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Dentro del derecho se pueden ubicar dos ramas, el derecho público y el derecho
privado. Dentro del derecho público se encuentran varias categorías como el
derecho constitucional, el administrativo, penal, policivo, etc; a su vez el derecho
privado comprende el derecho civil y el derecho comercial. Tanto el derecho civil
como el derecho comercial, tienen como base normativa un Código (conjunto de
normas compiladas sistemáticamente sobre un materia determinada), asì tenemos
el Código Civil y por su parte, el Código de Comercio. Advirtiendo, que también
existen normas suplementarias en ambos estatutos, que si bien no hacen parte
integrante del mismo, pueden calificarse o de civiles o de mercantiles; en este
último caso por ejemplo: ley 1116 de 2006 (insolvencia empresarial), ley 295 del
96 (ley competencia desleal), estatuto del sistema financiero, el estatuto del
consumidor, el régimen de la propiedad industrial, etc.
3. De los Bienes mercantiles. Así como el Código Civil tiene su libro “de los
bienes”, el Código de Comercio también lo tiene. Por supuesto se trata de
aquellos bienes que se han considerado como de naturaleza estrictamente
mercantil, esto es, como destinados especialmente al ejercicio de
actividades comerciales. Tal es el caso de: los títulos-valores, los
establecimientos de comercio y la propiedad industrial.
5. De la navegación.
En fin, los contratos mercantiles devienen precisamente de este cuarto libro del
Código de Comercio. En este libro, encontramos algunas normas sobre las
obligaciones mercantiles y normas en general sobre el contrato, y de forma
posterior, se encuentran cada uno de los contratos en particular (salvo el contrato
de sociedad y el de cuentas en participación que se encuentran en libro 2 y la
regulación propia del arrendamiento de local comercial y venta de establecimiento
de comercio que están en el libro tercero).
Por otro lado, hablando de la posible diferenciación del derecho comercial, frente
al civil, lo primero que hay que entender es que el derecho que primeramente
regulaba las relaciones jurídico-económicas entre particulares era el derecho civil,
sin embargo, las nuevas necesidades de las sociedades humanas y relacionadas
con el comercio, dan lugar al nacimiento del derecho mercantil.
Sin embargo, y a pesar de ser el derecho comercial una rama diferente al derecho
civil, en el derecho comercial se remite en gran cantidad de casos al Código Civil,
por lo que podríamos decir que el derecho mercantil se relaciona directamente con
el derecho civil pero no se identifica directamente con él.
Así, cada vez que se ejecuta un acto de comercio se propiciará en mayor medida
la aplicación del derecho mercantil en lugar del derecho civil. Entre más amplia
sea la noción de actos de comercio, tantos más numerosos sean los actos
calificados como de comercio, más se extenderá el campo del derecho comercial,
a expensas del derecho civil.
El legislador no definió lo que debía entenderse por “acto de comercio”, sino que
enunció en el artículo 20, algunos casos que deben entenderse como actos de
comercio, lo que quiere decir que pueden existir muchos más, no consagrados en
el mencionado artículo (operaciones con tarjetas de crédito, contratos atípicos
mercantiles), permitiéndose entonces al juez en cada caso concreto declarar
igualmente mercantiles a aquellos actos que sin estar enunciados en el mismo
artículo 20, tienen naturaleza semejante a los catalogados como tal.
Ejemplo: Una persona compra mercancía para vender en el “hueco”. Ella lo hace
con la intención de revenderla, entonces, el contrato que celebra con su
proveedor, es de carácter mercantil, es decir, celebra un contrato de compraventa
que se regulará por las normas del derecho mercantil. Ahora, el hecho de ser
comerciante, se lo da precisamente es realizar este tipo de actos de manera
permanente y habitual. Si dado el caso, la adquisición de esa mercancía no se
hizo con el fin de revenderla, sino para su uso personal, y el acto de la otra
persona contratante también es civil, se regularía por las normas del código civil, o
sea para el caso, se aplicarían las normas propias del contrato de compraventa
civil.
Pero también es mercantil con el arreglo numeral uno del artículo 20, la operación
en la que un comerciante compra prendas de vestir para venderlas al público en
su establecimiento, aunque no pueda venderlas por causas ajenas a su voluntad.
