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MARC CHERNICK

ACUERDO POSIBLE
Solución negociada al conflicto armado
colombiano

SEIS DÉCADAS DE VIOLENCIA


TREINTA AÑOS DE PROCESOS DE PAZ
Chernick, Marc.
Acuerdo posible: solución negociada a! conflicto armado colombiano I Marc Chernick. -
Bogotá: Ediciones Aurora, 2008.
284 p.; 24 cm.
ISB 978-958-9136-3-86
1. Violencia - Colombia 2. Conflicto armado - Colombia 3. paz - Colombia
4. Conflicto armado - Aspectos políticos - Colombia 1. Tít.
303.69 cd 21 ed.
A1148096
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

El texto origina! para este libro fue hecho en inglés para Ediciones Aurora. Hasta ahora no existe
como publicación en ese idioma.

PRIMERA EDICIÓN: Bogotá, 2008


SEGUNDA EDICIÓN: Bogotá, 2009
TERCERA EDICIÓN: Bogotá, 2012

DERECHOS RESERVADOS
© Marc Chernick, 2008
chernicm@georgetown.edu
© Ediciones Aurora, 2008
edicionesaurora@gmail.com

TRADUCTOR PRI CIPAL


Juan Fernando Esguerra

COLABORADORESEN LATRADUCCIÓN
Andrés Felipe Villamizar
Verónica Guzmán
Alejandra Suárez
Elkin Rivera

APOYO EDITORIAL
Gabriela de la Parra

DIAGR.A.\1ACIÓ
Santiago Rohenes

PORTADA
Fernando Botero
Medellín, 1932
Manuel Marulanda "Tiro fijo", 1999
Óleo sobre tela
45,72 x 33,02 cm
Museo Borero, Bogotá
Colección Banco de la República de Colombia, registro 3237

ISB : 978-958-9136-38-6

IMPRESO Y TERMI ADO


Xpress Estudio Gráfico y Dígiral S.A.

IMPRESO EN COLOMBIA
PRlNTED IN COLOMBIA
Capítulo 2. Los PROCESOS DE PAZ:
DE LA URIBE (1984)
A URIBE (2002)

:TRODUCCIÓN

La violencia ha sido un factor determinante en las últimas seis décadas


a política colombiana. A mediados de los años noventa, al mismo tiempo
e los asesinatos políticos, las muertes en combate y las masacres de civiles
arinuaban desgarrando a la sociedad civil y menoscabando el alcance y la
rimidad de las instituciones de la nación, millones de colombianos de
~ s los matices políticos comenzaron a movilizarse para apoyar un esfuerzo
ovado en búsqueda de la paz entre los actores violentos que luchan por
der. En octubre de I997, alrededor de diez millones de colombianos
- on por un "mandato para la paz", expresado en términos generales. En
'O de I998, millones de colombianos atendieron al llamado simbólico de

nder sus labores durante treinta minutos, mientras otras decenas de mi-
archaban por las calles exigiendo un alto en la violencia política.
Al mismo tiempo, sendas organizaciones de la sociedad civil acogieron
.nmediato la iniciativa, afirmando explícitamente que no querían dejar la
rión de la reconciliación nacional en manos del presidente, ni reducida
acuerdo entre la élite gobernante y los dirigentes guerrilleros. De esta
a, representantes de la Iglesia católica, sindicatos, universidades, asocia-
es de empresarios y grupos cívicos, entre otros, fundaron una Comisión
Reconciliación Nacional para promover la participación y el interés de la
)11 lujo .\\
110 i 'dad ivil .n futuras n g ia i ne. 1I0~" IIpm ClIII11ni lad 1111 '1,1 .o d I di id
lvaro J1l li ral
r n a rganizar e n el ámbito local, bu cand UI1 "1'.1 io ti paz-comuni 1.1
1"1,ll I() as n .
l Jril pr pu o una nu va n),lllO hll.\. Su tiri ampliar .la fi.< 1, Y
de de paz, zonas humanitarias- en medio de la vi I 11ia. n alguno a~1I 1 la fuerzas armada y m aur la gu rrilla y al mi m nernp
buscaron iniciar diálogos directos a nivel local con los actores en conflíct .
1\ 1 tra vez apartándo e ignificativamente de los e fuerz ant
De modo análogo, la comunidad internacional -bancos de desarrollo
'xpl rar la posibilidad de dialogar con los paramilitares .de d r ha,
~ultilater~, organizaciones no gubernamentales, otros estados y organiz.t
I 111111" antes habían participado en las tentativas de paz. Uribe gan
cienes regionales y mundiales- comenzaron a tratar directamente el l'llll
11 1.1 de i iva en la primera vuelta, y con ello en apariencia llegaron a u 111
de la violencia colombiana ya insistir en que la paz era la clave para alcanz.n
II! ,Itl de intentos de búsqueda de la paz.
otros objetivos políticos, desde la protección de los derechos humanos hast ,1
111 embargo. si los cinco presidentes anteriores a Uribe tenían u p do
la promoción del desarrollo, el combate contra las drogas ilícitas y la defens.i
,It 'u .rra y su período de paz, el interrogante, al comenzar el ~uev I '
d.el medio ambiente. Además, en la medida en que la comunidad intern.i
\.1 pt" idencial, en 2006, era si la segunda administració,n de U~lb ~ It ,1
c~onal ~omenzó a participar cada vez más, ayudando a los desplazados por l.! 1 ruar a un Uribe IlI. Y si fuera así, el interroga~t~ s~na: ¿la dínámi a o,
vlOl~~Cla,proporcionando auxilio a las comunidades locales afectadas por 1,1\ 11
111 id.id cambió lo suficiente como para alterar la dll1amIca en la me a d n
hostilidades, denunciando las violaciones de los derechos humanos y contri
111 ion ? Los actores en conflicto volverán inexorablemente a la me a d
buyendo a los esfuerzos de mediación para liberar a soldados y civiles secu ~
'Ill ¡,\ iones, antes o después del fin del gobierno de Uribe. La única cu -
tr~dos, muchos sectores empezaron a pedir una participación internacional
lit 'l't Ia hasta qué punto se habrá degradado el conflicto armado y cuán~a
~as co~certada en el proceso de paz de Colombia. Tal desempeño interna 1 I má habrán perecido mientras haya suficiente voluntad para neg l. r
cional directo no tenía, hasta ese momento, precedente alguno en Colombia.
L~s anteriores esfuerzos para negociar la paz, a partir de comienzos de I ~ 1'.11. .
I os procesos de paz en Colombia comenzaron mucho antes de las exit
anos ochenta, fueron exclusivamente nacionales.
p riencias en El Salvador y en otras partes donde se produj.eron al~un
. Este clamor de actividades contribuyó a determinar la elección presiden
IlIld negociados para terminar la guerra civil o la insurgencia guern~l. r
~Ial de 1998, que se centró en el tema de la paz. Muchos atribuyen el último
11 l' 82, se ofrecieron a los guerrilleros y a la mayoría de los presos ~ohtJ
Impulso en la victoria de Andrés Pastrana sobre el candidato liberal Horaci
'I\.I .imnistía incondicional Y perdón. En 1984, el gobierno colombiano fir-
erpa ~n l~ segunda vuelta de las elecciones a la muy publicitada reunión, 11111 ,1 U rdos de cese al fuego con cuatro agrupaciones guerrilleras e int nt
en terntono guerrillero, de un cercano asesor del candidato Pastrana con el
1111" r mererlas -juntO con otrOS sectores políticos- en un gran diálo
líder histórico de las FARC, Manuel Marulanda Vélez. Después de quedar
I "lOnal sobre los principales problemas políticos del país como reforma
levemente rezagado en la votación de la primera vuelta, el apoyo a Pastrana
1 I \1 in, educación, asuntos laborales, cuestiones constitucionales, entre tr .
fu: aumentando, luego de la reunión. El país se dispuso a emprender, una vez
mas, otro proceso de paz .
.En efecto, entre 1982 y 1998, cada elección presidencial y cada nuevo En el discurso para su segundo período presidencial 2006-2010, el president ri-
gobierno estuvieron determinados por la cuestión de la paz y los intentos de
be declaró: "Reitero nuestra voluntad de lograr la paz, para lo cual úni am nt
los sucesivos gobiernos, tanto de acumular los éxitos como de evitar los fra-
p dimos hechos. Hechos también irreversibles que expresen el designio de c n .-
ca o~ y er:ores percibidos de sus antecesores. En muchos aspectos, el período
guirla ... Hemos insistido sin temor en nuestras acciones en procura de la gUr!
presidencial de Pastrana representa el esfuerzo más ambicioso en este sentido
d d. o nos frena el miedo para negociar la paz. Confieso que me preo upa algo
in embargo, este esfuerzo terminó fracasando, y este fracaso tuvo el efecto de
dlf rente: el riesgo de n \1'p,,,ra 1.1 paz y r tr ed r en seguridad. La paz nc ~ilJ
ambiar drásticarnente la política colombiana.
sin ridad. Por e o I ~ h 1\0\ ÍlI v "i11 \ d rccon ilia ión deben er I nln
En las elecciones presidenciales de 2002, por primera vez en dos décadas
ntr guridad y I ,¡/'.
I t ma deci ivo no fue la paz sino la guerra. El rompimi J1l d I pr ceso de

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MARc CHERNICK

E t ra un modelo que se adelantaba a su época y que se repetiría una década , ) , manera objetiva, el conflicto colombiano no parece ser más insoluble
d .spué en Guatemala. Pero si el modelo funcionó a finales de los años n I /1 IIIlI has otras rebeliones armadas en el mundo. Los conflictos armados no
v .nta en Guatemala -al menos en cuanto condujo a un acuerdo de paz-, 1'.11'1 )TI como resultado de la exclusión étnica o racial. A juzgar por las pasa-
fr a a principios de los años ochenta en Colombia.
ó
IH'~ ciaciones y demandas públicas, ni existen distancias ideológicas gran-

nuevo, entre 1989 y 1994, los gobiernos ofrecieron varias rondas d I 111la peticiones de la guerrilla son excesivas en un contexto comparativo'.
nver aciones con diferentes movimientos guerrilleros. Esta vez, y con algunas 11 mbargo, a medida que transcurren el tiempo y la historia, la capacidad
vr riante , los gobiernos de Barco y Gaviria plantearon limitada una agenda d ' 111 1I rociar con éxito parece disminuir. Las guerrillas se han afianzado más
n g iaciones centrada en los temas de cese unilateral al fuego, desarme y con 11,1 , mbito local y tienen mayor proyección militar en todo el territorio na-
v r ión de las agrupaciones guerrilleras en partidos políticos legales. Las cuestio 1111.11 lue en cualquier período anterior del conflicto. La violencia política se
n ociales y económicas, así como las reformas políticas de fondo, quedaron I 1I/OIIaahora en torno al control territorial y la competencia por la tierra y la
fu .ra de la mesa. De manera sorprendente, esta ronda de negociaciones condu- 1111que la puebla, entre el Estado y los actores ilegalmente armados. La me-
j al de arme y a la reincorporación de varias agrupaciones pequeñas, incluido 1,,10gíade esta competencia es tener como objetivo la población civil. La
rup emblemáticos como el M- 19 yel EPL. Sin embargo, a pesar de los serio 1111'11,1 dinámica de la insurgencia izquierdista dirigida contra el Estado ha ce-
int nto por ampliar el proceso, este modelo de agenda reducida demostró ser Ildlllk f¡ rma creciente el paso al enfrentamiento de múltiples actores armados
in uf iente para sentar las bases de una paz duradera con los movimientos gue- I '1 I1 ontrol de determinado territorio que va, en cuanto a tamaño, desde una
rrill r mayores, de modo muy particular con las FARC y el ELN. 1111 1 11,\ta un municipio o una región. Los combatientes buscan apoyo social,
A mediados de los años noventa, Colombia se había transformado de ma- 111'os económicos, corredores y zonas militarmente estratégicas. Su estrategia
n ra ignificativa. Los costos de los fallidos procesos de paz anteriores fueron 1111.\ cambiar de acuerdo con el curso de la guerra. La violencia es, por lo
ba tante altos. La violencia era tres veces mayor en 1998 que en 1982. Durant /lI!I, ba tante variable, según las distintas regiones.
.st tiempo, el panorama político también había sido reconstituido radicalmen- '-1 presente capítulo analiza estas diferentes facetas de la insurgencia co-
t p r el ascenso de nuevos y poderosos actores sociales vinculados al narcorráfi- 1'"1Ili.lna, al igual que los repetidos intentos por lograr un acuerdo negociado
, la proliferación de grupos paramilitares ligados a las fuerzas armadas y a lo , /11poner fin al conflicto armado. También reflexiona sobre los movimientos
rratenienres locales, los movimientos guerrilleros militarmente más fuerte, lo 11di .ro y varias cuestiones conceptuales concernientes a las causas de la
,1~í mo una gran población de desplazados internos, lo que aceleró la ya de 1111111 ia política, que son decisivos para comprender el caso colombiano y,
p r í avanzada urbanización del país y la colonización a gran escala de tierra 1111 1 l .n ión, otros conflictos civiles. Estas secciones del capítulo se centran

I gicamente sensibles. De manera concomitante, los contextos geopolítico 11l." p rcepciones que se han desarrollado en torno a las causas de la guerra
y onómico mundiales fueron transformados de forma irrevocable, alterado , 1'11rriIlas, los posibles caminos hacia la paz y la relación entre violencia
I or el derrumbe de la Guerra Fría, la liberalización de la economía y el impacto
I I Horeciente comercio mundial de las drogas ilícitas .
•n 1998, el gobierno de Pastrana optó por tratar estas múltiples crisis con V\I~ orniréInternacionalde la Cruz Roja,Comisiónde ConciliaciónNacional,y
un ambiguo conjunto de medidas que combinaban la política de iniciativas d (illllbio 16 Colombia, "La paz sobrela mesa', II de mayo de 1998, discutidoen el
.on rrucción de paz (peacemaking) con aquellas dirigidas hacia el fortalecimien- .ipüulo 1. Este extraordinariodocumento, masivamentedistribuidocomo separata
t d la fu rzas armadas y reafirmar las, históricam nt e trechas, relacione 1-nir de la edición del TI de mayode la revistacolombiana Cambio 16 Colombia
d I mbia con Estados Unidos, despué d aJÍ ti l nsi n n la relacione pl , nra la p i ión públi a, obre un amplia gama de temas, de los prin ipal
bilat 'r, 1 duranr el gobierno de Samp r. -1 1.1.1'0 d . 1.\pl iIH'r. parte de e ea I WI , n el nlli 1 , 'IHI' ·110\lo, movimientos u rrillero,1 organiza i ne
"Mal gia, qu fu un fu rzo final p. ra :\1 ,111/.11 1.,P 11\'111.1III xa d n ia- p.II.lIl1i1il,H\y'l obi r no, V"" 1.1I11hilll('hmi k.Mar,"La FAR ar rhc N
ion', indu] a lu ar una. lu i n .dl\'111111111/1111/ 1011',1/a In lirn n i n OIi.llil1p,
'1:1\)1''',1\HOllvll'l. If',IIII.I.
(¡d/ll///¡'¡f' 1/1I¡/tI¡/I,~ /hlcl' in fI Tim» 1I/I'0rr.
milir.u 1,1, >,\11,11,1\ di 111111'111/1"el 11'!lI'Il\O.
n 'go i,l i<n', ,\ 1111 lJIIIlIIISI.lI(·'I,,\lillll of 1'1 111.'\ 1111111111 1) ( 111111101\0 d· publl .1I ,,1,
MARC CHERNICK
1m IlllOCJI.SO DE PAZ: DE LA URIBE (1984) A URIBE (2002)

polft i a y otras formas de violencia social, entre las cuales se encuentran I I do de reparto del poder elaborado por los dirigentes de los dos partidos
nar tráfico y la delincuencia común. 1111.11 . Al mismo tiempo, nuevos movimientos guerrilleros se alzaron en
Al analizar las estrategias específicas de paz de sucesivos gobiernos COIOlIl 1 I .uura los gobiernos de la coalición elitista, Las divisiones verticales de-
biano , el presente capítulo examina lo que ha funcionado y lo que no. S 1'1 1 1I111.Ispor la afiliación a partidos opuestos fueron reemplazadas por nueva
runta cuáles oportunidades fueron aprovechadas y cuáles se desperdiciarou 11111, horizontales entre una élite que tenía acceso directo a la participación
y ncluye planteando unos cuantos interrogantes fundamentales re P' 111 11 aquellos que continuaban siendo excluidos política y socialmente,
1

a un acuerdo negociado: ¿En qué condiciones son viables las negociaci 11' I 1,1 •• gunda etapa de la violencia colombiana que alcanzó su apogeo a
¿ 4U 1 asuntos son negociables y apropiados para tratar en una mesa d 11 I ,,11l~ de los años sesenta, transcurrió dentro de un conflicto de relativa
io ia i nes y cuáles son impropios en un encuentro tan especializado? ¿ ui 11111('1\ idad entre las guerrillas y el Estado, En los años ochenta, los niveles
ne d berían sentarse a la mesa? ¿Qué rol puede desempeñar la comunid,ul ,11 11 ia comenzaron a elevarse otra vez, acercándose eventualmente a los
int .rnacional? ¿Cómo debería estar representada la sociedad civil? 111111\.ilcanzados en los años cuarenta y cincuenta. Entre I987 y 2006,
1111 lo., datos oficiales suministrados por la policía nacional, se registraron
I I h micidios". La mayoría de estas muertes fueron consideradas como

111I10 de crímenes y violencia común, aunque en Colombia es confusa


EBELDE ARMADOS EN COLOMBIA, I948-2007
1111 1 divi oria entre violencia común y violencia política, Según la Corni-

urante seis décadas, la violencia ha fluido y refluido, Más de 200 mil 'O
rnbiano perecieron en la primera etapa de la violencia, conocida com 1.1
Vi I n ia, entre I948 y I958, analizada históricamente como una guerra ivd I RO 2-1
RO DE HOMICIDIOS EN COLOMBIA DE 1987 A 2006, TOTAL, ANUAL, TASA
partidi ta que desencadenó una explosión de violencia social y política enu:
TASA
se uid res de los partidos liberal y conservador. Después del inicio del Fr n« AÑo HOMICIDIOS
POR 100,000 HABITANTES
Na i nal' --en lo esencial, un pacto negociado de reparto del poder entre los 16·535
1987
do partidos tradicionales-, la violencia disminuyó, Sin embargo, estos acu I 1988 21.5°9
I tra cendentales si bien tuvieron éxito en desmovilizar a liberales y conserva 1989 23-441
24.308 69·5
dor ,no proporcionaron una paz completa y duradera. La violencia perdur • 1990
28.184 79.2
1 91
,1lInqu a niveles considerablemente menores, durante las dos décadas siguient .~. T9 2 28.124 11·5
28·173 75.8
Al 'un grupos y comunidades se negaron a entregar las armas o a recono '1 1993
26.828 70•8
1,994
25.398 65.8
1995
16.642 67,7
1996
n 1957, los dos partidos tradicionales negociaron un pacto político de larga du 25·379 63-3
T997
23.096 56.5
r, ión para terminar con el conflicto violento y repartirse el poder. Los acuerdos 19 8
24·358 58.5
'999
p llti o fueron ratificados en un plebiscito nacional y consistieron en un pacto en 1000 26.540 62·7
tr liberales y conservadores para compartir el poder, el cual disponía la alterna i n 27.841 64.6
1001
65.8
n la presidencia de la república cada cuatro añ duraru un lap ° de dieci éi , a~( 2001
1003 ~ ~_~
28.837
13·513 52·7
0111 plena e igual repre entación (5°% y 50%) k .11111o partid en la ramas o.lOH 44.1
100·1
jc uriva, I gi lativa y judicial del E la lo '1110\ , IlIhllO\ 11.1ioual, r gi nal y 1 al, 1005 1 !l.1! 1 39·9
lOO(,
7-3
I 'S l· un prin ipi ,1 el m, pan i 1m 111111111 1111I.111ti 10 1.1parri ira ión.
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I '1'"" de 11)74. los prin 1]1,11" pll.III .11I I1 111 1111111
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I,()~ PllO ,1~()~ 111 PAI.: 111 LA UI 1111íly 1) ti -·-----------~~--~ •••
f 111

