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Ingeniería Civil
Nombre de la tarea 2
Título: Interpretación de la lectura
Descripción de la tarea
Cuando yo era niña, al centro de Quito se iba a comprar zapatos y en las tardes siempre llovía.
Estábamos en una de esas excursiones con mi madre, cuando al salir de la zapatería descubrí
en su rostro un gesto de angustia. La noche caía, la lluvia arreciaba y la alternativa de abordar
un bus vetusto, abarrotado de cuerpos húmedos y piojos, debió parecerle espantosa.
Entonces, sacudiendo la cabeza con ese movimiento tan propio de ella, que recuerda al de una
bailadora de flamenco, decidió que en lugar de angustiarnos comiéramos sándwiches de pernil
en una de esas tiendas centenarias que, olorosas a pan hecho en leña y a mantequilla fresca,
atendían en los portales. Aplicando su portentosa capacidad de pasar del sufrimiento al placer
en un movimiento sin costuras, la recuerdo comiendo su sándwich con el alivio de una
comunión que pudiera redimirla de cualquier falta; afuera, al ritmo del agua golpeando el
empedrado la noche devoraba el laberinto de las calles coloniales y bajo la luz cobriza del
poste, la lluvia furiosa era una cascada de estrellas fugaces. A mí, que nunca había estado fuera
de mi casa a esa hora, la aventura de esta noche tormentosa y la transformación de mi mamá,
de angustiada sin remedio a glotona sin remordimientos, me incubaron en el vientre bajo un
ovillo inquieto del que nunca más podría deshacerme: un desasosiego y un asombro porque
aunque entendí que en el corazón de lo espantoso podía morar el impulso del gozo, y que la
angustia podía mutar en felicidad, el mecanismo de ese milagro que ella ha manejado con
pericia toda su vida, siempre me ha eludido, dejando una turbulencia sorda y permanente, con
la que he entretejido mi ser y bordado mi memoria. Una memoria que por supuesto no es
compartida por mi madre. Cuando le muestro orgullosa un borrador del inicio de este escrito,
me dice con un tono que intenta ser lo más delicado posible:
--Está muy bonito, mija. Pero… verás…. Las cosas no pasaron así. Te estás acordando
mal. Lo que cuentas no tienen nada que ver con la realidad—
Desde que me invitaron a pensar el tema de la memoria, decidí, como algo natural, empezar
con la historia de mi abuela, porque para mí, la trabazón entre memoria e historia se origina
con su recuerdo. Entonces ¿Qué hace mi mamá en esta narrativa? ¿Qué importancia puede
tener su recuerdo de MI recuerdo, su alegato a MI memoria? Algunos días después, como en
una epifanía se me ocurre que la historia de mi abuela, que yo tan celosamente he atesorado
como la justificación y el sustento de mi vocación de historiadora, de contadora de historias,
de guardadora de la memoria, es una máscara. Detrás de la máscara mora la noche
tormentosa, la lluvia golpeando las piedras, la cascada de estrellas … el ovillo del desasosiego.
Escribir la memoria quizás sea la única forma de atisbar del otro lado del artificio.
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2. En el siguiente mapa escriba, las que usted considera: la idea principal e ideas secundarias
del fragmento.