Está en la página 1de 2

De acuerdo al informe de Amnistía Internacional, el 5 de diciembre de 1990 “se llevó a cabo

una operación conjunta de la Policía y el Ejército en La Paz (...)”. 


Amnistía manifestó a las autoridades de Bolivia su preocupación porque la información
posterior sobre la operación parecía indicar que al menos dos de los miembros del grupo que
resultaron muertos pueden haber sido ejecutados extrajudicialmente después de rendirse”.

Un reportaje del periodista Rolando Carvajal, que en ese tiempo cubrió el caso, señala que “la
familia de Lonsdale accedió a la intervención armada que fue planificada por la comunidad de
inteligencia (Ejército, Policía, Paz Zamora, Capobianco y sus colaboradores, y los agentes
especiales de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España) y ejecutada por el comando que
disparó la granada hacia el ventanal del departamento donde se encontraban todos”.

El cronista recuerda que la orden de ejecución reconocida correspondió al entonces presidente


Jaime Paz Zamora y sus colaboradores, tanto de la seguridad estatal como del aparato judicial
de la época, dirigidos todos por la llamada comunidad de inteligencia internacional, al mando
del embajador de EEUU, Robert Gelbard, e integrada también por el español Rafael Maza.

En lo que coinciden las notas periodísticas de la época es en que el equipo de inteligencia que
comandó los operativos contra el CNPZ estaba asesorado y controlado por equipos especiales
de Estados Unidos y otros países europeos.

Las torturas que sufrieron los miembros del Comando Néstor Paz Zamora quedaron
registradas en un informe hecho por una comisión especial del Congreso, y en otros
elaborados por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia y por Amnistía
Internacional. 

Los detenidos sufrieron picana eléctrica, quemaduras con cigarrillos, perforaciones con
taladros y otras prácticas propias de los gobiernos militares. Poco antes del operativo, un
militante del MRTA peruano falleció víctima de la tortura. Él confesó, al borde de la muerte,
donde estaba Lonsdale.

Más de dos décadas han pasado y todavía no se sabe quién ordenó toda esa barbarie. Un libro
sobre otro episodio oscuro devolvió vigencia al debate. Los casos CNPZ y Rozsa están en las
antípodas ideológicas, pero los une ese elemento común: las sombras que los envuelven.

Los compañeros del ELN Miguel Nothdurfter (Gonzalo), Luis Caballero (Tío Ismicho), Oswaldo
Espinoza (Esteban) caídos en el operativo del 5 de diciembre de 1990, no cayeron muertos en
combate, sino que fueron capturados vivos, maniatados y luego de vivar al ELN, ajusticiado

En la madrugada del 5 de diciembre de 1990, se lleva a cabo el operativo civil/militar/policial


en la calle Abdón Saavedra de la zona de Sopocachi de La Paz, donde se encontraba la última
casa de seguridad de la CNPZ-ELN.

Asesores extranjeros son responsables del operativo junto a agentes de inteligencia del
Ministerio del Interior, Grupo Élite con oficiales y apoyo de agentes del CEIP, oficiales de la
Policía Militar y agentes del Departamento II del Estado Mayor General del Ejército- EMGE,
bajo el mando de Germán Linares y del ministro del Interior de ese entonces Guillermo
Capobianco.
El operativo del 5 de diciembre fue filmado por el canal RTP y el video decomisado
violentamente por orden de la Dirección Nacional de Inteligencia del Estado a la cabeza de
Carlos Valverde Bravo. Guillermo Capobianco, ministro del Interior, justificó este hecho debido
a ‘normas de seguridad del Estado’, evitando el conocimiento público de un registro
audiovisual que mostraba claramente un asesinato a sangre fría.

“A consecuencia de esta operación, tres presuntos miembros del grupo armado resultaron
muertos: Miguel Northtufter, Luis Caballero y Oswaldo Espinosa; también resultó muerto Jorge
Londsdale, la víctima del secuestro”. 

También podría gustarte