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SOCIOLOGÍA

Por Carlos del Pino

Módulo I – ¿Qué es la Sociología?

1. ¿Qué es la Sociología?

La Sociología pretende un acercamiento a la realidad social, mediante su comprensión y


explicación.

1.1. La palabra Sociología

El término fue acuñado por Augusto Comte en 1824, combinando una palabra de raíz
latina (socius), con otra griega (logos), que vendría a traducirse, como saber o
conocimiento sobre la sociedad. Lo que se buscaba en la Sociología como ciencia, era
englobar todo tipo de saberes y conocimientos relativos al hombre en sociedad, en una
disciplina científica. La sociología es una disciplina generalizadora que se ocupa
principalmente de la modernidad: del carácter y la dinámica de las sociedades modernas
o industrializadas, y es la ciencia social que trata más directamente de las cuestiones que
nos afectan en nuestra vida cotidiana: el desarrollo del urbanismo moderno, el crimen y
el castigo, el género, la familia, la religión, el orden social y económico.

1.2. La Sociología como ciencia social

Primero hay que definir el campo y el carácter científico. En este sentido, la definición
más precisa se fundamenta en que la Sociología es una ciencia social, que pretende
captar (observar y describir), y explicar (interpretar), cómo se desarrolla la vida social, y
las pautas de conducta que los individuos desarrollan en el interior de la sociedad. Es
una ciencia social, y por tanto, que pretende comprender causalmente (racional y
objetivamente), los hechos y fenómenos que existen y ocurren en la sociedad, o en una
parte de la realidad social. Es, en definitiva, una ciencia social, porque pretende conocer
la vida de los hombres en sociedad, y, por tanto, entender de la existencia y
funcionamiento de grupos, instituciones y sociedades. El objeto de estudio es el acto
social.

Lo social es aquello que surge de la sociedad o está en ella, es decir, todo hecho o
acción que se desarrolla, grupal o colectivamente, en el seno de la sociedad. Social
sería, por tanto, el matrimonio, la educación, la familia, etc. Lo sociológico es aquello
que se deriva del estudio o análisis de tales fenómenos sociales, realizado desde la
sociología. Sociológico sería, las conclusiones obtenidas del estudio de las diferentes
maneras de celebrar el matrimonio en una sociedad, en función de las diferentes clases
sociales, etnias, culturas o religiones existentes, o la propia descripción de los mercados
matrimoniales.

Dos dificultades iniciales aparecen al intentar delimitar el objeto de la sociología: la


doble condición del sociólogo (observador y actor), y la pluralidad de enfoques. El
sociólogo, al contrario de los primeros antropólogos, tiene como campo y objeto de
estudio, la sociedad en la que vive y no una sociedad o cultura distinta, lejana y exótica.
Al vernos reflejados nosotros mismos como sujetos y objetos de estudio, podemos caer
en consideraciones propias del sentido común.
La pluralidad de enfoques o de teorías sociológicas, dificulta una visión unitaria y lineal
de la realidad social. Cada enfoque tiene su origen en los llamados clásicos de la
sociología (Comte, Marx, Durkheim, Weber, Mead...), que delimitaron inicialmente su
campo de actividad, y le dieron sus primeros paradigmas o maneras de enfocar los
problemas y de plantear teorías y métodos para su explicación y solución. Para cada
caso hay que buscar el enfoque que mejor se adecue a nuestro objeto de estudio y
análisis

1.3. La Sociología como ciencia empírica

Es empírica, ya que proviene de la experiencia en las observaciones de una sociedad


concreta o de perspectivas y miradas sobre la realidad social (basadas en la experiencia
del trabajo de campo). Pero no sólo esto, la Sociología se pregunta el por qué de estos
sucesos, que da lugar a la teoría. La teoría se fundamenta en el empirismo de la
investigación.

La actividad científica requiere del uso de conceptos con los que transmitir los
significados de los hechos que observamos. Los conceptos científicos pueden ser
clasificatorios (según las propiedades de los objetos empíricos); comparativos (según las
relaciones entre los objetos), y magnitudes (según escalas proporcionales de los
objetos). La ciencia sociológica, pues, trabaja con conceptos y categorías (clases de
equivalencia); es decir, expresiones linguísticas que se refieren a definiciones de los
distintos fenómenos, hechos o actos sociales específicos, de los que son su
representación sintética. Por ejemplo, los conceptos de etnia, juventud o clase social.
Otra cosa es que los diferentes enfoques delimiten de una manera u otra, esos u otros
conceptos.

2. Sociología general y sociologías especializadas

Se entiende por Sociología General aquella parte de la ciencia sociológica que se ocupa
de conceptos, argumentos y modelos o teorizaciones útiles para cualquier rama de la
Sociología o ámbito de la investigación sociológica. Además, existen sociologías
especiales o específicas, que sólo se ocupan de una zona del objeto sociológico, es
decir, que son ramas especializadas de la Sociología.

2.1. El objeto de la Sociología

La definición de los límites y de la especificidad de una disciplina académica ha


supuesto, tradicionalmente, tener que precisar su objeto, su método y sus fuentes
(campo propio de investigación y atención).

Al objeto de la Sociología se le denomina a veces "homo sociologicus" (Dahrendorf,


1975), expresión latina que hace referencia a los aspectos sociológicos del ser humano.
Los sociólogos positivistas definen la Sociología como la ciencia de los hechos o
fenómenos sociales; los conflictivistas más bien se refieren a ella como la ciencia de las
sociedades humanas, sus clases sociales y sus conflictos; los weberianos la conciben
como estudio comprensivo de la acción social, los funcionalistas como ciencia de las
instituciones, y todos se refieren al homo sociologicus. Hoy en día, la ciencia
sociológica es la que se ocupa de la interacción, estructuras, conflictos y cambios
sociales.

Por hecho social entendía Durkheim toda interacción, o regularidad del comportamiento
colectivo, suficientemente extendida en una sociedad como para tener existencia propia,
que se presenta de un modo exterior a los individuos, a los que presiona o coacciona
para que se acomoden a ella. Así, las costumbres, creencias, modas, el matrimonio, el
lenguaje o la educación son para Durkheim hechos sociales. Considerar los hechos
sociales como cosas, como datos, permitía estudiarlos de manera positiva, como las
ciencias naturales, biológicas o médicas, es decir, como una cuestión técnica.

Los funcionalistas dieron gran importancia a los conceptos de posición y papel social
(status y rol). Un status está conformado por las expectativas de derechos y obligaciones
recíprocamente reconocidas en relación con otras posiciones, así como por la función o
propósito que cumple en la estructura social. Como forma de identidad social, el status
va unido a uno o más roles, que definen la conducta esperada de quien ocupa esa
posición.

Los sociólogos marxistas aceptaron el predominio de las estructuras sobre los


individuos o actores sociales. Utilizaron como concepto clave las relaciones sociales de
producción, que son las formas de propiedad y apropiación del trabajo, a las que
consideran la estructura básica de la sociedad, la cual está dividida en clases con
intereses enfrentados. Asalariados con funciones no directivas y los que obtienen
ingresos de los beneficios del capital. El conflicto y el cambio (movilidad), junto con la
estructura, son, pues, focos permanentes de atención del sociólogo.

El método sociológico es el modus operandi, basado en un enfoque, y está compuesto


por las diferentes herramientas teóricas y prácticas de que se valen los investigadores
sociales para trabajar en ese campo científico. El método resulta fundamental para
precisar el enfoque del campo de estudio, allí donde hay más de una ciencia o materia
sobre un determinado objeto, ya que dota de especificidad a ese tratamiento.

