Está en la página 1de 17

1

MARTÍN DE BRAGA

SOBRE LA CORRECCIÓN
DE LAS SUPERSTICIONES
RÚSTICAS
(574)

Traducción y texto latino

SOBRE LA CORRECCIÓN DE LAS SUPERSTICIONES RÚSTICAS....3

DE CORRECTIONE RUSTICORUM.......................................................10
3

SOBRE LA CORRECCIÓN
DE LAS SUPERSTICIONES RÚSTICAS
Empieza la carta del obispo san Martín al obispo Polemio

1. Recibí la carta de tu santa caridad en la que me dices que te escriba algo, aunque sea a
modo de síntesis, sobre el origen de los ídolos y de sus crímenes, para la instrucción de los rústicos,
que retenidos todavía por la antigua superstición de los paganos, dan un culto de veneración más a
los demonios que a Dios. Pero como es conveniente el ofrecerles ya desde el origen del mundo,
para que lo saboreen, algún elemental conocimiento racional, me fue necesario hacer, de esa selva
ingente de los tiempos y hechos pasados, una breve síntesis para de este modo presentarles a los
rústicos un alimento también con estilo sencillo. Por eso, y con la ayuda de Dios, así ha de ser el
principio de tu predicación.

2. Deseamos, hijos carísimos, instruiros en el nombre del Señor, en algunas cosas, o que
todavía no las oísteis, o que si las habéis oído, las habéis tal vez olvidado. Rogamos, por
consiguiente, a vuestra caridad que escuchéis atentamente lo que se dice para vuestra salvación.
Sobre esta materia se ha escrito mucho en las divinas Escrituras, pero a fin de que conservéis en la
memoria, de entre esas muchas cosas os recomendamos lo poco que sigue.

3. Habiendo creado el Señor en el principio el cielo y la tierra, hizo para aquella morada
celeste creaturas espirituales, esto es, los ángeles que estando en la presencia del mismo lo alabasen.
Y uno de éstos, que primero había sido hecho como arcángel, viéndose en el esplendor de tanta
gloria, no dio el honor debido a Dios su creador, sino que se proclamó semejante a Él, y a causa de
esta soberbia, con otros muchos ángeles, que lo imitaron, fue arrojado de aquella celeste morada a
este aire que está debajo del cielo. Y aquel que primeramente había sido arcángel, perdida la luz de
la gloria, se convirtió en el diablo tenebroso y horrible.
Igualmente aquellos otros ángeles que estuvieron de acuerdo con él, juntamente con él fueron
lanzados del cielo, y perdiendo su esplendor, se convirtieron en demonios. Los otros ángeles
restantes que se sometieron a Dios perseveraron en la gloria de su caridad en la presencia del Señor,
y se llamaron ángeles santos. En efecto, aquellos ángeles que juntamente con Satanás, su príncipe,
fueron arrojados a causa de su soberbia, se llaman ángeles apóstatas y demonios.

4. Después de esta caída de los ángeles fue del agrado de Dios formar al hombre del barro de
la tierra, a quien puso en el paraíso, diciéndole que si observaba el precepto del Señor, pasaría sin
muerte para aquel lugar celestial, de donde cayeron los ángeles apóstatas; pero que si quebrantaba
las órdenes del Señor, moriría. Viendo, pues, el diablo que el hombre había sido creado para
sucederle a él en el reino de Dios, en aquel lugar precisamente del que él había caído, movido por la
envidia persuadió al hombre que violase los mandatos del Señor. Y por este pecado fue arrojado el
hombre del paraíso al destierro de este mundo, en donde tendría que padecer muchos trabajos y
dolores.

5. El primer hombre fue llamado Adán, y su mujer, que el Señor creó de la carne del mismo
hombre, se llamó Eva. De estas dos personas descienden todos los hombres; los cuales, olvidándose
de su Dios y Creador, y cometiendo muchos crímenes, provocaron a Dios a la ira. Por eso envió el
Señor un diluvio con el que hizo perecer a todos, a excepción de un justo por nombre Noé, al que
reservó, juntamente con sus hijos, para la reparación del género humano. Desde el primer hombre
4

Adán hasta el diluvio pasaron dos mil doscientos cuarenta y dos años.

6. Después del diluvio se propagó otra vez el género humano por medio de los tres hijos de
Noé, que habían sido reservados con sus mujeres. Y cuando empezó la muchedumbre reproducida a
llenar el mundo, olvidándose otra vez los hombres del Señor que había creado el mundo, empezaron
a dar culto a las criaturas, despreciando al Creador. Unos adoraban al sol, a la luna o a las estrellas;
unos al fuego, otros al agua del profundo, o a las fuentes de las aguas, creyendo que todas estas
cosas no habían sido hechas por Dios para uso de los hombres, sino que habían nacido de sí
mismas.

7. Entonces el diablo, o los demonios sus ministros, que fueron arrojados del cielo, viendo a
los hombres que por ignorancia despreciaron a su Creador, empezaron a servirlo por medio de las
criaturas. Y empezaron a manifestarse en diversas figuras, a hablar con ellos y pedirles que les
ofreciesen sacrificios en los montes altos y en los bosques frondosos, y a honrarlos como a Dios,
poniéndoles los nombres de hombres malhechores, que habían llevado una vida de toda clase de
crímenes y de maldades.
Y de este modo a uno le denominaron Júpiter, que era un mago y que estaba tan cargado con
tantos adulterios, que tuvo por esposa a su propia hermana llamada Juno, marchitó a Minerva y a
Venus su propia hija; e igualmente deshonró con incestos a sus nietos y a toda su parentela. Otro
demonio se llamó Marte, diseminador de litigios y de discordias. Otro demonio, por fin, quiso
llamarse Mercurio, que fue el inventor doloso de toda clase de robos y fraudes. A éste los hombres
avaros le ofrecían en sacrificio, como al Dios del lucro, montones de piedras, que lanzaban al pasar
por encrucijadas de los caminos. A otro demonio le aplicaron también el nombre de Saturno, el cual,
viven en una total crueldad, devoraba a sus propios hijos apenas nacían. Se fingió también otro
demonio con el nombre de Venus, que fue una mujer meretriz, la cual se prostituyó no sólo con
otros innumerables, sino también con Júpiter, su padre, y con su hermano Marte.

