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Sampedro, J.

, Vida de un buen escritor, El País, 2014 09 18

En la autobiografía de Dawkins importan menos las especies o


ecuaciones que la narrativa

¿A quién le importa la vida de un científico? Bueno, depende del científico, desde


luego. Si se trata de Einstein, uno puede querer saber de dónde demonios salieron
aquellas ideas que reinventaron la física y el mundo, rompedoras y certeras como una
cascada de luz. En la autobiografía de Darwin se puede buscar además una novela de
aventuras victorianas, y en la de Feynman, el ritmo mestizo de la samba en una playa
brasileña. Ninguno de estos, sin embargo, es el caso de Richard Dawkins, zoólogo
anacrónico en la era de la biología molecular, látigo de herejes en materia evolutiva,
divulgador afamado y ateo militante que no ha hecho aportaciones primarias a la
ciencia, sino solo a su popularización. ¿Qué ha llevado entonces a Dawkins a contar su
vida? Seguramente la mejor de las razones: que es un gran escritor, y lo sabe. Esto es
justo lo que le ha convertido en uno de los divulgadores científicos más leídos del
mundo, y también lo que convierte ahora su vida en una obra literaria.

En este sentido, el subtítulo del libro —‘Los años de formación de un científico en


África y Oxford’— se queda algo corto, o al menos puede disuadir a algún lector
potencial. Porque aquí importan menos la rareza de las especies, el talento de los
profesores y la exactitud de las ecuaciones que la mera escritura, esa variedad de
narrativa a la vez certera y evocadora que solo parece emerger con naturalidad de la
memoria. De la memoria de una vida.

Dawkins pertenece a uno de esos linajes británicos que constituyen una narración en sí
mismos. El lector se encontrará nada más abrir el libro con ancestros del autor tan
pintorescos como sir Henry Clinton, que “como comandante en jefe de las fuerzas
británicas de 1778 a 1782, fue en parte responsable de perder la guerra de la
Independencia norteamericana”; o con Augustus CannonballDawkins, a quien una bala
de cañón —de ahí su apodo— le pasó directamente entre las piernas perdonando de
puro milagro la integridad de su genitalia, una feliz circunstancia a la que el autor
agradece, acertadamente, su misma existencia.

Dawkins ganó fama mundial con su primer libro, El gen egoísta, que empezó a escribir
en 1973. Como esta entrega de sus memorias apenas cubre el despuntar de esos años
de celebridad, cabe esperar que el autor tenga en reserva nuevos capítulos. Así sea,
por el bien de sus muchos lectores.

Una curiosidad insaciable. Los años de formación de un científico en África y


Oxford. Richard Dawkins. Traducción de Ambrosio García Leal. Tusquets. Barcelona,
2014. 311 páginas. 21 euros (en digital, 12,34 euros).

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