2.2. Relaciones entre la Sociología y otras ciencias sociales

Todas las ciencias sociales toman como punto de partida el estudio del hombre como ser
social. Hay otras además de la Sociología (la economía, la cultura, la política, la
historia...) y se hace necesario el trabajo interdisciplinar. Hoy en día, la Sociología y la
Antropología son muchas veces indistinguibles, debido a la globalización.
En Marx, por ejemplo, se mezclan elementos sociológicos, económicos y filosóficos.

2.3. Individuos y sociedad. Relaciones entre sujeto y estructura social

En Sociología existen dos maneras de entender y analizar la vinculación de las personas


con la sociedad:

a) Una holística o estructural, que abarca el nivel macro-sociológico o aquél en que la


persona se pone en relación directa con la estructura social y el conjunto de pautas
sociales suficientemente estables que actúan sobre la acción de los individuos. El
análisis macrosociológico se ocupa de los procesos sociales que operan a largo plazo y
de las unidades (grupos, organizaciones, instituciones), estructuras y sistemas sociales
de gran escala. (Durkheim y Marx)

b) Otra interaccionista que se centra en el nivel micro-sociológico de las relaciones o


interacciones sociales directas entre personas en diferentes situaciones y escenarios
sociales. La microsociología atiende a los ámbitos donde sucede la interacción, cara a
cara entre individuos (individualismo y empirismo). (Weber)

La Sociología es la ciencia que tiene por objeto el estudio de la sociedad humana y las
relaciones sociales, tanto al nivel del funcionamiento de la estructura social o entramado
de grupos e instituciones sociales, como de la acción social desarrollada por las
personas en su interior.

3. La teoría sociológica

3.1. Los precursores: Claude Saint-Simón (1760-1825) y Augusto Comte (1798-


1857)

Claude Saint-Simón es el punto de partida de la Sociología, punto de conexión entre el


antiguo régimen y la modernidad (participa en la independencia americana y en la
revolución francesa), e influye a Comte, Marx y Durkheim. La primera idea a retener es
el descubrimiento de la sociedad como "un verdadero ser", un "cuerpo organizado". La
conceptúa como un sistema en el que todas las partes contribuyen de forma
especializada a la marcha del conjunto. La segunda idea es la exigencia de una nueva
ciencia positiva y reorganizadora que se ocupe del nuevo objeto. Tal será la fisiología
social, basada en la observación directa de los hechos, centrada en el estudio de la
organización social y punto de partida para una higiene que permita superar las crisis
sociales. La tercera idea diagnostica el advenimiento de una novedad histórica: el
sistema industrial. Saint-Simón creía que, al aire de los tiempos (la revolución industrial
inglesa), la aplicación del método positivo, importado de las ciencias físicas, mediante
su organización científica, sería la solución a los problemas derivados de la naciente
sociedad industrial.

Comte (su exsecretario), en su esfuerzo por librarse de la filosofía especulativa de la


historia, fundamentará la filosofía positiva como la necesaria adecuación entre orden y
progreso (lema que se puede apreciar en la bandera brasileña); su positivismo le llevará
a creer que sólo es científico aquello que tiene por objeto una realidad empíricamente
observable, lo cual conlleva la radical distinción entre hechos y valores y la afirmación
de la realidad como conjunto de impresiones sensoriales, con la finalidad de establecer
leyes que expresen relaciones formales entre los fenómenos. Creía que la sociedad
podía estudiarse en sus estados estático y dinámico: como en la materia física, había una
estática social, relacionada con los aspectos de la estructura u orden social y una
dinámica social, relativa a los aspectos del progreso y el cambio social. Como su
mentor, Comte tenía también una visión evolucionista, en el sentido de que los
fenómenos sociales van pasando por una serie de estadios o fases de perfeccionamiento
sucesivo y gradual, de peor a mejor, de la barbarie a la civilización. Para Comte,
existían tres estadios o etapas, que llamaba: teológico, metafísico y positivo. Y, al igual
que aquél, terminó pensando que, en esa fase positiva, debería surgir una nueva religión,
cuyos sacerdotes serían los sociólogos.
3.2. El conflictivismo. Karl Marx (1818-1883)

La sociedad se constituye por la necesidad que tienen los seres humanos de entrar en
relación mutua para producir los bienes y servicios con que satisfacer sus necesidades:
el origen de lo social se halla en la producción. El modo de producción condiciona el
proceso de la vida social, política e intelectual, y la realidad social determina la
conciencia del individuo. Según Marx, la sociedad está basada en su modo de
producción material, es decir el conjunto y grado de desarrollo de las relaciones de
producción y fuerzas productivas de que disponga, mientras que en su parte superior se
encuentra la estructura del estado y las formas de conciencia social o ideologías. Para el
marxismo, la infraestructura o base económica de la sociedad es el fundamento real a
partir del cual hay que explicar, en última instancia, la superestructura jurídica y
política, así como las representaciones de la conciencia social tales como la religión, la
filosofía, el arte, etc. Al terreno de la superestructura pertenecen dos ámbitos claramente
distintos: el de los aparatos jurídicos y políticos y el de las formas de conciencia social.
Por los primeros se instrumenta el dominio efectivo de la clase dominante y los
marxistas tienden a sostener una concepción instrumental del derecho y del Estado.
Mediante las segundas se persuade y se esconde o se camufla la dominación económica
y la apropiación del fruto del trabajo ajeno.

Las relaciones de clase son el eje vertebral alrededor del cual se distribuye el poder
político y sobre el que la organización política se asienta. La superestructura es para
Marx algo que se monta sobre la base económica, de donde surgen las clases sociales.
El Estado tiene carácter de clase dominante en la sociedad. Las clases principales
(dueños de medios de producción y trabajadores por cuenta ajena) tienen intereses
enfrentados, por lo que se hallan en conflicto permanente; esta lucha de clases da lugar a
una dinámica continua de la sociedad. Una clase social está constituida por las personas
que ocupan una posición similar en las relaciones de producción, bien porque posean la
fuerza de trabajo o bien los medios de producción. Esto supone un modelo de clases de
tipo relacional y dual, ya que a cada modo de producción le corresponden dos grandes
clases (burguesía y proletariado) que son antagónicas entre sí y tienen su razón en esa
relación de oposición (lucha de clases). Pero, además, en cada sociedad existen una
serie de clases o fracciones de clase subsidiarias o marginales (la pequeña burguesía o
los jornaleros agrícolas) y restos de otros modos de producción (la aristocracia).

La sociología de Marx es una sociología del cambio (cuyo agente es la clase obrera, que
librará de la opresión capitalista). Conforme se desarrollan las fuerzas productivas, entre
otras causas por el avance del conocimiento científico, éstas entran en contradicción con
las relaciones de producción, llegando un momento en que se abre una etapa de
revolución social. Marx infravaloró aspectos de organización y gestión con la aparición
de la burocracia, como factor reestructurador de las relaciones de producción

3.3. El positivismo-funcionalismo: Emile Durkheim (1858-1917)

En sus Reglas del método sociológico, Durkheim desarrolla el carácter positivo de la


Sociología moderna y establece que el objeto de la sociología es el estudio de los
hechos sociales: toda manera de hacer con existencia propia y susceptible de ejercer una
coacción externa sobre el individuo, como pueden ser el lenguaje, la manera de vestir o
de comer o, incluso, el suicidio. Como realidades sociales y no individuales que son, los
hechos sociales deben ser tratados como cosas, es decir, como datos. Durkheim
prosigue y consagra así el positivismo heredado de Auguste Comte que, junto a Saint-
Simón, el evolucionismo darwinista y el organicismo alemán (que entiende que la
sociedad es como un organismo humano, un conjunto orgánico integrado por unos
componentes o partes, que existen en tanto en cuanto tienen una función que cumplir
para el mantenimiento del todo u organismo).

