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INTERNALIZACIÓN DE CULTURAS.

EL INTERCAMBIO CULTURAL Y
SU INFLUENCIA, EN LA SOCIALIZACIÓN DE LOS PROFESIONALES
UNIVERSITARIOS

¿Cómo identifica el sujeto, cuándo la cultural ha pasado a formar parte del sentido
del yo y se ha vuelto relevante para su vida práctica?

Tania Rodríguez Salazar


Para abordar el tema del intercambio cultural es preciso, comenzar por entender que
este se da como resultado de la internalización cultural, cuya primera etapa se
presenta, según la doctora Marta Abate, parafraseando a Vigosky a partir del
nacimiento del sujeto, cuando el niño se separa de la madre comienza a interactuar
con sus congéneres en un medio familiar, posteriormente en la etapa escolar, estas
experiencias, paulatinamente se van transformando en procesos mentales (Abate,
2007; p. 8).

Así, para Abate, Vigotsky considera que la internalización hace referencia a un


proceso de autoconstrucción y reconstrucción psíquica (Abate, 2007; p. 8). De este
modo, él la entiende como una serie de transformaciones progresivas internas,
originadas en operaciones o actividades de orden externo, mediadas por convenciones
socialmente establecidas, que finalmente se convierten en parte del sujeto y este lo
manifiesta como su propio pensamiento.

De esta forma, la internalización se presenta como un proceso de autoformación del


sujeto, que se constituye a partir de la apropiación gradual y progresiva de una gran
diversidad de operaciones de carácter socio–psicológico, en las que median todas las
interrelaciones sociales, que va tejiendo a lo largo de su existir, especialmente
aquellas que están marcadas por la mediación cultural. En este sentido, es en las
dinámicas sociales, que el sujeto comparte, crea, se apropia y transforma la cultura
existente, sin percibir que ella se va apropiando de él mismo.

En el permanente proceso de internalización cultural, científica, tecnológica, se dan


los aprendizajes, por eso ella se manifiesta en el sujeto como un progresivo control,
regulación y dominio de sí mismo, conducta que se evidencia en el ámbito
sociocultural, donde es identificable a través de esos valores culturales que él va
transmitiendo y que dicen todo de sí.

Dicho de otro modo, la internalización se entiende como un proceso que implica la


interiorización de las prácticas sociales, es decir, la transformación de fenómenos
sociales (exteriores) en fenómenos psicológicos (internos), a través del uso del
leguaje preestablecido. Lo anterior implica.

 Apropiación e interiorización del mundo exterior.


 Las relaciones que inicialmente se plantean como fruto de la comunicación
interpersonal, se convierten en intrapersonales, es decir lo que el sujeto
aprende en su relaciones sociales, se convierte en lo que el sujeto sabe de sí
mismo.
 La internalización de significados, no aparece de manera espontánea, sino que
es producto de un proceso evolutivo, que comienza con el nacimiento y va
creciendo y complejizándose con el tiempo.

De lo anterior se infiere, que el proceso de internalización, implica que una


experiencia social, paulatinamente hace que el lenguaje, cotidiano y sus significados
se vayan transformando en lenguaje de usos intelectuales, es decir, se vuelven
pensamientos, por eso, lo aprendido en el contexto social, se convierte en
pensamiento propio. En la medida que se da, este perfeccionamiento, el sujeto va
desarrollando su autonomía o independencia con los objetos reales concretos, que
comienzan a manifestarse mentalmente en su aspecto abstracto.

Una vez precisado el concepto de internalización, explicaremos, como ella determina


las relaciones sociales que se dan en torno al Intercambio Cultural, que se presenta en
las interacciones socioculturales, que se construyen al interior de la Universidad,
espacio al que consideramos propicio, para este tipo de dinámicas, debido a que el
derecho a la educación, según la definición constitucional, implica el reconocimiento,
valoración y respeto por la diversidad cultural. En ese orden de ideas, la ley nos
remite a entender a la Universidad como un espacio ligado a la posibilidad constante
de intercambio cultural, en el que los futuros profesionales tendrán, la necesidad de
interactuar con sujetos cuya cultura, no es igual a la propia.

De otra parte, la cultura tiene que ver con creencias y prácticas concretas que una
sociedad asume con distintos grados de consenso, aceptación, reconocimiento y
compromiso. Así las cosas, el análisis cultural de ese entorno concentra su interés en
los significados, discursos, valores, referentes, formas narrativas y esquemas
cognitivos, los cuales permiten comprender procesos evolutivos y las interacciones
que se dan en esas instituciones sociales.

