Money

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Comienza el video de la introducción a Guys and Dolls

HARI Era la época dorada del jazz y Arnold Rothstein era el hombre más temido
de Nueva York. Después de haberse pasado el día sacándole plata a la gente
se sentaba en el Lindy’s, un bar situado en Time Square y allí se quedaba
hasta el amanecer organizando lo que primero fue un sistema de fraude
extorsión y robo. Ahora bien, si a nosotros nos importa Rothstein es por
una sola razó. Porque estaba a punto de apropiarse del mayor mercado
negro de la historia. Una de aquellas noches, en una de las mesas cercanas,
dos hombres estaban componiendo un musical cuyos personajes
principales se inspiraban en las vidas de Rothstein y su esposa; es la obra
que se acabaría llamando Guys and Dolls. El musical iba a ser divertido,
Rothstein en cambio no lo era.

Guys and Dolls se funde con el video de Money de Pink Floyd. Los actores en el escenario
hacen una versión teatral del video. RAMOS traduce la letra.

RAMOS: ¡Plata! ¡aléjate!


Consíguete un empleo en el que te paguen más y vas a estar "ok"
¡Plata! es genial,
agarra esa platica con ambas manos
y haz un lindo montoncito.

Se pausa el video.

LORE: Plata, dinero, guita, luka, pasta, billullo, villegas, lana. Uno podría pensar
que son sólo palabras, pero conllevan una misteriosa fuerza psicológica.
Con sólo paladearlas durante unos momentos, se convertirá en una
persona diferente. Probémoslo; repitan: Plata, dinero, guita, luka, pasta,
billullo, Villegas, lana. Plata, dinero, guita, luka, pasta, billullo, Villegas, lana.
Plata, dinero, guita, luka, pasta, billullo, Villegas, lana.

VARIOS: Plata, dinero, guita, luka, pasta, billullo, Villegas, lana. Plata, dinero, guita,
luka, pasta, billullo, Villegas, lana. Plata, dinero, guita, luka, pasta, billullo,
Villegas, lana.

LORE: ¿Qué sienten? No les pasa que pensar en palabras asociadas con el dinero
parece hacernos como más seguros, como más poderosos, como bien
independientes… ¿Y también menos inclinados a ayudar a los demás?

Comienza a acariciar un pequeño fajo de billetes. Empieza a rotarlo.


HARI: A los doce años, Rothstein sabía que su papá no llevaba plata encima desde
la puesta del sol del viernes hasta el anochecer del shabat el día siguiente.
Así que cogía la plata de su billetera, se la jugaba a los dados y ganaba
cantidades tan grandes que siempre podía reponer lo que robaba sin que
nadie se diera cuenta.

Sigue el video tanto proyectado como realizado en vivo.

RAMOS: Carro nuevo, caviar,


deseos de cuatro estrellas
Creo que me voy a comprar un equipo de fútbol
¡Plata! ¡vuelve a mi!
Estoy bien, pero, Jacobo, ¡quita tus manos de mi villegas!

Se pausa el video.

LORE: Tranquilos. Acaricien los billetes. Nadie los va a juzgar. Y tómense el tiempo,
piensen en las sensaciones que les provoca este acto. ¿Alguien excitado?
¿Alguien nervioso? Yo estoy ansioso. Me da miedo que no vayan a volver a
mi. Aunque los tengo contados. Pero eso no es todo: Leí en alguna parte
que manejar efectivo puede disminuir el sufrimiento, incluso, el dolor físico.
Así que si usted tiene migrañas, cólicos o dolores crónicos en las lumbares,
puede quedarse un rato más acariciando nuestro dinero. El teatro puede
ser terapéutico en ese sentido.

HARI: Rothstein, a diferencia de su padre, siempre llevaba su plata consigo. Y lo


contaba como un poseso, una y otra vez. Tenía una relación táctil con el
dinero. El áspero crugido de los billetes en sus manos era su música y su
inspiración.

Vuelve el video

RAMOS: La plata es un hit


No me vengas con esa mierda de “haz cositas buenas”
Tengo una tarjeta de millas exclusiva para pasajeros de primera clase
Creo que necesito un jet privado

Se pausa el video.

