Está en la página 1de 8

EL NEGRO MÁS BAJITO DE NUEVA YORK

Herbie había muerto de pura felicidad. Aquellas pastas de manteca, sazonadas con

un chocolate único, raro de encontrar en los raros garitos que frecuentaba el tio Her , como

le llamaban; habían sido la causa de su muerte según señalaba el informe del instituto

anatómico forense; a eso de las 3:45 A.M de la madrugada de un 7 de Julio de 1978. Una

intoxicación nada habitual.

Aquella mañana habíamos estado bebiendo una cerveza en el garito que John abrió

haya por los años 60. Recuerdo que entablamos una conversación extraña, sobre esa

costumbre también extraña, que tienen en Europa en un pequeño País donde sueltan los

toros por las calles y la gente corre. Un viejo súbdito Estadounidense, escritor galardonado

con el Premio Nobel de Literatura, Hernest Hemingway dedicó una de sus obras a esa

alocada ciudad. Y la discusión fue de lo más estúpida. ¿Hay alguien que pueda encontrar

sentido a discutir acaloradamente para decidir cuales son las fiestas más importantes del

mundo? Si, aquella fue nuestra última conversación. Aquel sería su último insulto

cariñoso, su última gilipollez cómplice, ese suceso absurdo que ahora me hace sorber mis

lagrimas mientras sonrió con un brillo misterioso quemando mis ojos, que se derriten entre
espantados y curiosos por poder adivinar que habría sido de la carrera musical del viejo

Her.

El muy terco pegaba golpes en la mesa, con esa manota de hierro que parecía poder

destruir de un plumazo aquella mesa de mármol antiguo. Y gritaba enfervorecido. Nunca

se lo comenté a nadie, pero es su pasión lo que convirtió a Her en el trompetista de Jazz

más carismático de esta década. Había estado flirteando con algunos grupos de Soul,

experimento con el Funky, pero nada llenaba más al negro más diminuto de todo Nueva

York, que la improvisación. Así es que ambos se enamoraron. ¿Cómo que quienes? El

negro más diminuto de toda Nueva York y el jazz. Fue mutuo, absolutamente

correspondido. El jazz vivió un tórrido idilio, degustando los labios carnosos de mi mejor

amigo, soltando las notas más calientes de boca del trompeta más original de las últimas

décadas. Y el terminaba la mayoría de los grandes conciertos, “llorando de puritito amor

hacia el, Correspondiéndole” - que diría Chavez, el taxista latino del barrio, que me

acompaño a verlo, al menos una treintena de conciertos. Y luego estaban, esas

maravillosas sesiones que nos brindaba en el destartalado y viejo Chevrolet escondidos en

su garaje, creando ambiente como a el le gustaba decir a base de buscar en su buena amiga

Maria, el aire brumoso y misterioso de los clásicos locales de antaño donde vieron nacer a

los grandes. En aquel coche emprendimos los viajes, como los solíamos llamar. Viajes

largos, viajes difíciles, viajes felices, viajes que nos llevaban a ninguna parte y nos

retornaban sonriendo y sin poder articular palabra. Tan solo carcajadas eternas y sostenidas
como las notas de su trompeta que muchas veces se veían asesinadas por las risas

inabarcables de nuestro camarada, el negro más bajito de Nueva York.

Pues bien, el pequeño gruñon, golpeo la mesa con tan mala fortuna, que en su

apasionamiento fue a dar con el cenicero de cristal y lo rompió en dos mil pedazos. El tipo

siguió dando alaridos diciendo que Rio de Janeiro es color, son mulatas, es baile y

erotismo, pero que no podían compararse esas fiestas, con la raza, el rito, el raigambre que

destilan los San Fermines de Pamplona. Yo recordé en ese instante, lo que una vieja

amante hippie, de los años de universidad me contará, después de una manifestación por la

Paz en los tiempos de Vietnam. De eso hace ya muchos años y todos la trataron de loca.

