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HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL 1 Rougler, Marcelo. La Economia del Peronismo. El periodo peronista se ha considerado hasta hoy una, ‘etapa decisiva en la historia politica y social argentina: Desde lo economico, e lo ha vsto como wn punto de Inflexiin que habia modifcado de manera cardinal las relaciones sociales dando ongen ana inusteaizacion Pujameyaleemergenci nto ana class bere cons- Sonte do nus potencialdades, de ya Banger con prometida con el desarrollo nacional Ua industria los derechos de tos tabaisdorer habrian sido los sien contaies de un proceso conducido por el Estado que hrabria dejado ats st modelo. agroexportader, Este libro 2¢ propone exestionar ese imaginatio « indagar cusntohay de cienoy arin dei en él Con lucidery valentia Rousier demuestra que enfte 3944 ¥ 2955 no tubo unapelfen econdrrice automa ima estategi de desarrollo a largo plazo. Si bien se resistd una primera etapa de crecimiento industial y expansion Ia conomia del peronismo quedo encerrada en la redis- twibucon de ingresos sin modificar la estructura de la propiedad. Sus cuentas pendientes, como la ebcasa inte- gracion delsector manufacturero ylasubordinacion alas ‘exportaciones agropecuarias, legan hasta el presente. 47 COPS, Marcelo Rougier La economia del peronismo Una perspectiva historica Pe 26 roniimo con el industrilismo ni tampoco con cl estatismo. La distribucién del ingreso en favor Ge los trabajadores y el sostenimiento del empleo fueron las definiciones predominantes durante exe decenio, si bien sulrieron modificaciones de impoztancia. En consecuencia, anto el primer y fagaz period hasta fines de 1948 como el segun- do que se extendi6 basta el decrocamiento del ‘gobierno en 1955 son genuinas expresiones de la “politica eeonémica del peronismo”,aun cuando en los aiios posteriores 1s memoria, el discurto y la construcci6a politica privilegiard las referen- cias al perfodo inicial, identificado como la cris frliracién de una idilica y “auténtica” economia peronista, ® El programa economico y las primeras luces del bienestar 1946-1948 Las ideas La literatura especializada ha caracverizado al peronismo como un régimen nacionalista, inter ventor-estatista, industrialsta y una serie de cali~ ficativos mas © menos genéricos identificables en ‘altima instancia con el concepto de“populismo”, asociado a las politicas de redistribucién. No obs~ tante, desde sus origenes, el peronismo pretendid conformar una concepcién propia y original que se integraba dentro de su“doctrina’” social y poli- tica. Esa pretensién puede rastrearse en los discur~ sos y publicaciones oficiales durante los primeros afios de gobierno. Hl propio Perén aludia una y eu otra vez a los “sélides fondamentos de la dectri~ na justicialisea” que tenfa “una solucién argentina para cada problema de la humanidad”. Paradéji- camente, esa concepcién cobsé forma mis acaba~ {da después de 1949, cuando una crisis econémnica revirtié las condiciones excepcionales que habjan permitide desarroliar la “politica econémica pe ronista” inicial, que se modificarfa en muchos as~ pectos de manera notable. De todos modos, aun cuando el cambio en materia econémica fue sige nificativo, muchas de las ideas generales que ha~ ian dado marco a las politicas de los primeros afios se sostenian en la “doctrina erisealizada””,que Significativamente reflejaba de manera més con~ rundente lo realizado hasta 1948, Desde el punto de vista discursivo, aunque la realidad posterior a 1949 finese parcialmente diferente a lo que se presentaba por ese mismo momento, la “filosofia econémica peronista” permitia mantener viva la imagen de prosperidad y éxito que caracteriz6 el desempefio econdmico inicial. En consecuencia, durante los primeros aiios de la experiencia peronista no exisié uri cuerpo teérico definido que actuara como guia y susten- to de as medidas econémicas que se implemen- taban, y muchas de ellas resultaron de decisiones tomadas como respuesta a coyunturas previas a Ja gesti6n de gobierno y otras particulares que se fueron presentando. De todos modos, aun cuando el pragmatismo predominé en esos alos, algunos ;lectuales y miembros del entorno gobernan— te buscazon muchas veces de manera mis 0 me- nos expliciea un sustento te6rico para las pol ticas desplegadas. ¥ es indudable que la politica econémica inicial se enmareé en un ambiente de debate intelectual de gran aleance en torno de Ia intervencién del Estado en la economia como. mecanismo para atenuar las crisis. Esas discusio— nes eran tributarias de la difusi6n a nivel mundial de los planteos de John Maynard Keynes luego de Ja crisis econ6mica de 1929, el impacto de los pro- gramas intervencionistas de Franklin Roosevelt en Jos Estados Unidos, especialmente del New Deal, y de William Beveridge en Gran Bretaiia, y ambien de los planes soviéticos de industrializacion ace- terada y de las oscuras proyecciones del fascismo italiano particularmente. Con todo, las ideas key- nesianas componsan de manera preponderante el aire que insuflaba vida ala economfa capitalista de la época y nutrié un amplio abanico de orien- taciones de politicas econ6micas y sociales en nu- ‘merosos paites, entre ellos los latinoamericanos y especialmente la Argentina, El “sistema social peronista”, imbuido de la doctrina social de la Iglesia, comaba Ja idea de que el capitalismo, dejado a su suerte, multiplica- bala riqueza pero generaba una distribucién in- justa entre empresarios y trabsjadores, provocan- 19 do esporidicos choques de intereses y conflictos de porencial gravedad para el conjunto social: en consecuencia, el Estado debia intervenir 0 me~ diar para que el crecimiento econémico se logra~ ra con la mayor armonia posible. Pero no era un. proyecto estatista; para Perén “la economia na- cional debe basarse en que el Estado controle los fandamentos de aquélla, quedando a la iniciativa privada, a veces en colaboraci6n o forma mixta con el Estado, 0 exclusivamente por su cuenta, el desarrollo de la produccién”. Fa intervencién a través de Ja planificacién econémica no s6lo era compatible con el sistema democritico sino que era la tinica posibilidad de “mantener los atributos de la personalidad humana, fandamentando la pervivencia de los ideales cris tianos, de considerar al hombre como el valor final en la tierra y al Estado como instrumento de su fe- licidad”, como afirmara el diputado peronista John Cooke en 1946, Claro que para lograr ese propési- to también era necesario convencer a los capitalis- tas de que se mostraran dispuestos a sacrificar algo, Pagando mejores salarios,a cambio de contener el enfientamiento social y la amenaza a la propiedad de sus negocios que podria derivar de Ia intensifi- cacién de los conflicts; los mayores ingresos de la poblacién como contrapartida implicaban un au- mento del mercado interno y de las oportunidades de negocios para cl conjunto del empresariado, Esta concepcién se completaba con la con- solidacién de sindicatos organizados que po- sibilitaba el control de un movimiento obrero considerado anarquico y dafino del tejido so cial. En este sentido, para el gobierno militar gue tomé el poder en junio de 1943 la lucha contra el comunismo era prioritaria y asi lo plasmé el coronel Perén, secretario de Traba- jo y Previsién, en un famoso y fresco discurso de agosto de 1944 en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, La mejor alternativa para enfren- tar ese flagelo consistia en la cooperacién de los industriales y el parlamento con las organiza ciones del movimiento obrero. En palabras de Perén, el didlogo era “el medio para que leguen a un acuerdo no a una lucha. Asi se suprimen las hnelgas, los conflictos parciales, aunque indudablemente, Jas masas obrerat pasan a tener l derecho de discntir sus propios intereses desde una misma altura con las fuerza patronales,lo que analiza do es absoluta justicia...¥ el Estado esti en a obligacién de defender una asociacién como Ja otra, porque le conviene tener las fuerzas onginicas que pueda controlar y que puede di- rigirsy no fuerzas inorginicas que escapen a su direceién y a su control”. De alli que se impulsara la ley de Asociacio~ nes Profesionales que en 1945 reconocerfa a los sindicatos como asociaciones de derecho pablico y Ja instrumentacién de negociaciones colectivas para dirimir los conflictos en torno de les salarios, a la vez que disponia la retencién obligatoria de Jos aportes sindicales por parte de los empleadores. Pero para despejar toda duda acerca de sus inten- clones postreras agregaba en el recinto de la Bolsa: “Sefiores capitalistas:no se asusten de mi sindi- calismo, nunca mejor que shora esté seguro el capitalismo ya que yo también lo soy porque tengo estancia y en ella operarios.Lo que quie- 10 €5 organizar estatalmente a los trabajadores para que el Estado los dirja y les marque el rambo, y de es: manera se neutralizarin en su seno las corrientes ideolégicas y revoluciones que pueden poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la posguerra. A los obreros hay que darles algunas mejoras y serin tna fserza ficilmente manejable” Alfios después diria de ese proceso no sin una cuota de cinismo: “Yo les hablaba (@ los obreros) un poco de co- munismo. Por qué? Porque si les hubieca ha- blado en otro idioma me hubieran tirado el primer naranjazo (...) Se inclinaban