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Convenciones y normas
A continuación se proporciona una breve descripción de algunas de estas convenciones: Consulte el sitio web de la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos para obtener una perspectiva completa.
Instrumentos internacionales
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948)
Responde directamente a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. El genocidio se define como la perpetración de
ciertos actos para destruir un grupo nacional, étnico, racial o religioso y obliga a los Estados a responder con la justicia
cuando se sospecha que se han cometido dichos actos.
La Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares
(1990)
Define los derechos y principios fundamentales de los trabajadores migratorios que están en situación regular o irregular,
así como las medidas destinadas a su protección durante todo el proceso de migración.
Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las
convicciones (1981)
Afirma el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, conciencia y religión y el derecho a no ser objeto de
discriminación por su religión o por otras convicciones.
Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y
lingüísticas(1992)
Proclama el derecho de las minorías a disfrutar de su cultura, de profesar y de practicar su religión, de utilizar su lengua y
de salir del país, incluyendo el derecho a volver al mismo. La Declaración invita a los Estados a adoptar medidas para
promover el respecto de estos derechos.
Fecha Órgano de
supervisión
ICERD Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación CERD
21 dic. 1965
Racial
ICCPR Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 16 dic. 1966 CCPR
ICESCR Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales 16 dic 1966 CESCR
CEDAW Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer 18 dic 1979 CEDAW
CAT Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o CAT
10 dic 1984
Degradantes
CRC Convención sobre los Derechos del Niño 20 nov 1989 CRC
ICRMW Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores CMW
18 dic 1990
migratorios y de sus familiares
Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las CED
CED desapariciones forzadas
CRPD Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad 13 dic 2006 CRPD
ICESCR - Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y CESCR
10 dic 2008
OP Culturales
ICCPR-OP1 Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 16 dic 1966 CESCR
ICCPR-OP2 Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y 15 dic 1989 CCPR
Políticos, destinado a abolir la pena de muerte
OP-CEDAW Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de 10 dic 1999 CEDAW
discriminación contra la mujer
OP-CRC- Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la CRC
AC 25 mayo 2000
participación de niños en los conflictos armados
OP-CRC-SC Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta 25 mayo 2000 CRC
de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía
OP-CAT Protocolo facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas SPT
18 dic 2002
Crueles, Inhumanos o Degradantes
Protocolo facultativo de la Convención sobre los derechos de las personas CRPD
OP-CRPD 12 dic 2006
con discapacidad
LEY 409 DE 1997
(octubre 28)
por medio de la cual se aprueba la "Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura", suscrita en
Cartagena de Indias el 9 de diciembre de 1985.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
Visto el texto de la "Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura", suscrita en Cartagena de Indias el 9
de diciembre de 1985.
(Para ser transcrito: Se adjunta fotocopia del texto íntegro del instrumento internacional mencionado, debidamente
autenticado por el Jefe de la Oficina Jurídica del Ministerio de Relaciones Exteriores).
CONVENCION INTERAMERICANA
PARA PREVENIR Y SANCIONAR LA TORTURA
Los Estados Americanos signatarios de la presente Convención, conscientes de lo dispuesto en la Convención Americana
sobre Derechos humanos, en el sentido de que nadie debe ser sometido a tortura ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes;
Reafirmando que todo acto de tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes constituyen una ofensa a
la dignidad humana y una negación de los principios consagrados en la Carta de la Organización de los Estados
Americanos y en la Carta de las Naciones Unidas y son violatorios de los Derechos Humanos y libertades fundamentales
proclamados en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos;
Señalando que, para hacer efectivas las normas pertinentes contenidas en los instrumentos universales y regionales
aludidos, es necesario elaborar una Convención Interamericana que prevenga y sancione la tortura;
Reiterando su propósito de consolidar en este continente las condiciones que permitan el reconocimiento y respeto de la
dignidad inherente a la persona humana y aseguren el ejercicio pleno de sus libertades y derechos fundamentales,
Han convenido en lo siguiente:
Artículo 1º. Los Estados Partes se obligan a prevenir y a sancionar la tortura en los términos de la presente Convención.
Artículo 2º. Para los efectos de la presente Convención se entenderá por tortura todo acto realizado intencionalmente, por
el cual se inflijan a una persona penas o sufrimientos físicos o mentales, con fines de investigación criminal, como medio
intimidatorio, como castigo personal, como medida preventiva, como pena o con cualquier otro fin. Se entenderá también
como tortura la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su
capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica.
Artículo 3º. Serán responsables del delito de tortura:
a) Los empleados o funcionarios públicos que actuando en ese carácter ordenen, instiguen, induzcan a su comisión, lo
cometan directamente o que, pudiendo impedirlo, no lo hagan;
b) Las personas que a instigación de los funcionarios o empleados públicos a que se refiere el inciso a) ordenen, instiguen
o induzcan a su comisión, lo cometan directamente o sean cómplices.
Artículo 4º. El hecho de haber actuado bajo órdenes superiores no eximirá de la responsabilidad penal correspondiente.
Artículo 5º. No se invocará ni admitirá como justificación del delito de tortura la existencia de circunstancias tales como
estado de guerra, amenaza de guerra, estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto interior, suspensión de
garantías constitucionales, la inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas.
Ni la peligrosidad del detenido o penado, ni la inseguridad del establecimiento carcelario o penitenciario pueden justificar la
tortura.
Artículo 6º. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 1º, los Estados Partes tomarán medidas efectivas para prevenir
y sancionar la tortura en el ámbito de su jurisdicción.