Como cambia la moda, o por recesión económica, por lo que no logra vender parte
de la mercancía y debe mantenerla ociosa en sus bodegas. La Corte Suprema de
Justicia, en la sentencia famosa, expresó que "lo que atribuye esencialmente el
carácter civil o comercial a la compra es la intención inicial con que se hizo y el fin
a que se destinaron desde un principio las cosas adquiridas. Y en la venta lo
característico debe buscarse tanto en el hecho de haber estado precedida de una
compra como de la intención inicial que indujo la compra anterior. Como observa
JOSERAND, es un caso en el que los móviles del acto jurídico juegan un papel de
primera importancia para hacer la demarcación entre los actos civiles y las
operaciones comerciales” (Corte Suprema de Justicia sala de casación civil
sentencia 17 noviembre 1954).
En conclusión:
5 de Agosto de 2009
HECHOS:
PROBLEMA JURÍDICO
INSTANCIAS
LA CASASIÓN
EJERCICIO
De la anterior sentencia se deben resolver los siguientes cuestionamientos: ¿la
naturaleza de comerciante determina la mercantil del acto? Esto es lo que
argumenta principalmente el casacionista. ¿Contemplar en el objeto social la
compra y venta de bienes inmuebles, hace considerar por sí mismo que la venta
hecha a la Caja Agraria ya constituía un acto de comercio, o simplemente se
trataba de una presunción, dado que es necesario acreditar que en la realidad los
bienes inmuebles fueron comparados con esa finalidad? Al parecer aquí la Corte
realiza una deducción a partir de la calidad de comerciante y el objeto social
donde una de sus actividades es comprar inmuebles revender. No obstante no
hace una argumentación al respecto, sino que de manera objetiva considera que
es un acto de comercio por estar así contemplado en el objeto social. Esto nos
puede llevar a entender que aunque la sentencia en el fondo es correcta, su
fundamentación es errada. Quizás la Corte debió argumentar que el hecho de que
el objeto social se determinara la compra para la reventa, el bien inmueble se
había adquirido por la demandante, con la previa intención de revender, que es el
presupuesto que justamente pide la ley para darle en la mercantilidad al acto.
Es claro que, si uno compra un bien mueble para arrendarlo, pretende obtener un
lucro o ganancia, lo que lo hace comercial. NO se entiende porqué el comprar un
bien inmueble para arrendarlo no pueda igualmente ser calificado como mercantil ,
pues de hecho hay personas que hacen negocio con ello: Compran lotes, casas,
locales o apartamentos solo para arrendarlos. Pero la ley comercial considera esta
actividad más como rentística de un capital y no netamente mercantil. Algunos
consideran que como el código es relativamente antiguo y fue tomado de otras
legislaciones extranjeras más antiguas aun, no era importante en aquellas épocas
la adquisición de inmuebles con el objeto de arrendar. De hecho se aforma, esta
es la postura tradicional del código francés, y se ha mantenido intacta nuestra
legislación.
En relación con los dos anteriores son mercantiles por ser actos de
intermediación. Se extiende la mercantilidad por la intermediación con toda suerte
de cosas, no solo muebles.
No obstante, en este último caso, es decir, cuando una persona tome en arriendo
un inmueble para su vivienda, aunque para quien lo arriende suponga un acto de
comercio, el contrato de arrendamiento se regirá por la ley 820 de 2003, ya que su
artículo 1 indica que dicha ley es de carácter imperativo y lo que busca es proteger
a las personas que habitan allí y su dignidad humana, lo que se sobrepone a la
norma mercantil.
3. El recibo de dinero en mutuo a interés, con garantía o sin ella, para darlo
en préstamo, y los préstamos subsiguientes, así como dar habitualmente
dinero en mutuo a interés.
Primero, recibir dinero a interés para luego darlo en préstamo. Por lo que si el
dinero se recibe sin interés, aunque luego se tenga la intención de volverlo a
prestar a interés, el acto de recibo es civil, como el subsiguiente préstamo.
En conclusión, el recibir o el dar dinero sin interés no son actos mercantiles por sí
mismos, sino que tienen los condicionamientos vistos. El recibir dinero con interés
para fines distintos de darlo luego en préstamo, tampoco. Dar dinero a interés en
forma esporádica tampoco.
El Código de Comercio tiene un título preliminar que trata de las fuentes del
derecho mercantil, y que son las: fuentes formales y fuentes materiales.
Fuentes formales
Las fuentes formales son aquellas reglas que derivan su autoridad, por su
imposición por parte de las autoridades políticas para con la sociedad. Las reglas
formales derivan su vigor, como fuente de derecho, del poder que la dicta. Una
vez se formulan dichas reglas jurídicas como normas generales y abstractas por la
autoridad especial competente, dichos actos deben regir todos los actos
posteriores, a futuro. En cuanto a la costumbre mercantil como fuente formal, si
bien ella no se trata de una disposición directamente emanada de una autoridad
política, su fuerza vinculante se la da la comunidad, y el estar acorde a las normas
positivas.