El positivismo consiste básicamente en seguir el principio de remitirse fuertemente a los


hechos, con marcada orientación hacia los observables externamente y cuantificables
(observación desinteresada, que evita los prejuicios). A partir de ellos se descubren,
mediante analogías y generalizaciones, regularidades que permiten formular leyes, las
cuales rigen los hechos y a la vez nos hacen entenderlos. Durkheim no se para a analizar
el individuo aislado, sino la sociedad como un todo y considera que lo social viene
constituido por la solidaridad.

En su obra La división del trabajo en la sociedad, Durkheim transforma la fe en el


progreso y el ideal evolucionista decimonónico implícito en la teoría de los tres estadios
de Comte, en el paso de la sociedad, de un estado de solidaridad mecánica (escasa
diferenciación interna y unión religiosa del grupo) a uno de solidaridad orgánica
(interdependencia con seres de trabajo especializado, desigualdades y ausencia de
normas). Durkheim ve estos problemas solucionables a través de la reforma social y no
de la revoluvión.
También es característica de Durkheim la tendencia a considerar la sociedad como un
todo organizado en el que cada norma o institución no ha surgido al azar, sino que
cumple funciones de mantenimiento de ese entramado, de esa forma de vida
(funcionalismo), en donde el conflicto es una disfunción (negativo), no significa
progreso sino perturbación.

3.4. Sociología comprensiva, o de la interacción social orientada por valores. Max


Weber (1864-1920)

Para Weber, la naturaleza de la sociedad se sitúa en la acción social, es decir, una


conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o
permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido
subjetivo. Toda conducta humana que tiene un significado subjetivamente intencional y
está dirigida hacia otra persona o grupo. Cuando la acción social es recíproca entre dos
o más individuos, aunque el significado implícito no sea compartido, existe una relación
social. Según Weber, las causas de la acción de los seres humanos deben explicarse de
acuerdo con las intenciones que la inspiran y las consecuencias esperadas por ella –es
decir, su propósito- y no en términos de sus consecuencias reales. Dentro de esta
tradición la sociología estudia también las consecuencias no deseadas de la acción, sean
o no nocivas para alguien.

Weber apunta la existencia de cuatro tipos de acción social:

1. Racional con arreglo a fines, cuando la acción está orientada a obtener metas o fines
concretos y buscados.
2. Racional con arreglo a valores, cuando la conducta viene determinada por la creencia
consciente en valores éticos, estéticos o religiosos.
3. Afectiva, cuando son motivos y estados sentimentales los que determinan la acción.
4. Tradicional, cuando la acción viene determinada por una costumbre arraigada.
Weber rechaza las teorías holísticas de la historia y entiende que la realidad social tiene
sentido para la Sociología a través de los conceptos. Weber tampoco comparte las
posiciones metodológicas del positivismo, ya que entiende que el sociólogo no puede
estar distanciado de los actores sociales, debe compartir su posición y dar
interpretaciones.
La teoría de la estratificación de Max Weber, establece tres dimensiones: clase, status y
partido, determinadas por lo económico, lo social y lo político, respectivamente. Si la
clase viene determinada por la posición ocupada en el mercado, la situación de status es,
en cambio, subjetiva: el status de una persona se refiere a las valoraciones que las otras
hacen de ella y de su posición social, atribuyéndole algún nivel de prestigio social o
estima.

En su obra Economía y Sociedad, Max Weber dedica un apartado importante a


desarrollar su concepción del poder y del estado: la sociología de la dominación. El
concepto clave es el de legitimidad, es decir, aquellas creencias que fundamentan y dan
validez a una relación de dominación (autoridad) que le sirven de justificación y le dan
una estabilidad superior a la que pudieran darle el interés, el afecto o la costumbre.
Cuáles son los motivos para que las personas obedezcan a la autoridad, se sometan a
ella de modo voluntario, es la pregunta clave que pretende resolver Weber.

Toda relación de dominación puede basarse en tres modelos o tipos ideales de


legitimidad: carismática (carisma del líder), tradicional (rutina) y legal (validez
jurídica).

Una explicación de los procesos sociales requería comprender los motivos y fines que
animaban a los actores sociales, puesto que éstos últimos no actuaban de una manera
mecánica, sino intencionada. Así, por ejemplo, en el estudio de los tipos de autoridad, es
importante conocer por qué un poder es considerado legítimo por la población a él
sometida (carisma del gobernante, tradición histórica, legitimación democrática).

Módulo II – Corrientes actuales del pensamiento sociológico

1. El pluralismo sociológico

La sociología tuvo que justificar su existencia y su valor frente a las ciencias naturales y
otras ciencias sociales mediante complejos modelos teóricos. El paso del tiempo ha
hecho de filtro frente a la pluralidad de enfoques gracias a la contrastación empírica,
quedándose algunos de ellos como fundamentales (paradigmas).

Hoy en día sigue habiendo un pluralismo, en relación con el objeto (la realidad social),
pero no un caos teórico, permitiendo un enriquecimiento conceptual y teórico. Hay un
constructivismo social y nos encontramos con que por un lado, hay teóricos que apuntan
multitud de enfoques, y por otro, los que sostienen que hay dos grandes bloques: la
sociología del consenso (funcionalista) y la sociología del conflicto (marxista).

Las principales divisiones teóricas del pensamiento sociológico, son reflejo en cierta
medida de los enfoques elaborados tiempo atrás. Son como el desarrollo actual de las
perspectivas clásicas o paradigmas sociológicos, propio del cambio habido en la
sociedad, desde que estos se formularon.

La complejidad social derivada de la modernidad capitalista creó desesperación en el


posmodernismo y otra reacción desesperada, pero racional, es la de los gobiernos y los
teóricos de la sociedad, la política y la economía, quienes aseguran que todo está bien,
pero cierran los ojos cada vez que toman una decisión, porque los resultados y las
tendencias van por donde quieren, no por donde deben.

2. La teoría crítica de la Escuela de Frankfurt: Horkheimer, Adorno

Surge como crítica a la visión positiva de la modernidad, que aboga por la


emancipación y la justicia social. Diagnóstico pesimista socio-cultural sobre cómo se ha
desarrollado la modernidad en los quehaceres humanos. Se critica la herencia de la
Ilustración, producto de la sociedad burguesa, que transforma el uso de la razón para
usarlo como instrumento para alienar naturaleza e individuos haciéndolos piezas de la
maquinaria industrial (quitándoles libertad de pensamiento y acción). La conversión de
la razón y el conocimiento no en un fin sino en el medio para alcanzar un objetivo: el
poder. “Lo que sucede a todos por obra de unos pocos se cumple siempre como
avasallamiento de los individuos singulares por parte de muchos: la opresión de la
sociedad lleva en sí siempre los rasgos de la opresión por parte de un colectivo. Es esta
unidad de colectividad y dominio, y no la inmediata universalidad social, la solidaridad,
la que sedimenta en las formas de pensamiento.”

Por lo tanto, hay que desconfiar de lo establecido e intentar superarlo. Se evidencia la


constitución y superficialización de lo científico, del método a receta ineludible, receta
ciega ante lo real. Arremeten también contra la industria cultura, la ilustración como
engaño de masas, y su racionalidad técnica como racionalidad del poder. La industria
cultural absolutiza la imitación. “Hablar de cultura ha estado siempre contra la cultura.”
La cultura es una mercancía, cuya esencia es el dominio y reducción de las artes al
orden de la ilustración.

2. 1. Teoría de la acción comunicativa: Jürgen Habernas

Habernas (posguerra, frente a preguerra de Horkheimer y Adorno), tiene una visión


menos pesimista que la primera generación de Frankfurt. Para él, la sociedad es una
integración de valores y la 'razón pura' por medio de la comunicación, que es lo que
utiliza para lograr dicha integración.

