Está en la página 1de 9

Mi amigo y yo.

Un día, regresando de mi recorrido diario en mi bicicleta me topé con un anuncio, que invitaba a los niños
con bicicletas a inscribirse en una competencia a campo abierto, mientras lo leía entusiasmado se me
acercó, Pedro (quien siempre está molestando a los demás) y me dijo:

-Ni lo pienses, esa competencia no es para mocosos como tú. A lo que no respondí nada e inmediatamente
desistí de pensar que podía competir.

Al día siguiente, cuando iba paseando en mi bicicleta escuché unos gritos de ayuda y me acerqué a ver qué
pasaba, era Pedro <el bravucón> molestando a José, mi amigo.

Corrí hacía ellos y le grité a Pedro: -¡déjalo!

-¿Y qué vas a hacer? (respondió)

-Él es más pequeño que tú y aun así lo molestas. ¡Cobarde!

- ¡Cobarde eres tú que tienes miedo de medirte conmigo en la competencia de bicicletas, porque sabes que
te voy a ganar! (Me gritó él)

A lo que respondí: Sí voy a participar, solo déjalo y vete de aquí. Se rió a carcajadas y me dijo: -Te espero el
día de la competencia para ganarte.

-Ahí estaré (respondí)

Así fue como defendí a mi amigo y derribé mi miedo por las amenazas de Pedro.

Pasaron los días en medio de molestias de Pedro, jactándose que me ganaría y yo pensando que así sería,
llegó el día de la competencia, El sitio estaba repleto, allí estaban mis padres apoyándome junto a mi amigo
José por quien estaba yo ahí, por defenderlo (y no me arrepentía).

En poco tiempo llegó Pedro, con sus aires de grandeza ufanándose de su victoria, en cuanto me vió corrió
hacia mí y cuando me tuvo en frente me empujó y me dijo: -Prepárate para perder.

Nos llamaron a la línea de salida, nos alineamos y de repente: ¡RIIIIIING! El pitazo de salida…

Pedro tomó la delantera, se interponía en mi camino para evitar que lo pasara, estaba tan ocupado
obstaculizándome el camino que no se percató de una gran piedra, le grité: ¡cuidado! Y no me hizo caso… se
tropezó y estrepitosa fue su caída… mientras los demás competidores pasaban sin impórtales lo que le
ocurría a Pedro, yo paré a ayudarlo, sin importar lo malo que él había sido conmigo, yo no podía convertirme
en lo que no me gustaba de él y aunque perdí la carrera gané otro amigo, Pedro. Quien aprendió el
verdadero valor de la amistad.
Mi amigo y yo.

También podría gustarte