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Fragmentos vanos de mundanalidad.

1-) Cuando era chico, no tan chico en realidad, jugaba un video


juego: Tony Hawk’s Pro Skater 4 (THPS4). Era un juego de skaters
que tenía muy buena música. Una de las canciones que tocaban en
el juego, era “Seneca Falls” de la banda The Distillers. Una
canción punk muy buena. Y, yo la cantaba a todo pulmón, ¿viste?
Uno es joven y el punk llama la atención y cuando somos chicos,
no importa mucho las lyrics, uno la canta. El THPS4 de verdad
que era un juego que me marcó mucho. Había un escenario que era
Berlín y mostraban la ciudad como la capital mundial del
Graffiti. Recuerdo que crecí queriendo conocer Berlín por esa
razón: por los graffitis del muro. La primera vez que fui a
Berlín, obviamente fui a conocer lo que quedaba del muro en
Berlín del Este. Y me pasó que estando frente a los graffitis,
me acordé que un sueño que tenía, era estar parado ahí.
¿Por qué te cuento toda la historia de Berlín?, porque cuando me
di cuenta que estaba cumpliendo un sueño, me volvió el recuerdo
de la música de THPS4, la busqué en Spotify y me puse a
escucharla. Y ahí me reencontré con la canción de los
Distillers. Ese es uno de esos momentos donde te das cuenta que
estás viejo; cuando te preocupas de las lyrics de una canción.
“Seneca Falls”, ¿qué mierda es eso? Fíjate que me senté en una
antena gratis de wi-fi al lado del “monumento a los judíos
europeos asesinados” y empecé a indagar. Y qué te cuento que me
inundó una cantidad de información que me cayó como un rayo en
la cabeza. Lo primero es que el vocalista de la banda, era en
realidad la vocalista. Ya ahí fue como un poco incómodo, porque
imagínate cuando tenía doce o trece años iba por la calle
cantando una canción punk feminista.
Porque claro, Seneca Falls es un lugar cerca de Nueva York donde
se celebró la Seneca Falls Convention, en 1848, fue la primera
convención feminista, y por los derechos civiles de la mujer,
en la historia de los EUA.
Las sufragistas norteamericanas habían asistido a un congreso de
derechos civiles en Inglaterra, y no las dejaron participar.
Curioso, al final que pusieron una cortina y sentaron a las
mujeres detrás de la cortina para ‘asistir’ a la convención. Por
lo que ellas volvieron a EUA, y armaron su convención, sacando
así uno de los documentos fundacionales del feminismo blanco
burgués: “La Declaración of Sentiments”.

2-) Hace unos años, me tocó hacer Literatura Universal II.


Recuerdo que tenía que pasar la clase sobre “Le Deuxième Sexe”
de De Beauvoir. Imagínate. Yo no quería hacerlo por nada del
mundo; no porque desconociera el texto, este texto es el mejor
de los ensayos filosóficos del existencialismo; no lo quería
pasar porque me daba lata. Lo primero que hice, la noche
anterior, fue preguntar por Facebook si alguna compañera
feminista quería hacer la clase. Nadie me contestó. Entonces al
día siguiente llegué a la sala e hice el siguiente ejercicio:
pregunté a viva voz: “¿Quienes de ustedes apoyaron el paro y
toma feminista del semestre pasado?”, Todo el curso levantó la
mano. Proseguí preguntando: “Y, ¿quienes de ustedes se
consideran feministas?” un grupo no menor bajó la mano. Y la
última pregunta que les hice fue: “¿quienes de ustedes que se
consideran feministas han leído el “Segundo sexo” de De
Beauvoir?” y todas bajaron las manos. Ninguna se lo había leído.
la explicación que les di sobre la serie de preguntas fue la
siguiente: Pregunté porque no quería hacer la clase, porque no
quería caer en el paroxismo del mansplaining; un hombre
enseñando uno de los textos fundacionales del feminismo y quería
que una compañera feminista la hiciera. Al final, terminé
hablando del aspecto epistémico-filosófico del texto de De
Beauvoir y no de la dimensión militante del texto, una
porquería. Lo único que alcancé a decir fue la manera en que lo
que era una pregunta ontológica de la segunda ola, con la
tercera ola, Butler, se convierte en una pregunta
fenomenológica. Pero más nada.