sión Colombiana de Juristas, entre 2002 y 2006 apr xirnadament 18, 101"'1 11111.,\ III amplia h ~Iilid.( I \ 1'.11I1111
1.1 rrurc lib ra] y n rvadoi s;
o 20.102 de ellos representan actos de violencia sociopolítica y d 11 '11 I I! 111mhenta y n v nta, de nuevo (U'IOII e a arnente ultad 1011.1
11.292 personas asesinadas o desaparecidas por fuera de combate (en ptel 11, 1111. las guerrillas y el t, I . Baj I ntornos de la viol n ia poi 1i .\
medio más de siete personas diarias), más 8.810 que murieron en medio d, tlllllllbia, hay una guerra social-que ha tenido como escenari prin ip.rl
combates (en promedio seis personas diarias). Durante los seis años ant rio« ".1\ 1urales- librada encarnizadamente durante casi todo 1 i ~I
(I996-2002), el promedio fue alrededor de catorce personas diarias mu rUl' 11 11"1'1\.1la en la actualidad".
desaparecidas fuera o dentro del combate por razones políticas 5 • 1111I.II11esesenta años nunca se han abordado mucho de I
En muchos aspectos, la etapa más reciente del conflicto se asemeja al t 111 1ti s y políticos que han fomentado la violencia en el ámbit
prano período de los años cuarenta y cincuenta. En ambos casos la violenci: 111 \ 1111', ta heterogénea realidad social, que se halla en la r f
generada por la confluencia de factores estructurales, institucionales y so ialc I IH 1.1 olombiana, determinada por conflictos regionale y I
que exacerbaron las hostilidades sociales existentes, las acentuadas desiguald.i u uliuido a fomentar proyectos revolucionarios y de rebeldí d
des y el desangre por encima del diálogo o la reforma. Estos pueden describir, 1111I.t!.Un acuerdo de paz en el ámbito nacional, como el qu
así: la acelerada concentración de la tierra cultivable en el campo, estimulada '11 . . 1') 5 8 con la fundación del Frente Nacional, no condujo a la 1 I1 11
la etapa actual por las inversiones de los narcotraficantes, y en el período ini i.d ,1.. los ámbitos locales ni pacificó a los innumerables actore ial .~ que
por el auge del comercio cafetero; la total ausencia o, en algunas zonas, el " () I, rll.rbnn en guerra.
lap o parcial" del Estado en extensas áreas del territorio nacional': la expulsi 11 I ti má ,el hecho de que el comienzo del Frente Nacional coin idi 1:1 011
ma iva d campe inos de su tierras, generando un elevado número de persona, 11111\1ro años del triunfo de la Revolución Cubana, dio nueva vida 1 1.\
d plazadas, calculado en más de 2 millones en los años cincuenta y en má d r volucionaria
t 11111 de la lucha armada. Así, en Colombia, a difer n i.\ dl'
1, mili n en la década de los noventa, y su posterior aceleración que lo eleva II11 11.\ iones sudamericanas, las guerrillas pudieron consolidar u pr ~ '11 ¡'\
a rná de 2,5 millones en los primeros años del nuevo siglo; amplia emigraci 11 1I III.ISzonas rurales durante la primera década del Frente Nacional. A p \,11
interna, tanto en dirección rural-urbana, que llevó al sobre crecimiento de l ~ 111\ n rmes obstáculos y enfrentamientos con los milirare col mbiauox,
centros urbanos, y en sentido rural-rural, que condujo a la acelerada apertura 11 11 Ii.uues rebeldes, guerrilleros liberales disidentes y veterano combad '\1\ 's
de las fronteras agrícolas en zonas no colonizadas del país, fuera del control dI
Estado; y la multiplicidad de los actores armados -distintas unidades guerrill
ras que adherían a diferentes líderes nacionales, un mosaico de bandas paramili- P Ira una comprensión del contenido social de la violencia en los decenio d· '1) 10
tares locales, jefes políticos, terratenientes-, que casi siempre tenían sus raíc s Y 1950, véase el fundamental e influyente trabajo de Guzmán amp s, ,·lIll,i".
en problemas locales, conflictos sociales y luchas por el poder. En las décadas l-als Borda, Orlando y Umaña Luna, Eduardo, La violencia en Colombia: 1"111/'//(1

de I940 y 1950, estos conflictos locales fueron disimulados de manera superfi- tIr UIl proceso social, Carlos Valencia, Bogotá, 1980.
l'ara un análisis inicial del contenido social de la violencia col rnbiana, v ,1
Ch rnick, Marc y [iménez, Michael, "Popular Liberalism, Radical m 1.1ly .\lHI
Marxi m: Leftist Politics in Contemporary Colombia", en arr, Barry y 1':11111'1.
Véase Comisión Colombiana de Juristas, Colombia 2002-2006: Situación de Dere- St 'v , Tbe Latin American Lefi, Boulder y Londres, Westview and Latin AnWlll1
chos humanos y Derecho humanitario, Bogotá, 2007. l\lIr au, 1993. Un estudio realizado entre 1990 y 1995 señala el ará l r IIM.11I1I
6
La idea del "colapso parcial del Estado" la expuso por primera vez Paul Oqui ( d ' la ba e rural de la violen ia I mbiana. Encuentra que, entre lo m, s viol 11111

en su estudio pionero sobre la Violencia. Especialmente crítico es el colapso de la 1111Ini ipio d 1 par, el )O;\¡ 1,1de .siru tura principalmente rural, mienu.r, qll'
capacidad del Estado para mantener el orden y la administración de ju ticia. Véase sólo la del iYo ra urbana. .1\ "Mito, ti 1 horni idi en 01 rnbia", n PM 1'11

Oquist, Paul, Violencia, conflicto y política en Colombia, In rituto d tudio 0- bli a, Pr ramt d F.••tud¡m IIhll " '"111,111, lll,ti i.l Y Vi niv I~id Id 111
lombianos, Bogotá, 1978. lo, And 's, .11101• 1, I\O'III.I.I"IIt,.I1 1'1'1 .

1)
campesinos comunista encontraron, ha ta i '1 LO punto, l t rreno mas !I'" studi.uull 11' lltil', de l r di ídem s d ,1
picio para la actividad revolucionaria que e pudier: dar en cualquier tro 111 LN, n paui ul,u, 1", íun lad n La Habana [
gar de América. Los nuevos movimientos guerrillero colombianos -al ,~"\,, ,It ll.IS media, vario d I ual al' yaron una important
de ellos deliberadamente organizados como focos al modo cubano in pir.ul« " ,11 I I I\l : el Movimiento Rev lucionario Liberal (MRL) qu
por las ideas revolucionarias del Che Cuevarat, otros con profundas ral 's 11 1 h.ibla puesto al Frente Nacional. Dirigentes sindical p tr 1 rm
las organizaciones campesinas de períodos anteriores- fueron capace de 111 1111111110 también contribuyeron a fundar el ELN, aportando 1 nfa~is
sertarse en comunidades remotas que ya contaban con la experiencia de van 1 I 1111111i a P trolera, lo que ha persistido hasta hoy en día.
décadas de rebelión y conflictos sociales armados. Las guerrillas colombi: 11 I I 111m .\110 setenta surgió una segunda generación guerrillera. L 1\1;,
llegaron a comunidades donde el Estado tenía poca presencia y la aut ri 1,111 11i¡11t 'd las agrupaciones que la formaron fue el M-19, fundad (111 I

central era por lo general desconocida. Las casi impenetrables y escasam '111 l'I,llIj'/U ión político-militar con un programa nacio~ali ta. n l. i lo
1¡/ I ruar la hegemonía de los partidos tradicionales e impedir, ha 1.1 ·1
pobladas montañas, llanuras y selvas facilitaron el crecimiento de estos m 1 I
11 1, .1 supuesto fraude realizado durante las elecciones presiden ial s 1·1
mientos guerrilleros, sobre todo dentro de los nuevos asentamientos hUI1l.,
nos a lo largo de la extensa frontera agrícola. I "1111 d 197 01I

A mediados de los años sesenta, el panorama revolucionario de Colom I I 1 )IIW, trupos, más pequeños, emergieron en el restringido e pa i ins-
It 111,11 Y en el invernadero de rebeldía de la política colombiana. P r 1.1
había tomado forma y ya habían surgido algunas organizaciones guerrilJ '1.1
1 h l.1 n, les directos de participación, algunos partidos polí rico p q 1I ios
significativas. Estas eran: las FARe, basadas en los grupos de autod f 11\.1
111 unl ntos sociales regionales también comenzaron a alzar e en rrnas.
comunistas que surgieron en las regiones cafeteras y a lo largo de la front 1.1
de colonización agraria en los años cuarenta y cincuenta; el maoísta EPL, qu 1 ti! .st "movimientos sociales armados" fue el movimiento guerrill ro
reflejaba la ruptura sino-soviética de comienzos de los años sesenta; el pro u I 111111 Lame que surgió en el departamento del Cauca a comienzo d I s
11 h nra. El Quintín Lame organizó a las comunidades indígena de 1:1
bano ELN, fundado por Jóvenes colombianos que estudiaban en La Habana
1111 (11 fuerzas de autodefensa y participó en invasiones de tierras y n ir: s
en los años posteriores al triunfo de la Revolución Cubana. Cada una de e ti"
ItI,1 I 'S armadas en defensa de los derechos de los indígenas. Esta d fen .\
agrupaciones se basó en el ya existente trabajo político y en la organización d
los grupos comunistas y liberales armados que estuvieron activos durante 1.1 I1 .iusa indígena encabezada por el Quintín Lame se da casi di z 1( s
Violencia. Además, cada una de estas agrupaciones, a pesar de aparecer ext r I 1 reconocimiento institucional y jurídico de las minoría indí nr s
namente como la expresión de ideologías internacionales, estaba muy anclada
a sus vínculos con las hondas grietas políticas y económicas de la socieda 1
colombiana, Ser un campesino comunista en una región cafetera repre en lolirna", en Sánchez, Gonzalo y Peñaranda, Ricardo (Comps.), Pasado y presente dI'

taba, por lo general, más que una respuesta a los problemas que enfrentaba 1,/ uialencia en Colombia, Cerec, Bogotá, 1986.
el campo colombiano a mediados del siglo xx que un concepto abstracto d -1 Mu ho creen que ese día el ex presidente militar Gustavo Rojas Pinilla y 11 1'.11 ti

comunismo mundial 10.Muchos militantes importantes del ELN y el EPL e lo Anapo ganaron las elecciones, pero que esa victoria les fue denegada m Jialll
1111 raudulento escrutinio fraguado por las autoridades del Frente Na i nal. I~I
M 19 fue fundado por militantes de la Anapo, junto con miembro disid ntes I
9
Véase Guevara, Ernesto (Che), Guerrilla Warfore, University of Nebraska Pre s, 1.1\ rARC que querían seguir una estrategia más urbana y más polftica. "1 M 11).

Lincoln y Londres, 1985. por medio de sus espectaculares acciones de propaganda armada, tuv xiro ~'11

10 pon 'r al desnudo las restrictivas y, a finales de los años setenta y cornienz ~ ti 1m
Véase ]iménez, Michael, "The Many Dearhs of the Colombian Revolution: R
gion, Class and Agrarian Rebellion in Central Colombia', en Columbia Uniuersity (l h 'Ola, recientemenr r prcsivas medida del Frente Nacional. Véa Lara, Pnlri
l la, iembra viento y '1' (/ 1'11 \ (('/111' IIr/drf.· lIT historia del M-19, $lISpro(flglJ/lij/II.\.y
Institute o/ Latin American and Iberian Studies, Papers 011 Latin America, o I ,

1990; véase también Medina, Medófilo, "La re i,l n i,l ~,\l1\1 ,in.l 11 I sur ti ,1 \11 de tinos. Plan '(,1, !\o 01 1, 1./11
n tituy J1l d 1 91. La reformas indíg nas J .nu o ti la nueva con
1111 al
aban P r 1,1 1 ,101111,1 I I 111 () .so iambi n contribuyó a legitimar
11',

11111,111\ nt a 1 partid tI,\ Ii lonal . in embargo, fue un impulso que el


n pu d n interpretar e, en buena parte, como una on ecuencia de 1,
I 11)' mo tró incapaz d rnaru ner y, en las elecciones de 1994, el nuevo
I r '~i n p líti a y la acción directa del movimiento indígena.
11111 Illli ntO político fue eclip ado otra vez por el predominio de los partidos
En la dé ada de 1990, las fuertes corrientes de la política nacional e in-
1 rna i nal agitaron los movimientos guerrilleros en Colombia. Después d
1\ ti l.tI Y onservador13 y un nuevo grupo de políticos independientes Y par-
vari intento fallidos, el proceso de paz colombiano condujo a acuerdo 101" le casión'".
Sln mbargo, cuando el M-19 estaba gozando del apoyo electoral y popu-
final n la mayoría de estos "movimientos de segunda generación". El d ~
111. I.IIH las FARC como el ELN rehusaron deponer las armas. Sus demandas
II1Imb d 1 mundo socialista europeo, la derrota electoral del sandinismo,
l. I11 In allá de la participación política. Continuaban proponiendo reformas
,1 van e del proceso de paz salvadoreño, la crisis de Cuba y el reformism
." 1.11 s, e tructurales y económicas de fondo como parte de cualquier acuer-
polfri d ntro de la propia Colombia, llevaron al M-19, al EPL, al Quintín
\. 1 ,\ paz. Sostenían que los cambios en la Unión Soviética no- mitigaban las
I .un y a Otros movimientos menores a negociar su desarme y su reincorpo-
1.1 i n al si tema político legal.
"1' I I i ia en Colombia11• A pesar de las reuniones celebradas con le~resentan-
I Vllb mamentales colombianos en Caracas (Venezuela) y Tlaxcala (Méxi-
La ferra más atractiva del gobierno fue la oportunidad de participar en
" durante nueve meses entre 1991 y 1992, los dos principales movimientos
1111.1 as, mblea constituyente con amplias atribuciones para realizar reforma
111 1 1 i11 ros de Colombia no lograron ningún acuerdo con el gobierno. Entre
poi 1 i a e in titucionales. La Asamblea Nacional Constituyente sesionó entr
I ") Y 2005, tanto el gobierno como la guerrilla, concentraron sus esfuerzos en
I
I 111 -ro y julio de 1991. El lapso comprendido entre 1989 y 1991 significó
1111 111 '!TI nto político excepcional. Fue un momento, sin duda, influido por IlIplio\ry fortalecer sus respectivas capacidades militares.
Muchos han afirmado que el rechazo de las guerrillas a negociar la paz
l." má mplias convulsiones regionales y mundiales causadas por el fin de la
11.11 0\ que se habían transformado de movimientos guerrilleros con una ideo-
.u rra Fría, donde muchos sectores de la izquierda latinoamericana empeza-
11 '1,1 \ randes y exitosas empresas criminales. La acusación refleja los grandes
Ion, r plantear activamente su papel histórico. Por primera vez, varios mo-
11111 i que ocurrieron en la guerra de guerrillas colombiana en la última
virni nto guerrilleros que surgieron de la política revolucionaria de los año
\ 1 .Ida del siglo xx, sobre todo después de los trascendentales cambios inter-
s nra comenzaron a valorar la política democrática y electoral como medio
11 11 «males sucedidos entre 1989 Y 1991. A medida que la Unión Soviética
viabl para alcanzar el poder. La nueva política se traducía en la renuncia a
.1 -sinregraba y Cuba retiraba unilateralmente su apoyo a los movimientos
1
1,1 lu ha armada a cambio de la oportunidad de participar en un escenario
111 1 1 i11 ros latinoamericanos, las guerrillas aumentaron su participación en
p líli o más democrático que proporcionara garantías concretas a todos lo
1 11 -str s, asaltos y extorsiones a empresas comerciales en la mayor parte de
partid y movimientos, incluso a los ex combatientes". La transformación
\ 01 mbia rural. En consecuencia, la política de cobrar "impuestos revo-
tlobal entó las bases para las negociaciones tanto en Centro américa como en
lu ronarios", empleada durante largo tiempo por las guerrillas colombianas
lo pr e os parciales de paz en Colombia de este período.
111110 trategia de financiación, se propagó ampliamente hasta cubrir la rna-
n olombia, por un breve pero excepcional momento que duró aproxi-
111.1 1 las operaciones comerciales en el campo colombiano. En las zonas
madamente tres años, el M-19 surgió como la más significativa tercera fuerza
'11 la hi toria colombiana por fuera de los dos partidos tradicionales. Pareció

s r una victoria no sólo para el M-19, sino para todo el sistema político y para
V a e Villamizar, Daría, Aquel 19 será, Planeta, Bogotá, 1995·
M, s tarde, algunos ex dirigentes del M-I9, junto con otros sectores de la izquierda,
Il
, r unieron para fundar el Polo Democrático, un nuevo partido que empezó a
Véan e Villamizar, Daría, Un adiós a la guerra, Planeta, Bogotá, 1997; Víllalobo ,
rcn r éxito elecroral en 1, I11bilOlo .1 y na i nal, incluyendo la alcaldía de Bogotá
J aquín, Una reuolucián en la izquierda para una reuolucián democrática, Cedep,
uiro, 1993; hernick, Marc, "Is Arrned 5truggle tiJl R levanr?", en Nacla, Vol. la b rna i n I I VIII·
V as Al na: J.I ho, /1,/ , //11I//(/\ Y /1 111; m, I I Al! 'j. ra, B g tá, f990.
VII, o 4, en r /febr ro de 1994.

1) I
d puxluc ión d () a ,\1) lar' u 1.1(101111I1 1'1 101.1 dd 11011 U la 11 11 1111d.HIti '11) ) .r; li \ 1,1 pl ',Id 11\1'lJllh', h 1I r.l a i n gu rrilleras en
un.tzóni a,dond la pr s n iad 1
insu. "11\ \(·\h,l\I.II11,ru,rt ,1. '11 111 1 1 MillO ti I . rnuni ipi )~•.',
11.1\ I la FAR braban el 15% de ad.i 11.\11\,1 i)11 .nrre lo cuirlvad.» 1I fin 1, I uerra Fría, P r 1 1,lJ1I, ndujo a una reestructuración de
d '. a y I compradores. A mediado d la dada d 1990, irnpusi 11111 1.1 i n d
111111 lo movimi ntO guerrilleros colombianos. Aunque el se-
IMI a br una amplia gama de transacciones ilegales, desde la imp rtn 11111 1111y 1.1 .xt r ión ("impuestos revolucionarios") fueron largamente prac-
ti' 1 t nt precursore químicos hasta la refinación de cocaina. Asirnisnn. 1I por la guerrillas colombianas, no fue sino hasta finales de los años
mantuvi r n una fuerte presencia en las empinadas zonas que más r i 111 111,1uando grandes flujos de recursos internos provenientes de la activi-
III nt mp zaron a ser utilizadas para el cultivo de amapola con de tin ,1 I i nal en gran parte basados en las ganancias
11111 obtenidas de la extorsión
Pl( lu i n de heroína. Al mismo tiempo, exacciones similares fueron iru 1 i.1 1.\ P r las bonanzas de la droga y el petróleo, vinieron a reemplazar
pu 'la a lo hacendados ganaderos, algodoneros, arroceros y a la mayoría el 1 11 .11, aunque insuficiente, red de apoyo internacional que pasaba a tra-
los ti rná productores agrícolas comerciales. Se ha considerado que las FAI ( I (uba, Nicaragua, la Unión Soviética, Europa oriental y, en ocasiones,
obri .n n d cenas de millones de dólares anuales de la bonanza de la coca/ (1 1 1I ) b tan te, si bien las fuentes y los métodos de finan'ciación en el
.una, I ecuesrro y otras fuentes (véase capítulo 5). El ELN había obtenido lodo 1 terior a la Guerra Fría elevaron el desarrollo de las actividades
',III,ln ia imilares por el secuestro, los asaltos y la imposición de exacci 11 IIIIII.tI dentro de estas organizaciones, las guerrillas no deben ser inclui-
,1 1.1\ 'mpr a petroleras y constructoras en los Llanos Orientales duranr 1.1 d 11tr de la misma categoría de otras formas de crimen organizado. Para
\11 "iva· bonanzas petroleras que se iniciaron a finales de los años ochenta 111. 1.\ a tividad criminal es ante todo un medio, no un fin. Son fundamen-
umi .nz de los noventa. Iln 11\ organizaciones políticas, aun si la línea divisoria entre guerra y cri-
. Al una fuentes de inteligencia han situado los ingresos totales de la gu 1 11" haya hecho borrosa. Los movimientos guerrilleros todavía continúan
11dla n una cantidad tan alta como 800 millones de dólares en 199616. 'ill 111.1111 a sus combatientes y partidarios en torno a los temas de injusticia
'111bar ,considerados el tamaño de la economía colombiana y su cono id.1 "111 ,i n y tratan de organizar la vida política y social de las comunidades
li 1 ulrad para absorber los dineros ilícitos'", esta cifra es bastante exagerad; 101111 mantienen influencia. En algunas de las zonas de colonización, orga-
ún a í, la cantidades han sido lo suficientemente considerables durante m. \ 111/.111
I ervicios básicos, mantienen la ley y el orden, administran justicia
I ' una década como para sostener una vasta expansión del reclutamiento y ti I I 1 ran ceremonias públicas y rituales sociales como las bodas. Actúan
las a iones territoriales por parte de ambos movimientos guerrilleros en 1m 1IIIIl ipalmente para conquistar el poder -a menudo, el poder local-, no la
.1110 n venta. Un informe oficial del gobierno, basado en datos suministra lit 1\1-za. Los recursos obtenidos del crimen los utilizan para propagar la insur-
d is P r la policía y los militares, declaraba que en 1985 había algún tipo d lit i.110 (un análisis más completo sobre este tema se hace en el capítulo 6) .
.1 rividad guerrillera en 173 municipios de un total de 1.005, o sea en UI1
17,1~ de todos lo,s municipios. En 1995, la cifra había aumentado exp
11 n ialrnente, elevandose a 622 de un total de 1.071 municipios, salto qu al presidente de la república, Ernesto Samper, Oficina del Alto Comisionado para
1 Ir nta el 59,8%18. Al terminar el año 2006, aun después de cinco año la Paz, Presidencia de la República, Bogotá, 9 de septiembre de 1997·
Véan e los mapas que demuestran las acciones armadas de los grupos guerrilletos,
16
además de la intensidad del conflicto armado entre 1998 y 2006, en la página web
Ví a Internaríonal Institure for Strategic Studies, "Colombia's Escalating Vi del bservatorio de los Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República.
I n e", en Strategic Comments, Vol. 3, N° 4, mayo de 1997. i ponible en: http://www.derechoshumanos.gov.co/modules.php?name=inform
l' Ví a Thourni, Francisco, Economía política y narcotrdjico, Tercer Mundo, Bogotá, a ion&file=article& id= 595
1994· Ilay una amplia bibliografía disponible sobre los movimientos guerrilleros colombia-
Ví Rfo ,José oé y García-Peña Jaramillo, Daniel, Building Tomorrou/s Peace: A no . A partir del d cnio d 1980 han aparecido varios trabajos académicos y perio-
tmttgy for Reconciliaiion, Repon by rhe Peace Exploration omi i n, presentada dísri que tratan a 'r.\ d ' 10\ 01f, '11's, la v lu ión y las per pectivas de los prin-
l.os movirni nt guerrillero de 11.\ li i nalm 111 tri nr 'SU';\!' d.1 pod '1 qU' r 1.\ turar n lo movimientos de
'1\ 01 rna . 'parada, reflejando las aguda obr u, 1'1111 1.\ '(1 I mund dUI,IIIl' '1,111 p.1I'l d -1 iglo xx: Lenin contra Trotski,
11' ontra ralin, lo m t d ~ qui la de la nueva izquierda cubana contra
11.11' ia electorales de lo partidos comunistas tradicionales. A pesar
-ipalc movimienros. Véanse, por ejemplo, Alape, Arruro, Las vidas de Pedro Antoutu .11 ,\ '" de lucha armada, las guerrillas izquierdistas de Colombia fueron
Mar/u, Manuel Marulanda VéLez,Tirofijo, Planeta, Bogotá, 1989; Arango Z., Carlos 11 Ip.\ • de unificar sus estructuras de mando, como, por el contrario, fi-

