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>en Colombia?

Authors: Andrea Quintero-Aguado, Francisco Javier Bonilla-Escobar, Andrea


Otero-Ospina, Gerardo Campo Cabal and Henry Valencia-Upegui
Fecha: June 2013
From: Revista Colombiana de Psiquiatría(Vol. 42, Issue 2)
Publisher: Asociacion Colombiana de Psiquiatria
Tipo de documento: Article
Length: 1.071 words

Texto completo:

Child Sex Abuse: An Area Omitted or Unnoticed in Colombia?

Sr. Editor,

En el marco del nuevo rumbo que Revista Colombiana de Psiquiatría ha


tomado para incluir la participación de la comunidad científica dentro de los
avances de investigación en materia de salud mental, esta carta tiene el
propósito de señalar una oportunidad de investigación que no ha sido
explotada en el país: el abuso sexual infantil y especialmente sus
consecuencias psiquiátricas y psicológicas. También pretende invitar a los
editores de la Revista a impulsar el trabajo en este campo y señalar brechas
de conocimiento alrededor de este tema.

El abuso sexual infantil no tiene una definición universal; se propuso una que
lo estableciera como un continuo de leve a severo, concepto que permite
clasificarlo según las condiciones en las que se dé y sus consecuencias, de
esta forma se elimina la exclusión de una u otra población afectada y se evita
la imprecisión en resultados de estudios que tengan definiciones demasiado
amplias o restrictivas de abuso sexual (1).

Colombia reúne varios de los factores establecidos para el riesgo de abuso


sexual infantil. La violencia intrafamiliar, el abandono, el estrés, las
situaciones de crisis y la disfunción familiar están entre ellos (2); están
también en mayor riesgo los menores que sufren o tienen en su ambiente
más próximo (hogar, comunidad, escuela) adicciones, especialmente a
sustancias psicoactivas que generan alta dependencia, como la heroína, el
crack o la cocaína (1), por esta razón se incluye a los menores de edad que
viven en situación de indigencia o extrema pobreza, porque tienden a sumar
el último factor (1); y la baja escolaridad también se ha demostrado asociada
a mayor número de abusos sexuales en menores (1). Algunos menores son
más vulnerables al abuso, los menores con discapacidades, en situaciones de
negligencia, los internalizados por condiciones especiales de salud y los
menores cuyos padres biológicos están separados (el perpetrador puede ser
un progenitor, padrastro, madrastra u otro) (2).

En el marco del conflicto armado, también hay un considerable grado de


desprotección de los menores que hacen parte de las poblaciones víctima y
victimaria de grupos ilegales, y a veces también de la violencia derivada
estatal. El desplazamiento forzado y la pobreza como consecuencia de la
situación de guerra también hacen a la población menor vulnerable al abuso
sexual y a otros problemas sociales y psiquiátricos (3).

En Colombia, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses


(INMLCF), en su informe FORENSIS 2011, reportó 22.597 exámenes médico
legales por presunto delito sexual, el 11% más que en 2010; la relación
varones:mujeres de exámenes practicados fue de 1:5, y del total de
exámenes realizados en 2011, el 84% correspondió a mujeres y el 16%, a
varones; de las primeras, la franja de edad más frecuente fue la de 10-14
años (4). Sin embargo, atendiendo a la propuesta de abuso como continuo
de leve a severo, la mayoría de los casos desde esta perspectiva quedarían
excluidos de este reporte, lo que evidencia un vacío de datos
epidemiológicos locales acerca de este problema. Asimismo, la mayoría de
los casos no se denuncian, incluso permanecen en el anonimato por varios
años, sin tratamiento profesional ni intervención de personal de ayuda, sea
médica, jurídica, psicológica o social (4).

Hay varias enfermedades psiquiátricas asociadas al abuso sexual; el


trastorno por estrés postraumático y los trastornos de personalidad límite,
esquizoides y paranoides son algunos de ellos. También los trastornos
afectivos, de ansiedad y depresión están asociados a diversas intensidades
del abuso sexual (1). Alrededor de esta prevalencia de enfermedades
psiquiátricas debe existir un protocolo de manejo clínico orientado a la
resiliencia de la víctima y la adecuada identificación de esta integrando la
información del examen físico y psiquiátrico. Hace falta un inventario de
hallazgos clínicos psiquiátricos y físicos asociados a abuso sexual infantil, en
conjunto con un equipo de trabajo multidisciplinario que se centre en evitar
la culpabilización de la víctima acerca del abuso o sus consecuencias,
inventario y disposición que se han realizado en distintos lugares del mundo
y han tenido como fruto el protocolo de manejo clínico ideal antes descrito
(2,5).

En conclusión, hay una brecha de conocimiento que amerita más estudio e


interés de los profesionales dedicados a la clínica y la investigación. Desde la
perspectiva psiquiátrica, hacen falta datos epidemiológicos sobre esta
población silenciada en Colombia, las implicaciones en salud mental del
adulto que fue víctima de abuso sexual infantil, los móviles que motivan al
perpetrador y el ciclo y los procedimientos por los que pasa una víctima
desde que se sitúa dentro de algún factor de riesgo hasta la resolución y, en
caso de presentarse, denuncia de la situación de abuso.

BIBLIOGRAFÍA

(1.) Bendall S, Jackson HJ, Hulbert CA, McGorry PD. Childhood trauma and
psychotic disorders: a systematic, critical review of the evidence. Schizophr
Bull. 2008;34:568-79. Disponible en:
http://schizophreniabulletin.oxfordjournals.org/
content/34/3/568.full.pdf+html

(2.) Chen W, Balaban R, Stanger V, Haruvi R, Zur S, Augarten A. Suspected


child abuse and neglect: assessment in a hospital setting. Isr Med Assoc J.
2002;4:617-23. Disponible en: http:// www.ima.org.il/imaj/ar02aug-9.pdf

(3.) Villarán S. Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas


del conflicto armado en Colombia. OEA/Ser.L/V/ II. Doc.67. ed. Washington:
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Organización de Estados
Americanos; 2006. Disponible en: http://www.cidh.org/countryrep/colombia
mujeres06sp/informe%20mujeres%20colombia%202006%20 espanol.pdf

(4.) Vergel J. Descripción epidemiológica de los exámenes sexológicos


forenses, Colombia, 2011: Una aproximación a la violencia sexual en nuestro
país. En: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. FORENSIS
Datos para la vida 2011. Bogotá: Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses; 2011. p. 209-42. Disponible en:
http://www.medicinalegal.gov.co/images/stories/root/ FORENSIS/2011/5-F-
11-Sexologicos.pdf
(5.) Franco Agudelo S, Urrego Mendoza Z, Tejada PA, Báez Quintero L.
Aproximación narrativa a las intervenciones en salud para mujeres y niñas
supervivientes de violencia sexual en la Red Suroccidental de Bogotá, 2003-
2004. Rev Colomb Psiq. 2007;36:390-410. Disponible en:
http://psiquiatria.org.co/ web/wp-content/uploads/2012/04/VOL-
36/3/01%20Orig%20
Aproximaciones%20narrativas%20a%20las%20intervenciones.pdf

Andrea Quintero-Aguado (a), Francisco Javier Bonilla-Escobar (b), *, Andrea


Otero-Ospina (c), Gerardo Campo Cabal (d) y Henry Valencia-Upegui (e)

(a) Estudiante de Medicina, Asociación Científica de Estudiantes de Medicina


de la Universidad del Valle (ACEMVAL), Universidad del Valle, Cali, Colombia.

(b) Investigador Instituto Cisalva, Escuela de Salud Pública, Universidad del


Valle, Cali, Colombia.

(c) Universidad del Valle, Centro Médico Imbanaco, Cali, Colombia.

(d) Hospital Universitario del Valle "Evaristo Garcia" E.S.E., Universidad del
Valle, Cali, Colombia.

(e) Jefe Departamento de Psiquiatría, Hospital Universitario del Valle "Evaristo


Garcia" E.S.E., Universidad del Valle, Cali, Colombia

* Autor para correspondencia.

Correo electrónico: fjbonillaescobar@gmail.com (F.J Bonilla-Escobar).

Copyright: COPYRIGHT 2013 Asociacion Colombiana de Psiquiatria


http://www.psiquiatria.org.co/revista/
Cita de fuente (APA 6)
Quintero-Aguado, A., Javier Bonilla-Escobar, F., Otero-Ospina, A., Campo
Cabal, G., & Valencia-Upegui, H. (2013). Abuso sexual infantil: ?territorio
omitido o inadvertido en Colombia? Revista Colombiana de Psiquiatría, 42(2),
234. Retrieved from https://link-gale-
com.ibero.basesdedatosezproxy.com/apps/doc/A464980389/PPPC?u=ibero&
sid=PPPC&xid=cc962660

Número de documento de Gale: GALE|A464980389

Pasajes destacados:
Texto: El abuso sexual infantil no tiene una definición universal; se propuso una que lo
estableciera como un continuo de leve a severo, concepto que permite clasificarlo según
las condiciones en las que se dé y sus consecuencias, de esta forma se elimina la
exclusión de una u otra población afectada y se evita la imprecisión en resultados de
estudios que tengan definiciones demasiado amplias o restrictivas de abuso sexual

Texto: La violencia intrafamiliar, el abandono, el estrés, las situaciones de crisis y la


disfunción familiar están entre ellos (2); están también en mayor riesgo los menores
que sufren o tienen en su ambiente más próximo (hogar, comunidad, escuela)
adicciones, especialmente a sustancias psicoactivas que generan alta dependencia

Texto: los menores que hacen parte de las poblaciones víctima y victimaria de grupos
ilegales, y a veces también de la violencia derivada estatal. El desplazamiento forzado y
la pobreza como consecuencia de la situación de guerra también hacen a la población
menor vulnerable al abuso sexual

Texto: la franja de edad más frecuente fue la de 10-14 años (4). Sin embargo,
atendiendo a la propuesta de abuso como continuo de leve a severo, la mayoría de los
casos desde esta perspectiva quedarían excluidos de este reporte, lo que evidencia un
vacío de datos epidemiológicos locales acerca de este problema.

Texto: al abuso sexual; el trastorno por estrés postraumático y los trastornos de


personalidad límite, esquizoides y paranoides son algunos de ellos. También los
trastornos afectivos, de ansiedad y depresión están asociados a diversas intensidades
del abuso sexual (1). Alrededor de esta prevalencia de enfermedades psiquiátricas debe
existir un protocolo de manejo clínico orientado a la resiliencia de la víctima y la
adecuada identificación de esta integrando la información del examen físico y
psiquiátrico. Hace falta un inventario de hallazgos clínicos psiquiátricos y físicos
asociados a abuso sexual infantil,

La conducta sexual infantil como indicador de abusos


sexuales: los criterios y sesgos de los profesionales
Authors: Eva González Ortega, Begoña Orgaz Baz and Félix López Sánchez
Fecha: July 2012
From: Psicothema(Vol. 24, Issue 3)
Publisher: Colegio Oficial De Psicologos Del Principado De Asturias
Tipo de documento: Article
Length: 5.366 words

Resumen:

Algunas conductas sexuales infantiles se asocian a experiencias de abuso


sexual, pero ninguna de forma inequívoca. Es posible, por ello, que los
profesionales apliquen criterios no fundamentados y muestren sesgos
personales al detectar y notificar posibles abusos. Para comprobarlo,
aplicamos un método experimental de viñetas basado en la Encuesta
Factorial con el que presentamos a 974 profesionales españoles e
hispanoamericanos de seis ramas (Psicología, Educación, Salud, Servicios
Sociales, Justicia y Fuerzas del Orden) situaciones hipotéticas de conducta
sexual prepuberal (variando el sexo, la edad del prepúber y el tipo de
conducta) y pedimos valorar: a) si creen que indican abusos, y b) si
denunciarían en las instituciones. También medimos factores
sociodemográficos, académicoprofesionales y actitudinales. Según los
análisis, las sospechas de abuso dependen más de factores personales, y la
intención de notificar, de factores situacionales. El principal criterio adoptado
es el tipo de conducta realizada, de forma que las muestras de agresividad
sexual y conocimiento sexual precoz tienen más probabilidad de sugerir
abusos y ser notificadas. La actitud hacia la sexualidad parece generar
sesgos, dado que los profesionales más erotofóbicos tienen más
probabilidad de tener sospechas. En todo caso, ninguna conducta sexual
infantil se interpreta como evidencia de abusos sexuales.

Some sexual behaviors are related to child sexual abuse experiences, but
none unequivocally. Therefore, professionals might use non-empirical-based
criteria and be biased when detecting and reporting victims. To check this
hypothesis, we presented 974 Spanish and Latin American professionals
from different fields (Psychology, Education, Health, Social Services, Justice,
and Police Force) with hypothetical situations of child sexual behavior
(varying the sex, age and behavior) by using an experimental vignette
method based on Factorial Survey. Participants were asked to indicate
whether such behaviors are a sign of abuse and whether they would report
them. We also measured demographic, academic, professional and attitude
factors. According to the analysis, professionals' suspicion of abuse is more
affected by personal factors, whereas their reporting intention depends
more on situational factors. The main criterion adopted is the type of sexual
behavior, with professionals being more likely to suspect and report in
response to aggressive sexual behavior and precocious sexual knowledge.
Professionals' attitudes to sexuality seem to generate biases, as those who
are erotophobic are more likely to suspect abuse. None of the sexual
behaviors was seen as evidence of abuse.

Texto completo:

Childhood sexual behavior as an indicator of sexual abuse: Professionals'


criteria and biases

Algunos autores (Friedrich et al., 2001) han argumentado que las conductas
sexuales infantiles pueden ayudar a detectar abusos sexuales, apoyándose
en diversas evidencias empíricas. En primer lugar, la mayoría de estudios
que han comparado las conductas sexuales de víctimas de abuso sexual con
las de muestras normativas o psiquiátricas de niños/as no víctimas han
podido constatar más problemas de conducta sexual entre aquellos que han
sufrido abusos (Friedrich et al., 2001; Paolucci, Genuis y Violato, 2001). La
revisión de Kendall-Tackett, Williams y Finkelhor (1993), de hecho, concluye
que el aumento de la "conducta sexualizada" es uno de los efectos más
típicos del abuso, siendo frecuente su manifestación en forma de juegos
sexuales con muñecos, introducción de objetos en la vagina o en el ano,
masturbación excesiva, conductas seductoras y conductas o conocimientos
sexuales impropios de la edad. Asimismo, las puntuaciones del "Child Sexual
Behavior Inventory" (Friedrich, 1997), instrumento de medida de problemas
de conducta sexual infantil, se han asociado positivamente con la posibilidad
de haber sufrido abusos sexuales (Friedrich, 1993).

Otros investigadores (Drach, Wientzen y Ricci, 2001; Ricci, Drach y Wientzen,


2005), sin embargo, han enfatizado la necesidad de tener prudencia a la hora
de utilizar las conductas sexuales infantiles para identificar víctimas de
abusos. En primer lugar, estos autores han subrayado que los métodos de
medición de problemas de conducta sexual y diagnóstico de abusos sexuales
se basan en razonamientos tautológicos, es decir, la presencia de es tos
problemas constituye un criterio de inclusión en las muestras de víctimas.
Otro hecho que han destacado es que los problemas de conducta sexual
infantil pueden responder a causas distintas del abuso sexual, dado que a
menudo se asocian a situaciones de maltrato físico o emocional, abuso de
sustancias por parte de los padres, violencia doméstica, desórdenes de
conducta o cuadros depresivos (Friedrich, Davies, Feher y Wright, 2003;
Kambouropoulos, 2005). También han advertido de que los estudios
detectan un grupo asintomático de víctimas (Kendall-Tackett et al., 1993) y
que cualquier conducta sexual infantil puede estar presente en niños/as no
abusados/as (Friedrich et al., 1991).

Partiendo de estos planteamientos y evidencias, algunos autores han


propuesto listados de manifestaciones sexuales infantiles indicativas de
abusos sexuales teniendo en cuenta las variaciones comunes que se
observan en el tipo y frecuencia de conductas sexuales con la edad
(O'Donohue y Geer, 1992; Wurtele y MillerPerrin, 1992). En España, el
sistema de notificación de maltrato infantil (Observatorio de la Infancia,
2006) considera que los conocimientos sexuales no adecuados a la edad, las
conductas provocativas, los juegos sexuales inusuales para la edad y la
masturbación compulsiva o pública son signos de un posible abuso. En
Estados Unidos, el National Center of Child Abuse and Neglect (Faller, 1993)
cita la masturbación excesiva, el conocimiento o la conducta sexual precoz, la
agresividad con otros niños, la conducta seductora y la interacción sexual
con juguetes o muñecos como posibles indicios antes de los 10 años.

Dentro del ámbito profesional, no obstante, ¿se interpretan y aplican estos


indicadores sexuales en el sentido propuesto por la literatura?, ¿tienden
erróneamente los profesionales a considerar que ciertas conductas sexuales
infantiles son pruebas inequívocas de abuso?, ¿qué tipo de conductas
sexuales y circunstancias (de sexo y edad) les lleva a sospechar la existencia
de un abuso sexual y a informar de ello a las instituciones?, ¿qué factores
personales sesgan sus sospechas y decisiones? Estas cuestiones son
relevantes, pues parte de la responsabilidad en la detección y notificación de
abusos sexuales recae sobre los profesionales que trabajan con niños/as. Si
sus opiniones tienden a generar detecciones incorrectas, pueden contribuir a
la desasistencia de las víctimas -en caso de falsos negativos- (López, 1995), o
hacer padecer de forma injusta a menores o personas inocentes -en caso de
falsos positivos.

Hace dos décadas, algunos investigadores analizaron los criterios que


asumen los profesionales en el diagnóstico de casos de abuso sexual, y los
factores personales y laborales que pueden condicionar sus sospechas. En el
estudio de Conte, Sorenson, Fogarty y Rosa (1991), los participantes
manifestaron que los indicadores sexuales más importantes para corroborar
una denuncia de abuso sexual son, de mayor a menor relevancia, el
conocimiento sexual impropio de la edad, la conducta precoz o seductora, el
juego sexual con muñecos anatómicos, la masturbación excesiva y la
obsesión con los genitales. Por su parte, Kendall-Tackett y Watson (1991)
observaron que algunas conductas sexuales fueron consideradas más
indicativas de abusos por las mujeres (conducta provocativa o lenguaje
sexualizado) y los policías (curiosidad o evitación ante muñecos anatómicos
desnudos), y que los conocimientos sexuales "adultos" generaron más
sospechas cuando se asociaron a niños/as de más corta edad. Finalmente,
Davey y Hill (1995) comprobaron que un porcentaje relativamente alto de
sus participantes afirmó que el conocimiento sexual precoz (73,3%), los
comentarios recurrentes sobre sexo (63,3%), la "conducta sexualizada" -
exhibicionismo o tocamientos sexuales a otros- (56,7%) y la mas turbación
recurrente (30%) son fuertemente indicativos o pruebas inequívocas de
abusos sexuales.

