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Esto de tratar de hacer un mundo socialista es una cosa muy seria, y si no nos

reímos, nos va a salir un mundo tan cuadrado que no vamos a poder darle la
vuelta al otro lado. Con nuestro pensamiento guevarista en forma de garabatos de-
mandamos: para todos, todo.
Una de las primeras cosas que queremos es aprender. Sabemos que no se puede aprender con la
panza vacía, o con frío, o si uno no tiene donde dormir, y sabemos que hay dos cosas que van juntas: para
tener un mundo mejor en el que todos podamos aprender, hay que saber que todos tenemos derecho a
aprender, también a abrigarnos, a comer, a vivir en una casa, a poder ir al médico y a jugar.
Para conseguir que comer, donde vivir y con que vestirse, los hombres y las mujeres tenemos que
trabajar. Todas las cosas que necesitamos se consiguen con trabajo: sembrando y cosechando, criando
animales, cosiendo, tejiendo, construyendo… esto fue así siempre, pero hace miles de años que hay
hombres que trabajan para otros hombres.
Hace muchísimo tiempo eran esclavos, tenían que trabajar para el amo a cambio solamente de casa
y un poco de comida para toda la vida, y sus hijos también eran esclavos. Después eran también mucha-
chos jóvenes que querían aprender un oficio y trabajaban en algún taller, a cambio de que el dueño del
taller qué hacer.
Pero en el siglo dieciocho sucedió algo muy importante, que cambió de un día para el otro la forma
de trabajo de la gente: llegaron las máquinas. Las máquinas hacían en mucho menos tiempo el trabajo de
un montón de gente. Y como las máquinas producían mucho más, los dueños de las máquinas ganaban
mucho más. A este gran cambio se lo llamó Revolución Industrial. Porque cuando hay una Revolución, se
dan vuelta las cosas…
Claro que igual los dueños de las fábricas necesitaban obreros que atendieran las máquinas. A
esos obreros se les pagaba un salario por su trabajo. Pero como las máquinas hacían mas rápido el
trabajo de muchos obreros, produjeron un gran adelanto técnico, pero también la desocupación de de
muchos trabajadores. Los pocos que tenían trabajo cobraban salarios muy bajos. Y eso porque había mas
desocupados que vacantes de trabajo. Los patrones ofrecían salarios muy bajos y la gente, con tal de
tener trabajo, aceptaba, pagaran lo que pagaran.
Además de pagarles poco, el trabajo ya no fue lo mismo, había que cumplir un horario muy estric-
to, había que trabajar en silencio y sin descanso. Y ya no se trataba de un tejedor que tejía una alfombra
y que, mientras tejía, iba viendo que linda quedaba y se sentía orgulloso de su trabajo. Ahora había que
atender las máquinas, o terminar lo que las máquinas hacían: cada obrero se dedicaba a una sola cosa, o
sea, se especializaba. Tenía que pasarse todo el día, por ejemplo, moviendo cada tanto una palanca, o
cargando combustible en la máquina, o apilando cosas… ¡Pobre! ¡Que aburrido!
Y así las fábricas crecían, cada vez se producía más, y los patrones se volvían más y más ricos.
Pero para los obreros las cosas iban muy mal, no tenían derechos, tenían que aceptar cobrar lo que el
patrón decía, que era siempre muy poco, y no podían pedir nada. ¡Como los esclavos!
Estos obreros, al principio, no creían que las cosas pudieran cambiar. Les parecía que así era el
mundo y que así había que aceptarlo. Les parecía normal que hubiera algunos pocos que fuesen muy ricos
y que muchos otros, que eran muy pobres, tuviesen que trabajar para beneficiar a los ricos a cambio de
lo que los ricos decidieran.
Pero… siempre había algunos más valientes y más protestones. Eran los que pedían, los que
discutían, los que pensaban. Además, los obreros no tardaron en darse cuenta de que ellos tenían una
ventaja sobre los patrones… ¡los obreros eran mas, muchos mas! Una fábrica tenía un patrón pero
quinientos o mil obreros. Y ya se sabe, uno solo no puede mucho si no es poderoso, pero muchos juntos
pueden mas que cualquier poderoso. Como pasa con las ramitas: una ramita la parte cualquiera, pero
cien ramitas juntas ¿Quién las parte?

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Y así fue que los obreros se organizaron y consiguieron cosas que solos no hubieran conseguido.
También los países se organizan, el nuestro por ejemplo está organizado en forma de democracia.
La palabra democracia tiene un significado muy lindo, quiere decir «gobierno del pueblo», y eso es como
decir «gobierno de todos». Porque todos somos pueblo: todos los hombres y todas las mujeres, no
importa cual sea nuestro oficio ni nuestra manera de vivir o de pensar.
En una democracia no hay nadie que quede afuera, todos podemos participar. Todos valen igual.
En una democracia-democracia todos los ciudadanos valen igual, nadie debe tener privilegios.
Pero todavía queda mucho por hacer.
No todos los ciudadanos tienen la mismas oportunidades para opinar y participar, para algunos la
vida es mas difícil que para otros: a muchos no les alcanza la plata para vivir dignamente, muchos no
tienen casa, otros no tienen trabajo, otros no tienen plata para ir al médico, hay chicos que tienen que
trabajar en lugar de ir a la escuela.
La democracia no deja a nadie afuera, pero en ésta hay muchos que no entran. Una democracia-
democracia sería socialista, quiere decir que todos tendrían trabajo, todos educación, todos casa, todos
comida, todos derecho a la salud, es decir que todas las cosas que hacen al país sean de todos. Por
ejemplo en una fábrica: si la fábrica es de un solo señor, él solo se llena de plata y todos lo obreros que
trabajan reciben muy poquito; pero si la fábrica es de todos, los obreros que trabajan y el señor reciben
todos igual.

guevaratos@gmail.com

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