Pero ella defendía que los toros eran maltratados en España. Y entonces la pasión de Her

aún se creció más , comenzó a darme palmadas en la espalda, tuve que pedir otra cerveza y

finalmente darle toda la razón, la fiesta de los toros en donde los hombres se juegan la

vida, es la mejor fiesta del mundo. Nuevamente estábamos de acuerdo en todo y aquel era

un gran día, y había que celebrarlo. Así es que cuando Her vio aparecer a aquella deliciosa

chavala, la invitó a acompañarnos. Al principio se resistió, pero los blancos dientes de Her,

llamaban la atención y el muy zorro siempre llevaba consigo a Jannys. ¿Cómo que quién

es Jannys? Vaya, que error más lamentable, todavía no les he hablado de ella. Jannys es el

segundo amor de Her. Una trompeta de segunda mano que le provocó desde un escaparate,

seduciéndolo desde el principio. Y la bautizó Jannys, por que por algún tiempo, fue su

amor platónico, la Joplin, se entiende. Aquello ocurrió hace ya más de 12 años. Tres años
antes, Herbie lucía un bigotillo imberbe, vestía con aquellas camisas chillonas cuyo cuello

servía para tapar la motocicleta en caso de tormenta y se atrevía a llevar unas gafas de sol

que casi le llegaban a cubrir la mitad de la parte superior de su rostro. Entonces llevaba el

pelo afro. Y yo era el único blanco que podía acompañar a el y su grupo, por la

universidad, lugar en el que tuve las primeras noticias de este fenómeno, que aspiraba a

conquistar medio mundo con la magia de sus notas musicales.

Entonces organizabamos conciertos en algunos locales de mala muerte, cuando

Herbie se iniciara con el Rock. Recuerdo siempre aquella vez que organizaron un

concierto y la que se lió. Her no me había advertido que aquel festival de seis grupos nada

más y nada menos, todos negros, todos afros, todos orgullosos de ser afroamericanos, tenía

por objetivo recaudar dinero para los panteras negras. Las magulladuras que me provocó

la policia se convirtieron en mis primeros tatuajes por al menos tres semanas. Y aún me

acuerdo como Her me gritaba para que le ayudará a poner a salvo aquel brillante organo

Hammond, que con tanto esfuerzo había conseguido de prestado una novel banda de un

famoso hermano. Si, hermano, yo también me convertí en el primer hermano blanco de

aquella hermandad de negros. Todo por que algunos compañeros me vieron arrancar

furioso algunos carteles del KKK, de las paredes de la universidad. Aquello me costó

ganarme la enemistad de unos cuantos nenes de papa. Pero me daba igual.


Mis amigos de barrio, eran una amalgama de colores y había nacido aprendiendo a

convivir con todo el mundo y unos pocos niñatos de buena familia, no iban a decirme a mi

cuales habían de ser mis amigos y mucho menos aún mis enemigos.

Pues nada, Her. Los que se acercan a esta estúpida caja no paran de decir

estupideces. Veo que han tratado de disimular con algo de pintura en tus nudillos, las

heridas que ayer te provocó la rotura del cenicero. Yo voy a quedarme aquí contigo, hasta

el final, Her. Tu grupo todavía no ha llegado. Esta mañana mientras me afeitaba, fue

“Deditos” Joe, el encargado de darme la noticia. Se me resbaló la cuchilla entre las manos,

apoye .la espalda en la pared, y me deje deslizar. Era como sí hubiera ingerido una sopa de

lejía con tropiezos de hormigón. Mi estomago se cerró y perdí el ritmo de la respiración.