A nuestro juicio, estas conclusiones son valiosas pero insuficientes, porque


los estudios que las respaldan son antiguos y escasos, y porque pueden no
ser extrapolables a otras poblaciones distintas de la estadounidense o
británica. Los estudios previos, además, han analizado muestras de tamaño
reducido (de entre 136 y 212 participantes) y solo han considerado las
características sociodemográficas y profesionales de los participantes como
factores que pueden determinar sus opiniones, sin atender al peso de otras
variables potencialmente relevantes como las creencias y las actitudes
personales. Por otra parte, los instrumentos usados no han permitido
manipular sistemáticamente los factores situacionales y con ello aislar y
contrastar su efecto sobre las valoraciones.

En vista de todo ello, el presente estudio se propone, como objetivo general,


analizar la forma en que los profesionales españoles e hispanoamericanos
valoran las conductas sexuales infantiles que la literatura considera
indicativas de abusos sexuales. Más específicamente, se pretende examinar:
a) cuáles son las conductas sexuales infantiles que, en mayor medida,
suscitan la sospecha de un abuso y/o la intención de notificar a las
instituciones; b) cuáles son los factores que determinan más la detección y
notificación de posibles abusos: los situacionales (referidos a la conducta
sexual valorada) o los personales (referidos al profesional que valora); y c)
cuáles son los criterios o factores situacionales que se tienen más en cuenta
a la hora de detectar y notificar un posible abuso sexual (el tipo de conducta,
el sexo del prepúber o su edad), y cuáles son los factores personales que
producen más sesgos (los sociodemográficos, académico-profesionales o
actitudinales).

Método

Participantes

Mediante procedimientos de muestreo de bola de nieve y de conveniencia,


se buscaron preferentemente profesionales que fuesen conocidos por los
investigadores y/o estuviesen ubicados en Castilla y León; que trabajasen en
contacto con menores y/o casos de abuso sexual; y/o que estuviesen
vinculados a organismos tales como colegios o sindicatos profesionales,
asociaciones de ayuda a la infancia y/o contra el maltrato infantil o la
violencia sexual, instituciones públicas o Universidades.

La muestra consta de 974 profesionales. El 80,5% de ellos completó los


instrumentos en Internet y el resto en papel. Sus edades comprenden los 19
y 69 años (M= 35; DT= 10,01). El 64,6% son mujeres. El 89% reside en España
y el resto en Hispanoamérica (principalmente, en Colombia, México, Perú,
Chile y Costa Rica). El 83% tiene estudios universitarios. Sus profesiones se
encuadran en seis áreas: Psicología (21,5%), Servicios Sociales (24,7%),
Educación (13,3%), Fuerzas del Orden (19,4%), Salud (16,3%) y Justicia (4,7%).
Pese a que un 77,4% ha trabajado con menores, menos de la mitad tiene
experiencia laboral con casos de abuso sexual (42,3%) o formación en
materia de sexualidad infantil y/o abusos sexuales (44,4%).

Instrumentos

Las variables dependientes son las valoraciones de los participantes, en


concreto, su sospecha de abuso, o si creen que las conductas sexuales
infantiles planteadas son en algún grado indicativas (1) o no (0) de una
experiencia de abuso sexual; y su intención de notificar, o si informarían (1) o
no (0) a las instituciones pertinentes en caso de tener conocimiento de
dichas conductas.

Las variables independientes son de dos tipos: factores situacionales y


factores personales (tabla 1).
El instrumento utilizado para medir las valoraciones de los participantes fue
una "tarea de viñetas". Las viñetas son "breves descripciones de una
situación personal o social que contienen referencias precisas sobre los
factores que se cree que pueden influir más en los procesos de valoración y
decisión" (Alexander y Becker, 1978). En concreto, el diseño del instrumento
se basó en la Encuesta Factorial de Rossi y Nock (1982). Mediante estrategias
de control, sistematización y aleatorización, esta técnica permite, por un
lado, explorar las valoraciones que suscitan numerosas situaciones de la vida
real, junto con los factores que más las determinan, y, por otro, analizar las
características de las personas que más influyen en sus valoraciones, y que
explican sus diferentes formas de interpretar una misma realidad social
(Byers y Zeller, 1998).

Los pasos seguidos en el diseño fueron los siguientes. Primero, se definió el


tipo de situación hipotética que se iba a plantear a los participantes a través
de las viñetas: manifestaciones sexuales infantiles que indican abusos
sexuales, según la literatura. Después, se seleccionaron los factores que
definirían esas situaciones (tabla 1) y se combinaron sistemáticamente con el
paquete estadístico SPSS versión 18 ([c] SPSS, Inc. 2010, Chicago, Estados
Unidos) hasta obtener un universo factorial de tamaño equivalente al
producto del número de sus valores (10 x 2 x 3= 60 situaciones).
Seguidamente, se formaron al azar las muestras de situaciones que serían
presentadas a los participantes; en concreto, doce muestras de cinco
situaciones. Finalmente, se diseñó la tarea de viñetas que planteó a cada
participante, al azar, una muestra de situaciones. Las viñetas fueron
presentadas como "manifestaciones sexuales realizadas por un prepúber
(menor de 12 años) que pueden constituir un indicio de que éste ha sufrido
abusos sexuales". Respecto a cada manifestación, se pidió a los participantes
valorar: a) "en qué medida indica, a su parecer, que el/la niño/a que la realiza
ha sufrido abusos sexuales", en una escala de cuatro puntos (de 0= "Nada
indicativo" a 3= "Prueba inequívoca" de abuso); y c) si "denunciaría en las
instituciones" en caso de saber de ella (sí o no).

El instrumento usado para medir las características sociodemográficas y


académico-profesionales de los participantes fue un cuestionario compuesto
por dos preguntas de respuesta abierta sobre la edad y el país de residencia,
y siete preguntas de respuesta cerrada sobre el sexo, la experiencia parental,
la experiencia profesional con menores, la experiencia profesional con
abusos sexuales, la formación en sexualidad infantil y/o abusos sexuales
(todas ellas de respuesta dicotómica), el nivel de estudios y la profesión (de
alternativa múltiple, con posibilidad de ampliar la respuesta).

Finalmente, para conocer las creencias y actitudes personales se utilizó, por


un lado, un cuestionario de preguntas de respuesta cerrada sobre las
creencias religiosas (la religiosidad, la afiliación religiosa si procede y el
apoyo a la moral sexual católica) y preguntas de respuesta abierta referidas a
las creencias sobre la edad de consentimiento sexual (la que el participante
estima que establece la legislación de su país y la que propondría
establecer). Por otro lado, se aplicaron dos escalas:

-- El inventario de opinión sexual o Sexual Opinion Survey (SOS) de Fisher,


Byrne, White y Kelley (1988) en la versión que Carpintero y Fuertes (1994)
revisaron y tradujeron al castellano, con alfa= 0,86 (en nuestro estudio, alfa=
0,82). Mide la dimensión erotofobia-erotofilia y consta de 21 afirmaciones
puntuables en una escala tipo Likert de 1 (totalmente de acuerdo) a 7
(totalmente en desacuerdo).

-- La escala de actitudes hacia la conducta sexual infantil, de diseño propio.


Consta de seis afirmaciones que incluyen terminología similar a la del SOS y
el mismo sistema de codificación tipo Likert. En nuestro estudio, alfa= 0,69.
Su validez de constructo es buena, ya que su cociente factorial es de 39,25, el
primer factor no rotado explica el 40,16% de la varianza, y todos los ítems
tienen pesos significativos en dicho factor.

Procedimiento

Desde mayo de 2007 a febrero de 2008 se aplicaron los instrumentos de


medida de forma autoadministrada y anónima en dos formatos: papel y
electrónico.

Para obtener datos en formato papel se solicitaron participantes mediante


visita personal, e-mail o teléfono, adjuntando una carta con información
sobre el estudio y la participación solicitada. Luego se repartieron al azar
ejemplares de los instrumentos (con distintas muestras de viñetas) y se
recogieron mediante visitas o correo postal.

Para obtener datos en formato electrónico se solicitaron participantes por e-


mail, adjuntando la misma carta y añadiendo una petición de captación de
participantes (mediante el reenvío del e-mail a otros profesionales o un
anuncio en una web o publicación periódica). En este caso, los participantes
accedieron a los instrumentos a través de una encuesta online (la
presentación de las muestras de viñetas fue aleatoria) y sus respuestas
fueron recogidas mediante registros electrónicos.

Análisis de datos

Las viñetas formaron la unidad de análisis, y no los participantes. Se


analizaron las valoraciones de 974 profesionales respecto a un total de 60
situaciones hipotéticas.

Primero se realizaron análisis de regresión logística para cada una de las


variables dependientes o criterio, introduciendo simultáneamente en los
análisis los factores situacionales o personales (se analizó por separado su
capacidad explicativa). Los factores de tres o más categorías (tipo de
conducta sexual y área profesional) se introdujeron como variables dummy
mediante un sistema de codificación binario que indicó la presencia o no de
una categoría concreta en las unidades de análisis, generándose diferentes
modelos explicativos según la categoría considerada. Únicamente se
interpretaron los modelos con una capacidad explicativa de [R.sup.2]>0,02.

En segundo lugar, también para cada variable criterio, se realizaron análisis


de regresión logística introduciendo paso a paso los factores para obtener
modelos más parsimoniosos e identificar los factores situacionales y
personales que más contribuyen a explicar las valoraciones, considerando
una aportación mínima de [R.sup.2.sub.c]>0,02.
Los análisis se realizaron con el paquete estadístico SPSS versión 18 ([c] SPSS,
Inc. 2010, Chicago, Estados Unidos) asumiendo un nivel de significación
p<0,001.

Resultados

Factores explicativos de la sospecha de abuso

En relación con los factores situacionales, tres modelos de regresión


destacan por su capacidad explicativa de esta variable criterio, de entre un
3,3 y un 4%. Como se observa en la tabla 2, es más probable que los
profesionales sospechen estar ante una víctima de abusos sexuales si un/a
prepúber muestra agresividad en los juegos sexuales, especialmente, si se
trata de una niña. Asimismo, es más probable que sospechen un posible
abuso si un/a prepúber muestra un conocimiento sexual precoz,
especialmente si es una niña. En cambio, es menos probable que surjan
sospechas si un/a prepúber se masturba todos los días, sobre todo, si es un
niño y tiene más edad.
Los análisis paso a paso, no obstante, indican que el único factor que tiene
un peso destacable en los tres modelos es el tipo de conducta sexual
(agresividad sexual: [R.sup.2.sub.c]= 0,032; conocimiento precoz:
[R.sup.2.sub.c]= 0,029; masturbación frecuente: [R.sup.2.sub.c]= 0,025).

En relación con los factores personales, un modelo de regresión destaca por


su capacidad explicativa, de un 25,4% (tabla 2). Sin embargo, según los
análisis paso a paso, únicamente las actitu des hacia la sexualidad
contribuyen de forma destacable a explicar las sospechas ([R.sup.2.sub.c]=
0,030); en concreto, es más probable que los profesionales más erotofóbicos
interpreten las conductas sexuales planteadas como indicios de abuso.

Factores explicativos de la intención de notificar

En relación con los factores situacionales, tres modelos de regresión


destacan por su capacidad explicativa de la variable criterio, de entre un 2,2 y
un 5,3%. Tal como se observa en la tabla 3, es más probable que los
profesionales decidan notificar un posible abuso si un/a niño/a muestra
agresividad sexual o tiene un conocimiento sexual precoz, mientras que es
menos probable que decidan hacerlo si usa vocabulario obsceno al hablar de
sexo. El sexo o la edad del prepúber no tienen un peso significativo.

Según los análisis paso a paso, el tipo de conducta sexual es el único factor
que tiene un peso destacable en dos de los tres modelos (agresividad sexual:
[R.sup.2.sub.c]= 0,031; conocimiento precoz: [R.sup.2.sub.c]= 0,048).

En relación con los factores personales, el modelo de mayor capacidad


explicativa da cuenta de un 9,3% de la varianza, pero no es significativo (tabla
3). Los análisis paso a paso indican que ningún factor personal tiene un peso
destacable.

Discusión y conclusiones

En nuestro estudio, los factores personales de los profesionales, tomados en


conjunto, son los que más predicen sus sospechas ante las conductas
sexuales infantiles que la literatura considera indicativas de abusos sexuales.
Los factores situacionales, por el contrario, son los que más explican su
intención de notificar a las instituciones.
Lamentablemente, los estudios previos (Davey y Hill, 1995; Kendall-Tackett y
Watson, 1991) no aportan datos sobre la proporción de varianza que
explican los factores que analizan, y, por ello, no es posible realizar
comparaciones. Tal vez, la homogeneidad de las situaciones aquí valoradas y
el número reducido de variables manipuladas en ellas han propiciado que la
variabilidad personal de los profesionales cobre más relevancia para explicar
sus sospechas, y que el mayor peso de los factores situacionales en la
explicación de la intención de notificar sea, en todo caso, limitado.

Criterios para la detección y notificación de posibles abusos

En primer lugar, cabe destacar que, con independencia de la conducta sexual


valorada, la proporción de profesionales que sospecha un abuso parece ser
mayoritaria y la proporción que notificaría a las instituciones, minoritaria
(tabla 4), lo que viene a confirmar la tendencia ya observada por otros
autores (Finlayson y Koocher, 1991).
Según nuestros datos, una proporción mayoritaria (95,6%) y
significativamente más elevada de profesionales de España e
Hispanoamérica considera que la presencia de agresividad en las
interacciones sexuales de los prepúberes indica abusos (tabla 5). La
literatura, en consonancia, sugiere que este tipo de comportamiento se
asocia más que otros (como la masturbación excesiva o la conducta sexual
precoz) a experiencias de victimización sexual, especialmente en el caso de
los varones (Faller, 2003), aunque los profesionales de nuestro estudio
sospechan más ante la agresividad sexual de las niñas. Conviene recordar,
en cualquier caso, que las conductas sexuales coercitivas pueden tener
diversos orígenes (Lovell, 2002), por lo que no deben ser interpretadas como
evidencias de abuso, un error que comete más de un 30% de los
participantes.

Por otro lado, parece que los profesionales consideran que el conocimiento
sexual precoz o impropio de la edad es otro de los indicadores más fiables
de abusos sexuales, respaldando de nuevo el criterio de la literatura (Faller,
1993; Pons-Salvador, Martínez, Pérez y Borrás, 2006) y confirmando
hallazgos anteriores (Conte et al., 1991; Davey y Hill, 1995). A diferencia de lo
sostenido por Faller (1993) y los participantes del estudio de Kendall-Tackett
y Watson (1991), no obstante, este indicio no parece generar más sospechas
cuando se asocia a niños/as de más corta edad (y sí cuando se observa en
niñas, aunque esta variable no tiene, en ningún caso, un peso destacable).

Igualmente, llama la atención comprobar que un porcentaje importante de


participantes interpreta este indicio como una prueba inequívoca de abusos
(tabla 5), ignorando quizá que los/as niños/ as pueden adquirir
conocimientos detallados sobre sexo a partir de experiencias no abusivas
con los iguales o los medios de comunicación (Faller, 2003). Efectivamente,
no debemos obviar que hoy en día, la sexualidad adulta es un objeto de
consumo que está cada vez más presente en la televisión, Internet, etc.
Además, aún no tenemos pautas claras sobre el conocimiento sexual que es
apropiado o no para la edad (Brilleslijper-Kater, Friedrich y Corwin, 2004), por
lo que este indicio (como todos los demás) debe ser interpretado con
cautela.

Finalmente, nuestros resultados indican que dos manifestaciones sexuales,


masturbarse todos los días y emplear un lenguaje obsceno al hablar de sexo,
suscitan menos sospechas y propósitos de notificar, respectivamente. De
manera consistente, los participantes de estudios anteriores han
manifestado en un porcentaje notablemente inferior de casos (46,7% en
Conte et al., 1991; 28-30% en Davey y Hill, 1995) que la masturbación
"excesiva" o "recurrente" es un indicador muy fiable o convincente de
abusos, por lo que es probable que los profesionales sean conscientes de
que esta conducta puede responder a otro tipo de causas, tal como advierte
Faller (2003). Además, determinar la masturbación que es "excesiva" o
"recurrente" puede resultar muy subjetivo (Faller, 1993), hecho que hemos
querido abordar concretando la frecuencia de esta conducta en las viñetas
("a diario"), aunque ello, lamentablemente, dificulta la comparación de
nuestros hallazgos con los de otros investigadores.

Cabe destacar, asimismo, la frecuencia relativamente alta (58,4%) con que los
profesionales parecen considerar que la interacción sexual con una muñeca
anatómica es "fuertemente indicativa" o "prueba inequívoca" de abusos
sexuales (tabla 5). Según la literatura, la utilidad de esta conducta en la
detección de víctimas es cuestionable (O'Donohue y Geer, 1992), aunque
puede ayudar al estudio de los conocimientos sexuales de los/as niños/as y
su exposición a actos coitales (Everson y Boat, 1990).

Sesgos en la detección y notificación de posibles abusos

Al contrario de lo observado en otros estudios (Davey y Hill, 1995; Kendall-


Tackett y Watson, 1991), ningún factor de tipo personal ha demostrado tener
un peso destacable sobre la intención de notificar de nuestros participantes,
y solo uno se ha mostrado capaz de explicar de forma relevante sus
sospechas de abuso. Al parecer, los profesionales más erotofóbicos corren el
riesgo de sobreestimar la frecuencia de abusos sexuales y alarmarse en
exceso ante conductas propias del desarrollo sexual infantil (cometer falsos
positivos). Creemos fundamental, por este motivo, que los profesionales
reconozcan y manejen sus actitudes hacia la sexualidad, advirtiendo las
implicaciones que pueden tener en la detección de abusos, y que adopten
una postura respetuosa, benevolente y erotofílica hacia las diversas
conductas sexuales infantiles.

