Propósito: Demostrar la influencia del médico en la medicalización de la vida.
Objetivos: Analizar el concepto, dimensión y contexto de la medicalización Mostrar la influencia de la industria farmacéutica en la medicalización de la vida Mostrar la especial importancia que adquiere una correcta relación médico- paciente para disminuir la medicalización de la vida.
Desarrollo:
La medicalización se define como el proceso por el cual problemas no
médicos se tratan como problemas médicos, implica asignar una etiqueta de enfermedad a sentimientos, comportamientos o hechos que no son más que elementos que integran la forma de ser de las personas, reacciones normales ante conflictos sociales o personales, o situaciones que forman parte normal del ciclo de la vida, pero que para el individuo resultan no deseables y necesitan “curarlos” acudiendo muchas veces a la automedicación o también a la consulta médica. La salud y la enfermedad son muchas veces construcciones sociales dinámicas vinculadas con la realidad histórica, social y cultural por la que el o los individuos están atravesando. Hoy vivimos en una sociedad consumista, individualista, cómoda y con muy poca tolerancia al sufrimiento y malestar, una sociedad que busca siempre el confort y la resolución inmediata de todo aquello que la aqueja. El avance de la tecnología y de ciencias como la medicina han llegado a crear ideas utópicas de que se puede encontrar una solución a toda enfermedad o malestar, rechazándose la enfermedad , el duelo o la muerte como partes inevitables del ciclo de la vida. La tolerancia al sufrimiento ha disminuido de tal forma que se requiere de la atención sanitaria para situaciones que antes eran aceptadas y resueltas sin recurrir a los profesionales. Medicalizar la vida es convertir un conflicto personal o social en un problema médico que necesita ser abordado por los profesionales de la salud. El proceso de medicalización de la vida está integrado por varios y diversos eslabones: la sociedad, la política, los medios de comunicación, la industria farmacéutica, y también por profesionales como médicos y psicólogos. En una era donde el tiempo vale oro y todo el mundo vive a contrarreloj para el médico resulta mucho más fácil y rápido ante situaciones donde desconoce con exactitud la patología que aqueja a su paciente, indicar pruebas diagnosticas o de laboratorio que resultan inútiles o poco beneficiosas, cae en el pedido masivo de estudios con el fin de realizar un “chequeo general” , encontrado muchas veces resultados que no saben cómo interpretar o que son poco orientativos, otras veces prescriben medicamentos de dudoso beneficio con el solo objetivo de dejar contento al paciente y poder seguir con las demás consultas. Los médicos de hoy no se detienen a evaluar si lo que motiva la consulta es realmente una patología o solo una búsqueda de calma ante cierto malestar no necesariamente patológico, no analizan que situación real llevó al paciente a él, que sentimientos se enmascaran tras esa desesperación o inseguridad. Así como el paciente está acostumbrado a encontrar una solución rápida a sus problemas el médico también se acostumbró a indicar “algo” en cada consulta como parte de esa solución. Algunos afirman que los médicos son necesariamente los principales agentes de la medicalización, por grandes que sean las expectativas de la población ante un medicamente, y aun ante la constante exposición a la publicidad de nuevas formulas farmacéuticas se habla de la mirada o cultura médica como el proceso a través del cual objetos sociales específicos, es decir, categorías de enfermedad, cobran su existencia, amparados en la fascinación por las nuevas tecnologías, e incluso por las nuevas enfermedades. Muy frecuentemente los médicos también son influenciados altamente por la publicidad, los visitadores médicos e industria farmacéutica en general. Se ejerce una excesiva presión sobre el médico que abarca diferentes aspectos: repeticiones insistentes del mensaje publicitario, se recuerda un producto ya conocido desde hace tiempo, la continua aparición de medicamentos novedosos en algunos aspectos sin aportar avances terapéuticos significativos pero que incitan a su prescripción, la gran cantidad de material informativo que se oferta impide un estudio concreto de las ventajas que aporta un medicamento y la decisión de prescribirlo se reduce a la impresión causada. Algunos farmacéuticos (y los distribuidores y mayoristas también) también pueden no solo ser responsables de la medicalización sino también beneficiarios cuando se convierten en asesores personales del usuario y reducen su labor a facilitar y vender cremas para casi todo o a la dispensación de muchos medicamentos sin receta, desarrollando el “arte” del cambio provechoso de los medicamentos. Conclusión: Los profesionales de la salud son los principales agentes capaces de detener la medicalización, ya que tienen la capacidad de determinar qué diagnósticos se establecen y qué actuación terapéutica se realiza como consecuencia. La sociedad, los medios de comunicación, y diferentes agentes pueden fomentar la medicalización, pero son los profesionales quienes finalmente pueden detenerla o continuar llevándola a cabo. El profesional podría contribuir a la erradicación de la medicalización tomándose un tiempo adecuado para realizar la anamnesis, interrogando cuidadosa y minuciosamente para poder determinar si se encuentra ante una patología que puede ser tratada o ante algo que escapa a él. Mejorar la relación médico-paciente demostrando empatía y verdadero interés por ayudar, desarrollando una charla en la que le explica y demuestra con argumentos sólidos (desde la ciencia y también la experiencia) como su consulta no es un tema medico y que no requiere necesariamente un medicamento, causando un efecto inmediato de bienestar en el paciente. Es fundamental el papel de educador que puede llegar a tener el médico en una consulta, es él quien puede cambiar o inducir una forma diferente de ver la vida y como “tratarla”. Es de suma importancia que el médico pueda replantearse cuál es su rol actual en la consulta y cuáles son los diferentes papeles que puede abarcar o cuáles son las expectativas presentes en el paciente. Realizar una introspección y asimilar sus limitaciones y competencias. También es necesario que recuerde los principios de la bioética ( autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia) para evitar caer en las engañosas publicidades de la industria farmacéutica o buscar estar más informado sobre el medicamento para una correcta prescripción. Quizás el médico no pueda detener la medicalización pero si pueda lograr un impacto positivo en algún aspecto del paciente, quizás logra que al menos en un aspecto este pueda encontrar seguridad y calma sin necesidad de medicación o quizás pueda inducirlo a la realización de otras actividades beneficiosas para él, como deporte, meditación o cualquier otra actividad recreativa que ayude a palear las incomodidades del siglo XXI. El médico debería plantarse y plantear al paciente que es lo que realmente se está analizando en la consulta, si es un verdadero problema o no, y si es el médico o el paciente mismo el encargado de solucionarlo o si en realidad no hay nada que solucionar. Síntesis: La medicalización se define como el proceso por el cual problemas no médicos se tratan como problemas médicos, implica asignar una etiqueta de enfermedad a sentimientos, comportamientos o hechos que no son más que elementos que integran el ciclo natural de la vida. De este modo, son tratados por médicos y otros profesionales de la salud, estando estos influenciados por, la publicidad masiva de las industrias farmacéuticas, la aparición o disponibilidad de nuevos tratamientos, el desconocimiento parcial de los efectos de estos y una deficiente relación medico paciente. La sociedad, los medios de comunicación, y diferentes agentes pueden fomentar la medicalización, pero son los profesionales quienes finalmente pueden detenerla o continuar llevándola a cabo. Los profesionales de la salud son los principales agentes capaces de detenerla, ya que tienen la capacidad de determinar qué diagnósticos se establecen y qué actuación terapéutica se realiza como consecuencia.