3-) A mí me dan miedo las mujeres. Pero miedo de verdad,


¿sabés?. Por ejemplo, cuando el metro va muy lleno, llevo las
manos cruzadas en el pecho, o bien, voy con las palmas pegadas
al techo del carro. Si el metro está vacío y si hay un asiento
vacío al lado de la mujer, jamás, así esté muriendo, me siento;
y si una mujer se sienta al lado mío me levanto y me voy
parado.
Cuando camino por las calles, si una mujer va delante mío,
intento cambiarme a la otra vereda, a la hora que sea. Jamás
tuteo a una desconocida y cuando llego a un lugar, saludo a los
hombres de mano y hago saludo general si no conozco a las
mujeres presente. Siendo de una educación muy conservadora, uno
de los rasgos que más me remarcaron era la caballerosidad. Ser
un caballero, ceder el asiento, abrir puertas, etc. Hace un
tiempo, me di cuenta que la caballerosidad es el lado amable del
machismo. Y es un constante debate.

4-) Hace unos días, conversaba con mi esposa sobre los modelos
de roles de género de la vida. Y claro, yo nunca sentí y/o
experimenté el machismo, porque las mujeres de mi familia son
mujeres fuertes. Mi mamá, es la única hija de 6 hermanos. Sus
hermanos le pusieron cuando pequeña el sobrenombre de “Reina”.
Al igual que mi viejo, ella trabajaba y siempre tuvo su pecunia.
Y mi viejo siempre cocinó, colaboró con limpiar la casa. Desde
que tengo memoria, mi vieja vacacionaba sola, nos quedamos con
mi viejo y si el viejo salía, nos quedábamos con mi abuela.
Entonces, las mujeres de mi vida siempre han sido fuertes y eso
condicionó de manera más o menos negativa mi visión. O no sé si
negativa, creo que irreal. Mi hermana igual, de hecho fíjate
que mi hermana es súper fuerte. Cuando mi papá estaba agonizando
en el hospital, ella eligió el terno, la corbata, pañuelo,
camisa, zapatos y suspensores con los que iban a enterrar a mi
viejo. Inclusive, ella había contratado un seguro para que lo
embalsamaran en caso de que yo estuviese fuera del país y me
demorase en llegar.

5-) La idea de “deconstruide” me choca un montón. Porque claro,


la idea de Deconstruido, la introducen los estudiantes de
Derrida en Yale. Eve Kosofsky y todo el lobby queer liberal de
los EUA en los 80. Es curioso, porque la deconstrucción no es un
punto nuclear en los trabajos de Derrida, es una herramienta del
análisis. Pero en fin, a la gente de Yale le gustó y quedó la
cuestión. El tema es que lo que se puede deconstruir son los
conceptos, al menos en Derrida. Y bueno, un ser humano es
infinitamente más complejo que un concepto. Entonces me parece
que deconstruirse no es sino una utopía mal entendida. Yo puedo
cambiar mis traumas y lo que está mal; pero no puedo borrar mi
propia esencialidad. Y esa es una pelea dura.

6-) Durante el estallido estuve trabajando como rescatista


voluntario en la calle. Una vez estaba frente al GAM. Mientras
mis compañeros atendían a un herido, estaba fumando un
cigarrillo, recuerdo. En eso, llega una chica que tenía una
herida clásica de perdigones. Las heridas clásicas de perdigones
son de la cinética del cuerpo escapando o defendiéndose. Los
pacos disparan a la espalda, entonces las heridas son en los
glúteos, en la espalda o en la parte interior de los muslos. La
herida clásica que tenía, era en la parte interior del muslo, a
unos diez centímetros de la ingle. Para colmo de males, tenía
alojado el perdigón en la piel. Sangraba un montón. Yo era el
único de mi cuadrilla que estaba desocupado y que podía
atenderla. Para mí fue super incómodo, porque en realidad para
un estudiante de medicina, médico, personal de la Salud en
general el Cuerpo Otro, no es sino eso; un cuerpo. Siendo más
‘filosófico’ y TEA —me complica mucho cualquier tipo de contacto
físico, en general— para mí fue catastrófico. Me congelé y la
chica gritaba de dolor frente a mí. Pero había que hacerlo.
Entonces, en un lapsus no menor de 30 segundos le expliqué a
ella y a su compañera que era voluntario, que no era personal de
la salud; pero que estaba capacitado para sacarle el perdigón y
curarle la herida. Ella entendió y me dijo: “dale, compañero.
Gracias por la sinceridad”. Y me dijo algo que no me percaté
hasta ese momento, que mi pudor era ciertamente caballeroso.
Claro, el pudor es también machista, porque los chicos andan sin
poleras y semidesnudos en la calle; pero yo me hice líos por su
desnudez. Acto seguido le hice sacarse los pantalones y se quedó
en calzones en medio de la Alameda. Me arrodillé, le separé las
piernas y me puse a curarla. Después una de las compas que
terminó con su herido vino y se puso delante nuestro para tapar
el procedimiento.

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