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Acerca del papel y de las

tareas de los sindicatos en


las condiciones de la Nueva
Política Económica (1922)

ACERCA DEL PAPEL Y DE LAS TAREAS DE LOS SINDICATOS EN


LAS CONDICIONES DE LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA
RESOLUCIÓN DEL CC DEL PC(b) DE RUSIA DEL 12 DE ENERO DE 1922

1. LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA Y LOS SINDICATOS

La nueva política económica introduce una serie de modificaciones


sustanciales en la situación del proletariado y, por consiguiente, en la de
los sindicatos. La masa aplastante de los medios de producción en la
esfera de la industria y el transporte queda en manos del Estado del
proletario. Junto a la nacionalización de la tierra, esta circunstancia
demuestra que la nueva política económica no varía la esencia del
Estado obrero, modificando, sin embargo, esencialmente los métodos y
las formas de la construcción socialista, puesto que admite la emulación
económica entre el socialismo en construcción y el capitalismo, que
aspira a resurgir, a base de dar satisfacción, a través del mercado, a los
muchos millones de campesinos.

Los cambios de forma en la construcción socialista están motivados por


la circunstancia de que, en toda la política de transición del capitalismo
al socialismo, el Partido Comunista y el Poder soviético emplean ahora
métodos especiales para esta transición, actúan en una serie de
aspectos por métodos diferentes que antes, conquistan una serie de
posiciones «mediante un nuevo rodeo», por decirlo así, realizan un
despliegue para pasar nuevamente, más preparados, a la ofensiva
contra el capitalismo. Particularmente, son admitidos hoy y se
desarrollan el libre comercio y el capitalismo, que deben estar sujetos a
una regulación por el Estado, y, por otra parte, las empresas estatales
socializadas se reorganizan sobre la base de la llamada autogestión
financiera, es decir, del principio comercial, lo que dentro de las
condiciones de atraso cultural y de agotamiento del país,
inevitablemente hará surgir, en mayor o menor grado, en la conciencia
de las masas la contraposición entre la administración de determinadas
empresas y los obreros que trabajan en ellas.

2. EL CAPITALISMO DE ESTADO EN EL ESTADO PROLETARIO Y LOS


SINDICATOS

El Estado proletario, sin variar su esencia, puede admitir la libertad de


comercio y el desarrollo del capitalismo solo hasta ciertos límites y
únicamente a condición de una regulación por parte del Estado
(vigilancia, control, determinación de formas, orden, etc.) del comercio
privado y del capitalismo privado. El éxito de tal regulación depende no
solo del poder estatal, sino más aún, del grado de madurez del
proletariado y de las masas trabajadores en general, de su nivel cultural,
etc. Pero aun cuando se efectúe con todo éxito tal regulación, subsiste
indiscutiblemente el antagonismo de los intereses de clase entre el
trabajo y el capital. Por eso, una de las tareas más importantes de los
sindicatos es, desde este momento, la defensa, en todos los aspectos y
por todos los medios, de los intereses de clase del proletariado en su
lucha contra el capital. Esta tarea debe ser colocada abiertamente en
uno de los primeros lugares; el aparato de los sindicatos debe ser
reconstruido en correspondencia con esto, modificando o
complementando (deben organizarse comisiones para el arbitraje de
conflictos, deben crearse fondos para los casos de huelga, fondos de
ayuda mutua, etc.).