FAR ,veinte años: de Marquetalia a La Uribe, Ediciones Aurora, Bogotá, 1984; jara tllll{'11l í ocurrió en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Sin embargo,
millo, Jaim et al., Colonización, cocay guerrilla, Universidad acional de Colombia, l' 11 1 i 1 d 198 5, las guerrillas intentaron coordinar tanto sus negociaciones
Bogorr 1 986; Molano, Alfredo, Selua adentro: una historia oral de la colonizaciáu 111111 'u tácticas militares, En 1987, ocho grupos fundaron la Coordinadora

11.1 unuiare, El Áncora, Bogotá, 1987; García-Peña, Gustavo y Roesel, Móni .1 11 1 dI! ra Sirnón Bolívar (CGSB), Empero, después de los sendos acuerdos

( ,omp .), Las verdaderas intenciones de las PARe, Corporación Observatorio para 1.1 1 11.1/ entre el gobierno y el M-19, el EPL, el Quintín Lame y otras agrupa-
B gotá, 1999; Pizarro, Eduardo, "La guerrilla revolucionaria en Colombia",
11.11., 11 11111 s, n 1990 y 1991, la CGSB se redujo a las FARC, el ELN Y la facción

S. I1h t; onzalo y Peñaranda, Ricardo (Comps.), Pasado y presente de la violencia 1I Id III del EPL. Entonces, por primera vez, sin desmontar los mandos de
ru 'lolombia, erec, Bogotá, 1986; Pizarro, Eduardo, Las PARe de la autodefensa 11 ti ¡( r ntes agrupaciones, ni las unidades locales o frentes, la CGSB empezó
iI 1" combinación de todas lasformas de Lucha, Tercer Mundo y Iepri, Bogotá, 1991 i 1 1 nordi nar las actividades militares en ciertas regiones y a negociar en con-

M .dlna allego, Carlos, ELN· una historia contada a dos voces, Quito Editores, B 111\1(\ lurante las reuniones de Caracas y Tlaxcala en 1991 y 1992. Sin ernbar-
g<1I" 1996; Medina Gallego, Carlos, ELementos para una historia de las ideas politicas ", I'~l pasos no bastaron para ocultar las grandes diferencias y la constante
r/rl Ejército de Liberación Nacional ELN La historia de losprimeros comienzos (1958 11 .tI i lad de los grupos en competencia. A mediados de los años noventa, la

/978), uito Editores, Bogotá, 2001; Chernick, Marc, "FARC-EP: From Liberal I 111)1 linadora ya se había desmoronado. La falta de una estructura de mando
'u rrill, ro Marxist Rebels to Post-Cold War Insurgenrs", en Heiberg, Mariann , III.tI In nte coherente ha hecho plantear el dilema: ¿es mejor negociar con
'I ary, Brendan y Tirman, ]ohn (Eds.), Terror Insurgency and the Sta te, Universiry l' 111m 1 movimientos guerrilleros en conjunto, o las negociaciones deberían
O Penn ylvania Press, Philadelphia, 2007. A partir de los primeros procesos de paz, 1 .llzar e de forma separada con cada movimiento guerrillero, como se hizo
han aparecido varios testimonios y relatos escritos por guerrilleros amnistiados o por 111m procesos de paz de 1982-1986, durante la ronda parcialmente exitosa
n g iadores. Véanse Arenas, ]acobo, Correspondencia secreta del proceso de paz, La OIlIlpr ndida entre 1989 y 1991 Y en los esfuerzos de paz con el ELN Y las
Ab ja egra, Bogotá, 1989; Villamizar, Darío, Un adiós a la guerra, Planeta, Bogotá, l I entre 1998 y 2002? Los resultados indican que los procesos "parciales"
1 97; Villarraga S., Álvaro y Plazas elson, Para reconstruir los sueños: una histo- 1111 ada grupo por separado son altamente inapropiados e incompletos por
ria del EPL, Fundación Progresar y Fundación Cultura Democrática, Bogotá, 1994; ,1 hn i ión. No obstante, en circunstancias críticas de oportunidad, puede ha-
rab , Vera, Razones de vida, Planeta, Bogotá, 2000; VásqUC2Perdomo, María Eu- 1" 1 P as opciones sustitutivas.
g nia, Escrito para no morir, bitdcora de una militancia, Ministerio de Cultura, ILSA
y nrropo, Bogotá, 2001; Villamizar, Darío (Comp.), Jaime Bateman: profeta de la
paz, MPAZ, Compañía Nacional para la Paz, Bogotá, 1995; Villamizar, Darío, POR uÉ LA VIOLENCIA? EXPLICACIONES CONTRAPUESTAS ACERCA
Jaime Bnteman: biografla de un revolucionario, Planeta, Bogotá, 2002. 11\ I.A VlOLENCIA POLÍTICA EN COLOMBIA
También han aparecido algunos libros asociados con las fuerzas armadas colombia-
na d nde e so tiene que las guerrillas han sido totalmente transformadas en or- bi te un intenso debate, entre los especialistas y los encargados de trazar
ganiza iones criminales relacionadas con el narcotráfico y la delincuencia. Véanse 1111 as políticas, sobre las causas de la violencia en Colombia durante la segun-
Yillamarfn Pulido, Luis Alberto, EL ELN por dentro, El Faraón, Bogotá, 1995; Vi- d.1 111 itad del siglo xx. Tal d bar ha estado determinado por las condiciones
rin Pulido, Luis Alberto, EL cartel de las PARC, El Faraón, Bogotá, 1996; Vi-
11.1111, 1 unbi nte y lo nt XIOS polít i , a medida que el país se ha movido de la
rfn Pulido, Lui Alberto,
11.1111. illa vacía, L. A. Villarnarfn Puli In. Bog rá, 2000. lolen i (194 ~I( H) " lo!'111 N.I"i< 11.1 (r 58-1986), a la etapa posterior

1 I
I()~I'III)(I\()\II/I' 1.:1)1 I UI\IIIH(I<)X,) UUII" (11")
MAR IlERNl K

al 1:, '/H' Na i nal, a la po guerra fría y a lo nari político y i." tos en sociedades dividida por cuestiones étnicas, lingüísticas o re-
lníluid p r 1 narcotráfico a partir de 1991 y luego a la "guerra gl h" mo Bélgica o el Líbano". Pero si el Frente Nacional funcionó como
ontr: el terrori mo" declarada en 2001 Durante este largo período 21

Il()~ régimen consociacional que repartió el poder dentro de una sociedad
p.I(~ e urbanizó, modernizó e industrializó, entró en una bonanza de la
III/~.un nte dividida y enseñó a la población a tolerar a los seguidores del
p nra i n de petróleo, extendió su frontera agrícola en el norte de la cu /l ./ 111p.irtido, también excluyó de forma intencional a aquellos miembros de
.un <1Z ni a y, en los años ochenta, se convirtió en una gran plataforma p.II./ I I I dad que se separaron de esas identidades partidistas y buscaron desarro-
1.1'xp rtación ilegal de cocaína procesada, y posteriormente de heroína. 11
1111 111/ ma alternativas de participación política. Los presidentes, durante el
pcrf I de violencia dio paso a otro de manera fluida, pero sin reemplazar 111 acional, gobernaron el 75% del tiempo bajo decretos de estado de
sobr p. s r 1conflicto original. Los actores violentos fueron transformado" . nfiando, de manera creciente, el mantenimiento del orden público
los p" bl ma, redefinidos.
11 f 11rzas armadas.
1:1, rincipal punto de referencia para toda la violencia posterior ha sid I IltH de los primeros análisis de la violencia durante los años del Frente
p rf( d d la Violencia. Sin embargo, este período de guerra civil partidi t.1 It IOllal ostiene que los colombianos continuaron alzándose en armas por-
'1111 lib rale y conservadores ocultó una amplia gama de tensiones de la 11' .1muchos se les negaron canales de participación por fuera de la política
se, 1 ' rionale , políticas, comerciales y comunitarias. Cubrió con un maruo 1I/I!lllalde los partidos liberal y conservador. El Frente Nacional no respon-
I . 1artidi mo a los combatientes, pero los dejaba perseguir a sus enemi m I 1.1l sta necesidades de participación. Además, coartó -a veces mediante
lo .tI 'S y d partido sin ninguna suerte de liderazgo nacional. Hobsbawm I f 111 1la- las aspiraciones y la satisfacción de las necesidades sociales de la
()Il~id 1". a la Violencia colombiana una de las grandes movilizaciones cam 11\!llÍa de los ciudadanos de la nación=. La mayoría de los ciudadanos se
p ·,i/las del iglo xx=, Sin embargo, lo que diferenció la Violencia colornbían.i '''1'/.\1' n en la apatía, mientras que otros tomaron las armas.
I otra movilizaciones campesinas es que no condujo a una revolución o ,1 I} sracados especialistas colombianos en e! tema de la violencia, o violen-
UIl irnp rtanre levantamiento político o a una transformación social. Al fin,d ,1'II'm, afirman también que la violencia fue facilitada por un Estado histó-
d I d ngre, los dos partidos oligárquicos y multiclasistas fueron capace d I un nte debilitado que ha carecido de presencia continua en gran parte de!
l;lllj r u diferencias y reasumir el control mediante un arreglo de reparticí 11 11/!OIi nacional. Estos analistas sostienen que los movimientos guerrille-
I ·1p d r consagrado en la constitución: el Frente Nacional. I 1 los aciques de los partidos, los paramilitares y luego los narcotraficantes
Ilartlyn compara las instituciones que resultaron del Frente Nacional h 111l .hado raíces en estas áreas donde e! Estado no ejerce ningún control
puni ndo de la división de poder entre dos grandes poblaciones en coníiicro I/VO, tanto en sentido territorial como en e! legal y e! administrativo. En
I .nrr de una nación-Estado -en el caso colombiano dividido por dos par
Ii lo hi tóricos- con ciertos "regímenes consociacionales" que han atenuado
n régimen consociacional es un concepto analítico inicialmente desarrollado por
el p litólogo Arend Lijphart que describe una forma de gobierno, normalmente
na b ervación acerca de la periodización: formalmente, e! Frente Nacional estaba dcrn crático, que intenta superar conflictos que dividen una sociedad por razones
d tinado a durar hasta I974, pero entonces fue prolongado constitucionalmenl (1 ni a , lingüísticas y religiosas, por medio de estructuras, instituciones y reglas
hast: 1978, con previsiones para continuar e! gobierno de la coalición despué de
qu reparten el poder entre los grupos en pugna e intentan despolitizar las diferen-
sn ~ ha. n la práctica, e! gobierno de la coalición perduró hasta I986, cuando ia . Véa e e! estudio clásico que desarrolla este análisis para el caso colombiano, en
por primera vez, desde la fundación de! Frente Na ion al, I partido conservad 1
l l.irtlyn, [onathan, Tbe Politics ofCoalition Rule in Colombia, Cambridge Univer-
p.1SÓ a la p ición. El apuntalamienro de la división d '11 mi r leI FI' nte Nacional
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ru 'olombi«, ( .c , c , !\0!40I.l, 1,)11(,
I, Ill¡vistas p Ifti '0' .,' \01 's '111'I()~ de la población e alzaran en
ti '11 ir .unsmn ias, 1 lI'Up armad '11 I 1
11111\0la úni a p i 11vi,lbl ' Iw,l oponer a los dirigentes del Frente
le sustituir ,1 tad y umini trar servi i 1 ,,¡ m OIllO adrnini traci n d,
Isti .ia, xlu a ión y rvicios sociales. Gran pan d la vi lencia es el r 1I1tI 11I1.tI ,1 U pr grama.
'",!llm, orno la violencia en Colombia ha persistido sin pausa, y la
lo l.' la t ntativa periódicas, por parte del Estado, de ejercer autoridad pOI
111I1 ti la guerrilla se ha extendido a zonas donde tradicionalmente no
11,di d la pre encia militar en estas áreas", como también de choque nll
11111(11,11 an ningún papel en el escenario social, el análisis empezó a variar,
.I11P rmado hostiles por determinados territorios en disputa.
11 1111, nd e más a la escuela francesa de los movim~e~tos social~s, sobre
E la do ideas -las consecuencias de un sistema político excluyente y ti
I , 11.\( bra de Alaine Touraine'". Un grupo de academlcos, antenormen-
111Estad con limitada o ninguna presencia en el territorio nacional- aún
,,11 id rados de izquierda, comenzaron a sostener que los movimientos
¡IV .n d ba e a gran parte del pensamiento acerca de la violencia y la bú qll
,,111m I virtúan los movimientos sociales, incitan a la violencia y soca-
.1 d la paz en Colombia. Aunque estas interpretaciones se convirtieron II
'1 l lid 'razgo comunitario. Argumentan que los movimientos sociales han
1 fundamento para trazar directrices políticas durante una serie de proc o
"ltllI po éxito en Colombia no porque se les hayan cerrado '¡o~ canales
. paz ntre 1982 y 2002, también han sido posteriormente sometidas a un
, ,'11II 'ipación, sino porque los movimientos guerrilleros d~sfigurarbn. sus
X.\111n más riguroso y han sido criticadas desde varias direcciones. .Pu di
II1 , impusieron lógicas diferentes por encima de las necesidades sociales
I ' illt n ia de un sistema político moderadamente excluyente explicar en MI
IIIIt 11.Il, Y provocaron la represión de las autoridades. En vez de una línea
It.tlid,l I la necesidad de recurrir a las armas? ¿Se traduce necesariament 1.\
111tll directa entre la protesta popular y la lucha armada, como afirmaba
\1\ n ia lel Estado en movimientos armados antiestatales?
11I1,d mfoque de orientación francesa declara que la protesta popular y la
l.os j n ríficos sociales colombianos empezaron a explorar de forma m"
, 1 h \ ,\1 mada obedecen a lógicas diferentes y contradictorias. El ascenso de
\l1l i .nzuda las condiciones bajo las cuales las comunidades se alzan en ar
1, Inovi miento s guerrilleros ha impedido el desarrollo de movimiento~ s~ciales
\.1.". l~n te proceso, se ha producido un cambio de paradigma de la escuela
ft ,1 s. Por lo tanto, lo que Colombia requiere son mayores movim~ent~8s
;\ I 'mi a estadounidense a la francesa en cuanto a la teoría de la revoluci n
1" I ¡\ 'S libres de la lógica de la lucha armada y de la guerra de guernllas .
l0. m vimientos sociales. Análisis tempranos, siguiendo los trabajos d
\1 ,111' ti is culminó con la tesis, muy acogida, del politólogo francés Daniel
" )1'1 d la revolución como el académico estadounidense Charles Tilly,
1)lIloí n que cuando se cierran los canales de la protesta popular la con-
, II n ia lógica es emprender la acción armada": Para Tilly, la línea entr
~ ase Touraine, Alaine, Production de la societé, Seuil, París, 1974· Esta idea de los
11'()l ta pacífica e insurrección armada tiene continuidad; es de esperar qu '
m vimientos armados como un bloqueo a los movimientos sociales se refleja en la
IS rnunidades elijan el camino de las armas cuando se les niegan los ea-
obra del sociólogo francés Daniel Pécaut y ha venido a ser ampliamente reflejada
l.tI'. independientes de expresión política. De por sí, cabía esperar que a
-n los trabajos de varios analistas colombianos de la violencia, a quienes por lo
1 xlida que el Frente Nacional siguiera criminal izando de manera creciente
g meral se les denomina violentólogos. Véanse Pizarra, Eduardo, "Elementos par~
1\ pr l tas, las marchas campesinas, las huelgas sindicales y los paros cívi-
una sociología de la guerrilla colombiana", en Análisis Político, N° I 2, enero-abnl
t 1991; Sánchez, Gonzalo, "Guerra y política en la sociedad colombiana', en
Análisis Politico, N° r r , septiembre-diciembre de 1990; Pécaut, Daniel, Crónica
La v r ión aceptada acerca de la fundación de las FARC es que cuando el gobierno,
de dos décadas de política colombiana, 1968-1988, Siglo XXI, Bogotá, 1988; Pécaut,
rnienzo de 1964, empezó a atacar las comunidades de auto defensa de Mar-
Daniel, "Colombia: democracia y violencia', en Análisis Político, N° 13, mayo-
qu talia, El Pato, Riochiquito y Guayabero, éstas se reagruparon y convirtieron a
las fuerza de autodefensa en guerrillas móviles. Véase Arango Z., Carlos, FARC, agosto de 1991.
Véase Pécaut, aniel, "Pre ente, pasado y futura de la violencia en Colombia", en
ueiut» años: de Marquetalia a la Uribe, Ediciones Aurora, Bogotá, I984.
Desarrollo Económico Rr/li.rttl de 'iencias ociales (Buenos Aires), Vol. 36, N° 144,
V a Tilly, harles, From Mobilization to Reoolution, Randorn House, Nueva
York, 1 7 . n ro-rnarzo de \1)1)7.

(l. I
p~ .uu, U;l!1 I ti' lar gu ta guerra h,lbl.l 1I,IIl\fOllll.ldo 'o "gu rra 1111 pr nizada 1'01 Fsr.ulos nid . El nuevo enfoque priorizó e!
11,1 h so i lad":". '''"II!ft., d 1.1 u rza militar ntra lo terroristas sobre las negociaciones con
Es! pun l de vi ta ha contribuido enormemente a desidealizar 01 1, 1111 'p ilíticos armado.

