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NIETZSCHE

CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO


El auge que la ciencia experimentó desde la revolución científica torna un nuevo impulso en el
XIX con el positivismo y el auge de la tecnología como da fe el hecho de que aparezcan
inventos como la luz eléctrica, la radio, el telégrafo, el teléfono, las vacunas… lo que parecía
dar razón a la Ilustración y su fe en el progreso. Pero esa fe en el progreso se pone en
entredicho ante la constatación de las enormes diferencias sociales y las pésimas condiciones
de vida que tienen que soportar los obreros para cuyo remedio apareció el socialismo y el
movimiento obrero que nace como respuesta a la burguesía industrial que ha extendido el
ferrocarril y las empresas pesadas, siderurgias, por el continente; los llamamientos
revolucionarios de Marx empiezan a tener eco por toda Europa. El nacionalismo lleva al
nacimiento de dos Estados fundamentales para el futuro de la historia de Europa como son
Italia y Alemania. Por lo que hace al arte los movimientos predominantes se caracterizan por
su realismo como lo atestiguan las figuras de novelistas corno Dostoievski o Dickens y el
impresionismo pictórico tras cuya decadencia y de la mano de figuras fundamentales como
Van Gogh, Gauguin y Cezanne aparecerán las vanguardias históricas. Un hecho fundamental
es la aparición del evolucionismo de Darwin que va a cambiar totalmente la visión del hombre
al colocarlo en la línea evolutiva en condiciones de igualdad con los demás animales; el
evolucionismo parte de la idea de que el hombre es una especie entre las otras especies, ni
mejor ni peor; el evolucionismo completó aquel otro cataclismo que se produjo en el mundo
intelectual con la llegada del heliocentrismo de Copérnico y Galileo y sirvió para legitimar
posiciones económicas y políticas burguesas, capitalistas, que vieron en el capitalismo la
perfección y culminación del desarrollo evolutivo, como en la lucha por la supervivencia sólo
sobreviven los mejores así en la sociedad capitalista los empresarios son los campeones de la
evolución de manera que el orden social y económico capitalista es perfectamente legítimo.
El panorama filosófico está dominado por la decadencia de la razón que había sido el principio
rector a lo largo de la historia desde Parménides; la idea de que hay una relación entre la
estructura del mundo y las capacidades cognoscitivas del hombre (conocimiento es la
adecuación del intelecto con el mundo) declina ya que ya no se cree que el mundo tenga una
estructura racional ni que el hombre tenga una capacidad racional que le permita conocer; la
razón tampoco sirve para el mejoramiento de la vida a través de la moral de modo que toda la
idea de progreso ilustrada entra en decadencia; ya no se cree que el mundo vaya a mejorar en
todos los aspectos, el desarrollo tecnológico no sólo había traído inventos beneficiosos para la
humanidad sino un desarrollo en el que millones de obreros sufrían penosas condiciones de
vida. La razón que había llegado a su culminación con el sistema hegeliano va a empezar a
mostrar grietas con Schopenhauer pensador al que podemos considerar como el antecedente
de Nietzsche en aspectos fundamentales como el concepto de voluntad; Schopenhauer heredó
la dualidad kantiana entre lo fenoménico y lo nouménico, siendo lo fenoménico el mundo de la
representación al que el sujeto somete y que está dominado por el espacio y el tiempo y el
principio de causalidad y lo nouménico el ámbito de la voluntad, de un impulso irrefrenable
que condena al hombre al sufrimiento ya que la satisfacción de un deseo no trae la felicidad
sino que el hombre es impulsado a satisfacer un nuevo deseo y así hasta el infinito; esto lleva a
Schopenhauer a defender una metafísica del sufrimiento entronizando el pesimismo como
corriente filosófica que sólo se superará con el aniquilamiento de la voluntad que se consigue
con el arte y la vida ascética.
El irracionalismo de Schopenhauer culmina con Nietzsche y con Freud que elevan lo irracional
al rango de filosófico; Junto con Marx, Nietzsche y Freud son lo que Ricoeur llamaba los
filósofos de la sospecha haciendo referencia a que diagnostican el sujeto como el síntoma de
algo más oculto, la situación económica para Marx, el deseo de placer o los instintos para
Freud, el impulso vital para Nietzsche. El vitalismo se va a convertir en una de las señas de
identidad del sistema de Nietzsche y va a inaugurar una corriente filosófica con Dilthey como
figura más representativa. La razón ya no es algo autónomo de la existencia como pensaba la
Ilustración sino que está al servicio de intereses, es el brazo armado de una clase dominante o
de zonas oscuras del subconsciente y nunca puede explicar de forma completa la vida.
La filosofía de Nietzsche se va a enmarcar en estas dos corrientes, el irracionalismo y el
vitalismo del que es su más insigne representante; el irracionalismo no es una escuela
filosófica concreta es un movimiento intelectual que surge con el Romanticismo y que se
opone a las tendencias intelectuales que ven en la razón la única forma de acceder al mundo
como el positivismo que expulsa de la explicación del mundo cualquier cosa que no esté
sometida a la medición científica; todo lo que la ciencia, el más desarrollado instrumento de la
razón, no pueda explicar, debe ser considerado como inútil. Pero el irracionalismo no era algo
del todo novedoso siempre hubo tendencias irracionalistas en toda la historia de la cultura
occidental (la alquimia se proponía como una explicación alternativa a un conjunto de saberes
santificados por la razón). El irracionalismo denuncia la insuficiencia de la razón a la hora de
explicar el mundo y sus leyes; la ciencia se había proclamado campeona entre todas las
disciplinas al defender la estructura racional del mundo y la capacidad del hombre para
acceder a sus secretos; esta idea considera que la razón es el entramado del que están hechas
todas las cosas incluido el hombre. La verdadera esencia de las cosas está más allá de la razón
y no se accede a ella con la razón sino con la pasión, el sentimiento, la intuición... Fruto del
irracionalismo será el vitalismo corriente que considera la vida como el valor fundamental al
que todas las realidades deben adecuarse incluida la razón, nada hay más importante que la
vida y esta desborda cualquier intento de explicarla por parte de la ciencia, la filosofía, la
religión...

