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Libro Equilibrio General-Sergio Monsalve-Sept. 2019 PDF
Libro Equilibrio General-Sergio Monsalve-Sept. 2019 PDF
Volumen 2
Sergio Monsalve
Índice de figuras IX
Presentación XVII
iii
iv Índice general
Bibliografía 411
Índice general vii
ix
x Índice de figuras
xvii
xviii Presentación
trabajos (en los años 1950) de Kenneth Arrow y Gerard Debreu acerca de la
que muchos consideran la síntesis mejor lograda y formalmente más perfecta de
esta teoría.
Es aquí, cuando el profesor esté finalizando el curso, que se espera que pueda ser
claro el porqué del énfasis histórico del texto: ambientar el estudio del proble-
ma del equilibrio general con su contexto temporal a medida que los conceptos
1 No sobra recordar, como lo hicimos en el volumen I (Competencia bajo equilibrio parcial),
que a lo largo del texto utilizaremos, de nuevo, la ya convenida notación para indicar que
una demostración (prueba de un teorema o lema), ha finalizado; y la notación N para indicar
que un ejemplo o una nota, ha culminado. Cabe observar, de todas maneras, que este último
símbolo solo aparecerá si es necesario indicar el punto exacto en el texto donde, efectivamente,
el ejemplo o la nota ha terminado y, por ende, la presentación del tema continúa.
Presentación xxi
Para terminar, quisiera agradecer a todos aquellos que hicieron posible la elabo-
ración de este segundo volumen del Curso Fundamental de Microeconomía. A la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia-Sede
Bogotá por haber financiado este trabajo y por haber dispuesto los recursos
académicos de la Escuela de Economía y así tener el tiempo y la tranquilidad
suficiente para llevar a cabo este esfuerzo. En especial, a los profesores Edgar
Bejarano, José Guillermo García, Germán Guerrero y Gustavo Junca, les debo
un reconocimiento por el decidido apoyo y gestión a este proyecto. Asímismo
al Centro Editorial de la Facultad, a su director, profesor Álvaro Zerda, y a su
equipo de trabajo (en especial, a su coordinadora, señora Nadeyda Suárez), mi
agradecimiento por el trabajo realizado en la edición y publicación de este texto.
A los profesores Ana Teresa Aldana, Carlos Andrés Álvarez, Angélica Chappe,
Liliana Franco, Norman Maldonado, Olga Manrique y Giancarlo Romano, y a
todos de los que recibí comentarios, críticas y observaciones a versiones pre-
liminares, también les envío mi reconocimiento. Para Diego Ávila, Sebastián
Bernal, Lina María Castillo, Leidy Gómez, Matilde Jiménez, Nathalie Jiménez,
Juan Camilo Lesmes, Carolina Peláez, Juliana Peláez, Juan David Ramírez, Re-
né Ramírez, Brian Salamanca y David Siervo, quienes tanto me ayudaron en el
muy difícil levantamiento y revisión de estos ensayos (escritos, cada uno, por
etapas y en notas dispersas, durante más de nueve años de intensa búsqueda in-
telectual), únicamente tengo palabras de afecto y gratitud. Lina y Diego fueron
los encargados de proveernos de algunas respuestas a los ejercicios impares del
texto.
Sergio Monsalve
Escuela de Economía
Universidad Nacional de Colombia
Sede Bogotá
Abril de 2018
Introducción: León Walras, fundador del concepto de
equilibrio general económico1
1. León Walras
Reconozco la prioridad de Gossen en lo que respecta a la curva de utilidad y
la de Jevons en cuanto a la ecuación de utilidad máxima del intercambio, pero
estos autores no fueron la fuente de mis ideas. Mi mayor deuda es la contraida
con mi padre, Auguste Walras, en lo que respecta a los principios fundamentales
de mi doctrina económica, y con Augustin Cournot por la idea de utilizar el
cálculo de funciones en la elaboración de aquella.
Walras, 1900, p. 122.
1
2 Introducción: León Walras
Un capítulo interesante de los años finales de Walras fue su postulación por parte
de algunos colegas de la Universidad de Lausanne y por sí mismo, al Premio
Nobel de Paz de 1906. El sustento para esto era que bajo la propuesta central
de laissez faire (que comentaremos más adelante), nacionalización de la tierra
y eliminación de todos los impuestos, habría paz y justicia social. Sin embargo,
el Comité del Premio Nobel no fue tan entusiasta al respecto, y sus miembros
no veían cómo esta teoría fuera suficientemente benéfica como para que sirviera
a la causa de la paz, y resolvieron entregarle el premio a Theodore Roosevelt
(Sandmo, 2007).
William Jaffé, el mejor biógrafo de Walras3 , narra la historia de una delegación
de economistas extranjeros que llegó a Clarens, un pueblo pequeño cercano a
Lausanne al que Walras se había retirado desde 1901, para presentar sus respetos
al maestro, y preguntaron por su lugar de vivienda. Alguien de allí les dijo: “¡Ah!,
ustedes buscan es al profesor que está continuamente leyendo sus propios libros
y buscándoles errores”. Y así permaneció Walras en sus últimos años: revisando,
corrigiendo y repensando su obra.
Entre las notas que Jaffé (1935, p. 187) encontró dentro de los manuscritos de
Walras, apareció una muy particular escrita a lápiz que decía:
2. Walras y el laissez-faire
(...) Me parece que usted me considera un defensor de la competencia libre
absoluta... pero lo que es cierto es lo opuesto; más bien ha sido el deseo de
responder a la mal fundada e ininteligible aplicación de la noción de competen-
cia, lo que me ha llevado al estudio de la competencia libre en el comercio y la
producción.
Jaffé, 1965, p. 36, citando a Walras.
(...) ¿Cómo podrían demostrar los economistas que los resultados de la libre
competencia son buenos y ventajosos si no sabían cuáles eran dichos resultados?
Walras, 1900, p. 424.
3 El historiador norteamericano William Jaffé (1898-1980) fue reconocido por todos los
Desde muy joven, Walras tenía el convencimiento intuitivo de que la libre com-
petencia no tenía rival en cuanto a eficiencia, aunque reconocía que no era
aplicable a cualquier situación, ni resolvía el problema de la distribución justa
de la riqueza. Afirmaba que la solución competitiva era superior desde el punto
de vista científico, pero no era aplicable mecánicamente a las situaciones reales.
No creía, además, que la competencia perfecta en un mercado fuera la mejor
manera de generar la máxima suma de la satisfacción total para la sociedad,
sino que era un sistema diseñado para eliminar cualquier beneficio individual
del intercambio y de la producción. De hecho, en equilibrio, nadie se hace más
rico ni más pobre; allí, la única forma en que un individuo se hace más rico es
mediante la formación de capital a través del ahorro, y la única forma en que se
hace más pobre es consumiendo más allá de sus ingresos: el sólo intercambio bajo
competencia perfecta nunca tiene efectos reales de distribución 4 . Y esto no era
por condenar la natural búsqueda de beneficio en las actividades económicas,
sino para realizar la función moral de no dar algo por nada.
Por esto, Walras se vería obligado a estudiar los límites del hombre como parte
del Estado y al hombre como individuo, y los respectivos dominios de la propie-
dad individual y de la propiedad del Estado en asuntos de distribución, y esto
lo haría en su Économie Appliquée y Économie Sociale, como veremos más ade-
lante. Para él, la economía aplicada (Économie Appliquée) fue, precisamente, la
aplicación de sus concepciones de economía pura (Éléments) y filosofía científica
(Économie Sociale) como fórmula para alejarse del laissez-faire, laissez-passer.
mero de ecuaciones coincidiera con el número de incógnitas, una afirmación que fue recurrente
en los Éléments de Walras.
6 Sin embargo, Jaffé (1969) sostenía que, además de Poinsot y de sus colegas de Lausanne
una frase muy curiosa que decía: “No soy economista, soy arquitecto. Pero sé más de economía
que lo que saben los economistas.”
6 Introducción: León Walras
1.1. Introducción
La obra de León Walras (1834-1910) es, en su mayoría, casi desconocida, incluso
por el público especializado. La escasa lectura directa de Walras ha dado lugar
a la transmisión de una imagen incompleta y, lo que es peor, deformada, de uno
de los economistas más importantes de la historia del pensamiento económico.
Por razones que la historia del pensamiento económico tendrá que evaluar (y so-
bre las que discutiremos adelante), es típicamente aceptado que la contribución
más importante de Walras fue su teoría del Equilibrio General tal como apare-
ce en Éléments 3 . No obstante, la “visión general” de una economía, como hilo
conductor de tal equilibrio, ya tenía antecedentes en el Tableau Économique de
François Quesnay (1758) en donde se explicaba la interdependencia de sectores
definidos en términos de estructura de clase (productivos, propietarios, clases
manufactureras “estériles”, etc.), y donde los flujos de bienes, servicios y dinero
eran controlados por el empresario4 . También Jaffé (1969) afirmaba que Walras
se habría inspirado en algunas de las ecuaciones del Traité des Richesses de
1 Algunos conceptos teóricos que se presentarán en esta sección, ya fueron discutidos en el
que comúnmente se cita en las bibliografías de Walras) y otra en 1877; la segunda edición fue
publicada en 1889; la tercera en 1896; la cuarta en 1900; y la quinta en 1926, después de su
muerte. Fue la edición de 1900 a la que Walras llamaría su “edición definitiva” que, de hecho,
no contiene diferencias esenciales con la edición de 1926.
4 Para Walras, como veremos más adelante, el papel del empresario también era central.
9
10 Semana 1. Sobre la obra científica de Walras
Y para que esta economía bajo competencia perfecta esté en equilibrio, Walras
explica que se necesitan cinco condiciones:
i) Que cada consumidor, caracterizado por curvas de utilidad sobre los bienes
y servicios de la economía, alcance el máximo de satisfacción. Esto se
obtiene cuando los precios son proporcionales a sus respectivas utilidades
marginales (raretés).
5 Un
mercado de volatería es uno de carne de aves (pollo, pavo, codorniz, etc.).
6 Quizás
de aquí proviene el término “competencia perfecta”.
7 Un experto en la obra de Walras (Walker, 1996), niega que el francés hubiera definido una
economía bajo competencia perfecta como aquella en que los precios eran tomados paramétri-
camente. En su lugar, aseguraba (como se puede pensar de esta cita) que era aquella en donde
los individuos interactuaban libremente y colocaban los precios a los que estaban dispuestos
a negociar. Siguiendo esta línea, se podría sugerir que los equilibrios alcanzados al asumir que
los agentes toman los precios paramétricamente, son los mismos alcanzados al asumir que los
agentes llevan a cabo negociaciones de cierto tipo. Esto acercaría el pensamiento de Walras
al de Edgeworth y su idea de renegociación. Sobre esto discutiremos en la semana 8.
1.2. Teoría del intercambio puro 11
iii) La oferta de cada bien o servicio (finales), debe ser igual a su demanda.
v) Que la cantidad de dinero en circulación debe ser tal que su precio sea
el mismo como capital circulante (o sea, dinero que se utiliza mientras se
va llevando a cabo el proceso productivo o de consumo) y como dinero-
moneda. Esta igualdad se logra a través de fundición o acuñación.
Y todo esto lo analiza en los Éléments en cuatro bloques: la teoría del inter-
cambio puro, la teoría de la producción, la teoría de la formación de capital, y
la teoría monetaria y de la circulación.
partir del estudio de las primeras semanas del volumen I (Competencia bajo equilibrio parcial).
12 Curiosamente, Walras nunca utilizó la palabra “subastador” (auctioneer en inglés y que
más adelante.
1.3. Teoría de la producción 13
Era claro que Walras no tenía una conciencia clara sobre el problema de la
existencia del equilibrio, y la confundía con el problema de su estabilidad a través
del tâtonnement. De hecho, trató el problema de la existencia del equilibrio y
su unicidad, con un argumento que descansaba en la idea de que si un sistema
contenía exactamente el mismo número de ecuaciones que de incógnitas, no
tendría porqué dejar de haber soluciones (la llamaba “solución científica”), ni
habría más que una solución, y esto se resolvía “en el mercado por el mecanismo
de la competencia”, es decir, por tâtonnement (Walras, 1874, 12, §125)14 .
En esta instancia, Walras tuvo que enfrentar el reto de conectar los mercados de
productos y de servicios productivos, y al hacerlo incorpora dentro de la teoría
económica los conceptos de terrateniente, trabajador, capitalista y empresario
[entrepreneurs]. Walras (1900, 18, §184) los define así:
Llamamos terrateniente a cualquier poseedor de tierras, trabajador al poseedor
de facultades personales, capitalista al poseedor de bienes de capital. Y ahora
llamamos empresario a una cuarta figura, totalmente distinta de las preceden-
tes, cuyo papel consiste en tomar en arriendo la tierra del terrateniente, las
facultades personales del trabajador y los bienes de capital de los capitalistas,
para combinar los tres servicios productivos en la agricultura, la industria o el
comercio.
El objetivo de esta particular figura del empresario es, obviamente, recibir ga-
nancias por su tarea. Pero Walras resaltaba que, en condiciones de equilibrio
competitivo, el precio de venta de los productos y servicios productivos iguala
14 Lo anterior no es del todo sorprendente si pensamos en que la Física del siglo XIX nunca
1941) que no antes de la aparición, en 1894, del Il Massimo di Utilità dato dalla
Libera Concorrenza de Pareto, tuvo claridad Walras con respecto a la teoría
de la productividad marginal, es decir, al estudio de coeficientes marginales
variables de producción. Walras le da el crédito a Pareto de ser uno de los
descubridores de la teoría de la productividad marginal, aunque reconoce que el
germen de esta ya había aparecido en el Theory of Political Economy (1871) de
Jevons. Pues cabe mencionar que en 1877, Walras había tenido en sus manos una
carta de un colega de Lausanne en donde este le mostraba cómo podría calcular
los coeficientes de producción utilizando el método de los multiplicadores de
Lagrange, una técnica que jamás usó. Pero no tuvo en cuenta esta sugerencia,
quizás debido a su débil entrenamiento matemático.
Sea como hubiera sido, Walras sí incorporó en la última edición de sus Éléments
una teoría de la productividad marginal que implicaba los coeficientes variables
que siempre buscó. Primero (en notación original) definió una ecuación de pro-
ducción [“équation de la fabricatión”] con rendimientos constantes a escala de
la forma
Q = φ(T, P, K, ...) (∗)
donde Q es la producción de cierto servicio productivo B, y donde T , P , K,
. . ., son las cantidades variables de los servicios productivos implicados en esa
producción. Así, el costo de producción es
Qpb = T pt + P pp + Kpk + . . .
es constante significa asegurar que durante todo el proceso productivo ese coeficiente no cam-
biará, sin importar cuántas cantidades deban producirse.
18 Para confirmar esta ecuación, ver el volumen I (Competencia bajo equilibrio parcial).
16 Semana 1. Sobre la obra científica de Walras
Finalmente, y para acercarnos más y más a la realidad, vamos por ahora a reem-
plazar nuestra hipótesis de un mercado anual periódico por la de un mercado
23 “Este valor de la totalidad o parte de los productos consumibles que los participantes en
límites impuestos por las exigencias naturales del mundo real. Y afirmaba que
intentaba...
(...) [estudiar] al hombre y a su destino desde un punto de vista psicológico-
económico y psicológico-moral, buscando concordancia entre interés y justicia;
[definir] al individuo y al Estado, llegando a discusiones sobre el interés pri-
vado y el interés general, y sobre los servicios privados y públicos; [resolver]
los problemas de orden al conciliar libertad y autoridad, y los problemas de
justicia al conciliar igualdad y desigualdad; [mostrar] el principio de igualdad
de condiciones como opuesto a la igualdad de posiciones 24 .
diar aspectos más positivistas, u otros objetivos sociales distintos a los originalmente plantea-
dos por él.
25 Esta es la condición de que, en equilibrio, las tasas marginales de sustitución de ambos po-
seedores deben ser iguales a la relación de precios (ver volumen I –Competencia bajo equilibrio
parcial–).
22 Semana 1. Sobre la obra científica de Walras
que los valores futuros de la tierra podrían no crecer por encima del valor capitalizado de las
rentas futuras esperadas; en segundo lugar, que emitir bonos para la recompra de la tierra,
como Walras proponía, podría precipitar una caída en la tasa de interés; y en tercer lugar,
que la compra de la tierra implicaría una redistribución del ingreso, pues podría suceder que
la clase propietaria del capital comprara los bonos de tierra a expensas de otras inversiones,
haciendo que los salarios de la clase trabajadora bajaran con la subida de las tasas de interés.
1.7. La economía social y la economía aplicada en Walras 23
Más adelante, hace un análisis muy general del monopolio30 y después estudia
el problema de que el Estado asumiera el monopolio de los ferrocarriles como
servicios públicos, y la asignación de tarifas. Este asunto de las comunicaciones
era central pues Walras era consciente de la transición que se vivía de una Europa
agrícola a una industrializada y de mayor comercio. Y finalmente, dedicó los
siguientes dos capítulos al problema de la banca y la bolsa (con el objetivo de
estudiar la posibilidad de nacionalizar algunos medios de pago), y a una nueva
29 Parecía asumir que el Estado podría fungir como uno de los “empresarios”, y, la tierra,
tal como aparece en los Recherches de Cournot del que había sido asiduo lector. Esto aparece
así, sólo en la última edición (1900) de los Éléments.
24 Semana 1. Sobre la obra científica de Walras
Pareto y Hicks fueron, sin duda, los pioneros de una corriente muy influyente
en el pensamiento económico del siglo XX: el estudio del concepto de equilibrio
general competitivo y su profunda relación con el problema del bienestar eco-
nómico. Sólo que, en su propósito, no sólo limitaron el pensamiento original
walrasiano, sino que aplicaron y discutieron sobre objetos de los que no tenían
la seguridad de que existieran, pues, por cualquiera que haya sido la razón, los
problemas de existencia del equilibrio general competitivo nunca estuvieron en
su agenda de investigación. Pareto y Hicks, al igual que Walras, se contentaban
con el argumento falaz de que si el número de ecuaciones es igual al número de
incógnitas, entonces la existencia de solución estaba garantizada.
La tradición paretiana del trabajo original de Walras, que ignoró los teoremas de
existencia de equilibrios competitivos de Abraham Wald (1936) y John von Neu-
mann (1937), sería apuntalada por la saga, entre otros, de Hicks & Allen (1934a,
1934b), Hicks (1939a), Lerner (1932), Kaldor (1939) y, de manera muy impor-
tante y fundamental, por los tratados clásicos À la Recherche d´une Discipline
Économique de Maurice Allais (1943)36 , Foundations of Welfare Economics de
Oskar Lange (1942), y el Foundations of Economic Analysis de Paul Samuelson
(1947).
2. Por otra parte, la segunda aproximación, conocida como la “alemana”, se
dirigió, fundamentalmente, al problema matemático de la existencia del equi-
librio general. Esta línea, basada en el modelo Walras-Cassel aparecido en la
sección IV (“Teoría de la producción de los precios”) del Theoretische Sozialö-
konomie (1918) de Gustav Cassel37 , continuó con los trabajos de Wald (1936),
Karl Schlesinger (1935) y von Neumann (1937). De hecho, la primera prueba
que se conoce sobre la existencia de un equilibrio competitivo, la obtuvo preci-
samente Wald (1936, 1951), aunque también von Neumann ya había alcanzado
a mostrar la existencia de equilibrios en su modelo de crecimiento de 1937.
Ejercicios
1. Brevemente, nombre algunos autores anteriores a Walras que también
desarrollaron (de manera primitiva) la idea de interdependencia econó-
mica.
3. ¿Cuáles son los cuatro bloques con los que Walras analiza el mercado?
35 Si el lector considera que garantizar la existencia de un objeto que cumple cierta carac-
12. Señale tres de los aportes más sustantivos de la teoría monetaria de Walras.
14. Diferencie, de manera breve, algunos de los objetivos centrales de los tres
trabajos más importantes de Walras: Éléments (1874), Économie Sociale
(1896b) y Économie Politique Appliquée (1898).
Semana 2
(2009).
29
30 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
si debe dividirse una cantidad de bienes entre varios individuos, el hecho de que
la cantidad sea fija es un obstáculo; si el bien a ser dividido va a ser producido,
el hecho de que se requieran insumos, también constituye un obstáculo; de igual
manera, el hecho de que un bien no esté disponible en un lugar y fecha determi-
nados, es un obstáculo. Inclusive el orden legal y la organización económica son
obstáculos a las acciones individuales. Parecía que Pareto buscaba un núcleo
lógico del proceso económico por encima de cualquier situación institucional, y
esto se ve en el trabajo final en Lausanne, hoy considerado su más importante
obra: Manuale di Economia Politica con una Introduzione alla Scienza Sociale
(1906).
Además de las partes introductorias y complementarias, el Manuale consiste
esencialmente de tres capítulos: en el primero, lleva a cabo un estudio sintético
de los gustos; en el segundo, trata de los obstáculos; y en el tercero, estudia las
configuraciones de equilibrio que surgen del contraste entre gustos y obstáculos.
Y como ejemplo de su separación de lo institucional, baste con afirmar que sólo
hasta el capítulo III (§152) viene a introducir los precios en su teoría.
En Lausanne, el italiano apreció notablemente el trabajo de Edgeworth, Wicks-
teed y Fisher, aunque no tanto el de Marshall, y sin duda fue influenciado por
Pantaleoni, Barone, y los economistas ingleses y franceses del período clásico.
Y después de un proceso paulatino, su máxima altura en teoría económica pura
la alcanzó con la edición de 1909 de su Manuel d’Économie Politique, que es la
traducción al francés del Manuale di Economia Politica de 1906 [2] .
Pareto nunca estuvo del todo satisfecho con la teoría del valor walrasiana, en
particular con el concepto de utilidad cardinal, como aparece en los Éléments.
Esto último trató de remediarlo en el Manuel recurriendo a las “curvas de indife-
rencia” introducidas (con otra perspectiva y objetivos) por Edgeworth en 1881,
y reemplazando las hipótesis sobre la función de utilidad por postulados acerca
de comportamientos observables que dieran origen a esas curvas de indiferencia.
De esta manera, Pareto creía que se le daban bases más sólidas a la teoría econó-
mica, y, en particular, al modelo walrasiano. Después mostraba cómo a partir de
aquellas se llegaba al cálculo del equilibrio económico en competencia perfecta.
En este proceso intentó también introducir alguna terminología sustancialmente
insignificante como ophélimité 3 en lugar del de “utilidad”, y ophélimité elemen-
tal en lugar del término “utilidad marginal” (o “rareté”, como la llamaba el
propio Walras). Pero, como afirmara Schumpeter (1949, p. 160) sobre Pareto,
para él,
completamente reelaborado.
3 “Ophélimité” es el término de Pareto para lo que hoy llamamos “utilidad” económica.
En el Manuel (Pareto, 1909) explica esto afirmando que “la morfina no es útil en el sentido
ordinario de la palabra, puesto que es perjudicial al morfinómano, [pero] por el contrario, le es
útil económicamente, puesto que satisface una de sus necesidades, aun cuando sea malsana”.
32 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
para ellos la teoría de la utilidad era nada menos que la verdad última, el
descubrimiento de la clave para todos los secretos de la economía.
De otro lado, la teoría de Pareto sobre moneda es, sin duda, inferior a la de
Walras, y si algún mérito tiene su teoría del capital y del interés, se lo debe
todo a su maestro. Para Pareto, aquellos bienes cuyo uso es igualmente un
bien, los identifica con los servicios del capital y la depreciación como un gasto,
reduciendo toda la teoría del capital a un problema contable. Es por esto que
para Pareto el término mismo de “capital” a duras penas tuvo sentido por sí
mismo:
4 La comparación interpersonal de utilidades se da cuando requerimos que la utilidad de
dos (o más) agentes sea medido en las mismas unidades. Si esto es posible o imposible, está
en el centro de ciertas discusiones en la teoría del bienestar social (ver semana 4 adelante).
5 Ahora conocido como “óptimo de Pareto”.
6 Sin embargo, Walras aseguraba que la libre competencia, por sí misma, implicaba que los
De igual manera con respecto a su teoría del monopolio, aunque en su teoría del
comercio internacional sí aplicó, por primera vez, el aparato teórico del equilibrio
general como indicaremos más adelante.
Luego de sus trece años académicos en Lausanne, en donde todos sus esfuerzos
estuvieron dedicados al estudio del equilibrio económico, y en la tranquilidad
de su retiro, el ahora marqués Pareto comenzó en 1906 otra etapa de su vida:
integrar la economía política dentro del amplio marco de la sociología. Y mien-
tras más sociología entendía, más admitía la insuficiencia de considerar el homo
œconomicus como centro de las discusiones económicas. Por ejemplo, el hasta
entonces convencido de las bondades del libre comercio (tanto por inclinación
como por razonamiento teórico), terminó admitiendo en su Trattato di Sociolo-
gia Generale (1916) (e inclusive ya en ciertas partes del Manuale de 1906), la
necesidad de una cierta cantidad de proteccionismo por razones sociológicas. Y
en este camino, dedicando mucho tiempo a la interpretación de datos de la his-
toria social, convergió en negar la validez del racionalismo en el comportamiento
humano (sobre todo en las masas), dándole mayor importancia a los hábitos,
a los impulsos, al sentido del deber, a la imitación. Inclusive llegó al punto de
asegurar que la Razón nada tenía que ver con el gobierno de los hombres:
El gran error de la época actual es creer que se puede gobernar a los hombres
por el puro razonamiento, sin hacer uso de la fuerza, que es el contrario del
fundamento de cualquier organización social.
Además, sin reservas aseguraba que las soluciones racionales no eran soluciones
políticas y que uno debería
(...) hacer actuar a los hombres y hacerles seguir el camino que uno desee.
Volpe, Fossati y Palomba, entre otros. Ellos adoptaron las técnicas matemáticas
más avanzadas disponibles en su época: no sólo el cálculo diferencial e integral,
sino inclusive, técnicas matemáticas avanzadas como el cálculo de variaciones,
el análisis funcional y la teoría de grupos7 , buscando en el análisis dinámico
una respuesta a la necesidad de mayor realismo en la teoría paretiana, pues
aseguraban que los fenómenos económicos eran intrínsecamente dinámicos, y
que la estática de Walras y Pareto era sólo un necesario primer paso.
Esta aproximación dinámica a la teoría del equilibrio general tuvo su origen en
los trabajos de los matemáticos norteamericanos Griffith Evans (1922, 1925) y
Charles Roos (1927, 1934)8 , siendo el primero de ellos, alumno del famoso mate-
mático italiano Vito Volterra (1860-1940) en Italia, y Roos alumno de Evans en
Rice Institute (USA); serían los primeros en utilizar el cálculo de variaciones en
economía, además de incorporar el concepto de expectativa. Sin embargo, esta
línea de investigación creada por Evans y Roos y seguida por los italianos, tuvo
poco éxito en los Estados Unidos donde los trabajos sobre dinámicas y expec-
tativas en la teoría de los ciclos reales partiendo de la tradición de inspiración
keynesiana Frisch (1933), Kalecki (1935), Samuelson (1939a), Harrod (1939),
Hicks (1939a), Kaldor (1940), Goodwin (1948) entre otros, predominaron.
Que la mentalidad de la Escuela italiana fue concreta y (casi) práctica, se ve
en el hecho de que su modelo epistemológico de referencia fue siempre el de las
ciencias naturales, particularmente el de la física, y no el de las matemáticas,
aunque, como dijimos, hicieron un uso amplio de ellas como instrumento. De
hecho, los últimos de esta escuela (Fossati y Palomba) fueron fuertes críticos de
la aproximación axiomática al modelo de equilibrio general a la manera de Arrow
y Debreu (1954) (ver semana 7), considerándola más un virtuosismo formal que
un avance real en la comprensión de los fenómenos económicos.
Luigi Amoroso [1886-1965] fue, quizás, el más influyente economista de la es-
cuela de Lausanne después de Walras y Pareto y también hizo parte de la
Escuela italiana. Habiendo estudiado con Pantaleoni y colaborado con el mis-
mo Pareto, publicó en 1921 un influyente libro de texto que llamó Lezioni di
Economia Matematica, en donde hace un recorrido por la teoría del equilibrio
general de Pareto. Allí, en particular, Amoroso, matemático por entrenamiento,
reconoce que el argumento de la igualdad entre ecuaciones e incógnitas para la
existencia de solución al sistema de Pareto, es inadecuado por decir lo menos.
Posteriormente, en Lezioni di Meccanica Economica de 1942, sí se aproxima a
este problema introduciendo ciertas hipótesis matemáticas9 que garantizaban la
existencia y unicidad, aunque sólo para el equilibrio del consumidor: a diferencia
de Pareto, Amoroso nunca evitó las funciones de utilidad y no requirió de partir
siempre de curvas de indiferencia para su análisis.
7 Ver, por ejemplo, Courant & Robbins (1941).
8 Este último sería uno de los fundadores de la Econometric Society en 1930 y de su ad-
junta, la revista Econometrica, que fuera la primera publicación explícitamente interesada en
problemas económicos matematizados.
9 Asumía, por ejemplo, primeras derivadas positivas de la función de utilidad, y matriz
p1 x1 + p2 x2 + · · · + pn xn = R
admite en general una y sólo una solución. Ésta, por consiguiente, determina
unívocamente las incógnitas x1 , x2 , . . . , xn . Sin recurrir a este teorema general
mostramos su validez en el caso particular en que la función de utilidad asume
la siguiente forma:
φ = Axa1 xb2 · · · xkn
donde A es una constante positiva; y a, b, . . . , k son también constantes positivas
cuya suma es menor que la unidad.
Sin embargo, nunca fue más allá de este punto sobre el problema de existencia
y unicidad. De hecho, Amoroso y todos los de la Escuela italiana, le daban muy
poca importancia a los problemas puramente matemáticos si consideraban que
esto no le agregaba mucho a la explicación real del fenómeno económico. Y en
este caso, así lo creían.
Otro de los más importantes miembros de la Escuela italiana posterior fue Eraldo
Fossati [1902-1962]. El creador de la famosa revista Metroeconomica, publicaría
la versión en inglés del (quizás) más importante trabajo de los italianos sobre la
teoría paretiana del equilibrio general: The Theory of General Static Equilibrium
(1954) 10 . En esta versión inglesa, Fossati ignoró los desarrollos recientes de
Arrow y Debreu (1954) (e inclusive los anteriores de Wald y von Neumann) sobre
la existencia del equilibrio competitivo, y dejó intacto ese tema que venía de la
versión de 1946: la consistencia lógica del sistema mediante la igualdad entre el
número de ecuaciones y el de incógnitas, fue (al igual que en Walras y Pareto)
también su argumento. Posteriormente se entendió la razón de Fossati: creía que
con los métodos inaugurados por estos matemáticos, la teoría económica estaba
perdiendo su naturaleza como ciencia empírica y tendía a convertirse en una
rama más de las matemáticas. No hay duda de que Fossati representaba bien el
pensamiento de casi todos los italianos.
La Escuela italiana de Lausanne no tuvo el impacto que, sin duda, debiera
haber tenido en el desarrollo del pensamiento económico moderno, quizás en
razón, no de sus muy importantes avances en dinámica económica, sino a que,
en general, publicaron en italiano (y no en inglés) y a que, además, aparte del
Giornale degli Economisti, sus trabajos aparecían en revistas poco conocidas.
10 Traducción de su Elementi di Economia Razionale de 1946.
2.3. John Hicks 37
Sólo a través de los trabajos de Wicksell (1898), Fisher (1892, 1911) y Cassel
(1918) (entre otros), inspirados en los Éléments de Walras, fue que comenzó a
ser conocido, por continuidad, el trabajo de Pareto y de sus seguidores de la
Escuela de Lausanne11 .
Hoy, sin embargo, parece claro que el momento clave del despegue del sistema
paretiano dentro de la corriente principal (mainstream) de la teoría económica,
no fue a partir de los aportes de la escuela italiana, sino cuando John Hicks
conoció el trabajo de Pareto hacia finales de los años 1920.
cutiremos en la semana 9, y allí daremos otras posibles razones del porqué del relativamente
débil impacto de esta Escuela en el desarrollo del pensamiento económico paretiano.
12 Resulta curioso que Hicks hubiera sido invitado a leer el Manuale en italiano y no el
Manuel en francés que era, quizás, una lengua mejor conocida en Inglaterra.
38 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
volumen I.
17 Sin duda, este resultado de Hicks sería importante para la mecanización “walrasiana” del
modelo “keynesiano” que hoy llamamos “modelo IS-LM” (ver Mr. Keynes and the “Classics”,
1937), en el que Hicks separa la economía en dos mercados, uno de bienes y otro monetario.
Debe advertirse, sin embargo, que en esto también la Escuela italiana había anticipado a
Hicks, con justificación diferente, en la utilización de variables agregadas tales como “consumo”
dentro del modelo de equilibrio general.
2.3. John Hicks 39
No tenía sentido asegurar que el desempleo de 1932 fue, de alguna forma, cau-
sado por salarios excesivamente altos... el movimiento de los salarios reales
durante la Gran Depresión debería claramente tratarse... como un efecto y no
como una causa.
buena formación como economistas, y no es cierto que allí esté encapsulado todo el pensamien-
to keynesiano, como tampoco es cierto que la teoría del capital y del trabajo esté representada
en una función de producción neoclásica como las estudiadas en el volumen I (Competencia
bajo equilibrio parcial). En cierta forma, llegar sólo hasta estas estructuras, es un homenaje a
la pereza intelectual.
40 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
origen a la demanda por dinero. El primero, el “motivo transacciones”, que afirma que los
individuos demandarán dinero para financiar sus compras diarias de bienes y servicios; otro,
el “motivo precaución”, que afirma que demandarán dinero a manera de contingencia contra
gastos imprevistos; y el tercero, el “motivo especulación”, que asegura que los individuos
demandarán dinero con fines especulativos debido a que no están seguros de los retornos que
puedan ofrecer otros activos (por ejemplo, bonos).
2.4. Maurice Allais 41
Allais leyó entre 1940 y 1941 a Walras, Pareto y Fisher que, para él, fueron “los
tres grandes economistas que tuvieron la más honda influencia en [su] pensa-
miento”. En esa medida, creía tanto en las ciencias sociales como en las naturales,
y reiteradamente afirmaba que la teoría siempre tendría que confrontarse con los
hechos del mundo cotidiano, pues los modelos deberían dar elementos de apli-
cación práctica. Por ello, durante su vida publicaría numerosos artículos sobre
las minas públicas de carbón en Francia (1949) (en donde recomendó comprar
carbón importado más barato y cerrar algunas minas ineficientes); sobre los
efectos de la competencia en las industrias del acero y del carbón en el Mercado
Común Europeo (1957) (en donde tomó en cuenta, tanto la ganancia esperada
como la probabilidad de ruina en el proyecto); sobre la economía del sistema
energético (1960); y sobre las políticas de inversión y precios en los sectores del
transporte con altos costos fijos (1964), entre otros.
Y en ese camino, Allais también se interesó en problemas de política general e
instituciones. Creía en la unión federal europea y en la adopción de una moneda
única. Aunque fue un defensor del libre comercio entre las naciones (apoyado
por instituciones y organizaciones sociales eficientes), como una manera de ge-
nerar bienestar y riqueza social (1946, 1970), nunca creyó que el libre mercado
resolviera todo (o casi todo) problema económico. Su experiencia en la Gran
Depresión (1929-1934) y su fuerte inclinación hacia los hechos y los datos, lo
llevarían a tener una actitud cuidadosa a este respecto. Por ejemplo, aseguraba
que los monopolios naturales deberían ser propiedad del Estado, pero que si no
lo podían ser, deberían tener una regulación muy estricta. Además, al igual que
Walras, aunque sólo en un primer período de su producción intelectual, apoyaba
la nacionalización de la tierra y que el Gobierno la rentara a los particulares.
Sin embargo, después de 1948, admitió que esto podría limitar las libertades
políticas y económicas de los ciudadanos, y cambió de opinión.
Inspirado en los Études d´Économie Sociale de Walras, una de las más grandes
contribuciones de Allais a la teoría económica fue su volumen masivo de 1000
páginas (escritas en dos años y medio) À la Recherche d’une Discipline Éco-
nomique publicado en 194322 . Este importante aporte a la teoría del equilibrio
económico y de la eficiencia, contiene una impresionante cantidad de contri-
buciones originales, algunas de ellas todavía completamente inexploradas. Algo
22 Del que se publicó una segunda edición en 1952, bajo el título de Traité d´Économie Pure.
42 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
Además de esto, incluyó allí útiles nociones que posteriormente serían rescatadas
o redescubiertas por otros bajo diferentes nombres: la “superficie de máximas
posibilidades” (hoy conocida como la “frontera de posibilidades de consumo”
o “frontera Pareto”), y el concepto de “surplus (excedente) distribuible”, entre
otros. De allí parte a restablecer la teoría paretiana de mercado alrededor de
aquel concepto de surplus distribuible: allí donde no haya excedente (surplus) se
encontrará el equilibrio económico, y, por tanto, se tendrá la máxima eficiencia.
23 No sobra recordar que estos teoremas ya eran conocidos por el mismo Pareto y, aunque es
más discutible, por el mismo Walras. El aporte de Allais consistió en ofrecer demostraciones
rigurosas de estos teoremas utilizando, básicamente, el cálculo diferencial.
2.4. Maurice Allais 43
Candless Jr. & Wallace, 1991). Sobre este modelo discutiremos en la semana 9.
25 Los ciclos límites son un tipo particular de equilibrio que surge en los sistemas dinámicos
equilibrio parcial).
29 Este texto ha tenido más de diecinueve ediciones.
30 El monetarismo es una escuela de pensamiento económico que asegura que las perturba-
ciones dentro del sector monetario son la causa principal de la inestabilidad en una economía.
48 Semana 2. Vilfredo Pareto y la tradición paretiana
do” y fue Newton el que “lo encontró”, también fue asunto de “buena suerte” que Walras
“encontrara” el concepto de equilibrio general.
Ejercicios 49
Ejercicios
1. Describa, a nivel general, las diferencias principales entre los modelos de
equilibrio general de Walras y Pareto.
3.1. Introducción
Después de un zigzagueante camino desde el punto de vista conceptual que
va desde Walras y Pareto, hasta la síntesis de Hicks, Samuelson y Allais (en-
tre otros), la teoría neoclásica homogénea desembocó en lo que actualmente se
conoce como el “modelo paretiano simple”. Una de las razones por las cuales
este sistema de equilibrio general en consumo y producción (ignorando capital
y moneda)1 , se instaló en el corazón de las discusiones del siglo XX sobre el
equilibrio económico “walrasiano”, es porque es “pedagógicamente conveniente”
para ilustrar algunas de las ideas centrales de Pareto (mas no necesariamente las
de Walras), y su intuición gráfica es muy simple a través de tres herramientas
fundamentales: primero, las curvas de nivel (estudiadas por el mismo Pareto
para representar los niveles de ophélimité); segundo, las cajas de Edgeworth-
Bowley (confusamente vislumbradas por el mismo Edgeworth en su obra magna
de 1881, pero introducidas en propiedad por Pareto en el Manuale de 1906);
y tercero, las fronteras de posibilidades de producción –introducidas por Abba
Lerner (1932)– y las fronteras Pareto –introducidas por Allais (1943)–.
rarse como un concepto distinto al de las mercancias típicas, a pesar de las serias advertencias
en sentido contrario (ver “controversia Cambridge del capital” en la semana 8 del volumen I
–Competencia bajo equilibrio parcial–). Y con respecto al papel de la moneda en el modelo
paretiano, basta que este sea, simplemente, unidad de cuenta con respaldo, para que cumpla
su único rol fundamental en el modelo. Finalmente, los mercados financieros (incluida allí una
teoría dinámica del capital), también serían abarcados por el modelo de equilibrio general una
vez se le incorporaron estructuras de incertidumbre (Arrow, 1964; Radner, 1972). Esto último
lo estudiaremos en la semana 8.
51
52 Semana 3. El modelo paretiano simple
Y aunque con ellas se ilustran claramente las condiciones del equilibrio general
planteadas por el italiano, desafortunadamente el costo de esta aproximación
(además de hacer a un lado capital y moneda) es que, en general, se apoya
en fuertes hipótesis sobre las distintas funciones empleadas, y las ilustraciones
gráficas inevitablemente requieren reducirlo a una economía compuesta por dos
consumidores, dos productores, y dos factores (2 × 2 × 2). Es básicamente allí
donde se desarrolla todo el modelo, aunque el camino hacia su generalización es
claro.