LORE: Es en serio, según distintas investigaciones, la plata tiene un potente efecto


psicológico que sólo ahora empieza a estudiarse. Nuestra relación con el
dinero tiene muchas facetas. Algunos parecen adictos a acumularlo,
mientras que a otros nos resulta imposible ahorrar para el futuro. ¿El
futuro? ¡Ja! El futuro. Pero nos detengamos en eso. El tiempo es oro. En fin,
una tras una serie de nuevos estudios, se encontró que algunos cerebros
reaccionan como lo harían ante una droga, mientras que otros lo hacen,
como lo harían frente a un amigo. Tómense un segundo y piénsenlo. Para
ustedes la plata… ¿Es una amiga? ¿Es como una droga? Algunos sugieren
incluso que el deseo de dinero se puede dinero se puede confundir con
nuestro apetito. Pero eso no viene al cuento en esta obra. Así que dejemos
eso de lado. Piensen por un momento. Y recuerden que perder dinero a
menudo causa depresión e incluso suicidio. Una especie de síndrome de
abstinencia. ¿Me pueden devolver mi plata ya? Recuerden que la tengo
contada.

HARI: Rothstein custodiaba su dinero como un perro guardián.

Vuelve el video.

RAMOS: ¡Plata! ¡Es un crimen!


Repártela equitativamente
pero no vayas a coger de mi tajada del ponqué

Se pausa el video.

LORE: Pero ¿Qué se supone que es el dinero? Un papelito. En realidad este billete
de cincuenta mil pesos costó solo mil producirlo. De niña solía quemar
billetes para hacer un sacrificio a dios. Una vez incluso convencí a un
amiguito para que lo hiciera conmigo. ¿Alguien quiere ayudarme?

Quema el billete.

LORE: ¿Y alguien quisiera quemar uno suyo? Se siente raro. Pero se siente bien.
¿Alguien? Y ya ni siquiera son solo papelitos. Son menos. Las lukas son, en
su mayoría, datos en los computadores de un banco. No existen. Es decir,
las lukas son virtuales. Existen solo porque creemos en ellas. Para los
economistas, el dinero, el billuyo, es sólo una herramienta para el
comercio, para hacerlo más eficiente. Igual que un hacha nos permite
cortar árboles, el dinero es esencial para la creación de los mercados que,
según dicen los economistas, fijan precios desapasionadamente, a cualquier
cosa, desde un pedazo de pan hasta una boleta para entrar a una obra de
teatro. Sin embargo, el dinero crea más pasión, estrés y envidia que
cualquier hacha o martillo. Aparentemente no podemos manejarlo
racionalmente, pero ¿por qué? En vez de tratar el dinero simplemente
como una herramienta a ser empuñada con precisión, permitimos que
penetre en nuestra mente y accione antiguas áreas emocionales de nuestro
cerebro, en la mayoría de los casos con resultados imprevisibles.
HARI: En 1919, Rothstein ya era dueño de uno de los negocios de apuestas
ilegales más lucrativos de Nueva York. Pero tuviera el dinero que tuviera,
Rothsten siempre creía que no era bastante y que debía encontrar la
manera de conseguir más. Así que no tardó en darse cuenta de que la
prohibición del alcohol y las drogas era el mayor premio que pudiera
obtener un gánster en toda la historia. Porque siempre habría gente
dispuesta a tomar o a drogarse y lo harían fuera ilegal o no. El alcohol iba a
ser legalizado pronto, pero Rothstein sabía que las drogas seguirían
prohibidas durante mucho tiempo.

Vuelve el video.

RAMOS: ¡Plata! Eso dicen,


es el origen del mal en estos tiempos.
Pero si les pides un aumento, no te sorprenda
que digan que es que no hay con qué.

Se pausa el video. Baja un billete del cielo. LORE trata de cogerlo. Y seguirá tratando en lo
que resta de la escena. Pero en la tramoya hay un duendecillo maligno que aleja el billete
cada vez que LORE está cerca de agarrarlo.

HARI: Por cada mil dólares invertidos en la compra, importación y distribución


clandestina de opio, Rothstein ganaba seis mil o más

LORE: Es inútil. Pero es compulsivo. Es como cuando va uno por la calle y ve una
moneda. No importa qué tan baja sea su denominación. ¡Necesitamos
agacharnos y recogerla! A veces están pegadas al suelo. ¿No les ha pasado?
Alguna vez pegaron una en frente de mi casa. Debo decir que era de mil
como para medio justificar mi comportamiento. Todos los días trataba de
despegarla. A patadas primero, y luego ya empecé a sacar herramientas. Lo
hacía a por la noche, a hurtadillas, por supuesto, porque, como cualquier
adicción, la adicción a la plata produce vergüenza. O eso nos han enseñado.