8. He aquí cuales fueron en aquel tiempo estos hombres depravados los cuales, a causa de sus
pésimas invenciones, dan culto los rústicos ignorantes Los demonios se apropiaron sus nombres,
como nombres de dioses, a fin honrarles como a tales, ofrecerles sacrificios, e imitar sus acciones,
cuyos nombres invocaban.
Los demonios les persuadieron también a que les edificasen templos, que colocasen en ellos
imágenes o estatuas de hombres facinerosos, y les levantasen altares en los cuales no sólo
derramasen sangre de animales sino también de hombres. Además de todas estas cosas, muchos de
estos demonios, que fueron expulsados del cielo, presiden o en el mar, o en los ríos, o en las
fuentes, o en bosques, a los cuales los hombres igualmente ignorantes que no conocen a Dios los
honran como a Dios y les ofrecen sacrificios.
En el mar lo llaman Neptuno, en los ríos, Lamias; en las fuentes, Ninfas en los bosques,
Dianas; todas estas cosas no son más que demonios malignos y espíritus malos que pervierten a los
hombres infieles que no saben protegerse con el signo de la cruz. Sin embargo, no pervierten sin
permiso de Dios, porque estos tales tienen a Dios airado contra ellos, y no creen de todo corazón en
la fe de Cristo, al bien, viven con tal ambigüedad hasta el punto de poner a cada día los mismos
nombres de los demonios, y por eso denominan el día de Marte, y de Mercurio y de Júpiter, y de
Venus, y de Saturno, los cuales no hicieron ningún día, que fueron hombres pésimos y malvados
entre la gente de los griegos.

9. Pero cuando el Dios omnipotente hizo el cielo y la tierra, creó también la luz, la cual
mediante la distinción de las obras de Dios tuvo siete veces su rotación. En efecto, en primer lugar
hizo Dios la luz, a la que llamó día. En segundo lugar hizo el firmamento del cielo. En tercer lugar
la tierra separada del mar. En cuarto lugar fueron formados el sol, la luna y las estrellas. En quinto
5

lugar los animales cuadrúpedos y los volátiles. En sexto lugar fue formado de barro el hombre. En
el día séptimo terminó todo el universo y su ornamentación, y lo llamó Dios el descanso. Y a la que
fue la primera entre las obras de Dios, teniendo siete veces su rotación, por la distinción de las
buenas obras, se llamó semana.

10. ¿No es, por tanto, una locura que el hombre bautizado en la fe de Cristo no honre el día
del domingo, en el que Cristo resucitó, y diga que honra el de Júpiter, y de Mercurio, y de Venus, y
de Saturno, los cuales no tienen ningún día, sino que fueron unos adúlteros, y perversos, e inicuos y
desgraciadamente muertos en su Provincia? Pero, como ya dijimos, debajo de la apariencia de estos
nombres, los hombres necios le prestan veneración y honor a los demonios. Igualmente se introdujo
entre los ignorantes y rústicos aquel otro error por el que piensan que el principio del año son las
calendas de enero, lo cual es falsísimo.
En efecto, como dice la Santa Escritura, en el mismo punto de equinoccio fue el principio del
primer año. Y por eso se lee así: «y dividió Dios entre la luz y las tinieblas». Ahora bien, en toda
división recta hay igualdad, como sucede en los veinticinco de marzo, en el que tanto espacio de
horas tiene el día como la noche. Por eso es falso que el principio del año sean las calendas de
enero.

11. ¿Y con qué pena se debe hablar de aquel estúpido error de guardar los días de las polillas
y de los ratones, y si es lícito hablar de que un hombre cristiano venere en lugar de Dios a los
ratones y a las polillas? Porque a estos animales, si no les aleja o el pan o la ropa cerrando bien o el
armario o el arca, no perdonan cosa alguna de la que encuentren. Sin motivo alguno se engaña el
hombre miserable con estas patrañas, como si porque al principio del año está alegre y saturado de
todo, así le va a suceder durante todo el año. Todas éstas son observancias paganas, han sido
buscadas por imaginación de los demonios. Pero ay de aquel hombre que no tiene propicio a Dios, y
que no tiene como dada por Él la abundancia del pan y la seguridad de la vida. He aquí que vosotros
realizáis oculta o públicamente estas vanas supersticiones, y nunca os apartáis de estos sacrificios
de los demonios.
¿Y por qué no os conceden el que estéis siempre saturados, seguros y alegres? ¿Por qué
cuando Dios se enfada, vuestros sacrificios vanos no os defienden de la langosta, del ratón y de
muchas otras tribulaciones que Dios enfadado os envía?

12. ¿No veis clarísimamente que os engañan los demonios en estas vuestras observancias, que
vanamente realizáis, y que os lleváis un chasco en los agüeros que tan frecuentemente atendéis?
Porque, como dice el sapientísimo Salomón: «la adivinación y los agüeros son vanos» (Ecco 34,5).
Y cuanto el hombre más las teme, tanto más engañado está su corazón: «no les des tu corazón,
porque a muchos ha servido de tropiezo» (Ecco 34,6-7).
He aquí lo que dice la Santa Escritura, y así es ciertísimamente, porque tanto tiempo inculcan
los demonios a los infelices hombres el canto a las aves, hasta que por estas cosas frívolas y vanas
pierden la fe de Cristo, y encuentran en su muerte el fin de los réprobos.
Dios no mandó conocer las cosas futuras, sino que viviendo siempre en el temor de Dios,
esperasen en Él el gobierno y el auxilio de su vida. Es propio de solo Dios el conocer los
acontecimientos antes de que sucedan; sin embargo, los demonios engañan a los hombres vanos con
diversos argumentos hasta conducirlos a la ofensa de Dios, y hasta arrastrar consigo a las almas al
infierno, como por envidia hicieron desde su principio, a fin de que el hombre no entrase en el reino
de los cielos, de donde ellos habían sido arrojados.

13. Por esta causa, viendo Dios a los hombres miserables engañados de este modo por el
diablo y por sus ángeles malos, y que olvidándose de su Creador, adoraban a los demonios en lugar
de Dios, envió a su Hijo, es c su Sabiduría y su Verbo, con el fin de reconducirlos al culto del
6

verdadero y alejarlos del error del diablo. Y precisamente porque la divinidad del Hijo de Dios no
podía ser visto los hombres, tomó carne humana en el vientre de la Virgen María, carne que fue
concebida, no de la unión con un hombre, sino por el Espíritu Santo.
Nacido, por consiguiente, el Hijo de Dios en carne humana, pero que d estaba oculto el Dios
invisible, y en el exterior el hombre visible, predicó hombres: predicó a los hombres, enseñándoles
a que dejados los ídolos malas obras, saliese del poder del diablo y volviese al culto de su Creador.
Después de haber enseñado, quiso morir por el género humano. Padeció voluntariamente la muerte,
no obligado; fue crucificado por los judíos siendo Juez Poncio Pilato, que había nacido en la
Provincia de Ponto y que en tiempo era gobernador de la provincia de Siria. Bajado de la cruz, fue
colocado en el sepulcro.
Al tercer día resucitó vivo de entre los muertos, conversó por espacio cuarenta días con sus
doce discípulos, y para demostrar que resucitó su verdadera carne, comió después de la resurrección
delante de sus discípulos. Pasados los cuarenta días, mandó a sus discípulos que anunciasen a las
gentes la resurrección del Hijo de Dios, y que los bautizasen en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo para el perdón de los pecados, les enseñasen, además, que los que hubiesen sido
bautizados se apartas las malas obras, esto es, de los ídolos, de los homicidios, de los robo perjurio,
de la fornicación, y que aquello que no quieren para sí no se lo hagan tampoco a los demás. Y
después de haberles mandado estas cosas, viéndolo los mismos discípulos, subió al cielo, y allí está
sentado a la derecha del Padre, y al fin de este mundo ha de venir con esa misma carne con la que
subió al cielo.

