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Relato de una infidelidad.

Esta historia comienza como cualquier otro romance, persuadido por los típicos
sentimientos aflorados al inicio de una relación, cabe resaltar que no era una relación
establecida como tal, yo y solo yo fui quien decidió permanecer al lado de esa persona
aun cuando me dijo que nunca habría nada serio; el problema es querer encontrar a
alguien medio roto y quererlo reparar entendiendo que ese alguien está donde desea
estar y que no es bueno mezclarse en problemas de los demás. Aun así, decidí
permanecer y ayudar a ese alguien desinteresadamente esperando encontrar cierta
reciprocidad que en un momento se dio y permaneció por cierto tiempo, pero que a la final
era predecible que todo iba a terminar mal, pero cualquier mortal se enamora y quien no
lo haría de una persona con una personalidad arrolladora que a cualquiera cautiva, te
enseña muchas cosas disfrutas mucho estar a su lado en cualquier momento, te sientes
pleno, después de todo es una poeta, sabe cómo juntar cada una de las palabras para un
dolo- sonoro deleite, no solo compone también te lee, te cautiva y te mantiene ahí
contándote a través de sus letras sus problemas, ese fue el enganche para permanecer,
querer ayudar y hasta el día de hoy tener un lindo recuerdo de lo que alguna vez fue.
Ahora bien, esto no sería un relato si no se dan algunos detalles de los momentos en que
a alguien le rompen el corazón, en que de un solo golpe se desvanece toda la cortina
falsamente montada, aun cuando sabes cómo terminara. ¿El escenario? Un Bar. ¿Qué
fue lo que observe? Es obvio. ¿Mi estado mental? Tranquilamente nervioso por fuera,
vuelto mierda por dentro. Ser observador de aquella escena que te revuelve todo, es un
mar de sentimientos encontrados, apoyados bajo la marea imperiosa del alcohol
atrapados en un estomago atascado y sin saber dónde escapar. Lo único que opte por
hacer fue tener un momento de lucidez razonable, salir del lugar, caminar por las calles de
la ciudad, llegar a casa, dormir, pensar, dormir, pensar, dormir y volver a dormir y pensar
y volver a pensar, después de todo convertir esta actividad tipo hibernación durante los
primeros meses, eran, y siempre serán tiempos raros, cuando se experimenta este tipo de
sensaciones, emociones.

- (Saco de boxeo de papel)

Actualmente la veo de vez en cuando, en actos de rebeldía por parte de los dos, algo
bueno debemos guardar el uno para el otro; ella en su mundo de su relación cuasi
perfecta, yo en la rutina habitual: aburrimiento visceral, hipocondría, angustia cósmica, el
punto más alejado del sol, en mi orbita, el puro hastío de vivir es mi amarga tónica.
Miedos que suplo con apariencias, odio a uno mismo y al sistema de creencias, como una
mascota en manos de una sádica, es la relación de mi alma con mi conciencia.
Como buena persona racional aprendí rápido, entendí que el tiempo es primordial, tanto
para el que engaña como para el engañado, eso me obliga a estar desde ambos lados, en
ambos bandos, ¿si ya experimente el primero porque no experimentar el segundo? y
veamos que sucede.
“Yo hago el amor con las mentes, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia. Me
seduce una cara y un cuerpo cuando hay una mente que las mueve y que merece la pena
conocer. Yo hago el amor con las mentes, hay que follarse a las mentes”

Lo más anónimamente posible. Por favor y gracias.

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