Bajan un par de billetes de $50.000 en el auditorio. Los maneja el mismo diablillo de la


tramoya

LORE: Lo que sucede, para que no se alarmen, es que la sociedad moderna nos
presenta dos grupos de pautas de comportamiento. Por una parte están las
pautas de comportamiento social, diseñadas para mantener relaciones de
larga duración, confianza y cooperación. Y por otro lado, las normas de los
mercados, que se centran alrededor del dinero y la competencia, y alientan
a las personas a anteponer sus propios intereses por encima de la familia, la
amistad o cualquier otra cosa. El intercambio comercial se ha producido a lo
largo de la historia humana, con lo cual es posible que en nuestros
antepasados haya evolucionado una capacidad instintiva para distinguir
entre las situaciones en que hay que manejarse con las reglas sociales y las
de mercado, y esto puede haber pasado mucho antes de la invención del
dinero. Sin embargo, experimentos publicados en 2007 revelaron que
incluso el contacto fugaz con conceptos relacionados con el dinero nos lleva
a pensar y comportarnos únicamente de acuerdo con las reglas del
mercado. Probemos. Repitan: "salario", "costo", "pagar", “capital”,
“ahorros”, “banco”, ¿No sienten ganas de acuchillar a su hermano por la
espalda para quedarse con la herencia? ¿No sienten como que quieren
patear a su mejor amigo porque no les ha pagado una deuda contraída
hace más de año y medio? Repitamos: “pagaré”, “fortuna”, “dividendos”,
“ganancias”, “efectivo”, “patrimonio”, “riqueza” “crédito” “intereses”.
Ahora probemos a armar frases con estas palabras. ¿Se las repito? "salario",
"costo", "pagar", “capital”, “ahorros”, “banco”, “pagaré”, “fortuna”,
“dividendos”, “ganancias”, “efectivo”, “patrimonio”, “riqueza” “crédito”
“intereses”

Espera un rato a ver las reacciones del público

LORE: Ya veo que se han tomado confianza y es que sí: El dinero hace que las
personas se sientan más autosuficientes. Es muy común que la gente que
piensa en el dinero haga más esfuerzo por obtener resultados personales, y
también que prefiera estar separados de los otros. Nuestra parte
socialmente correcta puede desaprobar este tipo de comportamiento, pero
es muy útil para nuestra supervivencia.

Suena The Silly Walks Song - Monty Python. Y el video aparece. Todos la cantan y la bailan.
En una esquina RAMOS la traduce.

HARI: Rothstein dominó a la policía y a los políticos recurriendo a un enfoque que


años más tarde sería resumido por sus seguidores, Pablo escobar y los jefes
de los carteles mexicanos, con una frase sencilla pero certera: “Plata o
plomo”. O aceptas un soborno o te ganas un balazo.

LORE: Los psicólogos Stephen Lea, de la Universidad de Exeter, Reino Unido, y


Paul Webley, de la Universidad de Londres, creen que hay una explicación
para las actitudes obsesivas hacia el dinero: que actúa sobre nuestra mente
como una droga adictiva, que le da el poder de llevarnos al juego
compulsivo, al trabajo obsesivo y a la adicción a las compras. El dinero,
como la nicotina o la cocaína, puede activar los centros de placer del
cerebro. Por supuesto, el dinero no entra físicamente en el cerebro, pero
puede funcionar de manera similar a la de un texto pornográfico, que
puede excitar no por estímulos bioquímicos o psicológicos, sino actuando a
través de la mente y las emociones.

HARI: Entonces, si la guerra es contra todas las sustancias adictivas ¿Por qué no se
ilegaliza el dinero? Charles Bowden, analista de la guerra antidroga, afirma
que en realidad hay dos guerras en curso: Por una parte tenemos la guerra
contra las drogas, en la que el Estado lucha contra consumidores y
drogadictos y por otra, la guerra por las drogas, en la que los delincuentes
luchan entre sí por el control del tráfico y sobre todo, por los enormes
beneficios económicos que ese control asegura. Harry Anslinger inició la
guerra contra las drogas y, con la victoria del paradigma prohibicionista, le
dio el empujón a un adicto al dinero como lo era Rothstein, para que
comenzara la guerra por las drogas.

Termina la canción y el video de Monty Python. En una esquina RAMOS termina de


traducirla mientras la van dejando sola en el escenario.

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