14. Cuando llegue el fin de este mundo, todas las gentes y todo hombre que tiene su origen en
los primeros hombres, es decir, en Adán y en resucitarán sean buenos o sean malos. Todos han de
venir ante el juicio de Cristo, y entonces los que fueron fieles y buenos en su vida quedarán
separados de los malos y entrarán en el reino de Dios con los ángeles santos. Sus almas juntamente
con sus cuerpos permanecerán en el descanso e nunca más morirán, y allí ya no habrá ni trabajo
alguno ni dolor; tampoco tristeza, ni hambre, o sed, ni calor o frío, ni tinieblas o noche, sino que e
siempre alegres, saturados, en la luz, en la gloria, serán semejantes a los ángeles de Dios, porque ya
han merecido entrar en aquel lugar de donde cayó el juntamente con aquellos ángeles que le
siguieron.
Allí, por consiguiente, todos los que fueron fieles a Dios permanecerá siempre. En cambio,
aquellos que no creyeron, o que no fueron bautiza que ciertamente sí fueron bautizados después de
este su bautismo volvieron de nuevo a los ídolos y homicidios, o a los perjurios y a otros males y
murieron sin penitencia, todos los que así fueren hallados se condenarán con el di con todos los
demonios a los que dieron culto y cuyas obras hicieron. Estos serán enviados junto con sus cuerpos
al fuego eterno del infierno, en donde aquel fuego inextinguible durará para siempre, y esa carne
recuperada en la resurrección gimiendo en eterno tormento desea morir otra vez para no sentir los
tormentos. Pero no se le permitirá morir para que sufra los tormentos eternos.
Esto es lo que dice la ley, esto es lo que dicen los profetas, esto es lo que dice el evangelio de
Cristo, lo que dice el Apóstol y lo que testifica toda la Santa Escritura, de la que os hemos hecho un
sencillo resumen. Es preciso, pues, hijos carísimos, que de aquí en adelante os recordéis de todo
cuanto os he dicho, y que obrando el bien esperéis el futuro descanso en el reino de Dios, o (lo que
esté lejos de vosotros) obrando el mal esperéis el fuego perpetuo en el infierno. Por consiguiente, la
vida eterna y la muerte eterna está puesta en el arbitrio del hombre. Lo que cada uno escoja para sí,
eso es lo que tendrá.

15. Vosotros, pues, creyendo que llegásteis al bautismo de Cristo en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, considerad el pacto que habéis hecho con Dios en el mismo bautismo.
En efecto, cuando cada uno de vosotros dísteis en la fuente vuestro nombre, por ejemplo, o
Pedro, o Juan, o cualquier otro nombre, así fuisteis preguntado por el sacerdote: ¿Cómo te van a
7

llamar? Tú respondiste, si ya podías contestar, o si no ciertamente el que lo testificaba en tu nombre,


el que era tu padrino, y dijo, por ejemplo: se llamará Juan. El sacerdote preguntó de nuevo: Juan,
renuncias al diablo y a sus ángeles, a sus cultos y a sus ídolos, a sus frutos y fraudes, a sus
fornicaciones y a sus impurezas, y a todas sus obras malas. Y respondiste: renuncio. Después de
esta renuncia al diablo fuiste interrogado de nuevo por el sacerdote: ¿Crees en Dios Padre
Omnipotente? Y respondiste: creo.
¿Y en Jesucristo, su Hijo único, Dios y Señor nuestro, que nació del Espíritu Santo y de la
Virgen María, padeció en tiempo de Poncio Pilato, crucificado y sepultado, bajó a los infiernos, al
tercer día resucitó vivo de los muertos, subió a los cielos, que está sentado a la derecha del Padre, y
que desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿Crees?, y respondiste: creo.
Y de nuevo fuiste interrogado: ¿Crees en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en el
perdón de todos los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? Y respondiste: creo.
Considerad, por tanto, cuál es el pacto que habéis hecho con Dios en el bautismo. Prometísteis
que vosotros renunciábais al diablo y a sus ángeles, y a todas sus obras malas, y al mismo tiempo
habéis hecho una profesión de fe que vosotros creíais en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo,
y que vosotros esperábais también, al terminar el mundo, en la resurrección de la carne y en la vida
eterna.

16. He aquí cuál es vuestra garantía y vuestra confesión con la que os habéis ligado para con
Dios. ¿Y cómo es que algunos de vosotros, que habéis renunciado al diablo y a sus ángeles, a sus
cultos, y a sus malas obras, ahora volváis de nuevo a los cultos del diablo?
Porque encender velas junto a las piedras y a los árboles y a las fuentes y en las encrucijadas,
¿qué otra cosa es sino culto al diablo? Observar la adivinación y los agüeros, así como los días de
los ídolos, ¿qué otra cosa es sino el culto del diablo?
Observar las vulcanales y las calendas, adornar las mesas, poner coronas de laurel, observar el
pie, derramar en el fogón sobre la leña alimentos y vino, echar pan en la fuente, ¿qué otra cosa es
sino culto del diablo? El que las mujeres nombren a Minerva al urdir sus telas, observar en las
nupcias el día de Venus, y atender en qué día se hace el viaje, ¿qué otra cosa es sino el culto del
diablo?
Hechizar hierbas para los maleficios, e invocar los nombres de los demonios con hechizos,
¿qué otra cosa es sino el culto del diablo? Y otras muchas cosas que es largo el decirlas.
He aquí que, después de haber renunciado al diablo, hacéis todas estas cosas después del
bautismo, y volviendo al culto de los demonios y a las malas obras de los ídolos, faltásteis a vuestra
palabra, y habéis quebrantado el pacto que hicisteis con Dios.
Alejasteis de vosotros la señal de la cruz, que recibisteis en el bautismo, y estáis atentos a
otras señales del diablo por medio de las avecillas, estornudos y otras muchas cosas.
¿Por qué no me va a hacer mal a mí y a cualquier otro cristiano recto el agüero? Porque donde
ha precedido la señal de la cruz, nada es señal del diablo. ¿Y por qué os hace mal a vosotros?
Porque despreciáis la señal de la cruz, y teméis aquello que vosotros mismos habéis imaginado
como señal.
Del mismo modo rechazáis el santo encantamiento, esto es, el símbolo que recibisteis en el
bautismo, que es: «creo en Dios Padre Omnipotente»; la oración dominical, esto es, «Padre nuestro
que estás en los cielos», y conserváis los encantamientos diabólicos y los versos.
Por eso todo aquello que. despreciando la señal de la cruz de Cristo, y mira a otras señales,
perdió la señal de la cruz que recibió en el bautismo.
Igualmente, el que guarda otros encantamientos inventados por magos y maléficos, perdió el
encantamiento del símbolo santo y de la oración dominical que recibió en la fe de Cristo, pisoteó la
fe de Cristo, porque no puede dar culto juntamente a Dios y al diablo.