Otro dato que nos preocupa es que menos de la mitad de los profesionales
de nuestro estudio tiene formación en materia de sexualidad infantil y
abusos sexuales, pese a que muchos han tenido que enfrentarse con casos
de abuso sexual en su trabajo. Recomendamos, por ello, aumentar las
posibilidades formativas de los profesionales en sus currículos de grado y
postgrado para promover su eficacia e implicación en las labores de
detección y notificación. Según nuestros datos, la sospecha de un abuso no
suele suscitar la intención de notificar, por lo que es conveniente hacer
hincapié en que "no es necesario tener una certeza absoluta, sino que es
suficiente tener una sospecha razonable" para informar a las instituciones
(Observatorio de la Infancia, 2006).

En resumen, los resultados obtenidos sugieren que la detección y


notificación de posibles casos de abuso sexual a partir de indicadores
sexuales se ve afectada, en parte, por el tipo de conducta sexual infantil que
tiene lugar y las actitudes personales hacia la sexualidad. Hay que advertir,
no obstante, que el poder explicativo de estos factores es bastante pobre,
por lo que es aconsejable continuar investigando para averiguar cuáles son
los factores que realmente influyen sobre las valoraciones y decisiones.
Algunos que podrían explorarse son los motivos y afectos asociados a la
conducta sexual infantil, las experiencias sexuales infantiles de los
profesionales, sus experiencias de abuso, sus creencias sobre los servicios
sociales y jurídicos, su conocimiento de las normas y
protocolos de notificación de abusos, o su experiencia laboral con casos
similares.

En este punto, cabe destacar otra serie de limitaciones del presente estudio.
Una es el número reducido de profesionales de Hispanoamérica que se ha
logrado encuestar. En segundo lugar, las técnicas de muestreo utilizadas
pueden haber sesgado la muestra respecto a variables relevantes para este
estudio (como la experiencia laboral con abusos sexuales, o la formación en
esta materia) y reducir su representatividad. Por otra parte, el gran tamaño
de la muestra puede haber aumentado la significación de los resultados,
aunque se han aplicado criterios restrictivos (p<0,001) ante esta posibilidad.
Finalmente, cabe señalar que las valoraciones expresadas por los
participantes ante las viñetas pueden no reflejar su verdadera forma de
pensar y actuar en la vida real.

En conclusión, los profesionales parecen coincidir con la literatura en


considerar que algunas conductas sexuales infantiles son indicativas de
posibles abusos sexuales, y en rechazar, por lo general, que estas conductas
puedan constituir una evidencia de ello.

A pesar de este positivo consenso, creemos que la comunidad científica y


profesional debe esforzarse por establecer indicadores sexuales de abuso
que sean funcionales y, al mismo tiempo, no contribuyan a generar
sospechas injustificadas. Tal como advierte el propio Friedrich (2003), la
literatura que asocia las conductas sexuales infantiles a la posible vivencia de
abusos corre el riesgo de eclipsar la naturaleza positiva y diversa de la
mayoría de estas manifestaciones sexuales. Algunos de los indicadores
propuestos, además, dejan mucho espacio a la interpretación subjetiva
(¿Cuándo una conducta sexual es excesiva, prematura o impropia?). Ante
estas dificultades, como ya señaló López (2005), creemos que lo
recomendable es plantearse la posibilidad de que algunas conductas
sexuales pueden indicar abusos, descartar otras explicaciones más
razonables de su presencia, e investigar con profundidad los casos que
generen mayor sospecha, evitando extraer conclusiones precipitadas o
insuficientemente contrastadas.

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Fecha recepción: 13-9-11 * Fecha aceptación: 10-2-12

Eva González Ortega, Begoña Orgaz Baz y Félix López Sánchez

Universidad de Salamanca

Correspondencia: Eva González Ortega Facultad de Psicología Universidad de


Salamanca 37005 Salamanca (Spain) e-mail: evagonz@usal.es
Tabla 1
Variables independientes y valores. Sistema de codificación en los
análisis

Factores situacionales Factores personales

Sexo del prepúber (Varón= 0; Sexo (Varón= 0; Mujer= 1)


Mujer= 1)
Edad (cuantitativa)
Edad del prepúber (cuantitativa):
5, 8 y 11 años Experiencia parental (No= 0;
Sí= 1)
Tipo de conducta sexual (dummy:
No= 0; Sí= 1) Región de residencia (España= 0;
Hispanoamérica= 1)
Conducta sexual precoz (Trata de
besar los genitales de otros/as Nivel de estudios
de su edad) (Preuniversitario= 0;
Universitario= 1)
Preocupación por el sexo
(Habla sobre sexo de forma Área profesional (dummy: No= 0;
recurrente) Sí= 1)

Agresividad sexual Psicología; Servicios Sociales;


(Fuerza a un/a de su edad a Educación; Salud; Justicia;
participar en juegos sexuales) Seguridad

Conducta seductora Experiencia profesional con


(Hace gestos seductores o sonidos menores (No= 0; Sí= 1)
sexuales)
Experiencia profesional con abusos
Conocimiento sexual precoz (No= 0; Sí= 1)
(Describe con detalle cómo se hace
una felación) Formación en sex. infantil y
abusos (No= 0; Sí= 1)
Lenguaje obsceno
(Emplea vocabulario obsceno al Actitudes hacia la sexualidad
hablar de sexo) (cuantitativa)

Masturbación frecuente (diaria) Puntuación escala: (-) erotofobia


(Se masturba a diario) - erotofilia (+)

Interacción sexual con muñeca Actitudes hacia la actividad


(Inserta un dedo en la vagina de sexual infantil (cuantitativa)
una muñeca)
Puntuación escala: (-) erotofobia
Exhibicionismo recurrente - erotofilia (+)
(Muestra su pene/vagina a otros
recurrentemente) Religiosidad (No creyente= 0;
Creyente= 1)
Juego sexual frecuente (diario)
(Inicia juegos sexuales con otros Apoyo a la moral sexual católica
de su edad a diario) (No= 0; Sí= 1)

Edad de consentimiento estimada


(cuantitativa)

Edad de consentimiento propuesta


(cuantitativa)

Tabla 2
Resultados de los análisis de regresión logística para la sospecha
de abuso

Factores explicativos B E.T.(B)

Factores situacionales

Modelo 1: [R.sup.2]= .040; [[chi


square].sub.3= 115.835 ***

Sexo del prepúber 0,32 *** 0,08


Edad del prepúber -0,11 0,05
Tipo de conducta: Agresividad sexual 1,70 *** 0,22

Modelo 2: [R.sup.2]=.035; [[chi


square].sub.3]=101.521 ***

Sexo del prepúber 0,27 *** 0,08


Edad del prepúber -0,11 0,05
Tipo de conducta: conocimiento 1,43 *** 0,29
sexual precoz

Modelo 3: [R.sup.2]=0,033; [[chi


square].sub.3]=96,132 ***
Sexo del prepúber 0,29 *** 0,08
Edad del prepúber -0,15 *** 0,05
Tipo de conducta: masturbación -0,99 *** 0,11
frecuente (diaria)

Factores personales: [R.sup.2]= 0,254;


[[chi square].sub.15]= 48,945 ***

Sexo -0,87 0,52


Edad 0,01 0,03
Región de residencia 0,92 0,61
Experiencia parental -0,28 0,48
Nivel de estudios 0,49 0,42
Área profesional: salud 1,07 0,52
Experiencia de trabajo con menores -0,90 0,52
Experiencia de trabajo con abusos 0,79 0,44
Formación en sexualidad infantil 1,05 0,50
y/o abusos
Religiosidad -2,06 0,87
Apoyo a la moral sexual católica -1,15 0,86
Edad de consentimiento estimada 0,23 0,11
Edad de consentimiento propuesta 0,04 0,13
Actitudes a la sexualidad -0,70 0,29
Actitudes a conducta sexual infantil -0,40 0,23

Factores explicativos OR (IC 95%)

Factores situacionales

Modelo 1: [R.sup.2]= .040; [[chi


square].sub.3= 115.835 ***

Sexo del prepúber 1,37 (1,18 -1,60)


Edad del prepúber 0,89 (0,82 -0,98)
Tipo de conducta: Agresividad sexual 5,47 (3,54 -8,44)

Modelo 2: [R.sup.2]=.035; [[chi


square].sub.3]=101.521 ***

Sexo del prepúber 1,31 (1,13 -1,53)


Edad del prepúber 0,89 (0,81 -0,97)
Tipo de conducta: conocimiento 4,17 (2,86 -6,08)
sexual precoz

Modelo 3: [R.sup.2]=0,033; [[chi


square].sub.3]=96,132 ***

Sexo del prepúber 1,33 (1,14 -1,55)


Edad del prepúber 0,85 (0,78 -0,94)
Tipo de conducta: masturbación 0,37 (0,30 -0,46)
frecuente (diaria)

Factores personales: [R.sup.2]= 0,254;


[[chi square].sub.15]= 48,945 ***

Sexo 0,42 (0,15 -1,16)


Edad 1,01 (0,94 -1,07)
Región de residencia 2,50 (0,75 -8,23)
Experiencia parental 0,76 (0,29 -1,95)
Nivel de estudios 1,64 (0,72 -3,72)
Área profesional: salud 2,91 (1,05 -8,08)
Experiencia de trabajo con menores 0,41 (0,15 -1,12)
Experiencia de trabajo con abusos 2,20 (0,94 -5,17)
Formación en sexualidad infantil 2,86 (1,07 -7,62)
y/o abusos
Religiosidad 0,13 (0,02 -0,70)
Apoyo a la moral sexual católica 0,32 (0,06 -1,70)
Edad de consentimiento estimada 1,25 (1,01 -1,55)
Edad de consentimiento propuesta 1,04 (0,81 -1,34)
Actitudes a la sexualidad 0,50 (0,28 -0,88)
Actitudes a conducta sexual infantil 0,67 (0,42 -1,04)

*** p<0,001

Tabla 3
Resultados de los análisis de regresión logística para la intención
de notificar

Factores explicativos B E.T.(B)

Factores situacionales

Modelo 1: [R.sup.2]=0,036, [[chi


square].sub.3]=91,692 ***

Sexo del prepúber 0,22 0,09


Edad del prepúber -0,17 0,05
Tipo de conducta: Agresividad sexual 1,06 *** 0,11

Modelo 2: [R.sup.2]=0,053; [[chi


square].sub.3]=132,733 ***

Sexo del prepúber 0,13 0,09


Edad del prepúber -0,17 0,05
Tipo de conducta: conocimiento 1,24 *** 0,11
sexual precoz

Modelo 3: [R.sup.2]=0,022; [[chi


square].sub.3]=54,817 ***

Sexo del prepúber 0,14 0,09


Edad del prepúber -0,17 0,05
Tipo de conducta: lenguaje obsceno -1,20 *** 0,22

Factores personales: [R.sup.2]=0,093;


[[chi square].sub.15]=16,319

Sexo -0,68 0,46


Edad 0,01 0,02
Región de residencia -0,49 0,53
Experiencia parental -0,29 0,42
Nivel de estudios -0,20 0,45
Área profesional: salud 0,22 0,42
Experiencia de trabajo con menores 0,16 0,46
Experiencia de trabajo con abusos 0,41 0,37
Formación en sexualidad infantil 0,04 0,42
y/o abusos
Religiosidad 1,65 1,12
Apoyo a la moral sexual católica 0,58 0,66
Edad de consentimiento estimada 0,26 0,13
Edad de consentimiento propuesta -0,14 0,13
Actitudes hacia la sexualidad 0,07 0,26
Actitudes hacia la actividad 0,06 0,19
sexual infantil

Factores explicativos OR (IC 95%)

Factores situacionales

Modelo 1: [R.sup.2]=0,036, [[chi


square].sub.3]=91,692 ***

Sexo del prepúber 1,24 (1,04 - 1,48)


Edad del prepúber 0,85 (0,76 - 0,94)
Tipo de conducta: Agresividad sexual 2,89 (2,31 - 3,61)

Modelo 2: [R.sup.2]=0,053; [[chi


square].sub.3]=132,733 ***

Sexo del prepúber 1,14 (0,95 - 1,36)


Edad del prepúber 0,84 (0,75 - 0,93)
Tipo de conducta: conocimiento 3.47 (2,81 - 4,28)
sexual precoz

Modelo 3: [R.sup.2]=0,022; [[chi


square].sub.3]=54,817 ***

Sexo del prepúber 1,15 (0,97 - 1,37)


Edad del prepúber 0,84 (0,76 - 0,94)
Tipo de conducta: lenguaje obsceno 0,30(0,19 - 0,46)

Factores personales: [R.sup.2]=0,093;


[[chi square].sub.15]=16,319

Sexo 0,51 (0,20 - 1,25)


Edad 1,01 (0,96 - 1,05)
Región de residencia 0,61 (0,21 - 1,73)
Experiencia parental 0,74 (0,32 - 1,70)
Nivel de estudios 0,82 (0,33 - 1,99)
Área profesional: salud 1,25 (0,55 - 2,86)
Experiencia de trabajo con menores 1,18 (0,47 - 2,93)
Experiencia de trabajo con abusos 1,51 (0,72 - 3,16)
Formación en sexualidad infantil 1,05 (0,46 - 2,38)
y/o abusos
Religiosidad 5,21 (0,57 - 47,23)
Apoyo a la moral sexual católica 1,80 (0,49 - 6,62)
Edad de consentimiento estimada 1,30 (1,01 - 1,67)
Edad de consentimiento propuesta 0,86 (0,66 - 1,12)
Actitudes hacia la sexualidad 1,08 (0,65 - 1,78)
Actitudes hacia la actividad 1,06 (0,74 - 1,53)
sexual infantil

*** p<0,001

Tabla 4 Porcentaje de casos en que se sospecha un abuso o se


notificaría según el sexo del prepúber, su edad y el tipo de
conducta sexual

Sospecha de abuso
Tipo de conducta sexual Sexo del
prepúber Edad del prepúber

5 años 8 años 11años

Conducta sexual precoz Varón 70,8 73,2 90,1


Mujer 88,7 84,1 83,5

Preocupación por el sexo Varón 87,5 76,5 72,1


Mujer 93,8 76,1 79,2

Agresividad sexual Varón 97,2 95,7 97,8


Mujer 90,1 98 93,7

Conducta seductora Varón 86,3 77,5 67,3


Mujer 69,6 91,5 74,4

Conocimiento sexual precoz Varón 93,6 96,8 93,8


Mujer 96,7 94,2 90,2

Lenguaje obsceno Varón 79,8 78,5 60,6


Mujer 73,2 87,8 81,4

Masturbación frecuente Varón 76,5 73,1 35,2


(diaria) Mujer 62,8 65,4 75,6

Interacción sexual Varón 85,5 71,4 71,4


con muñeca Mujer 84,5 82,9 87,8

Exhibicionismo recurrente Varón 63,4 66,3 65,4


Mujer 72,5 89,4 90,7

Juego sexual frecuente Varón 87,1 92,2 87,0


(diario) Mujer 85,7 83,7 77,3

Intención de notificar
Tipo de conducta sexual
Edad del prepúber

5 años 8 años 11años

Conducta sexual precoz 3,3 1,8 20,8


22,9 13,9 10,0

Preocupación por el sexo 4,2 3,8 1,4


14,4 5,6 1,9

Agresividad sexual 21,1 36,6 33,3


15,3 17,3 28,8

Conducta seductora 8,7 5,0 0,0


14,8 7,0 2,3

Conocimiento sexual precoz 45,6 22,1


24,2 32,1 19,2

Lenguaje obsceno 4,2 2,8 4,2


8,8 6,4 3,1

Masturbación frecuente 12,5 3,2 0,0


(diaria) 1,1 11,1 9,3

Interacción sexual 18,1 9,6 7,1


con muñeca 20,8 20,5 10,6

Exhibicionismo recurrente 2,8 2,2 2,5


9,3 10,4 8,2

Juego sexual frecuente 8,3 11,5 14,9


(diario) 12,5 16,3 3,3

Tabla 5
Porcentaje de casos en que las conductas sexuales infantiles generan
un mayor o menor grado de sospecha de abuso

Grado de sospecha de abuso

Nada Moderadamente
Conductas sexuales indicativo indicativo

Conducta sexual precoz 18,0 24,7


Preocupación por el sexo 19,9 35,4
Agresividad sexual 4,4 19,0
Conducta seductora 20,7 37,4
Conocimiento sexual precoz 5,5 13,2
Lenguaje obsceno 22,9 41,6
Masturbación frecuente (diaria) 33,7 28,2
Interacción sexual con muñeca 18,8 22,9
Exhibicionismo recurrente 24,2 37,9
Juego sexual frecuente (diario) 15,0 29,9

Fuertemente Prueba
Conductas sexuales indicativo inequívoca

Conducta sexual precoz 39,3 18,0


Preocupación por el sexo 35,2 9,4
Agresividad sexual 46,0 30,6
Conducta seductora 33,3 8,6
Conocimiento sexual precoz 38,9 42,4
Lenguaje obsceno 28,3 7,2
Masturbación frecuente (diaria) 26,2 11,9
Interacción sexual con muñeca 34,1 24,3
Exhibicionismo recurrente 29,9 8,1
Juego sexual frecuente (diario) 37,9 17,2

González Ortega, Eva^Orgaz Baz, Begoña^López Sánchez, Félix

Copyright: COPYRIGHT 2012 Colegio Oficial De Psicologos Del Principado De


Asturias
http://www.psicothema.com/
Cita de fuente (MLA 8)
González Ortega, Eva, et al. "La conducta sexual infantil como indicador de
abusos sexuales: los criterios y sesgos de los profesionales." Psicothema, vol.
24, no. 3, 2012, p. 402+. Gale OneFile: Psychology, https://link-gale-
com.ibero.basesdedatosezproxy.com/apps/doc/A298411242/PPPC?u=ibero&
sid=PPPC&xid=513c8863. Accessed 28 Apr. 2020.

