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Una vez analizadas las definiciones de efectivo y equivalentes al efectivo, es necesario poder
establecer que puede ser calificada como tal, sin embargo recordemos:
Efectivo: comprende lo relacionado con los recursos que la empresa mantiene con una
disponibilidad inmediata, tales como caja y saldos en entidades financieras.
Equivalentes al efectivo: comprende las inversiones a corto plazo de gran liquidez, fácilmente
convertibles en importes de efectivo, los cuales se encuentran sujetos a un riesgo poco
significativo de cambios en su valor.
Un equivalente al efectivo no se tiene para propósitos de inversión, sino que su propósito es para
cumplir los compromisos de pago a corto plazo;
En conclusión los equivalentes al efectivo son parte de la gestión del manejo del efectivo[4] por
parte de la entidad, más que ser una actividad de operación, financiación o inversión.
De acuerdo a lo anterior el rubro o cuenta efectivo, y equivalentes al efectivo comprende lo
siguiente:
Saldo de caja
Saldos en cuentas con entidades financieras
Saldos en cuentas en entidades cooperativas
Saldos en inversiones en títulos de deuda (bonos de empresas, títulos de tesorería del estado, etc.)
que puedan venderse fácilmente en un mercado y que se tengan solo con fines de utilizar
excedentes de efectivo y no para inversión;
Sobregiros bancarios (en este caso restan el efectivo);
Crediexpress, cupos de crédito o créditos de tesorería a corto plazo, siempre que se utilicen de la
misma manera que los sobregiros;
Dinero invertido a través de carteras colectivas, fondos de inversión, fideicomisos, encargos
fiduciarios, siempre que se mantengan solo con fines de utilizar excedentes de efectivo y no para
inversión; Inversiones en acciones de alta bursatilidad, las cuales se puedan vender fácilmente, y
siempre que se mantengan solo con fines de utilizar excedentes de efectivo y no para inversión.
Es decir un instrumento financiero será una partida equivalente al efectivo, solo si se mantiene
para utilizar los excedentes de efectivo de una entidad y no para propósitos de inversión.
Cuentas por cobrar es el nombre de la cuenta donde se registran los incrementos y los recortes
vinculados a la venta de conceptos diferentes a productos o servicios. Esta cuenta está compuesta
por letras de cambio, títulos de crédito y pagarés a favor de la empresa.
Las cuentas por cobrar, por lo tanto, otorgan el derecho a la organización de exigir a los
suscriptores de los títulos de créditos el pago de la deuda documentada. Se trata de un beneficio
futuro que acredita el titular de la cuenta.
Entre las cuentas por cobrar, puede hablarse de cuentas por cobrar al cliente (cuando éste toma
crédito con la empresa) y cuentas por cobrar a empleados y funcionarios (registran anticipos de
sueldo y otros criterios). Otra distinción entre las cuentas por cobrar está dada por el tiempo en
que dicho crédito puede convertirse en efectivo (cuentas por cobrar a corto plazo, cuentas por
cobrar a largo plazo, etc.). En este último caso, es interesante que conozcamos más a fondo algún
matiz de ese tipo de cuentas por cobrar. Así, por ejemplo, podríamos determinar que las de largo
plazo son aquellas que se identifican por el hecho de que la disponibilidad que tienen es a más de
un año. Todo ello sin olvidar que además que, a la hora de presentarse, es obligatorio y necesario
que se haga fuera de lo que sería el conjunto del activo corriente.
Por el contrario, las anteriormente citadas y que reciben el nombre de cuentas por cobrar a breve
plazo son las que dicha disponibilidad es la que se produce en el periodo inferior a un año.
Asimismo es importante saber que cuando se tiene que llevar a cabo el proceso de su
presentación se tiene que hacer dentro de lo que sería el activo corriente relativo a la situación
financiera que se encuentra la entidad correspondiente.
Las cuentas por cobrar forman parte del balance general de las organizaciones como parte de
su Crédito o Haber, ya que con el tiempo se convertirán en efectivo para la compañía.