LA CRISIS DE LA RAZÓN ILUSTRADA: CRÍTICA DE LA CULTURA OCCIDENTAL,


NIHILISMO, ATEÍSMO, CRISIS DE LOS VALORES
Nietzsche parte para su análisis de la cultura occidental de la idea de que toda la cultura
europea está en decadencia debido a que es una cultura racional y dogmática ya que ha
llegado a considerar que la razón es el único discurso para explicar el mundo desterrando
cualquier otro discurso. Esta cultura racional y dogmática supone relegar aspectos de los que
nunca se ha ocupado la filosofía pero que son la esencia de la existencia como los instintos, las
pasiones... La razón se ha impuesto como discurso exclusivo y por tanto dogmático creando
una filosofía dogmática, una religión dogmática, una ciencia dogmática, una moral dogmática...
Nietzsche va a someter a la cultura occidental a una crítica sin precedentes con un alcance
mucho mayor que en ninguna otra etapa de la historia; la crítica de Nietzsche es radical ya que
pone en duda los fundamentos de la cultura occidental, Nietzsche no se limita a criticar un
aspecto determinado sino que a través de un proceso genealógico va a reinterpretar todo el
entramado intelectual europeo; no hay ningún aspecto que quede a salvo de su crítica, ni la
metafísica, ni la religión, ni la moral, ni la ciencia escapan a sus ataques.
Crítica a la moral y la religión.
La crítica que hace Nietzsche a la moral y la religión se basa en la idea de que todos los
sistemas morales occidentales son contrarios a la naturaleza y la vida, los códigos morales
tienen como finalidad fundamental sofocar todos los atisbos de vida y realidad de modo que la
moral se convierte en una "realidad" paralela. Esta moral crea seres débiles y resentidos que
escapan de la vida y se ocultan en otros mundos inventados por ellos, así el muñidor de esta
moral es el sistema metafísico platónico caracterizado por su dualismo; el mundo físico no es
el verdadero sino que el verdadero mundo es un mundo trascendente poblado por unos entes
inmutables; esta concepción del mundo que es en un principio metafísica va a ser heredada
por el cristianismo que la dotará de un significado religioso y moral. Esta trascendencia moral
habitada por Dios es la que da universalidad y necesidad a los valores. Nietzsche niega que
haya otro mundo más allá de este y por tanto criticará cualquier moral basada en un mundo
distinto; la moral verdadera no tiene que negar las características de esta vida sino afirmarlas,
reivindicarlas, defenderlas. Lo único real es la vida y toda moral que no la defienda es
decadente, la vida es lo único real y de esta vida real, el mundo físico, es de lo que deben dar
razón todas nuestras construcciones intelectuales, incluida la moral. El ataque a la moral de
Nietzsche es un ataque a una moral determinada como afirma Hirschberger
No nos parece que Nietzsche sea un enemigo tan acérrimo de la moral.
Todo lo contrario. Tan sólo rechaza una moral concreta, la alemana,
burguesa, cristiana, idealista. Lo que él pretende es poner otra moral:
la moral de la vida: la vida es voluntad de poder
En esta moral Nietzsche distingue dos tipos: la moral de los señores y la moral de los esclavos.
1) La moral de los señores. Es la moral de los aristócratas, de los seres individualistas y fuertes
que aceptan la vida en su plenitud, en toda su extensión, con sus valores pesimistas y
dolorosos; estos señores aman el poder, la grandeza, el placer. Se entregan a esta vida y no
buscan explicaciones en otros mundos. Estos señores no aceptan valores extraños a ellos sino
que crean sus propios valores, aceptan la responsabilidad de hacerse cargo de su propia vida y
sus propias decisiones sin echar la culpa a los demás por sus acciones.
2) La moral de los esclavos; si los señores eran los creadores de normas, los que afirmaban la
existencia real, los esclavos son los que por miedo a la vida, al dolor, a la transitoriedad de
todas las cosas, aceptan los valores que les han sido dados, por Dios o por el rebaño; los
esclavos niegan su propia individualidad y construyen su identidad por su adscripción al grupo;
es este sentido gregario el que eleva valores como la paciencia y la resignación a la categoría
de leyes morales. Esta moral es la que se irá imponiendo desde el mundo griego gracias
primero al platonismo y luego al cristianismo (un "platonismo popular" según Nietzsche).
Poco a poco los valores de los débiles se han impuesto a los valores de los señores, de los
fuertes, y la culminación de este proceso se materializa en los movimientos sociales de
liberación iniciados con las revoluciones liberales y continuados con las demás revoluciones,
tanto liberales como sociales, en el siglo XIX (toda la democracia y el socialismo son el
producto de este resentimiento). La superación de esta situación será la transmutación de los
valores y la aparición del superhombre.
Para subvertir este proceso Nietzsche recurre a todos los instrumentos que le proporciona la
filología como por ejemplo la etimología. Nietzsche va a proceder a un esfuerzo genealógico,
de deconstrucción, para demostrar cómo en un principio palabras como "aristocracia", "noble"
estaban vinculadas a lo "bueno" y conceptos como "plebeyo", "bajo" eran sinónimos de
"malo". Los nobles eran los que creaban valores como hemos visto pero los esclavos se rebelan
contra la moral de los señores debido al resentimiento, el esclavo teme y envidia a los señores
que imponen sus valores; el esclavo quería ser como el aristócrata pero es demasiado débil
para aceptar la vida y haciendo de la necesidad virtud eleva a rango de superioridad sus
valores decadentes y resentidos. La máxima representación de esta mutación de los valores es
la casta sacerdotal que privilegia el espíritu sobre el cuerpo.
Quien mejor encarna la moral de los esclavos además del platonismo es el judaísmo y el
cristianismo de modo que la crítica a la moral se va a convertir en Nietzsche en crítica a la
religión. El origen de la religión es el miedo y la impotencia del hombre y en concreto el
cristianismo ha reconvertido la filosofía clásica que era vitalista y optimista en un semillero de
odio y miedo por el mundo para lo cual pone el acento en el mundo celeste para huir del
mundo físico fomentando valores como la obediencia y la humildad. El cristianismo ha
inventado el concepto de "pecado" al que contrapone la virtud y que es interpretado como
todo aquello que afirma la vida, el sexo, los excesos, el optimismo, la fuerza y el poder. La
crítica de Nietzsche al cristianismo no debe hacerse extensiva a su fundador, Jesucristo, figura
por la que el autor alemán parece tener un cierto respeto por haberse enfrentado al
organigrama religioso que había instaurado el judaísmo. Según el autor de "Así habló
Zaratustra" el verdadero fundador del cristianismo y por tanto el responsable de todos sus
desmanes es Pablo de Tarso que corrompe el mensaje original del cristianismo al establecer
conceptos como la Resurrección , el Juicio Final, el reparto de premios para los justos, los
esclavos, los obedientes y el castigo para los pecadores.
La crítica que hace Nietzsche a la religión tiene antecedentes en la Ilustración y en el
humanismo de Feuerbach, él sería el último y más radical exponente de una tradición atea que
poco a poco se había ido imponiendo en Europa.
En la crítica a la religión como en todos los temas tratados por Nietzsche subyace la dicotomía
entre lo apolíneo y lo dionisíaco; la religión encarnaría el espíritu de Apolo que enmascara la
realidad tras un supuesto velo de racionalidad y el ateísmo, el paganismo, encarna el espíritu
de Dionisio que ama la vida por encima de todas las cosas y que la celebra en todas sus
manifestaciones sean estas alegres o pesimistas.
Crítica a la metafísica. El origen de la ontología occidental está en el deseo de crear un mundo
que no tenga los "vicios" del mundo físico; ante la constatación de un mundo transitorio,
cambiante, plural... dionisíaco, el filósofo decide huir a otro mundo donde todo sea estable,
coherente, racional...apolíneo, y este es el principio de la decadencia de Europa perpetrado
por Platón y su mundo de las Ideas. Platón y sus seguidores han falseado el mundo al inventar
un mundo que no existe para dar razón del único verdadero mundo que es este; la filosofía
adoptó una visión decadente cuando decidió huir de este mundo para crear otro mundo que
no existía y que debía ser la explicación de las cosas de este mundo. Pero no siempre fue así en
el mundo griego, antes de Platón, en la primera hora de la filosofía griega, pensadores como
Heráclito, el filósofo favorito de Nietzsche, reivindicó un mundo dinámico y en constante
cambio; Heráclito no se dejó engañar por los simulacros de la razón sino que fue fiel a sus
sentidos y sostuvo siempre que "el ser es una ficción vacía". Los filósofos posteriores
traicionaron esta visión original, primaria y verdadera del mundo y creyeron
desesperadamente en el ser, como creen en los conceptos absolutos del ser como Bien,
Verdad..., pero detrás de estos conceptos el Ser se les escapa de las manos, todos estos
valores "supremos" no son más que ficciones de la razón, conceptos vacíos, ilusiones del ser
que perseguirán constantemente a los filósofos.
Frente a la concepción que defiende la metafísica tradicional que ve el mundo desde un punto
de vista científico como una colección de hechos Nietzsche defiende que no hay hechos sino
interpretaciones; frente al dogmatismo de la ontología clásica que cierra cualquier visión
alternativa del ser el alemán defiende una concepción perspectivista que exige ver el mundo
desde un punto de vista distinto en cada acercamiento a él; esta concepción metafísica
defiende la apariencia como un modo de ser del ser no corno una concepción falseada del ser
como había creído Platón.
La concepción que defiende Nietzsche es la fenomenista que se parece a la de Hume (en la
Voluntad de poder Nietzsche defiende la concepción de la causalidad como hábito del
escocés); Nietzsche critica también la distinción kantiana entre la cosa en sí y el fenómeno ya
que Kant no tenía derecho a hablar de un mundo en sí, una especie de Ser de los griegos, ya
que nuestro conocimiento sólo da razón de lo fenoménico. La cosa en sí no puede existir, no es
más que una ficción. Si la cosa en sí no existe no queda más remedio que creer sólo en este
mundo que no es más que apariencia (Schein) , y no tiene sentido contraponer este mundo a
otro que nosotros hemos inventado; debemos aceptar la realidad como es sin adornarla.
Podemos preguntarnos cuál es la razón que lleva al hombre a crear esta inflación ontológica
que no es más que causa de males y decadencia para la filosofía; la respuesta de Nietzsche es
clara, es el miedo y el resentimiento lo que lleva a esta fabulación irreal. Ante un mundo en
constante evolución y cambio donde no se pueden encontrar certezas de ningún tipo el
hombre necesita sentir tierra firme bajo los pies y se imagina un mundo que no cambia nunca
en el que podemos hallar regularidades. Esta duplicación metafísica será el fundamento de la
moral decadente; el Bien sólo puede hallarse en un mundo eterno e inmortal no en un mundo
en el que las cosas cambian constantemente y sin remedio.