Dentro de la sociedad, Habermas concibe dos formas de acción social: por un lado la
acción comunicativa y por otro la acción de acuerdo a fines u orientada al éxito (para
sacar ventaja y oprimir….dominio). A la acción social con lógica comunicativa se
presenta cuando los actores interaccionan en un proceso de entendimiento sobre metas
comunes y compartidas, concibiendo para ello, el entendimiento como un acuerdo sobre
alguna afirmación, dentro de tres dimensiones:

1) Cognitiva, en la que la rectitud de una propuesta puede ser probada objetivamente.

2) Moral, donde las propuestas se realizan sobre la base de las normas establecidas.
3) Psicológica donde las afirmaciones son valores por la persona a partir de sus
circunstancias internas.

A partir de lo anterior, la manipulación, la conquista, el engaño son vistos como


"estructuras de comunicación distorsionadas". Por otro lado, metodológicamente
establece la sociedad en dos niveles:

1) Sistema: constituido por mecanismos impersonales de coordinación de la acción


social.

2) Mundo de la vida: constituido por aquellos ámbitos de acción social no estructurados


formalmente donde los actores sociales interaccionan sobre la base de un saber de fondo
sobre el que se sustenta normalidad de una "situación de habla". Es también el lugar
donde interactúan los hablantes, asimismo es la comprensión de lo que nos es propio y
lo que nos es extraño, o sea la vida cotidiana.

Es en el mundo de vida donde se desarrolla la acción comunicativa a partir del acto de


habla. A su vez, el mundo de vida se articula en tres esferas: 1) cultura, 2) sociedad y, 3)
personalidad. Con ello se aprecia que Habermas concibe al sujeto como personalidad,
como agentes capaces de lenguaje y acción, lo que conlleva que el cambio se da como
un proceso evolutivo.

El sistema como sociedad, se constituye mediante una lógica estratégica y/o


racionalidad instrumental (dinero, burocracia, etc.), y en el mundo de la vida se
constituye a partir de una lógica comunicativa y/o racionalidad comunicativa. Ambas
lógicas están entrelazadas y son inseparables.

Habermas menciona que el sistema coloniza al mundo de vida, y es precisamente a


partir de esto que plantea a la acción comunicativa como una meta de la sociedad, donde
el sujeto (personalidad) es auto-crítico y puede abstraerse de la acción estratégica
(poder-manipulación), todo ello a partir de la racionalidad comunicativa, donde la
interacción simbólica se dé partiendo de la buena fe de los hablantes, de la comprensión
y entendimiento de las actitudes y símbolos de los mismos, buscando finalmente el
consenso. Habermas cree que sistema y mundo de la vida deberían formar un todo
equilibrado y dialogante, pese a que el sistema extralimita sus funciones en el mundo.

3. El constructivismo estructuralista de Pierre Bourdieu

Estructuralista quiere decir que existen en el mundo social mismo, y no solamente en


los sistemas simbólicos, lenguaje, mito, etc., estructuras objetivas, independientes de la
conciencia y la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o de coaccionar sus
prácticas o sus representaciones. Constructivismo quiere decir que hay una génesis
social, de una parte, de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son
constitutivos de lo que se llama habitus (actuación del individuo con arreglo a unas
formas de pensar, percibir y actuar) y, por otra parte, de las estructuras, y en particular
de lo que Bourdieu llama campos y grupos (clases sociales).

El habitus se constituye en virtud de las experiencias subjetivas, y remite al sistema de


predisposiciones corporales y cognitivas de los agentes sociales, adquirido por medio
del juego social, tanto pasado como presente, que es duradero y transferible (depende de
las condiciones objetivas de su existencia y de su trayectoria social).

El habitus, es un sistema de disposiciones, de sentido práctico, de estrategia. Por la


condición de 'sistema', las disposiciones tienden a estar unificadas. Además de
"unificadores, los habitus individuales son singulares; pues si hay clases de habitus
(habitus próximos en cuanto a las condiciones de vida y la trayectoria del grupo social
de pertenencia, por ejemplo) y, por lo tanto, habitus de clase, cada habitus individual
combina de manera específica una diversidad (mayor o menor) de experiencias sociales.

Los campos constituyen el momento de exteriorización de la interioridad. Se refieren a


la forma en que Bourdieu concibe las instituciones no como sustancias, sino de manera
relacional, como configuraciones de relaciones entre actores individuales y colectivos.
El campo es una esfera de la vida social que ha ido cobrando autonomía a través de la
historia en torno a relaciones sociales, intereses y recursos propios, diferentes de los de
otros campos. Las personas no se mueven por las mismas razones en el campo
económico, en el artístico, el periodístico, el político o el deportivo. Cada campo es al
mismo tiempo un campo de fuerzas -caracterizado por una distribución desigual de los
recursos y, por lo tanto, por una correlación de fuerzas entre dominantes y dominados- y
un campo de luchas, en el que los agentes sociales se enfrentan para conservar o
transformar esta correlación de fuerzas. Para Bourdieu, en esas luchas puede estar en
juego la propia definición del campo y su delimitación, lo que distingue esta idea de la
habitualmente más cerrada de sistema.

3.1. Estructuras de dominación y prácticas populares: Claude Grignon y Jean-


Claude Passeron

En su obra El erudito y lo popular. Miserabilismo y populismo en sociología y en


literatura, señalan como una de las tesis centrales que sociología y literatura
contribuyen de manera privilegiada a la génesis de las representaciones dominantes
sobre lo popular. En una palabra: construyen sentido común respecto a los rasgos que
caracterizarían esa realidad plural y difícilmente aprehensible que se llama 'lo popular'.

Por miserabilismo entienden los autores aquella actitud que tiende a visualizar al sujeto
popular como situado en una condición infrahumana (racismo de clase). Desde posturas
menos radicales, el miserabilismo desarrolla fácilmente vasos comunicantes hacia una
actitud complementaria: el paternalismo.

El populismo, identificado por los autores como una inversión de la actitud anterior, que
puede sintetizarse en la adhesión al lema "La gente del pueblo vale más que nosotros".
Identificado como portador de la verdadera cultura, de los auténticos valores, el sujeto
popular se ve así investido de atributos que lo ponen en una situación de privilegio que
hay que imitar, rescatar, etc., según lo sugiera la complejidad de la construcción
ideológica que toma al populismo como sustrato de base.
Módulo III - ¿Qué es la sociología de la música?

1. Introducción: algunos puntos de referencia

La musicología académica se enfrenta con la sociología de la música en el punto en el


que la musicología entiende la obra musical basada en el ideal de autonomía estética
(mediante estudio hermeneútico), mientras que la sociología se basa en los efectos que
las obras producen y en su función social. Las Ciencias musicales actuales integran
ambos sistemas (musicología sistemática).

La sociología de la música se puede considerar como una parte de la sociología de la


cultura, algo que se aproximaría a la antropología, por lo que se llegaría a una
sociología de la música en etnomusicología (estudio de la música como cultura). La
sociología de la música es distinta a la historia de la música, ya que la historia sólo
estudia los hechos musicales, mientras que la sociología estudiaría no sólo los hechos
sociales y artísticos sino también los hechos sociales extra-musicales. Deben ser
distinguidas dos tipos diferentes de relación entre los conceptos 'música' y 'cultura'. La
sociología de la música estaría más próxima del estudio de la "música en un contexto
cultural", mientras que la etnomusicología abordaría el estudio de la "música como
cultura"

Además, la sociología estudia los problemas derivados de la industrialización, algo que


afecta de gran manera a la música (música tradicional, proceso comercial, etc.)

2. Conformación de la disciplina

Los años 80 y 90 se dieron en la sociología de la música multitud de enfoques


diferentes. Georg Simmel publica un artículo en 1887 estableciendo una relación entre
contexto social y producción musical. Más adelante, en 1921, Max Weber considera la
relación entre las formas musicales y la racionalidad de la cultura occidental,
entendiendo el proceso de racionalización musical como paradigma evolutivo y que
tiene cuatro etapas: la estereotipación motívica (el culto y la magia), las series típicas de
tonos (la asumen los particulares, p.e. sacerdotes), el hexacordo (ordenación de tonos y
sistematización de escalas) y, por último, el temperamento racional (igualar los doce
semitonos, facilitando enarmonías y modulaciones).