1. La constitución política.
2. La ley comercial.
Cuando comenzamos a analizar la ley como fuente formal, nos encontramos con
el primer problema: saber cuándo una norma tiene carácter de mercantil; no
podemos simplificar diciendo que son mercantiles sólo aquellas normas que están
en el Código de Comercio, pues también existen otras normas que tienen dicha
calidad, sin estar en este mismo cuerpo, porque tiene regulaciones en normas
diferentes. Ejemplo: las normas propias del Estatuto Orgánico del Sistema
Financiero (Decreto 663 de 1993) o la regulación normativa sobre la competencia
desleal (ley 256 de 1996), o a ley de insolvencia empresarial (ley 1116 de 2006),
en materia de sociedades, la ley de las S.A.S (ley 1258 de 2008), la modificación
al libro de sociedades que trae otras normas independientes (ley 222 de 1996),
régimen de la propiedad industrial (Decisión 486 de 2001), el Estatuto del
Consumidor (ley 1480 de 2011); estas regulaciones normativas se encuentran
aparte del Código de Comercio, pero son normas mercantiles.
Además, las normas mercantiles, no son sólo aquellas que son expedidas por el
Congreso de la República; pues también existe una importante actividad por parte
de los órganos de la rama ejecutiva del poder público, por medio de la presidencia
de la República y otros organismos estatales, como la superintendencias (por
medio de resoluciones, circulares y demás actos administrativos), traducida en
normas con verdadero carácter legislativo (ej: las que expide la SIC sobre Prop.
Industrial y derecho de la competencia, la superintendencia de sociedades, la
superintendencia financiera). Aclarando, que si bien estas últimas no son normas
legislativas, si tienen un marcado carácter general, impersonal y abstracto, similar
al de la ley.
Además, la ley comercial puede ser sometida a una clasificación muy importante
que retomaremos a través del curso. Es significativa entonces la clasificación de la
misma atendiendo a su contenido y fuerza vinculante, de tal manera que
encontramos leyes imperativas, dispositivas y supletivas.
Y es aquí donde encuentra su aplicación práctica, puesto que una ley de carácter
imperativo, no puede ser pactada en contrario y jamás podrá ser aplicada por
analogía, por estar llamada a regular sólo casos expresamente previstos por ella.
Esto es así, porque las normas que establezcan limitaciones a la libertad
contractual de las personas, sólo pueden hacerlo en casos específicamente
previstas por ellas.
Ejemplo de estas normas, son aquellas que determinan regulaciones de
condiciones generales de validez en los contratos (normas sobre existencia,
validez etc.), Las que imponen obligaciones especiales a los profesionales del
comercio (comerciante), las que exigen solemnidades o requisitos especiales. En
este último caso por ejemplo, sería absurdo pensar que si una ley exige para
ciertos actos o contratos, la solemnidad de escritura pública o documento privado,
esa misma solemnidad pueda igualmente ser aplicable a convenciones más o
menos similares (el arrendamiento de establecimiento de comercio debe ser por
escrito, el arrendamiento de local comercial no). Esta imposibilidad de analogía, se
ve más clara en aquellos casos de normas que aplican sanciones, por el principio
de que la disposición que castigue una conducta mercantil por considerarla ilegal,
no puede ser aplicada a otras conductas, por semejantes que sean a la primera.
Las normas dispositivas, operan de manera diferente, ellas son las simples
definiciones y clasificaciones hechas por el legislador para aclarar una institución
jurídica, no manda ni prohíbe nada con fundamento en el orden público, pero
tampoco pueden ser modificadas por voluntad de las partes (no confundir la
palabra dispositiva, con disposición al arbitrio contractual), al ser ajenas al campo
de la estipulación contractual. No obstante al ser el derecho comercial una
normatividad especial, debe primero buscarse la analogía y algún tipo de solución
al caso concreto cuando por intermedio de las normas específicas de una
determinada institución no sea posible una solución. Ejemplos de estas normas las
encontramos en las definiciones de los contratos, donde se establecen los
elementos esenciales, o también podemos encontrarlas más específicamente en
los artículos 20, 23 y 24 del Código de Comercio, típicos ejemplos de normas
dispositivas; como también serían las que regula el registro mercantil, la propiedad
industrial, etc.
