personas, esto se refiere a dominio de sí.
Pero la Templaza del Tarot no se va a los extremos simple
mente porque los extremos no son necesarios. No se trata
de una inhibición artificial acorde con algún código moral,
sino exactamente de lo contrario: de una respuesta ade
cuada y auténtica a todas las situaciones a medida que se
plantean. *
La palabra «templanza» se deriva del latín temperare,
que significa «m ezclar» o «com binar adecuadamente». La
persona que ha liberado su ser interior se caracteriza no so
lamente por la moderación, sino por su capacidad para
combinar los diferentes aspectos de la vida. Mucha gente
sólo es capaz de enfrentarse con la v ida si la va parcelando
en sectores. Se crean una personalidad para los negocios y
otra para su vida privada: las dos son falsas. Consideran
que ciertos momentos y situaciones sen «serios» y otros «d i
vertidos», y se guardan muy bien de sonreír ante un tema
serio. Con frecuencia, las personas que aman no son las
que les parecen sexualmente atractivas. Todas estas escisio
nes se derivan de la incapacidad para tomarse la vida tal
como viene, momento a momento. La Templaza combina
los elementos de la vida; en realidad, combina los elemen
tos de la personalidad, de modo tal que la persona y el
mundo exterior fluyan juntos con naturalidad.
En toda la imagen, el triunfo exhibe los signos de la com
binación. Cuando miramos la imagen del mazo Waite-Smith
145
(figura 15a), lo primero que vemos es el agua que se vierte
de una a otra copa: la unión de los elementos fluyentes de
la vida. Si nos fijamos que la copa inferior no está directa
mente debajo de la superior, veremos que la imagen nos
muestra una imposibilidad física. La capacidad de enfrentar
jubilosamente los problemas de la vida que confiere la Tem
planza, a mucha gente le parece mágica.
En la baraja Rider, la Templanza presenta ambas copas
como mágicas. En la imagen del mazo Wirth (figura 15c), el
búcaro superior es de plata, lo que indica un contenido que
fluye desde la Luna, es decir, desde el inconsciente, hacia el
Sol, la conciencia. La segunda línea se inició con un aleja
miento del mundo para encontrar el ser interior; ahora ha
llegado el momento de volver a las actividades normales de
la vida.
El camino, especialmente, significa retorno. H emos des
cendido a las profundidades del sí mismo y ahora, enrique
cidos, desandamos el camino para reasumir el compromiso
con el mundo exterior. O bsérvese que los dos pilares de los
naipes anteriores se han convertido en dos montañas. Las
ideas abstractas están convirtiéndose en realidad; la Tem-
planza es una carta de comportamiento, no de conceptos.
El ángel está con un pie apoyado en tierra y el otro en el
agua. Así como el agua representa el inconsciente, la tierra
simboliza el «mundo real» de los acontecimientos y de las
otras personas. La personalidad de quien ha alcanzado la
Templanza, en cuanto actúa a partir de un sentido interior
de la vida, vincula los dos ámbitos. El agua indica también
potencialidad, es decir, las posibilidades de la vida, en tanto
que la tierra simboliza la manifestación o la realidad. Por
obra de la Templanza, la persona otorga realidad, mediante
sus acciones, a las maravillas que percibió el Colgado.
La Templanza del mazo BO TA (figura 15b) muestra agua
que se vierte sobre un león, y una antorcha que derrama
fuego sobre un águila. Leo simboliza el fuego (el Mago), en
tanto que el águila, la forma «superior» de Escorpio, repre
senta el agua (la Suma Sacerdotisa). El ángel está m ez
clando la dualidad básica, combinando inseparablemente
146
los diferentes aspectos de la vida, que antes se aparecían
como irremediablemente ajenos entre sí. Ahora, el águila
representa la forma superior de Escorpio, porque Escorpio
simboliza la energía del inconsciente. En su forma inferior,
el escorpión, esta energía se muestra principalmente como
sexualidad, los «deseos animales» de la personalidad no d e
sarrollada. Cuando la energía ha sido transformada, canali
zándola a través de la conciencia, se convierte en el águila
de la espiritualidad. La Fuerza mostraba esta energía, pues
ta afuera, en la forma del león; en la baraja BOTA, la Tem
planza nos muestra el proceso terminado, el águila y el león
combinados.
El ángel recuerda a la diosa griega Iris, cuyo signo era el
arco iris; en la carta del mazo B O TA aparece un arco iris, y
hay lirios (iris) en la imagen de la versión Rider. El arco iris
aparece como signo de paz después de una tormenta, lo
cual nos recuerda que la Templanza muestra la personali-
dad liberada por la tremenda experiencia de la Muerte.
arco iris proviene del agua, y sin embargo resplandece como
luz a través del cielo, como emblema del sí mismo, del ser
interior que, tras haber parecido oscuro, caótico y temible,
trajo jubilosamente a la superficie la promesa de una nueva
vida, y se transformó en ella. En la tradición judeocristiana,
el arco iris es un signo de renovación después del Diluvio.
El Diluvio, como la destrucción del universo a manos de
Shiva, representa psicológicamente la muerte de las viejas
pautas, que no reflejan la verdad y el júbilo de la vida, y que
empujan a la gente hacia el «mal», es decir, a comporta
mientos destructivos para uno mismo y para los demás.
Com o mensajera de Zeus, Iris viajaba al mundo subte
rráneo para llenar su copa de oro con las aguas del río Esti-
gio. Los griegos creían que las almas muertas atravesaban
el Estigio para llegar a la tierra de los muertos. Sólo un des
censo al mundo subterráneo del yo es capaz de renovar
la vida.
Desde el punto de vista religioso, el ángel simboliza el
alma inmortal liberada por la muerte. Si mira uno cuidado
samente debajo del escote, verá el nombre de Dios entrete
147
jido en la tela de la túnica. En la tradición cristiana, el alma
se reunirá con Dios después de la resurrección. El triángulo
que hay dentro del cuadrado indica que el Espíritu se eleva
desde dentro del cuerpo material.
Psicológicamente, el ángel indica la energía de la vida
que emerge después de la Muerte del ego. El triángulo,
ahora, muestra que esa energía opera dentro del marco de
las actividades normales. No necesitamos hacer milagros
para percibir nuestra relación con el universo inmortal; sólo
es necesario que seamos nosotros mismos.
Recuérdese que el Tetragrámaton aparecía en la Rueda
como un misterio del destino. Aquí el nombre se ha conver
tido en parte de nosotros. N o s convertimos en «señores» de
maestro destino cuando aprendemos a enfrentarnos con la
vida_ tal como es y no a través de rutinarios hábitos y~cfe-
fensas.
< L o s significados adivinatorios, lo mismo que las ideas de
la carta, se inician con moderación y equilibrio en todas las
cosas, y siguiendo el camino del medio. La carta significa
acción correcta, obrar adecuadamente en cualquier situa
ción que se plantee. Con frecuencia, esto significa no hacer
.nada. La persona intemperante necesita estar siempre ha
ciendo algo, pero es muy frecuente que una situación exija
solamente que una persona se limite a esperar. En ocasio
nes, la carta aparecerá como antídoto de otras que señalan
temeridad e histeria.
La Templanza significa la fusión conjunta de elementos
dispares, la combinación de actividades y sentimientos para
producir un sentido de armonía y de paz. Como alude a un
equilibrio y una combinación de los diferentes aspectos de
la vida, la Templanza es portadora de una significación es
pecial para los Arcanos Menores. Si en una consulta vemos
a una persona desgarrada entre, por ejemplo, varas y copas
— actividad y pasividad— o copas y pentáculos —fantasía y
realidad— . entonces la Templanza, la moderación y el ac
tuar a partir de un sentimiento interior de la vida, pueden
dar la pista para integrar ambas cosas.
Lo mismo que el Loco en posición invertida, la Tem
148
planza cabeza abajo indica desafuero, comportamiento ex
tremado.
carece de la percepción interior necesaria para saber lo que
es adecuado en cada situación. Él triunfo invertido puede
ser una advertencia de que hemos dejado que nuestra vida
se fragmentase, y de que nos estamos deslizando desde un
extremo al otro. De hecho, puede indicar fracaso en la dura
tarea de dejar que los viejos hábitos y los antiguos miedos
se extingan, perdiéndose en el pasado. En un nivel simple,
la Templanza invertida nos aconseja que nos calmemos y
no caigamos en los extremos; en su sentido más profundo,
nos remite de nuevo a la Fuerza, para comenzar ese pro
ceso — largo, a veces doloroso, a veces aterrador, pero siem
pre esencialmente jubiloso— de la muerte y el renacimiento.
149
■ : v 'ü h
'
6
El gran viaje
El objetivo de la iluminación
151
la Templanza se llama el Mundo porque es por mediación
de su vivencia como nosotros y el universo nos unifica
mos.
La línea se inicia con una paradoja, una aparente caída
en las ilusorias garras del Diablo. Al profundizar en el signi
ficado de la carta en este lugar, especialmente, llegamos a
una comprensión nueva de lo que lleva implícito la libera
ción. Al comienzo de los Arcanos Mayores dijimos que la
luz y la oscuridad estaban inextricablemente ligadas. Sin
embargo, el lado oscuro e inconsciente estaba oculto en el
templo de la Suma Sacerdotisa, y sólo podía ser vivenciado
mediante la intuición. Para ir más allá del velo debemos em
pezar por adentrarnos en la oscuridad del sí mismo. Mu
chas religiones celebraron el pasaje a través de la oscuridad
al país de la vida perdurable. Cuando la Iglesia cristiana es
tableció su religión de la luz proscribió como malas todas
las evocaciones de la oscuridad. La imagen común del Dia
blo no es más que una mezcla del dios griego Pan con otros
diversos competidores de Cristo.
El significado de la Torre depende de los ojos con que
veamos al Diablo. Si lo vemos como una simple entidad ilu
soria, entonces la Torre nos la muestra hecha pedazos por
una violenta conmoción. Pero si el Diablo significa la libera
ción de energías reprimidas, entonces la ilusión que el rayo
aniquila es nada menos que el velo mismo de la concien
cia.
En cada línea, las tres cartas del medio forman un grupo
especial. Para la primera, era la tríada de naturaleza, socie
dad y educación; para la segunda, era el cambio, mediado
por la Justicia, de la visión exterior de la Rueda a la vivencia
íntima del Colgado. En la última línea, las tres cartas mues
tran el paso de la revelación interior de la Estrella que nos
devuelve a la conciencia del Sol. Entre ellas, llena de extra
ñeza, se encuentra la Luna.
Pero el Sol no es el final. Una vez más descendemos a la
oscuridad para tener, en el Juicio y en el Mundo, la vivencia
de una unión total con el universo y con el espíritu que lo
llena. Ahora podemos actuar en el mundo exterior sin per
152
der jamás el sentimiento de la vastedad y el portento inte
riores. El Mago y la Suma Sacerdotisa, unidos en una única
danza jubilosa.
Figura 16
El Diablo
153
El Diablo introduce la última línea, y esto es una insinua
ción de que aporta cierta energía vital al trabajo de esa lí
nea, que ciertamente se ocupa de las fuerzas arquetípicas
que trascienden el sí mismo. ¿Acaso el camino a la ilumina
ción nos hace atravesar el oscuro mundo del Diablo? R e
cuérdese que Dante atraviesa el Infierno antes de poder lle
gar al Purgatorio y al Paraíso, y que William Blake, ocultista
y poeta, describió al Diablo como el verdadero héroe del
Paraíso perdido, el poema moralista de Milton.
Para poder entender el valor esotérico del Diablo debe
mos considerar primero sus significados más usuales, como
una fuerza de engaño y opresión. La principal ilusión enga
ñosa es la del materialismo, un término que generalmente
se toma en el sentido de excesiva preocupación por el di
nero, pero que más exactamente significa la creencia en
que nada existe más allá del mundo de los sentidos. El Dia
blo está trepado sobre un bloque de piedra similar al cubo
del Emperador en el mazo BOTA. Pero en tanto que el
cubo simbolizaba la totalidad del universo, el rectángulo del
Diablo, que es la mitad de un cubo, indica un conocimien
to incompleto.
Al negar todo componente espiritual de la vida, el mate
rialista persigue solamente deseos personales: monetarios,
sexuales y políticos. Y como con frecuencia tal estrechez de
miras conduce a la infelicidad, el Diablo ha llegado a simbo
lizar la desdicha. Sin embargo, si miramos a las dos figuras
no observamos inquietud alguna, ni en los rostros ni en la
postura. Obsérvese también que, en realidad, las cadenas no
sujetan a los personajes, ya que el lazo es lo bastante gran
de como para poder retirarlo fácilmente. El poder del Dia-
blo se funda en la ilusoria creencia en que nada más existe.
En muchísimas situaciones, desde la op resión política al su
frimiento personal de una vida familiar desdichada, la gente
sólo llega a ser conscientemente infeliz cuando cae en la
cuenta de q ue la vida ofrece otras alternativas.
La postura del Diablo, con una mano levantada y la otra
hacia abajo, recuerda al Mago. Allí donde el primer triunfo
alza una vara hacia el cielo, para hacer descender el poder
154
espiritual, la antorcha del Diablo apunta hacia la tierra, alu-
diendo a la creencia en q ue no existe nada que trascienda
lo material.
En la palma del Diablo se ve el glifo astrológico de Sa
turno, un planeta que con frecuencia aparece como sím
bolo del mal o de la mala suerte, pero que es más adecuado
considerar como un señalamiento de limitaciones, debilida
des o restricciones. Los dedos extendidos, más el número 5
del 15, recuerdan los dos dedos hacia arriba y dos hacia
abajo del Hierofante. Así como aquel gesto significaba que
en el universo hay más de lo que pueden ver nuestros ojos,
la palma abierta del Diablo vuelve a indicar que nada existe
más allá de lo evidente.
El Diablo lleva en la frente un pentáculo invertido, uno
de los símbolo de magia negra. Ahora bien, el pentáculo es
portador de múltiples significaciones. Si te pones de pie con
los pies separados y los brazos extendidos, verás que el
pentáculo simboliza el cuerpo humano. En posición nor
mal, la cabeza está arriba, y si invertimos el pentáculo los
genitales están por encima de la cabeza. En la doctrina cris
tiana tradicional, jos deseos están regidos por el poder de la
razón, la capacidad para distinguir el bien y el mal. Por con
siguiente, el pentáculo invertido apunta a la actitud de dejar
que los deseos entorpezcan el juicio. La antorcha del Dia
blo inflama el rabo del hombre, y quienes experimentan sus
necesidades sexuales como algo a la vez abrumador y des
tructivo las describen no pocas veces como un fuego que
arde dentro de ellos. El fondo del naipe es negro, lo que
simboliza la magia negra, la incapacidad de ver la verdad, y
la depresión.
Aunque en ella vemos los significados tradicionales del
Diablo — ilusión engañosa, materialismo, desdicha y obse
sión sexual— , la carta transmite una fuerza enorme. El Dia-
hJo nos clava una mirada intensa y fija. L os practicantes del
tantrismo describen la kundalini como un fuego en el cuer
po, que se inicia en la raíz de la columna vertebral, en la ra
badilla, y que los ritos sexuales movilizan.
Volvamos a considerar el pentáculo. Los órganos sexua
155
les por encima de la cabeza. La imagen nos trae a la memo
ria los Enamorados del mazo Rider, donde la mujer, sím
bolo del inconsciente y de las pasiones, mira al ángel. Tam
bién podemos recordar la Fuerza, situada directamente por
encima del Diablo, donde el león simboliza la energía ani
mal movilizada y domada. Hemos hablado ya de la creen
cia ocultista en que la energía sexual y la espiritual son en
realidad una y la misma, simbolizada por la doble imagen
de Escorpio: el escorpión y el águila. Por extraña que pa
rezca, la idea no es en realidad tan misteriosa. No hace falta
ni un ocultista ni un freudiano para reconocer el gran poder
del sexo en nuestra vida. Gran parte de nuestra cultura p o
pular, con sus canciones de amor, sus películas románticas,
sus chistes sexuales y sus diversas jergas, está dedicada a él.
Si para una persona normal y corriente el impulso sexual es
tan dominante, tiene sentido que el ocultista intente recurrir
a esta energía y elevarla a un nivel tal que, finalmente, se
transforme por completo en la experiencia sobrecogedora
de la iluminación.
Hay también un punto más sutil: el soñar va siempre
acompañado por la excitación sexual del cuerpo, un pene o
un clítoris erecto, además de otras indicaciones. Ahora bien,
un sueño es la manifestación del inconsciente mismo en
imágenes. Ello indica que el inconsciente es de naturaleza
sexual, y que los sueños son una transformación parcial de
esa energía en una forma más amplia. De hecho, el término
«inconsciente» no se refiere en realidad a los sueños y mitos
que nos lo revelan, sino más bien al gran caudal de energía
que nos sostiene a lo largo de la vida.
Nuestra cultura occidental nos ha enseñado que el cuer
po y el espíritu son fundamentalmente opuestos. Supone
mos que monjes y monjas se abstienen del contacto sexual
para no contaminarse, pero podemos considerar el celibato
desde otro ángulo. La abstención sexual permite que la per
sona célibe canalice esa energía en otra dirección. En la In
dia se ha reconocido siempre la relación existente entre
energía sexual y energía espiritual. El símbolo de Shiva es
un falo, en tanto que los ritos tántricos buscan en la cópula
156
sexual una manera de cargar el cuerpo de energía. Los gnós
ticos, que tuvieron importante influencia en las ideas ocul
tistas europeas, practicaban ritos muy similares a los del
tantra. Y los gnósticos — lo mismo que Blake en época pos
terior— consideraban a Satán el auténtico héroe del Jardín
del Edén, el que intentaba dar a Adán y Eva un verdadero
conocimiento de sí mismos.
Si la senda del espíritu transcurre a través de los deseos,
¿por qué los reprime entonces la sociedad? Y si el camino
de la liberación es conocido y está señalado desde hace si
glos, ¿por qué mantenerlo en secreto? La respuesta a estas
cuestiones reside en el poder terrible de la energía sexual-
espiritual. Si se la eleva a su nivel más alto, nos libera de las
limitaciones de la dualidad. Sin embargo, liberar ese poder
sin transformarlo puede dar como resultado obsesiones, crí
menes sexuales, violencia, e incluso la destrucción de la
personalidad. N o fue simplemente una cuestión de política
sexual lo que condujo a los patriarcas griegos a atacar los
misterios, dominados por las mujeres, del rapto extático.
Presas por entero de las fuerzas que liberaban dentro de sí
mismas, las adoratrices se azotaban y se mutilaban, y en
ocasiones emprendían una furiosa carrera por toda la co
marca, destrozando a su paso a los animales, a los hombres
e incluso a los niños que no estaban a salvo en las casas ce
rradas. Sólo la persona que ha sido entrenada, que ha lo
grado un nivel profundo de paz interior, que ha alcanzado
realmente la comprensión que el Tarot llama Templanza
puede, sin riesgo, tener trato con las fuerzas implícitas en
el Diablo.
De hecho, el Diablo significa mucho más que ritos se
xuales y energía violenta. En un sentido más amplio, simbo
liza la energía vital aprisionada en las ocultas zonas oscuras
del ser interior, a las cuales no se puede tener acceso por
medios ordinarios. Si se la llama «el Diablo» es porque esta
energía puede manifestarse, en quienes no están prepara
dos para recibirla, de forma monstruosa, como el senti
m iento de un universo habitado por el mal o como la tenta-
ción de complacerse en la violencia. Dijimos en la segunda.
157
línea que el niño desarrolla un ego fuerte para no seguir te
miendo a la oscuridad. La acción de la segunda línea nos
permitió vislumbrar las oscuras aguas que sostienen la Rueda
de la Vida. La tercera línea exige una liberación completa
de la energía inconsciente. Un desborde semejante sólo
puede lograrse si se entra en ese territorio oculto con todos
sus delirios, horrores y deseos que tan fácilmente pueden
aturdir a quienes no están preparados para el objetivo
final.
Volvamos a atender a los gestos del Hierofante y del
Diablo. Los dos dedos que el sacerdote tiene hacia abajo
significan que en la vida hay más de lo que vemos; al mismo
tiempo, dan a entender que la senda que conduce a ese co
nocimiento más profundo está cerrada. Los dedos abiertos
del Diablo pueden simbolizar la creencia, ilusoria y estre
cha, en que lo que vem os es lo único que existe; o pueden
simbolizar el verlo todo, el no quedar nada oculto. El gesto
específico que hace el Diablo, con una separación entre los
dos pares de dedos, es el mismo que hacía el Sumo Sacer
dote, en Jerusalén, para hacer descender la fuerza del espí
ritu, y sobrevive en la actualidad en la celebración del Año
Nuevo judío, como parte de la «bendición sacerdotal».
Paul Douglas ha llamado al triunfo 15 el «lado oscuro
del inconsciente colectivo». Cuando el pretendido «m ago
negro» (que fue antaño uno de los títulos del Diablo) con
jura a un demonio, en realidad está haciendo emerger una
fuerza desde dentro del sí mismo. Si la operación tiene
éxito, el mago — o maga— domina al demonio y consigue
hacer de él su sirviente. Es decir que se vale de la energía li
berada en vez de terminar siendo presa de ella. Para ha
cerlo, el mago debe estar purificado de los deseos y del
miedo. En pocas palabras, debe haber alcanzado la Tem
planza, porque si no, el demonio puede «ganar» en el en
frentamiento. El mago entonces se transforma en un escla
vo de las ilusiones engañosas del Diablo.
Hemos profundizado bastante en una interpretación ra
dical del Diablo, pero los significados adivinatorios de la
carta tienden a seguir las interpretaciones más habituales.
158
Tomamos los significados más obvios porque en una lec
tura la carta se presenta fuera de contexto. El Diablo puede
indicar una visión estrechamente materialista de la vida;
puede significar cualquier forma de mezquindad o de de
presión, especialmente una sensación de estar encadenado
o aprisionado, con la engañosa impresión de que no hay
otras alternativas posibles. Si aparece en relación con los
Enamorados, advierte que una relación que comenzó sien
do de amor se ha convertido en una trampa.
El Diablo significa que el consultante, en vez de actuar
guiado por el pensamiento, es esclavo de sus deseos. Puede
aludir a una obsesión — especialmente de índole sexual—
que domina a la persona, haciendo que se sienta llevada a
cometer actos que le parecen moralmente repugnantes. El
ejemplo extremo es el delincuente sexual, pero en un nivel
mucho más común, abundan los hombres y las mujeres que
se sienten poderosamente atraídos por personas que les
disgustan. La sensación de desvalimiento y de vergüenza
resultante de ceder a tales deseos pertenece al dominio
del Diablo.
Antes observamos ya la calma que irradian los rostros
del hombre y la mujer encadenados, y q ue indica la acepta
ción de una situación mala. Llega un momento en que ter
minamos por considerar normal nuestra condición desdi
chada, e incluso es posible que nos defendamos del cam
bio. El Diablo invertido, por otra parte, apunta a un intento
de liberarse de alguna desdicha o esclavitud, que puede ser
real o psicológica..La persona ya no acepta su situación, y
.busca la liberación. Lo paradójico es que en ese preciso mo
mento es cuando sentimos más intensamente nuestra infeli
cidad y las limitaciones de nuestra vida. Antes de poder
evadirnos de las cadenas, debemos tomar conciencia de
ellas. Por consiguiente, quienes están pasando por algún
proceso de liberación —tal como marcharse de casa, hacer
una psicoterapia o enfrentar un divorcio difícil— .se sienten
con frecuencia mucho más desdichados que cuando acep
taban ciegamente su condición de oprimidos. Un período
tal puede ser decisivo para la evolución de una persona, v si
159
uno es capaz de sobrevivir a él, emergerá del proceso sin
tiéndose más feliz y con una personalidad más evolucio
nada, En ocasiones, puede ser que el período de transición
se nos haga insoportablemente doloroso, y que volvamos a
aceptar nuestras cadenas.
El Diablo, invertido y en la posición del pasado, significa
con frecuencia que el cambio ya se ha producido, pero los
sentimientos de tristeza, de cólera y de depresión se man
tienen; ocultos quizá para la visión consciente, siguen ejer
ciendo su influencia. Muchas veces debemos enfrentar los
demonios del pasado, incluso aquellos que, en una dimen
sión práctica, hemos vencido desde hace mucho tiempo.
Para la psique, nada deja jamás de tener importancia; sim
plemente, jamás olvida nada. El camino hacia la liberación
pasa por usar y transformar el conocimiento y la energía
condensados en cada experiencia.
160
Figura 17
La Torre
161
con una corona de oro. Al mismo tiempo, a medida que el
inconsciente fuerza sus fronteras, crece la presión en el in
terior de la mente. Se perturban los sueños, se hacen más
frecuentes la depresión y las discusiones, y si la persona re
prime también estas manifestaciones, con frecuencia el con
tenido inconsciente encontrará alguna otra manera de es
tallar.
La explosión puede aparecerse como un desastre ex
terno; la familia y los amigos se nos ponen en contra, se nos
desquicia el trabajo y nos convertimos en centro de una u
otra forma de violencia. Y es verdad que uno de los miste
rios de la vida es la forma en que la mala suerte viene por
rachas. Sin embargo, ¿cuántos de estos problemas no resul
tan de situaciones durante largo tiempo descuidadas o mal
manejadas, que nos hieren en el momento en que somos
más vulnerables? Y si algunos problemas, enfermedades o
muertes de personas próximas a nosotros, o los problemas
económicos de la sociedad, e incluso desastres naturales
como pueden ser tormentas — o rayos— , aparecen al mis
mo tiempo que las complicaciones personales, una coinci
dencia tal vuelve a demostrar que en la vida tiene cabida,
efectivamente, más de lo que podemos ver con nuestros
ojos.
No debemos pensar que la psique ni la vida nos traigan
el desastre simplemente para castigarnos. Las gotas de fuego
que caen a cada lado de la Torre tienen la forma de la letra
hebrea Yod, la primera letra del nombre de Dios, y no sim
bolizan la cólera, sino la gracia. Ni el universo ni la mente
humana permitirán que nos quedemos para siempre apri
sionados en nuestras torres de ilusorio engaño y d.e repre
sión. Si no podemos liberarnos de ellas pacíficamente, en
tonces las fuerzas de la vida organizarán una explosión.
No quiero dar a entender que disfrutemos, en modo al
guno, de las dolorosas experiencias que nos sacuden para
liberarnos, ni que podamos ver los fines benéficos que con
tales medios se obtienen, ni siquiera que el resultado del
proceso sea siempre la libertad. Es muy frecuente que una
serie de desastres o un período de emociones violentas de
162
jen tullida a una personalidad que hasta entonces era fuer
te. Lo importante es que sólo cuando no se le dan otras sali
das llegará el inconsciente a hacer erupción en torno de no
sotros, y que podemos valernos de esta experiencia para
alcanzar un equilibrio mejor. Algunos mazos llaman a esta
carta «La Casa del Diablo», pero otros le dicen «La Casa de
Dios», recordándonos que lo que destruye nuestras prisio
nes psíquicas es la fuerza espiritual.
Hay un significado más profundo en la vinculación esta
blecida entre la casa de Dios y la del Diablo, un significado
que va implícito en forma más directa en el hecho de que la
palabra hebrea que significa «serpiente» tiene el mismo va
lor numérico que (y por consiguiente, se la considera equi
valente a) la palabra que significa «mesías». El Diablo es la
sombra de Dios. En el triunfo 15 vimos que la persona que
busca la unidad con la vida debe sacar afuera la energía
normalmente reprimida por la personalidad consciente. Sin
embargo, al abrazar al Diablo ponemos en peligro aquella
calma y aquel equilibrio que nos enseñaba la Templanza;
encaminamos a la psique por una ruta de violencia que
conduce a la explosión de la Torre. Jung describía la con
ciencia como una represa que obstruye el libre fluir del río
del inconsciente. La Templanza actúa como una especie de
compuerta, que deja pasar las aguas, pero con un caudal
controlado. La Torre hace volar completamente la represa,
liberando en forma de inundación la energía que aquella
contenía.
Se pregunta uno por qué se ha de seguir un curso tan
peligroso, y la respuesta es que no hay otra manera de ir
más allá de la barrera de la conciencia, o de liberarse de
aquello que separa la vida en opuestos y nos desconecta de
la energía pura que llevamos dentro. El velo que pende a
través del templo es la personalidad consciente, que nos
protege de la vida misma. Tal como lo afirma el testimonio
de místicos, chamanes y visionarios, la eternidad nos rodea
por todas partes, aplastante y cegadora. Una mente que no
esté preparada no puede resistir semejante poder, y por eso
la conciencia acude a rescatarnos, cerrando los canales a la
163
mayor parte de nuestra energía espiritual y parcelando la
experiencia en momentos temporales y categorías contra
puestas.
Los místicos nos dicen igualmente que la revelación se
presenta como un rayo que destruye las visiones ilusorias
del mundo material en un único relámpago cegador, como
el que vio Pablo en el camino de Damasco, o el que sacudió
a Buda debajo del árbol bodhi. No importa cuánto se haya
prolongado la meditación, cuántos sean los años de oración
o de formación ocultista; la verdad viene en un rayo o, sim
plemente, no viene. Y esto no quiere decir que la prepara
ción no tuviera sentido. El trabajo que se nos muestra en las
dos primeras líneas de los Arcanos Mayores sirve a un pro
pósito doble. No sólo nos fortalece en la medida necesaria
para soportar el rayo cuando éste llegue, sino que también
nos pone en situación de provocarlo. Todas las prácticas
ocultas se inician con un supuesto: es posible hacer que el
rayo de la revelación descienda; una persona puede dar pa
sos definidos para hacer que esto suceda.
Estos pasos incluyen la enseñanza, las meditaciones, la
muerte del ego y, finalmente, el abrazo del Diablo. Al liberar
esa energía vamos más allá de las barreras de la represión, y
nos abrimos al rayo. Porque el espíritu existe todo el tiempo;
somos nosotros los que no lo vemos. Al adentrarnos en la
oscuridad del sí mismo nos abrimos a la luz.
Evidentemente, se trata de un proceso peligroso. La per
sona que no está preparada puede quedar atrapada en las
redes ilusorias del Diablo. Veremos también que la libera
ción de energía conlleva sus propios peligros, cuando la psi
que intenta integrarla con la percepción consciente. En el
camino de regreso desde el centro del laberinto, el héroe
puede perderse si no se ha preparado antes cuidadosa
mente.
La Torre viene debajo de la Suma Sacerdotisa porque
muestra el velo en el momento en que se desgarra. Al mis
mo tiempo, el rayo hace pensar en el Mago. La misma ener
gía y la misma verdad que pasan a través del Mago se des
cargan aquí con toda su fuerza. También vemos los triunfos
164
1 y 2 en las dos personas, una vestida de azul, la otra en
vuelta en una capa roja. La polaridad simbolizada en tantas
cartas anteriores queda aquí superada por la unidad de la
existencia. Si contamos las gotas de fuego — las letras Y o d —
encontraremos que suman veintidós, el número de los triun
fos. Encontraremos también que están divididas en diez y
doce. Los sumerios usaban un sistema numérico basado en
el diez (por los diez dedos) para los asuntos mundanos,
pero tenían un sistema aparte basado en el doce — por el
zodíaco— para las cuentas del espíritu. La dualidad tam
bién es ilusoria. Ambos mundos son manifestaciones del
mismo fuego espiritual.
La imagen de una torre destruida nos trae el recuerdo
de la torre de Babel. En un nivel literal, el relato bíblico ex
plica por qué la gente habla tantas lenguas, en tanto que
moralmente nos enseña a no depositar nuestra fe en las ca
pacidades humanas (la Torre como materialismo). Pero p o
demos ver otro significado en la destrucción de Babel. El
rayo que la abatió era Dios, que hablaba directamente a la
humanidad en vez de hacerlo en forma indirecta, por me
dio de los fenómenos ordinarios del mundo físico.
En un instante, el discurso de Dios reemplaza al discurso
humano que edificó la torre; la revelación reemplaza al co
nocimiento paso a paso de los sentidos. Recuérdese que el
descenso del espíritu en Pentecostés interfiere con el len
guaje humano; la gente «habla lenguas» o emite ruidos ani
males. Y, en trance, los chamanes hablan la lengua de las
bestias y de los pájaros. El lenguaje humano es un aspecto
de la cultura, y una limitación de la conciencia. Muchos lin
güistas, especialmente Benjamin Whorf, han demostrado
que nuestros lenguajes restringen nuestra capacidad de
percibir la realidad, como un filtro puesto encima del uni
verso. Y la verdad, nos dicen los místicos, no puede ser ex
presada en palabras.
El número 16 de la Torre se reduce a 7, el Carro, que
Case y otros autores relacionan con el discurso humano. El
discurso del Dios de la Torre destruye en un momento to
das las cuidadosas construcciones de la cultura, el lenguaje
165
y la conciencia. Al hacerlo, nos devuelve al caos del mar
que hay debajo de la Rueda de la Fortuna, y al estanque de
agua que se vislumbra apenas detrás del velo de la Sacer
dotisa.
En cierto sentido, la Torre es el más complejo de todos
los triunfos; sus significados más sutiles se contradicen con
Jos evidentes. Como sucede con el Diablo, sus significados
adivinatorios se derivan con frecuencia de los obvios. G e
neralmente, el naipe hace referencia a un período de con
moción violenta (en sentido literal o psicológico), a la des-
trucción de situaciones largamente establecidas, a la rup
tura colérica, e incluso violenta, de relaciones.
La carga de furia que presenta esta carta es causa de
que muchas personas se espanten de ella. Una reacción así
plantea el interrogante vital de cómo se han de considerar
las imágenes más intimidantes del Tarot. Debemos apren
der a usar toda experiencia, tanto la de la Torre como la de
los Enamorados. Cuando aparece la Torre, es menester re
cordar que puede conducir a la libertad; las explosiones es
tán despejando alguna situación que ha llegado a provocar
presiones intolerables, y pueden señalar el camino a nuevos
comienzos.
Decir que la aparición de la Torre significa general
mente una experiencia difícil no es insistir en que los signifi
cados más profundos no aflorarán jamás. La carta puede
^aludir a un fogonazo de iluminación, en especial si tal ilumi
nación reemplaza a una visión limitada de la vida. Sólo la
intuición y la experiencia del lector, unidas a las sugerencias
provenientes de las otras cartas, pueden indicar cuál es el
significado específico.
Si aparece invertida, la Torre indica una versión modifi
cada de lo que la carta significa cuando está en posición
normal. La violencia y la tormenta siguen estando, pero son
más suaves. Al mismo tiempo, el triunfo invertido lleva im
plícito un significado adicional de «aprisionamiento», por
usar el término de que se vale Waite. Esta paradoja se re
suelve cuando consideramos que, cuando está en su posi
ción normal, la Torre libera. Si aparece invertida, significa
166
que no nos permitimos pasar por toda la plenitud de la ex
periencia. Al mantener un rígido control de nuestras reac
ciones disminuimos el dolor, pero además no liberamos todo
el material reprimido. Dentro de nosotros, al no haber se
guido nunca su curso completo, la experiencia dolorosa
continúa. Si la protegemos del rayo, nos convertimos en
prisioneros de la Torre.
Figura 18
La Estrella
167
Vale la pena comparar la Estrella con la Templanza,
donde también vemos una figura que vierte agua y que sos
tiene dos copas, teniendo un pie en tierra y otro en el agua.
Ambas cartas vienen después de una crisis, pero así como
es moderada la Templanza, la Estrella es libre. N o está ves
tida, sino desnuda. No se mantiene rígidamente de pie; se
muestra flexible y relajada. Y finalmente, así como la Tem
planza vierte el agua de una copa a otra, mezclándola pero
al mismo tiempo conservándola, la doncella de la Estrella la
derrama generosamente, confiada en que la vida la abaste
cerá continuamente con energía nueva. La imagen sugie
re todos aquellos cálices místicos que jamás se podían
vaciar.
La liberación de energía de la Torre desgarró el velo de
la conciencia. Aquí, en la Estrella, estamos detrás del velo.
El estanque de agua, aun siendo pequeño, representa el in
consciente; es la misma agua que veíamos oculta detrás de
los pilares de la Suma Sacerdotisa. Ahora, esa energía vital
universal ha sido removida por el acto de verter en ella las
aguas de la propia vida de la persona.
El agua vertida sobre la tierra indica que la energía libe
rada por la Torre se dirige tanto hacia afuera como hacia
adentro; vincula lo inconsciente con la realidad exterior del
mundo físico. Una manera de describir las corrientes de
agua es decir que son los arquetipos del mito, las imágenes
mediante las cuales se expresa el inconsciente. El incons
ciente es un todo sin forma ni divisiones, pero emerge a la
conciencia a través de las corrientes separadas de la mitolo
gía. Con la Estrella hemos ido más allá del mito, hasta su
fuente como energía informe, como luz que sale de la oscu
ridad. La transformación de la oscuridad en luz es el incons
ciente, la vastedad oculta que llevamos dentro, convertida
en la percepción extática del superconsciente.
Una corriente de agua vuelve a verterse en el estanque,
lo que significa que todos los arquetipos vuelven a m ez
clarse en la verdad sin forma. El valor del arquetipo reside
únicamente en su poder de movilizar el ser interior y de co
nectarnos con la fuente. El pie de la doncella no se hunde
168
en el agua: no se ha logrado penetrar en el inconsciente co
lectivo, sino solamente movilizarlo.
El ave que se ve a la derecha es un ibis, símbolo del dios
egipcio Tot, a quien se consideraba el inventor de todas las
artes, desde la poesía a la alfarería. En un sentido literal, en
señó sus técnicas a los primeros artistas, pero en un nivel
más simbólico podemos decir que toda acción creativa sur
ge originariamente del estanque inicial de energía sin forma.
A nuestra condición de criaturas físicas se debe el que to
memos esta energía y la usemos para hacer poemas, cua
dros y tapices. Todas estas creaciones humanas están sim
bolizadas en las varias corrientes de agua. Cada acto de
creación objetiva la energía espiritual en la cosa creada, y al
mismo tiempo, en la medida en que el artista siga estando
conectado con las fuentes interiores, ninguna obra llega a
agotar su inspiración. Por eso una corriente retorna al es
tanque, de la misma manera que cada obra da nueva inspi
ración a su creador.
La Estrella aparece debajo de la Emperatriz y de la Rue
da. En la Emperatriz veíamos el mundo natural, glorificado
en las pasiones. Pero la Emperatriz estaba completamente
vestida para indicar que expresa sus emociones mediante
cosas externas a ella misma: la naturaleza, sus amantes, sus
hijos. En la Estrella vemos cómo se expresa jubilosamen
te el ser interior. Aquí, la doncella combina los dos arque
tipos femeninos, la íntima sensibilidad de la Suma Sacerdo
tisa puesta afuera y expresada con la pasión de la Em pe
ratriz.
En la Rueda de la Fortuna veíamos una visión del uni
verso en símbolos misteriosos. Aquí, la Torre nos ha llevado
a trascender las visiones. En la Estrella experimentamos di
rectamente el inconsciente, en vez de sus imágenes.
En cuanto es el triunfo 17, la Estrella va más allá del 7,
liberando la fuerza vital que el Carro controlaba y dirigía. 1
más 7 es igual a 8, y podemos ver que la Estrella es la Fuer
za elevada a un nivel superior, en que el león del deseo ya
no está simplemente domado, sino que se ha transformado
en luz y regocijo.
169
Todas las estrellas que aparecen en el naipe son de ocho
puntas, lo cual es una referencia más a la Fuerza. Com o una
estrella de ocho puntas se puede formar superponiendo
dos cuadrados con las puntas alternadas, se considera a ve
ces que el octograma está a mitad de camino entre el cua
drado y el círculo. El cuadrado representa la materia, y el
círculo el espíritu. Los seres humanos constituimos el vín
culo entre el espíritu y el mundo físico; nuestra capacidad
de percibir la verdad y, a la vez, de actuar, hace de nosotros
vehículos por mediación de los cuales puede manifestarse
la verdad.
La Iglesia solía describir a las personas como seres a mi
tad de camino entre los animales y los ángeles. Por lo co
mún, a esto se le daba una interpretación moral: la gente
podía seguir sus deseos o su razón. Pero podemos valernos
de esta metáfora para decir que la conciencia y la acción
humanas conectan el mundo físico con los «ángeles».
A pesar de todas las sugerencias de manifestaciones, la
Estrella no es en realidad una carta de acción, sino de calma
interior. En contraste con la Templanza y con la Luna, la Es
trella no muestra camino alguno que regrese desde el es
tanque a las montañas de la realidad exterior. Aunque las
corrientes y el ibis apunten a los usos de la energía creativa,
la experiencia de la Estrella es una experiencia de paz. Por
el momento, el viaje puede esperar.
En las lecturas adivinatorias, la carta expresa esperanza,
un sentimiento de curación e integración, especialmente
después de tormentas emocionales. Es muy frecuente que,
aun cuando solamente aparezca una de ellas, la Estrella y la
Torre se sugieran la una a la otra. El triunfo 17 indica que el
inconsciente está activo, pero de manera muy benigna.
Si aparece invertida, esto nos excluye de la calma y la
esperanza de la carta, confinándonos en la debilidad, la im
potencia y el miedo. Esta profunda inseguridad puede, en
ocasiones, disfrazarse de arrogancia. Si la Estrella indica lo
humano como vínculo entre el espíritu y el mundo exterior,
entonces la carta invertida es el símbolo de que los canales
están cerrados, y cuando las aguas de la vida quedan conte
170
nidas en el interior, el exterior sólo puede mostrarse como
cansado y deprimido.
Figura 19
La Luna
171
déla la energía de la Estrella en formas que la conciencia
puede captar.
Los mitos siempre presentan deformaciones. Jamás pue
den decir realmente lo que quieren; sólo pueden llamar a
las cosas que están profundamente sumidas en el sí mismo.
La Estrella remueve las aguas, y cuando retornamos a la
conciencia de lo exterior, esas aguas dan a luz sus criaturas.
Recuérdese que la Estrella y el Sol dan su propia luz, pero
la Luna refleja la luz oculta del Sol. La imaginación deforma
porque está reflejando la experiencia interior para la men
te exterior.
Tal como lo demuestran las mitologías de todo el mun
do, el inconsciente colectivo no sólo contiene héroes y jú
bilo, sino también monstruos y temores. Esta es una de las
razones de que protejamos nuestra sensibilidad ante la vida
con la cubierta protectora de la conciencia yoica, para así
evitar el temor a la oscuridad y a las sombras deformadoras
de la Luna.
Con su media luz fantasmal, la Luna siempre ha susci
tado sentimientos extraños, en las personas y en los anima
les. La palabra «lunáticos» con que se suele designar a los
locos proviene del latín ¡una, y en la Edad Media la gente
creía que el alma de un insano se había volado a la luna.
También hoy son muchos los médicos y los policías que
han observado el predominio de suicidios y otros signos de
perturbación emocional durante la luna llena. Algo hay en
la luna que moviliza el miedo y la sensación de extraña
miento, de la misma manera que el sol nos relaja y nos con
suela. El Sol del Tarot viene después de la Luna; la simplici
dad sólo puede ser apreciada después de un viaje a través
del extrañamiento lunar.
El perro y el lobo representan la «parte animal» movili
zada por la Luna, de la misma manera que la luna llena
puede hacer que ambos animales aúllen durante toda la
noche. El Emperador, directamente por encima del triunfo
18, nos mostraba cómo se aprenden las reglas de la socie
dad, hasta tal punto que se vuelven automáticas. Con la úl
tima línea trascendemos esta represión del «superyó», y en
172
el proceso asoma a la superficie el desenfreno fantástico del
«ello». Un hombre-lobo aullándole a la luna llena es una vi
vida metáfora del poder del inconsciente para hacer aflorar
algo primitivo y no-humano hasta en el más respetable de
los ciudadanos.
En cuanto su número es el 18, la Luna se relaciona con
el 8. En la Fuerza veíamos la naturaleza animal domesti
cada, y luego canalizada a través del Ermitaño. Aquí no
existe una dirección tal; cuando regresamos de la Estrella,
retorna la bestia en toda su ferocidad. Sólo cuando la ener
gía de la Estrella se integre plenamente en el Mundo, estará
del todo transformado el ser animal. Obsérvese que en la
Fuerza la mujer — el lado humano— controla al león. In
cluso en el Diablo la apariencia de los demonios es nítida
mente humana. Pero en el triunfo 18 no hay personas; en
esa media luz, nuestra sensación de ser seres humanos se
desintegra.
Percibimos algo del desquicio fantástico de la Luna en la
estela de una pesadilla, cuando nos sentimos «raros por
dentro». La sensación de fantástico extrañamiento no es re
sultado de la pesadilla, sino más bien lo contrario. Dijimos
ya que los sueños son transformaciones de la energía in
consciente en imágenes. Una irrupción de energías dema
siado grande, que a los mecanismos del sueño se les haga
difícil de asimilar pacíficamente, puede dar como resultado
no sólo una pesadilla, sino la sensación, cuando nos des
pertamos, de que el cuerpo está cargado de una energía
indomable.
La locura suele darse también acompañada por sensa
ciones corporales incontroladas. A menudo la demencia
toma la forma de una transformación en un animal. El su
jeto se arrastra en cuatro patas, desnudo, aullándole a la
luna. La liberación súbita de energía inconsciente ha desin
tegrado la personalidad. En el Tarot este momento, peligro
sísimo, sólo aparece después de una larga preparación,
cuando todos los problemas normales del ego han que
dado atrás. También el chamán tiene la vivencia de conver
tirse en una bestia; en trance, los chamanes saltan y hablan
173
como animales. Pero el chamán — lo mismo que el ocultista-
tiene en su haber muchos años de preparación. Está, ade
más, armado con el conocimiento de qué es lo que ha de
esperar, conocimiento que le viene de generaciones de cha
manes anteriores a él. Recuérdese que la suma de los dígi
tos del número de la luna es 9, el Ermitaño. En esta carta, el
maestro-guía no está visible, porque con la luna debemos
enfrentarnos solos, pero la orientación que hayamos reci
bido antes puede ayudarnos a encontrar el camino.
Si los animales simbolizan lo que hay de salvaje en el
hombre, el cangrejo es algo muy diferente. En una de sus
frases más gráficas, Waite dice de él que es «aquello que
está a mayor profundidad que la bestia salvaje». El cangrejo
simboliza los miedos más universales que alberga el incons
ciente colectivo, y que se vivencian en visiones como dem o
nios innombrables. La irrupción de semejantes temores es
bien conocida de quienes dejan al descubierto su lado lunar
valiéndose de métodos como la meditación profunda o las
drogas. Toman también la forma de los monstruos con que,
en los viajes del trance, se enfrentan los chamanes. La m o
vilización de estos miedos, que con frecuencia son vividos
como criaturas que emergen del agua o se asoman de al
gún estanque de líquido aceitoso, puede producir un pá
nico irrazonable, pero así y todo, estas imágenes son parte
de nuestro mundo interior, y sin haber pasado entre ellas
no podemos llegar al Sol.
El cangrejo emerge a medias del agua. Waite nos dice
que jamás llega a salir del todo a tierra firme, sino que siem
pre vuelve a caer a las aguas. Los errores más profundos
son aquellos que nunca llegan del todo a cobrar forma.
Sentimos algo por dentro, pero nunca podemos ver con
exactitud qué es. Al mismo tiempo, el cangrejo que emerge
a medias nos da a entender que, en el viaje de retorno a la
conciencia, las percepciones profundas de la Estrella se de
forman porque no podemos evocarlas en su totalidad. Por
esta razón también es inquietante la Luna, porque la paz y
el asombro maravillado de la Estrella se han perdido par
cialmente y han sido en parte destruidos.
174
Sin embargo, a pesar de la ferocidad y de la temible ex
citación, la frialdad de esta luz también puede ser calmante.
De la Luna se dice que crece del «lado de la misericordia»,
una referencia al Pilar de la Misericordia en el Arbol cabalís
tico de la Vida. Y lo que es más sorprendente, las gotas de
luz que caen sobre las cabezas de los animales tienen la
forma, una vez más, de Yod: la primera letra del nombre de
Dios, y símbolo de la gracia. Si mediante la preparación y el
simple coraje aceptamos las cosas feroces que la imagina
ción trae a la superficie desde lo más profundo, entonces la
Luna nos aporta paz, los terrores se suavizan y la imagina
ción nos guía, enriquecidos, con sus maravillas. «Paz — es
cribe Waite— , guardad silencio, y una calma aflorará sobre
las aguas.» El cangrejo vuelve a sumergirse, las aguas se
aquietan. El camino permanece.
El camino pasa entre dos torres, y hace pensar en un
portal que nos introduce en ámbitos desconocidos. El por
tal es un símbolo muy común entre místicos y chamanes, y
aparece también en muchos mitos. Asume a veces una for
ma circular, como el mandala, o la de algo físico, como una
caverna (comparada muy frecuentemente con la vagina), y
nos permite dejar el mundo ordinario para adentrarnos en
el territorio extraño y desconocido de la mente.
Las dos torres del Tarot tienen otro significado, en cuan
to manifestación última y completa de aquella dualidad que
vimos por primera vez en los pilares del templo de la Suma
Sacerdotisa. Si la revelación de la Torre no se integra con la
vida ordinaria, el resultado puede ser una dualidad nueva y
más tajante. Al mismo tiempo, el propio hecho de haber
oído el discurso de Dios cambia totalmente nuestra relación
con la cuestión de los opuestos. Antes veíamos la dualidad
como algo básico para la vida, pero ahora sabemos que, de
hecho, la realidad combina todas las cosas; allí donde antes
el velo nos impedía pasar entre los dos pilares, ahora he
mos ido ya más allá de ellos. Estamos viendo las dos torres
de la conciencia desde el otro lado. La tarea no es pasar y
llegar a la verdad interior, sino volver trayendo de vuelta
esa verdad.
175
En las consultas adivinatorias, la Luna indica una excita
ción del inconsciente. Comenzamos a experimentar em o
ciones extrañas, sueños, miedos, incluso alucinaciones. Si la
carta aparece en posición normal, la persona permitirá que
todo eso suceda; cuando se la acepta, la imaginación enri
quece la vida. Pero si la carta aparece invertida, está mos
trando una lucha contra la experiencia, una pugna que con
duce al miedo y, con frecuencia, a emociones muy altera
das, ya que la persona no permite que emerja el lado calmo
de la Luna.