més hacia Ja lucha de clases (..) ellos querfan ir donde es- taban acostumbrados a pensar que debian ir-Yo no les dije que tenfan que ir adonde yo iba; yo ‘me puse delante de ellos e inicié la marcha en la direccién donde ellos querfan ir, durante el viaje fii dando la vuelta y los levé donde yo queri En este proyecto —que cristalizaria en la idea de conformar una “comunidad organizada” nun- ca muy claramente definida— la economia y la politica econémica se encontraban jinelidible- mente subordinadas a esa l6giea politica que pre tendia evitar la lucha de clases, promoviendo la Jjusticia social uiediante la intervenci6n del Estado. ‘En consecuencia, Ja bisqueda de armonia social paba y daba fundamento a lab definicio~ nes cconémicas, que imponian reservas al capital nacional y extranjero, y apuntaban a controlar 1a conflictividad de los trabajadores. Usia denomi- nada “tercera posicién” propugnaba elrechazo de 1a economia libre pero también del dirigismo, en. adhesién aun sistema econémico donde el ca- pital se encontraba al servicio de la sociedad. En palabras de Pern hacia 1950, una vez cristalizado este pensamiento, “‘puestas las- cosas en su lugs, capital y propiedad individual en funeién social, nuestra economia dej6 de ser individualista sin pasar a ser colectivista, poniéndose, deieste modo, 23 24 en el justo medio que nos permite calificarla y denominarla con el nombre de economia justi~ cialista”. Una representacin de esa idea puede encontrarse en Mundo Peronista, una revista de di fasi6n de la “doctrina justicialista” donde podian encontrarse en 1951 definiciones como éstas: “Fatcismo: usted tiene das vacas: el gobierno se Ins deja; usted las ordea y 6l le saca la leche. ‘Nazismo: usted tiene dos vacas, el gobierno lo mata a usted y Ie saca las dos vacas.... Demo: cracia capitalist: usted tiene dos vacas. Vende una vaca, compra un toro, y con el tiempo se hace estanciero, dueso y sefior de haciendar ¥y vidas huinanas... Comunismo: usted tiene dos vacas. El gobierno se las quita, las ordefia yle da a usted un poco de leche. Justicialismo: usted tiene tres vacas. Usted mata una vaca y le vende Ia nitad a sus paisanos; el gobierno le defiende el negocio de una cuarta parte, que usted vende en el exterior, y usted le entrega al gobiemno el otro cuarto para ser distribui- do entze'los que no tenfan ni una gallina, De paso se salva de que estos necesitados hagan ‘una ‘carniceria’ cuereindolo a usted y a sus res vvacas, Las otras vacas las guarda para que le si- gan dando leche y terneros. jAbl... Y si usted se aviva trabajando jindustrializa los restos de Js vaca muerta y la leche de las vivas Evidentemente el diseusso “justicialista” pre- tendia marcar la diferenciseién con otros sistemas para reafirmar su propia identidad, Pero ademas, la misteriosa vaca extra que tienen los paisanos del justicialismo parecfa remitir a la abundancia de ia que gozaba la economia argentina, al me~ nos en los afios inmediacos de la posguerra, y que posibilitaba la redistribueién del ingreso (lo que de algiin modo habria de desaparecer después de 1949, precisamente cuando se escribfan esas If seas). Pezo el elemento mis significative de esta pequefia fibula justicialisea era su moraleja: la re- Gistribucién evitaba el conflicto social y Ia lucha de clases, que de otra forma terminaria en una re- ‘volucién violenta, una idea expresada numerosas veces y desde tiempo atris. Quedaba claro cudles eran los objetivos dltimos de la politica econémi- ca: sostener el state quo social, todas las acciones 'y medidas por importantes que fieten en si mis- mat se transformaban finalmente en instrumen- tos para cumplir ese propésito supremo, y en ere contexto deben ser entendidas y analizadas. En el conjunto de estas ideas, que como sefia~ Jamos fueron cobrando forma acabada s6l0 en el transcurso de la experiencia de poder, el incre- mento de los salarios de los trabajadores se enten dia como una condicién imprescindible para evi- tar la crisis que se estimaba sobrevendsia luego de 25 terminada la SGM; en tanto las restricciones del comercio exterior producto de esas circunstan- cias particulares habian permitido un avance de un némero importante de actividades manufie~ tureras 2 través de la sustitucién de importaciones, la reanudaci6n de los flujos comerciales habria de provocar la quiebra de vastos sectozes producti- vos, acarreando como consecuencia la desocupa- ci6n y la gestaci6n de las condiciones para que se desarrollase el tan temido conflicto social ‘Como.ha-destieado-elhistoriador José Villa~ sruel, esta orientacién encontré inicialmente un sustento oportuno en las teorias del subconsu- mo, que intentaban explicar las crisis econémicas, argumentando que Ja proporcién decreciente de Jos salarios en el total de la riqueza generada pro- ducfa ciclicamente una insuficiencia del consumo de los sectores populares para absorber la ofer- ta de bienes y servicios. En esas circunstancias, la recesién y el estancamiento eran inevitables, en. tanto la produccién de bienes no estaba regula- da conscientemente y era, en principio, ilimita- da, mientras que el poder de compra estaba dado por los salarios que tendian a ubicarse en niveles de subsistencia. Para esta.teoria, desarrollada y di- fiundida a mediados del siglo XIX, la causa de la crisis era el exceso de ahorro, que podia provocar grandes discrepancias entre el consumo y la pro duccién, bajo el supuesto implicito de que los in 26 gresos que no se consumfan tampoco se invertian. La obra de Keynes en los afios treinta respaldé las presctipciones de esa teorfa con algunos matices ya que no identificaba el origen del problema en Ja formacién de ahorto sino en la falta de inver= sin, desarrollando una explicacién integral del papel de la “demanda efectiva” —resultante de la propensién a consumir y de la inversin— en el ciclo econémico. Las teorias del subconsumo brindarian a Pe~ ‘ron un adecuado argumento politico que a la vez le_permitia ser critico respecto del curso de la ‘capitalista y por lo tanto diferenciarse de ese sistema. Asi lo resefaba desde su cargo en la Secretaria de trabajo y Prevision: “La Repiiblica Argentina produce ‘en estos momentos el doble de lo que consume, ¢5 contol es 30 el peronismo propicio, al menos inicialmente, la conformacion de woele. dades mixtas sobre la base de empresas existentes © nuevas com el propésito de estimular la par. ticipacion del capital privado local 0! extranjer, como se habia hecho en la Telia asinta a aver Gel Isseato per In Ricostrazione Indstriale © de Ja mis cercaria experiencia de la Corporacién de Fomenso en Chile durante los aftos de la guerea De todos modo, la idea, de estatizacion estaba A{ presente desde tiempo atris en algunos gre. os afines af gobierno, en muchos miembros de 1 oposicién polities (de tadiciones naclonalises 8 y socialigtas) y en algunos militares; en especial era blandida por los defensores de la produccién de armamentos o de insumos para la industria bélica, que era poco rentable como para atraer al capital privado 0 era considerada “estratégica”’ En consecuencia, el proceso de nacionalizacio~ nes, aun con sus caracteristicas distintivas, debe entenderse como una continuidad y acentuacién de la expansion de las actividades estatales, par ticularmente observable desde los aos teint, mis que un punto de ruptura en la conforma cién de un “Estado empresario” en la Argentina; durante el perfodo posterior a 1a efisis econdmica internacional habia crecido la corriente de opi- nién favorable a If fegulacién de los mercados, a Ja nacionalizacién de servicios y algunos sectores bisicos de Ia economia ¢ incluso a la interven- cién directa del Estado en la industria, Asi, por ejemplo, en 1941 se creé la Flota Mercante del Estado con las saves de paises beligerantes que estaban ancladas en los puertos argentinos y el mismo aio se organiz6 la Direccién General de Fabricaciones Militares (DGFM), que integré un ndimero importante de industrias bélicas que se habjan instalado en el transeurso de la década de 1930 y se proponia iniciar nuevas actividades productivas para fortalecer las posibilidades de la “defensa nacional”. Pero sin dada ano de los principales impulsos 64 de la politica de nacionalizaciones provino de la decisién de los inversores extranjeros de retirarse de as empresas que habfan controlado durante décadas. En especial, a situaci6n de las empresas ferroviarias demuestra las vacilaciones de la poli sica gubernamental y el dilema de los inversores extranjeros.En el fin de la guerra, os ferrocarriles requerian una recapitalizaci6n masiva, Inego de las deficiencias de més de diez ahos en la provi- sién de equipos y materiales como consecuencia de la crisis econdmica de 1930 y de los avatares del conilicto bélico. Ms de Ia mitad de las loco ‘motoras en uso eran obsoletss.Algunas compatiias extranjeras al menos desde 1934 venian presen tando al gobierno argentino propuestas de nacio~ nalizaci6n con el fin de retirarse de un negocio no rentable como consecuencia de la competen- cia de las carreteras y de los altos gastos operati- vos, mientras sus papeles cotizados en la bolsa de Londres estaban completamente depreciados. De hecho, en 1939 el gobierno conservador habia coneretado la operacion de compra de la com- pafia del Ferrocarril Central Cérdoba, de. pro- Piedad inglesa, y ese mismo afl se presentaron varios