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Daniel Hernan Linares Patiño

ENSAYO FINANZAS PUBLICAS

FALLOS DEL MERCADO, INTERVENCIÓN DEL ESTADO Y SERVICIOS


PUBLICOS DOMICILIARIOS.

El principio de laissez faire propuesto por Adam Smith consiste en explicar el


funcionamiento de los mercados y la fijación de los precios a través del libre juego
de la oferta y la demanda. La práctica de esta teoría a lo largo del tiempo ha
demostrado tener varias falencias en las economías de los Estados. En algunos
casos, el mercado conduce a situaciones indeseables como son las desigualdades
sociales, la posición dominante de ciertas empresas, la contaminación o los abusos
que sufre la clase trabajadora. Estos efectos negativos del mercado, fruto de un
funcionamiento incontrolado o ineficiente, se denominan fallos del mercado.

Para comprender la economía y la participación del Estado en ella, cabe subrayar


que uno de los principales objetivos dentro de una economía moderna es alcanzar
los mayores niveles de eficiencia: alcanzar lo que se denomina como un óptimo
paretiano o punto óptimo de Pareto. La teoría científica que cita Stiglitz de Pareto,
consiste en que el equilibrio competitivo logra la máxima situación de eficiencia. Una
situación es eficiente, en el sentido de Pareto, cuando no es posible mejorar el
bienestar de ninguna persona sin empeorar el de alguna otra, por tanto, una
asignación eficiente desde esta perspectiva es aquella en la cual cualquiera de los
agentes participantes del mercado no puede mejorar sin que otro empeore. Sin
embargo, si alguno de los participantes del mercado, mejora su posición sin
perjudicar a otro, la teoría sostiene que se está frente a lo que se llama mejora
paretiana. Por tanto, el óptimo es aquella situación donde no se hace posible a
existencia de mejoras paretianas. Esto es básicamente lo que se observa en la
teoría de mercados actuando bajo criterios de competencia perfecta.

Así las cosas, la búsqueda de eficiencia de los mercados está dada por la mayor
medida de obtención de óptimos paretianos. En condiciones ideales, los mercados
garantizan que las economías sean óptimas desde el punto de vista de Pareto. No
obstante, inclusive mercados eficientes no siempre generan cambios mediante los
cuales se beneficie a determinado grupo de personas sin que se afecten otras, es
decir, no siempre los mercados funcionan de manera tal que siempre produzcan
medidas óptimas en el sentido de Pareto.

En ese orden de ideas, resulta importante realizar una aproximación a lo que se


entiende por fallos del mercado. Es importante ver algunos casos en los que estos
se presentan en casos como los servicios públicos domiciliarios o la prestación de
bienes privados por parte del Estado, lo cual es un punto a favor de la intervención
Estatal en las economías.

Es significativo destacar que los procesos observados en los mercados, han


demostrado estar alejados de ser explicados teóricamente, y durante mucho tiempo
se ha expuestos aspectos que impiden que el mercado cumpla el papel de asignar
eficientemente los recursos en la sociedad. Cuando se presenta algún elemento
que, desde la perspectiva económica clásica, aleja al mercado de su papel, se
presenta lo que se conoce como fallos del mercado, por tanto, un fallo podría decirse
que es una consecuencia negativa provocada por el funcionamiento del mercado, y
que cuando se produce, el mercado no cumple su papel de asignación eficiente de
recursos.

Cuando dentro de un mercado eficiente se presentan situaciones que no


representen óptimos paretianos, que explicaré, más adelante en este ensayo, se
dice que estamos en presencia de un fallo del mercado, caso en el cual se justifica
la intervención del Estado en la economía a través de la regulación económica.
Stiglitz identifica 6 casos que se consideran fallos del mercado:

 Fallo de la competencia.
 Bienes públicos.
 Externalidades.
 Mercados incompletos.
 Fallos de información.
 Paro, inflación y desequilibrio.

Cuando la gran tesis de la mano invisible del mercado y del marginamiento del
Estado en la actividad económica se pone en entredicho como consecuencia del
claro fracaso de los mercados por sí solos, surge la necesidad de reconocerle al
Estado un nuevo papel en la economía. El Estado debe intervenir en los mercados
para su eficiencia ante las numerosas y profundas fallas del mercado. Es así como
se reconoce entonces la necesidad y la capacidad del Estado para corregir las fallas
que se presentaron.

En este punto, la historia ha demostrado que el estudio del papel del Estado en la
economía es consustancial al desarrollo de ella misma, a tal punto que a lo largo de
la historia del pensamiento económico, las explicaciones del rol del Estado han
estado siempre presentes; así, desde la explicación dada por la escuela
mercantilista de los siglos xviii y xix, cuando se expresaba que el papel del Estado
debía estar caracterizado por un fomento activo al comercio y a la industria, pasando
por el ilustre pensar de Adam Smith quien a contrario sensu de lo anterior consideró
que el papel del Estado en la economía debía ser lo más reducido posible, ya que
la búsqueda de los intereses privados de cada individuo era la mejor vía para lograr
el bien común, razón por la cual debía el Estado “dejar hacer” al sector privado y no
regular su actividad económica.

La economía de libre mercado ha impulsado a diferentes autores a enfatizar en las


profundas y crecientes desigualdades sociales, buscaban reorganizar la sociedad y
la distribución de la riqueza, lo hacían precisamente buscando redefinir el rol del
Estado en el actuar económico. Es claro cómo, independientemente del papel
asignado al Estado en un determinado modelo económico, es siempre estará
presente en las discusiones económicas.