3. LAS EMPRESAS DEL ESTADO REORGANIZADAS SOBRE LA BASE DE LA


LLAMADA AUTOGESTIÓN FINANCIERA Y LOS SINDICATOS

La reorganización de las empresas del Estado sobre la base de la


llamada autogestión financiera está ligada inevitablemente e
indisolublemente con la nueva política económica y, en un futuro
próximo, no cabe duda que este tipo será el predominante, si no el
único. Esto significa de hecho, dentro de la situación de libre comercio
admitido y en desarrollo, el paso de las empresas del Estado, en un
grado considerable, al principio comercial. Esta circunstancia, debida a la
apremiante necesidad de elevar la productividad del trabajo, de lograr
que cada empresa del Estado trabaje sin pérdidas y sea rentable, y a los
inevitables intereses y al exceso de celo de los respectivos
departamentos, engendra de manera indefectible cierta contradicción de
intereses en las cuestiones referentes a las condiciones de trabajo en las
empresas, entre la masa obrera y los directores, los administradores de
las empresas estatales o los departamentos a los que pertenecen. Por
eso, en lo que respecta a las empresas socializadas, recae
incondicionalmente sobre los sindicatos la obligación de defender los
intereses de los trabajadores, de contribuir, en la medida posible, a
mejorar sus condiciones materiales de existencia, corrigiendo
constantemente los errores y las exageraciones en los organismos
económicos, por cuanto estos errores y exageraciones se derivan de la
deformación burocrática del aparato del Estado.

4. DIFERENCIA ESENCIAL ENTRE LA LUCHA DE CLASE DEL


PROLETARIADO EN UN ESTADO QUE RECONOCE LA PROPIEDAD PRIVADA
SOBRE LA TIERRA, LAS FÁBRICAS, ETC., Y CUYO PODER POLÍTICO SE
ENCUENTRA EN MANOS DE LA CLASE CAPITALISTA, Y LA LUCHA
ECONÓMICA DEL PROLETARIADO EN UN ESTADO QUE NO RECONOCE LA
PROPIEDAD PRIVADA SOBRE LA TIERRA Y SOBRE LA MAYORÍA DE LAS
GRANDES EMPRESAS EN UN ESTADO CUYO PODER POLÍTICO SE
ENCUENTRA EN MANOS DEL PROLETARIADO

Mientras existen las clases, la lucha de estas es inevitable. Durante el


periodo de transición del capitalismo al socialismo es inevitable la
existencia de las clases; y el programa del PC de Rusia dice, de una
manera absolutamente precisa, que solo estamos dando los primeros
pasos en la transición del capitalismo al socialismo. Por eso, tanto el
Partido Comunista como el Poder soviético, lo mismo que los sindicatos,
deben reconocer abiertamente la existencia de la lucha económica y su
inevitabilidad, en tanto que no se termine, aunque solo sea en lo
fundamental, la electrificación de la industria y la agricultura, en tanto
que con ello no se corten todas las raíces de la pequeña economía y del
dominio del mercado.

Por otra parte, es evidente que la meta final de la lucha huelguística


dentro del capitalismo es la destrucción del aparato del Estado, el
derrocamiento del poder del Estado de determinadas clases. Y en un
Estado proletario de tipo transitorio, como es el nuestro, el objetivo final
de toda actuación de la clase obrera puede ser solamente el
fortalecimiento del Estado proletario y del poder del Estado proletario de
clase, mediante la lucha contra las deformaciones burocráticas en este
Estado, contra sus defectos y yerros, contra los apetitos de clase de los
capitalistas que se esfuerzan por desembarazarse del control de este
Estado, etc. Por lo tanto, ni el Partido Comunista, ni el Poder soviético, ni
los sindicatos deben olvidar de ningún modo, y no deben ocultarlo a los
obreros y a las masas trabajadoras, que el empleo de la lucha
huelguística en un Estado con un poder estatal proletario puede
explicarse y justificarse exclusivamente por la deformación burocrática
del Estado proletario y por toda clase de reminiscencias del pasado
capitalista en sus instituciones, de un lado, y la falta de desarrollo
político y el atraso cultural de las masas trabajadoras, de otro lado.