17. Por eso, amadísimos hijos, si habéis conocido todas estas cosas que hemos dicho, y si
8

alguien reconoce haber cometido estas cosas después del bautismo, y que apostató de la fe de
Cristo, no desespere de sí y no diga en su corazón: «porque yo he cometido tantos males después
del bautismo, tal vez Dios no perdone mis pecados». No quieras dudar de la misericordia de Dios.
Haz de nuevo en tu corazón un pacto con Dios, y en lo sucesivo ya no quieras entregarte al culto de
los demonios; no adores otra cosa que no sea Dios; no has de cometer el homicidio, ni el adulterio o
la fornicación; no cometas el hurto ni perjures.
Y cuando hayas cometido todo esto a Dios en tu corazón, y no hayas vuelto a cometer otra
vez estos pecados, espera con confianza el perdón de Dios, porque así dice el Señor en la Escritura
profética: «en cualquier día que el malvado se olvide de sus iniquidades y obre la justicia, yo
también me olvidaré de todas sus iniquidades» (Ez 18,21-22).
Dios espera, por consiguiente, el arrepentimiento del pecador. Aquélla es la verdadera
penitencia, cuando el hombre ya no vuelve a cometer los males que hizo, sino que pida perdón de
los pecados pasados, tome precaución de cara al futuro, para no volver de nuevo a los mismos
pecados; sino que por el contrario realice las obras buenas, de tal manera que dé limosna al pobre
que tiene hambre, rehaga al huésped extenuado, y que todo aquello que quiere que otros le hagan a
él, que esto mismo haga él con los otros, y que lo que él no quiere que le hagan, que tampoco él lo
haga a los demás, porque en esta palabra se resumen los mandatos del Señor.

18. Os rogamos, por tanto, hermanos e hijos queridísimos, que estos preceptos que Dios se ha
dignado daros por medio de nosotros humildes y pequeños, los retengáis en la memoria, y penséis
cómo salvéis vuestras almas, de tal modo que no sólo os ocupéis de esta vida presente y de la
utilidad pasajera de este mundo, sino que penséis más en el símbolo que vosotros prometísteis creer,
esto es, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Por consiguiente, si creísteis y creéis que existe la resurrección de la carne y la vida eterna en
el reino de los cielos entre los ángeles de Dios, como ya os dije anteriormente, pensad mucho en
estas cosas y no siempre en la miseria de este mundo.
Preparad vuestro camino por medio de las buenas obras. Reuníos con frecuencia en la iglesia
o en el lugar de los santos para orar a Dios. No queráis despreciar el día del Señor, que por eso se
llama del Señor, porque el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo. resucitó en ese día de entre los
muertos, sino que debéis honrarlo con reverencia.
No realizaréis en el día de domingo obras serviles, esto es, en el campo, en el prado, en la viña
y otras cosas pesadas, exceptuadas aquellas cosas que son necesarias para la refección del cuerpo,
como es el cocer el alimento y lo necesario para emprender un viaje largo.
Es lícito hacer un viaje en domingo a lugares cercanos, pero no para realizar acciones malas,
sino más bien buenas, esto es, ir a un lugar santo, o a visitar a un hermano o a un amigo, o consolar
a un enfermo, o a llevar un consejo al que se encuentra en la tribulación, o una ayuda en favor de
una causa buena. Así es como debe celebrar el domingo el hombre cristiano.
Es bastante inicuo y vergonzoso que aquellos que son paganos y desconocen la fe cristiana,
dando culto a los ídolos de los demonios, que veneren el día de Júpiter o de cualquier otro demonio
y que se abstengan del trabajo, siendo así que los demonios ni han creado ni tienen ciertamente
ningún día.
Y nosotros, que adoramos al verdadero Dios, y que creemos que el Hijo de Dios resucitó de
entre los muertos, no veneramos el día de su resurrección, es decir, el domingo. No queráis, pues,
hacer una injuria a la resurrección del Señor sino honradla y veneradla con reverencia por la
esperanza que nosotros tenemos en ella. Porque así como aquel Señor nuestro Jesucristo, Hijo de
Dios, que es nuestra cabeza, resucitó al tercer día de entre los muertos, así también nosotros, que
somos sus miembros, esperamos resucitar al fin del mundo en nuestra carne, a fin de que cada uno
reciba o el descanso eterno o el castigo eterno, de acurdo con lo que obró con su cuerpo en este
mundo.
9

19. He aquí que nosotros que hablamos ahora bajo el testimonio de Dios y de los santos
ángeles que nos escuchan, hemos cumplido nuestra deuda con vuestra caridad, y os hemos prestado
el dinero del Señor, cuyo precepto tenemos. Pertenece ahora a vosotros el pensar y el procurar cómo
cada uno de nosotros presente con intereses lo que recibió cuando venga el Señor el día del juicio.
Rogamos, por tanto, a la clemencia del mismo Señor que os guarde a vosotros de todo mal, y
os haga dignos compañeros de sus santos ángeles en su reino, concediendonoslo él mismo que vive
y reina por los siglos de los siglos. Amén.
10

DE CORRECTIONE RUSTICORUM
Martinus Bracarensis
Domino beatissimo ac mihi desiderantissimo in Christo fratri Polemio episcopo Martinus episcopus.

1. Epistolam tuae sanctae caritatis accepi, in qua scribis ad me ut pro castigatione rusticorum,
qui adhuc pristina paganorum superstitione detenti cultum venerationis plus daemoniis quam deo
persolvunt, aliqua de origine idolorum et sceleribus ipsorum vel pauca de multis ad te scripta
dirigerem. Sed quia oportet ab initio mundi vel modicam illis rationis notitiam quasi pro gustu
porrigere, necesse me fuit ingentem praeteritorum temporum gestorumque silvam breviato tenuis
compendii sermone contingere et cibum rusticis rustico sermone condire. Ita ergo, opitulante tibi
deo, erit tuae praedicationis exordium:

2. Desideramus, filii karissimi, adnuntiare vobis in nomine domini quae aut minime audistis
aut audita fortasse oblivioni dedistis. Petimus ergo caritatem vestram ut, quae pro salute vestra
dicuntur, adtentius audiatis. Longus quidem per divinas scripturas ordo dirigitur, sed ut vel
aliquantulum in memoriam teneatis, pauca vobis de pluribus commendamus.