Será en los años 30 del s. XX cuando nace en Alemania la sociología de la música


gracias a tres corrientes. La primera es una historia social de la música haciendo
comprensible un estilo musical en concreto a partir de la estructura social y cultural del
período en el que surge. La segunda, surgida en la Unión Soviética, incide
principalmente en el estudio de los significados que se asocian a la música (las formas
musicales contienen "tópicos" que transmiten significados concretos que superan los
límites de cada obra concreta). La tercera, con Theodor Adorno a la cabeza, es
representativa de la influencia del idealismo de ascendencia hegeliana en las ciencias
sociales.

Adorno, investigador musicológico y filosófico, piensa encontrar en las formas


musicales el reflejo del contexto social en el que surgieron. Su pensamiento sociológico
es especulativo, con una gran pluralidad de ensayos que tratan temas como las formas
de producción de la música, los tipos de organización de la vida musical y sus
mecanismos de control, las formas de ejecución y de reproducción, así como la manera
como el público recibe la obra musical. Su pensamiento está muy determinado por su
crítica a las condiciones en que la música es producida y consumida en la sociedad de
masas. Para él, la función del arte sólo puede ser desempeñada de una manera “seria” y
dentro de una corriente vanguardista alejada de del consumo de masas; surge como
crítica al consumo capitalista, creando una gran influencia.

A partir de los 50, donde podemos hablar de una sociología de la música, surgen los
trabajos de Boehmer, quien señala otras dos corrientes, la positivista (sus objetos de
estudio son la música en cuanto dato y los contextos donde es socialmente efectiva,
obviando la tentación de explicarla a partir del conocimiento de cada obra musical en sí
propia; Silbermann) y la marxista (prima la interpretación de la música como producto
de la sociedad, basnándose en la premisa marxista de que cualquier cambio en la
superestructura social está determinado por cambios en la base material de la sociedad,
esto es, en la economía; Eisler).

En los 70 hay una gran pluralidad de enfoques, con cuatro corrientes principales. La
primera estudia el 'significado social' de la música, siguiendo una línea de pensamiento
implícito en los trabajos de Weber y de Adorno. La segunda está orientada hacia el
estudio de la música como 'interacción social`, y está bien representada en los trabajos
de Howard Becker, para el cual las obras de arte - y, por lo tanto, la música - sólo
adquieren sentido cuando se las considera una consecuencia de la multitud de
actividades que forman parte de su producción y consumo. La tercera, centrada en la
música en cuanto 'identidad social', que destaca el poderoso papel que tiene en la
formación de identidades individuales y colectivas en el seno de la sociedad. Esta
perspectiva se ha aplicado particularmente en el estudio de la música popular urbana, tal
como se revela en los trabajos del sociólogo Simon Frith. Por último, hay una corriente
que explora de forma sistemática el estudio de las dinámicas de las industrias musicales,
por ejemplo de las compañías discográficas.

Los estudios culturales a partir de los 70 enriquecieron el panorama de las ciencias


sociales, como la crítica desconstruccionista.

3. Los objetivos de la sociología de la música: la aproximación clásica de Adolph


Silbermann

Según Blaukopf, la sociología de la música consiste en la «reunión de todos los hechos


sociales sobresalientes para la práctica musical, ordenación de estos hechos según su
grado de importancia para la práctica musical y comprensión de los hechos decisivos
para la modificación de la práctica.»

Silbermann (con actitud empírica) amplía esta definición viendo la música desde cuatro
perspectivas que determinan de manera diferente la naturaleza de la disciplina y sus
métodos:
1. Aproximación al fenómeno musical como "aspecto de la vida humana social", que
determinaría la sociología como el estudio de ese aspecto.
2. La música entendida como una actividad social, que determinaría una sociología de la
música que se ocuparía principalmente de "averiguar cuáles son las formas esenciales
de la actividad musical y cuáles son los grupos sociales específicos que se reúnen en
torno a una forma musical específica."
3. La música vista en el seno de las relaciones personales. Esta perspectiva plantea
múltiples tareas para la sociología de la música, que, siguiendo a Silbermann, pasaría a
ser el estudio de
a) los efectos de la música sobre la vida social de los hombres;
b) la influencia de la música en la formación, el contacto y los conflictos de grupos;
c) la evolución y diferenciación de modelos y actitudes sociales por medio de la música;
d) la formación y desarrollo de las instituciones socio-musicales;
e) las organizaciones sociales que influencian la música.
4. La música vista como proceso social vivo y actual. Esta perspectiva determina la
sociología como el estudio de este proceso, siempre dinámico, en cuanto interrelación
entre música y sociedad.
Al hilo de estas clasificaciones, Silbermann enuncia una triple orientación para la
sociología de la música que la define como:
1. El estudio que considera las condiciones y formas de la evolución de ciertas muestras
socio-musicales sobre un cierto transcurso de tiempo;
2. El estudio funcional y descriptivo que consiste en averiguar la existencia y la
diferencia de muestras socio –musicales y descubrir sus significaciones con respecto a
la cultura total;
3. El estudio comparativo que consiste en confrontar y comparar los diversos ejemplos
socio-musicales, para descubrir trascendencias de objetos de adaptación social en el
presente y en el futuro.
Concluyendo que la sociología de la música se compone de:
1. La caracterización general de función y estructura de la organización socio-musical,
como un fenómeno que proviene de la interacción de individuos en grupos para
satisfacer sus necesidades.
2. De comprender la relación y conexión de la organización socio-musical con las
modificaciones socio-culturales.
3. El análisis estructural de grupos socio-musicales bajo el aspecto de la
interdependencia funcional de sus miembros, su actitud, la formación y repercusión de
papeles y normas y el ejercicio de control.
5. Una tipología de grupos basada en funciones.
6. La previa visión y el planteamiento práctico de transformaciones fundamentales con
respecto a la música, su vida y sus esferas de acción.

Módulo IV – Música y ciudad: la musicología urbana

1. Hacia una 'musicología urbana': breve reseña historiográfica

La musicología urbana es un enfoque de estudio, un método de investigación. Se basa


en las interacciones del tejido urbano con sus estructuras sociales e institucionales,
estudia la música y los músicos dentro de su contexto local partiendo de la asunción de
que la ciudad, en alguna medida, conforma y determina la vida musical que tiene lugar
en ella, y su estudio se puede realizar sobre cualquier época.

Hay diferentes enfoques. Los primeros trabajos surgieron de la etnomusicología (en los
años 60), debido a la migración de africanos, asiáticos y europeos a los Estados Unidos
durante el siglo XX (y antes), y la fuerte repercusión en la música que estas migraciones
provocaron. En torno a los últimos quince años, la perspectiva urbana dentro de la
musicología histórica ha comenzado a forjarse como una sólida tendencia de
investigación. Hay interesantes trabajos que estudian, por ejemplo, la Brujas medieval o
la colección Man and Music, que estudia ocho ciudades europeas; pero se centran en las
referencias más conocidas, quedando todavía por investigar importantes centros (aunque
fueran ciudades más pequeñas) a lo largo de diferentes épocas.

2. Enfoques y perspectivas de la musicología urbana

2.1. Instituciones musicales

Por lo general, sólo se han estudiado las instituciones más importantes como catedrales,
cortes y teatros de ópera, cometiendo el error de dejar de lado a cofradías, conventos,
monasterios e iglesias parroquiales, en donde participaban los mismos músicos que en
los centros importantes, y donde se tiene una visión más real de lo que acontecía en las
ciudades en ese período en concreto. Hay que retomar las investigaciones en ese
sentido.