Además de todo lo que hemos expuesto hasta el momento es importante conocer que el proceso
de cuentas por cobrar se compone básicamente de dos fases o pilares fundamentales. Por un lado,
está lo que sería la facturación, y por otro, los pagos.
Es fundamental tener claro que estas cuentas por cobrar que nos ocupan son importantes y
requieren que la empresa las tenga perfectamente anotadas y registradas. Por ello, es habitual
que, en muchos casos, se opte por acometer auditorías para poder comprobar esa acción, que
realizarán tareas tales como verificar lo que sería la identidad de los deudores incobrables.
El otorgamiento de productos o servicios a crédito es una de las herramientas que tienen las
empresas para conservar a los clientes actuales y captar nuevos. Dichos créditos se reflejan en las
cuentas a cobrar, aun cuando presenten distintas condiciones y formas de pago.
Al administrar las cuentas por cobrar, una empresa puede agilizar el cobro del crédito y analizar el
costo-beneficio de la modalidad.
INVERSIONES
Las inversiones son colocaciones de capital en ciertas actividades que pueden ser comerciales o
civiles, con la finalidad de alcanzar un rendimiento económico. Cualquier persona que cuente con
cierto dinero puede invertir y buscar con esto, obtener ganancias mayores a largo plazo. La
inversión será satisfactoria si se cumplen los siguientes elementos: rentabilidad, tiempo y riesgo.
La rentabilidad refleja el valor que se espera recibir, a razón del monto del capital y del tipo de
negocio. Este indicador se mide en función de tasas de interés, el cual busca el mayor valor
posible.
El tiempo, se refiere al lapso estimado en el cual dicha inversión se recupera, es decir, el periodo
que tomará, retornar el capital invertido.
El riesgo, es quizás uno de los elementos más relevantes, ya que toma en consideración, la
probabilidad de obtener un resultado contrario a lo esperado.
De manera que la combinación perfecta de estos tres elementos define lo que sería una inversión
ideal: Satisfacción en la rentabilidad esperada, periodo corto de recuperación y un riesgo mínimo.
Existen tres tipos de inversiones según el tiempo requerido: las hechas a largo plazo, mediano
plazo y corto plazo.
Inversiones a largo plazo: son aquellas que están proyectadas para darle una rentabilidad a futuro
al capital invertido. Su objetivo es incrementar el capital inicial de aquí a unos años; con esta
inversión no se espera obtener beneficios de inmediato. Ej.: inversiones en bonos, fondos de
inversión, y acciones.
Inversiones a plazo medio: son las planeadas para aquellos que no desean esperar tanto para
alcanzar beneficios, pero tampoco lo desean de manera inmediata. Mediante estas inversiones la
persona podrá obtener resultados en un futuro, pero mucho más cercanos, por ejemplo,
compraventa de divisas.
Inversiones a corto plazo: son aquellas que ofrecen beneficios, en cortos periodos de tiempo.
Estas inversiones son consideradas como las más efectivas para conseguir dinero. Ejemplo,
documentos negociables (letras de cambio, pagarés…), certificados de depósitos, etc.
De todos los instrumentos financieros conocidos, los bonos son la opción más segura de
inversión ya que al momento de adquirirlos, se le informa al inversor en cuanto remunera el bono
y cada cuanto tiempo pagará intereses, si es mensual, trimestral, semestral o anual.
Como inversión, las acciones se adquieren en determinadas empresas, con la confianza de que
dicha empresa tenga un buen rendimiento, lo que produciría un incremento en el valor de las
acciones, que luego se podrán vender con beneficios.
Inversión mercado Forex: este tipo de inversión se especializa en el intercambio de divisas entre
inversores de todo el mundo; y consiste en la compra y venta de monedas extranjeras, logrando
un diferencial favorable entre ellas.
Inversión mercado monetario: los mercados monetarios son aquellos en donde se negocian
activos a corto plazo, generalmente estos mercados son informales, por lo que no se encuentran
regulados y en donde la mayoría de sus transacciones son hechas por medio del internet, teléfono,
etc.