3. Cum fecisset in principio deus caelum et terram, in illa caelesti habitatione fecit spiritales
creaturas, id est angelos, qui in conspectu ipsius adstantes laudarent illum. Ex quibus unus, qui
primus omnium archangelus fuerat factus, videns se in tanta gloria praefulgentem, non dedit
honorem deo creatori suo, sed similem se illi dixit; et pro hac superbia cum aliis plurimis angelis
qui illi consenserunt de illa caelesti sede in aere isto qui est sub caelo deiectus est; et ille, qui fuerat
prius archangelus, perdita luce gloriae suae, factus est tenebrosus et horribilis diabolus. Similiter et
illi alii angeli qui consentientes illi fuerant cum ipso de caelo proiecti sunt et, perdito splendore suo,
facti sunt daemones. Reliqui autem angeli qui subditi fuerunt deo in suae claritatis gloria in
conspectu domini perseverant; et ipsi dicuntur angeli sancti. Nam illi qui cum principe suo Satan
pro superbia sua iactati sunt angeli refugae et daemonia appellantur.

4. Post istam ruinam angelicam placuit deo de limo terrae hominem plasmare, quem posuit in
paradiso; et dixit ei ut, si praeceptum domini servasset, in loco illo caelesti sine morte succederet,
unde angeli illi refugae ceciderunt, si autem praeterisset dei praeceptum, morte moreretur. Videns
ergo diabolus quia propterea factus fuerat homo, ut in loco ipsius, unde ipse cecidit, in regno dei
succederet, invidia ductus suasit homini ut mandata dei transcenderet. Pro qua offensa iactatus est
homo de paradiso in exilio mundi istius, ubi multos labores et dolores pateretur.

5. Fuit autem primus homo dictus Adam, et mulier eius quam de ipsius carne deus creavit
dicta est Eva. Ex istis duobus hominibus omne genus hominum propagatum est. Qui, obliti
creatorem suum deum multa scelera facientes, inritaverunt deum ad iracundiam. Pro qua re inmisit
deus diluvium et perdidit omnes, excepto uno iusto, nomine Noe, quem cum suis filiis pro
reparando humano genere reservavit. A primo ergo homine Adam usque ad diluvium transierunt
anni duo milia ducenti quadraginta duo.

6. Post diluvium iterum recuperatum est genus humanum per tres filios Noe, reservatos cum
uxoribus suis. Et cum coepisset multitudo subcrescens mundum implere, obliviscentes iterum
homines creatorem mundi deum, coeperunt, dimisso creatore, colere creaturas. Alii adorabant
solem, alii lunam vel stellas, alii ignem, alii aquam profundam vel fontes aquarum, credentes haec
omnia non a deo esse facta ad usum hominum, sed ipsa ex se orta deos esse.
11

7. Tunc diabolus vel ministri ipsius, daemones, qui de caelo deiecti sunt, videntes ignaros
homines dimisso Deo creatore suo, per creaturas errare, coeperunt se illis in diversas formas
ostendere et loqui cum eis et expetere ab eis, ut in excelsis montibus et in silvis frondosis sacrificia
sibi offerrent et ipsos colerent pro deo, imponentes sibi vocabula sceleratorum hominum, qui in
omnibus criminibus et sceleribus suam egerant vitam, ut alius Iovem se esse diceret, qui fuerat
magus et in tantis adulteriis incestus ut sororem suam haberet uxorem, quae dicta est Iuno,
Minervam et Venerem filias suas corruperit, neptes quoque et omnem parentelam suam turpiter
incestaverit. Alius autem daemon Martem se nominavit, qui fuit litigiorum et discordiae commissor.
Alius deinde daemon Mercurium se appellare voluit, qui fuit omnis furti et fraudis dolosus inventor;
cui homines cupidi quasi deo lucri, in quadriviis transeuntes, iactatis lapidibus acervos petrarum pro
sacrificio reddunt. Alius quoque daemon Saturni sibi nomen adscripsit, qui, in omni crudelitate
vivens, etiam nascentes suos filios devorabat. Alius etiam daemon Venerem se esse confinxit, quae
fuit mulier meretrix. Non solum cum innumerabilibus adulteris, sed etiam cum patre suo Iove et
cum fratre suo Marte meretricata est.

8. Ecce quales fuerunt illo tempore isti perditi homines, quos ignorantes rustici per
adinventiones suas pessime honorabant, quorum vocabula ideo sibi daemones adposuerunt, ut ipsos
quasi deos colerent et sacrificia illis offerrent et ipsorum facta imitarentur, quorum nomina
invocabant. Suaserunt etiam illis daemones ut templa illis facerent et imagines vel statuas
sceleratorum hominum ibi ponerent et aras illis constituerent, in quibus non solum animalium sed
etiam hominum sanguinem illis funderent. Praeter haec autem multi daemones ex illis qui de caelo
expulsi sunt aut in mare aut in fluminibus aut in fontibus aut in silvis praesident, quos similiter
homines ignorantes deum quasi deos colunt et sacrificant illis. Et in mare quidem Neptunum
appellant, in fluminibus Lamias, in fontibus Nymphas, in silvis Dianas, quae omnia maligni
daemones et spiritus nequam sunt, qui homines infideles, qui signaculo crucis nesciunt se munire,
nocent et vexant. Non tamen sine permissione dei nocent, quia deum habent iratum et non ex toto
corde in fide Christi credunt, sed sunt dubii in tantum ut nomina ipsa daemoniorum in singulos dies
nominent, et appellent diem Martis et Mercurii et Iovis et Veneris et Saturni, qui nullum diem
fecerunt, sed fuerunt homines pessimi et scelerati in gente Graecorum.

9. Deus autem omnipotens, quando caelum et terram fecit, ipse tunc creavit lucem, quae per
distinctionem operum dei septies revoluta est. Nam primo deus lucem fecit, quae appellata est dies;
secundo firmamentum caeli factum est; tertio terra a mare divisa est; quarto sol et luna et stellae
factae sunt; quinto quadrupedia et volatilia et natatilia; sexto homo plasmatus est; septimo autem
die, completo omni mundo et ornamento ipsius, requiem deus appellavit. Una ergo lux, quae prima
in operibus dei facta est, per distinctionem operum dei septies revoluta, septimana est appellata.
Qualis ergo amentia est ut homo baptizatus in fide Christi diem dominicum, in quo Christus
resurrexit, non colat et dicat se diem Iovis colere et Mercurii et Veneris et Saturni, qui nullum diem
habent, sed fuerunt adulteri et magi et iniqui et male mortui in provincia sua! Sed, sicut diximus,
sub specie nominum istorum ab hominibus stultis veneratio et honor daemonibus exhibetur.

10. Similiter et ille error ignorantibus et rusticis subrepit, ut Kalendas Ianuarias putent anni
esse initium, quod omnino falsissimum est. Nam, sicut scriptura sancta dicit, VIII Kal. Aprilis in
ipso aequinoctio initium primi anni est factum. Nam sic legitur: et divisit deus inter lucem et
tenebras. Omnis autem recta divisio aequalitatem habet, sicut et in VIII Kal. Aprilis tantum spatium
horarum dies habet quantum et nox. Et ideo falsum est ut Ianuariae Kalendae initium anni sint.