Por eso, en orden a los rozamientos y conflictos entre grupos aislados de


la clase obrera y empresas y organismos aislados del Estado obrero, la
tarea de los sindicatos estriba en contribuir al arreglo más rápido y
menos penoso de los conflictos, con el máximo de ventajas para los
grupos obreros que estos sindicatos representan, en la medida que
dichas ventajas pueden ser aprovechadas sin perjuicio para otros grupos
y sin daño para el desarrollo del Estado obrero y su economía, ya que
solo este desarrollo puede crear las bases para el bienestar material y
espiritual de la clase obrera. El único método acertado, sano y
conveniente de liquidar los rozamientos y conflictos entre grupos
aislados de la clase obrera y los organismos del Estado obrero es la
participación de los sindicatos como intermediarios, los cuales,
representados por sus organismos correspondientes, entran en
negociaciones con los respectivos organismos económicos interesados
en la cuestión, a base de reivindicaciones y proposiciones exactamente
formuladas por ambas partes, o bien apelan a instancias superiores del
Estado.

En caso de que las acciones desacertadas de los organismos


económicos, el atraso de determinados grupos obreros, la obra
provocadora de elementos contrarrevolucionarios o, por último, la falta
de previsión de las mismas organizaciones sindicales conduzcan a
conflictos declarados en forma de huelgas en las empresas del Estado,
etc., la tarea de los sindicatos es contribuir a que los conflictos sean
liquidados del modo más rápido, tomando medidas derivadas del
carácter de la labor sindical: adopción de medidas para liquidar las
verdaderas injusticias y las anormalidades y para satisfacer las
demandas justas y realizables de las masas, influencia política sobre
estas últimas, etc.

Uno de los criterios más importantes e infalibles de la justedad y del


éxito del trabajo de los sindicatos es el tener en cuenta en qué grado de
eficacia evitan los conflictos de masas en las empresas del Estado
mediante una política previsora, encaminada a la verdadera y completa
salvaguardia de los intereses de la masa obrera y a la eliminación
oportuna de las causas de los conflictos.

5. RETORNO A LA AFILIACIÓN VOLUNTARIA EN LOS SINDICATOS

La actitud formal que adoptan los sindicatos en la inscripción como


miembros de los mismos de todos los trabajadores asalariados, sin
exclusión, ha introducido cierto grado de deformación burocrática en los
sindicatos y el aislamiento de los mismos de las amplias masas de sus
afiliados. Por lo tanto, es preciso llevar a efecto con toda decisión la
afiliación voluntaria en los sindicatos, tanto en lo que respecta al ingreso
individual como al colectivo. De ningún modo se debe exigir a los
miembros de los sindicatos que profesen un determinado credo político;
en este sentido, lo mismo que con respecto a la religión, los sindicatos
no deben ser una organización de partido. En un Estado proletario debe
exigirse de los miembros de los sindicatos solo la comprensión de la
disciplina entre camaradas y de la necesidad de que las fuerzas obreras
se unan para defender los intereses de los trabajadores y para ayudar al
poder de los trabajadores, es decir, al Poder soviético. El Estado
proletario debe estimular la unión sindical de los obreros, tanto en el
sentido jurídico como en el material. Pero los sindicatos no deben tener
ningún derecho sin deber.

6. LOS SINDICATOS Y LA ADMINISTRACIÓN DE LAS EMPRESAS

El interés principal y más fundamental del proletariado, después de


haber sido conquistado por este el poder estatal, es el aumento de la
cantidad de productos y la elevación gran escala de las fuerzas
productivas de la sociedad. Esta tarea, planteada con toda claridad en el
programa del PC de Rusia, se ha hecho aún más perentoria ahora en
nuestro país debido al estado de ruina de la postguerra, el hambre y el
desbarajuste. Por eso, el éxito más rápido y sólido posible en la
restauración de la gran industria es una condición sin la cual no se
concibe el éxito de toda la causa de emancipar el trabajo del yugo del
capital, no se concibe el triunfo del socialismo; pero, a su vez, semejante
éxito requiere, indudablemente, dentro de la situación de Rusia, la
concentración de todo el poder en manos de las administraciones de las
fábricas. Estas administraciones, establecidas por regla general sobre el
principio de la dirección unipersonal, deben determinar
independientemente tanto la cuantía de los salarios como la distribución
de los fondos, los racionamientos, la ropa de trabajo y toda otra clase de
aprovisionamiento, a base y dentro de los límites de los contratos
colectivos firmados con los sindicatos y teniendo el máximo de libertad
para maniobrar, comprobando del modo más riguroso los éxitos reales
obtenidos en el aumento de la producción sin pérdidas y con ganancias,
seleccionando con la mayor escrupulosidad los más destacados e
inteligentes administradores, etc.

