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MÉTODOS REPRODUCTIVOS SEGÚN PROTOCOLOS DE LA AGRICULTURA

ECOLÓGICA

En la definición ecológica de la agricultura encuentro una obvia contrariedad; la


agricultura nació hace poco más de 10.000 años, en una necesidad por alimentar
a las poblaciones sedentarias que se encontraban colonizando el globo terráqueo.
Dicho de esta manera, la agricultura no es natural, es una invención de los
homínidos; por tanto, no es (per se) ecológica.

A cambio de ese concepto discursivo de la ecología, me inclino más por los


términos: orgánico, regenerativo e incluso holístico; para referirme a las diferentes
unidades productivas que ofrece este modelo de agricultura. Todos estos
sistemas productivos han variado a lo largo de la historia antropocéntrica y todos,
han traído consigo un arraigo cultural que se manifiesta en las labores aplicadas a
las diferentes producciones o en la culinaria, en las formas de consumo, en la
transferencia de conocimiento, etc.

La necesidad por alimentar a una población creciente es cada vez mayor y la


solución que encontraron nuestros antepasados burgueses fue la industrialización,
basada en un modelo netamente extractivo. Al fin de cuentas, el planeta estaba
lleno de recursos… Así que es mucho más rentable (desde el modelo económico
del acaparamiento) extraer materia prima, convertirla en equis insumo temporal y
luego, simplemente desechar los residuos; residuos que se van acaparando en
vertederos, suelos, aguas y atmósfera. Se le conoce como economía lineal.

Después de que tal vez algunos reflexionaran sobre los sistemas productivos o tal
vez se dieron cuenta de que andamos con los desechos hasta el cuello y de que
nada del supuesto desarrollo social es sostenible, surgió una propuesta que es la
producción orgánica la cual es una alternativa a la ganadería y a la agricultura
convencional. Este modelo busca dar respuesta a los problemas
medioambientales y sociales originados como consecuencia de haber priorizado el
rendimiento productivo y económico, frente al mantenimiento del medio ambiente y
la equidad social. (Mena, Y. et al., 2014)
Los sistemas de producción regenerativos, como cualquier sistema productivo,
deben ser sostenibles económica, social y medioambientalmente. En sí, la
definición que se propone es la de un sistema de producción agrícola, ganadera y
de elaboración de productos agroalimentarios que pretende producir alimentos
suficientes, libres de contaminantes químicos, de alto valor nutricional y
organoléptico, en sistemas que protejan y mejoren el medio ambiente, que
respeten el bienestar animal, reduzcan los costes de producción y permitan
obtener una renta suficiente a los ganaderos y agricultores (IFOAM, 2009).

Algunas razones que expresa (Mena, Y. et al., 2014) sobre la insostenibilidad de la


ganadería convencional: i) la dependencia de la ganadería de alimentos
concentrados que normalmente no son producidos en la propia explotación y, en
muchas ocasiones, son de importación, ii) la deforestación, iii) el uso de
transgénicos en la alimentación animal o iv) la falta de bienestar animal.

A eso hay que agregarle que los productos ganaderos son responsables de más
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que la mayoría de las otras
fuentes de alimentos. Las emisiones son causadas por la producción de alimento,
la fermentación entérica, los desechos de animales y el cambio en el uso de la
tierra (FAO, 2018).
Las extensiones ocupadas por la ganadería en pastizales y prados permanentes
cubren alrededor de 3.300 millones de hectáreas, un cuarto del área terrestre y el
68% del área agrícola mundial (FAO. 2018). Esas extensiones son realmente
desaprovechadas pues el crecimiento del sector ganadero, la mala gestión del
pastoreo y la negligencia de las políticas han llevado al pastoreo excesivo y a una
serie de pérdidas ambientales y socioeconómicas. Y no solo eso, también esas
deficientes gestiones de las unidades productivas dejan que algunas zonas se
mantengan en subpastoreo, lo que representa un gran despilfarro de biomasa y
energía (cosa que la agroindustria nos tiene acostumbrados…).

