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(Lee Don Mendo)

“Tu sentimiento encareces sin escuchar mis disculpas. Me culpas sin


razón. Si miras lo que mereces, entenderás como la pasión te obliga a
que sin razón empeores, en tu locura, con las dudas, la hermosura; con
los celos, la elección.

Lucrecia, de ti a doña Ana hay una ventaja más conocida que de la


muerte a la vida. ¿Quién cambiaría a la hermosa Diana por una
estrella? Deja el pleito injusto, desengaña tus ojos, porque tengo un
alma y dos ojos para escoger a la más bella.

Mira, yo traté de desengañarla, si ella lo entendió al revés, no es mi


culpa. Dirás ¡Ah, ingrata! Porque quise usar mis fuerzas en el campo, si
te ofendí como a una extraña y me equivoqué, llevo como castigo mil
flechas en mi alma.

Mis disculpas son estas, disminuye tu furia, que la nube de tu desgracia


desaparezca de tu hermoso cielo; que la tierra, el aire y el cielo son
testigos de mis anhelos.

Tú eres la única que desconfía de mí. Ésta es mi mano de esposo, y con


una disculpa tan clara, no me niegues el perdón o confiesa tu
mudanza”

-Lucrecia: (Aparte) Aquí se casan sin duda.


-Juan: (Aparte) Aquí sin duda se casan.
-Celia: No la enojes.
(Entra el Duque con un Escudero)
-Escudero: De aquí pueden esperar a que Don Mendo se vaya.
(Se va el Escudero)
-Ana: Don Mendo, yo te confieso que tu disculpa es muy sincera y con darme
la mano puede cerrarse el proceso; pero tu intento no tiene remedio, ya me
perdiste, y la disculpa ha llegado demasiado tarde. Fue la intención con la
que hablaste de mí al Duque con el propósito de librarme de su cariño;

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