De otro lado, algunos investigadores (por ejemplo, Whitaker, 1975), han encon-
trado que Marshall, en trabajos no publicados, estudió funciones de producción
de la forma P = f (L, E, C, A, F ) donde L es trabajo, E es eficiencia, C es
capital, A es nivel tecnológico, y F es la fertilidad del suelo. En 1928, Char-
les Cobb y Paul Douglas describieron la relación entre las series de tiempo de
producción manufacturera, mano de obra y capital para la economía norteame-
ricana entre 1889 y 1922. Esto daría origen a la famosa función de producción
Cobb-Douglas que hoy conocemos: y = (v1 )α (v2 )β donde α y β son constantes
positivas conocidas.
x), py (por unidad del producto y), w1 (del factor v1 ) y w2 (del factor v2 ), el
consumidor A se enfrentará al problema4
Maximizar uA (xA , yA )
xA ,yA ≥0
∂uA ∂uA
= λ A px ; = λ A py ; px xA + py yA = w1 v1A + w2 v2A
∂xA ∂yA
Obsérvese que, inmediatamente, se obtiene la conocida ecuación de Jevons
(1871):
∂uA
∂xA px
= (3.1)
∂uA py
∂yA
que afirma que la tasa marginal de sustitución entre xA y yA es igual a la razón
de precios de los bienes px /py . Por su parte, la segunda condición es la del
consumidor B, cuyo problema es similar al del consumidor A: Se enfrenta al
problema
Maximizar uB (xB , yB )
xB ,yB ≥0
∂uB ∂uB
= λ B px ; = λ B py ; px xB + py yB = w1 v1B + w2 v2B
∂xB ∂yB
∂uB
∂xB px
= (3.2)
∂uB py
∂yB
∂uA ∂uB
∂xA px ∂xB
= = (3.3)
∂uA py ∂uB
∂yA ∂yB
Es decir, las tasas marginales de sustitución entre los dos bienes serán las mismas
para ambos agentes.
aparición” de las firmas: v1A será, aquí, la cantidad de bien x que posee A; v1B será la cantidad
de bien x que posee B; v2A será la cantidad de bien y que posee A; v2B será la cantidad de
bien y que posee B.
3.2. El modelo paretiano 57
que demanda cada consumidor: la cantidad xA del bien x que demanda el con-
sumidor A se mide desde la esquina inferior-izquierda hacia la derecha, y su
cantidad yA del bien y se mide desde la esquina inferior-izquierda hacia arriba.
La cantidad xB del bien x que demanda el consumidor B se mide desde la es-
quina superior-derecha hacia la izquierda, y su cantidad yB del bien y se mide
desde esa misma esquina pero hacia abajo. Por lo tanto, cualquier punto den-
tro de la caja identifica ambas demandas por parte de los consumidores, y, de
esta manera, se tendrá inmediatamente la condición de equilibrio “oferta igual
a demanda”: xA + xB = v1A + v1B , yA + yB = v2A + v2B .
xB
x∗B consumidor B
yA
curva de contrato
∗ ∗
yA yB
recta con
pendiente − ppxy
yB
consumidor A x∗A xA
En la misma figura 3.1 podemos también observar que las intersecciones tangen-
ciales de las curvas de nivel de las funciones de utilidad de A y B, dan origen a
la curva de contrato (Edgeworth, 1881) de la economía, que es la curva que va,
allí, desde el extremo inferior izquierdo de la figura, hasta el extremo superior
derecho. Los puntos de esta curva son, precisamente, aquellos pares (x∗A , yA ∗
),
(xB , yB ) de la caja Edgeworth-Bowley que satisfacen la ecuación (3.3) de op-
∗ ∗
Frontera Pareto
uA
Figura 3.2. La frontera Pareto (FP) de consumo es la frontera superior del conjunto señalado
en color gris.
7 Aquí los puntos de la curva de contrato se determinarán para las distintas razones de
Solución
Aquí, el problema del consumidor A es:
Maximizar uA (xA , yA ) = xA yA
xA ,yA ≥0
sujeta a px xA + py yA = 3px + py
L = xA yA − λA (px xA + py yA − 3px − py )
(yB )1/2 px
=
(xB )1/2 py
Igualando las dos ecuaciones anteriores obtenemos:
yA (yB )1/2
=
xA (xB )1/2
8 También conocida como frontera de posibilidades de consumo.
3.2. El modelo paretiano 59
yA (3 − yA )1/2
= (*)
xA (7 − xA )1/2
Y despejando yA de esta última ecuación (∗) (habrá que resolver una ecuación
cuadrática y escoger la solución siempre positiva en la caja de Edgeworth) se
llega a la solución:
xA xA − (x2A − 12xA + 84)1/2
yA = , 0 < xA < 7
2 (xA − 7)
que es, precisamente, la curva de contrato de esta economía (ver figura 3.3)9 .
xB
yA 3 7 6 5 4 3 2 1 B
2 1
1 2
3 yB
A 1 2 3 4 5 6 7
xA
uB
3
Frontera Pareto
2
5 10 15 20 uA
Maximizar uA (xA , yA )
xA ,yA ≥0
sujeta a uB (xB , yB ) = uB
xA + xB = x
yA + yB = y
∂uA ∂uB
∂xA ∂xB
= (3.4)
∂uA ∂uB
∂yA ∂yB
3.2. El modelo paretiano 61
Ejemplo 2.
Obviamente, el problema general de optimización de la nota 2 se mantiene co-
mo el método más general de encontrar una FPP aunque su solución sea “de
esquina” y, por lo tanto, la ecuación (3.4) no se satisfaga. Para ver un ejemplo
de esto, supongamos una economía competitiva de intercambio con dos mercan-
cias (x y y) y dos consumidores (A y B) con funciones de utilidad cuasilineal y
separable, respectivamente, definidas así:
1 (yB )1/2
=
2(xA )1/2 (xB )1/2
1/2
1 (3 − yA )
=
2xA 1/2 (5 − xA )
1/2
13xA − 5 5
yA = , < xA < 5
4xA 13
xB
yA 5 4 3 2 1 B
3
2.5 0.5
2 1
1.5 1.5
1 2
0.5 2.5
3 yB
A 1 2 3 4 5
xA
Y estas, para xA ∈ (5/13, 5), son las curvas paramétricas (uA , uB ) de la frontera
Pareto (ver figura 3.6).
uB
5
Frontera de Pareto
4
3
2
1
1 2 3 4 5 uA
Sin embargo, aquí nos podemos preguntar qué sucede, por ejemplo, cuando
xA = 5. Es decir, si la frontera Pareto también incluye este extremo. Y la
respuesta, en este caso, es afirmativa. En efecto, si xA = 5 entonces xB = 0 y,
de esta manera, uA = (5)1/2 + yA y uB = (yB )1/2 , lo que nos conduce a que el
problema de optimización es:
Maximizar uA = (5)1/2 + yA
xA ,yA ≥0
petitivo, fue uno de los aportes de Pareto a la teoría del equilibrio general. Recordemos que,
para Walras, este problema se reducía a la condición cournotiana –Cournot (1838)– “precio
igual a costo unitario”.
64 Semana 3. El modelo paretiano simple
∂f y ∂f y
w1 = py ; w2 = py (3.6)
∂v1y ∂v2y
De estas ecuaciones (3.5) y (3.6) se obtiene la conocida condición de equilibrio
de los productores:
∂f x ∂f y
∂v1x w1 ∂v1y
= = (3.7)
∂f x w2 ∂f y
∂v2x ∂v2y
que asegura que, en equilibrio, las tasas de las productividades marginales de los
factores (o tasas marginales de sustitución entre factores –insumos–) son iguales
a la tasa de sus respectivos precios.
Sin embargo, hay algo más que se puede decir con respecto a las ecuaciones
del productor. De la primera de las ecuaciones (3.5) y de la primera de las
ecuaciones (3.6), también se puede deducir que:
∂ fy
∂ v1y px
= (3.8)
∂ fx py
∂ v1x
Y similarmente, de la segunda de las ecuaciones (3.5) y de la segunda de las
ecuaciones (3.6), se deduce que:
∂ fy
∂ v2y px
= (3.9)
∂ fx py
∂ v2x
Las dos ecuaciones (3.8) y (3.9) son conocidas en algunos libros de texto co-
mo las ecuaciones de Lerner (Lerner, 1932). Luego igualando estas ecuaciones
obtenemos que:
∂ fy ∂ fy
∂ v1y px ∂ v2y
= = (3.10)
∂ fx py ∂ fx
∂ v1x ∂ v2x
En la figura 3.7 aparece una caja Edgeworth-Bowley para la producción (Lerner,
1933-1952) con v1A +v1B unidades del insumo v1 (base del rectángulo) y también
v2A + v2B del insumo v2 (altura del rectángulo).
Allí, las intersecciones tangenciales de las curvas de nivel de las funciones de
producción de x y y (que corresponden a variaciones de la razón de precios de
insumos w1 /w2 ), dan origen a una curva similar a la ya mencionada curva de
contrato de los consumidores. Esta nueva curva consiste de pares (v1x ∗ ∗
, v2x ) y
(v1y , v2y ) que satisfacen la condición (3.7) de optimalidad para los productores
∗ ∗
v1y
∗
v1y Productor y
v2x
∗ ∗
v2y
v2x v2y
Recta con
pendiente
−w1 /w2
Productor x
∗
v1x
v1x
(x, y) = (f x (v1x
∗ ∗
, v2x ), f y (v1y
∗ ∗
, v2y ))
Frontera de posibilidades
de producción
x
Figura 3.8. Conjunto y frontera de posibilidades de producción (FPP). La FPP es la
frontera superior del conjunto señalado en gris.
Recta con
(x, y) pendiente = −px /py (x, y)
x x
a) b)
Figura 3.9. Dos tipos de frontera de posibilidades de producción FPP con precios asociados.
y así arribar a la conocida ecuación de equilibrio que afirma que las tasas mar-
ginales de sustitución técnica deben coincidir si se busca maximizar el beneficio:
∂f x ∂f y
∂v1x ∂v1y
= (3.12)
∂f x ∂f y
∂v2x ∂v2y
De hecho, este método es más general que el proceso de maximización del be-
neficio pues permite calcular la FPP en el caso de funciones con rendimientos
constantes a escala, como lo mostramos en el ejemplo siguiente.
Ejemplo 3. (Con funciones de producción Cobb-Douglas y rendi-
mientos constantes a escala)
Para calcular la FPP de la economía cuyo sector productivo está determinado
por las funciones de producción Cobb-Douglas con rendimientos constantes a
escala
1 1 1 2
x = f x (v1x , v2x ) = (v1x ) 2 (v2x ) 2 ; y = f y (v1y , v2y ) = (v1y ) 3 (v2y ) 3 (3.13)
donde v1x + v1y = 3 y v2x + v2y = 3 son las ofertas fijas de insumos, recurrimos
directamente a la ecuación (3.12). De allí tenemos que:
1/2 2/3
(v2x ) (v2y )
2 (v1x ) 1/2 3 (v1y ) 2/3
1/2
= 1/3
(v1x ) 2 (v1y )
2 (v2x ) 1/2 3 (v2y ) 1/3
Y simplificando la expresión se tiene que:
v2x v2y
=
v1x 2v1y
Ahora: escribiendo v2y = 3 − v2x y v1y = 3 − v1x a partir de las ofertas fijas de
insumos, llegamos a la curva de contrato para la producción:
3v1x
v2x = (3.14)
6 − v1x
E insertando la ecuación (3.14) en la ecuación (3.13) para la función de produc-
ción x, llegamos a que:
1
3 2 v1x
x= 1 (3.15)
(6 − v1x ) 2
Y, similarmente, recurriendo a (3.13) para la función de producción y, obtenemos
que:
2/3
3v1x
y = (3 − v1x )1/3 (3 − v2x )2/3 = (3 − v1x )1/3 3 − (3.16)
6 − v1x
68 Semana 3. El modelo paretiano simple
Las ecuaciones (3.15) y (3.16) son, para 0 < v1x < 3, las ecuaciones paramétricas
de la frontera de posibilidades de producción (FPP), que se ilustran mediante
la figura 3.10.
y
2 Frontera de posibilidades
de producción
x
1 2 3
Las ecuaciones (3.19) y (3.20) son, para 0 < v1x < 7, las ecuaciones paramétricas
de la frontera de posibilidades de producción (FPP). La FPP se ilustra mediante
la figura 3.11.
y
Frontera de posibilidades
1.5 de producción
0.5
0.5 x
0.5 1 1.5 2.0
x = f x (v1x , v2x ) = (v1x )1/2 + v2x ; y = f y (v1y , v2y ) = (v1y )1/3 + v2y
donde v1x + v1y = 5 y v2x + v2y = 3 son las ofertas fijas de insumos. Entonces,
aquí, recurriendo a la ecuación (3.12), tendremos que:
que arroja como solución v1x ≈ 3.58 y, por tanto, v1y ≈ 1.42. Así,
Y como v2x + v2y = 3 esto nos lleva, sumando término a término las dos ecua-
ciones anteriores, a que la FPP está dada por el segmento de recta x + y = 6.01
(ver figura 3.12).
70 Semana 3. El modelo paretiano simple
y
6
Frontera de posibilidades
5 de producción
y = 6.01 − x
4
3
2
1
1 2 3 4 5 6 x
Frontera de posibilidades
de producción
De todas maneras, cabe advertir que si las funciones presentan rendimientos de-
crecientes a escala, aún es posible que la FPP sea recta (ver ejemplo 5). Es decir,
a una FPP recta no necesariamente le subyacen tecnologías con rendimientos
decrecientes a escala. Y más aún, es posible que se presenten rendimientos cons-
tantes a escala pero que no se satisfaga la ecuación (3.12), y todavía la FPP
sea una línea recta. Para demostrar esto, requeriremos técnicas más avanzadas
de optimización que los multiplicadores de Lagrange (ver el método de Kuhn-
Tucker en el Apéndice matemático al final del texto). Veamos un ejemplo de
esto último.
Ejemplo 7. (Con funciones de producción lineales)
Calculemos la frontera de posibilidades de producción (FPP) en el caso en que
el sector productivo está definido por las funciones lineales de producción
donde v1x + v1y = 4 y v2x + v2y = 1 son las ofertas fijas de factores (insumos).
v2x y
5 Frontera de posibilidades
Solución
5 − ȳ de producción
4 15 − x
v1x + v2x = 5 − ȳ y=
3 3
v1x 3 6 9 12 15 x
a) b)
Aquí, el problema que nos conduce, para cualquier ȳ fijo, a calcular la FPP es:
cuya solución gráfica [ver figura (3.14a)] es v1x = 0, v2x = 5 − ȳ. Por lo tanto,
x = 3(5 − ȳ), y = ȳ, y así, la FPP estará definida mediante la recta x = 3(5 − y)
[ver figura (3.14b)].
Y0 FPP
Y B(x, y)
A X X0
En la figura 3.15 se ilustran las asignaciones que satisfacen las ecuaciones (3.3),
(3.7) y (3.10), además de las cuatro ecuaciones de equilibrio de arriba. En efecto,
74 Semana 3. El modelo paretiano simple
en primer lugar, la ecuación de equilibrio (3.7) junto con las ecuaciones (3.29) y
(3.30), determinan la forma de la frontera de posibilidades de producción (FPP);
en segundo lugar, las ecuaciones (3.3), (3.27) y (3.28) determinan el tamaño de
la caja Edgeworth-Bowley construida dentro de la FPP y también la curva de
contrato dentro de esta caja; finalmente, según la ecuación (3.10), por los puntos
B y C de equilibrio, deben pasar rectas tangentes que además tendrán que ser
paralelas entre sí con pendiente −px /py .
Nota 4. (Existencia del numerario en el modelo paretiano)
Debemos notar aquí que los precios de equilibrio (px , py , w1 , w2 ) en el modelo
paretiano son independientes de una multiplicación por escalar. En efecto, en el
caso de los consumidores esto se ve claro porque si en las restricciones
px xA + py yA = w1 v1A + w2 v2A ; px xB + py yB = w1 v1B + w2 v2B
se cambia de (px , py , w1 , w2 ) a (tpx , tpy , tw1 , tw2 ) para t > 0, ellas no cambian
para ninguno de los dos agentes y, por ende, las demandas de los consumidores
tampoco cambian. También sucede que para los productores, ninguna de las
condiciones de equilibrio (3.7) y (3.10) cambia si multiplicamos los precios por
el escalar t. Es por esto que, en equilibrio, podemos escoger algún precio diferente
de cero (por ejemplo, px = 1), y representar los otros precios en términos de
éste. Así, es natural encontrar que, en equilibrio, las demandas se escriban en
términos de precios relativos como veremos en los siguientes ejemplos. De esta
manera aparece en este modelo el “numerario” de Auguste Walras.
Nota 5. (Ley de Walras)
También vale la pena notar que en el modelo paretiano simple, a partir de las
restricciones de los problemas de optimización de los consumidores A y B, se
tiene que
px (xA + xB ) + py (yA + yB ) − w1 (v1A + v1B ) − w2 (v2A + v2B ) = 0
A esta igualdad colateral, que Lange (1942) denominó ley de Walras, el propio
fundador de la escuela de Lausanne le dio mucha importancia (Walras, 1874-
77). Nótese que esta, que sólo es una “restricción presupuestal” y nada tiene
que ver con el proceso de optimización en que están involucrados los agentes,
afirma que en el agregado, la valoración de la demanda iguala a la valoración
de la oferta en término de los precios vigentes. Y, quizás, la observación más
importante: de ella se deduce que si los mercados de todas, menos una, de
las mercancías están en equilibrio, entonces también lo estará el otro mercado.
Esta anotación aparentemente inocua, tendría implicaciones profundas en teoría
monetaria, pues algunos creyeron que haría las veces de vínculo con la entonces
naciente teoría keynesiana del dinero (ver Patinkin, 1957).
Ejemplo 8. (Una extensión del modelo paretiano a producción con
rendimientos constantes a escala)
Consideremos una economía conformada por dos mercancías x (alimento) y l
(ocio), dos consumidores A y B determinados por
uA (xA , lA ) = ln(xA ) + ln(lA ) ; uB (xB , lB ) = ln(xB ) + ln(lB )
3.2. El modelo paretiano 75
WA = (0, 1) = WB
y dos productores de alimento que indicaremos, con abuso de notación, con x1
y x2 :
1
x1 = CL1 con C > 0 fijo ; x2 = (L2 ) 2
donde L1 y L2 son las manos de obra involucradas, respectivamente, en las
producciones de alimento x1 y x2 . [13] Aquí asumiremos, a manera de ejemplo,
que la empresa que fabrica alimento con x1 es propiedad del consumidor A, y la
empresa que fabrica alimento con x2 es del consumidor B.
En primer lugar, supongamos que el precio por unidad del alimento es px = 1,
el del trabajo (y el ocio) por hora pL = w y resolvamos los dos problemas de
optimización de los productores:
Maximizar x1 − wL1
L1 ≥0
Maximizar x2 − wL2
L2 ≥0
1
sujeta a x2 = (L2 ) 2 (productor 2 de alimento)
w=C (empresa 1)
decrecientes a escala que arrojan beneficios positivos en equilibrio. Pero podríamos pregun-
tarnos por qué habría de tener algún productor un beneficio positivo si, bajo competencia
perfecta, no existen barreras a la entrada a la industria (ver volumen I, Competencia bajo
equilibrio parcial, para una discusión sobre este punto). Por ello es corriente asumir que, en
competencia perfecta, las firmas tienen rendimientos constantes a escala que obligan, bajo
maximización del beneficio, a que los beneficios sean cero. Sin embargo, en contravía, algu-
nos pensamos que es poco creíble que empresas tecnológicamente “fuertes” (en este caso, con
rendimientos constantes a escala) no hagan interferencia con el sistema de precios del mercado.
76 Semana 3. El modelo paretiano simple
uA (xA , yA ) = xA yA ; uB (xB , yB ) = xB yB
y las dotaciones de los consumidores son WA = (1, 2), WB = (2, 2). Así, el
problema del consumidor A sería
Maximizar uA (xA , yA ) = xA yA
xA ,yA ≥0
sujeta a px xA + py yA = px + 2py
2py 3
zx (px , py ) ≡ xA (px , py ) + xB (px , py ) − (wxA + wxB ) = −
px 2
3px
zy (px , py ) ≡ yA (px , py ) + yB (px , py ) − (wyA + wyB ) = −2
2py
78 Semana 3. El modelo paretiano simple
4 5 5 7 7
p∗x = , p∗y = 1, x∗A = , ∗
yA = , x∗B = , ∗
yB =
3 4 3 4 3
yA
7/4
4 B
5/3 • 7/3
A 5/4 3 xA
Figura 3.16. Equilibrio competitivo en la caja para la economía del ejemplo 9.
Solución
El problema del consumidor A será:
Maximizar uA (xA , yA ) = (xA )2/3 + yA
xA ,yA ≥0
sujeta a px xB + py yB = px + 2py
80 Semana 3. El modelo paretiano simple
(xB )−1/2
= px ; px xB + yB = px + 2
2
2 2
De donde se llega a xB = 2p1x y yB = px + 2 − px xB = px 1 − 2p1x + 2.
Por consiguiente, las funciones de exceso de demanda son:
3 2
2 1
zx (px , 1) = xA + xB − 4 = + −4
3px 2px
zy (px , 1) = yA + yB − 4
" 3 ! # " 2 ! #
2 1
= px 3 − + 2 + px 1 − +2 −4
3px 2px
3 ! 2 !
2 1
= px 3 − + px 1 −
3px 2px
x∗A ≈ 2.87 ; ∗
yA ≈ 2.06 ; x∗B ≈ 1.13 ; ∗
yB ≈ 1.94
Con cálculos elementales, podemos notar que aunque ninguno de los dos agentes
se hizo más rico, sí aumentaron su bienestar ya que uA (3, 2) < uA (2.87, 2.06) y
uB (1, 2) < uB (1.13, 1.94).
1.13
B
b 1.94
2.06
A
2.87
con 0 < αi < 1 y dotaciones (Wxi , Wyi ) no todas cero. Para buscar los precios
de equilibrio (px , py ) hagamos px = 1 y py = p (> 0). Entonces la función de
demanda del consumidor i por el bien y es:
1 − αi
yi∗ (1, p) = (Wxi + pWyi )
p
Por lo tanto, para hallar el precio
PB de equilibrio p∗ , basta con hacer el exceso
de demanda por el bien y, zy = i=A [(yi )∗ (1, p) − Wyi ], igual a cero. De esta
ecuación, se obtiene, con un poco de manipulación algebraica, que
PB
i=A (1 − αi )Wx
i
p∗ = PB i
i=A αi Wy
PB
y, por tanto, suponiendo α y i=A Wx fijos, el precio py crece más allá de
i
PB
px = 1 si i=A Wyi decrece hacia cero (es decir, si la mercancía y es cada vez
más escasa hasta cerca de no estar disponible en el mercado). Y similarmente,
PB PB
si i=A Wxi y i=A Wyi son fijos, entonces py crece por encima de px = 1 si α
tiende a cero (es decir, si el bien y es, paulatinamente, más deseado que el bien
x)14 .
Nota 6. (Observaciones generales)
En general, el modelo paretiano de intercambio puro permite las siguientes ob-
servaciones: i) Únicamente si el mercado coloca los precios de equilibrio, podrán
14 Recordemos que 1 − α es la elasticidad de la utilidad con respecto al consumo del bien y.
82 Semana 3. El modelo paretiano simple
los dos consumidores tener satisfechas sus demandas de bienes: cualquier otro
precio los obligaría a tomar decisiones sub-óptimas. ii) Los precios de equilibrio,
si existen, son una consecuencia de la riqueza y de los gustos de los agentes.
Más precisamente, de las dotaciones iniciales y de las utilidades marginales de
los agentes. iii) En general, las mercancías más escasas y más deseadas tienen
precios de equilibrio más altos. iv) En general, en un equilibrio competitivo, el
más “rico” en dotaciones puede tomar ventaja de su posición (en cantidades),
con respecto al menos favorecido; sin embargo, en este proceso no se hace más
rico: la ventaja es sólo en bienestar.
Nota 7. (El número de agentes, importa)
Obviamente, es poco creíble que en el modelo paretiano se asuma la existencia
de sólo dos consumidores o dos productores, pues esto podría implicar algún
tipo de colusión para fijar precios o algún otro tipo de pacto comercial. Por ello
es corriente asumir que los consumidores A y B son tipos de consumidores y que
existe un “número grande” de consumidores clasificados en ellos, es decir, un
número grande de consumidores tipo A y un número grande de consumidores
tipo B cuyas asignaciones son las mismas dentro de cada tipo (Edgeworth, 1881).
Esto justificaría el hecho de que los agentes son, individualmente, “tomadores
de precios”; aunque como colectividad, sea tipo A o tipo B, sí son determinantes
de los precios. Sobre esto discutiremos en la semana 8.
Nota 8. (Propiedades de la función de exceso de demanda)
Para finalizar la primera parte de este capítulo, será conveniente resumir en un
solo resultado, algunas de las características esenciales (y ya demostradas) de la
función de exceso de demanda agregada z(p) = (zx (p), zy (p)) con p = (px , py ) ≥
0 pero p 6= 0:
i) z(p) es continua.
ii) z(p) es homogénea de grado cero.
iii) z(p) satisface la ley de Walras: p · z(p) = 0.
Este resultado será muy importante más adelante porque, como el lector ya
podrá observar, la función de exceso de demanda resumirá toda la información
microeconómica del modelo paretiano de equilibrio general. De esta información,
ahora macroeconómica, se deducirán los equilibrios competitivos (z(p) = 0) y
sus características.
y B
uB F
2
C
uB uA
1 2
D
G x x0
A uA
1
es posible llevar a cabo el análisis del bienestar por óptimos de Pareto; sólo en economías de
intercambio puro: al fin y al cabo, el centro de esta noción es el bienestar de los consumidores
y no de las empresas.
84 Semana 3. El modelo paretiano simple
Maximizar uA (xA , yA )
xA ,yA ≥0
Maximizar uB (xB , yB )
xB ,yB ≥0
Aún así, difícilmente el término “óptimo de Pareto”, podría tener una posibi-
lidad de hacer justicia con Walras y Edgeworth quienes, sin ninguna duda, lo
antecedieron. Por esto, en ocasiones (y testarudamente) llamaremos “óptimo de
Walras-Pareto” al tradicional “óptimo de Pareto”, así como algunas veces he-
mos llamado “caja de Pareto-Edgeworth” a la conocida como caja Edgeworth-
Bowley. N
Es conveniente destacar que las asignaciones paretianas, aunque óptimas en un
sentido muy particular, no son necesariamente “justas” o equitativas, y esto lo
veremos muy claramente en el siguiente ejemplo, en donde, típicamente, exis-
ten infinitas de ellas: unas que favorecen a un agente, y otras que favorecen al
otro. Se resalta nítidamente que eficiencia y equidad tienen, aquí, dos direccio-
nes normativas no necesariamente compatibles. No obstante, podemos también
observar que si, por alguna razón normativa o de otra índole, se requiere mejo-
rar la situación de óptimo de Pareto de un consumidor a expensas del bienestar
del otro consumidor, lo mejor (en el sentido de cumplir el objetivo del primer
consumidor pero con la mínima pérdida de bienestar del segundo consumidor),
es ubicarnos en un nuevo óptimo de Pareto.
Ejemplo 12.
Consideremos la economía de intercambio puro de dos consumidores, A y B,
con funciones de utilidad
uA (xA , yA ) = xA yA ; uB (xB , yB ) = xB yB
∂uA ∂uB
∂xA yA ∂xB yB 4 − yA
= = = =
∂uA xA ∂uB xB 3 − xA
∂yA ∂yB
4 − yA
o, lo que es equivalente, yA = xA , y, de aquí, arribamos a la curva
3 − xA
(en este caso, una recta) de óptimos de Pareto (curva de contrato) para esta
economía: yA = 4xA /3 , 0 ≤ xA ≤ 3, pues los casos xA = 0 y xA = 3 también
pertenecen a esta recta, como el lector puede observar geométricamente a partir
de las curvas de nivel: fije la curva de nivel 0 (cero) de uno de los consumidores
y maximice la utilidad del otro consumidor (ver figura 3.19). Las distribuciones
de la curva de óptimos de Pareto podrían, entonces, ofrecer todo a uno de los
consumidores y absolutamente nada al otro.
17 Pareto, en su lugar, la llamó “línea de los cambios”.
3.5. Teoremas del bienestar económico 87
xB
yA 43 2 1 B
3 1
2 2
1 3
4 yB
A 1 2 3
xA
uB
12
Frontera Pareto
12 uA
Figura 3.20. Conjunto y frontera Pareto del ejemplo 12.
1/2 !
B (3uA )1/2 4uA
u = 3− 4− = 12 − 4(3uA )1/2 + uA
2 3
Demostración.
En el equilibrio competitivo, además de las condiciones de caja Edgeworth-
Bowley, xA + xB = x∗A + x∗B y yA + yB = yA∗
+ yB
∗
, las condiciones de Lagrange
que satisfacen los problemas de optimización de los consumidores A y B son,
respectivamente,
∂uA ∂uA
= λ A px , = λ A py ; px xA + py yA = px v1A + py v2A
∂xA ∂yA
∂uB ∂uB
= λ B px ; = λ B py ; px xB + py yB = px v1B + py v2B
∂xB ∂yB
donde λA y λB son los multiplicadores de Lagrange para los respectivos agentes.
Luego recurriendo al teorema 2 anterior, el resultado es inmediato.
Ejemplo 13.
Consideremos la economía de intercambio puro del ejemplo 12, en el que dos
consumidores, A y B, tienen funciones de utilidad
uA (xA , yA ) = xA yA ; uB (xB , yB ) = xB yB
18 Recordemos que aunque este teorema está aparentemente aplicado a economías de in-
tercambio puro, realmente se está asumiendo que la oferta está fija y en equilibrio sobre la
FPP.
3.5. Teoremas del bienestar económico 89
y dotaciones iniciales agregadas (3, 4). Allí encontramos que la curva de óptimos
de Pareto (curva de contrato) para esta economía es la recta
4xA
yA = 0 ≤ xA ≤ 3 (*)
3
Para ilustrar el primer teorema del bienestar, basta darnos cuenta de que la
asignación de equilibrio competitivo (xA , yA ) = ( 54 , 35 ) calculado en el ejem-
plo 9, está en esta curva de contrato como fácilmente se comprueba mediante
la ecuación (∗). Una manera alternativa de ilustrar esto es observar que, en
el equilibrio competitivo, los agentes A y B tienen utilidades uA ( 54 , 35 ) = 12
25
B 7 7 49
y u ( 4 , 3 ) = 12 , respectivamente, y estos valores satisfacen la ecuación que
1
describe la frontera Pareto uB = 12 − 4(3uA ) 2 + uA . N
El teorema anterior nos ilustra, explícitamente, la calidad normativa que tiene
un equilibrio competitivo: no es, necesariamente, una asignación equitativa ni
“justa”, pero satisface cierto criterio de eficiencia. En parte por ello mismo,
este equilibrio no tendría la importancia que se le ha dado, si no fuera porque
también aparece conectado con los problemas de la descentralización. En efecto,
el problema de asignar recursos óptimamente mediante el vehículo de los pre-
cios, ha estado en el corazón de los estudios sobre la descentralización de una
economía. De hecho, la sola hipótesis de que si los consumidores y los produc-
tores resuelven sus problemas independientemente, sin saber nada uno del otro,
sino a través del mecanismo de información que son los precios, asegurará una
implementación efectiva del óptimo previamente establecido por las autoridades
económicas, era y continúa siendo, uno de los más importantes problemas que
enfrenta la economía política. Un resultado así permitía entrever la posibilidad
de descentralizar las decisiones de los agentes de una economía centralizada a
través de los precios.
El segundo teorema de la teoría del bienestar, que asegura que podemos hacer de
un óptimo de Pareto un equilibrio competitivo, no parece haber sido detectado
por Walras, ni por Edgeworth. Quizás Pareto lo vislumbró, pero lo que sí es
cierto es que nunca lo estableció con claridad:
Para los fenómenos del tipo (I)19 , cuando el equilibrio tiene lugar en un punto
donde son tangentes las curvas de indiferencia de los contratantes, los miembros
de la colectividad considerada gozan del máximo de ophélimité.
Para los fenómenos (I) si existe un punto donde el sendero recorrido por los indi-
viduos que contratan es tangente a las curvas de indiferencia de esos individuos,
ese es un punto de equilibrio.
Demostración.
De las condiciones suficientes y necesarias para el óptimo de Pareto
x∗B
B
∗
yA • ∗
yB
A x∗A
Figura 3.21. Segundo teorema de la economía del bienestar.
Claramente, aquí el problema era encontrar el sistema de precios que hiciera del
óptimo de Pareto un equilibrio competitivo para dotaciones iniciales idénticas
a las asignaciones de Pareto dadas en principio (es decir, bajo redistribución de
la riqueza). Pero esto no era muy difícil (y fue extraño que el mismo Pareto no
lo hubiera deducido) pues, en la figura 3.21, bastaba con encontrar la pendiente
de la recta tangente a las curvas de nivel que pasaban por el óptimo de Pareto,
y redistribuir. Veamos un ejemplo de esto.
20 Por
ejemplo, mediante política fiscal.
21 Recordemos nuevamente, que aunque también este teorema está aparentemente aplicado
a economías de intercambio puro, se está asumiendo que la oferta está fija sobre la FPP.
3.5. Teoremas del bienestar económico 91
Ejemplo 14.
Para la economía de intercambio puro entre los agentes A y B, donde
uA (xA , yA ) = xA (yA )2 WA = (3, 4)
uB (xB , yB ) = (xB )2 yB WB = (4, 3)
la curva de contrato es
28xA
yA = donde 0 < xA < 7
7 + 3xA
Si tomamos una asignación Pareto-óptima fija cualquiera
28xA 28xA
xA , , 7 − xA , 7 − donde 0 < xA < 7
7 + 3xA 7 + 3xA
podemos hacer de este un equilibrio competitivo encontrando un par de precios
(px , py ) tal que este óptimo de Pareto maximice las utilidades de A y B, sujetas
a las respectivas restricciones presupuestales
28xA
px x + py y = px xA + py para A
7 + 3xA
y
28xA
px x + py y = px (7 − xA ) + py 7 − para B
7 + 3xA
que, obviamente, se van a satisfacer en el óptimo de Pareto escogido22 . Escri-
biendo la relación de optimalidad “tasa marginal de sustitución = relación de
precios”, llegamos a que
28xA
yA px 7 + 3xA px
= que es equivalente a =
2xA py 2xA py
px 14
o, lo que es igual, = que es la buscada relación de precios de equili-
py 7 + 3xA
brio que ilustra el segundo teorema del bienestar (ver figura 3.22). N
4 b
A 3
∂uA ∂uB ∂f x ∂f y
∂xA ∂xB ∂v1x ∂v1y
= (3.31) = (3.32)
∂uA ∂uB ∂f x ∂f y
∂yA ∂yB ∂v2x ∂v2y
∂f y ∂f y
∂v2y ∂v1y
= (3.33)
∂f x ∂f x
∂v2x ∂v1x
Y es claro, como el lector puede comprobar fácilmente, que el segundo problema
de optimización (para el agente B), nos conducirá a las mismas ecuaciones. Estas
caracterizarán, entonces, lo que es un óptimo de Pareto para una economía
con sector productivo: una asignación (xA , yA ; xB , yB ) es un óptimo de Pareto
si cumple las condiciones anteriores más las restricciones de escasez, con lo
cual, a partir de allí, ningún consumidor de esta economía puede encontrar otra
asignación que satisfaga las restricciones del problema de optimización de arriba
y en donde mejore su bienestar (utilidad), sin desmejorar el bienestar del otro
agente (es decir, sin disminuir la utilidad del otro) 23 .
Con esta definición, podemos extender los teoremas del bienestar económico
para economías con producción, de la siguiente forma:
Demostración.
Es inmediata al observar que en un equilibrio competitivo se satisfacen las con-
diciones (3.31), (3.32) de óptimo de Pareto.
Teorema 6. (Segundo teorema de la economía del bienestar)
Toda asignación de óptimo de Pareto puede tenerse como un equilibrio compe-
titivo después de una apropiada redistribución de las dotaciones iniciales.
Demostración.
En efecto: cualquier asignación de óptimo de Pareto satisface las ecuaciones
(3.31), (3.32). Por lo tanto, bastaría, en primer lugar, igualar (3.31) y (3.33)
a px /py ; y la ecuación (3.32), a w1 /w2 . Sin embargo, estos precios pueden no
satisfacer las restricciones presupuestales, ya que sólo estamos determinando las
pendientes de las tangentes y no la asignación exacta (que depende de las do-
taciones). Por lo tanto, basta con ajustar estas restricciones (es decir, reasignar
dotaciones), para obtener el resultado.
Al final, debemos señalar que los dos teoremas del bienestar económico han
estado en la médula de la política económica desde la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, no es exagerado decir que toda la teoría microeconómica moderna
de intervención gubernamental en la economía, se basa en estos teoremas. Por
tanto, no es exagerado decir que estos teoremas son el centro del capitalismo
occidental.
Pero en este punto surgen numerosas confusiones conceptuales, pues, aún con-
fiando en que un mercado real se pareciera a uno del modelo paretiano (algo
que ya es muy preocupante), algunos hacedores de política económica, leyendo
al pie de la letra el segundo teorema del bienestar, consideran que si se tiene
un resultado inequitativo como consecuencia de procesos de mercado, entonces
la única forma de corrección es implementar algún tipo de cambios en dotacio-
nes (impuestos, subsidios, etc.), en lugar de intervenir el sistema de precios del
mercado, ya que esto causaría ineficiencia en la asignación.
Por ejemplo, si a cierto grupo de individuos le es imposible comprar una casa, el
hacedor de política aplica el teorema para recomendar que (colocando impuestos
no-distorsivos a otros agentes de la economía), se le otorguen subsidios a ese
grupo, en lugar de imponer control de precios u otorgar algún otro tipo de
subsidio. Pero, por supuesto, aferrados a la lógica más pura y dadas las hipótesis
conceptuales del hacedor de política económica, nada asegura que estas medidas
“corrijan” esa “falla de mercado”. De hecho, estas prácticas han sido objeto de
múltiples críticas desde diversas corrientes heterodoxas, afirmando algunos que
la teoría neoclásica homogénea, desde su misma concepción en la dualidad entre
competencia perfecta y eficiencia-Pareto, es un error y un fracaso (ver volumen
III: Competencia bajo equilibrio de Nash).
1p
x2 + 4y 2 = L ó y= L − x2 (3.35)
2
Sin embargo, también Robinson tiene gustos sobre las frutas y el pescado. De
hecho, le gustan igualmente, y siempre necesita combinar de los dos alimentos.
Esto se confirma mediante la función de utilidad
√
U (x, y) = xy (3.36)
Maximizar U (x, y)
x,y≥0
sujeta a x2 + 4y 2 = L
∂U ∂U dy
=−
∂x ∂y dx
24 La autarquía es una situación en la que un agente se aisla del comercio, requiriendo ser
autosuficiente.
25 Término éste, proveniente de la famosa novela de Daniel Defoe (1719).
96 Semana 3. El modelo paretiano simple
y x
Es decir, cuando se tiene que = √ . Por tanto, de las ecuaciones (3.35)
x 2 L − x2
y (3.36) se llega a que:
p p
x∗ = L/2 ; y∗ = L/8 (3.37)
p
b
L/8
p x
L/2
Figura 3.23. Robinson en equilibrio.
Nota 10.
En general, ya estaría claro, el problema general de una economía Robinson
Crusoe puede escribirse a través del problema de optimización
Maximizar U (x, y)
x,y≥0
sujeta a F (x, y) = 0
∂U ∂F
∂x = ∂x = − dy
∂U ∂F dx
∂y ∂y
3.8. Sobre el origen de la caja de Edgeworth 97
Cabe señalar, al final, que el modelo paretiano fue apropiado, casi exclusivamen-
te26 , por la teoría del comercio internacional como indicaremos en la próxima
sección. El modelo autárquico Robinson Crusoe (un agente sin comercio), el
modelo ricardiano (Ricardo, 1817) de ventajas comparativas, el modelo Stolper-
Samuelson (1941) y el modelo Heckscher-Ohlin (Heckscher, 1919; Ohlin, 1933),
entre muchos otros, así lo demuestran.