Com o la Suma Sacerdotisa, la Luna indica un aparta
miento de las preocupaciones exteriores, orientándose ha
cia la introspección. Puede indicar que se abandona alguna
actividad específica, o simplemente un período de retrai
miento. Sin embargo, en tanto que la Suma Sacerdotisa
simboliza una tranquila intuición, la Luna está excitada y es
timula las imágenes del inconsciente. En posición invertida,
la Luna significa una perturbación. La persona no quiere
apartarse del lado solar, y es probable que en su pugna in
tente alejar a la Luna mediante una gran actividad. La Luna,
sin embargo, no se aviene a dejarse negar, y los miedos
pueden volverse tanto más fuertes cuanto más los combati
mos. La psique, operando bajo sus propias leyes y por sus
propias razones, se ha orientado hacia la Luna. Si nos per
mitimos esa vivencia, los miedos se convertirán en maravi
llas, y los portales se abrirán hacia la aventura.
176
(a) Figura 2 0 (b)
El Sol
177
ños de la versión de Oswald Wirth (figura 20b), basada en la
imagen más común del triunfo, se los considera a veces el
ser eterno y el cuerpo mortal. Los dos, tomados de la mano,
están unidos. Las dos figuras, con el Sol por encima, nos de
vuelven al motivo triangular que vimos por primera vez en
el Hierofante, dos líneas más arriba. Aquí, el regocijo y la
simplicidad del Sol no median entre los polos interior y ex
terior de la vida, sino que los unen.
Todos somos niños, en el sentido en que las religiones
solares hablan de nosotros todos como niños sagrados, hi
jos de nuestro padre, el sol. Si nos fijamos en los cuerpos
que muestra la imagen, especialmente en el de la mujer, ve
remos que son adultos. Haber pasado sin tropiezos el pro
ceso que se inicia con la Torre es lo que les ha dado esa in
fantil simplicidad.
El Tarot muestra este proceso en sus diversas etapas,
dando la impresión del paso del tiempo. Pero hay veces, y
quizá son las más frecuentes, en que todo sucede al mismo
tiempo: la revelación cegadora de la Torre, la irradiación in
terior del Sol y el miedo penetrante de la Luna se unen en
un único instante de transformación. Y de todo ello lo que
queda es el júbilo, un sentimiento de que toda la vida y el
mundo todo están llenos de una luz maravillosa y sobre-
cogedora.
En todas las personas la iluminación asume las mismas
características, sean cuales fueren las interpretaciones cul
turales que le dan la mitología, la doctrina, la teoría psicoló
gica, etc. La iluminación es una experiencia, no una idea. La
persona se siente herida por un estallido de luz, a veces de
colores, como las letras Yod que gotean en el naipe de Wirth.
Súbitamente, se ve — o se siente— el mundo como espiri
tual y eterno, no como la existencia cotidiana hecha de es
fuerzo monótono y confusión. La persona se siente total
mente viva, bullente de un júbilo infantil que probable
mente, de hecho, la mayoría de los niños no conoce jamás,
porque la persona que ha recibido un «golpe de sol» ha ido
más allá del miedo infantil a la oscuridad, porque ha pasado
ya a través de él.
178
En su viaie a través del mundo el sol lo ve todo, y por
eso representa el conocimiento. De los dioses asociados
con el sol, como Apolo, se dice que saben todo lo que su
cede. La persona a quien el sol ha herido tiene una sensa
ción de sabiduría, de verlo todo con total claridad. Está «lú
cida», una palabra que significa «d e inteligencia clara y sa
gaz», pero que literalmente quiere decir «llena de luz».
Es interesante que Apolo, dios de la luz, hubiera nacido
de Leto, la diosa de la noche, y que su principal santuario, el
oráculo de Delfos, perteneciera originariamente a diosas de
la oscuridad. Incluso bajo la dirección de Apolo, la sabiduría
y la luz del oráculo operaban a partir de la oscuridad. Fue
Apolo quien obligó a Edipo a descubrir el misterio que lle
vaba dentro de sí.
El sol de la primavera hace brotar la vida del muerto
suelo invernal. En muchos lugares se creía que el sol no
sólo impregna la tierra, sino también a las mujeres. Cuando
se descubrió el mecanismo biológico de la reproducción, no
se renunció a asignarle un rol al sol: se lo sutilizó. Ahora la
gente veía el alma — el atman o ser verdadero— como luz
solar contenida en el embrión. Los mitos budistas expresan
que Gautama, en el vientre de su madre, era todo luz hasta
el punto de que la piel resplandecía como una pantalla tras
lúcida puesta sobre una poderosa lámpara. También Zo-
roastro destellaba de tal manera en el útero materno que
los vecinos corrieron a la casa cargando cubos de agua,
convencidos de que se había producido un incendio.
Los gnósticos llevaron más lejos la idea, creyendo que el
otoño había desmenuzado a la deidad en los menudos tro
zos y fragmentos que constituyen la existencia. Lo más im
portante es que la luz había quedado aprisionada (y no sim
plemente contenida) en los cuerpos individuales. Era deber
de cada persona, mediante los ritos gnósticos, liberar la luz
que llevaba dentro de su cuerpo para que pudiera quedar
restaurada la unidad. El cabalista Isaac Luria predicaba una
doctrina similar. El Arbol de la Vida, o Adán Caedmon, la
unidad de la existencia, se había visto hecha trizas porque
el dios-luz era demasiado poderoso para ella. Una vez más
179
quedó la luz separada y aprisionada, de modo que llegó a
ser responsabilidad de cada persona ayudar en la tikkun, es
decir, la restauración de la luz a la unidad.
Estas doctrinas se derivan de una experiencia Solar co
mún a todas las culturas. La persona herida por el Sol ve
que todo — cada persona, cosa y animal, todas las plantes y
las rocas, e incluso el aire mismo— vive y es sagrado, y está
unido por mediación de la luz que llena toda existencia. Y
sin embargo, el Sol no es el Mundo. Con el triunfo 19 perci
bimos el universo como algo unificado y vivo. El 21 encarna
esos sentimientos.
La representación habitual del Sol nos muestra a los ni
ños dentro de un jardín (con frecuencia de pie en un cír
culo) al que Douglas llama «el jardín interior del alma», un
sentimiento de pureza y santidad, un nuevo Jardín del Edén.
Cuando liberamos y transformamos la energía encerrada
dentro de nosotros, nos encontramos con que, en realidad,
el Jardín del Edén jamás se perdió, sino que ha existido
siempre dentro de nosotros.
El mazo Rider (figura 20a) nos muestra a un único niño
saliendo a caballo de un jardín. Para Waite, la experiencia
es esencialmente un estallido de libertad. Es un desatar liga
duras, una liberación maravillosa de la conciencia ordinaria
y limitada hacia la apertura y la libertad.
La muralla de piedra gris de la imagen representa la vida
pasada, ceñida por una percepción estrecha de la realidad.
El superconsciente del Sol se caracteriza por sentirse una
parte del mundo entero, y no un individuo aislado. Tal vez
podamos combinar las dos imágenes del triunfo diciendo
que una vez que nos damos cuenta de que el Jardín del
Edén existe en nuestro interior, ya somos libres de abando
narlo, pero llevándolo siempre con nosotros a medida que
nos vamos creando una vida nueva.
El número 19 sugiere un nivel superior del 9. La luz
contenida en la linterna del Ermitaño, la sabiduría de sus
enseñanzas, irrumpen aquí como el tercer nivel extático de
la Cábala que menciona Abulafia. Al hablar del Ermitaño
dijimos que el anciano y la montaña árida eran ficciones
180
exigidas porque el ser interior sólo podía ser alcanzado m e
diante el retraimento. Aquí la verdad ha emergido, y el Er
mitaño de la túnica rígida se ha transformado en un niño
gloriosamente abierto. La otra mitad del 19 es el 1. La fuer
za del Mago, unida a la sabiduría del Ermitaño, es la super-
conciencia, la energía de la vida unida a su significado y
su propósito.
1 más 9 es igual a 10, la Rueda de la Fortuna, cuya visión
era la de algo exterior a nosotros que intentábamos com
prender y abarcar. Aquí vemos la vida en una dimensión vi
sionaria, desde dentro de nosotros mismos. Y en este tipo
de visión no hay misterios ni hay símbolos; solamente el
universo, radiante de luz.
Los significados adivinatorios del Sol son tan simples y
directos como los niños maravillosos de las imágenes. La
carta significa júbilo, felicidad, y un gran sentimiento de la
belleza de la vida. En su sentido más profundo, significa
contemplar el mundo de una manera totalmente nueva,
viendo cómo toda la vida se unifica en alegría y luz. Por so
bre todas las cosas, es una carta de optimismo, energía y
maravilla.
Si la carta aparece invertida, las cosas buenas no se pier
den, sino que se confunden, como si el sol se hubiera nu
blado. La vida aún sigue dando a la persona un tiempo de
simple felicidad, pero no se lo puede ver con la misma clari
dad. La persona ya no está lúcida, y debe hacer un esfuerzo
para percibir el júbilo que es el gran don del Sol.
181
JUD G EM ENT.
Figura 21
El Juicio
182
,Esta idea del Juicio como una llamada a elevarse hasta
una existencia más plena de significado tiene análogos en
situaciones más ordinarias. Hay veces en la vida en que una
persona puede encontrarse en una encrucijada (la cruz en
el estandarte) donde se le exige una decisión sobre si ha de
hacer o no un cambio importante. Y en ocasiones puede
parecer como si algo interior lo hubiera ya decidido, y la
única opción que le quedara al ser consciente fuese seguir
adelante con la acción apropiada. Las antiguas maneras de
creer y de pensar, las situaciones viejasTfíañ muerto.
La mayoría de las versiones del triunfo muestran sola
mente el ángel y las figuras que se levantan. El mazo Rider
agrega, en el fondo, una hilera de montañas, a las que Waite
llama las «montañas del pensamiento abstracto», una ex
presión que lleva implícita una verdad eterna que tras
ciende el conocimiento limitado al que tenemos acceso por
medios ordinarios.
Uno de los rasgos básicos de la moral es nuestra incapa
cidad de conocer nada en un sentido absoluto. Estamos li
mitados por la brevedad de nuestra vida y por el hecho de
que todo conocimiento llega a la mente por mediación de
los sentidos. Por la física moderna sabemos que la investi
gación científica no puede dar jamás una imagen exacta de
la realidad, porque el observador es siempre parte del uni
verso que está observando. De la misma manera, tanto los
pensamientos de una persona sobre la realidad como la
forma en que la percibe están influidos por las experiencias
pasadas de esa persona. El «pensamiento abstracto» im
plica, como las Ideas platónicas, un sentimiento de lo ab
soluto.
Llegamos a esta «abstracción» mediante un descenso fi
nal a las aguas de la nada, con el fin de emerger liberados
de todo conocimiento parcial. La Muerte, directamente en
cima del Juicio, simbolizaba la disolución. Allí se nos mos
traba la muerte del ego, y el naipe subrayaba el miedo a de
jarse ir. Aquí, todas las ilusorias ideas de aislamiento se di
suelven, y el acento no está puesto sobre la muerte, sino
sobre la resurrección.
183
La carta se llama el Juicio porque, com o la Justicia,
apunta a un ponerse de acuerdo con la experiencia pasada,
como un paso necesario para trascenderla. Con la Justicia,
la experiencia y la respuesta eran personales y se basaban
en las acciones del sujeto en el pasado. Aquí, una fuerza
mayor que nosotros mismos es la que nos orienta y nos
llama, y el Juicio no es simplemente una evaluación del sig
nificado de la propia vida, sino de la verdadera naturaleza
de la existencia, y de cómo nosotros y todos los seres somos
parte de ella.
A veces en este libro nos hemos referido a las letras he
breas asignadas a los diferentes triunfos, generalmente si
guiendo el sistema en el cual el Loco es Aleph. Hay otro sis
tema, en el que se asigna Aleph al Mago, y en ese sistema el
Juicio lleva la letra Resh. Resh significa «cabeza» y, como
las montañas de Waite, se refiere a la mente verdadera que
despierta a la llamada. Resh hace pensar también en la
Rosh Hashanah, el Año Nuevo judío, literalmente la «ca
beza del año». Ahora bien, la Rosh Hashanah no es el co
mienzo del calendario, como el Año Nuevo secular, sino
que en realidad representa el aniversario de la creación. De
modo similar, el Juicio no indica un cambio de circunstan
cias, sino una conciencia nueva, que se relaciona directa
mente con la verdad mediante la fusión del sí mismo con las
fuerzas de la vida.
La Rueda de la Fortuna, con sus leyes invisibles de cau
sa y efecto en el nivel psíquico, es el 10; el Juicio es el 20,
10 multiplicado por 2. Mediante el proceso de la última lí
nea revelamos la oculta sabiduría de la Suma Sacerdotisa,
de modo que ahora entendemos los íntimos misterios que
se esconden en la Rueda.
La cruz que aparece en el estandarte indica un encuen
tro de opuestos, una unión de todas las cosas que habían
estado separadas. Simboliza un encuentro de dos formas
del tiempo; el tiempo ordinario que percibimos con nues
tros sentidos y que rige nuestra vida cotidiana, y la eterni
dad, la percepción espiritual de la vida. Los dos tiempos es
tán simbolizados por las dos líneas, horizontal y vertical, de
184
la cruz. Su encuentro en el centro indica que el ser superior
no abandona sus antiguas actividades, sino que se ocupa
de ellas de una manera nueva.)*
La carta situada encima del Juicio, en la primera línea,
es la de los Enamorados, y en el mazo Rider también en ella
aparece un ángel. Allí, sin embargo, el ángel era un atisbo
de una verdad más grande, cuya vivencia se daba por m e
diación del amor. Aquí el ángel se asoma desde la nube
para llamarnos. En la versión tradicional del Sol veíamos el
ejemplo final del motivo triangular que se inició en los triun
fos 5 y 6. Aquí vemos a un niño entre los dos adultos. Los
polos de la vida se han reunido para formar una realidad
nueva, de la misma manera que un hijo es a la vez una com
binación de sus padres y algo completamente nuevo.
El niño que está en primer plano se nos aparece de es
paldas. La nueva existencia es un misterio, sin que tenga
mos manera de saber cómo será mientras no podamos vi
virla? Que al niño no se le vea el rostro significa también que
en realidad no nos conocemos, y que no podemos conocer
nos hasta que no oigamos la llamada y respondamos a ella.^
Virtualmente todas las mitologías contienen relatos del hé
roe a quien, separado de sus padres, lo crían como a un
niño común, sin que las otras personas — ni, con frecuencia,
el propio niño— sepan nada de su verdadera identidad.
Tanto el rey Arturo como Moisés, Teseo y Cristo se ajustan
a este modelo. Encontramos la misma idea en muchos rela
tos de ciencia-ficción, en que el héroe se despierta, perdida
la memoria, en un lugar extraño; la búsqueda de su verda
dera identidad lo conduce al descubrimiento de que al
berga dentro de sí grandes poderes. Muy frecuentemente,
se encuentra en el centro de una poderosa trama, o del fun
cionamiento mismo de la naturaleza. Todos hemos «olvi
dado» nuestra verdadera identidad y nos hemos separado
de nuestros «padres». Y cuando podamos encontrar — o
crear— nuestro ser verdadero, nos encontraremos en el
centro del universo. Porque el centro está en todas partes.
La mayoría de las barajas sólo muestran las tres perso
nas que aparecen en primer plano. El hecho de que Waite
185
agregue tres personas más, todas ellas mirando hacia noso
tros, da a entender que si bien el Juicio nos conduce a lo
desconocido, sigue habiendo cierto conocimiento (simboli
zado también por las montañas) de las maneras en que ha
de transcurrir la vida desconocida.
Las tres personas adicionales apuntan a otra considera
ción muy importante. Al mostrarnos la resurrección de todo
un grupo, el triunfo nos recuerda que no hay liberación per
sonal. Cada ser humano es parte de la raza humana y, por
consiguiente, es responsable de la evolución de la totalidad
de la misma. Nadie puede ser verdaderamente libre mien
tras haya alguien que esté esclavizado. Del Buda se dijo que
había regresado como boddhisatva porque entendió que él
solo no podía liberarse mientras no hubiera liberado a toda
la' humanidad. Al mismo tiempo, cualquier liberación indivi
dual nos libera a todos. Esto se debe a que cualquier per
sona, al alcanzar el Juicio y el Mundo, altera las circunstan
cias de la vida de todos. La naturaleza búdica de Gautama y
la resurrección de Cristo se aparecen como acontecimien
tos que han cambiado totalmente el mundo.
En las tiradas adivinatorias, la carta del Juicio es porta
dora de un significado especial. Independientemente de lo
que esté pasándole al consultante, hay un impulso o lla
mada interior que lo mueve a hacer un cambio importante.
y. El cambio puede referirse a algo mundano e inmediato o_a
una variación total de la visión de la vida que tiene unaper,-
sona, y esto depende de las otras cartas y de cuál sea el
tema de la consulta. Lo importante es la llamada. De hecho,
liTpersona ya há’ cambiado; las viejas situaciones, el antiguo
sí mismo, se han extinguido ya, y ahora es cuestión, simple
mente, de reconocerlo.
En posición invertida, el Juicio puede indicar que la per
sona quiere responder a la llamada, pero no sabe qué ha
cer. Más frecuente es que apunte a alguien que intenta ne
garse a la llamada, generalmente por miedo a lo descono
cido. De hecho, puede haber muchísimos motivos raciona
les para que la persona no se avenga al cambio sugerido:
falta de dinero o de preparación, exceso de responsabilida
186
des... Esté en posición normal o invertida, el Juicio indica
que todas las objeciones son excusas. Cuando la carta apa
rece invertida, las excusas predominan y la persona sigue
de pie en la tumba. La palabra Juicio implica que la realidad
de la vida ha cambiado, y ya no queda otra opción que se
guir el cambio.
Figura 22
El Mundo
187
naipe y a sus imágenes. Tanto el número como las dos va
ras unifican al Mago y la Suma Sacerdotisa. También vimos
una anticipación del Mundo en la Rueda de la Fortuna, y re
flexionamos sobre cómo los símbolos de aquel triunfo son
ahora realidades vivientes. De una manera o de otra, la
Rueda ha aparecido prácticamente en todas las cartas de la
última línea. Podríamos decir que el propósito de esta línea
es el de unirnos con todas aquellas cosas que en el triunfo
10 se aparecían como una visión externa, es decir, como el
hado, el funcionamiento de la vida, los elementos de la exis
tencia. Cuando se alcanza la unidad, los símbolos se desva
necen, disolviéndose en un espíritu que danza.
Por el número y por la imagen, vimos el Mundo en el
Colgado. El triunfo 12 mantenía su bienaventuranza gra
cias a una inactividad completa. Pero incluso el Arbol del
Mundo es una engañosa ilusión creada por la necesidad
que tiene la mente de aferrarse a algo. Cuando hemos di
suelto el aislamiento de nuestro ser en las aguas que apare
cen bajo la faz resplandeciente del Colgado, aprendemos
que la verdadera unidad reside en el movimiento.
Todo se mueve en el universo, la Tierra alrededor del
sol, el sol dentro de la galaxia, las galaxias en cúmulos que
giran los unos alrededor de los otros. No hay ningún centro,
ningún lugar del cual podamos decir que allí se inició todo,
o que allí todo termina. Y sin embargo el centro existe, por
todas partes, porque en una danza el danzarín no se mueve
alrededor de ningún punto arbitrario del espacio, sino que
más bien la danza lleva consigo su propio sentimiento de
unidad, focalizado en torno de un centro constantemente
pacífico, en movimiento constante. Nada y, al mismo tiem
po, todo.
Y así regresamos al Loco. Inocencia y vacío, unidos con
la sabiduría. Como dijimos al comienzo, de todos los naipes
que integran los Arcanos Mayores, sólo en estos dos hay
movimiento. La guirnalda oval sugiere el número 0, con
todo su simbolismo. Implica además el huevo cósmico, el
arquetipo del emerger; todas las cosas existen en estado
potencial y todas las potencialidades se realizan. El sí mis
188
mo está en todas partes, en todas las cosas. Las cintas que
aparecen en la parte superior e inferior de la guirnalda es
tán anudadas formando el signo de infinito, indicando que
el sí mismo no está encerrado, sino abierto hacia el uni
verso.
Las cintas son rojas, el color del chakra-raíz en el simbo
lismo de la kundalini. La danzarina no ha perdido su ser fí
sico, sus raíces en la realidad material y sexual. En cambio,
la energía está constantemente fluyendo, transformándose
y renovándose. El verde de la guirnalda simboliza el mundo
natural, cultivado y no abandonado. El verde es también el
color del amor y de la curación, que irradia integridad para
todos, hasta para quienes no tienen clara conciencia de ello.
El púrpura (el estandarte) es el color de la divinidad, y el
azul (el cielo), el de la comunicación. Cuando sabemos que
la divinidad no es algo que esté fuera, sino que está dentro
de nosotros, entonces nuestra presencia misma comunica
esta verdad a quienes nos rodean.
Una de las imágenes que constituyen análogos del Mun
do es la de Shiva, el Señor de la Danza Cósmica. El también
danza con los brazos extendidos, apoyado sobre un pie y
con el otro levantado, la cabeza en equilibrio y la expresión
calma. El pie derecho de ambas figuras está «plantado» en
el mundo físico, en tanto que la pierna izquierda, levantada,
simboliza la liberación del alma. Cuando más unidos esta
mos a la vida, en ese momento comprendemos que somos
libres. El rostro no muestra tristeza ni júbilo; está en paz, li
bre. Los brazos están abiertos a toda experiencia.
Con frecuencia, a Shiva en actitud danzante se lo repre
senta como hermafrodita: una mitad del cuerpo es Shiva, la
otra Parvati, su aspecto femenino. El danzarín del Mundo
también es hermafrodita, aunque la dualidad de los órga
nos sexuales esté oculta por el estandarte, como para decir
que la unidad que ellos representan está más allá de nues
tro conocimiento. Al hablar de los Enamorados nos referi
mos a la difundida creencia en que todos los seres huma
nos fueron originariamente hermafroditas. El danzarín ex
presa y une todos los aspectos diferentes del ser.
189
El mismo sentimiento que nos conduce a una «m em o
ria» del hermafroditismo original ha llevado al hombre a dar
un paso más y llegar a la imagen de que el universo entero
fue una vez un único ser humano. Encontramos esta creen
cia entre los gnósticos, en Blake, en las mitologías india y
germánica entre otras, y muy detalladamente en la Cábala.
Allí, la figura lleva el nombre de «Adán Caedmon», y se dice
que es la creación original emanada del incognoscible Dios.
A Adán Caedmon — también hermafrodita— se lo describía
más bien como pura luz que como un ser físico. Sólo cuan
do la figura se descompuso en las partes separadas del uni
verso, la luz quedó «aprisionada» en la materia. Es un he
cho fascinante que las teorías científicas contemporáneas,
en su vertiente cosmogónica, describan el universo, origina
riamente, como una partícula única. En el momento en que
se descompuso, la partícula era pura luz; sólo más adelante,
a medida que los fragmentos se aislaban más y más, una
parte de esa energía se condensó en materia, según la fa
mosa formulación de Einstein, E =m c2
Los mitos ven en la descomposición del Hombre primi
genio un acontecimiento irreversible. Los ocultistas, sin em
bargo, creen en la posibilidad de la restauración. Al seguir el
proceso bosquejado por los Arcanos Mayores llegamos a
unirnos con la vida y nos convertimos en Adán Caedmon y
en Shiva-Parvati.
Adán Caedmon se relaciona con el Arbol de la Vida y
con sus diez sephiroth o puntos de emanación. Hemos vis
to ya la conexión entre esta figura y el Tarot mediante los
22 senderos del Arbol de la Vida. Por su postura, el danza
rín del Mundo es una representación exacta de la forma
más común del Arbol de la Vida. El Arbol se dibuja de la si
guiente manera:
190
o
191
y el crecimiento demorados hasta el punto de detenerse.
Aparentemente, al menos. De hecho, la libertad y el arre
bato del Mundo existen siempre en forma potencial, en es
pera de ser liberados cuando la persona se sienta, una vez
más, dispuesta a iniciar la danza de la vida.
Tales son los significados adivinatorios del Mundo. Sus
verdaderos significados son incognoscibles; son un obje
tivo, una esperanza, una intuición. El camino que lleva a esa
meta, los pasos y la música de la danza, se hallarán en las
imágenes vivientes de los Arcanos Menores.
Rachel Pollack
EDICIONES URANO
Argentina - Chile - Colombia - España
México - Venezuela
Título original: Seventy-Eight Degrees o f Wisdom. A Book o f Tarot.
Parí II: The Minor Arcana and Readings
Editor original: The Aquarian Press Limited
Traducción: Marta I. Guastavino
Indice
Introducción 7
LOS A R C A N O S MENORES 27
1. Las Varas 29
2. Las Copas 57
3. Las Espadas 85
4. Los Pentáculos 113
LAS LECTURAS 147
5. Introducción a la adivinación por el Tarot 149
6. Los tipos de lecturas 166
7. Cóm o usar las lecturas del Tarot 224
8. Lo que aprendemos de las lecturas del Tarot 246
Para Joan Goldstein, que sabe que las mejores cartas
son las que dicen la verdad.
Introducción
El mazo Rider
7
sólo en su versión original, sino en ediciones piratas, en
mazos «nuevos» apenas modificados, en varios tamaños
diferentes publicados solamente por Rider, en ilustraciones
para novelas, libros de psicología, historietas y programas
de televisión. La sorprendente popularidad de este Tarot
esotérico en particular, con preferencia a centenares de
otros mazos, tanto tradicionales como modernos, se deriva
en gran parte de un aspecto de los naipes que el propio
Waite apenas si parece haber advertido: los dibujos de Pa
mela Colman Smith, que revolucionaron los Arcanos M e
nores.
En la apología que hizo de su mazo, Waite se esforzó
por defender ciertos cambios que introdujo en el diseño y
en la numeración de las cartas en los Arcanos Mayores. Sin
embargo, quienes se acercan por primera vez al Tarot, en
su mayoría, al comparar el mazo Rider (figura de la p. 7,
centro) con el mazo más tradicional del Tarot de Marsella,
por ejemplo (figura de la p. 7, izquierda), tendrán que poner
mucha atención para poder observar la mayor parte de tales
cambios. Por el contrario, en los Arcanos Menores verán
inmediatamente la diferencia. En todos los mazos diseña
dos antes del Rider, las cartas que van de los números 1 al
10 de los cuatro palos llevan dibujos geométricos que inclu
yen el número correspondiente de espadas, bastos, oros o
copas. En esto se parecen a sus descendientes, los habitua
les naipes de juego. En la mayor parte de los mazos, estos
diseños son simples y repetitivos. Com o una excepción se
destaca entre ellos el trabajadísimo mazo Crowley (figura
de la p. 7, derecha). El mazo Waite-Smith, sin embargo,
lleva una ilustración en cada naipe.
Preocupado principalmente por los Arcanos Mayores,
más esotéricos, Waite no cayó aparentemente en la cuenta
de cómo esta rica diversidad de escenas podía cautivar al
espectador común que buscaba tener una experiencia del
Tarot. En cierto sentido, la novedad misma de las cartas
aumenta su encanto. Allí donde los Arcanos Mayores nos
sorprenden al mismo tiempo con la antigüedad y con la
complejidad de su simbolismo, los Menores, al no respon
8
der a una tradición pictórica, se nos aparecen com o escenas
tomadas directamente de la vida o, en algunos casos, de
la fantasía.
El hecho de que Smith las dibujara en un estilo seudo-
medieval no parece molestar a la mayoría de las personas,
pues la sensación de vivacidad les parece más importante.
Casi todos los Arcanos Mayores nos muestran una figura de
pie o sentada; sólo el Loco y el Mundo se mueven. Es más,
danzan. Pero en los Arcanos Menores, todas las escenas
muestran algo que está sucediendo, como si fuera un foto
grama tomado de una película.
El contraste no es accidental. Los Arcanos Mayores re
presentan más bien fuerzas arquetípicas que personas rea
les. El Loco y el danzarín del Mundo se mueven porque
sólo ellos encarnan plenamente tales principios. Pero los
Arcanos Menores muestran aspectos de la vida tal como
realmente la vive la gente. En los cuatro palos, y más espe
cialmente en las combinaciones que las cartas forman cuan
do las disponemos para una consulta, encontramos un pa
norama de la experiencia que nos da una penetración cons
tantemente renovada de las maravillas de la naturaleza
humana y de este mundo mágico.
Debido precisamente a que nos muestra la vida corrien
te y no un sistema formal, el mazo Rider no interesa a mu
chos ocultistas. Mientras que muchas barajas posteriores
han copiado, con más o menos variaciones, el mazo Rider,
hay otras — incluyendo las que podríamos caracterizar
com o «más serias», como el mazo de Crowley o el B O TA
(Builders of the Adytum o Constructores del Santuario)—
que han vuelto a los antiguos diseños para los Arcanos M e
nores. Ello se debe a que a sus creadores el Tarot, ya sea
como instrumento o en cuanto fuerza viviente, les intere
saba como un sistema de organización y estructuración de
prácticas esotéricas. Para ellos, el Tarot constituía un vínculo
vital con los sistemas místicos.
El más importante de estos vínculos es el que conecta
los cuatro palos con los cuatro mundos que describe la Cá-
bala. Los cabalistas consideran que el universo existe en
9
cuatro fases, de las cuales la más próxima a nosotros (y la
más alejada de la unión directa con Dios) es el mundo ma
terial, llamado Assiyah, el «Mundo de la Acción». Para mejor
entenderlos, los teósofos medievales describieron cada
mundo como encarnado en un Arbol de la Vida, un dia
grama de la ley cósmica. Ahora bien, la estructura del Arbol
no cambia en los diferentes mundos. Cada árbol contiene
diez sephiroth, o arquetipos de la emanación. (En el Diez
de Pentáculos se encontrará el diseño más común del Ar
bol.) Y aquí, por cierto, interviene el Tarot. Como cada uno
de los cuatro palos contiene diez cartas numeradas de uno
a diez, podemos colocar las cartas sobre las sephiroth para
tener así una ayuda concreta en la meditación. Y como las
sephiroth representan fuerzas arquetípicas, la mayor parte
de los ocultistas prefieren diseños abstractos para simboli
zarlas. Para ellos, una escena en la que se ven personas que
hacen algo —tres mujeres bailando o un grupo de mucha
chos que pelean— sólo sirve para apartar la atención del
simbolismo eterno.
Algunos ocultistas van aún más lejos: creen que los dise
ños geométricos de las cartas son portadores de un poder
psíquico que les es propio, y que, mirando en profundidad
esos diseños en sus colores especiales, podemos producir
en el cerebro ciertos efectos bien definidos.
Muchas personas sin especial inclinación hacia el esote-
rismo seguirán prefiriendo los antiguos mazos a cualquiera
de las interpretaciones modernas, incluso a las geométricas.
Para ellas, el sentido de una tradición, con significados que
han ido enriqueciéndose durante siglos, lleva consigo un
poder que ninguna edición revisada puede igualar. En las
lecturas, se remiten a las antiguas fórmulas, y para ellas las
escenas detalladas del mazo Rider constituyen una distrac
ción. Con frecuencia, los lectores con más poderes psíqui
cos se valen de las cartas antiguas, ya que encuentran que
el propio carácter abstracto de los naipes numerados les
ayuda a activar la facultad clarividente.
Sin embargo, para la mayoría de nosotros los diseños
repetitivos limitan muchísimo el desarrollo de la intuición
10
que puede generarse ya sea exclusivamente en el estudio
de las cartas o usándolas en tiradas y consultas. Una vez
que hemos memorizado las fórmulas relacionadas con cada
naipe, se nos hace difícil ir más allá. En este libro he inten
tado crear lo que yo llamo un Tarot «humanista», derivado
no solamente de las verdades esotéricas, sino también de
las intuiciones de la moderna psicología postjunguiana, para
dar así una imagen más completa de quiénes somos, cómo
actuamos y cuáles son las fuerzas que nos configuran y nos
dirigen. En una visión tal del Tarot, el objetivo no son los
significados fijos, sino más bien un método mediante el cual
cada persona pueda obtener una mayor penetración en la
vida. Por más que el análisis de cada carta provenga en
parte de su uso en las lecturas, con los significados que
corresponden a la posición normal y a la invertida, lo que
tal análisis revelará principalmente es la forma en que esa
carta enriquece nuestro conocimiento de la experiencia
humana.
Com o el mazo Rider presenta escenas tan vividas, las
fórmulas o comentarios referentes a cada carta sirven sola
mente como puntos de partida. Podemos meditar sobre las
propias imágenes y sobre la forma en que se combinan con
las otras que las rodean. En cierto sentido, entre estas figu
ras y la imaginación (y la experiencia) de cada persona se
establece algo así como una sociedad. En todas las lecturas,
lo mismo que en cada meditación o reflexión, podemos ver
en cada carta una experiencia nueva. Así como las barajas
más esotéricas funcionan mejor para las disciplinas ocultis
tas, y las más antiguas para decir la buenaventura, el mazo
Rider es el indicado para quienes usamos las cartas princi
palmente para tomar conciencia de nosotros mismos y del
mundo que nos rodea.
Las imágenes de Smith ejercen su atractivo sobre la
gente por efecto de su acción, equiparable a la de una histo
rieta. Nos fascinan a lo largo del tiempo gracias a la realidad
de los significados que contienen. Se pregunta uno cómo
hizo su trabajo Pamela Smith. Por lo que sabemos, fue
creando sus imágenes sin apoyarse en tradición alguna. En
11
mi libro sobre los Arcanos Mayores expresé la opinión de que
probablemente Waite no especificó estos diseños con la
misma claridad con que lo hizo para los naipes Mayores.
En su libro no hay referencia alguna a sus orígenes, y tam
poco defiende el cambio radical introducido, tal como de
fendió los cambios existentes en los Arcanos Mayores. Sus
interpretaciones, además, no utilizan de manera importante
las nuevas imágenes. Aunque describe brevemente cada
una de ellas, sus explicaciones son por lo común fórmulas y
frases hechas («deseo, voluntad, determinación, proyecto»),
que no difieren sustancialmente de los significados que se
les atribuye en los mazos anteriores.
Algunos autores han afirmado (aunque yo no he encon
trado ninguna prueba de ello en los escritos del propio
Waite) que Smith dibujó las figuras como si fueran cuatro
libros de historietas, uno para cada palo. La calidad del palo
determinaba el carácter del relato, en el cual los naipes que
representan figuras cortesanas constituían una familia, y las
restantes cartas, numeradas del 1 al 10, eran las cosas que
les sucedían. El llamado Tarot marroquí, basado con mucha
fidelidad en el mazo Rider, se ajusta a este sistema. Pero
esta explicación de las imágenes por la historieta configura
una petición de principio. Lo importante sigue siendo la
relación de la imagen con el significado.
Sospecho que Waite dio a Smith las fórmulas que él
quería ver ilustradas y quizá consultó con ella cómo sería la
imagen, y que después la condición de artista de Smith pre
valeció, operando en ocasiones con el simbolismo superfi
cial, en tanto que otras veces su funcionamiento trascendía
el nivel de la opción consciente. Las fórmulas de Waite se
derivan de diversas fuentes. El propio Waite habla en oca
siones de significados contradictorios, com o si hubiera con
sultado a diferentes adivinos. Su disposición de las cartas
cortesanas también muestra la influencia de la Orden del
Alba Dorada, una sociedad secreta de magos-místicos a la
cual pertenecieron en su momento tanto Waite y Smith
como Crawley y Paul Foster Case, el diseñador del mazo
BOTA.
12
En muchos casos, naturalmente, las imágenes son muy
simples y se relacionan directamente con los significados
que debían ilustrar. El Cuatro de Pentáculos, por ejemplo,
muestra la imagen de un avaro, de alguien que se «aferra» a
la «seguridad de las posesiones». Pero cabe preguntarse si
es coincidencia o deliberación que esos cuatro pentáculos
cubran la coronilla, el corazón y la garganta, y las plantas de
los pies, todo lo cual sugiere interpretaciones más profun
das que la simple avaricia. Y en muchos casos, la imagen
toca algo que hay dentro de nosotros y que trasciende el
significado oficialmente relacionado con ella. Fijémonos en
el Seis de Espadas: se supone que es «un viaje por agua». El
silencio onírico y la tristeza implícita en la imagen sugieren
el mítico viaje de las almas a través del río Estigio.
N o es mi intención presentar a Waite como desabrido ni
como insensible a las imágenes de su propio mazo. Hay
ocasiones en que sus comentarios, especialmente los refe
rentes a las figuras, llevan nuestro entendimiento más allá
de la simple lista de significados. En el Seis de Espadas ob
serva que «la carga es ligera», y esto, unido al comentario
de Edén Gray, quien señala que «las espadas no hunden la
barca», nos lleva a la contemplación de la imagen de un
viaje espiritual o emocional, en el cual cargamos con nues
tros recuerdos y pesares. En el Dos de Varas, Waite pro
pone dos significados opuestos, y después dice que la ima
gen «da una clave» para resolverlos. En otras ocasiones, sin
embargo, el significado propuesto contradice a la imagen,
como en el Dos de Espadas, donde se nos dice que una
poderosa imagen de aislamiento y defensa representa la
«amistad».
Desde que apareció la baraja Rider, algunos otros dise
ñadores de Tarots intentaron incluir una escena en cada
carta. Casi todos han rendido tributo a las imágenes de Pa
mela Smith, algunos aproximándosele en forma muy estre
cha, mientras que otros transformaban imaginativamente
las ilustraciones del mazo Rider. N o hay nada que los obli
gue a usar esas imágenes, que no están revestidas de la
autoridad de una antigua tradición, como los Arcanos Ma
13
yores. Su autoridad se deriva de un logro creativo. No se
sabe por qué, estas figuras, burdamente dibujadas, torpes,
con frecuencia fuera de toda proporción o perspectiva, ba
sadas en unas ideas sentimentales de la Edad Media, han
guiado a millares de personas a una comprensión nueva,
no sólo de las cartas, sino de sí mismas. De un solo trazo,
Pamela Smith creó una tradición nueva.
14
En el Tarot, como en la magia, los cuatro emblemas re
presentan el mundo mismo y la naturaleza humana, al mis
mo tiempo que el acto de la creación (tanto la creación de
cosas específicas como la creación continua de la evolu
ción). Que ocupen un lugar sobre la mesa del Mago signi
fica que éste — o ésta— ha alcanzado el señorío del mundo
físico. En un sentido, tal señorío alude a los poderes reales
sobre la naturaleza que muchas personas buscan en la ma
gia. Quienes usan el Tarot como disciplina esotérica sostie
nen a veces que la meditación y el ritual con los Arcanos
Menores darán al adepto el control de las fuerzas de la na
turaleza. En su novela The Greater Trumps [Los triunfos
mayores], basada en el Tarot, Charles Williams lleva esta
idea a un extremo dramático cuando el héroe genera un
huracán sacudiendo, juntas, todas las cartas asociadas con
el viento. En términos psicológicos, el dominio o «señorío»
sobre los Arcanos Menores significa haber llegado a com
prender, en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea,
todas aquellas experiencias y fuerzas que aparecen repre
sentadas en las cartas. Un «señor» es una persona que tiene
control sobre su vida, que es dueña — o dueño— de sí
misma.
Un objetivo tal es mucho más difícil de alcanzar de lo
que mucha gente podría pensar. Significa saber realmente
quiénes somos, tanto en los niveles inconscientes como en
los conscientes. Significa saber por qué actuamos como lo
hacemos, conocer nuestros verdaderos deseos en vez de
las nebulosas ideas que la mayoría de las personas tienen
de sus objetivos en la vida. Significa advertir las conexiones
entre experiencias cuyo vínculo se nos aparece como mera
mente aleatorio. El Tarot puede, por lo menos, ayudarnos a
incrementar el entendimiento que tenemos de todas estas
cosas. Y el punto a que cada persona llegue depende, entre
otras cosas, de la relación que establezca con las cartas.
El número cuatro ha figurado en forma muy destacada
en los intentos humanos por entender la existencia. Como
nuestro cuerpo nos sugiere este número (el frente y la es
palda, los lados derecho e izquierdo), tendemos a organizar
15
nuestras percepciones del mundo, siempre cambiante, cla
sificando las cosas en cuatro. La visión del año com o for
mado por cuatro estaciones proviene también de los dos
solsticios y de los dos equinoccios. (Las culturas que no tie
nen conocimientos astronómicos suelen dividir el año en
las dos estaciones básicas, verano e invierno, o también a
veces en tres estaciones.)
El zodíaco contiene doce constelaciones, tres veces cua
tro; por ende, encontramos los signos de la astrología divi
didos en cuatro grupos de tres. Un signo «fijo» en cada gru
po nos da los cuatro «puntos fuertes» del cielo. Son los cua
tro que vemos representados en los Arcanos Mayores, en
las cartas del Mundo y de la Rueda de la Fortuna, como las
cuatro figuras que aparecen en los cuatro ángulos de los
naipes. (La forma misma de las cartas, y para el caso la
mayoría de las viviendas occidentales, dan testimonio de
nuestra tendencia a lo cuadrilateral. En la antigüedad, los
chinos jugaban con naipes circulares.) Las cuatro criaturas
simbolizan el zodíaco, pero se derivan de forma más directa
de la visión de Ezequiel en el Antiguo Testamento, repetida
posteriormente en la Revelación.
De los cuatro simbolismos, los dos que se refieren más
directamente a los Arcanos Menores son los cuatro elemen
tos de la alquimia medieval y las cuatro letras del nombre
de Dios en hebreo, el Tetragrámaton. Nuestro moderno
concepto de los elementos atómicos se deriva de una idea
más temprana (que se originó en la antigua Grecia), según
la cual todas las cosas en la naturaleza se han formado a
partir de cuatro constituyentes básicos: fuego, agua, aire y
tierra. Y no solamente encontramos esta idea en Europa,
sino también en culturas tan diversas como las autóctonas
de China y de América del Norte. Los elementos cambian
en ocasiones; a veces, los números cambian también de
cuatro a cinco, agregando el «éter» o Espíritu a los cuatro
elementos de la naturaleza (de la misma manera que mu-
i has culturas agregan el «centro» como una quinta direc
ción). El concepto básico, sin embargo, sigue siendo el
mismo: que todo puede ser reducido a sus partes básicas,
l<>
que el mundo combina esas cualidades fundamentales de
infinitas maneras.
En la actualidad llevamos mucho más lejos esa idea;
reducimos toda la materia a partículas subatómicas (dejan
do totalmente de lado la idea de Espíritu, a no ser en ciertas
teorías rarificadas de la física contemporánea) y considera
mos desdeñosamente los «elem entos» medievales como
combinaciones químicas muy complejas. Sin embargo, es
tamos muy equivocados si pensamos que el antiguo sis
tema ya no puede enseñarnos nada. Pues algo que caracte
riza a la antigua visión — y, de hecho, a las visiones de casi
todas las culturas previas a la nuestra occidental y moderna—
es la no-separación entre teorías y valores de orden físico,
espiritual, moral y psicológico. Para nosotros, el significado
espiritual del elemento helio, digamos por poner un ejem
plo, es mínimo, cuando no simplemente inexistente. Para
los pensadores medievales, el elemento Fuego sugería una
vasta gama de asociaciones. Evidentemente, sería un error
rechazar los grandes logros cognoscitivos de lo que llama
mos la ciencia moderna, pero tampoco deberíamos recha
zar las intuiciones de épocas anteriores.
En el Tarot, los cuatro elementos se presentan como
Fuego-Varas (Bastos), Agua-Copas, Aire-Espadas y Tierra-
Pentáculos (Oros). Los diferentes autores suelen dar varia
ciones de este ordenamiento, de las cuales la más frecuente
es intercambiar Varas y Pentáculos, sobre la base de que las
varas crecen de la tierra y las monedas se funden sobre el
fuego. Debido a las asociaciones más amplias del fuego y
de la tierra, yo prefiero mantener el ordenamiento más co
mún. El fuego no es simplemente una herramienta del
hombre, sino una gran fuerza de la naturaleza, que se mues
tra de la manera más poderosa en el sol que hace brotar las
varas del suelo. La tierra no sólo representa el suelo, sino
que es, tradicionalmente, todo el universo material, del cual
los Oros no representan más que una pequeña parte, y los
Pentáculos una mucho mayor.
Si deseamos ver el mundo en función del número cinco
en vez del cuatro, incluyendo el Espíritu como centro, en
17
tonces los^ Arcanos Mayores representan el quinto ele
mento, el Éter. El hecho de que lo situemos aparte de los
cuatro elementos Menores simboliza la intuición de que, de
alguna manera, el Espíritu existe en un nivel diferente del
nivel del mundo ordinario. Al mismo tiempo, el hecho de
que para las lecturas los mezclemos todos nos ayuda a ver
que, en realidad, el Espíritu y la totalidad de los elementos
de la materia operan constantemente juntos. Trabajar con
el Tarot nos ayuda a entender las formas dinámicas en que
el Espíritu confiere significado y unidad al mundo material.
Un verdadero entendimiento de esta relación, tanto en teo
ría como en la práctica, constituye un gran paso en el avan
ce hacia ese «señorío» a que antes hicimos referencia.
Muchos lectores conocerán la simbología de los cuatro
elementos por la astrología, con sus cuatro «triplicidades»:
el Fuego (Aries, Leo, Sagitario), el Agua (Cáncer, Escorpio,
Piscis), el Aire (Géminis, Libra, Acuario) y la Tierra (Tauro,
Virgo, Capricornio). También la psicología junguiana utiliza
los cuatro elementos, relacionándolos con maneras básicas
de vivenciar el mundo. El Fuego representa la Intuición, el
Agua el Sentimiento, el Aire el Pensamiento, y la Tierra la
Sensación.
En la astrología y en el pensamiento junguiano, los ele
mentos representan tipos y características. En el Tarot ve
mos estos tipos reflejados en las cartas cortesanas. Los palos,
como totalidad, muestran más bien actividades y cualidades
de la vida que rasgos de la psicología individual. Dicho de
otra manera, que si en una lectura dominan las Varas no
diremos que la persona tiene un carácter «fogoso», sino
más bien que en ese momento está pasando por muchas
experiencias de Fuego. Si estudiamos los cuatro palos por
separado, es precisamente para aprender qué es lo que que
remos decir al hablar de experiencias de Fuego, Agua, Aire
o Tierra. Y en las lecturas los estudiamos juntos para apren
der de qué manera la vida abarca y combina, en la realidad,
todos los elementos.
A manera de breve resumen, las Varas/Fuego represen
tan la acción, el movimiento, el optimismo, la aventura, la
18
lucha, los negocios — en el sentido de la actividad comercial
antes que en el de las mercancías— , los comienzos. Las
Copas/Agua representan la reflexión, las experiencias tran
quilas, el amor, la amistad, el júbilo, la fantasía, la pasividad.
Las Espadas/Aire representan el conflicto, las emociones
coléricas o alteradas, la tristeza, pero también la actividad
mental, la prudencia, el uso del intelecto para entender la
verdad. Los Pentáculos/Tierra representan la naturaleza, el
dinero, el trabajo, las actividades rutinarias, las relaciones
estables, los negocios en el sentido de las cosas que se hacen
y se venden. Además, porque los Pentáculos son signos
mágicos, representan lo mágico de la naturaleza y lo mara
villoso de la vida ordinaria, lo que no siempre se percibe,
pero que con frecuencia está oculto bajo la superficie.
Si comparamos el Tarot con otro conocido sistema sim
bólico, las Varas y las Espadas representan situaciones
«yang» o «activas», en tanto que las Copas y los Pentáculos
representan las que son «yin» o «pasivas». También pode
mos sustituir, con referencia a los Arcanos Mayores, el yang
por el Mago y el yin por la Suma Sacerdotisa. Sea cual fuere
la terminología, estas distinciones se aclaran en virtud del
simbolismo de las imágenes. Tanto las varas como las espa
das se utilizan para golpear; las copas, por otra parte, cum
plen su función recibiendo y conteniendo el agua, y a su vez
los pentáculos, ya sea en cuanto signos mágicos o en cuan
to dinero, pueden influir sobre el mundo sin moverse física
mente. De modo similar, el fuego y el aire están en constan
te movimiento, mientras que el agua y la tierra tienden más
a la inercia.
Un poco de reflexión, acompañada de un vistazo a las
figuras, nos hará ver cómo estas categorías separadas se
mezclan efectivamente en la realidad. Tanto las Varas como
los Pentáculos tienen que ver con los negocios, pero tanto
las Varas como las Espadas indican conflicto. Copas y Varas
tienden a las experiencias felices y positivas, en tanto que
Pentáculos y Espadas suelen representar los aspectos más
difíciles de la vida. Al mismo tiempo, Copas y Espadas abar
can la gama general de las emociones, en tanto que Pen
19
táculos y Varas hacen referencia a las actividades más físi
cas. Antes que mostrar separaciones rígidas, las cartas tien
den a formar combinaciones y a la difuminación de todas las
distinciones.
En la primera parte expresé que el estudio de las lectu
ras del Tarot nos enseña, por encima de todo, que ninguna
cualidad es buena ni mala, a no ser dentro del contexto de
una situación real. De las lecturas aprendemos también que
ninguna situación, cualidad ni característica personal existe
en forma aislada, sino solamente en combinación con otras.
En una lectura atendemos primero a las cartas individuales
en sus posiciones individuales, pero entendemos lo que la
lectura nos dice cuando vemos de qué manera las cartas se
fusionan para formar un diseño completo. De modo similar,
estudiamos individualmente las cartas, pero sólo las enten
demos plenamente cuando las vemos en funcionamiento.
Los diferentes elementos no sólo representan experien
cias diferentes, sino también diferentes maneras de encarar
la vida. Una razón para estudiar los palos como totalidad es
que así se ven las ventajas y los problemas que plantea cada
enfoque. Para cada palo, veremos un «problem a» y un «C a
mino hacia el Espíritu». A modo de ejemplo, el problema
para las Copas es la pasividad, el Camino hacia el Espíritu
es el amor. Por mediación de las diferentes imágenes vemos
cómo las experiencias relacionadas con las Copas hacen
aflorar estas cualidades.
Al disponer las cartas he seguido el ejemplo de Waite,
descendiendo desde el Rey hasta el As, en vez del procedi
miento contrario. Ya que los reyes (como símbolos tradicio
nales antes que como realidad política) tienen la responsa
bilidad del mantenimiento de la sociedad, y puesto que el
rey da una imagen de madurez, cada uno de los cuatro
Reyes simboliza la versión más estable y sociable de su palo.