No podía respirar. Después ya reaccione, por que Deditos, gritaba al otro lado, “ Lo siento,

Charles, lo siento, no se ha podido hacer nada, tu sabes también como yo, lo que yo sentía

por Her, lo sabes, mierda, lo hemos perdido, Charles, lo hemos perdido”. Acabe por

olvidarme de mis sentimientos, para ayudarle a Joe a recobrar el ánimo. No se como

decírtelo, pero me vas a tener que perdonar. ¿Cómo que qué?. Te lo dije de alguna manera

hace ya tres horas, leñe. Llevas años comiéndome la cabeza con el tema Rastafari y ahora
me dirás que no, que aquello era todo un mito y que te has muerto así sin más, sin fundir tu

espíritu con….¿Cómo era aquello otro? Ah, sí, ya recuerdo, sin fundirte con Pachamama,

la madre tierra. Por mí como si te fundes con la madre teresa de Calcuta pero esto no se le

hace a un viejo amigo. Joder. ¡Me has dejado tirado tío!. Te voy a hechar de menos. No

cambies de conversación, ya te dije que venía de hacer mi ultima travesura pero que lo

hacía por ti. No te quieras adelantar que ya te enteraras. ¡Vaya, no me lo puedo creer!.

Mira quién aparece por aquí. Es Claudia, y por dios te juro que viene más espectacular que

nunca. No empieces otra vez con tus viejas monsergas, alegrate, tio. Esto suena a

reconciliación. Sí, ya se que estas muerto. Otros aprovechan la muerte de sus enemigos

para celebrarlo, sin invitar al difunto, oyes ¿Qué quieres?. Ha venido, se ha pintado los

labios carmín, trae minifalda, y no la invito a tomar una copa por que estas tu delante, y me

miras como que con muy mala cara, que sí no ya estaba liada. Lo del sombrero negro

como que no le pega, pero en fin, todo sea por guardar los ritos, esos que tanto te gustan,

viejo chinche.

Se me han pasado las horas volando. Tu madre me insiste en que la acompañe a

tomar algo en el café de la esquina. Tu padre no ha parado de llorar y tu hermana ha

llegado borracha. Las plañideras de barrio, los peridistas, algún buen amigo tuyo de los de

verdad, vinieron por la mañana a verte. Tu grupo llegó hace dos horas y media y se han

marchado por que mañana tocan en tu honor, en tu adorado Sebastián Nigth Club.
Dicen que solo se va a poder entrar con invitación. ¿Sabes? Se rumorea que acudirá

Miles. Tu adorado Miles, quiere estar en ese concierto y dicen que tocará algunas piezas

compuestas por ti. Hasta comentan que el responsable para temas culturales nacionales de

la Casa Blanca, prepara un comunicado. Yo se que a ti esas cosas te enfurecen, pero no se

pueden evitar. Míralo por el lado bueno. Algunos de los que acudirán mañana al concierto,

te querían. Se que en guardarropía será un riesgo dejar cualquier prenda, por que tu

adorada Sheila, puede romper a llorar empapando todas y cada una de las prendas que allí

ha estado guardando durante tantos años.

Y yo se que te voy a arrancar tu ultima sonrisa. Aunque estés muerto, te la voy a

arrancar y te voy a hacer feliz. Por que he pasado muchos años a escondidas queriendo

emularte, ensayando con una roñosa trompeta, aprendiendo a tocar este tema que tanto

odiabas, Her , para hacerte la puñeta en vida y tocarla con el resto de los chicos, así por

sorpresa, en alguno de tus conciertos, saltando al escenario con la complicidad compartida

de tus músicos. Voy a tocarte ese tema, Her. Pero lo haré acompañado por alguien muy

especial, buen amigo. Tu adorada Jannis, que la tuve que robar de tu casa, entrando por la

ventana trasera.
Se que te ha gustado. Es como si tus labios se hubieran desplazado unos centímetros. Y

ahora permiteme abrir esta odiosa caja. No puedo permitir que te marches, sin dejar

descansar entre tus brazos, la carismatica Jopplin, esa trompeta que jamás toco “New

York, New York”.

También podría gustarte