Número de documento de Gale: GALE|A298411242

Pasajes destacados:
Texto: las conductas sexuales infantiles pueden ayudar a detectar abusos sexuales,
apoyándose en diversas evidencias empíricas. En primer lugar, la mayoría de estudios
que han comparado las conductas sexuales de víctimas de abuso sexual con las de
muestras normativas o psiquiátricas de niños/as no víctimas han podido constatar más
problemas de conducta sexual entre aquellos que han sufrido abusos (Friedrich et al.,
2001; Paolucci, Genuis y Violato, 2001)

Texto: el conocimiento sexual impropio de la edad, la conducta precoz o seductora, el


juego sexual con muñecos anatómicos, la masturbación excesiva y la obsesión con los
genitales. Por su parte, Kendall-Tackett y Watson (1991) observaron que algunas
conductas sexuales fueron consideradas más indicativas de abusos por las mujeres
(conducta provocativa o lenguaje sexualizado)

Texto: a experiencia profesional con abusos sexuales, la formación en sexualidad


infantil y/o abusos sexuales (todas ellas de respuesta dicotómica), el nivel de estudios y
la profesión (de alternativa múltiple, con posibilidad de ampliar la respuesta).
Finalmente, para conocer las creencias y actitudes personales se utilizó, por un lado, un
cuestionario de preguntas de respuesta cerrada sobre las creencias religiosas (la
religiosidad, la afiliación religiosa si procede y el apoyo a la moral sexual católica) y
preguntas de respuesta abierta referidas a las creencias sobre la edad de
consentimiento sexual
Texto: abusos sexuales. Más específicamente, se pretende examinar: a) cuáles son las
conductas sexuales infantiles que, en mayor medida, suscitan la sospecha de un abuso
y/o la intención de notificar a las instituciones

Texto: conducta sexualizada" es uno de los efectos más típicos del abuso, siendo
frecuente su manifestación en forma de juegos sexuales con muñecos, introducción de
objetos en la vagina o en el ano, masturbación excesiva, conductas seductoras y
conductas o conocimientos sexuales impropios de la edad.

Tratamiento psicologico de las victimas de abuso sexual


infantil intrafamiliar: un enfoque integrador
Authors: Enrique Echeburua and Cristina Guerricaechevarria
Fecha: May 2011
From: Behavioral Psychology/Psicologia Conductual(Vol. 19, Issue 2)
Publisher: Fundacion VECA, Asociacion Psicologia Iberoamericana de Clinica
y Salud
Tipo de documento: Report
Length: 7.347 words
Medición Lexile: 1680L

Resumen:

El abuso sexual (ASI) intrafamiliar es la forma mas frecuente de victimizacion


en la infancia. Los efectos del ASI son variables y estan mediados por
diversos factores, algunos de ellos relacionados con el abuso, tales como su
frecuencia, gravedad y duracion, y otros asociados a la fase evolutiva del
menor y al medio familiar. Hay pruebas de que la terapia cognitivo-
conductual centrada en el trauma es eficaz. El tratamiento cumple diversas
funciones: la reduccion de los sintomas, la comprension del significado de la
experiencia vivida, la prevencion de nuevos abusos y la ayuda a la familia
para expresar sus sentimientos, buscar apoyo y hacer frente a los problemas
planteados. Se propone un enfoque integrador en el que se tiene en cuenta
tanto a los menores como a los familiares. Hay tambien algunas sugerencias
para el tratamiento segun la edad de los menores y sobre como establecer la
secuencia temporal del programa con las victimas y los familiares. La
investigacion futura deberia contar con grupos de control y seguimientos a
largo plazo.

PALABRAS CLAVE: abuso sexual infantil intrafamiliar, tratamiento de los


menores, tratamiento de la familia, enfoque terapeutico integrador.

Intrafamily child sexual abuse (CSA) is the most common form of child
victimization. The long-term effects of CSA vary from person to person and
are moderated by different factors, some of them abuse related, such as its
frequency, severity and duration, and some involving the child
developmental stage and the surrounding milieu. Evidence is growing that
trauma-focused cognitive-behavioral therapy is an effective treatment for
sexually abused children. Treatment serves several functions including: the
reduction and prevention of chronic trauma symptoms; developing and
understanding of the meaning of the abusive event; helping family members
express their feelings about the sexual abuse openly and exploring methods
for coping and getting support. An integrative therapeutic approach taking
into account sexually abused children and their relatives is proposed. There
are also some suggestions for treatment according to the victimized children
age and some indications about how to deal with relatives and with abused
children in an integrative treatment. Further research should focus on
outcome studies about treatment of intrafamily child sexual abuse with
appropriate control groups and long-term follow-ups.

KEY WORDS: intrafamily child sexual abuse, children treatment, family


treatment, integrative therapeutic approach.

Texto completo:

Introduccion

El abuso sexual infantil es un fenomeno que tradicionalmente se ha


mantenido oculto y que, aunque en la actualidad despierta un creciente
interes y una enorme preocupacion, aun permanece invisible en la gran
mayoria de los casos. Segun un reciente metaanalisis de Pereda, Guilera,
Forns y Gomez-Benito (2009), la tasa de prevalencia de algun tipo de abuso
sexual en menores es de un 7,4% en el caso de los ninos y de un 19,2% en el
de las ninas. Si bien el abuso sexual grave, con contacto fisico, con caracter
repetido y con implicaciones negativas en el desarrollo emocional del menor,
es mas reducido, estas cifras dan idea de la gravedad de este hecho en
diferentes paises.

Las consecuencias de la victimizacion a corto plazo son, en general, muy


negativas para el funcionamiento psicologico de la victima, sobre todo
cuando el agresor es un miembro de la misma familia y cuando se ha
producido una violacion. Las consecuencias a largo plazo son mas inciertas,
si bien hay una cierta correlacion entre el abuso sexual sufrido en la infancia
y la aparicion de alteraciones emocionales o de comportamientos sexuales
inadaptados en la vida adulta. No deja de ser significativo que un 25% de los
ninos abusados sexualmente se conviertan ellos mismos en abusadores
cuando llegan a ser adultos. El papel de los factores amortiguadores -familia,
relaciones sociales, autoestima, etc.- en la reduccion del impacto psicologico
parece sumamente importante, pero esta aun por esclarecer (Cortes,
Canton-Cortes y Canton, 2011; Echeburua y Corral, 2006; Pereda, Gallardo-
Pujol y Jimenez Padilla, 2011).

No obstante, las secuelas del abuso sexual son similares a las de otro tipo de
agresiones. De este modo, mas que respuestas concretas a sucesos
traumaticos especificos, los diferentes tipos de victimizacion (castigo fisico,
abuso sexual, abandono emocional, etcetera) pueden dar lugar a sintomas y
pautas de conductas similares en ninos de la misma edad. Lo unico que
diferencia especificamente a los ninos abusados sexualmente es una
conducta sexual inapropiada, bien por exceso (promiscuidad sexual o
desarrollo sexual prematuro), bien por defecto (inhibicion sexual) (Finkelhor,
2008).

En cuanto a la intervencion clinica, no todas las victimas requieren ser


tratadas psicologicamente. La terapia puede implicar, al menos en algunos
casos, una segunda victimizacion. El tratamiento esta indicado en los ninos
afectados por sintomas psicopatologicos intensos, tales como ansiedad,
depresion, pesadillas o alteraciones sexuales, o por un grado de
inadaptacion significativo a la vida cotidiana. En los demas casos, el apoyo
familiar, las relaciones sociales y la reanudacion de la vida cotidiana son
suficientes como factor de proteccion al menor. El papel del terapeuta en
estos casos puede limitarse a servir de orientacion y apoyo a la familia y a
evaluar periodicamente el desarrollo psicologico del menor (Horno, Santos y
Molino, 2001).
Y en el caso de que la terapia para la victima sea necesaria, quedan aun por
clarificar el momento adecuado de la misma y el establecimiento de unas
guias de tratamiento adaptadas a la edad y a las necesidades especificas de
cada victima. Ya se han a comenzado a dar los primeros pasos en esta
direccion (Echeburua y Guerricaechevarria, 2000; Echeburua,
Guerricaechevarria y Amor, 2002).

Hay una bibliografia abundante sobre la epidemiologia del abuso sexual en


menores (Lopez, 1994; Pereda et al., 2009), sobre las repercusiones
psicologicas en la estabilidad emocional del menor (Canton y Justicia, 2008;
Cortes et al., 2011; Echeburua y Guerricaechevarria, 2006) o sobre la
credibilidad del testimonio (Canton y Cortes, 2000; Massip y Garrido, 2007;
Vazquez Mezquita, 2004), pero es muy escasa la bibliografia existente sobre
los aspectos clinicos de intervencion (Hetzel-Riggin, Brausch y Montgomery,
2007). Por ello, el objetivo de este articulo es establecer, de acuerdo con los
conocimientos actuales, las pautas de actuacion con las familias de los
menores abusados sexualmente, asi como las estrategias de intervencion
mas adecuadas con las victimas directas segun su edad y circunstancias.

Intervencion con la familia

Independientemente de la edad del menor o de las medidas urgentes


psicosociales o judiciales que deban adoptarse para proteger a la victima, la
intervencion psicologica con los familiares es imprescindible. Ellos van a
tener que afrontar una situacion dolorosa, asi como todas las circunstancias
que se deriven de la revelacion de los abusos, y son los que deben garantizar
la proteccion y seguridad del menor.

Como ya se ha mencionado, la victima no siempre requiere un tratamiento


psicologico directo. En ocasiones, la edad del menor o sus caracteristicas y
recursos psicologicos dificultan e incluso impiden la intervencion psicologica
con la propia victima. Es entonces cuando sus familiares y cuidadores
desempenan un papel fundamental en su recuperacion. La intervencion
terapeutica debe, por tanto, ir orientada a garantizar su capacidad para
supervisar la evolucion del menor, dotarle de seguridad y ensenarle
estrategias de afrontamiento adecuadas, asi como a superar los efectos
psicologicos que ellos mismos padezcan.

Pautas urgentes para el afrontamiento del abuso


El objetivo inicial es garantizar la seguridad de la victima, a efectos de que no
se produzca una revictimizacion. Por ello, la intervencion con los cuidadores
del menor debe dirigirse en un primer momento a la adopcion de estrategias
urgentes de afrontamiento, especialmente en lo que se refiere a los
contactos con los Servicios Sociales o con el sistema policial y/o legal
(denuncias, declaraciones, juicios, etcetera). El grado de confusionismo al
respecto (la repeticion de las declaraciones o la lentitud y falta de claridad
del proceso), suscitado a veces por los propios profesionales, puede afectar
muy negativamente al estado psicologico de los familiares del menor
(Echeburua y Guerricaechevarria, 2000).

Estos primeros momentos tienen un valor critico. Asi, por ejemplo, una
reaccion negativa de la familia ante la revelacion del abuso por parte del
menor, como no dar credito a su testimonio o culparlo de lo ocurrido, puede
impedir su recuperacion, al no darle el apoyo emocional necesario, e incluso
agravar su sintomatologia.

Se trata, por ello, de ensenar a los padres a adoptar una actitud adecuada
ante la revelacion del abuso, asi como de establecer las estrategias de
solucion de problemas y de toma de decisiones en relacion con las medidas
urgentes posibles (proteccion inmediata del menor, denuncia del agresor,
salida del agresor o del menor del hogar, etcetera).

La separacion del menor de su familia debe ser considerada unicamente en


casos excepcionales, en los que, tras una valoracion especifica, se detecten
elementos claros de desproteccion en el entorno familiar, no se acepte el
relato de los hechos y haya un riesgo claro de revictimizacion. Seran, por
tanto, los Servicios Sociales especializados los que actuen para proporcionar
a la victima un ambiente adecuado (familia de acogida, centro de menores o
piso tutelado).

En cualquier caso, a priori, la separacion no es recomendable. El menor


puede sentirse desterrado, se potencia su sentimiento de culpa y de
estigmatizacion y, lo que es peor, se puede reforzar la autopercepcion del
menor como un problema y no como la victima del mismo.

Asesoramiento psicoeducativo

Una vez garantizadas la seguridad y la proteccion del menor, el terapeuta


debe ayudar a los familiares a comprender lo sucedido, sobre todo cuando
se trata de un abuso cronico intrafamiliar que ha tenido lugar sin su
conocimiento o sospecha. Se trata de explicar la dinamica del proceso
abusivo, la ambivalencia de la victima respecto al abusador (el pacto de
silencio establecido) y las motivaciones del agresor, a efectos de evitar los
sentimientos de culpa por no haber cumplido con su funcion protectora y de
facilitar la toma de decisiones adecuadas.

Asimismo hay que informar a los familiares acerca de las posibles


consecuencias psicologicas del maltrato en el menor (sintomas clinicos o
conductas anomalas), con el objetivo de detectarlas de forma temprana,
amortiguar su impacto con un apoyo emocional adecuado y buscar ayuda
profesional en los casos precisos. Conviene tambien indicarles la necesidad
de una escucha activa y respetuosa ante las confidencias habidas (dar
credito a lo sucedido) y senalarles el tipo de conductas apropiadas con el
menor para facilitar su recuperacion emocional. El objetivo fundamental en
esta fase es la normalizacion de la vida del menor y el restablecimiento de
las pautas habituales de conducta en la vida cotidiana, que es uno de los
mejores predictores de mejoria (Echeburua y Guerricaechevarria, 2000).

Intervencion terapeutica

La respuesta de los familiares ante la revelacion del abuso puede llegar a ser
mas intensa que la del propio menor, sobre todo en el caso de que la madre
tenga que afrontar el hecho de que su pareja ha abusado de su hija. Todo
ello puede generar una sintomatologia ansioso-depresiva (culpa, verguenza,
miedo, colera) que repercuta negativamente en la victima e impida
protegerle en el futuro de una forma eficaz.

El terapeuta debe realizar una evaluacion exhaustiva del estado psicologico


de los miembros de la familia y de las estrategias de afrontamiento
utilizadas. Los ejes del tratamiento son los siguientes:

a) Negacion del abuso

La negacion del abuso por parte de los familiares ("esto no ha podido pasar
porque no podria soportarlo") esta asociada al caracter abyecto de lo
ocurrido, al sentimiento de culpa por haber fallado en la proteccion del
menor y a la posible separacion del abusador (no siempre deseada), asi
como a la verguenza social experimentada y al reproche penal (Mas y
Carrasco, 2005).
Por ello, hay que abordar con los familiares la utilizacion de la negacion
como estrategia inadecuada de afrontamiento y sustituirla por otras que
favorezcan la aceptacion del abuso como paso previo para adaptarse a la
nueva realidad.

b) Sentimientos de culpa, de fracaso e incapacidad y de estigmatizacion La


sensacion de fracaso como padres en su funcion de proteccion del menor y

su temor ante el futuro generan un profundo malestar emocional y una


percepcion como padres defectuosos e incapaces.

Es preciso, por ello, reevaluar las ideas disfuncionales relacionadas con la


culpa y la verguenza, hacer frente a las atribuciones internas, reatribuir la
responsabilidad de la ocurrencia de los abusos exclusivamente al abusador y
reajustar su capacidad protectora en relacion con sus hijos.

c) Rabia, resentimiento y deseos de venganza

El rencor, la ira y los deseos de venganza surgen con frecuencia en estos


casos y son de dificil manejo a nivel clinico. Se trata de emociones que
atormentan a los afectados por la situacion traumatica en su lucha interna
por controlarlos y no dejarse llevar por ellos, ya que los consideran como
propios de malas personas.

Por todo ello, es importante abordar estas emociones negativas a traves de


una serie de pasos. En primer lugar, el familiar afectado debe aceptar que
constituyen emociones logicas tras un impacto semejante y que son
habituales en muchas personas en sus mismas circunstancias. En segundo
lugar, el familiar no debe resistirse a la hostilidad y la rabia, que son
reacciones esperables, sino aprender a canalizarlas adecuadamente. Y, por
ultimo, en consonancia con lo anterior, se debe llevar a cabo un
entrenamiento especifico en control de impulsos y una reestructuracion
cognitiva para hacer frente a las ideas disfuncionales que el sujeto ira
poniendo en practica de forma habitual en su vida cotidiana.

d) Ansiedad, depresion y baja autoestima

La sintomatologia ansioso-depresiva es la mas habitual en estos casos y


tiene como consecuencia un cambio en la autoestima, que conlleva una
percepcion mas negativa de sus propias capacidades y cualidades. El clinico
debe considerar todas estas variables y abordarlas a nivel terapeutico
mediante tecnicas de relajacion y reestructuracion cognitiva, asi como
mediante estrategias orientadas a reforzar la autoestima en la vida cotidiana
y a recuperar un ritmo de vida adaptativo y gratificante.

e) Deterioro de las relaciones familiares y de pareja

Las relaciones familiares pueden verse afectadas por una multitud de


sentimientos encontrados. Asi, la victima puede sentirse culpable por haber
mantenido oculto el abuso, pero al mismo tiempo responsabilizar a las
figuras cercanas por no haberse percatado de la situacion abusiva y no
haberla protegido. De la misma manera, los cuidadores de la victima pueden
presentar fuertes sentimientos de culpa y fracaso por no haber sabido
proteger al menor y, sin embargo, responsabilizarlo al mismo tiempo por su
silencio. Asimismo, los posicionamientos y alianzas de los diferentes
miembros de la familia con la victima o con el agresor pueden generar un
malestar anadido.

Por tanto, resulta fundamental abordar clinicamente la dificultad de la


familia para expresar las emociones asociadas a los abusos y a su revelacion,
asi como las diversas percepciones en relacion con las reacciones de cada
uno. Todo ello puede llevarse a cabo en el tratamiento individual y tambien a
traves de una terapia de pareja (en el caso de que esta se haya visto afectada
tras los abusos) o de una terapia familiar con los miembros implicados.

Es habitual en este contexto la perdida del deseo erotico en la mujer,


especialmente cuando hay una sintomatologia depresiva y/o cuando el sexo,
por asociacion con el abuso, se convierte en un estimulo aversivo, lo que
puede llevar a una ausencia de contactos sexuales o a unos coitos
meramente mecanicos. Como complemento de la terapia de pareja, se
puede llevar a cabo una terapia sexual especifica orientada a recuperar unas
relaciones sexuales satisfactorias a traves de tecnicas concretas, tales como
el incremento de la propia conciencia sensorial, la focalizacion sensorial con
la pareja o el incremento de las fantasias eroticas.

Intervencion psicologica con las victimas

El tratamiento directo a las victimas menores esta indicado cuando hay una
presencia acentuada de sintomas que interfieren negativamente en su vida
cotidiana, cuando se encuentra en una situacion de crisis (salida del hogar,
proceso judicial, etcetera) y cuando sus capacidades cognitivas lo permiten.