A su vez, las normas supletivas son las encargadas de llenar o suplir vacíos, que
han sido dejados por las partes y que no han sido objeto de regulación imperativa,
dispositiva o contractual, actúan como elementos naturales. Ejemplo: Artículo 161 1
del Código de Comercio en materia de mayoría para reformar ciertas sociedades
mercantiles, en el artículo 884 del Código de Comercio que establece que si las
partes no convienen el interés, éste será bancario corriente. Es muy fácil
encontrarlas en el Código de Comercio, con palabras tales como: salvo pacto en
contrario, ante el silencio de las partes… Por otro lado, también es obligatoria
dentro de la especialidad del derecho mercantil, la aplicación por analogía.
1
ARTÍCULO 161. <MECANISMOS DE REFORMA EN SOCIEDADES POR CUOTAS O PARTES DE
INTERÉS>. <Ver Notas del Editor> En las sociedades por cuotas o partes de interés las reformas se
adoptarán con el voto favorable de todos los asociados, siempre que la ley o los estatutos no prevengan otra
cosa.
encontrarse dentro del mismo ordenamiento normas que puedan aplicarse por
analogía, se seguirá buscando solución al caso concreto en la fuente del derecho
comercial que siga.
Las leyes civiles en derecho mercantil como fuente formal, se clasifican en leyes
civiles invocadas expresamente y leyes civiles no invocadas expresamente.
Las leyes civiles invocadas expresamente, son aquellas que son llamadas
directamente por el Código de Comercio para regular ciertos aspectos de la
materia mercantil, que el mismo Código se ha abstenido de regular con la finalidad
de no ser redundante, en la medida que dichas disposiciones pueden aplicarse sin
ningún problema en derecho mercantil. Cuando así ocurre, las normas civiles
invocadas tienen la misma autoridad de la ley mercantil, pero sin dejar de ser
civiles. Es lo que la jurisprudencia ha llamado como “la mercantilización de la
norma civil”, por la integración o reenvío material que hace el Código de Comercio
a las normas civiles, lo que también se ha llamado teoría remisionista.
¿En qué casos sucede esta integración? En dos casos básicamente: en materia
de capacidad y en materia de obligaciones y contratos. Es importante aclarar que
si bien estas normas invocadas tienen la misma jerarquía de la ley mercantil, se
encuentran subordinadas a ella, pues no pueden contradecirla. Esto, porque
pueden existir regulaciones similares en ambos ordenamientos, pero ante alguna
diferencia entre la norma civil remisionada y la ley mercantil, esta última va a
prevalecer; ejemplo: en materia de solidaridad, de teoría de los riesgos, etc.; en
éstos casos se tratan de principios de derecho civil, pero que no se aplican, pues
el Código de Comercio tiene su propia regulación especial, tal como lo veremos
luego). Pero también, existen otros casos dispersos por todo el Código de
Comercio donde la ley mercantil invoca expresamente el derecho civil; ver por
ejemplo los artículos 127 (aportes socios) artículo 900 (anulabilidad negocio
celebrado por incapaz relativo), 1223 (aplicación a la antítesis mercantil, las
normas del derecho real usufructo civil), etc.
Acorde con el artículo 1602 del Código Civil aplicable por remisión, que hace
directamente el artículo 822 del Código de Comercio, el contrato válidamente
celebrado es ley para las partes. Y es que el contrato también es fuente de
derecho. Así, el artículo 4 del Código de Comercio dice que las estipulaciones de
los contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletivas y
a las costumbres mercantiles. Esto es, se le reconoce a los contratos válidamente
celebrados eficacia suficiente como fuentes o reglas obligatorias, que están por
encima de las leyes supletivas y de la propia costumbre. Así pues, que cuando no
se lesione las normas imperativas y dispositivas, los comerciantes son los mejores
árbitros de sus propios intereses y por consiguiente, los que puede dictar en las
mejores condiciones las reglas de conducta particular, destinadas a regir entre
ellos, de acuerdo a la libertad contractual, propia de derecho privado vigente.
Entonces pues, el contrato como ley especialísima, constituye una fuente formal
del derecho. Ahora, como ley especialísima es de vigencia limitada a los
contratantes, al objeto del contrato y a las formalidades que en particular exija la
ley.
5. La costumbre mercantil.
Fuentes materiales
1. Constitución política
5. Estipulaciones contractuales.
7. La costumbre local.
8. La costumbre nacional.
Por remisión al Código Civil, los contratos mercantiles deben cumplir con los
mismos requisitos de existencia y validez que los contratos civiles. No obstante lo
anterior, las sanciones de su incumplimiento pueden ser diferentes.