8). Todo esto lo hacía basándose en las curvas de oferta de los dos agentes, que
no son más que representaciones, en la caja, de las demandas marshallianas es-
tudiadas en el volumen I (Competencia bajo equilibrio parcial). Obviamente, la
intersección de las respectivas curvas de oferta eran los equilibrios competitivos
que, lo sabemos, están sobre la curva de contrato.
Después de Bowley, la caja desapareció de la literatura económica hasta que en
1941, Tibor Scitovsky la empleó para explicar un problema que existía en los
criterios de compensación de bienestar. Estos criterios que Scitovsky criticaba
provenían de Kaldor y Hicks, quienes intentaban ir un poco más allá del criterio
paretiano de optimalidad. La idea era preguntarse si el cambio de una situación
no-óptima a otra era, en total, mejor socialmente aunque algunos ganaran y
otros perdieran. Y este proceso pasaba la prueba del criterio si los que ganaban
podían compensar a los que perdían y que, al final, todos ganaran. Sin embargo,
una paradoja que encontró Scitovsky era que dos estados podían ser mejores uno
a otro (ver semana 4).
Cinco años más tarde, Wassily Leontief (1906-1999) en The Pure Theory of the
Guaranteed Annual Wage Contract (1946b), emplearía la más elaborada ver-
sión de la caja Edgeworth-Bowley encontrada hasta ese momento. Allí, lúcida
y elegantemente, Leontief resume, consolida y clarifica todo el trabajo ante-
rior, estableciendo en la literatura las nociones de curva de contrato, zona de
ventajas mutuas (en forma de lente), curvas de oferta, etc., y estudiaba allí el
monopolio simple, la discriminación de precios y el monopolio bilateral, todo
esto enmarcado en las respectivas implicaciones de bienestar. No hay duda de
que Leontief reavivó el interés de los economistas por la caja, y, en particular,
captó la atención de Kenneth Arrow y Paul Samuelson.
Arrow, en An Extension of the Basic Theorems of Classical Welfare Economics
de 1951, introdujo conceptos de teoría de conjuntos en la caja. Las regiones de
posibles negociaciones comenzaron a entenderse como conjuntos convexos y apa-
reció el concepto de hiperplano (que en nuestro capítulo actual, sólo eran rectas),
y así las derivadas comenzaron a ser desplazadas por conceptos topológicos.
Precisamente con estas herramientas establecería los dos teoremas fundamen-
tales del bienestar económico, señalando con claridad cuándo estos teoremas se
satisfacían en las esquinas (bordes) de la caja. Por ejemplo, Arrow señalaba que
sin hipótesis extras, podrían haber asignaciones óptimas en las fronteras que no
son equilibrios competitivos (ver ejemplo 6, semana 7). Y, por su parte, Samuel-
son en su artículo clásico de 1952 The Transfer Problem and Transport Costs
recurrió a la caja para determinar si una transferencia hecha por Europa a USA
mejoraría o empeoraría los términos del comercio internacional entre ellos. Estos
desarrollos serían ya un punto cumbre en la evolución de este intrumento como
caja de intercambio pues estaba casi agotado su potencial analítico, a pesar de
los aportes posteriores a la teoría de los mercados bajo incertidumbre (Arrow,
1964; Niehans, 1990).
De otro lado, la versión de la caja Edgeworth-Bowley como caja de produc-
ción venía encontrando nuevas aplicaciones. En 1933, Abba Lerner presentó la
3.8. Sobre el origen de la caja de Edgeworth 99
Samuelson presentó aquella famosa prueba del teorema de igualación de los precios de los
factores, y Robbins, al leer esto, recordó el artículo de Lerner de 1933 y lo invitó a publicarlo.
Sin embargo, Lerner no tenía copia de él, debido a que le había entregado la única versión
corregida que tenía a un estudiante para que le ayudara a pasarlo a máquina de escribir, pero
el estudiante lo dejó olvidado en un bus y nunca pudo recuperarlo. Lerner, ocupado en otros
artículos, nunca reprodujo el manuscrito. Entonces la versión que se publicó en 1952 fue una
copia de reserva que Robbins había guardado de aquella conferencia del año 1933.
100 Semana 3. El modelo paretiano simple
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
Las dotaciones iniciales agregadas de los bienes (en manos del distribuidor
central de la economía) son W1 = 20 y W2 = 40. Por último, las rentas
monetarias asignadas por el distribuidor a cada uno de los individuos son:
R1 = $100 y R2 = $60.
a) Solucione el problema de equilibrio general y verifique que, en una
economía de distribución, los precios monetarios quedan determina-
dos.
Ejercicios 103
105
106 Semana 4. La nueva economía del bienestar
Aquella parte del bienestar social que puede llevarse, directa o indirectamente,
en relación con la medida (measuring-rod) del dinero.
Donde el valor del dinero jugaba un papel esencial en la medida del producto
nacional. Sin embargo, se apartó de los clásicos en que, en lugar de valorar, por
ejemplo, en términos del valor-trabajo (Ricardo), lo asumió (como buen segui-
dor de Marshall), mediante utilidad marginal, y esto, obviamente, conllevaba
problemas de “comparaciones interpersonales” de utilidades, es decir, que las
utilidades pudieran medirse en una unidad común. Así, el sector público, que
en el método clásico de Ricardo no conllevaba problema alguno para la medi-
da del producto nacional, estaba ahora confusamente descrito. Y, como era de
esperarse, las críticas llegarían (Robbins, 1932, 1938):
4.1. Introducción: Arthur C. Pigou 107
de ver que la satisfacción que obtiene un individuo de consumir un bien sea mayor que la
satisfacción alcanzada por otro individuo al consumir otro bien. Inclusive si ambos individuos
tuviesen su satisfacción medida cardinalmente tampoco tendríamos manera de relacionar las
unidades de estas escalas, y, por lo tanto, tampoco podríamos sumarlas. Debido a estas y
otras muchas críticas al trabajo de Pigou, sus seguidores a ultranza se restringieron a un
pequeño círculo académico en la Universidad de Cambridge. No obstante, la necesidad de una
reestructuración del problema estaba en el orden del día.
108 Semana 4. La nueva economía del bienestar
y0
y B
A x x0
Nicholas Kaldor (1939) le replicó a Harrod que podía demostrarse que este
elemento arbitrario no estaba implicado en absoluto, al menos con respecto a
afirmaciones prescriptivas:
Los efectos de la Revocatoria de las Leyes del Maíz pueden resumirse como
sigue: (i) Se produce una reducción en el precio del maíz, y así el mismo ingreso
monetario representará ahora un ingreso real mayor; (ii) Conduce a un cambio
en la distribución del ingreso, así que algunos ingresos (i.e., los de los terrate-
nientes) (en cualquier caso, en términos monetarios) serán más bajos que antes,
y el ingreso de otras personas (presumiblemente el de otros productores) será
mayor. Como podemos asumir que el ingreso monetario agregado, no cambia si
se reduce el ingreso de los terratenientes, el ingreso de otras personas debe, por
lo tanto, aumentar. Es sólo como resultado de este cambio en la distribución
del ingreso, que habrá cierta pérdida de satisfacción en ciertos individuos y, por
lo tanto, necesidad de comparar las ganancias de algunos con las pérdidas de
otros. Pero siempre es posible para el Gobierno asegurar que la anterior distri-
bución del ingreso pueda mantenerse intacta: compensando los “terratenientes”
por cualquier pérdida de ingreso proveyéndoles de fondos mediante un impues-
to extra sobre aquellos cuyos ingresos hayan aumentado. En esta forma, todos
estarán mejor que antes como receptores de ingreso; y todos estarán mejor que
antes como consumidores.
agentes podrían mejorar aún más, moviéndose a una posición que sí lo fuera,
recurriendo, de ser necesario, a una transferencia lump-sum diferente. Es decir,
para Hicks la distribución D (ver figura 4.2), es preferida a la distribución C si
el “ganador” en la nueva distribución D puede hacer transferencias lump-sum
al “perdedor”, y alcanzar una distribución óptima de Pareto (E) –es decir, que
pertenezca a la misma gran frontera de posibilidades de utilidad (GF P U ) de
D– donde ambos mejoren su bienestar con respecto a la primera distribución
C. Obviamente, bajo este criterio, dos distribuciones en la misma GFPU no
pueden compararse, y este, en sí mismo, es una de las dificultades con el criterio
Kaldor-Hicks (figura 4.3)5 .
u2 u2
D
•
D
•
•E •C
C•
u1 u1
Figura 4.2. Compensación Kaldor-Hicks. Figura 4.3. Imposibilidad de comparación
Kaldor-Hicks.
F •F
•
•
D
D
•E •
C•
•C
u1
u1
Figura 4.4. Paradoja de Scitovsky. Figura 4.5. Intransitividad en el criterio de
Scitovsky.
Pero más allá de las objeciones éticas de Little (y otros), con respecto a utilizar
criterios de compensación como mecanismos para mejorar una organización eco-
nómica, también se encontraron dificultades lógicas. En 1955, William Gorman
mostró que el criterio de Scitovsky puede “llevarnos en círculos”: la relación de
preferencia definida por Scitovsky, ¡no es transitiva! Y para verlo, observemos
la figura 4.5, en donde, según Scitovsky, F es superior a D y D es superior a C.
Pero la propiedad de transitividad de esta relación afirma que deberíamos tener
que F es superior a C y, sin embargo, estos dos ni siquiera son comparables.
Uno de los problemas que hace difícil que los criterios de compensación sean úti-
les en las aplicaciones prácticas es que no existe ninguna forma de hacer juicios
de bienestar sin, de alguna forma, llevar a cabo cierta comparación interpersonal
de utilidad, y esto no es permisible bajo los requisitos de la Nueva Economía del
Bienestar. Hace ya un tiempo, Chipman & Moore (1978, p. 581), resumieron las
discusiones Kaldor-Hicks-Scitovsky así:
Algunos críticos posteriores (por ejemplo, Gowdy, 2004), creen que el análisis
teórico ha ido reforzando la posición de Chipman y Moore. Aún así, reciente-
mente, problemas tales como los planteados por Scitovsky y otros, han venido
siendo considerados como “anomalías de poca relevancia” en la aplicación prác-
tica del análisis costo-beneficio, a pesar de que la economía del comportamiento
(Kahneman & Tversky, 1979; Kahneman, 2003), viene mostrando que el com-
portamiento humano lo explican mejor las “paradojas” que el modelo estándar
de la teoría ortodoxa (neoclásica) de la elección.
4.5. La función de bienestar social 113
Aquí se asume que todas las funciones involucradas (Ui , Uj , F ) satisfacen con-
diciones típicas: son cuasicóncavas estrictas, monótonas crecientes en cada uno
de sus argumentos y diferenciables con continuidad6 en Rn+ y que, por tan-
to, las condiciones (suficientes y necesarias) de primer orden nos llevan, para
r, s = 1, 2, . . . , n a:
∂Ui ∂F
∂xir ∂Xr
= (4.3)
∂Ui ∂F
∂xis ∂Xs
Es decir, para cada individuo i la tasa marginal de sustitución de cualquier dos
mercancías (r y s) debe igualar a la tasa marginal de transformación de estas
dos mercancías. Notemos, además, que esto implica que:
∂Ui ∂Uj
∂xir ∂xjs
= (4.4)
∂Ui ∂Uj
∂xis ∂xjs
f = f (U1 , U2 , ..., Un , F )
que asociara a cada (n + 1)-tupla (U1 , U2 , ..., Un , F ), una matriz A = (xir )ir
donde xir es la cantidad del bien r (para r = 1, 2, ..., n) que se le asigna al
agente i = 1, 2, ..., m.
Pero ni Bergson ni Lange plantearon la posibilidad de la existencia de este
tipo de solución con aportes explícitos desde la ética, más allá de esta idea
“bienestarista”. Y era improbable que lo hubieran resuelto, pues hoy está claro
que la solución al problema planteado por Lange era formalmente equivalente a
la existencia del equilibrio competitivo de un modelo paretiano con n agentes, y
ni Lange ni Bergson estaban, seguramente, advertidos de que la primera prueba
de esto apenas acababa de llevarla a cabo Abraham Wald en 19367 .
Con esta dirección en desarrollo, la teoría del bienestar social recibió muchos
ataques desde la filosofía positivista –por ejemplo, del mismo Robbins (1932)
6 Ver el Apéndice matemático del volumen I (Competencia bajo equilibrio parcial).
7 Ver semana 5.
4.5. La función de bienestar social 115
Está de moda para el economista moderno en insistir que los valores éticos
no tienen lugar en el análisis científico. El profesor Robbins, en particular, ha
insistido en este punto, y hoy es costumbre distinguir entre el análisis puro de
Robbins como economista y su propaganda, condenaciones y recomendaciones
políticas como ciudadano. En la práctica, si fuera presionado hasta extremos,
esta regla un tanto esquizofrénica sería difícil de admitir, y conduciría a circun-
loquios un tanto tediosos. Pero, en esencia, Robbins está indudablemente en
lo cierto. Pensar con el deseo es un potente limitador del buen análisis y de la
buena descripción, y las conclusiones éticas no pueden deducirse en la misma
forma que se deducen o verifican las hipótesis científicas.
(Bowen, 1943; Knight, 1931; Black, 1948). Si el lector lo prefiere, podría pensar que la compra
de un artículo en el mercado es un voto que se hace por ese artículo. Al fin y al cabo, en
ambos procesos están involcradas decisiones personales entre un número de alternativas que,
además, producen un resultado social.
116 Semana 4. La nueva economía del bienestar
ii) Principio débil de Pareto (P): Para x, y ∈ X, si Ui (x) ≤ Ui (y) para todo i,
entonces U (x) ≤ U (y). Es decir, el orden social debe estar positivamente
asociado con los órdenes individuales.
iii) No-dictadura (ND): No existe i tal que para todos los perfiles de prefe-
rencias en el dominio de f y para todos los estados sociales x, y ∈ X, si
Ui (x) ≤ Ui (y) entonces U (x) ≤ U (y). Es decir, el orden social no debe ser
impuesto por ninguno de los agentes de la sociedad.
Entonces Arrow mostró que, bajo estas condiciones, no existe ninguna función
de bienestar social:
explica si imaginamos a dos personas abandonadas en una isla, y que tienen ideas opuestas
respecto a las horas dedicadas a recolectar la fruta y pescado (Robinson Crusoe). E inclusive
se ve en el caso de la Paradoja de Condorcet (1785), también conocida como la Paradoja del
Votante, en donde tres personas que votan por tres candidatos en una decisión por mayoría,
no logran elegir a ningún candidato.
4.5. La función de bienestar social 117
la sociedad), el que debería escoger qué libro leer o de qué color pintar su cuarto.
11 Notemos que aquí no se asume la condición IAI, que tan importante es en la “imposibili-
comerse la cena de otro –Walras (1885) en carta a Launhardt aparecida en Jaffé (1965)–, lo
118 Semana 4. La nueva economía del bienestar
korby, 1975; Davidson, 1986), es difícil ver cómo la gente puede comprender algo acerca de las
mentes y los sentimientos de otras personas, sin hacer algunas comparaciones con sus propias
mentes y sentimientos. Y aunque esas comparaciones pueden no ser extremadamente preci-
sas, tampoco se requiere hacer comparaciones interpersonales muy precisas para hacer un uso
sistemático de ellas en la teoría de la elección.
4.6. Axiomática y funciones de bienestar social 119
dad von Neumann-Morgenstern (von Neumann & Morgenstern, 1944). Este proceso de tomar
valores esperados es muy socorrido por el análisis matemático cuando de tratar problemas de
asignación de utilidad en mercados competitivos se trata. Sin embargo, como se estudiará en
la semana 8, asumir convexidad en estos mercados, no es suponer demasiado debido a que la
suma de un gran número de agentes “convexifica” el conjunto de consumo agregado.
120 Semana 4. La nueva economía del bienestar
U2
Gran Frontera de Posibilidades
de Utilidad (GFPU)
U1
Maximizar f (U1 , U2 )
U1 ,U2 ≥0
Es decir, un par óptimo (U1∗ , U2∗ ) ∈ F para cada uno de los dos agentes (ver
figura 4.7).
U2
Curvas de indiferencia de la
función de bienestar social
f (U1 , U2 )
F
H(U1 , U2 ) = 0
U1
Si H(U1 , U2 ) = 0 es la forma analítica suave (es decir, sin picos) de la gran fron-
tera de posibilidades de utilidad GF P U , entonces la solución del problema (ES)
anterior, debe satisfacer (después de aplicar el correspondiente lagrangiano):
∂f ∂H
∂U1 ∂U1
= (4.5)
∂f ∂H
∂U2 ∂U2
4.6. Axiomática y funciones de bienestar social 121
U2
Solución
b
px
Pendiente −
F py
H(U1 , U2 ) = 0
U1
Es precisamente sobre estas soluciones (U1∗ , U2∗ ) que se desarrolla la teoría axio-
mática de la función de bienestar social. Es decir, si escojemos uno entre los
distintos equilibrios de una economía (dependiendo de la distribución de dota-
ciones de los agentes), por qué y bajo qué criterios éticos lo hacemos así. Definir
este problema normativo es lo que conduce a pensar en que pueda existir una
imaginaria función de bienestar social que señale, exactamente, esos resultados
éticos deseados.
U2
Solución eficiente
de Pareto
U1
U2
U1 = U2
U1
U2 U2
afín
F F
U1 U1
U2
F′ Solución para F
U1
Figura 4.12. Axioma de independencia de alternativas irrelevantes (IAI).
Y con estos cuatro axiomas pudo Nash caracterizar las soluciones escogidas por
la función de bienestar social Bernoulli-Nash. Veamos.
Es decir, las únicas soluciones (U1∗ , U2∗ ) que satisfacen aquellos cuatro axiomas
son las soluciones al siguiente problema (ver figura 4.13):
Maximizar U1 U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a (U1 , U2 ) ∈ F
U2 Curvas de indiferencia
U1 U2 = constante
Solución
Bernoulli - Nash
U1
Ahora: por definición, sabemos que nuestra GF P U es “suave” (es decir, diferen-
ciable con continuidad en sus derivadas parciales), y que podemos describirla
mediante una función suave de la forma H(U1 , U2 ) = 0, entonces el problema
que debemos resolver es de la forma
Maximizar U1 U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a H(U1 , U2 ) = 0
∂H
∂U1 U2
=
∂H U1
∂U2
(Ecuación para soluciones Nash)
U2
Solución
Bernoulli-Nash
b
F
α α
U1
Maximizar U1 U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a λU1 + U2 6 1
U2
U1 = U2
1 1
,
2 2
1
1 1
,
2λ 2
b
b
λU1 + U2 = 1
1←λ
1 1/λ U1
Maximizar U1 U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a U1 + (U2 )α 6 1
U1 = 1 − (U2 )α
Maximizar U1 + U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a (U1 , U2 ) ∈ F
U2
Solución utilitaria
b U1 + U2 = constante
U1
m8
U2
(U1∗ (F ′ ), U2∗ (F ′ ))
b
b
(U1∗ (F ), U2∗ (F ))
F F′
U1
sujeta a (U1 , U2 ) ∈ F
U2
Solución
igualitaria
b
F
U1
Ejemplo 3.
Asumiendo que F = {(U1 , U2 ) ∈ R2+ | U1 + (U2 )2 6 1} el lector puede mostrar
sin muchas complicaciones, aplicando las definiciones de arriba, que la solución
Bernoulli-Nash es (0.67,0.58), la solución utilitaria es (0.75, 0.5), y la solución
igualitaria es (0.618, 0.618). En efecto, pues (0.67, 0.57) es la solución al pro-
blema
Maximizar U1 U2
U1 ,U2 ≥0
sujeta a U1 + (U2 )2 = 1
4.7. Y mientras tanto... 129
sujeta a U1 + (U2 )2 = 1
sujeta a U1 + (U2 )2 = 1
U2 Solución igualitaria
(0.618,0.618)
1
Solución Bernoulli-Nash
(0.67,0.57)
b
b
b Solución utilitaria
(0.75,0.5)
F
1 U1
Carl Menger.
19 Debe advertirse, sin embargo, que para Cassel el problema de la existencia del equilibrio
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
20 Aunque ya en los pasillos de muchas universidades europeas, corría una traducción del
Manuel de Pareto, algo que no lograrían los Éléments de Walras hasta su traducción al inglés
en 1954, por William Jaffé.
21 Sobre la teoría de juegos discutiremos ampliamente en el volumen III (Competencia bajo
equilibrio de Nash).
Ejercicios 131
2. En cada uno de los siguientes casos, calcule las tres soluciones aquí es-
tudiadas (Bernoulli-Nash, utilitaria e igualitaria), gráfiquelas y compare
cuidadosamente sus resultados:
133
134 Semana 5. La tradición alemana del equilibrio general
regulación gubernamental. Más aún, aseguraba que la función del Estado era
garantizar ciertas condiciones para que las empresas privadas funcionaran. En-
tre estas condiciones estaban el tener moneda y tasas de cambio estables; una
razonable libertad de comercio internacional; control de monopolios y demandas
de los sindicatos; y moderación en el gasto público (Cassel, 1918, libro I).
Por ejemplo, con estos argumentos criticó fuertemente las políticas económicas
de la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Decía que
las posibilidades de recuperación estaban en desarrollar políticas de comercio
libre, flujos internacionales de capitales, y estabilización de la moneda en sus
valores externo e interno. Y como parte de esta estabilización hacía un llamado
al regreso del patrón oro, urgiendo a los bancos centrales a ahorrar en oro para
prevenir fluctuaciones en los precios.
A pesar del reconocimiento internacional que tuvo Cassel en vida, también fue
muy criticado y, entre ellos, el más agudo fue su coterráneo Knut Wicksell (1851-
1926). Aunque ya habían tenido discusiones y diferencias previas, en 1919, al
revisar la principal obra de Cassel, el Theoretische Sozialökomie de 1918, Wick-
sell afirma que, así el autor lo desee, su trabajo no podía considerarse como
original ni tampoco pionero, pues mucho le debía a Walras. Pero, Cassel, reco-
nociendo poco o nada de Walras en su obra, respondió diciendo que cualquier
pensamiento es nuevo si difiere de manera importante del punto de vista preva-
lente (Cassel, 1940-41, vol. I, p. 262).
Aunque de carácter áspero, Cassel siempre fue un fuerte defensor de las liber-
tades democráticas y de la unión entre las naciones, y buscó llevar su influencia
más allá de los muros académicos de la Universidad de Estocolmo, a amplias au-
diencias públicas. En sueco, inglés y alemán, dictó conferencias en toda Europa,
desde la Royal House en Suecia, hasta pequeños grupos de obreros y comercian-
tes. Aseguraba que el progreso social y económico provendría de la libertad pero
dentro de sus raíces culturales, y no únicamente consagrada en constituciones.
Habiendo tenido entre sus alumnos en Suecia a Gunnar Myrdal (Premio Nobel
en Economía -1974- en conjunto con F. Hayek) y Bertil Ohlin (fundador de la
teoría del comercio internacional con perspectiva neoclásica), se le considera,
junto con Knut Wicksell, uno de los fundadores de la Escuela Sueca. Sobre esto
decía:
(...) no vale la pena formar muchos economistas, sino más bien economistas de
jerarquía que ayuden a avanzar la ciencia económica y estimulen su prestigio
en nuestro país... Nunca he fundado ninguna “escuela” y nunca busqué hacerlo.
Desde el comienzo mi programa ha sido formar gente joven dentro del pensa-
miento independiente, restringiéndolos a la cientificidad, pero nunca a ninguna
filosofía ya hecha que los estudiantes sólo tuvieran que aceptar.
al cerrar sus memorias, y ante los acontecimientos que avizoraban una nueva
confrontación desde Alemania (Segunda Guerra Mundial), escribía de manera
pesimista acerca del futuro de Europa: libertades suprimidas, violencia, claridad
científica subvalorada, dominación, esclavitud.
(...) ¡A donde uno mire, solo desolación! Desolación, en cualquier caso, de todo
lo que había buscado construir (...) [pero a todo ello] sólo tengo una respuesta:
He hecho lo que he tenido que hacer. Y lo he hecho con alegría.
rios” se transforman en bienes finales, es posible extenderlo para incluir bienes intermedios.
136 Semana 5. La tradición alemana del equilibrio general
Rj = Gj (p, q) j = 1, 2, . . . , m (5.4)
Esta ecuación de equilibrio (que no es más que cierto tipo de “restricción pre-
supuestaria”) afirma que, en el agregado, la valoración de la demanda iguala a
la valoración de la oferta en términos de la unidad monetaria de los precios.
Observemos que de la ley de Walras se deduce que, en realidad, sólo 2m + 2n − 1
ecuaciones de los sistemas (5.1), (5.2), (5.3), (5.4) son las fundamentales: si
4 Obsérvese que Cassel (a diferencia de Walras), no recurrió a las funciones de utilidad,
sino que dirigió únicamente su atención a las demandas; es decir, en el modelo de Cassel no
aparecen los consumidores individualmente, ni, por supuesto, sus utilidades marginales. De
hecho, para Cassel el valor económico (es decir, el precio de equilibrio), surgía de lo que llamó
“principio de escasez”, y no de consideraciones utilitaristas. Así, los precios surgían porque
los factores primarios eran escasos.
5.3. Las síntesis de Wald 137
solución. Por su parte, Zeuthen advertía que este mismo sistema de ecuaciones
(5.1) deberían ser de inecuaciones (desigualdades), y en su lugar escribir
n
X
aji Ai ≤ Rj j = 1, 2, . . . , m
i=1
pi = fi (A1 , . . . , An ) para i = 1, 2, . . . , n
donde µj ≥ 0 para todo j, pero µj > 0 cuando el factor j es gratuito (qj = 0).
Y esto lo escribe así:
µj qj = 0 j = 1, 2, . . . , m (5.6)
Después escribe
m
X
aji qj = pi i = 1, 2, . . . , n (5.7)
j=1
economistas europeos arribarían a los Estados Unidos. Es obvio que este flujo de académicos
fue cualitativa y cuantitativamente significativo en la creación de varias escuelas de economía
en los Estados Unidos. Además de Morgenstern y Wald, también huyeron Modigliani, Domar,
Hurwicz, Griliches, Kamien, Kalecki, Koopmans, Lange y Scitovsky, entre muchos otros.
140 Semana 5. La tradición alemana del equilibrio general
Teorema 1.
Dados Rj , aji y fi (donde i = 1, 2, . . . , n; j = 1, 2, . . . , m), el sistema de ecuacio-
nes (5.5), (5.6), (5.7), (5.8) tiene un conjunto único de soluciones no-negativas
Ai , qj , µj , pi siempre y cuando se tengan las siguientes condiciones:
b) aji ≥ 0 para i = 1, 2, . . . , n; j = 1, 2, . . . , m.
e) Sea lı́mk→∞ (Ak1 , . . . , Akn ) = (A1 , . . . , An ) con Aki > 0 para todo k. Enton-
ces, si Ai = 0 para algún i, se tendrá que lı́mk→∞ fi (Ak1 , . . . , Akn ) = ∞.
f) Si {A′i } con P
i = 1, 2, ...n son n números Pncon al menos uno de ellos menor
n
que 0, y si i=1 p i A ′
i ≤ 0 entonces i=1 i i < 0 donde se tiene que
p ′ ′
A
p′i = fi (A1 + A′1 , . . . , An + A′n ) para i = 1, 2, . . . , n.
Demostración.
Ver Wald (1951).
Ejemplo 1.
Si ingenuamente intentamos resolver el sistema de ecuaciones simultáneas
encontramos que:
10 3 23 19
A1 = A2 = ; p1 = 3 ; p2 = ; q1 = − ; q2 =
3 10 5 10
A1 + 2A2 + µ1 = 10 ; µ1 > 0
75 6 23
A1 = ; A2 = ; µ1 =
11 11 11
22 11 11
p1 = ; p2 = ; q1 = 0 ; q2 =
15 6 30
Para terminar, no es muy difícil probar –excepto por las condiciones e) y f)–
que los parámetros del modelo satisfacen las condiciones del teorema 1. N
En el mismo artículo de 1951, Wald hace una fuerte observación con respecto al
modelo representado por las ecuaciones (5.5), (5.6), (5.7) y (5.8), que no debería
pasar inadvertida:
(...) [en él] se asume que nada se ahorra, y de allí que no sean tratados el
problema de la formación de capital ni el de la tasa de interés...; segundo, se
ha asumido que la producción de una unidad (...) es técnicamente posible por
sólo un método... En una nota posterior, el autor tratará un sistema dinámico
de ecuaciones correspondiente en el que sí serán considerados la formación de
capital y la tasa de interés, y en la cual se asuman variables los coeficientes
técnicos. La solución de este sistema se examinará entonces.
donde los a∗ij son los consumos realizados por el consumidor i de la mercancía
j; k = 1, 2, ...m; y a∗ij 6= 0 para todo i, j. No obstante,
∂ui ∗ ∗
(a , a , · · ·, a∗im )
∂xk i1 i2 pk
i
≥ (5.13)
∂u ∗ ∗ pj
(a , a , · · ·, a∗im )
∂xj i1 i2
para k = 1, 2, ...m, siempre que a∗ij = 0 para todo i, j, pero a∗ik 6= 0 para cierto
k. También, para j = 1, 2..., m, plantea la condición de equilibrio de mercado
Teorema 2.
El sistema de intercambio (5.12), (5.13), (5.14), (5.15) anterior, tiene una única
solución para precios positivos p2 , p3 , . . . , pm y cantidades no-negativas a∗ij (i =
1, 2..., n; j = 1, 2, . . . , m) siempre que
a) wij ≥ 0 i = 1, 2..., n; j = 1, 2, . . . , m.
Pn
b) i=1 wij > 0 j = 1, 2, . . . , m.
Pm
c) j=1 wij > 0 i = 1, 2, . . . , n.
e) Las funciones hij (x) tienden a ∞ cuando x → 0; además, para todo λ > 1
se tiene que
hij (λx) 1
>
hij (x) λ
Demostración.
Ver Wald (1951).
Las hipótesis del teorema anterior se pueden entender así: las tres primeras son
hipótesis económicas básicas; la cuarta –d)– es la condición walrasiana de que
la utilidad marginal de un bien es independiente de las cantidades que posee
el agente de los otros bienes, y es estrictamente decreciente con respecto a las
cantidades que posee de ese bien. Sobre ésta, decía Wald:
Con seguridad la condición no se tiene completamente en el mundo real. En ge-
neral, hay relaciones complementarias y substitutivas entre ciertos bienes. Pero
la condición [d)] puede considerarse una buena aproximación a la realidad. El
mismo Walras basa su teoría de formación de precios en esta hipótesis (...). Las
condiciones [a)] a [d)], que prueban la solubilidad de las ecuaciones de inter-
cambio coinciden sustancialmente con las hipótesis walrasianas. Así que Walras
estaba en lo cierto al asegurar la solubilidad de sus ecuaciones de intercambio.
Sin embargo, esto sólo puede probarse con la ayuda de difíciles métodos de la
matemática moderna, y el método que utiliza Walras para intentar probar la
existencia de los precios de equilibrio es completamente inadecuado.
y donde cada uno posee, respectivamente, WA = (0, 1), WB = (1, 0), Wald
propone ir directo a plantear las ecuaciones del teorema:
∂uA ∂uB
∂xA p1 ∂xB
= = (5.16)
∂uA p2 ∂uB
∂yA ∂yB
xA + xB = 1 ; yA + yB = 1 (5.17)
144 Semana 5. La tradición alemana del equilibrio general
p1 xA + p2 yA = p2 ; p1 xB + p2 yB = p1 (5.18)
Y resolviendo este sistema, encontramos que la ecuación (5.16) se convierte en:
yA p1 yB
= = (5.19)
xA p2 xB
De las ecuaciones (5.19), (5.17), y (5.18), resulta que:
p2 1 1 1 1
=1 ; xA = ; xB = ; yA = ; yB =
p1 2 2 2 2
Es fácil probar que este ejemplo satisface las cinco condiciones de Wald del
teorema 2 y, por tanto, la unicidad de nuestra solución está reafirmada. En
efecto, basta escribir uA de las dos siguientes formas:
fijo para probar la existencia de equilibrios, debido a que lo redujeron, básicamente, a uno en
que es sólo un agente el que maximiza (agente representativo).
146 Semana 5. La tradición alemana del equilibrio general
X T AY
F (X, Y ) = ; A = (aij )mxn ; B = (bij )mxn
X T BY
El punto de silla es entonces, tanto la tasa de interés (β), como la tasa de cre-
cimiento (α) de equilibrio. Al hacerlo, como ya advertimos, utilizó un resultado
muy particular que posteriormente se vio que era una generalización del teorema
de punto fijo de Brouwer –teorema de punto fijo de Kakutani (1941) [16] –. Sin
embargo, más adelante se mostró (Loomis, 1946), que el problema de existencia
de puntos de silla para esta forma cuadrática era equivalente a un problema
mucho más simple: el teorema minimax de la teoría de juegos de suma cero, que
el mismo von Neumann ya había descubierto en 1928 [17] .
Finalmente, von Neumann hace las tres siguientes observaciones:
Ejemplo 3.
Supongamos que la tecnología del modelo de von Neumann está determinada
por
1 0 0 1
A= y B=
0 1 1 0
Entonces es fácil probar, siguiendo las desigualdades del modelo, que,
de los pronósticos del mercado de valores (y en general, de toda la economía) en la “crisis del
29”.
5.5. La fundación Cowles y el neowalrasianismo 151
Para resolver esto, encargó la realización de algunos surveys sobre temas que
habían sido tratados matemáticamente, entre ellos sobre equilibrio general, ci-
clos económicos y técnicas estadísticas (Marschak, 1933; Tinbergen, 1935; Hicks,
1935b; Frisch, 1933), además de algunos artículos sobre “economistas matemá-
ticos” famosos ya desaparecidos –Roy sobre Cournot (1933), Hicks sobre Walras
(1934), Bowley sobre Edgeworth (1934) y Amoroso sobre Pareto (1938)–, en-
tre otros. También aparecieron artículos importantes en la tradición paretiana,
tales como Hicks (1937), Hotelling (1938), Samuelson (1941) y Lange (1942).
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
1. Pruebe que la economía tipo Wald
8 10
x1 = ; x2 =
p1 p2
v1 + 4v2 = p1 2v1 + 5v2 = p2
tenga soluciones no-negativas.
5. En el sistema Walras-Cassel
10 1
x1 = , x2 =
p1 p2
v1 + 4v2 = p1 ; 2v1 + 5v2 = p2
¿Existen valores de a y b (cambio tecnológico en la producción del recurso
1) para que este tenga un precio mayor o igual que un precio base p > 0?
f1 (x1 , x2 ) = f2 (x1 , x2 ) = 1
1
siempre que 4 ≤ x1 , x2 < 43 .
155
156 Semana 6. Los modelos “lineales”
Este modesto volumen presenta un intento por aplicar la teoría económica del
equilibrio general (o, mejor, la interdependencia general), a un estudio empírico
de interrelaciones entre las diferentes partes de una economía nacional, que se
revelan a través de las covariaciones de los precios, de los productos, de las
inversiones, y los ingresos.
Leontief, 1941, p. 3.
la muestra (pero que, para su época, llevaba al límite las posibilidades compu-
tacionales de los años 1930) mostró la validez empírica del método y constituyó
toda una innovación fundamental. Con el computador electrónico en la mira,
y la consiguiente recopilación y procesamiento de datos a la mano, esta herra-
mienta cuantitativa comenzó a ganar rápidamente un espacio en la literatura
económica.
Sin embargo, el sistema insumo-producto cerrado, en el que todo quedaba deter-
minado internamente, era inapropiado para el estudio, por ejemplo, del comercio
internacional o, aún, del impacto de eventos externos en el nivel de la actividad
económica. El estudio del sistema insumo-producto abierto apareció entonces
en Output, Employment, Consumption, and Investment (1944), y fue incorpo-
rado en la segunda edición de The Structure (1951). Este sistema abierto no
tardaría en entrar a la arena de las discusiones en los journals y en libros de
texto, y sería utilizado convenientemente en los Estados Unidos para estimar el
efecto de las políticas económicas de posguerra (especialmente el impacto de la
reconversión en la nueva dinámica económica), en donde Leontief jugó un pa-
pel central en la construcción de detalladas y grandes tablas insumo-producto
(hasta 400 sectores). De hecho, para 1955 ya existía un extensa colección bi-
bliográfica de investigación sobre el método insumo-producto, y muchos países
habían construido ya sus propias matrices con distintos grados de elaboración
para el estudio de problemas de desarrollo económico regional y nacional.
Y aunque las aplicaciones del análisis insumo-producto a problemas económi-
cos prácticos son muy numerosas y variadas –comercio internacional (1956), el
análisis de procesos inflacionarios (1946a), y problemas ambientales (1970)–, y
ese fue su propósito original, Leontief también mostró que, para algunos objeti-
vos importantes, podía ignorarse al agente optimizador. Y en esto se hacía más
cercano a la economía clásica.
Otra de las preocupaciones de Leontief respecto a su modelo era buscar la posi-
bilidad de establecerlo con alguna dinámica substantiva; esto, particularmente
para el estudio de los problemas de capital e inversión. Pero, por diversas ra-
zones, este esfuerzo no ha dado tantos frutos como la teoría estática, y se ha
quedado en los libros de texto.
Leontief fue siempre un defensor de aplicar el método científico empírico en
economía. Sin grandes polémicas (a diferencia de Hicks, Samuelson o Keynes) y
sin ser un teórico abstracto, ni un empírico descriptivo, combinó suficientemente
bien las tres vertientes: refinó y revisó sus modelos para que fueran teórica y
empíricamente significativos, y para que pudieran ser aplicados a problemas
relevantes que dieran origen a discusiones serias.
Wassily Leontief murió en febrero de 1999.
Allí, en la primera fila, de las 300 unidades de producción agrícola, 125 uni-
dades van al consumo final (hogares y gobierno), 100 unidades a insumos para
la industria de manufactura y 75 unidades a insumos para la industria agrí-
cola. La segunda fila es similar. En la tercera fila aparece que de 70 unidades
6.2. El análisis insumo-producto 159
y así,
x11 75 x12 100
a11 = = = 0.25; a12 = = = 0.625
x1 300 x2 160
a21 ≈ 0.13; a22 = 0.25; a01 ≈ 0.08; a02 ≈ 0.28
Por consiguiente, las funciones de producción (según Leontief) para aquella eco-
nomía particular de la tabla 6.1, son:
!
x11 x21 x01
x̄1 = Mín , ,
0.25 0.13 0.08
! (6.5)
x12 x22 x02
x̄2 = Mín , ,
0.625 0.25 0.28
Ahora: observemos que para que p1 , p2 sean precios mayores que cero basta
tener (dado que 0 < aij < 1 para todo i, j) la llamada condición Hawkins-
Simon (1949):
( 1 − a11 )( 1 − a22 ) > a12 a21 (6.10)
que es la más sutil restricción del modelo de Leontief básico. ¿Qué significa?
Veamos esto.
x̄2
L1
conjunto de posibilidades
para (x̄1 , x̄2 )
L2
c2
1−a22
c1 x̄1
1−a11
Para nuestro caso particular que venimos estudiando, tendremos entonces que
los precios, relativos al salario de la mano de obra, son:
p1 (0.08)(1 − 0.25) + (0.28)(0.13)
= = 0.20
w (1 − 0.25)(1 − 0.25) − (0.625)(0.13)
(6.11)
p2 (0.28)(1 − 0.25) + (0.08)(0.625)
= = 0.54
w (1 − 0.25)(1 − 0.25) − (0.625)(0.13)
Ahora: utilizando el álgebra matricial5 es posible generalizar el modelo de Leon-
tief a n industrias. Sean:
X̄ = [x̄1 , . . . , x̄n ]T (Vector de cantidades totales de producción)
X0 = [x01 , . . . , x0n ] (Vector de horas de mano de obra para cada industria)
A = [aij ]i,j = 1,...,n (Matriz de proporciones fijas de producción)
T
A0 = [a01 , . . . , a0n ] (Vector de proporciones fijas de mano de obra)
T
C = [c1 , . . . , cn ] (Vector de consumos finales)
T
P = [p1 , . . . , pn ] (Vector de precios)
Entonces el sistema estará definido por las ecuaciones matriciales
X̄ = (In − A)−1 C (6.12)
T −1
P = w (In − A ) A0 ; X0 = A0 X̄ (6.13)
si la inversa de (In − A) existe, donde In es la matriz identidad n × n.