Como en cualquier otra intervencion en la infancia, es imprescindible crear


una buena relacion terapeutica con la victima y favorecer un clima de
confianza en el que el menor perciba la consulta como un espacio acogedor
de ayuda y superacion.

Al igual que en el caso de los familiares, en la intervencion psicologica con los


menores pueden diferenciarse dos ejes fundamentales: uno, educativo-
preventivo y, otro, propiamente clinico o terapeutico.

Pautas urgentes de afrontamiento

Al margen de que antes de la intervencion con el menor se haya podido


tratar a sus familiares, puede ser importante ayudar al menor a hacer frente
a la situacion de estres derivada de la revelacion. Hay que dotarle de las
estrategias adecuadas para evitar posibles situaciones de agresion y, en todo
caso, de las habilidades necesarias para informar de su ocurrencia (vease
tabla 1) (Echeburua y Guerricaechevarria, 2000; Echeburua et al., 2002).

Asimismo, el terapeuta debe tratar de clarificarle, en la medida de lo posible,


el confusionismo psicologico y el proceso psicosocial/judicial complejo en el
que se encuentra, asi como proporcionarle habilidades especificas que le
ayuden a recorrer dicho proceso con eficacia y sin perder su autoestima.

De la misma manera, el terapeuta ha de considerar los cambios especificos


que se hayan derivado de la revelacion y proporcionar, al menor, estrategias
especificas de afrontamiento. Se trata de facilitarle la adaptacion a su nueva
situacion, tanto si ha abandonado el domicilio familiar para integrarse en
una familia de acogida o en un piso tutelado como si se mantiene en un
entorno familiar que esta conmocionado por el conocimiento de los
sucedido y en donde hay repercusiones a distintos niveles (conflictos y/o
ruptura de relaciones familiares, afectacion emocional de los diferentes
miembros o cambios en las rutinas diarias) (Echeburua y Corral, 2007).

Fase psicoeducativa y preventiva

El objetivo inicial en esta fase con la victima es poner nombre a lo sucedido.


El menor debe conocer el significado de la sexualidad de una forma eficaz,
objetiva y adaptada a su nivel de edad. Se utilice o no el termino abuso en
funcion de la edad o del nivel de comprension de la victima, lo que resulta
fundamental es recalcar que se trata de una experiencia impuesta, bien sea
por la fuerza o, en la mayoria de las ocasiones, por el abuso de poder y el
engano. El terapeuta debe explicar a la victima, de forma tranquila y sin
dramatismos, el proceso abusivo y las causas del mismo, asi como los
factores que han hecho posible que lo mantenga en silencio durante un
tiempo prolongado. Se debe reforzar a la victima, en todo momento, el
hecho de haberlo revelado, asi como eliminar cualquier sentimiento de culpa
o responsabilidad por las consecuencias derivadas de esa revelacion.

Asimismo es importante que la victima atribuya la responsabilidad de lo


ocurrido al agresor y que sepa, si es el caso, que este es una persona con
conflictos personales y emocionales, necesitado de una ayuda que, gracias a
sus manifestaciones, va a poder recibir (Galiana y De Marianas, 2000).

Respecto a la prevencion de posibles nuevos sucesos, es fundamental


ensenar al menor a distinguir lo que es una muestra de carino de lo que es
una conducta sexual, asi como a identificar determinadas situaciones
potencialmente peligrosas (estar a solas con un adulto en la habitacion o en
el bano o estar expuesto a imagenes o conductas sexuales) y a poner en
practica las estrategias adecuadas para evitarlas (decir no, pedir ayuda
inmediatamente o contarlo).
Se trata, en definitiva, de que los menores comprendan que son los abusos
sexuales, quienes son los que potencialmente pueden cometerlos (no
exclusivamente los desconocidos) y como se puede actuar cuando alguien
pretende abusar de ellos. Aunque ellos no son culpables de lo sucedido y la
responsabilidad recae enteramente sobre el agresor, los menores disponen
de estrategias eficaces para evitar su nueva ocurrencia. Esto, ademas de
garantizar la seguridad del menor en el futuro, le proporciona una sensacion
de control y elimina el sentimiento de indefension e impotencia que pueden
haber desarrollado durante la experiencia abusiva.

Fase terapeutica

La fase terapeutica debe abarcar tanto el desahogo emocional y la expresion


de los sentimientos experimentados como la intervencion especifica sobre
las secuelas cognitivas, emocionales, conductuales y sexuales sufridas.

a) Elaboracion cognitiva y emocional del abuso

Los menores tienden a utilizar la disociacion o la negacion de la experiencia


como mecanismos inapropiados de superacion del trauma. Una y otra
protegen a la victima de un trauma que no puede ser procesado
adecuadamente en la conciencia. Mediante la disociacion, las emociones se
separan del recuerdo de lo ocurrido: el nino no niega la agresion, pero se
muestra incapaz de sentir malestar o, en todo caso, lo atribuye a una causa
distinta. En otras ocasiones, la victima niega incluso la existencia de lo
sucedido (negacion total) o rebaja su importancia o gravedad (negacion
parcial) y actua como si nada hubiera ocurrido. Esta respuesta se encuentra
claramente influida por la reaccion del entorno ante el descubrimiento del
abuso y se acentua en funcion de las consecuencias que de ello se hayan
derivado (Daigneault, Hebert y Tourigny, 2006; Macfie, Cicchetti y Toth, 2001).

Se trata, por ello, de ensenar al menor estrategias adecuadas para superar el


malestar emocional. Relatar los abusos y, lo que es mas importante,
expresar los sentimientos y pensamientos experimentados permite el
desahogo emocional del menor, lo que supone romper con el secreto y el
sentimiento de aislamiento que lo acompana.

Por ello, en estos casos, es necesario ayudar al menor a reexperimentar las


emociones habidas, a reconocer la intensidad de las mismas y a
discriminarlas adecuadamente. Se trata de ensenarle que son reacciones
normales a una situacion fuera de lo normal. El objetivo ultimo es facilitar
que el menor digiera adecuadamente el atracon emocional que ha
experimentado y que es responsable de los sintomas existentes (Echeburua
y Guerricaechevarria, 2000).

A este respecto, el terapeuta puede recurrir a tecnicas como la escucha


activa, la narracion dirigida y/o cualquier estrategia que facilite la expresion
emocional del menor (dibujos, fichas, cuentos, juegos, etcetera), todo ello en
funcion de su desarrollo evolutivo y de sus capacidades y recursos.

b) Sentimientos de culpa y verguenza

La culpa puede referirse a cuestiones diversas: la asuncion de la


responsabilidad de los abusos ("algo malo habre hecho yo"), la ocultacion y
el mantenimiento del secreto respecto a algo malo, cierto disfrute de una
relacion clandestina (juegos de mayores) o la obtencion de algun tipo de
privilegios (mayor atencion o regalos). Asimismo, la existencia de un proceso
judicial que puede conllevar una sancion legal grave al agresor es posible
que refuerce el sentimiento de culpa de la victima, especialmente si existia
un vinculo afectivo entre ambos.

La eliminacion de los sentimientos de culpa y de verguenza del menor se


aborda mediante tecnicas cognitivas encaminadas a reevaluar y modificar las
ideas distorsionadas que los producen para ajustarlas a la realidad de los
hechos. El menor debe comprender que el unico responsable de lo sucedido
es el agresor y ser consciente de los motivos que le han llevado a
permanecer en silencio hasta ahora. Todo ello puede llevarse a cabo
mediante la discusion racional, la exposicion a ejemplos o relatos
representativos y la lectura de materiales o de cuentos especificos y juegos.
La intervencion de la victima en el proceso judicial requiere una preparacion
especifica.

c) Sentimiento de estigmatizacion, tristeza y baja autoestima

La baja autoestima deriva de los sentimientos de estigmatizacion y de


indefension vinculados al abuso sexual, asi como de la tristeza sufrida por la
decepcion habida con el abusador. Al haber vivido el menor una situacion
fuera de lo normal, se puede sentir diferente al resto, malo o sucio y con una
mancha que nunca va a poder borrar.
Se trata de mejorar esta vision negativa del menor, resultado de la distorsion
de la imagen de si mismo. En primer lugar, el terapeuta debe hacer
consciente al menor de que el abuso sufrido constituye una experiencia
negativa de su pasado y de que, sin embargo, puede recuperarse y lograr
una vida nornal. Y en segundo lugar, hay que modificar los pensamientos
distorsionados y favorecer una imagen personal positiva y no estigmatizada
de la victima. El objetivo es integrar los aspectos positivos y negativos que
forman parte de su forma de ser, asi como potenciar la atencion selectiva a
las cualidades mientras se abordan las debilidades o defectos que puedan
solucionarse. Se trata, en definitiva, de ayudar a la victima a continuar
adelante con su vida (estudios, relaciones interpersonales, vida familiar,
etcetera), proyectandola hacia el futuro con una vision positiva (Echeburua,
2004).

d) Reexperimentacion emocional y evitacion cognitiva

Mas alla de un mero recuerdo, los menores pueden revivir las situaciones
abusivas sufridas intensa y frecuentemente. Esta reexperimentacion,
acompanada de una reaccion psicofisiologica de sobresalto, puede
presentarse en forma de pesadillas o de pensamientos o imagenes
recurrentes e invasivos. El malestar emocional generado puede llevar a la
victima a tratar de eludir y a enterrar en el olvido sus vivencias traumaticas
como un mecanismo protector. Sin embargo, lo conveniente en estos casos
no es la evitacion, sino lograr la integracion emocional de las experiencias
vividas en la historia vital de una forma gradual (Echeburua, 2004).

En muchos casos, el relato de las experiencias dolorosas, por parte del


menor, y la expresion de los sentimientos suele interrumpir los mecanismos
de negacion o evitacion, asi como facilitar la digestion de la situacion abusiva.
Sin embargo, cuando los sintomas de reexperimentacion persisten, es
necesario acompanar este desahogo emocional de tecnicas especificas de
exposicion en imaginacion, de manera que la victima consiga ordenar y
mantener cierto control sobre los recuerdos e imagenes. Para ello, se
elaboran jerarquias de secuencias que se exponen al menor de manera
gradual y segura en la compania tranquilizadora del terapeuta. Segun la
edad del menor, los dibujos o los munecos pueden facilitar esta tarea de
exposicion.

e) Ansiedad, miedos y conductas de evitacion


La mayoria de las victimas reaccionan con miedo y ansiedad tras una
situacion de abuso sexual. Aunque estas emociones pueden considerarse
como una reaccion adaptativa normal en una situacion de estres, pueden ser
tambien la base de futuros comportamientos inadecuados si se generalizan
a otras personas o situaciones no peligrosas e interfieren gravemente en la
vida cotidiana del nino.

Al igual que en los adultos, la autoexposicion gradual y en vivo a los


estimulos evocadores de ansiedad es la modalidad mas eficaz para hacer
frente a las respuestas de evitacion. Las tecnicas de exposicion, en el caso de
ser necesarias, consistiran en exponer a la victima a estimulos adaptativos y
no peligrosos (por ejemplo, dormir sola, salir a la calle o jugar con otros
ninos) que provocan respuestas de ansiedad y de evitacion en la vida
cotidiana. El terapeuta elaborara, junto al menor, la graduacion de las
situaciones a las que este se expondra paulatinamente, a veces con ciertas
ayudas (la distraccion cognitiva o llamar por movil al coterapeuta, por
ejemplo) y contara con la colaboracion de sus familiares para el desarrollo
gradual de las tareas de exposicion.

En cuanto a la reduccion del nivel de ansiedad, se puede incluir una tecnica


de relajacion, debido, principalmente, a que, ademas de disminuir la
ansiedad y facilitar el sueno, favorece la sensacion de control en las victimas
y propicia una autovaloracion mas positiva. De hecho, se cuenta en la
actualidad con un tipo de relajacion progresiva adaptado a ninos de
diferentes edades (cfr. Echeburua y Corral, 2009).

A veces la ansiedad se refiere al temor a acostarse (sobre todo cuando el


abuso tuvo lugar en la cama o en la habitacion del menor), que supone
soledad y oscuridad. En estos caso se requiere una adaptacion del
tratamiento para esta situacion (vease tabla 2).

f) Desconfianza en las relaciones afectivas e interpersonales La victima de


una experiencia traumatica pierde confianza en si misma, pero tambien en
los demas. El menor puede llegar a considerar al resto de personas, en unos
casos, como potencialmente peligrosas y, en otros, como ajenas o
insolidarias con su dolor (Echeburua, 2004). Por ello, la superacion de la
desconfianza de la victima hacia los demas requiere, en primer lugar, que el
nino aprenda a discriminar en quien puede confiar, sin llegar a establecer
generalizaciones erroneas. La propia relacion terapeutica con un adulto no
abusador constituye una oportunidad para el modelado de una relacion
sana.

La reevaluacion cognitiva desempena un papel muy importante en este


contexto. Una vez mas, se trata de normalizar los esquemas cognitivos que
se producen tras los abusos sexuales, lo que se debe llevar a cabo mediante
tecnicas diversas en funcion de la edad, la capacidad y los recursos
personales del menor. Ademas de la discusion racional de estos
pensamientos distorsionados, pueden utilizarse tecnicas de representacion
de papeles (role playing), fichas y materiales especificos orientados a
desarrollar sus habilidades sociales a fin de facilitar el exito del menor en sus
contactos interpersonales.

Si la victima es una adolescente e inicia una relacion de pareja, puede


mostrar pensamientos disfuncionales, como ser utilizada, por su pareja, a
nivel sexual o ser enganada, algo que el terapeta debe identificar y eliminar.

g) Hostilidad, rabia y agresividad

Al igual que en el caso de sus familiares, el menor tambien puede desarrollar


reacciones de ira como resultado de la decepcion, la frustracion y la
impotencia. Estas emociones pueden dar lugar a una personalidad hostil y
negativa y se pueden manifestar hacia el exterior, con conductas agresivas y
antisociales, o hacia el interior, mediante comportamientos autodestructivos,
tales como consumir drogas o comer en exceso.

El terapeuta debe ayudar al menor a expresar su rabia con procedimientos


constructivos. El entrenamiento en el control de la ira consta de tres fases
secuenciales (Canton y Cortes, 1997): a) la fase de preparacion cognitiva, en
la que se informa al menor sobre la naturaleza y funcion de la ira y se le
ayuda a entender los factores que la originan y la mantienen; b) la fase de
adquisicion de habilidades, en la que se le ensenan diferentes estrategias
para hacer frente a la ira (vease tabla 3); y c) la fase de aplicacion practica, en
la que se le expone al menor a estimulos provocadores de ira, siguiendo una
secuencia jerarquica, y se le insta a que utilice las estrategias aprendidas.

Asimismo, un entrenamiento en asertividad y habilidades sociales permite al


menor desarrollar las estrategias necesarias para reducir el grado de
conflictividad con sus iguales y mejorar sus relaciones interpersonales
(Flanagan, Allen y Henry, 2010).
h) Alteraciones en el area sexual

La sexualizacion traumatica puede manifestarse en forma de inhibicion


sexual, que podria llegar hasta una fobia o a la aversion al sexo, de
dificultades de identidad sexual y de hipersexualidad, que se refleja en
diversas conductas disfuncionales: sexualidad precoz, masturbacion
compulsiva, excesiva curiosidad sexual, promiscuidad sexual e incluso
aparicion de comportamientos abusivos hacia otros menores. En estos casos
se ha aprendido a disociar el sexo del afecto y a utilizarlo de una forma
instrumental.

La intervencion terapeutica requiere modificar actitudes negativas e ideas


distorsionadas sobre la sexualidad, asi como abordar mitos y falsas
creencias sobre las enfermedades de transmision sexual o la
homosexualidad. Merece especial mencion este ultimo punto, sobre todo en
el caso de ninos mayores o adolescentes varones que han sido victimas de
abuso por parte de un adulto de su mismo sexo y han experimentado algun
tipo de placer en esos contactos. Lo ocurrido no denota necesariamente una
orientacion homosexual ni supone un determinismo sobre su orientacion
sexual futura. Asimismo, el terapeuta debe incluir, tambien en los casos
precisos, el entrenamiento en habilidades de comunicacion con las personas
del sexo opuesto.

Si en chicas adolescentes con relaciones de pareja aparecen determinadas


disfunciones sexuales (falta de deseo sexual, anorgasmia o vaginismo) que
no remiten con la actuacion terapeutica senalada anteriormente, sera
necesario intervenir especificamente sobre ellas a traves de tecnicas
concretas, tales como el incremento de la propia conciencia sensorial, la
focalizacion sensorial con la pareja o el incremento de las fantasias eroticas
(Carrasco, 2002).

Por ultimo, cuando se trata de victimas varones, el terapeuta debe llevar a


cabo una intervencion psicoeducativa orientada a controlar el riesgo de que
la victima se convierta, con el paso del tiempo, en un agresor sexual,
mediante la discusion racional de posibles distorsiones (minimizaciones o
justificaciones de las conductas de abuso), el fomento de la empatia y un
entrenamiento en habilidades sociales. Si esto ya hubiera tenido lugar y los
comportamientos abusivos no hubieran desaparecido, se deberia desarrollar
un programa de tratamiento especifico orientado hacia el control de la
agresion sexual (Marshall y Serran, 2004).

Guia de actuacion

En los casos en los que se considera adecuado tratar directamente a la


victima, es conveniente intercalar ambas intervenciones (con el menor y con
sus familiares). La secuenciacion de los tratamientos va a venir marcada
inevitablemente por las caracteristicas y circunstancias propias de cada caso,
asi como por la toma de decisiones derivadas de la revelacion.