Recordemos:
Requisitos de existencia:
Requisitos de validez:
- Nulidad absoluta: La nulidad absoluta, se representa con aquellos actos que son
realizados por personas absolutamente incapaces según artículo 1741 Código
Civil (las personas declaradas en discapacidad mental absoluta, el sordomudo que
no puede darse entender, y los púberes menores de 12 años). También aplica
para aquellos contratos que contengan causa y objeto ilícito. El Código de
Comercio, estable además, que habrá nulidad absoluta, en aquellos contratos que
violen una norma imperativa, en aquellos casos que la misma norma no indique
una sanción diferente como en el caso de la ineficacia. De todas formas, también
se ha entendido que el Código Civil contempla la nulidad absoluta por violación de
normas imperativas a partir de lo que expresa el artículo 1523 de dicho estatuto,
que reza: “hay así mismo habrá objeto ilícito en todo contrato prohibido por las
leyes”.
Esta nulidad, puede ser alegada por cualquier persona y puede ser decretada de
oficio. Puede ser subsanada por ratificación expresa o tácita, cuando ha cesado la
incapacidad, o por prescripción de 10 años, salvo que esta nulidad provenga de
objeto o causa ilícita en cuyos casos es insubsanable e imprescriptible. Al
respecto dice el artículo 899 del Código de Comercio, que son absolutamente
nulos los actos que se celebren contrariando una norma imperativa, cuando
tengan causa objeto ilícito, o cuando sean celebrados por persona absolutamente
incapaz.
Según el artículo 900 del Código de Comercio, esta acción sólo podrá ejercitarse o
alegarse por los beneficiarios de ella, es decir, las personas en cuyo favor se
establecieron o sus herederos. Es importante aclarar, que en materia mercantil en
cuanto a la prescripción, existe una diferencia de términos con respecto a la civil.
Pues mientras la prescripción de la nulidad relativa en civil es de cuatro años, en
mercantil es de dos, la que en todo caso se cuenta (en ambos ordenamientos), a
partir de que haya cesado la incapacidad. Y cuando se trata de nulidad por vicios
del consentimiento, en ambos casos se cuenta desde el momento de la
celebración del contrato. Esta nulidad es subsanable en los mismos términos
como se subsana la prescripción en el Código Civil, ejemplo: por ratificación.
- Nulidad individual: Ésta sanción especial propia del Código de Comercio (artículo
903), es aplicable a los negocios jurídicos plurilaterales, es decir, que están
encaminados a la obtención de un fin común, ejemplo: sociedades mercantiles,
contratos de cuentas en participación.
Definición de contrato según el Código de Comercio (Art. 864 C.co). “El contrato
es un acuerdo de dos o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellas
una relación jurídica patrimonial…” La definición en el Código de comercio es más
amplia que la civil. Tiene dos cosas diferentes con respecto al definición del
Código Civil:
-Acuerdo de dos o más partes: ya no son como los contratos de contraprestación
que solo tienen dos, los contratos en materia mercantil pueden tener dos, pero
inclusive más partes y a esto es a lo que se ha denominado los contratos
plurilaterales.
-El contrato no solo crea, sino que también modifica y extingue obligaciones; es
mucho más amplio.
Los contratos plurilaterales también han sido denominados como los contratos por
colaboración, lo cual quiere decir, cuando son más de dos partes, si son tres o
cuatro partes, ya no estamos hablando de obligaciones entre ellas mismas, sino
que ellas se comprometen o hacen unas prestaciones al fin de cumplir un objetivo
común, que son las sociedades mercantiles.
-La ineficacia: Está contemplada en el artículo 897 del Código de Comercio. Dicha
sanción se caracteriza por no generar efectos al negocio jurídico en los casos en
que ésta se materialice. En la ineficacia, el acto nace, pero no produce efectos. Es
una versión más evolucionada y más estricta que la nulidad, pues mientras en
esta última el acto nace y se presume válido hasta que no sea declarada
judicialmente, el acto ineficaz, no produce efectos de pleno derecho, lo cual
significa que no necesita declaración judicial.
Pero para reiterar, ninguna de las anteriores entidades estaría facultada para
decretar simples nulidades.