Toda intervención directa de los sindicatos en la administración de las


empresas, en estas condiciones, debe considerarse, indudablemente,
nociva e inadmisible.

Pero sería completamente equivocado interpretar esta indiscutible


verdad en el sentido de que se niegue a los sindicatos el derecho a
participar en la organización socialista de la industria y en la dirección de
la industria estatal. Esta participación es necesaria en formas
determinadas con toda precisión, como son las siguientes.
7. EL PAPEL Y LA PARTICIPACIÓN DE LOS SINDICATOS EN LOS
ORGANISMOS ECONÓMICOS Y PÚBLICOS DEL ESTADO PROLETARIO

El proletariado es el fundamento de clase del Estado que efectúa la


transición del capitalismo al socialismo. En un país en el que predominan
en un grado enorme los pequeños campesinos, el proletariado puede
cumplir con éxito esta tarea solo a condición de que la ligazón con la
aplastante mayoría de los campesinos se lleve a cabo de un modo
extraordinariamente hábil, cauteloso y gradual. Los sindicatos deben ser
el colaborador más directo e imprescindible del poder del Estado, cuya
dirección en toda su labor política y económica está a cargo de la
vanguardia consciente de la clase obrera: el Partido Comunista. Siendo,
en general, escuela de comunismo, los sindicatos deben ser en particular
escuela de administración de la industria socialista (y luego,
gradualmente, de la agricultura) para toda la masa de obreros, y
después para todos los trabajadores.

Partiendo de estas tesis de principio, es preciso establecer para un


periodo próximo las siguientes formas fundamentales de participación de
los sindicatos en los organismos económicos y públicos del Estado
proletario:

1. Los sindicatos participan en la creación de todos los organismos


económicos y organismos del Estado ligados con la economía,
proponiendo a sus candidatos e indicando su antigüedad, experiencia,
etc. La decisión de la cuestión corresponde exclusivamente a los
organismos económicos, sobre quienes recae también toda la
responsabilidad por la labor de los organismos correspondientes.
Juntamente con esto, los organismos económicos han de tener en cuenta
la apreciación de todos los candidatos hecha por los respectivos
sindicatos.

2. Una de las tareas más importantes de los sindicatos es la de promover


y preparar a administradores salidos de las masas obreras y
trabajadoras en general. Si hoy contamos con decenas de tales
administradores de la industria, suficientemente capacitados, y con
centenares de estos más o menos aptos en un futuro próximo
precisaremos a centenares de los primeros y millares de los segundos.
La estadística sistematizada de todos los obreros y campesinos capaces
de desempeñar esta función y el control escrupuloso, detallado y
práctico del éxito de su aprendizaje en punto a la administración, deben
ser realizados por los sindicatos de un modo mucho más minucioso y
perseverante que hasta hoy.

3. Es preciso intensificar la participación de los sindicatos en todos los


organismos de planificación del Estado proletario, en la elaboración de
los planes económicos y de los programas de producción y de gasto de
los fondos de aprovisionamiento material de los obreros, en la selección
de las empresas cuyo abastecimiento queda a cargo del Estado, de las
que se entregan en arriendo o en calidad de concesión, etc. Sin hacerse
cargo directo de ninguna clase de funciones de control sobre la
producción en las empresas particulares y arrendadas, los sindicatos
intervienen en la regulación de la producción capitalista privada
exclusivamente a través de su participación en los organismos estatales
correspondientes. Además de la participación de los sindicatos en toda la
labor cultural y educativa y en la propaganda en la esfera de la
producción, tal actividad de los sindicatos debe atraer a las masas
trabajadoras a toda la construcción de la economía del Estado,
haciéndoles conocer todo el ciclo de la vida económica, todo el ciclo del
trabajo industrial, desde la preparación de la materia prima hasta la
venta del producto, y dándoles una idea cada vez más concreta del plan
estatal único de la economía socialista, así como del interés práctico que
representa para los obreros y los campesinos la realización de este plan.