Los Ases, por su parte, significan unidad y perfección. Por lo
tanto, los Ases representan los elementos en su forma más
pura. El As de Varas representa al Fuego como tal, y todo lo
que éste significa, mientras que las otras trece cartas de
Varas muestran algún ejemplo específico del Fuego, ya sea
20
en una situación (cartas 2-10) o como un tipo de personali
dad (las cartas cortesanas).
En el mazo Rider vemos cada As sostenido por una mano
que sale de una nube. Este símbolo, que se ve también en
otros mazos, nos muestra que cada elemento es capaz de
conducirnos al misterio espiritual. Nos enseña también que
toda experiencia es un don, proveniente de una fuente que
no podemos conocer conscientemente, a menos que reali
cemos el profundo viaje espiritual que nos mostraron los
Arcanos Mayores. Por esta razón he puesto fin a cada palo
con el As.
El Tetragrámaton
21
cuando aplicamos el nombre de Dios a los elementos esta
mos completando el significado de sus diferencias simbó
licas.
El proceso se desarrolla de la siguiente manera: Yod, o
el Fuego, simboliza el comienzo de cualquier empresa, la
primera chispa creativa, la energía necesaria para arrancar.
En términos míticos, Y od indica que la chispa divina emer
ge del Dios incognoscible. En términos psicológicos, repre
senta el impulso a empezar algún proyecto específico o una
nueva forma de vida. La primera letra Heh — Agua— sim
boliza el comienzo real, cuando la chispa es «recibida» den
tro de un modelo. Míticamente, esto se refiere al Fuego de
Dios que toca las «Aguas de lo profundo», es decir, el caos
existente antes de que Dios comenzara a reordenar el uni
verso. Psicológicamente, entendemos que nuestros planes
y esperanzas serán vagos e informes hasta que la energía
del fuego los penetre y nos ponga, efectivamente, a hacer
algo. Al mismo tiempo, la energía inquieta de las Varas no
puede beneficiarnos a menos que le demos un propósito
definido.
La tercera letra, Vau, conectada con el Aire, simboliza el
desarrollo del plan, el movimiento dirigido y con sentido
que hace que todo cobre forma. En su significado sagrado,
es el estadio de la creación en que Dios dio al mundo su
forma fundamental. El aire representa el intelecto, y psico
lógicamente Vau indica el proceso mental de pasar desde
un propósito a un verdadero plan que lleve a la realización
del proyecto.
Finalmente, la segunda letra Heh — Tierra— representa
la creación terminada, la cosa misma. En términos religio
sos significa la materia, el universo físico, aquello que Dios
creó por mediación del proceso de las otras letras. En térmi
nos humanos, significa la consumación del objetivo.
Tomemos el ejemplo de un poema, que no se puede ini
ciar sin un impulso hacia la poesía y sin el deseo de expre
sar algo. Al mismo tiempo, un deseo tal no va a ninguna
parte a menos que podamos escoger un tema determinado.
En cierto sentido, el tema «recibe» el impulso de escribir.
22
Aun así, el poema jamás se realizará a menos que trabaje
mos sobre él, valiéndonos del intelecto y escribiendo varios
borradores para resolver los problemas que plantean las
imágenes, el ritmo, etc. Finalmente, el proceso acaba cuando
podemos tener ante los ojos el poema terminado y dárselo
a leer a otros. Un poco de reflexión nos demostrará que la
misma evolución se da respecto de cualquier acción, ya sea
construir una casa, fabricar vino o hacer el amor.
Es obvio que el último elemento, Tierra, está un tanto
aparte de los otros. El matemático y ocultista P. D. Ous-
pensky ha expresado esta relación en el diagrama siguiente:
n i rr
Obsérvese cómo Yod, la letra de Fuego, apenas si tiene
forma; se asemeja más bien a un punto, al destello de un
primer impulso. Obsérvese también que las dos letras Heh
recuerdan vagamente tazas o jarros puestos boca abajo. La
primera «recibe» el impulso, la segunda «recibe» la totali
dad del proceso, y le da forma física. Finalmente, nótese
cómo la tercera letra, Vau, es una extensión de la primera,
Yod. El intelecto —Aire— toma la energía del Fuego y le
imprime una dirección definida.
Al principio puede parecer que el cuarto elemento, T ie
rra, puede existir independientemente. Sin embargo, para
23
que podamos encontrar algún significado en nuestras pose
siones debemos entender los procesos creativos que les
dieron el ser. Cuando estudiamos los «problemas» que se
relacionan con cada palo, vemos que cada uno se plantea
únicamente cuando apartamos el palo de su relación con
los otros. O, en otros términos, cuando nos volcamos dema
siado hacia una sola dirección en la vida. El problema del
materialismo de la Tierra se contrarresta agregándole Copas
para darle apreciación emocional. En la sección sobre las
lecturas estudiaremos la manera en que se «añade» un palo
a otro.
24
creencia ocultista en que la contemplación de ciertos dise
ños geométricos tiene efectos sobre el cerebro. De modo
similar, la unión meditativa con determinadas cartas de los
cuatro palos nos aportará experiencias que van más allá de
los significados específicos de los naipes.
Son éstas las cartas que yo llamo Portales, debido a la
forma en que nos abren una senda que va desde el mundo
ordinario al nivel interior de las experiencias arquetípicas.
Cada palo posee por lo menos uno de estos naipes, y donde
hay más es en los Pentáculos. Todas ellas comparten ciertas
características: significados complejos y con frecuencia con
tradictorios, y una Extrañeza mítica que ninguna interpreta
ción alegórica puede penetrar del todo. Al escoger ciertas
cartas para que desempeñen esta función no intento dar a
entender que otras no puedan hacerlo, sino solamente que
según mi experiencia estas cartas, en particular, actúan de
esa manera.
En ocasiones, la Extrañeza de un Portal se hallará en la
superficie, pero en otros naipes sólo se pone de manifiesto
después de haber analizado intelectualmente la carta. Estos
últimos casos demuestran algo muy importante, a saber,
que las percepciones externas e internas no se oponen entre
sí, sino que más bien se refuerzan. La mejor manera de
aproximarse a una carta Portal es empezar por el conoci
miento de los significados literales y simbólicos del naipe.
Cuando los hayamos recorrido hasta donde ellos puedan
llevarnos, llegaremos a la senda de la Extrañeza que per
mite trascenderlos.
El Tarot demuestra muchas cosas, algunas de ellas muy
inesperadas. Estas cosas emergen mediante la interpreta
ción de las imágenes de sus naipes, nuestra unión con
dichas imágenes en la meditación, y también mediante la
visión de las combinaciones que se forman en las lecturas.
Si se las toma por separado, las cartas de los Arcanos M e
nores nos presentan un vasto panorama de las experiencias
humanas. Juntas, y en unión con las arquetípicas cartas
Mayores, nos conducen a un conocimiento cada vez más
amplio de la cambiante maravilla que es la vida.
25
-
LOS ARC ANO S MENORES
1
Las Varas
29
mediante la meditación y el ejercicio, hacen que se eleve la
kundalini, o fuerza espiritual, experimentan este ascenso
como un gran calor que sube por la columna vertebral. Y en
el mundo entero, los chamanes demuestran su poder espiri
tual convirtiéndose en señores del fuego, danzando entre
las llamas o llevando brasas ardientes en la boca.
El fuego representa la esencia vital de la vida, que anima
nuestro cuerpo. Sin él nos convertimos en cadáveres. El
famoso fresco de la Creación, de Miguel Angel, nos muestra
una chispa que pasa del dedo de Dios al de Adán. Para des
cribir los cambios químicos que sufre la comida en el estó
mago decimos que el cuerpo «quema combustible». El fuego
simboliza la energía misma de la existencia. Porque se eleva,
tendiendo constantemente hacia lo alto, el fuego repre
senta el optimismo, la confianza, la esperanza. Para dar a
los seres humanos un toque de inmortalidad e inmunizarlos
ante las amenazas de aniquilación de Zeus, Prometeo dio a
los hombres el fuego.
Com o los Arcanos Menores se ocupan principalmente
de la variante externa de la experiencia, las Varas tienden a
enseñar cómo se muestra el fuego interior en la vida ordi
naria. Además del conocimiento específico que de él se ob
tiene, un estudio de los Arcanos Menores demuestra cómo
la experiencia terrenal se deriva de una base espiritual.
Las Varas, pues, representan antes que nada el movi
miento. Ya sea que pierdan o que ganen, las Varas están en
una pugna constante, no tanto a causa de problemas u ob
jetivos reales, sino por simple amor al conflicto, a la ocasión
de usar toda esa energía. En cuestiones de negocios, las
Varas representan el comercio y la competencia; en amor
simbolizan el romance, la declaración amorosa, el acto de
conquista de un enamorado, antes que la propia emoción
amorosa. Las Varas nos inducen a encarar la vida activa
mente y con ilusión.
Cuando el éxito de las Varas es demasiado, como suce
de con el Rey o con la figura del naipe Dos, puede adue
ñarse de ellas la melancolía, porque las recompensas del
éxito pueden inmovilizarlas. En otros momentos, como con
30
el Nueve o el Diez, hacen que el hábito de pelear o de asu
mir todos los problemas las ciegue para otras alternativas
más pacíficas.
Sin embargo, la influencia de las Varas nos muestra sobre
todo gente que gana sus batallas. Mediante las Varas en
contramos el Camino hacia el Espíritu en el movimiento, la
acción, el vivir por el gozo de vivir. Encuentran su expresión
más poderosa en el Cuatro, al salir danzando de la ciudad
amurallada para celebrar el poder vivificante del Sol.
Y sin embargo, con toda esa energía vitalizadora que se
expresa en el poder del Sol para extraer, literalmente, la
vida de la tierra, el fuego también destruye. Si no se la con
trola y se la dirige, esa energía calcina el mundo. Por eso
vemos que todas las cartas cortesanas de Varas están, de pie
o sentadas, en un desierto. A pesar de su optimismo y de su
avidez, las Varas necesitan la influencia suavizante de las
Copas, porque sin agua, el sol del verano no aporta más
que sequía. De las Copas proviene, pues, un sentido de pro
fundidad, así como la capacidad de sentir y no sólo de ac
tuar. De las Espadas obtenemos un sentimiento de planifica
ción y dirección para toda la energía. De las Espadas pro
viene también una conciencia del dolor y del sufrimiento,
que equilibra el optimismo de las Varas y su espíritu de con
quista. Y de los Pentáculos nos viene un sentimiento de
estar arraigados en el mundo real, una capacidad de disfru
tar de la vida y no solamente de triunfar sobre ella.
31
Figura 1
El Rey
32
de que se pueda decir de alguien «Es la Reina de Varas»,
creyendo que así se resume la vida de la persona. Alguien
puede pasar durante un mes por una fase de Reina de Es
padas, y al mes siguiente convertirse en un Caballero de
Copas, o bien tener simultáneamente ambas vivencias en
diferentes aspectos de su vida.
Un rey es un gobernante, responsable del bienestar de
la sociedad. En el mazo Rider los cuatro Reyes llevan deba
jo de la corona lo que Waite llama un cap o f maintenance*.
Tradicionalmente, al rey le corresponde la responsabilidad
del mantenimiento [maintenance] de su pueblo. Por consi
guiente, todos los Reyes representan al mismo tiempo el
éxito (porque el rey, finalmente, es supremo) y la responsa
bilidad social.
El Rey de Varas expresa estas cualidades en los térmi
nos que le marca su palo. Indica una persona de mentali
dad fuerte, capaz de dominar a otros mediante su fuerza de
voluntad. Su poder se deriva de una sólida fe en su propia
justicia. Él sabe la verdad; sabe que su método es el mejor, y
considera simplemente natural que los demás lo sigan.
Al mismo tiempo, muestra la energía de las Varas con
trolada y convertida en proyectos útiles o en carreras a largo
plazo. La naturaleza aventurera de las Varas puede hacer
que un persona así se sienta incómoda en este papel. El
Rey se inclina hacia adelante en su trono, como si quisiera
levantarse de un salto para correr en busca de experien
cias nuevas.
Es sincero por naturaleza, ya que no ve razón para men
tir ni valor en las mentiras. Es positivo y optimista por la
misma razón; la energía de las Varas arde con tanta fuerza
en él que no entiende por qué nadie habría de expresar
actitudes negativas.
Una personalidad tan fuerte puede mostrar tendencia a
la intolerancia; es incapaz de entender la debilidad o la de
sesperación, porque son cosas de las que él mismo no ha
33
tenido experiencia. Este lado impaciente del Rey podría de
finirse con el lema: «Si yo puedo, tú también.» En cierta
ocasión, en una lectura, vi una expresión muy justa de lo
que se solía llamar «la brecha generacional»: el Rey de Varas
y el Loco, ambos llenos de energía, y sin embargo, uno de
ellos es la esencia de la responsabilidad, y el otro la pura
imagen del instinto y de la libertad.
Dos símbolos dominan la carta: el león, emblema de
Leo, y la salamandra, un lagarto legendario del que se creía
que vivía en el fuego. Los dos representan lo terrenal y lo
espiritual, ya que mientras que Leo indica los rasgos de per
sonalidad que pertenecen al Fuego, la salamandra era uno
de los símbolos favoritos de los alquimistas. En su mejor
aspecto, el Rey es el señor del Fuego creativo. Con su sen
tido del compromiso social, lo ha domesticado y puesto a
nuestro servicio. Obsérvese que las salamandras que ador
nan el manto se muerden la cola. El círculo cerrado significa
madurez y completamiento. Compárese esta imagen con la
túnica del Caballero, donde la boca de las salamandras no
les llega a la cola.
Invertida
Cuando invertimos una carta alteramos en algún sentido su
significado principal, como si el impacto original se hubiese
bloqueado o vuelto a canalizar, o en algunos casos, como si
hubiera sido liberado. Algunos comentaristas del Tarot pre
fieren hacer caso omiso de los significados invertidos, y es
verdad que en la meditación o en la actividad creativa con
sideramos generalmente todas las cartas como si estuvieran
en posición normal. Pero para las consultas o el estudio, los
significados invertidos duplican con creces los significados
posibles en el mazo. Al mostrarnos el naipe desde un ángulo
diferente, nos dan una comprensión más amplia de lo que
éste realmente significa.
En una lectura, si una carta cortesana se refiere a una
persona específica (por su tipo físico, digamos, más bien
que por las cualidades del naipe), al aparecer invertida indica
que esa persona está perturbada o bloqueada, o quizá que
34
tiene una influencia negativa sobre el sujeto. Por otra parte,
si consideramos las cualidades de la carta, cuando está in
vertida muestra dichas cualidades alteradas.
En posición normal, el Rey nos muestra a alguien pode
roso e imponente, que sin embargo suele ser intolerante
con las debilidades ajenas. Si está invertida, la carta nos
muestra ese fuego natural después de que ha tropezado
con obstáculos e inconvenientes que podrían haber asus
tado o volcado hacia el cinismo a una persona menos enér
gica. Pero como él es el Rey de Varas, no pierde su fuerza
sino que la atempera, muestra más comprensión hacia los
otros y, al mismo tiempo, se endurece en su actitud hacia la
vida, que ya no se le aparece com o una contienda tan fácil.
Aquí es muy adecuada la fórmula de Waite: «Bueno pero
severo, austero a la vez que tolerante.»
Figura 2
La Reina
35
poco inacción, sino que el elemento se ha traducido en sen
timiento y comprensión.
Repitamos que no hay por qué aplicar estas cualidades
solamente a las mujeres. Si en una lectura vemos que la
Reina identifica a una persona sólo por el tipo físico, enton
ces naturalmente la Reina significa una mujer. Pero si de
seamos aplicar las cualidades simbólicas a alguien, enton
ces cualquiera de las cartas cortesanas puede representar
una mujer o un hombre. Y aparte de las lecturas, la Reina
de Varas representa una apreciación determinada de la
vida.
En contraste con la ansiedad y la impaciencia del Rey, la
Reina ocupa su trono como si estuviera plantada en él. Su
corona está en flor, el vestido es del color del sol. Entre
todas las Reinas, ella es la única que está sentada con las
piernas separadas, como signo de la energía sexual. Mues
tra una apreciación de la vida muy propia del Fuego, cálida
y apasionada, muy sólidamente puesta en el mundo. Como
el Rey, es sincera y directa; para ella no tienen sentido el
engaño ni la mala fe. Más sensible que el Rey, se permite
amar la vida y al prójimo, y considera que el control y la
dominación no tienen más valor que el cinismo.
Un gato negro vigila el trono. En el folklore cristiano, el
Diablo dio a una bruja un gato negro para que la salvaguar
dara de ataques. Aquí, el significado es menos melodramá
tico. A veces, si una persona ama la vida, parece que el
mundo le respondiera, protegiéndola de daños y proporcio
nándole experiencias jubilosas. No somos capaces de enten
der cómo sucede tal cosa sin alcanzar el complejo conoci
miento interior del universo que simbolizan las últimas car
tas de los Arcanos Mayores. Sin embargo, es algo que puede
suceder, y el gato negro nos muestra esta respuesta de la
naturaleza a alguien que se aproxima a ella inundado de
fogoso júbilo.
Invertida
Como sucedía con el Rey, cuando la Reina aparece inver
tida muestra la reacción de una persona así ante la contra
36
riedad y el dolor. La naturaleza básicamente buena y las
actitudes positivas de la Reina, lo mismo que su energía, la
vuelven inapreciable en situaciones de crisis o desastre. P o
demos ver en ella el tipo de persona que se hace cargo de
llevar una casa cuando sus habitantes pasan por un momen
to de crisis, y que al mismo tiempo les ofrece consejo, ayuda
y apoyo emocional, todo ello como fruto de un impulso
natural y no de un sentimiento del deber.
Al mismo tiempo, esta naturaleza bondadosa exige que
la vida le responda de manera positiva. Demasiados desas
tres o una oposición demasiado encarnizada de la vida (y el
punto débil de estas personas puede ser la tendencia a con
siderar que la vida es «injusta») suelen hacer que aflore una
vena peligrosa: la persona puede amargarse, empezar a
mentir, ser infiel o ponerse celosa.
Figura 3
El Caballero
37
de cada elemento. Al mismo tiempo, los Caballeros carecen
de la seguridad y la estabilidad de los Reyes y las Reinas.
Porque el Fuego mismo simboliza el movimiento, el Ca
ballero de Varas muestra esta cualidad en forma extrema.
Dicho con palabras de algunos comentaristas, es «Fuego de
Fuego» o «Fuego exaltado». Representa la ansiedad, la ac
ción, el movimiento por el movimiento mismo, la aventura y
los viajes. Sin alguna influencia que la ate a la tierra, toda
esta excitación puede disiparse mientras el Caballero intenta
volar en todas las direcciones a la vez. En conjunción con
un sentimiento de finalidad y con la ayuda de alguna in
fluencia de Aire en la planificación, el Caballero de Varas
puede proporcionar la energía y la confianza en sí mismo
necesarias para un logro importante.
Obsérvese que las salamandras de su túnica no se muer
den la cola, lo que simboliza una acción incompleta, planes
que no llegan a cobrar forma. En contraste con el Rey, el
Caballero no ha hecho más que iniciar sus aventuras.
Invertida
Imaginémonos al joven Caballero. A diferencia del guerrero
experimentado, el joven busca el combate a la menor opor
tunidad, porque necesita demostrar —y demostrarse— su
coraje y su fuerza. Y sin embargo, es fácil desmontarlo de su
caballo. Al no haberse puesto aún a prueba, toda esa ansia
está teñida de cierta fragilidad. La oposición lo confunde, e
incluso es causa de que sus grandes proyectos se desplo
men estrepitosamente en torno de él. Como espera que
todo caiga ante él, es probable que se encuentre básica
mente en desarmonía con las personas o las situaciones
que lo rodean. Sus acciones se ven interrumpidas a medida
que se encuentra con que su naturaleza básicamente buena
no concuerda con las personas y las situaciones. En una lec
tura, por lo tanto, el Caballero invertido es símbolo de con
fusión, proyectos que se desvían, colapso y desarmonía.
38
PAGE .y W ANDS.
Figura 4
El Paje
39
Invertida
Más calmo que el Caballero, al Paje los problemas no lo
sacuden tanto, pero sí lo sumen en la confusión y la indeci
sión. Su ansia por comenzar tropieza con complejidades,
cuando no con una oposición directa que lo deja asustado
e incapaz de expresarse. Como sus cualidades básicas son
la simplicidad y la fidelidad (obsérvese que muchas de las
salamandras de su traje están cerradas, lo que no significa
proyectos terminados como en el caso del Rey, sino más
bien una simple integridad del ser), cuando está indeciso
puede mostrarse inestable y débil. La persona a quien apunte
esta carta necesita ya sea alejarse de la complejidad o bien
alcanzar la madurez suficiente para enfrentarse con ella. La
indecisión continuada no puede conducir más que a un
mayor debilitamiento de la resolución y de la confianza en
sí mismo.
Figura 5
El Diez
40
de la falta de propósito y de plan, pero también del placer
secreto que las Varas obtienen de cualquier contienda.
El Diez nos muestra, superficialmente, la imagen de una
persona cargada y oprimida por la vida, y especialmente
por la responsabilidad. La avidez propia de las Varas la ha
llevado a complicarse en tantas situaciones que ahora, pa
radójicamente, esa misma energía está aplastada por los
compromisos y los problemas. El hombre quiere ser libre de
viajar, de buscar la aventura y compromisos nuevos, pero
en cambio se encuentra, como el joven universitario de un
barrio periférico, atrapado en una red de responsabilidades
interminables —financieras, familiares, laborales— que él
mismo se ha creado. Y no es que lo haya planeado; todo
eso creció en torno de él.
Vemos aquí el gran problema de las Varas. La energía
del Fuego actúa sin pensar, aborda problemas nuevos sim
plemente porque éstos la estimulan. Pero esas situaciones y
responsabilidades no desaparecen cuando la persona se
aburre de ellas y quiere pasar a algo nuevo. Se mantienen, y
son capaces de anegar el fuego que pareció conquistarlas.
En las situaciones emocionales, la carta nos muestra a la
persona que carga con todo el peso de una relación. H om
bre o mujer, y sean cuales fueren los problemas, los conflic
tos y la insatisfacción, es ella quien intenta suavizarlos. Con
la espalda inclinada, se esfuerza por mantener en marcha la
relación, en tanto que probablemente, la(s) otra(s) perso-
na(s) ni reconoce(n) siquiera lo que está pasando.
Tanto en las situaciones prácticas como en las em ocio
nales, la persona ha asumido sobre sí la carga. Es ella — o
él— quien ha creado la situación, y es necesario que se dé
cuenta de que todavía son posibles otras formas de abor
darla. En situaciones así, es probable que las cargas no sean
del todo reales, o por lo menos que se las pueda evitar; de
hecho, pueden servir como excusa para no hacer nada real
mente constructivo, como podría ser apartarse de una si
tuación negativa.
41
Invertida
Com o muchas cartas, ésta tiene más de un significado posi
ble, especialmente cuando está invertida. En una lectura es
posible determinar parcialmente el significado más apro
piado (aunque a veces puede ser válido más de uno, como
en el caso de una opción) por mediación de las otras cartas,
y en parte también mediante una intuición que sólo puede
desarrollarse con la práctica. En el estudio, esta diversidad
de significados demuestra el hecho de que una situación
puede cambiar de múltiples maneras.
En el caso más simple, el Diez de Varas invertido indica
que las cargas se han incrementado en número y en peso,
hasta tal punto que pueden aplastar, ya sea física o em ocio
nalmente, a la persona. Al mismo tiempo, el naipe puede
significar que la persona se ha liberado de las cargas (quizá
porque se le habían hecho excesivas para soportarlas). A
partir de aquí, la situación vuelve a ramificarse. El o la con
sultante, ¿arroja los palos porque se ha dado cuenta de que
puede usar para mejor fin la energía? ¿O solamente se re
bela contra las responsabilidades, sin hacer en realidad nada
constructivo? Una mujer a quien una vez le hice una lectura
describió la situación como cuestión de tirar los palos hacia
adelante o hacia atrás. Si los tiramos hacia atrás, intentamos
seguir una dirección nueva; tirarlos hacia adelante, en cam
bio, significa que volverem os a recogerlos y seguiremos
avanzando penosamente por el mismo camino.
42
Figura 6
El Nueve
43
Invertida
Nuevamente, alternativas. En primer lugar, la defensa falla.
Los obstáculos y los problemas crecen demasiado para que
él, con su fuerza, pueda mantenerlos a raya. Existe, sin em
bargo, otro significado: ir en busca de un enfoque diferente.
No debemos dar por sentado que la carta nos aconseja
siempre que abandonemos la lucha. Abandonar la actitud
defensiva significa correr un gran riesgo, porque, ¿qué su
cede si los problemas que hemos mantenido a distancia
durante tanto tiempo se precipitan sobre nosotros? El con
texto lo es todo, y en ocasiones el contexto exige esos hom
bros poderosos y esos ojos penetrantes. Y sin embargo, ob
sérvese cuánta energía desperdicia la persona en el simple
hecho de mantenerse tensa y dispuesta para el combate. En
consultas específicas, las verdaderas implicaciones de este
naipe sólo pueden aclararse viendo cómo se combina con
las otras cartas.
Figura 7
El Ocho
44
imagen de un viaje que toca a su fin, o de cosas que se com
pletan. Cuando el Fuego encuentra su objetivo, los proyec
tos y las situaciones llegan a un final satisfactorio. Las Varas
han llegado a tierra. Por consiguiente, la imagen de esta
carta implica la adición de Pentáculos como fundamento de
la energía de las Varas.
Con disposición romántica, Waite las llama «flechas de
amor». Podemos verlo especialmente con un significado de
acción que se emprende en un contexto amoroso o de se
ducción, o de declaraciones formuladas y aceptadas.
Invertida
Si está dada vuelta, la imagen pasa a ser de continuidad, de
una situación en que nada finaliza, especialmente cuando
se desea un final. Una situación o actitud que simplemente
se mantiene sin que se aviste conclusión alguna. Si no se
puede evitar una situación así, entonces es bueno recono
cerla y aceptarla, en vez de permitir que nos cause frustra
ción o decepción. Por otra parte, hay ocasiones en que no
sotros mismos podemos producir esa calidad «d e estar en el
aire», esperando que una situación siga sin resolverse. Una
de las posiciones más importantes en una lectura es la que
se llama «Esperanzas y Temores»; con mucha frecuencia,
resulta ser una profecía que se autorrealiza.
Las flechas de amor, cuando están invertidas, se con
vierten en flechas de discusión y de celos. Los celos pueden
provenir de la incertidumbre y de la confusión, tanto en
nuestros sentimientos como en los de la otra persona.
45
snr
Figura 8
El Siete
Invertida
Tal como lo sugiere la imagen, la persona está usando la
excitación del conflicto para superar la incertidumbre y la
depresión. La carta invertida indica estar sumido en la an
siedad, la indecisión, la confusión. En la posición normal,
46
expresaba no tanto que el sujeto tuviera el control de su
vida como que conseguía «mantenerse a flote» sobre ella.
En la posición invertida, ya no puede seguir postergando
las contradicciones. Por encima de todo, la carta previene
contra la indecisión, y sugiere que, si la persona puede dar a
la acción un rumbo definido, la natural confianza en sí
mismo de las Varas volverá a superar las ansiedades y los
problemas externos.
Figura 9
El Seis
47
victoria. El optimismo produce, precisamente, el éxito que
espera y desea.
Con frecuencia, aunque no siempre por cierto, se re
quiere solamente una auténtica fe en nosotros mismos para
encontrar la energía necesaria para realizar lo que quere
mos. Es más, es esa fe lo que ha de inspirar a nuestros se
guidores. El Seis (de cualquier palo) tiene que ver con la
comunicación y los dones. Aquí, las Varas otorgan a la gen
te que las rodea la fe que el Fuego tiene en la vida.
Invertida
El verdadero optimismo crea la victoria. El falso optimismo,
que encubre nuestras dudas con la fanfarronería o el autoen-
gaño, conduce al miedo y a la debilidad. La actitud que
muestra la carta cuando está en posición normal no puede
ser fingida, porque cuando el optimismo no funciona se
convierte en su opuesto: en derrotismo, en la sensación de
que los enemigos nos abrumarán, o de que la vida — o una
persona determinada— habrá de traicionarnos de alguna
manera. Esta actitud se convierte con demasiada frecuencia
en una profecía que se autorrealiza, porque la sospecha
puede inducir a la traición.
48
Figura 10
El Cinco
Invertida
En posición normal, la incitante competición lleva implícito
un sentimiento de las reglas y del juego limpio, porque sin
acuerdos conocidos se vuelve imposible hacer de la pugna
un juego. Invertido, el naipe indica que se abandonan las
reglas, que de hecho la batalla ha asumido un carácter más
grave y peligroso. El sentimiento del juego se convierte en
amargura o desilusión en la medida en que los participan
49
tes tratan efectivamente de hacerse daño unos a otros. La
actitud del Fuego, especialmente cuando no se ve fortale
cida por la comprensión y la prudencia de las Espadas, exi
ge que la vida responda positivamente y que no muestre su
aspecto más cruel. El Cinco de Varas invertido vuelve a
traer a la memoria aquello de «el fuego se ha extinguido».
El Cuatro
50
Salen de una ciudad amurallada en busca de la enra
mada abierta, o dicho de otra manera, su espíritu y su co
raje los llevan de una actitud defensiva a otra de apertura.
Podemos contraponer esta imagen a la de la Torre (figura
11b). Las dos figuras del Arcano Mayor están vestidas de
manera muy similar (incluso en lo que se refiere a las túni
cas azul y roja) a las dos que aparecen en el Cuatro de
Varas. En sus significados menos esotéricos, la Torre mues
tra la explosión que resulta cuando la gente deja que una
situación represiva o desdichada se mantenga hasta alcan
zar un nivel intolerable. En el Cuatro de Varas, el optimismo
y el amor a la libertad llevan al pueblo, unido, a salir de su
ciudad amurallada antes de que ésta se les convierta en una
prisión como la Torre.
Invertida
Waite dice que esta carta no cambia aunque esté al revés. El
júbilo es tan poderoso que no se lo puede bloquear. Pero
igualmente podríamos añadir que el Cuatro invertido segu
ramente indica, como el Sol en los Arcanos Mayores, que la
felicidad en el ambiente no es tan obvia. Com o sucede con
la familia del Diez de Pentáculos, es probable que las perso
nas que este naipe simboliza necesiten aprender a apreciar
lo que tienen. Existe otra posibilidad: que la felicidad en el
medio que rodea a la persona sea fuerte, pero no ortodoxa,
por lo menos en relación con las actitudes y expectativas de
otras personas.
51
M
Figura 12
El Tres
52
hacer las paces con sus recuerdos, que son com o barcos
que atraviesan un ancho río para después salir al mar. El sol
poniente, símbolo de satisfacción, ilumina el río — que sim
boliza la vida emocional de una persona— con una cálida
luz dorada.
En el Tres de Varas vemos la primera de las cartas Por
tales (el palo de Varas, con su énfasis puesto en la acción,
contiene menos de estas cartas «intimistas» que cualquiera
de los otros). Metafísicamente, el mar siempre ha suscitado
en los seres humanos la sensación de la vastedad y del mis
terio del universo, mientras que los ríos simbolizan la expe
riencia del ego al disolverse en ese inmenso Mar. Los bar
cos representan aquella parte de nosotros que se aventura
en la experiencia profunda, en tanto que el hombre expresa
la importancia de haber echado raíces en la realidad ordi
naria antes de intentar ningún tipo de viaje metafísico. Esta
explicación esquemática no nos da más que una débil som
bra intelectual de los verdaderos significados del naipe. Un
significado que aflora en la experiencia de unirnos con la
imagen hasta que las naves nos lleven a los ámbitos desco
nocidos del sí mismo, del ser interior. Significativamente, es
la adición del Agua y la Tierra — en la forma del mar y de la
roca— lo que encamina las imágenes hacia el máximo po
tencial del Fuego. Pero, pese a ello, la cualidad especial de
este Portal — la de la exploración de lo desconocido— per
tenece al Fuego.
Invertida
Varios significados reflejan la compleja naturaleza de la car
ta en posición invertida. Por una parte, puede aludir al fra
caso de cualquier «exploración» o proyecto (ya sea práctico
o emocional), debido a «tormentas», esto es, a problemas
mayores de lo que habíamos previsto o esperado. Pero ade
más puede significar llegar a interesarnos en nuestro medio
después de un período de distanciamiento y reflexión, pues
la imagen en posición normal transmite cierta sensación de
aislamiento. Finalmente, puede indicar que a uno le pertur
ban los recuerdos.
53
Figura 13
El Dos
54
Invertida
Aqu í encontramos una de las mejores formulaciones de
Waite: «Sorpresa, maravilla, encantamiento, turbación y
miedo.» Todos estos términos describen a alguien que de
un salto se precipita directamente en la experiencia nueva.
Cuando dejamos atrás las situaciones seguras y los éxitos
pasados para adentrarnos en lo desconocido, liberamos
tanta emoción y energía que no podemos evitar ni la mara
villa ni el encantamiento ni tampoco el miedo que a ambos
acompaña. El naipe habla muy especialmente a las perso
nas que han vivido durante largo tiempo en alguna situa
ción desagradable o insatisfactoria, y que finalmente deci
den hacer un cambio en forma imprevista.
Figura 14
El As
55
mos causarlas ni producirlas por medios normales; nos lle
gan como manos que salieran de las nubes. Sólo llegando a
los supremos estados de conciencia que nos muestran las
últimas cartas de los Arcanos Mayores podemos entender
las fuentes de esas irrupciones de energía elemental, pero
en las situaciones ordinarias basta con que sepamos experi
mentarlas y apreciarlas.
En los inicios de una situación, ninguna carta podría se
ñalar mejor comienzo. El As da disposición favorable y fuer
za. Al mismo tiempo, es una carta que enseña humildad,
porque nos recuerda que en última instancia no hemos he
cho nada, moralmente, para merecer el optimismo y la so
breabundancia de energía que a veces nos permiten supe
rar a los demás.
Invertida
Un As invertido implica en cierto modo el fracaso de esa
experiencia primaria. Esto puede significar simplemente que
la situación se vuelve en contra de nosotros o bien, espe
cialmente con las Varas y las Espadas, que se nos hace im
posible aferramos a esa fuerza y usarla de manera benéfica.
Por consiguiente, el As de Varas invertido puede significar
el caos, cosas que se desmoronan, ya sea porque simple
mente todo ha salido así o porque nosotros lo hemos echa
do a perder con demasiada energía mal dirigida. Esto puede
suceder en un nivel práctico, por exceso de actividad, por
comenzar demasiadas cosas nuevas sin consolidar los lo
gros pasados; en el emocional, por haberse confiado excesi
vamente en la amistad o simplemente por ser despótico; o,
finalmente, en el sexual, por la negativa a dominar un ape
tito sexual demasiado fogoso.
Waite incluyó una lectura mucho más suave para el As
de Varas invertido: «Alegría que se nubla.» Entonces, este
naipe se vuelve como el Cuatro o el Sol; la maravilla y la
felicidad existen aun cuando nosotros no podamos, o no
queramos, verlas ante nosotros.
56
2
Las Copas
57
una generosa mezcla de estos dos primitivos opuestos.
Esta paradoja llevó a los alquimistas y a otros estudiosos
a describir la transformación — que no es simplemente un
cambio, sino una evolución súbita de un estado fragmenta
rio a uno integrado— como una unificación del Fuego y el
Agua, que se muestra en la imagen del hermafrodita (en la
sociedad tradicional, con su identificación estricta del sexo
y del papel sexual, ¿qué símbolo de los opuestos podía
haber, más poderoso que el hombre y la mujer?) y, más sim
bólicamente, en la estrella de seis puntas. En esta antigua
imagen (muy anterior a su uso moderno como emblema del
judaismo), el triángulo de Fuego, que apunta hacia arriba,
se une al triángulo de Agua, en equilibrio sobre el vértice,
para formar una imagen de la vida que se extiende en todas
direcciones a partir de un centro unificado.
Com o el agua en un rio cambia constantemente, y sin
embargo el río mantiene siempre su carácter básico, los ríos
simbolizan el ser verdadero que se mantiene constante por
debajo de todos los cambios externos en la vida de una per
sona. Así, en tanto que el Fuego simboliza lo que hacemos,
el Agua representa lo que somos.
Todos los ríos van a dar a la mar. Por más que nuestro
ego insista en nuestra separación del resto de los vivientes,
nuestros instintos — el lado de Agua que todos tenemos—
nos recuerdan nuestra armonía con el universo. La cultura
occidental ha puesto el acento en la idea del individuo como
algo único y separado del mundo. El Tarot no niega el ca
rácter peculiar del individuo — más bien insiste en él, subra
yando estrictamente la intransferibilidad de las lecturas— ,
pero describe en cambio al individuo como una combina
ción de elementos (una carta astrológica, con sus doce sig
nos y sus doce casas, nos enseña la misma lección). Y uno
de esos elementos sigue siendo la conexión básica de la
persona con el resto de la vida.
El palo de Copas muestra una experiencia íntima que
fluye en vez de definir, que se abre en vez de restringir. Las
Copas representan el amor y la imaginación, el júbilo y la
paz, un sentimiento de armonía y de maravilla. Nos mues
58
tran que el amor es la Vía hacia el Espíritu; tanto el amor
que damos a los demás como el que recibimos de ellos, y de
la vida misma en sus momentos más felices.
En las ocasiones en que la vida exige acción, ya sea
emocional o física, las Copas representan el problema de la
pasividad. Todos los intentos de hacer algo, o de resolver
algún problema complicado, se disuelven en la vaguedad y
la apatía, o se quedan en sueños vacíos. Las Varas confie
ren energía a las Copas, las Espadas definen y orientan esa
energía emocional, ayudándole a entender las cosas (aun
que una tormenta de Aire agitará la disposición pacífica del
Agua), mientras que los Pentáculos vuelven a llevar las fan
tasías al nivel de los proyectos reales.
Figura 15
El Rey
59
ha tenido que disciplinarse hasta el punto de llegar a supri
mir sus sueños. El pez, símbolo de la creatividad, le cuelga
del cuello, pero no es más que un ornamento artificial. El
Rey ha orientado sus poderes creativos en busca de logros
socialmente responsables. Waite lo describe como un hom
bre «de negocios, de derecho, de religión». En cierto sen
tido, el Rey ha vencido a su palo; pero el agua necesita fluir,
no estar confinada.
Detrás de su trono, un pez vivo se eleva de un salto
entre las olas, señalando que la imaginación creativa se
mantiene viva aun cuando la hayamos relegado al último
rincón. De modo similar, su trono flota sobre el mar vivien
te, y sin embargo, el Rey no toca el agua (compárese con la
Reina, figura 16), lo que indica que su éxito se deriva en
última instancia de la creatividad, por más que él haya con
figurado su vida de tal manera que lo separe de su propia
imaginación, juguetona y poética.
En su alcance extremo, la imagen hace pensar en alguien
que ha embalsado sus emociones y su imaginación. Mues
tra también, con más moderación, a una persona que ex
presa esas cualidades, pero no hace de ellas el centro de su
vida. La responsabilidad está antes que la expresión de sí
mismo.
El Rey no está mirando su copa; la sostiene de la misma
manera que sostiene el cetro, símbolo de su poder. Algunos
comentaristas ven en este Rey a una persona de emociones
perturbadas, incluso colérica y violenta, que habitualmente
suprime estos sentimientos hasta el punto de no tener con
ciencia de ellos, y que mantiene siempre un exterior calmo.
Esta interpretación proviene de la idea de que los reyes
representan el Aire y, consiguientemente, el Rey de Copas
es Aire de Agua, las emociones perturbadas del Aire cubier
tas por la influencia benigna del Agua.
En algunos contextos, especialmente artísticos, el Rey
asume un significado muy diferente. Com o es el líder de su
palo, es capaz de simbolizar el éxito, el logro, la maestría y
la madurez en el trabajo artístico.
60
Invertida
Más complejo, y probablemente más perturbado que el Rey
de Varas, el Rey de Copas invertido tiende a la deshonesti
dad. Cuando está en posición normal, usa su creatividad
para su trabajo; invertido, orienta sus talentos al vicio o a la
corrupción. Los estafadores también se valen de la creativi
dad para progresar en su carrera, pero no diríamos de ellos
que son «responsables».
La carta puesta del revés puede significar que las em o
ciones violentas del Aire emergen de su calma exterior, de
bido quizás a la presión de los acontecimientos externos.
Visto desde un ángulo romántico, el Rey de Copas inver
tido puede apuntar a un amante — en ocasiones una mujer,
pero con más frecuencia un hombre— deshonesto y d o
minante.
Finalmente, en relación con las artes el naipe invertido
puede sugerir que el logro de un artista ha resultado ser
insignificante, o que una persona no ha madurado todavía
y no tiene tras de sí una obra significativa. En una lectura,
este significado final se destacaría enérgicamente si la carta
apareciera en relación con ciertos Pentáculos invertidos,
tales como el Ocho o el Tres.
Figura 16
La Reina
62
Waite describe la copa que la Reina tiene en la mano
como creada por ella misma. Es (independientemente de
lo que podamos pensar de su estilo) la más elaborada de
todas las Copas, y simboliza el logro obtenido mediante el
uso de la imaginación. Obsérvese que tiene forma de igle
sia. Hasta la edad moderna (y todavía hoy, en las culturas
más arcaicas), todas las formas del arte expresaban y glorifi
caban la experiencia espiritual. La Reina mira con fija inten
sidad la copa, mostrando el poder de la voluntad que dirige
y modela la fuerza creativa, sin suprimirla. Al mismo tiem
po, su mirada sugiere que la persona creativa deriva su ins
piración para la actividad futura de sus logros pasados.
Compárese la fiereza de su mirada con el aire soñoliento
del Caballero o con las nebulosas fantasías del Siete.
El poder de la voluntad por sí solo no llegará a unir la
imaginación y la acción. Unicamente el amor puede dar sig
nificado a las acciones de la Reina y realizar sus objetivos.
Estos objetivos no son simplemente creativos en el sentido
extricto del arte, sino en el otro, más amplio, de hacer algo
íntegro y vivo a partir de las oportunidades y de los elemen
tos que nos da la vida. Y pueden incluir metas emocionales,
especialmente la familia, porque si el Rey simboliza la socie
dad, la Reina — tanto para los hombres como para las mu
jeres— simboliza la familia.
Lo que es más importante es que en ella se unen con
ciencia y sentimiento. Sabe lo que quiere y dará los pasos
necesarios para conseguirlo. Y sin embargo, actúa siempre
teniendo en cuenta el amor.
Waite habla de «inteligencia amante y de ahí el don de
la visión», palabras que sugieren que una visión tan jubilosa
de la vida sólo puede llegarnos como un don, pero el amor
puede abrirnos a la recepción de ese don y permitirnos re
conocer su existencia. Con la inteligencia unida al amor
devolvemos el regalo, adueñándonos de la visión para hacer
con ella algo real y perdurable.
63
Invertida
En posición invertida, la Reina de Copas rompe esa unidad
de visión y acción. Vemos a una persona poderosa y con
ambiciones, que sin embargo es peligrosa porque no se
puede confiar en ella. El amor se ha perdido, y con él el
compromiso con valores más elevados que el propio éxito.
Si la persona se aparta un poco más del equilibrio, puede
llegar a la deshonestidad, e incluso a la depravación, por
que sus fuerzas creativas están lanzadas fuera de control.
El Caballero
65
parece a la Muerte (figura 17b), símbolo de transformación.
Si no se ve tironeado por la responsabilidad o el deseo, si va
en pos de una visión auténtica en vez de tratar de eludir los
compromisos externos, entonces el Caballero puede pene
trar muy profundamente dentro de sí mismo, convirtiendo
la energía que le es propia en una exploración de su propio
mundo interior.
Invertida
De diversas maneras vemos que el Caballero reacciona fren
te a las exigencias en aumento del mundo que lo rodea.
Ello puede significar simplemente que se anima a la acción,
o bien que sigue sus deseos más físicos. También puede
aludir a que una persona pasiva se ve empujada a la acción
o a un compromiso, y que eso no le agrada. Aun sin resis
tirse exteriormente, la persona puede rechazar esas exigen
cias. El resultado puede ser una muralla que se alza entre el
Caballero y las personas que le están haciendo asumir sus
responsabilidades. Esta actitud puede dar como resultado
una tendencia hipócrita o manipuladora y, en ocasiones,
mentiras y jugarretas.
66
Figura 18
El Paje
Invertida
En la posición normal hemos visto a una persona que de
jaba burbujear ante sí su imaginación. Com o el personaje
no hace nada con ellas, sus fantasías no le traen problemas.
67
Pero si intenta actuar en función de ellas, pueden condu
cirle al error. Invertida, por tanto, la carta significa seguir
nuestras inclinaciones, actuar sin pensar o permitir que
nuestros deseos inmediatos nos seduzcan, especialmente si
van en contra de nuestro sentido común. Vemos el Paje
invertido cada vez que compramos algo que no necesita
mos y que, en realidad, ni siquiera queremos; lo vemos
cuando hacemos promesas que no podemos cumplir o asu
mimos compromisos que en realidad no significan nada.
En otras situaciones, si el Paje se refiere a una evolución
psíquica o a verdaderas visiones, cuando aparece invertido
nos muestra a una persona perturbada por ese tipo de vi
siones. Es probable que mucha gente, en nuestro mundo
racionalizado, se asuste ante el surgimiento súbito de talen
tos psíquicos — aun cuando hayan sido deliberadamente
buscados mediante un entrenamiento— . El Paje invertido
refleja ese miedo y nos recuerda que debemos calmarnos y
mirar tranquilamente el pez que se asoma de la copa que
somos nosotros mismos. En relación con Pentáculos, el
naipe indica la necesidad de que el consultante se afirme en
la realidad exterior para que no se vea arrastrado por sus
fantasías o visiones.
68
Figura 19
El Diez
69
valiosas de una situación. Este significado se relaciona es
pecialmente con las lecturas en que el Diez de Copas apa
rece en contraste con el Diez de Pentáculos.
Invertida
Hay aquí dos variantes básicas. Primero, toda la emoción se
vuelve contra sí misma. Alguna situación muy cargada, por
lo común de orden romántico o doméstico, se ha descami
nado y produce sentimientos violentos, de cólera o engaño.
En la práctica, el Diez invertido puede significar simple
mente que una persona no reconoce o no aprecia la felici
dad que la vida le ofrece.
Figura 2 0
El Nueve
70
nismo ante esta carta, quizá porque desea verse a sí misma
más allá de la superficialidad. En ocasiones, especialmente
después de haber pasado por problemas o por un período
prolongado de trabajo duro, nada puede venirnos mejor
que simplemente pasarlo bien.
Invertida
Por una vez, el significado de la carta invertida representa
una mayor toma de conciencia o, para decirlo con la fór
mula de Waite, «verdad, lealtad, libertad». En relación con
lo que significa la carta en posición normal, estas palabras
implican un rechazo de los valores superficiales, pero se
refieren también a situaciones muy enmarañadas u opresi
vas, en las que, siguiendo empeñosamente el hilo de la ver
dad, o manteniéndonos leales a nosotros mismos — o a los
demás, o a un propósito— , podemos alcanzar la victoria y
la liberación.
El Ocho
71
comienza (o termina) una serie de cinco cartas que se ocu
pan del problema que tiene el Agua con la acción. En esta
carta vemos a alguien que da la espalda a una doble hilera
de Copas, todas de pie, que simbolizan una situación que
no sólo ha sido fuente de felicidad, sino que sigue siéndolo
efectivamente. En contraste con el Cinco, todas las Copas
están en pie; ninguna ha sido volcada. Y sin embargo, la
persona sabe que ha llegado el momento de irse. La ima
gen sugiere uno de los verdaderos usos del instinto del
Agua: la capacidad de percibir cuándo algo se ha termi
nado, cuándo es el momento de irnos, sin esperar a que
todo se seque o se desmorone a nuestro alrededor.
Vemos que la persona va trepando una colina, hacia un
terreno más elevado; ello implica pasar de una situación
menos significativa a otra que lo es más. Obsérvese la seme
janza de la persona con el Ermitaño (figura 21b). Para lle
gar a alcanzar las alturas de la sabiduría del Ermitaño, debe
mos empezar por dejar a nuestras espaldas las cosas ordi
narias de la vida.
El Ermitaño nos recuerda que la imagen de la tierra no
significa necesariamente acción o compromiso en el sen
tido ordinario, sino que puede sugerir casi lo opuesto: es
decir, un retraimiento de la actividad externa para buscar
una mayor conciencia de sí mismo. Al principio, parece que
la escena tuviera lugar de noche; pero cuando miramos
mejor, vemos que en realidad representa un eclipse, en que
la luna pasa a través del sol. Una fase de la luna, esto es, un
período de percepción interior, ha prevalecido sobre la acti
vidad dirigida desde afuera. Al unir la imaginería lunar a
una escena de movimiento, la carta nos enseña que cultivar
un sentimiento más profundo de sí mismo es también una
acción. Recuérdese que el Ermitaño, al invertir la polaridad
sexual de la Suma Sacerdotisa (véase el libro sobre los Arca
nos Mayores), combina la acción y la intuición en un pro
grama preciso de conocimiento de sí.
Y a sea que interpretemos la figura en el sentido de que
se aleja del mundo o de que se acerca a la acción, la carta
simboliza el abandono de una situación estable. En su nivel
72
más profundo, esta carta actúa como un Portal, similar en
ciertos sentidos al Tres de Varas. Ambas elaboran la imagen
de un viaje hacia lo desconocido, pero mientras que la carta
de Fuego es atraída hacia el Agua, la carta de Agua es
atraída hacia el Aire. El Tres de Varas descompone el ego y
libera el espíritu de investigación, mientras que el Ocho de
Copas avanza desde la vaguedad del Agua hacia el conoci
miento específico de los principios abstractos, simbolizado
por el ascenso a la montaña del Ermitaño.
Invertida
En ocasiones, el Ocho invertido indica simplemente la ne
gación de la imagen básica de la carta: una negativa a aban
donar alguna situación, una determinación a aferramos
aun cuando en lo profundo de nosotros mismos sepamos
que hemos recibido todo lo que podíamos recibir de ella.
Tal descripción caracteriza a muchas relaciones.
Generalmente, sin embargo, la carta invertida mantiene
su cualidad de percepción y de respuesta correcta. Significa
que el momento de partir no ha llegado, que la situación
seguirá brindándonos júbilo y teniendo sentido.
