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Determinaciones socioambientales de la salud

En medio de la emergencia sociosanitaria actual a nivel mundial, la cual tiene a los distintos
Estados en una delirante batalla contra el Covid-19, se reflexionará sobre una de las narrativas que
ha intentado instalar en el mundo la Organización Mundial de la Salud (OMS), como lo es el
modelo de determinantes sociales de la salud, el cual como se verá a continuación, si bien visibiliza
las inequidades sanitarias, no hay un intento de cambiar las relaciones de poder existentes y
mucho menos generar alternativas sostenibles a la crisis civilizatoria actual, reproduciendo así un
enfoque epidemiológico de corte liberal y funcional al biocapitalismo actual.

Un modelo de determinantes sociales de la salud de origen anglosajón y heredero del informe


Lalonde, publicado en 1974, el cual sostuvo que las inequidades sanitarias responden a la mala
distribución del poder y del ingreso de las personas, lo que Implica que el bienestar individual
depende de un contexto socioeconómico y político específico, que guarda relación con la
gobernanza (tipo de gobierno, las políticas macroeconómicas, las políticas públicas, las políticas
sociales y los valores culturales existentes)

No obstante, si bien este modelo toma en consideración factores estructurales de la salud, como
lo son la posición socioeconómica, el género, la etnia, el nivel educacional, la ocupación y el nivel
de ingresos para explicar el mayor o menor bienestar de la población, su énfasis ha estado puesto
en generar políticas de promoción y prevención que busquen cambiar los estilos de vida de
personas y organizaciones, invisibilizando así procesos de transformación provenientes desde la
misma sociedad.

Un modelo cuestionado por la Medicina Social Latinoamericana desde la década de los 70 en


adelante, al señalar que las enfermedades van mucho más allá de un contexto político y
económico determinado, sino responden a las formas mismas de la propiedad y el poder
instaurado con el capitalismo, a partir de la división internacional del trabajo. Por eso que cambiar
los valores y estilos de vida de la población solo reproduce las desigualdades estructurales, como
bien plantea la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES).

En consecuencia, las miradas latinoamericanas plantean más bien un enfoque de determinación


social de la salud y no de determinantes sociales, poniendo en el centro la participación política
colectiva, por sobre las políticas púbicas impuestas desde arriba. De ahí que el enfoque de
determinación social de la salud no acepte la separación entre ciencia y política, como si fueran
dos polos sin conexión. Por el contrario, plantea que la idea de factores de riesgo del modelo
anglosajón de determinantes sociales, no hace más que despolitizar la situación.

Asimismo, es importante destacar que si bien la crítica al modelo de determinantes sociales de la


salud es oportuno, no es suficiente si solo cuestiona el capitalismo como sistema de acumulación
infinito, pero deja fuera otros procesos igualmente estructurantes como el antropocentrismo, el
androcentrismo y el colonialismo, los cuales afectan la manera como nos estamos relacionando y
estamos viviendo.

La idea de crisis civilizatoria por ejemplo, va mucho más allá de una mera crítica al capitalismo, ya
que lo que hace es cuestionar las grandes dicotomías de la modernidad, como lo son cultura-
naturaleza, hombre-mujer, desarrollado-subdesarrollado, por lo que la idea de determinación
social propuesta por los enfoques de salud críticos latinoamericanos revisados anteriormente no
son suficientes para el contexto actual a nivel global.

Por suerte, han aparecido miradas desde la región que han sido capaz de integrar la crítica al
capitalismo, el racismo y al patriarcado de manera entrelazada, realizando así un giro
socioambiental a su mirada. Los casos del Grupo de Trabajo de Salud Internacional de CLACSO y la
misma ALAMES, está planteando explícitamente la idea de determinaciones socioambientales de
la salud, viendo que lo sanitario no solo responden a un tipo de sociedad sino también a un tipo de
civilización que se cree por encima de los límites del planeta.

Como bien plantea el epidemiólogo crítico Gonzalo Basile, es fundamental el desarrollo del campo
internacional Sur-Sur, el cual sea una alternativa a la salud internacional panamericana liberal
impulsada por la OMS, generando así procesos de descolonización de la acción política desde la
salud colectiva y los buenos vivires, a través de la convergencia entre la soberanía sanitaria y la
soberanía alimentaria, como alternativa a procesos extractivistas en curso, como lo son la
desforestación, el agronegocio, la megaminería y el fracking.

Por todo lo señalado, la salida a lo que está pasando con el Covid-19, va mucho más allá de un
mero fortalecimiento del Estado en términos sanitarios, como pensarán los burócratas y expertos
de OMS, sino más bien a incorporar políticas del cuidado que se hagan cargo de las
determinaciones socioambientales de la salud, las cuales a través de modelos desarrollistas
basados en el despojo, la producción y el consumo ilimitado, tiene no solo enfermo a millones de
personas, sino a la Tierra como sistema vivo.

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