2.2. Repertorios musicales

El estudio de las instituciones pequeñas tradicionalmente ignoradas llevó


irremediablemente a considerar su actividad musical dentro de una red institucional
local de intercambios. Esta dinámica inter-institucional se basaba en la flexibilidad con
la que ciertos músicos participaban en las celebraciones distintas a las promovidas por
las instituciones para las que trabajaban de modo estable.

Este razonamiento ha arrojado, al menos, dos conclusiones significativas que invitan a


replantear algunas de las asunciones establecidas. Por un lado, el lugar de conservación
de las obras no es necesariamente el lugar de interpretación. Por otro lado, el contexto
en el que se interpreta una obra determina su función y el modo en que es percibida por
los oyentes.

2.3. El músico en sociedad

El músico es un miembro integrado dentro de la sociedad, algo que le es necesario para


desarrollar su función y su entorno social le impone ciertas constricciones. El
interrogante fundamental es estudiar cómo los músicos se integran dentro del tejido
social y urbano de la ciudad, y en qué medida el entorno local determina su actividad
profesional. Algunos de los temas que más interés han suscitado son: las trayectorias
profesionales de los músicos, las redes de contactos personales que establecen tanto con
otros miembros de su profesión como de otras y cómo influyen éstas en sus carreras, la
localización de sus viviendas dentro del mapa urbano y su origen familiar

2.4. El 'paisaje sonoro'

La musicología urbana hasta ha estudiado la vida cultural, ceremonial y musical de las


ciudades, y el análisis de su recepción en los ciudadanos, pero no ha tenido en cuenta el
sonido “diario” de las ciudades; es decir, qué ruidos escucharíamos si paseáramos por
Brujas en el s. XIV y qué significado tendrían esos sonidos (un ejemplo serían las
diferentes claves que representarían los tañidos de las campanas). Sobre este tipo de
estudios no hay fuentes escritas sobre las que estudiar, por lo que hay que interpretar
entre líneas y de una manera creativa. Este enfoque ha permitido liberarse a la
musicología de de la concepción restrictiva según la cual la historia de la música
equivale a la historia de los textos (esto es, de las partituras).

2.5. El 'problema' de las fuentes

Para la musicología urbana, la partitura tiene un valor relativo, ya que lo importante es


el hecho en sí de la interpretación y su percepción en el público, por lo que es
cuestionable el uso de las fuentes empleadas hasta ahora y se entiende la necesidad de
buscar otras más apropiadas.

Los menos problemáticos son los documentos sobre el funcionamiento de las


instituciones importantes, ya que éstos se crearon específicamente para su conservación
(archivos catedralicios, etc.). El problema lo plantean las compañías de teatro y ópera
(muchas itinerantes), instituciones que tuvieron archivos pero que desaparecieron
cuando se desintegró la institución (cofradías, monasterios, etc.).

Aun así, las fuentes que quedan hay que estudiarlas con precaución, ya que pueden
alterar los hechos por intereses particulares y hay una 'retórica de la descripción' cuyo
propósito es más ajustarse a un tipo de documentos que presentar la información. Por
último, el conocimiento musical de aquellos que confeccionaban los documentos era, en
la inmensa mayoría de los casos, muy limitado, con obvias carencias técnicas e
interpretativas para expresar adecuadamente lo que percibían, si es que, en el mejor de
los casos, esa fuera su intención. Por lo tanto hay que plantearse: quién creó el
documento y qué intereses podía tener, con qué finalidad se creó y a quién estaba
dirigido.

También hay que utilizar nuevos tipos de fuentes como censos de población (y así saber
en qué zona vivían los músicos), catastros, documentos fiscales y testamentos, en los
que se ve la relación afectiva y emocional.

Módulo VI – La música como factor de socialización en el género

1. El controvertido significado de la educación musical femenina

La lectura aporta un interesante análisis sobre la música y la educación femenina desde


el último cuarto del siglo XIX hasta el primero del siglo XX. Para ello la autora,
partiendo de datos y testimonios de esta época, hace un recorrido en donde puede verse
como en esos años la enseñanza de música en la educación femenina pasó de ser algo
impartido por varones clérigos y orientado a la práctica en el hogar hasta llegar a ser las
propias mujeres quienes se incorporaran al mercado de trabajo.
Una de las cuestiones que quizá puedan llamar nuestra atención es el hecho de que a la
mujer se le negaba la capacidad para profundizar en el conocimiento musical que debía
ser superficial. En los tratados teóricos del siglo XVI al XVIII se hablaba incluso de la
torpeza de la mujer y de cómo sólo se les debían enseñar rudimentos, dando por sentada
la “masculinidad” de la música. Tal y como recoge Pilar Ramos en su libro “Feminismo
y música”, (Madrid, Narcea, 2003) este tipo de prejuicios de otras épocas llegaron
incluso a hacer dudar de que repertorios encontrados en monasterios femeninos, como
es el caso del famoso “Códice de las Huelgas” fueran interpretados por mujeres. Hoy se
sabe que hubo monasterios en donde había un elevado nivel musical, y de hecho, del
ejemplo del monasterio de Las Huelgas se deduce que sus cantoras poseerían una
elevada formación musical, puesto que el repertorio contenía algunas de las obras más
avanzadas de la península ibérica.
Además, como habréis visto en el módulo, en la época analizada la educación musical
de la mujer se ceñía casi exclusivamente al piano y al canto. Un ejemplo muy claro es
del Conservatorio de París, una de las instituciones más importantes de la época, en
donde aunque las mujeres siempre fueron admitidas, durante algún tiempo les estuvo
prohibido el acceso a clases de violín, violonchelo, contrabajo, todos los instrumentos
de viento, composición, contrapunto y fuga. Es interesante señalar además que en este
conservatorio las mujeres no sólo solían estudiar separadas de sus compañeros sino que
además trabajaban repertorios diferentes. En este sentido, algunos repertorios se
consideraban “masculinos” (Beethoven, Liszt o Thalberg) y otros femeninos (Bach,
Haydn o Mozart).
Pero además, las pocas mujeres que se dedicaban a la actividad concertística se
enfrentaban a problemas impensables en el caso de sus colegas varones. Para preservar
su reputación, la mujer pianista debía llevar siempre consigo a una dama de compañía y
dejar a una o dos criadas que suplieran su ausencia en el hogar. Por ejemplo, Clara
Schumann mantenía a dos o tres criadas y a una dama de compañía durante sus viajes.
En el módulo también se aborda el tema de la docencia privada por parte de la mujer.
Indudablemente no se conocen tantos datos como sería deseable, en tanto que era
privada y por ello más difícil de documentar que la de centros públicos y
conservatorios, principalmente en manos de varones, pero se sabe que durante los siglo
XIX y XX muchas mujeres se dedicaron a impartir clases privadas.
En resumen, el módulo pone de manifiesto la educación musical de la mujer y las
dificultades que podía encontrar en el ámbito de la música, primero por las escasas
posibilidades para su educación y después por la inaccesibilidad al mundo laboral. Sin
embargo, recientes investigaciones están sacando a la luz interesantes datos sobre la
educación musical femenina, métodos de enseñanza, conciertos, etc., que nos muestran
cómo la actividad musical femenina era mayor de la que se sospechaba.

Módulo VII – La música en la Sociedad y en la Educación

1. Introducción

Hace 40 años sólo se atendía en la educación musical a la percepción del mundo


“clásico” y el canto de canciones. Hoy en día se pretende ampliar al máximo la
educación musical atendiendo a la gran variedad de estilos musicales, la práctica y la
composición (o por lo menos debería ser así).
Los cambios en las clases de música, son consecuencia de la transformación de los roles
musicales en la sociedad, los cuales están ligados a su vez a otros cambios mucho más
profundos, ya sean demográficos, tecnológicos, relaciones entre las clases sociales y las
etnias, etc. y la música ya no está restringida a determinados ambientes.