11. Iam quid de illo stultissimo errore cum dolore dicendum est, quia dies tinearum et murium
observant et, si dici fas est, homo Christianus pro deo mures et tineas veneratur? Quibus si per
tutelam cupelli aut arculae non subducatur aut panis aut pannus, nullo modo pro feriis sibi exhibitis,
12

quod invenerint, parcent. Sine causa autem sibi miser homo istas praefigurationes ipse facit, ut,
quasi sicut in introitu anni satur est et laetus ex omnibus, ita illi et in toto anno contingat.
Observationes istae omnes paganorum sunt per adinventiones daemonum exquisitae. Sed vae illi
homini qui deum non habuerit propitium et ab ipso saturitatem panis et securitatem vitae non
habuerit datam! Ecce istas superstitiones vanas aut occulte aut palam facitis, et numquam cessatis
ab istis sacrificiis daemonum. Et quare vobis non praestant tu semper saturi sitis et securi et laeti?
Quare, quando deus iratus fuerit, non vos defendunt sacrificia vana de locusta, de mure, et de multis
aliis tribulationibus, quas vobis deus iratus immittit?

12. Non intellegitis aperte quia mentiuntur vobis daemones in istis observationibus vestris
quas vane tenetis, et in auguriis quae adtenditis frequentius vos inludunt? Nam sicut dicit
sapientissimus Salomon: divinationes et auguria vana sunt; et quantum timuerit homo in illis,
tantum magis fallitur cor eius. Ne dederis in illis cor tuum, quoniam multos scandalizaverunt. Ecce
hoc scriptura sancta dicit, et certissime sic est, quia tamdiu infelices homines per avium voces
daemonia suadunt, donec per res frivolas et vanas et fidem Christi perdant, et ipsi in interitum
mortis suae de improviso incurrant. Non iussit deus hominem futura cognoscere, sed ut, semper in
timore illius vivens, ab ipso gubernationem et auxilium vitae suae expeteret. Solius dei est
antequam aliquid fiat scire, homines autem vanos daemones diversis argumentis inludunt, donec
illos in offensam dei perducant et animas illorum secum pertrahant in infernum, sicut ab initio
fecerunt per invidiam suam, ne homo regnum caelorum intraret, de quo illi deiecti sunt.

13. Pro qua etiam causa, dum vidisset deus miseros homines ita a diabolo et angelis eius malis
inludi ut, obliviscentes creatorem suum, pro deo daemones adorarent, misit filium suum, id est
sapientiam et verbum suum, ut illos ad cultum veri dei de diaboli errore reduceret. Et quia non
poterat divinitas filii dei ab hominibus videri, accepit carnem humanam ex utero Mariae virginis,
non ex coniugio viri, sed ex spiritu sancto conceptam. Natus ergo in humanam carnem filius dei,
intus latens invisibilis deus, foris autem visibilis homo, praedicavit hominibus: docuit illos, relictis
idolis et malis operibus, de potestate diaboli exire et ad cultum creatoris sui reverti. Postquam
docuit, voluit pro humano genere mori. Passus est mortem voluntarie, non invitus; crucifixus est a
Iudaeis sub iudice Pilato Pontio, qui de Ponto provincia natus illo tempore provinciae Syriae
praesidebat; depositus de cruce, positus est in sepulchro; tertia die resurrexit vivus a mortuis, et
diebus quadraginta cum duodecim discipulis suis conversatus est, et, ut veram carnem suam
resurrexisse monstraret, manducavit post resurrectionem ante discipulos suos. Transactis autem
quadraginta diebus, praecepit discipulis suis ut adnuntiarent omnibus gentibus resurrectionem filii
dei, et baptizarent eos in nomine patris et filii et spiritus sancti in remissionem peccatorum, et
docerent illos qui baptizati fuissent recedere a malis operibus, id est ab idolis, ab homicidiis, a
furtis, a periurio, a fornicatione, et quod sibi nollent fieri aliis non facerent. Et postquam haec
praecepit, videntibus ipsis discipulis, ascendit in caelum, et ibi sedet ad dexteram patris, et inde in
fine istius mundi venturus est cum ipsa carne quam secum levavit in caelis.

14. Cum autem finis mundi istius venerit, omnes gentes et omnis homo qui ex illis primis
hominibus, id est ex Adam et Eva, ducit originem omnes resurgent et boni et mali; et omnes ante
iudicium Christi venturi sunt, et tunc qui fuerunt in vita sua fideles et boni separantur a malis et
intrant in regno dei cum angelis sanctis, et erunt animae illorum cum carne sua in requiem
aeternam, numquam amplius morituri, ubi iam nullus illis erit aut labor aut dolor, non tristitia, non
famis aut sitis, non calor aut frigus, non tenebrae aut nox, sed, semper laeti, saturi, in luce, in gloria,
similes erunt angelis dei, quia iam in illo loco meruerunt intrare unde diabolus cum sibi
consentientibus angelis cecidit. Ibi ergo omnes qui fideles deo fuerunt permanent in aeternum. Nam
illi qui increduli fuerunt aut non fuerunt baptizati aut certe, si baptizati fuerint, post baptismum
suum iterum ad idola et homicidia vel adulteria vel ad periuria et ad alia mala reversi sunt et sine
13

poenitentia sunt defuncti, omnes qui tales fuerint inventi damnantur cum diabolo et cum omnibus
daemoniis quos coluerunt et quorum opera fecerunt, et in aeterno igne cum carne sua in inferno
mittuntur, ubi ignis ille inextinguibilis in perpetuum vivit, et caro illa iam de resurrectione recepta in
aeternum cruciatur gemens. Desiderat iterum mori, ut non sentiat poenas, sed non permittitur mori,
ut aeternos perferat cruciatus. Ecce hoc loquitur lex, hoc loquuntur prophetae, haec evangelium
Christi, haec apostolus, haec omnis scriptura sancta testatur; quae vobis modo vel pauca ex multis
simpliciter diximus. Vestrum est dehinc, filii karissimi, ea quae per nos dicta sunt recordare, et aut
bene agendo futuram in regno dei requiem sperare, aut (quod absit!) male agendo futurum in
inferno ignem perpetuum expectare. Nam et vita aeterna et mors aeterna in arbitrio hominis posita
est. Quod sibi elegerit unusquisque, hoc habebit.