4. La fijación de tarifas y normas de abastecimiento, etc., representa una


de las partes integrantes y necesarias de la labor de los sindicatos en la
construcción del socialismo y de su participación en la administración de
la industria. En particular, los tribunales disciplinarios deben elevar
indeclinablemente la disciplina de trabajo y desarrollar las formas
educativas de la lucha por ella y por el aumento de la productividad, sin
inmiscuirse de ningún modo en las funciones de los tribunales populares
en general ni en las funciones de la administración.

Esta relación de las funciones más fundamentales de los sindicatos en la


construcción de la economía socialista debe ser, claro está,
minuciosamente detallada por los organismos correspondientes de los
sindicatos y del Poder soviético. Lo más esencial para levantar la
economía nacional y fortalecer el Poder soviético es -teniendo presente
la experiencia de la enorme labor realizada por los sindicatos en la
organización de la economía y su administración, así como los errores,
que no poco daño ocasionaron, por la intervención directa, sin
preparación, incompetente e irresponsable en la administración-, pasar
de un modo consciente y decidido a una tesonera labor positiva durante
una larga serie de años, dedicada a la instrucción práctica de los obreros
y de todos los trabajadores en la administración de la economía de todo
el país.

8. LIGAZÓN CON LAS MASAS COMO CONDICIÓN FUNDAMENTAL PARA


TODA LABOR DE LOS SINDICATOS

La ligazón con las masas, es decir, con la enorme mayoría de los obreros
(y luego con todos los trabajadores) es la condición más importante, la
fundamental para lograr éxito en cualquier actividad que desplieguen los
sindicatos. Desde abajo hasta lo más alto de la organización de los
sindicatos y de su aparato debe ser creado y comprobado en la práctica,
basándose en la experiencia de una larga serie de años, todo un sistema
de camaradas responsables, entre los cuales deben figurar
obligatoriamente no solo los comunistas, que deben vivir muy dentro de
la vida obrera, conocerla en todos sus aspectos, saber determinar
infaliblemente en cualquier cuestión y bajo cualquier circunstancia el
estado de ánimo de las masas, sus verdaderas aspiraciones,
necesidades y pensamientos, saber determinar, sin la menor sombra de
falsa idealización, su grado de conciencia y la fuerza de la influencia de
estos o los otros prejuicios y reminiscencias del pasado, saber
conquistarse una confianza ilimitada de las masas con una actitud de
camaradería ante ellos, con una solícita satisfacción de sus necesidades.
Uno de los mayores y más terribles peligros para un Partido Comunista
numéricamente modesto y que, a título de vanguardia de la clase
obrera, dirige a un enorme país que efectúa (por el momento sin gozar
todavía del apoyo directo de los países más adelantados) la transición al
socialismo, es el peligro de quedarse apartado de las masas, el peligro
de que la vanguardia avance demasiado lejos sin «estar alineado el
frente», sin conservar una ligazón estrecha con todo el ejército del
trabajo, es decir, con la inmensa mayoría de la masa obrera y
campesina. Lo mismo que la mejor fábrica con un magnífico motor y con
máquinas de primera categoría no podrá funcionar si está averiado el
mecanismo de transmisión que va del motor a las máquinas, igualmente
será inevitable la catástrofe de nuestra construcción socialista si no está
estructurado de manera acertada o trabaja con fallos el mecanismo de
transmisión del Partido Comunista a las masas: los sindicatos. No es
suficiente esclarecer, recordar y corroborar esta verdad, es preciso fijarla
orgánicamente en toda la estructuración de los sindicatos y en su labor
cotidiana.

