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ASESINATO Y VIOLENCIA FAMILIAR EN LA ERA DEL EMPODERAMIENTO

FEMENINO

SUMARIO: Resumen, Abstract, Introducción, El empoderamiento femenino, Asesinato (matar


a una mujer vs matar a un hombre), Violencia familiar, Conclusiones, Bibliografía.

Resumen

En estos últimos años se han venido dando una serie de programas y leyes en defensa de la
mujer, donde se pretende dar protección sin medida alguna, otorgándoles los instrumentos
necesarios para su defensa en casos de violencia familiar y otros delitos que puedan menoscabar
su integridad, sin embargo, muchas veces no vemos el lado opuesto de la cara de la moneda, de
los resultados de tanta sobreprotección por nuestra legislación y sus consecuencias en pro de la
mujer, ¿existe desigualdad en nuestra legislación?, ¿asesinar a una mujer es mucho peor que
matar a un hombre?, existen muchas mujeres que se aprovechan de la Legislación Vigente para
poner denuncias falsas y favorecerse de su condición preferente, en el presente artículo
analizaremos estas preguntas visualizados desde otra óptica.

Abstract:
In recent years there have been a series of programs and laws in defense of women, where it is
intended to provide protection without any measure, giving them the necessary instruments for
their defense in cases of family violence and other crimes that may impair their integrity,
However, many times we do not see the opposite side of the face of the coin, the results of so
much overprotection by our legislation and its consequences for women, is there inequality in
our legislation ?, Is killing a woman a lot worse than killing a man ?, there are many women
who take advantage of the Legislation in force to file false complaints and benefit from their
preferred condition, in this article we will analyze these questions viewed from another
perspective.

Introducción:

La elaboración del presente artículo pretender abordar el tema de la desigualdad que existe en
nuestra legislación y en la sociedad los casos de violencia familiar y asesinatos de acuerdo al
género, como sabemos no es muy común escuchar sobre la violencia ejercida en contra de los
hombres en una pareja, pues históricamente, en torno a la figura masculina se ha marcado un
estereotipo caracterizado por la fuerza física y por la insensibilidad, caso contrario al creado
para la mujer. Sin embargo, un caso de maltrato al hombre es mucho más habitual de lo que
nosotros pensamos. Vivimos en una sociedad donde ya no vemos igualdad de instrumentos
legales que puedan favorecer a ambas partes, la existencia de preferencias o por las desventajas
de ser hombre en la actualidad se ven reflejados en casos donde asesinar a un hombre no se
encuentra articulado en nuestro código penal por su género.

I. El empoderamiento femenino:

¿Qué entendemos por empoderamiento femenino?; El término empoderamiento,


proviene del inglés empowement y su traducción al español ha sido
empoderamiento. Según la Real Academia Española empoderamiento se refiere a la
acción y efecto de empoderar, es decir a “Hacer poderoso o fuerte a un individuo o
grupo social desfavorecido”. Podemos definir al empoderamiento femenino, como
el proceso mediante el cual las mujeres adquieren control, dominio y fuerza sobre
su propia vida y sus circunstancias.

Uno de sus fines es el promover la igualdad de género y tratar a hombres y mujeres


de forma equitativa, sin embargo, ello no está sucediendo en la actualidad.
[ CITATION Car182 \l 3082 ]

II. El asesinato (matar hombres vs matar mujeres):

¿Matar a una mujer es monstruoso, pero no es peor que matar a un hombre?

El Congreso de la República ha considerado que matar a una mujer es una ofensa


mayor a aquella que consiste en matar a otro ser humano. Lo ha establecido, al
menos, cuando el asesinato se comete por la condición de mujer de la víctima. Lo
terrible de matar a una mujer es arrancarle la vida a un ser humano. Los seres
humanos deben ser respetados por igual, al margen de su condición.

El que mata a una mujer “por su condición de tal” será reprimido con una pena
privativa de libertad no menor de veinte años”. Así lo establece la Ley 30819. La
norma modifica el artículo 108-B del Código Penal, que castiga el feminicidio. El
108 se refiere al homicidio calificado, el asesinato. El asesinato merece en nuestro
código una pena no menor de 15 años. Se establece para el que mata a otro por
ferocidad, codicia, lucro o placer; para facilitar otro delito; si lo hace con gran
crueldad o alevosía; si lo comete con fuego, por explosión u otro medio que ponga
en riesgo a otros.

Veinte años por matar a una mujer “por su condición de tal” es muy poco,
realmente. Quince años por matar a un ser humano “por su condición de tal” es,
claramente, inequitativo. Tenían que subirse las penas, sin embargo, considerando,
en primer lugar, el daño a lo que hay de común en una mujer o en un hombre: el ser
humano.

La inequidad de nuestro código se hace evidente cuando debemos enfrentar a una


persona que mata a una mujer, pero no en su condición de tal. Un sujeto que
asesinara a una mujer porque esta simplemente lo empujó no podría ser juzgado por
feminicidio. Podría recibir una pena de apenas 15 años. Lo mismo sucedería si la
víctima de ese desprecio por la vida fuera un hombre, o incluso un niño.

Matar a un ser humano debe tener una pena severa, muy alta. Y la debe tener por
tratarse del arrebatamiento de la vida. La pena por feminicidio pretende sancionar
con mayor severidad un delito que se comete cada vez con mayor frecuencia. Esta
buena intención, sin embargo, colisiona con la necesidad de proteger de manera
igual los iguales derechos de los ciudadanos. No somos más o menos por tener una
condición determinada.