-La inexistencia: 898 C.co. Dicha sanción se produce, por no cumplir el negocio
con las formalidades legales exigibles en el caso concreto, o por no cumplirse con
los elementos de existencia del negocio jurídico o los esenciales. En este caso ni
siquiera el acto nace, es la nada jurídica. Tampoco se necesita la declaración
judicial. No obstante hay que advertir que en algunas ocasiones, sí se necesita la
intervención del juez, para que la constante, pero no para que la declare. Se
diferencia de la ineficacia en que, en aquella el acto nace (de ahí que lo que
normalmente se afectan son cláusulas y no el contrato), en la inexistencia no; la
ineficacia opera por vulneración de normas imperativas, la inexistencia por el
incumplimiento de requisitos propios para el perfeccionamiento del negocio
jurídico, por lo que no tiene como la ineficacia un sentido de castigo por vulnerar
normas imperativas (castigo moral y jurídico), sino más bien la falta de efectos
jurídicos y del nacimiento mismo de un acto, por no configurarse los requisitos de
un negocio (pero no subyace en el fondo un reproche moral).
-La inoponibilidad: Artículo 901. Cuando un acto no haya cumplido con las
exigencias de publicidad ordenadas por la ley, no producirá efectos contra
terceros, más sí frente a las personas involucradas directamente en el negocio. Se
trata de una especie de ineficacia, no frente a las partes, sino frente a terceros, el
acto no produce efectos para estos, de pleno derecho. Ejemplo: limitación del
gerente de una sociedad comercial para contratar no registrada en la Cámara de
Comercio, es inoponible a terceros; la venta de un establecimiento de comercio no
registrado, el vendedor queda vinculado solidariamente a pagar las acreencias con
el comprador,
Vale aclarar, que la sociedad tradicional con tan solo se constituya por escritura
pública, la sociedad existe como ente jurídico independiente, de ahí que pueda
obligar a sus socios a hacer los aportes, pero mientras no se registre, no existe
para los terceros, igualmente ocurre, cuando, aunque se registre el contrato, con
posterioridad cuando haya reformas, estas no se registran en la Cámara de
Comercio.
Para salvar parte del negocio, sin que se tengan problemas, lo que puede hacer
CERVUNIÓN es realizar el contrato por 800 millones de pesos que es el tope de
contratación del representante legal, mientras se consigue la autorización de la
junta directiva por el monto total.
El artículo 833 y 841 del código de comercio obliga al representado dentro del
límite de sus poderes y si contrata excediendo el límite de su poder será
responsable al tercero de buena fe exenta de culpa. CERVUNION no pude
demandar al representante legal de DISTRIJARA pues no puede demostrar buena
fe exenta de culpa, lo que, como ya dijimos, no es el caso, pues CERVUNION fue
negligente al no verificar el certificado de existencia y representación legal de
DISTRIJARA.
Vista la norma, se podría decir que nuestro Código consagra la libertad de formas,
en el sentido de supuestamente dejar al arbitrio de las partes, la elección del
medio, las prácticas o usos, o costumbres la forma de confeccionar un negocio
jurídico, o que el libre acuerdo de voluntades, determina todo. Sin embargo, esa
hipotética libertad está restringida por la misma norma, pues a continuación a
manera de excepción exige el cumplimiento de la formalidad cuando sea de la
esencia del negocio jurídico. Por ello, en este último caso también se debe tener
en cuenta el artículo 898 inc. 2, que estableció la sanción legal de la inexistencia,
cuando quiera que el negocio jurídico se celebre sin las solemnidades que la ley
exija para su formación en razón del acto o contrato, y cuando además falte uno
de los elementos esenciales.
En éste último aspecto, es muy importante poner de presente una norma procesal
(artículo 255 C.G.P) muchas veces desconocida y la que reza para estos efectos:
“…..Cuando se trate de probar obligaciones originadas en contrato o convención,
o el correspondiente pago, la falta de documento o de un principio de prueba por
escrito, se apreciará por el juez como un indicio grave de la inexistencia del
respectivo acto, a menos que por las circunstancias en que tuvo lugar haya sido
imposible obtenerlo, o que su valor y la calidad de las partes justifiquen tal
omisión”.
Los dos testigos deben dar fe de que la persona no puede o no sabe firmar
y las huellas dactilares o plantares, buscan dejar la impronta u originalidad
del documento por mayor seguridad del otorgante. De no cumplirse estos
requisitos, no podríamos hablar de una firma a ruego.
Una persona que no tiene ni pies ni manos y por ende, no puede dejar en el
documento sus huellas, además de los testigos, se aplica por analogía la
norma de cómo firman los ciegos. Es decir, se suple el requisito de las
huellas digitales con el acta del juez o notario donde conste que a la
persona se le hace imposible firmar.
La firma del ciego (persona con discapacidad visual): Art. 828: “La firma
de los ciegos no les obligará sino cuando haya sido debidamente
autenticada ante juez o ante notario, previa lectura del respectivo
documento de parte del mismo juez o notario.”