Ejemplo 1. [Economía cerrada (Leontief, 1951)]
Consideremos el siguiente ejemplo adaptado del The Structure de Leontief que
representa a cuatro industrias agregadas en la economía de Estados Unidos en
1939 (tabla 6.3). Allí, la industria 1 representa agricultura, alimentos y mine-
rales; la industria 2 representa manufactura, transporte y actividades del Go-
bierno. La industria 3 es el comercio exterior: con un poco de imaginación, las
exportaciones son los insumos de esta “industria” y las importaciones son sus
productos. Finalmente, la industria 4 son los hogares cuyo insumo es la mano
de obra y el producto es la demanda final. Por ejemplo, en la tabla 6.3 aparece
que la producción total de la industria 1 fue $20.615 billones de dólares, de las
cuales $5.111 fueron a la industria 2; $0.833 fueron exportadas y $14.671 fueron
consumidas.
lo que indica que, en equilibrio (oferta igual a demanda), por cada billón de
dólares invertido en la producción de la industria 1 (agricultura, alimentos y
minerales), la economía requerirá invertir $3.2566 billones en la producción de
la industria 2 (manufactura, transporte y actividades del Gobierno), $0.13742
billones en importaciones (Industria 3), y $3.3397 billones de demanda de los
hogares.
donde X̄1 , X̄2 , X̄3 (así, en mayúsculas) son los consumos de hogares correspon-
dientes a cada una de las industrias 1, 2, y 3. Así, si se estimara que, durante
cierto período, los hogares iban a consumir X̄1 = 5 billones de dólares en bienes
de la industria 1, X̄2 = 70 billones en bienes de la industria 2 y X̄3 = 1 bi-
llón en bienes importados (industria 3), ¿cuál sería la producción total de cada
una de las industrias para que la economía produzca las cantidades necesarias
así avaluadas? Resolviendo el sistema (6.15) entonces obtendríamos una sola
solución:
x̄1 = 12.308 billones; x̄2 = 81.981 billones; x̄3 = 3.627 billones (6.16)
Y, con esto, y utilizando la fórmula aij = xij /x̄j , podemos calcular, por ejemplo,
la cantidad de billones de dólares en salarios que cada una de las tres indus-
trias requerirán durante el período en cuestión. En la industria 1 se requerirán
(recurriendo a los coeficientes de la última fila de la tabla 6.4):
En la industria 2 se requerirán:
Y en la industria 3 se requerirán:
satisfacen
1 − a11 −a12
1 − a11 > 0, >0
−a21 1 − a22
1 − a11 −a12 ··· −a1n
1 − a11
−a12 −a13 −a21 1 − a22 ··· −a2n
−a21
1 − a22 −a23 > 0, ··· , .. .. .. >0
−a31 . . ··· .
−a32 1 − a33
−an1 −an2 ··· 1 − ann
entonces ambos sistemas, (6.12) y (6.13), del modelo Leontief tienen una única
solución no-negativa.
Demostración.
Ver Nikaido (1968).
Así se tenían condiciones suficientes para que la matriz (In − A)−1 existiera,
para que todos sus elementos fueran no-negativos, y, de manera indirecta, para
que esta matriz inversa pudiera “aproximarse adecuadamente” mediante la serie
de matrices In +A+A2 +... cuando se tiene la igualdad (Gale, 1960; Morishima,
1964; Nikaido, 1968):
requerimiento total de la mano de obra para una unidad de demanda del bien
32 es mayor que para una unidad de demanda del bien 4. En este caso, tendría
más sentido aceptar el segundo programa. Y argumentos similares se pueden
utilizar en el caso, por ejemplo, de que el Gobierno decida reducir la polución:
un sector puede parecer más limpio en el sentido de que no poluciona directa-
mente, pero puede ser polucionador, si se aplica el concepto total del análisis
insumo-producto.
El resultado se puede escribir como en la tabla 6.5, donde las columnas (“sector
de compras”) son los insumos (incluyendo las compras de alimentos y bienes
artesanales por parte de los propietarios de la tierra), y las filas (“sector pro-
ductivo”) son los productos. Es decir, esta es la matriz insumo-producto de un
sistema de Leontief, donde todos los productos se convierten en insumos y, por
lo tanto, no hay consumo final.
Pero existe un problema con la tabla anterior: no existe la matriz inversa dada
por (I3 − A)−1 . Y la razón de esto es que la interpretación es inadecuada,
pues lo correcto es tratar las compras de los propietarios de la tierra como
demanda final y no como insumos. Después de todo, los servicios de la tierra no
desaparecen aunque sus dueños sí. La nueva matriz A∗ que aparece en la tabla
6.6 se construyó, entonces, reemplazando los coeficientes 1/2 en la columna de los
propietarios por ceros, ya que las compras de estos (alimentos y manufacturas),
no pueden ser consideradas como insumos. Y ahora la matriz (I3 − A∗ )−1 sí
existe:
5 5
0
2 2
∗ −1
(I3 − A ) = 1 3
0
2 2
1 1 1
Koopmans, 1951, p. 3.
equilibrio competitivo.
6.4. El análisis de actividades: eficiencia en la producción 173
producto de Leontief (1936), el modelo de crecimiento de von Neumann (1937), los trabajos
de Kantorovich (1939) y el modelo Walras-Cassel (1918), lo anticiparon en mucho sobre este
punto.
174 Semana 6. Los modelos “lineales”
“naturaleza” designa la fuente de bienes que permanece por fuera del sistema
productivo que se estudia.
producto
a+b
a
trabajo
Obsérvese que esto, a su vez, implica que no hay interacción entre procesos
productivos: los modos de producción no se afectan unos a otros. En general,
aquellos casos en los que existen interacciones (físicas, tecnológicas, etc.) no pue-
den abarcarse adecuadamente por este modelo. Sin embargo, Koopmans (1957,
p. 83) afirma que:
en aquellas situaciones en que exista interacción física, la aplicabilidad del pre-
sente modelo puede recuperarse en ocasiones reuniendo las actividades inter-
relacionadas en una única actividad, que tenga como producción neta para
cada bien, la suma de las producciones netas de ese bien en cada una de las
actividades que la constituyen, una vez tenida en cuenta su interacción.
6.4. El análisis de actividades: eficiencia en la producción 175
b
3a
2a b
b
a
trabajo
En términos geométricos, esto implica que la semirrecta que parte del origen y
pasa por la actividad básica a = (ank )n=1,2,...N , está conformada también por
actividades. En particular, este postulado asegura que cada actividad básica está
regida por los rendimientos constantes a (de) escala. Ahora: bajo las hipótesis
de aditividad y divisibilidad de las actividades básicas, queda claro entonces
que toda actividad de la economía podrá escribirse como una combinación li-
neal de las n actividades básicas. Es decir, toda actividad de la economía (que
en adelante llamaremos “actividad derivada”), podrá escribirse como y = Ax
para algún K-vector de “intensidades” positivas x, donde la tabla 6.7 señala la
matriz de actividades básicas a la que Koopmans llama matriz de tecnología o,
simplemente, la tecnología de la economía. En A las actividades están descritas
por las columnas.
a11 a12 ··· a1K
a21 a22 ··· a2K
A= .. .. ..
. . ··· .
aN 1 aN 2 ··· aN K
Nota 3.
Es conveniente resaltar en este punto que para muchos economistas el término
“linealidad” se asocia con limitación, restricción e inflexibilidad en las hipótesis.
Sin embargo, Koopmans hace la observación de que su “modelo lineal” se rela-
ciona con las hipótesis de proporcionalidad de los insumos y de los productos en
cada una de las actividades elementales productivas, y con la hipótesis de que el
176 Semana 6. Los modelos “lineales”
y2 y2
y3
y1 y1
Aquí se tienen tres actividades básicas (tres columnas) de tres mercancías (ver
figura 6.5): un bien final (correspondientes coeficientes de la primera fila), un
bien primario (correspondientes coeficientes de la segunda fila), y un bien inter-
medio (correspondientes coeficientes de la tercera fila). Por ejemplo, la primera
actividad básica es un proceso que requiere cuatro unidades del bien primario
para producir una unidad del bien final y una unidad del bien intermedio. El
conjunto de todas las actividades de esta economía es, entonces, el poliedro con-
formado por los vectores de la forma y = Ax donde x es un vector no-negativo de
dimensión 3 que está conformado por las “intensidades” con que se produce en
cada una de las actividades. Por ejemplo, el vector y = (4, −12, 0) es alcanzable
por la economía pues y = Ax donde x = (1, 2, 1).
Cabe también observar aquí que, en la práctica, la matriz A tiene numerosas
filas y columnas (tal vez, miles) con muchas posibilidades de sustitución, y en
donde difícilmente aparecerá un producto aislado como el único resultado de
un único proceso de producción: el análisis de actividades está diseñado para
estudiar procesos que tienen múltiples productos finales, y también los casos en
10 Pero también funciones de producción curvilíneas con tal tipo de homogeneidad (sólo
basta entender que las funciones de producción poliedrales del modelo permiten cualquier
grado de aproximación).
6.4. El análisis de actividades: eficiencia en la producción 177
y3
(1, −2, 7) b
b
(1, −4, 1)
y2
b
y1
(1, −3, −4)
Por ello demuestra el teorema básico de asignación eficiente, el cual asegura que
una condición necesaria y suficiente para que una actividad y ∗ sea eficiente en
la economía es que exista un vector de precios p = (pi )i=1,2,...,N (un precio para
cada bien) tal que:
178 Semana 6. Los modelos “lineales”
y2
p
y1
Actividades
A eficientes
(en línea punteada)
Con la escena del modelo de análisis de actividades puesta a través de las no-
ciones entendidas anteriormente, no era muy complicado para Koopmans hacer
explícitos los postulados económicos del análisis de actividades, y así los escribe:
I) Sobre los agentes de decisión: Existe un número dado de agentes que pue-
den subdividirse en l consumidores, m productores y p poseedores de re-
cursos. Existe, también, un número finito n de bienes, subdivididos entre
tipos de trabajos y otros bienes. Cada agente toma una decisión (para
el período predeterminado) que consiste en la elección de una cantidad
de cada tipo de trabajo y de cada bien; es decir, de un punto en Rn . Se
asume que los conjuntos de planes de consumo son convexos, lo que ne-
cesariamente implica divisibilidad perfecta de los bienes y de los tipos de
trabajo13 .
II) Sobre los consumidores: El punto elegido por el i-ésimo consumidor debe
pertenecer a un conjunto de consumo para i = 1, . . . , l, cuyos puntos tienen
coordenadas no-negativas para todos los bienes distintos al trabajo. Para
las cantidades de los distintos trabajos ofrecidos escogemos coordenadas
negativas. Si una cantidad de estas es cero, ello indicará que el bien no es
consumido o que el tipo de trabajo no es ofrecido.
Gerard Debreu y el propio Koopmans fueron muy influenciados por este grupo. Debreu fue
estudiante de Cartan y mantuvo contacto cercano con Weyl. El trabajo del grupo Bourbaki
fue una mirada de la matemática hacia su propio interior; es decir, una “matematización de la
matemática” y, por ende, una separación de la física, que tanto había regido a las matemáticas
hasta entonces.
13 Nótese aquí el esfuerzo de Koopmans por acercarse al trabajo de Leontief y, desde allí, a
III) Sobre los productores. El punto elegido por el j-ésimo productor debe per-
tenecer a un conjunto de producción para j = 1, 2, . . . , m cuyos puntos
tienen una coordenada no-positiva para cada tipo de trabajo y para ca-
da insumo, además de una coordenada positiva para cada tipo de bien
producido. Este conjunto es independiente de las elecciones de los demás
agentes.
IV) Sobre los propietarios de los recursos. Cada poseedor de recursos controla
una cantidad no-negativa de cada bien que no sea un tipo de trabajo, y
elige desprenderse de una cantidad no-negativa de dichos bienes que no
exceda las cantidades que posee.
VI) Sobre los bienes. Existe un número finito de bienes, clasificados entre l
bienes deseados, p primarios, y N − l − p intermedios. Cada bien puede
existir en cualquier cantidad no-negativa en la que pueda producirse u
obtenerse de la naturaleza. La conjunción o separación de cantidades de
un mismo bien puede representarse mediante la suma o diferencia de los
números que miden dichas cantidades.
ser una distribución de riqueza más desigual que lo que alguna noción normativa
podría sugerir. Así que el título de “óptimo” puede ser, en este sentido, enga-
ñoso. Koopmans recomendó en su época que lo llamasen “estado eficiente desde
el punto de vista de la asignación”. Pero hoy está tan arraigada la terminología
“óptimo de Pareto” que quizás sólo sirva para recordar y homenajear al famoso
economista franco-italiano.
Finalmente, el segundo y fundamental resultado del modelo de Koopmans es el
“dual” del teorema anterior:
Podemos notar que la asignación y = (y1 , y2 , y3 ) es eficiente si, y sólo si, pue-
de ser sustentada por el vector de precios (0.25, 1, 1); es decir, si (0.25, 1, 1) ·
(y1 , y2 , y3 ) = 0; o, lo que es equivalente, si (0.25)y1 + y2 + y3 = 0, y, clara-
mente, esta ecuación la satisface la actividad (10, −0.75, −1.75), con lo que se
demuestra que es eficiente. N
No hay duda de que con los trabajos de 1951 y 1957, Koopmans inspiró una parte
sustancial de la literatura, no sólo de la existencia de equilibrio competitivo,
sino de la construcción de mecanismos explícitos de descentralización a través
de precios –por ejemplo, Arrow & Hurwicz (1960) y Malinvaud (1967)–. En
particular, como lo afirmara el mismo Weintraub (1983, p. 27):
(...) a mediados de 1949, y ciertamente en 1950, los economistas matemáticos
tenían (1) algo de conocimiento sobre los intentos y éxitos al establecer la exis-
tencia del equilibrio en modelos económicos sensiblemente especificados; (2) una
comprensión básica de formas útiles para modelar sistemas interrelacionados de
elección restringida; y (3) técnicas de teoremas de punto fijo para demostrar la
compatibilidad de estrategias o elecciones independientes. El problema de de-
mostrar la existencia de un equilibrio competitivo era accesible. Faltaba llevar
a cabo el resto del trabajo.
Y en 1954, los artículos publicados por Lionel McKenzie y por Kenneth Arrow
& Gerard Debreu, así lo mostraron.
Aunque el modelo de análisis (lineal) de actividades, sirve para aproximarnos a
una mirada abstracta de las implicaciones sobre los precios de una utilización
eficiente de los recursos, y del empleo de precios como medio para sostener usos
eficientes, también se utilizó para darle solución numérica al problema práctico
(de programación lineal) de encontrar la asignación más eficiente o beneficiosa al
interior de una empresa. En particular, puesto que el modelo insumo-producto de
Leontief podría verse como un caso especial del análisis (lineal) de actividades,
cualquier estudio de aquél podría ser extendido al modelo general.
Uno de los propósitos del trabajo de Koopmans había sido el de proveer de una
base teórica que permitiera estimación numérica, por ejemplo, de los efectos
sobre los niveles de actividad de las empresas individuales, de cambios dados
en la composición de la demanda final hechos por las empresas que proveen
al mercado de bienes finales. Los conceptos teóricos del análisis de actividades
se adaptarían, en principio, a responder tales preguntas de política económica
cuantitativa partiendo de variables observables de tipo más o menos agregativo.
184 Semana 6. Los modelos “lineales”
(...) este ejemplo de clara falla del sistema de precios, podría al final conducir a
mejores intuiciones sobre las posibilidades y límites del sistema de precios como
medio de asignación descentralizada de recursos indivisibles.
nocido economista y matemático Akira Takayama, renombrado por sus famosos textos de
matemáticas para economistas.
6.7. El modelo Graham-McKenzie 187
donde aji > 0 es la cantidad del i-ésimo bien producido por una unidad de mano
de obra del j-ésimo país. Por lo tanto, el conjunto de posibilidades de producción
del país j está definido por:
( K
)
X
j K j
Y = y∈R | y = A x para algún x ∈ RK
+ tal que xi = η j
i=1
estudio preparará convenientemente al estudiante para asimilar los más abstractos conceptos
presentados en la semana 7.
188 Semana 6. Los modelos “lineales”
rη (p) ≡ máx p · Y η
f : P ◦ −→ RK
+
de Koopmans (1951).
27 Ver Monsalve & Özak (2018).
28 Gale hizo adiciones importantes a este modelo. Por ejemplo, al sustituir el requisito de
von Neumann de que cada proceso productivo involucra cada bien (como insumo o como
producto), recurriendo a una condición más débil.
Ejercicios 191
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
1. Suponga una economía de tipo Leontief en la que hay dos industrias y cada
una de ellas utiliza, como insumos, elementos de su propia industria y de
la otra. Si los coeficientes técnicos son a11 = 0.25, a12 = 0.02, a21 = 0.04
y a22 = 0.15, y las demandas finales son c1 = 150 y c2 = 200, ¿cuál es la
producción de cada industria?
2. Suponga una economía de tipo Leontief descrita por la siguiente matriz
insumo-producto:
donde x22 es la demanda que hace este tipo de consumidores del bien 2,
x23 es la demanda del bien 3, w2 es el salario de los trabajadores calificados
y p3 el precio del bien 3. Este tipo de consumidores no demanda el bien
1. Por último, la oferta de trabajo de los trabajadores no-calificados es 12
y la de los trabajadores calificados es 7.2.
(...) Entre los más grandes logros de la teoría económica está la determinacion
del valor en mercados competitivos, y hasta qué punto estos mercados compe-
titivos conducen a una asignación eficiente de recursos. Las contribuciones de
Kenneth J. Arrow en esto han sido centrales.
195
196 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
Tres años antes de que este artículo de 1954 apareciera, Koopmans había ya
obtenido similares resultados (pero sin demostraciones de existencia) con he-
rramientas un tanto distintas (conjuntos lineales convexos, fundamentalmente),
como vimos en el capítulo anterior. Y también McKenzie obtuvo en 1954 resul-
tados generales sobre la existencia del equilibrio general, sólo que la manera en
que fue procesado su artículo por los editores de Econometrica de entonces, im-
pidió que tuviera el lugar que le corresponde en la historia del problema. Como
en el caso de Newton y Leibniz en el siglo XVII con la “invención” del Cálculo, o
en la “revolución marginalista” de Menger, Walras y Jevons, el problema de la
existencia del equilibrio general fue un descubrimiento múltiple e independiente.
7.1. Introducción: Kenneth Arrow y Gerard Debreu 197
iii) Los agentes sólo interactúan a través del mercado de mercancías; es decir,
no existe ninguna influencia comercial directa entre ellos.
McKenzie.
4 Debe admitirse que el material que ahora se presentará es de un nivel superior a lo
estudiado en el texto. Pero este es el precio que debe pagarse cuando se buscan altos niveles
de generalidad en las hipótesis.
7.2. El modelo Arrow-Debreu 199
ii) Por su parte, también los servicios se determinan mediante fecha y lugar
de ubicación. El primer ejemplo es la mano de obra humana; otro ejemplo
es el servicio de un camión cuya cantidad se mide por el tiempo que dura
su uso; inclusive el uso de una habitación de hotel cuya cantidad se mide
por el número de días u horas de ocupación; servicios de transporte, de
mantenimiento, de lavandería, de salón de belleza, etc., también pueden
incluirse en esta categoría de mercancías.
donde ps,t1 y ps,t2 son los precios del bien en la ubicación s, pero en los tiempos
t1 y t2 , respectivamente. Ahora: cuando t1 = t y t2 = t + 1, la tasa de interés
en s de t a t + 1 estará dada por:
ist,t+1 = αt,t+1
s
−1 (7.2)
s 1 1
βt,t+1 = s = (7.3)
αt,t+1 1 + ist,t+1
Con este giro teórico, el modelo entonces ignora toda dinámica inherente al
análisis de los planes de inversión, de ahorro, de los tipos de bienes de capital
y, por supuesto, de la moneda.
Xi Xi
αi
b
αi b
a) b)
xi1 ≺i xi2 si, y sólo si, xi1 4i xi2 y no es cierto que xi2 4i xi1
5 Si el lector requiere aclarar un poco más la noción de relación de preferencia, puede
Bien 2 Bien 2
Crecimiento
de las Crecimiento de
preferencias las preferencias
b xi ∗
S hacia el
b
bliss point
x′i
Bien 1 Bien 1
a) b)
Figura 7.2. Preferencias que no satisfacen condiciones del modelo Arrow-Debreu.
Bien 2 Bien 2
Crecimiento de Crecimiento de
las preferencias las preferencias
Bien 1 Bien 1
(a) (b)
Figura 7.3. Hipótesis de cuasiconcavidad.
Demostración.
Ver Debreu (1959, p. 58).
wi = p · Wi (7.4)
Xi
p · x = wi
Xi
Ti (p)
Ti (p)
p · x = wi
p p
Es fácil ver que, para p fijo, este conjunto Ti (p) es no-vacío, cerrado y convexo.
En efecto, en primer lugar es no-vacío por la hipótesis (c) de dotación interior. De
7.2. El modelo Arrow-Debreu 205
otro lado, Ti (p) es cerrado, pues si dada una sucesión de canastas {xin } ⊆ Ti (p)
(es decir, satisfaciendo la condición de que p · xin ≤ wi para todo n) se tiene
que {xin } → x para cierta x ∈ Xi , entonces, tomando límites en la desigualdad
anterior, también se tendrá que p · x ≤ wi , o, lo que es equivalente, x ∈ Ti (p).
Finalmente, probar que Ti (p) es convexo también es simple pues si se tiene que
xi1 , xi2 ∈ Ti (p) y además t ∈ (0, 1), entonces txi1 + (1 − t)xi2 también pertenece
a Ti (p) ya que
Ahora: continuando con la construcción del modelo, bajo las hipótesis del lema
1 anterior, definamos:
Estos son los vectores de precios para los cuales el consumidor puede maximizar
su satisfacción Ui (que representa numéricamente a 4i ) con un plan de consumo
factible, dado su presupuesto.
Lema 2.
Bajo (a1), (a2), (b2) y (c), si suponemos que Xi es acotado, se tiene que Si 6= ∅.
Demostración.
Basta aplicar el teorema de Weierstrass (ver Apéndice matemático). En efecto,
aquí para cada p, se tiene que Ti (p) es cerrado y también es acotado (pues hemos
asumido que Xi es acotado). Además, como Ui es continua en Xi , entonces tam-
bién es continua en Ti (p) y, por tanto, existe al menos una canasta x∗i ∈ Ti (p)
para la que Ui es máxima.
Di : Si −→ Xi
p 7−→ Di (p) = {xi ∈ Ti (p) | Ui (xi ) es máximo en Ti (p)}
del texto.
206 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
Bien 1 Bien 2
p · x = wi
b
b
Di (p) Di (p)
p · x = wi
p p
Trabajo Ocio Bien 1
a) b)
Figura 7.5. En las figuras a) y b) se muestra la formación de las respectivas demandas Di (p)
a los precios p.
Lema 3.
Bajo (b1), (b2) y (b3), si x∗i ∈ Di (p) entonces p · x∗i = wi .
Demostración.
Supongamos, por el contrario, que p · x∗i < wi . Entonces para r > 0 suficiente-
mente pequeño, también sucede que p · x∗i < wi − r. Por lo tanto, toda canasta
xi que esté a una distancia menor o igual que r de x∗i , también estará en Ti (p)
pues, asumiendo kpk = 1 [10] se tiene que p · (xi − x∗i ) ≤ kpkkxi − x∗i k ≤ r, y,
por tanto, p·xi ≤ p·x∗i +r < (wi −r)+r = wi . Con esto se demuestra que en una
bola abierta alrededor de la canasta x∗i y de radio r, x∗i es el máximo de Ui y,
por consiguiente, x∗i es punto de saciedad local, lo que es una contradicción.
Lema 4.
Bajo (a1), (a2), (b1), (b2) y (c), si suponemos que Xi es acotado, la correspon-
dencia de demanda Di (p) es semicontinua superiormente.
Demostración.
Si pn → p cuando n → ∞, con Ui (xin ) máximo en Ti (pn ) para las correspon-
dientes canastas xin , y además Ui (xin ) −→ Ui (xi ) cuando n → ∞, entonces por
la continuidad de Ui y la condición c) se tiene que xi es máximo en Ti (p).
10 Aquí podemos asumir esto, debido a la existencia del numerario; es decir, en nada afectará
El resultado anterior muestra que bajo tales hipótesis, se tiene cierta clase de
continuidad de las correspondencias de demanda de los consumidores (ver figura
7.6).
Lema 5.
Bajo (b1), si Di (p) 6= ∅ entonces p 6= 0.
Demostración.
En efecto, si p = 0 entonces Ti (0) = Xi , y, por tanto,
Bien 2 Di (p)
Producto
Yj
Insumo
−R2+
La hipótesis (d3) es, tal vez, la que tiene más fuertes implicaciones sobre el
comportamiento de la producción y esto merece un poco más de aclaración. Con
11 Nótese cómo esta hipótesis limita hasta cierto punto un análisis serio para problemas
b
y ty, t < 1 b
b ty, t < 1
Lema 6.
Bajo (d1) y (d3), el conjunto de producción Yj tiene rendimientos no-crecientes
a escala.
Demostración.
En efecto: si yj ∈ Yj y 0 < t < 1 entonces, por convexidad de Yj , se tiene que
tyj = tyj + (1 − t)0 ∈ Yj .
(d2′ ) Y es cerrado
(d3′ ) Y es convexo
Demostración.
Es una implicación casi directa del comportamiento individual de los produc-
tores. Veamos. En primer lugar, la condición (d1′ ) es inmediata pues, por (d1),
0 ∈ Yj para todo j y la suma de j ceros es cero. La condición (d3′ ) es también
Pn fá-
cil de probar pues la suma de conjuntos convexos es convexo: si yA = j=1 yjA
Pn
y yB = j=1 yjB para yjA , yjB ∈ Yj entonces, para 0 < t < 1
n
X n
X
tyA + (1 − t)yB = (tyjA + (1 − t)yjB ) = yjC
j=1 j=1
intersección de todos los S k para k ≥ 0. Para más sobre conos asintóticos, ver Debreu (1959).
7.2. El modelo Arrow-Debreu 211
que es el conjunto de precios para los cuales el productor puede tener un plan de
producción que le maximice el beneficio. Es fácil probar, utilizando el teorema
de Weierstrass13 , que:
Lema 8.
Bajo (d2), si Yj es acotado entonces Sj 6= ∅.
Demostración.
Es una aplicación directa del teorema de Weierstrass tal como hicimos en el
lema 2.
Oj : Sj −→ Yj
así:
p 7−→ Oj (p) = {yj ∈ Yj | p · yj es máximo sobre Yj }
Es decir, los planes de producción que, a un nivel de precios dado, le maximizan
el beneficio (ver figura 7.9).
Producto
p·y =0
p · y es máximo en y ∗
de
to y ∗ = Oj (p)
ien s
im cio
b
rec efi p
C
b en
los
Insumo
πj : Sj −→ R
p 7−→ πj (p) = p · yi para yi ∈ Oj (p)
Lema 9.
Bajo d2), si suponemos que Yj es acotado, la correspondencia de oferta Oj es
semicontinua superiormente sobre Sj (figura 7.10).
13 Ver Apéndice matemático al final del texto.
212 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
Demostración.
La demostración es similar a la del lema 4.
Producto
Oj (p)
(1)
(1) A
(2) (2)
B A
p1 p B
2
(3) p3 (3)
Insumo p4
p1 p2 p3 p4 precios
Lema 10.
Sea yj ∈ Yj , j = 1, 2, ..., n, p un vector de precios y y = y1 + y2 + ... + yn la
producción total; entonces y maximiza el beneficio de Y a los precios p si, y sólo
si, yj maximiza el beneficio de Yj para todo j.
Demostración.
En efecto: basta reconocer que p · y = p · y1 + p · y2 + ... + p · yn y aplicar la
propiedad de conjuntos que afirma que
Xn Xn
Máx Aj = Máx (Aj )
j=1 j=1
Lema 11.
Bajo b1) y d5), si p ∈ Sj entonces todas las componentes de p son números
positivos o ceros.
Demostración.
Si pk < 0 para el bien k, entonces no existiría yj ∈ Yj tal que p · yj es máximo,
pues pk yjk → ∞ si escogemos convenientemente los planes yj ∈ −Rl+ con com-
ponente k-ésima yjk negativa.
Lema 12.
Bajo las hipótesis d1), d2), d3), d4), y d5) se tiene que,
Yj − Rl+ ⊆ Yj
Demostración.
Este resultado (Debreu, 1959, p. 42) también recurre al concepto de cono asin-
tótico y sus propiedades, lo que lo ubica más allá del alcance de este texto.
E = ((Xi , 4i ), (Yj ), W )
Pm
donde W = i=1 Wi son los recursos totales de la economía.
c) x∗ − y ∗ = W (equilibrio de mercado).
z : Rl+ →
7 Z = X − Y − W (⊆ Rl )
p → 7 z(p) = D(p) − O(p) − W
donde
m
X n
X
D(p) = Di (p), O(p) = Oj (p)
i=1 j=1
y, como sabemos,
m
X n
X m
X
X= Xi ; Y = Yj ; W = Wi
i=1 j=1 i=1
Lema 13.
Una economía de propiedad privada tiene un equilibrio si, y sólo si, existe un
vector de precios p∗ ∈ Rl+ tal que 0 ∈ z(p∗ ).
Lema 14.
((x∗i ), (yj∗ ), p∗ ) es un equilibrio si, y sólo si, ((x∗i ), (yj∗ ), tp∗ ) es un equilibrio para
todo t > 0.
14 Obsérvese que aquí la parte del presupuesto correspondiente a salarios aparece en el
término p∗ · xi pero con signo negativo y así, trasponiendo este término al lado derecho de la
desigualdad, hará parte del presupuesto del consumidor.
216 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
Demostración.
En primer lugar, recurriendo a la definición 4, tenemos que el conjunto
Xn
xi ∈ Xi | p∗ · xi ≤ p∗ · Wi + θij p∗ · yj∗
j=1
es igual al conjunto
n
X
xi ∈ Xi | tp∗ · xi ≤ tp∗ · Wi + θij tp∗ · yj∗
j=1
es igual al conjunto
A través del lema 14 se sustenta una afirmación muy importante del modelo:
se puede tomar el precio de una de las mercancías como “numerario” (es decir,
como patrón de valor), y representar los precios de las otras mercancías en
términos de éste 15 . Por lo tanto, si p∗ es un sistema de precios de equilibrio,
entonces podemos suponer que
( l
)
X
∗
p ∈P = p = (ph ) ∈ Rl+ | ph = 1 (simplex unitario)
h=1
Demostración.
Es inmediato a partir de la definición de z(p). En efecto, si tomamos
15 También por este motivo se dice que en el modelo Arrow-Debreu no tiene cabida el dinero
Pm
xi = (xih )lh=1 ∈ Di (p), yj = (yjh )lh=1 ∈ Oj (p) y W = ( i=1 Wih )lh=1 entonces:
l
X l
X m
X m
X n
X
p · z(p) = ph · zh = ph xih − Wih − yjh
h=1 h=1 i=1 i=1 j=1
X m
l X X m
l X X n
l X
= ph xih − ph Wih − ph yjh
h=1 i=1 h=1 i=1 h=1 j=1
X l X
m X n l X
X n
= ph θij yjh − ph yjh = 0
i=1 h=1 j=1 h=1 j=1
Pm
pues i=1 θij = 1.
16 De hecho, Lange (1942) asegura que en una economía de intercambio, la ley de Say es un
caso particular de la ley de Walras. Y dado que la ley de Walras se tiene también para el caso
en que los hogares y las firmas están sujetas a restricciones de cantidad, ella abriría el camino
a importantes avances en la teoría monetaria y laboral (Patinkin, 1951).
17 Para discusiones sobre este concepto topológico, ver el Apéndice matemático al final del
texto.
218 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
iii) ϕ : P × Ze −→ P × Z
e
(p, s) 7−→ (e
u(s), ze(p))
donde ze(p) es la correspondencia de exceso de demanda para la F-economía
que es semicontinua superiormente, pues u e lo es según ii) arriba; y ze tam-
bién lo es porque las correspondencias de demanda y oferta lo son.
iv) Puesto que los conjuntos u e(s) y ze(p) son convexos, no-vacíos, entonces
e(s) × ze(p) es convexo y no-vacío.
u
v) Podemos entonces aplicar el teorema de punto fijo de Kakutani19 para
e tales que (p∗ , s∗ ) ∈ ϕ(p∗ , s∗ ); o, lo que es lo
encontrar p∗ ∈ P, s∗ ∈ Z,
18 La prueba de este (muy) importante teorema exige un nivel de abstracción mayor que la
del resto del libro. Por lo tanto, requerirá del estudiante toda su atención y disposición hacia
el trabajo abstracto.
19 Citemos aquí, por conveniencia, el teorema de punto fijo de Kakutani que dice: Si X es
e ∗ ), yj ∈ O
donde x∗i ∈ D(p ej (p∗ ).
Pn
Llamemos y = j=1 yj ; entonces y ∈ Y , y como s∗ ≤ 0, entonces, por el
lema 12, y + s∗ ∈ Y ; luego existen yj∗ ∈ Yj , tales que
n
X
y + s∗ = yj∗ (**)
j=1
Ya es fácil probar que ((x∗i ), (yj∗ ), p∗ ) es también equilibrio para la economía E´,
y esto queda como ejercicio (sencillo) para el lector.
En su momento, y a pesar de su fuerte énfasis abstracto y matemático, el teore-
ma de existencia de la teoría del equilibrio general à la Arrow-Debreu sería un
inmenso logro para la teoría neoclásica y abriría una puerta amplia a la investi-
gación teórica (y también a la aplicada), sobre la base sólida de que el equilibrio
competitivo existía. Se tuvo, al fin, una mejor comprensión de lo que el “todo
afecta todo” podría significar. Ya este, finalmente, tuvo una contraparte formal.
(a) Xi es convexo.
7.2. El modelo Arrow-Debreu 221
Demostración.
En primer lugar, por las hipótesis del teorema, como x∗i maximiza la preferencia
i sobre Ti (p) entonces x∗i también minimiza el gasto p · x sobre el conjunto
G(x∗i ) = {xi ∈ Xi | xi i x∗i } (ver ejercicio 12 al final del capítulo);
Pm además,
Pn
también −y ∗ minimiza p · x sobre −Yj . Por consiguiente W = i x∗i − j yj∗
Pm Pn
minimiza p · x sobre G′ = i=1 G(x∗i ) − j=1 Yj . Sea ahora (x = (xi ), y = (yj ))
un estadoPsosteniblePtal que x∗i 4i xi para todo i. Entonces como x − y = W ,
m n
el punto i=1 xi − j=1 yj minimiza el gasto p · x sobre G′ , y por el lema 10,
xi minimiza el gasto p · x sobre G(x∗i ) para todo i. Por lo tanto, p · x ≤ p · x∗i y
así, xi 4i x∗i , lo que muestra que ((x∗i ), (yj∗ )) es un óptimo de Pareto.
(a) Xi es convexo.
son cerrados en Xi .
(d) Y es convexo.
Demostración.
La demostración, que sigue de cerca a Debreu (1959, p. 96) –y, por tanto, exigirá
mucha atención y cuidado por parte del lector–, constará de dos partes:
222 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
X n
X
H ′ (x∗k ) = H(x∗k ) + Gi (x∗i ) − Yj
i6=k j=1
Q H′
p
b
Nótese que este conjunto H ′ junto con (Xi , 4i ) y Yj conforman una econo-
mía que puede sostener un estado ((xi ), (yj )) tal que xk ≻k x∗k y x∗i 4i xi
para i 6= k. Y como ((x∗i ), (yj∗ )) es óptimo entonces W no pertenece a
H ′ (x∗k ). Además, por a1), b1) y b2) los conjuntos H(x∗k ) y Gi (x∗i ) son
convexos y así, también, por c1), H ′ (x∗k ) es convexo. Recurriendo al teo-
rema de Minkowski 22 , existe un hiperplano Q que pasa por W y que
“soporta” a H ′ (figura 7.11); es decir, existe p ∈ Rl diferenteP
de 0, talPque
p · a ≥ p · W para todo a ∈ H ′ . Es ya fácil ver que como W = i x∗i − yj∗
entonces x∗i minimiza p · a sobre Gi (x∗i ) y −yj∗ minimiza p · a sobre −Yj ,
para todo i, j. Y suponiendo que p · x∗i 6= Mín{p · Xi }, se tendrá, por I)
arriba, que ((x∗i ), (yj∗ ), p) es un equilibrio.
21 El lector podrá reconocer aquí que este resultado es que “ la minimización del gasto implica
la maximización de la utilidad”. Algo que ya fue estudiado en las semanas 1 y 2 del volumen I
(Competencia bajo equilibrio parcial). Allá no nos preocupó la condición p · x∗i 6= Mín{p · Xi }
porque, dadas las hipótesis, el primer término era siempre distinto de cero y el segundo, cero,
ya que Xi = R2+ .
22 El teorema de Minkowski afirma que si C ⊆ Rn es un conjunto convexo y p está en la
Es notable que las condiciones bajo las cuales un equilibrio competitivo es óp-
timo están incluidas en aquellas bajo las cuales un óptimo es un equilibrio
competitivo. Y la diferencia está en la continuidad de las curvas de nivel y,
fundamentalmente, en la convexidad del conjunto de producción agregado. Esta
distinción se ha considerado como una de las mayores contribuciones de Arrow
y Debreu, aunque ellos mismos no lo hubiesen resaltado de manera particular.
Con esta diferencia se resalta que son los rendimientos no-crecientes a escala
los que permiten que la señal de precios asigne eficientemente.
la semana 3 y, por consiguiente, todos los ejemplos allí ilustrados son válidos también aquí.
7.3. Ejemplos fundamentales 225
1 B
equilibrio (0, 0) •
A 1/2 1 xA
x∗A = 0, x∗B = 1, ∗
yA = 0, ∗
yB = 1, p∗y = 0, p∗x > 0
Ejemplo 2.
En la economía de intercambio puro
iii) Algo distinto ocurre si asumimos que es el bien y el que es gratis: px > 0 y
py = 0. En este caso, bajo un argumento similar al anterior, encontramos
que otro equilibrio para esta economía es x∗A = yA ∗
= 2 y x∗B = yB ∗
=0
con px > 0, py = 0. Y la explicación es que, dado que el bien y es gratis y
∗ ∗
iv) Mediante el método geométrico (figura 7.13), es decir, fijando una curva de
nivel para el consumidor, digamos A, y “alejando” al máximo las curvas de
nivel del consumidor B pero manteniéndonos sobre la curva de nivel de A
previamente escogida, el lector puede mostrar que la curva de contrato de
este intercambio es yA = xA con 0 < xA ≤ 2 (¿por qué tiene ser xA 6= 0?)
v) El primer teorema del bienestar lo ilustramos notando que los dos equi-
librios competitivos están en la curva de contrato. A su vez, el segundo
teorema del bienestar lo ilustramos escribiendo, para el agente A, la ecua-
ción ∂uA /∂xA = ∂uA /∂yA = px /py en un punto cualquiera [(xA , xA ), (2−
xA , 2 − xA )] de la curva de contrato (recuerde el lector que estas asignacio-
nes de óptimo de Pareto constituyen las (respectivas) dotaciones iniciales
de los agentes) para 0 < xA ≤ 2. Por lo tanto, llegamos a que la relación
de precios de equilibrio estará dada por p∗x /p∗y = (3/2)yA . Por ejemplo,
la asignación paretiana equitativa (1, 1) tendría a p∗x /p∗y = 3/2 como rela-
ción de precios de equilibrio, y la asignación de equilibrio x∗A = yA ∗
= 2,
x∗B = yB ∗
= 0 tendría a p∗x /p∗y = 3. ¿Podría el lector explicar por qué los
precios aquí (p∗x /p∗y = 3) son distintos a los del equilibrio en III) anterior
(p∗x > 0, p∗y = 0)?
