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demócratas (20); carlistas (18); isabelinos o liberales moderados (14); y republicanos unitarios
(2), que elaborarían la Constitución de 1869. Se reunieron por primera vez el 15 de enero de 1869 y
elaboraron un texto que se considera la primera constitución verdaderamente democrática.
El texto establecía como forma de gobierno la Monarquía Parlamentaria (curiosamente a
falta de encontrar un rey) y consagraba el principio de Soberanía Nacional a la vez que establecía
el sufragio universal como norma electoral, estableciendo sólidamente los principios liberales de
libertad de imprenta, libertad de culto (lo que provocaría el disgusto y la oposición de la Iglesia y el
carlismo) y los derechos de reunión y asociación.
La Constitución, además, proclamaba la
separación de poderes otorgando la máxima Elecciones de enero de 1869
importancia a las Cortes que no sólo tendrían la función
de legislar sino también la de controlar al gobierno y
limitar los poderes del rey. Progresistas
Unionistas
Lo que más animó los debates y la vida pública
Republicanos
de ese momento fue la aparición por vez primera de los
Demócratas
republicanos divididos a su vez en dos: unitarios, más
Carlistas
conservadores, que defendían un gobierno central y la Isabelinos
unidad de España; y federales, que pensaban que Total de Diputados
España debía constituirse en una federación de
territorios autónomos. Tenían como base social la
burguesía de la clase media, las clases populares
urbanas (artesanos y asalariados) y muchos proletarios y
campesinos (que después pasarán a engrosar las filas
socialistas y anarquistas). Tenían ideas sociales mucho más avanzadas que el resto de los grupos
políticos y eran profundamente anticlericales.
3. En busca de un rey:
La regencia de Serrano
Las Cortes Constituyentes se declararon a favor de la monarquía, pero la situación era
anómala ante la negativa de Prim de aceptar al hijo de Isabel II (con sus famosos jamases) y las
presiones de Napoleón III para que no fuera el duque de Montpensier. A la espera de encontrar un
rey se formó gobierno con la presidencia de Prim y la regencia del general Serrano.
Este gobierno tuvo que hacer frente a muchas dificultades:
La situación económica desastrosa con un elevado déficit; una crisis agrícola acompañada
por las protestas provocadas por la desigual distribución de la propiedad en la España latifundista
(Andalucía, Extremadura y La Mancha); y el problema librecambista que beneficiaba a los
propietarios agrícolas, pero perjudicaba a los industriales, sobre todo a los catalanes, que se
organizaron en una Liga Proteccionista.
La situación política estaba enrarecida por la fragmentación de las Cortes en diferentes
grupos políticos y por la oposición de los que no acaptaban la legitimidad del sistema:
Los republicanos, frustrados por la elección de la monarquía como forma de gobierno
protagonizarían varios levantamientos, el primero, en octubre de 1869, por una ley que otorgaba
poderes especiales a los gobernadores civiles, y que terminó con una violenta represión y con los
sublevados exiliados en Cuba.
Los carlistas, viejos conocidos, que ponían en Carlos VII sus esperanzas después del exilio
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de Isabel II. Algunos, como Nocedal creían que podrían alcanzar su objetivo por medios legales, sin
embargo, los resultados de las elecciones y la deriva de los acontecimientos hicieron triunfar las
posturas belicistas (partidarias de la guerra) provocando una sublevación en junio de 1869 apoyada
en los núcleos tradicionales de Cataluña y País Vasco.
Además, dentro del gobierno crecieron las disensiones entre unionistas y progresistas, pues
los primeros mostraron su abierta hostilidad hacia medidas aprobadas por ministros progresistas
como la ley del matrimonio civil, la del
jurado o la aprobación del nuevo Código
Penal. También la obligación de que el clero
jurara la Constitución para frenar al carlismo
provocó la indignación de la clase alta y la
jerarquía eclesiástica.
La búsqueda
En esta atmósfera enrarecida quedaba
todavía el principal problema por resolver:
encontrar un rey. Como ya hemos visto, dos
de los posibles candidatos: Alfonso y el
duque de Montpensier (apoyado por los
unionistas), fueron vetados por diferentes
motivos y Fernando de Coburgo de
Portugal (apoyado por los progresistas)
renunció a su candidatura. Así que desde
junio de 1869 se desató una frenética
actividad diplomática para buscar un
candidato adecuado entre las diferentes casas
reales europeas. Viñeta satírica aparecida en la Flaca, 1870
Los que sonaban con más fuerza eran
el príncipe alemán Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, sobrino del rey de Prusia y dos
príncipes italianos, hijos del recién proclamado rey de Italia, Víctor Manuel II. Esto provocó no
pocas tensiones internacionales que desembocarían en la guerra Franco-Prusiana de 1870.
Finalmente, el elegido fue uno de los italianos, Amadeo de Saboya, en la votación para su
aceptación como rey ya se vio que no las tenía todas consigo: tuvo 191 votos a favor (sobre todo de
progresistas) y 120 en contra. Amadeo I llegó a España para asumir la Corona el 30 de diciembre
de 1870, el mismo día que moría, víctima de una atentado, su principal apoyo, Juan Prim.
parte, que tenían intereses comerciales en Cuba (como el señor Bacardí). Además de suponer un
foco de tensión política y social, la guerra era una auténtica ruina económica y una sangría humana
(al menos 40000 soldados españoles fueron muertos o heridos durante el conflicto). Este conflicto
no terminaría hasta 1878, con la paz de Zanjón.