Es de vital importancia distinguir cuan estrecha es la relación ente la economía y el


Estado, que las determinaciones de los modelos de Estado han sido determinadas
entre otros factores atendiendo también al criterio de su papel en la economía, a
raíz de esto se han encontrado diferentes maneras de intervencionismo a las cuales
dependiendo de su papel económico podemos clasificar como Estado Liberal, al
Estado Intervencionista y al Estado Neo- Liberal como claros testigos de ello.

Si bien en la actualidad toman mayor relevancia o protagonismo para el éxito de las


economías modernas los mercados y los agentes privados, reconociéndose al
Estado un importante papel complementario, no puede desconocerse que son
muchas las facetas en las cuales el Estado aún actúa como agente productor de
bienes y servicios. Precisamente, es en dicho papel complementario del Estado en
la economía en el cual precisamente queremos detenernos, ya que uno de los
grandes retos del Estado radica en adecuar sus instituciones para permitir un óptimo
apoyo al mercado y promover así el crecimiento y el desarrollo económico.

Acerca de la participación del Estado en la economía podemos resaltar el caso de


los servicios públicos domiciliarios, como un bien privado puro que debe ser
garantizado por los Estados para la calidad de vida de sus habitantes. Primero cabe
resaltar que según Silva en su texto el servicio público generalmente se entiende
como una actividad orientada a la satisfacción de forma regular y continua de
necesidades colectivas de interés general. Dichos esto el autor sostiene que la
determinación de un servicio público o de un bien público es una decisión que se
toma a través de procesos políticos; es decir, es la sociedad la que define que un
servicio sea público o privado, prestado de manera directa por el sector público, por
el sector privado o de manera conjunta (empresa de economía mixta). Este proceso
resume de alguna manera cómo funcionan los procesos de equilibrio entre el sector
privado y el sector público para garantizar beneficio tanto para ambas partes como
para la comunidad.

Siguiendo con el hilo de los servicios públicos, aterrizándolo al caso de Colombia,


Silva en su texto dice que no existe una frontera clara que delimite la política y la
regulación. Algunos ministerios sectoriales establecen políticas que no tienen en
cuenta a los expertos comisionados y que van en contra de sus decisiones, por
ejemplo, cuando se establece mediante decretos los porcentajes de incremento de
las tarifas u otros asuntos que terminan por deslegitimar las acciones del regulador.
Esto quire decir que este proceso en su implementación tiene distintas
interpretaciones que se adecuan según sea el caso particular del contexto histórico
y legal donde se presenten.

Cabe aclara que la prestación de los servicios públicos domiciliarios presenta


permanentes reclamos y protestas por parte de los usuarios como consecuencia de
los costos de las tarifas y los incrementos de las mismas. Lo cual nos induce a
proponer que los fallos pueden ser resultado de la ineficiencia de las empresas y
los errores en la regulación relacionados con los altos costos medios. Lo cual
también nos sugiere que la búsqueda de la eficiencia en servicios públicos
domiciliarios por parte de la empresa privada requiere de regulación por parte del
Estado como en cualquier otro sector de la economía.

Dicho esto, podemos aclarar que la política económica no solo persigue estabilizar
la economía para minimizar los efectos negativos de sus fluctuaciones. Otro de sus
objetivos importantes es reducir las desigualdades en la distribución personal o
geográfica de la renta, estableciendo leyes y medidas para redistribuirla

De acuerdo con el principio de equidad, el sostenimiento de los gastos que


posibilitan la acción correctora del Estado debe ser financiado por todos sus
ciudadanos según su capacidad económica. Dicha financiación o captación de
fondos (ingresos públicos) se produce, fundamentalmente, a través de los
impuestos que pagamos todos los españoles, pero no todos pagamos lo mismo. En
un sistema democrático que persigue un mejor reparto de la renta, la mayoría de
los impuestos son progresivos, es decir, paga más impuestos quien tiene más
riqueza. Una vez recaudados los fondos, el Estado decide cuál será su destino
(gastos públicos) en función de una serie de prioridades; es decir, redistribuye los
fondos que previamente distribuyó el mercado a los distintos ciudadanos.

A lo largo del ensayo se ha hablado sobre la forma en que el Estado, en virtud de


un valor básico en las sociedades democráticas como es la equidad, trata de
corregir los fallos del mercado. Con la equidad se pretende la igualdad de
oportunidades para empresas y familias, así como que todos se beneficien de los
logros económicos o sociales.

Pero todo eso pasa a un segundo plano si los recursos son escasos o se
aprovechan mal. La eficiencia económica de cualquier Estado se mide por su
capacidad para aumentar la cantidad de recursos o de optimizar los existentes
mediante el incremento del crecimiento y el empleo, así como de la estabilización
de los precios. Por ende, es apenas deducible que, en las economías mixtas, su
éxito depende del correcto balance entre el sector público y el sector privado, donde
ambos cohabiten en armonía y se complementen cada uno logrando los objetivos
por los cuales estos fueron creados.
BIBLIOGRAFÍA
1. Stiglitz, Joseph (2015). Los fallos del mercado

2. Stiglitz, Joseph (2015). Bienes públicos y bienes privados suministrados por el


Estado.
3. Silva (2015). Desarrollo regulatorio y gestión de los servicios públicos
4. Stiglitz, Joseph (2015). Externalidades

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