proyectos de leyes de nacionalizaciGn sobre la base de propuestas hechas por las grandes em presas ferroviarias. Poco después, el Plan Pinedo de 1940 contempl6 Ia posibilidad de adquirir tulos de empresas de tervicios pablicos mediante 65 el uso de divisas bloqueadas y de las conseguidas a través de nuevas exportaciones a Gran Bretafia, un deseo expresado por el propio gobierno inglés poco antes. ‘A la salida dela guerra el problema quedé vin~ eulado con la engorrosa cuestia de las reservas de libras esterlinas que se habfan acumulado en los afios previos. La Argentina necesitaba una ripida Viguidacién de ésa cuenta o al menos el estable— cimiento de ciertas previsiones ante la posibili- dad de la devaluacién britinica; por su parte Gran Bretafia esperaba negociar en un perfodo relati- vamente prolongado ese saldo y acordar mientras tanto el pago de intereses a una tasa. mi Si bien el gobierno local se rehus6 en un primer momento a incorporar la cuestin de los ferro- carriles en las negociaciones bilaterales tendientes a arreglar el problema de la deuda briténica, la masa de eréditos acumulada y lo dificuleosas que se presentaton las negociaciones pronto condujo a que la compra de los ferrocarriles con sos fon dos fuese una solucién atinada. En un principio se lleg6 a un acuerdo para crear una empresa de capitales mixtor entre el Estado y las empresas britinicas después de haber sentado las pautas para iberar progresivamente las libras bloqueadas y de fijar las obligaciones reciprocas en cl comercio de carnes. Esta solu- cién, ya planteada por una delegaci6n inglesa en 66 1943, involucraba ventajosas concesiones para al capital extranjero y aseguraba a la industria britinica la provisién de las maquinarias para la nueva empresa; tampoco se aprovechaba la situa cién del vencimiento de la Ley Mitre que habia establecido exenciones impositivas y franquicias aduaneras para las compaiiias inglesas. La pro- puesta result muy cuestionada por los sectores nacionalistas que apoyaban 3 Perén y fracas6, en. parte también porque no hubo acuerdo respecto, del precio final y por la oposicién norteamerica~ na pues violaba convenios monetarios suscriptos con Londres en 1945 que dejaban abierta la po~ sibilidad de usar las Hibras acumuladas para im~ portaciones de ese pais, Un nuevo trato en febrero de 1947 dispuso que el gobierno fravés del TAPI comprarfa los activi ferroviatios-y-otros bienes de las comps- fas por wn total de 150 millones de lsbras, «an, precio-que fue considerado alto por los propios fancionarios peronistas pero justificado porque de ese modo se “compraba Ia liberacién”’. Este seria un argumento no menor desde elipunto de vista politico ya que, independientemente de las razones iiltimas de exe proceso, la legitimacin de Ja intervencién estatal y Ia propiedad piblica de empresas qued6, al menos para amplios sectores de la poblacién, ligada a la “soberania nacional" y ‘de manera mas general al peronismo. o 68 De acuerdo con el convenio, 1a operacién se ha xia principalnsente com las ibras bloqueadas;no obs- ‘ante la devaluaci6n de la libra poco después levé tuna nueva negociaci6n que se concreeé en febrero de 1948 y por la cual cl Estado argentino pagé a las empresas ferroviarias briténicss 100 millones de libres a cravés de un adclanto que le hizo el gobier- no inglés a cuenta de las exportaciones de carne de 11948, més 10 millones de ibras por la diferencia de precio de productos argentinos ya vendidos y 40 mi llones de libras con parte de los fondos blaquescos en el Banco de Inglaterra (el resto qued6 disponible para pagos en cl érea de la libra). En definitiva s6lo se 1us6 una parte pequesia de los fondos bloqueados y Ib iiayor parte del dinero provino de lar divisas ob- tenicas por las nuevas operaciones comerciales con €l Reino Unido, Paco despisés se realiz6 el acto pi Dlico de la toma de posesién de los fervocarriles y se despleg6 un enorme cartel con la leyenda “Perén cumple, ya son angentinos!”. ‘También, en un proceso que habia comenza- do afios antes, las empresas inglesas de transporte de pasijeros fixeron nacionalizadas. Como conse~ cucncia de lat enjundiosas subvenciones estatales destinadas a mantener su fancionamiento,en 1944 cl gobierno era el mayor accionista de la Corpora cién de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires ‘cuyo material rodante estaba en pésimas condicio~ nes operativas. En encro de 1946 cl régimen mi litar inicié un juicio de expropiacién de las Iineas de coleetives y se aboeé a una intensa politica de reequipamiento de colectivos, émnibus y trolebu- ses para reemplazar a los tranvias obsoletos. Dos afios mis tarde se decidi6 liquidar la Corporacion; pero las negociaciones se dilataron y finalmente, a comienzos de 1952, se cred Transportes de Buenos ‘ites S.A., de absoluta propiedad estatal. ‘De modo semejante, el Estado adquisi6 las aio~ Embareaaioiies de la Compatiia Argentina de Navegacién Dodero que habia requerido en varias oportunidades el auxilio del gobierno, y en mayo de 1949 cred con ellas dos nucvas emapresss piiblicas: la Flota Argentina de Navegacién de Ultramar y la Flota Argentina de Navegacién Fhivial, que se hizo cargo de las excasisimas naves de la Flota Mercante del Estado y de la Administracién del Transporte Fluvial, organizadas por el gobierno militar. Fl Plan Quinquenal prevela en este cato la construcci6n y adquisicién de numerosas nuevas unidades.—~ Finalmente, en el rea del transporte Ia aero- navegacién constituia un aspecto sensible desde el punco de vista geopolitico, El gobierno cred Lt eas Aéreas del Estado, dependiente de la nueva Secretaria de Acronéutics, para cubrir precarios servicios acrocomerciales. También onganiz6 sobre Ia vieja empresa Acroposta Argentina cuatro socie~ dades mixtas: la Flot Aésea Mercante Argentina, dedicada al comercio internacional, la Sociedad 69 Mixta de Aviacién del Litoral Fluvial Argentino, la Sociedad Mixta de Zonas Oeste y Norte de Ac~ rolineas y Aeroposta (Patagonia) que conectaban distintas zonas del interior del pats entre si y con Buenos Aires. Los contratos garantizaban al capital extranjero una utilidad minima del 596. La expe- riencia fue fugaz en este caso: si bien inicialmen- te se habla previsto que la presencia estatal en el sector tuviera como meta subsidiar una actividad cuya rentabilidad parecia sujeta a fuertes riesgos, los constantes problemas operatives y de déficit de estas empresas terminaron, en 1950,,con la unifi- cacién de lat compafiias bajo una mucva empre— sa estatal, Aerolineas Argentinas. A ello se anudé Ja inauguracién del Aeropuerto Internacional en Bzeiza, un proyecto iniciado antes del gobierno de Peron y una de las obras de infraestractura mis importantes contempladas en el Plan Quinquenal. E] gobierno igualmente promovio la forma~ cién de empresas mixtas en el caso de los telé~ fonos. La Unién Telefonica del Rio de Ty Plata perteneciente, desde la década de 1920, una de ls grandes companias estadounidenses, la Inter- national Telephone and Telegraph Co. (ITT), te nia a wavés de un permiso precario de concesién, €l control de casi el 90% de los servicios en Jas 2onas mis ricas del pais. También en este caso las instalaciones eran antiguas y habian suftide los efectos de la prolongada carencia de materiales de 70 reposici6n, y existian proyectos previos tendien- tesa incrementar la participaci6n estatal en el ser- vieio, como el de creacién de una Corporacién Nacional de Teléfonos mixta en 1941, mientras Ja empresa se desprendia de sus accivos en otros pafses como Espafia o Brasil. En septiembre de 1946 el gobierno suscribié un convenio con la empresa estadounidense para la adquisicién de la compaiifa por un total de 94 millones de déla- res, cayo pago disminuyé aun més el monto de reservas libres disponibles. Simulténeamente se firmaron otros.dos contratos referentes a aseso~ ramiento técnico y provisién de materiales que fijaban un beneficioso monopolio pata la ITT y el compromiso del gobierno argentino de retri- buir esos servicios con el 3% de los ingresos de explotacién, una ganancia similar a la que obtenia Ja compaiiia hasta entonces y sin mayores riesgos. En un principio se previ6 la creacion de un ente autirquico Sitegramente estatal; sin embargo, poco después se considerd Ia participacién del capital privado y se constinuy6, a fines de 1946, la Empresa, Mixta Telefonica Argentina (EMTA) que comenz6, a cotizar de manera exitosa sus acciones en la Bolsa de Comercio y adquirié el resto de las companias privadas que fincionaban en las provincias y ciu- dades del interior. No obstante, luego ide algunas comprobaciones de negociacién ilicita y poco mis de un afio después de iniciadar sus actividades, se R Gispuso incorporar Ia EMTA a la Administeacién General de Correos y Telecomunicaciones con el argumento de que no habia logrado integrar el ca~ pital con el aporte de los accionistas privados. Final~ mente, los convenios de asesoramiento y provision. de materiales fueron rescindidos en 1952 con nota~ bles beneficios para la empresa extranjer. ‘Aun cuando es indudable que se produjo un avance de la expansion de las actividades estatales cen el éxea de los servicios, resulta dificil afirmar que el gobierno Mevara adelante una integrada y coherente estrategia de nacionalizacién © ac~ cediera con ello a la pregonada “independencia econémiiea””. Por un lado, muchas de