2. La música en la sociedad

Los grupos sociales más conocidos y estudiados son la clase social, la etnia, la raza, el
sexo, la edad, la religión, la nacionalidad, la familia y la subcultura. Entendemos la
sociedad como un agregado de distintos grupos, que, a su vez, acaban por solaparse,
dando lugar a tres tipos de solapamiento.
Por ejemplo, al identificar un grupo social y una etnia, ambas tienen características
similares, como prácticas culturales y educación, y otras propias, que distinguen a los
grupos entre sí. Otro solapamiento sería el que una etnia puede estar dentro de una
determinada clase social y otra en varias. La tercera sería que los individuos pueden
pertenecer a varios grupos sociales.

3. Los grupos sociales en relación con la música

Se puede dividir en cuatro áreas:

a) Prácticas musicales. Se puede percibir las prácticas musicales de tres modos: quién y
cómo produce la música, la distribución (cómo pasa la música del productor al
consumidor) y la recepción (uso de esa música).

b) Significado musical. Cómo construyen los diferentes grupos sociales los significados
musicales, lo que dichos significados son, cómo se ponen de acuerdo los distintos
grupos con respecto a esos significados, y cómo los rebaten, tanto en el seno de un
grupo como entre los distintos grupos.

c) La música en sí misma. La música en sí misma no es simplemente un síntoma de


nuestras prácticas y significados musicales, sino que vuelve a nosotros, a través de su
capacidad para influir en nuestras creencias, valores, sentimientos o comportamiento.
Algunos tipos de música poseen una textura formal que las convierte en más o menos
acordes a ciertos usos o significados.

d) Identidad social de los individuos. La música sirve para definir su identidad como
individuo en el seno de un grupo o de unos grupos, añade cohesión al grupo y conlleva
significados apropiados a fuerza de convención, influye en nuestras repuestas y
comportamiento, y es adecuada en distintos grados, y para determinados usos y
significados.

4. La música en la educación

Dentro de grupos de estudiantes o de profesores puede haber distintos gustos y


significados musicales. Por ejemplo, se puede atender a clase social, sexo y origen
étnico.
Clase social. Durante los años 70 y 80 se integró en algunas escuelas la enseñanza de
otras músicas además de la clásica (preferida por la clase social alta y considerada más
“seria” y “legítima”), pero más bien sólo como algo anecdótico pues se pensaba que los
alumnos ya la escuchaban por su cuenta. Por lo tanto, los alumnos tenían que reconocer
la “superioridad” de la clásica para aprobar y si no tenían el estímulo familiar (algo que
sólo provenía de la media-alta), lo tenían chungo…a veces se les exigía tocar
instrumento si elegían música, etc. con lo cual, jorobamos a los niños de otras clases
sociales (y acaban aborreciendo la música). Gracias a los cambios curriculares, que
incluyen composición y músicas del mundo, parece que va a mejor.
Sexo. Yeaahhh!!! Las chicas tenían más predisposición y aceptación para cantar, lo
mismo a la hora de tocar un instrumento como piano, violín, flauta, etc. a los chicos les
iban más los instrumentos tecnológicos y de rock. A las chicas les iba más la música
lenta y clásica y a los chicos el pop-rock más rápido. Las chicas mostraban más
predisposición en las clases de música que los chicos (estos por miedo a su recepción el
grupo). A los chicos se les da mejor la composición, algo en lo que se ven más seguros,
al contrario que las chicas. Parecen evidentes los prejuicios sexistas.
Origen étnico. En una escuela multirracial y con un currículo multicultural, donde los
niños tienen el inglés como segundo idioma, los niños estaban muy interesados en las
listas de éxitos, pero también seguían su música étnica. Sin embargo, al trabajar con
ellos para desarrollar el currículo de música ideal, sólo salía la de los éxitos, sus
instrumentos pop y alguno de percusión que los chicos conocían. Una demanda que con
frecuencia se hace es que estudiar música de todo el mundo puede inculcar en los
alumnos tolerancia y respeto hacia “otras” culturas, y muchos profesores podrán
verificar los efectos benéficos de una perspectiva musical global. Pero se ha llevado a
cabo muy poca investigación que pueda constatar si el currículum intercultural ha
servido para mejorar la tolerancia y la comprensión interétnica. A algunos grupos
étnicos no les hace gracia que sus hijos hagan música.

5. Implicaciones para los profesores

Algunos profesores están siendo cada vez más conscientes de las relaciones de género,
sin discriminaciones y animando a ambos sexos. También que incluyan música clásica,
pop-rock y étnica, y tienen que mostrarse continuamente sensibles y responsables ante
los grupos sociales y con los significados, los valores y las identidades musicales
personales de cada alumno. La música debe adoptarse y llevarse como si fuera la ropa
con que nos vestimos (esto me parece una chorrada ya que delimita).

Módulo VIII – Sociología y música popular

1. Introducción: El "valor" de la música popular

Cuando analicemos la música seria, deberemos poner al descubierto las fuerzas sociales
que se ocultan tras los discursos sobre valores “trascendentes”; al analizar el pop,
deberemos tomar seriamente en consideración los valores desdeñados en los discursos
sobre funciones sociales. La música popular incluye una teoría estética, pero lo que no
se sabe es qué es lo que hace a un artista ser mejor que otro, o a un estilo, o a una
canción. El valor de Abba no tiene más (ni menos) que ver con una experiencia de
trascendencia que el de Mozart; el significado de Mozart no es menos (ni más)
explicable en términos de fuerzas sociales. La cuestión que encaran la sociología y la
estética en ambos caso es la misma: ¿cómo hacer juicios de valor sobre la música?
¿Cómo articulan estos juicios de valor la experiencia de la escucha?

Debido a decisiones aparentemente individuales (artista, productor, compañía,


consumidor), surge un patrón de éxito, gusto y estilo que puede ser explicado
sociológicamente. Si la cuestión de partida es por qué ese hit suena de esa determinada
manera, las repuestas sociológicas pueden agruparse en dos apartados: cuestiones
técnicas y tecnológicas (producimos y consumimos la música que somos capaces de
producir y de consumir), y una cuestión funcional (obvia en el campo de la
etnomusicología, estudios antropológicos sobre músicas folklóricas y tradicionales, las
cuales son explicadas a partir de sus usos en bailes y rituales como instrumentos de
movilización política, o componentes que dotan de solemnidad a las ceremonias o que
logran estimular deseos) hoy en día enfocada hacia las ventas. Pero el por qué de los
valores a la hora de preferir un artista u otro sigue sin ser analizado. La buena música es
expresión auténtica de algo, la mala música es inauténtica: no expresa nada.
Así, la “autenticidad” se refiere a aquello que garantiza que los intérpretes de rock se
resistan o logren subvertir la lógica comercial, del mismo modo que la calidad de un
ídolo del rock se mide por la capacidad con que hace prevalecer su individualidad a
través del sistema. En este punto la crítica del rock viene a coincidir con la musicología
“seria”. La crítica del rock siempre depende de algún mito: el mito de la comunidad
juvenil, el mito del artista creador… La realidad es que el rock, como toda la música
popular del siglo XX, es una forma comercial, es música producida como mercancía –
para sacar provecho de ella- que se distribuye a través de los medios de comunicación
como cultura de masas. Hoy en día es muy difícil decir qué es auténtico (quizá lo
independiente, ya que lo demás está bajo el mismo complejo industrial… pero es difícil
mantener esta afirmación).

2. Una aproximación alternativa a la música y la sociedad

El término más equívoco en la teoría cultural es, en efecto, el de “autenticidad”. Lo que


debemos examinar no es cuán verdadera es una pieza musical para alguien, sino cómo
se establece a priori esa idea de “verdad”: la música pop de éxito es aquella que logra
definir su propio estándar estético.