Requisitos:
a) Se necesita la firma de la persona con discapacidad visual, mas su
autenticación.
b) Lectura por parte del juez o notario del documento que va a suscribir.
c) La firma del acta respectiva por parte del juez o notario.
Es importante aclarar que en cuanto los plazos de días, se distingue los legales de
los convencionales, con miras a determinar que son hábiles en el primer caso y
comunes en el segundo, además se precisa cuando empiezan a contarse. Cabe
destacar que los plazos de gracia, se entienden como prórrogas si media acuerdo
entre las partes antes del vencimiento de la obligación.
Por su parte, las arras confirmatorias, son aquellas que si bien se entregan de
manera antelada, esta vez se entregan ya no como garantía, sino como parte del
precio, es decir, se entregan en señal de las partes quedar convenidas en el
contrato. Esta clase de arras, no confiere la facultad de retracto, porque no se
pactan con tal fin, por lo tanto cualquier arrepentimiento que implique no querer
seguir con el negocio, se entiende como incumplimiento. Las arras confirmatorias,
es necesario que se expresen en tal sentido, o sea, como confirmatorias, puesto
que si no se expresa que son confirmatorias, se entenderán que son penitenciales.
Además, estas arras deben pactarse por escrito, porque de no ser así, se
entenderán que son arras penitenciales (que si se pueden pactar de forma
consensual) art. 1861 C.C.
Se desprende de lo anterior:
- Se trata de una clausula accidental, en la medida que solo aplica en aquellos
casos en que las partes han querido estipularlas. Si las partes no mencionan nada
al respecto, no se entienden incluidas.
No existe libertad absoluta para pactar la cláusula penal, tanto en materia civil
como en materia mercantil, en caso de exceso, se debe reducir equitativamente la
pena, para ello se debe utilizar el arbitrio judicial.
Una pregunta que surge, es ¿qué pasa si en un mismo contrato se pacta una
cláusula penal y unas arras penitenciales o de retracto? Una primera posición
plantea lo siguiente:
Extractado de:
http://numanterioresviei.usta.edu.co/articulos/edi10/pacto_de_arras.pdf
Las arras confirmatorias penales, son una categoría que fue introducida en el
derecho colombiano por sentencia de la Corte Suprema de Justicia de 6 de junio
de 1955, en la que se dijo que consisten en que uno de los contratantes da al otro
arras como liquidación anticipada de perjuicios, en cuyo caso la estipulación tiene
los efectos de una cláusula penal compensatoria, diferenciándose solo de aquella
en que, en las arras se está entregando anticipadamente la liquidación estimada
de perjuicios debidos en caso de incumplimiento, mientras que en la cláusula
penal compensatoria no, o sea, se reclaman después del incumplimiento. En todo
caso, en una y otra, no es posible el retracto.
10. El riesgo contractual en la cosa que se debe: Para una mejor comprensión
de la institución, estudiemos su regulación por separado.
En el Código Civil:
Reza así el artículo 1607, "el riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se deba, es
siempre a cargo del acreedor; salvo que el deudor se constituya en mora de
efectuarla, o que se haya comprometido a entregar una misma cosa a dos o más
personas por obligaciones distintas".
Se desprende lo siguiente del mencionado artículo:
Algunos preconceptos:
Los bienes de género: son aquellos que no están determinados, por tanto, no se
pueden diferenciar de los de su especie, apenas se puede hablar de su cantidad,
calidad y peso. Ejemplo: una moto, 10 kilos de trigo de tal calidad, etc.
En materia comercial:
El Código de Comercio en materia de riesgo contractual está regulado en el art.
929, que establece el efecto contractual de la extinción de la obligación de dar o
entregar un cuerpo cierto, derivada de un contrato de compraventa. Dice el
mencionado artículo: "En la venta de un cuerpo cierto, el riesgo de la pérdida por
fuerza mayor o caso fortuito ocurrido antes de su entrega corresponderá al
vendedor, salvo que el comprador se constituya en mora de recibirlo y que la
fuerza mayor o el caso fortuito no lo hubiera destruido sin la mora del comprador.
En este último caso, deberá el comprador el precio íntegro de la cosa". A reglón
seguido, el art. 930 C.co establece que "[s]i la falta de entrega procediere de la
pérdida fortuita de las mercaderías vendidas, por causa no imputable al vendedor,
el contrato quedará resuelto de pleno derecho y el vendedor libre de toda
responsabilidad"
Que si el bien se destruye en manos del deudor, por caso fortuito y fuerza
mayor y el acreedor no está en mora de recibir, el contrato se termina o se
resuelve de pleno derecho. Es decir, el deudor no queda obligado a
entregar (otra) la cosa y el acreedor no está obligado a pagar el precio.