Crítica al conocimiento y a la ciencia.


De a la crítica a la metafísica que supone que no hay un ser inmutable se va a derivar una
concepción novedosa del conocimiento que aparece como interpretación que se basa en las
necesidades vitales de controlar el flujo constante que es la vida y someterlo a la frialdad de
reglas, leyes y conceptos.
Todos los conceptos de los que nos hemos valido para comprender el mundo no son más que
ficciones que calman la necesidad metafísica del hombre de sentirse seguro en un mundo que
muta constantemente; la negación de la esencia caótica del mundo lleva a la invención de
estos falsos discursos.

En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables


sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales listos inventaron el
conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la "Historia Universal": pero, a fin
de cuentas, sólo un minuto [...] el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de
perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría
ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y
arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la
naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo
para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión
ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su
poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del
mundo. Pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que
también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro
volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante
que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle
inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda
quiere tener su admirador, el más soberbio de los hombres, el filósofo, está
completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen
telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos. Nietzsche: Sobre
verdad y mentira en sentido extramoral. Tecnos, Madrid

La posición de Nietzsche respecto al conocimiento se explicita perfectamente en este texto; la


razón no es un modo privilegiado de acceder a los secretos del mundo, sino uno más entre
otros; cuando el hombre desaparezca desaparecerá con él la razón sin que el mundo se
resienta en lo más mínimo; otros animales tienen otras formas de conocer el mundo y no
tienen por qué ser perores que la nuestra. Hubo un tiempo que no existía el hombre y el
mundo no lo añoraba. La concepción antropológica que subyace a este planteamiento es
demoledora, no es que el hombre ya no ocupase el centro del universo como antes de
Copérnico, ni que sea un animal entre los animales como defendía el evolucionismo de Darwin,
es que el hombre es una pura nulidad, una sombra entre las sombras. Nietzsche podría firmar
aquel famoso lema que considera que el hombre es como los caracoles, deja un rastro de
babas tras de sí, pero el hombre es tan vanidoso que lo llama cultura y civilización. Todos los
productos de la razón son un modo de acceder al Ser, pero no son más que un modo entre
otros muchos, otros animales más listos podrían tener unas herramientas distintas para
conocer el mundo y su visión del mundo sería distinta.
Nietzsche somete todas las categorías epistemológicas de la tradición filosófica a crítica: el
"yo" es la ficción que resulta de reducir los estados de conciencia diferentes a una unidad; el
"yo" es el concepto primero del que derivan todos los demás conceptos que son vacíos sin
ninguna base en los fenómenos; si los creamos es por la necesidad que tenemos de reducir la
pluralidad del ser a la unidad de la razón, de nuestra razón. La razón no es más que la
proyección de nuestro "yo" posesivo en un mundo esquivo, es la medida de nuestra egolatría.
La causalidad es otro de los "engendros" del sujeto cognoscente, que responde a la necesidad
del hombre de tener el mundo bajo el control de la razón. Ni siquiera la sustancia y la
causalidad son un producto de la costumbre como pensaba Hume sino que surgen de la
necesidad "humanizadora" del mundo; Nietzsche niega cualquier tipo de causalidad, tanto la
final como la eficiente. Lo que gobierna el mundo no es otra cosa que el azar y la casualidad
pero nunca la causalidad.
Si la realidad no tiene una estructura racional y por tanto la razón no es el instrumento
adecuado para conocer el mundo, no es, en el mejor de los casos, una forma más entre las
demás de conocer ¿qué es eso a lo que llamamos conocimiento? De lo único que hay
conocimiento es de los fenómenos las apariencias de modo que el conocimiento es relativo,
muy limitado y siempre susceptible de ser cambiado según la perspectiva que usemos para
acercarnos a él. Este perspectivismo supone una nueva concepción del ser como ya hemos
indicado más arriba.
Unido al concepto de razón en la tradición europea estaba la verdad que ahora pierde sus
notas esenciales. La verdad es un conjunto de metáforas, antropomorfismos, una suma de
relaciones que han sido santificadas por el uso continuado en una cultura determinada, son
ilusiones pero nosotros ya nos hemos olvidado que lo son y las hemos elevado a una categoría
especial, verdades en sentido tradicional, es decir, objetivas, inmutables, eternas... Nietzsche
las compara con las monedas que han perdido el brillo debido al uso constante. La verdad no
son más que mentiras útiles, sirve para crear ficciones útiles que se convierten en dogmas
indiscutibles de modo que detienen el flujo de la existencia.
Con Nietzsche la verdad adquiere una nueva forma que será de gran importancia en los
filósofos posteriores y que está en el fundamento de toda la revolución gnoseológico-
ontológica de la postmodernidad. La verdad no es algo que se pueda poseer, que se pueda
encerrar en un límite conceptual, la verdad es una interpretación, es un lugar que se habita, un
paradigma de sentido u horizonte destinal. La verdad en Nietzsche es algo que afirma la vida,
el devenir, no que la niega. Nietzsche reniega de esa idea según la cual el filósofo es el que vela
por que el hombre no se aparte del recto camino que conduce a la verdad, toda verdad es
curva, decía el enano de Zaratustra. La verdad pierde su carácter epistemológico y gana un
papel moral, estético, con categorías fundamentales como lo noble y lo alto. La verdad ya no
se opone a la mentira, ¿cómo podría una verdad activa, dionisíaca oponerse a esa parte de la
existencia que es la mentira?, sino que la asume como propia.
La verdad tiene un ámbito propio y característico que es el lenguaje al que Heidegger,
siguiendo los pasos de Nietzsche, llamará "la casa del Ser"; en el lenguaje acontece el mundo
para la contemplación y comprensión del hombre pero el lenguaje no agota todas las