Una última posibilidad: la timidez, el abandonar una si
tuación porque a la persona le falta valor para proseguir en
ella y sacarle todo el partido posible. Mucha gente hace de
esta actitud una pauta en su vida; inician relaciones, traba
jos, proyectos, etc., y después huyen de ellos, ya sea cuando
surgen dificultades o cuando llega el momento de un com
promiso auténtico.
Figura 2 2
El Siete
Invertida
Esta carta, invertida, significa una determinación a hacer
algo con los sueños. No significa rechazar las fantasías, sino
más bien hacer algo con ellas.
74
2t
Figura 2 3
El Seis
75
podría ser un miembro de la familia, un estudiante o un
amigo.
Invertida
Como el Siete, el Seis invertido indica un movimiento hacia
la acción. Específicamente, alude a mirar más bien hacia el
futuro que hacia el pasado. Las dos cartas invertidas son
muy similares; la diferencia es que el Seis muestra una acti
tud, en tanto que el Siete indica pasos que se dan efectiva
mente.
En otras ocasiones, según cuál sea el significado en posi
ción normal, el Seis invertido indica recuerdos perturbados
(compárese con el Tres de Varas invertido), o un senti
miento de alienación frente al pasado. También puede
mostrar el colapso de una relación basada en que una de
las personas proteja o enseñe a la(s) otra(s).
Figura 24
El Cinco
76
dida. La imagen representa sufrimiento, pero también acep
tación. Tres copas yacen derramadas, pero dos permane
cen en pie, aun cuando por el momento la figura se concen
tre sobre las otras tres. En las lecturas he visto con frecuen
cia que esta carta se vincula ya sea con el Tres de Copas en
cuanto felicidad o esperanza que ha fracasado, o si no, con
el Tres de Espadas; las dos copas que siguen en pie han
sido referidas con frecuencia al Dos de Copas, es decir, el
apoyo recibido de un amante o un amigo.
La mujer (o el hombre; el carácter andrógino de la figura
indica que el dolor unifica los sexos) está de pie, rígida, en
vuelta en un manto negro, el color del duelo. Necesita acep
tar que alguna felicidad se ha desvanecido de pronto, que
un golpe la ha derramado. Todavía no puede darse cuenta
de que algo queda, porque primero tiene que entender y
aceptar la pérdida. Se pregunta uno si no ha volcado ella
misma las copas, ya sea por temeridad o porque eran hasta
tal punto parte de su vida que ya no las percibía. En el sen
tido de toma de conciencia, la carta se relaciona con la Jus
ticia, emblema de la verdad y de la aceptación de la respon
sabilidad. En la postura y la vestimenta, recuerda al Ermi
taño, que se envuelve en la capa de la sabiduría para que lo
sostenga en su empresa de mirar dentro de sí en busca de
una visión de su vida, la visión que aceptará en la Justicia.
El río representa el fluir del dolor, pero el puente simbo
liza la conciencia y la determinación. Conduce del pasado
(la pérdida) al futuro (el nuevo comienzo). Cuando haya
aceptado su pérdida, la figura podrá volverse, recoger las
dos copas restantes y atravesar el puente en dirección a la
casa, símbolo de estabilidad y continuidad.
Con su profunda evocación de la nostalgia y el dolor, la
carta constituye otro Portal, que nos aporta ese sentimiento
de pérdida y separación espiritual que en el mundo entero
ha dado origen a los mitos de una caída o un exilio del
Paraíso.
77
Invertida
El significado básico de la carta puede cambiar de tres ma
neras distintas cuando aparece invertida. Primero, puede
significar que no se acepta la pérdida, y como consecuencia
de ello, implica falsos proyectos o errores. Segundo, puede
indicar apoyo proveniente de otros, amistad, ocupaciones e
intereses nuevos después de algún acontecimiento triste o
inquietante. Y finalmente, puede acentuar la conciencia de
lo que sigue siendo importante y permanente frente al d o
lor. En este sentido, la mujer se vuelve de las tres copas a las
dos. Aquí las dos copas simbolizan la base sólida de la vida
de una persona; se mantienen en pie porque no son tan
fáciles de derribar. Y la conciencia de ello indica que las tres
copas caídas simbolizan algo menos importante de lo que
pudo parecer inicialmente, en el momento de su destruc
ción.
Figura 25
El Cuatro
78
haya nada por lo cual valga la pena levantarse, nada que
valga la pena hacer, nada digno de ser examinado.
Las tres copas simbolizan la experiencia pasada de la
persona. Aburrido por lo que la vida le ha dado, el joven no
reconoce las oportunidades nuevas que le ofrece la cuarta
copa. El parecido entre esa copa y el As hace pensar que las
nuevas posibilidades pueden conducir a la felicidad y la
satisfacción. La carta apunta a veces a la apatía resultante
de un ambiente opaco y nada estimulante.
Invertida
También aquí la inversión del naipe nos saca de nosotros
mismos, nos despierta para el mundo y sus posibilidades.
Se nos ofrecen cosas, relaciones e ideas nuevas. Y, lo que
es más importante, la carta invertida muestra entusiasmo y
el aprovechamiento de oportunidades.
ni
Figura 2 6
El Tres
79
partir la maravilla de la vida. Como si hubiéramos pasado la
crisis de la acción, las tres cartas finales en su totalidad, de
acuerdo con sus números, rebosan felicidad. Aquí vemos a
las mujeres celebrando, como en una cosecha. O bien ha
terminado una crisis, o el trabajo ha producido buenos re
sultados.
Las tres mujeres están de tal manera entrelazadas que
se hace difícil decir de quién es cada brazo. Tanto en los
buenos momentos como en los malos, la carta muestra un
compartir la experiencia.
Invertida
También aquí se presentan varios significados. Antes que
nada, la carta en esta posición puede mostrar la pérdida de
algo que daba felicidad. Con mucha frecuencia indica que
lo esperado no se ha producido. Puede significar también el
fracaso de una amistad y la desilusión de descubrir que los
amigos no nos han apoyado cuando los necesitábamos, o la
dispersión de un grupo de amigos.
Otro significado muestra una corrupción del original. En
vez de una celebración compartida de los gozos de la vida,
encontramos lo que Waite, curiosamente, llama «exceso en
el goce físico y en los placeres de los sentidos». Es obvio
que con ello quería decir que se ignoraban los valores más
profundos. Vale la pena observar, sin embargo, que a la
mayoría de las personas esta frase, especialmente en cuan
to predicción, no les parece en modo alguno displacentera.
80
(a) (b) (c)
Figura 2 7
El Dos
81
En el triunfo vemos el Ángel, símbolo de la supercon-
ciencia. En el Dos de Copas vemos el león alado por en
cima del caduceo de Hermes, símbolo de curación y sabidu
ría. En ambos casos, la carta muestra cómo dos personas, al
unir sus distintas cualidades y capacidades por mediación
del amor, producen en sus vidas algo que trasciende lo que
cualquiera de las dos habría logrado sola. El león simboliza
la sexualidad, las alas el Espíritu. El amor engrandece el sig
nificado del impulso sexual que nos acerca a él.
En el libro sobre los Arcanos Mayores vimos cómo la
carta de los Enamorados puede servir como un diagrama
de la unificación del sí mismo. De una manera similar pode
mos entender el Dos de Copas. En tanto que el hombre
simboliza la acción y el movimiento, la mujer simboliza la
emoción, la sensibilidad y una apreciación de la experien
cia. Al unir estas dos cualidades, damos valor a nuestra
vida.
Obsérvese la semejanza del hombre con el Loco. En una
lectura en que salieron juntas ambas cartas, la consultante
era una artista que quería saber qué dirección debía seguir
su obra. Le preocupaba especialmente investigar si su arte
provenía de un auténtico centro en su vida, o si era un mero
ejercicio intelectual. Ahora bien, otros naipes indicaban que
la consultante había alcanzado un nivel de dominio técnico
de lo que venía haciendo, en tanto que el Loco, como resul
tado, la mostraba dando el salto a un territorio nuevo. Pero
el Dos de Copas mostró que encontraría el éxito si vincu
laba sus indagaciones y su capacidad técnica con el funda
mento espiritual simbolizado por la mujer.
Invertida
De diferentes maneras, la carta invertida muestra el desmo
ronamiento de los ideales que simboliza cuando está en
posición normal. Puede aludir a una relación amorosa o de
amistad que de alguna manera se ha agriado, especial
mente debido a celos y pérdida de confianza. Puede signifi
car, simplemente, el final de una relación. Según cuáles
sean las cartas que la rodean, el Dos de Copas puede refe
82
rirse a una relación que se encuentra en peligro debido a
presiones internas o externas. Otra posibilidad es un enca-
prichamiento en el que las personas fingen, para los otros y
para sí mismas, que la relación amorosa tiene más impor
tancia de la que en realidad alcanza. En una vena similar, la
carta invertida puede apuntar a personas que actúan como
si estuvieran viviendo una auténtica relación amorosa, aun
que en realidad, para una de ellas — o para las dos— , no
tiene importancia.
Si consideramos que la carta significa el sí mismo, en
tonces al salir invertida indica una escisión entre lo que ha
cemos y lo que sentimos, entre la acción y la emoción.
Figura 2 8
El As
83
La imagen de Smith, con la paloma y la hostia, muestra
específicamente el Santo Graal, del que se decía que conte
nía la presencia física del Espíritu Santo tal como opera en
el mundo. En las versiones más sutiles de la leyenda del rey
Arturo, no era realmente la caballería — esto es, una estruc
tura moral— lo que mantenía unido el glorioso reino de
Arturo, sino más bien la presencia secreta del Santo Graal
oculto en la tierra. Cuando el Graal desapareció (porque los
caballeros de Arturo no supieron acercársele con un talante
espiritual), el reino se desintegró. La alegoría nos cuenta
que el mundo funciona principalmente no por sus leyes, su
orden moral y sus estructuras sociales, sino más bien por la
base espiritual que da significado a todas estas cosas y las
protege de la corrupción. Cuando consideramos la existen
cia como algo que está destinado a ser conquistado (la for
ma en que los caballeros de Arturo fueron en pos del Graal),
no alcanzamos más que el caos. Las Copas — el Agua—
simbolizan la receptividad. Al amor, y en última instancia a
la vida, no se lo puede atrapar, sino solamente aceptarlo.
Invertida
El As invertido siempre trae perturbación. Aquí vemos infe
licidad, violencia, destrucción; es decir, las condiciones mis
mas representadas en la leyenda del rey Arturo cuando el
Graal abandonó el reino. La carta invertida puede indicar
simplemente que los tiempos se han vuelto contra nosotros
y que no nos queda más que aceptar que la vida trae tanto
problemas como júbilo. La carta puesta del revés puede
indicar también que nosotros mismos ocasionamos nuestra
desdicha al no reconocer lo que nos ofrece la vida, o bien al
reaccionar violentamente cuando lo que necesitamos es
calma.
84
3
Las Espadas
85
Las Espadas pertenecen al elemento de Aire, el viento,
al que se considera con frecuencia el más próximo al Eter o
Espíritu. La palabra «espíritu» se relaciona directamente
con la palabra «aliento», y en hebreo la misma palabra quie
re decir «espíritu» y «viento». Así com o el aire está en cons
tante movimiento, la mente no descansa jamás, se retuerce
y gira, a veces con violencia, otras con calma, pero siempre
en movimiento. Cualquiera que haya intentado meditar sa
brá la persistencia con que se mueve la mente.
Relacionado con las Espadas está el problema de «p en
sar sin fundamento», o lo que podríamos llamar «com plejo
de Hamlet». La mente ve tantos aspectos en una situación,
tantas posibilidades, que se le hace imposible entenderla, y
más aún actuar en ella. Dado que nuestra cultura ha insis
tido siempre sobre la racionalidad, muchas personas ven
hoy el pensamiento, en general, como la causa de todos los
problemas de la vida. Con sólo que pudiéramos dejar de
pensar, nos dicen, todo funcionaría perfectamente. Pero
aun si eso fuese posible, nos advierte el Tarot, no nos bene
ficiaría en absoluto. No superamos el problema de un ele
mento proscribiéndolo o reemplazándolo por otra cosa, sino
más bien combinándolo con otros elementos. El hecho es
que cuanto más confundidos estamos más necesidad tene
mos de nuestra mente, porque ninguna otra cosa puede
distinguir la verdad. Sin embargo, necesitamos también
combinar el Aire con el Agua, es decir, la emoción con la
receptividad. Precisamos combinarlo con el Éter, con el Es
píritu: con los valores profundos arraigados en la verdad
espiritual/psicológica, que vemos encarnados en los Arca
nos Mayores. Entonces el problema del Aire se transforma
en el Camino, la sabiduría.
El problema más obvio que nos muestran las Espadas es
el del sufrimiento, el dolor, la cólera: el lado tormentoso del
Aire. Son cosas que no podemos superar ignorándolas, pero
podemos añadir a las Espadas el optimismo de las Varas, y
usar los Pentáculos para evadirnos de nuestras emociones
mediante un compromiso con el trabajo, la naturaleza y el
mundo exterior.
86
(a) (b) (c)
Figura 2 9
El Rey
87
instrumento de autoridad. De modo similar, su espada — a
diferencia de la de la Reina de Espadas o la de la Justicia—
no apunta directamente hacia arriba, hacia la pura sabidu
ría, sino que se inclina ligeramente hacia la derecha, el lado
de la acción. La exigencia de actuar según sus juicios tiende
a desvirtuar el poder del juicio mismo, un hecho que pode
mos observar si comparamos la situación de un observador
teórico de la política con la de alguien que gobierna un
país.
Además, el énfasis en un «realismo» de intención social
puede estrechar su punto de vista, llevándolo a un materia
lismo muy limitado. Podemos ver al Rey de Espadas en el
hombre — o en la mujer— que se enorgullece de tener un
fuerte sentido común que no le deja tiempo para «tonterías
místicas». Estas personas ignoran generalmente hasta qué
punto su pensamiento depende, más que de la observación
de la vida, de preconceptos y prejuicios.
Obsérvese la semejanza de la figura con la del Empera
dor. Podemos decir que el Rey es el representante del Em
perador en el mundo real. En tanto que el triunfo encarna
el arquetipo del orden, el derecho y la sociedad, el Rey de
Espadas mantiene estos principios en la práctica.
Dos pájaros, el emblema animal de las cartas cortesanas
de Espadas, pasan volando por detrás del trono. El pájaro
simboliza la capacidad de la mente para llevarnos hacia el
elevado aire de la sabiduría, lejos de la pasión fogosa, de las
emociones acuosas y de la terrestre corrupción material. El
número dos, por otra parte, simboliza la opción, la tensión
constante entre el pensamiento abstracto y la acción que es
menester emprender en el mundo.
Pero si los pájaros simbolizan la capacidad de la mente
para volar por encima del mundo, representan también el
alejamiento que puede producir una actitud semejante.
Obsérvese que parece que el trono del Rey estuviera en las
nubes. Com o el Rey de Varas, el de Espadas puede tender
a la arrogancia, ya que el poder de su mente y de su volun
tad lo colocan por encima de las personas que lo rodean,
por lo general más confundidas. En términos sociales, la
88
imagen sugiere la tendencia de gobernantes y mandatarios
a divorciar sus juicios de las necesidades reales de la pobla
ción. En términos más personales, vemos a este Rey remoto
en aquellos hombres o mujeres que son ásperos y fríos en
su tendencia a juzgar. Cuando aparece com o marido o
amante, el Rey de Espadas indica con frecuencia una per
sona dominante o controladora.
En su mejor sentido, el Rey de Espadas evoca la Justicia,
la carta que en los Arcanos Mayores está directamente de
bajo del Emperador. Cuando se conecta con este triunfo, el
Rey representa la justicia social, las leyes prudentes, y sobre
todo un compromiso con la honestidad intelectual, y la ne
cesidad de poner en práctica el conocimiento. Al igual que
la Justicia, y en esto es la única entre todas las cartas corte
sanas, nos clava directamente la mirada, com o un maestro
de sabiduría que nos obliga a reconocer y defender la ver
dad.
Invertida
En posición normal, el Rey marcha por una estrecha línea
entre el intelecto comprometido y el poder por el poder
mismo. Invertido, tiende a caer hacia el lado negativo de
esa línea. Es la autoridad corrompida, la fuerza usada para
sus propios fines de poder y de dominio.
En las lecturas debemos tener siempre en cuenta esta
imaginería en toda su fuerza. El Rey invertido (o cualquier
carta cortesana invertida) puede aludir simplemente a al
guna persona en dificultades. En relación con la Reina o el
Caballero, puede aludir a una relación difícil o a falta de
madurez (véanse, en la sección sobre lecturas, las relacio
nes entre las cartas cortesanas del mismo palo). Cuando
sale aisladamente, sin embargo, simboliza la arrogancia de
una mente poderosa vuelta sobre sí misma y que reconoce
solamente su propio deseo de control.
89
Figura 3 0
La Reina
90
sexos, ya que ni el sufrimiento ni el coraje son exclusivos de
ninguno de ellos.
Invertida
La Reina invertida puede indicar una insistencia excesiva
en el dolor, alguien que hace que la vida parezca mucho
peor de lo que es, sin hacer caso de las cosas buenas que
hay a su alrededor. Puede también indicar una mentalidad
fuerte que se ha vuelto mala, especialmente como reacción
ante el dolor o las presiones provenientes de personas o
situaciones desagradables. En ocasiones, la Reina repre
senta una persona tan enérgica que no sólo espera, sino
que exige que cuantos la rodean — e incluso la vida misma—
hagan lo que ella quiere.
Cuando la gente se le opone, la Reina se vuelve malé
vola, intolerante, fanática y, como el Rey, usa sus actitudes
para imponer su personalidad a las gentes que la rodean.
Ya sea que represente un exceso de dolor o de egoísmo, ha
perdido el compromiso con la verdad que caracteriza a este
naipe en posición normal.
91
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Figura 31
El Caballero
92
Invertida
Como sucedía con el Rey y la Reina, sus debilidades le ga
nan. Es extravagante, descuidado, excesivo. Su carga se
convierte en una carrera desaforada, una respuesta errónea
a una situación que requiere un enfoque más tranquilo y
más cuidadoso.
Figura 3 2
El Paje
Una carta mucho más leve que las otras Espadas cortesa
nas, el Paje representa un acercamiento a los problemas
muy diferente al del Caballero (obsérvese que, en tanto que
el Rey y la Reina insisten en la sabiduría, las dos cartas «más
jóvenes» tienen que ver en forma más inmediata con la cua
lidad de conflicto propia de las Espadas). En vez de atacar
los, el Paje cree que es suficiente con ponerse por encima
de ellos, para encontrarse en un nivel más alto. En vez de
resolver los conflictos o de enfrentar la oposición, el Paje se
distancia de todo ello.
Si la situación es tal que requiere ser encarada con dis
plicencia, entonces la actitud desapegada del Paje es muy
beneficiosa. Pero si está en juego un problema más difícil,
93
entonces la actitud del Paje se hace difícil de mantener.
Exige «vigilancia», por decirlo a la manera de Waite, asegu
rarse de que la gente o las situaciones no se nos aproximen
demasiado. Gran parte de la energía del Paje se le va en
mirar por encima del hombro. Com o estudiante ya un poco
mayor, Hamlet encarnaba la actitud de observación e ironía
del Paje. Su situación, sin embargo, requería la manera
agresiva de encararla del Caballero.
Debido a esta calidad de desapego, el Paje puede en
ocasiones complacerse en espiar a otras personas — ya sea
en forma literal o figurada— , como una actitud hacia la vida.
Dicho de otra manera, es probable que considere la vida
humana como una especie de espectáculo curioso en el
cual espera no participar.
Invertida
Aquí vemos el efecto de la actitud distante del Paje en una
situación que requiere más fuerza. La vigilancia se con
vierte en paranoia; parece que todos fueran enemigos. Lo
que empezó como un sentimiento de «Y o estoy por encima
de todo esto, no necesito preocuparme por ello», se con
vierte en una obsesión con los problemas y en una aparente
incapacidad de hacer nada para resolverlos. Esos senti
mientos de debilidad son endémicos en las Espadas, que
necesitan de las Varas para tener coraje y optimismo.
94
Figura 3 3
El Diez
Invertida
Si damos vuelta el naipe, podemos imaginar que las espa
das se desprenden de la espalda y caen. Waite describe esta
posición como un éxito y una ventaja, aunque no perma-
95
nenies. Estas ideas sugieren que cuando una situación cam
bia, es probable que los problemas desaparezcan momen
táneamente. Sin embargo, la persona debe ahora sacar par
tido de este alivio introduciendo en su situación un cambio
real — ya sea mental o práctico, según la necesidad— de
modo que las cosas no vuelvan a estar como estaban. La
carta guarda relación con el Diez de Varas invertido, donde
veíamos el peligro de volver a recoger los palos una vez que
la situación se ha calmado.
Figura 3 4
El Nueve
96
tido. El dibujo de la colcha muestra rosas, símbolo de la
pasión, alternadas con los signos del zodíaco. En su sentido
más profundo, el naipe alude a una mente que toma sobre
sí todos los sufrimientos del mundo, el Lamed Vav (Hom
bre Justo) de la leyenda judía.
¿Podemos ver alguna salida a un dolor tan terrible? Tan
to Buda como Cristo vieron en el mundo un lugar de sufri
miento interminable, y sin embargo ambos dijeron también
que la tragedia no es más que una verdad a medias, que el
universo visto en su totalidad nos brinda júbilo y paz. Y
Nietzsche habló de abrazar la existencia en forma tan com
pleta, con sinceridad tan total y extática, que estemos ale
gremente dispuestos a repetir, interminablemente, cada
momento de nuestras vidas, a pesar del sufrimiento.
Invertida
Para el Nueve invertido, Waite ofrece una de sus fórmulas
más sugerentes: «Aprisionamiento, sospecha, duda, miedo
razonable y vergüenza.» Estas palabras configuran un esta
do de ánimo, o más bien una progresión de estados, que se
da cuando la gente se retira dentro de sí para huir de algún
problema que no se atreve a enfrentar.
Lo mismo que con la carta en posición normal, el naipe
invertido alude a nuestra reacción ante algo exterior a no
sotros, pero aquí ese algo es la opresión antes que la trage
dia. La expresión clave es «m iedo razonable», que puede
referirse, por ejemplo, a la opresión política, como la de las
minorías raciales o sexuales, o a la opresión social, al senti
miento de ser un chivo emisario por razones de apariencia,
idioma o lo que fuere; o, simplemente, a la opresión perso
nal de una familia o un cónyuge dominante. Lo importante
es que el problema es real, pero como no podemos abor
darlo directamente tendemos a refugiarnos en nosotros
mismos, reprimiendo nuestra cólera y nuestro resentimiento.
La cólera vuelta sobre sí misma se convierte en depre
sión, y ésta en sospecha. La persona de quien se rieron
cuando era niña porque tenía la nariz grande cree que to
dos la miran. El negro cree que cualquier observación a su
97
trabajo es un menosprecio racial. Y la sospecha conduce
fácilmente a que uno dude y se avergüence de sí mismo.
Con frecuencia ni siquiera sirve de ayuda, por lo menos no
del todo, saber racionalmente que no hay razón para sentir
nos avergonzados, que en realidad la vergüenza deberían
sentirla los que nos han oprimido o ridiculizado. A menos
que la persona oprimida e insegura de sí se decida a actuar,
expresando su enojo, e introduzca en su vida cambios rea
les, la vergüenza profundamente reprimida no desapare
cerá.
Figura 35
El Ocho
98
La clave de esta carta está en la venda que le cubre los
ojos, y que simboliza la confusión, las ideas opresivas, el ais
lamiento respecto de otras personas que estén en situacio
nes similares; lo que los liberacionistas políticos llaman
«mistificación», esto es, mantener sojuzgada a la gente no
por la fuerza directa, sino enseñándole a creer en su propio
desvalimiento. Dentro de esta forma notable que tiene el
Tarot de resumir una situación compleja, el naipe casi p o
dría representar un diagrama de la condición de los opri
midos.
En un nivel muy diferente, el Ocho de Espadas actúa
como un Portal que se abre hacia una forma especial de
conciencia. Al identificarnos con ella llegamos a percibir
nuestra propia condición de ignorancia, algo que muchas
personas reconocen intelectualmente (paradoja de parado
jas), pero que en realidad no aceptan. Sin la iluminación, o
lo que algunos sufíes y otros ascetas llaman «evolución
consciente», jamás podremos conocernos realmente a no
sotros mismos ni al mundo; jamás podremos decir: «Esta es
la verdad; así es como son realmente las cosas.» El recono
cimiento de la ignorancia es el primer paso hacia el verda
dero conocimiento y, con frecuencia, el más difícil de dar.
Invertida
La libertad comienza cuando nos arrancamos la venda de
los ojos, cuando vemos con claridad cómo hemos llegado a
la situación en que estamos, cualquiera que ésta sea, qué
hemos hecho nosotros, qué han hecho los otros (en particu
lar, aquellos que nos han inmovilizado, pero también otros
en situaciones similares), y qué podemos hacer ahora. El
Ocho invertido significa, en general, liberación de alguna
situación opresiva; principalmente, se refiere al primer paso
de una liberación tal, es decir, a ver las cosas con la mayor
claridad posible.
99
Figura 3 6
El Siete
Invertida
El aislamiento completa un giro hasta convertirse en comu
nicación, en particular en la búsqueda de consejo sobre lo
100
que hemos de hacer con nuestros problemas. Por más va
liosas que puedan ser las orientaciones específicas, igual
mente importante es la disposición de la persona a escu
char y a buscar ayuda. La carta puede referirse algunas
veces al acto de encontrar ayuda, como cuando se consulta
con un intérprete, un terapeuta, o simplemente con amigos.
Com o siempre, el valor de la imagen depende del con
texto. Allí donde se requiere confianza en sí mismo, el Siete
de Espadas invertido puede apuntar a una dependencia
excesiva de otras personas, de quienes esperamos que nos
digan qué debemos hacer. Cuando la carta invertida apa
rece en oposición con el Loco o con el Colgado, debemos
atender a las otras cartas para determinar qué proceder
— la independencia o la búsqueda de consejo— producirá
los mejores resultados.
Figura 37
El Seis
Una imagen extraña y poderosa, esta carta es, más que nin
guna otra, la que ejemplifica cómo las ilustraciones de Pa
mela Smith van más allá de las fórmulas de Arthur Waite.
The Pictorial Key [La clave gráfica] dice «viaje por agua,
101
ruta, camino, medio». Pero la imagen de una balsa crepus
cular que transporta figuras ocultas a una isla boscosa su
giere un viaje más espiritual; en el mito, Caronte transpor
taba a los muertos a través de la laguna Estigia. Un gran
silencio llena esta carta, un silencio como el de los cuadros
de Salvador Dalí.
Generalmente, esta carta no significa muerte, aunque
puede indicar duelo; tampoco muestra transformación, en
el sentido en que la muestra la Muerte en los Arcanos Ma
yores. Representa más bien un pasaje tranquilo por una
época difícil. Waite dice: «La carga es ligera», y Edén Gray
escribe: «Las espadas no hunden el bote». Aunque cargue
mos con nuestros problemas, nos hemos adaptado a ellos:
no nos hundirán ni nos aplastarán. En un nivel simple, el
naipe significa funcionar en alguna situación difícil sin abor
dar los problemas. Puede referirse a un problema inme
diato o a una situación que se ha prolongado durante años.
Si miramos más profundamente vemos la imagen de un
dolor — del cual el duelo es un ejemplo, pero no el único—
que una persona ha padecido durante tanto tiempo que ya
no la hace sufrir, sino que se ha convertido en parte de
su vida.
Hay otro significado, menos perturbador: el de un pasa
je tranquilo, ya sea físico (ciertamente, no hay que olvidar el
significado literal de un viaje) o espiritual, una época de
transición fácil. Obsérvese la pértiga negra del botero. El
negro indica potencialidad; allí donde no ha sucedido nada
decisivo, todas las cosas siguen siendo posibles. Si nos man
tenemos calmos, no desperdiciaremos ni energía ni opor
tunidades.
El Seis de Espadas es un Portal. Si lo miramos con áni
mo sensible y después nos introducimos en la imagen, pro
ducirá primero un efecto tranquilizador sobre la mente, y
después, lentamente, un sentimiento de movilización del
sí mismo.
102
Invertida
En un sentido, el equilibrio y la paz se perturban; el pasaje
ya no es sereno, porque el agua, símbolo de la emoción,
resulta removida. Así, la carta invertida puede sugerir un
viaje tormentoso, física o espiritualmente. Puede referirse
también a la idea de que cuando intentamos atacar un pro
blema que viene de lejos, especialmente uno aceptado por
el consenso común de los interesados, agitamos la situa
ción. Digamos, por ejemplo, que una situación insatisfacto
ria u opresiva puede prolongarse tranquilamente durante
años, mientras uno de los miembros no decida hacer algo al
respecto. Tratar de retirar las espadas de la barca puede ser
causa de que ésta se hunda, ya que, después de todo, las
espadas están tapando agujeros.
En otro sentido, el Seis invertido puede mostrar comuni
cación, recordándonos que en su posición normal las per
sonas mantienen su compostura sin mirarse ni hablarse en
tre ellas. Si las espadas simbolizan recuerdos desdichados,
contra los cuales el silencio es una defensa, entonces la co
municación puede ser dolorosa. También puede dar co
mienzo a la curación.
103
Figura 3 8
El Cinco
Una de las cartas más difíciles, y una de las razones por las
cuales algunas personas encuentran demasiado negativo el
mazo Rider. Y sin embargo, refleja una situación real que la
mayoría de nosotros tiene que vivir en algún momento.
Todos los Cincos muestran conflicto o pérdida, y las
Espadas llevan esta idea al extremo de la derrota. En oca
siones, el significado del naipe se concentrará en la figura
grande del triunfador, que aparece en primer plano. Pero
más común es que nos identifiquemos con las dos figuras
vueltas de espaldas, que han perdido alguna batalla, y aho
ra el mundo entero les pesa: el agua inquieta, el cielo turbu
lento. Un sentimiento de humillación y de debilidad acom
paña a su derrota.
La imagen de un enemigo puede referirse a una per
sona real, a una situación general o a un íntimo sentimiento
de inadaptción. Una ,ez hice una lectura para dos personas
que habían sufrido a manos de un jefe perturbado y venga
tivo, y que querían saber si debían llevarlo ante los tribuna
les. Decidieron no hacerlo cuando el Cinco de Espadas in
dicó que perderían el juicio, como pasó efectivamente a
otras dos personas que sí lo demandaron.
104
Invertida
La cualidad dolorosa se mantiene, aunque el acento puede
estar puesto en otra parte. Así como el naipe en posición
normal indica el momento de la derrota, la posición inver
tida se extiende al sentimiento de desesperación que viene
después. Es un estado difícil de superar, aunque otras in
fluencias, especialmente las simbolizadas por las Varas,
pueden ser una ayuda.
Las Espadas dan una visión más pesimista que ninguna
carta de los Arcanos Mayores. Tomados aisladamente, nin
guno de los palos Menores puede mostrar el verdadero
equilibrio de la vida; descomponen la experiencia en partes
y, consiguientemente, la deforman y exageran. Un exceso
de cartas de Espadas necesita, más que cualquier otro palo,
del equilibrio de experiencias y actitudes provenientes de
los otros palos.
Figura 3 9
El Cuatro
105
retraimiento. A veces, la gente reacciona ante las dificulta
des aislándose, ocultándose literalmente en su casa, o sim
plemente atenuando sus reacciones emocionales para re
fugiarse dentro de sí misma. Esta carta apareció una vez en
una lectura para un hombre acostumbrado a tratar enérgi
camente a todos los que le rodeaban. La carta le hizo ver
que cuando su agresividad fracasaba, o cuando la máscara
de seguridad se le hacía demasiado pesada, se ocultaba del
mundo antes que mostrar otro aspecto de sí mismo o de
intentar colaborar con los demás.
Sin embargo, si el propósito no es ocultarse, sino recu
perar fuerzas, el retraimiento también puede conducir a la
curación. El naipe puede significar que se evita una pelea
hasta que haya más posibilidades de ganarla. De modo si
milar, al retirarse durante un tiempo después de haber reci
bido una profunda herida, una persona se concede la posi
bilidad de recuperarse.
Obsérvese que el caballero yace en una iglesia, y que el
ventanal muestra a Cristo dando su bendición curativa a un
suplicante. La imagen evoca al Rey Pescador de la leyenda
del Graal, cuya herida física reflejaba la dolencia espiritual
del reino, y recuerda también a la Bella Durmiente. Ambas
figuras necesitaban que un extraño las despertara. El Rey
siguió enfermo hasta que Galahad le trajo la bendición del
Graal, y la princesa, símbolo del miedo neurótico a la vida,
durmió hasta que el príncipe, no permitiendo que la mara
ña de espinas lo detuviera (el neurótico se vale de la fuerza
de su personalidad para erigir barreras contra las demás
personas), la despertó por medio de la vitalidad de la ener
gía sexual (con un beso en la versión de Disney, con el con
tacto sexual en los cuentos populares). El retraimiento, aun
cuando su propósito sea la recuperación, puede aislar a una
persona del mundo, creando una especie de hechizo que
sólo una energía exterior es capaz de romper.
Invertida
Si aparece invertida, la carta señala un retorno al mundo.
Que esto se produzca de manera tranquila o espectacular
106
depende de la situación. A veces, la carta se refiere a la pru
dencia, como si el caballero saliera cuidadosamente de su
santuario. En otras ocasiones, el Cuatro invertido puede
representar a otras personas que perciben la muralla e irrum
pen a través de ella: el príncipe que viene en busca de la
Bella Durmiente.
Figura 40
El Tres
107
pués de una muerte en mi familia, el Tres de Espadas salió
cruzado por el Tres de Copas. Primero pensé que eso signi
ficaba contraponer la alegría y la amistad al dolor. Dos car
tas del mismo número, sin embargo, significan con frecuen
cia una transformación. Y la carta que cruza a la primera
suele emerger de ella de alguna manera. Al profundizar en
la lectura, vi que las dos se relacionaban, no se oponían. La
aceptación y el amor pueden convertir el dolor en un re
cuerdo gozoso, en un abrazar la vida.
Invertida
El proceso curativo se bloquea cuando nos negamos a la
aceptación. Si algo en la vida se nos aparece como dema
siado doloroso, es probable que lo apartemos, que intente
mos no pensar en ello y que evitemos todo lo que nos lo
recuerde. Tal actitud hace que el dolor permanezca siem
pre en nosotros, y en realidad incrementa su poder. Waite
escribe: «alienación mental ... desorden, confusión». Una
lectura que hice para una mujer mostró en ella un gran
potencial para evolucionar en muchos terrenos, y sin em
bargo el resultado aparecía muy mediocre y débil. En la
posición de fondo estaba el Tres de Espadas invertido. Y
ella había hablado antes de cóm o no había conseguido
jamás superar la muerte de su padre.
108
HE HIGH PR1ESTE5S
El Dos
109
rígido. Paradójicamente, el intento de frenar la emoción
vuelve más emotiva a la persona, en cuanto no piensa ni
actúa a partir de su centro, sino desde el pecho constreñido,
y en vez de ver el mundo, ve su propia imagen por detrás de
la venda que le cubre los ojos.
Compárese el Dos de Espadas con la Suma Sacerdotisa,
el número 2 de los Arcanos Mayores. Ambas figuras están
sentadas en posturas similares, pero mientras que la Sacer
dotisa aparece relajada, la tensión envuelva a la mujer del
Dos de Espadas. Un velo separa a la Sacerdotisa de las
aguas del inconsciente, oculto tras ella; a la mujer de los
ojos vendados ningún velo la protege del lago desapacible
de sus emociones. Y sin embargo, ese estanque superficial
no es la misma agua que hay detrás de la Sacerdotisa.
El peso de las espadas puede fácilmente desequilibrar a
la mujer y hacerla caer en las aguas agitadas. Al hacer que
nos concentremos en las emociones, una actitud defensiva
nos hace más propensos a los estallidos, la cólera y la his
teria.
Invertida
El equilibrio se ha perdido... o ha sido abandonado. O bien
la persona sucumbe ante la gente o los problemas que aco
san sus defensas, o renuncia a la venda, ya sea para ver la
verdad o para comunicarse. Esta última experiencia puede
ser muy intensa, e incluso desgarradora para la persona, si
no recibe ayuda del exterior.
110
Figura 4 2
El As
111
cuencia, sin embargo, las emociones son exageradas y ego
tistas, o se complacen excesivamente en sí mismas. Pero
tampoco el intelecto solo aporta un verdadero conoci
miento. Tanto la verdad como la conciencia de ella deben
provenir de un nivel más profundo de la experiencia y los
valores espirituales. Por eso la mano viene de las nubes,
conduciéndonos de nuevo al Espíritu.
El simbolismo de la verdad es igualmente válido para las
experiencias mundanas. En situaciones tales que nos hacen
sentir confundidos, oprimidos o emocionalmente perturba
dos, la mente puede traspasar las brumas y desatar los nu
dos para darnos una clara comprensión de los hechos rea
les. El As expresa la verdad en su forma más valiosa. En
otro nivel, la carta significa simplemente la fuerza em ocio
nal, tanto el amor como el odio en sus formas extremas.
Obsérvese la tensión del puño. Las emociones también son
un don que nos permite experimentar intensamente la vida,
pero siempre son difíciles de contener, y más difíciles aún
de dirigir.
Invertida
La tensión del puño falla y da cabida a delirios, ideas y sen
timientos confusos, emociones avasalladoras. Los senti
mientos más violentos dominan a los benévolos. Sin tener
un claro sentido de la realidad, la mente puede ser presa de
los errores creados por la emoción. Los problemas se exa
geran; todo, incluso las atracciones, parece más importante
de lo que en realidad es. En situaciones así, el As de Espa
das invertido nos dice que nos dominemos e intentemos
hallar un sentido equilibrado de la realidad.
112
4
Los Pentáculos
113
dones espirituales, debemos iniciar y terminar esos viajes
aquí... o, si no, perdernos en el proceso.
Un famoso cuento cabalístico ilustra esta necesidad de
un «fundamento». Mediante el estudio y la meditación, cua
tro rabinos entraron en el Paraíso. El rabino Ben Azai al
canzó un éxtasis tal que inmediatamente cayó muerto. El
rabino Ben Zoma, abrumado por la intensidad de la expe
riencia, se volvió loco. El rabino Ben Abuysh tuvo una vi
sión de algo que parecían dos dioses, en contradicción con
el dogma básico del monoteísmo, y se convirtió en apóstata.
Sólo el rabino Akiba entró pacíficamente en el Paraíso y en
paz salió de él. El cuento se puede explicar en función del
simbolismo del Tarot. El rabino Ben Azai fue demasiado
lejos en la dirección del Fuego, y se calcinó. El rabino Ben
Zoma dejó que sus emociones (Agua) prevalecieran sobre
la razón. El rabino Ben Abuysh, abrumado por la energía de
las Espadas, tomó demasiado al pie de la letra lo que vio y
lo que había leído en las Escrituras. El rabino Akiba, al ser
capaz de equilibrar los otros elementos en la Tierra, enten
dió su experiencia tal como debía entenderla.
En su forma inicial de Oros, los Pentáculos representa
ban principalmente el materialismo, en el estrecho sentido
del dinero y el trabajo. En el mazo Rider siguen viéndose
estas importantes cualidades, y de hecho los Pentáculos
dan expresión al problema de llegar a interesarnos tanto
por estas cosas que nos olvidemos de todo lo demás: lo
contrario, en cierto sentido, de lo que le sucedió al rabino
Akiba. El mazo Rider, sin embargo, añade al cuarto palo la
dimensión, más vasta, de la naturaleza. N o sólo echamos
raíces en nuestro trabajo, sino en el amor por el mundo que
nos rodea.
En cuanto signo mágico, los Pentáculos simbolizan la
«m agia» de la creación ordinaria. Tom ado en sus términos
más simples, esto significa la belleza de la naturaleza, el
júbilo de un trabajo satisfactorio. Pero el simbolismo es por
tador de un significado más profundo, que se insinúa en la
historia del rabino Akiba. El místico o el mago no funda
menta simplemente el sí mismo de manera negativa, usan-
114
(lo el mundo como opuesto de la experiencia espiritual. Más
bien — porque es portador de una realidad más firme que la
de los otros elementos, porque no conduce tan fácilmente a
la confusión, la concepción errónea o el abuso— el mundo
natural nos abre el camino a nuevas experiencias místicas.
El mismo carácter terrenal de la vida cotidiana asegura,
en virtud de una especie de ley de reciprocidad, que tales
cosas posean una «m agia» mayor que las atracciones más
inmediatas de los otros elementos. Es esta una paradoja
que no podemos entender inmediatamente; necesitamos
sopesarla y experimentarla. Hay dos hechos, ambos refe
rentes a los Pentáculos/Tierra, que apuntan a su verdadero
valor. Primero, al estudiar las cartas de los líderes religiosos
antiguos y modernos, el astrólogo Ronnie Dreyer ha descu
bierto que entre ellos predominan los signos de Tierra. Se
gundo, el palo de Pentáculos contiene más cartas Portales
que ninguno de los otros.
El Rey
115
misma del hombre que triunfa en los negocios o en su pro
fesión. La despreocupación con que está sentado en su trono
y el afecto con que mira a su pentáculo — que es aquí el
símbolo de su capacidad y de sus logros— muestran que
está satisfecho con la vida. Es generoso, e incluso valiente,
aunque no especialmente dado a la aventura. El rol de Rey
no lo frustra, como frustra al Rey de Varas y al de Copas.
Quizás en una etapa anterior de su vida y de su carrera
pueda haber sufrido por obra de la impaciencia o de la
duda. Ahora, su éxito ha justificado su vida, y le permite
relajarse y disfrutar de ella.
Disfrutar de la vida significa también estar próximo a la
naturaleza. Aunque en el fondo se eleva su castillo —símbo
lo del lugar dominante que ocupa en la sociedad— , él está
sentado en su jardín, con flores en la corona y el manto
decorado con uvas, símbolo de la dulzura de la vida. Incluso
las hojas y las flores dan la impresión de fundirse con el
manto, así como el agua se mezclaba con el vestido de la
Reina de Copas. Para él, la vida es buena, y tiene la inten
ción de disfrutarla.
Hubo una vez que en una lectura el Loco salió cruzado
por el Rey de Pentáculos (las dos cartas se parecen mucho
en su combinación de colores). La conjunción forma un
buen ejemplo de lo que yo llamo tiempo vertical y tiempo
horizontal, esto es, los mundos interior y exterior. El Rey
simboliza la actividad ordinaria, los logros, la posición social,
el éxito, mientras que el Loco representa la libertad espiri
tual interior que permite a una persona disfrutar de tales
cosas y edificar sobre ellas sin verse atrapada en una estre
cha visión materialista. Considérense dos personas con el
mismo mundo exterior: ambas triunfadoras, respetadas,
adineradas. Y sin embargo, interiormente una de ellas puede
estar tensa, frustrada o temerosa, en tanto que la otra no ha
perdido su júbilo ni su paz.
Si vemos en el Loco el comienzo de los Arcanos M ayo
res, y al Rey de Pentáculos como la carta final de los M eno
res, entonces los dos están en los extremos opuestos del
Tarot. Pero esta polaridad sólo es válida si vemos las cartas
116
alineadas. Si las imaginamos en círculo, entonces el Loco y
el Rey de Pentáculos llegan a unirse.
Invertida
El Rey está destinado al éxito. Invertido, tiene una connota
ción de fracaso, o simplemente de mediocridad. La falta de
realización genera insatisfacción, sentimientos de debilidad,
y duda. Si lo tomamos de otra manera, podemos ver que el
Rey invertido simboliza la corrupción de la idea del éxito, la
imagen de un hombre o de una mujer que recurre a cual
quier medio para conseguir sus objetivos.
Si describimos al Rey de Pentáculos como alguien que
necesita una conexión vital con la naturaleza (y, pese a los
supuestos contemporáneos, no todos la necesitan), el Rey
en posición invertida representa el estado de un ser ampu
tado de ese fluir rejuvenecedor. El resultado de la ruptura
es insatisfacción, debilidad e incluso peligro psíquico.
La Reina
117
po. Mientras que el Rey simplemente mira su Pentáculo,
ella lo sostiene con ambas manos, plenamente consciente
de la magia de la naturaleza y de la fuerza que obtiene de
ella. Más que cualquier otra de las cartas Menores, ésta re
presenta el amor por el mundo y la unidad con él. El conejo
que aparece en el ángulo inferior derecho no sólo repre
senta la fertilidad sexual, sino también la fructificación espi
ritual de una vida que ha encontrado su propio ritmo en el
mundo que la rodea.
Sus cualidades, lo mismo que el simbolismo sexual, la
relacionan con la patrona de los Pentáculos, la Emperatriz.
Al mismo tiempo, en cuanto figura Menor, es portadora de
un atributo que falta en el triunfo arquetípico de la pasión:
la conciencia de sí. La Reina se conoce y cree en sí misma, y
en la magia de su vida. En las lecturas, esta cualidad de con
fiar en sí misma es, con frecuencia, la más importante.
Si el Rey estaba junto al Loco, la Reina combina con el
Mago. Com o él, lleva una túnica roja sobre una camisa
blanca; los dos están rodeados de hojas y flores; un cielo
amarillo vierte su luz sobre ambos. Así como el Mago mani
pula las fuerzas ocultas en el mundo, la Reina de Pentácu
los se une con dichas fuerzas, permitiéndoles que a través
de ella fluyan al interior de su vida cotidiana.
Invertida
En las lecturas, la Reina en posición invertida puede sig
nificar que, en alguna situación específica, el consultante no
confía en sí mismo. De modo más general, se refiere a debi
lidad psíquica, porque separar a la Reina de su conexión
vital con la tierra produce, más aún que en el caso del Rey,
nerviosidad y confusión. Se genera así miedo e incluso fo-
bia, desconfianza de los otros y especialmente de sí misma,
lo cual la lleva a dudar de sus capacidades y de su valor
como persona. Esta separación significa algo más que estar
aislada de las plantas y de los animales. Alude más bien a
una pérdida del ritmo diario en la vida, a una insatisfacción
con la totalidad del medio, y a una incapacidad de apreciar
lo que éste tiene para ofrecer.
118
En una lectura, la Reina invertida no sólo señala estas
características en el sujeto, sino que sugiere un doble reme
dio. Primero, un refuerzo de la confianza; la persona ha de
insistir en sus logros y buenas cualidades, y puede hacerlo
mediante la meditación sobre la Reina en posición normal.
Segundo, un arraigo de las emociones en las cosas natura
les, en los placeres comunes, en un trabajo satisfactorio.
Figura 45
El Caballero
119
el significado de su fuerza en la vida. Al dedicarse a cuestio
nes puramente prácticas, se ha aislado de las cosas más
profundas de la Tierra.
Invertida
A veces, el naipe en posición invertida significa un desper
tar de esas otras formas de conciencia, pero más frecuente
es que muestre un fracaso — o una exageración— de las vir
tudes más evidentes del Caballero. Su firmeza se intensifica
hasta convertirse en inercia, su tesonera responsabilidad
cede el paso a la ociosidad. Una personalidad apacible, si
va demasiado lejos, se debilita y se deprime, especialmente
si su placidez encubría un deseo reprimido de aventura o
de progreso.
El Caballero de Pentáculos, invertido, puede ocasional
mente indicar una crisis. Si una persona ha dedicado su
vida a un trabajo o a otra actividad externa similar, y se ve
despojada de ese significado — por un despido o una jubila
ción, por ejemplo— , es probable que el desaliento y la de
presión la abrumen. Otro ejemplo sería una mujer que haya
dedicado su vida a sus hijos, y que se encuentre ahora con
que han crecido y se han alejado de ella.
Aunque es ciertamente raro que significados tan extre
mos se den en lecturas reales, no por eso dejan de estar
implícitos en la paradoja básica de este naipe: profunda
mente enraizado en la magia que lo sustenta, pero sin tener
conciencia de ella, el Caballero se identifica con sus funcio
nes. Necesita descubrir la verdadera fuente de su fuerza,
dentro de sí mismo y en la vida.
120
Figura 4 6
El Paje
Invertida
Una vez más el Paje aparece com o lo contrario del Caba
llero. En realidad, los dos se reparten las dobles cualidades
de los Pentáculos: el espíritu práctico y la magia. Así como
el Caballero, sin su trabajo, se desalienta y cae en la inercia,
121
el Paje, sin su sentido del esfuerzo, se entrega a la extrava
gancia y la disipación, lo que Waite llama la «prodigalidad».
En ocasiones, sin embargo, la carta puede significar simple
mente que uno se relaja después de una tarea difícil, como
un estudiante después de los exámenes.
Figura 4 7
El Diez
122
la mujer están mirando en sentido contrario, aunque la
mujer dirige una mirada ansiosa al hombre, por encima del
hombro. El niño se cuelga nerviosamente de su madre, pero
aparta la vista. Y ninguno de ellos advierte al anciano que
está más allá de la arcada.
Aunque la carta expresa una escena mundana, está cu
bierta de signos mágicos. Los diez pentáculos forman el
Arbol cabalístico de la Vida, que no aparece en ninguna
otra parte en el mazo. Obsérvese también la varita mágica
apoyada en la arcada, que no aparece tampoco en ninguna
otra carta Menor. También la arcada muestra, en relieve,
una balanza en equilibrio (justamente por encima de la ca
beza del anciano). Ahora bien, la balanza representa la Jus
ticia, y además, las fuerzas sutiles que impiden que el mun
do cotidiano se desintegre en el caos. Al hablar de «fuerzas
sutiles» no me refiero sólo a las llamada leyes «ocultas»,
como la de polaridad, ni a la ley de las correspondencias
(como es arriba, así es abajo). La expresión se aplica ade
más a las formas de operar generalmente más aceptadas de
la naturaleza, como la gravedad o el electromagnetismo. No
porque los aprendamos en la escuela debemos considerar
menos maravillosos esos fenómenos. El hecho es que no
damos importancia al universo simplemente porque fun
ciona tan bien.
Más aún que las otras imágenes, el anciano evoca la
magia. Se asemeja a la imagen, presente en todas las cultu
ras, del dios o del ángel que viene, disfrazado de mendigo o
de viajero, a visitar a una familia, y que tras haber puesto a
prueba sus virtudes de hospitalidad y generosidad, les deja
un regalo mágico. En el caso de Abraham y Sara, los ánge
les les dieron un hijo, Isaac. En muchos relatos de este tipo,
sólo los perros reconocen al visitante (así como en otros
cuentos los perros son los únicos que huyen del Diablo
cuando éste se aparece disfrazado). Dado que no han se
pultado sus instintos en el escéptico racionalismo humano,
los perros son capaces de sentir la llamada de lo maravi
lloso.