Una propuesta de guia de actuacion a nivel clinico figura en la tabla 4. Se


trata de un programa terapeutico amplio y flexible. La amplitud del
programa esta en funcion de la cantidad de aspectos psicopatologicos
generados por la situacion de abuso, asi como por las necesidades
detectadas en las victimas y sus familiares. Esta guia debe ser flexible y
adaptable a las dificultades y a los objetivos clinicos marcados, de manera
que se pueda aumentar o disminuir el numero de sesiones o bien
intensificar o prescindir de ciertos aspectos. Lo que se propone, como un
formato estandar, es un programa de 12-20 semanas de duracion, en el que
en las 3 primeras sesiones se trabaja exclusivamente con los familiares y, a
partir de ahi, en los casos precisos, se trata tambien a la victima, sin dejar de
hacerlo con los familiares, lo que supone, en estos casos, la existencia de 2
sesiones semanales (una para los familiares y otra para la victima), segun el
esquema propuesto en la tabla. Hay ocasiones en las que es preciso
complementar este programa con sesiones de terapia de pareja o de terapia
familiar en funcion de las circunstancias del caso.
Del mismo modo, la edad del menor tambien va a condicionar la
intervencion, tanto por el tipo de sintomatologia susceptible de tratamiento
como por las estrategias y habilidades terapeuticas requeridas. Asi, por
ejemplo, las conductas objetivo de la intervencion terapeutica son diversas
en las diferentes fases evolutivas: las estrategias de negacion y disociacion
en la etapa preescolar (3-6 anos); los sentimientos de culpa y verguenza en la
etapa escolar (6-12 anos); y las alteraciones de conducta en la adolescencia
(consumo abusivo de alcohol y drogas, promiscuidad sexual o aislamiento
social) (12-18 anos) (Echeburua y Guerricaechevarria, 2000).

En cuanto a las estrategias terapeuticas, la metodologia debe adaptarse al


nivel del desarrollo evolutivo del menor. Con ninos mas pequenos (o
mayores discapacitados mentales) resultan especialmente utiles los dibujos,
los juegos, la representacion de papeles y los cuentos o materiales didacticos
especificos. Con menores de mayor edad y mayores recursos cognitivos
puede recurrirse a estrategias mas verbales y elaboradas (discusion racional
y reevaluacion cognitiva, tecnicas de autoexposicion, relajacion, control de la
ira, etcetera).

Conclusiones
El abuso sexual no es, en si, un cuadro clinico ni supone necesariamente su
existencia (Ramirez y Fernandez Parra, 2011). Cuando si hay un trastorno, las
propuestas terapeuticas para menores victimas de abuso sexual infantil son
muy variadas (terapia de procesamiento cognitivo, terapias dinamicas de
juego, psicodrama o la desensibilizacion y el reprocesamiento por medio de
movimientos oculares rapidos), pero solo el enfoque cognitivo-conductual ha
mostrado resultados terapeuticos eficaces, tanto con el menor como con la
familia, para hacer frente a los sintomas postraumaticos y a los problemas
de conducta (Deblinger, Mannarino, Cohen, Runyon y Steer, 2010; Harvey y
Taylor, 2010; Hetzel-Riggin et al., 2007; Silverman et al., 2008).

La intervencion con victimas de abuso sexual debe tener como objetivo


prioritario garantizar la seguridad del menor y evitar la ocurrencia de nuevos
sucesos, lo que implica actuar tanto sobre la victima y sus familiares como
sobre el abusador, en un programa que puede oscilar entre 8 y 20 sesiones.
De este modo, la intervencion con los menores se emplea, por regla general,
en

conjuncion con los esfuerzos para reformar al abusador y potenciar la


capacidad de la familia para apoyar al menor (Corcoran y Pillai, 2008).

El tratamiento psicologico en el abuso sexual infantil debe ser integrador con


respecto a las personas tratadas (el menor y los familiares) y las areas
abordadas (las cogniciones, las emociones y las conductas alteradas). A su
vez, el tratamiento puede llevarse a cabo, a veces, de forma inmediata al
suceso traumatico, pero, en otras circunstancias, se rompe el pacto de
silencio y se solicita ayuda tiempo despues del abuso por diversos motivos
(conciencia del alcance de lo ocurrido, problemas de conducta, intento de
proteccion de hermanos menores, etcetera). Hay veces, incluso, en que la
busqueda de ayuda tiene lugar ya en la vida adulta, cuando la victima se
percata de las dificultades emocionales existentes, por ejemplo en el ambito
de la relacion de pareja (Echeburua, Corral, Zubizarreta y Sarasua, 1997;
Taylor y Harvey, 2010).

Los ambitos de intervencion con las victimas y sus familiares no se pueden


plantear como compartimentos estancos o universales ni en cuanto a su
contenido ni a su duracion. No todos los casos requieren abordar todas las
areas ni estas hay que secuenciarlas de la misma manera. Una intervencion
de estas caracteristicas ha de ser lo suficientemente flexible y adaptable a la
idiosincrasia de cada victima, a las caracteristicas y circunstancias de la
situacion, asi como a las necesidades especificas detectadas (por ejemplo,
convivencia actual del agresor con el menor, mayor o menor gravedad del
abuso, proteccion mas o menos eficaz por parte de la madre, etcetera)
(Vazquez Mezquita, 1995).

Hay veces en que la edad del menor o sus condiciones personales (una
discapacidad mental, por ejemplo) no permiten la introduccion de los
componentes cognitivos del programa propuesto. En estos casos, ademas de
la prevencion de la revictimizacion, algunas intervenciones sencillas en el
cuidado corporal, asi como la realizacion de ejercicio fisico y la implicacion en
actividades recreativas y sociales, facilitan la recuperacion del menor y, al
mismo tiempo, mejoran la imagen de uno mismo y estimulan la sensacion de
control.

Por ultimo, un reto de futuro es contar con indicadores objetivos que


permitan llevar a cabo una toma de decisiones adecuada entre las distintas
alternativas posibles y no necesariamente excluyentes: el tratamiento de la
victima, la salida del agresor del hogar, la separacion del menor de los
padres, el apoyo social a la familia o la terapia del agresor. Otro reto
importante es especificar el tipo de intervenciones dirigidas a ninos
preescolares, muy poco estudiadas hasta la fecha (Harvey y Taylor, 2010;
Silverman et al., 2008).

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Recibido: 11 de febrero de 2011

Aceptado: 17 de junio de 2011

Enrique Echeburua (1, 2) y Cristina Guerricaechevarria (1)

(1) Universidad del Pais Vasco; (2) Cibersam (Espana)

Correspondencia: Enrique Echeburua, Facultad de Psicologia, Avda. de


Tolosa, 70, 20018 San Sebastian (Espana). E-mail: enrique.echeburua@ehu.es
Tabla 1
Pautas urgentes de actuacion ante el abuso por parte de los
familiares del menor (Echeburua, Guerricaechevarria y Amor, 2002)

* Garantizar la terminacion de los abusos sexuales y la separacion


fisica entre la victima y el agresor.

* Asegurar, por parte de los cuidadores del nino --la madre


fundamentalmente--, la determinacion de protegerlo en adelante.
* Capacitar a la victima para informar de manera inmediata de
ulteriores episodios de abuso.

* Ensenar a la victima a identificar y comprender su propia


sexualidad y la del adulto de una forma sencilla y objetiva.

* Darle pistas claras e inequivocas de cuando un acercamiento de un


adulto tiene una intencionalidad erotica.

* Adiestrar al menor en tecnicas de evitacion de situaciones que


suponen un claro riesgo de abusos sexuales, segun las experiencias
pasadas.

* Ensenar al nino modos eficaces de asertividad para rechazar


peticiones no deseadas en el ambito erotico.

Tabla 2
Pautas para el tratamiento de los miedos asociados al irse
a dormir (Mas, 1995)

1. Crear un ambiente seguro para el nino: retirar detalles que


generen ansiedad y proporcionar objetos que le ayuden a ejercer un
cierto control sobre el ambiente (lampara de noche accesible, un
juguete favorito, etc.).

2. Instaurar un ritual tranquilizador a la hora de acostarse (tomar


un bano caliente, escuchar un cuento favorito, cantar una cancion).

3. Proporcionar al menor una serie de conductas incompatibles con


la ansiedad, con el fin de que las ponga en marcha en el momento en
que empieza a sentir desasosiego (ejercicios de relajacion,
autoinstrucciones, leer un cuento, etc.).

4. Ensenar a los padres a reconocer conductas de miedo inadecuadas


y a reforzar pautas de actuacion apropiadas en el nino para el
control de la ansiedad.

Tabla 3
Tecnicas terapeuticas frecuentemente utilizadas en el control de la ira
(Echeburua y Guerricaechevarria, 2000)

Tecnicas terapeuticas Indicaciones basicas

Suspension temporal 1. Identificar los indicios de ira.


2. Advertir a la otra persona implicada
(padres, hermanos,companeros, etc.).
3. Alejarse fisica y psicologicamente de la
situacion.
4. Regresar una vez calmado.
Distraccion cognitiva 1. No prestar atencion a los indicios de ira.
2. Ocupar su mente con otra actividad. Por
ejemplo:
- concentrarse en lo que ocurre a su alrededor.
- practicar un ejercicio fisico o mental.
- realizar respiraciones lentas y profundas.
Autoinstrucciones 1. Ensenar a los ninos a hablarse a si mismos
de otra manera. Por ejemplo:
- "voy a estar tranquilo"
- " que es lo que tengo que hacer?"
- "voy a distraerme cantando una cancion"
- "lo estoy consiguiendo" 2. Ensayar y
practicar las autoinstrucciones en situaciones
reales.

Tabla 4
Guia de tratamiento propuesta

Intervencion con los padres Intervencion con la victima


1a sesion
- Evaluar la situacion de
abuso, las consecuencias de la
revelacion y la reaccion de la
familia
- Proporcionar pautas urgentes
de actuacion-Proponer un plan
de intervencion
2a sesion
- Evaluar la afectacion de los
familiares y sus consecuencias
para la victima
- Valorar la necesidad de
tratamiento directo a la
victima
3a-4a sesion 1a sesion
- Asesoramiento psicoeducativo - Establecer una relacion terapeutica
positiva
- Plantear los objetivos generales de
la intervencion
- Proporcionar pautas urgentes de
actuacion
5a sesion 2a-3a sesion
- Evaluacion psicologica - Fase educativa-preventiva
6a-12a sesion 4a sesion
- Intervencion terapeutica - Evaluacion psicologica
5a-6a sesion
- Desahogo emocional
- Elaboracion cognitivo-emocional
del abuso
7a-14a sesion--Intervencion sobre
secuelas especificas
Sesiones conjuntas (terapia de Sesiones conjuntas (terapia familiar)
pareja o de familia)

Echeburua, Enrique^Guerricaechevarria, Cristina

Copyright: COPYRIGHT 2011 Fundacion VECA, Asociacion Psicologia


Iberoamericana de Clinica y Salud
http://www.psicologiaconductual.com/web/?lang=ENG
Cita de fuente (MLA 8)
Echeburua, Enrique, and Cristina Guerricaechevarria. "Tratamiento
psicologico de las victimas de abuso sexual infantil intrafamiliar: un enfoque
integrador." Behavioral Psychology/Psicologia Conductual, vol. 19, no. 2, 2011,
p. 469+. Gale OneFile: Psychology, https://link-gale-
com.ibero.basesdedatosezproxy.com/apps/doc/A314254322/PPPC?u=ibero&
sid=PPPC&xid=6f3d39b2. Accessed 28 Apr. 2020.

Número de documento de Gale: GALE|A314254322

Pasajes destacados:
Texto: ntrafamiliar es la forma mas frecuente de victimizacion en la infancia. Los
efectos del ASI son variables y estan mediados por diversos factores, algunos de ellos
relacionados con el abuso, tales como su frecuencia, gravedad y duracion, y otros
asociados a la fase evolutiva del menor y al medio familiar. Hay pruebas de que la
terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma es eficaz

Texto: Hay tambien algunas sugerencias para el tratamiento segun la edad de los
menores y sobre como establecer la secuencia temporal del programa con las victimas
y los familiares. La investigacion futura deberia contar con grupos de control y
seguimientos a largo plaz

Texto: El abuso sexual infantil es un fenomeno que tradicionalmente se ha mantenido


oculto y que, aunque en la actualidad despierta un creciente interes y una enorme
preocupacion, aun permanece invisible en la gran mayoria de los casos

Texto: el abuso sexual sufrido en la infancia y la aparicion de alteraciones emocionales


o de comportamientos sexuales inadaptados en la vida adulta

Texto: la victima, sobre todo cuando el agresor es un miembro de la misma familia y


cuando se ha producido una violacion.

Texto: abuso sexual son similares a las de otro tipo de agresiones. De este modo, mas
que respuestas concretas a sucesos traumaticos especificos, los diferentes tipos de
victimizacion (castigo fisico, abuso sexual, abandono emocional, etcetera) pueden dar
lugar a sintomas y pautas de conductas similares en ninos de la misma edad.
Texto: la reanudacion de la vida cotidiana son suficientes como factor de proteccion al
menor. El papel del terapeuta en estos casos puede limitarse a servir de orientacion y
apoyo a la familia y a evaluar periodicamente el desarrollo psicologico del menor
(Horno, Santos y Molino, 2001).

Texto: ntervencion con la familia Independientemente de la edad del menor o de las


medidas urgentes psicosociales o judiciales que deban adoptarse para proteger a la
victima, la intervencion psicologica con los familiares es imprescindible.

Texto: . La intervencion terapeutica debe, por tanto, ir orientada a garantizar su


capacidad para supervisar la evolucion del menor, dotarle de seguridad y ensenarle
estrategias de afrontamiento adecuadas, asi como a superar los efectos psicologicos
que ellos mismos padezcan.

Texto: abuso puede llegar a ser mas intensa que la del propio menor, sobre todo en el
caso de que la madre tenga que afrontar el hecho de que su pareja ha abusado de su
hija. Todo ello puede generar una sintomatologia ansioso-depresiva (culpa, verguenza,
miedo, colera

Texto: Sentimientos de culpa, de fracaso e incapacidad y de estigmatizacion La


sensacion de fracaso como padres en su funcion de proteccion del menor

Texto: Las relaciones familiares pueden verse afectadas por una multitud de
sentimientos encontrados. Asi, la victima puede sentirse culpable por haber mantenido
oculto el abuso , pero al mismo tiempo responsabilizar a las figuras cercanas por no
haberse percatado de la situacion abusiva y no haberla protegido.

Texto: el abuso , se convierte en un estimulo aversivo, lo que puede llevar a una


ausencia de contactos sexuales o a unos coitos meramente mecanicos. Como
complemento de la terapia de pareja, se puede llevar a cabo una terapia sexual

Texto: un abuso cronico intrafamiliar que ha tenido lugar sin su conocimiento o


sospecha. Se trata de explicar la dinamica del proceso abusivo, la ambivalencia de la
victima respecto al abusador (el pacto de silencio establecido)

Texto: Sentimientos de culpa y verguenza


Texto: Ansiedad, miedos y conductas de evitacion

Texto: La mayoria de las victimas reaccionan con miedo y ansiedad tras una situacion
de abuso sexual. Aunque estas emociones pueden considerarse como una reaccion
adaptativa normal en una situacion de estres

Texto: los adultos, la autoexposicion gradual y en vivo a los estimulos evocadores de


ansiedad es la modalidad mas eficaz para hacer frente a las respuestas de evitacion.
Las tecnicas de exposicion, en el caso de ser necesarias, consistiran en exponer a la
victima a estimulos adaptativos y no peligrosos (por ejemplo, dormir sola, salir a la
calle o jugar con otros ninos) que provocan respuestas de ansiedad y de evitacion en la
vida cotidiana.

Texto: La sexualizacion traumatica puede manifestarse en forma de inhibicion sexual,


que podria llegar hasta una fobia o a la aversion al sexo, de dificultades de identidad
sexual y de hipersexualidad, que se refleja en diversas conductas disfuncionales:
sexualidad precoz, masturbacion compulsiva, excesiva curiosidad sexual, promiscuidad
sexual e incluso aparicion de comportamientos abusivos hacia otros menores.

Texto: La amplitud del programa esta en funcion de la cantidad de aspectos


psicopatologicos generados por la situacion de abuso , asi como por las necesidades
detectadas en las victimas y sus familiares.

Texto: La intervencion con victimas de abuso sexual debe tener como objetivo
prioritario garantizar la seguridad del menor y evitar la ocurrencia de nuevos sucesos,
lo que implica actuar tanto sobre la victima

Texto: Por ultimo, cuando se trata de victimas varones, el terapeuta debe llevar a cabo
una intervencion psicoeducativa orientada a controlar el riesgo de que la victima se
convierta, con el paso del tiempo, en un agresor sexual, mediante la discusion racional
de posibles distorsiones (minimizaciones o justificaciones de las conductas de abuso )

Texto: Merece especial mencion este ultimo punto, sobre todo en el caso de ninos
mayores o adolescentes varones que han sido victimas de abuso por parte de un adulto
de su mismo sexo y han experimentado algun tipo de placer en esos contactos.
Malos tratos infantiles: representaciones sociales de la
poblacion general y de los profesionales del ambito de la
infancia en el caribe colombiano
Authors: Julia Simarra, Joaquin de de Paul and Cesar San Juan
Fecha: Aug. 2002
From: Child Abuse and Neglect(Vol. 26, Issue 8)
Publisher: Elsevier Science Publishers
Tipo de documento: Abstract
Length: 318 words

Resumen:

Objetivo: El presente articulo tiene como objetivo conocer las


representaciones sociales que los sujetos de la poblacion general y los
profesionales que trabajan en el ambito de la infancia residentes en el Caribe
colombiano tienen sobre la severidad, las causas, y las estrategias de
intervencion en situaciones de maltrato infantil.

Metodo: La muestra estuvo compuesta por un total de 402 sujetos


pertenecientes a la poblacion general (n = 196), que trabajaban en el sistema
de proteccion infantil (n = 111) y que trabajaban en el ambito de la infancia
pero no relacionado con la proteccion infantil (n = 95). Todos los sujetos
completaron un cuestionario compuesto por 86 items disenado para evaluar
la severidad asignada a las diferentes tipologias de maltrato y la opinion
sobre sus causas y las medidas mas adecuadas de intervencion en casos de
maltrato fisico y abuso sexual.

Resultados: Los tres grupos de sujetos consideran al abuso sexual como la


tipologia mas severa de maltrato y valoran el maltrato emocional como mas
severo que el maltrato fisico. Los profesionales de la proteccion infantil se
diferencian de los sujetos de la poblacion general en que asignan con mayor
frecuencia la causa del maltrato a las caracteristicas de los padres, del
contexto familiar y socioeconomico. Los tres grupos de sujetos consideran la
prevencion y el tratamiento como las alternativas mas adecuadas de
intervencion frente al maltrato fisico.
Conclusiones: Los resultados de esta investigacion parecen indicar que los
sujetos de la poblacion general y los profesionales relacionados con la
infancia en el Caribe colombiano poseen una representacion del maltrato
infantil similar a la observada en otros paises. Destaca el hecho de que la
mendicidad infantil y la explotacion laboral son consideradas como
tipologias menos graves de maltrato. Ademas, resulta importante el hecho
de que los sujetos de la poblacion general conocen las instituciones
encargadas de la proteccion infantil.