.rrilla y ha onducido a la ruptura entre estas y los intelectuales, (llll


TU \n 111 (l n momentos en que las guerrillas perdían gran parte de! apoyo
10 I a mi nzos de los años noventa, a medida que la guerrilla emp /11 I 1" 1 I iuales, estudiantes, activistas de base y clases medias urbanas,
d p n I r má de las actividades criminales para financiar la ampliaci 11 d II\(.Ih,11l perando libremente en muchas zonas rurales afectadas por la
sus j r it ,la revisión del enfoque empezó a ser acogida más ampliam 111 ", 1.1. A imi mo, entre 1995 y 2005 lograron notables avances en muchos

-nu I intelectuales, los artistas, muchas ONG y círculos activistas d b I I IIp rpoblados de las principales ciudades como Ciudad Bolívar, en

bl ) d mo tró de manera absoluta en una carta de un grupo de desra a 111 "1 \, qu ha absorbido cientos de miles de refugiados de la violencia rural.
hu I tual ,entre ellos e! premio Nobel Gabrie! García Márquez, a lo jd "lo ,1apoyo con e! que contaban declinó, la guerrilla utilizó sus bases
'u .nill r d 1país: 11 ti , y acumuló medios económicos para emprender una preparación
1,,, 1 ondo, desafiando las expectativas iniciales de paz tan genera)izadas
ñ re oordinadora Guerrillera Simón Bolívar: 11I1I1IoU la Guerra Fría. Desde las estratégicas zonas en las áreas de coloni-
.orn un grupo de demócratas convencidos, nos oponemos a la vio- 1'" I ,1 e te de los Andes, los campos petroleros de los Llanos Orientales,
I n ia y a las soluciones autoritarias de cualquier clase [... ]. En las ac- I II.i in montañosas y cafeteras donde tradicionalmente ejercieron su
11l,1JC circunstancias, nos oponemos a los medios que ustedes utilizan "'''"0, la FARC y e! ELN cuadruplicaron su presencia territorial en los
p,lra onducír su lucha. La lucha armada, en vez de llevar a una ma- IHlV nta y fueron capaces de proyectar su poder a nuevas regiones donde
yor ju ticia social, ha engendrado toda suerte de extremismos, como el I "1,111 una base social natural o una presencia histórica) l. Esta espectacular
r urgimiento de la violencia reaccionaria, las fuerzas paramilitares, los Il ión a nuevas áreas debilitó a la sociedad civil y frustró e! desarrollo
rím ne de piadados y los excesos cometidos por las fuerzas armadas, " 1\ í 'me movimientos sociales en esas zonas. Además desencadenó la re-
qu ondenamos con igual energía [... ]. Hoy en día, las tácticas habi- I1 It \1\ ficial, la violencia paramilitar y una gran oleada de criminalidad y
tualrn nte utilizadas por ustedes incluyen el secuestro, la coerción y las •• 1, 11 ia ocial.
ntribuciones forzadas, todo lo cual es una abominable violación de los ul Y centes a las cambiantes posiciones, estrategias, redes de apoyo y
d r ho humanos [... ]. Su guerra, señores, hace tiempo que perdió su I111 111 ra de alianzas de los actores políticos y sociales fundamentales en
significado histórico!". ,lUlllbiu, están las transformaciones sísmicas que han ocurrido en e! sistema
I ,lit I ( Y en la sociedad desde 1982, y que han alimentado aún más los con-
, ea interpretación revisada en el seno de las ciencias sociales, que separa 111 111\ armados -y para muchos también e! rechazo a la lucha armada-o El
1.1 vi I o ia guerrillera de las dinámicas histórica, social y política del país, I 11\ 1P I catalizador para e! cambio ha radicado en los contradictorios efectos
ontribuyó a legitimar e! drástico cambio en la política gubernamental qu ' I I 111' de! narcotráfico. El narcotráfico cambió fundamentalmente los pa-
in a ncretarse con la elección de Álvaro Uribe. Aunque gran parte de 1,\ I 111 I1 xistentes de la sociedad y socavó muchos de los supuestos en que
omunidad nacional de las ciencias sociales continúa insistiendo en que, a I\t 11 laban los primeros análisis. El elemento más perturbador de la nueva
p sar d u análisis, la solución negociada seguía siendo la vía más sen ata, Iul,'1\ ia ha sido la proliferación de los ejércitos antiguerrilleros privados y la
I • ibi rn de Uribe se movió en otra dirección y se alineó con la "guerra al l' ".1111 ilitarización de la guerra.
1,\ vi lencia paramilitar apareció como un subproducto de quince años
,1 .Iug d las inversione en tierras de agricultura tradicional por parte de
Yo a Pé aur, Daniel, Guerra contra la sociedad, Planeta, Bogotá, 2001.
IU
Yo, 10Th Inrellectual's Lerrer" y "The uerrillr 's RC\POfN"o en Nacla, Vol. XX
VII, °4, n r -f,brerodeI994,PP.lo 11. V ,lS' 1100a al pi ' • 11).

l(l(¡ 11
11.11ou aficant nuev ri que bu aban 1.\ .11dlll '10, .\ urnular bi n', \ rrna lil t.1 o, runndo m no, apr baron u formación.
Id Iuiril pr ti ial. La tierra constituía U/1 d lo rores de ma (11 xpan i n ti I()~ P,tI amiliiarc ra una táctica eficaz contra-
.1 .. s Y P nctrabilidad, denrro de la economía nacional, donde los narc tI.1
Ij ,1I1l P dían invertir us ganancias. Estas tierras se hallaban concentrr d,1 I 11 1(89, uando las fu rza paramilitares se consolidaron en el panora-
01i rinalrn nre enrre la haciendas ganaderas de las regiones del norte y d /, 1!lIIIti' Y empezaron a presionar de forma periódica a funcionarios del
ista atlántica yen el Magdalena medio. Estas tierras son distintas a las z n.1 1 111tlO y líderes partidistas para que se opusieran a la extradición y a otras
p.,odu. t ra d coca, ubicadas en áreas de colonización en las selvas y plam 111111.1\ ntra las drogas ilícitas, los más importantes dirigenres nacionales
IC~ Off nrale de los Andes donde, en los años ochenra y novenra, pred 011 11 nz.tron a pronunciarse claramenre contra la violencia paramilitar. En
u.iban I pequeños y medianos agricultores, muchos de ellos vinculado ()II I !.lIdía t ntativa de reversar esta problemática, el presidente Virgilio Barco
1.1 'u rrilla.
1110dar marcha atrás y revocó la ley, vigente desde 1965, que permitía
A I I rgo de los años ochenra, al tiempo que avanzaron los diálogo ti 1 /m militares armaran a los civiles. Para entonces era demasiado tarde, a lo
P'" 0/1 la guerrilla, los narcotraficantes invirtieron sustancialmenre en la, I '11d I años noventa, el crecimiento de los paramilitares fue p~r~elo al
.íl ,,~ rr: di ionales del campo colombiano. Un estudio patrocinado por .1 1111
i nro de la guerrilla.
1'10 " .1111
a de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calculó qu I 11 ntraste con el creciente conflicto entre grupos guerrilleros y Para-
IItl in y seis millones de hectáreas pasaron de manos de élites rurale 1 ,tlll.lI 'S en las zonas ganaderas del norte de Colombia a finales de la década
JI.llntra 1 antes en los años ochenra y comienzos de los noventa". Las élites I II)H ya 10 largo de los años noventa, al mismo tiempo la guerrilla trabajó
•111,1I \ al andonaron sus propiedades en cifras sin precedenres no sólo a cau ,1 1111harnente con los pequeños y medianos cultivadores de coca en las zonas
I . los al; precios ofrecidos por los narcotraficantes por tierras de primera I olonización del oriente de los Andes, que suministraban la materia prima
.ilidad, ino también por la violencia y la política de extorsión de la guerrillr I ", ·1 procesamiento de cocaína. La bonanza de exportación de cocaína se
1/" obraba de manera forzosa "impuestos revolucionarios" y a menudo 11111 ti en una importante oportunidad de financiación para la guerrilla,
ti straba y a esinaba a miembros de su familia si se negaban a pagar. IIIH/llt' 610 se beneficia del sector menos lucrativo del negocio (véase ea-
1~1llar orráfico ha corrompido muchos sectores de la sociedad. Pero e ra IIIdo ). Cuando se produjo el auge de la heroína, a principios de los años
ni rUI i n se manifiesta de diversas maneras y no alcanza a todos los sector s, I I I IHa, la guerrilla se benefició, de manera similar, con su presencia en los
I~i siqui ra a la mayoría. En las zonas donde los narcotraficantes han adqui 1111'1.111y páramos donde se cultiva la amapola (o adormidera) para el pos-
1I zrandes extensiones de tierra -proceso que, en la práctica, ha hecho Iltll procesamiento de la heroína.
l' nrra reforma agraria-, estos se han aliado firmemente con los jefe
pollll 1 cales, los terratenientes tradicionales y las fuerzas armadas. Con
J~)~b I ill llenos y extensas conexiones políticas, han podido proteger su ~ ase Romero, Mauricio, Paramilitares y autodefensas, 1982-2003, Planeta, Bo-
u rra y reforzar el aparato de seguridad del Estado medianre la inversión en gotá, 2003; Aranguren Molina, Mauricio, Mi confesión: Carlos Castaño revela sus
'j ~I il paramilírares privados. Pronro sus objetivos declarados fueron frenar secretos, La Oveja Negra, Bogotá, 2001; Human Rights Watch, La "Sexta Diuisián":
)'.1' il~ ur i ne guerrilleras, poner fin a las extorsiones y librar su área de par- relaciones militares-paramilitares y la política estadounidense en Colombia, Human
lld,1I10 y colaboradores de la guerrilla. Las fuerzas armadas colombianas, con Right Watch, ueva York, 2001; Medina Gallego, Carlos, Autodejensas, para mi-
po .\ sup rvi ión civil del gobierno cenrral, se ocuparon de apoyar y entrenar litares y narcotrdfico en Colombia: Origen, desarrollo y consolidacián. El caso "Puerto
Boyacd", Documentos políticos, Bogotá, 1990; Uprimny Yepes, Rodrigo y Vargas
a raño, Alfredo, "La palabra y la sangre: violencia, legalidad y guerra sucia en
Véa: R ye , Alejandro, "Compra de tierras por narcotraficantes", en 1houmi, I rnbia", en Pala íos, rmán ( ornp.), La irrupción del paraestado, Cerec, Ilsa,
Fran is et al., Drogas ilicitas en Colombia, Ariel, aci ne nida -P UD, Mi- Bo tá, 198 i Re '\, Al j.mdro, "Par, militaré en olombia: contexto, aliados y
ni'l rio d Ju ti ia, ir cción Nacional de Estupefa i 'f1(I", BO!-\Ol., r 997. ons ucn ia ", n A"dlll/I l'aliuru, "1 , ner -abril de 1991.

1)(
I ' h b 'r aumentado y acelerado la vio-
'~d I pUlll d vi ea del conflict y la 'u '11.1,1.1\bonanza exp rl,1 1(1 t"!.IIH décadas. 1n r ti ~fi o pu .
1,1.\el a y h roína han transformado los re ur s e li nzas y relacion S \(1 lit ¡.I, pero no la ha cau ad
ial s iant d la guerrilla como de las fuerzas armadas. Han transformad \111
'onfli l armado polarizado entre dos partes, a uno donde múltiples grupo
DE PAZ EN COLOMBIA
se l re e tán armados y, dependiendo de los nexos de las relaciones so i,d I )¡ lS DECENIOS DE NEGOCIACIONES

'11 1 t rminada región, están aliados o en conflicto los unos con los Otro . d con éxito el cese al fuego, la desmovi-
',:1 nar tráfico ha complicado las dinámicas originales de las insurgen i.1 I~n Colom~ia se ha ~~gocdla c~nco movimientos guerrilleros distintos y
de in piración izquierdista y de las operaciones antisubversivas del Esta lo I I.IU. n y la remcorporaclOn e
1
d
'11 34 Se realizaron acuer os e paz
d
. ., b . ulada a a guern a .
l l.t I m trado ser tan lucrativo que ha permitido a la guerrilla amplia: 111.1milicia ur ana vine 1 P id R lucionario de los Trabajadores
o) el EPL, e arti o evo . .
1110I .rnizar u armamento, así como extender en gran medida su presen i.1 \ltI ,1 M - 19 ( 199 ' ) 1 C . te de Renovación Socialista.
1'1(1'), el Quintín Lame (199 - 99 ,a 0 1 1 ornedn 'l" banas 'tle Mede-
I '11it rial. Y, al mismo tiempo, condujo a la creación de grandes ejér ito
. ' 1 ELN ( ) un grupo e rru icias ur . •
11,11
.uu i1iiare -algunos vinculados a las fuerzas armadas, otros más indep 1\ I \1 \ i n dlSldente de ,1994 y, 1 bi entabló negociaciones
Al m: . o el goblerno co om lana
di 'Ill'~ , que apuntan sus armas contra guerrilleros, campesinos, polítí () \1111(1994)· mismo tiempo, E 8 fi o' con las FARC un acuerdo
1 FARC el ELN. n 19 4 rm
dI' il 1\1i'1' la, periodistas, defensores de los derechos humanos y, creciente 1 ¡'\llares con as Y, h 8 A lo largo de este período, aunque
asta
111n« ,\ lo 1 rgo de los años ochenta y noventa, jueces, funcionarios del E la I e e al fuego que perduro d ~9 7'1 armas el número de hombres y
arado epusieron as , ,
do liriu rue políticos. I .unos grupos por sep. "mo la incidencia de la violenC1a
as se mcremento, asi co
11.1 ia finales de los años noventa, el surgimiento y la rápida expansi 1\ 1\I\lj res a 1za d os en arm . e d II Además tal como se ha
l né d regiones atecta as por e a. ,
ti, l." f'u rza paramilitares ya se había convertido en la principal fuente d \,CllfLicay e numero e '1' entó de forma exponencial.
, d upos paramlltares aum
violen ia p lírica y en el reto fundamental para la consecución de la paz, al '1 di h ,e 1 numero e gr 1 f madas han sido incapaces de
I '\P )lIS, ble de aproximadamente el 70% de todos los asesinatos polític s. A pesar de años de esfuerzos"llas ~er~:::r han calificado esto como un
1~11,1 añ 2000, los paramilitares empezaron a penetrar en las zonas produ delt tar militarmente a la guern a. g ser capaz de derrotar a la
. "N' na de las partes parece
rora d coca del sur y el oriente, disputando a la guerrilla el control de un I III pare negauvo. mgu f das tuvo notables incremen-
1 esto de las uerzas arma
I .curs e rratégico y el dominio de las poblaciones locales. La espectacular 1111 ,lo Aunque e presupu , . eesuucturaba sus capacidades
6 y al mlsmo tiempo r
.unplia ión de la esfera de acción de los paramilitares revela con exactitud ti" ntre 19 8 Y 1994, ." daba Por su lado, Pastrana
1 " te negativo per ur '
gráficamente dinámica es la violencia. Ello también confirma que 1, \ I ncrainsurgentes, e ernpa d d e ayuda de Estados Unidos y
., . ' 1 s gastos e etensa con
viol n ia bedece a los cálculos estratégicos de los actores armados, así como a I.ll\1blen mcremento o t r el nú mero de soldados, po-
· amas para aumen a
I.I~ ndiciones sociales que originalmente engendraron el conflicto violent \ h lbe ha crea d o vanos progr" ,e "1 como parte de su estra-
" "soldados campesinos e mrormantes civi es,
,1 lo largo del país y que continúan enconándose. I1 1,\ ,
L urante la última década, los funcionarios han afirmado continuamente
que 1 paí e víctima del tráfico ilegal de cocaína y heroína. Como revela e te ------------d--az durante los años ochenta y comienzos de los
.m.ili i , e cierto que el n arco tráfico ha contribuido a la violencia. Ha canali- Para un estudio de los proceso~ e P , Una a enda para la paz: aproximaciones
'1 Id nuevo recursos -tanto económicos como militares- hacia viejos ad- noventa, véanse Bejarano, Jesus Antom,o, ~ , Tercer Mundo, 1995; Pardo
de de la oría de la resolución de conflIctos, Bogota,
. Ha creado nuevos sectores sociales, en particular un empresariad s te , , e l bia 1986-1994: entre conflictos y esperanzas,
ti la dr ga ompuesto de nuevos ricos, que ha invertido cuantiosamente en Rueda, Rafael, De prImera mano, o ~m , M " De La Uribe a Tlaxcala:
B á 96' Garcla Duran, auncio,
el :lll1p 1 mbiano y en el desarrollo de la infraestructura paramilitar. Sin erec, Norma, ~got, 19. ' l 2' RalTIírez,Socorro y Restrepo, Luis Alberto,
cml ar , la raíce de la violencia contemporánea son mucho más profunda procesos de paz, \O l· Bog)l,. 99 , 1986 Si lo XXI
El proceso de paz (/¡mll/lr rl go/Jimlll di' Belisnrio Betancur, 1982- ,g ,
que ,1 a tual au e de la exportación de droga y r m IlI:1n a vi jo yenco-
n.ido: nni l , br todo en zonas rural , ti ,1 \01\1 i III 11,1 .~iI aplazada in p. Bog l,. 11 HI).

\11

\lCl
M/11«( 1111N1 If 1

regia de "seguridad democrática". Pero estas iniciativas de defensa n ) 1,11


1111 ilm me se considera un proceso de paz, enfatizando la desmoviliza i n
podido, hasta ahora, alterar de manera fundamental el equilibrio milir: / \
1, '1UpOSparamilitares pro estatales y el escalamiento de la guerra ntr
poco .~robable ~ue lleguen a hacerlo. Una de las razones es que la gu '// dll
/l/pO guerrilleros alzados en armas en contra del Estado. Cada pre ~d !1(
rarnbíén ha crecido en tamaño, se ha vuelto más profesional y ha recibid) /111
"/11 unas lecciones y asumió unas conclusiones con respecto a la ge tl6~1d
yores cantidades de dinero durante este período, con lo cual ha neutrali/,lIl,
/11 or. Excluyendo a Uribe, en general, ha habido dos modelo bá. I s:
c~~quier ventaja que el Estado haya podido ganar. Ha demostrado qu 11/1
/111.,d negociación amplia, que abarcaba toda una gama de cue t.1 ncs
racncamenre capaces de responder al mejoramiento de estrategias militar ,d
uumicas, políticas y sociales; y agenda limitada, e~ la que la~,nego. I
sucesivos gobiernos, desde la "guerra integral" de Gaviria hasta la "esrrr l( ., 1
I han restringido al cese al fuego, desarme y relllcorporaCiOn. In m
de s~guridad democrática" de Uribe. Desde 1992, aunque la guerrilla no 1,1
11, hubo significativas variaciones en cada período; Betancur y .Pa lr~ln,1
pO~ido alterar la ecuación militar fundamental, ha ampliado su radio d op
1'11 ntan el primer modelo; Barco y Gaviria, el segundo. A connnu: 1 11
raciones y su capacidad militar. Durante un breve período, a mediado d ,1"
III.di"a cada uno de los períodos.
años noventa, su acrecentada capacidad ofensiva pareció superar la ren v Id 1
capacidad de las fuerzas armadas»,
Ud; ario Betancur (1982-1386): las condiciones objetivas
En términos políticos, sucesivos gobiernos se han enfrentado a un dil '1111
fundamental: ¿cómo negociar con grupos insurgentes que no están re 110
ubjrtioas de la violencia
cidos internacionalmente sin conferirles una inmerecida legitimidad? (' 11 primer proceso de paz, el de Belisario Betancur, lle~~d.o a cab . rur
1986, se centró en tres elementos derivados del análisis de la ~I n-
de un. pr!ncipio, a los negociadores gubernamentales les preocupaba qu 1,1
I 1\11' predominaba a comienzos de los años ochent~. :omando la. ide: .
negociaciOnes les otorgaran el "estatus de beligerantes", de acuerdo c n I
1/1/1,Betancur habló de condiciones subjetivas y objetivas de la viol n 1,.
derecho internacional humanitario, y de ese modo la naturaleza del conflí lo
r.uu ur, político de estilo populista, afiliado al partido conser.vador, d la
se elevara más allá de lo que la situación militar sobre el terreno indica! ,1
, 1,1 que un proceso de paz tenía que abordar tanto las necesidade de lo:
E.sta preocupación ha sido una de las razones para que los gobiernos col ni
tuub.irientes individualmente, las condiciones subjetivas, como la
bianos hay~n mostrado su renuencia a que actores internacionales particip '1/
, "llIl a y estructurales de la violencia, las condiciones objetivas. u pr
de forma directa. Al menos hasta el gobierno de Pastrana, este dilema retar
I P,II tuvo conformado por:
dó seriamente cualquier participación internacional posible. Sin embargo,
ya co~ Pastrana, con el claro agotamiento de las iniciativas internas y de I( ,
uerdos bilaterales de cese al fuego que incluyeron a las fuerza arm das
antenores modelos, el gobierno, la guerrilla y los sectores de la sociedad civil
a cuatro movimientos guerrilleros: M-19, FARC, EPL Y Aurod f n a
em?ezaron.a pronunciarse de forma directa en favor de alguna forma de ayu
( brera (ADO). .
da lllternaciOnal. Tanto Pastrana como Uribe se han mostrado más receprjvo,
1, Amnistía y ayuda a los ex guerrilleros (el aspecto subjetiv~~. ..
que sus predecesores a un desempeño internacional, aunque la guerrilla h,l
guardado bastante reserva al respecto (véase capítulo 3). Pr moción de una reforma política y apertura democrática, utilizan I )

Los procesos de paz en Colombia pueden dividirse en períodos de acu r


para este fin una variedad de f~ros y ví~~,.~ntre estas.las n,~gociacion 011
1.1 uerrillas; reuniones especiales de dialogo nacional entre la gu rri
do con los sucesivos mandatos presidenciales: Betancur (1982-1986), Bar
ll.t, la sociedad civil y el gobierno, y la expedición de leye por pan ti 1
(1986-19~0), Gaviria (1990-1994), Samper (1994-1998) y Pastrana (1998
(, ngre o para impulsar importantes reformas estructurale (1 a p .to
2002). Uribe (2002- ), período que se discutirá má ad lanre, alteró lo qu
ob] rivo).
Un pr grama sp ial ti' 1";11 mil, par, la área afectada p r la vi ,1 n
l!
ia, p r m di ,,' 1'1.111 N.I j01l11 1, 1 ,11,,1 ilic i n (PN~) (d .nu 'VO 1
Vi as' Ran el uárez, Alfred • l.O/IJII1/I/II, ,/I,lIrllll 1/ / /"' ti, ".~/(/,r'r cr Mundo,
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'111,1\1() 11, ,dOl1dt 1 I Ildo Ii 11 p" 1o 1I111~1I1111 1 r ~ n ia).
La visión de Betancur era amplia; mucho d . l ~ ,1 mcru fu r n re IIdll,l' 1,1 pala id, jusu i l. ( 1111111
11,thll I'IHIHlo 11. ar ,1
sucitados en el proceso de paz de Andrés Pastrana, v iru año despué. No 1In "0 el paz?
obstante, a Betancur le faltó apoyo político significativo. Las fuerzas armadas Por u parte, las FAR: 1 r III vi ron y ampliaron activarnenr II 11 '

socavaron abiertamente sus órdenes de cese al fuego y la dirigencia de 1 , , 11\1.1 n el escenario político duranr los dos años en que rnantuvi 'ron 'u
partidos tradicionales se mostró reacia a respaldar sus programas de reform.i t, ucrd de cese al fuego con el gobierno. En 1985, fundaron un pauido
y amnistía'", 1"11(i : la Unión Patriótica. El nuevo partido participó en la el ion .,
La guerrilla, por su parte, exageró su nuevo papel como actor recono 1'11,id .nciales y legislativas de 1986 con resultados sorprendente: ,)lOI
cido políticamente y dio por sentado que había obtenido más de lo que n 11111 '1"' i tas y veintenas de concejales en todo el país. Sin embarg , la ' p
realidad tenía. Ningún grupo, en esta etapa inicial, parecía ver el proceso d 11111ia electoral de las FARC tuvo un final tan amargo como el d I Mil),
paz más que como un nuevo foro dentro del cual se combinaba la acción 111' partidos tradicionales empezaron a acusar a las FARC de "pr lili~ll1(l
política con la ampliación y preparación simultáneas de la capacidad mili 1111,10" o de mantener una ventaja electoral en ciertas zona m diaru 1.1
tar. El M-19 fue el más temerario. Después de un tenso cese al fuego de di I t 1111( e intimidante presencia militar. Las FARC replicaron qu 1 vi j)'
meses firmado en agosto de 1984, el M-19 rompió los diálogos de forma I .11t id oligárquicos gozaban de una ventaja similar con ejército privados
unilateral y acusó al gobierno de no cumplir los acuerdos originales. Enton nuulados a las fuerzas armadas. Cientos de candidatos de la UP fu r n 1"
ce ,el6 de noviembre de 1985, sobrestimando el apoyo popular con el qu' 1I1.1do durante su primera incursión electoral, tras lo cual pro igui ron 1
ontaba, el M-19 envió un comando a apoderarse del Palacio de Justicia y 111.111 ra continua los asesinatos de sus dirigentes elegidos para carg r '1 r '
, r alizar un juicio público contra el presidente Betancur. El ejército, de in nr.uivos, entre ellos senadores, representantes a la Cámara y dos candi lalO\
m diar y in autorización presidencial, respondió a la provocadora acción. 1''' vid nciales. Poco después de las elecciones, los acuerdos de ce al fu 'o
trá i d nlace fueron veintiocho horas de combate en el centro d 11111 .nzaron a deshacerse en escaramuzas con las fuerzas armada a l do lo
tá qu d jaron más de cien muertos, entre ellos once magistrados de 1, 111'0 del país. En junio de 1987, los acuerdos se volvieron añico . FAI (:
rt uprema de Justicia y los altos dirigentes del M-1937. El proceso d· ni i ron a iniciar hostilidades, mientras la UP se quedaba huérfan: n 1I
paz yacía en un montón de escombros de los llameantes restos del edifici 11-na política, tratando desesperadamente de crear una identidad ind 'P '11
público que había sido erigido para albergar la justicia. Betancur, visible- dll'lll de las FARe. A pesar de sus esfuerzos, la guerra sucia contra lla 1.\
mente envejecido, apareció en la televisión para declarar que las institucio- mplacable. En 1995, diez años después de su fundación, la UP denun i6
nes de la democracia no eran negociables. Durante días y semanas despué , '1" más de 2 mil de sus dirigentes y seguidores fueron exterminad S. 1':11
los ciudadanos aún deambulaban conmocionados por los alrededores de la I 'J') ,aún consiguió elegir un senador. Pocos días después de po e i n.u ~ ,

1 unbién él caía abatido por una bala asesina en la propia capital d 1 pa ••,
1 1 ini iar, entidad que hoy lleva un proceso por genocidio frente a la OIlIÍ
Véase Chernick, Marc, "Insurgency and Negotiations: Defining me Boundaries of in" Inrerarnericana de Derechos Humanos, registra más de 3.000 a in.uox
the Politica! Regime in Colombia", tesis doctoral, Columbia University, 1991. l.lcnuficados y de 200 desaparecidos, entre 1985 Y 2006, de rnilitant , ()
37 Las fuerzas armadas actuaron sin descanso para recuperar el ocupado edificio qu uuparizantes de esa organización.
albergaba a la Corte Suprema y al Consejo de Estado. La toma y la posterior res- Entre 1980 y 1988, período que enmarca los primero int ruos 1
puesta militar llevaron a la muerte de casi todos los guerrilleros, a la mitad de los ltl io iar un acuerdo sobre el conflicto armado, el número de mu rtcs vio
magistrados de la Corte Suprema y del Consejo de Estado y a veintenas de otras 11ItI, S por año se duplicó de la mil a 20 mil. La primera apertura la p.ll
personas atrapadas en el edificio entre el 6 Y el 7 de noviembre de 1985. Véan 1oruribuyó a desencad nar un, 1I rra ucia que fue facilitada p r vad."
Carrigan, Ana, The Palace ofJustice: A Colombian Tragedy, Four Walls, Eight Win- IIl1d n ias que por nt n S S pr s .nrub: n n olombia: el au d 1.\
dows, Nueva York y Londres, 1993; jimeno, Ramón, Noche de lobos, Siglo XXI. porraci n d dr .1, l. rUI\ 1.111')11 d j r ir pararnilitare p r n.ir o
Bogotá, 1989; Behar, Oiga, Noches de humo, Planeta, Bogotá, 1988. 1 u at nient ,1, oposi IOI! di 1, 111I111 ,1I11\,ld,\" 1 ap rtura J la 1,1/,

JI4 11
prin ipalm rue d aquello de su inregranl'l> (111 ol.rboraban con 10\ 11 .onar yl s u lhun.rh I 1, .1/1 (111 vi.rdo p dría r rna nánimo
paramilitare . L aconrecimienros rebasaron la audaz y riginal políric 1 V otorgar amni LÍas; ,in 11111.11 'o. no, I "111 '1 ía qu el g bi rn ·pt,\
de Betancur, quien careció de la autoridad individual para ejecutar o d 1.1 ¡\I, guerrillac 1110 irucrln uun pr ivilcgiad de la sociedad p líti a ()
cr tar el cambio, o para negociar la reincorporación de los movimienrn, I ivil).

guerrilleros de la nación. Inrernamenre, no conró con suficienres aliad ~. 1 ./\ n gociaciones deberían limitarse a dos cuestiones fundament l : 1
La comunidad inrernacional estuvo ausenre del proceso. El proceso de pal ti -sarrne y la reincorporación a la sociedad.
murió a causa de mil muertes pequeñas, y se ahogó en un crecienre mal
de violencia.
1·1 E tado ayudaría en el proceso de reincorporación y conver i 11 I
1, nvur ncia en movimienro político. Betancur había decidido ludir ·1
2) Virgilio Barco (J986-1990): cese unilateral al fuego, desarme, /11.1 I las armas, planreando la cuestión con cierta ambigüedad al 1,tI.1I
reincorporación, "mano tendida, pulso firme"
1" \111 acuerdo de paz definitivo llevaría al fin de la guerra y, por 1 l,1I11O.
Al tomar posesión, Barco llegó a la conclusión que la estrategia de paz 11 '/1 -rrilla ya no utilizaría las armas. Barco, por el contrario, hiz de 1.\
descenrralizada y sin plazo definido no podría funcionar. El nuevo equipo d 111 'ti n de las armas el eje de las negociaciones e insistió en que la gu rtillu
negociación del presidente, que básicamente permanecería en funciones duran 1 111., abandonadas.
te dos períodos presidenciales'", inspeccionó el panorama y propuso pauta. Bar o también decidió reforzar el Programa Nacional de Rehabilita i n
La orientación estaba sintetizada en el lema de la campaña de Barco: "Mano 11 .ido por Betancur. Incrementó su presupuesto y lo amplió, agregánd l·
tendida, pulso firme":
IlIlm d mocráticos denominados Consejos de Rehabilitación, que fu r n
11 .1 I tanto en el ámbito regional corno en el municipal, y estaban d ti
a. El control del proceso de paz debía estar a cargo de la rama ejecutiva. u.ulos a estimular la participación de la comunidad en la planifica i n d 1
b. El gobierno debía partir de la premisa de que el Estado es la entidad polí- 11 .11 r 110. La idea era crear un apoyo local a las iniciativas del Estad y u •

tica legítima y las guerrillas están actuando por fuera de la ley. 11,11 la puerta' a la guerrilla, tal corno lo expuso sucintamente un con j r
c. Las negociaciones deberían tener lugar sólo cuando la guerrilla decla- 11 paz presidencial",
rara un cese al fuego unilateral y aceptara que el resultado final sería J uando Barco enunció cuál era su posición para negociar, poco e p r
desarme".
I1II1 que alguien se interesara. Parecía más bien un llamado a la rendi ión y.
d. No se requería que el gobierno negociara reformas políticas y sociales con 11,,1 el punto de vista de la guerrilla, lo restringido de la agenda de neg ia
la guerrilla. Los foros insritucionales apropiados para la reforma, com \(1/1 parecía un paso atrás y no un avance hacia la mesa de negociacion .
El gobierno de Barco se apresuró a recalcar otro problema que rápi "
111 'me se había hecho evidente para toda la sociedad: la violencia social y ·1
Como figura central de este grupo estuvo Rafael Pardo Rueda, quien actuó como 11m n superaron a la violencia política como la causa principal de la vi 1 n
principal negociador en los diálogos con el M-I9. Más tarde llegó a ser ministro
de defensa del presidente Gaviria, el primer civil designado para este cargo desd
el estallido de la violencia en los años cuarenta. Pardo atribuye los éxitos logrado Entrevista con Ricardo Santamaría, asesor político, Consejería Presiden ial p.lI.\
durante los mandatos de Barco y Gaviria a la estabilidad y a la duración de los la Reconciliación, Normalización y Rehabilitación, Bogotá, octubre de 1987. En
respectivos núcleos del equipo de asesores, que se sucedieron el uno al otro como realidad, otro consejero presidencial afirmó que los Consejos trabajaron n los .\
principales negociadores con la guerrilla durante los dos períodos presidenciales. (ores de la comunidad 1 al, incluso con representantes de la guerrilla y n al runos
Véase Pardo Rueda, Rafael, op. cit.
39
a os tuvier n xito 11 1.\ 1; i n d f ros democráticos locale en m di de 1.\
Presidencia de la República, El camino de la paz, Vol . I y 11. n ejería para la VI lencia. 0I1V'1 \.11 iÚII \ 1111 1',111il i 1 1 ·v 'S, ase ora de a untos indf na duiant
R on iliación, Bogotá, 1989.
bi rno I 11 ,tlllI 11.11 11, '1111111'11111. iluil 1 1998.

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MAR(. 111I NI< 1\

cia en el país. Una Comisión Especial de Estudio de la Violencia, creada p r (1 toral. Era una provoca i n, P r ,1M 19 r 'afirmó u compromi o n·1
el Ministerio de Gobierno, informó que la violencia guerrillera representaba 1110 e o democrático. En el funeral de Pizarro, la inmensa multitud rit la,
tan solo el 7,51% del total de muertes violentas en 198541. mientras marchaba a lo largo de las calles de Bogotá: "Los votos de Pizaur
"Mucho más que la violencia en las montañas y las selvas" -decía el ('1\n de Navarro", refiriéndose al segundo en el mando del M-19, Aru nio
informe-, "la violencia que nos está matando proviene de la calle":". Navarro Wolff. Navarro Wolff, ingeniero de formación, obtuvo el 12% ti 1.1
Funcionarios del gobierno y analistas echaron mano de esto para restarl votación. Seis meses después, en elecciones especiales para elegir a lo m i 'ni
importancia a la idea de las negociaciones con la guerrilla, aunque esta no era 111o de la Asamblea Nacional Constituyente, la lista del M- 19 obtuv • ~i ·1
la intención de la comisión". Sin embargo, el informe sirvió para desplazar a la \0% de los votoS y Navarro Wolff se convirtió en uno de los tres copr i 1'11

guerrilla del centro del escenario. Además, al reorientar la discusión desde la vio \( ~ de la asamblea encargada de elaborar la nueva Constitución. Par í. qu .
lencia política y la paz hacia los nacientes temas de la violencia y crimen urba 1.1 decisión de abandonar las armas había valido la pena.
nos -lo que parecía lógico en una sociedad cuya población ya era urbana en on esto Barco demostró que el gobierno podía negociar de [orrnr . i
un 66%-, se minimizó erradamente la constante centralidad de la violencia lOsa la paz con un grupo guerrillero separadamente. Sin embargo, ant .~ d '
rural como fuente del conflicto político. I! 1minar su período, no pudo concertar negociaciones con los demá grul O~,

Durante los primeros años del gobierno de Barco, el proceso de paz lan- 1I 'ando el impulso inicial a su sucesor.
guideció. Sin embargo, en 1989, faltando tan solo un año para que concluyera
el mandato de Barco, el M-19 rompió filas con las demás agrupaciones dentr 1) ésar Gaviria (1990-1994): ligera ampliación de la agenda y apoyo
de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, y aceptó las dos precondicio- ti una asamblea constituyente como foro para la paz
nes de Barco: cese unilateral al fuego y acuerdo, cuyo resultado final de la ésar Gaviria fue elegido en una campaña que en marcó el ase in le ti
negociaciones sería el desarme y la reincorporación política. Este fue un audaz 11es candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, principal precandidaro
e inesperado movimiento del M- 19 Y el gobierno de Barco actuó hábilment lh-I partido liberal; Bernardo Jaramillo Ossa, de la UP y Carlos Pizarr , d 1
para capitalizar la oportunidad. El gobierno acordó con el M-19 que sus com M f9. La campaña de 1990 incluyó también una papeleta separada, pro
batientes se concentraran con sus armas en una pequeña zona desmilitarizada 1'\\ . ta inicialmente por una coalición de estudiantes universitari , IU'
en el norte del Cauca. De igual manera acordaron que el M-19 depondría las 11,1 oía un llamado a reformar la Constitución con el fin de encarar la .isis
armas y participaría en las próximas elecciones. Las armas fueron entregadas \,olítica y la violencia que estaban ahogando al país. Al posesionar ,una d
a una delegación de la Internacional Socialista. 1" primeras decisiones de Gaviria fue estudiar cómo poner en ejecu i n I
Dos semanas después de entregar las armas, el M-19 participó en las ele - .rluumador deseo del pueblo de que se reformara la Constitución, tal n (
ciones del Congreso y dos meses más tarde en las elecciones presidenciale . In había expresado en el plebiscito informal. Él interpretó el mandar , n
Su primer candidato presidencial, Carlos Pizarro, fue asesinado a tiros en l' 1minos generales, como el pedido para que se eligiera una asambl a ons
un avión comercial durante un viaje de proselitismo político en su campaña 1 huyente. Consultada, la Corte Suprema de Justicia dictaminó qu n ha
\11,1impedimentos para ello, y que dicha asamblea tendría plena aut ridud
1',11.1elaborar una nueva Constitución. Así que, en diciembre de 1 o, S
41 Compare esta cifra con los datos actuales presentados anteriormente: según la 1 ( 1.braron elecciones especiales para integrar la Asamblea Nacional ons
misión Colombiana de Juristas, el 18,58% de los homicidios entre 2002 y 2006 IIl\1y nte.
eran de carácter político. Ver pág. 62. _1gobierno de aviria vi la on tituyente como un in rrurncnt para
42
Comisión de Estudios sobre la Violencia, CoLombia: violencia y democracia. /nfor1l11' 1.1 p.1Z. 110prop fin olla (pe nunidad para que el M-I9 n lid. ra su
presentado al Ministerio de Gobierno, Univer idad ;1 ion••1de olornbia- 01 i 11 1I,lnsi i n d a rupa i n ,III\\,UI.I 1 P,II ti lo políti n fe t
cias, Bogotá, 1989, p. 18. i imular al nuevo p,\llidll 1IIIIId I.llIdo mlnivtro a su j fe, Ant ni Navarro
4J
I1V ra i n 11 vari mi mbro d 1.1 l(lnll ifln 11)1)11 'oll.AI'rn;b,hi/odt,III',IIIItII" urn "Id o",Iilu .ru ,p r mcdio 1,1."
le i n o mediante d ignacíón e pecial ·1 j 1 su Sil .u .gia de n 11 uull.ncr 1 1 fu ni '11 11.lIqll 1 (111I pl . on Ii ión44• '1 bicruo y
ción con lo grupo guerrilleros restantes. La e trate tia Iun ionó con el \, PI 1111i illa, ahora unida' n 1.\ ( ()wdlll,ldo( ,1 .u .rrillera imón B lívar, s
-salvo una pequeña facción disidente-, el Quintín Lame y un pequ '1111 11111(1) n varia oca i 11'~ 11 .\I.\;\~ (Ven zuela) y Tlaxcala (M' i »).
grupo de la costa atlántica, el PRT. 1 I f 11 r n algunas de la má im re antes negociaciones y revelar n tanto

En la negociación del desarme y la reincorporación de estos grupo •, l' ,toS av rabies como obstáculos a un acuerdo. La CGS~ rechazó P! .~;\
aplicó el modelo de Barco: cese unilateral al fuego, concentración en una 111. ·1modelo Barco. Sostuvo que sus fuerzas eran demasiado grand 1',\1 \
cuantas zonas desmilitarizadas, entrega formal de las armas. Esta vez, d 'S 111( ntrar e en una o dos zonas desmilitarizadas. Insistieron en que la, ·tHl.l

pués de su desarme, los guerrilleros amnistiados podrían presentarse a 1.1 11 h ,1 ampliar a más puntos que el simple desarme y la reincorpors i n.
elecciones de la Constituyente. Además de la vía electoral, al PRT y al QUil1 1 1primer tema de la agenda fue el cese al fuego. La CGSB insi ti n m \11
11 1 SlISfuerzas en las zonas en donde ya contaban con influencia. As 'lIl.lh.1
tín Lame se les garantizó la representación de un vocero para cada grupo, '11
tanto que al EPL se le asignaron dos representantes con pleno derecho I 1I .¡ -r ía control en unos seiscientos municipios, pero que es:aría di plI SI.I.•:

voto. En las elecciones posteriores, el EPL se convirtió rápidamente en UII


( '1 upt r a sus combatientes en doscientos municipios. El gobl~rno r 1 "(\111
nuevo partido político, Esperanza, Paz y Libertad y estableció una alianza 1I 111111111 ferta atractiva, designando sesenta sitios donde la guernlla p dría )11

el M-19. 1I11Ir, en cada uno de los cuales, según afirmaba, podría ubicarse un r -n 1