posibilidades del Ser como hace la ciencia; esta visión reafirma el carácter estético de la
filosofía de Nietzsche que considera la poesía o el arte como el modo de comprender las cosas
no la ciencia.
Esta nueva visión de la epistemología y la verdad redundará en una crítica a la ciencia la
tradicional. La ciencia reduce la multiplicidad del mundo a falsa unidad a través de la
matematización y la cuantificación de los hechos de modo que todo lo iguala eclipsando la
verdadera naturaleza de las cosas.
La crítica a la metafísica, a la moral y a la epistemología va a traer como consecuencia el
ateísmo al que están asociados otros dos aspectos fundamentales de la filosofía del alemán
como el nihilismo y la transmutación de todos los valores.

La muerte de Dios, el ateísmo de Nietzsche


El ateísmo es una tendencia temprana en la vida y obra de Nietzsche y pese a ciertas
interpretaciones (no han faltado interpretaciones freudianas que han considerado que el
ateísmo de Nietzsche es una reacción a la profesión de su padre, pastor protestante; esta
interpretación no es válida ya que no da cuenta de la crítica profunda que subyace a este
ateísmo y que entronca con toda la crítica a la cultura occidental) es uno de los temas que
articulan el discurso intelectual nietzscheano.
El primero que usa la expresión "muerte de Dios" fue Hegel. El ateísmo no es un invento de
Nietzsche sino que es el fin último al que tiende toda la cultura occidental que es preludiado
por la modernidad: el Renacimiento y su lectura antropocéntrica de la naturaleza, el
Racionalismo que pone la razón y el "yo" en el centro de la discusión filosófica, la Ilustración
que hace una lectura de la política distinta a la del Antiguo Régimen fundando la soberanía en
el pueblo no en Dios, el positivismo que eleva el discurso científico a único discurso válido
privilegiando explicaciones mecanicistas sobre cualquier otras.
El tema de la muerte de Dios aparece en la "Gaya ciencia" y luego en "Así habló Zaratrusta”. Es
un tema fundamental en Nietzsche y no significa más que la aceptación del proceso de
decadencia al que ha llegado la cultura occidental. Para Nietzsche no solo creer en Dios es
absurdo, sino que la propia metafísica es absurda, que el mundo de las ideas es un disparate
intelectual, una máscara más. Esto no supone que debamos sustituir estas creencias por otras
como la de la Ilustración que creía en el poder absoluto de la razón, de la ciencia o de la
técnica, o la del marxismo que creía en la capacidad de la clase obrera para transformar el
mundo. Con la muerte de Dios se han derrumbado todos los pilares que sostenían toda
nuestra concepción del mundo, al acabar con el mundo sobrenatural hemos acabado con todo
nuestro sistema de valores no sólo morales, sino metafísicos o epistemológicos, ya que estos
valores residían en este mundo trascendente.
La muerte de Dios es un hecho fundamental en la historia y mucho más importante que la
llegada de Cristo al mundo y es el preámbulo de una nueva etapa de la historia del mundo que
será sin duda mejor. La muerte de Dios, provocada por el exceso de compasión por los
hombres, puede provocar un movimiento ambiguo, de una parte es la condición que posibilita
la aparición del superhombre pero a la vez es la condición que permite que aparezca el último
hombre. El profeta que anuncia la muerte de Dios es Zaratustra y sobre las cenizas de este Dios
difunto se construirán los fundamentos para la llegada del superhombre que al no temer a la
vida, que al no estar dominado por el espíritu del resentimiento cristianoplatónico no necesita
de un ser ajeno a él, trascendente, este nuevo hombre es capaz de crear valores sin tener en
cuenta a nadie más que a sí mismo.
Dios es la máxima representación de la conciencia resentida propia de un hombre miedoso y
amedrentado por la vida ("toda religión ha nacido del miedo y de la necesidad, y es por estas
vías de la razón extraviada como ella se ha introducido en la existencia" Humano, demasiado,
humano).
El nihilismo (forma parte de la cultura occidental)
Como consecuencia de la muerte de Dios aparece en Europa el nihilismo. Este concepto es
clave en la filosofía del siglo XX y aparece en varios contextos durante el siglo XIX; su historia se
remonta a ciertos filósofos griegos, los sofistas, aunque algunos autores como Severino en su
"Parricidio fallido" dicen que este nihilismo ya está oculto en Parménides. En la cultura
europea aparece el nihilismo con cierta fuerza en el Romanticismo, no en tanto que concepto
perfectamente definido, sino más bien como "estado de ánimo". Aparecerá en ciertas obras
literarias con un sentido más político, como en "Padres e hijos" de Turgueniev derivando el
nombre hacia grupos terroristas anarquistas. En Inglaterra fue usado por Hamilton.
La opinión comúnmente aceptada sobre el nihilismo fue la de que a la cultura europea siempre
le fue ajeno este concepto ya que nuestra cultura era una cultura que se había asentado sobre
una concepción altamente ontológica del ser que había desterrado la nada. El nihilismo sería
propio de otras culturas como las orientales donde lanada y el ser son ámbitos que conviven y
que no se entienden de forma excluyente.
El sentido que Nietzsche da al término nihilismo es distinto; no se puede considerar al
nihilismo como una teoría filosófica bien definida sino como la consecuencia de la historia de
nuestra cultura occidental; para el autor alemán el nihilismo aparece en dos bifurcaciones, el
nihilismo reactivo y el activo:
-1) el nihilismo reactivo: es el nihilismo propio de la cultura occidental desde Platón que niega
la verdadera esencia del mundo el devenir y crea un mundo decadente reinado por un
conjunto de entes eternos y universales localizados en otro mundo. Para todos los espíritus
educados en el miedo y el resentimiento al mundo el nihilismo es una acontecimiento
apocalíptico, es el final del mundo cuya máxima representación es la muerte de Dios que se
intenta sustituir con otros valores absolutos como la razón, el socialismo, la democracia...
donde la moral del rebaño puede encontrar cobijo.
-2) el nihilismo activo: La constatación de la muerte de Dios no tiene por qué ser un acto
negativo y lleno de pesimismo sino que es la condición de posibilidad de la aparición del
hombre nuevo. Este nihilismo en su faceta activa es la actitud del hombre que ha entendido el
mundo en su esencia verdadera, en su pluralidad y transitoriedad, y es capaz de afirmar el
mundo como es sin inventar valores decadentes y falsos. Es la actitud propia de los señores
mientras que el nihilismo reactivo era el comportamiento característico de los esclavos.