228 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
B equilibrio (2, 2)
(0, 2) •
yA
• equilibrio (1.72, 1.72)
Óptimos de •
Pareto: yA = xA
A (2, 0)
xA
Ejemplo 3.
Consideremos la economía de intercambio puro
uA (xA , yA ) = Mín{xA , yA }, ; WA = (1, 0)
B
u (xB , yB ) = Mín{xB , yB }, ; WB = (0, 1)
Imaginemos la situación de dos tipos de agentes en la que uno de estos tiene
una unidad de un bien complementario de otro bien, del que el otro agente tiene
también una unidad 25 . Estudiemos los tres siguientes casos:
i) Si ambos precios, px y py , son positivos, las funciones de demanda respec-
tivas de los agentes A y B son:
px py
xA = = yA , xB = = yB (*)
px + py px + py
Obviamente, en el cálculo de estas últimas tampoco pudimos utilizar las
técnicas de optimización de Lagrange, ni relaciones de tasas marginales de
sustitución. En su lugar, tuvimos que recurrir a un argumento similar al
del ejemplo anterior.
px py
+ =1
px + py px + py
B
(0, 1)
yA
infinitos equilibrios:
px
xA = = yA
px + py
Óptimos de E•
Pareto: yA = xA
A (1, 0)
xA
Ahora: fijando una curva de nivel de cualquiera de los dos consumidores, y lle-
vando las curvas de nivel del otro consumidor hasta el máximo nivel (figura 7.14),
notaremos que los óptimos de Pareto de esta economía son las asignaciones de la
recta yA = xA con 0 ≤ xA ≤ 1. Claramente, cualquier equilibrio competitivo es
un óptimo de Pareto, y con esto queda ilustrado el primer teorema del bienestar.
De otro lado, dado un óptimo de Pareto de la forma [ (xA , xA ), (1 − xA , 1 − xA ) ]
para 0 ≤ xA < 1, hacemos de éste un equilibrio competitivo de la economía si
(despejando px /py de la ecuación xA = px /(px + py )) asignamos la razón de
precios
p∗x xA
=
p∗y 1 − xA
que los “pedazos” de zapato no sirven de nada, el equilibrio competitivo indica que alguno de
los dos debería cederle su zapato al otro.
27 ¿Cómo entendería el lector este precio nulo en el caso de los zapatos comentados en las
Ejemplo 4.
Consideremos ahora la misma economía del ejemplo anterior, pero donde dota-
remos al consumidor B de una unidad adicional de mercancía y, es decir:
xA = t, yA = 0, xB = 1, yB = 2
xA = 1, yA = t1 , xB = 0, yB = t2
x∗A = 0, ∗
yA = 0, x∗B = 1, ∗
yB = 2, p∗x = 0, p∗y > 0
x∗A = 1, ∗
yA = t, x∗B = 0, ∗
yB = 2 − t, p∗x > 0, p∗y = 0
xB B xB B
(0, 2) (0, 2)
Equilibrios
competitivos
yA yA
1 1 1 1
yB
yB Óptimos de
Pareto (en gris)
A • xA
A • xA (1, 0)
(1, 0)
Equilibrio competitivo
Figura 7.16. Ilustración ejemplo 4.
Figura 7.15. Formación de óptimos de
Pareto en el ejemplo 4.
uA (xA , yA ) = yA ; uB (xB , yB ) = xB + yB
y las dotaciones de los consumidores son WA = (0, 1), WB = (1, 1). Las de-
mandas respectivas, en este caso, son xA = 0, yA = 1 para el consumidor A;
y
0 si ppxy > 1
1 + ppxy si px
>1
py
py
xB = 1 + px si ppxy < 1 yB = 0 si px
py <1
[0, 1] si ppxy = 1
[0, 2] si px
py =1
Aquí el lector puede comprobar que existen dos equilibrios, ambos con las mis-
mas asignaciones (que no son más que las correspondientes dotaciones iniciales
de los consumidores), pero con diferentes sistemas de precios sustentándolos:
x∗A = 0 , yA
∗
= 1 , x∗B = 1 , yB
∗
= 1 , p∗x = py > 0
232 Semana 7. El modelo Arrow-Debreu
x∗A = 0 , yA
∗
= 1 , x∗B = 1 , yB
∗
= 1 , p∗x = 0 , py > 0
y que los óptimos de Pareto son las asignaciones resaltadas en negro en la figura
7.17.
(0, 2) xB B
yA
equilibrio competitivo • 1
yB
A • xA (1, 0)
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
1. (Orden lexicográfico). Consideremos la siguiente relación definida sobre
R+ así: (x1 , y1 ) 4i (x2 , y2 ) si, y sólo si, x1 < x2 o, en el caso en que x1 = x2
entonces y1 ≤ y2 . ¿Es esta relación un preorden? ¿Es completa? ¿Satisface
la hipótesis de continuidad?
2. Responda las mismas preguntas que en el ejercicio anterior para el caso
de las relaciones sobre R+ :
a) (x1 , y1 ) 4i (x2 , y2 ) si, y sólo si, (x1 y1 )2 ≤ (x2 y2 )2 .
b) (x1 , y1 ) 4i (x2 , y2 ) si, y sólo si, Mín{x1 , y1 } ≤ Mín{x2 , y2 }.
√ √
c) (x1 , y1 ) 4i (x2 , y2 ) si, y sólo si, x1 + y1 ≤ x2 + y2 .
3. En el ejemplo anterior, identifique (si es posible), en cada caso, una función
de utilidad que represente la correspondiente relación sobre R+ . También
grafique los conjuntos de indiferencia como curvas de nivel de las corres-
pondientes funciones de utilidad.
4. (Conos de producción) Un subconjunto Y de Rl es un cono con vértice
0 (asumiendo 0 ∈ Y ) si siempre que y ∈ Y − {0} entonces también ty ∈ C
para todo t > 0. Obviamente, un cono con vértice en 0 es un conjunto de
producción con rendimientos constantes a escala. ¿Será que el recíproco
de esta afirmación también es cierta?
5. Considere una economía de intercambio puro con las siguientes funciones
6. Realice el mismo ejercicio anterior pero ahora para las siguientes funciones:
√ √
a) uA (xA , yA ) = xA yA ; uB (xB , yB ) = xB yB
b) uA (xA , yA ) = (xA 2 + yA 3 )1/2 ; uB (xB , yB ) = (xB 2 + yB 3 )1/2
√ √ √
c) u
√
A
(xA , y A ) = x A − 1 + y A − 2 ; u B
(xB , y B ) = xB − 1 +
yB − 2
uC (xC , yC ) = xC
donde WA = (wA , 0), WB = (wB , 0), y WC = (0, 1). Muestre que, en
equilibrio, para i = A, B, se tiene que las demandas son
pwi wi
xi = , yi =
1+p p(1 + p)
y para i = C su demanda es xC = p, yC = 0 evaluadas en el precio de
equilibrio p
1 + 4(px + py ) − 1
p=
2
Asuma que x es “ocio” y y es un bien de consumo importante, e interprete
este equilibrio. ¿Qué significa el hecho de que p dependa de la riqueza
agregada de la economía?
11. (∗) Encuentre el equilibrio del problema de intercambio
py + Máx{0, zy (px , py )}
gy (px , py ) =
1 + Máx{0, zx (px , py )} + Máx{0, zy (px , py )}
Vemos que (gx , gy ) ∈ P , ya que:
px + Máx{0, zx (px , py )}
gx (px , py ) + gy (px , py ) =
1 + Máx{0, zx (px , py )} + Máx{0, zy (px , py )}
py + Máx{0, zy (px , py )}
+
1 + Máx{0, zx (px , py )} + Máx{0, zy (px , py )}
p∗y Máx{0, zx (p∗x , p∗y )} + Máx{0, zy (p∗x , p∗y )} = Máx{0, zy (p∗x , p∗y )}.
Multipliquemos ambas ecuaciones por zx (p∗x , p∗y ) y zy (p∗x , p∗y ) respectiva-
mente, obtenemos entonces
p∗x zx (p∗x , p∗y ) Máx{0, zx (p∗x , p∗y )} + Máx{0, zy (p∗x , p∗y )} =
= zx (p∗x , p∗y ) Máx{0, zx (p∗x , p∗y )} + zy (p∗x , p∗y ) Máx{0, zy (p∗x , p∗y )},
que por la ley de Walras es equivalente a
zx (p∗x , p∗y ) Máx{0, zx (p∗x , p∗y )} + zy (p∗x , p∗y ) Máx{0, zy (p∗x , p∗y )} = 0.
Si zx (p∗x , p∗y ) > 0 o zy (p∗x , p∗y ) > 0 se tiene que
zx (p∗x , p∗y ) Máx{0, zx (p∗x , p∗y )} + zy (p∗x , p∗y ) Máx{0, zy (p∗x , p∗y )} > 0;
por lo tanto, debe ser zx (p∗x , p∗y ) ≤ 0 o zy (p∗x , p∗y ) ≤ 0. Ahora, si se diera que
zi (p∗x , p∗y ) < 0 para algún i = x, y, tendríamos que pj > 0. Pero entonces,
p∗x zx (p∗x , p∗y ) + p∗y zy (p∗x , p∗y ) < 0
contradiciendo la ley de Walras. Así, debe ser zx (p∗x , p∗y ) = 0 y zy (p∗x , p∗y ) =
0.
Semana 8
8.1. Introducción
La celebración por la conquista de la gran síntesis neoclásica del modelo original
de Pareto (mas no del de Walras), tal como aparece en Existence of an Equi-
librium for a Competitive Economy (1954) de Arrow & Debreu y, cinco años
más tarde, en el Theory of Value (1959) de Debreu, dio origen a un aluvión de
trabajos sobre el modelo mismo y sobre sus limitaciones como herramienta de
análisis en situaciones de mercado reales. Muchos de ellos, obviamente, fueron
desarrollos a resultados obtenidos entre 1954 y 1959, pero otros fueron respues-
tas novedosas a las notas colocadas al final de cada uno de los capítulos por
parte del mismo Debreu en 1959. Por ejemplo, en el capítulo 2 (p. 36) decía:
Dos importantes y difíciles problemas no los resuelve la aproximación que se
estudia aquí: la integración de la moneda en la teoría del valor (sobre esto ver
Patinkin (1957) y sus referencias) y la inclusión de las mercancías indivisibles.
239
240 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
satisface el axioma débil de preferencias reveladas si p∗ · z(q) > 0 siempre que p∗ sea un
equilibrio pero q no lo sea. Esto se da porque la condición de este axioma (ver I, Competencia
bajo equilibrio parcial), se puede escribir como “q · z(q) ≥ q · z(p) implica p · z(q) > p · z(p) para
todos los vectores de precios p, q” ya que z(r) = x(r) − W donde x(r) es el vector de demandas
a los precios r y W es el vector de dotaciones iniciales de los agentes. Observemos que si p = p∗
es de equilibrio, entonces, dado que q · z(q) = 0 para todo p (por la ley de Walras) y z(p∗ ) = 0,
entonces tendremos que p∗ · z(q) > 0 que es lo que afirmábamos antes. Observemos ahora que
si todos los individuos son idénticos, esta propiedad se tendrá. Por consiguiente, si todos los
agentes son idénticos, la economía satisface el axioma débil de preferencias reveladas ya que,
al fin y al cabo, no existe comercio en equilibrio.
8.2. Unicidad del equilibrio competitivo 241
Demostración.
Sea p un equilibrio y para cualquier q 6= p definamos m = máxi {qi /pi }, y di-
gamos que este último es qk /pk . Definamos también r = mp. Entonces ri ≥ qi
para cada i con igualdad para i = k y desigualdad para algún i 6= k. De esta
manera, utilizando repetidamente la propiedad de sustitución bruta tendremos
que zk (r) > zk (q). Por la homogeneidad de z(p) tendremos que z(r) = z(p) = 0,
y, por tanto, zk (q) < 0. Así que q no es un equilibrio de la economía, y esto
muestra que p es único salvo por una multiplicación por escalar.
Once años después, en 1970, en su artículo Economies with a Finite Set of Equi-
libria, mostraba que, bajo hipótesis de diferenciabilidad sobre las funciones de
demanda de los individuos, las situaciones de multiplicidad de equilibrios en
economías competitivas, no son un caso atípico pero que, aún así, en caso de
multiplicidades, cada equilibrio es localmente único. Aquel artículo de Debreu de
1970 fue quizás el primer esfuerzo por formular comportamientos que, aunque
no son universales, sí son genéricos (ver The Application to Economics of Diffe-
rential Topology and Global Analysis: Regular Differentiable Economies, 1976).
Las técnicas de la topología diferencial utilizadas aquí serían en adelante apli-
cadas a otros problemas económicos teóricos en los que genericidad es lo más
que se puede obtener.
a 1
llega a que yA
∗ ∗
= a − p ; yB = wB − + . Y, por lo tanto,
p p2
1
x∗A = wA − (a − p)p ; x∗B = a −
p
∗ ∗ a 1
zy (p) = yA + yB − wB = a − p − +
p p2
y así, de zy (p) = 0 y simplificando, obtenemos que p = 1 es una raíz, y las otras
soluciones (si existen) surgen de la ecuación cuadrática p2 + (1 − a)p + 1 = 0
que tiene como soluciones
p
a − 1 ± (1 − a)2 − 4
p= (*)
2
Y a partir de aquí, notamos que:
a) Si a ≤ 3 entonces el único equilibrio es p = 1.
b) Si a > 3 entonces tiene tres equilibrios que son p = 1 y las dos raíces de
(*) arriba.
Todo lo anterior muestra que la existencia y unicidad del equilibrio dependerá
de que a y wA sean convenientemente escogidos en cada caso. Notemos también
que, por la ley de Walras, zx (p) = −pzy (p) = a − ap + p2 − (1/p), y por tanto
∂zx /∂p = −a + 2p + (1/p2 ), que es mayor o igual que cero si a = 3, y sólo es
cero en el equilibrio p = 1. Por lo tanto, aquí no se satisface la condición de
sustituibilidad bruta pero el equilibrio sí es único. Sin embargo, en este mismo
caso (a = 3) sí se satisface el axioma débil de preferencias reveladas pues:
4 1
+ 2 + q2 > 0
(1, 1) · (zx (q, 1), zy (q, 1)) = 6 − 4q −
q q
para todo q > 0, q 6= 1, como lo puede comprobar el lector dibujando en Matlab
(o similar) la función f (q) = 6 − 4q − 4/q + 1/q 2 + q 2 . N
91 98
py rpx px
xB = ; yB = 2 + −
px py py
y, por lo tanto, el exceso de demanda (con py = 1, p = px ) para el bien x es:
98 91
1 1 1
zx (p) = xA + xB − (2 + r) = r −1 − + (*)
p p p
Un poco de cálculo con Matlab (o similar) nos lleva a que la ecuación zx (p) = 0
tiene tres soluciones (precios de los equilibrios competitivos): p = 1/2, 1, 2; y
además se puede mostrar que los bienes no son sustitutos brutos, es decir, que
∂zy /∂p ≤ 0 para ciertos p > 0. Esto último se puede hacer así: como por la ley
de Walras zy = −zx /p entonces
∂zx
p − zx
∂zy ∂p
=−
∂p p2
y esta última expresión es menor o igual que cero si, y sólo si, p ∂z
∂p − zx ≥ 0.
x
Una buena gráfica ayudará a señalar los precios p que satisfacen esto. De otro
lado, tampoco se satisface el axioma débil de preferencias reveladas y para mos-
trarlo el lector puede seguir lo enseñado en el ejemplo 1 anterior. N
ajustaba el primer precio en la dirección del exceso de demanda de cierta mercancía con todos
los otros precios manteniéndose constantes. Luego se ajustaba el primero junto con un segundo
precio de la misma manera; después tres precios, etc.
7 Esta prueba sigue los lineamientos de Allais (1943). Para una pueba general, ver Arrow,
lidad asintótica.
8.3. Estabilidad tâtonnement del equilibrio competitivo 247
Demostración.
Consideremos el cuadrado de la distancia
P desde
P un punto variable p(t) = (pj (t))
a un equilibrio p∗ = (p∗j ) donde j (pj )2 = j (p∗j )2 Derivando, con respecto a
P
t, la función D(t) = j (pj (t) − p∗j )2 , obtenemos que para p 6= p∗ ,
X X X
Ḋ(t) = 2 ṗj (pj − p∗j ) = 2 (pj − p∗j )(zj (p)) = −2 p∗j zj (p) < 0
j j j
mostrando que D(t) decrece a medida que t crece. Por lo tanto, D(t) es una
función de Lyapunov (ver Apéndice matemático) y esto garantiza que p∗ es
asintóticamente estable.
Dado que la hipótesis de sustituibilidad bruta implica el axioma débil de pre-
ferencias reveladas (ver ejercicio 6 al final de la presente semana), entonces el
teorema anterior también se satisface bajo esta más típica (y restrictiva) con-
dición; es decir, el equilibrio p∗ es globalmente estable si todas las mercancías
son sustitutas brutas a todos los niveles de precios. Recordemos que esta con-
dición implica que un aumento en un precio conllevará el aumento (inmediato)
de la demanda (sobre la oferta) para todas las otras mercancías. Así, la ley de
la oferta y la demanda conducirá a igualar la oferta a la demanda, si un aumen-
to en cualquier precio de una mercancía implica un aumento en los excesos de
demanda de las otras mercancías.
Pero antes que Arrow & Hurwicz (1958), fue el propio Allais (1943) el primero
en darse cuenta de esto. Y aunque su modelo no coincide exactamente con el
sistema dinámico (T ) anterior –pues asumía que el ajuste de precios no se da-
ba simultáneamente en todos los mercados sino, sucesivamente, en un mercado
tras otro, un tanto a la manera de Hicks (1939a)–, la hipótesis de sustituibilidad
bruta (gross substitutability) entre las mercancías, sí está implícita en sus hipó-
tesis. Más allá de la condición de homogeneidad y de la ley de Walras (que son,
aquí, hipótesis fácilmente aceptables), el teorema anterior incluye una particu-
lar condición que es muy restrictiva para que se dé la estabilidad del equilibrio:
que cada mercancía sea sustituta (bruta) de la otra a todos los niveles de pre-
cios. Por lo tanto, afirmaciones que es corriente escuchar, haciendo llamados
al movimiento de la libre oferta y demanda, para que nos “conduzcan” a es-
tados de equilibrio (oferta = demanda), no tienen en estos teoremas ninguna
sustentación teórica clara.
Ejemplo 4. (Un ejemplo simple de estabilidad)
Consideremos una economía de intercambio puro
uA (xA , yA ) = xA yA , uB (xB , yB ) = xB yB
con dotaciones WA = (1, 2) y WB = (2, 2). Notemos que las funciones de exceso
de demanda son:
2py 3
zx = Dx (px , py ) − Sx (px , py ) ≡ xA (px , py ) + xB (px , py ) − (wxA + wxB ) = −
px 2
3px
zy = Dy (px , py ) − Sy (px , py ) ≡ yA (px , py ) + yB (px , py ) − (wyA + wyB ) = −2
2py
248 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
• • •
1 1 2
2
Quedaría por mostrar que z(p) = (zx (p), zy (p)) tampoco satisface el axioma
débil de preferencias reveladas. Por ejemplo, para el precio de equilibrio p = 1
debería darse que (1, 1) · (zx (1, q), zy (1, q)) > 0 para todo q > 0, q 6= 1/2, 1, 2.
Pero no se dá, pues esta última desigualdad es equivalente (recurriendo a las
expresiones para zx y zy señaladas arriba) a la condición
4.5 1
q 2 − 4.5q + 7 − + 2 >0
q q
y esta no se tiene para ciertos valores positivos de q (distintos a los equilibrios),
como una gráfica simple en Matlab lo indica inmediatamente. N
Un año después, avanzando un poco más sobre el artículo de Arrow & Hurwicz
(1958), Arrow, Block & Hurwicz (1959) apresuradamente conjeturaron que el
tâtonnement descrito por el sistema dinámico (T ) anterior, era siempre estable
alrededor de un único equilibrio. Sin embargo, un ejemplo sencillo de Herbert
Scarf (1960) probaría que estaban equivocados. Inclusive mostró que la inesta-
bilidad era más la regla que la excepción. La razón de esto fue que Arrow, Block
y Hurwicz solo estudiaron casos especiales, y, en ellos, siempre se satisfacía el
axioma débil de preferencias revelada para las funciones de exceso de demanda
agregadas. Y, sabemos, esta condición, al igual que la sustituibilidad bruta, no
siempre se satisface. Veamos entonces el ejemplo de Scarf.
Ejemplo 6. [Ejemplo clásico de no-convergencia (Scarf, 1960)]
La economía de intercambio puro de tres consumidores
uA (xA , yA , zA ) = Mín{xA , yA } WA = (1, 0, 0)
uB (xB , yB , zB ) = Mín{yB , zB } WB = (0, 1, 0)
C
u (xC , yC , zC ) = Mín{xC , zC } WC = (0, 0, 1)
tiene excesos de demanda (para cada una de las mercancías x, y, z) definidas
por:
−py pz
Zx = +
px + py px + pz
−pz px
Zy = +
py + pz px + py
−px py
Zz = +
pz + px pz + py
Las ecuaciones de tâtonnement son:
dpi
= Zi i = x, y, z (*)
dt
cuyos equilibrios, todos, satisfacen la ecuación del rayo px = py = pz . Ahora:
el único equilibrio de este rayo que intersecta al simplex definido mediante P =
{(px , py , pz ) ∈ R3+ | px + py + pz = 1} es p∗ = (1/3, 1/3, 1/3). Veamos que si la
dinámica tâtonnement tiene una condición inicial diferente a p∗ , la trayectoria
es completamente inestable:
250 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
es igual a cero.
también un esfuerzo importante por parte de Hildenbrand (1983b, 1994) y Grandmont (1987,
1992) al sugerir que se le podía agregar al modelo Arrow-Debreu un poco más de estructura
en el comportamiento agregado. Esta adición consistía en asumir que existían diferencias sufi-
cientes entre las características de los agentes como para pensar que había cierta distribución
de preferencias y del ingreso en la economía agregada. Sin embargo, los trabajos de Villemeur
(1998) y Hildenbrand & Kneip (2005) muestran que esta línea de investigación no ha dado sus
frutos aún, pues ha habido dificultades con el concepto de “heterogeneidad”: el problema es
que la heterogeneidad de los agentes no parece garantizar la dispersión de comportamientos en
el agregado. Por ejemplo, Grandmont (1992) muestra que a pesar de la heterogeneidad, cier-
tas economías se comportan como si hubiera un gigantesco agente representativo con función
de utilidad Cobb-Douglas. Actualmente, se cree que los problemas con el modelo competiti-
vo son de su estructura misma y que no se resolverán con hipótesis sobre la distribución de
características de los agentes.
252 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
de las cantidades de productos, no eran más que las soluciones por tâtonnement
de las ecuaciones de intercambio, de producción y de formación de capital.
Y, originado en esta disputa, una vertiente del problema de dinámicas con-
vergiendo al equilibrio competitivo bajo non-tâtonnement, provino del mismo
Edgeworth (1881). Fue él, como ya sabemos, quien introdujo la noción de curva
de contrato que tiene más importancia que la de una simple curva conformada
por óptimos de Pareto. Esta curva, después llamada el núcleo (core) de la eco-
nomía (Shubik, 1959), comenzó a ser estudiada por Edgeworth para economías
de intercambio con dos mercancías y dos tipos de agentes10 . Y aunque de ma-
nera un tanto confusa, fue allí mismo que mostraría un resultado sorprendente
e iluminante: Bajo competencia perfecta, típicamente la curva de contrato se
“contrae” hacia el equilibrio competitivo, a medida que el número de agentes
(no de tipos) crece indefinidamente 11 . Pero, desafortunadamente, este resultado
recibiría poca atención durante más de 80 años, quizás debido a la forma confusa
en que Edgeworth presentó sus ideas.
No obstante, en los 1960’s, esta observación informal de Edgeworth abrió un
caudal de pensamiento sobre los problemas de formación de precios para “eco-
nomías grandes”, completamente distinta a aquella de la igualdad entre oferta
y demanda walrasiana. Planteaba que cierto tipo de negociación con posibilida-
des de recontratación (es decir, de non-tâtonnement) permitía la emergencia de
los precios y, por tanto, de los mercados. No necesitaban asumirse, a priori, la
existencia de ellos: éstos surgían endógenamente del modelo.
En 1963, Debreu y Scarf publicaron A Limit Theorem on the Core of an Eco-
nomy, en donde aparece una lúcida, elegante y breve demostración de las ideas
de Edgeworth. Pero, nuevamente, el punto decisivo lo colocó la teoría de jue-
gos. Desde la aparición del clásico Theory of Games and Economic Behavior de
von Neumann y Morgenstern en 1944, el análisis de juegos coalicionales12 venía
desarrollándose rápidamente. En 1953, Donald Gillies estableció un concepto-
solución para estos juegos que dieron en llamar el núcleo (core)13 . En 1959,
Martin Shubik encontró la conexión entre la curva de contrato de Edgeworth y
el núcleo de un juego cooperativo, y Scarf, inspirado en esto, presentó en 1962
un notable análisis de la relación núcleo-equilibrio competitivo en economías de
intercambio para un número contable de agentes de cada tipo. Debreu y Scarf
entonces probarían una versión mucho más simple de este teorema de equiva-
lencia entre el núcleo y los equilibrios competitivos a medida que el número de
agentes de cada tipo crece.
Fue aquí precisamente que Robert Aumann (1964) observó la posibilidad de ge-
neralizar el modelo con un número contable de agentes, a uno con un continuo de
agentes que es, desde el punto de vista económico, la representación matemática
10 Muchos agentes, pero sólo de dos tipos; digamos, trabajadores y empresarios.
11 “Contratos con competencia perfecta están perfectamente determinados” decía Edge-
worth.
12 También llamados “cooperativos”.
13 Algunos también lo acostumbran a llamar el “corazón” de la economía.
8.4. Procesos non-tâtonnement 253
Tipo B
curva de contrato
WB
b
núcleo de b
la economía
b
WA
Tipo A
Figura 8.2. Núcleo de una economía de intercambio.
Ejemplo 7.
Para la economía de intercambio puro
ui (xi , yi ) = xi yi ; i = A, B
con dotaciones iniciales WA = (4, 1) y WB = (1, 4), se tiene, igualando las tasas
marginales de sustitución, que el conjunto de asignaciones Pareto-óptimas es
{ [(xA , yA ), (xB , yB )] | xA = yA , xA + xB = 5, yA + yB = 5 }
Como la economía está conformada por solo dos agentes, el núcleo de esta eco-
nomía lo encontramos en el conjunto de todas las asignaciones Pareto-óptimas
[(xA , yA ), (xB , yB )] tales que
Por lo tanto, el núcleo está dado por las asignaciones [(xA , yA ), (xB , yB )] tales
que:
xA = yA , xA + xB = 5, yA + yB = 5, xA yA ≥ 4, xB yB ≥ 4
que, simplificando, es:
{ [(xA , yA ), (xB , yB )] | xA = yA , xA + xB = 5, yA + yB = 5, 2 ≤ xA ≤ 3}
Ejemplo 8.
Supongamos una economía de intercambio con dos agentes (A y B) y dos mer-
cancías (x y y), cuyas funciones de utilidad y dotaciones iniciales son:
xA (yA )2 ≥ 3 ; xB yB ≥ 3 (**)
Un resultado notable que relaciona las asignaciones del núcleo con la asignación
competitiva es el siguiente:
Teorema 4.
Todo equilibrio competitivo (x, p) de una economía de intercambio puro con do-
taciones iniciales (Wi ), está en el núcleo de la economía.
Demostración.
Si no fuera así, habrá una subcoalición S ⊂ N que protestaría la asignación
que le otorga el equilibrio competitivo, debido a que existe una distribución
de los recursos totales de la economía, llamémosla x′ = (x′i ), tal que todos los
miembros de S la prefieren o son indiferentes, pero al menos uno la prefiere, y,
además,
X X
x′i = Wi (*)
i∈S i∈S
No obstante, al ser x′i más preferida o indiferente que xi para todo i ∈ S con
uno, al menos, considerándola preferida, debemos tener que p · x′i ≥ p · Wi para
todo i ∈ S, pero, para al menos uno de ellos, la desigualdad es estricta. Por
tanto, al agregar sobre el conjunto S obtendremos que
X X
p· x′i > p · Wi
i∈S i∈S
xB
yA 7 6 5 4 3 2 1 B
3
2.5 0.5
2 1
1.5 1.5
1 Núcleo 2
0.5 2.5
3 yB
A 1 2 3 4 5 6 7
xA
uB
3
Frontera Pareto
2
5 10 15 20 uA
Demostración.
La prueba general (para economías de intercambio y para economías con pro-
ducción) se encuentra en Debreu & Scarf (1963), Debreu (1975) y Aumann
(1979), donde además se aclaran las condiciones de velocidad de convergencia
del núcleo al equilibrio competitivo y se muestra que, en el caso de múltiples
equilibrios competitivos, la curva de contrato se contrae, no a uno, sino a varios
equilibrios14 .
a la asignación CA .
14 Edgeworth se dio cuenta de esto pero tendió a enfocarse en el caso de equilibrio único (ver
Newman, 1990).
260 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
Núcleo
EC
b
CA Núcleo de
b 2-réplica
DbA
WA
Este mecanismo consiste en que los agentes (compradores y vendedores) inicialmente comer-
cian, pero siempre, en cada etapa, alguno de ellos queda insatisfecho con las transacciones
que llevó a cabo. Sin embargo, esto sucede asumiendo una (y sólo una) de dos posibilidades:
o todos los vendedores vendieron lo que querían vender o todos los compradores adquirieron
lo que querían comprar. Así, no puede suceder que se dé simultánemante que la demanda y
la oferta estén insatisfechas.
262 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
Para aplicar esto a una típica economía de intercambio, Harsanyi (1963) creó el
concepto de solución igualitaria (Myerson, 1981; Kalai & Samet, 1985; Hart y
Mas-Colell, 1995a, 1995b). Supongamos, para simplificar, que solo tenemos una
economía de n =cardinal(N ) agentes de dos tipos, A y B; entonces la solución
igualitaria debe ser una asignación Pareto óptima Eg(N ) = (Eg i (N ))i∈N tal
que para cada i, j ∈ N
Eg i (N ) − Eg i (N − j) = Eg j (N ) − Egj (N − i)
Como se puede ver, para hacer del modelo de equilibrio general (y de sus equi-
librios) una teoría del valor, se ha buscado justificarlo mediante ciertos modelos
de negociación. Cómo se encuentran los compradores y los vendedores y có-
mo aprenden y proponen términos de negociación, inclusive cómo se asocian,
8.5. El modelo Arrow-Debreu bajo un criterio de incertidumbre 263
Obviamente, los economistas y los agentes entendían que el mundo era incierto.
Y la literatura mostraba que el comportamiento económico sólo podía ser ex-
plicado asumiendo que los agentes estaban advertidos de la incertidumbre. Aún
así, no existía ninguna formulación general que permitiera la integración de la
incertidumbre con la teoría económica estándar. Pero, en la teoría del equilibrio
general, una simple re-interpretación del concepto de mercancía condujo a la ex-
tensión de los dos teoremas del bienestar. Hasta los años 1950, una mercancía era
un bien o servicio cuyas características físicas, fecha y lugar de entrega estaban
bien especificadas previamente. Bajo incertidumbre, la definición de mercancía
especifica además un evento exógeno (que podría o no ocurrir para la fecha de
entrega): bajo acuerdo de las partes, la fecha de entrega de la mercancía está
condicionada a la ocurrencia de ese evento. Esto es lo que ahora se conoce en la
literatura económica como mercancía Arrow-Debreu.
Fue Arrow, en 1952, con su artículo The Role of Securities in the Optimal Allo-
cation of Risk Bearing publicado en 1964 [16] , quien permitiera una trasposición
inmediata de los resultados en una economía bajo certidumbre a una con incer-
tidumbre, con la ventaja de que esta teoría no hace referencia alguna a la noción
de probabilidad. La idea, tomada, extendida y enriquecida por Debreu en su ar-
tículo Economics under Uncertainty (Debreu, 1960), y por Roy Radner (1968)
era, sin duda, simple (mas totalmente nueva) y llegaría a ser (aún hoy lo es) una
herramienta estándar del análisis financiero. No hay duda de que fue uno de los
momentos más importantes en la teoría económica neoclásica homogeneizada.
16 Y posteriormente generalizada en Essays in the Theory of Risk Bearing de 1971.
264 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
Para explicar de una manera relativamente simple este modelo, primero se in-
troduce la noción de mercancía contingente a diferentes “estados del mundo”
(“llueve”, “hace sol”, etc.), lo que le permite a Arrow adaptar bien la noción
de consumo incierto como una mercancía estándar en el esquema del equilibrio
general. Luego introduce el uso combinado de los mercados de títulos valores
(“financial security markets”) y de los mercados de bienes spot –que son los
mismos bienes a la vista (no bienes futuros)–. Los activos de títulos valores se
transan antes de que se resuelva la incertidumbre acerca del verdadero estado
del mundo. Luego de que se ha revelado este estado, los agentes recogen los di-
videndos de sus títulos valores y comienzan a negociar en el mercado de bienes
spot.
Algo que señala Arrow en el artículo es que bajo previsión perfecta de los precios
de los bienes spot, los dos esquemas de mercado (el mercado completo de un
lado y la combinación de mercados de títulos valores y mercados spot del otro)
coincidirán. El punto aquí es que lo que se busca con los mercados de títulos
valores es generar flujos de ingreso para negociar en los mercados spot. Era el
origen de la teoría de precios de activos financieros, en donde se puede evitar
exponerse a mercados contingentes solo permitiendo comerciar repetidamente
títulos valores.
La Corporación Rand fue creada por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos
en la creencia de que la naturaleza de los métodos de guerra había cambiado
fundamentalmente por los desarrollos tecnológicos y que eran necesarias nue-
vas ideas. Trabajando allí, en 1966, Scarf desarrolló un algoritmo para calcular
equilibrios basado en un procedimiento específico para determinar puntos fijos
(Scarf, 1967; Hansen & Scarf, 1973). De hecho, aquí el objetivo de Scarf era lle-
var el elegante modelo Arrow-Debreu al terreno de la implementación con datos
reales y, de allí, a la arena del diseño de políticas económicas. La idea general
del algoritmo de Scarf para calcular equilibrios competitivos consiste en tomar
una red conformada por un número grande de puntos sobre el simplex unitario
( l
)
X
P = p= (pi )li=1 ∈ Rl+ | pi = 1
i=1
para después, mediante iteración, ir “cerrando” la red (con criterios guiados por
cierta función g : P → P definida a partir de la función de exceso de demanda
f : P → Rl ) alrededor de una posible solución de g(p) = p que arrojará los
precios de equilibrio. ¿Y cómo se genera g(·) a partir de f (·)? Existen varias
formas. Una, muy típica, es definir (Nash, 1950b) la función g = (g1 , g2 , · · · , gl )
así:
M ax{pj + fj (p), 0}
gj (p) = Pl para j = 1, 2, · · · , l
i=1 M ax{pi + fi (p), 0}
Pl
Y se puede probar muy fácilmente que i=1 gj (p) = 1, además de que es con-
tinua, homogénea y, lo más importante, g(p∗ ) = p∗ si, y sólo si, f (p∗ ) ≤ 0.
Veamos un ejemplo sencillo pero que ilustra bien este algoritmo.
(0,0,1)
1
b
2 b b 1
2 b 1 b b 1
0, 38 , 5
8
2 b 2 b 1 b b 1
2 b 2 b 1 b 1 b b 1
2 b 2 b 1 b 3 b 1 b b 1
b
b
2 b 2 b 2 b 2 b 3 b 3 b b 1
b b
b b
7
2 2 2 3 3 3 1 1
8
, 0, 18 b b b b b b b b
b b b
b b b
2 b b b b b b b b b 1
(1,0,0) 3 3 3 3 3 3 3 (0,1,0)
7 1
, ,0
8 8
por un D muy grande) y que, por tanto, los vértices del subsimplex (triángulo)
completamente etiquetado están muy cerca unos de otros. Es aquí donde entra
en escena la continuidad de g(·) pues eso garantizaría que aún dentro de ese
triángulo particular se satisfaría que gj (p) ≥ pj . Y como tanto las componentes
de g(p) como las componentes de p suman 1, nos llevaría a que g(p) es casi igual
a p y este p serviría como punto fijo de manera aproximada.
De esta manera el algoritmo de Scarf es, fundamentalmente, una búsqueda, me-
diante la función g(·), de un subsimplex completamente etiquetado dentro de
una división muy fina del simplex. En la figura 8.6 se comienza la dinámica
en el triángulo pequeño de la esquina inferior izquierda. En él solo aparecen
las etiquetas 2 y 3 y, por lo tanto, manteniendo estas dos etiquetas, debe irse
buscando, paso a paso, un triángulo que también tenga la etiqueta 1. Y allí se
detiene el algoritmo. 18 N
Entendiendo que esta técnica podría ser útil en determinar las consecuencias
de cambios en los parámetros del modelo, algunos de los estudiantes de Scarf
(Shoven & Whalley, 1972; 1973) desarrollaron aún más el algoritmo asumien-
do que la economía podía estar sujeta a, inclusive, choques exógenos. En 1974,
Taylor & Black mostrarían, sin embargo, que el algoritmo ignoraba algunos ele-
mentos técnicos importantes (segundas derivadas y curvaturas de las funciones
implicadas), lo que lo hacía mucho menos efectivo que, inclusive, los métodos
de Newton para el cálculo de raíces.
Pero a pesar de estas debilidades del algoritmo, en 1982 Scarf presentaría una
interesante ilustración de aplicación para el caso de una economía de 6 personas,
en la que, después de 2200 iteraciones, se alcanzaba el equilibrio. Y esto, entre
otros, generaría en aquel entonces un segundo aire en la literatura del algorit-
mo (conocida como la literatura del “Equilibrio General Aplicado”), buscando
alternativas que hicieran de éste una herramienta útil y práctica. No obstante,
los resultados actuales (Velupillai, 2006) no son muy alentadores, pues muestran
que, de hecho, el algoritmo de Scarf es “no-computable”, es decir, no garantiza
que el modelo Arrow-Debreu pueda resolverse numéricamente con la precisión
requerida en cada caso.
Hugo Sonnenschein (1973, 1974) fue más allá y se preguntó si los excesos de
demanda de una economía tenían condiciones distintas a las que ya se conocían:
continuidad, homogeneidad de grado cero, y la ley de Walras. Más específica-
mente, se preguntaba por las condiciones que debía satisfacer una función que
transforma precios en cantidades para que fuera la función de exceso de deman-
da agregada de una típica economía de intercambio. ¿Eran aquellas las únicas
condiciones que satisfacían? Y la respuesta fue afirmativa en el caso de dos
bienes.
Un año después, Mantel (1974) y Debreu (1974) respondieron esta pregunta
más completamente (aunque Debreu utilizó hipótesis menos exigentes) en el
sentido positivo: las tres condiciones no son sólo necesarias sino que también
son suficientes; es decir, cualquier función continua z(·) del simplex unitario
P que satisfaga la ley de Walras (p · z(p) = 0 para todo p ∈ P ) es idéntica
(exceptuando, tal vez, la frontera) a la función de exceso de demanda de cierta
economía de intercambio estándar (con al menos tantos agentes como bienes). A
este teorema, la literatura económica lo conoció como el teorema Sonneschein-
Mantel-Debreu (SMD). Es el siguiente:
Demostración.
Ver Debreu (1974).
Posteriormente, se profundizó y clarificó este resultado: Mantel (1976) lo exten-
dió a funciones de utilidad homotéticas y dotaciones arbitrarias; Kirman y Koch
(1986) mostraron que la hipótesis de dotaciones agregadas fijas, no cambiaba
el resultado; Mas-Colell (1977b) mostró que dado cualquier conjunto compacto
y no-vacío de precios estrictamente positivos, siempre es posible construir una
economía de consumidores con preferencias estrictamente convexas, continuas
y monótonas, de tal manera que los precios de equilibrio de la economía coin-
cidan con aquel conjunto dado; Diewert (1977) halló restricciones (condiciones
necesarias) a las derivadas de una función de exceso de demanda; Geanakoplos y
Polemarchakis (1980) mostraron que, de hecho, estas eran las únicas condiciones
sobre las derivadas; y Chiappori y Ekeland (1999) mostraron que los resultados
del teorema SMD podían extenderse al problema cuando los agentes, en lugar
de dotaciones iniciales, tuvieran un ingreso 19 .
