Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FEMENINO
Resumen
En estos últimos años se han venido dando una serie de programas y leyes en defensa de la
mujer, donde se pretende dar protección sin medida alguna, otorgándoles los instrumentos
necesarios para su defensa en casos de violencia familiar y otros delitos que puedan menoscabar
su integridad, sin embargo, muchas veces no vemos el lado opuesto de la cara de la moneda, de
los resultados de tanta sobreprotección por nuestra legislación y sus consecuencias en pro de la
mujer, ¿existe desigualdad en nuestra legislación?, ¿asesinar a una mujer es mucho peor que
matar a un hombre?, existen muchas mujeres que se aprovechan de la Legislación Vigente para
poner denuncias falsas y favorecerse de su condición preferente, en el presente artículo
analizaremos estas preguntas visualizados desde otra óptica.
Abstract:
In recent years there have been a series of programs and laws in defense of women, where it is
intended to provide protection without any measure, giving them the necessary instruments for
their defense in cases of family violence and other crimes that may impair their integrity,
However, many times we do not see the opposite side of the face of the coin, the results of so
much overprotection by our legislation and its consequences for women, is there inequality in
our legislation ?, Is killing a woman a lot worse than killing a man ?, there are many women
who take advantage of the Legislation in force to file false complaints and benefit from their
preferred condition, in this article we will analyze these questions viewed from another
perspective.
Introducción:
La elaboración del presente artículo pretender abordar el tema de la desigualdad que existe en
nuestra legislación y en la sociedad los casos de violencia familiar y asesinatos de acuerdo al
género, como sabemos no es muy común escuchar sobre la violencia ejercida en contra de los
hombres en una pareja, pues históricamente, en torno a la figura masculina se ha marcado un
estereotipo caracterizado por la fuerza física y por la insensibilidad, caso contrario al creado
para la mujer. Sin embargo, un caso de maltrato al hombre es mucho más habitual de lo que
nosotros pensamos. Vivimos en una sociedad donde ya no vemos igualdad de instrumentos
legales que puedan favorecer a ambas partes, la existencia de preferencias o por las desventajas
de ser hombre en la actualidad se ven reflejados en casos donde asesinar a un hombre no se
encuentra articulado en nuestro código penal por su género.
I. El empoderamiento femenino:
El que mata a una mujer “por su condición de tal” será reprimido con una pena
privativa de libertad no menor de veinte años”. Así lo establece la Ley 30819. La
norma modifica el artículo 108-B del Código Penal, que castiga el feminicidio. El
108 se refiere al homicidio calificado, el asesinato. El asesinato merece en nuestro
código una pena no menor de 15 años. Se establece para el que mata a otro por
ferocidad, codicia, lucro o placer; para facilitar otro delito; si lo hace con gran
crueldad o alevosía; si lo comete con fuego, por explosión u otro medio que ponga
en riesgo a otros.
Veinte años por matar a una mujer “por su condición de tal” es muy poco,
realmente. Quince años por matar a un ser humano “por su condición de tal” es,
claramente, inequitativo. Tenían que subirse las penas, sin embargo, considerando,
en primer lugar, el daño a lo que hay de común en una mujer o en un hombre: el ser
humano.
Matar a un ser humano debe tener una pena severa, muy alta. Y la debe tener por
tratarse del arrebatamiento de la vida. La pena por feminicidio pretende sancionar
con mayor severidad un delito que se comete cada vez con mayor frecuencia. Esta
buena intención, sin embargo, colisiona con la necesidad de proteger de manera
igual los iguales derechos de los ciudadanos. No somos más o menos por tener una
condición determinada.
La violencia familiar son todos los actos de agresión que se producen en el seno de
un hogar, es decir, la violencia ejercida en el terreno de la convivencia familiar, por
parte de uno de los miembros contra otros, contra alguno o contra todos ellos.
Incluye casos de violencia contra la mujer, maltrato infantil o violencia contra el
hombre.[ CITATION Ins \l 3082 ]
La idea de que el varón podría ser víctimas de abuso y violencia doméstica es tan
increíble para la mayoría de las personas, que muchos hombres ni siquiera intentan
divulgar su condición. Si se da a conocer la situación, más de uno lo comenta como
una novedad o con cinismo y burla, tanto por sus pares como por los que investigan
los acontecimientos. Aún en nuestros días, los mitos y prejuicios prevalecen dentro
de la sociedad. Se siguen adjudicando características y roles que tanto el hombre
como la mujer deben desempeñar dentro de las relaciones de pareja: la mujer es el
“sexo débil” dada a la ternura y la emocionalidad, es vulnerable y necesitada de
amparo y protección. El hombre es el “sexo fuerte” o el “macho”.
Sin embargo, el hombre también puede ser agredido física, psicológica, emocional,
económica y hasta sexualmente. Esta problemática que sí existe, aunque no en el
mismo porcentaje alarmante de la víctima mujer, no es nueva, pero en los últimos
años se está haciendo más evidente. Sin embargo, aún no se ha logrado precisar en
su real magnitud y su intervención como fenómeno social ha sido limitada
consciente o inconscientemente, por ribetes culturales, religiosos, políticos,
económicos. Es, además, desconocida por legisladores y por la sociedad en su
conjunto. La realidad es que, en la práctica, no se le considera como violencia, se
minimiza o se ridiculiza.
Los receptores de las denuncias en las comisarías no están preparados para aceptar
que un hombre también puede ser víctima de violencia; quizás el policía le diga
‘para qué te dejas’. Hay que crear conciencia de que la violencia se da para ambos
lados, pues en el imaginario colectivo existe la idea de que la mujer es el sexo débil
y eso no es así.
Existe la presunción de que “No existe mayor afecto que el de una madre”, “no hay
cuidados más excepcionales que los de la madre”, “nadie quiere a su hijo tanto
como una madre”, “madre es una sola, padres puede haber muchos”; exaltando el
rol de la mujer como madre, a pesar de que en algunos casos no hay concordancia
con esta concepción; asimismo, se menosprecia y se limita el rol del hombre como
padre, al considerarlo solo como un simple proveedor. Sin tomar en cuenta los
sentimientos del hombre y el amor y la dedicación que el padre pueda darle a los
hijos.
IV. Conclusiones:
V. Bibliografía: