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Tal Vez No - Colleen Hoover PDF
Tal Vez No - Colleen Hoover PDF
¡Disfruta de la lectura!
Annabelle
Val_17 Moni
Paltonika Jasiel Odair
Melii Meliizza
Clara Markov Vanessa Farrow
Marie.Ang Alessa Masllentyle
CrisCras
Luna West
Yessy
Sofia Belicov
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Sobre el Autor
Cuando Warren tiene la oportunidad de vivir con una
compañera de piso femenina, instantáneamente está de
acuerdo. Podría ser un cambio excitante.
O quizá no.
Especialmente cuando esa compañera es la fría y al
parecer calculadora Bridgette. La tensión es muy alta y el mal
humor florece cuando ambos apenas soportan estar en la
misma habitación juntos. Pero Warren tiene una teoría sobre
Bridgette: todo que pueda odiar con tanta intensidad también
debería tener la capacidad de amar con esa misma pasión. Y él
quiere ser quien compruebe esta teoría.
¿Podrá Bridgette encontrar en su interior el valor para
entregarle su corazón a Warren y aprender a amar finalmente?
Quizá.
Quizás no.
Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Val_17
***
—Warren.
Su voz suena tan dulce. Debo estar soñando.
—Warren, despierta.
Tan, tan dulce. Incluso, angelical.
Me doy unos segundos para ajustarme a su voz, al hecho de que me
está despertando, a la aleatoriedad de que está en la puerta de mi
habitación, gritando mi nombre. Poco a poco abro los ojos y ruedo sobre
mi espalda. Me levanto en mis codos y la miro. Está de pie en la puerta
entre el dormitorio y el baño. Lleva una camiseta grande de Sounds of
Cedar y ni siquiera parece que lleva algo debajo de ella.
—¿Qué pasa?—le pregunto.
Me desea. Totalmente me desea.
Cruza los brazos con fuerza sobre su pecho. Inclina la cabeza hacia
un lado, y veo que sus ojos se estrechan en pequeñas y enojadas rendijas.
—No vuelvas a poner un pie dentro de mi habitación de nuevo. Idiota. —Se
endereza y luego entra al cuarto de baño, azotando la puerta.
Miro el reloj y son las dos de la mañana. Esa fue una reacción muy
retrasada de mi broma. ¿Esperaba que me quedara dormido para poder
despertarme y gritarme? ¿Esa es su idea de venganza?
Es una aficionada.
Sonrío para mis adentros y me giro, moviéndome en la cama. Jadeo
cuando un torrente de agua se derrama encima de mí.
¿Qué carajo?
Miro hacia arriba, justo cuando un vaso vacío cae desde el borde de
la cabecera de la cama y me golpea justo entre los ojos.
Cierro los ojos, avergonzado de que no viera eso venir. Estoy muy
decepcionado de mí mismo. Y ahora voy a tener que dormir en toallas,
porque mi colchón está empapado.
Lanzo las sábanas y saco las piernas de la cama, solo para que mis
pies se encuentren con aún más vasos de agua. Tiro varios de ellos en mi
intento por ponerme de pie y se crea una especie de efecto dominó. Me
agacho y trato de detenerlos de que se caigan, pero solo lo empeoro. Los ha
colocado tan cerca unos de otros, por todo el piso de mi dormitorio, y me
es imposible un lugar seguro para dar un paso.
Trato de llegar a la mesa de noche, mientras que al mismo tiempo,
intento levantar mi pierna derecha para no golpear más vasos, pero pierdo
el equilibrio en el proceso y...sí. Me caigo. Sobre la pila restante de vasos
que están llenos de agua. El agua ahora está en toda mi alfombra.
Touché, Bridgette.
***
●●●
●●●
***
—Warren.
Trato de abrir los ojos, pero no puedo. O simplemente, no quiero. No
creo que haya experimentado un sueño tan profundo como por el que
estoy siendo desgarrado ahora mismo.
Su mano se encuentra en mi hombro y me sacude. Levanto la
cabeza y me vuelvo hacia ella, curioso por si está lista para otra ronda. Le
sonrío con ojos soñolientos.
—Ve a tu habitación —dice, dándome patadas con los pies—. Estás
roncando.
Mis ojos se cierran de nuevo, pero se abren cuando sus pies fríos se
encuentran con mi estómago. Utiliza la fuerza de sus piernas para tratar
de sacarme de la cama. —Vete —gime—. No puedo dormir.
De alguna manera, me pongo de pie. La miro y da la vuelta hasta
quedar sobre su estómago, mueve de un tirón su almohada, y se extiende
por todo el colchón.
Arrastro los pies por su dormitorio, a través de nuestro cuarto de
baño y, a mi propia cama. Caigo en ella y cierro los ojos, tomando tres
segundos completos el quedarme dormido nuevamente.
Traducido por Annie D
Corregido por CrisCras
Estoy convencido de que nunca antes había dormido tan bien como
lo hice anoche. Y aunque ella me echó de su cama, aun me siento
victorioso. Como la realeza.
Después de bañarme y vestirme, me uno a Ridge en la cocina. Él
está limpiando lo que parece ser el desayuno, lo cual es raro porque
ninguno de nosotros jamás prepara el desayuno. Pero luego comprendo
cuando Maggie sale de su cuarto.
—Bueno días, Maggie —digo con una sonrisa.
Me mira con precaución. —¿Qué pasa contigo?
Justo en ese momento, la puerta del dormitorio de Bridgette se abre.
Todos la vemos entrar en la sala. Ella se detiene cuando sube la mirada y
nos ve mirándola.
—Buenos días, Bridgette —digo con una sonrisa triunfante—.
¿Dormiste bien?
Ella ve la mirada en mi rostro e inmediatamente pone los ojos en
blanco. —Jódete, Warren. —Entra a la cocina y comienza a hurgar en el
refrigerador, buscando algo para comer. La observo todo el tiempo, hasta
que Ridge me da un golpecito en el hombro.
—¿Tuviste sexo con ella? —hace señas.
Inmediatamente sacudo la cabeza en defensa. —No —suspiro—.
Quizás. No sé. Fue un accidente.
Maggie y Ridge se ríen. Él agarra la mano de Maggie y tira de ella en
dirección a su dormitorio. —Vamos —hace señas—. No quiero estar aquí
cuando Bridgette se dé cuenta de su error.
Los veo regresar al cuarto de Ridge, y luego me doy la vuelta y
enfrento a Bridgette. Ella está observándome.
—¿Le acabas de decir que tuvimos sexo?
Me encuentro de nuevo sacudiendo la cabeza. —Él ya lo sabía. Se lo
dije el otro día.
Bridgette inclina la cabeza hacia un lado. —Tuvimos sexo anoche.
¿Cómo le dijiste antes de que sucediera?
Sonrío. —Tenía un buen presentimiento.
Deja caer la cabeza hacia atrás en derrota, hasta que está mirando
al techo. —Sabía que esto era una mala idea.
—Fue una gran idea —intervengo.
Ella me mira con tanta seriedad como puede reunir. —Fue cosa de
una sola vez, Warren.
Levanto dos dedos. —Fueron dos veces, de hecho.
Hace una mueca y me deja saber lo mucho que la estoy irritando. —
Hablo en serio, Warren. No lo haremos de nuevo.
—Gracias a Dios —digo, caminando lentamente hacia ella—. Porque
fue horrible, ¿cierto? Podía darme cuenta de que no estabas disfrutándolo
—continuo a través de la cocina hasta que me encuentro a menos de un
metro de tocarla—. Especialmente no disfrutabas la parte en la que te
hallabas sobre tu espalda, y mi lengua estaba…
Golpea su mano sobre mi boca para callarme. Está mirándome,
estrechando sus ojos. —Hablo en serio, Warren. Esto no cambia nada. No
somos una pareja. De hecho, probablemente traeré otros chicos a casa y
necesitas estar preparado para eso.
Ella quita su mano de mi boca y yo no estoy de acuerdo. —No lo
harás.
Me mira con un brillo competitivo en sus ojos. —Lo haré. Este es el
por qué te advertí que no fueras pegajoso.
Ja. ¿Ella cree que esto es ser pegajoso? Si sonríe y ríe como lo hizo
anoche, se dará cuenta de lo pegajoso que puedo ser.
—Si ya no quieres que te quiera, no es tan difícil —le digo—.
Simplemente no me sonrías. —Me inclino hasta que mis labios están cerca
de su oído—. Si no me sonríes, no tendré la urgencia de hacerte todas esas
cosas malas. Porque tu sonrisa es increíble, Bridgette.
Me separo lentamente y la miro. Ella está intentando controlar la
subida y bajada de su pecho, pero no me engaña. Sonrío, y la más ligera
sonrisa aparece en sus labios. Levanto mi mano y toco la esquina de su
boca con mi dedo. —Eres tan provocadora.
Ella se aleja de mí y calmadamente empuja contra mi pecho. Agarra
su bebida y regresa a su dormitorio sin otra palabra.
Presiono la cabeza contra la puerta del gabinete y suspiro
pesadamente. ¿Qué he hecho? ¿Qué, en nombre de Dios, he hecho
conmigo mismo?
***
***
***
—¡Hijo de puta!
Mi puerta del baño se abre y marcha directamente hacia mi cama.
Me encontraba estudiando, pero lanzo rápidamente mis libros a un lado
cuando la veo venir hacia mí. Salta sobre la cama, se para y camina
cruzándola. Tiene sus manos en el aire y es en ese momento cuando noto
que está sosteniendo algo. Sin embargo, me doy cuenta demasiado tarde,
porque la crema sale a chorros del tubo y directamente a la parte superior
de mi cabeza.
—¿Crema para las hemorroides? —grita, arrojándola a un lado.
Agarra otro tubo de crema que estaba escondido bajo su brazo.
—¿Removedor de verrugas? —La exprime en mi almohada. Estoy
tratando de cubrir mi cabeza con la manta, pero está poniendo la cosa en
todas partes. Jalo sus piernas de debajo de ella y cae en la cama, entonces
empieza a patearme y me lanza los tubos.
—¿Alivio para la herpes labial? —Exprime ese justo en mi cara—. ¡No
puedo creer que pusiste todo esto en nuestro cuarto de baño! Lo juro por
Dios, eres un niño, Warren. ¡Un niño celoso!
Le quito el resto de los tubos de las manos y lucho con ella para
ponerla sobre su espalda, asegurando sus brazos al colchón.
—Eres un imbécil —grita.
Me esfuerzo por mantenerla inmóvil. —Si soy un imbécil, entonces
eres una perra insensible despiadada y calculadora.
Gruñe, tratando de liberarse de mi agarre. Me niego a ceder, pero
también hago todo lo posible para eliminar la ira de mi voz y hablar con
ella tranquilamente.
—¿Qué fue eso, Bridgette? ¿Eh? ¿Por qué demonios lo trajiste aquí?
Deja de luchar lo suficiente para sonreír en mi cara. Sabiendo que
mis celos la hacen sonreír me enoja aún más. Sostengo ambas muñecas
con una mano y me estiro al lado de su cabeza, agarrando un tubo de
crema. Abro la tapa y arrojo chorros en su pelo. Empieza a menearse
debajo de mí y, Dios, estoy tan enojado con ella.
¿Por qué haría eso?
Agarro su mandíbula y sostengo su rostro para que me mire. Se da
cuenta de que no me está dominando físicamente, por lo que se aplaca. Su
pecho está agitado y está sin aliento. Puedo ver la ira en sus ojos. No tengo
ni idea de qué le da el derecho de estar enojada, cuando ella es la que está
jodiendo mi cabeza.
Bajo mi frente con la suya y cierro los ojos. —¿Por qué? —le digo, sin
aliento. El cuarto se vuelve tranquilo—. ¿Por qué lo trajiste aquí?
Suspira y voltea la cabeza. Me retiro y la miro, convencido de que
veo más dolor en sus rasgos que ira. Su voz es tranquila cuando habla. —
¿Por qué dejaste que hoy otra se mudara aquí?
Sé que fue difícil para ella, porque su pregunta demuestra que se
preocupa. Esa pregunta demuestra que yo no era el único que temía que
una nueva compañera de cuarto se interponga entre nosotros. Tiene miedo
de que voy a seguir adelante. Tiene miedo de que Sydney se interponga
entre nosotros, por lo que trató de hacerme daño primero.
—¿Crees que las cosas podrían cambiar entre nosotros sólo porque
otra chica se mudó? —le pregunto. Mira por encima de mi hombro para
evitar verme a los ojos. Inclino su mandíbula y hago que me mire—. ¿Es
por eso que lo trajiste aquí?
Sus ojos se estrechan y aprieta sus labios, negándose a admitir que
estaba herida.
—Sólo dilo —le ruego. Necesito que lo diga en voz alta. Todo lo que
necesito es que admita que lo trajo aquí porque se encontraba herida y
asustada. Necesito que admita que hay un corazón real dentro de su
pecho. Y que a veces late por mí.
Ya que no lo quiere admitir, lo admitiré por ella. —Nunca has dejado
a nadie acercarse lo suficientemente para que su ausencia pueda hacerte
daño. Pero te haría daño si te dejara, por lo que querías hacerme daño
primero. —Presiono mis labios más cerca de su oído—. Lo hiciste —le
susurro—. Al ver que entraste por la puerta con él dolió como el infierno.
Pero no me voy a ir ninguna parte, Bridgette, y no estoy interesado en
alguien más. Así que ese pequeño juego que trataste de jugar fue
contraproducente, ya que a partir de ahora, el único hombre al que tienes
permitido traer a casa es el que ya vive aquí. —Lentamente me retiro y la
miro a los ojos—. ¿Entendido?
Típico de Bridgette, se niega a responder. Pero también sé que su
negativa a responder es su manera de decir que tengo razón y que está de
acuerdo.
Respira mucho más pesado de lo que hace unos minutos. Estoy casi
seguro de que yo también, porque se siente como si mis pulmones ya no
estuvieran funcionando. No puedo respirar, no importa cuánto lo intente,
porque la necesidad de besarla se ha hecho cargo de mis conductos.
Necesito su aire.
Fuerzo mi boca contra la suya y la beso con una posesividad que no
sabía que estaba en mí. La beso tan desesperadamente que olvido que aún
estoy enojado con ella. Mi lengua entra en su boca y ella la toma, dándome
su propio beso desesperado, agarrando mi rostro, tirando de mí más cerca.
Puedo sentirla en este beso como nunca antes la he sentido. Es
probablemente el mejor beso que he experimentado con ella, porque es el
primer beso con emociones reales tras él.
Incluso a pesar de que es el mejor beso, es también uno de los más
cortos. Me aparta. Está fuera de mi cama, fuera de mi habitación, y fuera
de mi línea de visión cuando la puerta del baño se cierra de golpe detrás
de ella. Ruedo sobre mi espalda y miro hacia el techo.
Es tan confusa. Tan frustrante. Tan malditamente impredecible.
No es nada que habría querido en una chica. Y es absolutamente
todo lo que necesito.
Escucho el agua en la ducha que comienza a correr, así que
inmediatamente salgo de la cama y camino hacia el baño. Mi corazón se
aprieta un poco cuando la manija gira y me doy cuenta de que no cerró
con llave. Sé que esta señal significa que quiere que la siga. Sin embargo,
lo que quiere que haga una vez que estoy dentro del baño es un misterio.
¿Quiere que la tome contra la pared de la ducha? ¿Quiere que me disculpe
con ella? ¿Quiere que hablemos?
Con ella no sé. Nunca sé. Así que, hago lo que siempre hago y espero
a que ella me muestre lo que necesita. Entro al baño y tomo una toalla
para limpiar toda la maldita crema en mi pelo. Logro quitar tanta como
puedo y luego bajo la tapa del retrete y me siento en ella, escuchando en
silencio mientras sigue duchándose. Sé que sabe que estoy aquí, pero no
habla. Incluso aceptaría sus insultos justo ahora si eso significara que
diría algo para aliviar el silencio.
Me inclino hacia delante y junto mis manos entre mis rodillas. —
¿Esto te asusta, Bridgette?
Sé que me escucha, pero no responde. Eso significa que sí.
Dejo que mi cabeza caiga en mis manos y trato de mantener la
calma. Así es como ella se relaciona. No conoce algo diferente. De alguna
manera, en el curso de sus veintidós años, nunca ha aprendido a amar, o
incluso a comunicarse. Eso no es su culpa.
—¿Alguna vez has estado enamorada?
Es ligeramente una pregunta genérica. No pregunto si podría
enamorarse de mí específicamente, así que quizás la pregunta no la enoje.
Escucho un intenso suspiro detrás de la cortina de la ducha. —Creo
que se necesita ser amado para saber cómo amar —dice en voz baja—. Así
que creo que no.
Hago una mueca ante su respuesta. Qué respuesta tan triste. Una
que no esperaba.
—No puedes realmente creer eso, Bridgette.
El silencio permanece. No contesta.
—Tu madre te amaba —le digo.
—Mi madre me dio a mi abuela cuando tenía seis meses.
—Estoy seguro de que tu abuela te amaba.
Una risa triste y baja viene de la ducha. —Estoy segura de que sí,
pero no lo suficiente como para seguir con vida por más de un año.
Después de que murió viví con mi tía, quien hizo que fuera muy obvio que
no me amaba. Aunque mi tío sí lo hacía. Sólo que de todas las maneras
incorrectas.
Cierro los ojos con fuerza y dejo que sus palabras me envuelvan.
Brennan no bromeaba cuando dijo que ella había tenido una vida difícil. Y
es tan casual sobre ello, como si sólo aceptara que este es el tipo de vida
que se le dio y no hay nada que pueda hacer sobre ello. Una mezcla de
enojo y tristeza me consume.
—Bridgette…
—No te molestes, Warren. He lidiado con mi vida de la única manera
que sé. Eso funciona para mí, y no te necesito a ti o a alguien más que
intente entenderme o repararme. Soy quien soy y lo he aceptado.
Cierro la boca y no le ofrezco palabras de consejo. De todas formas
no sabría qué decir. Me siento horrible por querer presionarla con más
preguntas después de esa revelación, pero no estoy seguro de cuando
tendré este lado de ella de nuevo. Bridgette no se abre tan fácilmente, y
ahora puedo ver por qué. No parece que hubiera tenido a alguien con
quien abrirse, así que esta debe ser una primera vez para ella.
—¿Qué hay de tu hermana?
Bridgette suelta un suspiro. —Ni siquiera es mi hermana real.
Éramos hermanas adoptivas, y ni siquiera crecimos en la misma casa.
Debería parar con las preguntas. Sé que debería, pero no puedo. El
saber que probablemente nunca ha dicho o escuchado las palabras “te
amo” de nadie en su vida está afectándome mucho más de lo que imaginé
que podría.
—Estoy seguro de que has tenido novios que te han amado en el
pasado.
Ríe de una forma realmente triste, y luego sólo suspira incluso más
triste. —Si estás planeando hacerme preguntas como esta toda la noche,
preferiría que mejor me folles.
Cubro mi boca con la mano, absorbiendo sus palabras como un
cuchillo al pecho. Ella en serio no puede estar así de rota. Nadie puede
estar así de solo, ¿cierto?
—¿Alguna vez has amado a alguien, Bridgette?
Silencio. Completo silencio hasta que su voz lo rompe como si fuera
vidrio. —Es difícil enamorarse de idiotas, Warren.
Ese es un comentario de una chica a la que han molestado
demasiadas veces. Me pongo de pie y aparto la cortina de la ducha. Está
de pie bajo la corriente de agua. El maquillaje se ha corrido por sus
mejillas.
—Quizás aún no has conocido al idiota correcto.
Inmediatamente suelta una carcajada, junto con unas cuantas
lágrimas. Sus ojos están tristes, y su sonrisa es apreciativa y por primera
vez, está completamente desnuda. Es como si estuviera ofreciéndome su
corazón, rogándome que no lo rompa. La vulnerabilidad que me está
mostrando justo ahora es algo que estoy casi seguro nunca le ha mostrado
a nadie más. A ningún otro hombre, al menos.
Entro en la ducha. Me mira con sorpresa cuando mi ropa
rápidamente se moja. Tomo su rostro en mis manos, y la beso.
No la beso duro.
No la beso con fuerza.
Presiono mis labios contra los suyos con delicadeza; quiero que
sienta todo lo que merece sentir en manos de alguien más. Ella merece
sentirse hermosa. Merece sentirse importante. Merece sentir que la
cuidan. Merece sentirse respetada. Merece sentir que hay al menos otra
persona en este mundo que la acepta justo por lo que ella es.
Merece saber cómo me siento, porque siento todas esas cosas. Y
quizás un poco más.
Traducido por Sofía Belikov, Valentine Rose & Dey Kastély
Corregido por Meliizza
Desde ese día en la ducha, las cosas han cambiado entre nosotros.
No es como si hubiera tenido este milagroso cambio de personalidad
o en realidad fuera agradable conmigo durante el día. De hecho, todavía es
bastante insoportable la mayor parte del tiempo. También sigue creyendo
que Sydney es s{}orda, y es casi increíble que la broma haya durado por
tanto tiempo. Así que ni siquiera puedo decir que mi emoción por gastarle
bromas ha cambiado.
Lo que sí ha cambiado son nuestras noches juntos.
El sexo.
Es diferente ahora. Más lento. Con más contacto visual. Más besos.
Más preámbulos. Más besos. Muchos más besos, y no sólo en la boca. Me
besa por todas partes, y se toma su tiempo cuando lo hace. Y lo disfruta.
Sigue sin ser del tipo que abraza después, y siempre me echa de su
cama antes de que el sol salga.
Pero aun así, es diferente. Esa noche en la ducha derribó una pared
entre nosotros. Porque sé que cada noche que la tengo en la cama, me
entrega una parte de sí misma que nadie más ha visto. Y es suficiente
como para mantenerme feliz por un largo tiempo.
Sólo espero que lo de hoy no lo arruine.
Ambos tenemos el día libre y eso no pasa muy a menudo debido a
nuestros trabajos y escuelas. Tengo que hacer un par de encargos y le pedí
que me acompañara, lo que podría ser un poco extraño. Hemos estado
durmiendo juntos por unos cuantos meses hasta ahora, pero esta es la
primera vez que en realidad hemos hecho algo que no incluya sexo.
Lo que también me hace preguntarme si debería invitarla a salir en
una cita eventualmente. Sé que no es la típica chica, pero de seguro le
deben gustar algunas de las mismas cosas que las otras chicas hacen,
como ser llevadas a citas. Pero nunca me ha dado a entender que quiere
que la lleve a una, y sinceramente, me aterra preguntarle. Me siento como
si nuestro arreglo fuera perfecto para ambos, y si comenzáramos a meter
citas en el asunto, se arruinaría todo.
Eso incluye citas a la luz del día. Como hoy. Como la que estamos a
punto de tener.
Mierda.
—Así que —dice Sydney. Está sentada en el sofá junto a mí. Estoy
mirando porno, naturalmente, ya que Bridgette todavía se rehúsa a darme
el nombre del vídeo en el que participó. Aunque a Sydney no le importa.
Está centrada en su tarea, ignorando el hecho de que estoy teniendo un
pequeño delirio interno sobre si podría o no haber invitado a Bridgette a
una cita para hacer encargos.
—¿Qué sucede con Bridgette?
Le doy un vistazo a Sydney y todavía está centrada en su libro,
tomando notas.
—¿Qué quieres decir?
Sydney se encoge de hombros. —Es sólo que es tan… desagradable.
Me río, porque es verdad. Bridgette puede ser horrible. —No puede
evitarlo —digo—. Ha tenido una vida difícil.
—También Ridge —dice Sydney—, pero no se va encima de las
personas cuando tratan de hablarle.
—Es porque Ridge es sordo. No puede gritarles a las personas, es
físicamente imposible para él.
Sydney levanta la mirada y rueda los ojos, riendo. Me codea en las
costillas, justo cuando Bridgette sale de su habitación. Bridgette mira
fríamente a Sydney y odio que todavía crea que alguna vez podría haber
algo entre Sydney y yo. Me agrada, y creo que es genial, pero tengo el
presentimiento de que Ridge lo detendría de inmediato.
Lo que no es bueno, considerando que Ridge tiene a Maggie. Pero
esos son problemas en los que no tengo ganas de meterme por el
momento, porque mi problema está mirándome furiosamente ahora
mismo. —Por favor, no me digas que has invitado a tu pequeña novia —
dice Bridgette, deslizando sus ojos hacia Sydney.
Sydney es realmente buena jugando bromas. Ni siquiera mueve un
ojo mientras Bridgette habla sobre ella. Sigue fingiendo que no puede oír
una palabra de lo que dice Bridgette. Estoy bastante seguro de que Sydney
ha seguido con esto porque es mucho más fácil que en realidad tener
que hablar con Bridgette.
—Ella no viene —digo, levantándome—. Tiene planes.
Bridgette se gira, dándole su atención a la cartera que acaba de
colgar en su hombro. Camino hacia ella y envuelvo los brazos a su
alrededor desde atrás. —Sólo bromeaba —susurro en su oído—. No he
invitado a nadie más que a ti para hacer recados conmigo hoy.
La mano de Bridgette encuentra mi frente, y me aleja. —Me quedaré
aquí si esperas que el día sea así.
Retrocedo un paso. —¿Así cómo?
Me señala. —Contigo. Tocándome. Besándome. Con demostraciones
públicas. Es asqueroso. —Camina hacia la puerta de entrada y llevo una
mano a mi corazón, haciéndole una mueca a Sydney.
—Buena suerte —modula mientras me dirijo hacia la puerta.
Una vez que estamos en el auto y alejándonos del apartamento,
Bridgette finalmente habla—: Así que, ¿a dónde vamos primero? Necesito
ir a Walgreens antes de que regresemos.
—Primero iremos a la casa de mi hermana, luego iremos al banco,
después a Walgreens, luego a almorzar y entonces a casa.
Su mano se levanta de golpe y alza un dedo. —¿Qué acabas de
decir?
Vuelvo a decirlo. —Primero iremos a la casa de mi hermana, luego
iremos al…
—¿Por qué diablos vas a llevarme a la casa de tu hermana? No
quiero conocer a tu hermana, Warren. No somos ese tipo de pareja.
Ruedo los ojos y agarro la mano que mantiene alzada en protesta. —
No voy a llevarte como mi novia. Puedes quedarte en el maldito auto, no
me importa. Sólo necesito dejar un paquete en su casa.
Tras decir eso, en realidad aclara su recelo. Se relaja en el asiento y
extiende su mano así puedo deslizar mis dedos por los suyos. Bajo la
mirada a nuestras manos, y verlas entrelazadas en la consola entre
nosotros se siente como si acabara de ir más lejos con ella que la noche
que nos acostamos por primera vez.
En ese entonces, nunca me hubiera permitido sostener su mano.
Demonios, nunca me hubiera permitido sostener su mano el mes pasado
siquiera. Pero ahora lo hacíamos.
Quizás debería invitarla a salir.
Aleja su mano de la mía, y de inmediato dirijo la vista hacia ella. Me
está mirando fijamente. —Estabas sonriendo mucho —dice.
¿Qué?
Extiendo el brazo y agarro su mano otra vez, trayéndola de vuelta
conmigo. —Sonreía porque me gusta sostener tu mano.
Retira su mano otra vez. —Lo sé. Es por eso que no quiero que la
sostengas.
Maldita sea. No va a ganar esta vez.
Me estiro sobre la consola otra vez, girando el auto en el proceso.
Intenta meter su mano bajo sus piernas así no puedo agarrarlas, por lo
que jalo de su muñeca en su lugar. Suelto el manubrio y me estiro con
ambas manos ahora, manejando con mi rodilla. —Dame tu mano —digo
entre dientes—. Quiero sostener tu maldita mano. —Tengo que agarrar el
manubrio para volver a nuestro carril. Una vez que ya no hay peligro de
estrellarnos, piso con fuerza los frenos mientras dirijo el auto a un lado del
camino. Aparco y bloqueo las puertas por lo que no puede huir. Sé cómo
piensa.
Me inclino sobre la consola y alejo su mano del agarre contra su
pecho. Agarro su muñeca con ambas manos y la jalo hacia mí. Aun intenta
luchar conmigo para alejar su mano, por lo que la suelto y la miro directo
a sus ojos. —Dame. Tu. Mano.
No estoy seguro si la asusté un poco, pero se relaja y me permite
sujetar su muñeca. Aseguro su muñeca en mi mano izquierda y levanto mi
mano derecha frente a la suya. —Extiende tus dedos.