Ahora bien, la mayoría de estos relatos insisten en la
123
moraleja: «Sé amable con todo el mundo, que nunca sabes
a quién puedes estar rechazando.» Pero podemos dar a la
historia una interpretación más sutil. Al actuar de cierta
manera, las personas crean en sí mismas la capacidad de
reconocer y de recibir las bendiciones del mundo que las
rodea.
Todas esas maravillas, todos esos signos ocultos, apun
tan al tema básico de los Pentáculos: el mundo cotidiano
contiene una magia mayor de lo que ninguno de nosotros
habitualmente puede ver. La magia nos rodea por todas
partes, en la naturaleza, en el hecho mismo de que la vida
exista y de que este vasto universo no se nos desintegre.
Dentro de la arcada vemos un día común de sol; afuera
predominan los tonos más oscuros, incluso en el abrigo
multicolor del anciano, con sus signos astrológicos y de
magia ritual. La familia, de pie bajo la arcada, tiene una
cierta pose teatral. Con toda su firme realidad, el mundo de
todos los días, la vida cómoda que aceptamos sin cuestio
narla, e incluso los problemas y las desdichas que con fre
cuencia nos quitan el sueño, no son más que una comedia
en la que todos representamos los papeles que nos han
marcado nuestra educación y la sociedad (reconocer que
somos un producto de nuestro condicionamiento es el pri
mer paso para liberarnos de él).
La verdadera realidad no deja de ser antigua, oscura y
misteriosa. Por más que miremos a través de la arcada, la
perspectiva de la carta nos coloca fuera de ella, donde está
el visitante. Al fundirnos con esta carta podemos encontrar
nos a nosotros mismos más allá del Portal, contemplando
los pequeños dramas de nuestra propia vida cotidiana. Y si
nos adentramos más en ella podemos vivenciar ese uni
verso fantástico y vibrante que existe en el centro mismo de
lo ordinario.
Cuando el héroe Ulises llegó a su hogar después de ha
ber vagado por el mundo feroz y lleno de monstruos que se
extendía más allá de la Grecia civilizada, venía disfrazado
de mendigo. Sólo su perro lo reconoció. Aunque vistiera de
harapos, eran harapos gloriosos (muy a la manera de la
124
chaqueta remendada del visitante) porque se los había
dado la diosa Atenea. Ulises volvía del mundo fantástico al
doméstico; destruyó el mal que encontró en su casa y resta
bleció el orden moral. Sin embargo, antes tuvo que pasar
por la vivencia de lo que había más allá, donde también el
Diez de Pentáculos nos lleva.
Invertida
Si el sentimiento de estar aburrido de la vida va en aumen
to, puede llevarnos a correr riesgos, especialmente financie
ros o emocionales. En ocasiones, según cuáles sean los con
textos o los resultados previstos, los riesgos se justifican; por
ejemplo, el Loco junto al Diez de Pentáculos invitaría al
juego. Otras veces, los riesgos no provienen tanto de la ne
cesidad como de la impaciencia con lo que ya tenemos.
Esta situación se agudiza cuando el Diez de Pentáculos
aparece con el Diez de Copas.
El paralelismo con Ulises se acentúa más cuando la car
ta sale invertida. La mayoría de los problemas de aquel
héroe se derivaron de una vena de temeridad que lo lle
vaba a cometer actos de osadía precisamente en los peores
momentos. La necesidad de jugárselo todo estaba en con
tradicción con sus cualidades básicas de cautela, habilidad y
previsión. Y sin embargo, la insensatez mantenía el equili
brio. Sin ella, Ulises no habría visto el mundo más allá del
hogar y de la familia a los cuales finalmente regresó.
125
(a) Figura 4 8 (b)
El Nueve
126
y ver que hemos hecho lo que debíamos. Significa también
la capacidad de saber allí donde los otros sólo pueden con
jeturar. El Nueve de Pentáculos representa el emblema de
esta cualidad, el verdadero sello de la persona evolucio
nada (un tema que se profundizará al final de la sección
sobre lecturas); por consiguiente, el estudio y la meditación
sobre esta carta nos ayudarán a conseguir esa certidumbre.
Hemos visto que los Nueves muestran compromisos y
opciones, un tema que aparece también en los Pentáculos.
La mujer está sola en su jardín. Para lograr lo que tiene, ha
tenido que renunciar a la compañía habitual. En las lectu
ras, este simbolismo no significa que la carta aconseje inevi
tablemente renunciar a una relación, pero sí que exhorta a
confiar en sí mismo y a refugiarse en una cierta soledad
para perseguir los objetivos.
La imagen de la figura 48b, ligeramente diferente de la
versión oficial del mazo Rider (figura 48a), proviene de una
edición norteamericana de hace varios años. En este Nueve
de Pentáculos una sombra oscurece el rostro de la mujer y
las uvas que hay al lado derecho de la carta. Es evidente
que la figura se aparta del sol. El simbolismo sugiere un
sacrificio. Para hacer de su vida lo que ella quiere, esta mu
jer ha tenido que renunciar no solamente a la compañía,
sino también a cosas tales como la espontaneidad, las dis
tracciones y la temeridad. Si el sacrificio nos parece dema
siado grande, quizás eso signifique que no valoramos lo
suficiente las gratificaciones que proporciona el cultivo de sí
mismo.
La imagen del ave lleva más lejos estas ideas. Cazador
por todo lo alto, el halcón simboliza el intelecto, la imagina
ción, el espíritu. La caperuza, sin embargo, lo somete a su
señora, es decir, a la voluntad consciente. Por consiguiente,
aunque a primera vista el naipe signifique éxito, con un
conocimiento más íntimo este significado primario pasa a
ser el de disciplina. Y la entrada por el Portal de esta carta
nos ayudará a alcanzar el júbilo de la verdadera disciplina,
la que no mutila, sino que eleva.
127
Invertida
Las cualidades de la carta quedan negadas o trastocadas:
de ello se derivan falta de disciplina y fracaso; proyectos
que se emprenden y después se abandonan; una incapaci
dad de canalizar la energía y orientarla hacia fines útiles. En
esta posición, la carta puede significar que no sabemos lo
que queremos o lo que es realmente importante para noso
tros. La falta de conocimiento de sí mismo genera irrespon
sabilidad y perfidia, tanto hacia los otros como hacia noso
tros mismos.
Figura 49
El Ocho
128
piensa más que en el resultado final. Muchos artistas y escri
tores han dado testimonio de este hecho, advirtiendo a los
esperanzados que si sólo quieren enriquecerse o llegar a
ser famosos, jamás lo conseguirán. Tiene que importarnos
el trabajo mismo.
Por eso vemos al aprendiz perdido en su tarea. Y sin
embargo, el trabajo necesita también tener alguna relación
con el mundo exterior. Por más que sigamos nuestras pro
pias normas y nuestros instintos, o que busquemos nues
tro propio desarrollo, el trabajo que hagamos carecerá de
significado si no sirve a la comunidad. Por consiguiente,
detrás de su tienda — aunque a la distancia— se alza una
ciudad, con un camino amarillo (el amarillo representa la
acción mental) que permite ir de la ciudad al taller y vice
versa.
Invertida
Cuando sale invertida, la carta sugiere principalmente im
paciencia y las situaciones que de ella resultan: frustración,
ambiciones no cumplidas, envidia o celos. Estas cosas pue
den provenir de la actitud que lleva a fijarse solamente en el
éxito y no en el trabajo que lo consigue. También pueden
originarse en un trabajo insatisfactorio, es decir, una activi
dad o carrera que no requiere habilidad ni compromiso per
sonal alguno, ni da motivos de orgullo.
129
3¡nr
Figura 5 0
El Siete
Invertida
Para muchos, un trabajo significativo es algo inaccesible. En
general, el Siete invertido apunta a una insatisfacción que
lo impregna todo, a esa sensación de estar atrapado que
nos producen los trabajos o los compromisos insatisfacto
rios. Además, el Siete invertido puede significar cualquier
insatisfacción o ansiedad específica, en particular prove
niente de algún proyecto que no marcha bien.
130
Figura 51
El Seis
131
A veces la jerarquía no indica una persona, sino más
bien una situación — de índole emocional, económica o lo
que sea— que domina a una persona o a un grupo. Es pro
bable que les dé muy poco, pero lo suficiente para impedir
les que busquen otra cosa. Esto puede suceder con un tra
bajo que da beneficios materiales, pero escasa satisfacción
o poca probabilidad de progresar; o con una relación en
que las personas son desdichadas, pero se sienten cóm o
das; o con una situación política en que la gente reconoce
que está oprimida, pero no quiere poner en peligro la poca
seguridad que tiene.
La carta tiene una relación (deformada) con todas aque
llas de los Arcanos Mayores (el Hierofante, los Enamorados,
el Diablo y otras) en que alguna fuerza reúne o reconcilia
los opuestos de la vida. Aquí nada se reconcilia verdadera
mente, pero la situación se mantiene equilibrada y en mar
cha.
Hasta ahora, los significados subrayan a los dos mendi
gos, pero, ¿qué hay del donante? Aunque muestra genero
sidad, el equilibrio de la balanza indica que no da espontá
neamente, sino que calcula qué es lo que cree poder permi
tirse. Dicho de otra manera: da lo que no echará de menos.
Emocionalmente, esto simboliza a una persona que se rela
ciona con verdadera facilidad con las otras, y sin embargo,
siempre contiene sus sentimientos más profundos.
Como ya dijimos, la relación se genera por ambas par
tes. Muchas personas no aceptan de los demás más que
«dones» limitados. Es probable que una demostración de
afecto muy intensa, por ejemplo, las avergüence o las asus
te. Lo mismo puede ser válido para quienes se ofenden por
la «caridad» e incluyen en esa categoría cualquier ofreci
miento de ayuda. Por lo tanto, el Seis de Pentáculos puede
indicar que se da a la gente lo que ésta es capaz de re
cibir.
He subrayado estas palabras porque implican algo que
va más allá de su significado literal. Inconscientemente, la
mayoría de las personas calculan lo que dan de acuerdo
con lo que los demás esperan de ellas; así evitan sentirse
132
incómodas o hacer que los demás se sientan incómodos.
Por otra parte, para poder conscientemente dar a la gente
lo que necesita y puede usar (y no lo que tal vez cree que
rer), uno debe haber alcanzado un alto grado de conoci
miento de sí mismo y de la psicología humana en general.
Son realmente pocas las personas que alcanzan este nivel
al dar; muchos creen percibir lo que el otro necesita cuando
en realidad están proyectando sobre esa persona sus pro
pias exigencias y sus miedos. En cuanto fuente de informa
ción más objetiva, el Tarot puede ayudarnos a entender
nuestras propias necesidades o las de los demás. Debido a
estos significados, el Seis de Pentáculos se relaciona con el
Nueve en el contexto de aquella carta como emblema de
la certidumbre.
La idea de dar a la gente lo que es capaz de recibir tiene
también un significado religioso. Tanto los místicos como
los esoteristas suelen decir que la verdad oculta en el seno
de una religión determinada puede ser casi lo opuesto de lo
que esa religión parece decir en la superficie. Por ejemplo,
mientras que quizá la doctrina nos enseñe a controlar nues
tros deseos con pensamientos piadosos, tal vez el ocultista
intente hacer aflorar sus necesidades más ocultas para tra
bajar con ellas. Esta escisión existe porque la mayoría de las
personas no sólo son incapaces de toda forma de trato con
las enseñanzas religioso-psicológicas en su forma no suavi
zada, sino que no están dispuestas a intentarlo siquiera. E
incluso muchas de las que lo intentan, encuentran que la
verdad les es imposible de asimilar. Recuérdese al rabino
Ben Abuysh, que perdió la fe cuando le pareció ver dos
Dioses.
Idries Shah nos cuenta la fábula de dos hombres que lle
gan a una tribu sumamente temerosa de las sandías, a las
que consideraban demonios. El primer viajero intenta de
cirles la verdad, y lo lapidan por hereje. El segundo acepta
su ortodoxia, se gana la confianza de la gente y lentamente
va educándola. Com o este relato, el Seis de Pentáculos in
dica la forma en que la religión, lo mismo que las enseñan
zas esotéricas, nos da lo que somos capaces de recibir.
133
Waite, al describir esta carta, dice «una persona con aspecto
de mercader»; no un mercader, sino una persona «con as
pecto» de serlo. Y Nietzsche, en Así hablaba Zaratustra,
hace que un ermitaño diga a Zaratustra: «Si quieres acer
carte a ellos, no les des más que una limosna, y deja que te
la pidan.» Si les das más, nadie te escuchará.
Sin embargo, ¿quién es esta persona con «aspecto» de
mercader? ¿Es simplemente un maestro o representa una
doctrina religiosa o psicológica? La balanza sugiere algo
más: la Justicia, que representa la verdad, no sólo en cuanto
«información correcta», sino como fuerza viviente que man
tiene unido al universo y lo equilibra. En el Diez de Pentá
culos vimos esta fuerza representada por el anciano en la
arcada; aquí se nos aparece como el mercader. La vida nos
da lo que necesitamos, lo que podemos usar. Especial
mente cuando nos colocamos en posición de recibir.
La gente que trabaja con meditación o con el Tarot, o
con disciplinas similares (lo mismo que quienes hacen un
trabajo artístico), observan con frecuencia un fenóm eno cu
rioso. Parece como si la vida conspirase para darles lo nece
sario para ayudarles en su camino. No es que les dé un
empujón, pero sí apenas un empujoncito en el momento
preciso. He aquí un ejemplo. En la época en que estaba tra
bajando con estos significados del Seis de Pentáculos, me
hice a mí misma una lectura de Tarot, en la que el Seis salió
cruzando al Caballero de Copas. Lo entendí en el sentido
de que sería beneficioso para mí mantener una disposición
anímica meditativa. Ahora bien, esto sucedió algunos meses
después de la muerte de mi madre, y mientras visitaba a mi
padre empecé a usar una mezuzah (una especie de amu
leto judío) de mi madre. La mezuzah llevaba una inscrip
ción con el nombre Shaddai, en el que reconocí uno de los
nombres de Dios, aunque no sabía qué significaba. Dos o
tres días después de la lectura asistí con mi padre en una
sinagoga a los oficios del Sábado (algo que yo no habría
hecho por mi cuenta). Por el camino vi el nombre Shaddai
en una joya expuesta en un escaparate y mencioné mi cu
riosidad respecto de su significado.
134
Cuando miré el pasaje de la Biblia correspondiente a la
lectura de ese día, descubrí una nota que explicaba el signi
ficado de Shaddai. Traducida como «Todopoderoso», la pa
labra proviene de una raíz hebrea que significa «subyugar»,
pero se relaciona también con una palabra árabe que quiere
decir «benevolencia, donación de regalos». El libro no sólo
respondió a mi pregunta inmediata, sino que me dio una
mayor comprensión del Seis de Pentáculos. El «mercader»
simboliza la fuerza de la vida, que no sólo nos da lo que
necesitamos y podemos recibir, sino que también puede
subyugarnos (aunque ordinariamente no lo haga si no lo
deseamos) con el milagro espiritual. Y toda esa compren
sión intuitiva (que, por haberla experimentado, significaba
más para mí de lo que habría significado intelectualmente,
como idea), la había alcanzado yo poniéndome literalmente
en posición de recibir, es decir, yendo con mi padre a la
sinagoga.
El Seis de Pentáculos nos enseña que el valor de estu
diar el Tarot u otras disciplinas no reside simplemente en el
conocimiento específico que de ello se obtiene, sino tam
bién en la disposición de ánimo que se crea por el acto de
hacerlo. El trabajo mismo nos cambia. Mediante el meca
nismo de las cartas Portales podemos cultivar consciente y
deliberadamente esos cambios. Al contemplar las figuras y
unirnos a ellas nos permitimos recibir sus dones.
Invertida
Los significados posibles se relacionan con los de la carta
en posición normal. Indican falta de generosidad y egoísmo
cuando lo que se espera es compartir. En ocasiones, esto se
refiere a una situación en que la persona está en una posi
ción de superioridad. Entonces, el (o la) donante es capaz
de dar con mayor libertad, sin calcular lo que puede o no
permitirse, sino compartiendo realmente. Otras veces, la
carta señala el resentimiento de las personas que reciben la
caridad, o su contrapartida, la piedad.
Con frecuencia, el Seis invertido indica que alguna si
tuación estable, pero básicamente desigual o insatisfactoria,
135
se ha roto. Que esto dé o no origen a otra más libre o más
equilibrada dependerá de diversos factores, entre los cuales
no es el menos importante el deseo y el valor de los partici
pantes para seguir adelante con un proceso que ha sido ini
ciado por ellos mismos o por algún agente exterior.
Finalmente, como es natural, la carta en esta posición
significa no estar en posición de recibir, ya sea porque nos
aislamos espiritualmente o porque dejamos pasar alguna
oportunidad práctica, quizás a causa de nuestra arrogancia
o nuestra desconfianza de los motivos ajenos.
El Cinco
136
vese que los personajes, aunque encorvados y tullidos, so
breviven. Esta carta puede indicar amor, especialmente el
de dos personas que se mantienen unidas en una mala si
tuación. Puede darse el caso de que las penurias se hayan
convertido en uno de los principales factores que las man
tienen juntas, de modo que el alivio de sus problemas mate
riales puede poner a prueba su unidad; también es proba
ble que las personas crean que eso puede suceder, y que
por eso teman al cambio.
Obsérvese que las figuras pasan delante de una iglesia.
Pues bien, como lugar de asilo, la iglesia representa des
canso y alivio ante la tormenta. Las dos personas, sin em
bargo, no la ven. Los seres humanos pueden acostumbrarse
a cualquier cosa, y cuando esto sucede, es frecuente que no
vean las oportunidades de cambiar, y que se resistan incluso
a poner término a sus problemas. Si comparamos estas per
sonas con los mendigos arrodillados del naipe Seis, vemos
que el Cinco representa el orgullo y la independencia, lleva
dos en ocasiones al punto de la estupidez ante un auténtico
ofrecimiento de ayuda.
Al examinar más atentamente la carta podemos descu
brir otros significados alternativos, y hasta opuestos. La ima
gen no muestra ninguna puerta de la iglesia. Com o sucede
hoy con muchas iglesias que cierran sus puertas cuando no
hay oficios religiosos, parece que ésta hubiera dejado fuera
a la gente. El asilo no ha servido de nada. Vemos aquí ante
todo un comentario sobre la religión moderna, a la que mu
chos acusan de haber fracasado en la tarea de consolar y
curar las almas perturbadas de los fieles. En un nivel más
simple, en muchos países las iglesias se han enriquecido a
expensas del pueblo. Aquí también cabe comparar el Cinco
con el Seis. Allí, el mercader puede simbolizar la iglesia se
cular moderna, que da la asistencia material que puede (o
que quiere), en tanto que de las necesidades espirituales de
la gente nadie se ocupa.
Podemos decir que el párrafo anterior nos ofrece una
interpretación «sociológica» de la iglesia sin puerta. Si, en
cambio, ponemos el acento en las personas, tendremos una
137
visión psicológica. A veces podemos encontrarnos en una
situación en que las fuerzas externas — las instituciones so
ciales, la familia, los amigos, etc.— no pueden ayudarnos, y
debemos enfrentarnos solos con el problema.
Podemos extender esta idea a una interpretación «m á
gica» u ocultista. En el libro sobre los Arcanos Mayores ana
licé cómo el mago — o maga— , al embarcarse en un curso
de evolución personal, se enfrenta con la Iglesia estable
cida, que tradicionalmente actúa de intermediaria entre los
seres humanos y Dios. La opción puede traer consecuen
cias tanto prácticas como políticas. Si el mago tropieza con
fuerzas psíquicas peligrosas, entonces la religión tradicional
no puede (por no hablar de que no quiera) ayudarle a ven
cerlas. Compárese el Cinco de Pentáculos con el Hiero-
fante, el número 5 de los Arcanos Mayores. Allí (figura 52b),
dos suplicantes se someten a una doctrina que los orienta
en todas las situaciones. Aquí (figura 52a), las personas han
rechazado esas doctrinas, o simplemente han descubierto
que no venían al caso.
Invertida
El significado que da Waite es «caos, desorden, ruina, con
fusión». Esto sugiere que las cosas tal como se las veía en la
posición normal se han desbaratado. Las personas ya no
sobreviven. Por más que la situación inmediata pueda pare
cer mucho peor, a veces conduce a una mejora. Cuando la
gente se acostumbra al sufrimiento, es probable que un co
lapso la libere. El que ahora puedan o no construir algo más
positivo depende parcialmente de ellas mismas, y parcial
mente de la influencia y de las oportunidades que las ro
deen.
138
Figura 5 3
El Cuatro
139
la vida, por más centrados en nosotros mismos que procu
remos estar.
En ciertas situaciones, el Cuatro, considerado general
mente como una «carta problema», puede ser muy apro
piado. Cuando la vida se ha desintegrado en el caos, el
Cuatro indica la creación de una estructura, ya sea por m e
diación de las cosas materiales u orientando hacia adentro
la energía mental y emocional. La carta sigue siendo una
imagen del egoísmo, pero a veces el egoísmo puede ser
precisamente lo que se necesita. Generalmente, la gente
que medita con el aura, al término de cada meditación
cumple con el ritual de «sellar» el aura en los puntos de los
chakras. Esta práctica impide a la vez las filtraciones de su
propia energía, y que el sí mismo se vea anegado por in
fluencias externas.
Finalmente, en un nivel muy profundo, el Cuatro de
Pentáculos simboliza la forma en que la mente humana es
tructura y confiere significado al caos del universo material.
Esta idea no contradice el concepto de fuerzas que equili
bran la naturaleza, tal como las describen el Diez y el Seis.
Más bien lo complementa, al mostrar que la gente no sólo
percibe aquellas fuerzas, sino que de hecho las ayuda a fun
cionar. El que los seres humanos existamos en el universo
como creadores y no como meros observadores pasivos
constituye uno de los puntos de encuentro entre las ense
ñanzas místico-esotéricas y la física contemporánea.
Invertida
Aquí la energía se libera. El acto puede significar generosi
dad y libertad — si la posición normal indica avaricia o en
cierro dentro de nosotros mismos— , pero también puede
representar la incapacidad de establecer un lazo que man
tenga unida nuestra vida y la estructure. Una vez más, re
cordemos que en cada situación concreta el significado de
pende de otras influencias.
140
Figura 54
El Tres
141
significados no se excluyen recíprocamente. Como obser
vamos antes, el trabajo manual, hecho a conciencia y con
ánimo comprometido, puede ser el vehículo de la evolución
del sí mismo.
Parte del significado de esta carta reside en el hecho de
que un simbolismo tal de la evolución psíquica haya de
darse en el ámbito mundano de los Pentáculos, y no en las
imágenes, con frecuencia más exóticas, de los otros palos.
Invertida
Mediocridad: el trabajo, físico o espiritual, va mal, con fre
cuencia debido a ociosidad o debilidad. En ocasiones, el
significado se extiende a una situación general en la que
poco sucede: las cosas continúan, ya sea empeorando o
mejorando, siempre al mismo paso lento.
Figura 55
El Dos
142
fica hacer malabarismos con la vida misma, manteniéndolo
todo en el aire al mismo tiempo. Pero más simplemente,
expresa la idea de disfrutar de la vida, pasándolo bien, de
manera similar a como la muestra el Nueve de Copas, aun
que más ligera: aquí vemos una danza antes que una fiesta.
Com o tantos Pentáculos, la carta implica que hay una
magia oculta en sus placeres ordinarios. El juglar sostiene
sus emblemas mágicos dentro de un lazo o cinta que forma
el signo de infinito, el mismo que aparece por encima de la
cabeza del Mago, y de la mujer en la Fuerza. Hay gente que
cree que el desarrollo espiritual se produce sólo en momen
tos de seriedad. Pero el placer y la diversión también pue
den enseñarnos mucho, siempre y cuando les prestemos
atención.
Invertida
Aquí el juego se vuelve forzado: Waite dice «disfrute simu
lado». Enfrentados con algún problema que no queremos
enfrentar, o con la presión social que nos exige no armar
por ello un alboroto, es posible que finjamos, tanto ante
nosotros mismos como ante los demás, que nos tomamos
todo a la ligera. Pero lo más probable es que fracasemos en
este acto de malabarismo.
143
Figura 56
El As
Introducción a la adivinación
por el Tarot
149
naipes sigue siendo tan fuerte que en algunos países las
mujeres que se dedican a leer profesionalmente acostum
bran a llevar pañuelos multicolores, faldas con volantes y
pendientes de oro (y los hombres, pantalones bombachos,
chalecos de brocado y un solo pendiente), y adoptan nom
bres como «Madame Sosostris» para satisfacer al público.
Es probable que la larga asociación de las lecturas del
Tarot con puestas en escena baratas explique, por lo menos
en parte, el desprecio o la falta de interés que muchos estu
diosos del Tarot han mostrado hacia la adivinación. En
cuanto ven en el Tarot un diagrama y un instrumento de la
evolución consciente, los ocultistas y quienes se interesan
por el esoterismo rechazan automáticamente el uso de las
cartas como anuncio de «extranjeros altos y morenos» o de
herencias misteriosas. Y sin embargo, al ver únicamente los
abusos, y no las posibilidades más profundas que ofrecen
las lecturas, son esos mismos ocultistas quienes limitan el
verdadero valor del Tarot.
He aquí el comentario de Arthur Edward Waite sobre la
adivinación, en su libro The Pictorial Key to the Tarot [La
clave gráfica del Tarot]: «La asignación de un aspecto adivi
natorio a estas cartas es la historia de una prolongada im
pertinencia.» Esto nos conduce a una interesante paradoja.
Porque desdeñaban el aspecto adivinatorio, Waite y otros
que pensaban como él extendieron el abuso de las lecturas.
La forma despectiva en que escribieron sobre el tema ha
fijado en la mente de muchas personas la imagen de inten
tos triviales de predecir el futuro. En cuanto a la mera cues
tión de por qué escribieron sobre el tema, sólo podemos
conjeturar que ellos o sus editores supusieron que el pú
blico esperaba este enfoque. Después de todo, incluso hoy
a la mayoría de las personas que toman un libro sobre el
Tarot les interesan más los mensajes misteriosos que nada
que tenga que ver con el logro de una transformación psí
quica. Por cierto que los libros sobre Tarot que mejor se
venden dan las fórmulas más simples para los significados
de las cartas; y al mismo tiempo, prometen la totalidad del
conocimiento.
150
Más importante que dilucidar por qué se molestaron en
escribir sobre el tema es el simple hecho de que pocos es
pecialistas en esoterismo hayan intentado disipar la imagen
trivial de la adivinación. Esta indiferencia se ha extendido
incluso a la totalidad de los Arcanos Menores. Com o las
cartas Menores van asociadas con las lecturas, muchos libros
serios sobre el Tarot las tratan muy a la ligera, si es que las
tratan (el comentario de Waite se aplicaba solamente a los
Arcanos Mayores). El libro de Paul Foster Case sobre el
Tarot sólo da las fórmulas más escuetas en una especie de
apéndice al final. Otros libros no tratan más que las cartas
Mayores. La obra de Crowley The Book o f Toth [El libro de
Tot] es prácticamente el único de los estudios esotéricos
modernos que profundiza en el significado de los Arcanos
Menores, relacionándolos con un complicado sistema as
trológico.
En cuanto a los métodos para hacer las lecturas, los es
tudios esotéricos más importantes no nos han dado más
que una pobrísima información, consistente en unas pocas
«tiradas» o diseños para disponer las cartas, con unas fór
mulas a modo de explicación de las diferentes posiciones.
En esto también, la excepción es Crowley, quien presenta
un sistema complicado de lecturas, mediadas por un «reloj»
astrológico.
El impacto de la psicología profunda y de la astrología
humanista ha llevado a muchos autores contemporáneos a
buscar un uso más serio de la adivinación. Desdichada
mente, al tratar las lecturas de manera tan displicente, los
primeros autores crearon una tradición formada por fórmu
las de las cuales a los modernos les ha resultado difícil des
prenderse. Así, nos seguimos encontrando el mismo tipo de
explicaciones para los Arcanos Menores, en el estilo de
«T od o no se ha perdido todavía; aún puede haber buena
suerte» (Douglas); y con las mismas descripciones breves de
las tiradas, con explicaciones del tipo de «el mejor resultado
posible» para las posiciones. En la línea iniciada por Crow
ley y otros, varios libros contemporáneos han intentado
ampliar el significado de los naipes vinculándolos no sola
151
mente con la astrología y la Cabala, sino con el I Ching, la
psicología junguiana, el tantrismo e incluso con las mitolo
gías de América Central. Establecer estas vinculaciones
ayuda al entendimiento, especialmente a las personas con
un conocimiento previo del otro sistema (sería interesante
ver un libro, digamos, sobre psicología de la gestalt que ex
plique su tema en función de la correspondencia con el
Tarot, y no a la inversa). Aun así, en cualquier estudio cui
dadoso del Tarot se ha de seguir poniendo el énfasis en las
cartas mismas, y en el uso que les cabe en la meditación y
en las lecturas. En esta sección del libro esperamos dar una
idea de lo complejo y profundamente instructivo que puede
ser el Tarot en cuanto instrumento adivinatorio.
El sentido común
Mucha gente dice que las lecturas del Tarot «le dan miedo».
A lo que aluden con eso es, primero, a la incomodidad de
que algo pueda dejar al descubierto sus experiencias, al
mismo tiempo que sus miedos y esperanzas más íntimos; y
en segundo lugar, a que un mazo de cartas pueda hacer tal
cosa. Esas personas suelen acercarse inicialmente al Tarot
como si fuera un juego, especialmente si es un amigo o un
pariente quien echa las cartas, y no tienen que pagar por la
lectura. Entonces barajan los naipes con una sonrisa for
zada, porque se sienten tontos; el lector hace la tirada, tal
vez buscando los significados en un libro, y llega lo increí
ble: ahí aparece el trabajo nuevo, o el amante infiel o — si el
lector lo encara con un poco más de sutileza— el miedo a la
enfermedad o una dolorosa rebelión contra uno u otro de
los padres.
— Esto lo estás sacando de lo que ya sabes de mí — di
cen, o si no— : Eso ya lo sabías con mirarme, ¿no? En rea
lidad, no es que lo hayas visto en las cartas.
Y entonces, a la vez siguiente que alguien les habla d
tirar las cartas, se ríen y contestan que no, gracias, que a
ellos esas cosas les dan miedo.
152
La verdad es que el futuro le da miedo a mucha gente
que no espera que le suceda nada bueno. Se conforman
con que las cosas sigan igual, en un equilibrio de dolor y
felicidad con una gran dosis de aburrimiento y frustración y
un nivel mínimo de desdicha; pero incluso una estabilidad
así se les aparece como improbable. A los ojos de la mayo
ría, las cosas no pueden menos que empeorar; y lo más pro
bable es que empeoren.
Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas más
allá de la información determinada que obtenemos de ellas.
Una de esas cosas es el predominio del pesimismo. Si todas
las cartas de una persona salen positivas, radiantes de pro
mesas de felicidad, la persona dirá probablemente:
— ¿Ah, sí? Pues lo creeré cuando lo vea.
Pero si una sola carta expresa una insinuación de difi
cultades o de enfermedad, la respuesta se convierte en:
— Oh, si yo ya lo sabía. Y ahora, ¿qué voy a hacer?
Con una actitud tal, imagínese el lector cómo crece el
miedo, y quizás el resentimiento, cuando la temida informa
ción les llega a partir de un mazo de naipes.
Hay también otro aspecto en esta cuestión de aceptar
las cartas. La gente que va a hacerse leer el Tarot, con fre
cuencia tiene la actitud de querer que le «muestren» algo.
Como consideran que la adivinación es algo «mágico» (aun
que en realidad no sepan lo que eso significa), quieren que
el lector les demuestre que tiene poderes mágicos. Para
ellos, el valor de la lectura reside en la precisión con que
armonice con lo que ellos ya saben de su vida, con el agre
gado, naturalmente, de un pelín de informació nueva. Para
asegurarse de que el lector — o la lectora— es «honesto», le
ocultan de su vida todo lo posible. Recuerdo una mujer que
vino a pedirme consejo por cuestiones de trabajo. Durante
toda la lectura me miró (o miró las cartas) con aire inexpre
sivo, sin darme indicación alguna de si lo que yo le decía
tenía algún sentido para ella. Después, sin embargo, repasó
una por una las cartas, explicándome cómo se relacionaban
directamente con su experiencia del momento.
En otra ocasión yo había prometido a una amiga que le
153
haría una lectura en Árbol de la Vida (véase p. 208) como
regalo por su vigésimo primer cumpleaños. Cuando le con
tó a alguien en el despacho que se iba a hacer leer las car
tas, la mujer le aconsejó, alarmada:
— Oh, pero no debes hacer eso. No sabes las cosas que
hace esa gente. Se van al ayuntamiento y al registro civil
para averiguar todos tus datos, cuándo naciste, dónde vi
ves...
Mi amiga no le dijo que yo ya sabía todas esas cosas.
A esas personas no parece ocurrírseles que cuando pier
den su tiempo y su dinero es cuando sólo han aprendido
cosas que ya sabían, junto con una maraña de hechos nue
vos. Parece que se olvidaran de que no han pedido la entre
vista para poner a prueba al lector, sino para buscar con
sejo. Cuánto más podría haber aprendido la mujer sobre su
carrera, si me hubiera dado oportunidad de profundizar en
las relaciones entre las cartas, en vez de limitarse a verificar
hasta qué punto me aproximaba yo a los hechos.
Detrás del miedo y del escepticismo se oculta el mismo
problema: las cartas del Tarot ofenden al «sentido común»,
es decir, a la imagen del mundo que tenemos en común y
que es, generalmente, la que nos enseña la sociedad. A esa
imagen la consideramos «científica», aunque sólo en el es
tricto sentido histórico de esa palabra, en cuanto significa la
visión propagada por los científicos oficialmente reconoci
dos (lo que excluye, por ejemplo, a los astrólogos y los yo
guis) desde el siglo xvn. Irónicamente, las propias ciencias
naturales, y en especial la física, se están apartando de la
idea de un universo estrictamente mecanicista. Sin embar
go, el retraso cultural asegura que la mayoría de las gentes
sigan pensando en la ciencia en términos del siglo xix.
Es decir que la visión «con sentido común» del mundo
que se generó en una cultura — la europea— ha predomi
nado durante no más de unos doscientos o trescientos
años, y ha empezado ya a desvanecerse. Es imposible negar
los logros alcanzados por esta visión, sean cuales fueren sus
inconvenientes. La mayor parte de las personas que denun
cian la ciencia no pueden ofrecer nada en reemplazo de
154
ella, a no ser la nostalgia de un pasado visto a través de los
ojos del romanticismo, pero que jamás existió. El peligro
que actualmente representa la humanidad para la natura
leza da un irónico testimonio de la medida en que la raza
humana ha conseguido superar las grandes amenazas — el
hambre, las fieras, la enfermedad, etc.— que, en su momen
to, representó para ella la naturaleza. Pero aceptar los lo
gros de la ciencia no nos obliga a proscribir todas las demás
contribuciones al conocimiento humano.
La ciencia occidental moderna se inició como un movi
miento conscientemente ideológico, que se oponía en forma
deliberada a la visión religiosa del mundo de su época. Los
primeros en practicarla y en teorizar sobre ella, como Fran-
cis Bacon, se consideraban revolucionarios que proponían
una relación totalmente nueva con la naturaleza, una rela
ción que iría más allá de ensanchar y enriquecer el conoci
miento. La ciencia, predicaban, crearía un mundo nuevo.
Incluso hoy, en cuanto institución, la ciencia conserva un
carácter dogmático y evangélico. La fama y la popularidad
de Immanuel Velikovsky se derivaron, en parte al menos,
del histerismo con que lo atacaron los científicos (que en
Holanda, la tierra de la tolerancia, intentaron conseguir que
el gobierno prohibiera los libros de Velikovsky). Y recuér
dese también la organización formada recientemente por
Cari Sagan, Isaac Asimov y otros con el fin de atacar la
popularidad de la astrología.
Lo interesante es que al mismo tiempo que la reputa
ción de la ciencia tradicional pasa por momentos difíciles,
su visión del mundo sigue, en términos generales, sin ser
cuestionada. Con cierta justificación y cierta confusión, la
gente culpa a los científicos por las diversas amenazas que
pesan sobre la vida en la tierra. Y sin embargo, el «sentido
común» sigue aludiendo al mundo creado por la ciencia de
los siglos xviil y xix: tal es el poder del condicionamiento.
¿Cómo podemos caracterizar, pues, este sentido «c o
mún» (compartido, ordinario)? Pues porque insiste, princi
palmente, en que entre acontecimientos, objetos o pautas
no puede existir más que una sola forma de relación, que es
155
la de causa física directa. Si empujo algo, se cae. Eso tiene
sentido. ¿Tiene sentido que si pienso en algo, se caiga? ¿O
que se caiga un edificio si golpeo una maqueta?
La persona «con sentido común» dice que no, que si las
cosas suceden así eso es coincidencia, palabra que significa
que dos o más cosas tienen una relación en el tiempo; han
coincidido, pero no tienen ninguna otra relación. La causa
lidad sigue estando limitada a la acción física observable.
Pero la ciencia, incluso en su período más mecanicista,
durante los dos últimos siglos, tuvo que ampliar este con
cepto a límites dudosos para poder explicar el mundo ob
servable. La Tierra y los otros planetas se mueven alrededor
del sol. Esto es un hecho demostrable. Podemos calcular las
relaciones matemáticas de estos cuerpos en movimiento
hasta tal punto que descubramos otros cuerpos nuevos gra
cias a un movimiento irregular de los ya conocidos (Nep-
tuno y Plutón fueron descubiertos de esta manera). Pero los
hechos no explican cómo sucede esto. No hay manos gi
gantescas que empujen a la Tierra ni tiren de ella para ha
cerla girar alrededor del sol. Sin embargo, la regularidad del
movimiento no nos permite que lo llamemos coincidencia.
Por ende, los científicos se inventaron conceptos tales como
los de «leyes naturales» y «campos de fuerza». A la misma
persona que nos dice que «no tiene sentido» que alguien
derribe una silla con el pensamiento le parecerá perfecta
mente sensato que la «gravedad» haga que la tierra gire
alrededor del sol.
¿Qué decir, pues, del antiguo punto de vista, el de la
«correspondencia», para el cual la relación entre objetos y
acontecimientos es de similitud? Para él «tiene sentido» que,
empujando un modelo en escala, alguien pueda derribar
una silla. Y tiene sentido que la posición de los planetas en
el momento del nacimiento haya de influir sobre la perso
nalidad.
De hecho, en la actualidad coexisten ambos puntos de
vista, aunque el que afirma la correspondencia sigue siendo
el menos respetable. Ciertas plantas se asemejan a órganos
humanos. Hay personas (especialmente los sanadores alter
156
nativos o de la «nueva era») que afirman que tiene sentido
que tales plantas ayuden a mantener sanos los órganos que
se les parecen. Otras personas dirán que lo que tiene sen
tido es que las dos cosas no tengan nada ver una con otra.
El «sentido» de los dos grupos no tiene nada en común.
A pesar de esta «no-comunidad», los dos puntos de vista
se superponen a veces. La gente que desea justificar la as-
trología a los ojos de la mayoría suele invocar la «ley » de la
gravedad para explicar las influencias astrológicas, pese al
hecho de que el tipo de influencia que se atribuye a cada
planeta depende en gran medida de las asociaciones mito
lógicas que las antiguas civilizaciones asignaron a cada uno
de ellos.
Supongamos que aceptamos el antiguo sentido común;
¿nos ayuda eso a aceptar el hecho observable de que las
lecturas del Tarot reflejen con precisión la vida de una per
sona? De hecho, las interpretamos de acuerdo con el con
cepto de correspondencias: la pauta de las cartas barajadas
refleja la pauta de los acontecimientos. Sin embargo, para
muchos que creen firmemente en el sentido de la astrolo-
gía, el Tarot sigue siendo ofensivo. Los planetas forman una
pauta fija y específica en el momento del nacimiento, una
pauta determinada retrospectivamente por el momento de
la creación, cuando la gravedad los colocó en sus órbitas
predecibles. Pero en los naipes barajados no existe tal de
terminación. Además, los planetas son seres poderosos, que
se mueven trabajosamente por el cielo, y las cartas parecen
tan triviales que se pregunta uno cómo podemos aceptarlas.
Para muchas personas, la autoridad de la astrología se
deriva de la vastedad del cosmos y, en última instancia, de
Dios. Tiene «sentido» que algo tan pequeño como un ser
humano haya de recibir su personalidad de los vastos movi
mientos de los planetas. Y por más que la gente pueda
avergonzarse de decirlo, sabemos quién empezó poniendo
en movimiento las estrellas y los planetas. Pero a los naipes
los barajan gentes como nosotros. Y si vuelven a barajarlos,
el diseño que obtienen es diferente. Entonces, ¿cómo es
posible atribuirles ningún significado serio?
157
Tras esta última pregunta se oculta un supuesto muy
importante: que solamente las pautas fijas son reales. El
hecho es que la visión del mundo basada en la idea de
correspondencia puede mostrar igual tendencia a adoptar
actitudes mecanicistas que la que se basa en la idea de ley
natural. Ambas dan por supuestas sin fundamentarlas la
cuestión de Dios o la de las causas primeras. Así como nin
guna de las dos explica cómo llegó a existir el mecanismo
— las leyes naturales o las pautas del zodíaco— , tampoco
ninguna exige realmente que nos preocupemos por ello.
Dios ya puede haberlo puesto todo en movimiento, pero
ahora el mecanismo funciona solo. Aunque un buen astró
logo se vale de su intuición para interpretar un horóscopo,
la carta puede levantarla cualquiera que tenga cierto en
trenamiento.
El Tarot, en cambio, es más bien dinámico que determi
nista. Ninguna regla fija rige la forma en que una persona
ha de barajar las cartas, y siempre es posible volver a bara
jarlas. (Y o he llegado a hacer hasta seis lecturas para una
pregunta, y cada vez obtuve básicamente la misma res
puesta, aunque con variaciones importantes, pero muchas
de las cartas volvían a aparecer en cada una de ellas. La
observación de que algo funciona, de todas maneras, no
explica cóm o funciona.)
En la década de los años treinta, Cari Jung y Wolfgang
Pauli decidieron estudiar las «coincidencias significativas».
Jung se interesó en el tema a partir de la astrología y de los
experimentos con el I Ching, que lo asustaron de modo
muy semejante a como el Tarot asusta a la mayoría de las
personas. Pauli abordó el tema desde una participación
mucho más personal, ya que parecía perseguido por las
coincidencias como por un perro fiel y con frecuencia torpe.
Las investigaciones de ambos no llegaron en realidad
mucho más allá de la etapa de proclamar que tales coinci
dencias existen, y que tras ellas debe de haber alguna espe
cie de principio subyacente. Los autores añadieron, sin em
bargo, una palabra nueva a los lenguajes del mundo: sin-
cronicidad. Los acontecimientos son sincrónicos cuando no
158
los conecta ninguna causa observable y, sin embargo, existe
entre ellos un significado. Por ejemplo, si necesitamos con
sultar cierto libro inhallable, y sin tener noticia de tal necesi
dad alguien se nos aparece en casa con un ejemplar del
libro, a esta conjunción la llamamos sincrónica.
Con frecuencia, la gente usa la palabra «sincronicidad»
a la manera de un conjuro contra las dificultades filosóficas
planteadas por los acontecimientos que no tienen causa
aparente. Cuando sucede algo aparentemente imposible,
decimos: «Es la sincronicidad», y esquivamos así el agravio
al sentido común. Jung y Pauli, por supuesto, veían algo
más que eso en el término. Estaban tratando de sugerir la
posibilidad de que un «principio acausal» conectase los
acontecimientos de manera tan segura como los principios
causales de las leyes naturales. Dicho de otra manera, que
si reunimos informaciones en forma aleatoria y libre de las
conexiones causales de la dirección consciente, entonces la
sincronicidad acausal las vinculará de manera significativa.
Lo importante aquí es observar que el principio de sincroni
cidad sólo puede actuar en un terreno previamente despe
jado de la influencia del principio causal. O, con otras pala
bras: para dar al principio ocasión de que funcione se nece
sita un método cualquiera de producir pautas aleatorias,
que tanto puede ser barajar naipes como arrojar monedas.
En cierto sentido, la adivinación se deriva realmente de
una visión del mundo más antigua aún que la de las corres
pondencias. Una visión que llamamos «arcaica», y en la que
Dios o los dioses están presentes en cada momento, to
mando parte activa en el destino y en el funcionamiento del
universo. En un mundo así, nada sucede obedeciendo a
ninguna ley, sino más bien porque Dios decide hacer que
suceda. Para esta concepción no es la gravedad, sino la
Gran Madre, lo que hace que la primavera siga al invierno.
I ’ igualmente podría hacer que no fuera así.
Para los pueblos que partían de este punto de vista, la
comunicación con los dioses no sólo era posible, sino nece
saria. No solamente querían mantener felices a los dioses, o
por lo menos evitar su cólera, sino que era útil tener alguna
159
idea de qué era lo que éstos se proponían. Aquellas gentes
que no confiaban en que las leyes naturales pudieran pre
decir ni en los movimientos mensurables de los planetas,
tenían que preguntar y pedir.
Podían comunicarse con los dioses de dos maneras. Pri
mero, era (y es) posible entrar en trance y visitar a los dioses
en sus retiros celestiales, tal como han hecho siempre los
grandes chamanes. Más fácil — y menos peligroso— era
dejar que los dioses hablaran en código, es decir, mediante
la adivinación, valiéndose de los dados, las entrañas de los
animales, el vuelo de los pájaros, los tallos de aquilea o
las cartas.
Pero, ¿por qué estas pautas obtenidas al azar han de
configurar el discurso de Dios? Lo mismo que con la sincro-
nicidad, la respuesta es porque son aleatorias, porque ofen
den a nuestro racional sentido común; saltan por encima de
la manera ordinaria, momentánea, que tiene la gente de
experimentar la vida. Com o los sueños, se aventuran fuera
del lenguaje, aherrojado por la lógica, de la humanidad
consciente. Y al salirse así de él, lo trascienden.
Para esta visión arcaica, Dios está presente en todas las
cosas y en todos los acontecimientos. Dios está continua
mente hablándonos. Pero nuestra percepción limitada nos
impide percibir esta comunicación. Y está bien que esta
limitación exista. Com o les enseñó la experiencia a los tres
rabinos que entraron con el rabino Akiba en el Paraíso, el
discurso de Dios nos avasalla, nos ciega. La verdad, como
vimos en la primera parte de este libro, es que el velo del
ego no sólo existe como una limitación embarazosa, sino
como algo que misericordiosamente nos separa y nos salva
del verdadero poder del universo. El propósito del trabajo
esotérico no es simplemente retirar el velo, sino más bien
entrenar al sí mismo para que sepa hacer el uso adecuado
del cegador relámpago que es la palabra de Dios. Si pese a
todo queremos, en cuanto personas normales, obtener al
guna información proveniente de Dios — es decir, de más
allá de nuestras propias y limitadas percepciones— necesi
tamos una manera de ver del otro lado de las anteojeras
160
que nos aíslan del mundo de la Verdad. Necesitamos pro
ducir la sincronicidad.
Cualquier artificio que produzca una pauta «aleatoria»
servirá a esta función. Es posible que todos los trebejos que
la gente usa para los juegos de azar hayan servido origina
riamente para la adivinación, y por la misma razón. Los
dados, los naipes, las ruletas que giran, todos pasan a través
del control que la mente consciente puede ejercer sobre
el resultado.
Identificar algunas de las antiguas raíces del Tarot (y no
estoy sugiriendo que el Tarot como tal se remonte a los
tiempos antiguos, sino que sí lo hacen los conceptos subya
centes en su funcionamiento) no basta para explicarlo a las
mentes modernas. Sin embargo, ciertos aspectos de la vi
sión arcaica del mundo han comenzado a reaparecer, ata
viados adecuadamente con la moderna terminología de la
física y de la psicología profunda, y ya no con el lenguaje
mitológico que habla de dioses y diosas. Y uno de esos tér
minos es «sincronicidad».
La moderna teoría de los quanta sugiere que, en el nivel
más básico, la existencia no sigue ninguna regla o ley deter
minada. Las partículas interactúan al azar, y lo que observa
mos como leyes naturales son de hecho agregados de pro
babilidad que dan la apariencia de determinismo, de ma
nera semejante a como una moneda arrojada al aire el nú
mero suficiente de veces dará como resultado un número
parejo de caras y cruces, de modo tal que alguien podría
pensar que una «ley» del equilibrio requería una distribu
ción pareja. (De hecho, mucha gente cree que la «ley del
promedio» puede regir el resultado de algún aconteci
miento en particular — «Y a has fallado tantas veces que por
la ley del promedio esta vez tiene que salirte bien»— , cuan
do lo que señala la probabilidad es precisamente lo opues
to, es decir, la imposibilidad de predecir acontecimientos
específicos.)
Al mismo tiempo que la física va carcomiendo el uni
verso de las leyes fijas, también la psicología moderna (o
por lo menos algunas de sus ramas) ha empezado a tener
161
en cuenta las teorías no-racionales del conocimiento. Allí
donde los pueblos arcaicos hablaban de los «otros mun
dos» o de la «tierra de los dioses», hoy en día hablamos del
«inconsciente». Los términos cambian, pero la vivencia que
designan es la misma: un ámbito del ser donde no existe el
tiempo y donde el conocimiento no se limita a las imágenes
que nos transmiten los sentidos. Y los métodos usados para
«contactar con el inconsciente» no han cambiado desde los
que se empleaban hace miles de años para hablar con los
dioses: son los sueños, el trance (del cual la libre asociación
freudiana es una especie de versión menor), el arrojar mo
nedas.
Así llegamos a la noción de que el Tarot funciona preci
samente porque no tiene sentido. La información existe, y
nuestro inconsciente ya la conoce. Lo que necesitamos es
algo que actúe como un puente para llevarla a la percep
ción consciente.
