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Cielos a la Carta

Emilio del Barco

La existencia de lo eterno, es un deseo indemostrable. Pero, las esperanzas de


disfrutarlo, son irreprimibles. Confucio, no se pronunció sobre la vida espiritual,
comentando sólo, a preguntas de sus discípulos, que, si no podemos tener certeza
sobre lo evidente, la vida material cambiante, menos podríamos especular sobre lo
desconocido, la vida espiritual eterna.

El culto a los difuntos, es algo muy extendido. En China, cada año, se celebra el
festival de la Luz Pura, durante el que se visitan las tumbas, al comienzo de la
primavera. Siendo motivo de reunión de las familias. Para subrayar su solemnidad,
desde dos días antes, no se enciende el fuego en los hogares.

En ciertas religiones elitistas, como la incaica o la egipcia, la vida eterna sólo


estaba garantizada, en un principio, al Faraón o al Gran Inca, que se incorporaban
al Sol, de donde provenían, y, en casos excepcionales, a algunos nobles y
sacerdotes. Los demás, vegetarían bajo tierra, en forma harto disminuida.

En la religión de los incas, los pobres pecadores, al morir, seguían siendo pobres en
la otra vida. Pasando hambre y frío en el interior de la tierra. Los emperadores, en
cambio, irían a un lugar en el Sol, donde disfrutarían, bien calentitos, de una vida de
placeres. Aristócratas y sacerdotes, como en el caso egipcio, se les unieron con
posterioridad.

Como vemos, las opiniones sobre la modalidad de existencia del alma, son
variadas. Desde quienes le suponen un principio, pero ningún fin. Como judíos,
cristianos y musulmanes, a quienes creen que ni tuvo principio, ni tendrá fin. Y
otros, como budistas, que le suponen un fin, sin delimitar su principio en el tiempo.
O, la variedad china, con principio y fin.

La evolución, entre los judíos, de la creencia en la supervivencia del alma, se


concreta en la nula diferencia que se hacía sobre la suerte del alma de los justos,
respecto a la de los malvados. En principio, todos esperaban, juntos, en el seno de
Abraham, en el inframundo, la llegada de los últimos días. Actualmente, esta
creencia ha evolucionado hacia el concepto, claramente diferenciado, de infierno y
gloria. Las amenazas escatológicas, de castigos eternos, no empezaron a tomar
cuerpo, en la enseñanza bíblica, hasta aproximadamente el siglo tercero antes de
Cristo. Con la llegada del Cristianismo, se acentuó el carácter horripilante del
Infierno. Después, el Islamismo describió sus espantos, con detalles minuciosos y
repelentes.

En el Cristianismo, Judaísmo e Islamismo, se supone que, cuando Dios lo cree


necesario, envía a la Tierra mensajeros especiales. Los arcángeles Miguel y Gabriel,
tomaron cuerpo en numerosas ocasiones, según los relatos de la Biblia, El Corán, o
el Nuevo Testamento. El profeta Elías, la Virgen María o Jesús, perviven en el cielo,
a través de los siglos, con su cuerpo mortal, y se aparecen con cuerpos tangibles.
De Mahoma, también se afirma que voló al cielo, montado en un caballo blanco y
reaparecerá antes del Juicio Final. Pueden escoger. Emilio del Barco. 25/07/09.
emiliodelbarco@hotmail.es mailto:emiliodelbarco@hotmail.es

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