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Enrahonar A2015v55p103 PDF
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RESSENYES
Cabe distinguir, dentro del legado filosó felicidad relativa. Con una profunda ad
fico de Schopenhauer, una breve colec miración por el intelectualismo español
ción de máximas, apotegmas y senten reflejado en las obras de Calderón, Cer
cias, con la cual, para un fin personal del vantes o Lope de Vega, nuestro autor
propio autor, se describen un conjunto toma como imagen, para su presente
de 50 reglas donde el pensamiento pesi tratado, la función parenética de educar,
mista por antonomasia adapta un carác consolar y aconsejar de los filósofos clá
ter práctico para la vida, lo cual origina sicos, griegos y latinos; especialmente del
el tratado titulado Eudemonología o Eu- maestro jesuita español Baltasar Gracián,
demónica, Die kunst, glucklich zu sein, el a partir de la lectura de su Oráculo ma-
arte de ser feliz. nual. Los dos pensadores comparten un
Desde la perspectiva metafísica de mismo pesimismo que se proyecta sin
un maestro del pesimismo, la felicidad ilusiones y, necesariamente, parece opor
en su totalidad representa una quimera, tuno formular aforismos de sabiduría
sin embargo, su eudemonología presu práctica para orientar el dominio de la
pone su afirmación diferenciando un vida ante toda adversidad.
saber práctico y un saber teórico: «Una El esbozo eudemonológico de Scho
cosa es el sistema filosófico, pero la sa penhauer tiene por objetivo enseñar a
biduría práctica de la vida es otra»1. En vivir, de la manera más felizmente posi
un mundo oscilante entre el dolor y el ble, con una única división de reglas para
aburrimiento, el tratado se presenta uno mismo y otras para nuestra conduc
como una herramienta de prudencia ta con los demás. Seguidamente, Scho
práctica con reglas conductuales para penhauer define la finalidad de la eu
evitar los golpes del destino y, frente a demonología con mayor precisión y,
la imposibilidad de poder hallar una fe forzosamente, define la felicidad desde
licidad perfecta, poder propiciar una varios aspectos distintos. En primer
2. Sòfocles (1951), Antígona, Barcelona, Fundació Bernat Metge, 1349-50, Escriptors grecs.
3. Epicuro, Carta a Meneceo.
4. Arthur Schopenhauer (2013), El arte de sobrevivir, Barcelona, Herder, 47.
5. «Construimos castillos en el aire y después los pagamos caros con la decepción», citado en
Arthur Schopenhauer (2000), El arte de ser feliz, Barcelona, Herder, 55.
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tos, un camino que sea útil y certero. moderada e individualizada entre la re
Solamente de esta manera podrá experi nuncia y el ascetismo.
mentar la alegría, puesto que cumplirá En el momento de producirse un
con las propias inquietudes en lugar de hecho feliz y largamente esperado no nos
experimentar el dolor que provoca fraca sentimos consolados o más cómodos que
sar por falta de correspondencia e igno antes, sino que solamente en el instante
rancia; el peor dolor para el espíritu. concreto del hecho, en el momento pre
A pesar del riesgo en dicha falta de sente, es cuando uno puede sentir un
correspondencia, el propósito del ser hu ápice de júbilo o de lamento. Nuestro
mano está limitado por el horizonte de estado anímico, ya tienda a la alegría o a
sus posibilidades. Si un objeto se encuen la tristeza, no siempre es el mismo y no
tra dentro del horizonte de posibilidades podemos atribuirlo al ámbito de las cir
de un individuo determinado, éste con cunstancias externas, sino a las internas,
fiará en obtenerlo para ser feliz, pero, y, por ende, todo exceso de júbilo o de
contrariamente, si el objeto se encuentra dolor se basan en un error o ilusión indi
fuera de su horizonte de posibilidades, vidual que debe corregirse mediante la
éste se sentirá infeliz. Tal horizonte es la sensatez y la moderación. Sin embargo,
razón por la cual el individuo pobre no la mayoría de individuos buscan una
ansía las posesiones de los ricos, éstos no se causa externa a su dolor, sin caer en la
consuelan con sus grandes riquezas, ya cuenta de que toda interpretación resulta
que su felicidad se gradúa en función del ser subjetiva.