esas inter- ‘venciones. respondieron a peticiones de las em- presas privadas, algunas de las cuales fueron sal- ‘vadas por el Estado, una prictica que tenia ante- cedentes claros en la politica fascista de la década del treinta, Ademiés, las alternativas se decidieron sobre la base de cada situacién conereta y origi~ naron propuestas de conformacién de compai mixtas que en algn caso, como el de los ferroca~ rriles, no prosperaron y en otros freron rexpucs- tas transitorias en el marco de procesos simiosos y extendidos en cl tiempo hasta que finalmente el control del servicio quedé en manos estatales (teléfonos y acronavegacién por. ejemplo). ademas, no hubo algo semejante en energia elée~ rica cuya importancia estratégica a los fines de impulsar las actividades industriales podia ser ma- yor que en otras éreas, En este sector el gobier hho militar habla creado la Direccién Nacional ‘ne®gia-con el fin de regular la produccién y promover su desarrollo y més tarde Ia DireceiGa General de Centiales Plgctricas del Estado. El Plan Quinquenal incorporé las p Plan Nacional de Energia que habia elaborado esi reparticidny que proponia In centralizacién en manos del Estado del suministoo de gas y de lectricidad. En 1947 cl gobierno decidié crear ‘Agua y Enorgia sobre Ia base de las usinas que los militares habfan expropiado a las compaftias sub- sidiarias de American and Foreign Power en las provincias por acusaciones de monopolio y malos servicios, mientras que las compaiiias britinicas de aguas corrientes y salubridad que atin ope~ raban en el interior fueron transferidas a Obras Sanitarias de la Nacién, una empresa estatal que existia desde principios de siglo. Pero al mismo tiempo el gobierno decidié que la Compafiia Ar gentina de Electricidad (CADE) y la Compania Tealo Argentina de Electricidad continuaran con sus operaciones en Buenos Aires y las apoy6 8 pancieramente, al punto de pagar, en ocasiones, Jos salarios a través del Banco Industrial, ademas de archivar una investigacién que recomendaba a expropiacién de la CADE por sobornar a los, concejales portefios en 1936 con el propésito de B prorrogar la concesién, al parecer como contra~ partida del apoyo econémico que esa compaiiia brindé a Pern durante Ja campafia electoral. En este sector la nueva empresa estatal se dedicé a operar el servicio en zonas del interior, sin com- petir con las empresas privadas instaladas en los grandes centros de consumo, y a impulsar el desa~ rrollo de centrales hidroeléctricas, como la enor- me usina de San Nicolis; aunque pronto esa poli- tica qued6 condicionada por las dificultades para acceder a los equipos y materiales extranjeros. Por otro lado, la expansién del Estado empre- e fifianciar las inver- siones y el fancionamiento on recursos piiblicos. En él caso de los Ferrocarriles, por ejemplorla Fuerte descapitalizaci6n previa obligé a un incre— mento de los gastos de capital, utilizando para ello los recursos del sistema del Banco Cential. Con eréditos otorgados por la banca oficial al LAPI, poco después de la nacionalizacién, el gobierno debid comprar equipos y locomotoras para. los ex ferrocarriles britnicos en Inglaterra, Canad’ y los Estados Unidos y més tarde en Hungria y Checoslovaquia; pero esas compras, estuvieron, muy por debajo de las mis urgentes necesidades ¥ no pudieron evitar el deterioro constante de los servicios y de la capacidad de carga. Poco se hizo en esas circunstancias para desarrollar la produc~ cién de algunos de lor materiales que demandaba sario generaba la necesid: 1% Ja empresa estatal. En 1951 se cre6 Ia empresa Fé brica Argentina de Locomotoras pero el proyecto finalmente serfa abandonado. Era evidente que la nacionalizacién en este aso no garantizaba la “independencia econémi- ca” bisicamente porque la Argentina no poseia el capital para reorganizar la red ferroviaria ni la ca~ Pacidad para emprender el desarrollo de compo- nentes locales. Pero, ademés, dadas las definicio- nes de politica econémica, las tarifas de algunos servicios pablicos como las de transporte, gas 0 agua fueron contenisas para mejorat los salarios reales de los trabajadores, lo que impact6 negati- vamente en los balances de las empresas del Es tado (no fue el caso de los teléfonos, Suyas tarifas aumentaron de manera decisiva y le permitic~ ron a la empresa estatal tener buenas utilidades), en Ia posibilidad de_equiparse y en la calidad de los servicios, También Ja dotacién del. personal de Tas empresas ptiblicas fie ineremesttada con el propésito de sostener el nivel de empleo exosio- nando la productividad y la eficiencia|de muchas de cllas, Por ejemplo, el niimero de obreros y empleados aument6 en un 50% en'cl caso de la Corporacién de Transportes, una empresa que ‘ya tenia numerosos problemas de eficiencia an- tes de ser incoxporada al Estado y era sostenida financieramente a través del crédito de la banca piiblica. El personal de las empresas del Estado, 6 6 incluido el IAPI y Fabricaciones Militares, au~ menté de poco més de 100.000 a easi 190.000 en 1950, cuando alcanzé su maximo. El ineremento de la intervenci6n estatal ravo su correlato en la situaci6n fiseal de la Argentina de e303 afios, aunque Ao proporcionalmente en tanto muchas fuentes de recursos estaban fuera del presupuesto, como en el caso del LAPT, cuyos fondos ingresaban al “sistema del BCA". En los primeros afios el gasto_pGblico crecié significa tivamente y aleanz6 valores equivalentes al 10% del PBI, una politica expansiva en Jinea con las previsiones negativas para después de la guerra Y la necesidad del sostenimiento de la actividad econémica. Fita situacién no influyé de manera decisiva en el déficit del. sector sino hasta 1948, cuando se ubicé en valores muy altos en vorno al 17% del PBI como consecuencia del incre mento de los gastos de capital, en parte por el reequipamiento de las deseapitalizadas empresas nacionalizadas. También hubo un fuerte aumento en el presupuesto de los gastos militares, un la ro bastién de apoyo politico del gobierno en sus EI Plan Quinguenal inclufa un_conjunto de obras pablieas como por ejemplo escuclas, hospi- tales, represas y canales para riego, puentes y ca~ minos, diques y centrales eléctrieas que comen- zaton 2 ejecutarse en distintas provincias; también se inici6 la explotacién de carbén en Rio Turbio y se-emprendicronexploraciones exitosas a tra~ ‘vés de Yacimientos Petroliferos Fiscales (YPF) en Mendoza y Neuquén y perforaciones en Salta. No obstante, esta reparticiOn sufrié fuertemen- te la descapitalizacion de los aftos de la guerra ys expansién quedé demorada durante la eta~ a inicial del gobierno peronista por las difcul- tades impuestas por los paises exportadores para suministrar equipos de perforacién y exteaccién ¥ especialmente por los Estados Unidos, al me- rnos hasta fines de 1948, Poco despues la empresa quedé subordinada a un nuevo organismo mas amplio, Empresa Nacional de Energia, con el que se pretendia organizar integralmente la produc- cién energética ‘Una obra trascendente, si bien disefiada con anterioridad pero incluida dentvo del Primer sxucci6n.del_gasoducto Como- wansportar un mill6n.de metros cibicos diarios, En 1945, el Departamento de Gas de YPF se ha bia hecho cargo de las instalaciones de la Compa- ja Primitiva de Gas, una empresa britinica que distribuia gas a partir de la destilacién del carbén desde principior de siglo. Fse mismo afio, con la finalidad de aprovechar el gas residual de la des~ tlacién de petréleo, se construy6 el gasoducto La Plata-Buenos Aires, que permitié una amplia~ cién importante del uso doméstico de gas. A f- nes de 1945 el Poder Ejecutivo creé la Direccin General de Gas del Estado como empresa estatal independiente de YPF El acceso a los cafios para Ja construccién del gasoducto era muy dificulto~ s0 en esos afios y no habia localmente industrias que pudieran hacerlo, Una parte importante de os eubos fue comprada por el IAPI a la empre- sa italiana Délmine, en una operacién en la que participS Agostino Roces, un empresario medi- terrineo vinculado con la firma italiana que habia migrado a la Argentina después de la guerra y fandado la organizacién Techint; otra parte de los tubes se encarg6 a la Giaipresa de la familia DiTella, SIAT, fandada-especialmente-para ello, con chapa provista por los Estados Unidos. La obra qued6 concluida en diciembre de 1949, aunque la ca~ pacidad de transporte prevista no se aleanz6 hasta una década mas tarde por falta de plantas com- presoras. Poco después Rocca instalaria una £3 brica de tubos sin costura en Campana con fuerte apoyo crediticio estatal. En este sentido, la cons- trucci6n del gasoducta no s6lo permitis ampliar notablemente la red de usuarios en Buenos Aires y el coriutbano ¥ de Ids servicios de gas envasado a Jas provincias, sino que. también se transforms en un inductor del crecimiento de nuevos sec tores industriales a través de la consolidacién de proveedores locates. B Estas y_otras_obras implicaron un iimportan~ te gasto de capital pero también crecié el gasto: corrients.ea parte por la suba del empleo en el sector puiblico. Fl aumento del gasto idebi6é en tonces financiarse con os ingresos icorrientes del Estado, que se vieron también incrementa- dos fucrtemente en términos reales hasta 1948, cambiando en parte su composicién. El gobier- no inwodujo una xeforina impositiva, mis acorde con el principio de “justicia social” y el fortale- cimiento de la demanda que impulsaba con va- Hiados medios, seformulando algunos jimpuestos heredados como el aplicado a las ganancias, a los beneficios extraordinarios y 2 la rigueza personal. ‘Los impuestos al consumo se redujeron mientras aumientaban aquellos‘que gravaban la riqueza. Si en 1940 estos wltimos represeniaban €l/23% de la recauidacién, en 1948 aleanzaban el 50%. De todos modos, los impuestos sobre salarios ¥y seguridad social, los que también contribusan, los trabajadores, constituyeron Ia frente de recur- sos mis significativa, seguida por los impucstos 4 los Féditos, utiidades y ganancias de capital. Ello cera una clara estrategia de los hacedores de p 4 econémica. Se cuenta que cl dipurado Cooke estaba preocupado porque en un debate parla mentario debia explicar cémo se Snanciaria el Plan Quinquenal, cota que no se desprendia del proyecto de ley general, , segén un fancionario, 79 Miranda intent una explicacién frondoss pero finalmente le dijo al diputado: “Vea doctor, por ese asunto no se caliente. Con lo que vamos a re~ cibir de las Cajas de Jubilaciones en los préximos cinco afios va a alcanzar para tres planes quinguxe- nales”.Y de hecho, la generalizacién del sistema previsional durante el perfodo supuso una sfibi- t@ ampliaci6n del namero de aportantes sin que existiera un correlato de beneficiarios. Ello origi~ né un superavit cercano al 4% del PBI y se cons- tieuy6 en una fuente destacada de ingresos (alean~ zaron mis del 30% de la recaudacién total) que fines de 1948. Pero el gobierno sostenia que el exeeso_ de gastos tenfa poca importancia ¥ que los déficits permitian obtener la plena ocupacién, condicién a la que debia finalmente quedar su- peditada la politica econémica y fiscal. Mas adn, desde las paginas de la oficialista Hechos ¢ Ideas se asegumba que existia una “teoria peronista del gasto piblico” consistente en “gastar bien”, esto era “hacer del gasto péiblico un instrumento para a promocién de los grandes objetivos (...) hacer de ésta una Nacién socialmente justa, econémi ‘camente libre y politicamente soberana”. permitis la colocacién de situlos piblicos, una alternativa que también se realiz6 con los fondos acumulados en el MAR y en la Fundacién Eva Perén, un organismo semiptiblico financiado bi- sicamente con aportes obreros y donaciones de empresarios que se dedicaba a la asistencia social la construccién de escuclas y hospitales ‘No obstante, aun con estos recursos ampliados, Ja notable exp: je los gastos en los prime- 10s ail fiscal que alimentaria algunas distorsiones en las variables econémicas y los precios. La-prioridad ‘otorgada a los gastos corrientes asociados al con- sumo contribuyé a respaldar las interpretaciones que asignaban a ese déficit la responsabilidad de la inflacién que se manifest6 con mayor importan- cia a partir de 1947 y de manera acelerada desde Politicas para garantizar el pleno ‘empleo y politicas industriales ‘A través de una nueva estructura burocritica cespecifica y de la combinacién con intensidad di- versa de miltiples y variados instrumentos como cl crédito barato, los controles sobre las impor~ taciones, los tipos de cambio preferenciales, del régimen de promocién sectorial y de la interven- cién directa del Estado en diversos procesos pro ductivos, el gobierno peronista se propuso esti- mular el crecimiento del conjunto de la actividad manufacturera y de ese modo sostener el pleno empleo y la calidad de vida de la poblacién, metas fandamentales en los afios iniciales de su gestion. Bo in efecto, lt politcas de ingresos y fiscales se complementaron con otras que pueden con- Sidcrarse mis especiicamente como industiales, ¥ donde la influencia de los miembros del gra po Bunge seria destacada, pero que extaban su bordinadas en su mayoria a la politica salarial'y al imarco ms general definido por el “Sistema Sel Banco Central” y gus instrumentos, bajo Ia orientacion de Miranda. En este sentido, la més Sgnifcativa de las medidas destinadas a Gsvorecer i desatrallo dé E¥ manufseruras incustriales fre sa dada la poli 2 desarrollada prin cipalmente a través del BCIA, pero también del Banco de la Nacién Argentina, de los bancos pro- vinciales y de ottos onganismos financieros como CLIAPI 0 eLIMUINK, que iaGviliaron depéstos 9 otros recursos financieros para las necesidades de las actividades prodoctivas. EDBCIA five autorizado a recibir dep6sitos y a conceder préstamos al conjunto de las empresas industiales, mineras y de transportes y tambien a Jas sociedades mixtaty al 1API;una serie de dispo- Sciones ertablecidar a mediados de 1946 deGinie~ ton regimencr de présiamos eepecialce pars de- tcrminadas actividades Si bien el esablecimnient Ge ents Hineas de exéditos tefalabe la posibilidad de ejercer una definida polities exediieia y favo recer determinadas regiones 0 tectores, ve aplica~ fon para muy diverss fines, en generd,aijados de destinos de inversiones fj. Sélo inicialmente se verific6 una importante cantidad de crédicos estinacos 4 financisr proyectos de inversién in- Gustrial de largo plazo, situaciOn que desaparecié gradualmente hacia 1949, Los préstamos especia~ Jes mis importantes fueron los destinados a las empresas constructoras de obras pablicas yl ceiver, estos ftimos para la compra de semillas SI TAPI. Otro conjunto de prestamos especiales cstavo destinado al pago retroactivo de sueldos,al gumento de salarios y al pago de sginaldos, que Sibien tendierom a reducir las presiones de los au~ mentos salarales sobre los costor de las empresas, hctuando como un mecanismo de compensacién, tno cstaban relacionados de manera directa con el impulso de determinadss actividades! mamufacta~ eras ni de su capacidad productiva, Lineas me hhores de peéstamos especiales se otorgaron 4 los ingenios azucarcros, a Ja indurtria de la pesca, y a Tas empresas industrales que producian articulos de consumo con ¢} propésito de promover #4 abs~ Tatamiento y contribuir a la politica de ingresos del gobierno. : EL onédita se canalizs de todos modes con muy, esensa especializacion respondiendo fonda mentalmente ala demanda;en conjunco, las ramas {Que recibicron la mayor propordn de los présta- sor concedes Rerom lt ex y ed alimentos y dustrial ‘bebidas, las més importantes del sect 8 84 Por aquel entonces. A su vez, las grandes empre- saf fiuenon Jas principales benefisiarias, pese a un discurso oficial que planteaba la preferencia por Jas mis chicas y que ha contribuido a una cons— emuceién autorreferencial sesgada del imaginario sobre ese proceso, De todas maneras, los eréditos fueron cuantiosos y un numero elevado de pe- quefias firmas se beneficiaron con ellos y lograron abrirse paso en un mercado ampliado por la po~ Iitica de ingresos. Otro conjunto importante de cxéditos del BCIA no tuvo como destino las actividades ma nufactureras. Por ejemplo, una parte significativa de ellos se destind al pago de salarios y aguinal- dos de la Corporactén de Transportes y otra al IAPI, como parte de las operaciones del sistema del Banco Central. Entre 1946 y 1948 el ni- mero de préstamos entregados por ¢l BCIA al IAPI se increment6 notablemente, participan- do en una proporcién muy alta sobre el total de los otorgaclos. Los préstamos estaban desti- nados a financiar convenios bilaterales, realizar compras del sector piblico en el exterior, cubrir gastos operatives de empresas estatales 0 finan ciar grandes obras como el gasoducto descle Co modoro Rivadavia o las nacionalizaciones de los servicios puiblicos (por ejemplo las acciones de la compaiiia Dodero o Ja Unién Telefonica); de hecho, ms del 20% de los préstamos del Banco al Instituto hasta 1949 se uilizaron pars la compra de los ferrocarriles extranjeros, Ademés, el BCTA ‘ororgé crédicos para que el IAPI realizara compras de muy diverso tipo en cl exterior, cuyo obje~ tivo principal era abastecer al mercado interno de productos destinados al mantenimiento de Jas actividades industriales. No obstante, los ele~ rmentos adquiridos por cl IAPI con esos créditos Comprendian un amplio sbanico de productos (Gosumon y bienes finales) que varisban desde aeoplados, buques, aviones, material ferroviario ¥ generadores cléctricos y otros elementos que permitian Ia capitalizacion de las empresas erta~ Tales y otras hasta fardos de arpillera, eabos para excoba y rollos desalambre El mero y el importe de las operaciones acordadat por ¢l BCIA registraron an constan- fe aumento en estos primeros afios, lo que Te permitié aflanzarse como el principal proveedor de créditos a Is industria, bisicamente por las facilidades que concedia para la amortizacion y la fuerte cuota de subsidio que contenfan sus operaciones, y por canalizar In mayor parte de Ios redescuentos provistos por el BCRA para ese tipo de actividades, De todos modos, sus ope- faciones estuvieron cavaéterizadas por una may seata selectividad y una baja utilizaci6n para Ta creacién de nuevas empresas o ampliacién de las existentes, una accién que fre producto princi as 86 almente de las caracterfsticas comerciales que ak : Si6m, mie sujet a la dindmica dela demanda que a un papel activo de politica crediticia al sector. ‘Oizo instramento fue la politica cambiaria. Al BCRA también le correspondia fijar el tipo de cambio y distibuir lar divisas entre los impor- tadores de manera telectiva. La prioridad ema el abartecimiento de Ja industria los