Se ha criticado a Nietzsche acusándole de nihilista pero esta acusación se hace desde un punto
de vista reactivo, según Nietzsche el verdadero nihilismo es el de aquellos que le acusaban a él
de nihilismo; nuestro pensador consideraba que su filosofía era el mejor antídoto contra el
nihilismo. Cuando se acusa a Nietzsche de nihilista se le acusa de destruir los valores de la
cultura pero precisamente Nietzsche pretendió salvar los que él consideraba los verdaderos
valores de la cultura, la vida en sí misma.
El nihilismo no es sólo un movimiento histórico, es la estación final ineludible a la que arriba la
cultura occidental pero además es un estado de ánimo personal del individuo propio del
hombre ante el sublime espectáculo del ocaso de los valores. Al nihilismo está asociada de
forma indisoluble la transmutación de los valores, otro de los temas fundamentales de
Nietzsche.
Transmutación de los valores (Umwertung aller Werte)
La muerte de Dios y el advenimiento del nihilismo traen como consecuencia una crítica
profunda a los valores tradicionales que se basaban en ese Dios (o mundo trascendente de las
Ideas). Nietzsche predica unos valores distintos a los de la cultura tradicional, frente a los
viejos valores absolutos, necesarios, eternos, Nietzsche defiende unos valores que exalten la
existencia tal como es en un sentido plural y cambiante. Estos nuevos valores son los que
defenderá el hombre por venir, el superhombre, que no huirá de este mundo sino que se
entregará a él y lo amará en cuanto lo que es. Estos hombres destacan por su fidelidad a la
tierra y no están aquejados de ese resentimiento característico de la decadente cultura
europea. Hay que destacar que el pensador alemán no defiende la ausencia de valores, en la
naturaleza no hay valores, los valores son un producto del hombre de modo que está en su
naturaleza crear estos valores lo que propone es una inversión de los valores que sólo puede
ser posible con una nueva interpretación del mundo.
Lo que subyace a toda esta crítica es la dicotomía entre lo apolíneo y lo dionisíaco; todas las
construcciones decadentes que niegan la vida y valoran los ideales eternos y mentirosos no
son más que la consecuencia de la victoria de lo apolíneo, de ese sentimiento pesimista que
cree que la razón puede dar cuenta de esa fuerza poderosa e inabarcable que es la vida; este
espíritu apolíneo creará una moral falseada basada en una metafísica igualmente falseada que
se sustentará en una ciencia mentirosa y sectaria; el espíritu vitalista encarnado por lo
dionisíaco será el que ponga en duda ese mundo trascendente y lleve a la muerte de Dios, al
nihilismo y a la creación de nuevos valores que ya no renieguen de la vida sino que la afirmen,
este nuevo sentido dionisíaco que debe adquirir la cultura traerá el superhombre que afirme la
voluntad de poder y tenga fe en el vitalismo y en su expresión más brillante, el eterno retorno.

LA PROPUESTA CONSTRUCTIVA: EL SUPERHOMBRE, LA VOLUNTAD DE PODER Y LA TEORÍA


DEL ETERNO RETORNO.
La voluntad de poder (Wille zur Machtl
Donde vi un ser vivo, allí encontré voluntad de poder [...1 Sólo allí
donde hay vida hay voluntad. Pero no simple voluntad de vivir [ ...] Sino
voluntad de dominio.