15. Vos ergo, fideles, qui in nomine patris et filii et spiritus sancti ad Christi baptismum
accessistis, considerate quale in ipso baptismo pactum cum deo fecistis. Nam cum singuli nomen
vestrum dedistis ad fontes, verbi gratia, aut Petrus aut Iohannes aut quodlibet nomen, sic a sacerdote
interrogati fuistis: «Quomodo diceris?» Respondisti aut tu, si iam poteras respondere, aut certe qui
pro te fidem fecit, qui te de fonte suscepit, et dixit, verbi gratia: «Iohannes dicitur.» Et interrogavit
sacerdos: «Iohannes, abrenuntias diabolo et angelis eius, culturis et idolis eius, furtis et fraudibus
eius, fornicationibus et ebrietatibus eius, et omnibus operibus eius malis?» Et respondisti:
«Abrenuntio.» Post istam abrenuntiationem diaboli iterum interrogatus es a sacerdote: «Credis in
deum patrem omnipotentem?» Respondisti: «Credo.» «Et in Iesum Christum, filium eius unicum,
deum et dominum nostrum, qui natus est de spiritu sancto ex Maria virgine, passus sub Pontio
Pilato, crucifixus et sepultus, descendit ad inferna, tertia die resurrexit vivus a mortuis, ascendit in
caelos, sedet ad dexteram patris, inde venturus iudicare vivos et mortuos? Credis?» Et respondisti:
«Credo.» Et iterum interrogatus es: «Credis in spiritum sanctum, sanctam ecclesiam catholicam,
remissionem omnium peccatorum, carnis resurrectionem, et vitam aeternam?» Et respondisti:
«Credo.» Ecce ergo considerate quale pactum cum deo fecistis in baptismo. Promisistis vos
abrenuntiare diabolo et angelis eius et omnibus operibus eius malis, et confessi estis credere vos in
patrem et filium et spiritum sanctum et sperare vos in fine saeculi carnis resurrectionem et vitam
aeternam.

16. Ecce qualis cautio et confessio vestra apud deum tenetur! Et quomodo aliqui ex vobis, qui
abrenuntiaverunt diabolo et angelis eius et culturis eius et operibus eius malis, modo iterum ad
culturas diaboli revertuntur? Nam ad petras et ad arbores et ad fontes et per trivia cereolos
incendere, quid est aliud nisi cultura diaboli? Divinationes et auguria et dies idolorum observare,
quid est aliud nisi cultura diaboli? Vulcanalia et Kalendas observare, mensas ornare, et lauros
ponere, et pedem observare, et fundere in foco super truncum frugem et vinum, et panem in fontem
mittere, quid est aliud nisi cultura diaboli? Mulieres in tela sua Minervam nominare et Veneris diem
in nuptias observare et quo die in via exeatur adtendere, quid est aliud nisi cultura diaboli? Incantare
herbas ad maleficia et invocare nomina daemonum incantando, quid est aliud nisi cultura diaboli?
Et alia multa quae longum est dicere. Ecce ista omnia post abrenuntiationem diaboli, post
baptismum facitis et, ad culturam daemonum et ad mala idolorum opera redeuntes, fidem vestram
transistis et pactum quod fecistis cum deo disrupistis. Dimisistis signum crucis, quod in baptismum
accepistis, et alia diaboli signa per avicellos et sternutos et per alia multa adtenditis. Quare mihi aut
cuilibet recto Christiano non nocet augurium? Quia, ubi signum crucis praecesserit, nihil est signum
diaboli. Quare vobis nocet? Quia signum crucis contemnitis, et illud timetis quod vobis ipsi in
signum configitis. Similiter dimisistis incantationem sanctam, id est symbolum quod in baptismum
accepistis, quod est Credo in deum patrem omnipotentem, et orationem dominicam, id est Pater
noster qui es in caelis, et tenetis diabolicas incantationes et carmina.
Quicumque ergo, contempto signo crucis Christi, alia signa aspicit, signum crucis, quod in
baptismum accepit, perdidit. Similiter et qui alias incantationes tenet a magis et maleficis
14

adinventas, incantationem sancti symboli et orationis dominicae, quae in fide Christi accepit, amisit
et fidem Christi inculcavit, quia non potest et deus simul et diabolus coli.

17. Si ergo agnovistis, dilectissimi filii, omnia ista quae diximus, si quis se cognoscit post
acceptum baptismum haec fecisse et fidem Christi rupisse, non desperet de se nec dicat in corde
suo: «Quia tanta mala feci post baptismum, fortasse non mihi indulget deus peccata mea.» Noli
dubitare de misericordia dei. Tantum tu fac in corde tuo pactum cum deo, ut iam amplius culturas
daemonum non colas, nec praeter deum caeli aliquid adores, neque homicidium facias, neque
adulterium aut fornicationem, non furtum facias, non periures. Et cum hoc deo ex toto corde tuo
promiseris et ulterius peccata ista non feceris, fiducialiter veniam de deo spera, quia sic dicit deus
per propheticam scripturam: In quacumque die iniustus oblitus fuerit iniquitates suas et fecerit
iustitias, et ego obliviscar omnes iniquitates eius.
Paenitentiam ergo peccatoris deus expectat. Paenitentia autem ista vera est, ut iam amplius
homo non faciat mala quae fecit, sed de praeteritis peccatis indulgentiam petat, et de futuro caveat
ne ad ipsa iterum revolvatur, sed magis econtrario bona opera exerceat, ut esurienti pauperi
elemosynam porrigat, hospitem lassum reficiat, et quicquid sibi ab alio vult fieri, hoc alteri faciat, et
quod sibi non vult fieri, hoc alteri non faciat, quia in hoc verbo mandata dei complentur.

18. Rogamus ergo vos, fratres et filii karissimi, ut ista praecepta, quae vobis deus per nos
humillimos et exiguos dare dignatur, in memoria teneatis et cogitetis quomodo salvetis animas
vestras, ut non solum de praesenti ista vita et de transitoria mundi istius utilitate tractetis, sed illud
magis recordetis quod in symbolo vos credere promisistis, id est carnis resurrectionem et vitam
aeternam. Si ergo credidistis et creditis quia carnis resurrectio erit et vita aeterna in regno caelorum
inter angelos dei, sicut vobis supra iam diximus, inde quam maxime cogitate, et non semper de
istius mundi miseria. Praeparate viam vestram in operibus bonis. Frequentate ad deprecandum deum
in ecclesia vel per loca sanctorum. Diem dominicum, qui propterea dominicus dicitur, quia filius
dei, dominus noster Iesus Christus, in ipso resurrexit a mortuis, nolite contemnere, sed cum
reverentia colite. Opus servile, id est agrum, pratum, vineam, vel si qua gravia sunt, non faciatis in
die dominico, praeter tantum quod ad necessitatem reficiendi corpusculi pro exquoquendo pertinet
cibo et necessitate longinqui itineris. Et in locis proximis licet viam die dominico facere, non tamen
pro occasionibus malis, sed magis pro bonis, id est aut ad loca sancta ambulare, aut fratrem vel
amicum visitare, vel infirmum consolare, aut tribulanti consilium vel adiutorium pro bona causa
portare. Sic ergo decet Christianum hominem diem dominicum venerare. Nam satis iniquum et
turpe est ut illi qui pagani sunt et ignorant fidem Christianum, idola daemonum colentes, diem Iovis
aut cuiuslibet daemonis colant et ab opere se abstineant, cum certe nullum diem daemonia nec
creassent nec habeant. Et nos, qui verum deum adoramus et credimus filium dei resurrexisse a
mortuis, diem resurrectionis eius, id est dominicum, minime veneramus! Nolite ergo iniuriam facere
resurrectioni dominicae, sed honorate et cum reverentia colite propter spem nostram quam habemus
in illam. Nam sicut ille dominus noster Iesus Christus, filius dei, qui est caput nostrum, tertia die
resurrexit a mortuis, ita et nos, qui sumus membra ipsius, resurrecturos nos in carne nostra in fine
saeculi speramus, ut unusquisque sive requiem aeternam sive poenam aeternam, sicut in corpore
suo in saeculo isto egit, ita recipiat.