eransportes, Para evitar ia importaci6n de articulos superfluos ¥ otros que pudieran ser provisos por empresas locales Tambien tenia como objetive recapitalaat 1b economila, luego dé Ia escaser de maqquinarias ¥ eauipos provocada por Ia guerra, y faworecer al. Ansarrallo de las indvbtrioe Ja exdstentes y ose nuevas que pudieran abastecer Is demands de consumo. De eve mode se podria sostener el ple- z Fes productivos y la politica de rediseribuciOn de ingeesos.En un primes mo mento se estableciexon-emiricciones cuantitativas a partic de un sistema de estudio previo y cuous de importacién para determinados arieulos. Esas cuotas eran distribuidar Tor imporradores por el TAPI y Tego aquellos slicitaban un permiso de cambio al BCRA para poder adquirir las divi- Ss. EL IAPI era, ademts, el encargado de compes? productos metalGrgicos, maquinarias, materiales para la comstruccién a un nivel preferencial (nds bajo) de tipo de cambio, De este modo al Estado controlaba el_uso_de_las divisas y privilegiaba a sectores industriales para que pudieran incorpo- rar los Equipos e insumos que necesitaban; pero, ademis, la venta de materias primas a precios ba- jos a los industriales fue funcional para contener el incremento del costo de vida y expandir la ca- pacidad de consumo de otros bienes durables y no durables. Si bien las politicas de ingresos, erediticia y cambiaria Tieton las més trascendentes en fan~ ‘didas © instramentos trial también merecen destacarse, en su mayoria elineadas por los expertos que venian trabajando sobre estos temas en el grupo de la Revista de Eeo- nomia Argentina desde muchos afios atris. En junio de 1944 el gobierno militar habia organizado la Secretaria de Industria y Comercio dependiente del Poder Ejecutivo con el propési~ to de atender los problemas gue, se suponia, iba a enffentar el sector a la silida del conflicto bélica mundial.‘También en ese mes se establecié el pri- mer régimen de promocién de industrias consi- deradas de “interés nacional”, aquellas que pro ducfan para el mercado interno y que utilizaban materias primas nacionales, o que erin “estraté- gicas” para Ja defensa militar. El sistema prevefa a aplicacién de derechos aduaneros adicionales, 87 cuotas de importacién, exenciones impositivas y tipos de cambio preferenciales. Con el peronismo en el poder, el Primer Plan Quinquenal establecid I fomento de las manu- facturas existentes con el propésito de “evitar la desocupacién de la postguerra”, especialmente la produccién textil algodonera y Ia metalirgica,ac~ Gvidades que la recuperacién de las importacio— nes podia afectar fuertemente. También se prevela cl estimulo a la produccién de nuevas actividades sustitutivas de importaciones de algunos insu— mos industriales basicos (quimicos y sidertirgicos), entre las que se contaban las que impulsaria la DGFM,y de otras que tuvieran capacidad expor- tadora, como las manufseturas de lana y aceite vegetales (que fireron promovidas por el regimen crediticio), aunque en términoz generales el go~ bierno desalenté la exportacién de manufacturas 4 través de prohibiciones y euotas a fin de evitar 1 desabastecimiento del mercado interno. De to- dos modos, no se establecié una jerarquufa clara de objetivos ni los instrumentos especificos a utilizar para alcanzar algunas metas generales definidas en él Plan, como el crecimiento del valor agrega~ do, el personal ocupado, la potencia instalada y la produccién de un conjunto de actividades manu factureras, especialmente de aquellas productoras de insamos bésicos. De hecho, de casi eeinea proyectos de ley que constituian ese Primer Plan Quinguenal s6lo dos se referian a la industria. El primero proponia una satal. De acuerdo con ese plan, el Estado podia Gstimular la formacién de sociedades estates 0 smixtas-para explotar la produccién de minerales (carbon, hierro, cobre) aun cuando el precio nal del producto fuese mayor al internacional, en Glara consonancia con los proyectos que habian Gesarrollado la DGEM y la Fuerea Aérea Argenti- ay @ una ley para “tiempos de guerra”, también contemplada en el Plan. TEl gobierno debia, ademés,"“organizar" la pro duceiém de_materias primas agropecuarias y Ja primera fase de la utilizaci6n de una gran can- tidad de productos semielaborados, lo que deja ba abierta la posibilidad de que fuera el capital privado el que levara adelante el proceso. Pero Ih demora en el tratamiento legislativo del pro- yecto implicé que s6lo se mantuviera el régimen de industrias de “interés nacional” como sistema de promocion. Como ha sefialado el hiscoriador Claudio Belini, fueron incorporadas a ese régi- zen unas veintisiete actividades durante los afios Gel Primer Plan, la mitad de ells ya existentes; la inclusién respondi6 bisicamente al pedido de proteccién realizado por firmas privadas més que Buna estrategia extatal, salvo en algunos casos de 89 industrias vinculadas con la defensa (y los come— tidos de la DGFM) como la produccién de azsstve © arrabio. El segundo proyecto_1 aduanera y conferia al gobierno amplias atribu- ciones paia modifier el régimen de aranceles; no obstante, éstos ftieron Bjados recién en 1950 y no rendrian un lugar destacado dento de las herra— mientas de politica industrial (ni desde el punto de vista fiscal), en parte porque los derechos sobre aduana estaban afectados por los convenios bila~ terales que eran dificiles de modificar. Con todo, el proceso inflacionario internacional y local pro- vocé una disminucién de la proteccién tarifaria ¥y generé exiticas por parte-de los industriales'que sélo se acallaron cuando la escasez de divisas a partir de 1949 impidié un normal abastecimiento de productos extranjeros y con las modificaciones del sistema un afio después. jente de lo que pregonaba el trataba sobre reforma rol de importa— previos © la fijacién de cuotas y tipos de cambios preferenciales, herramientas que quedaron bajo la supervision del BCRA y de Ja Secretaria de In- dustria. Un conjunto de cuotas de importacién, faeron fijadas para estimular producciones espe- cificas consideradas de “interés nacional”. De fo~ 90 él gobierno aplicé el permiso previo a todas las importaciones con el propésito de desincentivar las provenientes del érea del délar; s6lo se man- tuvo una jerarguia que otorgaba prioridad a las importaciones que forentaran las exportaciones tradicionales y la ocupacién de mano de obra.As, ‘en 1948 ae aplicaron tipos de cambio especiales para alentar algunas exportaciones industtiales cuya Gemanda interna se encontraba cubierta y estan cada, como las manufacturas de cuero y tejidos Ge lana; de todos modos estos beneficios no eran suficientes para compensar un tipo de cambio sobrevaluado y el impacto de esas exportaciones sobre el ingreso de divisas fue poco menos que intrascendente. Estas medidas que beneficiaron al conjunto del sector manufaccurero fueron complements das con otras que provocaron recelos!entre los induseriales. En la segunda posguerra el Estado cextendi6 sit presencia empresaria hacia un co junto de actividades gue fucron bastante més all de las que 44 podiian denominar tradicionales, como las vincoladas con los servicios pablicos © el sistema financiero. Esa extensién se orient6 hacia Ia industria ycondyjo a algunos analistas + identificar cierto “‘eapitalismo de Estado" en la on 9 Argentina como consecuencia del significativo lugar que las empresas piblicas adguirieron en la oferta, la demanda y la inversion, y por el gran ta~ mafio de algunas de ellas en sectores estratégicos del entramado fabril. El avance del “Estado industrial” en los pri- meros aiios cuarenta se consolidé en una serie de pioyectos manufiermeroyen la légica del pen saniiiento esmatégico militar en momentos en que Iz SGM impedia él normal abastecimiento del ejército. Al igual que en muchas otras expe siencias nacionales, la flancién militar de defensa result6 un argumento de peso para justificar el control pablico de determinados sectores y em- presas industriales, tanto para fabricar armamen- fo como pars asegurar el suministro de materias primas y enesgia. La DGFM desarrollaria varios proyectos para explotar las riquezas minerales del territorio argentino, ¢ instalar distintas industrias de base. En particular, ese organismo, impulsado por el criterio pragmitico del general Manuel Savio, llev6 adelante acciones tendientes al de- sarrollo de la produccién de insumos a través de sociedades mixtas. Pn 1942 se creé una empresa de este tipo para elaborar aceros especiales utili. zando energia hidroelécerica de la represa de Rio ‘Tercero, a partir de lo cual se organizé Ia Sociedad Mixta de Aceros Especiales, y luego se crearon otras tres empresas mixtas: Industrias Quimieas Nacionales en 1943, y ATANOR y la Sociedad Mixea de Industriaizacién del Cromo en 1944 Poco después, Savio consideré la constitucién de tuna siderdirgica integrada (SOMISA), para lo cual se llamd a concurso en noviembre de 1944.Fstos emprendimientos junto con la instalacién de Al- tos Hornos Zapla, que comenz6 2 funcionar en 1945, fixeron parte de los propésitos de expansion industrial que el peronismo hizo suyos incorpo~ indoles al Plan Quinguenal ‘La creacién de SOMISA eavo sancién legal cn 1947; después de infiucuosos exfierz0s por parte del general Savio para encontrar socios privados locales y extranjeros In sociedad quedé compuesta finalmente por un 999% de sus acciones en poder de