Las listas no funcionan como la medición independiente de una noción de popularidad


consensuada, sino como la principal determinación de aquello que la popularidad de
esta música significa: un modelo concreto de opción de mercado. Las listas
proporcionan discos seleccionados conjuntamente en el seno de la comunidad del
mercado, definen de un modo muy específico ciertos tipos de consumo como
afirmación colectiva.

Cada medición construye su propio objeto de medida. Esto resulta obvio en las listas de
los “especialistas” del Billboard, cuando observamos el modo en que definen las
músicas “minoritarias”, la “música negra” sirve para establecer una noción muy
concreta de lo que es “ser negro”. Los anunciantes en cualquier medio de comunicación
se encargan de explicarnos quiénes somos, cómo debemos relacionarnos con los demás
y por qué debemos consumir tal y como lo hacemos. La música popular es capaz de
proporcionar experiencias emocionales particularmente intensas y siempre tienen un
significado social. Esta interacción entre la inmersión personal en la música y, no
obstante, su carácter público, externo, es lo que convierte a al música en algo tan
importante para la ubicación cultural de lo individual en lo social.

3. Las funciones sociales de la música

Las funciones sociales de la música y sus implicaciones para la estética.


La primera razón por la cual disfrutamos de la música popular se debe a su uso como
respuesta a cuestiones de identidad: usamos las canciones del pop para crearnos a
nosotros mismo una especie de autodefinición particular, para darnos un lugar en el
seno de la sociedad. El placer de la música popular, a diferencia de los placeres
obtenidos a partir de otras formas de cultura de masas, no deriva de ningún recurso
imaginario: no está necesariamente mediatizado por ilusiones o idealizaciones, se
experimenta de un modo muy directo. Una vez empezamos a fijarnos en diferentes
géneros dentro de la música popular, podemos documentar los distintos modos en que la
música consigue dotar a la gente de una identidad, situarla en diferentes grupos sociales.
La segunda función social de la música es proporcionarnos una vía para administrar la
relación entre nuestra vida emocional pública y la privada. ¿Por qué son tan importantes
las canciones de amor? (se dan en todas las culturas). Porque la gente necesita darle
forma voz a las emociones, que de otra manera no podrían expresarse sin resultar
incómodas o incoherentes. Los fans no idealizan a los cantantes porque deseen ser ellos,
sino porque esos cantantes parecen ser capaces, de alguna manera, de expresar lo que
ellos sienten; algo así como si a través de la música nos fuéramos conociendo a nosotros
mismos.

La tercera función de la música popular es la de dar forma a la memoria colectiva, la de


organizar nuestro sentido del tiempo, intensifica nuestra experiencia del presente, la
capacidad de detener el tiempo en algo que ocurrió, que ocurre u ocurrirá, o por
ejemplo, el vivir mediante mediciones rítmicas (música dance) fuera del mundo de
alrededor. Es el impacto físico de la música. Las canciones y melodías son a menudo
claves para recordar el pasado. La música se vive más intensamente cuando se es joven.

La última función es que la música es algo que se posee (“nuestra canción”, “mi
música”), por lo que se convierte en parte de la propia identidad.

Resumiendo: las funciones sociales de la música popular están relacionadas con la


creación de la identidad, con el manejo de los sentimientos y con la organización del
tiempo. Una canción es superior a otra en cuanto cumplen estas funciones. La idea de
trascendencia por tanto, juega un papel tan importante en la estética de la música
popular como en la estética de la música seria; pero, como espero haber dejado claro,
aquí trascendencia no significa la libertad de la música respecto a las fuerzas sociales,
sino el hecho de estar organizada por ellas (por supuesto, en último término esta
afirmación es igualmente válida para la música culta).

4. La estética de la música popular

Los factores en la música que le permiten cumplir sus funciones sociales son:
Musicológica. – la asimilación de la música afro-americana.
El uso de la voz para el desarrollo de la música popular, sobre todo el timbre (como los
Beatles, nos identificamos con esa música entendamos el texto o no.- lo mismo pasaba
con las voces instrumentales del jazz). Las canciones tienen propia narrativa según
estilos.
La música popular necesita del desarrollo de un análisis de géneros específicos, abierto
a una clasificación que considere el modo en que diferentes formas de música popular
usan distintas estructuras narrativas, conforman sus propios modelos de identidad y
articulan diferentes emociones.
Resulta posible analizar los géneros de la música popular en función del efecto que
éstos pretenden conseguir en el oyente.
Saber escuchar música popular es saber clasificarla (otra de las chorradas que el Frith
escribe en este módulo).

5. Conclusión

A lo largo de estas páginas he intentado proponer una vía de análisis en que la


sociología de la música popular se presenta como base para una teoría estética, como un
modo de trasladarnos desde la descripción de valores y valoraciones (y debería quizás
subrayar que mi definición de música popular incluye el uso popular de música “seria”).
Una de mis hipótesis de trabajo ha sido asumir que nuestros gustos individuales –el
modo en que cada uno experimenta y se describe la música- son un componente
imprescindible del análisis académico. ¿Significa esto que el valor de la música popular
es simplemente una cuestión de preferencias personales?
La respuesta sociológica más habitual a esta pregunta es afirmar que las preferencias
“personales” están socialmente determinadas. Los gustos individuales son, de hecho,
ejemplos de gustos colectivos y reflejan el origen de género, clase y grupo étnico de los
consumidores; la “popularidad” de la música popular puede ser tomada como una
medida del equilibrio del poder social. No pretendo contradecir esa visión de los
hechos. Nuestras necesidades y expectativas están, ciertamente, basadas en cuestiones
materiales; todos los términos que he ido empleando (identidad, emoción, memoria)
están conformados socialmente, tanto en el ámbito de la vida pública como en el de lo
privado. Pero creo que determinar las significaciones de la música popular únicamente a
partir de la experiencia colectiva no es suficiente. Incluso si centramos toda nuestra
atención en la recepción colectiva de la música popular, seguiremos sin explicar por qué
una determinada música consigue provocar tales efectos en la colectividad mejor que
otra, o por qué esos resultados difieren según los géneros, audiencias y circunstancias de
que se trate. Los gustos en la música popular no se derivan simplemente de nuestras
identidades socialmente construidas; también contribuyen a darles forma.
En al menos los últimos cincuenta años la música popular ha constituido una vía
fundamental para aprender a entendernos como sujetos históricos, con identidad étnica,
de clase y de género. De ello han resultado tendencias tanto conservadoras (básicamente
a través de la nostalgia pop) como “rompedoras”. La crítica del rock ha asumido como
norma que estas últimas implicaban un criterio de calidad, pero, en la práctica, muchas
veces se trataba de músicas falsamente “rompedoras”. Debemos afrontar esta cuestión
política de un modo distinto, tomando seriamente los resultados del análisis que
subrayan los componentes relativos a los individuos. Lo que la música popular puede
hacer es poner en juego un sentido de identidad que podrá acomodarse o no al modo en
que nos situemos respecto a otras fuerzas sociales. La música popular no es en sí misma
ni revolucionaria ni reaccionaria. Es una poderosa fuente de emociones que, al estar
socialmente codificadas, pueden contradecir también al “sentido común”. En los últimos
treinta años, por ejemplo, al menos para los jóvenes, la música popular ha constituido
una vía que tanto ha confirmado como ha subvertido sus identidades en cuestiones
relativas a la raza o el sexo. Podría ser que, a fin de cuentas, estuviéramos intentando
hacer prevalecer el valor de aquellas músicas –en el ámbito de lo clásico y de lo popular
que tienen alguna implicación culturalmente transgresora para la colectividad. Los que
quisiera puntualizar es que la música únicamente consigue ese efecto mediante el
impacto sobre los individuos. Y ese impacto es lo primero que necesitamos entender.

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