Si aceptamos ese principio de diferenciación, mañana tendremos que incluir


castigos distintos para los que atentan contra miembros de las distintas
comunidades de preferencia sexual. Tendríamos que tener una pena especial para el
que mata, por ejemplo, a un homosexual “por su condición de tal” o al que asesina a
un transexual “por su condición de tal”.

La Constitución empieza diciendo que la defensa de la persona humana es el fin


supremo de la sociedad y del Estado. La redundancia tiene el sentido del énfasis, y
no debe quebrarse ese sentido. La ley debe proteger a todos y vindicar a todos en
tanto seres humanos, no en tanto partícipes de una condición o circunstancia
determinada. La Ley 30819 consagra la inequidad de las penas. Rompe, con ello,
varios principios constitucionales. La Constitución reconoce el derecho
fundamental a la vida (art. 2.1), al margen de cualquier condición, porque tenemos
derecho a la igualdad ante la ley (art. 2.2). La vida humana merece ser protegida en
cuanto tal.
III. Violencia familiar:

La violencia familiar son todos los actos de agresión que se producen en el seno de
un hogar, es decir, la violencia ejercida en el terreno de la convivencia familiar, por
parte de uno de los miembros contra otros, contra alguno o contra todos ellos.
Incluye casos de violencia contra la mujer, maltrato infantil o violencia contra el
hombre.[ CITATION Ins \l 3082 ]
La idea de que el varón podría ser víctimas de abuso y violencia doméstica es tan
increíble para la mayoría de las personas, que muchos hombres ni siquiera intentan
divulgar su condición. Si se da a conocer la situación, más de uno lo comenta como
una novedad o con cinismo y burla, tanto por sus pares como por los que investigan
los acontecimientos.  Aún en nuestros días, los mitos y prejuicios prevalecen dentro
de la sociedad. Se siguen adjudicando características y roles que tanto el hombre
como la mujer deben desempeñar dentro de las relaciones de pareja: la mujer es el
“sexo débil” dada a la ternura y la emocionalidad, es vulnerable y necesitada de
amparo y protección.  El hombre es el “sexo fuerte” o el “macho”.

Sin embargo, el hombre también puede ser agredido física, psicológica, emocional,
económica y hasta sexualmente.  Esta problemática que sí existe, aunque no en el
mismo porcentaje alarmante de la víctima mujer, no es nueva, pero en los últimos
años se está haciendo más evidente. Sin embargo, aún no se ha logrado precisar en
su real magnitud y su intervención como fenómeno social ha sido limitada
consciente o inconscientemente, por ribetes culturales, religiosos, políticos,
económicos.  Es, además, desconocida por legisladores y por la sociedad en su
conjunto. La realidad es que, en la práctica, no se le considera como violencia, se
minimiza o se ridiculiza.

Los receptores de las denuncias en las comisarías no están preparados para aceptar
que un hombre también puede ser víctima de violencia; quizás el policía le diga
‘para qué te dejas’. Hay que crear conciencia de que la violencia se da para ambos
lados, pues en el imaginario colectivo existe la idea de que la mujer es el sexo débil
y eso no es así.

Es en el divorcio y en la separación o en hijos fuera del matrimonio, donde se hace


más evidente este fenómeno. Se “usa” al hijo como instrumento de agresión contra
el otro, convirtiéndolo en una de las víctimas de los acontecimientos, pero no al
único dañado, ya que en la privación del rol paternal los hombres se ven
fuertemente perjudicados. Si algún varón se atreve a denunciar, es probable que
retire los cargos pues no cuenta con soporte, ni siquiera de su propia familia, ni
tampoco con redes sociales de apoyo en la comunidad. 

Existe la presunción de que “No existe mayor afecto que el de una madre”, “no hay
cuidados más excepcionales que los de la madre”, “nadie quiere a su hijo tanto
como una madre”, “madre es una sola, padres puede haber muchos”; exaltando el
rol de la mujer como madre, a pesar de que en algunos casos no hay concordancia
con esta concepción; asimismo, se menosprecia y se limita el rol del hombre como
padre, al considerarlo solo como un simple proveedor.  Sin tomar en cuenta los
sentimientos del hombre y el amor y la dedicación que el padre pueda darle a los
hijos.

Es de suma importancia, el interés de educadores, legisladores y autoridades para el


respeto de los derechos de todos por igual y se imponga en la sociedad una cultura
de paz y la solución armónica y constructiva de los conflictos familiares y sociales.

IV. Conclusiones:

 La ley debe proteger a todos y vindicar a todos en tanto seres humanos, no


en tanto partícipes de una condición o circunstancia determinada.

 Feminicidio es un grave delito y se sanciona con severidad, pero si la


víctima es el hombre, la mujer se librará de una pena tan severa.

 la violencia familiar hacia el hombre es una situación real y no es exclusiva


de la mujer. Por el contrario, se estigmatiza al hombre violentado como un
tonto, siendo hasta motivo de burla en las comisarías cuando se acercan a
denunciar el hecho.

V. Bibliografía:

Informática, I. N. (s.f.). VIOLENCIA FAMILIAR. Obtenido de INEI:


https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1
339/cap05.pdf
Nieto, C. (07 de 11 de 2018). Empoderamiento Femenino. Obtenido de Psicologia
en positivo: https://www.antonimartinezpsicologo.com/empoderamiento-
femenino

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