Com o ya señalamos, alcanzar este nivel de conexión,
esta sincronicidad del sentido no-común, no depende del
sistema que usemos. El Tarot, el I Ching, los dados, las hojas
de té, todo sirve en realidad a la misma función; todos pro
ducen información aleatoria. Quizás en el futuro aparezcan
formas más «modernas» de producir pautas aleatorias. La
más «pura» podría ser un sistema de adivinación basado en
los movimientos y en los saltos energéticos de las partículas
subatómicas, porque es en este nivel, el más básico, donde
podemos ver la implicación más importante de la sincroni
cidad: que la existencia no sigue leyes deterministas rígidas
en las cuales todos los acontecimientos se deriven de cau
sas fijas. Y sin embargo, al mismo tiempo los acontecimien
tos tienen significado. O mejor dicho: el significado emerge
de los acontecimientos. De todos los precipitados y súbitos
torbellinos de partículas emerge la materia sólida. De las
acciones y experiencias separadas que forman la vida de
una persona emerge una personalidad. Del acto de mezclar
las cartas del Tarot emerge una toma de conciencia.
Si cualquier artilugio puede proporcionar un signifi
cado, ¿por qué el Tarot? La respuesta es que cualquier sis
162
tema nos dirá algo, pero la cualidad de ese algo depende de
los valores que contenga el sistema. El Tarot contiene una
filosofía, un esquema de cóm o evoluciona la conciencia
humana, y un vasto compendio de la experiencia del hom
bre. Al barajar las cartas establecemos un interjuego de
todos esos valores.
Podríamos objetar que al asignar una filosofía a las car
tas se destruye su objetividad en la función predictiva de
acontecimientos. Los valores y las interpretaciones del hom
bre se han inmiscuido en un sistema que, eso aparte, es
puro. Creo que una idea así proviene de un malentendido
respecto de lo que es «objetividad». El Tarot es objetivo
porque no se contamina con la decisión consciente, pero
no es imparcial. Por el contrario, tiende a impulsarnos en
ciertas direcciones: hacia el optimismo, la espiritualidad, la
creencia en la necesidad y en el valor del cambio...
Los significados para las cartas que este libro ofrece dejan
amplio margen a la interpretación del lector; más aún, la
exigen. Y esto se debe a que la lectora o el lector experi
mentado aporta a su trabajo mucho más que un conoci
miento detallado de los naipes y de sus significados tradi
cionales. No menos importante es su sensibilidad, con res
pecto a las imágenes y a la persona que, nerviosa y em ocio
nada, está ahí mirando fijamente las cartas. Un buen lector
no se limita simplemente a repetir los significados fijos tra
dicionales, sino que más bien encuentra interpretaciones y
significados nuevos que ensanchan esas pautas.
En tanto que algunas personas desean una lectura obje
tiva y desconfían de la interpretación, otras sostienen que
un lector no debe usar ningún significado definido, sino tra
bajar siempre a partir de lo que él o ella «siente» que son las
imágenes en ese momento. Sin embargo, esta actitud limi
tará al lector a la reducida variedad de sus propias percep
ciones, que provendrán siempre, parcialmente al menos, de
sus propias experiencias y de su condicionamiento cultural.
Muy pocas personas han alcanzado un nivel de conciencia
en el cual puedan escapar del prejuicio de su propia histo
ria. A la mayoría de nosotros, las emociones nos nublan la
163
intuición. El subconsciente cierra el paso al inconsciente.
(En la página 192 hay una nota donde se aclara la diferen
cia entre «inconsciente» y «subconsciente».)
A un lector que confía en los sentimientos se lo puede
apartar de la verdad tanto como encaminarlo hacia ella.
Pero hay otra razón por la que debemos trabajar con los
significados tradicionales pertenecientes a las imágenes. Si
no usamos la sabiduría que otros han incorporado a las car
tas, estamos privándonos de su experiencia y de su conoci
miento. El entrenamiento para la lectura reside en parte en
el simple estudio de las cartas, pero también depende de ir
cultivando un sentimiento personal de ellas mediante la
práctica, la meditación y el trabajo creativo.
Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas. Una
de las más valiosas es ese necesario equilibrio de lo subje
tivo y lo objetivo, de la acción y la intuición. Recientemente,
la ciencia experimental ha «descubierto» que las dos mita
des del cerebro no desempeñan la misma función; el hemis
ferio izquierdo (que rige el lado derecho del cuerpo) se
ocupa de las actividades racionales y lineales, en tanto que
el hemisferio derecho (que rige el lado izquierdo del cuerpo)
se encarga de las actividades intuitivas y creativas. (Aparen
temente, los zurdos funcionan en el sentido inverso, y en
ellos el lado derecho del cuerpo se ocupa de la intuición y el
izquierdo de la racionalidad.) Este «descubrimiento» trae a
la memoria la discusión sobre si fue Colón, Leif Ericson o
san Brendan quien descubrió América. Así como los indios
llevaban miles de años viviendo allí, los practicantes del
esoterismo conocían desde hacía siglos la escisión del ce
rebro.
Cuando una persona ha mezclado las cartas del Tarot,
el lector, si es diestro, las toma con la mano izquierda y las
dispone con la dere cha. Lo hacemos así para dar un poco
más de énfasis a la necesaria combinación de intuición y
conocimiento consciente. La mano izquierda ayuda a cana
lizar la sensibilidad, pero damos vuelta las cartas con la de
recha porque queremos que el cerebro racional explique de
manera intuitiva el diseño.
164
En mi libro sobre los Arcanos Mayores señalé que las
lecturas participan tanto del principio del Mago como del
de la Suma Sacerdotisa, de la conciencia y de la intuición.
Podemos ir más allá y decir que hacer lecturas del Tarot
ayuda a alcanzar el equilibrio y la unidad de estos principios
en sus estados prácticos de voluntad y de apertura. Cada
vez que hacemos una lectura afirmamos nuestra voluntad
para imponer significado a las pautas diseñadas por el caos.
El acto no solamente hace pensar en el Mago (el número 1),
sino también en la Rueda de la Fortuna (el número 10).
Esta última carta ofrece una visión del mundo en el tiempo
(recuérdese la versión de Wirth, en que la Rueda descansa
en una barca — la conciencia— que flota sobre el mar de la
existencia). Sin embargo, el significado impuesto por la con
ciencia sólo alcanza verdadero valor si nos abrimos a las
imágenes y al influjo que éstas ejercen sobre nosotros. Por
consiguiente, las lecturas del Tarot sugieren la Suma Sacer
dotisa (número 2), pero también el Colgado (número 12),
imagen de una conexión tan íntima con la vida que deja
mos de vernos como algo separado de ella o que se le op o
ne. Y la carta que relaciona los triunfos 10 y 12 puede tam
bién representar el emblema mismo de las lecturas del Tarot:
la Justicia, con su balanza eternamente equilibrada, no por
una cuidadosa ponderación de los opuestos — tanto de in
tuición por tanto de conocimiento objetivo— , sino por un
vivo compromiso con la verdad.
165
6
166
para que la persona que mezcla pueda concentrarse en la
imagen y evitar que la atención se disperse. Segundo, para
que el mazo se reduzca entonces a setenta y siete, que es
siete, el número de la voluntad, multiplicado por once, el
número del equilibrio.
Algunos autores sugieren que en todas las lecturas se
use el Loco para representar al consultante. Con frecuencia
los lectores escogen alguna otra carta Mayor, según sus fa
voritas. Y o generalmente no apruebo esta práctica, porque
las cartas Mayores simbolizan fuerzas arquetípicas, en tanto
que el sujeto es una persona viva que existe en un tiempo y
en un lugar específicos. Además, sacar un triunfo del mazo
hace desaparecer la probabilidad de que esa carta aparezca
en algún momento de la lectura.
La mayor parte de los lectores prefieren usar alguna de
las cartas cortesanas para representar al consultante. Tradi
cionalmente, los Pajes han representado niños (hay quien
ve en la pérdida de la virginidad la frontera entre la niñez y
la edad adulta), los Caballeros hombres jóvenes, las Reinas
mujeres y los Reyes hombres mayores y más maduros.
Quienes han leído la Clave gráfica de Waite recordarán
su desconcertante equiparación de los Caballeros con hom
bres mayores de cuarenta años, y los Reyes con hombres
más jóvenes. Este sistema proviene del Tarot Cabalístico
del Alba Dorada, en cuyo mazo los Caballeros representan
el Fuego, y el Fuego, tal como cabía esperar de una orden
de magos, se encuentra a la cabeza de los palos. Por consi
guiente, los Caballeros del Alba Dorada representan hom
bres maduros. Pero el mazo del Alba Dorada (como el Tarot
de Crowley) no contiene Reyes, ni Pajes, para el caso; cons
ta de Caballero, Reina, Príncipe y Princesa. Es coherente
que un Príncipe represente a un hombre menor que un
Caballero, pero no lo es que lo haga un Rey, y la mayoría de
los lectores no se ajustan en este punto a las instrucciones
de Waite, aun cuando usen su mazo.
El sistema tradicional contiene un símbolo para un hom
bre joven, pero ninguno para una mujer joven. Com o las
mujeres no pasan de la niñez a la plena madurez en forma
167
más brusca que los hombres, a mí me resulta útil hacer que
los Caballeros, como los Pajes, representen a los dos sexos.
De hecho, como los Reyes y las Reinas simbolizan valores
diferentes y distintas maneras de enfocar la vida, también
ellos pueden representar tanto a un consultante varón como
a una mujer. Una ex alumna mía, una psicoterapeuta que se
vale del Tarot como aproximación a los problemas de sus
clientes, sigue esta práctica. A menos que vea una clara
indicación en contrario, yo escojo generalmente a una Reina
para representar a una mujer, y a un Rey para un hombre.
Recuerdo, sin embargo, a un hombre que me impresionó
fuertemente como la Reina de Espadas, con su gran senti
miento de tristeza. Cuando le enseñé la carta y se la des
cribí, se mostró totalmente de acuerdo.
Una vez que el lector y el cliente se han puesto de
acuerdo sobre la figura, deben escoger el palo. Esto lo hace
generalmente el lector, siguiendo uno de los métodos si
guientes. El primero es el color. Las Varas — o en todo caso,
el palo que representa el Fuego— representan personas
rubias o pelirrojas, las Copas gente de pelo y ojos castaño
claro, las Espadas pelo y ojos castaño oscuro, los Pentácu
los pelo y ojos negros. No hace falta pensar mucho para ver
las desventajas de este sistema. Además de ser general
mente arbitrario, convierte a la mayoría de los chinos en
Pentáculos, a la mayoría de los suecos en Varas, y así su
cesivamente.
Un sistema más objetivo se vale de los signos astrológi
cos. Tal como ya se dijo, los cuatro elementos significan sig
nos zodiacales, además de los palos del Tarot. La mayoría
de las personas conocen su signo solar, y si no, el lector
puede determinarlo fácilmente preguntando la fecha del
cumpleaños. Por cierto que la mayoría de los astrólogos
dicen que el signo solar no es más que una duodécima par
te de la carta de una persona, y es probable que otro ele
mento domine.
En mi trabajo me resulta útil estimular el interés del su
jeto dejando que sea él — o ella— quien escoja el palo. Des
pués de haber decidido yo el nivel (Reina, Rey, Caballero o
168
Paje), retiro del mazo los cuatro naipes adecuados y los
coloco delante de la persona. Si ésta conoce en parte el
simbolismo del Tarot, le pido que no tenga en cuenta los
atributos formales y escoja basándose simplemente en su
reacción ante las imágenes.
Por lo común no interpretamos esta carta, que llama
mos el «Significador». Representa a la persona en su totali
dad, antes que ningún aspecto relacionado con esa carta.
En algunas situaciones, no obstante, la elección adquiere
importancia. Supongamos que una mujer casada elija para
representarse a sí misma a la Reina de Copas; si el Rey de
Copas aparece en la lectura, es probable que represente al
marido, o más exactamente — puesto que la lectura con
templa la situación desde el punto de vista del consultante— ,
la influencia que el marido ejerce sobre ella. Si el marido
tiende a ser inmaduro o a depender de la mujer, entonces
es posible que aparezca el Caballero en vez del Rey.
Otras cartas del mismo palo también pueden represen
tar al sujeto y no a otra persona. Si el sujeto elige para
representarse al Rey de Varas, entonces la aparición de la
Reina puede indicar el asomarse de un aspecto más «fem e
nino», de apreciación y receptividad. Si el consultante es un
Caballero, entonces la aparición del Rey o de la Reina pue
de representar inmadurez o regresión, o una actitud más
juvenil.
En estos casos podemos hablar de cambios «verticales»,
es decir, que se mueven hacia arriba y hacia abajo por el
mismo palo. Los cambios «horizontales» están constituidos
por la aparición de una o más cartas del mismo nivel, pero
de diferentes palos. Si la persona ha escogido la Reina de
Kspadas, la aparición en la lectura de la Reina de Copas
puede indicar un cambio en ella. Estas «transmutaciones»,
que así las llamo, suelen ser portadoras de gran significado.
La cuestión de cóm o interpretar las cartas cortesanas
-si como alguien más o com o un aspecto del sujeto— no
deja de ser, para la mayoría, uno de los elementos más difí
ciles en el momento de leer el Tarot. Generalmente, hace
(alta experiencia y una intensa sensibilidad hacia las cartas
169
para que le ayuden a uno a dar la interpretación correcta, e
incluso los lectores con mucha práctica se encontrarán con
frecuencia frente a alternativas desconcertantes.
Después de la elección del Significador se procede a
mezclar las cartas. Si la persona no viene a hacer una pre
gunta determinada, le indico que haga un vacío mental y se
concentre en sus manos, o simplemente en el Significador.
Si la lectura se refiere a una cuestión específica, le pido que
se concentre en ella, e incluso que la formule en voz alta
para grabarla más firmemente en la mente.
El método con el cual se baraje no tiene importancia,
siempre y cuando se lo haga a conciencia; es menester que
algunas cartas sean puestas del revés para permitir la apari
ción de significados invertidos. Un método que suelo reco
mendar consiste en extender las cartas sobre la mesa o el
suelo (muchos lectores hacen siempre sus lecturas sobre el
pañuelo de seda que usan para envolver el mazo), y des
pués, con ambas manos, desparramarlas todas sin orden ni
concierto, como un niño que juega en el barro. Después le
digo a la persona que vuelva a reunir los naipes. Además de
ser muy completo, este método encarna un valioso simbo
lismo. Cualquier lectura del Tarot representa una pauta
personal que emerge del caos de las combinaciones posi
bles. Incluso si no leemos más que diez cartas, el mazo todo
lleva la impronta de la persona que lo mezcló por última
vez. Al desparramar el mazo, lo devolvemos al caos; cuan
do volvem os a juntarlo, está configurado por la nueva
pauta.
Una vez mezcladas las cartas, el sujeto debe separarlas
en tres pilas, de la siguiente manera. Con la mano izquierda,
saca una pila de la parte superior del mazo y la coloca a la
izquierda; después, de esa pila vuelve a quitar otra y la co
loca a la izquierda.
Ahora interviene el lector, y también en este punto hay
desacuerdo sobre la forma de volver a componer el mazo.
Hay quienes simplemente levantan la pila de la derecha
con la mano izquierda, la colocan sobre la del medio, y des
pués ponen estas dos pilas sobre la de la izquierda. Otros
170
suspenden la mano izquierda a unos centímetros por enci
ma de cada pila hasta que les parece percibir una emana
ción cálida de una de ellas, y la colocan entonces sobre las
otras dos.
De cualquier manera que sea, cuando se ha vuelto a for
mar el mazo, el lector empieza, valiéndose de la mano dere
cha, a dar vuelta las cartas y a colocarlas en la tirada o dis
posición que haya decidido seguir. De ellas hay centenares,
y de las tres que se presentan aquí, una es invención mía, en
tanto que las otras dos son variaciones sobre temas tradi
cionales. Cualquier libro sobre el Tarot seguramente ofre
cerá al lector otras disposiciones.
La Cruz Celta
La cruz pequeña
De cualquier manera que se tire la Cruz Celta, las dos pri
meras cartas forman con la primera de todas — el Signifi-
cador— una cruz pequeña. La carta Cubierta se coloca di
rectamente encima del Significador, y la segunda se atra
viesa horizontalmente encima de ella.
171
Ahora bien, generalmente la carta Cubierta representa
alguna influencia básica sobre el sujeto, una situación gene
ral o punto de partida para la lectura. La segunda, que
siempre se lee en posición normal, sin tener en cuenta cómo
haya salido del mazo, representa en los sistemas tradiciona
les una «influencia opositora», que va en contra de la pri
mera. En la práctica, es posible que la carta Oposición cons
tituya una segunda influencia que refuerce la primera.
Por ejemplo, supongamos que la carta Cubierta fuese el
Loco, que indica la condición de seguir los instintos a des
pecho de lo que pudiera parecer una conducta más sen
sata. Si el Loco estuviera cruzado por la Templanza, podría
mos hablar de oposición, ya que la Templanza se refiere
generalmente a cautela. Pero si el que lo cruza es el Caba
llero de Varas, las dos cartas tenderían a reforzarse recípro
camente, y de hecho sería posible que los naipes restantes
señalaran la necesidad de una influencia más apaciguadora
para equilibrar tanta ansiedad.
En mi trabajo he llegado a considerar de una manera
ligeramente diferente las dos primeras cartas, a las que no
llamo Cubierta y Oposición, sino Centro y Cruce. Respecto
de su significado, las llamo los aspectos «interior» y «exte
rior»; o, en ocasiones, las considero com o el tiempo «verti
cal» y «horizontal» o, simplemente, como «ser» y «hacer».
La carta Centro muestra alguna cualidad básica de la per
sona, o bien la situación de la persona. La carta Cruce mues
tra de qué manera afecta esa cualidad a la persona, o cómo
se traduce en acción. Dicho de otro modo: la primera mues
tra qué es la persona, la segunda cómo actúa.
Considérese el ejemplo ilustrado en la figura 57. El Loco
indicaría una persona con una tendencia a correr el albur, a
seguir el instinto. Si la Templanza lo cruza, eso significaría
que, cuando se trata de actuar, la persona tiende a una acti
tud más cuidadosa, en la que la energía instintiva se com
bina con consideraciones más prácticas.
172
Figura 57
173
del tiempo «vertical» en los hechos horizontales de su pro
pia existencia física. En muchas otras culturas, la imagen de
una cruz simboliza las cuatro direcciones horizontales a lo
largo de la superficie terrestre, en tanto que el centro, el
lugar de encuentro de las cuatro, sugiere la dirección esen
cialmente vertical del centro. La cruz, por consiguiente, sim
boliza también al propio Tarot: los cuatro brazos son los
cuatro palos, y el centro los Arcanos Mayores.
En función de las lecturas, el simbolismo de la cruz puede
enseñar de qué manera la sustancia, o sea el ser interior de
una persona, puede fundirse con la forma en que ésta actúa
en el mundo. Vale la pena repetir aquí el ejemplo original
que me sugirió el simbolismo del tiempo cruzado. Fue una
lectura hecha para un hombre inseguro sobre la dirección
de su vida. En ese momento tocaba a su fin una antigua
relación amorosa, y su carrera como cantante profesional
no se había concretado. La lectura se inició con la Suma
Sacerdotisa, cruzada por el Hierofante. Ahora bien, estos
dos naipes, a los que en ocasiones se llama la Papisa y el
Papa, representan a primera vista valores contradictorios.
La Suma Sacerdotisa es la imagen del instinto, el misterio,
la inmovilidad, en tanto que el Hierofante, como predicador
de una doctrina por la cual la gente puede regir su vida,
representa la ortodoxia, la conducta planificada, la claridad.
Consiguientemente, parecía que los dos simbolizaran enfo
ques incompatibles de la vida. Pero cuanto más miraba yo
ambas figuras, con su imaginería religiosa, más tendía a
pensar en conjunciones y no en opuestos. Casi parecía que
los dos prescribieran una manera de hacer frente a la vida.
La Suma Sacerdotisa indicaba que, dentro de sí, ese hom
bre llevaba cualidades de instinto y entendimiento que quizá
no pudieran aflorar nunca por completo, pero que podían
dar sustancia a su vida. El Hierofante, por su parte, mos
traba que en su vida diaria el consultante necesitaba un
plan de acción más racional; necesitaba organizarse y tomar
decisiones definidas para lograr lo que quería. Pero esos
planes y esa actitud práctica funcionarían mejor si estaban
respaldados por sus propios instintos y por su conciencia
174
íntima que apoyándose en ideas convencionales acerca de
los fines y los comportamientos adecuados. Cuando intenté
explicarle cómo podían complementarse esas cualidades, el
hombre me dijo de pronto cómo se veía a sí mismo en una
oposición constante, oscilando entre dos polos, cediendo
primero a sus deseos — o, simplemente, a su pasividad—
para después pasar al otro extremo, a una acción ortodoxa
mente dirigida, como podía ser buscarse un trabajo «res
ponsable», en vez de insistir en su vocación de cantante.
Parte de la misión que me cupo en la lectura fue enseñarle
cómo podían colaborar esas cualidades.
THE MAG1C1R.N
Figura 5 8
175
La Base
Después de la cruz pequeña, el lector dispone la carta si
guiente directamente debajo del Centro. Esta posición re
presenta la Base de la lectura, es decir una situación o su
ceso — generalmente, aunque no siempre, perteneciente al
pasado— que ha ayudado a crear la situación actual. Dada
la forma en que estamos configurados por nuestro pasado,
hay veces que esta carta explica y relaciona entre sí a todas
las otras. En una ocasión hice a una mujer una lectura signi
ficativa sobre las dificultades que tenía para relacionarse
con su marido; el Emperador en la posición de Base indi
caba que la relación de la consultante con su padre seguía
aún dominando su sexualidad inconsciente, y le impedía
resolver sus problemas presentes.
Generalmente, la Base no muestra un tema tan amplio,
pero con frecuencia indica efectivamente una situación pre
via, en especial si existe una relación con el número o el
palo de una de las dos primeras cartas. Considérense estas
tres cartas: el Mago cruzado por el Cinco de Copas, y de
bajo de ellas el Cinco de Espadas (figura 58). El Mago, en
cuanto representa lo que es la persona, muestra una perso
nalidad fuerte, sumamente creativa y dinámica. El Cinco de
Copas, sin embargo, indica que la persona está en ese m o
mento preocupada por alguna pérdida, de modo que esa
personalidad poderosa está amortiguada. Si lo expresamos
en función de las imágenes, diríamos que el Mago ha recu
bierto su deslumbrante vestimenta roja y blanca con una
capa negra. El Cinco de Espadas, sin embargo, muestra que
la pérdida se inició como una derrota humillante y dolo-
rosa. Esta derrota es lo que ha oscurecido el fuego del
Mago. Pero el paso de Espadas a Copas muestra que se ha
iniciado ya un proceso de renovación. La persona puede
empezar a ver que la situación es m®tivo de pesar y no de
vergüenza. Lo que hace posible este movimiento son las
cualidades del Mago, actualmente ocultas, pero todavía ac
tivas en la vida de la persona.
176
El Pasado Reciente
La carta siguiente se coloca a la izquierda de la cruz pe
queña, y lleva el título de Pasado Reciente. El nombre, en
realidad, no es adecuado, porque la diferencia entre esta
posición y la Base no reside tanto en la dimensión temporal
como en su influencia sobre la persona. El Pasado Reciente
se refiere a hechos o situaciones que afectan al sujeto, pero
que han perdido importancia o la están perdiendo. G ene
ralmente, se refiere en efecto a sucesos recientes, pero hay
veces que puede aludir a alguna cosa que se remonta a
mucho tiempo o tuvo gran importancia. En el ejemplo que
citamos, de la mujer cuyo padre la afectaba con tal intensi
dad, si el Emperador hubiera aparecido en el Pasado R e
ciente y no en la Base, habría indicado que el bloqueo es
taba diluyéndose en su vida, y que ya no la afectaría tanto
en el futuro.
El Desenlace Posible
La carta siguiente va directamente encima de la cruz p e
queña. Hay quienes llaman a esta posición el Mejor Desen
lace Posible. Sin embargo, con cierta práctica se ve que este
título optimista peca de limitado. Si aquí aparece, ponga
mos por caso, el Nueve de Espadas, mal se lo puede llamar
el «m ejor» resultado. Por eso, com o muchos otros, yo de
signo simplemente a esta posición como el Desenlace Posi
ble. Ahora bien, como a la carta final la llamamos el Desen
lace, es probable que haya quien se desconcierte ante los
dos términos. Por «posible» entendemos, en primer lugar,
una tendencia más general que puede resultar de las in
fluencias que nos muestra la lectura, pero que por el m o
mento sigue siendo vaga y que quizá nunca llegue a reali
zarse. Significa simplemente que la persona marcha en esa
dirección.
A veces, la relación entre el Desenlace Posible y el D e
senlace incluye causa y efecto. El Desenlace Posible puede
resultar del Desenlace. A modo de ejemplo, supongamos
que el Desenlace muestra el Ocho de Pentáculos, y el De
senlace Posible muestra el Tres. El Ocho indica que la per
177
sona pasará por un período de trabajo duro y de difícil
aprendizaje. El Tres indica que es probable que ese esfuer
zo produzca el resultado deseado: una gran habilidad y el
éxito.
En ocasiones el Desenlace Posible indica un resultado
más tentativo que el Desenlace. He aquí un ejemplo, to
mado de una lectura que hice hace varios años para una
mujer que se había presentado a solicitar un trabajo, y que
ría saber qué probabilidades tenía de conseguirlo. La carta
del Desenlace indicaba demoras e incertidumbre, pero el
Desenlace Posible anunciaba el éxito. Cuando la mujer fue
a informarse, le dijeron que habían tomado a otra persona,
pero la habían puesto a ella en lista de espera. Varios días
después, la llamaron para decirle que la otra persona había
cambiado de parecer, y que querían contratarla a ella. Lo
posible se había realizado.
Hay otra manera de comparar el Desenlace Posible con
el Desenlace, en especial si los dos, en vez de complemen
tarse, como en los ejemplos citados, se contradicen, o si
muestran una relación directa, como puede ser el mismo
palo o el mismo número. En estas situaciones, leo el Desen
lace Posible como algo que podría haber pasado, pero que
no sucederá. En ese caso, hay que estudiar las otras cartas
para hallar la razón de que haya de producirse, en cambio,
el Desenlace.
Supongamos que en la posición del Desenlace Posible
salga la Estrella, indicando que la persona puede terminar
sintiéndose muy libre, llena de esperanzas, abierta a la vida.
Supongamos además que entonces sale el Diablo como
Desenlace efectivo, indicando sumisión a una situación
opresiva. ¿Qué es lo que ha fallado? Si, por ejemplo, tuvié
ramos el Nueve de Espadas en la posición de la Base, eso
nos daría un indicio, porque diría que la persona lleva den
tro de sí un sentimiento de vergüenza y de humillación que
proviene de debilidades y miedos del pasado, y que el «apri
sionamiento» simbolizado en el Nueve le impide realizar las
potencialidades de la Estrella.
Estos ejemplos nos ayudarán a ver que el verdadero sig
178
nificado de una lectura del Tarot no se deriva de las cartas
específicas, sino de las configuraciones que éstas forman
al unirse.
El Futuro Inmediato
El último brazo de la Cruz se sitúa a la derecha del motivo
central. Colocado en oposición al Pasado Reciente, lleva la
designación de Futuro Inmediato, y muestra alguna situa
ción que la persona tendrá que enfrentar pronto. N o alcan
za la misma dimensión de totalidad que el Desenlace, sino
que más bien constituye otra influencia, en este caso la de
los acontecimientos. Si una situación se inicia de cierta
manera, pero termina de otra muy diferente, entonces la
razón puede estar en que el Futuro Inmediato introduce
una situación o una persona nueva, que cambia la direc
ción. Por otra parte, si el Desenlace es muy diferente, en
cuanto a su carácter, del Futuro Inmediato, esto podría indi
car que la situación venidera no tendrá efectos perdurables.
Por ejemplo, si aparece el Cinco de Varas en el Futuro In
mediato, y el Tres de Copas en el Desenlace, eso puede
indicar que la persona pasará por un período de conflicto
con sus amigos, pero que ese conflicto no durará mucho, y
dejará lugar a la cooperación y a vínculos más estrechos.
Con frecuencia una información así puede ayudar mucho a
una persona, en cuanto le asegura que la situación no du
rará. Y si se diera el caso opuesto (es decir, una situación
feliz que dejará paso a una desdichada), el lector puede
esperar simplemente que la persona pueda usar bien la in
formación. Las malas noticias son siempre más difíciles de
dar que las buenas.
Después de haber formado la Cruz, el lector da vuelta
las cuatro últimas cartas, que va disponiendo de abajo hacia
arriba, a la derecha de la Cruz. El diseño final es el siguiente:
179
La Cruz Celta
Figura 5 9
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C. V)
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CJCJC Qa. Qu. LX LUQ
r^cvico^LO^ot^odo^o
180
El Consultante
La carta inferior del Báculo representa al Consultante, y no
se refiere a la persona en su totalidad, sino a alguna forma
en que ella contribuye a la situación. ¿Qué actitudes mues
tra el sujeto? ¿Qué es lo que está haciendo, que pueda afec
tar a la situación que describen las otras cartas? Suponga
mos que en una lectura que se inició con el Dos de Copas,
en la posición del Consultante aparece el Dos de Espadas.
Esto haría pensar que al sujeto se le hace difícil abrirse a la
nueva relación indicada por la primera carta. Su comporta
miento tenso, e incluso hostil, afecta en gran medida a la
situación general. El Desenlace indica el resultado del con
flicto.
El Ambiente
Así como el sujeto afecta a la lectura, la afectan también las
personas y las situaciones generales en que aquél se en
cuentra. A la octava carta la llamamos el Ambiente o la
influencia de los «otros». Si una carta cortesana aparece en
esta posición, señalará generalmente una persona que in
fluye sobre el sujeto. De no ser así, la carta puede mostrar
ya sea el efecto de una persona importante o de una situa
ción más general. Con frecuencia, indicará si el ambiente
favorece u obstruye la dirección en que se encamina el su
jeto. Por ejemplo, en una lectura referida al trabajo, el Cinco
d)e Varas invertido en la posición del Ambiente sugeriría
4ue una atmósfera de hostilidad, fraude y traición competi
tiva está haciendo desagradable ese trabajo.
En ocasiones, el Ambiente indica más bien al propio
consultante que a otras personas. Muestra de qué manera
reacciona el sujeto frente a su medio. En una lectura que
hice hace algún tiempo, el Cuatro de Espadas en el A m
biente reveló el hábito de la persona de retraerse ante cual
quier conflicto con quienes la rodeaban.
181
llamamos Esperanzas y Temores, porque muestra de qué
manera afectan las actitudes que la persona tiene hacia el
futuro a la forma en que llegan a resolverse las cosas. Es fre
cuente que esta carta domine, o poco menos, la lectura,
especialmente si el Desenlace es muy diferente del Desen
lace Posible e indica que lo que parece probable, final
mente no sucederá. La influencia que se expresa en esta
carta puede actuar en favor o en contra de la persona. Su
pongamos que la lectura se refiere a una relación amorosa,
y que la mayoría de las cartas tienden al éxito, con el Dos de
Copas como Desenlace Posible. Sin embargo, el Desenlace
muestra a los Enamorados en posición invertida, un claro
signo de que la relación anda mal. Si la carta de Esperanzas
y Temores era el Tres de Espadas, señalaría en el consul
tante un miedo al sufrimiento que le ha impedido asumir el
compromiso emocional necesario. Otras veces, una carta
muy positiva en esta posición, tal como pueden ser la Estre
lla o el Seis de Varas (ambas cartas significan esperanza),
indicaría que la actitud de la persona puede condicionar
el éxito.
Hay ocasiones en que esta posición y la de la Base o el
Consultante colaboran muy estrechamente, y entonces la
Base explica los orígenes de las actitudes del sujeto hacia el
futuro. Por ejemplo, si en la posición de Esperanzas y T e
mores apareciera el Dos de Copas invertido, y el Ocho de
Espadas fuera la Base, esto indicaría que un trasfpndo de
celos provoca una actitud muy negativa para la cóntinua-
ción de la relación.
Obsérvese en este último ejemplo que el Dos de Copas
invertido podría representar un temor, pero también podría
representar una esperanza. Llamamos a esta posición Espe
ranzas y Temores, en vez de darle el nombre más habitual
de Esperanzas o Temores. La terminología escogida refleja
el hecho de que con frecuencia ambos van juntos (algo que
me señaló por primera vez mi alumna-terapeuta). En situa
ciones de trabajo es frecuente que la gente desee y tema
simultáneamente el éxito, en tanto que en las relaciones
personales son muchos los que temen al amor que buscan,
182
o los que — a medias conscientemente— albergan la espe
ranza de ser rechazados. La dualidad de Esperanzas y T e
mores se muestra en su forma más enérgica en aquellas
cartas que se refieren al cambio, o bien cuando de situacio
nes encerradas y sofocantes se sale hacia otras más abier
tas.
La Muerte, el Ocho de Copas, el Dos de Espadas inver
tido y el Cuatro de Espadas se refieren todas a estos temas
de la libertad y el cambio. Algunas otras son el Diablo inver
tido, el Ocho de Espadas y la Estrella. Muy frecuentemente,
si el sujeto y el lector examinan juntos la actitud del primero
de ellos hacia una de estas imágenes en la posición de Es
peranzas y Temores, se revela una ambivalencia. El encie
rro es más seguro que la libertad. Como el componente
desagradable — el miedo al amor (o al éxito), o la esperanza
del rechazo (o del fracaso)— se mantiene con frecuencia
oculto para los deseos conscientes, el descubrimiento de
esta ambivalencia puede ayudar al sujeto a crear lo que él
— o ella— realmente quiere.
Ver cómo funciona reiteradamente esta dualidad en su
cesivas lecturas enseña al lector algunos hechos básicos re
ferentes al condicionamiento. El subconsciente — el mate
rial reprimido al cual podríamos considerar el estrato infe
rior del ego (y volvemos a remitir a la nota de la página
192)— es básicamente conservador, e incluso reaccionario.
No sólo se resiste a cualquier cambio, sea éste deseable o
desagradable, sino que también prefiere manejarse en todas
las situaciones de la misma manera que se manejó en situa
ciones similares del pasado. Para muchas personas, cada
amigo o amante nuevo se convierte en el escenario para la
repetición de la historia con mamá y papá. Encaramos cada
problema o cada tarea nueva tal como aprendimos a hacer
lo de pequeños. N o importa si aquella forma de hacerlo nos
condujo al éxito; eso cuenta menos que la seguridad de
tener una pauta fija para aferramos a ella. El subconsciente
empieza por atender a la seguridad, antes de tener en cuen
ta otras consideraciones. Y la seguridad se obtiene median
te la repetición.
183
Ahora bien, este mecanismo oculto de repetición de las
pautas pasadas tiene un intrínseco valor de supervivencia.
Cuando se plantean problemas nuevos, podemos manejar
los porque automáticamente el subconsciente los compara
con los problemas anteriores, y después los adjudica a la
respuesta ya confeccionada. A menos que la persona desee
embarcarse en un programa deliberado de crecimiento per
sonal (como el que se diseña en los Arcanos Mayores), este
sistema funcionará bastante bien, y es probable que no sea
necesario entremeterse con él. Sin embargo, si la persona
se encuentra con que sus relaciones amorosas naufragan
una y otra vez en el mar de la amargura y de los celos, o si
se queda en repetidas ocasiones sin trabajo, haría bien en
examinar la forma en que el subconsciente insiste en dispo
ner situaciones nuevas que reiteran los modelos del pasa
do. Una manera de, por lo menos, iniciar una investigación
tal pueden ser las lecturas del Tarot, con su énfasis en la
experiencia pasada y en qué es realmente lo que espera
mos y lo que tememos.
El Desenlace
Viene, finalmente, el Desenlace. Esta carta reúne y sintetiza
todas las otras. Más aún, las equilibra y muestra qué influen
cias son las más fuertes, y de qué manera colaboran en la
producción del resultado. En ocasiones, el Desenlace será
un acontecimiento. Entonces, la cuestión importante es
cómo se produjo, y no solamente en qué consiste. Si^el
sujeto lo considera un acontecimiento desagradable, puede
mirar las otras cartas para ver qué influencias trabajan en
esa dirección, con la esperanza de poder modificar la situa
ción. Si el Desenlace se le aparece como deseable, una ob
servación similar puede ayudarle a fortalecer aquellas in
fluencias, ya marcadas, que puedan tender a ese resultado.
La Cruz Celta, como cualquier otra disposición, consiste
en un número fijo de cartas. Si el lector y el sujeto encuen
tran que la respuesta es ambivalente, pueden dar vuelta
algunas cartas más, sin ajustarse a una pauta fija, o bien
hacer una nueva lectura. Cuando saco más cartas, general
184
mente procuro no pasar de cinco (pidiendo a veces al su
jeto que escoja el número), aunque hay veces que la lectura
inicial me ha servido de base para dar vuelta la mayor parte
del mazo. Por lo común al lector principiante se le hace más
difícil interpretar cartas sacadas al azar, y por consiguiente
evita usarlas.
En algunos casos podemos hacer lecturas ulteriores para
obtener más información sobre una carta específica en la
primera lectura. Podríamos tener que preguntar algo sobre
una persona a la que se hace referencia en la posición del
Futuro Inmediato. En esta situación, algunos lectores usan
la carta en cuestión como Significador para la lectura si
guiente. Así como el Significador original ayudó a la per
sona a concentrarse en sí misma, la nueva carta le ayuda a
concentrarse en la pregunta que ahora se formula.
185
<H«Q<\ 3HJ.
THE TOVfER
Figura 60
Ejem p lo de lectura d e una Cruz Celta
186
Empecé dando a la consultante una intepretación gene
ral. Ella estaba pasando por una época de transición en la
cual muchas pautas y modelos antiguos iban agonizando.
El efecto de todo ello era no sólo euforia, sino también miedo.
La tristeza se originaba en la comprensión de lo que había
perdido, como también el el hecho de que había crecido y
cortado los vínculos con su niñez. La situación no se resol
vería con demasiada rapidez, y existía incluso la probabili
dad de que evolucionara mal, en especial si la consultante
se dejaba asustar por el Futuro Inmediato, que indicaba
estancamiento, y adoptaba una actitud muy negativa. Sin
embargo, las personas que la rodeaban le brindaban muchí
simo apoyo, pero en última instancia era ella quien debía
hallar la solución.
Claro que todo aquello era muy general. Después pasa
mos a estudiar las cartas una por una. La que cubría al Sig
nificador — el Tres de Varas— indicaba en primer lugar sus
logros inmediatos, y no sólo haberse graduado en Derecho,
sino haber obtenido matrícula de honor. Porque mientras
hablábamos de lo que había hecho, la mujer me contó
cómo, antes de haber ido a la facultad de derecho, nunca se
había tomado muy en serio su vida ni sus propias capacida
des. Ahora había alcanzado un punto en el que no sólo
tenía conciencia de su propia fuerza y de su inteligencia,
sino que el hecho de haber logrado terminar su carrera de
manera brillante le había dado una base sólida para buscar
trabajo en el futuro. Y a antes de que profundizáramos en
estos hechos, lo que ellos significaban se hacía patente en la
imagen del hombre de pie sobre el acantilado, mientras en
vía sus barcos a explorar nuevas tierras.
Pero el Tres de Varas tiene también otro significado,
muy adecuado a esta lectura. Implica una actitud contem
plativa mientras una persona pasa revista a sus recuerdos.
De hecho, esa mirada retrospectiva sobre su vida provenía
de la sensación de realización. Las cosas logradas hacían
que la consultante cobrara conciencia de que su antigua
vida se había acabado. Al mismo tiempo, los barcos que se
aventuran en aguas desconocidas simbolizaban su situa
187
ción de no saber realmente qué haría a continuación, ni
siquiera qué forma habría de tomar su vida en el futuro.
La imagen de realización y de exploración estaba vincu
lada con otros aspectos de la vida de la mujer, y no sola
mente con la carrera. La consultante había iniciado recien
temente una psicoterapia, y se había incorporado además a
un grupo de apoyo, llamado «el círculo de curación». Estas
dos actividades incrementaban la sensación de novedad y
de cosa desconocida, pues, aunque le dieran confianza y fe
en sí misma, también le dificultaban el empeño de seguir
aferrándose a las antiguas pautas.
Ahora bien, el Caballero de Copas estaba cruzando el
Tres de Varas, y aquí el segundo naipe aparecía en gran
medida como una consecuencia del primero, porque el Ca
ballero de Copas significa interés por uno mismo, mirar ha
cia adentro. Juntas, las dos cartas decían que en el centro
de su vida, en aquel momento, la mujer estaba contem
plando el pasado, pensando en lo que h^bía sido su vida y
esperando el futuro. Pero, de todos los Caballeros, el de
Copas es el menos relacionado con la acción; cuando se
trataba de dar pasos prácticos, la consultante se sentía
muy indecisa.
Debajo de la cruz pequeña apareció la Muerte, la pri
mera carta Mayor. La Muerte subrayaba la experiencia de
ver cómo se extinguía el pasado. Durante toda su vida, la
mujer había mantenido ciertas pautas, ciertas formas de re
lacionarse con el mundo, con las otras personas, consigo
misma. Ahora, en virtud de sus logros, esas antiguas formas
ya no le servían. Casi sin aviso previo, se encontraba aislada
de los modelos seguros, sin tener mucha idea de cómo en
frentar el futuro. Estas pautas se aclararon más al conside
rar los naipes que representaban a la Consultante y el De
senlace, pero en ese momento, lo importante era, simple
mente, ver que lo viejo — fuera cual fuese la forma que hu
biera adoptado— se había extinguido.
Obsérvese el parecido del Caballero de Copas con la
Muerte. Como el triunfo se encontraba en la Base — el pa
sado— , y la carta Menor en el presente, podemos decir que
188
el Caballero era una evolución práctica a partir del arque
tipo de la Muerte. Es decir, que en lo profundo ella experi
mentaba la pérdida de su vida anterior, pero en la superficie
se encontraba falta de confianza, tanto en el nivel em ocio
nal como en el práctico, sobre cómo debía actuar en ese
momento.
El Pasado Reciente provenía directamente de la Base, y
demuestra cómo las dos posiciones pueden existir casi en el
mismo marco temporal. Dicho de otra manera, que la Base
no apareció primero para después ceder el paso al Pasado
Reciente, sino que, como la cruz pequeña, el Pasado R e
ciente provenía de la pauta general que se mostraba en la
Base. Ahora bien, el Nueve de Espadas indica dolor, sufri
miento. En ocasiones, puede ser símbolo de duelo. En este
caso, podemos entender lo del «duelo» como una metáfora.
La persona por quien la consultante estaba de duelo era
ella misma, porque ya hemos visto en la Base que algo ha
bía «muerto», algo que no era dañino sino que, simple
mente, había perdido significado. Sin embargo, el hecho de
que su vida lo hubiera superado no impedía que la consul
tante echara de menos ese algo: su antigua forma, segura y
cómoda, de tratar con el mundo. Tampoco la carta sugiere
que en realidad echara de menos su manera de ser anterior
porque temía a la vida. La tristeza era aquí más auténtica y,
de hecho, coexistía con el júbilo y la emoción, no menos
reales, que yo había percibido ya antes de la lectura.
Las cuatro primeras cartas han insistido sobre su vida
interior; las dos siguientes muestran la capacidad del Tarot
para indicar tendencias y acontecimientos, y en particular
para hacer una advertencia. Primero, el Desenlace Posible.
El Cinco de Espadas invertido indica una derrota que pro
duce vergüenza y humillación. Su presencia aquí mostraba
que, pese a todo lo que la mujer ya había conseguido, toda
vía sus esfuerzos podían quedar en nada. Ahora bien, a
veces la carta del Desenlace contradice obviamente al De
senlace Posible, señalando que, por alguna razón, la posibi
lidad no se convertirá en realidad. Aquí, la relación era más
sutil. El Ermitaño era un buen indicador de que la consul
189
tante no perdería lo que había ganado, pero no garantizaba
nada. La mostraba como bien encaminada, pero señalaba
que aún no había llegado, por lo menos en el sentido prác
tico. Por ende, el Cinco de Espadas seguía siendo una posi
bilidad, y el Tarot advertía a la mujer que hiciera todo lo
posible — recurrir al apoyo de sus amigos, no ceder a sus
miedos, especialmente durante los períodos de estanca
miento— para evitar ese resultado.
El Mundo invertido representa el no-movimiento, la falta
de éxito y la incapacidad de organizar las cosas. Com o el
Futuro Inmediato, indicaba que su vida seguiría siendo ines
table durante algún tiempo, sin que avanzara mucho en su
carrera ni en otros sentidos. Vemos, por ende, que ese nue
vo ser que se mostraba como posible podía resultar derro
tado si no llegaba a alcanzar resultados prácticos. El hecho
de que el Tarot hubiera advertido a la consultante de ese
período de estancamiento podía ayudarle a superarlo, lo
mismo que el hecho de saber que se trataba sólo del Futuro
Inmediato y no del Desenlace.
Después de la Cruz viene el Báculo. La primera de las
cuatro cartas, el Seis de Copas invertido, estaba en la posi
ción de la Consultante. Y aquí encontramos una indicación
más clara de qué era lo que se había extinguido. El naipe,
cuando está en posición normal, muestra una niña en un
jardín, con una figura de mayor tamaño que le hace un
regalo. Implica protección y seguridad, y alude al niño cuyos
padres se ocupan de todas sus necesidades. Aquí, sin em
bargo, la carta aparecía invertida. Junto con las otras cartas,
especialmente la Muerte y el Ermitaño, la imagen daba a
entender que la consultante había abandonado aquella for
ma de vida aislada y protegida. Al analizar esta carta se vio
con claridad que en realidad la mujer había pasado casi
toda su vida con los padres, que la trataban como su «hi-
jita», y que les había permitido esa actitud por la seguridad
que representaba para ella. Y ni siquiera en ese momento,
según me explicó, sus padres — y especialmente el padre—
podían aceptar que la hija había crecido, y que debía tomar
sus propias decisiones y correr sus propios riesgos. Y a ella
190
misma, naturalmente, el cambio se le había hecho difícil de
aceptar. Ir a la facultad de derecho había sido el primer
paso, antes del cual ella nunca se había tomado a sí misma
con la seriedad suficiente para hacer algo importante. Al
mismo tiempo, la universidad había sido otro «jardín», es
decir, una situación en la que no tenía que tomar decisión
alguna, sino que se limitaba a seguir una pauta estricta que
le imponían desde afuera. Cuando le llegó el momento de
examinarse, se asustó, y la verdad era que acudió a un tera
peuta para que le ayudase a aprobar. Y la terapia la ayudó,
pero hizo además otras cosas: le hizo ver que ya no era una
niña que podía dejar que otros decidiesen por ella. De esa
pérdida provenía la tristeza.
La carta siguiente era, en algunos sentidos, la más im
portante, como también la más sencilla de interpretar de
toda la lectura. El Tres de Copas en la posición del Ambien
te indicaba gran apoyo de sus amigos, y representaba en
particular al «círculo de curación» y al terapeuta. Su impor
tancia residía en el hecho de que mostraba hasta qué punto
podía contar con el apoyo exento de toda crítica de aque
llas personas, un apoyo especialmente importante ante la
posibilidad de verse derrotada por un período de estanca
miento. El Tres de Copas no muestra, en m odo alguno,
apoyo en el sentido de caridad ni de sacrificio de sí. Las tres
mujeres están bailando juntas. La gente que rodeaba a la
consultante la fortalecía, simplemente, por estar con ella,
por compartir sus experiencias y dejarse, a su vez, apoyar
por ella. Obsérvese también el contraste entre el Tres y el
Seis. Aquí las mujeres son todas iguales; el naipe no trans
mite ninguna sensación de protección ni de mimos.
El Tres de Copas tenía una conexión «horizontal» con el
Tres de Varas en el Centro. Algunas de las influencias bási
cas en esa imagen — la figura firmemente plantada en lo
alto de la colina— se derivaban del apoyo que le brindaba
el medio. Aun cuando la mirada retrospectiva sobre su vida
y la exploración de posibilidades nuevas fueran actividades
esencialmente solitarias, la consultante podía extraer fuer
zas y valor de la gente que la rodeaba.
191
En la posición de Esperanzas y Temores estaba una de
las imágenes que más miedo inspiran en el Tarot: la Torre,
que significa destrucción, derrumbe, experiencia dolorosa.
Es evidente que representaba el temor de la mujer de que,
sin saber cómo, todo lo que había logrado se dispersara. Un
miedo que podía fácilmente convertirse en una profecía,
que podía autorrealizarse, conduciendo al Cinco de Espa
das invertido, en especial si un éxito inmediato no venía a
tranquilizar y animar a la consultante.
El miedo exagerado remitía al Seis de Copas y al hecho
de que el naipe apareciera invertido. Bien podía la consul
tante haber renunciado a una actitud infantil en que se sen
tía protegida; bien podía haber estado considerando su vida
con emocionada expectativa; en ella seguía habiendo una
parte que pensaba: «¿Cóm o puedo hacer algo así? Ahora
estoy sola. Y a nadie me protege, y tengo que tomar mis
propias decisiones.» Y de aquí se pasa a: «N o puedo hacer
esto. No tengo fuerzas para tanto, todo se me va a desmo
ronar.» Cuando surgiera oposición o demora, el miedo p o
dría adueñarse de ella, haciendo que la situación se pare
ciera al presentido desastre, y entonces el pensamiento a
medias consciente podría ser: «¿Veis? Si yo sabía que no
podía hacerlo. ¿Por qué habré renunciado a aquella protec
ción?» Durante la lectura analizamos la posibilidad de que
la Torre representara también una esperanza subcons
ciente. El subconsciente, un órgano a la vez muy conserva
dor y muy estúpido,* se negará con frecuencia a aceptar la
192
pérdida de una situación que considera segura. No importa
que la persona sepa, conscientemente incluso, que jamás
podrá regresar a la protección parental. El subconsciente
no acepta la realidad, y fácilmente puede convencerse de
que el fracaso de los planes actuales tendrá por resultado
un retorno a aquella seguridad.
Tomar conciencia de esas actitudes ocultas es un paso
muy importante para llegar a superarlas, porque el sub
consciente depende en gran medida del ocultamiento; ello
es evidente si pensamos en las veces que hemos abrigado
alguna angustia secreta, sólo para descubrir, cuando la ex
presamos en voz alta, que la banalidad misma de la idea
basta para hacer que se nos borre de la mente. Una lectura
del Tarot puede actuar de esta manera en cuanto identifica
el material oculto y nos hace ver sus posibles consecuen
cias: en este caso, el Cinco de Espadas.
En la posición del Desenlace aparecía el Ermitaño. Lo
primero que hay que observar respecto de esta carta es que
no anuncia éxito ni fracaso. En contraste con el Tres de
Varas y el Cinco de Espadas, no indica probables conse
cuencias prácticas, sino que apunta en cambio a aquellas
cualidades de la propia consultante que nos mostrarán, a su
vez, de qué manera enfrentaba la nueva situación.
El significado más obvio del Ermitaño se deriva de su
nombre y de su imagen básica. En este caso mostraba a la
consultante enfrentando la vida sola. Ahora bien, esto no
quería decir que perdiera o rechazara el apoyo proveniente
de su medio. En todo caso, indicaba la necesidad de valerse
de tal apoyo todo lo posible. Porque el Ermitaño señalaba
que, por más que otros pudieran ayudarle, ella debía tomar
sola las decisiones. Com o la figura en el Tres de Varas, el
Ermitaño está solo, de pie en lo alto de su montaña.
La soledad del Ermitaño, sin embargo, no existe como
193
un fin en sí. En los Arcanos Mayores simboliza el acto de
distanciar la conciencia del mundo y de los acontecimientos
externos para considerar su significado. Y por cierto que la
idea de significado se adecúa perfectamente bien a esta lec
tura en particular. Tener el Ermitaño como Desenlace signi
ficaba que los miedos, las demoras y las posibles derrotas
no importaban tanto en realidad... una vez que la consul
tante aceptara su situación. Es más, el Ermitaño simboli
zaba directamente la psicoterapia.
Al mismo tiempo, apuntaba también al éxito de su acep
tación de la nueva vida, porque en su aspecto más arquetí-
pico esta carta significa sabiduría, verdadero conocimiento
del alma, obtenido mediante el retiro y la introspección. La
montaña del Ermitaño, lo mismo que el árbol del Colgado,
representa la conexión de la mente consciente con la sabi
duría y la energía vital del inconsciente.
En cuanto Desenlace, por lo tanto, el Ermitaño indicaba
que la mujer llegaría a entender y a aceptar los cambios que
ella misma, a medias conscientemente, había introducido
en su vida. El simbolismo de la montaña relacionaba la úl
tima carta con la primera, el Tres de Varas. La relación, a su
vez, señalaba el éxito, tanto emocional como práctico.
Finalmente, el Ermitaño, que significa también madu
rez, mediante su conciencia, llevaba adelante el proceso
que se había iniciado en el Seis de Copas invertido, el des-
mantelamiento de la dependencia infantil. Mostraba a la
consultante que la situación se resolvería cuando ella resol
viera su vacilación y sus miedos. A la larga, la montaña del
Ermitaño no representaba en m odo alguno el aislamiento,
sino simplemente una cualidad que la mujer, entonces, ape
nas estaba empezando a hacer consciente: la seguridad en
sí misma, la confianza en su propia capacidad y en sus
juicios.
Com o el Desenlace mostraba más bien una conjetura
que un resultado, decidí dar vuelta una carta más para tener
una indicación de cómo podrían finalmente concretarse los
acontecimientos. La carta fue otro tres, el Tres de Pentácu
los. Com o indicadora de logro y de maestría, mostraba el
194
éxito a largo plazo que se veía demorado en el Futuro In
mediato.
195
inicial. Claro que eso se puede hacer en cualquier lectura,
pero no en posiciones definidas. La estructura del Ciclo del
Trabajo, como llamo a esta tirada, permite que el lector
repita varias veces las posiciones originales. El efecto es
permitir que se pueda considerar la situación desde diferen
tes ángulos.
La tercera innovación se refiere a que las cartas se leen
combinadas. Hay muchas tiradas (aunque por cierto no
todas, y un ejemplo es la disposición en Arbol de la Vida,
que estudiaremos luego) en las que se leen las cartas indivi
dualmente, aunque intentemos combinar sus significados
como en la Cruz. En el Ciclo del Trabajo, sin embargo, las
posiciones incluyen la idea de combinaciones. Los lectores
que conozcan mi libro sobre los Arcanos Mayores recorda
rán que mi interpretación divide los triunfos, una vez puesto
aparte el Loco, en tres líneas de siete cartas cada una; en
esta división, cada línea representa una etapa de evolución
diferente. Quizás el lector recuerde también que cada línea
se descompone además en tres partes. Las dos primeras
cartas significan el punto de partida de la línea, los arqueti
pos o cualidades básicas que la persona debe usar para ir
pasando por las experiencias que muestra esa línea. Las
tres cartas del medio representan el trabajo principal de la
línea, lo que la persona debe aprender o superar. Y las dos
últimas cartas nos enseñan el resultado. Así, por ejemplo,
en la primera línea el Mago y la Suma Sacerdotisa indican
los arquetipos básicos de la vida; la Emperatriz, el Empera
dor y el Hierofante muestran los diferentes aspectos del
mundo exterior que hemos de enfrentar cuando crecemos,
y los Enamorados y el Carro simbolizan el desarrollo y el
triunfo del individuo. El Ciclo del Trabajo se adueña, adap
tándola, de esta estructura tripartita.
196
la disposición anterior, acentuando quizás algo más, en este
caso, que la carta que cruza al Centro es un desenlace o
desarrollo de la primera.
Después de la cruz pequeña, el lector da vuelta siete car
tas y las dispone en hilera debajo del Significador, y no alre
dedor de éste, colocando la carta del medio debajo del Sig
nificador y del Cruce (figura 61).
Esta línea forma el ciclo básico, y la lectura puede limi
tarse a estas nueve cartas. Sin embargo, si después de haber
interpretado esta línea el lector y el consultante desean más
información, o simplemente ver las cosas desde otro án
gulo, el lector da vuelta una segunda línea de siete cartas
directamente debajo de la primera, y así sucesivamente
hasta que el significado se aclare.
En cada línea, las dos primeras cartas forman el punto
de partida. Sus significados específicos se derivan de la Cruz
Celta; la primera es la Experiencia Pasada, que se interpreta
casi como la carta Base en la disposición anterior. La se
gunda representa las Expectativas, la actitud de la persona
hacia el futuro. En la práctica, interpretamos esta carta de
manera muy semejante a la posición de Esperanzas y T e
mores en la Cruz Celta. Las dos cartas, juntas, muestran lo
que ha sucedido y lo que la persona espera, teme o simple
mente cree que sucederá.
Las tres cartas siguientes se apartan más decididamente
de la Cruz Celta. Muestran lo que yo llamo el Trabajo, es
decir situaciones, influencias o actitudes que la persona
puede usar o debe superar. En la Cruz, las posiciones repre
sentan pautas bastante fijas. Las cosas son como son. En el
Ciclo, las cartas indican posibilidades, e incluso oportunida
des. Es un sistema que insiste en la forma en que la persona
crea la situación, y en cómo puede cambiarla.
Cuando empecé a practicar esta forma de lectura asigné
un significado a cada posición. La carta del centro represen
taba al Consultante, la que estaba a la izquierda a los Otros,
y la de la derecha los Acontecimientos. No tardé en descu
brir que era mejor no asignar a ninguna una cualidad espe
cífica, sino más bien interpretarlas en conjunto, simple-
197
198
Figura 61
Ejemplo de la pauta del Ciclo del Trabajo
mente como aquello con que la persona tiene que trabajar
en la situación de que se trata, una combinación de posibili
dades. Al mismo tiempo, vale la pena tener presentes las
tres designaciones, porque cualquiera de ellas puede ser
útil para delimitar el significado en determinadas lecturas.
Trataré ahora de dar un ejemplo de las tres como com
binación. Supongamos que el tema de una lectura es ese
antiguo motivo favorito: un nuevo idilio. Una mujer ha co
nocido a alguien que le gusta, pero no sabe qué es lo que el
hombre en cuestión siente por ella, ni si ella debe hacer
algo con sus sentimientos. En la lectura, la sección del Tra
bajo muestra el Cinco de Varas, el Ermitaño en posición
invertida y el Dos de Copas (figura 62).
Es evidente que el Dos de Copas indica que el hombre
siente por ella algo similar, lo mismo que sucedería en la
Cruz Celta. Pero aquí, además, la carta aconseja a la mujer
que hable con el hombre de sus sentimientos. Sugiere tam
bién que es mucho lo que ella tiene que ganar estando con
esa persona, y que la relación amorosa, independiente
mente de lo que dure, afectará intensamente su vida.
Figura 62
199
El Ermitaño refuerza estas ideas. Aquí, su posición in
vertida no significa inmadurez, sino más bien la idea de que
no es éste el momento para la soledad. En cambio, como
más ganará la mujer es comprometiéndose en la relación.
El Cinco de Varas, sin embargo, señala que la situación in
cluye un conflicto. Com o este naipe aparece en posición
normal, no indica amargura, ni siquiera una perturbación
grave que la mujer deba tratar de evitar. Muestra, en cam
bio, una cualidad vivificante en la pelea de los personajes,
algo que los exalta en vez de agotar sus fuerzas. Y como
todo esto ocurre en la sección del Trabajo, implica que ella
debe, antes que empeñarse en evitar el conflicto, usar la
energía que por mediación de él se libera.
Que el Ermitaño aparezca entre las dos cartas indica
quizá que la mujer se ha pasado algún tiempo apartada del
trato con otras personas, y que ahora desea (o necesita)
regresar al mundo. Por una parte, puede usar su nueva rela
ción para que la ayude a salir de sí misma. Por otra, se en
contrará con que el contacto con otras personas es motivo
de disputas y competencia, y que debe aprender no sólo a
aceptar esas cosas, sino a usarlas.
Obsérvese que las tres cartas no se limitan a mostrar lo
que es, sino que señalan direcciones y potencialidades, co
sas con las que hay que trabajar. Consideremos ahora dos
posibles puntos de partida para esta lectura imaginaria, y
las diferentes maneras en que modifican las cartas del Tra
bajo. Ante todo, consideremos el significado si las dos pri
meras cartas fuesen el Cinco de Copas y el Tres de Copas,
ambas relacionadas por la imagen de las tres copas. La pri
mera de las cartas, en la posición de la Experiencia Pasada,
indica la pérdida de algo — muy probablemente el final de
una relación amorosa— y constituye el antecedente del
Ermitaño. Por lo tanto, la Experiencia Pasada nos dice que
la etapa del Ermitaño se produjo como reacción ante un
acontecimiento, pero es una reacción que ahora la mujer
puede dejar detrás de sí. El Tres refuerza esas ideas de un
nuevo compromiso, y muestra una actitud muy optimista,
que le permitirá superar los conflictos que se planteen.
200
Supongamos en cambio que el punto de partida hubie
ran sido Espadas, y específicamente el Ocho, seguido por el
Cuatro. El Ocho indica una historia de represión, aisla
miento y confusión, en tanto que el Cuatro hace pensar que
esa situación pasada ha dejado cicatrices a la consultante,
ya que al estar en la posición de las Expectativas muestra
un deseo de esconderse del mundo y de evitar comprome
terse con otras personas. Al mismo tiempo, el Cuatro repre
senta el temor — o la creencia— de tener que pasar la vida
sola, sin que nadie irrumpa en la iglesia cerrada para des
pertarla de su sueño y devolverla al mundo.
Con un punto de partida así, las cartas del Trabajo indi
can una oportunidad importante para la persona, dicién-
dole que esa relación podría sacarla de su solitaria condi
ción de Ermitaño. Ha llegado el momento de salir, y si ha
cerlo significa conflictos y discusión, es menester aceptarlos,
e incluso usarlos para comprometerse más con la vida.
Las dos últimas posiciones en la línea vuelven a destacar
la idea de combinación. En cuanto Desenlace y Resultado,
van más allá del uso único que la Cruz Celta hace del De
senlace como resumen de la lectura. El Desenlace indica
cómo evolucionarán probablemente las cosas. Por su parte,
el Resultado indica la reacción de la persona ante tal evolu
ción o el efecto que ésta tendrá sobre la vida de la persona.
Este efecto puede ser tanto una experiencia como una acti
tud. Por ejemplo, puede indicar un acontecimiento o una
modificación ulterior que se produce a causa del Desen
lace. El Cinco de Copas seguido por el Ocho de Copas sig
nifica que la persona pierde algo, o que algo termina mal, y
como resultado de ello, la persona decide abandonar la em
presa, irse a otra parte o iniciar una nueva fase en la vida.
O bien la carta que está en la posición del Resultado
puede mostrar el efecto que tiene psicológicamente el D e
senlace. Un ejemplo clásico es la Torre seguida por la Estre
lla, lo que indica que una explosión en la vida de la persona
conducirá a una liberación de esperanza y energía. Este
ejemplo ilustra también la gran importancia potencial que
tiene el no ver solamente el Desenlace, sino también lo que
201
viene tras él. Si una lectura sólo mostrase la Torre y no,
como resultado de ella, la Estrella, dejaría al consultante
con un sentimiento de devastación.
Es muy frecuente que la primera línea dé una imagen
tan fuerte que la persona ya no necesite más información,
pero hay otras veces en que, tras haberla leído, se queda un
poco confundida, o simplemente desea ver la situación des
de un punto de vista diferente. En un caso así, el lector
puede disponer otra línea de cartas directamente debajo de
la primera. Las posiciones siguen siendo las mismas, y las
siete cartas siguen estando relacionadas con la cruz peque
ña originaria, que delineó la situación básica. Y sin embar
go, como empezamos desde un punto de partida distinto, la
línea nos permite ver la situación de diferente manera.
Además de la nueva información obtenida, este método
ayuda a resolver una cuestión que plantean muchas perso
nas respecto de las lecturas del Tarot: «Si volviera a hacerlo,
saldrían cartas diferentes, de m odo que ¿cómo es posible
que estas que han salido signifiquen realmente algo?» La
respuesta es que las nuevas cartas nos permitirán ver la
misma situación desde un punto de vista distinto.
Es muy frecuente, cuando un lector lee una Cruz Celta y
después vuelve a mezclar los naipes para hacer una nueva
lectura, que en ella aparezcan muchas de las mismas cartas
u otras de significado similar. En un par de lecturas que hice
para un matrimonio (separadas por otra, hecha para una
persona diferente), seis de las diez cartas fueron las mismas,
y la carta del Ambiente, en la lectura de la mujer, era la
misma que se usó como Significador para el marido. El Ci
clo del Trabajo, como de hecho excluye la posibilidad de
que vuelvan a aparecer las mismas cartas, tiende más a
mostrar diferentes aspectos de la situación.
A veces, la segunda línea será casi un espejo de la pri
mera, lo que indica que la situación está tan encaminada en
ese sentido que a la persona no le será fácil cambiarla. Otras
veces, el Desenlace-Resultado mostrará una alternativa para
la primera línea, y entonces el lector deberá estar atento a
los puntos de partida y a las cartas del Trabajo.
202
Ejemplo de una lectura
Una vez hice una consulta para una mujer que tenía un
amante celoso. En teoría, ninguno de los dos esperaba que
el otro fuese monógamo, pero la mujer sabía que si ella iba
con alguien más — y había aparecido alguien más— su
amante se alteraría. Quería que la aconsejara sobre lo que
debía hacer, e hicimos la lectura con el Ciclo del Trabajo
(figura 63a).
Antes de la lectura comenté con la consultante que en
situaciones así es frecuente que aparezca el Tres de Copas,
en posición normal si las cosas van bien, e invertido en el
caso contrario. La tirada se inició con el Tres de Copas in
vertido, cruzado por el As de Copas. La combinación mos
traba que, pese a los celos y las discusiones, la consultante
podía obtener gran felicidad de la situación si conseguía
resolverla en forma adecuada. La primera línea se iniciaba
en forma muy positiva con el As de Pentáculos como la
Experiencia Pasada, y el Sol como una Expectativa suma
mente optimista para el futuro. Ahora bien, el As de Pentá
culos, además de mostrar felicidad y placer, transmite tam
bién un clima de seguridad, de una situación protegida y
aislada. Durante algún tiempo, la mujer y su amante no se
habían relacionado mucho con otras personas, constru
yendo en cambio, como lo muestra el simbolismo del As, un
recoleto «jardín» emocional en torno de ellos (estaban, de
hecho, viviendo en una remota casa en la campiña galesa).
El Sol muestra a un niño que sale a caballo de un jardín.
La mujer esperaba ahora tener mayor libertad para aventu
rarse en experiencias más abiertas. Y como el As de Pentá
culos se había convertido en el momento de la consulta en
el As de Copas, por lo menos como posibilidad, las cartas
mostraban que la consultante había comenzado a aflojarse
y a dejar fluir sus emociones sin tener en consideración la
seguridad.
El Trabajo acentuaba aún más la sugerencia de libertad.
La Estrella, la Torre y el Mundo, todas cartas de la última
línea, mostraban en primer lugar la potencia de la situación.
En el centro, la Torre simbolizaba las tormentosas batallas y
203
204
Figura 63 (a)
Ejemplo de una lectura del Ciclo del Trabajo
las emociones abrumadoras puestas en juego. Sugería tam
bién el peligro de que la seguridad de su relación quedara
deshecha por los rayos de los celos y del resentimiento.
Ahora bien, en este caso particular la Estrella no indicaba
una liberación que se alcanza después de la Torre, como
habría sido en el caso de estar al final de la línea. Más bien,
advertía a la consultante que necesitaría optimismo y una
actitud sumamente abierta en lo referente a sus propios
deseos y emociones. El Mundo indicaba también opti
mismo, e implicaba la posibilidad de combinar los objetivos
opuestos, a la vez una relación estable y la libertad.
Y sin embargo, pese a todas esas influencias positivas,
las cartas finales parecían muy poco promisorias. El Ocho
de Espadas seguido por el Diablo daba a entender que la
consultante haría un intento de liberarse de las cualidades
sofocantes de su situación. El Resultado, sin embargo, mos
traba que probablemente no lo conseguiría. La feliz y có
moda seguridad del As de Pentáculos se había convertido
en una represión diabólica, en virtud de la cual ella y su pri
mer amante estaban encadenados a una situación que nin
guno de los dos quería realmente.
En procura de obtener otro punto de vista —y además,
de entender qué era lo que había ido mal en la primera
línea— , dispusimos una segunda hilera de naipes (figura
63b).
Esta línea empezó de manera más sobria. En la Expe
riencia Pasada aparecía el Siete de Espadas, indicador de
intentos no muy entusiastas de salir del encierro de su vida.
Ello implicaba que anteriormente la consultante nunca ha
bía planteado con firmeza la cuestión ni se había enfren
tado con los problemas reales que ésta implicaba. Esta carta
sola apuntaba a las razones por las cuales el Diablo conse
guía hacerse valer: la mujer jamás había intentado resolver
qué era lo que debía hacer; nunca se había enfrentado con
su amante ni con los problemas que existían entre ellos.
La segunda carta llevaba más lejos esta idea. La Justicia
no sólo mostraba la esperanza de que todos fueran más
bien «justos» antes que represores o egoístas, sino también
205
un deseo de verlo todo con claridad y de enfrentar su pro
pia verdad, es decir, lo que ella había hecho con su vida y,
además, las reacciones de los otros. Con una actitud mucho
más dura e implacable que la del Sol, la Justicia simboli
zaba un compromiso con la realidad, con la creación de un
verdadero futuro para sí misma. Obsérvese que el Sol nos
presenta un niño, libre y sin responsabilidades: el opuesto
de la Justicia.
El Trabajo en esta línea — el Nueve de Copas, el Cuatro
de Pentáculos, la Rueda invertida— continuaba el tema del
realismo. El Nueve de Copas mostraba la necesidad de
equilibrar la presión emocional con algún placer ligero. Por
otra parte, la Rueda invertida indicaba la capacidad de
abrirse paso entre las confusiones en juego. Mostraba igual
mente la necesidad de controlar la situación, de negarse a
permitir que la Rueda de los acontecimientos se adueñara
de ella, llevándola allí donde acertara a rodar. La Justicia se
convertía entonces no en una mera esperanza, sino en el
camino principal para apartarse de la pasividad y la subje
tividad.
De las tres cartas del medio, el Cuatro de Pentáculos
resultó ser la más interesante, especialmente al compararla
con la Torre, situada encima. Allí donde el triunfo había
mostrado a la consultante desintegrándose bajo el impacto
de los intensos sentimientos ajenos, el Cuatro de Pentácu
los la mostraba autoprotegiéndose. La mostraba aferrán
dose a sus propias necesidades, a su propia comprensión
de la situación, a pesar de la presión que sobre ella ejercían
sus dos amantes. Las dos cartas que rodean a la central le
indicaban dos maneras de hacerlo; primero, disfrutando, y
valiéndose de ese placer para mantenerse íntegra, y en se
gundo lugar, entendiendo lo que había sucedido, y por qué
había sucedido. La Rueda invertida a la derecha indicaba la
necesidad —y la oportunidad— de poner efectivamente en
juego su esperanza de Justicia, es decir, de esforzarse por
entender el verdadero significado de todos los cambios que
estaban ocurriendo en su vida.
Mientras analizábamos estas dos líneas, la mujer dijo
206
Figura 63 (b)
207
Ejemplo de una lectura del Ciclo del Trabajo, continuación
que le daba la impresión de que la primera era lo que debe
ría querer, y la segunda lo que realmente quería. La gente
que la rodeaba hablaba tanto de «libertad» y de relaciones
abiertas sin consecuencias dolorosas que ella se sentía pre
sionada para desear ese tipo de comportamiento «solar».
Pero en realidad, le importaba mucho más la Justicia, la
verdad. El resultado del punto de partida de la segunda
línea, más áspero y realista, mostraba el sentido de lo que
decía la consultante. En la posición del Desenlace estaba
la Reina de Varas, con el Seis de Varas como Resultado. La
Reina indicaba que, al considerar antes la Justicia que un
Sol excesivamente optimista, la mujer encontraría la alegría
y el sentido de su propia fuerza. Llegaría a depender más
de sí misma que de la situación externa, y de ello obtendría
la confianza y la fe del Seis, un optimismo capaz de arras
trar consigo a otras personas.
El Árbol de la Vida
208
o
o o
o o
o
o o
o
o
En la meditación con los Arcanos Mayores usamos prin
cipalmente las veintidós posiciones o vías entre las diferen
tes sephiroth (las diez posiciones). En adivinación usamos
las propias sephiroth, adaptando sus connotaciones y nom
bres clásicos para que puedan servir como posiciones en
una tirada, similares a la Base, el Consultante, etc., de una
Cruz Celta, pero de alcance mucho más amplio. Las des
cripciones y los títulos cabalísticos son necesariamente abs
tractos; contienen una descripción mística de la creación y
de la estructura del universo, e igualmente un camino hacia
un mayor conocimiento de Dios. Por eso quienes, como yo,
usamos el Arbol de la Vida para practicar la lectura del
Tarot, hemos escogido significados más terrenales.
l
0
(b)
1
209
El diagrama (a) destaca los niveles de conciencia. El
triángulo superior es el que se mantiene más próximo a
Dios, de quien emanó el punto original de luz para crear la
primera sephirah. A medida que la luz de la creación via
jaba a través de los diferentes triángulos, se diluyó — e in
cluso hay quienes dicen que se corrompió— cada vez más,
hasta que en la última y solitaria sephirah quedó contenida
dentro del mundo físico de carne, rocas y agua. (Por cierto
que una descripción tan breve desfigura enormemente la
filosofía cabalística, y si la doy aquí es sólo para dar cierta
visión del fundamento de la lectura que sigue el Arbol de
la Vida.)
El concepto de un descenso de la luz se usa en adivina
ción de la siguiente manera: como lo que queremos es des
cribir la vida de una persona, consideramos que cada trián
gulo es un aspecto de esa persona, usando un sistema tri
partito similar a las tres líneas de los Arcanos Mayores. El
triángulo superior significa la existencia espiritual de la per
sona, y apunta hacia arriba, señalando el potencial más ele
vado del sujeto. El del medio apunta hacia abajo, hacia la
manifestación, y representa las maneras que tiene la per
sona de enfrentarse con el mundo exterior y los asuntos
prácticos de la vida. El triángulo inferior vuelve a apuntar
hacia abajo, pero esta vez hacia los ámbitos secretos del sí
mismo. Representa los impulsos inconscientes y la energía
imaginativa. También podemos referirnos a los triángulos
como superconsciente, consciente e inconsciente.
La posición inferior, situada aparte, no representa una
cualidad personal, como las otras, sino el mundo exterior
donde vive la persona. Podem os considerarla similar al
Ambiente en la Cruz Celta, pero en un nivel mucho más
amplio.
El diagrama (b) se deriva de la idea de polaridad o de
fuerzas opuestas. En la Cabala, los lados derecho e izquier
do del Arbol significan la forma en que Dios dirige la exis
tencia. El pilar derecho, el de la Gracia, tiende a la expan
sión. Sus cualidades abren y ensanchan. El pilar izquierdo,
llamado de la Severidad, tiende a la contracción, acen
210
tuando las cualidades que limitan. Uno de ellos da, el otro
quita, y así contribuyen a la conservación de la energía.
Pero si sólo existieran estas dos fuerzas, el universo oscilaría
descontroladamente entre ambas, expandiéndose y contra
yéndose sin pausa. Por eso el pilar del medio representa la
Reconciliación, una mezcla y armonización de los dos prin
cipios. Obsérvese que la última sephirah, que simboliza la
existencia física, cae en el pilar del medio. En el mundo
material, los elementos arquetípicos se funden en una for
ma estable.
La imagen de las tres columnas aparece en forma m e
nos abstracta en la versión que da el mazo Rider (lo mismo
que en varias otras) de la Suma Sacerdotisa. El pilar oscuro
representa la Severidad, el claro significa la Gracia. La Suma
Sacerdotisa cumple la función de la Reconciliación, equili
brando en su perfecta inmovilidad los opuestos del yin y
el yang.
Así como necesitamos una versión «práctica» de los trián
gulos, nuestro propósito requiere también una interpreta
ción más directa de los tres pilares. Por consiguiente, usa
mos una pauta recurrente para cada triángulo. La posición
de la izquierda tiende hacia los problemas que se originan
en ese nivel, la de la derecha presenta los beneficios o una
dirección positiva. La posición del medio describe la cuali
dad misma, en la que las oposiciones se confunden. Estas
distinciones se aclararán cuando consideremos individual
mente las sephiroth.
Algo más hay que decir sobre la estructura. Los cabalis
tas dibujan el camino recorrido por la luz de la creación
como un zigzag, al que a veces se hace referencia al hablar
del rayo de Dios. Un zigzag que comienza más allá de la pri
mera sephirah (porque la verdadera esencia de Dios sigue
siendo incognoscible y trascendente), y cuyo recorrido es
éste:
211
En la meditación usamos esta imagen principalmente
para ayudarnos a ascender a través de las sephiroth hacia
la unión con aquel aspecto de Dios que experimentamos en
el éxtasis místico. Dicho de otra manera, a través de la me
ditación desandamos el camino del rayo, como si estuviéra
mos desenmarañando el universo para llegar a su fuente. El
rayo que se abate sobre la Torre en los Arcanos Mayores
simboliza esta luz de la iluminación.
Otra forma de meditación, que se combina con la magia
ceremonial, intenta seguir hacia abajo el camino del rayo, o
más bien, atraerlo sobre la persona. Este uso de los princi
pios cabalísticos para la magia, llamado la «Cábala Prác
tica», basa buena parte de su operación en la idea de que el
ritual y la meditación adecuados pueden atraer sobre el
mago un relámpago no sólo de comprensión, sino también
de gran poder. A quien sigue estas prácticas ocultas se le
advierte que no ha de buscar ese poder para su ventaja per
sonal, sino solamente con fines que sirvan a la comunidad.
(Estas advertencias en contra de posibles abusos le dan a
uno a veces la impresión de ser similares a las advertencias
que aparecen en los libros pornográficos: «Este material es
exclusivamente para uso médico».)
La tirada
En adivinación seguimos el recorrido del rayo de manera
mucho más mundana, como método para disponer las car
212
tas. Para hacer una lectura según el Árbol de la Vida, se
saca primero el Significador como en los otros métodos, y
se lo coloca en lo alto de la superficie de lectura (como es
obvio, para disponer setenta y ocho cartas se necesita mu
cho espacio). Cuando el sujeto ha mezclado y cortado el
mazo, el lector dispone las cartas boca abajo, así:
1
3 2
5 4
6
8 7
10
213
Cuando empecé a hacer lecturas basadas en el Árbol de
la Vida, usaba la pila Daath como un comentario general,
una información adicional que se aplicaba a la totalidad de
la lectura. Desde entonces le he encontrado un significado
más específico, que es el de Transformación.
En mi libro sobre los Arcanos Mayores describí la idea,
derivada tanto de la Cábala como de la moderna mecánica
cuántica, de que un cambio no se produce como una altera
ción gradual, sino como un salto de un estado a otro. P ode
mos ir aproximándonos a los cambios con años de prepa
ración gradual, pero el cambio real y efectivo se da como un
salto a través de un abismo. Dejamos de ser una cosa y nos
convertimos en otra. En esos momentos de transformación
podemos, en ocasiones, percibir la Nada esencial que sub-
yace en toda existencia fija. Hay quienes describen a Daath
como aquel aspecto que percibe esta verdad del abismo.
Otros apuntan que Daath relaciona la Sabiduría (sephi
rah 2) y el Entendimiento (sephirah 3) por mediación de
sus cualidades de conciencia y reflexión. De hecho, «Daath»
significa «Conocimiento».
Sin perder de vista estos significados, descubrí que era
un valioso recurso usar la pila Daath como una descripción
de los medios por obra de los cuales cambia una persona.
Relacionada con la totalidad de la lectura, esta sephirah
destaca las conexiones que establece una persona entre los
diferentes niveles. Las diferentes seph/roíh/posiciones tien
den a mostrar distintos niveles y condiciones del ser. La pila
Daath nos ayuda a ver de qué manera nos movemos entre
ellos. Por eso le he dado el nombre de Transformación.
214
1 Kether o la Corona — La suprema evolución espiritual
Con esto aludimos a las cualidades mejores y más auténti
cas de la persona, y a los caminos por los cuales ésta llega a
tales niveles. La Corona no siempre mostrará cualidades
muy positivas o jubilosas. Algunas personas alcanzan lo
mejor de su evolución mediante la lucha o la tristeza. R e
cuerdo una lectura en que la Torre ocupaba el centro de la
línea Kether, con la Estrella a dos cartas de distancia. Al
consultante se le hacía muy difícil evolucionar de manera
estable. Tendía siempre a pasar por ciclos de tensión, explo
sión y liberación, un tema que resonaba durante toda la lec
tura, hasta el final, en que el Diablo aparecía en el centro de
su línea Daath.
2 Hokmah o la Sabiduría
La segunda sephirah, Hokmah o la Sabiduría, representa la
Inteligencia Creativa, las formas en que la persona avanza
hacia el objetivo de la Evolución Suprema. Relacionada ge
neralmente con la línea de la Corona, esta sephirah destaca
más bien el proceso de la evolución que su resultado. Por
ejemplo, si el Sol aparece en la línea de la Corona, lo inter
pretaremos como júbilo y libertad, apreciados por sí mis
mos. Si apareciera en la Inteligencia Creativa, pensaríamos
en aquellas cualidades como medios para alcanzar cual
quier cosa que hubiéramos visto en la Corona. Com o la pri
mera línea, la Inteligencia Creativa también puede incluir
cartas difíciles o desagradables, como representación de lo
que la persona usa para crecer.
Cuando aparecen tales cartas, es importante considerar
las no solamente en relación con su función —para ver cómo
la persona puede usarlas de manera creativa— , sino tam
bién en relación con las otras cartas de la línea. Por ejem
plo, supongamos que el Nueve de Varas apareciera en
Hokmah. El lector insistiría primero en la fuerza y la deter
minación, más que en la rigidez inherente al naipe. Pero
supongamos que en la misma línea apareciera también el
Cuatro de Varas; entonces, hay que ver el Nueve como par
te de un ciclo de defensa y apertura, en que ambas se ayu
215
dan y fortalecen recíprocamente. Y como aparecen en la
segunda línea del triángulo del Espíritu, pensaríamos en
ellas no simplemente como un ciclo que repite una y otra
vez la misma experiencia, sino como una espiral que con
duce a las imágenes, sean las que fueren, que aparecían
en Kether.
Se ha de tener en cuenta que, obviamente, la lectura del
Arbol de la Vida exige mucha experiencia con las cartas y
con la adivinación para obtener resultados adecuados. El
lector no sólo debe interpretar siete cartas para cada posi
ción, sino que cada posición debe relacionarse con las otras.
3 Binah o el Entendimiento
El triángulo se completa con Binah, el Entendimiento. En la
Cábala, la diferencia entre Sabiduría y Entendimiento se
refiere principalmente a la forma en que el alma contempla
a Dios y se autocontempla. En la experiencia, más terrenal,
de una lectura, podemos considerar como Entendimiento
aquellas experiencias que frenan nuestra evolución, es de
cir, las Penas y las Cargas. Aquí, las cartas muestran las limi
taciones de la persona, y esta vez es necesario adaptar las
imágenes más positivas a los términos de la línea. Al mismo
tiempo, el título original, el Entendimiento, nos lleva a con
siderar la forma en que pueden ser superadas estas limi
taciones.
El triángulo del medio representa los aspectos más co
rrientes de la vida, y aquí comenzamos con los dos lados y
terminamos en el medio.
4 Geuurah o el Juicio
En la posición opuesta a los Logros Terrenales se encuentra
Gevurah, o el Juicio, que representa las Dificultades. Estas
pueden incluir cualquier cosa, desde problemas de dinero a
soledad. En una lectura, la Reina de Espadas en esta línea
me indicó que la consultante era viuda.
5 Hesed o la Misericordia
La quinta sephirah representa los Logros Terrenales, lo cual
216
significa aquello que la persona ha de alcanzar en la vida en
los dominios del trabajo, el hogar, el dinero, los amigos, etc.
Por lo común, la línea acentuará factores de éxito antes que
de fracaso. También puede indicar las maneras en que los
Logros Terrenales afectan al carácter de la persona. Los
tres triángulos forman un diseño único, un hecho que por lo
común se pone cada vez más de manifiesto a medida que
se avanza en la lectura y las relaciones se muestran con más
fuerza. Por lo tanto, será frecuente que las preocupaciones
triviales de los Logros Terrenales reflejen la conciencia es
piritual de la Fuerza Creativa que está por encima de esta
posición. Muchas veces, la comprensión de las posiciones
inferiores en el Arbol será la clave que permita volver atrás
e interpretar las superiores.
6 Tifereth o la Belleza
217
neral, la Templanza una enfermedad evitada mediante pre
cauciones, en tanto que el Diablo podría significar malestar
o hipocondría. A veces, una única carta Mayor puede sim
bolizar alguna situación especial que ha aparecido o apare
cerá en la vida de la persona. Las secuencias temporales en
esta línea, y en el Arbol en su totalidad, son un problema
difícil, especialmente para el lector principiante.
El tercer triángulo tiene que ver con el inconsciente, y en
particular con las pulsiones imaginativas y sexuales. En el
volumen sobre los Arcanos Mayores consideramos la idea
de que el superconsciente, o energía y conciencia espiritual,
consista en el inconsciente, transformado y vuelto cons
ciente. A este respecto, es frecuente que el Arbol muestre
conexiones muy fuertes entre los triángulos superior e infe
rior, en tanto que el nivel medio — las experiencias cons
cientes de la persona— forma un vínculo entre los dos.
Antes describí al subconsciente como el lado reprimido
del ego, distinto del inconsciente, que es la energía vital de
la persona. Ninguno de estos triángulos aborda específica
mente este sentido del subconsciente. Este material mante
nido en secreto puede aparecer en cambio a lo largo de
toda la lectura, dejando al descubierto problemas, agresivi
dad o deseos insatisfechos. Lamentablemente, la amplitud
del tema no me permite dar ejemplos detallados. (Y me dis
culpo por caer en algo que se asemeja a las oscuras insinua
ciones que encuentra uno a menudo en los libros de ocul
tismo: «A qu í no puedo decir ya más sobre el tema.») Sólo
quiero señalar que podemos ver el funcionamiento del sub
consciente en las contradicciones aparentes, por ejemplo,
del Dos de Espadas, que aparece como un bloqueo en la
línea de la Fuerza Creativa.
7 Netzach o la Eternidad
La séptima sephirah, Netzach, significa la Eternidad. En este
sistema, la he usado como representación de la Disciplina,
las formas en que la persona puede poner en funciona
miento su imaginación. Al decir «disciplina» no me refiero
al tipo de reglas estrictas que normalmente evoca la pala
218
bra, sino a la dirección y al entrenamiento deliberados que
simboliza el halcón encapuchado del Nueve de Pentáculos.
Bajo una disciplina tal, el poder creativo no resulta confi
nado ni se debilita, sino que, estimulado, se libera. Ello ocurre
porque el beneficio que rinde a nuestra vida esta cualidad
del inconsciente se incrementa más cuanto más la dirigi
mos. Esto es algo que saben bien la mayoría de los artistas y
las personas que han trabajado seriamente en ocultismo.
La mayoría de las personas que no trabajan deliberada
mente con la energía inconsciente se encuentran con que
permanece simplemente latente. Es posible que lleven una
vida que parezca monótona, o que se consideren personas
carentes de toda creatividad. En algunos casos, sin embar
go, el inconsciente es tan fuerte que puede hacer irrupción
por sí solo, provocando el caos o incluso la locura. Recuer
do una lectura (no era un Arbol de la Vida) que hice a un
hombre que había pasado por un colapso nervioso grave
después de una serie de intensas experiencias psíquicas. En
la lectura apareció el Nueve de Pentáculos, pero también el
Ermitaño, como indicación de que un maestro capaz podría
canalizar la energía que tan dolorosamente había irrum
pido en su vida. La disciplina, en el mejor de los sentidos,
representa el proceso de elevar el inconsciente y transfor
marlo en energía creativa.
Com o la mayor parte de las personas no se sienten m o
vidas, ni menos aún impulsadas, a trabajar en el dominio de
lo «psíquico» o del ocultismo, generalmente encontramos
preocupaciones más corrientes reflejadas en esta posición,
posición que puede referirse, aunque no necesariamente, al
trabajo artístico. Para algunas personas, el inconsciente se
expresa en una carrera, o en la creación de un hogar acoge
dor y cálido para su familia. Lo importante en esta línea es
que muestre la formación o el trabajo necesarios para que
la persona haga algo con potencial creativo. Si en esta línea
aparecen cartas bloqueadas, com o el Ocho de Espadas, eso
puede ser muy significativo para toda la lectura, ya que una
parte muy importante de nuestra vida depende de la libera
ción de la energía inconsciente.
219
8 Hod o la Reverberación
Del otro lado del triángulo encontramos la octava sephirah,
la Reverberación. El título adivinatorio para esta línea —Amor
y Sensualidad— hace generalmente que el consultante se
ponga alerta y escuche con gran atención. Esta línea mues
tra el impulso sexual del individuo y la forma en que sus
necesidades funcionan en la práctica, es decir, lo que quiere
y lo que obtiene. Según las personas, esta línea puede ser
también la clave para todas las otras, aunque tal vez no con
tanta frecuencia como cabría esperar.
Obsérvese que la posición del Am or y la Sensualidad se
encuentra en el lado restrictivo del Arbol, en tanto que la
Disciplina aparece del lado de la expansión. Esta construc
ción refleja el hecho de que con frecuencia nuestros impul
sos sexuales nos dominan, haciéndonos hacer cosas que de
otra manera evitaríamos, o impidiéndonos la liberaración
de potencialidades pertenecientes a otros campos. La Disci
plina, por otra parte, se vale de la energía imaginativa,
orientándola en la dirección de la transformación hacia lo
espiritual. Es dable que las cartas sexuales no aparezcan en
la posición de Am or y Sensualidad, sino en la de Disciplina,
lo que sugiere que la persona evoluciona por mediación del
amor, tal como lo simboliza el ángel que se eleva entre el
hombre y la mujer en los Enamorados. Para personas así, el
amor es tanto una disciplina com o una tentación o una
debilidad.
Debo añadir que la aparición del Am or y la Sensualidad
en el lado de la Restricción no exige que la interpretemos
como un problema. Si las cartas muestran satisfacción y
libertad, entonces es ciertamente ése el sentido en que de
bemos interpretarlas.
9 Yesod o el Fundamento
La novena sephirah, Yesod o el Fundamento, representa la
Imaginación, que de muchas maneras constituye el autén
tico fundamento del sí mismo. Para la mayoría de las perso
nas, que no se plantean programas de autocrecimiento, el
inconsciente jamás llega a hacerse consciente. N o por eso
220
deja de ser la fuente y la fuerza impulsora de la personali
dad. Tenemos un atisbo de esta energía en actividades tales
como los sueños, las fantasías, los deseos... dicho de otra
manera, lo que habitualmente llamamos la imaginación.
Pero al llamar Imaginación a la línea del Fundamento, de
hecho aludimos a mucho más que esas manifestaciones. El
término representa aquí la energía misma, enroscada por
debajo de la personalidad consciente, que envía sus deste
llos hacia el mundo exterior. Los naipes que salen en esta
línea revelan la configuración y el ánimo del inconsciente
de la persona. Con frecuencia se relacionan muy directa
mente con la línea de la Evolución Suprema, situada por
encima de ellos.
10 Malkuth o el Reino
Debajo de la Imaginación se encuentra Malkuth, o el Reino,
es decir, el mundo que rodea a la persona. Aquí vemos las
influencias externas, las otras personas, las situaciones per
sonales tanto como las sociales y políticas. Generalmente,
por cierto, las indicaciones de estas fuerzas exteriores apa
recen en el curso de toda la lectura. En una lectura que
hice, el Emperador — representante del marido dominante
de la mujer— apareció en el centro mismo de la línea de la
Salud, es decir, en el centro exacto del Arbol. Sin embargo,
la última línea destaca las influencias externas y demuestra,
además, el efecto de éstas sobre el sujeto. Podemos consi
derar esta posición como similar al Ambiente en la Cruz
Celta, pero mucho más expandida.
Daath
Finalmente llegamos a Daath. Aunque la dejamos aparte
del Arbol al sacar las cartas, muchos lectores preferirán si
tuarla debajo de Malkuth, con lo que se obtiene un Arbol
simétrico que, al mismo tiempo, demuestra gráficamente
cómo hay conexiones subyacentes en todas las posiciones.
A veces, estas cartas harán clara referencia a una situa
ción determinada que aparece arriba, en uno de los tres
triángulos. Generalmente, a las cartas que salen en la posi
ción de Daath no les asignamos una función específica,
como lo hacemos con las otras líneas. Com o el Loco en los
Arcanos Mayores, Daath se mueve entre todas ellas, unien
do entre sí las cosas, ayudando a que la pauta general se
aclare más en la mente del lector y del sujeto.
'22
de la línea puede ir, digamos, de izquierda a derecha, casi
como si leyéramos un relato; o podemos concentrarnos en
la carta central como tema dominante, e interpretar parcial
mente las cartas que la rodean de acuerdo con sus posicio
nes. Con frecuencia me he encontrado con una clave im
portante en la simetría: las cartas uno y siete se relacionan
entre sí, lo mismo que la dos y la seis, etc. O bien las tres car
tas de la derecha pueden mostrar una característica, en tanto
que las de la izquierda apuntan a alguna otra, posiblemente
contradictoria. Cada línea es portadora de su propio movi
miento, de su propia perfección.
223
7
4
mienza con el proceso de hacerte tu propio libro. Cómprate
un buen cuaderno y ve anotando en él tus descripciones,
así como los sentimientos y las vivencias que te movilice
cada carta. Puedes hacerlo con palabras, imágenes, diagra
mas o cualquier medio que signifique algo para ti. En el
mismo cuaderno — o en otro— resume las lecturas que
hagas y lo que hayas aprendido de ellas. Si alguna lectura te
enseña algo nuevo, referente a alguna carta, a alguna com
binación de ellas o a todo el mazo, anótalo también.
N o des por sentado que sabes lo que ya has aprendido.
Todos tenemos ciertos prejuicios, y con el correr del tiempo
tendemos a recordar algunos significados y a olvidar otros.
Con frecuencia, parece que una carta no tuviera sentido
porque, llevados por el hábito, insistimos en interpretarla de
determinada manera, cuando otro significado que quizás
hemos olvidado aclararía inmediatamente el mensaje. Por
lo tanto, de cuando en cuando, incluso cuando ya creas que
conoces de memoria todas las cartas, vuelve a pasar revista
a tus notas y tus libros. Te quedarás sorprendido ante lo
mucho que sigues aprendiendo.
Llevar un cuaderno de notas sirve también a otro fin. Tal
como ya dijimos, las lecturas del Tarot nos ayudan a alcan
zar el equilibrio entre la intuición y la acción, entre la Suma
Sacerdotisa y el Mago. Tomar notas es una manera práctica
de lograrlo, porque en ella se combinan nuestras propias
impresiones con las ideas que hemos aprendido en los li
bros. Y hacer tu propio libro es especialmente importante si
eres de esas personas que creen en lo que aprenden de un
libro o de un maestro. El lector eres tú, y en cualquier situa
ción las cartas estarán frente a ti y frente a nadie más. Sin la
capacidad de responder instintivamente a las imágenes,
jamás serás capaz de escoger entre las interpretaciones po
sibles, y mucho menos de encontrar un significado nuevo
que sea precisamente el que requiere esa lectura.
Todos poseemos la capacidad de responder intuitiva
mente, pero — como cualquier otra facultad— este tipo de
percepción nos exige que la cultivemos. Y para eso también
sirve un cuaderno. Además de recopilar algo permanente a
225
lo que podemos remitirnos más adelante, el hecho mismo
de ponerlas por escrito da más consistencia a las ideas. 0
bien puede ser que encuentres que las ideas originarias van
ampliándose porque, al escribirlas, se te ocurren cosas
nuevas.
También puedes ejercitar la intuición dedicando tiempo
a las imágenes, mirándolas, mezclándolas, combinando re
latos con ellas, y sobre todo olvidándote de lo que se su
pone que significan. Olvídate del simbolismo cuando pres
tas atención a los colores, las formas, el tacto y el peso de
las cartas.
A medida que el lector se va haciendo más competente,
las lecturas se vuelven más valiosas. El principal elemento
que obtenemos de una lectura es información, pero la infor
mación puede ser de diferentes tipos. A las personas capa
ces de percibir las tendencias ocultas que van configurando
toda nuestra vida, el Tarot puede enseñarles qué forma es
pecial van asumiendo esas tendencias en un momento dado.
A otras, las lecturas pueden mostrarles los resultados pro
bables de determinada situación o decisión. Buscar un tra
bajo nuevo, iniciar una relación amorosa, escribir una no
vela, son todas actividades terrenales, aparentemente muy
alejadas de las preocupaciones místicas de los Arcanos Ma
yores. Sin embargo, son éstas las cosas que la mayoría de
las personas buscan en las lecturas del Tarot; y de hecho,
son también las maneras en que verdaderamente crece
mos, porque son las formas en que nos comprometemos
con la vida, y constituyen la realidad que emerge de las ten
dencias espirituales subyacentes. Una lectura puede ayu
darnos a examinar las posibles consecuencias de tales ac
ciones y decisiones.
Las lecturas del Tarot pueden, por ende, darnos infor
mación. Pero actuar de manera acorde con esa informa
ción, especialmente si va en contra de nuestros deseos, sigue
siendo muy difícil.
Podemos recurrir a innumerables subterfugios para ne
gar la validez de las lecturas del Tarot. Podemos decirnos,
por ejemplo, que no es más que un mazo de naipes. Pero
226
incluso quienes no hacen de lado tan fácilmente las predic
ciones del Tarot pueden pensar: «Ahora que ya sé lo que
dice, puedo tomar mis medidas para asegurarme de que las
cosas no salgan así.» Por la época en que empezaba yo a
usar los naipes de Tarot, hice una consulta sobre algo que
quería hacer, aunque reconocía que era peligroso. Las car
tas indicaron un desastre, precisando además muy clara
mente la forma que éste asumiría. «Bueno, ahora que ya he
visto cuáles son los peligros — me dije— , puedo hacer lo ne
cesario para evitarlos.» Seguí adelante con lo que me pro
ponía, y la situación resultó, hasta el último detalle, tal como
lo habían predicho las cartas. Com o evidentemente yo no
había aprendido la lección, volví a tirármelas, no con la es
peranza de que me dijeran la verdad, sino en busca de algún
mensaje tranquilizador. Por aquel entonces estaba usando
un libro de significados, y cuando busqué el de la carta que
estaba en la posición de la Base, el texto me dio como inter
pretación: «Has dejado de seguir un buen consejo.»
El problema que se plantea al tomar una decisión ba
sada en una lectura del Tarot es que nunca sabemos cómo
habrían sido las cosas en caso de haber actuado de otra ma
nera. Supongamos que una estudiante piensa en dejar la
universidad y las cartas le señalan inequívocamente que no
debe hacerlo. Si la consultante sigue el consejo, jamás sabrá
qué podría haber sucedido si, en cambio, hubiera obrado
según sus deseos. Claro que todo el sentido de la lectura re
side en que efectivamente nos dice lo que habría sucedido.
Pero siempre podemos preguntarnos: «¿Y si no hubiera sido
cierto?» Una predicción, especialmente si proviene de un
mazo de naipes, jamás puede transmitir el mismo impacto
que una experiencia real. La curiosidad, por sí sola, puede
llevarnos a hacer cosas desastrosas.
Hace falta valor para superar la curiosidad y el deseo.
Hace algunos años leí que el poeta Alien Ginsberg y una
mujer que era su amante estaban pensando en tener un
niño. Hicieron una lectura, no recuerdo si con el Tarot o
con el I Ching, y como recibieron una predicción negativa,
renunciaron a la idea. N o sé hasta qué punto deseaban
227
realmente tener un hijo, pero recuerdo que me admiró su
fuerza para resistirse al deseo. En una ocasión, no fui a una
conferencia que me parecía valiosa, porque las cartas me
anunciaron consecuencias desagradables. Reconocía que,
por lo menos en relación con lo que yo podía haber apor
tado a la situación, lo que las cartas indicaban era verdad.
Pero, aun así, se me hizo difícil hacer caso de la predicción y
no seguir adelante con el proyecto.
Podem os inventarnos unas excusas verdaderamente
maravillosas para evitar la flagrante verdad de una lectura.