Pabricaciones Militares. Fl objetivo consistia en ‘brindar bases sélidas para la industria laminadora que s¢ habia desarrollado principalmente durante 10s afios de la guerra. No obstante, el proyecto fixe demorado, en parte, por ls dificultades para obte~ ner los equipos necesarios dadas las restricciones ‘que ponfan los Estados Unidos para ese tipo de tienes; en parte también, por la.oposicién de Mi- guel Miranda, quien al fente del BCRA contola~ ba el TAPT y la imporeaci6n de los insumos baratos que reclamaban los laminadores. Bl gobierno favo Tecid a Ios claboradores locales a través del control Ge las importaciones, el otorgamicnto de tipos de cambio preferenciales para la adquisicién de ma- 93 9% quinarias y materias primas y de créditos de corto ¥y largo plazo beneficiosos a través del BCIA. Pero también la desidia oficial respecto del desarrollo de la industria sidertrgica estaba determinada por el escaso énfasis que lox mmiembrs del grupo Bunge, rectores de la politica industrial en esto# afios, po- nian’en la Shdusbia pesada y en las propuestas mas autirquicss. Tiempo después en un razonamiento retrospective Pex6n dir: “No podiamos meternos en uns inversién can fabulosa (..). Nuestro hierro iba a costar 25% nfs que ol que nosotros recibiamos de Laxem- ‘burgo, Alemania, Estados Unidos o Japén. Por e0 lo pensamos bien y en vez de empezar invirtiendo sumas fabulosas nos dedicamos a crear las industrias que pueden sostener eo. ‘Creamos el consumo. :Para qué producir hie~ ro y tenerlo abi? {Quién lo iba a consumir? En ese entonces Argentina consumia medio millon de toneladas de hierro al afo, Nosotros dijimos: vamos a desarrollar Is industria liviana y mediana con gran fuerza, El pais ya habia suffide mucho, Primero habia que industrializar para apoyar. La siderurgia vendefa después” La frase, si bien legitimante de las politicas aplicadas, no es del todo stinada; para ese enton— ces existia en el pais una industria élaboradora Dastante pujante y un mercado para ese insumo. Pero lo cierto es que, al menos en los afios ini- Giales, el Estado no reali26 los aportes de capital necesarios para impulsar el rascendental proyecto de produccién de acero. En 1948 al gobierno in- fenté otorgar mayor participacién al capital pri vado para finaneiar la inieiativa pero Ii propuesta quedé trabada en el Congreso por la oposicién de las propias mesnadas peronistas También hubo demoras importantes para la ampliacién de Aleos Hornos Zapla, dinica empre~ sa productora de arrabio a nivel local, y su segun- do alto horn quedé conclude recigh on 1951, Por si parte, la Sociedad Mixta de Accros Espé ciales tavo un pobre desarrollo y #1 produccién no fue mucho mis alld de la etapa experimental, dadas las dificultades para adquirir equipos y la escasez de enerpia hidrocléctrica. Tampoco avan- 26 la iniciativa tendiente a constituir una socie~ ‘dad mista destinada a fiandir y refinar eobre en el dendminado Grapo Metalirgico Tucuiman; hacia 1948 cl proyecto estaba terminado y la maquina ria contratada en los Estados Unidos, estimndose J puesta en marcha para el afo siguiente. Pero el programa se resintié no como consecuencia del escaso desarrollo de la mineria local, en tanto contemplaba funcionar con mineral importado, sino bisicamente por las dificultades en el apro- 95 visionamiento de divisas que suftié la economia argentina a partir de 1949, y fue discontinuado en 1951 En suma, los ambiciosos proyectos de la reparti~ cién estatal de desarzollar la produccién de materias primas y la industria de base, con la excepeién de alguna incursién en la quimica bisica, no pudieron concretarse cabalmente en. estos primeros aflos y el “Estado empresario” peronista no avanz6 mu- cho mis allé de 16 quéTo Haba hecho Ia industria privada hasta ese momento. Bllo fue consecuencia de dificultadles tecnologicas, de organizacién de la produccién y para el abastecimiento de bienes de capital, adenais de, en algunos casos, la baja calidad de los recursos naturales locales: Pero tampoco el gobierno parecié preocupado especialmente por el desarrollo de esa produccion, y mais allé de con— templarla en los lineamientos generales no se de- finieron medidas ni instramentos especificos para su conereci6n; ésta era una situacién entendible en los primeros afios por cierta disponibilidad de creada en 1947 bajo la dependencia de la Secre- tana de Industria axe ence inclayé bajo no cone ola una teintens de empresas sactalmectnicas textiles, qlmicts,fmaceatns,clectieasy dele CGnstuceiGn, la mavora de lis de origen ale” vim, que hablan guedado sujctas ala junta deVP Gilancla y Disposielén Final de la Propiedad Ene Suga on momentos en que ls Argentina deca le guerra al Bje en 1945, Entre ells se encontecbar Gigunas companies de gan importance eu Ios Rabo en gue actucban come thysten Lametl Element Biuunion, Coutmice Bayer y: Quiet Schering. La ides ici em que agonas de ests cenprem ae conteayeran como mis ¥ otal punsran al ambito privadoy por la DINTE foe ie Eomporande las sistinas plantas y defini sos ob JGttos on el eamseurso de los dos anos igaiontes or Io que hacis 1949 cuando se msche la cit eCongiica no habla mds que balbuceos en pose Senge a poli induseal de as cmnprees bao SSneol diteco del Bato metales y otros productos bisicos en el mercado interno con la apertura de las importaciones, pero: largurnento seria dificilmente justificable cuando la escasez de divisas jaqueé la provisi6n de insumos no sélo para el sector militar sino también para un, Las politicas hacia el agro amplio sector de la industria privada. Una situacién similar ocurrié con la Direc~ cién Nacional de Industrias del Estado (DINTE), 96 ov 98 fue también utilizado como herramienta de politi~ ca industrial y financiers. El agro no sélo fue con movido por Is estatizacién del comercio exterior sino también por los mecanismos de control de ambios y de’ pr¥éios impuestos por el gobierno nacional, instruments gEnETSIES Tea politica eco némica que hicieron recaer buena parte del peso de la industrializaci6n en el sector rural. Los altos precios de los productos primarios a la salida de la guerra no tuvieron correlato a nivel interno por la politica adoptada por el gobierno. En términos especificos, dado, el heterogenco universo rural, el peronismo intenté articular dis tintas estrategias para cada uno de los sectores pro- res rurales permanentes del Peén de Campo y alos arrendatariés con Ia promesa dé"Ia teforma agtaria, cristalizada en la consigna “la tierra para el que la trabaja”, retomada del ideario socialista y Dlandida hasta el hartazgo.en la campaiia clectoral Sin embargo, una vez en el gobierno, el peronismo, xo represent una verdadera rupeura en materia legislativa respecto del agro sino una fuerte conti suidad con las politicas implementadas durante los ‘os treinta y en especial durante la SGM. De todos modos, en los afios iniciales de go~ bierno puede advertirse una politica mis agresiva plasmada en la sancién de dos leyes nacionales en. materia agraria contempladas en el Primer Plan ‘Quinquenal, una sobre arsendamientod y aparce~ sia, y otra denominada Ley. General de Expro- piaciones sancionada en 1948, La primera, nego de sostener las prérogas y rebajas ya impuestas durante los afios de la guerra, perfeccionaba los mecanismos de proteccién de derechos y otor~ gaba mayor estabilidad a los arrendatarios, ade~ mis de hacer especial énfasis en Ja defénsa de las pequeiias explotaciones y la funcién sécial de la propiedad rural. De acuerdo con la ley los precios ‘quedarian fijados al mismo nivel que los estable~ cidos en junio de 1940; luego la contratacion se~ ria libre. Estas disposiciones, que entre otras cosas licuaban los costos del arrendamiento por efecto de la inflacién, ‘etmitian abrir esperanzas para que los aparceres y arrendatarios accedieran a la ansiada propiedad. Por su parte, la Ley de Expropiacidnes con tribuy6 al proceso de.colonizacién que se venia produciends ‘desde los afios‘de la guerra y re~ forz6 las expectativas respecto de la implemen tacién de una.reforma agratia que atacara a la gran propiedad, un slogan sostenido en la cam~ pafia electoral y el discurso inicial del gobier- no. No obstante, la nueva ley fue promulgada en octubre de 1948 cuando las condiciones en el frente extern comenzaban a deteriorarse y darian lugar a una politica agearia mucho mis cautelosa y conservadora, 99 Un exitoso desemperio de bases endebles El conjunto de politicas e instrumentos aplica- dos durante los aii0% iniciales del gobierno pero- nista parece decididamente adecuado si se evaltia el desempenio de las principales variables econé- micas. Ciertamenite, el crecimiento del producto fac fluctuante pero muy destacado entre 1946 y 1948, superior en promedio al 8% anual. La dis- ponibilidad de bienes y servicios, esto es la sina del PBI mis las importaciones menos las exporta~ clones erecié un 45%. En esta breve pero intensa etapa de auge el consumo fie sin dada uno de los mayores impulsores del crecimiento, acicatea— do por el conjunto de la politica de ingresos y cl incremento del gasto piblico; pero también la inversién, que se encontraba muy deprimida du- rante Ja guerra, aumenté de manera significativa, aleanzando los niveles de la década de 1920, en parte importante por las politicas de subsidio im- plementadas y los gastos de capital del Estado. La_ inversién publica pricticamente