Pero todos estos esfuerzos fueron vistos por muchos como un resultado “ne-
gativo” para la teoría del equilibrio general según el modelo Arrow-Debreu.
19 Un buen resumen de estos estudios se encuentra en Chiappori et al (2004).
8.7. El teorema Sonnenschein–Mantel–Debreu 271
Ejemplo 13.
Un ejemplo clásico de economía de intercambio en la que es imposible identificar
las funciones de utilidad de donde provienen los excesos de demanda, es la
siguiente:
M1 + M2 M1 + M2
Dx = , Dy =
2px 2py
donde M1 = px WAx + py WAy , M2 = px WBx + py WBy y, así, es imposible
identificar ǫ y, por, tanto, las funciones de utilidad. Con esto se muestra una
familia infinita de economías que tienen las mismas demandas agregadas y, por
consiguiente, también los mismos excesos de demanda. N
Era entonces claro que habrían muchos problemas en establecer resultados ge-
nerales sobre la unicidad del equilibrio más allá de la genericidad demostrada
por Debreu (1970) tal como lo señalan Ingrao & Israel (1990), Kehoe (1985,
1991) y Mas-Colell (1975, 1991). Y también surgirían problemas de resultados
generales en estabilidad del equilibrio más allá de los teoremas de Arrow & Hur-
wicz (1958) como lo indican Sonnenschein (1973), Ingrao & Israel (1990), Rizvi
(1990). Además de problemas de microfundamentación de la macroeconomía
(Kirman, 1992; Rizvi, 1994), de fundamentación de los modelos de competencia
imperfecta (Roberts & Sonneschein, 1977; Grodal, 1996), de estática compara-
tiva (Kehoe, 1985; Nachbar, 2002, 2004), e inclusive, en la teoría del comercio
internacional (Kemp & Shimomura, 2002).
20 El Falsacionismo es una teoría epistemológica (Popper, 1935) que afirma que solo las
teorías que son refutables pueden hacer parte del corpus del conocimiento científico.
272 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
1. Basado en los ejemplos 7, 8 y 9 de esta semana 8 muestre que los respecti-
vos equilibrios competitivos son asintóticamente estables bajo la dinámica
del subastador (tâtonnement). ¿En cada caso se tiene la condición de sus-
tituibilidad bruta?¿Y la condición de preferencias reveladas?
2. (*) En los ejemplos 7, 8 y 9 de esta semana calcule los r-núcleos para
r = 2, 3, e induzca que si r → ∞ entonces aquellos convergen al equilibrio.
274 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
uB (xB , yB ) = xB yB , WB = (2, 3)
a) Calcule los equilibrios competitivos.
b) Dibuje los equilibrios en una caja de Edgeworth-Bowley.
c) Decida sobre su estabilidad asintótica (local o global) en caso de que
esto se dé.
d) Calcule el núcleo y decida si los equilibrios competitivos están en él.
4. (**) (Ejercicio de lectura) Era claro que había una gran diferencia entre
las matemáticas de los modelos de la tradición alemana y las del modelo
Arrow-Debreu. De hecho, los modelos de Wald y von Neumann no requi-
rieron de teoremas de punto fijo para probar la existencia de equilibrios.
Por ejemplo, el modelo de Wald asumió el axioma débil de preferencias
reveladas, algo que es cercano a reducir el modelo al problema de maximi-
zación de la utilidad de un agente representativo. Pero en los modelos de
Arrow & Debreu (1954) y McKenzie (1954) no se hace ninguna hipótesis
con respecto a las funciones de exceso de demanda: únicamente la conti-
nuidad en el simplex unitario. No era, entonces, extraño que la existencia
de equilibrios competitivos fuera equivalente a la existencia de puntos fi-
jos. Y, efectivamente, así lo probarían Usawa en 1962 y Nikaido en 1968.
Veamos esto.
Teorema 7.
Sea P el simplex unitario en Rl , y sea Γ un subconjunto no vacío, compacto
y convexo de Rl . Supongamos, además, que ϕ : P → P(Γ) [23] es una
correspondencia semicontinua superiormente (correspondencia de exceso
de demanda) que envía cada punto de P en un subconjunto convexo no-
vacío de Γ, y que, también, p · x ≥ 0 para todo x ∈ ϕ(p) (Ley Walras).
Entonces existe p∗ ∈ P tal que ϕ (p∗ ) ≥ 0.
Demostración.
En efecto: Sea f : P → P una función que satisface las hipótesis del
teorema de Brouwer. Para p ∈ P definamos χ : P → P mediante la
fórmula
f (p) · p
χ(p) = p − f (p)
kpk2
23 P(Γ) es el conjunto “partes de Γ”, es decir, todos los subconjuntos de Γ.
8.8. Falsabilidad: el teorema de Brown y Matzkin 275
Dadas las hipótesis sobre f (·), esta función χ(·) satisface las condiciones
del teorema 6, como el lector puede fácilmente comprobar. En particular,
note que la ley de Walras se satisface inmediatamente, dado que p·χ(p) = 0
para todo p ∈ P . Por lo tanto, existe p∗ ∈ P tal que χ (p∗ ) ≥ 0, que es
f (p∗ ) · p∗ ∗
p ≥ f (p∗ )
kp∗ k2
Pero, de hecho, por la ley de Walras, tenemos que
f (p∗ ) · p∗ ∗
p = f (p∗ )
kp∗ k2
Y si en esta igualdad vectorial sumamos sus componentes, y recordamos
que p∗ y f (p∗ ) están en P , entonces llegamos a que
f (p∗ ) · p∗
=1
kp∗ k2
por lo que f (p∗ ) = p∗ y esto demuestra el teorema de Brouwer.
Maíz Trigo
Lluvia $ 46,000 $ 31,000
Sequía $ 15,000 $ 24,000
Tabla 8.2.
276 Semana 8. Después de 1959: notas sobre tópicos fundamentales
9.1. Introducción
Entre las dos guerras mundiales (décadas de 1920 y 1930), la teoría dinámica
del equilibrio general paretiano recibió su impulso inicial de la Escuela italiana
después de Pareto (Pomini & Tusset, 2014)1 . De hecho, se consideraba que el
modelo estático estaba prácticamente terminado, y que el siguiente paso era
adicionarle elementos dinámicos para lo que recurrieron a unas (para enton-
ces) sofisticadas herramientas matemáticas. En particular, a diez años de la
muerte de Pareto, uno de sus alumnos, Alfonso De Pietri-Tonelli [1883-1952],
escribió un largo artículo sobre el maestro (publicado en 1935) y sobre los con-
secuentes desarrollos del modelo paretiano. Entre estos estaba, de manera muy
importante, el de encontrar trayectorias óptimas de equilibrio competitivo que
dependieran del tiempo, y el referente fundamental en este propósito, según
De Pietri-Tonelli, era el trabajo del matemático y físico italiano Vito Volterra
[1860-1940] sobre ecuaciones diferenciales e integrales aplicadas, principalmente,
a la biología dinámica2 .
277
278 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
Por su parte, Luigi Amoroso [1886-1955] que, como sabemos, fue alumno de Pan-
taleoni y colaborador de Pareto, avanzó por etapas hacia una teoría del equilibrio
general dinámico también animado por los trabajos de Evans y Roos. Amoro-
so, en sus Lezioni di Economia Matematica (1921), La Dinamica dell’impresa
(1933), La Teoria Matematica del Programma Economico (1939), The Trans-
formation of Value in the Productive Process (1940) y Lezioni di Meccanica
Economica (1942) así lo confirma. En La Dinamica dell’impresa, por ejemplo,
postulaba que el costo total de una empresa era función, no solamente de la can-
tidad producida, sino también de la variación de ésta en el tiempo; así, escribía
θ = θ(x, ẋ)
u = u(c, ċ)
problema intertemporal. Sobre esto, el lector interesado podrá encontrar más en el Apéndice
matemático al final del texto.
9.1. Introducción 279
flujo de consumo (incorporando allí los posibles cambios de hábitos con el tiem-
po). Y luego suponía que los consumidores intentan determinar el máximo valor
del funcional Z t1
u(c, ċ)dt
t0
vida, los ahorros debían ser nulos. Sobre la ecuación de Euler y la condición de transversalidad,
ver el Apéndice matemático al final del texto.
280 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
la solución de equilibrio5 .
Era claro, entonces, que los trabajos de Amoroso y La Volpe eran los heraldos
del estudio moderno de los modelos macroeconómicos a la luz del modelo de
equilibrio general paretiano. Inclusive, un análisis a profundidad del trabajo de
Amoroso, muestra que anticipó el núcleo principal de la teoría del consumo de
los años 1950 y 1960, buscando sobrepasar las limitaciones de la función de
consumo keynesiana (Keynes, 1936). Y La Volpe, por su parte, propuso una
original teoría de la producción que permitía el análisis de diferentes clases de
bienes de capital y de recursos naturales.
Desde otra vertiente de la misma tradición, y como buen alumno de Amoroso,
Giuseppe Palomba [1908-1986] asumió como propósito continuar con el principio
epistemológico de la relación Economía-Física en la que su maestro había creído
tanto. De hecho, Palomba (1969) sería el primero en aplicar las ecuaciones Lotka-
Volterra a la Economía y también recurriría al concepto de tensor (1966) de
la geometría riemanniana (B. Riemann [1826-1866]), al concepto de grupo y
de campo gravitacional (1976) e, inclusive, a las transformaciones de Lorentz
asociadas a la teoría de la relatividad de Einstein. Por ejemplo, aplicaría estas
transformaciones cuando quiso entender la formación del precio de los bienes
de capital y su dependencia de la tasa de depreciación (¿qué sucede cuando
las tasas de depreciación se aceleran mucho? ¿les sucederá lo mismo que a los
cuerpos que viajan a la velocidad de la luz? ¿se desarrollarán nuevas coordenadas
cuando se tienen altas velocidades de depreciación?). Y la teoría de grupos y de
campos gravitacionales las utilizó cuando quiso estudiar problemas de formación
de estructuras oligopólicas.
Desafortunadamente, después de la Segunda Guerra Mundial este programa de
investigación perdió vigor y la Escuela italiana comenzó a declinar. Otros pro-
gramas tales como el de Samuelson-Frisch (modelos dinámicos lineales de ciclos
económicos) de inspiración keynesiana parecían más convincentes y también
más tratables analíticamente para economistas con débil formación matemáti-
ca; en particular, la teoría del crecimiento económico de Samuelson-Solow, con
su riqueza en aplicaciones y nivel interpretativo, acaparó toda la atención de la
modelación dinámica. Además, quizás por escribir en italiano, los aportes de la
Escuela italiana fueron relativamente marginales para el mainstream de la teo-
ría económica, aunque algunos de ellos publicaran un tanto después en inglés,
Roos fuera fundador de la Econometric Society en 1930 (con Irving Fisher como
primer presidente y Amoroso como uno de sus miembros principales), y Fossati
fuera el creador de la revista Metroeconomica en 1957.
Entonces bien vale preguntarnos: ¿Y cómo fue, entonces, el desarrollo desde
aquella orilla de la dinámica económica con perspectiva keynesiana que opacó a
la Escuela italiana? En primer lugar, debe reconocerse que los primeros modelos
matemáticos con elementos dinámicos, surgieron a finales de los años 1920’s y
5 Sin duda, La Volpe se anticipó a Hicks (1939a) –mas no a Hayek (1928)– en su concepto
principios de los 1930’s, épocas estas en que las economías europeas experimen-
taban fuertes fluctuaciones e inestabilidad en el período entre las dos guerras
mundiales. Estos primeros modelos, que describían fluctuaciones económicas,
eran simples procesos lineales (regidos por ecuaciones lineales en diferencias de
primer orden) que convergían (con o sin estabilidad) hacia cierto equilibrio, pe-
ro no producían ciclos, que era un problema que ciertamente debía entenderse.
Y buscando entonces explicar la mecánica de los ciclos económicos, pasaron a
ecuaciones de segundo orden orientados por dos conceptos centrales: el multipli-
cador keynesiano y el principio del acelerador. Y estas ecuaciones sí mostraban,
en algunos casos, fluctuaciones cíclicas6 .
Entre aquellos modelos lineales estuvieron dos de los artículos seminales de la
dinámica económica: Propagation problems and impulse problems in dynamic
economics de Ragnar Frisch (1933) y Interactions between multiplier analysis
and the principle of acceleration de Samuelson (1939a), en los que ambos esta-
blecían tres ecuaciones con soluciones exponenciales convergiendo o divergiendo
al equilibrio (y dando origen a ciclos) dependiendo esto de los parámetros fun-
damentales.
El modelo de Samuelson, que respondía a una ecuación en diferencias de segundo
orden y que generalizaba el modelo de Frisch, se convertiría en un referente de la
teoría dinámica con énfasis keynesiano para los años venideros. Sin embargo, era
claro que el modelo de Samuelson era limitado pues solo producía cuatro tipos
de trayectoria: i) Oscilatoria (estable o explosiva); ii) No-oscilatoria (estable o
explosiva); iii) De equilibrio estacionario; iv) Un ciclo de amplitud constante; y
se requería de dinámicas más complejas que explicaran las economías reales7 .
Algunos de los aportes más interesantes e innovadores que intentaron remediar
esto fueron Kalecki (1935, 1937), Kaldor (1940), Harrod (1939, 1951), Hicks
(1950) y Goodwin (1948, 1950, 1951, 1967, 1982), casi todos ellos incluyendo
alguna versión del mecanismo acelerador-multiplicador, y haciendo énfasis, de
alguna forma, en que la inversión era la principal variable que explicaba las
fluctuaciones.
Sin embargo, a pesar del éxito de ellos, y en particular de Goodwin en describir
una teoría dinámica no-lineal de los ciclos económicos, el interés en este tema
también fue decayendo hasta quedar casi abandonado. Como desde los años 1950
(después de la Segunda Guerra Mundial) hasta los años 1980, las economías
centrales crecían en expansión sostenida y el fantasma de la Gran Depresión
de los años 1930 venía desapareciendo, nació un gran interés en los procesos
de crecimiento en detrimento de los ciclos y las recesiones. Y del lado teórico,
regresaría el énfasis en los comportamientos del equilibrio surgido de procesos
de optimización, basados en el éxito de los modelos neowalrasianos. Ya en los
años 1980 regresaría el interés por los modelos dinámicos no-lineales, con una
perspectiva más moderna y con economistas mejor equipados matemáticamente.
6 También era la época del desarrollo inicial de las series de tiempo empíricas.
7 Si el lector está interesado en una introducción a estos conceptos, puede consultar Mon-
salve & Özak (2018), volumen II.
282 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
Así, un equilibrio intertemporal para esta economía será una sucesión (xt )∞ t=0
que satisfaga las condiciones (*) y (**). De esta manera, el método del equilibrio
intertemporal permite incorporar el hecho de que los agentes, de alguna forma,
aprenden la dinámica del entorno económico solo gradualmente. Construir la
función g, es decir, construir la forma en que los agentes forman sus expec-
tativas (que pueden ser distribuciones de probabilidad o variables aleatorias),
resulta ser muy complejo y puede implicar sofisticadas inferencias estadísticas
o estimaciones de parámetros desconocidos; o, inclusive, puede ser el resultado
de procesos inductivos hacia atrás llevados a cabo por los agentes.
El reto planteado por la escasez de información sobre expectativas es, enton-
ces, el de construir teorías testeables sobre cómo se forman las expectativas, y
que permitan estimar relaciones económicas que incluyen expectativas no ob-
servables. Una de estas teorías, entre muchas, es la hipótesis de expectativas
adaptativas, la cual asume que las personas cambian su expectativa de cual-
quier variable en solo una fracción de la diferencia entre el valor de la variable
en el último período y el valor que estaba esperando que fuera en ese mismo
período; es decir, para t = 0, 1, . . . , se tiene que para cierto 0 < α < 1,
A esta hipótesis se le considera una aproximación simple que puede ser útil en
ciertas condiciones; por ejemplo, cuando la variable xi,t está determinada en
buena medida por sus valores pasados y no en otros casos.
Otra teoría, con una forma muy particular e importante de formación de ex-
pectativas es la ya mencionada “teoría de expectativas racionales” (self-fulfilling
expectations), en donde, para todo t = 0, 1, . . . , se tiene que
l(l − 1)
1 + 2 + 3 + · · · + (l − 1) =
2
mercados (uno para cada par de bienes) solo con el propósito de intercambiarlos.
Y ese proceso es ineficiente y costoso, además de requerir grandes cantidades de
información no necesariamente disponibles. Ese es, precisamente, un problema
que el dinero (como medio de intercambio) resuelve, aunque no sea claro cómo
se puedan generar los incentivos adecuados para su uso por parte de los agentes
racionales, sin violar alguno de los supuestos originales del modelo.
En las últimas décadas, la literatura sobre cómo incluir el dinero en el modelo
de equilibrio general es muy abundante, aunque la mayoría de ella puede en-
marcarse en dos tipos de modelos. El primer tipo incorpora aquellos en que se
incluye el dinero en la función de utilidad, y el segundo tipo abarca aquellos
modelos que estudian la demanda de dinero para transacciones: los modelos
cash-in-advance (dinero por adelantado), los de recursos reales, los modelos de
búsqueda y los de generaciones traslapadas. Sobre ellos discutiremos brevemen-
te enseguida, excepto el último, al que le dedicaremos un estudio un poco más
detallado.
A los modelos cash-in-advance se les señala (ver Ostroy & Starr, 1990)
de que, al fin y al cabo, el truco de colocar dinero por adelantado es
tan arbitrario como colocarlo en la función de utilidad: no parecen ser
características intrínsecas de una economía monetaria. Además, resaltan
el hecho de que la restricción (*) limita las posibilidades de negociación
de los agentes recurriendo a otras alternativas distintas al dinero.
ii) Los modelos de costos de recursos reales (Brock, 1974; 1990) fueron una
respuesta a los modelos cash-in-advance –fundamentalmente, a su restric-
ción (*)–. Aquí se asume que los costos de transacción (notados mediante
una función que depende (negativamente) de los saldos monetarios a la
vista m y (positivamente) del volumen c de transacciones) se representan
mediante recursos reales que, a su vez, son utilizados en el mercado de
bienes. Un hecho sobresaliente de estos modelos es que un aumento en
el volumen de los bienes intercambiados aumenta los costos de transac-
ción pero, a su vez, un aumento de los saldos monetarios reales promedio
disminuye esos costos. Y aunque Feenstra (1986) y Wang & Yip (1992)
mostraron que había una equivalencia funcional entre los modelos de cos-
tos de recursos reales y los de dinero en la función de utilidad, Walsh (1998)
señalaba que esta equivalencia implicaba una redefinición de la variable
consumo, y así los dos modelos no podían ser equivalentes.
iii) A los modelos de búsqueda algunos los consideran una de las versiones más
profundas del intento por incorporar el dinero en los modelos de equili-
brio general. En ellos la idea es colocar los incentivos para que “surja” la
demanda por dinero en las transacciones a través de su uso (únicamente)
como medio de cambio. El artículo seminal de Kiyotaki & Wright (1993)
muestra un modelo en el que el intercambio de bienes requiere de costos
9.3. El dinero bajo equilibrio general 287
(1999).
9 Esta hipótesis de que la variable “c” agregada existe, tiene una formulación formal en la
donde u′ > 0 y u′′ < 0 en R+ ; W y , W o son las dotaciones iniciales del agen-
te cuando es joven (y) y viejo (o), respectivamente, con W y > W o ; pt y pet+1
son los precios para los períodos t y t + 1 (esperado); cyt , cot+1 son los consu-
mos (mercancía agregada) en los períodos t y t + 1, cuando se es joven y viejo,
respectivamente; y β ∈ (0, 1). A este β, ya sabemos, se le conoce como el co-
eficiente de impaciencia; es decir, β cercano a 0 significa que el consumidor es
muy impaciente y β cercano a 1 significa que el consumidor es muy paciente
(Böhm-Bawerk, 1889; Fisher, 1930).
Un caso especial importante es suponer que el agente tiene expectativas racio-
nales; es decir, que el precio esperado para el período t + 1 es igual al precio que
verdaderamente regirá para ese período (pet+1 = pt+1 ). Bajo esta hipótesis y las
impuestas sobre la función de utilidad, las condiciones suficientes y necesarias
para la existencia de una solución de equilibrio a este problema son:
u′ (cyt ) βpt
= (9.1)
u′ (cot+1 ) pt+1
Por consiguiente:
cot 1
cot+1 − = Wo 1 −
λ λ
290 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
βu′ (W o )
λ= , pt+1 = λpt
u′ (W y )
En conclusión, bajo no arbitraje, el único equilibrio puede caracterizarse de la
siguiente forma: En primer lugar, p0 > 0 fijo (condición inicial), y en segundo
lugar,
′ t
o o y y βu (W o )
c0 = W , c0 = W , pt = p0
u′ (W y )
Y también,
cyt = W y , cot+1 = W o para todo t.
Ejemplo 1.
Consideremos la siguiente economía de generaciones traslapadas de intercambio
puro donde todos los consumidores tienen la siguiente función ordinal de utilidad
y de dotaciones iniciales
1 1
u(cyt , cot+1 ) = (cyt ) 2 + β(cot+1 ) 2 , W = (W y , W o ) = (2, 1)
1 pt+1 1
Bajo no arbitraje, γ1 = 0, y si λ = −(2) 2 β entonces = −(2) 2 β < 0. Por
pt
consiguiente, supondremos γ2 = 0 porque, por hipótesis, los precios de equilibrio
son no-negativos. Así, el equilibrio de la economía es, para t ≥ 0,
Los consumos para cada generación son iguales a sus dotaciones iniciales; es
decir, no existe intercambio entre generaciones, porque no existe un activo que
les permita ahorrar de un período a otro.
con al menos una desigualdad estricta. Una asignación es óptima de Pareto si,
y sólo si, es factible y no existe ninguna asignación factible que la domine en el
sentido de Pareto.
Quizás una de las más notables características del modelo OLG de intercambio
puro es que, en general, el equilibrio autárquico no es óptimo de Pareto, como
se ilustra en el siguiente ejemplo.
Ejemplo 2.
Veamos que la distribución inter-generacional de autarquía del ejemplo 1 ante-
rior
Generación 1 −→ (2, 1)
Generación 2 −→ (2, 1)
Generación 3 −→ (2, 1)
.. .. ..
. . .
no es óptima de Pareto. Para ello consideremos la siguiente distribución inter-
generacional:
Generación 1 −→ (2, 3/2)
Generación 2 −→ (3/2, 3/2)
Generación 3 −→ (3/2, 3/2)
.. .. ..
. . .
292 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
y ∞
{pt }∞ o ∞ ∞
t=0 , {ct }t=0 , {ct }t=0 , {st }t=0
u′ (cyt ) βpt
i) = , cyt < W y
u′ (cot+1 ) pt+1
y st st
ii) ct = W − y
; cot+1 o
=W +
pt pt+1
iii) Mts = st
El siguiente teorema muestra que, bajo ciertas condiciones, existe un único equi-
librio monetario estacionario para toda economía OLG monetaria.
Teorema 2.
Si β es suficientemente cercano a la unidad, existe un único equilibrio monetario
estacionario finito para la economía OLG monetaria.
Demostración.
Sea F : R2+ → R definida así:
M M
F (β, M ) = u′ W y − − βu′ W o +
p p
Teorema 3.
En una economía OLG monetaria, el equilibrio monetario estacionario es ópti-
mo de Pareto.
Demostración.
t=0 la dis-
Supongamos que para una cierta sucesión de números positivos {εt }∞
tribución temporal
(cy , co + ε0 )
(cy − ε0 , co + ε1 )
(cy − ε1 , co + ε2 )
· ·
· ·
(cy − εt−1 , co + εt )
Entonces
βu(co + εt ) − βu(co ) ≥ u(cy ) − u(cy − εt−1 ) (9.4)
Por concavidad estricta de la función de utilidad llegamos a que:
de punto fijo.
9.3. El dinero bajo equilibrio general 295
pt+1 = pt
pt+1 u
p B
A p pt
El siguiente ejemplo ilustra el teorema 4 sobre cómo el ahorro que realiza un con-
sumidor entre un período y otro, mejora su bienestar, haciendo que un equilibrio
competitivo también sea un óptimo de Pareto.
Ejemplo 3.
Consideremos el siguiente problema del consumidor representativo en una eco-
nomía monetaria:
Maximizar
y o
ln(cyt ) + β ln(cot+1 )
ct ,ct+1 ≥0
pt+1
pt+1 = pt
p pt
Figura 9.2. Dinámica de precios en el ejemplo 3.
∂2F ∂2F
<0 , <0
∂Kt2 ∂Nt2
λF (Kt , Nt ) = F (λKt , λNt ) para todo λ > 0
12 Este modelo tiene múltiples variantes que hacen de él una de las principales aproximacio-
ct + xt = f (kt )
kt+1 = (1 − δ)kt + xt
donde δ es la tasa de depreciación del capital (0 < δ < 1). Es decir, en cada
período, el capital disponible para el sector productivo está conformado
por el capital (depreciado) del período anterior más la inversión en este
mismo período.
Maximizar ct + pkt xt − wt − rt kt
ct ,xt ,kt ≥0
sujeta a ct + xt = f (kt )
Maximizar f (kt ) − wt − rt kt
kt ≥0
300 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
Por lo tanto, dado que f (·) es una función estrictamente cóncava y diferenciable
con continuidad, las condiciones suficientes y necesarias para la existencia de
una solución a este problema son:
∂F
rt = = f ′ (kt ) (9.9)
∂Kt
∂F
wt = = f (kt ) − kt f ′ (kt ) (9.10)
∂Nt
Con las ecuaciones anteriores determinamos el comportamiento del productor
representativo. Luego regresaremos a ellas cuando estudiemos el equilibrio com-
petitivo descentralizado.
ct + xt + bt+1 = wt + rt kt + Rt bt
sujeta a
ct + xt + bt+1 = wt + rt kt + Rt bt
kt+1 = (1 − δ)kt + xt
ct , kt+1 , xt ≥ 0 (9.11)
k0 > 0, b0 dados
El lagrangiano correspondiente a este problema es [15] :
P∞ t
L= t=0 β {u(ct ) + λt [wt + rt kt + Rt bt − ct − xt − bt+1 ] +
ct : u′ (ct ) − λt + γ1t = 0
xt : −λt + θt + γ2t = 0
kt+1 : −θt + βθt+1 (1 − δ) + βλt+1 rt+1 + γ3t = 0
bt+1 : −λt + βλt+1 Rt+1 = 0
y las condiciones de transversalidad son [17]
:
lı́m β T λT kT +1 = 0
T →∞
lı́m β T λT bT +1 = 0
T →∞
Dadas las condiciones sobre u(·) y f (·), la solución a este problema es interior;
es decir, la solución al sistema está determinada por:
ct : u′ (ct ) = λt (9.12)
14 Aunque las variables reales se han supuesto no-negativas, la variable monetaria b puede
t
tomar cualquier signo. En particular un valor negativo de bt representa un préstamo solicitado
por el consumidor.
15 Notemos que los multiplicadores de Lagrange estándar están dados por los multiplicado-
res de Lagrange que utilizamos por el factor de descuento. Por ejemplo, el multiplicador de
Lagrange estándar asociado a la restricción de factibilidad en el tiempo t está dado por β t λt .
16 Ver Monsalve & Özak (2018), volumen II.
17 Hemos necesitado considerar aquí la condición de transversalidad o condición de interio-
ridad al infinito.
302 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
xt : λt = θ t (9.13)
kt+1 : λt = βλt+1 [(1 − δ) + rt+1 ] (9.14)
bt+1 : λt = βλt+1 Rt+1 (9.15)
y las condiciones de transversalidad son:
lı́m β T λT kT +1 = 0 (9.16)
T →∞
lı́m β T λT bT +1 = 0 (9.17)
T →∞
Las ecuaciones (9.18) y (9.19) se conocen como las ecuaciones de Euler para el
capital y los bonos, respectivamente. Reemplazando (9.9) en (9.18) se tiene que
u′ (ct )
= [(1 − δ) + f ′ (kt+1 )]
βu′ (ct+1 )
9.4. El modelo de Ramsey con inspiración paretiana 303
u′ (ct )
= Rt+1
βu′ (ct+1 )
Definición 4.
Un equilibrio competitivo del modelo de crecimiento simple es una colección de
sucesiones de precios {wt∗ }, {rt∗ }, {Rt∗ }, t = 0, 1, . . . , una asignación {c∗t }, {x∗t },
{kt∗ }, t = 0, 1, . . . , y una sucesión de bonos {b∗t } que resuelven simultáneamente
los siguientes problemas:
Maximizar ct + xt − wt − rt kt
ct ,xt ,kt
sujeta a ct + xt = f (kt )
ct , kt+1 , xt ≥ 0
ct + xt = f (kt )
kt+1 = (1 − δ)kt + xt
ct + xt + bt+1 = wt + rt kt + Rt bt
304 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
Lema 1.
En cualquier equilibrio competitivo, bt = 0 para todo t = 0, 1, . . . .
Demostración.
En equilibrio, la restricción presupuestaria del consumidor es
wt∗ + rt∗ kt∗ + Rt∗ b∗t = c∗t + x∗t + b∗t+1 (9.31)
Reemplazando las ecuaciones (9.24) y (9.25) en la restricción presupuestaria del
consumidor, se obtiene
f (kt∗ ) − kt∗ f ′ (kt∗ ) + f ′ (kt∗ )kt∗ + Rt∗ b∗t = c∗t + x∗t + b∗t+1 (9.32)
Ya que en equilibrio, f (kt∗ ) = c∗t + x∗t , entonces Rt∗ b∗t = b∗t+1 . Como en equilibrio
b0 = 0, el resultado se obtiene trivialmente.
9.4. El modelo de Ramsey con inspiración paretiana 305
sujeta a
ct + xt + gt = f (kt )
kt+1 = (1 − δ)kt + xt
ct , kt+1 , xt ≥ 0
k0 > 0, x0 > 0 dados
{gt }∞
t=0 dada
donde u(·) y f (·) satisfacen las mismas condiciones del problema descentralizado.
El lagrangiano correspondiente a este problema es
∞
X
L= β t {u(ct ) + λt [f (kt ) − ct − xt − gt ]
t=0
+ θt [(1 − δ)kt + xt − kt+1 ] + γ1t ct + γ2t xt + γ3t kt+1 }
ct : u′ (ct ) − λt + γ1t = 0
xt : −λt + θt + γ2t = 0
kt+1 : −θt + βθt+1 (1 − δ) + βλt+1 f ′ (kt+1 ) + γ3t = 0
lı́m β T θT kT +1 = 0
T →∞
ct + xt + gt = f (kt )
kt+1 = (1 − δ)kt + xt
Ya que los requisitos sobre u(·) y f (·) son los mismos del problema descentrali-
zado, entonces todas las soluciones son interiores; luego, todos los γit son cero,
y las condiciones de primer orden pueden escribirse como
u′ (ct ) = λt (9.34)
18 Ver Monsalve & Özak (2018), volumen II.
306 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
λt = θ t (9.35)
′
λt = βλt+1 [(1 − δ) + f (kt+1 )] (9.36)
lı́m β T θT kT +1 = 0 (9.37)
T →∞
(condición de transversalidad)
ct + xt + gt = f (kt ) (9.38)
kt+1 = (1 − δ)kt + xt (9.39)
ct + xt + gt = f (kt ) (9.41)
kt+1 = (1 − δ)kt + xt (9.42)
T ′
lı́m β u (ct )kT +1 = 0 (9.43)
T →∞
(condición de transversalidad)
Demostración.
Observemos que es suficiente mostrar que existe un único nivel de capital k ∗ que
satisface (9.45) y que, en k = k ∗ , el nivel de consumo c∗ es no-negativo. Como
lı́mk→0 f ′ (k) > β −1 −(1−δ) y lı́mk→∞ f ′ (k) < β −1 −(1−δ), entonces para niveles
bajos de k, β[(1 − δ) + f ′ (k)] > 1 y para niveles altos de k, β[(1 − δ) + f ′ (k)] < 1.
Ya que f es doblemente diferenciable, entonces f ′ es una función continua. Por
tanto, existe k ∗ tal que β[(1 − δ) + f ′ (k)] = 1 20 .
Veamos que en el estado estacionario es único; es decir, que sólo un valor de k
satisface (9.45). Ya que f (·) es estrictamente cóncava, entonces β[(1 − δ) + f ′ (k)]
es mayor que 1 para valores pequeños de k y menor que 1 para valores grandes
de k, sólo existe un valor de k para el cual β[(1 − δ) + f ′ (k)] es igual a 1.
ejemplo, elíjase g tal que g > f (k∗ ). En este caso es imposible encontrar un valor de c∗
no-negativo.
308 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
El siguiente teorema muestra que, dada una solución al problema del planifica-
dor, es posible encontrar una sucesión de precios tal que ella sea un equilibrio
competitivo.
Demostración.
Notemos que la asignación es factible porque resuelve el problema del planifica-
dor. Para mostrar que la asignación soluciona los problemas del consumidor y
la firma representativa, elíjase b∗ = 0. Consideremos los siguientes precios:
caso, la proposición correcta es que cualquier asignación que resuelve el problema del plani-
ficador, la cual incluye promedios ponderados de las funciones de utilidad individual, puede
ser soportada como un equilibrio competitivo dado que el planificador puede redistribuir los
recursos iniciales. Ver, por ejemplo, Debreu (1959).
310 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
u′ (c(λ)) ≡ λ (9.48)
λt
= (1 − δ) + f ′ (kt+1 ) (9.49)
βλt+1
δk = f (k) − c(λ)
Esta relación se puede interpretar como una curva en el espacio (k, λ) o como
una función λ(k) tal que δk ≡ f (k) − c(λ(k)). Por el teorema de la función
implícita esta función es diferenciable y la derivada está dada por
dλ f ′ (k) − δ
=
dk c′ (λ)
de capital está creciendo. De forma análoga, para parejas (k, λ) debajo de λ(k),
el stock de capital decrece y se utiliza una flecha señalando hacia la izquierda.
La segunda curva consiste en las parejas ordenadas (k ∗ , λ) que satisfacen
β[(1 − δ) + f ′ (k ∗ )] = 1
III
ρ
f (k) − c(λ) = λk
λ∗
I IV
f (k) − c(λ) = 0
k0 k∗ ka k
Finalmente, como todas las funciones son continuas, entonces existen infinitas
trayectorias que ocupan todo el espacio. Luego, si para algún valor inicial de λ,
que induce una trayectoria como α, ésta entra en la región III, y si para todo
valor inicial de λ, que induce una trayectoria como ρ, ésta entra en la región I,
entonces debe existir algún valor inicial de λ tal que la trayectoria correspon-
diente converge al estado estacionario (k ∗ , λ∗ ). Un argumento similar muestra
que, empezando en la región IV, debe existir por lo menos una trayectoria que
converge al estado estacionario (k ∗ , λ∗ ).
Ahora se mostrará que todas las soluciones al problema del planificador central
convergen a (k ∗ , λ∗ ). Para ello mostraremos que, a menos que el planificador
central escoja la condición inicial correcta, es decir, un valor de λ0 sobre las
flechas punteadas que apuntan a (k ∗ , λ∗ ), la trayectoria resultante viola alguna
de las condiciones de primer orden.
Demostración.
Primero, se ve que ninguna solución puede entrar en la región I, pues si una tra-
yectoria entra en tal región, dado que ésta se mueve hacia el sudoeste, entonces
en un tiempo finito se violará la condición de no-negatividad de la inversión25 .
25 Es posible mostrar que aun sin la condición de no-negatividad sobre la inversión, las
condiciones convergirán en tiempo finito al punto de cero capital y cero consumo. Dado que
u′ (0) = ∞, este punto no es un equilibrio.
9.4. El modelo de Ramsey con inspiración paretiana 313
β t+1 λt+1 /β t λt = [(1 − δ) + lı́m f ′ (kt+1 )]−1 = [(1 − δ) + f ′ (km )]−1 > 1
t→∞
Se reconoce (ver Bandara, 1991) que el inicio de los modelos de equilibrio general
computables fueron las tablas insumo-producto (1937, 1941) y el modelo de
equilibrio general de Leontief, que (ya lo habíamos discutido en la semana 6) fue
una herramienta de análisis muy importante para el Gobierno de los Estados
Unidos a partir de la época de posguerra, aunque después sería utilizada en
muchos otros países, y también detalladamente analizada por la academia. Y
una de las herramientas más utilizadas por los modelos de equilibrio general
computable es la de calibración.
ii) Los modelos de equilibrio general estocásticos (Kydland & Prescott, 1982),
se calibran utilizando el equilibrio en términos per-cápita o en unidades
efectivas de trabajo. Y se eligen los parámetros de manera que el modelo en
equilibrio dé origen a los valores de las variables endógenas que permitan
reproducir exactamente los promedios de los datos reales. Esta es una
metodología muy utilizada en los modelos macroeconómicos de equilibrio
general.
Ejercicios
(Observación: los ejercicios señalados con uno (∗) o dos asteriscos (∗∗) tienen,
a juicio del autor, un nivel de dificultad un tanto o muy superior, con respecto
a los ejercicios corrientes que aparecen sin asterisco.)
W = (W y , W o ) = (3, 1)
316 Semana 9. Dinámicas y equilibrio general
2. Lleve a cabo el mismo ejercicio anterior, pero ahora con la siguiente eco-
nomía de consumidor representativo:
1/2 1/2
U (ct y , ct+1 o ) = (ct y ) + β (ct+1 o )
W A = (W y , W o ) = (d1 , 1) , d1 > 1
el gráfico.
9.5. Breve nota sobre equilibrio general computable y calibración 317
λ
II
“nuevo”
III
“nuevo”
λ∗
γ
λ0
λ∗ (z ′ )
k∗ (z) k∗ (z ′ ) k
Figura 9.4. Cambios exógenos en la productividad.
Discusiones finales
10.1. Introducción
Han pasado más de 60 años desde que se establecieron las condiciones para la
existencia, unicidad y estabilidad de un equilibrio competitivo en el que hoy se
conoce como modelo Arrow-Debreu. Por razones que la historia del desarrollo
del capitalismo quizás ya ha evaluado, se tomó un camino muy específico y par-
ticular desde los economistas clásicos hasta ese modelo, pasando el conveniente
cernidor por los aportes de cada uno de los pioneros neoclásicos. Este ha sido
precisamente, el devenir de los nueve capítulos que acabamos de presentar en
este volumen II, desde una perspectiva histórica y crítica.
319
320 Semana 10. Discusiones finales
Sin embargo, a nivel teórico es conveniente advertir que existe un problema de in-
centivos con esta manera “justa” de alcanzar eficiencia y distribución del ingreso
mediante el mecanismo de precios competitivos. De hecho, su implementación
requiere que cada agente ignore (o considere muy pequeño) el no despreciable
efecto que tienen, por ejemplo, las transferencias de ingreso (digamos lump sum)
sobre la cantidad de horas trabajadas, y también el efecto de los impuestos a la
renta sobre los incentivos a acumular riqueza (Mirrlees, 1971)2 .
Y no mucho más puede decirse. La dificultad está en que aún hoy, acientífica-
mente, es común hacer de los dos teoremas del bienestar económico, las piedras
angulares que sustentan la existencia de la “positiva y benigna mano invisible”
que “conduce” a los agentes económicos a promover objetivos que no están den-
tro de sus intenciones pero que sí representan “intereses de la sociedad”. Esto
apoyado en que, según afirman algunos, Smith y sus seguidores veían las insti-
tuciones (en particular, el mercado) como el resultado de un flujo de acciones
individuales, aunque era claro que no entendían cuál era el modus operandi de
aquella creación no intencional de instituciones sociales, ni tampoco de las ca-
racterísticas específicas de esos procesos de creación3 . Por ello, aún hoy en día,
2 En esto y en el diseño de mecanismos eficientes (no necesariamente mecanismos de precios
competitivos) que busquen la posibilidad del óptimo social bajo agentes descentralizados, la
teoría de juegos y el diseño de mecanismos tendrían la palabra a partir del trabajo seminal
de Arrow y Hurwicz (1960). Sobre esto discutiremos en el volumen III (Competencia bajo
equilibrio de Nash).