19. Ecce nos sub testimonio dei et sanctorum angelorum qui nos audiunt, modo loquentes,
absolvimus caritati vestrae debitum nostrum, et pecuniam domini, sicut praeceptum habemus,
feneravimus vobis. Vestrum est amodo cogitare et procurare quomodo unusquisque, quantum
accepit, veniente domino cum usuris in die iudicii repraesentet.
Oramus autem ipsius domini clementiam, ut vos ab omni malo custodiat et dignos sanctorum
angelorum suorum socios in regno suo perficiat, praestante ipso qui vivit et regnat in saecula
saeculorum. Amen.
15

CLÁSICOS DE HISTORIA

http://clasicoshistoria.blogspot.com.es/

97 Ahmad Ibn-Fath Ibn-Abirrabía, De la descripción del modo de visitar el templo de Meca


96 Iósif Stalin y otros, Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S.
95 Adolf Hitler, Mi lucha
94 Cayo Salustio Crispo, La conjuración de Catilina
93 Jean-Jacques Rousseau, El contrato social
92 Cayo Cornelio Tácito, La Germania
91 John Maynard Keynes, Las consecuencias económicas de la paz
90 Ernest Renan, ¿Qué es una nación?
89 Hernán Cortés, Cartas de relación sobre el descubrimiento y conquista de la Nueva España
88 Las sagas de los Groenlandeses y de Eirik el Rojo
87 Cayo Cornelio Tácito, Historias
86 Pierre-Joseph Proudhon, El principio federativo
85 Juan de Mariana, Tratado y discurso sobre la moneda de vellón
84 Andrés Giménez Soler, La Edad Media en la Corona de Aragón
83 Marx y Engels, Manifiesto del partido comunista
82 Pomponio Mela, Corografía
81 Crónica de Turpín (Codex Calixtinus, libro IV)
80 Adolphe Thiers, Historia de la Revolución Francesa (3 tomos)
79 Procopio de Cesárea, Historia secreta
78 Juan Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias
77 Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad
76 Enrich Prat de la Riba, La nacionalidad catalana
75 John de Mandeville, Libro de las maravillas del mundo
74 Egeria, Itinerario
73 Francisco Pi y Margall, La reacción y la revolución. Estudios políticos y sociales
72 Sebastián Fernández de Medrano, Breve descripción del Mundo
71 Roque Barcia, La Federación Española
70 Alfonso de Valdés, Diálogo de las cosas acaecidas en Roma
69 Ibn Idari Al Marrakusi, Historias de Al-Ándalus (de Al-Bayan al-Mughrib)
68 Octavio César Augusto, Hechos del divino Augusto
67 José de Acosta, Peregrinación de Bartolomé Lorenzo
66 Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres
65 Julián Juderías, La leyenda negra y la verdad histórica
64 Rafael Altamira, Historia de España y de la civilización española (2 tomos)
63 Sebastián Miñano, Diccionario biográfico de la Revolución Francesa y su época
62 Conde de Romanones, Notas de una vida (1868-1912)
61 Agustín Alcaide Ibieca, Historia de los dos sitios de Zaragoza
60 Flavio Josefo, Las guerras de los judíos.
59 Lupercio Leonardo de Argensola, Información de los sucesos de Aragón en 1590 y 1591
58 Cayo Cornelio Tácito, Anales
57 Diego Hurtado de Mendoza, Guerra de Granada
56 Valera, Borrego y Pirala, Continuación de la Historia de España de Lafuente (3 tomos)
16

55 Geoffrey de Monmouth, Historia de los reyes de Britania


54 Juan de Mariana, Del rey y de la institución de la dignidad real
53 Francisco Manuel de Melo, Historia de los movimientos y separación de Cataluña
52 Paulo Orosio, Historias contra los paganos
51 Historia Silense, también llamada legionense
50 Francisco Javier Simonet, Historia de los mozárabes de España
49 Anton Makarenko, Poema pedagógico
48 Anales Toledanos
47 Piotr Kropotkin, Memorias de un revolucionario
46 George Borrow, La Biblia en España
45 Alonso de Contreras, Discurso de mi vida
44 Charles Fourier, El falansterio
43 José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias
42 Ahmad Ibn Muhammad Al-Razi, Crónica del moro Rasis
41 José Godoy Alcántara, Historia crítica de los falsos cronicones
40 Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles (3 tomos)
39 Alexis de Tocqueville, Sobre la democracia en América
38 Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación (3 tomos)
37 John Reed, Diez días que estremecieron al mundo
36 Guía del Peregrino (Codex Calixtinus)
35 Jenofonte de Atenas, Anábasis, la expedición de los diez mil
34 Ignacio del Asso, Historia de la Economía Política de Aragón
33 Carlos V, Memorias
32 Jusepe Martínez, Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura
31 Polibio, Historia Universal bajo la República Romana
30 Jordanes, Origen y gestas de los godos
29 Plutarco, Vidas paralelas
28 Joaquín Costa, Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España
27 Francisco de Moncada, Expedición de los catalanes y aragoneses contra turcos y griegos
26 Rufus Festus Avienus, Ora Marítima
25 Andrés Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel
24 Pedro Antonio de Alarcón, Diario de un testigo de la guerra de África
23 Motolinia, Historia de los indios de la Nueva España
22 Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso
21 Crónica Cesaraugustana
20 Isidoro de Sevilla, Crónica Universal
19 Estrabón, Iberia (Geografía, libro III)
18 Juan de Biclaro, Crónica
17 Crónica de Sampiro
16 Crónica de Alfonso III
15 Bartolomé de Las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias
14 Crónicas mozárabes del siglo VIII
13 Crónica Albeldense
12 Genealogías pirenaicas del Códice de Roda
11 Heródoto de Halicarnaso, Los nueve libros de Historia
10 Cristóbal Colón, Los cuatro viajes del almirante
9 Howard Carter, La tumba de Tutankhamon
8 Sánchez-Albornoz, Una ciudad de la España cristiana hace mil años
17

7 Eginardo, Vida del emperador Carlomagno


6 Idacio, Cronicón
5 Modesto Lafuente, Historia General de España (9 tomos)
4 Ajbar Machmuâ
3 Liber Regum
2 Suetonio, Vidas de los doce Césares
1 Juan de Mariana, Historia General de España (3 tomos)

También podría gustarte