Todo esto sumado también a la desigualdad en la posesión de tierras, pues solo


en Colombia el 1% de las fincas tiene el 81% del territorio colombiano. Una
improductividad realmente notoria porque sencillamente de los 43 millones de
hectáreas con uso agropecuario, 34.4 están dedicadas a la ganadería y solo 8.6 a
la agricultura (OXFAM, 2017). Esos 34 millones de hectáreas significan que una
vaca tiene más tierra que un campesino… Y nada de eso se refleja en el
desarrollo social de la población, pues es el país más desigual de Latinoamérica.
También, alrededor del 20% de las praderas del mundo están degradadas, lo que
también disminuye la capacidad de los agricultores para adaptarse al cambio
climático (FAO, 2018).

Entonces ¿dónde está realmente el problema?

La FAO estima que mejorando las prácticas de cría se pueden reducir las
emisiones entre un 20 y un 30% en todos los sistemas de producción.

“Mejorar las prácticas” es la manera de aceptar que las unidades productivas


convencionales son innecesarias y en vez de ser desarrollo, por el contrario, son
destructivas.

Para mantener las producciones pecuarias es necesario tener unos estándares


reproductivos realmente rentables. Pero ¿cómo mantener el mejoramiento
genético, sino hay condiciones para que se desarrollen? Una simple ecuación
explica todo este complejo sistema de las unidades pecuarias: FENOTIPO=
GENOTIPO + AMBIENTE.

Es decir, para lograr un cambio positivo en la progenie de equis rebaño


(mejoramiento genético), esta progenie debe ser resistente (resiliente) en la
adaptación hacia los servicios ecosistémicos que existan en la producción. Estas
son, conceptualmente, las dos vías básicas para llegar a una eficiencia en las
producciones (Mueller, 2003).

El mejoramiento genético consiste en la selección de los mejores animales


(basados en los objetivos productivos) de la generación actual, para que sean
padres de la próxima generación o en cruzamientos entre la diversidad genética
disponible. Siempre buscando un mayor rendimiento productivo, pero y ¿qué pasa
con la resistencia actual de los parásitos a los tratamientos convencionales? ¿qué
pasa con los residuos de estos fármacos en los productos obtenidos?

Parece que los europeos saben algo que nosotros no… Pues desde hace un
tiempo vienen siendo más rigurosos en limitar el uso de estas prácticas y el mejor
ejemplo está en reglamento de la Comunidad Europea (CE) 1804/1999 que regula
la ganadería orgánica en el viejo continente.
Según la FAO, 2018. Mejorar la eficiencia reproductiva y extender la vida
reproductiva del animal mejorará el rendimiento de vida útil por animal y reducirá
las intensidades de emisión de GEI. Se puede alcanzar una mayor productividad y
eficiencia reduciendo la incidencia y el impacto de enfermedades, parásitos y
cargas de insectos. Esto también reducirá las pérdidas y la cantidad de animales
improductivos que contribuyen a la emisión de GEI.

En pocas palabras, las unidades productivas deben estar regidas desde un


paradigma holístico.

El estro como tal representa un serio desafío en las unidades productivas


pecuarias, pues la detección muchas veces pasa por alto y es por esto que la
industria convencional trae sus soluciones “mágicas” de manipulación
(estimulación) del ciclo estral natural mediante la aplicación de hormonas. Los
productores tanto de carne como de leche dejan de recibir ingresos, porque los
animales que están destinados a la parte reproductiva no se acaloran, no se les
logra distinguir el calor o se encuentran en un anestro post parto, lo que lleva a
menos animales y por ende a menos productividad (Saldarriaga, E., 2009).