Los Estados partes se asegurarán de que todos los actos de tortura y los intentos de cometer tales actos constituyan
delitos conforme a su derecho penal, estableciendo para castigarlos sanciones severas que tengan en cuenta su
gravedad.
Igualmente, los Estados Partes tomarán medidas efectivas para prevenir y sancionar, además, otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes en el ámbito de su jurisdicción.
Artículo 7º. Los Estados Partes tomarán medidas para que, en el adiestramiento de agentes de la policía y de otros
funcionarios públicos responsables de la custodia de las personas privadas de su libertad, provisional o definitivamente, en
los interrogatorios, detenciones o arrestos, se ponga especial énfasis en la prohibición del empleo de la tortura.
Igualmente, los Estados Partes tomarán medidas similares para evitar otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes.
Artículo 8º. Los Estados Partes garantizarán a toda persona que denuncie haber sido sometida a tortura en el ámbito de
su jurisdicción el derecho a que el caso sea examinado imparcialmente.
Así mismo, cuando exista denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura en el ámbito de su
jurisdicción, los Estados Partes garantizarán que sus respectivas autoridades procederán de oficio y de inmediato a
realizar una investigación sobre el caso y a iniciar, cuando corresponda, el respectivo proceso penal.
Una vez agotado el ordenamiento jurídico interno del respectivo Estado y los recursos que éste prevé, el caso podrá ser
sometido a instancias internacionales cuya competencia haya sido aceptada por ese Estado.
Artículo 9º. Los Estados Partes se comprometen a incorporar en sus legislaciones nacionales normas que garanticen una
compensación adecuada para las víctimas del delito de tortura.
Nada de lo dispuesto en este artículo afectará el derecho que puedan tener la víctima u otras personas de recibir
compensación en virtud de legislación nacional existente.
Artículo 10. Ninguna declaración que se compruebe haber sido obtenida mediante tortura podrá ser admitida como medio
de prueba en un proceso, salvo en el que se siga contra la persona o personas acusadas de haberla obtenido mediante
actos de tortura y únicamente como prueba de que por ese medio el acusado obtuvo tal declaración.
Protocolo de Estambul
Para investigar y documentar los incidentes de tortura y otras formas de maltrato, así como castigar a los
responsables de manera completa, efectiva e imparcial, en 1999, la Organización de las Naciones Unidas
adoptó el Protocolo de Estambul, manual elaborado por más de 75 expertos en leyes, salud y derechos
humanos e involucra a más de 40 organizaciones de 15 países.
Este documento establece consideraciones generales de lo que debe tomarse en cuenta durante
las evaluaciones médico/psicológicas para identificar las causas y consecuencias de lo que puede llegar
a configurar el delito de tortura, explica María del Carmen Montenegro Núñez, académica de la Facultad de
Psicología y coordinadora del Programa Único de Especialización en Psicología (PUEP) de la UNAM.
La tortura, enfatiza, se ejerce por parte de los servidores públicos, por eso se considera
una violencia de Estado.
Las evaluaciones que se realizan a quien acusa tortura son médicas y psicológicas, y de acuerdo con los
lineamientos del Protocolo de Estambul, se deben considerar los factores psicosociales de la persona que
dice haber sido víctima de tortura.
Cabe aclarar, que los médicos y los psicólogos no son quienes determinan si hubo o no tortura, ellos
sólo aportan pruebas a través de las evaluaciones médico/psicológicas, para que sea el juez quien así lo
determine.
Resultado complejo
“Nuestra tarea como psicólogos es dar cuenta del sufrimiento o la afectación de un individuo a partir del
hecho que refiere. En ocasiones elaborar estos diagnósticos no es fácil, porque hay que garantizar que la
ansiedad, estrés postraumático o cualquier otro sufrimiento esté estrechamente vinculado al hecho
delictivo, detalla María del Carmen Montenegro.
Desafortunadamente, cuando la tortura ejercida no es grave y durante la evaluación no se refleja un daño
severo, pareciera que no sucedió, por lo que las evaluaciones deben ser muy detalladas ya que las
reacciones de una persona dependerán de la historia previa del individuo, como es su fortaleza o
resiliencia, tanto como de los aspectos simbólicos involucrados en el ejercicio de la violencia.
Algunas veces la tortura no es física sino emocional y que, aunque a simple vista no se detecta habrá
que cuidar de no minimizar el hecho y hacer evaluaciones precisas, ya que la violencia psicoemocional tiene
importantes afectaciones a mediano y largo plazo.
Uno de los retos, subraya la especialista, radica en la dificultad de comprobar el ejercicio de la
violencia y el daño causado. Por ello, quien evalúe psicológicamente con base en el Protocolo de Estambul
debe tener claro el concepto de tortura, pues de lo contrario, se puede incurrir en imprecisiones y con ello
generar condiciones de impunidad o de re victimización.
El protocolo evalúa, no castiga
Es importante que quienes realizan las evaluaciones psicológicas consideren que no todas las personas
reaccionan igual ante un acto de tortura. Asimismo, debido a que muchas de las personas que se presume
que han sufrido tortura están internadas en algún Centro de Reclusión, el proceso puede llevar un tiempo
considerable.
El protocolo de Estambul no es para castigar a quienes ejercen la tortura, es para evaluar las
señales de daño emocional y físico que esta ha dejado.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en 2017 las quejas por tortura se
multiplicaron por cinco y la Procuraduría General de la República (PGR), resuelve menos del 1% ciento de
los casos.
El 12 de diciembre de 1997, la Asamblea de las Naciones Unidas, por recomendación del Consejo Económico
y Social proclamó el 26 de junio como el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura con miras
a erradicar esta forma de violencia y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.