En este texto Nietzsche la vinculación estrecha entre la vida y la voluntad entendida como
exaltación de la fuerza, la agresividad... y todas las características que adornaban lo dionisíaco.
Es fácil ver en esta afirmación de la voluntad de poder un trasunto de la lucha por la
supervivencia que impulsaba el proceso evolutivo de Darwin.
Nietzsche tomó el concepto de voluntad de Schopenhauer pero le dio un nuevo sentido.
Schopenhauer creía que la voluntad era la esencia de la existencia; sería una fuerza
irrefrenable que impulsa al hombre a querer. Este impulso no se circunscribe solo a un ámbito
exclusivo sino que acompaña durante toda la vida al hombre y es la fuente del dolor ya que
una vez que el deseo se ha satisfecho ese impulso ciego vuelve a aguijonear provocando
nuevamente el deseo. Para Schopenhauer solo hay un camino que consiga acabar con este
ciclo eterno del dolor que es renunciar al impulso a través del arte, y sobre todo del ejercicio
de la vida ascética que adormece este insaciable deseo. La doctrina de Schopenhauer es
deudora de la concepción oriental de la existencia, sobre todo la doctrina budista
fundamentada en las 4 nobles verdades del sermón de Benarés.
Nietzsche, que llama a la voluntad de Schopenhauer voluntad de poder, reacciona contra esta
postura absolutamente pesimista y por tanto decadente; es cierto que la voluntad es la
esencia de la existencia y precisamente por esto debe ser afirmada; decir sí a la voluntad es
decir sí a la vida. Esta idea de la voluntad de poder era una tesis explicativa que debe servir
para dar razón de la vida en su totalidad. Frente al pesimismo metafísico de Schopenhauer
Nietzsche propone una lectura optimista de la voluntad basada en la afirmación de lo vital.
La voluntad de poder se puede aplicar al conocimiento; la voluntad de saber es una
manifestación de la voluntad de poder, es el impulso de un determinado grupo de seres por
dominar el mundo y la realidad. El objetivo del conocimiento no es conocer la verdad sino
controlar y dominar la realidad, someter la realidad a nuestra conveniencia y necesidades
prácticas. Al petrificar el flujo eterno con nuestras estructuras racionales estamos imponiendo
a las cosas nuestra necesidad de controlarlas, es decir, estamos manifestando nuestra
voluntad de poder. La propia estructura del lenguaje en la que predicamos algo de una
sustancia supone privilegiar esta sustancia y la sustancia que más importancia ha tenido en la
cultura occidental es el "yo" al que nos referimos constantemente con lo que establecemos su
importancia y la necesidad de imponerse sobre otras sustancias. Este es el deseo que yace en
el seno de la cultura europea de dominar el mundo a través de su categorización, el deseo de
convertir el devenir en ser.
Esta concepción llevaría a una visión dogmática del mundo organizado en férreas estructuras.
Contra esto se postuló Nietzsche claramente; toda su filosofía es un ataque a esta visión, de
modo que interpretar la voluntad de poder de este modo, como fuerza fáustica que lleva al
hombre a conquistar el mundo sería erróneo. Esta concepción no puede ser llamada en
puridad voluntad de poder sino sólo voluntad de verdad. La concepción de la voluntad de
poder por parte de Nietzsche debe ser entendida como un proceso activo, creador. No supone
un anhelo político o social de dominación, es el impulso que tiende a la perpetuación de la
propia esencia.
Pero la voluntad de poder hay que entenderla no sólo en un sentido epistemológico sino que
Nietzsche la aplica a todos los ámbitos de la vida, incluso cita ejemplos de lo inorgánico, y
pretende usar esta teoría como modelo explicativo que vertebre todo un abanico de distintos
fenómenos.
Nietzsche identifica la voluntad de poder con la vida (donde vi un ser vivo allí encontré también
la voluntad de poder... Sólo allí donde hay vida hay voluntad, pero no simplemente voluntad de
vivir, sino voluntad de dominio). La voluntad de poder no puede ser asimilada al connatus de
Spinoza, la tendencia a perseverar en el ser, sino que es más bien una tendencia a querer más
de lo que se es, de manera que supondría un ataque a la vieja idea clásica (y apolínea) de la
sophrosine, de no salirse de los límites de lo que se es, de no aspirar a otra cosa más que a
realizar la plenitud de la esencia. La voluntad de poder no puede reducirse a lo meramente
psicológico ya que va más allá al englobar todas las fuerzas, impulsos e instintos vitales y
psíquicos, pasiones y acciones...
Los nuevos valores que defiende Nietzsche se encaman en la voluntad de poder que en ningún
caso puede ser entendida como una necesidad de conseguir el poder político lo que significaría
rendirse a las necesidades sociales o colectivas sino como una tendencia a considerar la
existencia como una obra de arte donde lo esencial es lo creativo de ahí que Nietzsche tomase
como modelo al artista romántico. La voluntad de poder adquiere su dimensión más clara en
otros dos conceptos el de "eterno retomo" y el de "superhombre".

El eterno retorno.
El tema del eterno retorno lo desarrolla Nietzsche en "Gaya ciencia" y en el capítulo de "Así
habló Zaratustra" titulado "De la visión y el enigma". Nietzsche consideraba este tema como el
más profundo y difícil de su filosofía al ser la máxima expresión del sí a la vida y se puede
resumir en estas palabras del propio filósofo alemán
Yo vendré otra vez con este Sol, con esta tierra, con este águila, con esta
serpiente, pero no a una nueva vida o a una vida mejor o semejante, volveré de
nuevo eternamente a esta misma e idéntica vida, para enseñar de nuevo el
Eterno Retorno de las cosas para volver a comunicar el superhombre a los
hombres [...] lo que quieras quiérelo de tal forma que quieras a la vez su Eterno
Retorno
Lo que propone Nietzsche es la creencia en que todo debe repetirse una y otra vez sin ningún
tipo de cambio.
Nietzsche siempre habló de su encuentro con el concepto de eterno retorno en términos
proféticos, más proféticos y místicos aún que en otros temas de su filosofía; el momento
iluminador aconteció en Sils-Maria en el verano de 1881 cuando le fue revelado el tema del
eterno retorno (pensamiento abismal lo llama Nietzsche) que le sobrecogerá y llenará su alma
de espanto y terror. El encargado de revelar al mundo esta idea fundamental será el mismo
Zaratrusta.
Una de las razones por las que Nietzsche insiste este tema es que le permite un vacío en su
filosofía, le permite trazar sobre el flujo del devenir la imagen del ser sin tener que recurrir a
un ser que trascienda el universo imposibilitando todo intento de explicaciones panteístas del
mundo o la introducción del concepto de Dios aplicado al universo. La teoría excluye la idea de
un Dios trascendente y ofrece como alternativa, aunque pueda no ser atractiva, la de la
repetición de lo mismo, aunque diferenciado (algunas interpretaciones abogan por considerar
que Nietzsche no quiso decir nunca que todo lo que es se repetirá como es ahora sino que sólo
unos acontecimientos o ideas determinadas, las más importantes son las que volverán). Esta
teoría del eterno retorno muestra claramente el compromiso de Nietzsche con este mundo al
mostrar un universo cerrado con sentido en sí mismo, con un fundamento inmanente que no
necesita ningún modelo fuera de sí mismo. El horizonte que defiende Nietzsche es la propia
eternidad a partir de la cual podemos convertir en necesario lo que es transitorio sin necesidad
de otros mundos.
El eterno retorno se puede interpretar como una teoría física o como una teoría moral.

1) Si se interpreta como una teoría físico-cosmológica su antecedente sería el mundo