Fíjese, que esta es una primera diferencia entre ambas regulaciones, pues
en materia civil, el acreedor de todas formas queda obligado a pagar el
precio.
Que se debe tratar de contratos de compraventa que involucren bienes de
cuerpo cierto. Aquí vemos una segunda diferencia con respecto lo que
regula el Código Civil, en la medida que la norma mercantil habla del
contrato de compraventa, mientras que el Código Civil se refiere a cualquier
contrato en general que involucre una prestación de dar o entregar. Y la
pregunta obligada es: ¿y qué pasa con los demás contratos mercantiles
que no son de compraventa, pero involucran prestaciones de dar cuerpo
cierto? (como la permuta, aporte en especie a una sociedad, una dación en
pago como forma de extinguir una obligación mercantil). La doctrina se ha
dividido en dos posiciones a saber:
Que si el bien se destruye por mora en recibir la cosa por parte del
acreedor, este último asume el riesgo y queda debiendo el precio.
“De acuerdo con lo previsto en el artículo 26 de la Ley 1480 del 2011 (Estatuto del
Consumidor), por regla general, la oferta pública de precios es vinculante para el
productor y/o proveedor. No obstante, la norma debe ser entendida en el marco
del ordenamiento jurídico y la aplicación sistemática de sus disposiciones, indicó la
Superintendencia de Industria y Comercio.
Por lo tanto, no puede ser considerado como un error de hecho dirimente del
consentimiento la errónea fijación pública de precios, ya que lo buscado por las
normas pertinentes no es ir en desmedro de terceros de buena fe y retrotraer
efectos jurídicos cuando uno de los contratantes comete errores de conducta, más
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La ley no estableció ningún criterio para cuantificar cuando una prestación es o no
irrisoria, el juez en cada caso deberá tener en cuenta consideraciones muy diversas de
carácter subjetivo u objetivo, para declarar irrisorio un precio.
aun cuando el sujeto obligado es un comerciante que actúa de manera habitual y
profesional en el mercado, debiendo asumir los riesgos propios de su profesión.
En efecto, si la oferta pública fija un precio que pueda considerarse irrisorio, por
mandato legal, este se considerará como no pactado, situación que se
determinará en cada caso. En consecuencia, al desaparecer un elemento esencial
de la compraventa, el negocio jurídico necesariamente deberá mutar hacia lo que
sus elementos esenciales determinen, es decir, una donación.
http://www.larepublica.co/asuntos-legales/contratos-con-contrapartes-extranjeras_24579
“Investigar que normas internacionales o tratados internacionales suscritos por
Colombia, aplican en la compraventa internacional de mercancías, también el
tema de arbitraje internacional”.
Dice el artículo 8:
Desde el artículo 887 al 896 del Código de Comercio, se plantea la posibilidad que
los contratos mercantiles sean cedidos a otras personas que no intervinieron
primigeniamente en su celebración. En otras palabras, es posible que los
derechos y obligaciones generados en un contrato sean transferidos a otra
persona.
Son muchas las razones por las que se pueden ceder un contrato, por ejemplo, la
imposibilidad de uno de los contratantes para sostener el contrato, la venta de una
empresa, el pago de otras obligaciones, etc. O en particular, en arrendamientos de
locales comerciales, la venta del local o del establecimiento de comercio que
opera en el local, aunque en estos últimos eventos debe tenerse en cuenta en la
cesión, el artículo 523 del C.co.
Cedente: Utilizando el ejemplo, el cedente sería Pedro, es decir, quien sale del
contrato y en principio de sus obligaciones y derechos.
En relación con los contratos de tracto sucesivo, manifiesta el artículo 887 del
C.co. que si no se dice lo contrario (norma mercantil supletiva) cualquiera de las
partes puede hacerse sustituir por un tercero en las relaciones derivadas de un
contrato sin necesidad de aceptación del cedido. Quiere decir, que mientras las
partes no prohíban expresamente la cesión o la ley, la cesión de la posición
contractual se entiende permitida por norma general.
Formalidad de la cesión:
Pero si el contrato consta en escritura pública, la cesión no solo debe ser por
escrito, sino que además el documento debe estar autenticado ante notario.
Otras directrices dónde inclusive se encuentra diferencia con el Código Civil: teoría
del enriquecimiento sin causa, teoría del abuso del derecho, cobro de interés
sobre intereses, etc.