El modelo fue exitoso con estos grupos. Sin embargo, fracasó en logral 11111i11.ro. Estos territorios se denominarían "zonas de distensión" y P d rla 11
acuerdos con las FARC yel ELN. Ambos grupos declararon que no esrab: 11 IIlhllr, reas submunicipales (veredas, corregimientos, inspecciones de P li fa).
interesados en negociaciones limitadas ni en el cese al fuego unilateral, qu I ( '(, B respondió diciendo que aceptaría noventa y seis zona~, p r ~1I

por entonces definían los procesos de paz. Gaviria respondió a la ausencia I 111.1una de ellas debía comprender un municipio completo. En dicha z nas,
progreso en los acercamiento s, aval ando un ataque militar al principal bas "lli.1 implantarse un cese bilateral al fuego y a cada una se agregaría un 1.On,1
tión de las FARC, La Uribe --el mismo día que se realizaban las eleccion .~ 11 uu al en cuyos límites se restringiría la presencia de las fuerzas armada ~\.
nacionales para la asamblea constituyente-, donde sus dirigentes recibier 11 la negociaciones se estancaron principalmente en la cuest.ión d ~ ruo
delegaciones del gobierno desde 1984. El ataque puso de relieve la posición. 1II\Orio dentro del municipio debía desmilitarizarse. La guernlla quena qu

recién surgida, que había grupos guerrilleros que se adaptaban a las cambian 111 s '1 municipio completo, incluidos el centro de la población y 1 lih
tes condiciones de Colombia y del naciente mundo posterior a la Guerra Fría. \11 públicos. El gobierno quería conceder sólo un pequeño campo, lej ~
y grupos anacrónicos, aislados de las corrientes internacionales, cuyas actua 1" ntros residencial y administrativo. En este punto fracasaron la ne \(\
ciones degeneraban de modo creciente en conductas criminales. Aquellos qu 1111\". No obstante, estas pusieron de relieve un punto central que a m nudo
no aceptaran las ofertas del gobierno serían enfrentados con todo el peso d . p,lsado por alto: la guerrilla da mucha importancia a la políti~a y al p I '1'
la fuerza militar. . I".d . De manera concomitante, importantes sectores de la socledad y 1 . S
El ataque militar del gobierno a La Uribe desencadenó una important \ Ido resisten a reconocer esta influencia local, aspecto que tuvo re onan i,1
ofensiva de las FARC y el ELN que distrajo el trabajo de la Constituyent 11 lo años cincuenta y sesenta, cuando el gobierno denunció la influ n i,\
y puso de manifiesto, una vez más, la ineficiencia de la solución militar. En 1umu ni ta local como "repúblicas independientes".
efecto, la guerrilla pareció ser capaz de golpear a voluntad, demostrando p r
primera vez cuánto había llegado a mejorar sus capacidades militares. E t
también frustró cualquier posible participación posterior de estos movimien- Véan e Pardo Rueda, Rafael, op. cit., Bejarano, Jesús Antonio, op. cit.
tos guerrilleros en la Asamblea Nacional Constituyente. Y, ase García Durán, Mauricio, op. cit. Bejarano, Jesús Anroni , op. cit. Enrr
vi ta con Je ú Ant nio Bejarano, Consejero Presidencial para la R' n ill: i( 1\,
En los últimos meses de trabajo de la Constituyente, el gobierno de Gavi-
ria entabló, de nuevo, negociaciones con las FARC y 1 LN en un esfuerz rrnaliza ión y 1 l'h,Ibilita i6n y principal negociador p r pan ti 1 gobi 1 no '1\

final para acabar con la insurgencia. Esta vez, el bi rI10 n in i ti en un ara as, ,1 '(l\1tI dI 11)1)I

1 1
Sin haber I zrad un a urdo al u' 'O, l." dm parte
d ce nvini 1011 "o: I1l1a r du ida ,\ r '1HI.I, IIIllll.ul.l ,ti dI .IIII\( ,1 la I in rp r i n. 1'.1
r unir en lax ala (México) a fin de tratar m J no I punto de l., n .1 I 110 t 1111111 01 '11 iva pr pagandí
111111.1 ti a: 1.1
ag nda que fueron expuestos en las primeras reunione en aracas. El j 11 I I1¡III había perdido u id 'al ~ 11\.\1 bl,l\ y ah ra era poco má qu nar
tivo, abandonando la posición del anterior gobierno, una vez más con intiCl "u .uu y criminale .
en ampliar la estrategia de negociación y reunirse sin condiciones previa. I1 1',11a omplicar aún má el panorama, el M- r 9 y el EPL, los do gru¡
agenda de negociación incluyó: r) cese al fuego; 2) relaciones con la Asarnbl ,1 I1 III regaron las armas y transformaron sus organizaciones en partid r)
acional Constituyente y otros organismos democráticos como el Congr (l, 1111m. no llegaron muy lejos en los escenarios político y social. El M-I vio
3) paramilitares, impunidad y doctrina de seguridad nacional; 4) democra i1 I I iumbarse su apoyo electoral. En las elecciones de 1994, su represem n
Y "favorabilidad" política, es decir, el establecimiento de condiciones ex I 11 1 I .ongreso se redujo de diez a cero. Su candidato presidencial btu o
cionales para ayudar a la transformación de una organización guerrillera 11 1 11m d 1 2% de la votación. Para el EPL, la situación era peor. I u
partido político, así como la concesión de condiciones electorales favorabl 11'.1., ) en la vida política, sus militantes fueron atacados permanentern '111
por una sola vez; 5) soberanía nacional; 6) acuerdos de verificación, y 7) d· 1'111\U ex camaradas de armas y por grupos paramilirares. En lugar 1110
mocracia económica, política y social". Sin embargo poco se avanzó en 1.1 I 1.lh" 10 asesinatos y desapariciones aumentaron. Lib 'rt,1 I
Esperanza, Paz y
agenda después del arribo de las dos partes a México. Las negociaciones fra \1111.\ pudo consolidarse como fuerza política local. Con el declive del M 1\
asaron pocos meses después cuando una facción disidente del EPL secu ~ I P -rdió la presencia nacional alcanzada por medio de la alianza p líti ,
tró y asesinó a un ex ministro de gobierno. Tal como ha sucedido repetida, 1111había
' sido forjada entre los dos antiguos grupos guerrilleros. La caída n
veces, el gobierno suspendió las negociaciones a raíz de las protestas públi :1\ 1'11.ula de la fortuna política del M-19 y el EPL levantó una barrera para n '.
Y de los congresistas por las acciones de la guerrilla. Las negociaciones con 1.1 111 i.1-i nes futuras. Para las FARC y el ELN el fracaso de los primeros grup
SB no se reanudaron durante el gobierno de Gaviria. La experiencia pon 11 on rituirse en fuerzas políticas desacreditó aún más el modelo original d
de manifiesto el punto flaco de un proceso en donde el gobierno es a la v I \le1'0 iación basado sobre todo en el desarme y la reincorporación. ualqui r
parte del conflicto y árbitro en las negociaciones. Por lo tanto, se requi r mual negociación tendría que basarse en importantes cambios estru tu
que haya una suerte de tercera parte mediadora junto con el compromiso d "'\, conómicos y políticos. En resumen, las iniciativas de paz durant I
permanecer en la mesa de negociaciones, pese a las provocaciones de la otra 'Illli rno de Gaviria dieron como resultado, de un lado, acuerdos de paz n
parte negociadora. I runa fuerzas guerrilleras numéricamente pequeñas pero políticamente i
Los dos últimos años del período de Gaviria presenciaron un cambio IIlh ativas, y la elaboración de una nueva e importante Constitución. Por ti"

total en la posición del gobierno. Habiendo llevado a buen término la Consri lulo, timuló la ampliación de la actividad guerrillera de las FARC y el LN
tuyente y logrado la reincorporación de varios grupos guerrilleros, el gobiern iurnentó los niveles de violencia y guerra sucia.
retornó a la estrategia militar contra la guerrilla. El Ministro de Defensa, Ra
fael Pardo Rueda, declaró que en un período de dieciocho meses la guerrill: Ernesto Samper (1994-1998): el propósito de volver a una agenda
¡)
e vería forzada a volver a la mesa de negociaciones después de un importan ,1, /legociación más amplia es socavado por la crisispresidencial
te fortalecimiento de la capacidad de las fuerzas armadas. Muchos analista na vez más, el tema de la paz ocupó el lugar central en la campafía pr
interpretaron esto como una señal de que el gobierno intentaría derrotar él id n ial de 1994. Ernesto Samper, en su discurso de posesión, dio in tru
la guerrilla y, poco más o menos, obligada a aceptar una negociación estil (1011' a su recién nombrado Alto Comisionado para la Paz, Carlo H 1m
li ujillo, para que, en un plazo de cien días, le presentara un informe br si
I1 'ti rrilla y los prin ip l. l r d la política y de la sociedad civil t tan
onver ación con Horacio Serpa, Consejero para la paz y principal negociador 11I1'r ados y di pu ros u ompt omet r n iniciar negociacione u rarnivas
p r parte del gobierno en Tlaxcala, Washingron, mayo de 200 arda Durán, d. paz. A í, d un lolp , ",\llIp '1 1,,,itll i ti n 610 de f¡ rma l mpo
Mauri io, o;. cit. 1 ti I 1 irirni 1.1I poi" ,1 1 In '\1 11111111\ " 1, eran f rrn d b n lidos
y narc rraf ante, m aviria lo había alill ,1lo I "I)tI '. del iapso ti 1I I'0l>i 1'Il) Y I .ou '1 1I 1"" 1.1111'11,e 11 1')') ,.\ rtltifi ar ,1 S 'lindo
Tlaxcala, una vez más en partícipes de posibl n t ia ione. ien dí: ••di 1I H "lo ti' lin br . Sil '1IIh.III'()' 1.1 11.11"'1 \ de ncg ia i n nun a (ti
pués, Carlos Holmes Trujillo afirmó que la guerrilla aún constituía un d\,¡/ 11' '1 11 jc 1I ión n u IOt.lli 1.\ 1, dd,ido ,1 ItI la ri i interna y la 1 nsi n'~
político y que la solución a un conflicto armado que llevaba decenio d '1 1 ',,,lIin e n, causada p r 1.\ 'Ollllp i n relacionada con el nar tr (j 0,
tencia requería una solución política, es decir, negociada. I 1IIIIIlIon la política colombiana y debilitaron gravemente al gobi 1'110 ti
Fue un promisorio comienzo de un proceso tempranamente descarril.uh. "1" 1 'Ir años después, cuando el gobierno de Samper intentó lIev r a I
por la crisis política que agobió al gobierno de Samper cuando unas inl.l 111 I pro o de paz, las FARC respondieron que no reconocían al 1 i 1
grabadas sacaron a la superficie que había dineros del cartel de Cali vinculado le \,1 mper como interlocutor válido. Y agregaron que su condi i n IW,I
a la triunfante campaña electoral del presidente. El proceso de paz langui 1, lo "111 ra la destitución de Samper. La política de supervivencia d amp 1
mientras el gobierno buscaba defenderse y Samper practicaba la políti a ti 11111 (', la profundización de la crisis política, fragmentación y may r JlIO
sobrevivencia. Con todo, durante el primer año, el gobierno alcanzó a ~¡,o IC 1011ti la guerra interna.

zar una estrategia general y comenzó a desarrollar un modelo alternativo ti 11111' .r, incluso sin tener en cuenta la crisis presidencial, ejecut p ¡¡ti ,1\
negociaciones que se apartaba sustancialmente de los modelos Barco- aviu.t 11I1.lIlit rías que contrabalancearon los primeros pasos positivo qu lio
de cese al fuego-desarme-reincorporación. Para la guerrilla, esto era esen ¡," 11 1 .mudar las negociaciones. En lo que tan solo puede consid rar e un.t
Después de la desaparición política del M-19 Y de la implacable guerra 1I 11 >lllIld.1Y errada interpretación de la política y la sociedad colombiana, ,1
contra la Up, el desarme unilateral y la participación en elecciones resulta] 1,1 t. (1110 le amper inició de nuevo la política de armar a los civiles y r ani
poco atractivo para los demás grupos. 11" '1\ operativas rurales de seguridad, que después adoptaron el n mi r
Durante el primer año, el gobierno de Samper estableció un amplio mal 11 ouvivir, Los grupos de Convivir se convirtieron en unas banda arrn d. s,
para las negociaciones y esbozó cinco puntos para orientar a sus negociad 1', '1 1,11¡ rtarnente vinculadas al Estado, responsables de algunos a e in. cm.
1 dI\) oficial admitió de manera tardía que la creación de las Convivir die
a. Los contactos entre el gobierno y la guerrilla deberían ser discretos -ru 111ulmenre luz verde a los paramilitares ilegales". Luego, la Cort n li
ra del espectáculo de los medios de comunicación- pero no secreto . l' 1\ II,tI declaró inconstitucionales a las Convivir. El favorecido aum nt ti
b. El gobierno garantizaría la seguridad de los representantes de la gu rrill.r l. 111111ia paramilirar echó gasolina a la ya encendida guerra sucia.
durante los diálogos. .unp r, en su iniciativa final de paz, durante los últimos me e d ~1I
c. El gobierno dialogaría con la totalidad de la CGSB, o con sus pan\' \l1eI.1l0,reconoció de nuevo la necesidad de abordar directamente el pr bl·
constituyentes, según lo prefiera la guerrilla. lid paramilirarisrno. Casi una década de expresadas intencione de de al'
d. No habría ninguna precondición de cese al fuego, fuese unilateral bl ,,1.111) grupos paramilitares no se tradujo en una política eficaz y viabl . En
lateral. •• 10, ,11 se fueron expandiendo en tamaño, capacidad militar y pre 11 in
e. El gobierno acordaría respetar las normas y procedimientos recono ido 1 l. 1011.\1, ha ta culminar en la fundación de las AUe, organización na i nal
por el derecho internacional humanitario para los conflictos armado in I 11unilitar que unió a siete bloques regionales en 1997.
ternos. Específicamente, la política del presidente incluía: 1) promulga i611 I ,1 r pida expansión de los grupos paramilitares planteó un nuev iruc
de una ley general de desarme que contendría medidas para desarticular ,1 IIII',111la los consejeros de paz de Samper: si los paramilitares no p dían s '1
los grupos pararnilitares; 2) adopción de una medida unilateral para "hu I .111¡ ulados, ¿debería invitárseles a la mesa de negociaciones? En un d II
manizar la guerra" o aplicación de disposiciones existentes del der ho 1111110público, redactado por los principales consejeros de paz, el g bi 'n1O
internacional humanitario en materia de derechos humanos y conduc i611 1, S 11111'r admitió que lo pararnilitare mantenían relaciones su tantiva on
de la guerra, Y 3) invitación a respetadas organizaciones internacional '\
como la Cruz Roja, para verificar la obedien ia P r arobas parte a 1.1\
normas internacionales para la guerra int rnr la il1'llll t n ia. Enu .vism onfid '11i.il, W,IItI"PIIII!,II!1 o d I.),)H.
111tiru ion' ya LOr .suual ,si bien IlO '1.111\nllll()l.ld(l~ ompler.umu: 1/1'/'11 Pastran« (! YH. ()() J) '''I'//I/dl /1/1/( \ (11 (/ .unhito
por el tado, ) r rmin semiautánomas, que '1111' 11 ,1 usars d rn ,1Idl
/, 1/1 in], con amplia (/$,I·"tll(. 111I U'I ,ti ¡/ll'rll y ('()IIl. ( rreacián

cial para describir las citadas relacione, ignifl al ,1 qu 1 grupo P,I 1IIIdl -ona de despeje pllm /11I /: NC'
1111" .
I1 d junio d 199 , 1 ()n~ '1 v 1101 AIH.Ir Pa rrana~ qUl n ~' lar)
tares tenían una relación poco clara y patética n actores estatale p 101111
1 \.1 p.l'!. ría el objetivo central d u g bierno, fue elegido pr Id nt. '.
eran también en gran medida autónomos. De por sí, el gobierno d allll'!
11ti spué , el 9 de julio, el presid nte electo voló a la selva y e r un 1
s~stuvo que los paramilitares no debían ser vistos ni como in urg nt " 11
1 11II.IIm me con el máximo dirigente histórico de las FAR! , Manu 1
simplemente como criminales. Ellos eran consecuencia de la guerra iru 1111
u ul.md Vélez, reunión celebrada con treinta años de rerra o. Arnl m
Samper planteó que el gobierno debía iniciar negociaciones con la gu n ill.r,
1Of1.de acuerdo en iniciar negociaciones de paz tres mese d pu si,
sin condiciones previas, sobre una reforma política, social y económi ,\. \1
1'11 ,i n de Pastrana, el 7 de agosto. Por otra parte, el nue~o pr si I.'n\ .
mismo tiempo, debían empezar a explorarse vías para abrir un diálog ~ 'l' 1
1'" \1') U conformidad para retirar las fuerzas mil~tares ofiCl~le.d 11\ ()
rado con los paramilitares, con la idea de lograr acuerdos conducente .1 11
It II\OS municipios situados en el sur de Colombia (un. te~nrofl n·1
desarticulación en el contexto de los acuerdos de paz con la guerrilla48•
1••ldl \,1 tamaño de El Salvador), para facilitar las negoClaclOn . Una ~'
Además, en 1997, bajo enormes presiones de Estados Unidos y 1111
11 111.1d pués del histórico encuentro de Pastrana con las FA~C, un l'l~pO
acción concertada de importantes figuras políticas colombianas, el Cenar 11
c~lombiano aprobó leyes que permitieron al gobierno incautar tierras adqut I ti 11ig ntes de la sociedad civil viajó a Maguncia (Alem~ma) a r. u n 11~ '
.11ti iri entes del ELN, iniciativa patrocinada por las IgleSias católi
ndas con ganancias del narcotráfico. Años más tarde, estos poderes fu '11111
fortalecidos aún más. Si se ponían en ejecución con un alcance mayor, \.1 I I hi.\t1a y alemana. A finales de julio, otra delegación de dirigent
l1
1 11'\1,ldcivil se reunió con Carlos Castaño, jefe de las AUC. Una m, n.a
rían las condiciones para realizar finalmente una importante reforma agr, 1l.r,
111 ti la posesión presidencial, miles de personas y veintenas de or aru
al revertir millones de hectáreas al Estado, que podría disponer de ellas para '"
\1 11111 fundaron la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil p r la Paz,
redistribución. Esto sólo podría constituir una poderosa ficha de negocia i 111
en un futuro proceso de paz y proporcionaba un incentivo que difícil m 1\1 111111.\multitudinaria reunión de tres días en Bogotá.
rl proceso de paz de Pastrana con las FARC agregó varios cornpon ru
rechazaría la guerrilla49•
11110adores que parecían encarar de manera directa al~un~s de las. falla P r
ti IId,lS en procesos anteriores. No obstante, esta expenencia también fracr )
IIIV() orno consecuencia -no buscada-la profunda disminución del al"
Véase Ríos, José Noé y García-PeñaJaramillo, Daniel, Building Tomorrou/s Peace: I
11público a un acuerdo negociado. El fracaso de las iniciati~as. de .pa trt na
Strategy for Reconciliation, Report by the Peace Exploration Comission, presentada
Illlduj a que surgiera un amplio consenso en :orno a la pn~nzaClón n la
al presidente de la república, Ernesto Samper, Oficina del Alto Comisionado par,i
'1lII'iclad que proponía el candidato, y postenormente presldente, ÁJv, ro
la Paz, Presidencia de la República, Bogotá, 9 de septiembre de 1997.
49 \ )11\ Vélez. Las políticas de Pasrrana merecen especial análisis, por uanu
Sobre la Ley de Confiscación de este período, véase "Question for me Record submit
\,.11t' ían ser de gran alcance; su fracaso suscita serios interrogantes acer a d'
ted to Ambassador-designated Curtis W Karnrnan", Sub-Comittee on me West 11I

Hemisphere and Peace Corps Affaírs, 10 de septiembre de 1997. El gobierno "dialog •. \¡ 1 o ros de los procesos de paz fallidos.
b ta sección analiza, principalmente, el proceso de paz con la FAR;
con los narcotraficantes en varias ocasiones, enrre ellas en Panamá en 1984; con ,1
1,1 'Slrategia con el ELN, en la cual la comunidad internacional ,desemp ñ
cartel de Medellín, en 1990-1991, respecto a su entrega a la justicia a cambio de uru
1111P pel más significativo, se examina con más detalle en el capltulo 3· L()~
reducción de penas, y con el cartel de Cali, en 1994 Y 1995, antes de que sus miembro
fueran capturados o se enrregaran. En 2006, el gobierno de Estados Unidos hizo un
acuerdo con los hermanos Rodríguez Orejuela, ya extraditados a ese país, para entrega 1
algunas formas de reparaciones a las víctimas así como la confiscación de tierras. '1'0 lo
sus bienes, reportados en más de dos mil millones de dólares. Más aún, la Ley de Jus
!lo posiblemente facilitaría futuras negociaciones con las FARC y el ELN.
ticia y Paz, resultado de los acuerdos entre el gobierno de Uribe y las AUC incluyer n