griego que lo interpretaba como la repetición de las cosas individuales; esta idea se
basa en dos principios; por una parte la materia y la energía son finitos y por otra el
tiempo es infinito y eterno; como el tiempo es infinito y eterno las combinaciones de
átomos tendrán que volver a formar las mismas combinaciones de seres que hubo una
vez. Esta idea cosmológica, que es la de los griegos, supone la negación del devenir al
introducir un concepto teleológico, una meta a la que se debe llegar; supone un
equilibrio en el mundo. Según esta idea el devenir debió empezar en algún momento
deberá terminar en algún otro momento con lo que el devenir se anula; sólo un
pensador se sustrae a esta forma de pensar, Heráclito. No es el ser el que vuelve, sino
que es el propio retornar el que constituye el ser en tanto que se afirma en el devenir y
en lo que pasa. No vuelve lo Uno, sino que el propio volver es lo uno que se afirma en
lo diverso o en lo múltiple.
2) Si interpretamos el eterno retorno como una tesis moral supone la afirmación al
componente trágico y dionisíaco de la vida, el "amor fati"; desde esta perspectiva se
acepta la libertad no como autonomía de decisión sino como aceptación de la
necesidad, lo que vincularía a Nietzsche con la moral estoica y con Spinoza para quien
la necesidad era la regla de toda la naturaleza. El eterno retorno considerado desde
este punto de vista es un principio moral tan estricto corno lo es el imperativo
kantiano que podía formularse como sigue: lo que quieras quiérelo de tal modo que
quieras también el eterno retorno.
Ante el eterno retorno caben dos posturas, y como en toda la filosofía de Nietzsche estas dos
posturas se circunscriben en el espíritu apolíneo y dionisíaco, unos los que no aman la vida
contemplarán con horror la repetición de lo mismo mientras que otros los que aman la vida
por encima de cualquier cosa, incluso de sí mismos, acogerán esta nueva teoría como la
máxima expresión de la alegría de vivir.
Esta teoría del eterno retorno supone una profunda reflexión sobre el tiempo; Nietzsche niega
la idea de un tiempo lineal, propio de la concepción judeo-cristiana, un tiempo aniquilador,
concebido bajo unos parámetros teológicos. El presente no es un eslabón que una pasado y
futuro sino que en él se manifiesta el tiempo eterno, lo cual tampoco supone creer en la
circularidad del tiempo. Pasado y futuro se unen en el presente, en el instante presente y no
podemos más que amarlo; el eterno retorno supone la aniquilación de la idea ilustrada de
progreso, no hay un mundo futuro mejor que podarnos esperar, no hay que trabajar para el
futuro, no nos espera una vida mejor sino la repetición de lo mismo, la ciencia no va a mejorar
nuestro mundo ya que esta vida que vivimos ahora es la vida que siempre tendremos. Pero
con su teoría del eterno retorno el alemán consigue dos cosas de una enorme importancia:
suprimir la relación causal propia de la visión científica del mundo que remite siempre a una
causa primera de la que se desarrollan las demás y demostrar que del devenir pudiera surgir el
Ser pero no un ser como lo había considerado la filosofía occidental desde Parménides como la
petrificación de lo que fluye sino un ser en el que ser y devenir son correlativos, no se
excluirían sino que serán las dos caras de una misma moneda.
Pero la idea del eterno retorno plantea problemas dentro del "sistema" filosófico de Nietzsche
ya que parece contradecir la idea creadora a la que están llamados la nueva clase de hombres
que niegan el espíritu decadente de la cultura occidental.
Podemos resumir la intención que persigue Nietzsche con el tema del eterno retorno en esta
famosa cita
¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra, y no creáis a
quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan
o no
en la que Nietzsche niega cualquier otro mundo y establece este mundo como el único
verdadero de tal manera que la filosofía debe ensalzar los valores terrenales.

El superhombre (Übermensch)
El superhombre, al que Nietzsche llama "el sentido de la vida", es el estadio último de la
filosofía de Nietzsche, es la encarnación de todos los valores positivos, es el que no acepta los
valores del rebaño sino que él crea esos valores, es la materialización de la fidelidad a la tierra,
de la voluntad de poder, del eterno retorno, es el producto de la muerte de Dios y la entrega y
a la vez la superación del nihilismo occidental.
El superhombre no es algo dado sino que es un desideratum algo que está por venir; de
ninguna manera se puede considerar al hombre actual como la encarnación de este nuevo tipo
humano que encarnará todos los valores vitales de los que los mediocres están totalmente
alejados, aunque estos mediocres son necesarios ya que una cultura aristocrática sólo puede
destacar a partir de los que son más vulgares y cuya encarnación está en el cristianismo y en el
socialismo y la democracia en la actualidad. La mediocridad es un medio para que aparezca el
superhombre. Pero para que lleguen los superhombres es necesaria la llegada de los bárbaros
para que superen el dominio de las masas y abonen el camino para los hombres nuevos.
El estadio necesario para que llegue el superhombre es el hombre que no es más que un
puente entre el animal y el superhombre, un puente tendido sobre un abismo, de modo que la
idea del superhombre es un estímulo pero a la vez tiene un contenido que viene caracterizado
no sólo por su poder intelectual, por su carácter especial, sino también por su independencia,
pasión y entrega a la vida. Nietzsche parece no pensar en ningún tipo humano concreto, y de
ninguna manera podemos entender el superhombre desde un punto de vista racial que exalta
la superioridad de una etnia o grupo humano sobre los demás como hizo el nazismo. En alguna
ocasión parece referirse a figuras históricas como César o Napoleón como la encarnación del
superhombre pero el superhombre no se encarna en una figura concreta sino en una actitud,
la actitud dionisiaca que santifica la vida y su esencia más íntima: los instintos, el placer, el
dolor, el sufrimiento de existir. Esta actitud se reconoce en el tipo del artista genial que
destaca por su capacidad creadora o del héroe-filósofo superador de los valores decadentes.

Nietzsche explica al superhombre como el resultado de la trasformación de tres figuras


simbólicas: el camello, el león y el niño.
1) El camello es el hombre que obedece las normas impuestas por la moral caduca y
decadente, de ahí la figura simbólica de la joroba del camello, es la representación
plena del hombre que cree en Dios y llevado por su resentimiento y miedo a la vida
acepta otro mundo lleno de valores eternos e inmutables. El camello está edificado
sobre parámetros morales kantianos guiados por el mayor rigor, el "tú debes".
2) El león es el símbolo de la fiereza que le sirve para desembarazarse de todos los
valores con los que cargaba el camello, el león se ha rebelado contra su señor; ha
transformado el "tú debes" por el llamamiento subjetivista del "yo quiero"; es el
símbolo del nihilista guiado por su voluntad. El león se reivindica como ser individual
frente a lo colectivo.
3) El niño es el último paso hacia el superhombre; es la máxima encarnación de la
inocencia sobre la que se va a sustentar la capacidad creadora del superhombre;
debido a que el superhombre ha destruido los valores tradicionales y se ha
transformado en niño, en conciencia pura y libre, puede proceder a darse a sí mismo
valores nuevos que nada tengan que ver con los tradicionales; el niño es la promesa de
un nuevo mediodía en el que los prejuicios y los temores del viejo mundo hayan sido
superados; en el niño el eterno retorno, la voluntad de poder y la fidelidad al mundo
adquieren su valor concreto. Para el niño la vida se representa en su versión más
creativa, como juego.
El superhombre supera todo ideal abstracto y reclama la importancia de lo concreto y
pasajero.
Es inevitable establecer una relación entre este superhombre y la figura de Cristo por la
influencia que el primero debe tener sobre la sociedad venidera que será tan grande o más
como la que tuvo el segundo sobre la sociedad europea; esta similitud entre ambos se
establece también debido a que Así habló Zaratustra tiene una estructura literaria formal que
le asemeja a los evangelios.