Entre los aspectos que más determinan esta falla, es la deficiente detección de los
calores ya que, aunque las vacas (ejemplo tomado de Saldarriaga, E., 2009)
presentaran celo, no se sabe con certeza el momento en que les empezó el calor,
por eso puede ser que se insemina o muy temprano o muy tarde, por ende, no se
generaba una óptima fertilización del espermatozoide y el óvulo.

Una de las conclusiones a las que llega (Saldarriaga, E., 2009) es que la
implementación de programas de inseminación artificial a celo detectado requiere
del compromiso del personal adscrito a la finca en lo concerniente a la detección
oportuna de los celos presentados y al monitoreo de los animales problema, ya
que estos dos factores al no ser detectados a tiempo, podrían estar perjudicando
los buenos índices reproductivos y por lo tanto la rentabilidad de la empresa va a
decaer.
Entonces… Las biotecnologías reproductivas de ingeniería genética pese a que
han ayudado a acelerar el proceso de cruzamientos genéticos, no son en sí
necesarias. Las deficiencias en los sistemas productivos no aseguran la
sobrevivencia de estas “especies mejoradas” en los agroecosistemas.

Para la (FAO, 2018) los programas de mejoramiento bien planeados y la


conservación de la diversidad genética animal pueden garantizar que los
agricultores tengan acceso a los mejores animales para cada ambiente.

Los mejores animales para cada ambiente son aquellos adaptados, los resistentes
(resilientes) y para que cualquier programa de mejoramiento genético sea eficaz,
es necesario contar con una serie de parámetros que van a asegurar su éxito,
siendo los principales la nutrición, la condición corporal, el estado reproductivo de
los animales y su confort (Saldarriaga, E., 2009).

Se puede decir entonces que, para tener los mejores animales se debe contar
primero con los mejores ambientes y, para eso, se pueden seguir una serie de
lineamientos. De los cuales el principal objetivo es el bienestar animal (teniendo
más que marcada la relación SUELO-PLANTA-ANIMAL).

Algunos de estos lineamientos (FAO, 2018) incluyen ajustar la presión de pastoreo


equilibrando la presencia espacial y temporal del ganado (p. ej. con nuevas
tecnologías como cercas eléctricas alimentadas por energía solar), fertilización y
manejo de nutrientes, introducción de especies (p. ej. leguminosas) e inoculación
de plantas, movilidad mejorada de animales en sistemas pastoriles y
agropastoriles, y la integración de árboles y pastos (silvopastoralismo).

Todo esto exige entonces un cambio de paradigma, un atrevimiento a buscar la


soberanía ya que, si bien una economía lineal utiliza insumos externos para
producir productos y desechos, una economía circular minimiza las fugas de
energía y materiales del sistema recirculándolos en la producción.

Hay que devolverle a la Pacha lo que nos da. Hay que regenerar. Hay que luchar
por la soberanía. Hay que pensar en satisfacer nuestras necesidades sin
comprometes las posibilidades de las generaciones futuras de atender sus propias
necesidades.

BIBLIOGRAFÍA

Saldarriaga García, E. F. (2012). Análisis comparativo entre inseminación artificial a tiempo fijo e


inseminación artificial a celo detectado, con sus variables económicas y reproductivas  (Doctoral
dissertation, Corporación Universitaria Lasallista).

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menos tierra que una vaca. Recuperado 2 de mayo de 2020, de
https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/concentracion-de-la-tierra-en-colombia-el-1-
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OXFAM. (2017, julio 10). Radiografía de la desigualdad. Recuperado 2 de mayo de 2020, de


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Riocerezo, C. P. (2010). Estudio técnico-económico de la conversión a la producción ecológica del


ganado ovino de leche (Doctoral dissertation, Universidad de León).

Grajales Lombana, H., & Ospina, O. Guía técnica de producción ovina y caprina: II criterios de
clasificación racial-manejo de selección y mejoramiento.

Aisen, E. G. (2004). Reproducción ovina y caprina. Inter-médica.

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