3 A pesar de haber llevado a cabo una revisión suficientemente cuidadosa de The Wealth of
Nations y de The Theory of Moral Sentiments de Smith, sólo pude encontrar dos o tres pasajes
que tratan sobre el mecanismo de precios y su papel en la asignación de recursos. El pasaje
322 Semana 10. Discusiones finales
no existe un solo argumento sólido que garantice que este “orden espontáneo”
sea necesariamente beneficioso para la sociedad.
Esto es así porque se puede observar que el modelo Arrow-Debreu no permi-
te entender bien algunos de los problemas asociados a Smith y sus seguidores,
entre los que se cuentan, por ejemplo, los de especificación de interacciones so-
cioeconómicas (el teorema SMD es un anticipo de este problema que surge en el
modelo de equilibrio general); los mecanismos de mediación institucional (cómo
crear mecanismos que medien entre competencia y cooperación); las organi-
zaciones jerárquicas institucionales, ignoradas casi totalmente por la tradición
neowalrasiana que ha colocado los problemas históricos en un segundo plano
de interés; el problema de la inconsistencia temporal que surge cuando se van
tomando decisiones a medida que “pasa el tiempo”, y no desde el principio para
todo el horizonte temporal; las economías en desequilibrio (por ejemplo, ciclos
y caos), etc.
De manera que afirmar que el modelo Arrow–Debreu responde a la pregunta
de Adam Smith, es falso; y si se pretende que sea el sustento teórico de políti-
cas económicas de libre mercado como mecanismo de distribución eficiente de
recursos, también se falsea el modelo. De hecho, el tipo de mercado del mode-
lo Arrow–Debreu es una pálida representación, no sólo del modelo original de
Walras, sino de cualquier mercado real 4 .
En lo que sigue se explica en alguna medida la anterior afirmación y se ofrece
algo de bibliografía al estudiante interesado.
billetera en un cuarto grande que estaba completamente oscuro, excepto por una minúscula
luz en una esquina. Mientras el personaje en cuestión buscaba la billetera, alguien le preguntó
“¿y por qué la buscas sólo en esa esquina?” y la respuesta fue clara: “pues porque aquí hay
luz”.
10.3. Crítica a las hipótesis del modelo Arrow-Debreu 323
La segunda crítica, que también está relacionada con la anterior, es con respecto
al ambiente institucional en que operan los agentes. En el modelo Arrow-Debreu,
la única forma en que los agentes se comunican es a través del mercado. Allí des-
aparecieron todos esos detalles y estructuras institucionales que tan presentes
estuvieron en los trabajos de los pioneros (Walras, Edgeworth, Marshall, entre
otros). No obstante, en el caso de la economía neoclásica homogeneizada esta
discusión se ha moldeado en la dicotomía “fallas de mercado” y “fallas de Esta-
do”, considerándolas como eventos más comunes que excepcionales. Y de allí la
mirada de que los mercados y el Estado son instituciones que se complementan
y no que compiten. Afortunadamente ahora comienza a entenderse que no son
las únicas instituciones que inciden en el comportamiento económico y, que en
particular, los mercados se desarrollan por razones económicas, pero también
culturales y sociales (North, 1990). De hecho, algunos señalan el impacto de las
comunidades en pequeña escala, de las asociaciones no-gubernamentales e, in-
clusive, de las familias, como instituciones determinantes en el comportamiento
económico de los agentes.
error” que modificaría el comportamiento del agente (Lucas, 1986). Sin embargo, se señala
que estas modificaciones, si suceden independientemente para cada agente, serían un factor no
muy importante, pues la ley de los números grandes reduciría la variabilidad en la distribución
de la demanda agregada. Este problema dio origen a cierta literatura importante sobre cómo
afectan las interacciones estocásticas a las preferencias de los individuos (Brock & Durlauf,
2001).
324 Semana 10. Discusiones finales
podría verse, sólo apelando a la formalidad, como un equilibrio general con “ex-
ternalidades”; es decir, como un equilibrio general con variables de precios fijas
que afectan el comportamiento competitivo de los agentes6 .
creen que la calibración de modelos de equilibrio general es el camino para demostrar lo “útil”
que puede ser el modelo. Esto ya lo discutimos y mostramos que es una falacia, pues el modelo
de equilibrio general no es la base teórica de los modelos computables EGC.
10.4. Nota sobre la crítica poskeynesiana a la teoría neoclásica 325
Pero entre finales de los años 1960 y mediados de los años 1970, varias eco-
nomías mundiales enfrentaron fuertes años de inflación, seguidos por períodos
de estanflación debido a los precios del petróleo. Y a esto, la síntesis neoclási-
ca no pudo responder. Estas y otras dudas conducirían posteriormente a una
nueva síntesis más microfundada y menos empírica, conocida como la “Nueva
síntesis neoclásica” (o “Nueva síntesis keynesiana”) que se basaba en compor-
tamientos optimizadores de firmas y consumidores, aunque con presencia de
distorsiones introducidas explícitamente (por ejemplo, las rigideces nominales).
326 Semana 10. Discusiones finales
en la demanda agregada.
328 Semana 10. Discusiones finales
p = (1 + r)ap + wl (*)
1 − (1 + r)a
w=
l
mostrando esta última ecuación que existe una relación inversa entre la tasa
salarial w y la tasa de benficio r (que son dos variables desconocidas), lo que
señala una característica esencial de las economías capitalistas: los capitalistas
se mueven de sectores con bajas tasas de beneficios a sectores con altas tasas
de beneficios; y, por su parte, los trabajadores se mueven de sectores con bajos
salarios a sectores con altos salarios. Cuando la tasa salarial iguale a la tasa
de beneficios, entonces el precio de mercado p será el precio natural. Mientras
tanto, el primero fluctuará alrededor del segundo.
Ahora: en el caso general de n mercancías, supongamos que sólo existe una
técnica de producción para cada una de ellas, y que operan bajo rendimientos
constantes a escala con proporciones fijas (es decir, que los factores son utilizados
en proporciones fijas) y, además, no existe sustitución de insumos. Sea p =
(p1 , p2 , · · · pn ) el vector de precios (uno para cada mercancía) y l = (l1 , l2 , . . . , ln )
el vector de insumos de mano de obra necesaria (que asumimos homogénea) en
cada técnica de producción. Entonces, si aij es la cantidad de insumo j necesaria
para producir una unidad de la mercancía i, entonces los costos de producción
estarán dados por:
p = (1 + r)Ap + wl (**)
donde A = (aij ) es la matriz n × n que describe la tecnología de la economía. Y
se muestra (ver Pasinetti, 1986) que esta economía es viable (y ya sabemos qué
significa esto) si el máximo valor propio real de la matriz A es menor o igual
que 1.
Notemos que el sistema (**) consiste en n ecuaciones lineales con n + 2 in-
cógnitas, pues la matriz A y el vector l están dados por la tecnología, pero el
vector p y los escalares w y r sí son desconocidos. Sin embargo, haciendo p1 = 1
tendremos un sistema de n ecuaciones con n + 1 incógnitas y el sistema queda-
ría, en general, indeterminado. ¿Cómo se fija una de las incógnitas? El modelo
sraffiano tiene varias posibilidades: i) que el salario w esté determinado social-
mente como un salario de subsistencia o también por lucha de clases; ii) que la
tasa de beneficio (que es la misma tasa de interés bajo competencia perfecta)
esté determinada por el sector financiero. Los precios que resuelvan la ecuación
(**) son precios naturales que, como habíamos afirmado antes, dependen de la
tecnología (A y l) y de la distribución de riqueza (w y r).
330 Semana 10. Discusiones finales
tructura duradera a las interacciones sociales, políticas y económicas entre los miembros de
una población. Las estructuras de propiedad, el dinero, el mercado explícito y los mercados
implícitos en negociaciones, son ejemplos de instituciones.
10.7. Nota sobre la teoría de complejidad 331
12 Cabe aquí resaltar que algunos de los pioneros neoclásicos tuvieron estas mismas preo-
cupaciones. Por ejemplo, Walras, Marshall y Wicksteed defendieron ideas socialistas o semi-
socialistas, que los harían ver, a la luz de hoy, como economistas de izquierda. Walras, ya lo
habíamos mencionado en la semana 2 del texto, tuvo como norte demostrar las ventajas de
la regulación de precios y de la propiedad por parte del Estado de los monopolios naturales,
incluyendo allí la tierra. De hecho, se han hecho estudios (Jolink, 1996) sobre que las ideas
de Walras, en sus tres principales trabajos, corresponden más a un modelo evolutivo institu-
cional. Por su parte, la preocupación central de Marshall fue el problema de la pobreza en
la Inglaterra victoriana, animando a la formación de sindicatos de trabajadores. Y Wicksteed
también defendía la nacionalización de la tierra, además de tener lazos personales con algunos
movimientos socialistas radicales de su época.
332 Semana 10. Discusiones finales
14 De hecho, se discute sobre que las matemáticas utilizadas en este nuevo paradigma ahora
[1]
Sobre las matemáticas de la teoría del equilibrio general
A × B = {(−1, −1), (−1, 1), (0, −1), (0, 1), (2, −1), (2, 1)}
B × A = {(−1, −1), (−1, 0), (−1, 2), (1, −1), (1, 0), (1, 2)}
335
336 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
Ejemplo 2.
Dada la relación ℜ = {(−1, 1), (−1, 0), (1, 1), (1, 2)}, entonces Dℜ = {−1, 1},
Rℜ = {1, 0, 2}, y la gráfica de ℜ en el plano cartesiano es la de la figura A.1.
y
b
(1, 2)
b b
(−1, 1) (1, 1)
b
(−1, 0)
x
i) La relación ℜ = {(a, a), (a, b), (b, b), (c, c), (c, a)} es una relación reflexiva
de X en X pues (a, a), (b, b), (c, c) ∈ ℜ.
ii) Si X = {a, b, c}, la relación ℜ = {(a, b), (a, a), (b, a), (c, c), (c, a), (a, c)} es
una relación simétrica porque (a, b), (b, a) ∈ ℜ y (c, a), (a, c) ∈ ℜ.
ii) Si X = {a, b, c}, entonces la relación ℜ = {(a, b), (a, a), (b, c), (c, c), (a, c)}
es una relación transitiva porque (a, b) ∈ ℜ , (b, c) ∈ ℜ y también (a, c) ∈
ℜ.
Ejemplo 4.
a) En los números reales R, la relación definida por aℜb si, y sólo si, a ≤ b es
un orden completo. En efecto: ℜ es reflexiva porque a ≤ a para todo a ∈ R;
es transitiva porque a ≤ b y b ≤ c implica a ≤ c para todo a, b, c ∈ R; es
antisimétrica porque a ≤ b y b ≤ a implica a = b para todo a, b ∈ R; y es
completa porque para todo a, b ∈ R, a ≤ b ó b ≤ a.
d) Si X está conformado por las parejas (0,0), (1,0), (2,0), (3,0), (0,1), (1,1),
(2,1), (3,1), (0,2), (1,2), (2,2) y (3,2) entonces la relación ℜ definida por
(a, b) ℜ (c, d) si, y sólo si, a ≤ c y b ≤ d, es una relación de orden. Muestre
que no es un orden completo.
g) Si X es el conjunto de todos los triángulos del plano y aℜb si, y sólo si, a
y b son triángulos semejantes, entonces ℜ es una relación de equivalencia
sobre X.
donde los coeficientes a11 , ..., amn ; b1 , b2 , ..., bm , son conocidos. Para un sistema
de ecuaciones lineales sólo puede suceder que haya una única solución, no hayan
soluciones o existan infinitas soluciones: este hecho es una característica esencial
de la linealidad. Nunca encontraremos (como sí sucede en sistemas no-lineales)
que el sistema tenga, por ejemplo, dos soluciones.
Consideremos, por ejemplo, el sistema de ecuaciones (1):
x + 3y − z = 1
3x − y + z = 0 (1)
x+y+z =2
x + 3y − z =1
2 3
y− z = 10
5
4
z = 3
b) A + (B + C) = (A + B) + C (ley asociativa)
Ejemplo 7.
5 1 −3(5) −3(1) −15 −3
−3 4 2 = −3(4) −3(2) = −12 −6
−5 12 −3(−5) −3(12) 15 −36
Ejemplo 8.
2 −1 0 1 5
Hallemos AB si A = , B=
3 4 −2 1 1
A.4. Matriz traspuesta 343
Ejemplo 9.
Hallemos la traspuesta de la siguiente matriz:
1 4 5 −6
A= 3 2 1 0
−1 −3 −2 −8
Solución.
T 1 3 −1
1 4 5 −6 4
2 −3
AT = 3 2 1 0 = 5 1 −2
−1 −3 −2 −8
−6 0 −8
a) InT = In b) (A + B)T = AT + B T
c) (kA)T = kAT , k ∈ R d) (AB)T = B T AT
Y aunque aquí podríamos recurrir a la nota anterior para deducir las propiedades
algebraicas del producto interno, a partir de las propiedades de la multiplicación
de matrices y de la definición de matriz traspuesta, preferimos abordar estas
propiedades desde la definición inmediata.
Teorema 5. (Propiedades del producto interior)
Sean x, y, z vectores en Rn y k un número real. Entonces
a) x · y = y · x
b) x · (y + z) = x · y + x · z
c) x · (ky) = (kx) · y = k(x · y)
√
d) kxk = x · x
A.6. Determinante de una matriz 345
|A| = a11 |A11 | − a12 |A12 | + a13 |A13 | + · · · + (−1)n−1 a1n |A1n |
Esta expresión se denomina expansión por cofactores. Aquí los cofactores son
A11 , A12 , A13 ,...,A1n . Obsérvese también la alternancia en el signo de los su-
mandos.
Ejemplo 11.
Calculemos el siguiente determinante:
1 2 3 4
4 3 2 1
3 2 1 4
2 1 4 3
Solución.
Utilizando la expansión por cofactores tenemos que este determinante es
3 2 1 4 2 1 4 3 1 4 3 2
1 2 1 4 − 2 3
1 4 + 3 3
2 4 − 4 3 2 1
1 4 3 2 4 3 2 1 3 2 1 4
determinante es
3 2 1
1
2 1 4 = 3 1 4 − 2 2 4 + 1 2
4 3 1 3 1 4
1 4 3
Y, de manera similar, los valores para los otros tres determinantes son −44, 4, y
−4, respectivamente. Por lo tanto, el determinante pedido es 1(−36) − 2(−44) +
3(4) − 4(−4) = 80. N
|A| = (−1)i+1 (ai1 |Ai1 | − ai2 |Ai2 | + ai3 |Ai3 | + · · · + (−1)n−1 ain |Ain |)
|A| = (−1)j+1 (a1j |A1j | − a2j |A2j | + a3j |A3j | + · · · + (−1)n−1 anj |Anj |)
Ejemplo 12.
Calculemos el determinante siguiente expandiendo, por ejemplo, por la segunda
fila. Observemos que, en este caso, la expansión va multiplicada por el factor
(−1)2+1 = −1. Así,
1 0 −2
3 1 5 = −3 0 −2 + 1 1 −2 − 5 1 0
5 9 4 9 4 5
4 5 9
= −30 + 17 − 25 = −38
A.7. Propiedades de los determinantes 347
Nota 1.
Para evitar errores posibles, resaltemos una vez más los signos que acompañan
a los cofactores en una matriz 3 × 3:
(+) (−) (+)
(−) (+) (−)
(+) (−) (+)
¿Cuáles serán estos signos si la matriz es 4 × 4? ¿5 × 5?
Solución.
Aplicando la propiedad escalar del determinante y la propiedad de intercambio
de filas sobre la matriz B se concluye que
3 4 5 1 6 3 1 6 3
det B = 4 1 6 3 = −4 3 4 5 = 4 1
1 1 = 4 det A N
1 1 1 1 1 1 3 4 5
Así, los valores propios de la matriz A son las raíces del polinomio det(A − λI).
A este polinomio se le llama polinomio característico de la matriz A. Puesto que
por el teorema fundamental del álgebra (ver Monsalve (ed.), 2010b, volumen
0) todo polinomio de grado n tiene n raíces (que pueden ser número complejos
y no todas necesariamente diferentes), entonces toda matriz tiene al menos un
valor propio (y, a lo sumo, n valores propios diferentes) y, por tanto, al menos un
vector propio. Para entender esto último mejor, ilustremos con algunos ejemplos.
350 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
Ejemplo 16.
Calculemos los valores y vectores propios de la matriz
−5 2
A=
2 −2
Solución.
Resolviendo det(A − λI) = 0, es decir,
−5 − λ 2
det =0
2 −2 − λ
se obtiene que
λ2 + 7λ + 6 = (λ + 6)(λ + 1) = 0
y, por tanto, los valores propios de A son λ1 = −1 y λ2 = −6. Calculando
también los correspondientes vectores propios tendremos que:
x 0
a) Para λ1 = −1, el sistema homogéneo [A − λ1 I] 1 = es
x2 0
−4x1 + 2x2 = 0
2x1 − x2 = 0
x1 1
y un vector propio es = (obsérvese que satisface el sistema
x2 2
anterior). El espacio propio asociado al valor propio λ1 = −1 es el espacio
generado por el vector propio (1, 2); es decir, h(1, 2)i.
x 0
b) Para λ2 = −6, el sistema homogéneo [A − λ2 I] 1 = es
x2 0
x1 + 2x2 = 0
2x1 + 4x2 = 0
x1 2
y un vector propio es = (obsérvese que satisface el sistema
x2 −1
anterior). El espacio propio asociado a este valor propio λ2 = −6 es el
espacio generado por el vector (2, −1), es decir, el conjunto de vectores de
la forma t(2, −1) para t ∈ R.
Ejemplo 17.
1 −3 0 −2 0 1 0 2
3 −12 −2 −6 1 −1 −2 2
Si A =
−2
entonces A−1 =
10 2 5 0 1 3 −3
−1 6 1 3 −2 2 3 −2
Solución.
Basta observar que:
0−3+0+4 1+3+0−4 0+6+0−6 2−6+0+4
0 − 12 + 0 + 12 3 + 12 − 2 − 12 0 + 24 − 6 − 18 6 − 24 + 6 + 12
AA =
−1
0 + 10 + 0 − 10 −2 − 10 + 2 + 10
0 − 20 + 6 + 15 −4 + 20 − 6 − 10
0+6+0−6 −1 − 6 + 1 + 6 0 − 12 + 3 + 9 −2 + 12 − 3 − 6
1 0 0 0
0 1 0 0
=
0 0 1 0 = A A
−1
0 0 0 1
Ahora mostramos las propiedades algebraicas de las matrices inversas que nos
recuerdan (aunque no coinciden con) las propiedades algebraicas de los inversos
de los números reales.
a) In es invertible e In−1 = In
d) A + B no es necesariamente invertible.
o que
k1 β1 + k2 β2 + · · · + kn βn = 0 (1)
k1 ki−1 ki+1 kn
βi = − β1 − · · · − βi−1 − βi+1 − · · · − βn (2)
ki ki ki ki
y
y
β2
β2
β1
β1 x
x
b) Independencia lineal de β1 y β2
a) Dependencia lineal de β1 y β2
Ejemplo 18.
Sean β1 = (1, 2), β2 = (2, 0) y β3 = (4, 3) vectores de R2 . Puesto que 23 β1 +
5
4 β2 + (−1)β3 = 0, entonces β1 , β2 y β3 son linealmente dependientes en R . En
2
la figura A.3 podemos observar que β3 puede describirse como una combinación
lineal de β1 y β2 ; de hecho, β3 = 23 β1 + 54 β2 .
✻ 3
2 β1 β3
✕
✁ ✑✸✑✁
β1 ✁ ✑ ✁
✁ ✑ ✁
✁✁
✕ ✑ ✁
✑
✁ ✑ ✁
✁ ✑✑ ✁
✁✑ ✲ ✲✁ ✲
β2 54 β2
Figura A.3. Ilustración del ejemplo 18.
Ejemplo 19.
Sean β1 = (1, 1, 0), β2 = (2, 3, 4) y β3 = (4, 5, 4) tres vectores de R3 . Puesto que:
Ejemplo 20.
Los vectores β1 = (1, 1, 0, 1), β2 = (1, 0, 0, 1), β3 = (1, −1, 0, 1) son linealmente
dependientes en R4 ya que β1 − 2β2 + β3 = 0.
e1 = (1, 0, 0, . . . , 0)
e2 = (0, 1, 0, . . . , 0)
..
.
en = (0, 0, . . . , 0, 1)
Solución.
Los vectores e1 , e2 , · · · , en son linealmente independientes porque si existen
constantes k1 , k2 , · · · , kn tales que k1 e1 + k2 e2 + · · · + kn en = 0, entonces
(k1 , k2 , · · · , kn ) = 0 y así k1 = k2 = ... = kn = 0. Además, cualquier vector
x = (x1 , x2 , · · · , xn ) puede ser generado por los vectores e1 , e2 , · · · , en , pues
(x1 , x2 , · · · , xn ) = x1 e1 + x2 e2 + · · · + xn en .
Ejemplo 22. (Algunas bases canónicas)
Solución.
Sea (x, y, z) ∈ R3 . Entonces una aplicación del método gaussiano nos muestra
que (x, y, z) se puede expresar como combinación lineal de (1, 1, 0), (0, 1, 1) y
(1, 1, 1):
k1 + k3 = 0
k1 + k2 + k3 = 0
k2 + k3 = 0
forma una base para R3 . Es claro, entonces, que R3 (y, en general, Rn ) tiene
infinitas bases. N
Buscando describir las características esenciales de una base, tenemos el siguien-
te teorema:
Teorema 13.
Si β = { β1 , . . . , βm } es una base para Rm , entonces cualquier conjunto de
vectores α = { α1 , . . . , αn } linealmente independientes en Rn no puede contener
más de m elementos; es decir, n ≤ m. Por lo tanto, todas las bases de Rm tienen
m vectores y esa será su dimensión. Y así:
Ejemplo 24.
Un conjunto de cuatro vectores en R3 tal como
para c1 = − 70
9 , c2 =
32
9 , c3 = − 53 , c4 = 1.
Ejemplo 25.
Confirmando el teorema 13, el conjunto de vectores { (1, 0, 0), (0, 1, 0) } no ge-
nera R3 pues, por ejemplo, el vector (3, 4, 2) no puede ser expresado como una
combinación lineal de los vectores (1, 0, 0) y (0, 1, 0) como puede comprobarse
fácilmente.
356 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
Ejemplo 26.
Hallemos una base de R2 que contenga al vector (3, −5).
Solución.
Es suficiente encontrar un vector (x, y) que sea linealmente independiente del
vector (3, −5); es decir, no debe existir k ∈ R, k 6= 0, tal que
x = 3k , y = −5k
ρ(A) = dim{A1 , A2 , . . . , An }
r(A) = ρ(A)
Ejemplo 27.
El rango de la matriz
0 1 5 0
A=
0 2 10 0
es ρ(A)=1 pues ρ(A) = ρ(AT ) y las filas de A satisfacen (0, 1, 5, 0) = 12 (0, 2, 10, 0).
Por lo tanto, esta matriz no tiene rango completo. ¿Cuántas soluciones tendrá
el sistema lineal Ax = 0 para x ∈ R4 ?
Ejemplo 28.
Encontremos el rango de la matriz 4 × 4
1 2 −3 4
−2 1 7 −5
A= 2 5 −3
4
2 10 −2 7
z z
y
x
Figura A.4. Forma cuadrática definida Figura A.5. Forma cuadrática definida
positiva. negativa.
Solución.
1 1
a) Como lı́m = 0 y también lı́m 2 = 0, entonces
n→∞ n n→∞ n
1 1
lı́m , = (0, 0).
n→∞ n n2
n n2 + 1
b) lı́m 4 + , = (5, 1)
n→∞ n + 1 n2 − 1
n+1 1 1
c) lı́m , = ,0
n→∞ 3n n(n + 1) 3
(−1)n
d) Como lı́m n = +∞, entonces la sucesión (an , bn ) = + 2, n no
n→∞ n
(−1)n
es convergente, aunque lı́m + 2 = 2. N
n→∞ n
El primer concepto topológico que estudiaremos es el de punto límite o punto
adherente a un subconjunto del plano R2 :
Definición 28. [Punto adherente o punto límite (Cantor, 1872)]
Sea S un subconjunto de R2 . Un punto (x0 , y0 ) ∈ R2 es adherente a (o punto
límite de) S si existe una sucesión de puntos de S que converge a (x0 , y0 ). En otra
forma, los puntos adherentes de S son los límites de las sucesiones convergentes
de S. Al conjunto de puntos adherentes de S se le acostumbra notar por S.
También a S se le llama conjunto clausura de S (figura A.6).
b punto adherente a S
b
b
b S
x
y y
S S
x x
a) Conjunto cerrado. b) Conjunto no cerrado.
Nota 4.
Según la definición anterior, un subconjunto S de R2 es cerrado si, y sólo si dada
una sucesión de puntos de S que converja, su límite también será un elemento
de S. De manera que para definir si un subconjunto de R2 es (o no) cerrado,
debe observarse si contiene a todos los límites de sucesiones del conjunto.
Ejemplo 33.
Calculemos los puntos límites de los siguientes conjuntos:
a) {(x, y) ∈ R2 | x < y}
c) {(x, y) ∈ R2 | 3x + 4y ≤ 5, x ≥ 0, y ≥ 0}
d) {(x, y) ∈ R2 | x ≥ 0}
Solución.
Los conjuntos de puntos límites de estos conjuntos son, respectivamente:
i) {(x, y) ∈ R2 | x ≤ y}
iii) {(x, y) ∈ R2 | 3x + 4y ≤ 5, x ≥ 0, y ≥ 0}
iv) {(x, y) ∈ R2 | x ≥ 0}
Comparando a), b), c), d) arriba con, respectivamente, i), ii), iii), iv) abajo, se
aprecia claramente que los conjuntos de los literales c) y d) son cerrados (pues
ambos conjuntos coinciden), mientras que los conjuntos de los literales a) y b)
de arriba no lo son. N
Teorema 16. T
Si X es una colección de subconjuntos cerrados de R2 , entonces X es un
S X∈ X
subconjunto cerrado de R2 . Si X es finita entonces X es también un sub-
X∈ X
conjunto cerrado de R2 .
Ejemplo 34.
T
∞ 1 1 1 1
a) [1 − , 2+ 2 ]×[3 − 2 , 4+ 2 ] = [1, 2]×[3, 4] es un conjunto cerrado.
n=1 n n n n
S
∞ 1 n 1 n3
b) [ ,2 + ]×[ 3+ 3 ,4 + 3 ] = (0 , 3) × (3 , 5) no es
n=1 n + 1 n+1 n +1 n +1
un conjunto cerrado (¿por qué no lo es?).
b
(x0 ,y0 )
r
Ejemplo 35.
Consideremos los conjuntos del ejemplo 33, y determinemos si son conjuntos
abiertos (figura A.10).
Solución.
y
1
y y
x=y
x
−1 1
x
−1 x
a) b) c)
d)
Teorema 18. S
Si X es una colección de subconjuntos abiertos de R2 , entonces X es un
T X∈ X
subconjunto abierto de R2 . Si X es finita, entonces X es un subconjunto
X∈ X
abierto de R2 .
Otro de los conceptos topológicos fundamentales, es el siguiente:
Definición 32. (Punto interior)
Sea S un subconjunto de R2 . Un punto (x0 , y0 ) ∈ S es un punto interior de S si
o
existe r > 0 tal que Dr (x0 , y0 ) ⊆ S. El interior de S, notado S, es el conjunto
de puntos interiores de S.
o
Obsérvese que un conjunto S es abierto si, y sólo si S = S.
Ejemplo 36.
Consideremos los conjuntos del ejemplo 33, y determinemos su interior.
Solución.
Los interiores de estos conjuntos son, respectivamente (figura A.10):
a) {(x, y) ∈ R2 | x < y}
b) {(x, y) ∈ R2 | |x| < 1, |y| < 1}
366 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
d) {(x, y) ∈ R2 | x > 0}
Ejemplo 37.
Consideremos nuevamente los conjuntos del ejemplo 33, y determinemos su fron-
tera (figura A.10).
Solución.
Las fronteras de estos conjuntos son, respectivamente:
a) {(x, y) ∈ R2 | x = y}
c) {(x, y) ∈ R2 | 3x + 4y = 5, x ≥ 0, y ≥ 0} ∪ {(x, y) ∈ R2 | x = 0,
0 ≤ y ≤ 45 } ∪ {(x, y) ∈ R2 | 0 ≤ x ≤ 53 , y = 0}
d) {(x, y) ∈ R2 | x = 0}
Ejemplo 38.
Determinemos si los conjuntos del ejemplo 33 son acotados (figura A.10).
Solución.
Los conjuntos de los literales a) y d) no están contenidos en ningún disco abierto
y, por tanto, estos conjuntos no son acotados. Sin embargo, observemos que
y
{(x, y) ∈ R2 | 3x + 4y ≤ 5, x ≥ 0, y ≥ 0} ⊆ D2 (0, 0)
Por tanto, los conjuntos de los literales b) y c) sí son acotados.
Ejemplo 39.
Determinemos si los conjuntos del ejemplo 33 son compactos (figura A.10).
A.14. El teorema de Weierstrass 367
Solución.
El conjunto {(x, y) ∈ R2 | x < y} no es cerrado y no es acotado; por tanto, no
es compacto.
El conjunto {(x, y) ∈ R2 | |x| < 1, |y| < 1} no es cerrado, pero es acotado; por
tanto, tampoco es compacto.
El conjunto {(x, y) ∈ R2 | 3x + 4y ≤ 5, x ≥ 0, y ≥ 0} es cerrado y es acotado;
por tanto, este conjunto sí es compacto.
El conjunto {(x, y) ∈ R2 | x ≥ 0} es cerrado, pero no es acotado; por tanto, no
es compacto. N
Finalmente, después de mostrar esquemáticamente las nociones topológicas bá-
sicas, arribamos al teorema que muestra el comportamiento bajo transforma-
ciones (funciones) continuas de tres tipos fundamentales de conjuntos desde el
punto de vista de la topología: los conjuntos abiertos, los conjuntos cerrados y
los conjuntos compactos.
Teorema 19. (Preservación de características topológicas bajo conti-
nuidad)
Sea f : R2 → R2 una función continua; es decir, si f = (f1 , f2 ) para ciertas
funciones continuas f1 , f2 : R2 → R, entonces:
i) Si S es cerrado en R2 , entonces f −1 (S) es cerrado en R2 .
ii) Si S es abierto en R2 , entonces f −1 (S) es abierto en R2 .
iii) Si T es compacto en R2 , entonces f (T ) es compacto en R2 .
Ejemplo 40.
Sea f : R2 → R2 la función continua definida por f (x, y) = (x2 +y 2 , 1). Entonces
f −1 ((1, 1)) = {(x, y) ∈ R2 | x2 + y 2 = 1} y así el conjunto cerrado en R2 ,
{(1, 1)}, es “enviado hacia atrás” por la función continua f (·, ·) en el conjunto
cerrado conformado por la circunferencia de radio 1.
Ejemplo 41.
Sea f : R2 → R2 la función continua definida por la función lineal f (x, y) =
(x + y, x − y). Entonces, el conjunto compacto de R2 , [1, 0] × {0}, es enviado por
esta función lineal, en el conjunto compacto {(x, x) | x ∈ [0, 1]}.
b
máximo global
b
mínimo global
x
a b
Figura A.11. Máximo y mínimo global de una función continua sobre un conjunto compacto.
Solución.
El vector gradiente de f (· , ·) es ∇ f |(x,y) = (2x + y − α, x + 2y − β). Es-
2α − β 2β − α
te vector es igual a cero si, y sólo si x = y y = . Además,
3 3
2 2 2
∂ f ∂ f ∂ f
= 2; = 2; = 1. La matriz hessiana de esta función es:
∂x2 ∂y 2 ∂x∂y
2 1
H(x, y) =
1 2
∂2f
para todo (x, y) en el dominio de f (· , ·). Como = 2 y det H(x, y) = 3 > 0,
∂x2
2α − β 2β − α
entonces f , es un mínimo relativo de f (· , ·).
3 3
370 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
x≥0
y≥0
Claramente, este problema es uno del tipo (KT) si hacemos f (x, y) = −(x + y)
y g(x, y) = x2 + y 2 − 1. Es decir, el problema puede escribirse como
Maximizar − (x + y)
sujeta a x + y2 − 1 ≥ 0
2
x≥0
y≥0
Aquí podemos encontrar las soluciones gráficamente: éstas son (1, 0) y (0, 1)
(figura A.12). Y obsérvese que en ambos casos la restricción x2 + y 2 ≥ 1 se
satisface con igualdad, pero que la solución no es interior a R2+ , como se es-
tudiaba en el método de los multiplicadores de Lagrange. Estas soluciones se
conocen como soluciones de esquina o borde (por obvias razones), y el método
(de) Kühn-Tucker es útil para hallarlas analíticamente.
{(x, y) ∈ R2+ | x2 + y 2 ≥ 1}
1
solución
solución
0
x
0 1
Figura A.12. Solución gráfica del ejemplo 44.
A.16. Optimización con restricciones de desigualdad 371
Maximizar f (x, y)
sujeta a g(x, y) = 0 (L)
x>0
y>0
∂f ∂g
−λ =0
∂x ∂x
∂f ∂g
−λ =0
∂y ∂y
g(x, y) = 0
x>0
y>0
Maximizar f (x, y)
sujeta a g(x, y) ≥ 0 (KT)
x≥0
y≥0
Maximizar L(x, y, λ)
sujeta a x≥0
y≥0
Así, L(0 + ∆x, y ∗ , λ∗ ) ≤ L(0, y ∗ , λ∗ ) para todo ∆x > 0 (¿por qué sólo para
∆x > 0 y no para ∆x < 0?). Ahora: por el teorema de Taylor estudiado en el
curso de Cálculo diferencial,
∗ ∗ ∗ ∗ ∂L ∂ 2 L (∆x)2
L(0 + ∆x, y , λ ) = L(0, y , λ ) + ∆x +
∂x (0,y∗ ) ∂x2 (ζx ,y∗ ) 2
372 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
solución
solución
x
Figura A.13. En el problema (KT) las soluciones de esquina tienen pendiente negativa.
Este es, de forma heurística, el origen de las condiciones de primer orden del
problema de Kühn-Tucker (KT), que ahora presentamos.
Definición 37. (Condiciones de primer orden (CPO) (de) Kühn-Tucker)
Si f (·), g(·) son funciones diferenciables con continuidad en R2+ y λ ≤ 0, de-
finimos las condiciones de primer orden (CPO) del problema de Kühn-Tucker
A.16. Optimización con restricciones de desigualdad 373
Maximizar f (x, y)
sujeta a g(x, y) ≥ 0
x≥0
y≥0
Maximizar x+y
sujeta a x + y2 ≤ 1
2
x≥0
y≥0
Solución.
En este caso, f (x, y) = x + y, g(x, y) = 1 − x2 − y 2 . Puesto que estas funciones
son cuasicóncavas y g(x, y) = 1 − x2 − y 2 es cóncava en R2+ , además de que
para (x̄, ȳ) = (0.5, 0.5) se tiene g(x̄, ȳ) = 0.5 > 0, por el teorema 21 cualquier
solución del problema de optimización (si existe) está entre las soluciones de las
condiciones de primer orden:
i) 1 + λ(2x) ≤ 0; 1 + λ(2y) ≤ 0; 1 − x2 − y 2 ≥ 0
ii) x(1 + λ(2x)) = 0; y(1 + λ(2y)) = 0; λ(1 − x2 − y 2 ) = 0
Estudiamos cuatro casos:
1. Si x > 0, y > 0, entonces, de ii),
1 1
λ=− 6= 0; λ=− 6= 0
2x 2y
lo que implica x = y. Del hecho √
de que√λ 6= 0, y de ii), tenemos que
x2 + y 2 = 1; y así, x∗ = y ∗ = 22 , λ∗ = − 22 .
1
2. Si x > 0, y = 0, entonces de ii), λ = − 6= 0 y así, x2 = 1 ó x = 1. Sin
2x
embargo, no se satisface i), pues 1 + λ(2 · 0) = 1 0.
3. Si x = 0, y > 0, entonces, de forma similar a lo analizado en el caso
anterior, obtenemos que no se satisface i), pues 1 + λ(2 · 0) = 1 0.
4. Si x = 0, y = 0, entonces de ii), debe ser λ = 0, y no se satisface i). Por lo
tanto, x = 0, y = 0 no es solución a las condiciones de primer orden.
Dado que f (x, y) = x + y es continua, y el conjunto restricción es compacto, por
el
√ teorema de Weierstrass f (·) alcanza un máximo. Vemos que, en 1., f (x∗ , y ∗ ) =
2; en 2., f (x , y ) = 1; y en 3., f (x∗ , y ∗ ) = 1. Por lo tanto, entre 1., 2., y
∗ ∗
Continuando con nuestra presentación del método Kühn-Tucker, ahora nos po-
dríamos preguntar: ¿cuándo es cierto el recíproco del teorema 21? Es decir, si
(x∗ , y ∗ ) es una solución de las (CPO), será entonces que también es una solución
al problema de optimización (KT)? Una respuesta está en el próximo teorema,
pero antes mostremos, precisamente, un ejemplo en el que las CPO, por sí mis-
mas, no son suficientes para resolver el problema KT. El caso clásico, también
presentado por Arrow y Enthoven en 1961, es
Maximizar (x−1)3
sujeta a 2 − x ≥ 0
x≥0
Maximizar 2x+3y
sujeta a x+y ≤1
x≥0
y≥0
Solución.
En este ejemplo, f (x, y) = 2x+3y y g(x, y) = 1−x−y. Dado que en este caso se
cumplen las condiciones de los teoremas 21 y 22 (ya que tanto la restricción como
376 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
la función objetivo son lineales), las condiciones de primer orden nos entregan
exactamente las soluciones. Estas son:
i) 2 + λ ≤ 0; 3 + λ ≤ 0; 1−x−y ≥0
ii) x(2 + λ) = 0; y(3 + λ) = 0; λ(1 − x − y) = 0
x∗ = 0, y ∗ = 1, λ∗ = −3
1 •
solución
0
x
0 1
p• C
Ejemplo 47.
Supongamos que para x ≥ 0, y ≥ 0, definimos
Maximizar f (x, y)
sujeta a g(x, y) ≤ R2
x≥0
y≥0
R2
{(x, y) ∈ R2+ | f (x, y) ≥ f (x∗ , y ∗ )} = {(x, y) ∈ R2+ | xy ≥ }
2
∂f ∗ ∗ R ∂f ∗ ∗ R
A= (x , y ) = √ y B= (x , y ) = √
∂x 2 ∂y 2
√
lo que nos lleva a que la ecuación de la recta es x + y = 2R.
Maximizar cT x (PL)
sujeta a Ax ≤ b
x≥0
Minimizar bT y (PD)
T
sujeta a A y≥c
y≥0
Ejemplo 48.
Para que veamos lo fuerte que puede ser esta relación primal-dual, consideremos
A.18. El teorema de dualidad 379
el problema
20
3 −4 T
6 2
sujeta a [x, y, z, w] ≥ 4
−1 1 2
2 5
x, y, z, w ≥ 0
11
10
9
8
7
6
5 solución
4
3
2
1
0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14
ϕ : S → T.
A.19. Optimización en correspondencias: el teorema del máximo 381
T conjunto
ϕ(s)
s S
ϕ(s)
4
2.5 5 s
Figura A.18. Correspondencia semicontinua superiormente.
es cerrado en S × T [3]
.
s S
Ejemplo 50.
Sean S = [0, 10] y T = [0, 100], y definamos ϕ(s) = [s2 , s2 + 1]. Veamos que
esta correspondencia es semicontinua superiormente mostrando que graf ϕ es
cerrado.
Solución.
Sea {(sn , tn )} una sucesión en graf ϕ tal que (sn x, tn ) → (s, t). Veamos que
(s, t) ∈ graf ϕ. En efecto, lı́mn→∞ s2n ≤ lı́mn→∞ tn ≤ lı́mn→∞ s2n + 1, es decir,
3S × T es el producto cartesiano de S y T .