conocimiento de su horizonte de posibi La alegría es el estado con más prefe
lidades, el conocimiento sobre su indivi rencia, y el factor que más contribuye a
dualidad. Por otro lado, aquel que imita su generación es la salud, la cual exige
una individualidad ajena desde un hori evitar los excesos, tanto emocionales
zonte de posibilidades distinto al de su como intelectuales. De ésta sigue el buen
naturaleza, un carácter que no le corres humor, ya que si comparamos la concep
ponde simulando una naturaleza impro ción de un día con enfermedad y un día
pia, muestra el significado de una contra de salud veremos una diferencia notoria:
dicción directa de la voluntad consigo «Por eso un mendigo sano es más feliz
misma reflejando, de una manera lamen que un rey enfermo»10. La alegría se pre
table, el mísero valor que se asigna a sí senta como un estado plenamente justi
mismo con tal insania. Frente al impe ficado, quien está alegre, tiene motivos
rante destino, tanto para nuestras cir para ello y, por lo tanto, deberíamos in
cunstancias interiores como exteriores, clinarnos a concebir tal bien como el más
nos exponemos al mundo, a modo de preciado.
combate, para adaptarnos y moderarnos Por otro lado, Schopenhauer postula
con la única finalidad de «soportar la que la sabiduría del ser humano se en
vida»9. De esta manera, el horizonte de cuentra en tensión entre el momento
posibilidades de todo ser humano debe presente y el futuro, entre el hombre que
equipararse a la potencia de sus preten es y el hombre que acontecerá. Sin em
siones y sus posesiones y, por consiguien bargo, se denomina imprudente a aquel
te, es necesario conseguir una comodidad que se entrega completamente al mo
9. «La vida no es para saborearla, sino para soportarla y aliviarla», citado en Arthur Schopen-
hauer (2013), El arte de sobrevivir, Barcelona, Herder, 11.
10. Arthur Schopenhauer (2000), El arte de ser feliz, Barcelona, Herder, 68.
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mento presente, aquel que reluce de des resultante es el curso de nuestra vida»11.
preocupación. Por otra parte, se denomi El momento presente se nos muestra
na miedoso o preocupado a aquel que como el único escenario de la felicidad,
siempre vive de un modo ad interim, es en tanto que solamente aquel que acepte
decir, de manera provisional y despreo el destino y las adversidades con acepta
cupada por su existencia presente; los ción será consciente de la inmensidad y
fugaces instantes del momento presente diversidad de las contrariedades de la
pasan de largo a causa de sus miedos y vida, junto con el vacío que ésta esconde
planificaciones de futuro. Con tal azaro tras una onírica mascarada.
so destino de nuestra vida, debemos con La concepción de «hombre» que
siderar todo acontecimiento como nece ofrece la eudemonología, tal y como
sario, ya que una cosa no puede ser de concluye Schopenhauer en su tratado,
otra manera de la que es, porque «es puede definirse desde lo que uno es,
como es» por necesidad, de lo contra- desde lo que uno tiene y desde lo que
rio sería de otra forma o, simplemente, uno representa, no obstante, el carácter
no sería. Todos los acontecimientos su interno e individual de lo que uno es no
ceden necesariamente por una causa se resulta suficiente para abordar suficien
guida de otras causas, las cuales resultan te contenido en la vida para colmar el
ser una estricta concatenación de causas alma hacia la satisfacción. Muy a pesar
de lo que, necesariamente, acontece en el de las premisas eudemonológicas, Scho
mundo. Toda realidad, por imposición, penhauer define «la existencia feliz»
o es necesaria por su acaecimiento de como aquella existencia que tiende al no
causas o bien imposible por la ausencia ser, aquella que preferiblemente no exis
de éstas. De tal modo, nuestra vida no es te. Por ende, lo único a lo que el ser hu
el fruto de nuestras obras, sino de nues mano puede aspirar en el ineludible mo
tras decisiones en los acontecimientos mento de su muerte es a un momento
actuales y divergentes del momento pre presente indoloro, tranquilo y soporta
sente, dos factores que determinan nues ble; a poder recibir la muerte tras el últi
tra vida como «[...] fuerzas que tiran en mo suspiro y desvanecerse en la no exis
dos direcciones distintas y la diagonal tencia como catarsis final.
Joan Enric Campà i Molist
Universitat Autònoma de Barcelona
http://dx.doi.org/10.5565/rev/enrahonar.650
11. Arthur Schopenhauer (2000), El arte de ser feliz, Barcelona, Herder, 70.