9. CARÁCTER CONTRADICTORIO DE LA SITUACIÓN DE LOS SINDICATOS


BAJO LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

De todo lo expuesto más arriba se deducen una serie de contradicciones


entre las diversas tareas de los sindicatos. Por una parte, su principal
método de acción es la persuasión, la educación; por otra parte, como
participan en el poder estatal, no pueden negarse a participar en la
coacción. Por un lado, su tarea principal es la defensa de los intereses de
las masas trabajadoras en el sentido más directo y próximo de la
palabra; pero, al mismo tiempo, no pueden renunciar a la presión siendo
participantes del poder estatal y constructores de toda la economía
nacional en su conjunto. Por una parte, deben trabajar al estilo militar,
puesto que la dictadura del proletariado es la guerra de clases más
encarnizada, más empeñada y más desesperada, y por otra parte,
precisamente a los sindicatos, menos que a cualquier otro organismo, les
son adecuados los métodos específicamente militares de trabajo. Por
una parte, deben saber adaptarse a las masas, al nivel en que estas se
encuentran; y por otra parte, de ningún modo deben alentar los
prejuicios y el atraso de las masas, sino que deben elevarlas
constantemente a su nivel cada vez más alto, etc., etc. Estas
contradicciones no son casuales y no podrán ser liquidadas en el
transcurso de varias decenas de años, puesto que, mientras queden
vestigios del capitalismo y de la pequeña producción, son inevitables las
contradicciones en toda la estructura social entre estos vestigios y los
brotes del socialismo.
Las deducciones prácticas que se desprenden son de dos aspectos.
Primero: para que la labor de los sindicatos sea eficaz, no basta
comprender bien sus tareas, no basta estructurarlos con acierto; es
preciso, además, un tacto singular, saber aproximarse a las masas de un
modo especial en cada caso concreto, logrando, con el mínimo de
rozamientos, elevarlas a un grado más alto en el aspecto cultural,
económico y político.

Segunda deducción: las contradicciones citadas engendran


inevitablemente conflictos, desacuerdos, rozamientos, etc. Es necesaria
una instancia superior, con suficiente autoridad, para resolverlos en el
acto. Tal instancia es el Partido Comunista y la unión internacional de los
partidos comunistas de todos los países: la Internacional Comunista.

10. LOS SINDICATOS Y LOS ESPECIALISTAS

Las tesis fundamentales acerca de esta cuestión se hallan expuestas en


el programa del PC de Rusia. Pero quedarán solo en el papel, si no se fija
reiteradamente la atención sobre hechos que demuestran el grado de su
realización en la práctica. Durante los últimos tiempos, tales hechos son
los siguientes: primero, casos de asesinatos de ingenieros, cometidos
por obreros de minas socializadas, no solo de los Urales, sino también de
la cuenca del Donetz; segundo, el suicidio del ingeniero jefe del servicio
de abastecimiento de aguas de Moscú, V. Oldenborger, debido a las
intolerables condiciones de trabajo creadas por la conducta
incompetente e inadmisible de los miembros de la célula comunista, así
como de los organismos del Poder soviético, lo que obligó al Comité
Ejecutivo Central de toda Rusia a encomendar a los tribunales el examen
de todo este asunto.

La culpabilidad por semejantes hechos recae en un grado


incomparablemente mayor sobre el Partido Comunista y el Poder
soviético en su conjunto que sobre los sindicatos. Pero no se trata ahora
de establecer el grado de culpabilidad política, sino de sacar
deducciones políticas concretas. Si todas nuestras instituciones
dirigentes, es decir, tanto el Partido Comunista como el Poder soviético y
los sindicatos, no consiguen que cuidemos como las niñas de nuestros
ojos a cada uno de los especialistas que trabajan a conciencia, con
conocimiento y amor hacia su trabajo, aunque sean completamente
ajenos al comunismo en el aspecto ideológico, no se podrá hablar de
éxitos serios de ningún género en la construcción socialista. Todavía no
podremos realizarlo pronto, pero, cueste lo que cueste, debemos
conseguir que los especialistas, como capa social particular, que
continuará siendo capa particular hasta que se haya logrado alcanzar el
grado más alto de desarrollo de la sociedad comunista, vivan mejor bajo
el socialismo que bajo el capitalismo, tanto en el aspecto material como
en el jurídico, tanto en lo que atañe a la colaboración de camaradería
con los obreros y campesinos como en el sentido ideológico, es decir, en
el sentido de experimentar satisfacción por su trabajo y por la conciencia
de la utilidad social del mismo, independizados de los intereses egoístas
de la clase capitalista. Nadie estará de acuerdo en reconocer como
satisfactoriamente organizado, siquiera sea en grado mínimo, un
departamento que no realice una labor metódica y eficiente,
encaminada a satisfacer todas las necesidades de los especialistas, a
estimular a los mejores, a defender y salvaguardar sus intereses, etc.