A.20. Teoremas de punto fijo 383
y
1 y=x
y = ϕ(x) b
x∗ 1 x
Figura A.20. Teorema de punto fijo de Brouwer.
y=s
s∗ S
Maximizar f (x,y)
sujeta a g(x, y) = 0 (L)
x>0
y>0
A.21. Teorema de la envolvente 385
Sin embargo, esto no es del todo cierto. Los valores de λ nos dan información
muy valiosa sobre el óptimo al cual están asociados: miden cierta sensibilidad del
valor óptimo de la función objetivo f (x, y) con respecto a ciertas variaciones de
la función g(x, y). Para verlo, escribamos primero (y de nuevo) las condiciones
de primer orden para un óptimo (x∗ , y ∗ , λ∗ ) (con x∗ , y ∗ > 0) del problema (L):
∂f
∗ ∂g
− λ =0
∂x (x∗ ,y∗ ) ∂x (x∗ ,y∗ )
∂f
∗ ∂g
−λ =0 (*)
∂y ∗ ∗(x ,y ) ∂y ∗ ∗ (x ,y )
g(x, y) = 0
Maximizar f (x,y)
sujeta a g(x, y) = a a 6= 0 (L’)
x>0
y>0
una pregunta legítima es: ¿cómo varía la nueva solución con respecto a la solu-
ción original (x∗ , y ∗ )? Para responder esto, supongamos que x∗ (a), y ∗ (a) son
las nuevas soluciones. Entonces, sea
∂L ∂f ∂x ∂f ∂y ∂g ∂x ∂g ∂y
= + −λ −λ +λ
∂a ∂x ∂a ∂y ∂a ∂x ∂a ∂y ∂a
!
∂f ∂g ∂y
−λ + λ
∂y (x∗ ,y∗ ) ∂y (x∗ ,y∗ ) ∂a
Pero, de (*), los dos primeros términos del lado derecho de la última igualdad
se anulan, y esto arroja el resultado:
∂L
=λ
∂a ∗ ∗ (x ,y )
386 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
Y de la definición de L(·) en (**), y del hecho de que x∗ (a), y ∗ (a) es la solución
al problema (L’), es claro que
∂L ∂f
=
∂a (x∗ (a),y∗ (a)) ∂a (x∗ (a),y∗ (a))
Por lo tanto,
∂f
=λ
∂a (x∗ (a),y∗ (a))
Así, el multiplicador λ es la tasa de cambio del valor máximo de la función
objetivo, con respecto a un cambio en el parámetro a de la restricción. Esta
ecuación de sensibilidad del problema del lagrangiano es una versión del que se
conoce también como teorema de la envolvente.
Nota 9.
Quizás no sobre aclarar que en el problema de Kühn-Tucker, la ecuación de
sensibilidad es exactamente igual y la prueba es similar. N
Pero aunque al anterior se le puede considerar un “teorema de la envolvente”,
a continuación presentamos su versión más conocida y general, e invitamos
al lector a probarlo e interpretarlo adecuadamente: Sean f (x, y, a) y g(x, y, a)
funciones diferenciables con continuidad sobre R3 , donde (x, y) ∈ R2 , a ∈ R, y
consideremos el problema de máximo de Kühn-Tucker
Maximizar f (x, y, a)
sujeta a g(x, y, a) ≥ 0
x≥0
y≥0
Definamos la función de valor máximo como F (a) = f (x(a), y(a), a) donde
(x(a), y(a)) es el punto donde se resuelve el problema de optimización para un
valor de a particular.
Teorema 30. (Teorema de la envolvente)
∂F (a) ∂L(x, y, λ)
=
∂a ∂a (x(a),y(a))
x(t) x(t)
x(0) • x(0) •
t t
caso c > 0 caso c < 0
Figura A.22. Soluciones al sistema ẋ(t) = cx(t) para x(0) > 0.
dx
también es fácil de resolver mediante la antiderivación: Puesto que, aquí, =
dt
dx R dx R
x2 entonces, si x 6= 0, 2 = dt, y así, = dt, y, por lo tanto, −x−1 = t + k
x x2
para algún k ∈ R. Luego, todas las soluciones x(t) tienen la forma (figura A.23)
1
x(t) = − para algún k ∈ R; ó x(t) = 0 para todo t
t+k
1
donde la condición inicial, para las soluciones del primer tipo, es x(0) = − si
k
k 6= 0. En cualquier caso, notemos que lı́mt→∞ x(t) = 0.
x(t) x(t)
x(0) • t = −k
t t
t = −k • x(0)
Ejemplo 54.
Es fácil observar, mediante una aplicación directa de antiderivación, que el sis-
tema
ẋ(t) = t (es decir, f (x, t) = t para todo x)
tiene como soluciones
t2
x(t) = +k para alguna constante k ∈ R
2
donde la condición inicial es x(0) = k. Notemos que siempre se tiene que
lı́mt→∞ x(t) = +∞ (figura A.24).
x(t)
x(0)
•
t
Ejemplo 55.
El siguiente teorema afirma que, en general, todo sistema dinámico en una di-
mensión (bajo las condiciones antes establecidas) tiene solución única, aunque
sólo sea “local”, es decir, en un intervalo alrededor de un “tiempo” t0 ∈ I:
Teorema 31. [Existencia y unicidad local de soluciones (Lipschitz,
1876)]
Si x0 ∈ A y t0 ∈ I, entonces existe una única solución x(t) al sistema dinámico
ẋ(t) = f (x, t), definida en un intervalo abierto alrededor de t0 donde x(t0 ) = x0 .
Ejemplo 56.
Por ejemplo, la solución local de ẋ(t) = x(t)2 para t = 0 con x0 = 1 es, preci-
1
samente, x(t) = − . Esta solución no es global, es decir, no está definida en
t−1
todo (−∞, ∞), pero sí en (−1, 1) que es un intervalo abierto alrededor de t = 0.
Ejemplo 57.
Al tratar de construir el diagrama de fase del sistema dinámico ẋ(t) = cx(t)
con c 6= 0, distinguimos dos casos: (a) c > 0, (b) c < 0. Notamos entonces
(bajo la condición k 6= 0) que si c > 0 tendremos x(t) → ∞ cuando t → ∞
(caso a)); y que si c < 0, entonces x(t) → 0 cuando t → ∞ (caso b)) (figura
A.25). Recordemos que, en este ejemplo, las soluciones explícitas son de la forma
x(t) = kect para k ∈ R.
ẋ ẋ
• •
x x
Figura A.25. Diagramas de fase del sistema dinámico ẋ(t) = cx(t), con c 6= 0.
•
0
•
0
Ejemplo 58.
Para construir los diagramas de fase del sistema dinámico definido por la ecua-
ción ẋ(t) = x(t)2 − 1, primero escribamos el sistema de la siguiente forma:
ẋ = x2 − 1 = (x − 1)(x + 1). Por lo tanto, los puntos de equilibrio son x∗ = 1 y
x∗ = −1. El diagrama de fase correspondería a que: si x > 1 entonces x2 − 1 > 0
y las flechas se dirigen hacia la derecha; si −1 < x < 1 entonces x2 − 1 < 0 y
las flechas se dirigen a la izquierda; y si x < 1 entonces x2 − 1 > 0 y las flechas
se dirigen hacia la derecha (figura A.27).
ẋ
• • • •
−1 1 x x∗ = −1 x∗ = 1
ii) Diremos que el punto de equilibrio x∗ del sistema dinámico ẋ(t) = f (x(t), t)
es asintóticamente estable (o atractor) si es estable, y si, además, se tiene
que lı́mt→∞ x(t) = x∗ (figura A.28).
• • •
5 Existe también la noción de estabilidad asintótica global, significando esto que la condición de
estabilidad asintótica lı́mt→∞ x(t) = x∗ se cumple, independientemente de la condición inicial
x(t0 ). A la condición ii) de arriba, se le acostumbra entonces llamar estabilidad asintótica
local.
394 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
ẋ
• • • • •
x1 x2 x3 x4 x5 x
Figura A.29. Ejemplos de puntos de equilibrio estables e inestables. Los puntos de equilibrio
x1 y x5 son asintóticamente estables y se tiene f ′ (x1 ) = 0 y f ′ (x5 ) < 0. Los puntos de
equilibrio x2 , x3 , x4 son inestables con f ′ (x2 ) = f ′ (x4 ) = 0 y f ′ (x3 ) > 0.
Ejemplo 59.
Ejemplo 60.
Determinemos los puntos de equilibrio de ẋ(t) = x(x − 1)(2 − 3x), y apliquemos
el teorema 32 para establecer su estabilidad (figura A.30).
ẋ
• • • • • •
0 2 1 x 0 2 1
3 3
Figura A.30. Diagramas de fase del sistema ẋ(t) = x(x − 1)(2 − 3x).
para todo t ∈ I.
6 También llamado punto fijo, aunque Poincaré los llamaba puntos singulares.
396 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
ẋ(t) = f (x, y, t)
ẏ(t) = g(x, y, t)
es autónomo si, y sólo si, f (x(t), y(t), t) = f (x(t), y(t)) y g(x(t), y(t), t) =
g(x(t), y(t)) para todo t. Es decir, f (·, ·) y g(·, ·) no dependen (explícitamen-
te) de t; en otro caso, lo llamaremos no autónomo.
y(t)
f > 0
g < 0
ẋ = f (x, y) = 0
g > 0
f > 0
f > 0
g < 0
ẏ = g(x, y) = 0
g > 0
f < 0
x(t)
y(t)
ẏ = x − 2y = 0
x(t)
ẋ = 2x + y = 0
Figura A.32. Construcción del diagrama de fase del sistema ẋ = 2x + y, ẏ = x − 2y.
es estable si dado ǫ > 0 existen δ > 0 y t0 > 0 tales que ||(x(t0 ), y(t0 )) −
(x∗ , y ∗ )|| < δ implica ||(x(t), y(t)) − (x∗ , y ∗ )|| < ǫ para todo t > t0 . En
otro caso, se dirá que (x∗ , y ∗ ) es inestable (figura A.33).
(x∗ , y ∗ )
• • •
(x∗ , y ∗ ) (x∗ , y ∗ )
ii) Diremos que el punto de equilibrio (x∗ , y ∗ ) del sistema dinámico bidimen-
sional
ẋ(t) = f x(t), y(t), t
ẏ(t) = g x(t), y(t), t
Nota 10.
Obsérvese que ambas definiciones de estabilidad son locales: describen el com-
portamiento del sistema cerca de un punto de equilibrio. Si un equilibrio (x∗ , y ∗ )
es estable para todas las condiciones iniciales x(t0 ), entonces diremos que es glo-
balmente estable. En general, aunque deseable, la condición de estabilidad global
es difícil de alcanzar.
donde α, β ∈ R y
c c12 c
(A − λI) 11 = 0 (A − λI) = 11 (*)
c21 c22 c21
iv) Si los valores propios son imaginarios puros, λ1 = ib, λ2 = −ib, entonces
el sistema es un centro (o vórtice).
A partir de los casos anteriores, es claro que un sistema lineal puede tener
diferentes tipos de comportamiento en las vecindades de un equilibrio, depen-
diendo de sus valores propios. Para determinar bajo qué condiciones estamos
en presencia de uno o de otro tipo, podemos también utilizar un criterio que
no exige nuestro conocimiento explícito de los valores propios. Para este efecto,
consideremos de nuevo el sistema dinámico lineal homogéneo (SDL)
ẋ = a11 x + a12 y
ẏ = a21 x + a22 y
asintóticamente
estable inestable
p
inestable
Ejemplo 62.
a) Si
−3 1
A=
1 −3
entonces p = a11 + a22 = −6 y q = det A = 8. Por el teorema 36, el
equilibrio (0, 0) es asintóticamente estable.
b) Si
2 −4
A=
1 −3
entonces p = a11 + a22 = −1 y q = det A = −2, y, por el teorema 36, el
equilibrio (0, 0) es inestable.
c) Si
0 1
A=
−4 0
entonces p = a11 +a22 = 0 y q = det A = 4. Por el teorema 36, el equilibrio
(0, 0) es estable.
404 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
d) Si
−1 1
A=
−1 −1
entonces p = a11 + a22 = −2 y q = det A = 2. Por el teorema 36, el
equilibrio (0, 0) es asintóticamente estable.
V : Bǫ (x∗ , y ∗ ) → R
tal que
i) V (x∗ , y ∗ ) = 0
dV (x(t), y(t))
iii) ≤ 0 para toda solución local (x(t), y(t)) 6= (x∗ , y ∗ ) del sis-
dt
tema no-lineal SDNL.
Demostración.
Hirsch & Smale (1974).
Nota 11.
Si la vecindad mencionada en el teorema de Lyapunov es todo el plano R2 ,
entonces diremos que (x∗ , y ∗ ) es global y asintóticamente estable y, así, todas las
soluciones se aproximan a (x∗ , y ∗ ) cuando t → ∞. Por lo tanto, sabremos que las
soluciones son asintóticamente estables, aún sin saber cuáles son. El problema
aquí es que no existe un método directo de obtener funciones de Lyapunov para
un sistema dinámico específico, aunque algunos problemas particulares podrían
sugerirla.
10 Recordemos que Bǫ (x∗ , y ∗ ) es la bola abierta de centro en (x∗ , y ∗ ) y radio ǫ.
A.24. Optimización dinámica 405
Ejemplo 63.
Veamos si el sistema ẋ = −2y , ẏ = x tiene una función de Lyapunov en el
equilibrio (0, 0) de la forma
V (x, y) = ax2 + by 2
Para ello, habría que encontrar los valores de a y b que harían que, en efecto,
esta fuera una función de Lyapunov:
i) V (0, 0) = 0
ii) V (x, y) > 0 para todo (x, y) 6= (0, 0) si a, b > 0
iii) Además, si (x, y) 6= (0, 0), entonces
dV
V̇ = = 2axẋ + 2by ẏ = 2ax(−2y) + 2by(x)
dt
lo cual satisface V̇ = 0 cuando a = 1 y b = 2; y, así, (0, 0) es estable.
Solución.
Escribimos primero su hamiltoniano
H(k, c, µ, t) = β t ln c + µ(w + rk − c)
βt
− µt+1 ct = 0 (2)
ct
kt+1 = w + (1 + r)kt − ct (3)
De (1) obtenemos que
t
1
µt = µ0 (4)
1+r
Por su parte, de (2) obtenemos que
βt
(ct )2 = (5)
µt+1
con µ0 > 0 determinado por el valor de kT +1 . De otro lado, puesto que v(k, c) =
β t ln c y g(k, c) = w + rk − c son cóncavas en (k, c), las ecuaciones (4), (6) y (8)
resuelven efectivamente nuestro problema original.
2. Línea terminal horizontal: en este caso (kT fijo pero T libre), la con-
dición de transversalidad debe ser
H(T ) = 0
Ejemplo 65.
Resolvamos el problema de línea terminal vertical truncada
T
X
Maximizar β t ln ct
{c(t)}
t=0
sujeta a kt+1 = w + (1 + r)kt − ct
k0 = 1, kT +1 ≥ 2 dados
Y dado que hemos requerido que µ0 > 0 para que haya solución, entonces, de
(4), tendremos que µ(T + 1) > 0. Así, kT +1 = 2, y solo restaría encontrar T a
partir de la ecuación
T −1 r
X 1+r k
T T −k−1
(1 + r) + (1 + r) w− [β(1 + r)] 2 =2
µ0
k=0
∞
X
Maximizar v(kt , ct , t)
{c(t)}
t=0
sujeta a kt+1 − kt = g(kt , ct , t) (COD)
k0 dado
lı́m kt existe
t→∞
Ejemplo 66.
Para resolver el problema
∞
X
Maximizar β t ln ct
{ct }
t=0
sujeta a kt+1 − kt = w + rkt − ct
k0 dado
lı́m kT dado
T →∞
H = β t ln ct + µt (w + rkt − ct )
con t
1
µt = µ0 (4)
1+r
r
1+r t
ct = [β(1 + r)] 2 (5)
µ0
410 Las matemáticas de la teoría del equilibrio general
t−1 r
X 1+r k
t t−k−1
kt = k0 (1 + r) + (1 + r) w− [β(1 + r)] 2 (6)
µ0
k=0
lı́m µt kt = 0
t→∞
y esta determina los controles (ecuación(5)), y los estados (ecuación (6)). Ade-
más de la ecuación (7), la condición de que lı́mT →∞ kT existe, obligará a con-
dicionar los parámetros fundamentales del modelo.
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411
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Bibliografía 443
Semana 3
1
445
446 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
Maximizar
uA (xA , yA ) = (x2A + yA
3 1/2
)
xA , yA >0
Resolviendo estas dos ecuaciones, se tiene que las funciones de demanda del con-
sumidor A son:
r 2
py p3
xA (px , py ) = −py + p2y + 18 x + 24p2x
6p3x py
q
p3
py −py + p2y + 18 px + 24p2x
y
yA (px , py ) =
3p2x
Debe tenerse en cuenta que para obtener valores no negativos de las demandas,
se debe cumplir que xA > 0 y yA > 3xA /4.
b) El problema del consumidor B es
Maximizar
uB (xB , yB ) = (x2B + yB
3 1/2
)
xB , yB >0
Resolviendo estas dos ecuaciones, se tiene que las funciones de demanda del con-
sumidor B son:
r 2
py p3
xB (px , py ) = −py + p2y + 24 x + 18p2x
6p3x py
q
p3
py −py + p2y + 24 px + 18p2x
y
yB (px , py ) =
3p2x
6p2x
q q
p3 p3
p2y p2y + 18 px + 24p2x + p2y + 24 px + 18p2x − 2py
y y
− 7px − 7py
3p2x
Mediante algún Software, como Mathematica, se comprueba que se satisface la
ley de Walras, pues px zx (px , py ) + py zy (px , py ) = 0.
e) Con la condición de eficiencia paretiana del teorema 2 y teniendo en cuentas que
las dotaciones iniciales agregadas son (7, 7) se tiene para este caso que:
xA xB 7 − xA
2
= 2 =
yA yB (7 − yA )2
2 − 14x y + 49x , se obtiene que la curva
De la ecuación cuadrática (2xA − 7)yA A A A
de contrato es
p
7 xA − 7xA − x2A
yA = con 0 < xA < 7
2xA − 7
Observemos que si xA = 7/2 la ecuación cuadrática determina de manera inme-
diata que yA = 7/2, es decir, no queda indeterminado el valor de yA como parece
a simple vista en la ecuación de la curva de contrato. Adicional a ello, recordemos
que los óptimos deben ser internos a la caja de Edgeworth, por ello xA ∈ (0, 7).
f) Para determinar los precios relativos se iguala uno de los excesos de demanda a
cero, de manera que zy (px , py ) = 0, y se toma como numerario p∗y . Al reemplazar
el resultado en las demandas, se tiene el equilibrio competitivo
p∗x ≈ 0.19 p∗y = 1 x∗A ≈ 4.08
∗
yA ≈ 3.79 x∗B ≈ 2.92 ∗
yB ≈ 3.21
donde 0 < xA < 7. Ahora bien: para hacer de ella un equilibrio competitivo hay
que encontrar un un par de precios (px , py ) tal que este óptimo de Pareto maxi-
mice las utilidades de A y B, sujetas a las respectivas restricciones presupuestales,
que incluyen como dotaciones iniciales las asignaciones en la curva de Pareto. De
las CPO se tenía que
px 2xA px 2xA
= 2
que es equivalente a = p 2
py 3yA py 7 xA − 7xA −x2
A
3 2xA −7
Luego,
px 2xA (2xA − 7)2
= p
py 147(xA − 7xA − x2A )2
Semana 3 449
De esta manera, con las dotaciones iniciales w1A = x∗A , w2A = yA∗ , w B = x∗ y
1 B
B
w2 = yB , el equilibrio competitivo está caracterizado por 0 < xA < 7 y:
∗ ∗
p
px 2x∗A (2x∗A − 7)2 7 x∗A − 7x∗A − (x∗A )2
= p ; ∗
yA =
py 147(x∗A − 7x∗A − (x∗A )2 )2 2x∗A − 7
p
7 x∗A − 7x∗A − (x∗A )2
x∗B =7− x∗A ; ∗
yB =7−
2x∗A − 7
3. El problema del consumidor A es
Maximizar
uA (xA , yA ) = (xA )1/2 + (yA )1/2
xA , yA >0
sujeta a px xA + py yA = px + 2py
De las (CPO) Condiciones de Primer Orden se obtiene que:
px (yA )1/2
= ; px xA + py yA = px + 2py
py (xA )1/2
Resolviendo estas dos ecuaciones, se tiene que las funciones de demanda del consumidor
A son:
py (px + 2py ) px (px + 2py )
xA (px , py ) = ; yA (px , py ) =
px (px + py ) py (px + py )
El problema del consumidor B es
Maximizar
uB (xB , yB ) = (xB )1/3 yB
xB , yB >0
sujeta a px xB + py yB = 3px + py
De las CPO se obtiene que:
px yB
= ; px xB + py yB = 3px + py
py 3xB
Resolviendo estas dos ecuaciones, se tiene que las funciones de demanda del consumidor
B son:
3 py 9px 3
xB (px , py ) = + ; yB (px , py ) = +
4 4px 4py 4
Las funciones de exceso de demanda están dadas por:
py 5px + 9py 13 px 13px + 17py 9
zx (px , py ) = − ; zy (px , py ) = −
px 4(px + py ) 4 py 4(px + py ) 4
Para determinar los precios relativos se iguala uno de los excesos de demanda a cero,
de manera que
px 13px + 17py 9
zy (px , py ) = − =0
py 4(px + py ) 4
Después de realizar un poco de álgebra, reorganizar los términos y dividir en (py )2 se
tiene 2
px 8px
13 + −9=0
py py
px
Con p = py
se tiene 13p2 + 8p − 9 = 0. Luego, se resuelve la ecuación cuadrática y
,
√
como resultado la relación de precios es ( 133 − 4)/13. Se toma como numerario p∗y y
al reemplazar ello en las demandas, se tiene el equilibrio competitivo
√
133 − 4
p∗x = p∗y = 1 x∗A ≈ 2.82
13
∗
yA ≈ 0.95 x∗B ≈ 1.18 yB∗
≈ 2.05
450 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
15v1x
v2x =
56 − 3v1x
Y reemplazando ello en las funciones de producción, se tienen las ecuaciones
paramétricas de la FPP:
1 9 23
(15) 4 (v1x ) 20 1 15v1x
x= 1
; y = (7 − v1x ) 3 3−
(56 − 3v1x ) 4 56 − 3v1x
9v1x
v2x =
7 + 2v1x
y reemplazando ello en las funciones de producción, se tienen las ecuaciones
paramétricas de la FPP con 0 < v1x < 7:
14
3v1x 3 9v1x
x= 1
; y = (7 − v1x ) 4 3−
(7 + 2v1x ) 2 7 + 2v1x
px 270+w
7. La relación de precios de equilibrio es py
= 900−wAy . Basta insertar esta relación de
Ax
px WAx +py WAy 2p W +2p W
precios en las demandas xA = 3px
, xB = 100−xA , yA = x Ax3p y Ay ,
y
yB = 90 − yA . Note que si WAx crece hacia 100 mientras WAy se mantiene constante,
entonces ppx crece. Suponiendo py = 1 tendremos que el precio px crecerá. Así, por
y
ejemplo, en la medida en que el agente A vaya “monopolizando” todo lo que existe del
bien x en la economía, más alto será el precio de este bien.
9. El problema es entonces
Maximizar
α1 uA (xA , yA ) + α2 uB (xB , yB )
xA , yA , xB , yB >0
sujeta a xA + xB = x̄
yA + yB = ȳ
donde su lagrangiano es
L = α1 uA (xA , yA ) + α2 uB (xB , yB ) − λ1 (xA + xB − x̄) − λ2 (yA + yB − ȳ)
de las CPO se llega a que:
∂L ∂uA ∂L ∂uA
= α1 = λ1 = α1 = λ2
∂xA ∂xA ∂yA ∂yA
∂L ∂uB ∂L ∂uB
= α2 = λ1 = α2 = λ2
∂xB ∂xB ∂yB ∂yB
Igualando cada correspondiente λ y dividiendo entre las CPO para simplificar los α se
obtiene que:
∂uA ∂uB
∂xA ∂xB
=
∂uA ∂uB
∂yA ∂yB
Es decir, la caracterización de los óptimos de Pareto, de acuerdo al teorema 2 de este
capítulo.
Semana 4
1. La siguiente tabla muestra las funciones de bienestar social, con su forma funcional y
los axiomas que satisface cada una:
A A B C
B C C B
C B A A
De acuerdo al ranking Borda el candidato A recibe 2 puntos de los miembros 1-8
y 0 puntos de los miembros 9-21, para un total de 16 puntos. El candidato B
recibe 1 punto del miembro 1 y de los miembros 16-21, 0 puntos de los miembros
2-8 y 2 puntos de los miembros 9-15, para un total de 21 puntos. Por su parte,
el candidato C recibe 0 puntos del miembro 1, 1 punto de los miembros 2-15 y 2
puntos de los miembros 16-21, para un total de 26 puntos. Por tanto, el ganador
Borda es el candidato C.
ii) Organizando el ranking de las preferencias del comité de 60 miembros en una
tabla se tiene que:
Miembros Miembros Miembros Miembros Miembros
1-23 24-25 26-42 43-52 53-60
A B B C C
B A C A B
C C A B A
De acuerdo al ranking Borda el candidato A recibe 2 puntos de los miembros
1-23, 1 punto de los miembros 24-25 y 43-52 y 0 puntos de los miembros 26-42
y 53-60; para un total de 58 puntos. Por su parte, el candidato B recibe 1 punto
de los miembros 1-23 y 53-60, 2 puntos de los miembros 24-42 y 0 puntos de los
miembros 43-52; para un total de 69 puntos. Finalmente, el candidato C recibe
0 puntos de los miembros 1-25, 1 punto de los miembros 26-42 y 2 puntos de los
miembros 43-60; para un total de 53 puntos. Por tanto, el ganador Borda es el
candidato B.
Semana 5 453
Semana 5
1. Resolviendo las ecuaciones de manera secuencial, de las primeras dos ecuaciones se
hallan los valores de x1 y x2 . Reemplazando ello en las siguientes dos ecuaciones, se
obtienen los precios de los bienes y, finalmente, con las últimas dos ecuaciones se tienen
los precios de los factores.
10
x1 = = x2
3
3k1 3k2
p1 = ; p2 =
10 10
2k2 k1 k1 k2
v1 = − ; v2 = −
5 2 5 10
Sabemos que los precios de los bienes deben ser estrictamente positivos, entonces de
acuerdo a la segunda ecuación, k1 , k2 > 0. Lo mismo ocurre con los precios de los
factores, ahora bien:
4
Si v1 > 0 se tiene que k1 < k2
5
1
Si v2 > 0 se tiene quek2 < k 1
2
Reorganizando las inecuaciones y dividiendo sobre k2
1 k1 4
< <
2 k2 5
Si la razón entre los parámetros k1 y k2 no está dentro de ese rango, los precios de los
factores serán negativos, luego debería asumirse que el factor 1 o 2 es gratuito para
garantizar la solución del sistema.
3. De las primeras dos ecuaciones se hallan los valores de x1 y x2 :
2r2 − 5r1 4r1 − r2
x1 = ; x2 =
3 3
Debe garantizarse que estos valores sean estrictamente positivos, para que los precios
de los bienes no sean indeterminados, así:
2
Si x1 > 0 se tiene que r1 < r2
5
1
Si x2 > 0 se tiene quer2 < r 1
4
Reorganizando las inecuaciones y dividiendo sobre r2
1 r1 2
< < (∗)
4 r2 5
Ahora reemplazandos los valores hallados en las ecuaciones de los precios de los bienes,
y este resultado en las ecuaciones de los precios de los factores se obtiene que:
24 30
p1 = ; p2 =
2r2 − 5r1 4r1 − r2
40 40 16 10
v1 = − ; v2 = −
4r1 − r2 2r2 − 5r1 2r2 − 5r1 4r1 − r2
Como p1 = x8 , p2 = x10 , entonces basta con que x1 y x2 sean positivas para que los
1 2
precios de los bienes lo sean, es decir, la condición (∗). Ahora, partimos de la última
ecuación para garantizar que los precios de los factores sean positivos, así:
1
Si v1 > 0 se tiene que r1 < r2
3
6
Si v2 > 0 se tiene que r2 < r 1
19
454 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
Por tanto, existen valores de a y b, restringidos por (∗) y (∗∗), para los cuales el sistema
Walras-Cassel tiene soluciones positivas.
7. a) Para este sistema existe un único factor de producción r1 = 1 > 0, luego satisfa-
ce la hipótesis a). De la misma manera, los coeficientes técnicos a11 = a12 = 1,
satisfaciendo así b) y c). Las funciones f1 (x1 , x2 ) y f2 (x1 , x2 ) son definidas po-
sitivas y continuas para cada par positivo (x1 , x2 ), debido a que son iguales a
una constante (el precio) que es estrictamente positiva, lo que satisface d). Para
el caso de la hipótesis e), sabemos que ésta implica que la demanda de un pro-
ducto es 0 sólo cuando su precio es infinitamente grande; pero para este sistema
Semana 6 455
se tiene que x1 , x2 ∈ 41 , 43 y además p1 = p2 = 1. Finalmente, la matriz de
coeficientes técnicos es un vector columna de 1´s de dimensión 2, por tanto, su
rango es 1 que es igual al número de factores de producción m, cumpliendo así g).
Semana 6
1. Con los coeficientes técnicos se obtiene que la matriz A es
h i
0.25 0.02
0.04 0.15
y con las demandas finales, la matriz C estará dada por
h i
150
200
Para hallar la producción de cada industria se resuelve que X̄ = (I2 − A)−1 C, y
esto lleva a que x̄1 = 108.5, x̄2 = 164.
3.a) Aquí, X = (I2 − A)−1 C donde (I2 − A)−1 es la matriz
h i
4 3
4 9/2
5. Asumanos inicialmente pz = 1. Con la condición de beneficio cero sobre la ac-
tividad a2 se tiene que px = 0.5; y con la condición de beneficio cero sobre la
actividad a1 , se obtiene py = 1.1 pues
(px , py , pz ) · a1 = 1.5 − 2py + 0.7 = 0
Sin embargo, estos precios no pueden sustentar una solución interna de equilibrio
para los consumidores, pues a los precios (0.5, 1.1, 1):
px + py + 2pz px + 4pz
x∗ = + = 2.7
6px 6px
px + py + 2pz px + 4pz
y∗ = + ≈ 3.7
2py 2py
px + py + 2pz px + 4pz
z∗ = + = 2.7
3pz 3pz
456 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
Dado que las dotaciones agregadas son (2, 1, 6), la economía, a los precios calcu-
lados arriba, solo estaría en equilibrio si la diferencia (2.7, 3.7, 2.7) − (2, 1, 6) =
(0.7, 2.7, −3.3) fuera una combinación lineal (con escalares no-negativos) de las
dos actividades a1 y a2 . Como el lector podrá observar fácilmente, esto no ocu-
rre (de hecho, uno de los dos escalares es negativo). Sin embargo, la asignación
sí es eficiente sustentada por el vector de precios (0.5, 1.1, 1) pues (0.5)(0.7) +
(1.1)(2.7) + (1)(−3.3) = 0. Por lo tanto, esta economía tiene un óptimo de Pareto
que no es equilibrio competitivo. En la semana 7 ilustraremos que esta situación
no es totalmente extraña.
Semana 7
1. La relación lexicográfica es un preorden completo que no satisface la hipótesis de
continuidad. Y se puede demostrar, con un poco de dificultad -ver, por ejemplo,
Debreu (1959)- que no es representable por ningún tipo de función continua de
utilidad.
3. a) u(x, y) = (xy)2
b) u(x, y) = M in{x, y}
√
c) u(x, y) = x + y
6p +8p 6p +8p
5. Las funciones de exceso de demanda son zx = x2p y −6 y zy = x2p y −8. La
x y
relación de precios de equilibrio competitivo surge de zx = 0, de donde se obtiene
que ppx = 34 . Las asignaciones de equilibrio se alcanzan evaluando esta última
y
px +2py px +2py 2px +2py
relación de precios en las demandas xA = px
; yA = py
; xB = px
;
2px +2py
yB = py
.
7. a) Las distribuciones óptimas de Pareto están dadas por todas las asignaciones
de la forma [(xA , yA ), (xB , yB )] = [(xA , xA ), (1 − xA , 1 − xA )] en donde
0 ≤ xA ≤ 1. La caja de Edgeworth es un cuadrado de lado 1; y la curva de
contrato es la diagonal del cuadrado que va desde (0, 0) hasta (1, 1).
0.36p +0.64p
x y x0.64p +0.36p
y
b) xA = px +py
= yA , x B = px +py
= yB . Por lo tanto, zx =
xA +xB −1 = 0 para todos los precios; igualmente zy = yA +yB −1 = 0 para
todos los precios. Por lo tanto, cualquier precio es de equilibrio. La igualdad
en las preferencias (a pesar de las diferencias en dotaciones) conduce a que el
mercado (precios) no sea una señal adecuada para el proceso de asignación.
c) Es inmediato que todos los equilibrios competitivos (porque, en este caso,
son infinitos) son óptimos de Pareto, pues ambos conjuntos coinciden.
d) Es claro de c).
9.a a) Las asignaciones de Pareto están dadas por el conjunto
x Ax y α(p W
Ay +p W x Ax ) y Ay β(p W +p W )
11. Las demandas son xA = (α+β)px
, yA = (α+β)py
, xB =
WAx + WBx − xA , yB = WAy + WBy − yA . Y la relación de precios es
Semana 8
1. En el ejemplo 7 el equilibrio competitivo corresponde a
[(xA , yA ), (xB , yB )] = [(2.5, 2.5), (2.5, 2.5)] ; p = (1, 1)
Las funciones de exceso de demanda son
5py 5 5px 5
zx (px , py ) = − ; zy (px , py ) = −
2px 2 2py 2
La dinámica tâtonnement de este ejemplo
dpx 5py 5 dpy 5px 5
= − ; = −
dt 2px 2 dt 2py 2
px
con p = py
se tiene
dp 5p 5
= −
dt 2 2
cuyo equilibrio, p∗ = 1, es asintóticamente estable, pues las funciones de exceso de
demanda son homogéneas de grado cero, satisfacen la ley de Walras y la condición
de sustituibilidad bruta. Por otro lado, en el ejemplo 8 se tiene que
uA (xA , yA ) = xA (yA )2 ; WA = (3, 1)
uB (xB , yB ) = xB yB ; WB = (1, 3)
con los procedimientos de la semana 3 se encuentran las demandas de cada con-
sumidor
py 2px 2
xA = 1 + ; yA = +
3px py 3
1 3py px 3
xB = + ; yB = +
2 2px 2py 2
Las funciones de exceso de demanda
11py 5 5px 11
zx (px , py ) = − ; zy (px , py ) = −
6px 2 2py 6
La dinámica tâtonnement de este ejemplo
dpx 11py 5 dpy 5px 11
= − ; = −
dt 6px 2 dt 2py 6
px
con p = py
se tiene
dp 11 5
= −
dt 6p 2
458 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
cuyo equilibrio, p∗ = 11
15
, es asintóticamente estable, pues las funciones de exceso
de demanda son homogéneas de grado cero, satisfacen la ley de Walras y la
condición de sustituibilidad bruta. Finalmente, en el ejemplo 9 se tiene que
uA (xA , yA ) = xA yA ; WA = (3, 1)
uB (xB , yB ) = (xB )1/2 + (yB )1/2 ; WB = (4, 2)
con los procedimientos de la semana 3 se encuentran las demandas de cada con-
sumidor
3 py 3px 1
xA = + ; yA = +
2 2px 2py 2
py (4px + 2py px (4px + 2py )
xB = ; yB =
px (px + py ) py (px + py )
Las funciones de exceso de demanda
py 9px + 5py 11 px 11px + 7py 5
zx (px , py ) = − ; zy (px , py ) = −
px 2(px + py ) 2 py 2(px + py ) 2
para dp
dt
x
= 0, después de un poco de álgebra, organizando términos y dividiendo
en (py )2 se tiene
2
px 2px
11 + −5=0
py py
px
reduciendo p = py
y resolviendo la cuadrática 11p2 + 2p − 5 = 0 se halla el
√
equilibrio, p∗ = (2 14 − 1)/11, que es asintóticamente estable, pues las funciones
de exceso de demanda son homogéneas de grado cero, satisfacen la ley de Walras
y la condición de sustituibilidad bruta.
∂zx 9(px )2 + 10px py + 5(py )2 ∂zy 11(px )2 + 22px py + 7(py )2
= > 0; = >0
∂py 2px (px + py )2 ∂pz 2px (px + py )2
Semana 9
1. a) El problema del consumidor representativo consiste en maximizar la función de
utilidad ln(cyt ) + β ln(cot+1 ) sujeta a pt cyt + pt+1 cot+1 = 3pt + pt+1 .
3pt +pt+1 β(3pt +pt+1 )
b) Las funciones de demanda son cyt = (1+β)pt
, cot+1 = (1+β)p .
t+1
y o
c) La condición de equilibrio de mercado es ct + ct = 4. De aquí se obtiene que,
bajo competencia perfecta pt = po (3β 2 )t con po > 0 como condición inicial.
3pt +pt+1
Y con este sistema de precios se llega a la autarquía: cyt = (1+β)p = 3 y
t
β(3pt +pt+1 )
ct+1 = (1+β)p = 1.
t+1
460 Respuestas y sugerencias a los problemas impares
461
462 Índice alfabético
del
bienestar, 107, 113 Sonnenschein-Mantel-Debreu,
del
bienestar (Samuelson), 46 269
del
capital, 43 Stolper-Samuelson, 100
del
comercio internacional, 45 Teorema de equivalencia
del
consumo (Samuelson), 45 para economías grandes, 252
del
crecimiento económico Teorema de la envolvente, 384, 386
(Koopmans), 172 Teoremas
del equilibrio general (Allais), del bienestar económico
42 (Allais), 44
del valor, 106 Terrateniente (Walras), 13
del valor (Marx), 168 Tinbergen, Jan, 46, 169
monetaria (Allais), 43 Tipos básicos de relaciones, 336
monetaria (Walras), 17 Trabajador (Walras), 13
walrasiana del capital, 16 Tradición
Teorema alemana, 27, 129
Brown-Matzkin, 272 paretiana, 25, 27, 117
de dualidad (método simplex), Tradiciones poswalrasianas, 24
378 Transitividad
de existencia de equilibrio hipótesis de, 131
competitivo, 236 Tucker, Albert, 190
de igualación de precios, 46
de igualación de precios de Universidad de Lausanne, 3, 30
factores, 100 Usawa, Hirofumi, 251
de imposibilidad de Arrow, Utilitarismo (Edgeworth), 253
116
de Kakutani, 145 Valor
de Koopmans, 177 de mercado, 106
de la envolvente, 38 estándar, 106
de la máxima satisfacción natural, 106
social (Walras), 20, 82 Valores propios
de las redistribuciones de una matríz cuadrada, 349
equivalentes, 12 Vector(es)
de Minkowski, 377 ángulo entre, 344
de punto fijo de Brouwer, 141, producto punto entre, 344
196, 383 propiedades del producto
de punto fijo de Kakutani, interior, 344
150, 185, 188, 218, 384 producto interior, 344
de separación de Minkowski, Vectores propios
191, 376, 377 de una matriz cuadrada, 349
de Weierstrass, 368 Volterra, Vito, 35, 277
del bienestar económico, 88, Von Hayek, Friedrich, 280, 282
92, 308 Von Mises, Ludwig, 171
del máximo, 380, 383 Von Neumann, John, 27, 60, 129,
Eilenberg-Montgomery, 186 130, 145, 146, 184, 190,
Heckscher-Ohlin, 99 196, 252
minimax, 148, 190 modelo de, 144
Índice alfabético 473
Von Thünen, Johann H., 54 22, 24, 32, 88, 117, 135,
244, 245
Wald, Abraham, 27, 114, 129, 138, Weintraub, E. Roy, 185
153, 185 Wicksell, Knut, 22, 25, 134, 169
Walker, Donald, 3 Wicksteed, Philip, 2, 31, 54
Walras, Auguste, 1, 11, 12, 74
Walras, León, 1, 9, 11, 13–18, 20, Zeuthen, Frederik, 137
Este libro, editado por el Centro Editorial de la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
Nacional de Colombia, se terminó de imprimir y
encuadernar en abril de 2018 en los talleres de Digiprint
Editores en Bogotá, D.C. con un tiraje de 300
ejemplares, sobre papel Bond blanco de 70 gramos.