127
126
1. PRO ISOSIlIIIAZ:(I.[A 10111(118.1) 111111(1111) M 11<( 1111NI!

componentes medulares y las "reglas del juego" que el gobierno de P,I\11 1111 .111' de d punt )1I' OIl'lU Ildf.1 1 10I1ll,! n mi a I P lIti ,1\
las FARC acordaron fueron: 1111,1\, ultivo ilí it Ir' 11m 1I1I1l1,lI10, derecho internacional hu
11111Ii 1.11i ,recursos natural, , re ( rma ju ti ial, reforma política, r f, rrna
a. No ceseal foego: el gobierno colombiano y las FARC acordaron /1 • '(1 1,1 I vi ad ,fuerzas armada y r la iones internacionales. Era una a n 1,\
en medio de las hostilidades, sio cese al fuego. Esta medida e IIIJlU io a que incluía los principales temas, puntos de divergencia y pro
una reacción tanto al rechazo de las FARC del método de ce 1.1 111.1"que enfrentaba el país. Después de una cuidadosa di cu i n, las
unilateral empleado durante los gobiernos de Barco y Gaviria, 011111 1" 1'.\1t acordaron empezar a discutir sobre reformas económica.
rechazo de las fuerzas armadas del cese al fuego bilateral impu SIO 1'1 " .liscusir sobre armas o desarme: en total contraste con Barco y avii i.r,
Betancur durante su gobierno. En este punto existía un preced /1(( 11 I 1 u.ina retornó a la fórmula usada en un principio por Belisario B u n \11:
ternacional de peso: en El Salvador, las dos partes acordaron neg 1.11 1dl',,\rme sería el subproducto de un proceso de paz exitoso, no u b] 'ti
medio de la guerra y discutir un cese al fuego tan solo después d "11 '1 1 (' IIIralo El desarme no se mencionó en la agenda de negociacion .
hubieran alcanzado acuerdos sust:antivos. /'lIlicipación internacional en el proceso: aunque al principio no 11. 1)
b. Creación de una zona de despeje: esta polémica medida tenía antec d '111 1 1111.1 uerdo concreto, las partes acordaron suscribir una declar i 11,
en la insistencia de las FARC en negociar en Colombia, en vez de ha 1111 1 d.1 rada en términos vagos, que abría la puerta a la participa i n in
en un lugar fuera del país. La posición de las FARC reflejaba su pr '01 11 1 1II,\'i nal. Finalmente, tanto las FARC como el gobierno aceptar n I
pación por la seguridad interna, motivada por la guerra sucia y lo I1 1 1 11111111
rarniento de un representante especial del secretario general d las
cos episodios ocurridos durante los primeros procesos de paz. Tamh«n .H ic ne Unidas y la constitución de un Grupo de Amigos conf rrna-
demostraba el gran interés de las FARC en establecer bases establ ., d ,1,1 p< r diez miembros, cuatro naciones americanas (Venezuela, M xi
poder local. Antes de Pastrana, htlbo dos precedentes: en I994, cuan lo 1Y
I 111> anadá) y seis naciones europeas (véase capítulo 3)·
iniciaba el mandato de Samper, las FARC propusieron un despeje 111111 públicos para la participación de la sociedad civil: conocido
I/I/'()l m
municipio para facilitar las negociaciones. Después de que Samper di} 1 I 0/1/; mciaspúblicas, estos foros representaron el reconocimiento de qu la
al principio que esto era posible, las fuerzas armadas declararon públi, 1 1111 1 queriría una amplia participación de la sociedad civil. Dicho r s
mente su oposición a la propuesta, y el gobierno de Samper se ech ll.ll 1 1111'1
( n organizados en torno a temas específicos relacionados con la ag n
atrás. En las postrimerías del maOdato de Sarnper, el gobierno con illllll 11.1ti negociación como los cultivos ilícitos o la reforma económica.
en un despeje temporal de un municipio, a fin de facilitar la pue [.1 11 •I 1 -braron tanto en la zona de despeje como en otras partes del paí "'.
libertad de unos prisioneros tomados por las FARC y su entrega a una d, I ." I~ARC también propusieron ciertas condiciones para los diál S.
legación encabezada por el Comité Carter, ONG estadounidense diri .itll 1111111111
'r lugar, el gobierno debía enfrentar a los paramilitares, y undo,
por el ex presidente y premio Nobel de la paz ]immy Cartero I ·,,111-rn debía acordar un canje de prisioneros que supondría la pu la n
C. Cuando Marulanda y Pastrana se reunieron por primera vez en juli d 11•• u,ul, P r parte del gobierno, de los prisioneros políticos perten i me
I998, las FARC solicitaron el despeje de los cinco municipios. En \1.1 11 I'AR: a cambio de más de cuatrocientos policías y soldad qu 1,\\
zona, el gobierno aceptaría retirar sus fuerzas militares y de policía, y 1.1 I ( 111, ntenían cautivos. Sobre estas condiciones sólo se llegó a un :J u .rdo
seguridad sería proporcionada por la guerrilla y una fuerza civil de p 1i .1

que cooperaría con las FARC. Para sorpresa de las FARC, Pastrana 011
sintió y la zona de despeje se estableció el 7 de noviembre de I998, ti • I , difícil formarse un juici a erca de los efectos de las audiencia públi a . pu ·'lO
meses después de su posesión. qu . nun a e lo r un acu rdo dios prin ipale actores en la me a d n So ia in
d. Retorno a una agenda de negociaciones amplia: I 6 de mayo de 1 91• 1\" \( r I princ ipalc-, 11Iohl 111.\'0
dt·1.1.1~n la. Mu has de la 00 lu i n d ,10,
de pué d la inauguración oficial de l di, lo 'm -n /1 r de e e añ I 1,1\ 10lOsqu 1'\)1.\111111'11 111.1p.gin::1w b d la FAR .: hu,,//
11.1I(11111I111.11\'
FAR Y I bi rn I .iu n la d
rar n un ti 1I'Ido \ohl ' 1111.1 n g 'i,1 WWW • .tr '1.011'
. . \ I . ntral era la paz. Dada
d tituy a un P is u 11 l,tI , .1 11\.1lo el maruc I 1¡a I Iara ti !lúhli \11111It\ ti'" \"le 1111011
11111.1) \. iad
.1 Cid
Unidos en que as rogas
.
I 1 IIISlsr . d la u'rJas.tI 111.1.1\ • l' .
paramilirare yen 200 l ·1 1II11o lo ir oncrero II n la . .1 I dad era que las dos po íticas,
'11 b int rr la 1 nao , a ver r
vari i nto de soldados y policía fu r n pu ( n libertad p )1 11 '1I rri a e ta an. decían y se socavaban entre SI
1 anr
11111
. las droga y negociar la paz, se contra
ambio de un reducido número de guerrilleros prisioneros qu ~
hallaban ravernent enfermos. aplrulc 3)· d b 1 aumento de las actividades mili-
bi r su parte, con ena a e .' .,
l mame 1 primer año del gobierno de Pastrana, el proceso de paz pa \.,I o lernO, po ..' al y su creciente partlClpaCiOn
1. mant ner e como una importante promesa, a pesar de un incómodo I 11 ~
el 1as FADC
tu"
en todo el terntono
., d .'
nacion
al El proceso de paz, tal como es-
otras actlvlda es cnmm es. b
I Sr.1V rabie comienzo, en enero de 1999, cuando el presidente Pastrann ,,~ uestros y d di las preocupaciones de am as
er a inadecua o para iscunr
vi.r] a la z na de despeje a las ceremonias de inauguración y Manuel Maru 1 1\11 tructura do , d .' nes
., d las salidas en la mesa e negoClaClO .
1.1111.\ d idió no asi tir, Dejó a Pastrana sentado junto a una silla vacía, frenr !,.llt' Y termlO cegan oO d d ben depender sólo de la voluntad
. b los procesos e paz no e . diná
.1 dipl mili O , periodistas y personalidades de todo el mundo, enrre ello el in em argo, cal 1 reocupaciones y crear mami-
ucturarse para mar as p
pl In io bel abriel García Márquez y el embajador estadounidense n !,Illíli a. De b en estr 1 ,. s de cada parte combatiente.
. 1 .ones y as racnca
(olombia, urtis Kammen. Las FARC se quejaron de medidas de seguridad " lue cambien as percepcl d ., de hacer eso De por sí, vale la pena
d z de Pastrana e)o . ,
,,\di i me , razón que parecía sacudir los cimientos de la verdadera raison
11 I I -srructura e pa 1 d 1 de paz tal como se esbozo an-
1\ . arninar los componentes c ave e proceso
d"lre par la zona de despeje. El incidente produjo muchos sentimientos ho
. El fracaso no era inevitable.
ti I 'S taru nacional como internacionalmente. Sin embargo, las partes sigui 1\ IlOrmente.

Ion r uniéndose y, al cabo de varios meses, llegaron a un acuerdo sobre un, 1 de iue o acordadas por el gobierno y las FARC
.1I -nda el negociación global. 1) Cese alfuego. Las re.g ~s ) gh' n medio de la guerra. Como se
1 negOClaciOnes se anan e , 1
na vez e tablecído el marco de las negociaciones, poco se avanzó en los 1 ipu 1aron que as El Sal ador Asimismo, se mostró e
' d arrolló el proceso en v· d B
.1I1)S i ui nte . Las partes nunca llegaron a ningún acuerdo sobre cualquier, 1\.11 ,aSl se es 11 d bo durante el gobierno e arco
n el proceso eva o a ca . .
I' I puntos de la agenda. Al mismo tiempo, el conflicto militar y la guerr,1 1I1.lr ado contraste co . . d 1 proceso de paz estuvo condlClO-
. os años del de Gavma, cuan o e
\\1 ia mpeoraban fuera de la zona de despeje, y pronto la opinión públi a \ 1o pnmer '1 ales or parte d e 1a guern '11a.
nl( mbiana e volvió contraria al proceso de paz. Después de más de tres añ u.id a ceses al fuego uru ater 1 p . . de Pasrrana es evidente que en
después de a expenenCla ' , d 1
d .star d ndo bandazos de una crisis a otra, el proceso se rompió definitiva- in em b argo, ..' 1 llevó a la intensificacion e a
delo de negOClaciOnes so o d
111-nic I 20 de febrero de 2002, cuando Pastrana ordenó a las fuerzas armadas ('<llom bia este mo e . da que su ventaja en la mesa e
reía de terma equivoca , C
up rar la zona de despeje. Lo que había parecido ser una prometedora '1()1.ncia. ea d a parte c , ' . . b sus acciones militares. Las FAA
. . entarla Sl mcrementa a d .
oportunidad final después de veinte años de fracasados diálogos de paz fu 1I ' íacíones aum , . 'al!' de l límites de la zona de espeje,
d strateglCos mas a e os
I \.lpr v chada por obra de desaciertos y decisiones erradas de lado y lado. 1 ir n corre ores e ., .d d militar con la ayuda y el entre-
'erno fortaleciO su capaci a
é u pa ó? Este libro sostiene que el proceso habría podido ser viable, 1111-ntras e 1 gobl
I '1() 1I e tructurado inadecuadamente y ambas partes no pudieron o se re- u.uni nto de Estados Unidos. e arias planteadas en la agenda de
bi 1 tipo de rerormas neces d b
husur n a adoptar las decisiones y compromisos necesarios que lo habrían n Co 1om la, e . d 1 fortaleza en el campo e a-
. . d penden necesariamente e a
1 x.h avanzar. Cada parte acusó a la otra de no haber tenido suficiente vo- 1I. I íacíoncs no e d b el ingrediente central en estos
. ílirar no es o no e e ser,
luntnd p lítica o el deseo de poner fin a la guerra. Las FARC denunciaron i.illn. La ventaja mi '. b 1 cuales se llegaría a consensos por
f rrnas necesanas so re as al f
1.\ 'xpan i n exponencial de las AUC, de 4 mil a 8 mil integrantes, duranr pll os. Hay re o lí . . d danos Con todo sin cese uego,
d h actores po íucos y Clu acanos- , 1 '
1m tr primero años del gobierno de Pastrana. Asimismo, condenaron en Il.llt m ~c. os d 1 violencia durante las negociaciones llevó a a mayona
I p ,ti la a iones el Plan Colombia, patrocinado por Estados Unidos, qu I 1 . rudeclfnlentü e a. éptica respecto al proceso de paz.
. ., [verse creClentemente ese 1
11 1 '111.nt n rmemenre la ayuda militar estadouniden e a olombia y mi- ti la píruori a vo b muchos si están sentados en a
I'or qué aurn nta la vi lencia, se pregunta an ,
lit 11il aún m' la guerra contra las drogas, n un m m 11(0 11qu el gobier-

1 1
m .sa d n 'g in? Aunque la e tratcgla haya ftllH lolt,ldo '11 era pan '~, pllO '11 U n ia d ' un .1 IlIldll 1111,11 di p,lI l' III r.unhi n di r il p .ro no
n I ntext 01 mbiano un cese bilateral al fuego verijiCllble debe preced r.l IIlIpO ibl de re Iv .r, 1'11 1m .u u Idll l· () IId11 . d 2001, la FAR a
diálogo fundamentales a fin de evitar dicha dinámica. dI( I( n a u pend r la 1"1, ti 1 l· 1." "pcs 1\ milagr a ", que con i tia n ·1
n efecto, los negociadores de Pastrana pronto se dieron cuenta de que I 11 tro masivo de p r nas qll' aían n p der en los puntos de contr I y
el tema del cese al fuego necesitaba ser reconsiderado. A principios del ano hloqu o de carreteras qu e to realizaban. En los acuerdos de cese al fu yo
2000, las dos partes intercambiaron propuestas al respecto. En octubre d f· tuados en La Uribe en 1984, las FARC condenaron el acto del ecu tro
2001, en un convenio conocido como acuerdo de San Francisco, las FAR \. ItI O proporcionaron una lista de las víctimas de secuestro que tenían n
el gobierno acordaron priorizar la búsqueda de un cese al fuego. Sin ernbar 11 p der". Ambos precedentes necesitan ser examinados más detenidarn nt
go, el problema es de grandes proporciones. Las cuestiones logísticas por 1 H)I 'u fuerza y alcances.
solas son apabullantes. Como se ha dicho, en 1991, en Caracas, las dos part'~ n cuanto a los cultivos ilícitos, la posición de las FARC aparec lal,1
estuvieron a punto de alcanzar un cese al fuego. Pero la decisión fracasó al 111 'me expresada en el acuerdo de Los Pozos (febrero de 2001) yen uccsivas
no ponerse de acuerdo sobre el número de lugares, el grado de movilidad ti laraciones: las FARC se oponen a la fumigación aérea y a la erradi a i n
de la guerrilla dentro de los municipios designados y la viabilidad de pani Inllada pero no se opondrán a la erradicación manual de cultivos ilícit '11

ipar en política en esos lugares. No obstante, ambas partes, en esa ocasión, I 11m unidades que lleguen a un común acuerdo con el gobierno para la ayude

haciendo esfuerzos desesperados hasta el último momento, casi logran un .11 ti ' arrollo de cultivos alternativos. Este, por supuesto, era uno de los temas

ntendimiento -entre sesenta y noventa y seis municipios donde la guerriJl, 111 la agenda de negociaciones. Los diálogos de fondo y el acuerdo de ce al
mantenía presencia fuerte. 111 'tO necesitan ser coordinados.
En 2002, en vísperas del fracaso total del proceso, las Naciones Unida y
el Grupo de Amigos trabajaron con ambas partes en la elaboración de un cr 2) Zona de despeje. La zona estaba constituida por cinco municipio p
nograma para alcanzar resultados específicos. El cronograma estableció qu poblados (menos de 100.000 personas), donde las FARC habían tenido [u r-
las partes debían lograr un acuerdo de cese al fuego el 7 de abril de 2002. Las Il' presencia durante décadas, mientras que la del Estado había sido hi e ri

negociaciones comenzaron, una vez más, por identificar las zonas donde 1 1.11\1 nte escasa o nula. En condiciones apropiadas, la medida de retirar 1,
combatientes podrían ser ubicados y determinar el número de dichas zonas y I,olicía y las fuerzas militares, incrementando al mismo tiempo otros progra
el tamaño de cada una". Mientras se elaboraban los mapas correspondiente , IItISestatales, podría haber sido una ventaja para los habitantes y también un
empezaron a filtrarse detalles a la prensa. El candidato Uribe denunció el plan I t ímulo al proceso de paz.

como la creación disfrazada de decenas de nuevas zonas de despeje, hecho qu ' in embargo, el gobierno de Pastrana no pensó demasiado en la natu
ería inaceptable para el país. Las negociaciones no avanzaron. Las tensione 1.11 .za, el alcance y las normas que regirían la zona de despeje. Tampoco di

aumentaron. Las FARC secuestraron un avión con un importante senador, . plicaciones concretas y sinceras al país sobre las razones para crear la zoru ,
bordo. Pastrana ordenó recuperar la zona de despeje, anticipándose a que un 111 1 objetivos que se proponía alcanzar al poner en práctica este programa.
final cese al fuego pudiera llegar a alcanzarse. 1 'la falta de claridad dio como resultado repetidas crisis, entre las cual
La salida también se complicó por los problemas que acompañan cual- 111 rnorable la que se produjo entre el gobierno y las fuerzas armadas que JJ v

quier cese al fuego. Entre ellos, los principales son: el secuestro y los cultivo .1 1,1 renuncia del ministro de Defensa y, en general, a la desilusión naci nal

ilícitos, actividades que deben ser abordadas si se suspenden los combate. por onsiderar esta política como una concesión excesivamente genero a par
La pregunta es: ¿debería permitirse que continúen durante un cese al fueg I.,~PARe.

\1
onver acione con Gonzalo de Francisco, con ejero pr id ncial, agosto d. Véa e omi i 11 11\1 11\,1 ¡OII,.I di' 1.1\ 1:1\ IH I·I~ "1\ 11 rdo de La Uribe", en FA I?C
1001. EP: Esbozo hi tárir«, '01111 111\ IlIlt 111.1111111 d. \ 'it H.

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" '. . 11 1) rnut y de nrmr. 1-'11,11 '1111 11111111111111 dll pl 1 .so de ne
ti. paz fj-' . . . a pr, ti .1, '~«) ~I 'n,(, que 1 pro l' 11 .11 in tratar la uc li )11 d l." ,11111,1 h 111 'jol' 'mpezar a pen ar
t mpra-
la pr rr L~~le~ ~~a ;~~~ c~da vez que alseapr ximab la {echa para auu 1 i/ll 1111 111 n e te probl ma. L.I~1, 1 ....durant J diálogos con el g bierno
mu h . , ucrrse avance guno en la mesa de negocia ion
1',I\II.lna, insistieron en q u la ue tión no era negociable: cuando la
quenan que se suspendiera y que se "retomara" milir 1
IIld't ione para la guerra dejen de existir, la necesidad de utilizar las arma
pr r~:~~::::n;l s~:~;j:ó::u~a'par~ establecer que mi.entras l:::;;;~iaa ;(~),',',I
1 111.\1'erá. Sin embargo, un proceso de paz conducente al éxito, sobre todo
v rificación nac~on.al y/o int~::I:Ci:~~n~e~ea:~:: toU¡~~u:o~guna forma d 11 111/ d repetidos fracasos, exige mayor claridad sobre esta cuestión.

