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Brevísima Historia de La AAL Barcia
Brevísima Historia de La AAL Barcia
LETRAS
PREHISTORIA. PRECURSIONES.
En 1903, al cabo del largo estudio preliminar que Estanislao S. Zeballos, correspondiente
de la Real Academia, compone para la primera edición del libro de Ricardo Monner Sans,
Notas al castellano en la Argentina (Buenos Aires, 1903), el polígrafo propone a los
académicos correspondientes de la Real Academia Española de la Lengua en la República
Argentina, señores Bartolomé Mitre, Vicente .Fidel López, Vicente G. Quesada, Carlos
Guido Spano, Rafael Obligado, Calixto Oyuela, Ernesto Quesada y el propio Zeballos
(estos ocho vivos y presentes en el país, pues habían muerto para entonces Juan Bautista
Alberdi, Ángel Justiniano Carranza, Luis Domínguez; y don Carlos María Ocantos residía
en Madrid):
“Reuníos y organizad la Sección Argentina de la Academia, a semejanza de las de
Colombia, de México y de Venezuela.
“Contribuid al perfeccionamiento del Diccionario y a su riqueza por la proposición de
neologismos y de americanismos.
“Y sobre todo, y con patriótico anhelo, ved que en vuestro país se hable y escriba
correctamente una lengua y sea ella la que, sonora y copiosa, habla el pueblo argentino en
el acta de su independencia, en la más liberal y humanitaria de las constituciones políticas,
en sus leyes tutelares de los derechos del hombre, que no solamente del ciudadano, en las
páginas épicas de su breve historia, en las aspiraciones de sus patricios, en las plegarias
matinales de los niños, y en la inefable bendición de las virtuosas madres”.5
Esta enfática convocatoria, que firma, significativamente, un 25 de mayo, aniversario del
Cabildo fundacional de la Argentina independentista, no fue escuchada y no halló
concreción.
La primera Academia Argentina de Letras alentó de 1873 a 1879. En 1903, el
compatriota Zeballos instó a la creación de una Academia Argentina correspondiente, pero
no cuajó su moción, como acabo de señalar. Sí, en cambio, siete años después, con motivo
del cumplesiglos del año 1810, plasmó, en este período de la prehistoria de nuestra
Corporación, la fundación de la primera, desconocida y olvidada Academia Argentina de
la Lengua, Correspondiente de la Real de España. Su existencia ha permanecido ignorada
por los investigadores y por cuantos se han referido ocasionalmente al origen de nuestra
actual institución. Veamos los hechos.
Con motivo del centenario de Mayo, en 1910, acudió al país, como representante del
gobierno español , Su Alteza Real la Infanta Isabel María Francisca de Borbón. En su
comitiva viajó don Eugenio Sellés, Marqués de Gerona, miembro de la Real Academia.
Traía la misión de fundar en Buenos Aires una Academia Argentina, correspondiente de la
matritense. Invitó a una reunión a los once académicos argentinos correspondientes a una
reunión, que se realizó el 28 de mayo, en la residencia porteña de la Infanta Isabel. Según el
acta labrada, asistieron a la reunión los correspondientes: Vicente Quesada, Calixto
Oyuela, Rafael Obligado, Ernesto Quesada, Joaquín V. González, Estanislao S. Zeballos,
Pastor S. Obligado y Belisario Roldán (hijo). Es decir, ocho de los once argentinos. Se
resolvió, en esa fecha, por unanimidad, fundar la dicha Academia Argentina,
correspondiente de la Española; designar como Director y Secretario perpetuos a don
Vicente Quesada y a Calixto Oyuela, respectivamente, y fijar en dieciocho el número de
los académicos.
Dos días después, el 30 de mayo, se reunieron los ocho miembros fundadores, en casa
de Vicente G. Quesada, que valdrá entonces, como sede la Academia Argentina de la
Lengua, según se decidió llamarla. 6 En esta sesión inicial de la institución, Rafael
Obligado propuso, de viva voz, un plan de actividades. Al año siguiente, lo definió por
escrito, en carta del 10 de noviembre de 1911, al Director de la Academia Argentina de la
Lengua, Dr. D. Vicente G. Quesada. He recogido este documento en el ya citado volumen
Prosas de Obligado ( ed. cit., pp. 97-102). Es importante rescatar las sugerencias, aceptadas
por la novísima Academia:
1. Corrección y ampliación de las definiciones de los argentinismos incluidos en la
decimotercia edición del Diccionario de la Academia española. Añadiendo sólo sus
derivados, para dar restringido principio a la tarea.
2. Distribuir entre los académicos, para esta labor, las letras del Diccionario. Obligado,
a quien correspondió la “A” subraya que no pasan de treinta los argentinismos y sus
derivados. Señala cómo varias de las que creyó acepciones nuestras eran, en realidad,
arcaísmos españoles
3. Dirigir a la Academia Española, en nota razonada, las siguientes proposiciones:
La institución que hoy conocemos como Academia Argentina de Letras fue creada por
decreto del 13 de agosto de 1931, del Presidente provisional de la Nación, general José Félix
Uriburu, y su Ministro de Justicia e Instrucción Pública don Guillermo Rothe. Dicho decreto
dice:
“Para completar la fisonomía espiritual que dan a la República sus instituciones culturales
y,
CONSIDERANDO
1° Que el idioma castellano ha adquirido en nuestro país peculiaridades que es necesario
estudiar por medio de especialistas;
2° Que es conveniente que el Estado contribuya a otorgar a los escritores la significación
social que les corresponde, e infundir en el pueblo la noción de la importancia de la literatura;
3° Que estos propósitos podrán ser satisfechos por medio de la creación de una academia
de letras que tendrá a su cargo las funciones de las similares existentes en otros países;
El Presidente del Gobierno Provisional de la Nación Argentina
DECRETA:
1 Barcia, Pedro Luis. “El Plata Literario (1876). Estudio. Aportes lexicográficos.
Índices”, en SEBA, Boletín de la Sociedad de Estudios Bibliográficos Argentinos,
Buenos Aires, n° 11, abril de 2001, pp. 77-124; hay separata.
2 Gutiérrez, Juan María. Cartas de un porteño. Polémica en torno al idioma y a la Real
Academia Española, sostenida con Juan Martínez Villergas, seguida de
“Sarmienticidio”. Prólogo y notas de Ernesto Morales, Buenos Aires, Editorial
Americana, 1942.
3 Alberdi, Juan Bautista. “De los destinos de la lenguas castellana en la América antes
española” (1871 y “Evolución de la lengua española” (1875), en Obras selectas.
Nueva edición ordenada, revisada y precedida de una introducción por el doctor
Joaquín V. González, Buenos Aires, “La Facultad”, 1920, t. II, Páginas literarias, vol.
2, pp. 305-317 y 319-342, respectivamente.
4 Obligado, Rafael. Prosas. Compilación y prólogo de Pedro Luis Barcia, Buenos Aires,
Academia Argentina de Letras, MCMLXXVI, 358 pp.; estudio preliminar, pp.XIII-
LXXVI.
5 Cito por : Monner Sans, Ricardo. Notas al castellano en la Argentina. Prólogo y
acotaciones de José María Monner Sans, Buenos Aires, Ángel Estrada, y Cia.
Editores, 1956. El “Prólogo. El castellano en América” de Zeballos, en pp. 3-40.
6 V- “Fundación de la Academia Argentina de la Lengua”, en Revista de Derecho,
Historia y Letras, Buenos Aires, t. XLI, 1911, pp.. 177-182.
7 Quesada, Ernesto y Estanislao Cevallos. “Informe a la Academia Argentina de la
Lengua”, en Revista de Derecho, Historia y Letras, ob.cit., pp.228-265.
8 Alonso, Amado. Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres
nombres, Buenos Aires, Editorial Losada, 1943; Colección Contemporánea, 101.
9 Boletín de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, Academia Argentina de
Letras, enero-marzo de 1933, a. I. N° 1, p. 83.
10 Puede verse una sintética información sobre diferentes aspectos de la Academia en la
publicación editada con motivo de los setenta años de su fundación: Academia
Argentina de Letras. 1931-2001, Buenos Aires, AAL, 2001, 63 pp. Y en el Catálogo.
Exposición de la Academia Argentina de Letras. 1931-2001. De 13 al 30 de agosto de
2001, Sala “Leopoldo Marechal”, Biblioteca Nacional, Buenos Aires, AAL, 2001.