En el norte de España los carlistas volvieron a hacer de las suyas, después de su “fracaso”
electoral en las elecciones de 1872 (en las que obtuvieron 28 diputados),
aprovecharon la confusión política y el malestar de la Iglesia y de los
núcleos tradicionalistas para levantarse. Don Carlos acusó de fraude
electoral al gobierno y comenzó de nuevo la guerra que terminaría
oficialmente con la derrota carlista en Oroquieta y la firma de un
“nuevo abrazo de Vergara” en el Convenio de Amorebieta. Aunque
continuaría durante algún tiempo en Cataluña gracias a la acción de
partidas guerrilleras.
Pero estos no eran los únicos problemas a los que se enfrentó el
desdichado Amadeo. La muerte de Prim dejó muy tocada la coalición
entre unionistas y progresistas y originó la escisión de los progresistas
en dos nuevos partidos: el constitucionalista, liderado por Práxedes
Mateo Sagasta más cercano a las posturas conservadoras de los
unionistas y de Cánovas del Castillo: y el radical, liderado por Ruiz
Zorrilla, más progresista y que incluía también a los antiguos
Am demócratas.
adeo I rey de España Esta ruptura fue aprovechada por los partidos contrarios al sistema
(carlistas, republicanos y alfonsinos) para desestabilizarlo, lo se vio
reflejado en la volatilidad de los gobiernos, seis durante los dos años de
reinado y provocó una pérdida de apoyo popular hacia la monarquía.
La I República
La Primera República llegó de forma inesperada y supuso el último intento de conservar los
logros democráticos de la Revolución Gloriosa. Su duración fue breve, a penas 10 meses, debido
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sobre todo a su endeble apoyo popular y a la oposición manifiesta de las élites conservadoras (los
ricos burgueses, los aristócratas, la Iglesia y los militares), temerosas de las consecuencias del
reformismo republicano para el orden y la propiedad. Su apoyo lo encontraba en la pequeña
burguesía y las clases trabajadoras, pero en un país empobrecido y analfabeto como era aquella
España, las masas populares sólo sentían verdadera lealtad por aquél que conseguía llenar sus
estómagos.
Además, de manera inmediata, aparecieron las disensiones
dentro de los republicanos, protagonizadas sobre todo por los
republicanos intransigentes que querían reformas profundas e
inmediatas lo que provocó la sucesión de cuatro gobiernos
presididos, respectivamente, por Estanislao Figueras, Francisco Pi
y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, respectivamente.
Las elecciones de mayo supusieron una victoria aplastante
para los republicanos que obtuvieron casi el 90% de los escaños (eso
sí con una gran abstención). Los gobiernos republicanos se metieron
de inmediato con las reformas: redujeron la edad de voto a 21 años:
separaron de manera completa Iglesia y Estado y dejaron de
subvencionar a la Iglesia; prohibieron el trabajo de los menores de
16 años; y abolieron la esclavitud en Puerto Rico (pero no en Cuba).
Además se intentó aprobar una nueva Constitución de carácter
federalista (que preveía una federación de 17 estados con amplia
autonomía) y superprogresista que fue tumbada por la oposición de
los republicanos unitarios y que nunca llegó a estar en vigor.
Alegoría de la I República
Crisis y colapso de la República
Como antes le había pasado a Amadeo, los gobiernos republicanos se tuvieron que enfrentar
a una nebulosa de contratiempos: las dificultades económicas llevaron a la suspensión de pagos, el
desplome de la Bolsa y la fuga de capitales; la conflictividad social aumentó con la aparición de un
nuevo actor, el movimiento obrero de corte anarquista que impulsado por la AIT (Asociación
Internacional de Trabajadores) protagonizó ocupaciones de fincas y huelgas revolucionarias como
la de Alcoy; y además de la guerra Carlista y la de Cuba, aparecieron dos nuevos focos de conflicto:
las insurrecciones cantonalistas y las conspiraciones alfonsinas.
En julio de 1873, republicanos intransigentes y asociaciones obreras se levantaron
espontáneamente, en diferentes partes de España, reivindicando una República Federal basada en la
libre asociación de municipios y cantones. Se inició en Cartagena que se declaró cantón
independiente y se extendió por el Levante y Andalucía. La respuesta del gobierno fue la represión
militar. El gobierno de Pí y Margall dimite y rápidamente es sustituido por Salmerón que, a su vez,
también dimitirá (porque no quería firmar las penas de muerte) al que seguirá como presidente
Castelar. El conflicto se extendió hasta 1874, en que fue sometida Cartagena.
Por su lado, los alfonsinos, aquellos que defendían los derechos del hijo de Isabel II al trono,
pretendían la Restauración. Liderados por Cánovas del Castillo a este movimiento se adhirió la
mayor parte de la burguesía, la Iglesia, el ejército y los partidos conservadores (Sagasta y Serrano),
conspirando de nuevo para derribar la República.
Historia de España 2º, IES Drago
“No debe aplicarse la palabra jamás, pero es tal la convicción que tengo de que la dinastía
borbónica se ha hecho imposible para España, que no vacilo en decir que no volverá jamás, jamás,
jamás.”
Juan Prim y Prats (1814-1870)
"El señor Presidente del Consejo de Ministros, el general Prim, ha sido herido en el día de
ayer. No sé si es grave o leve la herida; no lo quiero saber en este momento; aunque lo supiera, no
lo diría en este sitio..."
El almirante Topete, Presidente interino del Consejo en 1870