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En primer lugar, una gestión sostenible de los suelos agrícolas.

La falta de lluvias, las


sequías, la sobreexplotación de determinadas tierras o el uso inadecuado de
fertilizantes han debilitado o incluso agotado muchos terrenos en el continente
africano. Y sin embargo, el 65% de las tierras arables sin explotar están allí. Planes ya
existentes para recuperar suelos, como la Gran Muralla Verde contra la
desertificación, se deben sumar a técnicas innovadoras para la mejora de los suelos.

El segundo foco es el control de los riesgos climáticos. Dos de cada tres países
africanos carecen de medios para prever y controlar desastres y tendencias. Hacen
falta buenos sistemas meteorológicos, formación para prevención y crear seguros que
protejan las cosechas ante el clima desfavorable.

Solo el 2% de los fondos destinados al clima van a parar al sector de la agricultura

La tercera pata del programa es el manejo del agua agrícola. El 66% de las tierras
africanas está en zonas áridas o semiáridas. Y, sin agua, no hay producción agrícola
que valga. creación de capacidades y obtención de fondos; y manejo del agua
agrícola. Hace falta invertir en infraestructuras y extender los sistemas de regadío
(solo el 5% de la tierra arable africana cuenta con ellos) para garantizar la
producción de alimentos con independencia de los vaivenes climáticos. La escasez de
agua "es uno de los principales retos de la agricultura", en palabras de Graziano,
quien también ha presentado una iniciativa de la FAO para lidiar con esa escasez en el
marco del cambio climático.

Por último, la "triple A" requerirá, obviamente, conseguir financiación. Para invertir
en infraestructuras y, sobre todo, en formación de los agricultores y las personas
involucradas en Adaptar la Agricultura Africana. Un estudio del Banco de Desarrollo
Africano cifra entre 20.000 y 30.000 millones de dólares el coste de esa adaptación.
Por ahora, la cantidad es más que insuficiente. Y además, los fondos públicos
destinados a la lucha contra el cambio climático en el continente se dirigen
principalmente (un 80%) a mitigar sus efectos —poner la venda— y solo el 20% a
evitar futuras heridas. La iniciativa liderada por Marruecos aspira a equilibrar esos
porcentajes. Pero en cualquier caso, hacen falta más fondos.

Porque, pese a que los países teóricamente reconocen la importancia de adaptar la


agricultura, Graziano ha destacado que solamente el 2% de los fondos para el clima
van a parar a este sector. "Es extremadamente bajo, y queda muy por debajo de
nuestras necesidades", ha sentenciado.

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