Los sindicatos deben desplegar su actividad en todos estos aspectos (o


participar de manera sistemática en el trabajo respectivo de todos los
departamentos), no desde el punto de vista de los intereses de cada
departamento, sino desde el punto de vista de los intereses del trabajo y
de la economía nacional en su conjunto. A los sindicatos incumbe, en
relación con los especialistas, la más dura y difícil labor de ejercer
influencia cotidiana sobre las más amplias masas de los trabajadores
para crear justas relaciones mutuas entre estos y los especialistas; solo
una labor tal es capaz de dar resultados prácticos de verdadera
importancia.

11. LOS SINDICATOS Y LA INFLUENCIA PEQUEÑOBURGUESA SOBRE LA


CLASE OBRERA

Los sindicatos son solamente efectivos cuando unifican capas muy


amplias de obreros sin partido. De aquí que, sobre todo en un país en el
que tienen un enorme predominio los campesinos, surja de modo
inevitable una relativa estabilidad, precisamente en los sindicatos, de las
influencias políticas que forman una superestructura sobre los vestigios
del capitalismo y sobre la pequeña producción. Estas son influencias
pequeñoburguesas, es decir, por una parte, eseristas y mencheviques
(una variedad rusa de los partidos de la II Internacional y de la
Internacional II y media)* y, por otra parte, anárquicas; solo en el seno
de estas corrientes ha quedado cierto número de personas que
defienden el capitalismo, no por motivos egoístas de clase, sino
ideológicamente, conservando su creencia de que la «democracia», la
«igualdad», la «libertad» en general, predicadas por ellas, tienen un
valor al margen de las clases.

Precisamente por el motivo económico-social ya indicado y no por el


papel de grupos aislados, y menos aún de individuos aislados, es preciso
explicar las reminiscencias (y raras veces el resurgimiento) de
semejantes ideas pequeñoburguesas en los sindicatos, reminiscencias
que se observan en nuestro país. Tanto el Partido Comunista como las
instituciones soviéticas que llevan a cabo una labor cultural y educativa,
así como todos los comunistas en el seno de los sindicatos, deben por
eso dedicar mucha mayor atención a la lucha ideológica contra las
influencias, corrientes y desviaciones pequeñoburguesas que tienen
lugar dentro de los sindicatos; tanto más que la Nueva Política
Económica no puede dejar de conducir a cierto fortalecimiento del
capitalismo. Es imperiosamente necesario un contrapeso a esto en forma
del reforzamiento de la lucha contra las influencias pequeñoburguesas
sobre la clase obrera.
El CC del PC(b) de Rusia

Escrito del 30 de diciembre de 1921                                                      T.


33, págs. 159-170
al 4 de enero de 1922. Publicado el
17 de enero de 1922 en el núm. 12
de Pravda.
* La Internacional II y media fue fundada en Viena en febrero de 1921 en
la Conferencia de partidos y grupos centristas que abandonaron
temporalmente la II Internacional bajo la presión de las masas obreras
revolucionarias. En 1923, la II Internacional y media se unió de nuevo a
la II Internacional.

Fuente: https://revolucionobarbarie.wordpress.com/teoria-revolucionaria/organizaciones-
historicas-del-movimiento-comunista-internacional/posdrb-pcb-de-rusia-y-pcus/la-dictadura-
del-proletariado-y-los-sindicatos/

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