dobl6o los niveles dé preguerra y alcanz6 en este periédo @ un ter- cio del total El sector externo fue otro de los componen- tes promotores del crecimiento en estos primeros afios. La balanza comercial fre siempre positiva como comsecnencia de los favorables precios in~ prodacior agrarios en la pos guerra. Ello ccurrié aun cuando cl conjunto de las exportaciones agropecuarias en cantidad de~ cay6 (cl maximo estuvo precisamente en 1946), en parte como consecuencia de las policicas ha- cia el sector moral y Ia redistribucion de la renta nacional que impuls6 el consumo doméstico de excedentes exportables como la carne (las expor- taciones de maiz en estos afios, por el contrario, se incrementaron). No obstance, a tendencia positi- va de ios saldos comerciales fire decreciente por tl espectacular incremento aé laa fi que hacia ol Gn del periods ran cuatro veces mayoter respects de las de 1945, alentadas por clerecimiento de la actividad econémica y de la inversién. Las importaciones de bienes de const- ‘mo fueron de todos modos menores que en aos anteriores por el avance de la sustitucion de im- portaciones, mientras que les de bienes de capital fe recuperaron a valores similares a los previos & ifenere ‘Esa crecionte demanda de bienes de capital, semiclaborados y materias primas, indicadores del avarice de la jncustrializaci6n, produjo cam bios en la posicién comercial de la Argentina. Hlasea la guerra Gran Bretafla era el principal comprador pero también participaba con una proporcién similar de las importaciones que el pais requerfa; pero en la inmediata posguerra Es— tados Unidos, al que poco podia venderse salvo Jana sucia, cuero sin curr y algunos derivados licteos, se transformé en el principal proveedor. Ello gener un importante déficit comercial con ese pais mientras los saldos con los paises con inconvertibilidad, que muy poco podian pro- veer, aumentaban. La consecuencia de ese pro~ ceso fise Ja caida notable ae las reservas de oro y divisas en el BGRA, acentuada por la politica de nacionalizacionés GUé tle utilizé una parte de las libras bloqueadas y Ja repatriacién de la. Geuda externa, Se ha custiionade que Perén no utilizara las divisas para la compra de bienes de capital, pero mis alli-de-que se hicieron compras importantes de esos bienes era muy dificil en esas circunstancias conseguirlos por fuera de los Estados Unidos, que ademas aplicaba restriccio- nes para muchos de ellos. EI desempefio de los principales sectores pro- Guctivos fue dispar. Mientmas qe la industria tavo tun crecimiento destacado. las actividades rurales permanecieron en términos generales estancadas. En el primer caso, las politicas de ingreso y cre— diticias comentadas y otras mis espectficamente industialéd provocaron un crecimiento impor tante de la actividad manufiicturera, que alcanzé su maxima participaci6n en el producto en 1947, con mis del 24% del total. Este crecimiento es- tuvo_dinamizado tanto por el consumo, dada la politica salarial, como poe} inversién. Las inver- siones en maquinarias, especialmente en la indus ‘ia textil y metalmecinica, se triplicaron gracias a las importaciones provenientes de los Estados Unidos, compensanda de ese modo parcialmente el proceso de descapitalizacion previo y acompa- fiando el incremento del consumo. No obstante, pese a las definiciones del gobierno en materia industrial la estructura del sector no suftié im- portantes modificacioyies; tasaun la produccién, de bienes de consumo supers las previsiones dle os"plahes de gobitino y lade insumos bisicos qued6 imuy por deviés;"tin dato aro de que la evolucién industrial no estuvo definida por las politicas especificas hacia el sector sinolpor la mas general de redistribucién de ingresos y crediti- escasamente selectiva, Precisamente donde el desempefio de la industria se distancié mas de Jas previsiones oficiales fue en la producin de insumos siderirgicos y quimicos bésicos, rubros donde el Estado habfa asumido un iinportante papel a través de la DGFM y la DINIE, El crecimiento del sector se bas6 en la incor- poracion masiva de mano de obra, si se considera que el aumento del personal fie mayor al incre~ mento de Ja potencia instalada en el periodo. La cecupacién industrial se elev del 21% de la po Dlacién econdmicamiente activa en 1945 a mis 103 304 del 29% en 1948. Las industrias livianas, como 1a textil, por ejemplo, que tuvieron el mayor de~ sarrollo, gozaban de Ja ventaja de demandar me- nos capital y tecnologia, mientras incorporaban luna mayor cantidad de fuerza de trabajo, pero a medida que avanzaba el proceso requerfan cre- cientes importaciones de insumos y maquinarias. Ello se confirma en la composicién del comercio exterior, que tuvo un signo fuertemente defici- fario puesto que continué importando insumos ¥ equipos mientras las exportaciones de bienet smanufacturados se mantenfan en niveles extre- madamente bajos. Mas temprano que tarde, esta ausencia de integracién del sector industrial ten dria efectos negativos sobre las cuentas externas La industria de alimentos continué siendo la iis importante, secundada por la textil que evi= dencié un pequefo incremento en sa participa ci6n respecto de los afios de la guerra; Is pro duccién de mezales y maquinarias (por fixers de los sectores tradicionales) tavo en el periodo un mayor dinamismo que los otros rubros y acrecen- t6 escasamente su participaciém en el total de la produccién manufacturera. Asi, as empresas pro ductoras de bienes de consumo durables (como SIAM, que producia heladeras y Iavarropas) y no durables, eavieron un importante despliegue como consecuencia de los mayores ingress, las facilidades crediticias y las posibilidades de acceso a materias primas y equipos importados a precios convenientes. La produccién agropecuaria, por su parte, tuvo una magma performance en el periadoshacia 1948 cl sector habia disminuico su participacién en el total de la riqueza generadz en el pais. Las in versiones de capital disminuyeron, al igual que la “mang.de-obra. Bn especial la produceién agricola ‘erecié muy poco los dos primeros afios para caer en 1948,y la superficie sembrada de los principa Jes ceresles continué con Ta cendencia decrecien- te observable desde los aiios treinta. S6lo algunos cultivos industriales extrapampeanos, (como el aaticar, la vid, a yerba, el tabaco, el algodén o los citricos) tavieron..una, tendencia_positiva como consecuencia de los cambios en la distribucion cl ingreso y el avance industrial. También el rea sembrada con centeno, cebada y la produccion de semillas de girasol se expandié rapidamente para aprovechar ¢l desarrollo de la-industria-accitera ‘Sin embargo estos nuevos productos no pudieron compensar la caida de los cultivos tradicionales y quedaron como rubros menores de la producci6n agricola Por su parte la produccin de carne vacuna se increment6; pero esa abundante oferta no im= pactaba en las expOftaciones por el aumento del Consumo de los sectores populates. Las condicio- hes relativamente fivorables para este producto nos explican en parte porque la ganaderia crecié a costa de la produccién cerealera y también los cambios en las formas de explotacién del suclo y ‘una relativa desconcentraci6n de la propiedad.De todos modes, solamente aumenté la produccién ganadera Bovina, en tanto que la porcina y ovina disminuyé; Is primera, por la escasez de alimen- to, y la segunda, por los deprimidos precios de la Jana EI IAPI al fijar precios bajos para los bienes rurale’ conitity6_un fuerte desestimulo a la pro- cién, Al estar Ia tierra concentrada, el estan Gero alguilaba_parte de sus tierras a arrendata- Fios que la destinaban ala produecién de cereales, mmichtai gle, sila agriculeura no era beneficioss, se producia un vueleo hacia la erfa de ganado, que requeria menor WabGo ¥ terras menos fEr- Giles; en esas cizcunstancias, log propietarios se ne garon a renovar los arrendamientos, en algunos casos vendicndg las tierras y en otros reduciendo Ja parte arrendada, 0 se volcaron hacia las cose- chas industriales y ol forraje- Eljncremento de los salarios de los trabajadores y los cambios en las prorrogas de Ios ‘i#éridamientos contribuyeron también a ese proceso. Tr suma, la evolucién de las variables ma~ cmeconémicas generales y de li industria en particular revelan, que la estrategia inicial del eronisino, dadas las condiciones en las que de~ 106 bia operar, fue _exitosa: las politicas expansivas de permanente impulso a Ia demanda agregada permiticron sostener el flénG.cmpled y mejorar Jas condiciones de vida de los sectores populares ¥en consecuencia, sostener la base social de sa proyecto politico. El producto bruto crecié y las actividades manuficturerisTo hicieron a un ritmo aun Bao, ihientras se incrementaban las impor taciones de insumos y bienes de capital que sus~ tentaban esa expansién. No obstante;ilos aftos de bonanza fucron extremadamente fugaces, pese a definir en gran medida aquello que se ha iden tificado con la “politica ccon6mica peronista” y reforzar la percepci6n de“que en el periodo los trabajadores habian gozado de una especie de edad dorada, un imaginario que sigueldesplegado has el presente. Los nubarrones latentes en el fiente externo aparecieron crudamente en el 6l- timo trimestre de 1948, apenas poco més de dos aiios después de que Pern asumiera el gobierno. a07

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