Vitalismo. Estos tres conceptos, voluntad de poder, superhombre y eterno retomo, son la
manifestación del vitalismo, la doctrina que privilegia la existencia por encima de cualquier
estructura intelectual, moral, metafísica... La vida permanece como elemento inabordable
para el hombre y sus categorías mentales; estas estructuras pueden dar cuenta de un aspecto
parcial de la realidad pero la esencia de la realidad en cuanto que es múltiple y variada no
puede ser reducida a un concepto frío y vacío.
Nietzsche es el primero en afirmar la existencia corno valor absoluto contraponiéndola a
cualquier forma de racionalismo o idealismo que enmascara la vida. Bajo esta denominación
de vitalismo se engloban filósofos como Bergson, espiritualista, Dilthey, historicista, Ortega y
Gasset, raciovitalista.
El vitalismo supone la defensa de un subjetivismo extremo que no debe ser interpretado como
un elogio del humanismo al modo moderno, el hombre tal como lo entiende Nietzsche no es el
centro del mundo ni la figura más importante de la naturaleza, es una especie más entre las
especies.

El concepto de genealogía
Nietzsche va a introducir un concepto nuevo en la filosofía que deriva de su concepción del ser
como devenir, el de genealogía. Si la existencia es una realidad dinámica deberemos remitirnos
al origen para conseguir una contextualización histórica que nos de la verdadera dimensión de
nosotros mismos. El filósofo es un genealogo no un juez ante un tribunal (Kant), ni un
mecánico (utilitarismo). Al principio de la universalidad kantiana y de semejanza, tan caro a los
utilitaristas, opone Nietzsche el sentimiento de diferencia. Genealogía es valor del origen y
origen del valor. La crítica a la que Nietzsche somete a la cultura se apoya en este concepto de
genealogía que es el mejor antídoto contra cualquier atisbo de abstracción universalista, pero
también es una crítica al realismo. Genealogía es origen y nacimiento, pero también distancia y
diferencia.

HISTORIA DE LA RECEPCIÓN DE LA OBRA DE NIETZSCHE


En un primer momento se consideró que la obra de Nietzsche no aportaba tanto a la filosofía
como a la literatura y al arte; el responsable de esta lectura "estética" de Nietzsche es Dilthey
que lo vincula a figuras como Emerson, Ruskin, dentro de la órbita del vitalismo. En torno a
1900 Vaihinger abordó el pensamiento de Nietzsche desde el punto de vista de la teoría del
conocimiento uniéndolo a Kant. Stiel en su "Nietzsche und die Romanitk" lo vincula al
romanticismo a través del concepto de lo dionisíaco. Con Baumler, "Nietzsche, der Philosoph
und Politiker" lo vincula al nazismo al interpretar la voluntad de poder corno algo escindido del
eterno retorno; esta voluntad de poder no sería otra cosa más que la acción política. Jaspers
será el primero que vincula a Nietzsche con la escuela existencialista, vinculación que casi
nadie discute hoy día. 1,45with cree que Nietzsche intentó volver al mundo griego a través de
la afirmación de la vida, Heidegger, por el contrario, cree que Nietzsche sigue anclado en el
nihilismo al no reconocer el olvido del ser. Tras la guerra se trató de desvincularlo del nazismo,
lo cual no fue difícil ya que su adscripción al ideario de Hitler fue resultado de una burda
manipulación. Se intentó adscribirle al espíritu cristiano y los marxistas le consideraron un
pensador burgués. Para pensadores tan importantes como Fink Nietzsche es el final de la
metafísica, el primer intento de salir de ella. En Francia Nietzsche siempre ha tenido buena
acogida gracias a pensadores como Bataille, Camus y Deleuze quien le ha dedicado páginas
brillantes. En Italia los pensadores que mejor han interpretado a Nietzsche son Vattimo, Colli y
Montinari, estos dos últimos responsables de una edición completa de sus obras de gran fama.
La renovación de los estudios sobre Nietzsche en Alemania se ha hecho al amparo de la
ontología hermenéutica de Heidegger y Gadamer.

CONCLUSIÓN. LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE COMO CRÍTICA A LA CULTURA OCCIDENTAL


Nietzsche supone un hito en la historia del pensamiento europeo. Muchos postmodernos ven
en él a un antecedente, y muchos de los temas que él inauguró son los temas que articulan
hoy nuestra visión del mundo. Se podría decir que él inaugura escuelas de pensamiento en la
filosofía del siglo XX como la hermenéutica o el existencialismo... Su crítica a la tradición
filosófica es radical, actúa socavando los fundamentos de ésta, no limitándose a uno o varios
aspectos tangenciales, sino que va directo al núcleo central del que partía toda su cosmovisión;
su crítica no se circunscribirá a ningún ámbito concreto, muy al contrario tiene carácter de
totalidad. Quizás el elemento determinante de su filosofía es el considerar la existencia como a
lo dinámico, como devenir, como flujo constante. La crítica de Nietzsche abarca todos los
ámbitos:
1) La ciencia: la ciencia cumple dos motivaciones fundamentales, es útil al hombre ya
que le sirve para dominar algunos aspectos de la realidad, lo cual no demuestra que
sea verdadera, nada hay en el mundo que pueda considerarse verdadero, y apacigua el
sentimiento de decadencia del hombre, que teme enfrentarse a lo cambiante, lo móvil,
lo caótico y lo irracional. Nietzsche critica la concepción de la ciencia como matemática
que dice cosas ciertas, nadie discute que la suma de dos más dos sea cuatro, pero que
no dice nada de la realidad, nadie ha visto al número dos por la calle. La matemática
elude el aspecto cualitativo del mundo y por tanto no puede aprehender la
multiformidad del mundo. Las leyes naturales que "descubre" el hombre no son tales;
el hombre no las descubre, sino que las inventa y luego olvida que las ha inventado.
2) La moral y la metafísica que son interpretadas como la máxima expresión del
resentimiento decadente.
3) La política, materialización del discurso gregario de la masa uniforme de esclavos.
4) El arte que se limita a mera repetición de las formas realistas y que ha perdido el
sentido creativo que tuvo un día en Grecia.
5) La razón; en su origen la filosofía se jactaba de haber pasado del mito a la razón;
nadie como Nietzsche ha abogado tanto por el irracionalismo; para él la razón no es
más que un artificio, un invento, que el hombre ha inventado para "cazar" la realidad.
Se debe asumir el carácter irracionalista de la realidad que se resiste a ser demostrado
por la razón. No hay esencias o universales que se puedan captar por la razón.
En el mundo no hay más que desorden y caos y es el hombre el que introduce el orden en la
naturaleza forzando a ésta a ser lo que nosotros queramos que sea, esta es la causa de la
decadencia. Como Heráclito cree el alemán que todo fluye en un eterno y fascinante caos.
Cualquier esfuerzo por reducir el mundo a estructuras racionales es lo que Vattimo llama "el
terrorismo de la verdad".

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