En vez de eso, empuña la mano.
Abro su puño, luego obligo a nuestros dedos a entrelazarse. Detesto
que se resista. Me está enfadando de verdad. Todo lo que quiero hacer es
sostener su maldita mano, y está haciendo un gran problema. Hacemos
todo al revés en esta relación. Se supone que las parejas comienzan
sosteniendo sus manos y yendo a citas. Pero nosotros no. Comenzamos
peleando, y terminamos follando, sin embargo, al parecer, no hemos
llegado al punto donde podemos tomarnos de la mano. Si las cosas
continúan de esta manera, lo más probable es que terminaremos viviendo
juntos antes que vayamos a nuestra primera cita siquiera.
Aprieto su mano hasta que estoy seguro que no puede alejarse.
Vuelvo a mi asiento, enciendo el auto con mi mano izquierda y luego
vuelvo al camino.
Conducimos en silencio por los próximos kilómetros, y, de vez en
cuando, intenta quitar su mano de la mía, pero cada vez que lo hace
apretó un poco más fuerte y me enfado un poco más con ella. Va a
sostener mi mano le guste o no, maldita sea.
Nos detenemos en una luz roja, y la falta de movimientos fuera del
auto y la falta de conversación dentro de ella cambia el ánimo
enormemente, llenando el aire con tensión y… ¿risas?
Se está riendo de mí.
Es obvio.
Ladeo mi cabeza con lentitud en su dirección, dándole una mirada
de soslayo. Está tapando su boca con su mano libre, intentando no reírse,
pero lo hace de todas formas. Ríe tanto que su cuerpo tiembla.
No tengo idea de qué encuentra tan chistoso, pero no me río con ella.
Y, por más que quiero voltearme y golpear el manubrio, no puedo parar de
observarla. Observo las lágrimas saliendo de las esquinas de sus ojos, y
observo su pecho jadear cuando intenta recuperar la respiración. Quiero
lamer sus labios cuando intenta detenerse. La observo pasar su mano libre
por su cabello mientras suspira, calmándose de su ataque de risa.
Finalmente, me mira. Ya no está riéndose, pero los residuos todavía
están ahí. La sonrisa aún yace en su boca y sus mejillas siguen siendo
más rosadas de lo normal, y su maquillaje es un borrón en las esquinas de
sus ojos. Sacude su cabeza, centrando su concentración en mí. —Estás
loco, Warren —ríe de nuevo, pero sólo por un segundo. El hecho que no
estoy sonriendo le incomoda.
—¿Por qué estoy loco?
—Porque sí —dice—. ¿Quién lucha así por sostener la mano de
alguien?
No muevo un músculo. —Tú lo haces, Bridgette.
La sonrisa abandona su rostro lentamente, porque sabe que tengo
razón. Sabe que es la única que hace un gran escándalo por que sostenga
su mano. Era yo quién quería demostrarle cuán fácil era.
Ambos bajamos la mirada a nuestras manos cuando, con lentitud,
alejo mis dedos de los suyos y suelto mi agarre. La luz se vuelve verde
cuando agarro el manubrio y piso el acelerador. —Tú sí sabes cómo hacer
a un chico sentirse como la mierda, Bridgette.
Le doy mi completa atención al camino y acomodo mi codo izquierdo
en la ventana. Cubro mi boca con mi mano, apretando mi mandíbula por
la tensión.
Logramos estar así tres cuadras.
Tres cuadras es todo el tiempo que le toma hacer el gesto más
considerado que alguna vez ha hecho por mí desde el momento que la
conocí.
Alarga su brazo hasta el manubrio y toma mi mano. La lleva a su
regazo y desliza sus dedos entre los míos. Aunque no se detiene ahí. Su
mano derecha se desliza en la cima de mi mano y la acaricia. Acaricia mis
dedos y la cima de mi mano y mi muñeca y de vuelta a mis dedos. Mira
por la ventana todo el tiempo, pero puedo sentirla. Puedo sentirla
hablándome y sosteniéndome y haciéndome el amor, todo con los
movimientos de sus manos.
Y sonrío todo el camino hasta la casa de mi hermana.
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