Si las cartas nos merecen demasiado respeto para declarar
simplemente que lo que dicen es un disparate, con frecuen
cia buscaremos ciertas «falsas» imágenes para no dar cré
dito a la lectura. ¿No parece acaso que la carta del Desen
lace no tiene nada que ver con la situación? En vez de inter
pretarla a la luz de las otras, preferimos rechazar la lectura
en su totalidad.
Algunos libros aconsejan que jamás se haga uno sus
propias lecturas, para no caer en la falta de objetividad. Du
rante largo tiempo, una amiga y yo nos leíamos las cartas
una a otra, porque ninguna de las dos estaba demasiado se
gura de ser capaz de interpretar objetivamente sus propias
tiradas. Y cuando yo empecé a hacer mis propias lecturas,
todavía se me hacía difícil no caer en diversas trampas men
tales para esquivar las imágenes desagradables. Mi treta fa
vorita funcionaba de la siguiente manera: no podía ignorar
las cartas que no me gustaban, o simplemente declarar que
mentían o exageraban, porque me habría parecido dema
siado burdo. Entonces, buscaba en la lectura alguna imagen
muy positiva, como podía ser el As de Copas, y me decía:
«Esto no puede ser verdad, de semejante follón no puede
salir nada bueno.» Y entonces, sobre la base de que si esa
carta no tenía sentido ninguna de las demás podía tenerlo,
restaba importancia a toda la lectura. Otra treta a la que re
curría era echar las cartas en forma muy despreocupada, de
modo que si aparecía algo malo podía decirme: «Bueno,
esta tirada en realidad no vale, no la estaba haciendo en
serio.» Sólo pude empezar a hacer mis propias lecturas
228
cuando empecé a tratarlas de la misma manera que trataba
una lectura para un tercero: a mezclar cuidadosamente las
cartas, a trabajar con las imágenes, a tratar de sacar alguna
orientación respecto a lo que tenía que hacer (o no hacer).
Una lectura no siempre dará un sí o un no inequívoco
en respuesta a una pregunta. Puede, simplemente, mostrar
una compleja trama de tendencias e influencias. En ocasio
nes, la lectura no implica una elección, debido a una situa
ción existente que no es fácil de evitar. Entonces hay imáge
nes y significados específicos que adquieren gran importan
cia. El Tarot puede ayudarnos a precisar cuáles son los ele
mentos importantes en la situación, aquellos sobre los cuales
es preciso trabajar más para cambiar o producir el desen
lace predicho.
La gente puede usar la idea de «Ahora que sé lo que
dice ya puedo hacer algo al respecto» como excusa para
obrar según sus deseos. Sin embargo, lo dicho sigue siendo
válido. Quizá tengamos una actitud muy pesimista, o un
miedo exagerado, o una esperanza irrazonable. Reconocer
estas cosas nos ayuda a tener una perspectiva más clara.
Tal vez nuestra experiencia pasada rija nuestro comporta
miento o confunda lo que esperamos del futuro. Saber
conscientemente todo esto puede ser el primer paso para
superarlo. También puede ser que las cartas nos muestren
los celos o el ánimo vengativo de alguna persona, y enton
ces podremos hacer lo necesario para liberarnos de su in
fluencia. O, si las cartas nos muestran el amor y el apoyo de
alguien, sabremos que podemos confiar en esa persona.
Todas estas cosas exigen algún tipo de respuesta que las
vuelva reales. No podemos esperar valernos de la amistad
de alguien, si nosotros mismos no nos abrimos a esa amis
tad. Siempre que sea posible, el lector debe tratar de indi
car al sujeto los pasos definidos que este último puede dar
para sacar mejor partido de la información. Si el lector no
puede recomendar una línea de acción concreta, debe
entonces señalar el ámbito en el cual tiene que trabajar el
sujeto.
Por encima de todo, el lector debe aprender a sacar de
229
la lectura una pauta coherente. Con frecuencia, los lectores
principiantes se aprenden las cartas y avanzan hasta el pun
to en que tienen la habilidad necesaria para interpretar cada
imagen en su posición específica. Al final de la lectura, el su
jeto se encuentra ante una maraña de puntos diferentes y
sin ninguna idea clara de cómo se ensambla todo eso. Un
buen lector es capaz de resumir en unas pocas oraciones lo
que expresa la lectura. Yo, generalmente, intento hacerlo
tanto al comienzo como al final de la lectura, para imprimir
en la mente del sujeto los puntos más importantes. El A m
biente, ¿es un apoyo o un obstáculo? Las Expectativas de la
persona, ¿la ayudan o le hacen daño? ¿El Desenlace apor
tará un Resultado valioso? El sujeto necesita que estas cues
tiones le sean respondidas, no solamente en toda su com
plejidad, sino también de una manera tan simple como sea
posible. ¿Y cómo se deriva una cosa de otra? ¿De qué ma
nera colabora el pasado en la formación del futuro? ¿Qué
es lo que la persona aporta a la situación global?
Junto con la coherencia existe la necesidad de un enfo
que positivo. N o es suficiente con pintar las cosas como
son. La persona quiere saber qué tiene y qué no tiene que
hacer. Si las cartas muestran algo bueno, el sujeto todavía
necesita saber cómo ayudar a que eso suceda. Y si lo que
muestran es un desastre, el lector debe decirlo, pero tam
bién puede decir qué es — si hay algo— lo que puede hacer
la persona. ¿Qué es lo que produce ese Desenlace desagra
dable? ¿No se pueden alterar o evitar esas influencias?
¿Cómo se las puede contrarrestar, o por lo menos amorti
guar? ¿Qué elementos hay que muestren otras posibilida
des? ¿Podemos esperar que en la situación se origine algo
bueno? Si el Desenlace se genera en alguna línea de acción
determinada, ¿debe abandonarla la persona? Cuando ha
cemos una lectura de Tarot para alguien, asumimos la res
ponsabilidad de tratar de orientar a esa persona en una di
rección positiva.
Más allá de las sugerencias específicas de hacer esto
antes que lo otro, se encuentra un campo más vasto de ac
ción posible, derivado de las maneras en que se equilibran
230
entre silos palos. En la introducción a cada palo considera
mos sus problemas y la forma en que podíamos «añadir»
otros palos/elementos. En la práctica, esta adición es con
frecuencia difícil de lograr, porque significa alterar la pauta
que se mostró en la lectura misma. Sin embargo, por esta
misma razón vale la pena intentarla en situaciones en que
la lectura muestra un callejón sin salida si la persona se
queda con los elementos dados.
La forma más directa de hacer intervenir una influencia
exterior es valerse de simples sugerencias. Si la lectura in
dica la necesidad de la influencia cimentadora de los Pen
táculos, el sujeto puede tratar de hacer cosas de tipo físico,
como pueden ser deportes o jardinería, o de prestar más
atención a actividades más terrenales, tales como el trabajo,
el estudio o las labores de la casa. Si la lectura muestra una
necesidad de las cualidades acuosas de las Copas, entonces
el lector pude enfatizar los sueños y las fantasías del sujeto,
y puede sugerir actividades como la meditación o el dibujo.
Una persona puede satisfacer una necesidad de Varas vol
viéndose físicamente más activa, compitiendo con otras
personas o empezando proyectos nuevos. Y la necesidad
de Espadas requiere que la situación del sujeto sea abor
dada de manera sensata y cuidadosamente sopesada. Lo
importante de estas recomendaciones es que pueden ir más
allá de la lectura. Se ocupan tanto de las cartas que no apa
recen como de las que sí lo hacen. Por consiguiente, los lec
tores principiantes deben usar cuidadosamente este m é
todo, para no dar por sentado demasiado conocimiento y
control de su parte.
La meditación
231
genes mismas. Para la gente que conoce bien las cartas, o
que tiene cierta experiencia con la meditación, se hace posi
ble trabajar directamente con las imágenes para ayudar a la
concreción de los efectos asociados con ese naipe. N o hay
nada de impreciso ni de misterioso en este proceso. Exige
tanto concentración como sentimiento instintivo, y no reem
plaza los pasos prácticos, aunque ayuda a que se vuelvan
más accesibles. Si en una lectura aparece la Fuerza como
algo necesario para nuestra vida, ¿por qué no dejar que la
carta misma nos ayude a dárnosla?
Además de la meditación como tal, yo suelo recomen
dar a la gente que lleve consigo una carta determinada, y
que trate de mantenerse consciente de que la tiene consigo,
sacándola de cuando en cuando para mirarla y conside
rando su significado. Esa conciencia constante también
ayuda a mantener en foco la totalidad de la lectura.
La meditación también puede ayudarnos a introducir
nuevas influencias desde fuera de la lectura. Supongamos
que la Estrella no aparezca en la lectura, pero que nosotros,
como lectores, creamos que debería estar presente. Dicho
de otra manera, nos parece que el arquetipo de la Estrella
simboliza exactamente aquellas cualidades que necesita la
persona. Entonces podemos mostrarle la carta, y hablar con
ella de las ideas asociadas con la imagen. Sin embargo, vale
más darle la posibilidad de una vivencia directa de la carta.
El método es, brevemente, el que sigue. Empezamos
por llevar al sujeto a un estado meditativo, ayudándolo a
que se relaje, a que respire profundamente, y a liberar así
todos los pensamientos y las tensiones que obstruyen su
conciencia. Cuando el sujeto ha alcanzado este nivel (que
con cierta experiencia podremos percibir), empezamos a
ofrecerle sugerencias que lo lleven a adentrarse en la carta.
Las sugerencias pueden ser una descripción de la carta
para montar la escena (con la Emperatriz, por ejemplo:
«Estás en un jardín lleno de flores, a través del cual corre un
río. Hay una mujer reclinada en un diván...») o, más simple
mente, imágenes básicas como el sol, el agua, el viento, que
pertenezcan a las cualidades arquetípicas del naipe.
232
Por lo común, lo mejor es que esas sugerencias iniciales
sean tan simples como sea posible. Al describir la carta, no
debemos tratar de incluir todos los detalles. Es mejor dejar
que el sujeto cree sus propias impresiones, mientras el lec
tor se limita a funcionar como un guía que lo anima a con
tinuar.
Podemos mantener la experiencia en este nivel básico, o
bien llevarla más lejos, haciendo sugerencias más comple
jas o empezando a hacer preguntas («Qué ves?», «¿Qué
está haciendo la persona?», «¿Puedes oír algo?»), de ma
nera que el consultante empiece a fantasear más allá de
nuestras directivas. A veces, la meditación permite que la
persona tenga una vivencia nueva y diferente de los ele
mentos arquetípicos. En otras ocasiones, las cosas pueden
ir aún más lejos; las imágenes se transformarán, liberando
algún contenido de especial intensidad dentro de la per
sona. Varias veces, después de haber dirigido una medita
ción en grupo, trabajando con una clase, alguien ha venido
a decirme que la meditación le había permitido resolver
algún problema o bloqueo emocional que arrastraba desde
hacía tiempo. Estos aparentes descubrimientos, como es
natural, se originaban en las personas mismas, que ya esta
ban preparadas —y lo habían estado durante cierto tiempo—
para pasar de su estado presente a otro nivel, pero no po
dían decidirse a dar el salto. La meditación les permitía ha
cerlo sin que se dieran cuenta hasta que ya había suce
dido.
La meditación también puede ayudar al sujeto a enten
der en forma más profunda y más personal una carta deter
minada. Cierta vez hice una meditación con una consul
tante para quien el Emperador constituía una imagen re
mota, casi aterradora, y en todo caso nada atractiva. Em
pecé por montarle la escena: la estrecha imagen de un de
sierto de piedra que daba sobre una vasta llanura donde se
amontonaban los súbditos del Emperador. Cuando le pedí
que describiera a esas gentes, la mujer las vio a todas enca
puchadas — es decir, sin cara— e inclinadas, ocupadas en
tareas que las hacían parecer robots. La expresión cruel y
233
colérica del Emperador hacía que la gente no se atreviera a
mirarlo. El pueblo simbolizaba a la mujer y su mala disposi
ción a aventurarse más profundamente en el naipe.
Entonces le dije que hiciera precisamente eso, no limi
tarse a mirar al Emperador, sino encaminarse directamente
hacia él. Cuando la consultante actuó esa fantasía, sucedió
algo extraño. El despótico Emperador se convirtió en una
especie de títere inofensivo, en tanto que por detrás de él se
elevaba algo así como un gran fantasma o figura espiritual,
hermosa y benévola. La reacción de miedo y aversión ante
la estructura social que simboliza el Emperador había ce
dido el paso a un sentimiento de la estructura espiritual
subyacente en el universo.
Esta experiencia no sólo dio un sentido mucho más am
plio de la significación profunda del Emperador a la consul
tante, sino que tuvo el mismo efecto para mí. Con ella pude
ir más allá de la imagen del Emperador en cuanto sociedad
y llegar al significado más oculto de la carta en cuanto sim
boliza al propio cosmos. Cada vez que proponemos a al
guien una meditación, nosotros mismos participamos en
ella.
Al mismo tiempo, sólo podemos guiar a otras personas
en este tipo de ejercicios después de haber tenido nosotros
cierta experiencia con ellos. Quien sea un principiante en
meditación debe darse cuenta, sobre todo, de que se trata
de una actividad que tiende a funcionar mejor cuanto más
se la practica. Si nunca se ha intentado meditar, puede ser
que produzca un poderoso efecto la primera vez, pero lo
más probable, sin embargo, es que resulte difícil concen
trarse, o simplemente que uno se encuentre físicamente in
cómodo al tratar de estar sentado sin moverse. Hay que se
guir intentándolo, y si es posible, recurrir a un maestro que
nos enseñe los elementos básicos de la respiración y de
la postura.
No es mi intención recomendar ninguna técnica especí
fica para alcanzar un estado meditativo. Sobre el tema abun
dan los libros y las clases, y muchas personas se encontra
rán con que necesitan ensayar un poco hasta encontrar el
234
método que mejor responda a sus necesidades. Aunque la
mayor parte de estas técnicas se pueden adecuar para tra
bajar con el Tarot, las más fácilmente adaptables son aque
llas que ponen en juego la visualización (a diferencia de las
que se apoyan en salmodiar [un mantra o una melodía] o
en lograr un completo vacío mental).
Son muy diferentes los métodos usados para incorporar
las cartas a la meditación. Algunas personas empiezan con
los ojos cerrados, y no miran el naipe mientras no han al
canzado cierto estado; otras hacen lo contrario: comienzan
mirando atentamente la carta hasta alcanzar cierta unidad
con ella, y después cierran los ojos y dejan que a partir de
ahí sigan fluyendo las imágenes. Otras sostienen la carta
frente a ellas con el brazo extendido y la van acercando len
tamente hacia el plexo solar, para «incorporarla al aura».
De cualquier manera que se comience, recomiendo al
lector que trabaje con las imágenes y los sentimientos que
le movilice la carta, y no con el simbolismo que haya apren
dido a asociar con ella, que procure dejarse afectar por la
imagen, permitir que sus reacciones afloren a la superficie y
dejar luego que se alejen de él antes de que lleguen a blo
quear experiencias ulteriores. A veces, para mí ha sido una
ayuda mirar la carta sin enfocar los ojos, de modo que los
símbolos y las formas concretas se disuelvan en colores y
figuras.
En otras ocasiones, especialmente cuando doy un tema
de meditación a alguien, prefiero ignorar la imagen y suge
rir alguna escena asociada con ella. Por ejemplo, con el
Loco, en vez de ese personaje específico con su vestimenta
multicolor, suelo usar una imagen más simple, la de la cima
de una montaña iluminada por el sol. Es más importante
conseguir que el sujeto (o uno mismo) se sitúe en la escena
que ajustarse exactamente a la carta.
También el movimiento o la postura puede ayudar en la
evocación de ciertas cartas. Para el Mago, está la posibilidad
de ponerse de pie — o de sentarse— con un brazo levan
tado «hacia el cielo» y el otro apuntando a la tierra.
Hay veces que la meditación no irá más allá de una toma
235
de contacto con el naipe, o del descubrimiento de nuevas
ideas sobre la carta y sobre uno mismo. Otras, nos encon
traremos «adentrándonos» en la carta, es decir, encontrán
donos a nosotros mismos dentro de la imagen, participando
activamente en alguna situación con los personajes de la fi
gura. Esto puede suceder de una forma tal que nos arrebate
y nos encontremos con todo nuestro ser puesto allí, y no
aquí. Pero lo más probable es que lo vivenciemos como una
fantasía que transcurre delante de nosotros, sin que perda
mos la conciencia de nosotros mismos sentados en el suelo
o reclinados en la cama. De cualquiera de las dos maneras,
son vivencias intensas que se hace difícil expresar con pala
bras. Encarnan un significado a la vez personal y arquetí-
pico, ya que mientras que las cartas nos presentan imáge
nes de un significado muy profundo, lo que nosotros haga
mos con tales imágenes resulta de nuestras propias necesi
dades y experiencias.
Varias personas, entre ellas P. D. Ouspensky y Joseph
d’Agostino, han intentado poner por escrito sus meditacio
nes con el Tarot para que sirvan como ejemplo o guía. En
mi opinión, esas descripciones no transmiten realmente la
vivencia de la carta que cobra vida, del practicante que se
convierte en parte de la imagen. Cada persona experimenta
cosas diferentes en esos momentos. Por ejemplo, con la
Fuerza podría ser que te encontraras corriendo con el león,
o que te vieras envuelto por el chal floreado de la mujer, o
que te convirtieras en la mujer o en el león; incluso, como
me sucedió una vez, podría pasar que la mujer soltara al
león para que éste te saltase encima, clavándote las garras
y mordiéndote.
Puedo ofrecer algunas sugerencias más. Si no hay una
imagen determinada que te atraiga para trabajar con ella,
puedes hacer una lectura, o simplemente ir recorriendo el
mazo hasta que una carta te «atrape» y te encuentres den
tro de ella. Entonces ponía delante de ti y comienza una
meditación normal. Toma conciencia de la imagen, dejando
de lado cualquier idea previa que puedas tener sobre ella.
Puedes tener los ojos cerrados o abiertos; eso depende de
236
lo que sea mejor para ti; la mayor parte de las personas en
cuentran que prefieren tener los ojos cerrados, por lo menos
cuando la fantasía se inicia. Procura ver y sentir que tú
mismo estás allí, en ese lugar, con esas personas y esos
animales.
Como ya dijimos, si estás haciendo hacer una medita
ción a otra persona debes darle sugerencias que le permi
tan entregarse a la imagen. También es posible que des
pués de experimentar un poco quieras usar tú mismo tales
sugerencias. Para trabajar con el Colgado, yo recurro con
frecuencia a la imagen de ir trepando por un árbol grande,
deteniéndome a distintas alturas para mirar hacia la tierra y
el mar que van quedando por debajo de mí, y al cielo y las
estrellas que hay arriba. También puedes simplemente que
rer una descripción de la carta, que puedas escuchar con
los ojos cerrados. Si quieres trabajar con este tipo de guías,
podría resultarte útil grabar antes una cinta, para que tu
mente consciente no tenga que estar ocupada recordando
qué viene luego. Procura hacer la grabación de modo que
queden suficientes espacios de silencio para permitirte reac
cionar. También podrías incluir en la cinta el comienzo de la
meditación, es decir, las instrucciones para la relajación, para
respirar profundamente, etc., o bien dejar simplemente un
prolongado silencio inicial. De cualquiera de las dos mane
ras, la mayoría de las personas prefieren poner en marcha
la grabación al comienzo y dejar que lleguen las instruccio
nes sin tener que tomar una decisión consciente. Por su
puesto, puedes usar una y otra vez la misma cinta, prepa
rando pies [como se dice en teatro], para las diferentes car
tas. O también puedes hacer una grabación general, con las
instrucciones para relajarte, entrar en contacto y unirte con
el naipe, y así sucesivamente.
Lo más importante es procurar no dirigir ni controlar lo
que vaya surgiendo. Esto es válido tanto para guiar las m e
ditaciones de los demás como para las propias. Aquí, la
línea divisoria es muy tenue. Si la dirección es muy débil, la
atención no se mantendrá; si es excesiva, no se permitirá
que la imaginación del sujeto vaya creando su propio mun
237
do. Lo mismo que sucede en otras situaciones, la experien
cia es la mejor guía. Tanto si trabajas solo como si lo haces
con otros, procura no anticipar tus vivencias, y no temerles.
La mayoría de las personas no tienen suficiente respeto por
su imaginación; creen que pueden entender cualquier cosa
que ella les muestre. Si ven de pronto imágenes de mons
truos o demonios, o de muerte, creen que eso significa algo
terrible que viene desde su propio interior, algo con lo que
no quieren enfrentarse. Pero la imaginación es mucho más
sutil que ellas, y funciona a su manera, de acuerdo con sus
propias reglas. Es frecuente que lo que en un primer m o
mento pareció inquietante se convierta luego en motivo de
inspiración. Jung llamaba a la imaginación «el órgano del
inconsciente». Si se la deja que se adueñe de nuestra ca
beza, nos llevará allí donde a la mente consciente no se le
habría ocurrido ir... o no se habría atrevido.
T odo esto es válido especialmente para las cartas Porta
les, lo mismo que para los Arcanos Mayores, cuya silenciosa
cualidad de Extrañeza nos lleva mucho más allá de los sig
nificados literales que se asocian con ellos. Al mismo tiem
po, com o representan efectivamente ciertas cualidades,
pueden también ayudarnos a lograr esas cualidades. Si es
útil que uno lleve consigo una carta, lo es más aún llevar un
Arcano Mayor o un Portal. Son imágenes poderosas que
tienen un efecto propio. El acto de mirar el Nueve de Pentá
culos y dejarse penetrar por él le ayuda a uno a crearse una
disciplina, así como llevar el Seis de Pentáculos o la Suma
Sacerdotisa, y mirarlos, ayuda a enfocar la conciencia de
manera receptiva.
La creación de un «mandala»
238
«mandala», una pauta o diseño formado por varias cartas,
entre las cuales es posible incluir no solamente las de la lec
tura, sino otras cuyas cualidades refuercen la dirección de
las orientaciones que ésta ofrece. Este acto de añadir deli
beradamente naipes que no son parte de la lectura vuelve a
extender el equilibrio entre consciente e inconsciente. La
lectura se ha adentrado en los dominios inconscientes del
conocimiento para presentar una imagen de la situación tal
como existe ahora. Por mediación del mandala, y de la in
troducción de nuevas cartas sacadas deliberadamente del
mazo, podemos extender o transformar la situación.
He aquí un ejemplo de un mandala en el que no fue ne
cesario sacar más cartas, porque la propia lectura nos ofre
ció todas las imágenes que necesitábamos. El siguiente Ci
clo del Trabajo (figura 64) hacía referencia a una mujer que
se sentía aislada de la gente que la rodeaba, a pesar de
tener algunas amistades aparentemente buenas.
La Cruz ejemplificaba perfectamente la situación: el Dos
de Pentáculos cruzado por el Seis de Espadas mostraba su
situación central de fingir que disfrutaba de la vida y de sus
relaciones con otras personas (el Dos de Pentáculos), con lo
que daba la sensación de funcionar bien («las espadas no
hunden el bote»), en tanto que mantenía su incapacidad
para relacionarse con la gente que la rodeaba. Com o la
mujer del bote, permanecía silenciosamente envuelta en
su sudario.
Brevemente, interpreté las otras cartas de la siguiente
manera: el Ermitaño invertido en la posición de la Expe
riencia Pasada mostraba la realidad de las amistades. Al
mismo tiempo, la comparación del Ermitaño con la Suma
Sacerdotisa, que apareció al final, sugería que la consul
tante no había aprendido a usar creativamente su senti
miento de soledad, a desarrollar su individualidad. El Ocho
de Espadas invertido en la posición de las Expectativas
mostraba un deseo de entenderse a sí misma y de entender
la situación, para así poder liberarse de ésta. Reflejaba tam
bién el lado político del problema, ya que buena parte del
aislamiento de la mujer provenía de que era miembro de un
239
Figura 64
E jem p lo de una lectura del C iclo d el Trabajo
240
grupo minoritario, cuyas experiencias ninguno de sus ami
gos compartía. En cierto nivel, se encontraba sola. Pero, en
vez de apreciar su propia peculiaridad entre la gente que la
rodeaba, la consultante se empeñaba en ocultar sus propias
experiencias en su intento de armonizar con esa gente.
Las tres cartas en la posición del Trabajo eran el Rey de
Varas invertido, la Muerte invertida y el Diez de Pentáculos
invertido. El hecho de que hasta ese momento hubieran sa
lido todas las cartas invertidas, y sin embargo varias de ellas
— com o el Ocho de Espadas invertido— sugiriesen una lec
tura positiva, mostraba la necesidad de cambio. El Rey des
cribía una actitud que la consultante debía tomar hacia sí
misma y hacia los demás: decidida, y sin embargo, tolerante
con la confusión y la debilidad. La Muerte invertida, en
cuanto inercia, indicaba el peligro de no hacer nada. La ne
cesidad de ponerla en posición normal quedó subrayada
cuando la comparamos con el Seis de Espadas, situado por
encima de ella. Esa carta nos muestra un viaje cuyo modelo
es el viaje de las almas muertas. Para liberarse del bote del
aislamiento, del sentimiento de estar viva a medias, la con
sultante tendría que completar su viaje «muriéndose», es
decir, renunciando a esa personalidad que se había acos
tumbrado a las relaciones superficiales y al aislamiento ín
timo. El Diez de Pentáculos invertido indicaba que para
conseguirlo tendría que poner sobre el tapete la seguridad
de su situación presente, y forzar a sus amistades, cómodas
pero limitadas, a alcanzar niveles de mayor intensidad.
El As de Espadas, en la posición del Desenlace, mos
traba tanto la actitud fuerte como la mentalidad aguda y
perceptiva que la consultante necesitaría — y encontraría—
para movilizar su situación. El Resultado de ese Desenlace,
el Ocho de Varas, indicaba el éxito en la empresa. La carta
es portadora de sugerencias de amor y amistad. Simboliza
un viaje — el viaje espiritual, que se hace por agua— que va
llegando a su fin. Y en forma más directa, significa que la re
presión del Ocho de Espadas se transforma en energía
positiva.
Entonces dimos vuelta cinco cartas más, disponiéndolas
241
en una pauta de tres por debajo de las cartas del Trabajo, y
después una y una debajo del Centro. (No había ninguna
razón especial para proceder así en vez de disponer otra
línea; fue simplemente una opción intuitiva, y al seguirla se
comprobó que valía la pena.) Las tres cartas sugirieron nue
vas actitudes y maneras de encarar la situación. Primero, la
Rueda de la Fortuna invertida indicaba los cambios que
quería hacer la consultante. La posición invertida sugería
dificultades, y reforzaba el elemento de riesgo implícito en
el Diez de Pentáculos (recuérdese que la Rueda es también
10). El Cuatro de Pentáculos aparecía debajo de la Muerte
invertida. Implicaba a la vez la idea de liberar energía y la de
mantener una estructura en su vida, al tiempo que la con
sultante cuestionaba el modelo de sus amistades. La tercera
carta continuaba con este significado. Al salir debajo del
Diez de Pentáculos invertido, el Diez de Copas insistía en
que, al mismo tiempo que corría esos riesgos, la mujer de
bía seguir teniendo conciencia del amor auténtico que sen
tían por ella sus amigos. Se refería también a la idea de que
no debía dudar de la persona con quien convivía, porque
en esa relación recibía un apoyo total, y a ese don debía res
ponder con su confianza.
La Suma Sacerdotisa indicaba que, en cierto sentido, la
mujer seguiría estando sola, ya que todavía la gente que la
rodeaba no compartiría su formación ni sus experiencias. El
silencio de la Suma Sacerdotisa, sin embargo, no es el silen
cio del Seis de Espadas. Aunque silenciosa hacia los otros,
en la Suma Sacerdotisa se adivina una intensa comunica
ción interior, una aceptación y un conocimiento del sí mismo,
de esa parte de su ser que una persona no puede expresar a
los demás en términos racionales y concretos. La carta se
dirigía especialmente a la mujer, que era poeta y había es
crito recientemente un poema en que se valía de la metá
fora de un lenguaje privado para expresar, precisamente,
esa idea de un conocimiento profundo que no es accesible
más que para el propio sujeto.
Debajo de la Suma Sacerdotisa salió la Emperatriz, el
otro aspecto del arquetipo femenino. Tal como explico en
242
mi libro sobre los Arcanos Mayores, las dos cartas se com
plementan, porque la Emperatriz significa un apasionado
compromiso con la vida y la amistad, no com o oposición a
la percepción interior de la Suma Sacerdotisa, sino como
resultado de ella. Desde una posición de aceptación de sí
misma, la mujer podría entregarse abiertamente a las perso
nas que la rodeaban.
Tras una lectura tan poderosa, la mujer quiso seguir tra
bajando con las imágenes. Construimos entonces un man
dala (figura 65) para la meditación y el estudio. Empezamos
con la Muerte como el centro, ya que la transformación se
guía siendo la clave. Debajo de la Muerte venía la Suma Sa
cerdotisa a la izquierda, lo que aludía al hecho de que la co
municación interior debe ser parte del proceso para que la
Muerte produzca verdaderos resultados. El As de Espadas a
la derecha representaba la agudeza mental. Y arriba estaba
la Emperatriz, para asegurar la deseada nueva manera de
relacionarse con el mundo exterior.
Acto seguido, colocamos cartas en los cuatro ángulos,
en torno de la estructura, empezando por el Seis de Espa
das y el Ocho de Varas en la parte inferior, a la izquierda y a
la derecha. Las cartas mostraban el viaje y su anticipado
final. Para los ángulos superiores usamos el Ocho de Espa
das invertido y el Rey de Varas invertido: la acción que se
deseaba realizar y la actitud que se necesitaba para produ
cirla. Finalmente, como «patas» del mandala colocamos el
Diez de Copas debajo del Ocho de Varas, y el Diez de Pen
táculos invertido debajo del Seis de Espadas. Las imágenes
quedaron entonces com o se puede ver en la página si
guiente:
243
T H E EMPRESS.
aC E ^^V fO R P S
Figura 65
E jem p lo d e un marídala
244
Si tienes un mazo de naipes del Tarot Rider, colócalos
como en el diagrama (figura 65) y míralos un rato. Observa
<|iie para la meditación puedes concentrarte en una carta,
como podría ser la Muerte en el centro, o bien dejar que la
lolalidad de la estructura se instale en la mente, quizá m o
viendo un poco las imágenes. Com o el mandala contiene
lodos los elementos, con los triunfos en el medio, la mujer
podía mantener el equilibrio asimilando la imagen.
Si estudias cuidadosamente una disposición, empiezan
<1 aparecer relaciones nuevas entre las cartas. El Ocho de
245
8
Lo que aprendemos
de las lecturas del Tarot
246
hacemos. Supongamos que una persona se enferme cada
vez que se aproxima un día de fiesta o unas vacaciones. Eso
puede prolongarse durante años sin que ella establezca la
relación y vea todas esas dolencias como una treta sub
consciente con que intenta evitar algún problema o algún
temor asociado con las vacaciones. Una lectura de Tarot
puede hacer que tome conciencia de ese problema... y hace
que el lector tome conciencia de un ejemplo más de manio
bras inconscientes. Precisamente, la práctica de leer el Tarot
nos ayudará a descubrir esas tretas del comportamiento,
tanto en nosotros mismos como en los demás.
Una vez que empezamos a prestar atención a lo que ha
cemos y a lo que sucede com o resultado, advertimos toda
clase de cosas, y no solamente en las lecturas, sino también
en la vida diaria; pautas de cólera y confianza, de esperanza
y miedo; la forma en que nuestra reacción ante diversas si-
luaciones puede provenir de nuestro propio interior antes
que de la situación misma. Nos volvemos más conscientes
de la forma en que nos manejamos con el trabajo y con los
amigos, de nuestras tendencias a desplazar la responsabili
dad, ya sea alejándola de nosotros («N o es justo» o «Mira lo
que me hiciste») o atrayéndola sobre nosotros («Es todo
culpa mía»). Observaremos, por ejemplo, que con frecuen
cia decir «Es todo culpa mía» no es más que una treta para
no tener que ver lo que realmente hemos hecho. Al conver
tirlo en una situación de todo o nada, hacemos que sea fácil
evitar una auténtica evaluación de la situación.
Prestar atención hace que sea un poco más difícil depri
mirse o manipular a otras personas. A medida que observe
mos las sutiles razones por las cuales la gente llora o se en
fada o acusa a los demás, sabremos por lo menos un poco
sobre nosotros mismos cuando hacemos esas cosas.
Las lecturas del Tarot hacen que tomemos conciencia
de la maravillosa variedad de la naturaleza humana. A m e
dida que las mismas cartas aparecen en interminables com
binaciones diferentes, se nos hace claro que la gente siem
pre puede producir algo nuevo. Al mismo tiempo, la nove
dad se superpondrá siempre a las pautas subyacentes. M e
247
diante las lecturas aprendemos, en general, las formas en
que el pasado afecta a las personas, las formas en que sus
esperanzas y sus miedos ayudan a crear el futuro. Pero lo
que siempre nos sorprenderá son tanto las situaciones pa
sadas como las expectativas futuras específicas.
También aquí aprendemos el hábito de prestar aten
ción, porque si empezamos a interpretar automáticamente
las cartas sobre la base de libros autorizados o de lecturas
anteriores, perdemos de vista la verdad, y las lecturas se
vuelven superficiales y confusas. Llevemos un registro de
lecturas pasadas, claro que sí, pero no simplemente para
usarlo en busca de ejemplos para el trabajo futuro; puede,
en cambio, ayudarnos a tener presentes la variedad y la no
vedad constante del comportamiento humano.
Obsérvese que, como cuando crea un equilibrio, el Tarot
no se limita simplemente a ayudarnos a prestar atención:
nos obliga a que lo hagamos, si queremos que nuestras lec
turas den buenos resultados. Las lecturas del Tarot actúan
como una especie de programa de ejercicios psíquicos que
refuerzan los músculos perceptivos.
Lo que la gente hace con la información que obtiene de
las lecturas del Tarot puede enseñarnos algunas lecciones
importantes sobre el libre albedrío. Muchas personas consi
deran que la cuestión del libre albedrío es una cuestión ab
soluta; o bien hacemos elecciones constantes, o actuamos
de acuerdo con el destino. Para plantearlo en un contexto
más moderno, ¿hacemos lo que hacemos como una elec
ción deliberada de ese momento, o como resultado de toda
una vida (o de muchas vidas) de condicionamiento?
Desde el punto de vista del Tarot, esto se convierte en
una cuestión práctica. Si en cualquier momento actúo libre
mente, ¿cómo es posible que las cartas puedan predecir lo
que haré? ¿Qué significado puede tener la lectura si mi
elección sigue estando totalmente abierta hasta el m o
mento en que hago algo? ¿O es que algún poder me obliga
a actuar de la manera que han predicho las cartas?
Estos problemas se resuelven si renunciamos a enfocar
la cuestión de manera absoluta, viéndolo todo en función
248
de blanco o negro. Entonces diremos que podemos retener
siempre el libre albedrío, pero que raras veces lo usamos.
Nuestro condicionamiento, nuestra experiencia pasada, y
sobre todo nuestra ignorancia de todas estas cosas, tienden
a encaminarnos en ciertas direcciones. La lectura refleja
estas influencias y nos muestra cuál es su resultado posible.
Las cartas no obligan a que la situación tenga determinada
salida. Simplemente, reflejan la manera en que se combi
nan las influencias en la vida real. Cuando llega el momento
de actuar, podemos tomar una decisión diferente, y sin em
bargo, no lo hacemos. Una y otra vez en la vida, con poco
conocimiento consciente, renunciamos a nuestra libertad
de elección, dejamos que sean nuestros condicionamientos
y nuestra historia los que nos muevan. Lo hacemos, en
parte, por ignorancia, y en parte por dejadez. Es mucho más
fácil seguir un condicionamiento que actuar basándose en
decisiones verdaderamente conscientes.
Cuando yo «dejé de seguir un buen consejo», cuando
me dije: «Ahora que ya hice la lectura, puedo asegurarme
de que esas cosas malas no me sucedan», cuando seguí
adelante con mi proyecto original y di margen a que se
plantearan los problemas anunciados, demostré que no es
taba usando mi libre albedrío; lo evitaba al mismo tiempo
que aparentaba estar actuando en función de él. Este tipo
de cosas se repiten una y otra vez, y el acto de hacer lectu
ras del Tarot nos muestra en forma muy vivida las múltiples
maneras en que la gente niega su libertad. Y esta relación
entre libertad y condicionamiento es una de las formas de
conocimiento más valiosas que nos aporta el Tarot.
El Tarot nos enseña además la importante lección del
contexto. Por más valiosa que nos parezca una cualidad
considerada en forma abstracta, en realidad nos afecta úni
camente en el contexto de otras influencias. Las lecturas
nos lo demuestran en forma práctica, como en el caso de la
mujer que buscaba cóm o hacer frente a los celos de su
amante. Un naipe al que habitualmente se considera posi
tivo, como el Sol, tendía en realidad a un mal resultado,
porque al estar esperando el Sol la consultante no se en
249
frentaba con las exigencias de la situación, y dejaba que las
ideas de los otros se impusieran a lo que ella quería.
Junto con el contexto aprendemos las formas en que se
equilibran entre sí los elementos de la vida. Ante todo,
vemos cómo los palos y las cartas específicas se combinan
para formar una situación unificada, en la cual ningún palo
es mejor ni peor que ninguno de los otros. A menudo, los
astrólogos se encuentran con que los clientes esperan que
ciertos signos dominen en su carta, y se muestran decepcio
nados e incluso avergonzados si aparecen otros.
De modo similar, algunas personas que saben un poco
de Tarot se sentirán reconfortadas si en una lectura predo
minan las Varas o las Copas, se asustarán si hay muchas Es
padas, y la encontrarán trivial e incluso insultante si el pre
dominio es de los Pentáculos. Algunos aceptarán sola
mente una lectura que tenga muchos Arcanos Mayores,
porque sólo les parecen importantes los triunfos, con sus
implicaciones de poder y de conciencia espiritual.
Pero incluso los Arcanos Mayores no constituyen más
que un elemento que carece de sentido sin los otros. Los
estudiamos aisladamente para precisar su sabiduría y su
poderosa descripción de la existencia, pero en la práctica,
para entender el mundo hay que mezclar lo espiritual con
lo mundano, lo feliz con lo triste, el amor con la cólera.
Las cartas nos enseñan aún otro equilibrio, uno que se
insinúa en la balanza de la Justicia. ¿Cómo se relaciona el
pasado con las posibilidades futuras? ¿Cómo combinamos
los efectos de nuestra propia decisión con las influencias
del mundo exterior? ¿Qué queremos decir cuando afirma
mos asumir la responsabilidad de nuestra propia vida? ¿Sig
nifica eso que creamos o controlamos todo lo que nos su
cede? Tal como en el caso del libre albedrío, a muchas per
sonas les gusta pensar en la responsabilidad en un sentido
absoluto. O bien el mundo nos configura por entero, o tene
mos un control total de nuestras vidas. Las lecturas del Tarot
nos hacen dar cuenta cabal de que la situación de una per
sona en cualquier momento dado se deriva de una combi
nación de todas estas circunstancias. Así como alguien de
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muy baja estatura no puede esperar convertirse en jugador
profesional de baloncesto, tampoco debe considerar que
toda su vida estará dominada por su estatura.
Aquellos que aceptan esta idea en teoría bien pueden
preguntar: ¿Qué es lo que pesa más, la situación o la res
ponsabilidad personal? ¿Cuál es la que realmente controla
al individuo? Pero las lecturas del Tarot nos demuestran
qué poco sentido tienen esta pregunta y otras similares. En
algunas lecturas, la posición del Consultante y la de Espe
ranzas y Temores predominan claramente. En otras, los fac
tores determinantes resultan ser la Base o el Ambiente; todo
esto depende de la persona y de la situación.
Las lecturas del Tarot nos ayudan a cultivar la confianza
en nuestras propias percepciones. En parte, esto se debe al
conocimiento obtenido, y en parte a la necesidad de hacer
opciones y atenerse a ellas. ¿Cuál de los significados de un
naipe es válido para un caso determinado? Una carta corte
sana, ¿hace referencia al sujeto, a alguna otra persona o a
un principio abstracto, como el Rey de Espadas que simbo
liza la ley y la autoridad, o la Reina de Copas que repre
senta la creatividad? A medida que vamos haciendo más
lecturas, nos encontramos con que nos sensibilizamos más
para las respuestas a estas cuestiones y a otras similares.
Como resultado, la confianza en nuestro entendimiento y
nuestra intuición va en aumento.
Otra cuestión es qué período abarca una lectura. Con la
Cruz Celta o el Ciclo del Trabajo, la respuesta puede incluir
desde unos pocos días a algunos años, no solamente hacia
el futuro, sino también hacia el pasado. A veces, para un
adulto, la lectura puede extenderse hacia atrás hasta la in
fancia. También el Arbol de la Vida, por más que general
mente dé una visión global de la vida, en ocasiones puede
referirse a un período más breve, si la persona está pasando
por una época de cambio intenso.
Los diferentes períodos que abarcan las lecturas, espe
cialmente las más breves, dependen de dos elementos. Pri
mero, de la situación de la persona y de la pregunta que for
mule. Algunas cuestiones, tales como asuntos prácticos o
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jurídicos y ciertas situaciones emocionales, pueden dar como
resultado una respuesta que se concreta en cuestión de
pocos días. Con otras — la resolución de conflictos em ocio
nales, las relaciones profundas, la evolución espiritual o ar
tística— puede ser necesario más tiempo hasta que la lec
tura se concrete, lo cual no significa que hayan de pasar
años sin que las lecturas «se cumplan». Aquí no estamos
hablando de predicciones, sino del desarrollo de pautas que
se despliegan lentamente a medida que pasa el tiempo.
En segundo lugar, están los diferentes niveles que puede
tocar el consultante mientras mezcla las cartas. A veces,
éste evoca situaciones superficiales que no duran más que
muy breve tiempo; otras, la persona puede barajar el mazo
y, no se sabe por qué, llegar al centro mismo de la experien
cia. E incluso, en este caso, puede ser que la lectura muestre
en toda su profundidad el pasado o que refleje el potencial
de evolución personal futura.
También puede ser que el nivel alcanzado no dependa
en absoluto de la actitud de la persona que mezcla las car
tas. Pero, generalmente, esta actitud tiene su importancia.
Lo más probable es que alguien que ve una lectura como
una broma o un juego condicione una lectura superficial; la
persona que considera en profundidad una pregunta, que
mezcla cuidadosamente los naipes e intenta percibir el mo
mento exacto para detenerse y cortar el mazo obtendrá, ge
neralmente, una lectura más o menos significativa. Sin em
bargo, hay veces en que ni siquiera una tesitura tan cuida
dosa conseguirá profundizar por debajo de los aconteci
mientos más superficiales del futuro inmediato, mientras
que en otras ocasiones, con la más desaprensiva de las
mezclas, el consultante se encontrará repentinamente en
frentado con una poderosa imagen de su vida entera. Para
el lector, momentos así son fuente de interés y emoción.
Incluso es dable que la pregunta misma no tenga impor
tancia. A veces alguien pregunta cómo va su trabajo, y re
cibe una respuesta referente a su nueva relación amorosa...
especialmente si esa cuestión le ocupa más espacio mental
que la efectivamente formulada. O, como sucedió en el caso
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de la mujer que descubrió que su sexualidad estaba blo
queada por sus conflictos con el padre, la lectura puede res
ponder aportando material de algún otro sector.
¿Cómo sabemos, pues, qué es lo que nos dice la lectura?
Algunas cosas se hacen obvias ya al ver las imágenes de los
naipes. Si preguntamos por trabajo, y nos aparecen los Ena
morados y el Dos de Copas, es probable que la lectura no
se refiera al trabajo, sino al amor. Com o lector principiante,
sin embargo, no puedes contar con que descubrirás todas
las sutilezas. Sólo la experiencia te ayudará a abrirte paso
hasta el corazón mismo del laberinto. A medida que sigas
con las lecturas, irás percibiendo estas cosas. Y la intensifi
cación perceptual se hará extensiva a otras partes de tu vida.
A veces, sean cuales fueren nuestra experiencia y la
agudeza de nuestra intuición, cometeremos errores. Podría
suceder que considerásemos simbólicamente a los Enamo
rados, cuando están anunciando una relación amorosa con
una persona a quien el consultante no ha conocido todavía.
En realidad, de esta incapacidad de saber exactamente qué
es lo que significan las cartas podemos aprender una lec
ción muy valiosa: podemos tomar conciencia de la Ignoran
cia. Y si he escrito la palabra con mayúscula es para subra
yar su cualidad esencial. En tanto que la mayor parte del
conocimiento que vamos reuniendo en la vida es, en reali
dad, muy superficial y externo, la Ignorancia está en la base
misma de nuestra existencia. Ante todo, somos ignorantes
de la verdadera naturaleza de las cosas. Lo que sabemos
del mundo está sujeto a la limitación de nuestros órganos
sensoriales. Para que veamos las palabras que hay en esta
página, es menester que se refleje en ella la luz que han de
recibir nuestros ojos. Entonces, el nervio óptico transmite
los impulsos al cerebro, que los convierte en otros y los dis
pone en pautas significativas que nuestra conciencia en
tiende como un lenguaje. Pero no podemos conocer direc
tamente, en el sentido de fundirnos con algo que está ahí
fuera. Sólo podem os convertir el universo en impulsos,
pautas, símbolos.
De modo similar, porque existimos en forma física, de
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bemos ir planteando y resolviendo nuestra vida dentro de
los límites del tiempo. Esto significa, entre otras cosas, que
no podem os realizar todos nuestros potenciales, porque
siempre debemos optar por hacer una cosa y no otra, den
tro de los pocos años de que disponemos. Una persona que
tenga capacidad para ser tanto bailarín como hombre de
negocios tendrá que escoger entre lo uno y lo otro. Y, sea
lo que fuere lo que elija, tendrá que trabajar muchos años
antes de llegar efectivamente a su objetivo. El tiempo signi
fica también que muchas veces no podemos saber las con
secuencias de nuestras acciones, por la sencilla razón de
que por lo menos algunas de ellas tal vez no se hagan evi
dentes hasta muchos años después. A veces, las consecuen
cias de nuestras acciones no se nos aparecen a nosotros,
sino a otras personas. Algo que hacemos en cierto lugar
puede afectar a personas que vivirán allí mucho después de
que nos hayamos mudado, o incluso de que hayamos muer
to. En la forma más simple: el tiempo significa que las cosas
deben suceder antes de que podamos conocerlas.
La meditación con el Ocho de Espadas com o Portal
puede incrementar nuestra conciencia de la Ignorancia. Las
lecturas del Tarot —y los errores que cometemos al tratar
de interpretarlas— pueden demostrar en forma más directa
la Ignorancia. Una lectura llega, de hecho, más allá del tiem
po, destacando la auténtica pauta que incluye el pasado y el
futuro. El diseño aleatorio de los naipes nos lleva a saltar
por encima de las limitaciones de la conciencia. Y sin em
bargo, esa conciencia limitada es la que debe interpretar la
lectura. Experimentamos a la vez el verdadero estado del
universo, en el cual todas las cosas existen juntas, y nuestro
propio conocimiento de él, sumamente esclavizado al tiempo.
Experimentamos a la vez la verdad y la ignorancia.
El otro lado de la Ignorancia es la Certidumbre, el es
tado de conocimiento de la realidad, y no de las impresio
nes y los símbolos que nuestra limitada conciencia se forma
de ella. Mucha gente considera que el éxtasis, la unidad con
la luz de Dios, es el objetivo supremo del místico o del ocul
tista. Pero, como lo demuestran los Arcanos Mayores del
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Tarot, el relámpago del éxtasis no es más que un paso a lo
largo del camino. La meta es la Certidumbre, el estado de
conocimiento allí donde antes sólo podíamos conjeturar.
¿Cuál es la verdadera causa de cualquier acción ais
lada? ¿Cuáles serán sus consecuencias, no sólo para la per
sona que ha actuado, sino para otras, tanto conocidas como
desconocidas? Las pocas personas que han alcanzado la
Certidumbre pueden ver las causas y consecuencias en el
seno de la acción misma. Los demás sólo podemos hacer
conjeturas, tanto respecto de esto como de mil cosas más.
Seguimos siendo Ignorantes.
Pero aun cuando no podamos acertar con la verdadera
interpretación de una lectura del Tarot, la lectura, com o tal,
trasciende ese estado Ignorante y sometido al tiempo. La
lectura, independientemente del lector, es vehículo de Cer
tidumbre. Y si trabajamos lo suficiente con las cartas, com
parando nuestras interpretaciones con los acontecimientos
subsiguientes, entregándonos cada vez más a las imágenes,
cultivando nuestra intuición, entonces a veces podemos lle
gar a experiencias de Certidumbre, de conocimiento del
verdadero significado de algo. Y si bien tales experiencias
tienen su propio valor, como más nos sirven es dándonos
un sentido de la orientación. Nos ayudan a percibir qué es
lo que queremos lograr.
Finalmente, la práctica de las lecturas del Tarot nos en
seña aún algo más. Com o no son neutrales en su actitud
hacia la vida, como encarnan ciertos puntos de vista y cier
tas creencias y renuncian a otros, los naipes nos cambian.
Con el tiempo — siempre con el tiempo— empezamos a ver
el equilibrio de las cosas, la armonía estable en el seno del
constante fluir y cambiar de la vida. Tomamos conciencia
de lo Extraño que está siempre a la espera más allá de
nuestra experiencia ordinaria, aprendemos a reconocer los
dones que hemos recibido de la existencia, y nuestra propia
responsabilidad de entenderlos y de usarlos. Y por encima
de todo, empezamos a captar la verdad que el Tarot trata
de transmitirnos: el universo está vivo, y lo que podemos
saber de nosotros mismos podemos saberlo de todo.
255
'
Rachel Pollack se ha especializa
d o en el estudio del Tarot desde
un punto de vista p sicológico y
sus obras, publicadas en el Reino
Unido, se reeditan perm anente
mente. Adem ás de LOS SETENTA
Y O C H O G R A D O S DE S A B ID U
RIA, ARCANOS MAYORES y AR
CANOS MENORES y LECTURAS,
ha p u blicad o tam bién la obra
THE O PEN LA B Y R IN T H , en la
que, utilizando ejem plos concre
tos de su experiencia, describe
en detalle algunas lecturas de
Tarot.
Kn c'sui i'o ic iv ió n :
SETENTA Y OCHO GRADOS
DE SABIDURIA
Arcanos Mayores