Keywords: Child maltreatment; Child abuse and neglect; Social


representation

Cita de fuente (MLA 8)


Simarra, Julia, et al. "Malos tratos infantiles: representaciones sociales de la
poblacion general y de los profesionales del ambito de la infancia en el
caribe colombiano." Child Abuse and Neglect, vol. 26, no. 8, 2002, p. 815+. Gale
OneFile: Psychology, https://link-gale-
com.ibero.basesdedatosezproxy.com/apps/doc/A92404360/PPPC?u=ibero&si
d=PPPC&xid=b5bf4c90. Accessed 28 Apr. 2020.

Número de documento de Gale: GALE|A92404360

Pasajes destacados:
Texto: Todos los sujetos completaron un cuestionario compuesto por 86 items
disenado para evaluar la severidad asignada a las diferentes tipologias de maltrato y la
opinion sobre sus causas y las medidas mas adecuadas de intervencion en casos de
maltrato fisico y abuso sexual .

Texto: Los tres grupos de sujetos consideran al abuso sexual como la tipologia mas
severa de maltrato y valoran el maltrato emocional como mas severo que el maltrato
fisico. Los profesionales de la proteccion infantil se diferencian de los sujetos de la
poblacion general en que asignan con mayor frecuencia la causa del maltrato a las
caracteristicas de los padres, del contexto familiar y socioeconomico.

TRATAMIENTO PSICOLOGICO DE MUJERES VICTIMAS DE


AGRESIONES SEXUALES RECIENTES Y NO RECIENTES EN LA
VIDA ADULTA
Authors: Enrique Echeburua, Belen Sarasua, Irene Zubizarreta and Paz de
Corral
Fecha: May 2013
From: Behavioral Psychology/Psicologia Conductual(Vol. 21, Issue 2)
Publisher: Fundacion VECA, Asociacion Psicologia Iberoamericana de Clinica
y Salud
Tipo de documento: Article
Length: 7.251 words
Medición Lexile: 1570L

Resumen:

El objetivo del estudio fue evaluar un programa individual cognitivo


conductual, de 10 sesiones, para el tratamiento de mujeres victimas de
agresiones sexuales en la vida adulta. Participaron 138 victimas (107
recientes y 31 no-recientes), de las que 84 completaron el tratamiento. Se
evaluo a las participantes con la Escala de gravedad de sintomas del TEPT, el
STAI, el MFS-III, el BDI, el HDRS, la Escala de autoestima y la Escala de
inadaptacion. Se realizaron evaluaciones independientes en el
pretratamiento, en el postratamiento y en los seguimientos. La tasa de exito
en la disminucion de sintomas del TEPT fue del 100%, del 65,6% en el
malestar emocional y del 60% en la evitacion sexual. Los resultados se
mantuvieron a los 12 meses. La tasa de exitos fue alta en ambos grupos,
pero inferior en el de las no-recientes en los seguimientos de los 3 y 12
meses. Hubo un nivel alto de abandonos en las victimas no-recientes. El
tratamiento propuesto fue eficaz, pero un reto de futuro es disenar
estrategias motivacionales para el tratamiento y mejorar la terapia para las
victimas no recientes.

Palabras clave: mujeres adultas victimas de agresiones sexuales, victimas


recientes y no recientes, tratamiento psicologico, resultados a largo plazo.

The purpose of this study was to evaluate an individual 10-session cognitive-


behavioral programme for the treatment of adult female victims of sexual
assault. 138 Victims (107 recent and 31 non-recent victims) participated in
the study voluntarily, and 84 completed treatment. Participants were
assessed with the PTSD Severity Scale, the STAI, the MFS-III, the BDI, the
HDRS, the Self-Esteem Scale and the Misadjustment Scale. Independent
assessments were made at pretreatment, post-treatment and 1, 3, 6 and 12-
month follow-up. In the treatment completers the success rate in PTSD was
of 100% and of 65.6% and 60%, respectively, in emotional trouble and in
sexual avoidance at the post-treatment assessment. The results were
maintained at 12-month follow-up. When recent and non-recent victims were
compared, the success rate was high in both groups, but slightly lower
among the non-recent victims at 3- and 12-month follow-up. However, the
drop-out rate among non-recent victims was rather high. The proposed
treatment was effective, but a future challenge is to design motivational
strategies for treatment and to improve the therapy for non-recent victims.

Key words: adult female victims of sexual assault, recent and non-recent
victims, psychological treatment, long-term outcome.

Texto completo:

Psychological treatment of recent and non-recent adult female victims of


sexual assault

Introduccion

Si bien cualquier persona puede ser victima de una agresion sexual, son las
mujeres quienes padecen en mayor medida esta conducta violenta. De
hecho, cerca de un 15% de la poblacion femenina sufre alguna agresion
sexual a lo largo de su vida (Campbell y Wasco, 2005; Vickerman y Margolin,
2009).

La victimizacion--el hecho de ser victima de un suceso violento--puede causar


unas repercusiones psicologicas muy negativas en la estabilidad emocional
de las personas afectadas, especialmente en el caso de las mujeres
agredidas sexualmente en la vida adulta o en la infancia (Cortes, Canton-
Cortes y Canton, 2011; Echeburua y Guerricaechevarria, 2011; Pico-Alfonso,
Echeburua y Martinez, 2008). Asi, el desarrollo del trastorno de estres
postraumatico (TEPT) como consecuencia de cualquier conducta violenta lo
experimenta el 25% de todas las victimas, pero este porcentaje puede
ascender hasta el 50-60% en el caso de las mujeres agredidas sexualmente
(Echeburua, Corral, Amor, Zubizarreta y Sarasua, 1997).

El TEPT suele ser mas grave y duradero cuando el suceso sufrido es muy
intenso o cuando la victima es vulnerable psicologicamente y no cuenta con
un apoyo familiar y social adecuado. La intensidad de los sintomas
inmediatamente tras la agresion es un predictor del funcionamiento de las
victimas a largo plazo (Resnick, Acierno, Amstadter, Self-Brown y Kilpatrick,
2007). Ademas (o en lugar) del TEPT, las victimas de agresiones sexuales
pueden sufrir un malestar emocional profundo (ansiedad, depresion,
sentimientos de culpa) y conductas de evitacion sexual. Sin embargo, los
estudios disponibles hasta la fecha se han centrado fundamentalmente en el
tratamiento del TEPT (Foa et al., 2005; Foa y Rothbaum, 1998; Resick et al.,
2008; Rothbaum, Astin y Marsteller, 2005), sin prestar atencion
especificamente a otros problemas existentes, como la sintomatologia
ansioso-depresiva o los problemas sexuales.

En cuanto al tratamiento, se cuenta actualmente con recursos terapeuticos


eficaces para hacer frente a la psicopatologia generada por una agresion
sexual, especialmente cuando la victima dispone de una red de apoyo
familiar y social y se controlan los problemas derivados de la victimizacion
secundaria. Sin embargo, son pocos los estudios recientes de revision
actualmente existentes que hagan una valoracion critica de los tratamientos
utilizados hasta la fecha (Taylor y Harvey, 2009; Vickerman y Margolin, 2009).

En general, segun el metaanalisis de Taylor y Harvey (2009), la terapia


psicologica consigue reducir los efectos psicopatologicos, especialmente el
TEPT, en las victimas de agresiones sexuales. Estos efectos beneficiosos
tienden a mantenerse a los 6-12 meses del tratamiento. En cuanto al
formato, hay una superioridad de la terapia individual sobre la terapia grupal
y de las terapias estructuradas y relativamente intensivas (10-16 sesiones)
sobre las terapias breves de apoyo. Respecto a las modalidades terapeuticas,
segun el metaanalisis de Vickerman y Margolin (2009), los tratamientos
cognitivo conductuales son los que cuentan con un mayor apoyo empirico.
Mas especificamente, la exposicion prolongada (EP) (Foa et al., 2005) y la
terapia de procesamiento cognitivo (TPC) (Resick et al., 2008), se han
mostrado eficaces, seguidas por el entrenamiento en inoculacion de estres
(EIS) (Veronen y Kilpatrick, 1983) y la desensibilizacion por movimiento ocular
y reprocesamiento (DMO) (Rothbaum et al., 2005; Shapiro, 1995). La EP, la
TPC y la DMO implican una exposicion a los recuerdos traumaticos o a las
escenas relacionadas con el trauma. En la TPC, en la DMO y en el EIS se
incluyen otros componentes, como la reestructuracion cognitiva en la TPC, la
desensibilizacion por movimientos oculares en la DMO o la ensenanza de
habilidades de afrontamiento en el EIS. La EP y la EIS incluyen tambien una
exposicion a los miedos y a las situaciones evitadas que interfieren
negativamente en la vida cotidiana de las victimas (Foa, Keane y Friedman,
2003).

Una limitacion de los estudios efectuados es que las propuestas terapeuticas


presentadas son muy diversas y que, al mismo tiempo, tienen componentes
que se solapan entre si, como es el caso de la exposicion en la EP y en la
DMO o el de la reestructuracion cognitiva, en el de la TPC y el EIS. Como
senalan Vickerman y Margolin (2009), algunos problemas adicionales son
que los seguimientos no son largos y que las victimas estudiadas son
heterogeneas en las diversas investigaciones. Asi, algunos estudios se han
centrado en las victimas recientes de una agresion sexual (Echeburua y
Corral, 2007; Echeburua, Corral, Sarasua y Zubizarreta, 1996; Foa, Zoellner y
Feeny, 2006; Kilpatrick y Calhoum, 1988; Resnick et al., 2007), pero la mayoria
de los estudios han tenido como objetivo a victimas con sintomas cronicos
que han sufrido la agresion al menos tres meses antes. En otros casos se
han analizado victimas adultas con sintomas cronicos, pero se han mezclado
victimas con agresiones sufridas hace unos meses con victimas que han
sufrido violencia sexual en la infancia (Echeburua, Corral, Zubizarreta y
Sarasua, 1997).

Por ello, el principal objetivo de este estudio es poner a prueba un programa


terapeutico integrador de tipo cognitivo conductual con victimas
homogeneas de agresiones sexuales, en donde se incluyen tecnicas de
exposicion, reestructuracion cognitiva y habilidades de afrontamiento, asi
como valorar su eficacia con un seguimiento a largo plazo (un ano). Un
segundo objetivo es evaluar los resultados del programa no solo en funcion
del TEPT, sino tambien de otro tipo de variables (malestar emocional y
conductas de evitacion sexual). Y un tercer objetivo, dada la escasez de
informacion al respecto, es establecer la eficacia diferencial del programa en
adultos victimas recientes y no recientes de agresiones sexuales. A efectos
de homogeneizar la muestra, se han excluido las victimas adultas de
violencia sexual en la infancia y las de acoso sexual en el trabajo, ya
abordadas en otros estudios (Sarasua, Echeburua, Zubizarreta y Corral, 1998;
Sarasua, Zubizarreta, Corral y Echeburua, 2013), asi como las victimas de una
agresion sexual por parte de su pareja en el marco de una relacion de
maltrato (Sarasua, Zubizarreta, Echeburua y Corral, 2007) porque tienen un
perfil diferenciado.
Metodo

Participantes

La muestra total de este estudio consta de 138 mujeres que han sufrido una
agresion sexual en la vida adulta y que han acudido en busca de un
tratamiento psicologico al Centro de Asistencia Psicologica para Victimas de
Violencia de Genero de la Diputacion Foral de Alava (Pais Vasco). En dicho
centro se desarrolla un programa de tratamiento especifico para victimas de
agresiones sexuales desde 1990 y la atencion es gratuita para las pacientes.

Los criterios de seleccion han sido los siguientes: a) ser mujer mayor de 18
anos y haber sido victima de una agresion sexual en la vida adulta; b) no
haber sufrido la agresion por parte de su pareja ni haber estado expuesta a
un acoso sexual en el trabajo; c) no sufrir actualmente un proceso de
victimizacion ni un trastorno mental grave y d) acceder voluntariamente a la
participacion en el estudio tras haber sido ampliamente informada, con la
firma de una hoja de consentimiento.

La muestra preseleccionada abarco a las 158 mujeres que habian acudido al


programa. Sin embargo, 11 fueron excluidas por haber sufrido una agresion
sexual por parte de su pareja, 6 por haber estado expuestas a un acoso
sexual en el trabajo y 3 por padecer un trastorno mental grave (depresion
mayor). La muestra seleccionada finalmente fue, por tanto, de 138 mujeres.

El conjunto de victimas seleccionadas se dividio en dos grupos segun el


tiempo transcurrido desde la agresion, con un punto de corte de 12
semanas, a efectos de establecer una diferencia entre las victimas recientes
(VR) (n= 107; el 77,5%) y las victimas no recientes (VNR) (n= 31; el 22,5%). El
tiempo medio tras la agresion en las VR fue de 4,3 semanas (DT= 3,30; rango:
2-12) y el de las VNR fue de 206,32 semanas (3,96 anos; DT= 5,2; rango: 0,5-
25).

Respecto a las caracteristicas demograficas de la muestra total, las victimas


eran mujeres jovenes, con una edad media de 27,4 anos (DT= 8,7; rango: 18-
58), no tenian pareja en una mayoria de los casos (n= 85; el 61,6%), eran de
nacionalidad espanola (n= 108; el 78,3%) y pertenecian a un nivel
socioeconomico medio (n= 84; el 60,9%).

Instrumentos
* "Entrevista semiestructurada para victimas de agresiones sexuales"
(Echeburua, Corral, Zubizarreta y Sarasua, 1995). Es un instrumento que
evalua la historia de victimizacion sexual, la percepcion de amenaza a la vida
y las consecuencias juridico-penales. Asimismo permite identificar la reaccion
del entorno familiar, los recursos de apoyo existentes, la victimizacion
secundaria y el sentimiento de culpa. Por ultimo, se reflejan las
caracteristicas sociodemograficas, los antecedentes psicopatologicos, la
existencia de sucesos estresantes en el ultimo ano y el estado de salud de las
victimas.

* "Escala de gravedad de sintomas del trastorno de estres postraumatico"


(EGS; Echeburua et al., 1997). Es una escala heteroaplicada que evalua la
gravedad e intensidad de los sintomas de este trastorno segun los criterios
diagnosticos del DSM-IV-TR (APA, 2000) en victimas de diferentes sucesos
traumaticos. Esta escala esta estructurada en un formato de tipo Likert, de 0
a 3, segun la frecuencia e intensidad de los sintomas y consta de 17 items
que corresponden a los criterios diagnosticos (5 hacen referencia a los
sintomas de reexperimentacion, 7 a los de evitacion y 5 a los de activacion).
El rango oscila de 0 a 51 en la escala global, de 0 a 15 en la subescala de
reexperimentacion, de 0 a 21 en la de evitacion y de 0 a 15 en la de
activacion. Es una escala con una eficacia diagnostica muy alta (95,45%) si se
establece un punto de corte global de 15 y unos puntos de corte parciales de
5 (con 2 puntos, al menos, en un sintoma), 6 (con 2 puntos, al menos, en tres
sintomas) y 4 (con dos puntos, al menos, en dos sintomas) en la subescalas
de reexperimentacion, evitacion y activacion, respectivamente. Las
propiedades psicometricas son muy satisfactorias (Echeburua et al., 1997).

* "Inventario de ansiedad-estado" (State-Trait Anxiety Inventory, STAI;


Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970), version espanola de TEA (1982). Es un
autoinforme que consta de 20 items relacionados con la ansiedad-rasgo y de
otros 20 relacionados con la ansiedad-estado. El rango de puntuaciones
oscila de 0 a 60 en cada escala. El punto de corte elegido para la poblacion
femenina en el STAI-Estado es de 31 (correspondiente al percentil 75). La
fiabilidad test-retest es de 0,81 en la escala de ansiedad-rasgo, bastante mas
alta, como es logico, que en la de ansiedad-estado (r= 0,40). La consistencia
interna varia de 0,83 a 0,92. Por otra parte, la validez convergente con otras
medidas de ansiedad oscila entre 0,58 y 0,79.
* "Inventario de depresion de Beck" (Beck Depression Inventory, BDI; Beck,
Rush, Shaw y Emery, 1979), version espanola de Vazquez y Sanz (1997). Es un
autoinforme de 21 items (rango: 0-63 puntos) que mide la intensidad de los
sintomas depresivos y da mas importancia a los componentes cognitivos de
la depresion que a los conductuales y somaticos. El punto de corte mas
utilizado para discriminar entre poblacion sana y aquejada de sintomatologia
depresiva es de 18 (Beck, Brown y Steer, 1996). El coeficiente de fiabilidad
por el metodo de las dos mitades es de 0,93. Desde la perspectiva de la
validez convergente, la correlacion con la evaluacion clinica de la depresion
oscila entre 0,62 y 0,66.

* "Escala de valoracion de la depresion" (Hamilton Depression Rating Scale,


HDRS; Hamilton, 1960), version espanola de Conde y Franch (1984). Es un
instrumento heteroaplicado que evalua la sintomatologia depresiva,
especialmente en los componentes somaticos y conductuales. Se suele
utilizar como medida complementaria al BDI. El punto de corte establecido
es de 18 puntos. Las propiedades psicometricas son satisfactorias--tiene una
fiabilidad entre observadores de 0,90 y el coeficiente de validez convergente
es de 0,60y, ademas, es muy sensible a los cambios terapeuticos.

* "Cuestionario de miedos modificado" (Modified Fears Scale, MFS-III;


Veronen y Kilpatrick, 1980). Este instrumento esta basado en el "Cuestionario
de miedos" (Fears Scale; Wolpe y Lang, 1964) y cuenta con una subescala
especifica de 45 items de miedos referidos a la agresion sexual, que es la que
se ha utilizado en esta investigacion y que esta estructurada en un formato
de tipo Likert (de 1 a 5) en funcion del nivel de malestar que produce cada
situacion. El rango total de esta subescala es de 45 a 225. La fiabilidad test-
retest es de 0,60 a 0,74. La consistencia interna oscila entre 0,81 y 0,94.
Desde la perspectiva de la validez discriminante, este instrumento discrimina
adecuadamente entre las victimas y las no victimas durante, al menos, tres
anos despues de la agresion sexual. La version espanola de este cuestionario
se puede encontrar en Echeburua et al., 1995.