~a. FARC InSIsten aún en la necesidad de una zona de d . h P ible que Colombia pueda hallar una solución propia. La cuestión
para futuras negociaciones. Sin embargo habid
ndición espedJe1 11111 II 11' simplemente de desarme, sino de la manera como los grupos desarmad
p" . d ,la cuenta e a ' rporados a la lucha política (obsérvese cómo se hace hincapié en lo
~. riera neg atlv~ e la política de Pastrana, es poco probable que un fur
\111 111

l
1 rno co ombíano consintiera otro . uin Illpm y no, como se ha hecho antes en Colombia, en los individuos). Una
a 1I rdo con mayor definición sobre el u;~o:r~ma semejante sin llegar a 1II1 1'11 IJU no se base en la derrota militar, requiere que ambas partes aborden 1

«)I'ma de verificación nacional' . eala zona y, 10 más probable, ()I! 1"11111 'mas de reforma y poder. En lo que concierne a este último, dos aspe t
e InternaCIOn .
«luesalen con relación al desarme y a la reincorporación. En primer lugar, la
) La agenda de negociación La ' d 1 111 sidad de convertir al movimiento guerrillero en un partido político viabl ,
1')11in Juidos en la Agend C· ,mayona e os doce puntos que ftl ' .,111 ,\ eso a puestos significativos de gobierno. Esto deberá ser negociado con
a omun no eran apropiados
l
( . n gociaciones entre el gobí 1 di para una m ~,I 1111\0 uidado, a fin de evitar que corra la misma suerte de la UP (eliminación
1,1 m jor deiarlo terno y os ingentes guerrilleros. Mucho, 1 Ita) o del M- 19 Ydel EPL (inviabilidad política). Puede ser útil poner mayor
. I mbiano !endr~aPmara~ una l~samblea cons.tituyente, que en el contexto 11 11 ión a la creación de condiciones favorables en los ámbitos del poder local
s amp la repreSentacIón 1 " .d d E
pli a un regreso a la agenda restringida de los pZrÍ:J~~~; ;a;c sto no.j¡~l u rional, como ocurrió durante los primeros procesos de paz.
1~1punto es evaluar en Iorm li o y GavIrl:l, En segundo lugar, la incorporación de las unidades guerrilleras a los cuer-
a rea ista que es negoc' bl '1
a nda realista debería comprender los problem la e ciales no o es. Un.i pll~ militares y de policía estatales, especialmente en los ámbitos local y re-
t ribuido a alimentar la guerra L ía d as esencia es que han con uonal. Si uno de los objetivos fundamentales del proceso de paz es construir
ti h cho, en la Agenda Com" ~ ma!~r.la. e esos problemas estuvieron, una presencia coherente y legítima del Estado a lo largo y ancho de todo el
la a enda serían: un. rnr )UlCIO,los problemas medulares d 1II ritorio nacional-algo que no se ha logrado desde la fundación misma del
l' vrado-e-, entonces tal autoridad debería ser construida al mismo tiempo que
ItI.\ ornbatientes de las FARC son asimilados de forma gradual a las fuerza
U~Stio~~s.agrarias, principalmente reforma agraria d
ultlvos ilícitos ' esarrollo rural y 11' policía a escala nacional, regional o local. Durante el período de transición,

b. Fuerzas armadas y organizaciones paramilitares 1.,\ FARe y los actores estatales compartirían responsabilidades. Al final del
Derec.h?s humanos y derecho internacional humanitario p .rfodo, la presencia del Estado se habría incrementado notablemente, creán-
d. ondlcIOnes de gobierno y poder locales do e al mismo tiempo condiciones de seguridad para las FARC en el período
ondiciones de gobierno y poder nacionales. ti 1posconflicto. La regulación de esta transición y su punto final necesitarían
Pueden añadirse otras cuestiones U d d '. , '1' negociados. En todo caso, ello conduciría a un sustancial aumento de la
b da incluir tanto áreas de fe . ~al.agen a e negOCIaCIOneseficaz de- .iuroridad del Estado y a la institucionalización de un acuerdo de paz viable.
Aunque las FARC lucha re ormlas esdenclaes .como cuestiones de poder político.
n por e po er naCIOnal e h
5) Mediación internacional. Veinte años de experiencia negociadora in-
°i,) Irtuó:~~~;:eapl:J:; l:~aln acuerd~ s°albrelas c~nd~c~~~e;~:;art~~i;:~o; li an que par, al :\l1í'.tl'la paz. requiere la mediación internacional. i
es y regron es.
p .rrnite qu ' l." ,111( 1,1 It olmo 1m actor armados siempre encontrarán 1

'4
, h In' d n ia ic n S.
man ra d 'p rar de la m a de negocia in' ". blO 1.qu .rirá gran pa j 11 III.\j.1militar par •• I.,r'\11.\11111'1\1 III! 11, .. ha ta qll 11
rib' ., o '1O Ipl.\I.1I I.IS ne iacione "
ia y ignifi ativo períodos de tiempo para crear nfianza. El pro o ti Ilh,t,\I1t , e ta v z 11 r á favorables y la guerrilt
1I Ion' en e1 camp de b.ua ,1 1I ran m
década de participación internacional en los procesos de paz de Centr arn 1111 " d . bos ob)'etivos de rnan la
d b'l' d en v z e persegUlr am
rica, desde el plan de paz de Conradora hasta el plan Arias, con la ev nuul I 1 1.\ 1a tante e lita a, .. tÓ por intentar desmovil izar
1 hizo Pasrrana Aslmlsmo,op
mediación de las Naciones Unidas, proporciona un precedente. La naci 111 I I\I\¡, n a como o I .. "S separadas dejando, d (,\
11 '11I1 paramilitares mediante negOClaclOne ,
participación internacional durante el período de Pastrana también ap(>l1I
d fin ido el campo de batalla,
un rico caudal de experiencia. La paz requerirá probablemente un alto gra 1" I 1\1 1.\, más c I aramente e '11 también puede ha r un
de atención adicional del secretario general de las Naciones Unidas, y p 1 1" 1 I I bilidad de esta estrategia es que la guern a did I
" a acidad militar y contrarrestar, en gran m .,
menos una aceptación por parte de Estados Unidos (véase capítulo 3). '11 1\10por lficrementar su c P '1 11varía a la continuad n 1 11
, d e1 go b'terno, lo que sunp ernente
11.\t gla ,,' e de la 1,\11'S
, d rnpate negativo, sin que nlOguna
1" 111.\dinámica antenor e e 'l d
, d ,. y SI a esmoviiliIzaCI'o'n de los paramilitar 's no
ONCLusróN 11'11\'a una ventaja eClSlva, d 1 '1' ismo o si los ex combati mes
1 1 cturas e paraml itan ,
I '1.\ 1 mante ar as estru , "culados con el crimen organizad
1van a rearmar se -ahora aun mas 'dvin fi ' .
Una concienzuda lectura de la historia reciente demuestra, de man 1,1 ciría a una mejor de ni I n
'fi entonces la estrategia no con u , 1
onvincente, que no existe ninguna solución militar a los conflictos armado, 11\,11' rra co-, " "mportante lograría elim1l1ar
all T co y qUlzas mas I ,
n olombia. A pesar del sostenido incremento de la capacidad militar, ini 1 1 .unpo de b at a, ampo , t durante más de veint af s,
bu 1la que ha saboteado de manera permanen e,
iado en el período de Gaviria, y acelerado durante los mandatos de Pastran.i
y Uribe, el Estado sigue siendo incapaz de derrotar a la guerrilla. Las opck 1".10 po ible o efectivo acuerd~ de funPazd' lmente en la construcción I
C 1 bi la az consiste amenta ,
n ,entonces, son: a) intensificar la guerra en procura de lograr una ventaja I..n o o.m la p ici ~tivo y de una presencia legítima, legal, r
militar antes de llegar a la mesa de negociaciones; b) proseguir la guerra 11 1111 1'· imen lfiduyente y parn p 1 1 ho del territorio naci nal.
lo niveles actuales y tratar de elevar la capacidad del Estado y la fuerza y 1 IIC
IU a y proveedora del ~stado a . 0;:!0 ~
a;c el futuro, en el camp d
gitimidad de las instituciones en medio de la guerra; 3) intentar alcanzar un 1 io no es posible determlfiar~o: m 'as la fortaleza militar n r.
A de muchas OplfilOnes contrarl , . ,. .
acuerdo negociado directo. 11
1',\1.\ a. pesar d d Se necesitan otras lfilClatlVa y
Durante un período de más de veinte años, hubo tentativas de llevar .11 isiva para estrUcturar los acuer os e paz.
adelante versiones de todas estas opciones. Entre 1998 y 2002, el Deparr ,\regias de negociación..
I1
C 1 bi hay vanas cuestiones
. fu damentales que, imprescindibl
n .
mento de Estado de Estados Unidos y muchos miembros del gobierno d n dObomcol::nar parte de una futura agenda de negociaciones. La prtn
Pastrana sostuvieron básicamente que la primera opción era la vía para llegar 111nre, e en l'
a un acuerdo de paz. A partir de las discusiones con encargados de elaborar Ipale son:
la directrices políticas, se infiere con claridad que muchas de las razones, n
d claradas, que estaban detrás de la ayuda estadounidense al Plan Colombia 11. Reforma agraria, 1 d . aldades en el campo continúan i nd
e ba aban en la supuesta necesidad de incrementar la capacidad militar de la Los conflictoS de tierras y as esigu . . l' . 01'
. 'al s motoras de la VIOlenCiapo mea en m ia,
fuerzas armadas colombianas para que estuviesen en una mejor condición d un: de las pnnClp es caus~ . , las tierras agrícola rradi i nal .
de colonízacíón como en
mpujar a la guerrilla hacia la mesa de negociaciones. Sin embargo, también I.\lHOen 1as zonas t: ' llevado a cabo por la m pra
de contrarrelorma agraria 1
la guerrilla practicó, en esencia, la misma estrategia de aumentar su capacidad 1'1ace 1era d o proceso fi h alimentado la violen ia rura ,
de los narcotra cantes a
militar para obligar al gobierno a negociar. El resultado fue que el proceso d ti ' tierras por parte .dad on la 1 y ~1I
. ' ha creado una enorme oportum .
paz e nvirtió en un estímulo para la ampliación de la guerra. pral mismo n mI .' o iedad d 1 nar rraficr nt S Y
Álvar Uribe optó, en lo esencial, por continuar p y nd e en el ra- I rmiten al bi 'IIH) . IlOplar bienes y p~ P b la b d vari millón .~
z nr mi nt fundamental ubyacente en la e trt t i.1 It P 1\11ma: aurn ntar 1aramilital ''', ., 1 ,1pmihl nirar a n go lar r (

I )
de h ' rdrcas di 1 nibl para u dí ib '
1 en u I 11 I ., I 11 .. •
trarr {¡ rma agraria" podrí ul ' . 11() o, ta contra • (111 I lnrorparacián de lo glfl'tlill(,"/I y 01101 üt t nt t'» rI/' 111comunidad en
la res tar una lmp rtante arma '
n 1 ar enal de negociación d 1 bi ' -y OportunJtttd /',1 structuras local y nacional r/,.I y 111/,olltiCfl ilectoral
"'tllrlO
dearan de los conflicros agrarí go terno. Para la FARC '
d 1 ~, ' cuyos ong '11\ I,.\~PAR son una rg nizu ión 11,\ loual y, m tal, su acceso al p d r
lOS e os anos rremra' dif] ,
una propuesra sobre una refiorm ' d fi ' sena muy 1Uol re h,l/oIl 1111ional debe ser negociado. N e nt , gran parte de la violencia ti n
a agrana e ondo,
I 11', .n conflictos sociales locale . La paz debe ser negociada en el árnbir
b. Fin de la guerra sucia 1111Ion, 1, pero debe ser construida y consolidada en el local. Una de la prin
, No puede haber ninguna paz si la guerra sucia Ip.dt's limitaciones del Frente Nacional era que impedía toda salida a I
rnlleros y nuevos actores p l' , ", permanece y los ex '11 ,llIlIi lO sociales locales. La mejor garantía de la paz será que los guerrill r ,
o 1C1coscontmuan síend inad '
La experiencia de la UP no d' o asesina os y sllenciadm In, dirigentes comunitarios, anteriormente excluidos, sean incorporad al
, pue e repetirse, El Estado las fu
guerrilla y los sectores representarivos d 1 ,,' erzas armada. 1., 1 1 i io del poder en el ámbito local. Los principales procesos de paz d
necesiran forjar el solemne 'de a política y de la sociedad ivd 1I11lllZ0 de los años noventa crearon condiciones favorables para la partí ipa
compromiso e acabar e 1
mpromiso debe ser respald d 1 on a guerra sucia, E~II HlIl 1olítica nacional de los dirigentes guerrilleros desmovilizados. Un nu vo
a o con caras garanr' ' , ,
1.11· imiento del poder iudicial ue h ,las mStltuclOnales y el rOl \ I1rdo requerirá la creación de condiciones similares en el ámbiro local. 1
1,1 impunidad llegue a s~ fin q 1 ag~ posible asegurar que el imperi d 11.1 r e, el Estado creará de un golpe las condiciones para fortalecer, legitim r
I . la ju ricia. y que os violadores de la ley sean llevado <111 IIn pliar su presencia en gran parte del territorio nacional.
o procesos legales de esclarecimiento d 1 '
lit ar y sus aliados, dentro del E d 1 eb.os cnmenes de los parami , Una última cuestión tendrá que incluirse en la agenda
.. sta o y e go terno p di
1C1vOhacia este objerivo. ' u ieran ser un p, so La necesidad de constituir una comisión de la verdad y la reconciliaci n
1I 1 período de posconflicto. Muchos insisten en alguna forma de rendición
c. Reorientación de la misión ' . \ 11 uentas nacional, otros exigen justicia; otros, en cambio, insisten en qu
policía en el contexto de lap eS,!,ateglcade lasjiterzas armadas y de la I\ldo los crímenes de guerra deberían ser objeto de perdón y olvido. Tal corn
az Interna
La misión tanto de la policía como de 1 ti 11 cros países, de Argentina a Sudáfrica, este asunto puede llegar a er 1
dad de posconflicto necesira ser li asdiuerz:s armadas en una soci . ItI, S polémico de todos. Después de tantas décadas de violencia, muy poc
'1' amp lamente scurída ent ' ,
y mi itares, representantes del Estado de 1 . . . re expertos CIvil s lit' rarán a la mesa con las manos limpias. Sin embargo, no podrá haber paz
uesriones que deben precisar . ol a sociedad civil y la guerrilla. Las 111elaborar un complero registro histórico que precise la memoria colectiva
1 se son. ro y estructura d 1 l"
a mantenimiento del orden' d '1' . . , e a po loa en cuanto 11.\ ional de estos largos años de violencia. Este proceso deberá ser objetivo y
, , ' esrru HanzaClOn de la . d d 1 .,
p 1reía con las autoridades "1 1 al . SOCle a ; re ación de la 111obstrucciones de ninguna clase. En Guatemala y El Salvador, la cornuni-
, . CIVIes oc es regíona! . 1
IVlco-milirares y misión esrraré ica d la ti es y nacronn es; relacion d.id internacional encabezó las iniciativas. En otros países, se constituyer n
la oberanÍa, las fronteras naci gal el as uerzas armadas en la defensa d 1 omisiones nacionales. Sólo cuando hay una contabilidad comprensiva de la
ion es y as amena 1 .
p r ejemplo del narcotráfico dei cri z~s a a segun dad nacional .1 iones y violaciones de todos los actores en conflicto -guerrilla, paramili-
ri mo- después de que 1 ,e h cnmen organIZado o incluso del terro- t.1 re , Estado, otros-la sociedad puede comenzar a enfrentar adecuadam /1l
ru rza guerrillerasy su inc~r gpuerr~, aya rer~inado; desmovilización de la 1.1\ cuestiones más difíciles de la amnistía, el perdón, la justicia y el casrig .
bi oración a las unldade T .
Jer~vo es sentar las bases para el desarrollo d s rrn nares y poltciales. 1 Una primera y muy limitada aproximación a este tema es la orni j n
e
undad que sean democráricos y bl una fuerza y un programa d Na ional de Reparación y Reconciliación (CNRR), fundada en 2005 p r 1
, responsa es ante la id d . .
qu evuen los vacíos de auro id d auron a civil, per pr idente Uribe quien n mbró como su primer director a Eduardo Pizarr ,
n a que se presentaron d 'd
d paz, obre rodo en Cenrro ,. espues e otros proce- h rmano dellíd r 11M I as .. in, d en plena campaña elecroral. ta mi-
amenca.
,i n fu cr ada p. 1111.\ ·tI ·1\ ruimi IH a1 el cretos reglamentari d l.
tt ¡111.11
I .srn vi lizr i 11I .11.11

1\<)
in ernbarg , una mi ión de Verdad, p r ti 'fl1\i ión, ti n que r in "1 i im n r anizado,¡ Al 1\\1 111n 11 1111111, I 111,1 \ ¡11.\ t I • 1 I r h humanos
dependiente; no puede cumplir sus funcione a ati 1:1 i n en medio d l., 111 h lh que la Uni n 1~\1101 r.\ 1111 1 1\ ',1 1\ 1,\ polfti a int rna d I 1111 ia
guerra, apoyada por una de las partes en conflicto. Esta experiencia tendrf.i It.I llevado a que e iabl I .\ lIlI,1 (lll .ina le la Naciones Unida para los
que ser completamente repensada como parte de un proceso compren ivo 1 1 h humanos, una d 1, d s úni a ficinas especiales en el mundo.
de paz. Empero, debería estar respaldada con el apoyo de varias institucion , Fl xito o el fracaso d I proce O de paz tendrá, asimismo, seria nsc
nacionales e internacionales, tanto oficiales como no gubernamentales. I-Ja 111 11 ia para la lucha nacional e internacional contra el narcotráf Y'I
varios modelos en el ámbito internacional y todos tienen sus limitacion ~. \, 1101 i mo y en favor de los derechos humanos. La paz fortalecerá y ext n I 'l·

Colombia tendrá la oportunidad de forjar una nueva forma de justicia p ~ 11 1'1 s ncia del Estado a vastas zonas del territorio nacional en que e ta h. .\1

conflicto que satisfaga tanto las exigencias de la justicia como de la paz. 1 Ido históricamente. La paz hará posible una estrategia realista de d arrollo
Las concesiones relacionadas con cada una de estas cuestiones generaran dI( 1 Ilativo para las zonas cocaleras dominadas por la guerrilla en la, tu.di
mucha resistencia, y se requerirán una audacia y una visión nunca antes d ' lid. n proceso de paz exitoso abrirá el camino para acabar con mu ho ti ·1
mostradas por ninguna de las partes. Aún no es seguro que la mayoría de 1.1 11 .\paramiento de la tierra por parte de los narcotrafican es a lo largo d 11 ,¡f\.

dirigencia de cada una de las partes crea que las reformas estructurales s an I 1pr ceso de paz no pondrá fin alnarcotráfico, pues este depende de ru '\'1.1\
preferibles a continuar la guerra. Un rol clave que deben desempeñar los gru 1111 micas internacionales que el Estado colombiano no puede e nrrolut.
pos organizados de la sociedad civil consiste en ejercer constante presión Il 111 mbargo, sí colocará al Estado colombiano en una mejor siruaci n pata

favor de la paz y en demandarla sin tregua, mediante paros laborales, par ~ 11111itar su impacto dentro del territorio nacional y mejorará su capacidad p, 11

cívicos, referendos, publicaciones en los medios de comunicación, manifesrs Id 1 mar muchos de los serios desafíos sociales y políticos que han de b rda
ciones artísticas, seminarios universitarios y foros populares. .In ,1 las instituciones estatales durante las últimas décadas.
Los repetidos fracasos e interrupciones de los procesos de paz durante as opciones se pueden enunciar de manera escueta: intensificación d la
seis períodos presidenciales consecutivos demuestran, de manera convincen •.u .rra, en busca de una solución militar o de una negociaci~n imp~ la; (
te, que la paz es demasiado importante como para dejarla exclusivamente en 111 .n íficación de los esfuerzos de paz, en busca de una solución pacíf 1
manos de los combatientes o de las partes en conflicto. Por tales razones 111\ múltiples conflictos. De las dos opciones, la que ofrece las máxima I r
requiere de observadores, mediadores o faciliradores ajenos al conflicto parn ruuidades de poner fin a los múltiples conflictos armados y la que extend rá ·1
que intervengan en el proceso de paz. El gobierno, a pesar de su legitimidad " ance y la legitimidad del Estado es la estrategia centrada en la negocia i n
popular y de su autoridad soberana, no puede ser juez, mediador y parte d 1 11111 la oposición armada basada en reformas, distribución de poder y ju ti ia.

conflicto al mismo tiempo. Aunque la fórmula funcionó en las negociacione


con el M-I9, el EPL y otros grupos pequeños, es poco probable que funcioo
con las FARC.
Uno de los más fuertes argumentos a favor de internacionalizar el proce
de paz es que el conflicto colombiano ya ha sido internacionalizado. Primer
el narcotráfico y la guerra antinarcótica, y luego factores contradictorios com
la guerra global contra el terrorismo patrocinado por Estados Unidos y 1
nuevo mandato internacional de la Corte Penal Internacional han colocado la
violencia política colombiana dentro de las preocupaciones de la comunidad
internacional. Los militares estadounidenses han forjado nuevos vínculos con
u homólogos colombianos y los diplomáticos estadounidenses actúan cr -
ienternente como procónsules, exigiendo que Colombia erradique culriv
y aju r u sistema político para atacar de forma má f¡ uva al terrori mo y

11

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