Los teóricos de la cultura (antropólogos, sociólogos, comunicadores, entre otros)


centran su atención en los significados, esto es, en el conocimiento que tienen los
sujetos sobre su propia vida social. Estos autores sostienen que la interacción cultural
implica elementos de coacción, pero también permite el ejercicio de la agencia
individual o libertad de acción o pensamiento. Por eso, los miembros de una cultura
saben más de lo que habitualmente utilizan, para moverse al interior de su sociedad y
en este saber, conocer y comprender, tienen herramientas suficientes, para decidir que
creer o no, dentro del juego social.
A los sujetos sociales los referentes culturales le sirven, para filtrar, seleccionar y
adaptar las representaciones públicas, en función de los propósitos grupales y
personales. Entonces, en cada situación los significados, son elegidos e interpretados
por los actores con altas cargas de innovación, derivadas del proceso de
internalización que ha venido evolucionando en su interior, aunque evidentemente,
las posibilidades de reinterpretación creativa están limitadas por el conocimiento que
posee cada sujeto. Esto implica comprender que las personas no son receptáculos
pasivos de lo cultural, sino más bien son agentes creadores, planificadores,
productores e intérpretes de significados.

Como las personas son diferencialmente impactadas por la cultura a través de sus
relaciones sociales, las cuales se dan dentro de contextos variados, se apropian de los
significados y los valores culturales, haciéndolos parte de su discurso personal, pero
quienes internalizan la cultura de los otros, en el intercambio cultural, no copian los
significados de los otros, sino que los procesan a través de interpretaciones personales
co-construidas en el curso de las interacciones sociales.

Todas las culturas son dinámicas, por eso la inclusión de un contenido cultural nunca
es estática. De allí, que los componentes de ella en la práctica, en distintos grados
generan, experiencia diversas. Por eso, cuando estudiamos las sociedades humanas,
nos encontramos, con este hecho: no todas las prácticas culturales son interpretadas,
ni valoradas de la misma manera, por lo tanto, tampoco desencadenan la misma clase
de acciones, porque, para los propios y los extraños no todas las creencias tienen el
mismo estatus, ni producen las mismas reacciones (Berdugo, 2014).

Así las cosas, en el contexto de la Universidad los profesionales en formación al tener


contacto directo con otras formas de construir el tejido social, prosiguen su proceso
de internalización cultural, mediado por el intercambio de significados y valores con
sujetos sociales, que siendo sus pares, en lo académico, traen consigo una manera
distinta de darle un valor simbólico a sus acciones, lo cual impone un ejercicio de
reacomodación de ideas y creencias, para entablar un diálogo permanente, con quien
hasta ese momento, poco o nada tendría que ver con su manera de pensar y actuar.

En esa nueva sociedad, el estudiante se ve inserto y poco a poco, juntamente con los
otros miembros de la comunidad universitaria, va construyendo un nuevo universo
cultural propio, en el que la Universidad se convierte en el agente socializador y
potenciador de una nueva cultura, la del profesional universitario, la cual se va
construyendo por la interacción de todos con sus patrones culturales anteriores,
confrontados con los nuevos modelos traídos por sus pares, cuyos significados no son
los mismos, para todos.

Sin embargo, pronto aunque los estudiantes sigan sintiéndose parte de otros universos
culturales, comenzaran a hablar, un mismo lenguaje con sus pares, el cual no será el
resultado de una aceptación personal, indiferente e intrascendente, porque no se trata
de un nivel de adquisición que supone escaso compromiso o poca validación interna,
sino de una nueva manera de ser y actuar propia, que poco a poco se incorporó, en él
como parte de sus pensamientos.

En la Universidad, se aprehende a ser profesional, no solo con el desarrollo de las


competencias específicas de la formación disciplinar, impartida desde la cátedra, sino
también en el cultivo del respeto, por la diversidad y en la apropiación de un lenguaje
común a todos los pares. Es decir, que en la manera de asumir la vida y las relaciones
sociales, se aprende a ser universitario.

De lo anterior se infiere que al obtener el título, el profesional, no identificará cuanto


de lo internalizado en el desarrollo de las relaciones sociales dadas en el contexto de
la Universidad, se incorporó a su yo, al punto que ya no puede desprender esta
construcción cultural de su vida práctica y esa es la marca de la carrera que escogió y
de la universidad donde se formó
Bibliografía

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BERDUGO IRIARTE, Dora Isabel. Internalización e Intercambio Cultural en los
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