* "Escala de autoestima" (Self-Esteem Scale, EAE; Rosenberg, 1965). Esta


escala tiene por objetivo evaluar el grado de satisfaccion que tiene una
persona consigo misma. Este autoinforme consta de 10 items generales que
puntuan de 1 a 4 en una escala de tipo Likert (rango: 10-40 puntos). El punto
de corte en la poblacion adulta es de 29, con una puntuacion tanto mayor
cuanto mayor es la autoestima. La fiabilidad test-retest es de 0,85 y el
coeficiente alfa de consistencia interna es de 0,92. La validez convergente y la
validez discriminante son asimismo satisfactorias. La version espanola de
esta escala se puede encontrar en Echeburua y Corral (1998).

* "Escala de inadaptacion" (IG; Echeburua, Corral y Fernandez-Montalvo,


2000). Es un autoinforme que consta de 6 items (rango: 0-30) y mide el grado
en que la situacion de maltrato afecta a diferentes areas de la vida cotidiana
(trabajo, vida social, tiempo libre, relacion de pareja o posibilidad de tenerla y
relacion familiar), asi como tambien a nivel global. El punto de corte
establecido es de 12 en la escala total y de 2 en cada uno de los items, con
una puntuacion tanto mayor cuanto mayor es la inadaptacion. En esta
investigacion se ha utilizado el item que refleja el grado de inadaptacion
global a la vida cotidiana (rango: 0-5 puntos). Las propiedades psicometricas
de fiabilidad y validez han resultado satisfactorias y estan descritas en
Echeburua et al., 2000.

Procedimiento

El programa de evaluacion y tratamiento fue elaborado conjuntamente por


los cuatro firmantes del trabajo y se puso a prueba por primera vez en dos
estudios-piloto con 20 victimas de agresiones sexuales cada uno aquejadas
de un trastorno de estres postraumatico agudo y cronico, respectivamente
(Echeburua et al., 1996; Echeburua et al., 1997).

Las victimas participantes en esta investigacion fueron evaluadas en dos


sesiones. Asimismo se les explico el contenido del programa y firmaron la
hoja de consentimiento informado. En la primera sesion se obtuvieron los
datos relacionados con las caracteristicas biograficas y las circunstancias de
la agresion sexual y del apoyo social y familiar. En la segunda se evaluaron
los sintomas psicopatologicos. Las siguientes evaluaciones se realizaron en el
postratamiento y en los seguimientos de un mes, 3, 6 y 12 meses.

La evaluacion y el tratamiento se llevaron a cabo por un equipo de


psicologas clinicas con formacion en violencia de genero y con, al menos,
tres anos de experiencia clinica en terapia cognitivo conductual. Ademas, se
realizo una supervision por las directoras del programa, que cuentan con
una dilatada experiencia en el tratamiento de las victimas de agresiones
sexuales.
En esta investigacion no se ha recurrido a un grupo de control sin
tratamiento o de lista de espera, al haberse llevado a cabo en un centro
publico, donde se presta atencion psicologica de forma inmediata a las
victimas de agresiones sexuales que lo requieren.

MODALIDAD TERAPEUTICA

La modalidad terapeutica aplicada en esta investigacion ha sido un


tratamiento cognitivo conductual en formato individual que consta de 10
sesiones de una hora de duracion, con una periodicidad semanal y que tiene
una duracion aproximada de 2,5 meses. El programa consta de dos partes.
La primera se centra en los aspectos motivacionales y la segunda esta
dirigida a las consecuencias psicopatologicas derivadas de los sucesos
traumaticos vividos. La intervencion motivacional, que abarca las dos
primeras sesiones, esta orientada a transmitir empatia, favorecer la
percepcion de seguridad y proporcionar apoyo emocional a la victima. La
segunda parte esta dedicada al establecimiento de estrategias urgentes para
hacer frente al proceso juridico-penal y, mas especificamente, al tratamiento
de los sintomas psicopatologicos detectados, con tres niveles de intervencion
de una, 3 y 4 sesiones cada uno. Los componentes del programa, con la
distribucion de sesiones correspondiente y su articulacion en el conjunto del
tratamiento estan descritos en Echeburua et al. (1995) y se resumen en la
tabla 1.

Aunque el tratamiento psicologico tiene una estructura flexible, en funcion


de la intensidad de los sintomas psicologicos detectados y de su adaptacion
a cada victima, cabe destacar que, excepto el ultimo aspecto de la
intervencion del tercer nivel, se ha aplicado siempre en toda su extension.

Analisis de datos

Los analisis estadisticos se realizaron con el programa SPSS (version 15.0


para Windows). Para describir las caracteristicas de las muestras (las
variables biograficas e historia de victimizacion y las variables
psicopatologicas) y los resultados del tratamiento se ha llevado a cabo, por
un lado, un analisis de caracter descriptivo (medias, desviaciones tipicas y
porcentajes) y, por otro, para evaluar las diferencias en la comparacion de
los grupos, se han utilizado, como pruebas de contraste, la chi cuadrado de
Pearson para las variables cualitativas y la t de Student para las cuantitativas.
Por ultimo, para analizar los resultados del tratamiento se utilizo un analisis
de frecuencias y de comparacion de medias y se recurrio como prueba de
contraste a un analisis de varianza de un factor con medidas repetidas
(valores de F y t).

Resultados

Caracteristicas de la muestra

En cuanto al perfil demografico, los dos grupos eran homogeneos en todas


las variables estudiadas: edad (VR M= 27,1; DT= 8,7; rango: 18-58 y VNR M=
28,8; DT= 8,6; rango: 18-51) (t[136]= 0,971; ns), sin pareja (VR n= 67; 62,6% y
VNR n= 18; 58,1%) ([ji al cuadrado] [1]= 0,211; ns), espanolas (VR n= 83; 77,6%
y VNR n= 25; 80,6%) ([ji al cuadrado] [1]= 0,314; ns) y con un nivel economico
medio (VR n= 65; 60,8% y VNR n= 19; 61,3%) ([ji al cuadrado] [1]= 0,789; ns).

Respecto a las circunstancias de la agresion sexual, y por lo que se refiere a


la muestra total, la mitad de las victimas sufrieron una penetracion vaginal o
anal (51,4%), perpetrada, en una mayoria de los casos, por un desconocido
(55,1%) y sin la utilizacion de armas como medio coactivo (81,9%). Asimismo
casi la mitad de las victimas se sintio en peligro de muerte (49,3%), la
mayoria denunciaron el suceso (84,1%) y una de cada cuatro sufrio una
victimizacion secundaria (25,9%). En relacion con las diferencias
intergrupales, las VR sufrieron lesiones en una proporcion significativamente
mayor (34,6%) que las VNR (16,1%) ([ji al cuadrado] [1]= 3,865; p< 0,05) y
presentaron una denuncia mas frecuentemente (89,7%) que las VNR (64,5%)
([ji al cuadrado] [1]= 11,394; p< 0,01) (tabla 2).
En cuanto a las variables mas significativas relacionadas con la victima y con
el apoyo recibido, la gran mayoria no tenia otra historia de victimizacion
(80,4%) ni manifestaban problemas de consumo abusivo de alcohol u otras
drogas (91,3%) ni estuvieron expuestas a sucesos especialmente estresantes
en el ultimo ano (68,1%). Por otro lado, la mayor parte de ellas disponian de
apoyo social (72,5%) y familiar (85%), revelaron el suceso a los familiares o a
las personas allegadas (81,9%) y se sintieron creidas por ellos. En relacion
con las diferencias intergrupales, las VNR sufrieron otra historia de
victimizacion (32,3%) con mas frecuencia que las VR (16%) ([ji al cuadrado]
[1]= 4,093; p< 0,05) y estuvieron expuestas a sucesos estresantes en el ultimo
ano en una proporcion significativamente mayor (51,6%) que las VR (26,2%)
([ji al cuadrado] [1]= 7,165; p< 0,01). Asimismo las VNR disponian de menos
apoyo familiar y social en (68,25% y el 58,1%, respectivamente) que las VR
(89% y 76,6%, respectivamente) (tabla 3).

Sintomas psicopatologicos

Las variables psicopatologicas medidas en la evaluacion pretratamiento, que


abarco a 115 victimas de la muestra total (23 abandonaron el programa en la
primera sesion de evaluacion), son el trastorno de estres postraumatico y el
malestar emocional (sintomatologia ansioso-depresiva, inadaptacion a la
vida cotidiana y conductas de evitacion sexual).

Las victimas padecian un trastorno de estres postraumatico en el 44,3% (n=


51) de los casos evaluados y, desde una perspectiva dimensional,
presentaron un alto nivel de gravedad, con una puntuacion global (M= 31,21;
DT= 6,32) que dobla el punto de corte establecido. A efectos de comprobar la
fiabilidad entre observadores del diagnostico del TEPT con la EGS, se calculo
el coeficiente kappa, que fue mas bien alto (0,89). En relacion con las
diferencias intergrupales, no hubo diferencias significativas ni en presencia
del trastorno (VR n= 39; 44,3%; VNR n= 12; 44,4%) ([ji al cuadrado] [1]= 0,000;
ns) ni en el nivel de gravedad de los sintomas (VR M= 30,54; DT= 6,57; VNR
M= 33,42; DT= 5,05) (t[49]= -1,392; ns).

En cuanto al malestar emocional, el nivel de ansiedad era muy alto (STAI-E


M= 38,47; DT= 9,32), con miedos generalizados (MFS III M= 117,93; DT=
33,50), con temores perturbadores asociados directamente al suceso vivido o
a situaciones de vulnerabilidad y con preocupaciones relacionadas con la
agresion sufrida (tabla 4). Ademas, las victimas que tenian pareja en el
momento de la evaluacion psicopatologica (n= 44; 38,3%) evitaban mantener
relaciones sexuales en el 31,8% (n= 14) de los casos.

Asimismo las victimas mostraban una sintomatologia depresiva moderada


tanto en los componentes cognitivos (BDI M= 20,72; DT= 11,59) como
conductuales y psicofisiologicos (HDRS M= 23,70; DT= 11,73), con
sentimientos de culpa presentes en mas de un tercio de los casos (n= 54;
39,1%), con una autoestima moderada (EAE M= 28,23; DT= 6,08) y con
dificultades globales de adaptacion a la vida cotidiana (IG M= 3,5; DT= 1,11).
En cuanto a las diferencias intergrupales, no hay diferencias significativas en
relacion con las medidas de ansiedad, depresion e inadaptacion global: STAI
VR M= 38,50 (DT= 9,39); VNR M= 38,41 (DT= 9,26) (t[113]= 0,045; ns); BDI VR
M= 20,18 (DT= 11,72); VNR M= 22,48 (DT= 11,28) (t[113]= -0,901; ns); HRS M=
23,62 (DT= 11,54); VNR M= 23,96 (DT= 12,52) (t[113]= -0,130; ns) e IG VR M=
3,50 (DT= 1,11); VNR M= 3,67 (DT= 1,10) (t[113]= -0,681; ns). Sin embargo, la
autoestima era mas alta en las VR, M= 28,86 (DT= 6,12), que en las VNR, M=
26,18 (DT= 5,58) (t[113]= 2,030; p< 0,05).

Por ultimo, el 60% (n= 69) del total de victimas presentaron un grado de
malestar clinicamente significativo, independientemente del tiempo
transcurrido, cuando se valoraba conjuntamente el nivel de ansiedad, de
depresion e inadaptacion, atendiendo a los puntos de corte de los
instrumentos utilizados ([mayor que o igual a] 24 en el STAI-E; [mayor que o
igual a] 8 en el BDI y [mayor que o igual a] 3 en la IG). Los dos grupos
estudiados son homogeneos en esta variable: VR (57,95%; n= 51) y VNR
(66,7%; n= 18) ([ji al cuadrado] [1]= 0,653; ns).

Resultados del tratamiento


Con relacion a los rechazos y abandonos, en la muestra total (n= 138) hubo
23 pacientes (16,7%) que rechazaron el tratamiento propuesto, despues de
haberselo explicado. No hubo diferencias significativas entre uno y otro
grupo: 19 en el de las VR (17,8%) y 4 en el de las VNR (12,9%) ([ji al cuadrado]
[1]= 0,408; ns). De todas las victimas que iniciaron el programa de
intervencion (n= 115), hubo 84 (73%) que lo completaron (69 VR, el 78,4%, y
15 VNR, el 55,6%) y 31 (27%) que lo abandonaron prematuramente (19 VR, el
21,6%, y 12 VNR, el 44,4%). Las VNR abandonaron el tratamiento en un
porcentaje significativamente mayor (n= 12; 44,4%) que las VR (n= 19; 21,6%)
([ji al cuadrado] [1]= 5,480; p< 0,05).

Respecto al exito con el tratamiento, en este estudio se ha utilizado un


indicador multiple de exito terapeutico: desaparicion del TEPT (puntuacion
<15 en la EGSj, superacion del malestar emocional clinicamente significativo
(segun los puntos de corte de las siguientes medidas: puntuacion <24 en el
STAI-E, <18 en el BDI y <3 en la IG) y normalizacion de la conducta sexual.

La tasa de exitos en la evaluacion postratamiento en relacion con el TEPT en


la muestra total de victimas que finalizaron el programa (36 de las 51 que
manifestaban este cuadro clinico al comienzo de la terapia) es del 100%. Si
bien hay una perdida total de 4 sujetos (11,1% sobre el total de los casos
tratados con TEPT) en los diversos controles de seguimiento, la tasa de exitos
es alta, se mantiene constante en los diferentes momentos de la evaluacion
y llega hasta un 88,9% (n= 32) en el ultimo seguimiento de los 12 meses. No
hay diferencias entre ambos grupos, excepto en el seguimiento de los 3
meses, en donde el grupo de las VNR obtiene resultados algo inferiores
(tabla 5).

A su vez, la tasa de exitos de la muestra total en la evaluacion


postratamiento respecto al malestar emocional es del 65,6% (es decir, de las
48 victimas que sufrian malestar clinico al comienzo de la terapia 31 lo
superaron) y el 35,4% (n= 17) mantenian algun tipo de sintomatologia. La
tasa de exitos aumenta de forma progresiva en los distintos controles de
seguimiento hasta llegar al 87,5% a los 12 meses, a pesar de las perdidas
habidas (n= 6; el 12,5% del total) en los seguimientos. Hay algunas
diferencias entre ambos grupos en los seguimientos de los 3 y 12 meses, en
donde el grupo de las VNR obtiene resultados inferiores (tabla 6).

Por ultimo, en cuanto a la normalizacion de la conducta sexual en la muestra


total, la tasa de exitos ha sido relativamente alta en las pacientes que han
completado el tratamiento (60%). La tasa de exitos aumenta de forma
progresiva hasta un 90% a partir del seguimiento de los 3 meses. El tamano
de la muestra en esta variable ha sido reducido (n= 10) porque muchas de
las victimas o no tenian pareja (n= 72; 62,8%) o no presentaban este
problema en la evaluacion pretratamiento (n= 30; 69,8%). Por ello, no se
presentan los resultados atendiendo a la comparacion de los dos grupos por
carecer de relevancia en el analisis estadistico (tabla 7).

Desde una perspectiva dimensional, en las tablas 8 y 9 se muestran las


medias y las desviaciones tipicas de todas las medidas utilizadas en las
diversas evaluaciones y los resultados de la comparacion de los dos grupos,
asi como los valores de Fy t en el Anova de medidas repetidas de cada grupo.
En ambos grupos y en todas las variables estudiadas se pone de manifiesto
una mejoria entre las evaluaciones pre y postratamiento, que se mantiene
constante e incluso aumenta hasta el seguimiento de los 12 meses.

Discusion

En esta investigacion se ha estudiado a 138 mujeres victimas de agresiones


sexuales en la vida adulta en tratamiento. Se trata, por tanto, de una
muestra amplia y representativa de mujeres jovenes (en torno a 25-30 anos),
de nivel economico medio, que buscaban ayuda terapeutica porque
mostraban un malestar emocional intenso que desbordaba sus recursos
psicologicos de afrontamiento y que interferia negativamente en su vida
cotidiana. Ademas, la victimizacion secundaria era relativamente frecuebuso
nte.

El programa de evaluacion y tratamiento fue elaborado conjuntamente por


los cuatro firmantes del trabajo y se puso a prueba por primera vez en dos
estudios-piloto con 20 victimas de agresiones sexuales cada uno aquejadas
de un trastorno de estres postraumatico agudo y cronico, respectivamente
(Echeburua et al., 1996; Echeburua et al., 1997).

Las victimas participantes en esta investigacion fueron evaluadas en dos


sesiones. Asimismo se les explico el contenido del programa y firmaron la
hoja de consentimiento informado. En la primera sesion se obtuvieron los
datos relacionados con las caracteristicas biograficas y las circunstancias de
la agresion sexual y del apoyo social y familiar. En la segunda se evaluaron
los sintomas psicopatologicos. Las siguientes evaluaciones se realizaron en el
postratamiento y en los seguimientos de un mes, 3, 6 y 12 meses.

Texto: suele ser mas grave y duradero cuando el suceso sufrido es muy intenso o
cuando la victima es vulnerable psicologicamente y no cuenta con un apoyo familiar y
social adecuado. La intensidad de los sintomas inmediatamente tras la agresion es un
predictor del funcionamiento de las victimas

Texto: as mujeres agredidas sexualmente en la vida adulta o en la infancia

Texto: En cuanto al tratamiento, se cuenta actualmente con recursos terapeuticos


eficaces para hacer frente a la psicopatologia generada por una agresion sexual,
especialmente cuando la victima dispone de una red de apoyo familiar y social y se
controlan los problemas derivados de la victimizacion secundaria.

Texto: La muestra total de este estudio consta de 138 mujeres que han sufrido una
agresion sexual en la vida adulta y que han acudido en busca de un tratamiento
psicologico
Texto: El programa de evaluacion y tratamiento fue elaborado conjuntamente por los
cuatro firmantes del trabajo y se puso a prueba por primera vez en dos estudios-piloto
con 20 victimas de agresiones sexuales cada uno aquejadas de un trastorno de estres
postraumatico agudo y cronico, respectivamente

Texto: Las victimas participantes en esta investigacion fueron evaluadas en dos


sesiones. Asimismo se les explico el contenido del programa y firmaron la hoja de
consentimiento informado

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